INTERPONEN ACCION DECLARATIVA DE INCONSTITUCIONALIDAD Señores/as Jueces/zas de Tribunal Superior de Justicia: Beatriz COHEN, en mi carácter de representante legal de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), con domicilio real en Av. Monroe 2142 1º "B" de la Ciudad de Buenos Aires; y Victor E. ABRAMOVICH en representación del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), con domicilio legal en la calle Piedras 547, 1ro de la Ciudad de Buenos Aires; Carlos José María FACAL, en representación de la Fundación Poder Ciudadano, con domicilio legal en la Calle Piedras 547, 2do.de la Ciudad de Buenos Aires, todos constituyendo domicilio procesal en Piedras Nº 547 de esta Ciudad, y con el patrocinio del Dr. Daniel Alberto SABSAY (Tº 29 Fº 289 CSJN.) y de Diego R. MORALES, (Tº 69 Fº 721), Jimena GARROTE, (Tº 79 Fº 736) y Demián Zayat (T. 76 F.405), nos presentamos y decimos: 1. PERSONERÍA. Con las copias de los estatutos y poderes respectivos, acreditamos nuestra personería para actuar en representación de las personas jurídicas mencionadas. 2. LEGITIMACIÓN. Las personas jurídicas actoras nos encontramos plenamente legitimadas para promover la acción declarativa de inconstitucionalidad, en virtud de lo dispuesto en el inciso b del artículo 18 de la Ley 402. 3. OBJETO. En virtud de ello, venimos a promover acción declarativa de inconstitucionalidad en los términos del art. 113 inc. 2º de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y de los arts. 17 y siguientes. de la Ley 402, contra las resoluciones administrativas Nº 71/03 y Nº 72/03 (puntos II, III, IV, y VIII), ambas de fecha 12 de junio de 2003 (B.O.C.B.A. Nº 1.716 del 20 de junio de 2003, págs. 18 y 19), y dictadas por el señor Asesor General Tutelar, Dr. Roberto Cabiche, máxima jerarquía del Ministerio Público Tutelar de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con domicilio en Combate de los Pozos Nº 155 Piso 7º de esta Ciudad. Lo que pretendemos, a través de esta acción, es el control de constitucionalidad en abstracto de las precitadas resoluciones administrativas de carácter general del Ministerio Público Tutelar, por contrariar a la Constitución de la Ciudad Autónoma de la Ciudad. Así, requerimos al Tribunal Superior de Justicia que en mérito a los fundamentos que a continuación se expondrán, se declare la inconstitucionalidad de tales resoluciones administrativas de carácter general, haciéndoles perder vigencia, conforme lo establece el art. 113 inc. 2º CCABA., y disponiéndose la publicación de la sentencia en el Boletín Oficial (conf. arts. 23 y 24 Ley 402). 4. ANTECEDENTES I. El dictado de las resoluciones de la Asesoría General del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Nº 72 y 71 del año 2003 Mediante la Resolución General Nº 72 del 12 de junio de 2003, el Señor Asesor General Tutelar del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, dispuso establecer criterios generales de actuación para los integrantes del Ministerio Público Tutelar, en virtud de lo establecido en el art. 6 y 17 inc. 6º de la ley 21. En este sentido, podemos adelantar, ahora, que los criterios generales de actuación expresados en los puntos II, III, IV y VIII de la Resolución 72, afectan al funcionamiento de la Asesoría Tutelar ante el Fuero Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad de Buenos Aires, ya que importan verdaderos criterios particulares en la actuación de determinados casos, interfieren en la independencia técnica necesaria de toda función y, sobre todo, resienten los mecanismos existentes de control y protección de los derechos humanos. Por otra parte, a través de la Resolución Nº 71/03 se vulnera el sistema de designación de Asesores en clara contradicción con las normas vigentes. En concreto, se argumentará a lo largo de esta presentación que las Resoluciones 72 y 71 del año 2003 producen un detrimento y afectación en los mecanismos constitucionales y legales previstos para la protección de derechos de niños y niñas. Ello, en tanto estas resoluciones desvirtúan no sólo los artículos de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires que garantizan el acceso a la justicia a través de mecanismos de control y protección adecuados y efectivos, sino también las obligaciones asumidas por el Estado argentino con relación a los tratados de derechos humanos previstos en el artículo 75 inc. 22 de la Constitución Nacional. 5. ANTECEDENTES II. La intervención judicial En primer lugar, corresponde mencionar lo resuelto recientemente por el Tribunal Superior de Justicia, con fecha 9 de febrero de 2005, en el Expte. Nº 3.259/04 "Cabiche, Roberto s/queja por recurso de inconstitucionalidad denegado" en "Moreno, Gustavo Daniel c/Asesoría General Tutelar - Ministerio Público s/otros procesos incidentales" en "Moreno, Gustavo Daniel c/Asesoría Tutelar s/impugnación de actos administrativos" (Reg. Nº 1 Tº I, Fº 1/14, Año 2005); actuaciones donde el señor Asesor Tutelar ante ambas instancias de la Justicia en lo Contencioso Administrativo y Tributario, Dr. Gustavo Daniel Moreno, impugnó judicialmente tales resoluciones administrativas. En dichas actuaciones, este Superior Tribunal de Justicia dispuso dejar sin efecto todo lo actuado en la causa, al hacer lugar a la queja interpuesta por el señor Asesor General Tutelar, Dr. Roberto Cabiche. En rigor, las Resoluciones mencionadas hubieron de ser suspendidas, en el marco de las acciones judiciales antes mencionadas, desde el día el 3 de febrero de 2004 –el Asesor General fue notificado el 2 de febrero de 2004-, y recobraron eficacia a partir del 11 de febrero de 2005, en tanto el Asesor Tutelar fue notificado el día 10 de febrero de 2005 de la decisión de Tribunal Superior de Justicia. Para así decidir, el voto del Sr. Juez Francisco Lozano al cual adhiere el Sr. Juez José Oscar Casás, considera que el conflicto no constituye una "causa" judicial en los términos del artículo 106 de la CCBA. Adhiere en la parte dispositiva la Jueza Ana María Conde que considera que sí había causa y que el requisito de la sentencia definitiva era suplido por la trascendencia. En este orden de ideas, la Dra. Conde consideró que la resolución fue dictada dentro del ámbito de competencia del Asesor General Tutelar. Por otro lado, los Sres. jueces Julio Maier y Alicia Ruiz consideraron que el recurso no satisfacía el requisito de la sentencia definitiva. Es en este sentido que al no haber una mayoría de tres votos coincidentes en los fundamentos no puede tomarse lo resuelto como un precedente que el Tribunal esté moralmente obligado a seguir. En dicho fallo tenemos dos votos que dicen que no había "causa", otros dos que dicen que no había "sentencia definitiva", y uno que dice que las resoluciones no resultaban inconstitucionales. Lamentablemente, el Superior Tribunal no pudo dar una pauta clara sobre cuál es el derecho obligatorio en este conflicto. Es para iluminar este punto que presentamos la presente acción de inconstitucionalidad. 6 ANTECEDENTES III. Una aclaración sobre el ámbito de vigencia de las Resoluciones Nº 72/03 y Nº 71/03 Conviene realizar una aclaración con relación a los efectos que tienen las resoluciones Nº 72/03 (apartados II, III, IV y VIII) y 71/03 sobre el trabajo cotidiano de la Asesoría Tutelar en lo Contencioso Administrativo de la Ciudad de Buenos Aires. En este sentido, debemos indicar que las reglas de actuación que estas resoluciones definen inciden sobre tres mil (3.000) consultas que anualmente contesta la Asesoría Tutelar. En efecto, los datos incorporados en los informes anuales de la Asesoría Tutelar indican el nivel de trabajo y la cantidad de respuesta que ésta otorga a la comunidad. De ahí que el análisis de los criterios de actuación previstos en la Resolución 72/03 (puntos II, III, IV y VIII) debe efectuarse sobre la base de estas consideraciones estadísticas. 7. REQUISITOS DE LA ACCIÓN DECLARATIVA DE INCONSTITUCIONALIDAD El inciso 2 del artículo 113 de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (en lo sucesivo, CCABA) establece la competencia originaria y exclusiva de este Tribunal para las acciones declarativas de inconstitucionalidad contra normas de carácter general dictadas por las autoridades de la Ciudad. El artículo 18 de la ley 402 establece los requisitos, que se traducen en una legitimación amplia para presentar acciones declarativas. En esta acción atacamos la constitucionalidad de las resoluciones 72/03 (puntos II, III, IV y VIII) y la resolución 71/03 del Asesor Tutelar General. La idoneidad de la vía escogida ya ha sido puesta de relieve en el considerando séptimo del voto del Dr. Luis F. Lozano en el fallo citado en el capitulo 4, al decir "7. Que la cuestión no pueda ser propuesta como objeto de un juicio no quiere decir que es una cuestión política acerca de la cual no pueda pronunciarse una autoridad judicial. Por el contrario, bastará que aparezca como punto en debate a propósito de una causa o de una acción declarativa de inconstitucionalidad para que pueda y deba ser debatida...". De este modo la acción declarativa de inconstitucionalidad resulta adecuada para cuestionar las resoluciones administrativas 72 y 71 del 2003; que representan normas administrativas de carácter general emanadas por una autoridad de la Ciudad, en tanto fueron dictadas por la máxima jerarquía del Ministerio Público Tutelar. 8. FUNDAMENTOS QUE MOTIVAN LA PRETENSIÓN 8. I. La inconstitucionalidad de la Resolución 72/03. La afectación de los mecanismos de protección de derechos humanos. La independencia técnica necesaria para una efectiva actuación. A través de la Res. 72/03, de fecha 12 de junio de 2003, el Asesor General Tutelar dispuso criterios generales de actuación para todos los integrantes del Ministerio Público Tutelar, de ellos entendemos que los criterios plasmados en los puntos II), III), y IV) resultan inconstitucionales por violentar los artículos 10; 12 inc. 6º; 14; 39; 124; y 125 incisos 1º y 2º de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; los artículos 18 y 43 de la Constitución Nacional, además de los artículos 8.1.; 19; y 25 de la Convención Americana de Derechos Humanos (aprobada por la ley 23.054), y artículos 3.1. y 27.3. de la Convención de los Derechos del Niño (aprobada por la ley 23.849), ambas con jerarquía constitucional (art. 75 inc. 22º de la Constitución Nacional). En lo que sigue expondremos los argumentos que confirman tal aseveración. Los criterios generales de actuación para los integrantes del Ministerio Público, se encuentran normados por lo establecido en el art. 6 y en el art. 17 inc. 6º) de la Ley 21. El artículo 6 señala que: “La dependencia jerárquica, dentro de cada uno de los organismos que componen el Ministerio Público, y de cada fuero, tiene por fundamento permitir que cada integrante del Ministerio Público, controle el correcto desempeño de sus funciones por parte de los o las integrantes de menor nivel jerárquico y de quienes lo asisten. Los o las titulares de cada uno de los tres organismos que componen el Ministerio Público elaboran criterios generales de actuación de sus integrantes, los que deben ser públicos y comunicados por escrito a cada uno de ellos/as y simultáneamente a la legislatura. Estos criterios no pueden referirse a causas particulares ni ser contradictorios con la misión de cada integrante del Ministerio Público de promover la actuación de la justicia en defensa de la legalidad y los intereses generales de la sociedad”. El artículo 17 que establece las facultades de, entre otros, el Asesor Tutelar General, en su inc. 6º por su parte señala que: “Elaborar anualmente los criterios generales de actuación de los integrantes del Ministerio Público, dentro de sus respectivas áreas. Cuando por razones de la función resulte necesario modificar dichos criterios antes de cumplido el año, debe consultarlo con los o las integrantes del Ministerio Público actuantes en cada instancia”. Ahora bien, los criterios generales de actuación indicados en los puntos II, III, IV y VIII de la Resolución Nº 72/03, expresan en su conjunto –y como analizaremos seguidamente- un sistema de consulta a la Asesoría General Tutelar de manera previa al inicio de cada acción judicial, para la búsqueda de "otras soluciones" (ver puntos II y III); constituyendo también un sistema de control por parte de la Asesoría General Tutelar de los pedidos de informes y requerimientos a las autoridades administrativas del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que formulen los asesores tutelares de las distintas instancias, en cuanto a su conveniencia, procedimiento, y forma de tales pedidos o requerimientos (ver punto IV). Ello, en los hechos, importa que en cada caso el Asesor General Tutelar afecta la autonomía funcional, su independencia técnica y la eficacia de la función del asesor tutelar del fuero contencioso administrativo y tributario, en tanto, estas acciones requeridas en la Resolución Nº 72/03 constituyen instrucciones particulares en cada caso concreto que atienda dicho asesor tutelar; ya sea para el inicio o no de una acción judicial, sea para indicar si efectúa o no un requerimiento a una autoridad administrativa, o qué tipo de requerimiento debe efectuar. Es por ello, y sin perjuicio del análisis particular que se hará de cada criterio general de actuación que se impugna, podemos sostener que los criterios generales de actuación plasmados en los puntos II, III, IV, y VIII de la Res. 72/03 son inconstitucionales, ya que: • Obstaculizan el acceso a la justicia, la defensa en juicio, y la protección judicial de las personas menores de edad y de las personas insanas representadas por el Ministerio Público Tutelar (art. 59 Cód.Civil. y art. 34 Ley 21), que tienen que ser garantizados a través de acciones sencillas y rápidas ante los tribunales, conforme lo imponen los arts. 12 inc. 6º y 14 de la Constitución de la Ciudad; los arts. 18 y 43 de la Constitución Nacional; y arts. 8.1. y 25 de la Convención Americana de Derechos Humanos • Contradicen el interés superior de la infancia (art. 3.1. Convención sobre los Derechos del Niño), y la garantía de la protección integral receptada en tal Convención y en la Constitución de la Ciudad (art. 39 CCABA.), al obstaculizar acciones extrajudiciales y judiciales (art. 59 Cód.Civil. y art. 34 Ley 21) que lleve adelante el Ministerio Público Tutelar para requerir al Estado -en su caso ante la Justiciaque adopte medidas positivas para el niño (art. 19 Convención Americana de Derechos Humanos), y medidas apropiadas para ayudar a los padres y a otros responsables por el niño a dar efectividad al derecho a un nivel de vida adecuado para el desarrollo [físico, mental, espiritual, moral y social], proporcionando en su caso, asistencia material y programas de apoyo, particularmente con respecto a la nutrición, el vestuario y la vivienda (art. 27.1 y 27.3. Convención sobre Derechos del Niño). • Restringen las funciones constitucionales propias del Ministerio Público Tutelar tales como promover la actuación de la justicia en defensa de la legalidad de los intereses de la sociedad (art. 125 inc. 1º CCABA.), y procurar ante los tribunales la satisfacción del interés social (art. 125 inc. 2º CCABA.); 8.I.1 La afectación de los mecanismos de protección de derechos humanos previstos normativamente Vayamos por partes. Centrémonos en el análisis particular de cada criterio general de actuación. En el Punto II de la Resolución Nº 72/03 establece que: “Ante la modalidad creciente de la llamada "intervención autónoma " por el Asesor Tutelar de primera instancia, plasmada en la interposición de amparos judiciales para la protección de derechos colectivos o intereses difusos, y otros derechos, se dispone como criterio general, que con carácter previo a cualquier presentación, se eleve el caso a esta Asesoría General Tutelar en consulta, a efectos de que esta instancia Superior evalúe previamente y en su caso, la búsqueda de otros medios procesales de mayor eficacia para la protección de tales derechos, ya sea ante la jurisdicción, y/o la posibilidad de encontrar caminos alternativos de consenso para la resolución de conflictos y su exigibilidad, de modo extrajudicial y/o a través de mediación que evita la judicialización” . Este supuesto “criterio general” implica, tal como se desprende de su texto, que ante cada caso que a criterio del Asesor Tutelar de primera instancia amerite la interposición de una acción judicial, se debe elevar al Asesor General Tutelar para que sea éste quien decida los pasos a seguir con respecto a ese caso. Como en el punto en análisis se alude a la protección de “otros derechos” y a “cualquier presentación” que a criterio del Asesor Tutelar del fuero contencioso administrativo se deba presentar, debe concluirse que el criterio no solamente se aplica a la protección de derecho de incidencia colectiva sino también a derechos subjetivos (ver referencia a "otros derechos"). Esto sumado a que en el criterio general de actuación plasmado en el Punto IV) se restringe la posibilidad de los asesores tutelares a requerir informes a las dependencias administrativas del G.C.B.A como gestión administrativa previa--, implica en la práctica que la asesoría tutelar ante el fuero contencioso administrativo y tributario se ha convertido meramente en la “Mesa de Entradas” de la Asesoría General Tutelar, quien decidirá en todos y cada uno de los casos por medio de instrucciones particulares la manera en que se deberá resolver el conflicto planteado, instruyendo para ello a la Asesoría Tutelar del fuero contencioso administrativo y tributario. Estas instrucciones particulares vulnerarán drásticamente la independencia técnica necesaria del asesor tutelar para la correcta representación de los niños e incapaces. Se ata, entonces, la intervención del Asesor Tutelar a la consulta y evaluación previa de la Asesoría General Tutelar, sin plazo establecido para ello, coartando toda decisión del Asesor Tutelar y supeditando la oportunidad de accionar en sede judicial hasta tanto el Asesor General Tutelar decida los pasos a seguir. Este criterio general de actuación, alude también a que la Asesoría General Tutelar arbitrará la búsqueda de otros medios procesales de mayor eficacia para la protección de tales derechos, ya sea ante la jurisdicción, y/o la posibilidad de encontrar caminos alternativos de consenso para resolución de conflictos y su exigibilidad, de modo extrajudicial y/o a través del proceso de mediación que evita la judicialización. No nos parece arbitrario establecer como criterio general que los asesores tutelares del fuero contencioso administrativo y tributario busquen soluciones alternativas para resolución de los conflictos, previo al inicio de las acciones judiciales, siempre y cuando se mantengan dentro de su esfera de competencia; sin embargo, tal búsqueda debería ser efectuada por el propio asesor tutelar de la instancia en la que se ha presentado el caso -que es la primera instancia-, y no por la Asesoría General Tutelar -con actuación judicial ante el Tribunal Superior de Justicia- ya que con ello se cercenaría la independencia técnica en la toma de decisiones, y se violentaría el principio de inmediación y rapidez con el ciudadano, quien ha llevado su caso a la asesoría tutelar de la instancia inferior. En cuanto a la posibilidad de utilizar el “proceso de mediación”, entendemos que ello es un mecanismo de dificultosa concreción en la medida que en el fuero contencioso administrativo no tiene aplicación la mediación; y no es fácil aún en el ámbito judicial del fuero contencioso administrativo y tributario -por óbices legales-, obtener siquiera una conciliación o transacción de causas judiciales en las que sea parte el Estado, al necesitarse autorización de la autoridad competente con copia autenticada del respectivo acto administrativo (cfr. arts. 258 y 259 CCAyT.). Este supuesto “criterio general” vulnera el acceso a la justicia (conf. art. 12 inc. 6º CCABA.) de las personas menores de edad y de las personas insanas, en tanto cercena arbitrariamente a través de una reglamentación (prohibida por el art. 10 CCABA.) la garantía constitucional de protección y tutela judicial efectiva, ya que el asesor tutelar del fuero contencioso administrativo y tributario -quien actúa en representación de aquéllas personas- no podrá iniciar acción judicial alguna sin consulta previa, y hasta tanto la Asesoría General Tutelar se expida sobre su procedencia, careciendo de plazo para ello. Ello se contradice con una adecuada defensa en juicio (art. 18 C.N.) de los representados del Ministerio Público Tutelar, distorsionando la garantía de la tutela judicial efectiva y protección judicial plasmada en los arts. 8.1. y 25 de la Convención de Derechos Humanos, que en el ordenamiento constitucional nacional y local se traduce en una acción expedita y rápida (acción de amparo) que prevé el art. 43 de la Constitución Nacional y el art. 14 de la Constitución de la Ciudad, contra todo acto u omisión de autoridad pública o de particulares que en forma actual o inminente, lesione, restrinja, altere o amenace con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, derechos y garantías reconocidos constitucional o legalmente. Conviene recordar en este punto lo señalado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en la Opinión Consultiva Nº 7, sobre la exigibilidad del derecho de rectificación y respuesta, “En efecto, considero que lo fundamental es el deber inmediato e incondicional de cada Estado de respetar y garantizar los derechos humanos fundamentales, para que éstos alcancen normalmente una plena protección desde el punto de vista del derecho internacional, aun frente a aquellos ordenamientos internos para los cuales el último carece de inmediata exigibilidad. En virtud del deber de respetarlos, el Estado no puede violarlos directamente, aunque no los haya reconocido en su derecho interno; y en virtud del deber de garantizarlos, tampoco puede violarlos indirectamente, negando a sus titulares el amparo jurisdiccional y gubernativo necesario para exigir su cumplimiento, tanto frente a las autoridades públicas como frente a los propios particulares, ni siquiera bajo pretexto de que tal amparo no haya sido provisto por su orden interno. Con otras palabras, el solo irrespeto de tales derechos y la sola denegación de su amparo, gubernativo o jurisprudencial, constituirán violaciones directas de los mismos, en función del deber de respetarlos y garantizarlos establecidos por el artículo 1.1 de la Convención…” (Ver en este sentido, Corte Interamericana de Derechos Humanos, Opinión Separada del Juez Pizza Escalante, OC Nº 7/86). Además agregó, en lo que aquí especialmente nos interesa, en la Opinión Consultiva Nº 11, que “la protección de la ley la constituyen, básicamente, los recursos que ésta dispone para la protección de los derechos garantizados por la Convención, los cuales, a la luz de la obligación positiva que el artículo 1.1 contempla para los Estados respetarlos y garantizarlos, implica, como ya lo dijo la Corte, el deber de los Estados Partes de organizar todo el aparato gubernamental y, en general, todas las estructuras a través de las cuales se manifiesta el ejercicio del poder público, de manera tal que sean capaces de asegurar jurídicamente el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos” (Ver en este sentido, Corte Interamericana de Derechos Humanos, OC Nº 11, párrafo nº 23). De ahí entonces que la Resolución Nº 72/03 afecta los mecanismos vigentes de control y protección de los derechos humanos, tal como son exigidos por los tratados de derechos humanos y sus órganos de interpretación. 8.I.2 La desjudicialización de los reclamos o la justiciabilidad de los derechos económicos sociales y culturales. Criterios de interpretación El criterio de actuación plasmado en el punto III) de la Resolución Nº 72/03 establece: "Que en todos los casos de emergencia sociales, advirtiendo esta Asesoría General el elevado índice de litigiosidad y confrontación que se trasunta en la actuación del Asesor Tutelar de primera instancia por ante los Tribunales del fuero Contencioso Administrativo y Tributario del Poder Judicial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se establece como criterio general de actuación del Ministerio Público Tutelar, la búsqueda de vías alternativas a la judicial, para la solución de conflictos sociales de naturaleza estructural". "Debemos atender los postulados constitucionales para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en especial los de la ley 114 que proscriben la judicialización de la pobreza de base estructural. Los reclamos judiciales colectivos desde el Ministerio Público para revertir las crisis de emergencia social deberán ser excepcionales y no la regla común de actuación; una vez que se hubiera demostrado la ineficacia de las soluciones aternativas que se hubieren consensuado con las demás áreas del Gobierno de la Ciudad de Buenos AIres. “A tal fin, en cada caso, con carácter previo a la interposición de acciones judiciales de amparo u otras vías procesales, que impliquen presentaciones masivas, los/las integrantes del Ministerio Público Tutelar, deberán elevar en consulta, según su dependencia jerárquica, la situación planteada, a efectos de que la Asesoría General Tutelar la evalúe y en su caso, promueva otras vías alternativas a la judicial para la superación de los conflictos emergentes, optando por la vía extrajudicial de actuación, reafirmándose los caracteres de unidad e indivisibilidad que connotan al Ministerio Público en general". "El Asesor General Tutelar por los deberes que le impone el art. 16 y las facultades que se le acuerdan por el art. 17 de la ley 21 es el Magistrado llamado a intervenir en todos los asuntos en los que se hallen involucrados el interés de la sociedad y el orden público, siendo su investidura un mandato constitucional reconocido en los arts. 124 y 125 de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires". "Es entonces, el Asesor General Tutelar quien representa y representará a la magistratura del Ministerio Público Tutelar en sus relaciones con los otros poderes del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y sus autoridades, políticas, administrativas y técnicas”. Como lo sostuvimos anteriormente, no nos parece arbitrario establecer como criterio general que los asesores tutelares del fuero contencioso administrativo y tributario busquen soluciones alternativas a la judicial para resolución de los conflictos sociales de naturaleza estructural (ver primer párrafo), siempre y cuando se mantengan dentro del ámbito de su competencia. Sin embargo, reiteramos que tal búsqueda debe ser efectuada por el asesor tutelar de la instancia en la que se ha presentado el caso -que es la primera instancia-, y no por la Asesoría General Tutelar, ya que de lo contrario se ve afectada la inmediación con las víctimas, que son quienes mejor conocen el conflicto. Es este Asesor Tutelar quien está en condiciones de evaluar las distintas alternativas para solucionar el conflicto, y de escoger la que mejor satisface los intereses de los niños. Sí entendemos que en los fundamentos de tal criterio, vertidos en el segundo párrafo del punto III), se desvirtúa el concepto de desjudicialización de la pobreza plasmado en el art. 43 de la Ley 114, que se desprende a su vez del art. 27.3 de la Convención sobre los Derechos del Niño. En realidad, lo que busca la argumentación del señor Asesor General Tutelar es obstaculizar la justiciabilidad y exigibilidad de los derechos económicos, sociales y culturales de la infancia; lo que demuestra, o bien una nítida opinión en contra de su justiciabilidad de los derechos sociales, o un verdadero desconocimiento del derecho de la infancia. Demás está recordar cuál es la competencia del fuero contencioso administrativo y tributario de la Ciudad de Buenos Aires -en el que el Asesor Tutelar ejerce funciones-, esto es, ejercer el control judicial de los actos administrativos de alcance individual o general, así como dirimir todas las acciones judiciales (por acción u omisión) que se planteen contra el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, entre otras competencias. A diario advertimos la patentización de necesidades básicas insatisfechas representadas a través de dificultades materiales, económicas, alimentarias, laborales, sanitarias, educacionales y de vivienda, encontrándose gran parte de la población infantil -junto a sus familias- en un real estado de indigencia, sin recursos elementales para subsistir. Tal situación vulnera derechos elementales de los grupos familiares afectados, y en especial, de los niños, niñas y adolescentes, como de las personas con padecimientos mentales. Frente a tales situaciones de pobreza, los sistemas judiciales relativos a la infancia se vieron (y se ven) requeridos a dar respuestas, y éstas no fueron (y no son) siempre las deseadas -al menos desde la perspectiva de la protección integral que plasmó la Convención sobre los Derechos del Niño-, utilizándose remedios procesales que no son los más adecuados para garantizar derechos sociales; como por ejemplo el uso de los procesos cautelares de “protección de personas” o “expedientes tutelares”, en los casos de familias que carecen de prestaciones sociales (ej. alimentos, medicamentos, habitación, vacantes escolares, etc.), entendiéndose así que las carencias sufridas por las personas menores de edad importan "situaciones sociales de riesgo". Desafortunadamente, en ocasiones, algunas/os niñas/os llegan a ser institucionalizadas/os debido a las carencias sociales de su familia, apareciendo como objetos de protección, justificándose así intervenciones judiciales coactivas (institucionalización, disposiciones sobre las personas) sobre ellos y sobre sus familias, derivadas de sus condiciones sociales. Es eso lo que la doctrina del derecho de la infancia llama “judicialización de la pobreza”, que es lo que en la Ciudad de Buenos Aires se intenta impedir a través de la aplicación de los arts. 43 y 44 de la ley 114, y la ejecución de los programas sociales tendientes a evitar tal "judicialización". Por el contrario, el reclamo aún judicial de los derechos de los niños y sus familias frente a la Administración en pos de sus derechos económicos, sociales y culturales, no es judicialización de la pobreza estructural -como lo afirma el Asesor General Tutelar-, sino por el contrario, representa la exigibilidad y la justiciabilidad de los derechos económicos, sociales y culturales de la infancia en el marco de la protección integral que impone la Convención sobre los Derechos del Niño. Debemos indicar que si bien las condiciones de vida que son necesarias para el desarrollo del niño son responsabilidad primordial de sus padres (artículo 18.1. y 27.2. CDN.), no es menos cierto que junto a esta última se encuentra la responsabilidad del Estado en ayudar a los padres y a otras personas responsables por el niño, a dar efectividad al derecho de todo niño a un nivel de vida adecuado para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral y social, debiendo proporcionárseles -en caso necesario- asistencia material y programas de apoyo, particularmente con respecto a la nutrición, el vestuario y la vivienda (arg. art. 18.2. y art. 27 párr. 1 y 3, CDN.); lo que importa la necesidad de adoptar medidas de acción positiva para garantizar el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por la Convención y demás tratados internacionales vigentes sobre derechos humanos. La obligación surge también del artículo 10 párrafo 3º del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales, y Culturales, cuando dice: "Se deben adoptar medidas especiales de protección y asistencia a favor de todos los niños y adolescentes, sin discriminación alguna por razón de filiación o cualquier otra condición...", como asimismo, del artículo 19 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos -Pacto de San José de Costa Rica-, que dispone: “Todo niño tiene derecho a las medidas de protección que su condición de menor requiere por parte de su familia, de la sociedad y del Estado”. En el más reciente pronunciamiento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en la materia, cuando brindó la Opinión Consultiva OC-17/2002 del 28 de agosto de 2002 -solicitada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos-, con relación a la "Condición Jurídica y Derechos Humanos del Niño", se resolvió en el punto 8. de la parte dispositiva: "8. Que la verdadera y plena protección de los niños significa que éstos puedan disfrutar ampliamente de todos sus derechos, entre ellos los económicos, sociales y culturales, que les asignan diversos instrumentos internacionales. Los Estados Partes en los tratados internacionales de derechos humanos tienen la obligación de adoptar medidas positivas para asegurar la protección de todos los derechos del niño". En efecto, el efectivo goce de los derechos protegidos dependerá primordialmente de la conducta que despliegue el Estado en el ámbito interno. Y en todo caso, la actuación del poder judicial, al ser el último garante de los derechos y garantías reconocidos por el ordenamiento jurídico, deviene fundamental para la tutela real de los derechos y garantías de los individuos. En la Observación General del Comité de Derechos Económicos Sociales y Culturales, órgano de interpretación del Pacto de Derechos Económicos Sociales y Culturales, se desprende que la obligación de los Estados es de asegurar la justiciabilidad de los derechos allí contenidos brindando mecanismos adecuados para exigir su aplicación ante los tribunales de justicia, así como la obligación de reconocer las normas del Pacto en el ordenamiento jurídico interno a través de medios adecuados. El Comité expresamente señala que “La obligación fundamental que deriva del Pacto es que los Estados parte den efectividad a los derechos reconocidos en él. Al exigir que los gobiernos lo hagan por todos los medios apropiados, el pacto adepta un planteamiento amplio y flexible que permite tener en cuenta las particularidades del sistema legal y administrativo de cada Estado, así como otras consideraciones pertinentes. Pero esta flexibilidad coexiste con la obligación de cada Estado parte de utilizar todos los medios que disponga para hacer efectivos los derechos reconocidos en el Pacto. A este respecto, hay que tener presente las prescripciones fundamentales de la legislación internacional sobre derechos humanos. Por eso, las normas del Pacto han de ser reconocidas en el ordenamiento jurídico interno a través de los medios adecuados: las personas individuales a los grupos de agraviados han de disponer de medios adecuados de reparación, o de recursos, y se han de establecer mecanismos adecuados para garantizar la responsabilidad de los gobiernos” (Comité de Derechos Económicos Sociales y Culturales, Observación General Nº 9, La aplicación interna del pacto, E/C.12/1998/24, del 3 de diciembre de 1998, párrafos 1 y 2). En otras palabras, el Comité afirma que la obligación fundamental que surge del Pacto de Derechos Económicos Sociales y Culturales, consisten en que los Estados den efectividad a los derechos reconocidos en él, lo que implica que las personas o grupos agraviados han de disponer de medios adecuados de reparación o de recursos y que se han de establecer mecanismos adecuados para garantizar la responsabilidad de los gobiernos. Y cabe indicar, a guisa de ejemplo, que en materia de justiciabilidad de las prestaciones de los programas sociales, el propio Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ha sostenido que las prestaciones sociales son disciplinadas por normas jurídicas, de modo que la revisión judicial se limita a verificar el cumplimiento de las obligaciones positivas y negativas establecidas por aquellas normas, y en caso de incumplimiento, a ordenar su remedio, sin que esto importe violación alguna de la división de poderes o de la “zona de reserva” de la Administración (conf. TSJ, 21 de junio de 2001; Expte. N° 869/01 “P.,V.G. y otros c/Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires s/amparo -y su acumulado expte. 870/01-“, argumento del voto de la Dra. Alicia E.C. Ruiz y del Dr. Julio B.J.Maier; Reg. N° 166 T° II F° 351/365 Año 2001). Por todo ello, lo que debe hacer una asesoría tutelar ante la Justicia en lo Contencioso Administrativo y Tributario -fuero en el cual una parte es el Estado (conf. art. 2 CCAyT.)-, es representar al niño sujeto activo de derecho (art. 39 CCABA)- con el objeto de reclamar "extrajudicial" y/o "judicialmente" la ejecución de las prestaciones que deben dar los programas sociales que existan (o deban existir) en el ámbito de poder administrador (Poder Ejecutivo); ello, a fin de poder satisfacer las necesidades básicas insatisfechas derivadas de carencias sociales, abordando la problemática de inclusión social de la infancia y de las personas con padecimientos mentales, desde la perspectiva jurídica que dan los instrumentos internacionales de derechos humanos (derechos económicos, sociales y culturales), entre los que se encuentran la Convención sobre los Derechos de Niño, y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC.). De allí que la argumentación expuesta en el segundo párrafo del criterio de actuación plasmado en el punto III) de la Resolución Nº 72/03, representa una interpretación no solo pobre, sino inconstitucional del concepto de la desjudicialización de la pobreza, conculcando los arts. 3.1. (interés superior de la infancia) y 27.3 de la Convención sobre los Derechos del Niño, y del art. 39 de la Constitución local. 8.I.3. La consulta administrativa interna o la limitación irrazonable de los derechos y garantías constitucionales Ahora bien, idéntica argumentación a la vertida con relación al punto II) de la Resolución Nº 72/03 -demostrativa de la conculcación de las mismas normas constitucionales (arts. 10; 12 inc. 6º; 14; 39; 124; y 125 incisos 1º y 2º CCABA., arts. 18 y 43 de la Constitución Nacional, y arts. 8.1.; y 25 de la Convención Americana de Derechos Humanos)-, puede atribuirse al tercer párrafo y siguientes del Punto III) de la Resolución Nº 72/03. En este criterio general de actuación, donde se mezclan cuestiones dispositivas con fundamentaciones jurídico-fácticas y en las que no surge claramente (aunque sí se infiere) quién llevará a cabo las decisiones de toda la actividad extrajudicial en casos concretos (la Asesoría General Tutelar), se establece lisa y llanamente una instrucción particular que se patentiza en la respuesta que la Asesoría General brinde a la “consulta” efectuada por el Asesor Tutelar del fuero contencioso administrativo y tributario con relación a casos de emergencia social (ver párrafo I) que a su criterio merezcan la interposición de acciones judiciales de amparo "u otras vías procesales" que impliquen presentaciones masivas. Al respecto, debemos recordar que la Sala I de la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo y Tributario sostuvo que: “...resulta innegable la legitimación que en el sub lite inviste el Sr. Asesor Tutelar, por su carácter de integrante del Ministerio Público, encargado específicamente de ejercer la representación y protección promiscua de los derechos subjetivos y de incidencia colectiva de los menores e incapaces, entablando en su defensa las acciones y recursos pertinentes (art. 34, incs. 2 y 4, ley 21), así como, en general, de promover la actuación de la justicia de acuerdo con los intereses generales de la sociedad (art. 125, Constitución de la Ciudad y artículo 1, ley 21)” (el subrayado nos pertenece Cám.CAyT., Sala I, 1 de junio de 2001, in re “Asesoría Tutelar Justicia Contencioso Administrativo y Tributario de la C.A.B.A. c/G.C.B.A. s/amparo”, EXP 899; Revista Jurisprudencia Argentina, del 22/8/2001, pág. 74, con comentario de Walter Carnota. El caso judicial consistió en una acción de amparo interpuesta por el asesor tutelar contra el G.C.B.A. por incumplimiento de la Ley 350 que establecía la construcción de una escuela secundaria en la zona de Villa 15 -Ciudad Oculta-). Con el criterio general impartido por el Asesor General Tutelar, la intervención del Asesor Tutelar del fuero contencioso administrativo y tributario quedará ahora supeditada a la consulta y evaluación previa de la Asesoría General Tutelar, sin plazo establecido para ello, coartando toda decisión del asesor tutelar para accionar en sede judicial hasta tanto el señor Asesor General Tutelar decida los pasos a seguir, aún cuando se trate de casos relativos a emergencias sociales -cuya urgencia es innegable-, como lo establece el primer párrafo del punto III) de la Res. Nº 72/03. En efecto, el tercer párrafo de este criterio debe unirse con el primer párrafo, donde si bien se alude a “todos los casos de emergencia social”, en la práctica la consulta que se elevará a la Asesoría General Tutelar estará referida a uno o varios casos, pero siempre individualizados con un problema específico. Ante la consulta, la Asesoría General Tutelar buscará soluciones alternativas mediante el “consenso” con las demás áreas del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Luego de ello, “bajarán” la respuesta que la Asesoría Tutelar del fuero deberá brindar. Lamentablemente, el Asesor General parece desconoce en este punto cuál es la competencia del Fuero en lo Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad y su función de órgano de control y protección de derechos. Recordemos, en este punto, el nivel de consulta y trabajo de la comunidad hacia la Asesoría Tutelar en lo Contencioso Administrativo y los efectos que sobre la actuación de esa Asesoría ocasionará la consulta interna. Como el criterio anterior, este supuesto “criterio general” vulnera también el acceso de la justicia de las personas menores de edad y de las personas insanas, en tanto se los priva a los representados por el Ministerio Público Tutelar de recurrir a la acción constitucional de amparo, que debe ser una acción rápida y expedita (art. 14 CCABA., art. 43 C.N.) y no obstaculizada por un sistema de consulta previa. 8.I.4 El acceso a la información y el ejercicio de una protección efectiva de los derechos por parte del Asesor Tutelar Respecto del criterio general plasmado en el punto IV) de la Resolución Nº 72/03, éste establece que: “En lo que respecta a pedidos de informes, o requerimientos de índole similar, dirigidos a los distintos organismos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y que se practiquen en el marco de la actividad extrajudicial, se dispone como criterio general de actuación para los/las integrantes del Ministerio Público Tutelar de las distintas instancias en que actúen que, deberán elevar los oficios requirentes a esta Asesoría General Tutelar, la cual evaluará en su caso, la conveniencia, el procedimiento a seguirse y también la forma en que aquellos pedidos serán diligenciados. Todo ello en virtud de lo que establece el art. 17 de la ley Nº 21 cuando entre las facultades que coloca en cabeza del Fiscal General, El Defensor General y el Asesor General, expresa: “coordinar las actividades del Ministerio Público a su cargo, con las diversas autoridades nacionales, provinciales o municipales, requiriendo su colaboración cuando fuese necesario". "Por ello, toda actividad extrajudicial del Asesor Tutelar de primera instancia que implique establecer vínculos institucionales con organismo o autoridades del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, cualesquiera fuesen los motivos por los cuales se solicita colaboración, debe canalizarse a través de la Asesoría General Tutelar”. Esta disposición establece que la Asesoría Tutelar de primera instancia no pueda recabar la información necesaria para realizar eficientemente su tarea. Esto vulnera su independencia técnica y no le permite cumplir su misión constitucional de satisfacción del interés social (art. 125 inc. 2º CCABA.) para lo cual necesita recabar informes de la Administración. Esto afecta la independencia técnica del Asesor Tutelar ante el Fuero Contencioso Administrativo y Tributario, en tanto se interfiere en las medidas previas que puede adoptar el Asesor para determinar los pasos procesales técnicos a seguir ante cualquier solicitud de intervención. En el artículo 105, inciso 1º de la Constitución de la Ciudad se menciona entre los deberes del Jefe de Gobierno el de “arbitrar los medios idóneos para poner a disposición de la ciudadanía toda la información y documentación atinente a la gestión de gobierno de la Ciudad”. La solicitud de información, como requisito para ejercer la función de forma eficiente es parte de la independencia técnica que debe tener el Asesor Tutelar. Está reconocido en el artículo 18 de la ley 21 cuando se establecen facultades de investigación de los integrantes del Ministerio Público diciendo que “en cualquiera de sus niveles, para el mejor cumplimiento de sus funciones pueden requerir informes a los organismos administrativos, los prestadores/as de servicios públicos y los particulares, así como disponer la intervención de la autoridad preventora para realizar diligencias y citar personas a sus despachos, sin perjuicio de las demás atribuciones que les confieren los ordenamientos procesales.” Es así como especialmente el art. 18 de la Ley 21 reconoce el derecho a pedir informes a todos los integrantes del Ministerio Público de todas las instancias. Al respecto, en autos “Moreno, Gustavo Daniel -Asesoría Tutelar de la Just. Cont. Adm. y Trib. de la CABA- c/G.C.BA. s/habeas data”, EXP 737/0, del Juzgado 11 Secretaría 22 del fuero, donde se requería información sobre programas sociales, se dictó sentencia favorable tanto en primera como en segunda instancia, la que se encuentra firme. En su sentencia, el señor Juez de Primera Instancia Dr. Fernando Juan Lima resolvió que: "...recuérdese que es función del Ministerio Público promover la actuación de la Justicia en defensa de la legalidad de los intereses generales de la sociedad y procurar ante los tribunales la satisfacción del interés social (confr. artículo 125 de la Constitución de esta ciudad)" (Juzgado 11, sentencia del 2 de marzo de 2001, confirmada por la Sala I de la Cámara de Apelaciones del fuero, 9 de abril de 2001). En autos "Asesoría Tutelar Justicia Contencioso Administrativo y Tributario c/G.C.B.A. s/habeas data (art. 16 CCABA)", EXP. 4514/0, del Juzgado 12 Secretaría 24 del fuero, la Dra. Alejandra Petrella concluyó favorablemente en la legitimación del Asesor Tutelar para requerir información, aseverando que: "...Esta conclusión resulta corroborada por las facultades que confiere al Ministerio Público el artículo 125 de la CCABA, particularmente al Asesor Tutelar por el artículo 34, fundamentalmente en sus incisos 1º, 2º, 3º y 9º. Por lo tanto, puede concluirse que el Asesor Tutelar se encuentra habilitado para requerir a la administración centralizada, entre otras, información relativa a su actividad administrativa" (Juzgado 12, sentencia del 27 de marzo de 2002). La Sala II de la Cámara de Apelaciones del fuero, al confirmar el fallo, sostuvo: "...Que asimismo cabe tener en cuenta que según prevé el artículo 18 de la ley 21, los integrantes del Ministerio Público, en cualquiera de sus niveles y para el mejor cumplimiento de sus funciones, pueden requerir informes a los organismos administrativos, los prestadores de servicios públicos y los particulares, así como disponer la intervención de la autoridad preventora para realizar diligencias y citar personas a sus despachos, sin perjuicio de las demás atribuciones que les confieren los ordenamientos procesales" (Cám.CA.yT., Sala II, 30 de abril de 2002). Entre las funciones de los integrantes del Ministerio Público la CCABA y la ley 21 fijaron la de promover la actuación de la Justicia en defensa de la legalidad y de los intereses generales de la sociedad. Por lo tanto, los integrantes del Ministerio Público, todos ellos, para lograr cumplir esta misión necesitan y tienen establecidas facultades de investigación. Y todos, porque todos, cada uno en su nivel, tienen establecida como función genérica la mencionada, y a su vez, tienen competencias específicas asignadas; y para su ejercicio pueden valerse de las facultades de investigación. Por lo tanto, la Legislatura, a través de la ley 21, dispuso otorgar facultades investigativas a los integrantes del Ministerio Público, en todos sus niveles, en razón de la misión esencial que a éstos les fue conferida en cuanto a la protección de los derechos de las personas a las que asisten -en particular- como derivación de la misión general de “promover la actuación de la Justicia en defensa de la legalidad y de los intereses generales de la sociedad”. Y no puede el Asesor General, mediante una resolución, menoscabar estas facultades, como lo ha hecho a través de la Resolución Nº 72/03, en tanto ésta desvirtúa la misión institucional que tiene el Asesor Tutelar al dificultar el acceso a la información imprescindible para realizar su tarea, generando en la práctica que los asesores tutelares de instancias inferiores no puedan requerir por sí mismos informes a los distintos organismos del Gobierno de la Ciudad o de cualquier otra jurisdicción para el correcto y efectivo ejercicio de sus funciones. Por otra parte, entre las funciones específicas del Asesor Tutelar establecidas en el artículo 34 de la ley 21, figura en el inciso 5º: “Asesorar a personas menores de edad e incapaces, inhabilitados/as y penados/as bajo el régimen del artículo 12 del Código Penal, así como también a sus representantes necesarios, sus parientes y otras personas que puedan resultar responsables por los actos de los/las incapaces, para la adopción de todas aquellas medidas vinculadas a la protección de éstos/a”. En el caso “Moreno Gustavo Daniel y otros c/ GCBA s/ amparo (art. 14 CCABA)” del 30/9/03, la Sala II de la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo y Tributario estableció, luego de citar su precedente en autos “Barcalá Roberto Luis c/ Policía Federal Argentina (art. 16 CCABA)” y la limitación que allí se explicó con relación a los pedidos de información, que: “Sin embargo, en ese antecedente se trataba de un ciudadano lo que hace que ello difiera de la situación de autos, en el que la requisitoria proviene de los integrantes del Ministerio Público, órgano que funciona en el ámbito del Poder Judicial en forma independiente (art. 1º, ley 21), con autonomía funcional y autarquía (art. 124 CCABA). Es por ello, que los límites establecidos en el caso “Barcalá” no se aplican al presente ya que como se señaló “la citada ley regula el derecho de la información de los ciudadanos, y en tal sentido establece que por información considera cualquier tipo de documentación que sirva de base a un acto administrativo, así como las actas de reuniones oficiales, aclarando que el órgano requerido no tiene la obligación de crear o producir información con la que no se cuente al momento de efectuarse el pedido.” Sin embargo, agregó que “esa restricción se asienta en la necesidad de que coexista el derecho a la información de los ciudadanos y la obligación de la administración de ejercer su competencia. Es decir, se encamina a impedir que la requisitoria de información obstaculice la actividad de la administración.” (conf. esta Sala, voto de la mayoría en “Oliveira Alicia (Defensora del Pueblo) c/ GCBA s/ amparo (art. 14 CCABA)”, sentencia de agosto de 2003). Lo dicho en aquel momento respecto del Defensor del Pueblo, resulta aplicable en autos, al Ministerio Público. Tal es así que “no existe ese riesgo, en tanto que se trata de peticiones puntuales, encaminadas –en algunos casos– a proponer medidas que justamente posibiliten un mejor desarrollo de esa función”. Esta conclusión resulta de especial relevancia para dar solución a la cuestión traída a conocimiento de esta alzada, si tenemos en cuenta las características de la información solicitada –relacionada con la implementación de un nuevo régimen para las familias “en situación de calle”– y la amplitud de la labor desarrollada en este fuero por los actores en defensa de los derechos de las familias que carecían de techo o refugio alguno”. Si cualquier ciudadano puede solicitar información: ¿cómo es posible que un integrante del Ministerio Público no pueda hacerlo por sí solo, siendo que posee facultades más amplias en virtud de lo normado en el art. 18 de la Ley 21? Como destacó la Sala II en el mencionado fallo “Moreno”: “Resta efectuar una breve mención con referencia a las facultades del Ministerio Público, en virtud de las cuales los actores ejercieron el derecho de solicitar y recibir información. Entre las funciones reconocidas constitucionalmente al Ministerio Público se encuentran las de promover la actuación de la Justicia en defensa de la legalidad de los intereses generales de la sociedad; velar por la normal prestación del servicio de justicia y procurar ante los tribunales la satisfacción del interés social (art. 125, ics. 1 y 2 CCABA). Se menciona en el artículo 124 la autonomía funcional y su autarquía dentro del Poder Judicial. La ley 21 –como ya fue mencionado– destaca su independencia funcional dentro de este Poder y respecto de los otros Poderes del Gobierno de la Ciudad (arts. 1º y 4º). La misma norma establece –entre otros– que le corresponde intervenir en todos los asuntos en los que se hallen involucrados el interés de la sociedad y el orden público. A fin de lograr un mejor cumplimiento de sus funciones se les otorga facultades de investigación a los integrantes del Ministerio Público –en todos sus niveles–. De estas normas se desprende que si bien el Ministerio Público no se encuentra en el capítulo de nuestra Constitución referido a los órganos de control, ejerce en ciertas situaciones facultades de este tipo”. Por último, la resolución confunde la posibilidad de solicitar informes con el establecimiento de vínculos institucionales con otros organismos o el hecho de requerir su colaboración. La solicitud de informes no tiene relación alguna con establecer vínculos institucionales, ya que requerir información tiene relación solamente con la publicidad y el control de los actos de gobierno. De ello se concluye que establecer vínculos institucionales con autoridades administrativas no tiene ninguna relación con la posibilidad de requerirles informes, sino más bien con la facultad de control de políticas de la Administración. En conclusión, este criterio general de actuación resulta inconstitucional, en tanto impide el eficaz cumplimiento de la misión de la Asesoría Tutelar, limitando el acceso a la información pública para cumplir eficientemente con los objetivos esenciales de su cargo. 8.I.5 La independencia particulares. técnica versus las instrucciones La independencia técnica impide que el Asesor General Tutelar den instrucciones particulares a los funcionarios que de él dependen, pauta que se ha plasmado expresamente en el art. 6 de la Ley 21, que solamente permite otorgar "criterios generales" de actuación. En efecto, en el artículo 6º de la Ley 21 se establece que “...Los o las titulares de cada uno de los tres organismos que componen el Ministerio Público elaboran criterios generales de actuación de sus integrantes, los que deben ser públicos y comunicados por escrito a cada uno de ellos/as y simultáneamente a la Legislatura. Estos criterios no pueden referirse a causas particulares ni ser contradictorios con la misión de cada integrante del Ministerio Público de promover la actuación de la justicia en defensa de la legalidad y los intereses generales de la sociedad”. . A su vez, en el artículo 17 al indicarse las facultades, entre otros, del Asesor General Tutelar, se dispone en el inciso 6º el control político de precepto constitucional y legal de la autonomía funcional: “Elaborar anualmente los criterios generales de actuación de los integrantes del Ministerio Público, dentro de sus respectivas áreas. Cuando por razones de la función resulte necesario modificar dichos criterios antes de cumplido el año, debe consultarlo con los o las integrantes del Ministerio Público actuantes en cada instancia. Todos los criterios que se propongan y se establezcan deben constar por escrito, ser públicos y comunicados simultáneamente a la Legislatura de la Ciudad”. Adviértase que el sentido "causa" que hace la ley 21 lo formula en sentido amplio, y así debe entenderse aún más respecto del Ministerio Público Tutelar, como cuando el art. 39 in fine CCABA. alude a "causas asistenciales", o cuando el art. 59 Código Civil alude a todo "asunto" extrajudicial o judicial; por lo que no puede inferirse que la Ley 21 se refiera solamente a los “casos” judiciales con sentido restrictivo, siendo que un asesor tutelar tiene una labor judicial y extrajudicial, de igual jerarquía e importancia, para procurar la defensa de los derechos de sus representados. Asimismo, de entenderse un concepto mas restringido de “causa”, no puede dejar de observarse que si la Resolución General establece que en cada caso deberá consultarse con el Asesor General, y esperar su recomendación, la misma será un criterio que se refiera a una causa en particular, lo que está vedado por la ley 21. Con relación a los artículos 6 y 17 inc. 6º de la Ley 21, corresponde recordar el intenso debate que se originó en la Comisión de Justicia para la sanción de la Ley 21, y que fuera puesto de manifiesto por parte de los diputados Suárez Lastra, Jozami, Pierini y Fleitas Ortíz de Rozas, entre otros (versión taquigráfica 18/98), acerca de la necesidad de garantizar la autonomía en el desempeño de la función de los fiscales, defensores, y asesores tutelares. Después de un intenso debate, se buscó una fórmula que permitió compatibilizar dos valores importantes y reconocidos para la organización del Ministerio Público: la unidad de acción y la autonomía de sus integrantes. Esta fórmula consistió en la elaboración de criterios generales de actuación por parte de las cabezas del Ministerio Público. Se estableció el carácter público de estos criterios, que debían ser comunicados por escrito a cada uno de sus integrantes y simultáneamente a la Legislatura para su intervención, y que estos criterios no podrían referirse a causas particulares ni ser contradictorios con la misión de cada integrante del Ministerio Público, de promover la actuación de la Justicia en defensa de la legalidad y de los intereses generales de la sociedad. Por ello, la unidad de acción plasmada en el artículo 6º no debe condicionar la absoluta capacidad de los integrantes del Ministerio Público de desempeñar a fondo sus cargos sin ningún tipo de condicionamiento (arg. diputado Suárez Lastra). Todo esto es violentado en la Resolución Nº 72/03 donde se dan verdaderas instrucciones particulares para determinadas causas encubriéndose en "aparentes criterios generales" (ver por ejemplo, punto II que se refiere a la promoción de acciones judiciales para la protección de derechos colectivos o intereses difusos, y otros derechos; y punto III que alude a los casos de emergencias sociales, entre otros). Se suma, que no puede dejar de reconocerse que en la Resolución Nº 72/03 se establecen ficticios criterios generales que en la práctica implican la adopción -por parte de la Asesoría Tutelar del fuero contencioso administrativo y tributario- de los criterios particulares que la Asesoría General Tutelar indique para cada caso particular luego de efectuada la consulta -como sucede en la actualidad-, por lo que, esos criterios generales son verdaderamente aparentes. Por su parte, resulta inconstitucional el criterio plasmado en el punto VIII) de la Resolución Nº 72/03, en tanto importa la implementación de la Resolución Nº 71/03 que modifica la competencia del asesor tutelar del fuero contencioso administrativo y tributario, cuya inconstitucionalidad será expuesta en el siguiente capítulo, impartiendo instrucciones particulares a los Asesores Adjuntos. En términos generales, por el contenido de su actividad, el asesor tutelar para hacer su tarea necesita independencia técnica: protege a los chicos y ejerce control sobre las políticas del ejecutivo. En este sentido, estas resoluciones esconden instrucciones particulares dirigidas a entorpecer el trabajo del asesor. No puede interpretarse que estas instrucciones estén dirigidas a una mejor protección del grupo, sino que van en la dirección contraria. En la medida que estas instrucciones van en esa dirección y afectan la efectividad del trabajo del asesor, son ilegítimas y vulneran el artículo 6 y 34 inc. b) de la ley 21. Sí cumplió el Asesor General con la última parte de lo dispuesto en el segundo párrafo del artículo 6 de la ley 21, y comunicó tanto la resolución 72/03 como la 71/03 a la legislatura. La legislatura se expidió al respecto y requirió por unanimidad con fecha 19 de junio de 2003 la revocación de ambas resoluciones mediante Declaración Nº 48/2003: "La Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires declara el rechazo de este Cuerpo a las resoluciones 71 y 72 del 12 de junio de 2003, emanadas de la Asesoría General de Incapaces y firmadas por el doctor Roberto Cabiche, y solicita la inmediata revocatoria de las mismas". Este control externo de las resoluciones ha sido desoído, y el Asesor General no las ha revocado ni modificado. 8.I.6 Conclusiones parciales. La inconstitucionalidad de la Resolución Nº 72/03 Por lo expuesto, en tanto los criterios generales de actuación expresados en los puntos II, III, IV, VIII de la Resolución Nº 72/03, expresan en conjunto un sistema de consulta a la Asesoría General Tutelar de manera previa al inicio de cada acción judicial para la búsqueda de "otras soluciones" (ver puntos II y III); como también un sistema de control por parte de la Asesoría General Tutelar de los pedidos de informes y requerimientos a las autoridades administrativas del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que formulen los asesores tutelares de las distintas instancias, en cuanto a su conveniencia, procedimiento, y forma de tales pedidos o requerimientos (ver punto IV); solicitamos se los declare inconstitucionales, ya que vulneran el acceso a la justicia de los niños e incapaces, limita la independencia técnica del Asesor Tutelar ante la primera instancia, dificultando de este modo la protección integral de sus derechos y, sobre todo, resiente los mecanismos de control y protección de derechos previstos a nivel constitucional. 9.I. La inconstitucionalidad de la Resolución vulneración al sistema de designaciones. 71/03. La resolución 71/03 de la Asesoría General Tutelar del Ministerio Público, publicada en el B.O. el 20/6/03 establece: "1. Disponer la intervención por ante la Cámara en lo Contencioso Administrativo y Tributario de esta Asesoría General Tutelar, en todos los recursos de apelación que habiliten la apertura de la segunda instancia y que hubieran sido interpuestos por la Asesoría Tutelar de Primera Instancia y concedidos por el Tribunal, contra las decisiones de los señores Jueces de Primera Instancia en lo Contencioso Administrativo y Tributario Dicha intervención se dispone para que actúen en forma conjunta, alternada o separada, los Asesores Generales Adjuntos de esta Asesoría General Tutelar Dres. María de los Ángeles Baliero de Burundarena y Dr. Roberto Thompson respectivamente. Asimismo, los Asesores Generales Adjuntos intervendrán en los recursos de inconstitucionalidad, de queja por denegación del recurso y en instancia ordinaria de apelación ante el Tribunal Superior de Justicia, previstos en los incisos 3, 4 y 5 del artículo 113 de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La Lo anterior dispuesto es sin perjuicio de aquellas intervenciones directas que caben al suscripto conforme a las facultades conferidas por la ley Nº 21. Regístrese, protocolícese..." Para comprender esta resolución hay que tener en cuenta los antecedentes fácticos y normativos. La ley 21 -Ley orgánica del Ministerio Público- establece una estructura de la Asesoría Tutelar integrada de la siguiente manera. Por un lado el Asesor Tutelar General --cabeza del Ministerio Público Tutelar-- que actúa ante el Superior Tribunal y tiene las atribuciones que establece el artículo 32 de la ley. A su lado actúan dos Asesores Tutelares Adjuntos, que sustituyen o reemplazan al Asesor Tutelar General. Conforme al artículo 33, un Asesor Tutelar Adjunto se dedicará a las personas incapaces (en general) y el otro se dedicará a los menores de edad. Luego la estructura se completa con Asesores Tutelares antes las Cámaras de Apelaciones, y Asesores Tutelares ante los juzgados de primera instancia (art. 3.3). El problema se suscita desde que de toda esta estructura sólo han sido designados siguiendo el procedimiento establecido en el artículo 126 de la CCABA, el Asesor Tutelar General Dr. Roberto Cabiche, y el Asesor Tutelar ante ambas instancias Dr. Gustavo Daniel Moreno. Así es como luego, el Asesor Tutelar General designa interinamente a sus Asesores Tutelares Adjuntos, y --me-diante la resolución que se cuestiona-- se les da otra competencia que la establecida en la ley, quitando la otorgada por los órganos democráticos. Lo que establece esta Resolución es que la intervención ante la Cámara Contencioso Administrativa y Tributario de la Ciudad la realizarán los Asesores Tutelares Adjuntos (interinos), y que el Asesor Tutelar ante ambas instancias se limitará a intervenir solo en primera instancia. 9.II. La Resolución vulnera el mecanismo de designación democrático La Constitución de la Ciudad, en el segundo párrafo del artículo 126 establece que "los restantes funcionarios del Ministerio Público que actúen ante otros tribunales son designados de la misma forma que los jueces, gozan de idénticas inmunidades, tienen iguales limitaciones y son removidos por el Jurado de Enjuiciamiento". De este modo, los miembros del Ministerio Público son seleccionados y propuestos por el Consejo de la Magistratura para que la Legislatura brinde su acuerdo, luego de la audiencia pública que dispone el artículo 120 de la CCABA. La selección por el Consejo de la Magistratura garantiza a la ciudadanía que los postulantes cumplirán con un adecuado estándar de idoneidad técnica. Por su parte, la audiencia pública ante la Legislatura y el debate del pliego en sesión pública previo al otorgamiento del acuerdo garantiza un adecuado estándar de idoneidad moral y política. Gracias a este último paso es que la ciudadanía puede dar su punto de vista, y se asegura que el candidato deja conforme -al menos- a la mayoría del arco político ideológico de los habitantes de la Ciudad. Tanto el Asesor Tutelar ante el Superior Tribunal Dr. Cabiche, como el Asesor Tutelar ante ambas instancias (Cámara de apelaciones y primera instancia) Dr. Moreno, pasaron por este escrutiño de la ciudadanía y la legislatura. De este modo, los Asesores Tutelares que protegen los intereses de los incapaces durante todo el procedimiento judicial poseerían este estándar adecuado de idoneidad técnica y moral. En este razonamiento, los menores y los incapaces de la ciudad saben que los Asesores Tutelares que deben realizar la protección de sus derechos (conforme el artículo 39 de la CCABA y concordantes de la Constitución Nacional y Tratados de Derechos Humanos) serían personas idóneas técnica y moralmente; y en caso de disentir con la elección realizada por la legislatura, podrán hacer sentir su voz crítica, promover mecanismos de remoción y castigar a los legisladores que los votaron en las siguientes elecciones (de hecho, la legislatura abrió mediante la resolución 66/2003 un juicio político al Asesor General Tutelar, y aún tiene a estudio el proyecto de resolución 146/2005 que le promueve un nuevo juicio político) . Este es un derecho garantizado por la Constitución de la Ciudad y es un buen modo en que el Estado cumpla con sus derechos. Es por esto que para los niños y los incapaces no es lo mismo que su Asesor Tutelar sea uno designado por el Consejo de la Magistratura con acuerdo de la legislatura, que uno designado interinamente por el Asesor Tutelar General, sin acuerdo de la legislatura, y sin saber si supera este estándar de idoneidad técnica y moral. Por medio de la resolución criticada se estableció que ante la Cámara contenciosa, actuarán dos Asesores Tutelares Adjuntos, con nombramiento interino, sin acuerdo, y que el Asesor con acuerdo de la legislatura que venía entendiendo en esos casos deje de hacerlo. Consideramos que esto es inconstitucional, ya que ni los niños y los incapaces, ni la ciudadanía, ni los legisladores han podido hacer escuchar su voz sobre su idoneidad técnica y moral. Y este no es un punto menor. El valor epistémico de la democracia consiste en que es el proceso deliberativo el que nos hace confiar en la corrección de los resultados obtenidos (Nino, Carlos Santiago, La Constitución de la Democracia Deliberativa, Gedisa, 1999, cap. 5) ya que gracias a la deliberación, todos los posibles afectados han podido dar su punto de vista y la solución adoptada es la que mayor consenso obtuvo (el consenso unánime sería el equivalente a la justicia procesal pura). De este modo, la función del poder judicial es asegurar que se haya cumplido correctamente con el proceso deliberativo. Para ello los jueces deben prestar el mayor interés en revisar que los procedimientos establecidos hayan sido cumplidos, y asimismo deben garantizar que todos los ciudadanos gocen de sus derechos humanos a priori para posibilitar que la participación en la vida pública sea factible (Nino, op. cit. cap 7; John Ely, Democracy and distrust, Harvard University Press, 1981, cap. 4). Cuando el procedimiento de designación del Asesor Tutelar ante la Cámara no ha sido respetado, los niños e incapaces no pueden confiar que dicho funcionario sea el más idóneo para el cargo. Si ni siquiera esto es así, no podríamos asegurar que la Ciudad Autónoma de Buenos, y el Estado Nacional estén avanzando hacia la protección integral del niño establecida en la Constitución de la Ciudad (art. 39), y comprometida incluso internacionalmente. 10 Ambas resoluciones debilitan la eficacia de los mecanismos de control y protección de los derechos humanos previstos normativamente Como hemos visto, lo que en la práctica realizó el Asesor General por medio de sus resoluciones generales fue debilitar los mecanismos existentes para la protección integral del niño y de los incapaces. La resolución 72/03 establece que previo a la interposición de un amparo o alguna otra medida considerada urgente por el Asesor Tutelar, deba recurrirse en consulta al Asesor General, para que el Asesor General evalúe previamente la medida, y busque otros medios procesales, incluyendo la búsqueda política de consensos para la resolución extrajudicial del conflicto. Esto dificulta sensiblemente el acceso a la justicia de los niños e incapaces, haciendo que sus derechos más elementales como ser la salud, alimentación y vivienda, puedan quedar sin protección efectiva. Si bien no descartamos que en algunos casos la mejor solución pueda encontrarse por vías políticas, debemos recordar que la resolución la está tomando el Asesor General Tutelar ante el Superior Tribunal, y no algún funcionario de la Administración. El Ministerio Público no es un órgano electivo, con responsabilidad política, y su principal ámbito de acción debe ser el judicial. Asimismo, muchas veces, el impulso de la acción judicial permite o facilita la solución política. Sobre todo en casos como estos, donde están involucrados derechos sociales, un bien entendido “activismo judicial” implica facilitar dentro del marco del proceso judicial, la solución política (Marcelo Alegre, “Igualitarismo, democracia y activismo judicial”, Seminario Latinoamericano de Teoría Constitucional y Democrática, Chile 2001. Disponible en http://islandia.law.yale.edu/sela/salegre.pdf). La resolución 72/03 limita la participación de la justicia en estos casos, vulnerando de este modo la protección efectiva de los derechos de los niños e incapaces. Esto va en contra del artículo 39 de la Constitución de la Ciudad, contra la Constitución Nacional, y contra los tratados de derechos humanos citados. Asimismo, vemos que es un retroceso en la protección de los derechos sociales. El artículo 26 de la Convención Americana de Derechos Humanos establece que es deber del Estado el desarrollo progresivo de los derechos sociales, por lo tanto el estado no puede retroceder en la protección de estos derechos (Abramovich, Victor y Courtis Cristian, Hacia la exigibilidad de los derechos económicos, sociales y culturales. Estándares internacionales y criterios de aplicación ante los tribunales locales, en AAVV, La Aplicación de los Tratados sobre Derechos Humanos por los tribunales locales”, Del Puerto 1997.) Por otro lado, estas resoluciones también implican el debilitamiento de la independencia técnica necesaria del Asesor Tutelar para realizar su tarea. Primero, le impide de por sí recabar información vital para la protección de los derechos de los niños, al establecer que todos los pedidos de informes se tramitarán luego de que el Asesor Tutelar lo evalúe (punto IV de la Res 72/01). En segundo lugar la resolución 71/03 limita sustantivamente el ámbito de acción del Asesor Tutelar designado por concurso y con acuerdo de la legislatura limitándolo a la primera instancia, y establece que el trámite ante la segunda instancia la realizarán los Asesores Adjuntos que fueron nombrados sin pasar por el escrutinio de idoneidad y moralidad que establecen los procedimientos democráticos. Este debilitamiento de la independencia técnica y del ámbito de competencia del asesor designado democráticamente, lo sufren directamente los niños y los incapaces. Una representación de un asesor que no puede realizar por sí mismo ningún pedido de informes, para saber –por ejemplo- si es necesario entablar una acción judicial, es claramente deficiente. Y el panorama se agrava aún más cuando esta falta de independencia técnica del asesor tutelar la sufren los niños pobres de la Ciudad, que no pueden encontrar en el estado otro tipo de representante para llevar adelante la exigibilidad de los derechos. Por último, estos niños que ven dificultado el acceso a la justicia, una vez que lo obtienen no tienen ninguna garantía de que en la segunda instancia sean representados por un Asesor Tutelar idóneo, técnica y moralmente, ya que lo serán por unos Asesores Tutelares Adjuntos designados no por el Consejo de la Magistratura con acuerdo de la Legislatura sino por el Asesor Tutelar General. Este marco de actuación que impusieron las resoluciones 72/03 y 71/03 no hacen más que desproteger a los niños e incapaces al dificultar el acceso a la justicia de los mismos. Es por esto que solicitamos al Superior Tribunal de Justicia que declare la inconstitucionalidad de las mismas. Estas resoluciones se encontraron suspendidas en sus efectos por una medida cautelar, que este Superior Tribunal dejó sin efectos el 9 de febrero de 2005. Desde esa fecha, las mismas se encuentran en ejecución y la protección a los niños e incapaces se ha visto dificultada. 11. DOCUMENTACIÓN ACOMPAÑADA. Se acompaña: a) Estatuto de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales. Actas de Asamblea Nro. 44/04 del 10 de Septiembre de 2004, y 45/04 del 29 de Octubre de 2004. b) Estatuto del Centro de Estudios Legales y Sociales, CELS. Poder especial de Representación otorgado a favor de Victor Abramovich, Director Ejecutivo del Centro de Estudios Legales y Sociales. c) Estatuto de la Fundación Poder Ciudadano. Acta de designación de Carlos José María Facal d) Copia del B.O.C.B.A. Nº 1.716 del 20 de junio de 2003 (Res. AGT Nº 71/03 y Nº 72/03). e) Copia del B.O.C.B.A. Nº 1.747 del 5 de agosto de 2003 (Res. AGT Nº 71/03 y Nº 72/03). 12. PETITORIO. En consecuencia, en virtud de las consideraciones expuestas precedentemente, solicitamos a los/as señores/as Jueces/zas del Tribunal Superior de Justicia que: 1) Nos tengan por presentados, parte, y por constituido el domicilio indicado. 2) Declaren admisible la presente acción declarativa de inconstitucionalidad, y oportunamente convoquen a una audiencia pública. 3) Oportunamente, se declare la inconstitucionalidad de las resoluciones administrativas de carácter general Nros. 72 (puntos II, III, IV y VIII) y 71/03 de la Asesoría General Tutelar, haciéndoles perder vigencia, conforme lo establece el art. 113 inc. 2º CCABA., y disponiéndose la publicación de la sentencia en el Boletín Oficial (conf. arts. 23 y 24 Ley 402). PROVEER DE CONFORMIDAD que SERÁ JUSTICIA.