ESTADOS SARDOS. Uriáticb. La ciudad de San Marino está edificada en ¡a cima de una montaña, y cuenta de 700 á 800 habitantes; la república entera se compondrá de unos seis mil. Pero su amor á la libertad los hace notables; son celosísimos de esta libertad y se glorian con razón de ser los republicanos mas antiguos de Europa. Esta república fué fundada por un albañil que se hizo e r mitaño y fué á vivir á esta montaña. El ermitaño, de' quien después so ha hecho un santo, puso la primera piedra de una sociedad libre, en la que todos los ciudadanos tenian los mismos derechos y los mismos deberes; sus leyes fueron muy sencillas y exislen hoy todavía. Este estado debe principalmente su independencia á su poca estensipn. ESTADOS SARDOS. 389 de tierra, con un ruido mas espantoso que el del trueno. Mas lejos, grandes espacios erizados de eternos hielos parecen un mar congelado súbitamente en el instante en que el soplo de los aquilones impelía los buques que la surcaban; y al lado de estos hielos, en medio de estos objetos espantosos, sitios deliciosos, risueñas praderas exhalan el perfume de mil flores las mas bellas'y raras, presentando la dulce imagen de la primavera en el mas suave clima, y ofreciendo al botánico las mas ricas colecciones.» Uno de los sitios mas curiosos de la Saboya es el valle dejUiamouny, ó Chamonix, cuya entrada es un estrecho desfiladero. «Entre estas rocas es donde crecen las verdaderas plantas alpinas que lie tenido el placer de encontrar. Deseo, diee el viagero citado, volver á ver, al renacer la primavera que me llama a los Alpes, el rhododendron ferrugineum, este arbusto encantador, cuyas ram'as siempre verdes están coronadas de purpurinas flores que exhalan un olor tan dulce como lino es su color; la aurícula de los Alpes, que trasplantada ó nuestros jardines ha ganado en riqueza de colores, pero que no tiene la suavidad del perfume que esparce sobre las rocas. No sondas plantas solas las que dan al desfiladero su carácter alpestre, las rocas primitivas sobre las que está situado ; el Arve, escerrado en un cauce estrecho y profundo, y cuya espuma se ve blanquear por encima de las copas de los abetos que el viagero mira á sus pies, y por el otro lado una roca negra, casi cortada á pico, teñida aqui y alli de colores metálicos, sobre la que se destacan de vez en cuando grandes abetos, cuyo verde-oscuro contrasta con la blancura de los abedules, tales son los objetos que caracterizan las avenidas de Chamouny. Al salir de este estrecho y salvage desfiladero, se entra en el valle, que por el contrario, presenta el mas dulce y risueño aspecto. El fondo, en forma de cuna, está cubierto de praderas, por medio de las cuales pasa el camino, rodeado de pequeñas enipalizadas. Sucesivamente se van descubriendo los diferentes ventisqueros que descienden á este valle. Al pronto no se ve mas que el de Taconay, que está casi suspendido en la rápida pendiente de una torrentera, cuyo fondo ocupa; pero bien pronto se fijan los ojos en el de Buissons, que se ve descender de lo alto de las cumbres vecinas al Monte Blanco; sus hielos, de una blancura deslumbradora, corlados en forma de altas pirámides, hacen un efecto admirable en medio de los bosques de abetos sobre los que descuellan. Por último, se vea lo lejos el gran ventisquero de Bois, que a! descender se gncory.á y rodea el valle de Chamouny, y se distinguen las murallas de hielo que dominan las rocas amarillas cortadas á pico. El reino de Cerdeña comprende el antiguo ducado de Sabova, menos una porción de territorio cedido al cantón de Genova ; el principado del Piamonte; los ducados de Aoste y de Monferrat; el señorío de Verceil; los marquesados de Saluces y de Ivreé; los condados de Niza y de Aslí; algunas provincias del antiguo Milanesado; el ducado de Genova: la isla de Capí-ara, y la de Cerdeña. Esto es en general un pais bueno é industrioso, con cerca de 4.000,000 de habitantes, gentes económicas, buenos soldados, y que no podrían menos de hacer grandes adelantos, si un gobierno paternal diera continuamente su apoyo, con sabiduría é inteligencia al razonable desarrollo de las instituciones y al bienestar material de los que la Providencia ha confiado á su administración. La Saboya confina con la Suiza, v como ésta, es un pais montuoso, cortado por profundos valles y altas cimas. Ninguna ocasión mas oportuna para dar una idea de esos gigantescos Alpes, que hacen de la Suiza y de la Saboya un pais de maravillas. Para este objeto, tomaremos algunos detalles de Mr. de Saussure, y aunque pudiéramos valemos de descripciones mas modernas en datos y estilo, no podríamos encontrar otras que estuvieran hechas con mas ciencia y estudio. «Estas grandes cordilleras de montañas, dice, cuya eima se pierde en las mas elevadas regiones de la atmósfera, parecen ser el laboratorio de la naturaleza, el lugar reservado donde ella fabrica los bienes y los males que reparte sobre la tierra; de alli vienen los rios que la riegan, los torrentes que la arrasan, las lluvias que la fertilizan y las tempestades que la devastan. Todos los fenómenos de la física general se presentan aqui con una magnificencia y una mageslad de que no tienen idea los habitantes de las llanuras; los vientos y la electricidad ejercen su acción con una «Estos magestuosos ventisqueros, separados por fuerza maravillosa; las nubes se forman á los ojos del bosques coronados por rocas de granito de una altuobservador, que con frecuencia ve nacer bajo sus pies ra estraordinaria cortados en forma de grandes obelas tempestades que van á asolar las llanuras, mien- liscos é intercalados de nieves y de hielos, presentan l as u f í e ios rayos del sol brillan á su alrededor, y uno de los mas grandes y singulares espectáculos que '¡ene sobre su cabeza el cielo mas puro y sereno, se pueden imaginar. El aire puro y fresco que se res«randes y sublimes espectáculos hacen variar á cada pira, tan diferente del aire sofocante do los valles de roomento la escena; aquí un torrente se precipita bra- Sallanches y de Servoz, el esmerado cultivo del vamando de lo alto de una roca, formando cascadas lle, las bonitas aldeas que á cada paso se encuentran, quese resuelven en menuda lluvia, y presentan al dan la idea do un nuevo mundo, de una especie de «pectador dobles y triples arco-iris, que van si- paraíso terrestre encerrado por una divinidad bienguiendo sus pasos y cambiando con él de lugar. Alli, hechora en el centro de estas montañas. Algunas vej * despeñan las avalanchas de nieve, con la rapidez ces, grandes estampidos, parecidos á los del trueno, . el rayo, arrasando y abriéndose paso al través de los y seguidos como éste de prolongado fragor, interrumw qiK's, y cortando los mas grandes árboles á flor pen esta ilusión, causando una especie de espanto Vlage ilustrado. TOMO ii. 17 xx VIAGE ILUSTRADO. cuando se ignora su causas y demostrando, cuando se ño y fértil va'le, se encuentra el viagero casi al boria conoce, cuan grande es la masa de los témpanos de un precipicio, cuyo fondo es un valle mucho mas de hielo, cuya caída produce tan terrible ruido. amcho y largo, lleno de nieves y de hielos, y rodeado »He observado, continúa Mr. de Saussure, dos de colosales montañas, que admiran por su forma v géneros de ventisqueros distintos, á los cuales se pue- po r su inmensa altura, y que chocan por lo escarpadas den reducir todas sus variedades, por mas numerosas y iestériles; la eslremidad inferior de este valle, es de que sean. Los unos están encerrados en valles mas ó do>nde nace el torrente del Arveirón. menos profundos, que aunque muy elevados, se ha«Entre las montañas que dominan el ventisquero llan dominados, sin embargo, por montañas mas altas dei Bois, lo que principalmente fija las miradas del obtodavía; los otros no están encerrados en valles, sino I servador es un gran obelisco de granito que está en estendidos sobre las puntas de las altas cimas. fo3nte de Montanvert por el otro lado del ventisque.«Los ventisqueros de la primera clase, es decir, ro , y que le llaman la aguja de Dru; y en efecto, su los que están encerrados en el fondo de los altos y a - fo:rma redonda y extremadamente esbelta, le da mas lies, son los mas considerables, tanto por su eslension, se mejanza á una aguja que á un obelisco; sus lados como por su profundidad. En los Alpes hay algunos es.tan pulimentados como por el arte, y solamente se cuya longitud es de muchos kilómetros; el de Bois, diistinguen algunas asperezas y algunas hendiduras en'el valle de Chamouny, tiene cerca de 20 kilóme- re•ctilíneas trazadas con la mayor limpieza. La altura tros, sin interrupción alguna, y una anchura que va- die este pico es de 2,844 metros sobre el valle de. ría, pero que cerca de lo alto es de mas de cuatro ki- C hamouny. Es imposible llegar á todo lo alio, de molómetros. Él espesor del hielo, varia también: en el d o que su cúspide no puede observarse mas que con mismo ventisquero de liois lo he encontrado común- a;yuda del telescopio. mente de 26 á 33 metros; pero se comprende que si «Cuando se ha descansado bien sobre la menuda donde se encuentra hay huecos ó hundimientos, su y erba del Montanvert, y se ha cansado la vista, si es profundidad debe ser mucho mayor. Se dice haber p osible que se canse, del gran espectáculo que preencontrado hielo de mas de 200 metros de espesor, y sientan el ventisquero y las montañas que lo rodean, aunque yo no lo he visto, no tengo dificultad al- sie desciende por un rápido sendero, entro rododenguna en creerlo. dIros y malezas hasta el borde del vestiquero. Por »Estos grandes valles de hielos tienen comunmen- a qui se pasa por encima del mismo hielo, y si no está te el fondo mas profundo cuanto menos inclinado. En nnuy escabroso y dividido en grandes grietas, es metodas partes donde su pendiente es rápida, los hielos riíester internarse por lo menos 300 ó 400 pasos, para impelidos por su peso y sostenidos con desigualdad ¡ formar una idea exacta. Desde Montanvert, por ejempor el fondo escabroso que los contiene, so dividen ¡ plo, r y sin bajar al mismo ventisquero, no se puedo, en grandes trozos, separados por profundas grietas. I listinguir c bien los detalles; sus desigualdades parcEstos témpanos, asi divididos y removidos algunas (hen desde lejos las ondulaciones de la mar después veces [ior la presión de los que les siguen , presentan ; le < la tempestad; pero cuando se está en medio del grandes y bellos accidentes, formas caprichosas de nventisquero, estas ondas parecen montañas, y sus inpirámides, de torres, etc. Pero en todas partes donde 1tervalos , valles formados entre estas montañas. Es el fondo es horizontal, ó inclinado en pendiente sua- inecesario caminar un poco por el ventisquero para ver ve, la superficie del hielo es casi uniforme, y las isus bellos accidentes, sus anchas y profundas griegrietas raras y muy estrechas por lo regular. tas, sus grandes cavernas, sus lagos llenos déla «No se crea por eso que estos hielos tienen una mas hermosa agua, encerrada en muros trasparentes superficie resvaladiza como la de los lagos, es por el del color de agua-marina, sus arroyos do un agua contrario áspera y escabrosa, y no hay peligro de es- pura y clara, que corren por entre canales de hielo, currirse sino cuando la pendiente es demasiado rápi- y que van á precipitarse formando cascadas en abistla. Su sustancia es al mismo tiempo muy porosa y en mos también de hielo. todas partes se ven grandes pedazos trasparentes y «Después de haber atravesado el ventisquero, susin burbujas, lo que hace creer que esta sustancia no bí hacia el pie de la aguja de Dru, y descansé en la está formada mas que por la congelación de la nieve pradera que se llama la plaza de la Aguja. Como no impregnada de agua. se puede ir á este sitio, sino por el ventisquero, todos «Todos los grandes ventisqueros tienen en su es- los que quieren enviar alli sus ganados, se reúnen al treinidad inferior, y á lo largo de sus bordes, grandes principio.del estío para abrir un camino en el hielo; montones de arena y de despojos que provienen de también llevan cierto número de terneras y una ó dos las vertientes de las montañas. Los paisanos de Cha- vacas de leche, que sirven para el alimento del pasmouny dan el nombre de gusanillos á estos despojos. tor. Alli permanecen hasta principios de. otoño, teEstas arenas y piedras algunas veces se detienen tanv niendo parala vuelta que abrir de nuevo el camino; bien en los hielos, formando bancos de grande osten- pues el que les ha servido para la ida, es casi siempre sión. destruido algunas horas después por el continuó mo«Por encima.del ventisquero de Bois está el de vimiento del hielo. El mismo pastor no baja á la alMontanvert, elevado 856 metros sobre el valle y dea masque una ó dos veces en toda la estación, para •1,908 sobre el nivel del mar, y situado al pie de la buscar su provisión de pan, y todo el resto del tiempo permanece alli solo con su rebaño en esta horrible -aguja de Charmos. «Subiendo al Montanvert se disfruta de la encan- soledad. Cuando yo estuve alli, en 1760 , encontré al tadora vista del valle de Chamauny, del Arve, que pastor; este era un anciano de larga barba, vestido ele lo riega en toda su longitud, de una multitud de al- piel de ternera con el pelo hacia fuera, y su aspecto deas y pueblecillos medio escondidos entre los árbo- era tan salvage como el lugar que habitaba. El se adles y de campiñas perfectamente cultivadas; pero al ¡miró mucho de ver á un estrangero, y yo creo que llegar á lo alto, cambia la escena, y en vez del risue- ' fui el primero cuya visita recibió. Yo "hubiera desea- ESTADOS SAttDOS. 394 Jo que le hubiese quedado de mi visita un recuerdo auligua sencillez y pureza de las costumbres de su agradable; pero él no deseaba mas eme tabaco, yo no habitantes. »Los hombres de Chamouny , asi como los de la ic?tenia, y el dinero que le di no fe causó un gran mayor parte délos altos valles, no son en general «Volviendo de Montanvert al priorato de Cha- muy altos ni de una hermosa figura, y sin embargo, Biounv, si no se quiere ir dos veces por un mismo son fornidos, nerviosos y muy robustos, y lo mismo camino y no se temo bajar por una pendiente rápida las mugeres. Estas no llegan á una edad muy avanzase puede descender por una cuesta llamada la Felia. da, ni tampoco los hombres, siendo muy "raro ver Cuando se llega á lo hondo del ventisquero , se ve el uno de 80 años. Los saboyanosson generalmente honrados, fieles y muy puntuales en cumplir los deberes Arveiron salir per un arco de hielo. »Este arco es uno de los objetos mas dignos de la de su religión; saben ser económicos. y al mismo curiosidad de los viageros. Su figura es la de una tiempo caritativos. Los huérfanos y los ancianos que profunda caverna, cuya entrada es una bóveda de no tienen medio alguno de subsistencia son mantenihielo de mas de 33 metros de elevación, y do un¡s dos alternativamente por todos los habitantes déla anchura proporcionada; esta caverna, según la com- parroquia; cada uno , á su turno, los lleva á su casa, binación de la luz, parece unas veces blanca y opa- y alli Jos tiene durante un número de dias proporcioca como la nieve, y Jtras trasparente y verde como nado á sus facultades; y cuando ha concluido esto el agua-marina. De su fondo sale con impetuosidad turno, se vuelve á principiar de nuevo. Si un homun no de blanca espuma, que frecuentemente arrastra bre, á causa de sus enfermedades ó de su edad avanen sus ondas grandes pedazos de hielo. Alzando la zada, no puede cultivar sus tierras ni mantener su vista por encima de esta bóveda, se ve un inmenso familia, los vecinos se convienen entre sí para cultiventisquero coronado por pirámides de hielo.de en varlas entre todos. medio de los cuales parecer sali el obelisco de Dru, »S¡ alguna cosa les falta, son fábricas y oficios, cuya cima va á perderse en las nubes. A este b e - en que pudieran ocuparse los hombres durante el i n llo cuadro sirven de contornos los hermosos bosques vierno, cuando la tierra cubierta de nieve se opone á de Montanvert y de la Aguja del Bochardj y estos sus trabajos. Los que son activos y tienen amor al bosques acompañan á los hielos hasta su cúspide que trabajo encuentran los medios de entretenerse útilmense confunde con el cielo. te , pero no existe alli ninguna ocupación que les in«Algunas veces hay la curiosidad de entrar en la cite ni sea bastante lucrativa para arrancarlos á la secaverna, y se puede en efecto penetrar mientras tie- ducción de la ociosidad y de la pereza. Muchos de ne suficiente anchura y el Arveiron no la llena toda; ellos pasan su vida en las tabernas, donde también se pero es siempre una temeridad, por los fragmentos juega mucho; yo he conocido á uno que tenia hacienque continuamente se están desprendiendo de su b ó - das muy considerables y que lo perdió todo viéndose veda. Cuando nosotros la visitamos en 1778 , adver- reducido á la necesidad de ir á París á ejercer el ofitimos en el arco que forma la entrada, una gran cio de limpia-botas. En las grandes aldeas es donde grieta casi orizontal, corlada en sus extremidades por mas reina el desorden, pero en las pequeñas, se reúhendiduras verticales, por lo que era de presumir que nen desde que viene la noche en la casa cuya cocina este pedazo se desprendería bien pronto. Efectivamen- es mas grande; alli las mugeres hilan , tejen cáñamo, te, por la noche se oyó un gran ruido parecido al y cuentan historias; los hombres hacen cubos, cuchatrueno, y era, que este trozo, que formaba la clave ras ú otras pequeñas obras de madera , y la dueña de de la bóveda , se habia caido, y habia arrastrado en la casa no hace mas gasto que el de un cántaro de su caida toda la parte esterior del arco; este montón agua y una fuente de manzanas silvistres asadas en las de hielo suspendió por algunos momentos el curso del brasas para las personas que.asisten á la velada. Arveiron , las aguas se acumularon en el fondo de la «Los habitantes tienen un talento vivo y penetrancaverna, y rompiendo en seguida este dique, arras- te , su carácter es alegre y bromista, aprenden con la traron con violencia los grandes trozos de hielo, los mayor habilidad las ridiculeces de los estrangeros, y hicieron pedazos contra las rocas de que está sembra- los remedan entre sí con mucha gracia. do el cauce del torrente y arrojaron los fragmentos á »La esperanza de hacer fortuna, ó la simple grandes distancias. Al dia siguiente vimos con cierto necesidad de ganar algo, llevan á Alemania , y prinespanto el sitio donde habíamos estado parados la vís- cipalmente á París, un gran número de hombres, tanpera, cubierto de estos grandes pedazos de hielo.» to de Chamouny, como de otras partes de la Saboya; Nuestro sabio viagero no puede dejar las monta- todos los trabajos pesan, por consiguiente, sobre las ñas y ventisqueros que rodean el valle de Chamouny mugeres, aun aquellos que en todas partes están solo sm decir algo de las costumbres de los habitantes encargados á los hombres, como segar, cortar leña, <|e este célebre valle. «Por largo tiempo se les ha creí- trillar etc., habiendo animales del mismo sexo que do unos verdaderos bandidos. Sin embargo, San están mejor cuidados que ellas, y son las vacas que francisco de Sales, fué alli en un tiempo de miseria sirven para labrar la tierra. a llevarles socorros y consuelos. En 1741, Pocock «Buscar cristal y cazar son los solos trabajos que f u l e estuvo alli reconoció la falsedad de la injuriosa hacen esclusivamenle los hombres. Por fortuna hoy se reputación que se habia dado á las mejores gentes del ocupa un número mucho menor que otras veces en el mundo, y se empeñó en desengañar á la Europa y primero de estos trabajos; y decimos por fortuna, por 'acede conocer uno de los lugares mas curiosos <|ue que en él perecía mucha gente; la esperanza de enriencierra. Esta relación hizo que losestrangeros fuesen quecerse rápidamente encontrando una cueva llena de in temor al valle, y su concurrencia fué bien pronto hermosos cristales tenia un atractivo tan poderoso, , n COllsiderable, que escedió, al número de albergues que se esponian á los peligros mas inminentes, y no eque podían disponer. Esta concurrencia, con el pagaba año que no murieran muchos hombres en los u 'nero que llevaba á Chamounv, cambió un poco la hielos ó en los precipicios. 392 VIAGE ILUSTRADO »Pero la caza de la gamuza, quizá mas peligrosa pueden haber tomado las gamuzas que perseguia ; petodavía, ocupa aun á muchos habitantes de las mon- ro bien pronto lo despierta el frío de la mañana, v se tañas y arrebata con frecuencia, en la flor de su edad, levanta aterido y yerto, mide con la vista los preciuna porción de hombres que son el amparo de sus fa- picios que tiene que atravesar para seguir la pista á milias, y cuando se conoce el modo de hacer esta ca- las gamuzas, coloca de nuevo el morral en su e-palda za , se admira que un género de vida tan duro y pe- y corre en busca de nuevos azares. Estos cazadores ligroso tenga atractivos tan irresistibles para los que están algunas veces por espacio de muchos días en se han acostumbrado a él. El cazador parte ordinaria- medio de los desiertos , y durante este tiempo, su famente por la noche para llegar al amanecer á los si- milia, y especialmente sus desgraciadas esposas se tios mas elevados, donde las gamuzas van á pacer hallan sumergidas en la mas viva inquietud; no se antes que vayan alli los rebaños. Desde que descubre atreven á entregarse al sueño, por el temor de verlos sitios donde cree que habrá gamuzas principia el los durante él; porque es opinión recibida en el pais, cazador á esplorar el terreno con su anteojo; si no vé que cuando un hombre perece entre los hielos ó sobre nada, sigue avanzando y elevándose para descubrir alguna ignorada roca, se aparece por la noche á la mas; pero si observa algo, procura subir á un sitio persona que le era mas querida para decirle donde desde donde esté mas próximo y domine el terreno, está su cuerpo y rogarle le haga los últimos honores. costeando barrancos, ú ocultándose con las matas y «Después de esta pintura fiel de la vida del cazalas rocas; cuando llega á un sitio desde donde distin- dor de gamuzas, ¿podrá comprenderse que esta caza gue los cuernos de !a gamuza, ya conoce que está á sea el objeto de una pasión absolutamente, irresistible? tiro, entonces apoya la escopeta en una roca, apunta Yo he conocido un joven de la parroquia de Sixt, de con el mayor cuidado y sangre fría, y rara es la vez hermosa figura, casado con una muger encantadora, que yerra el tiro. El arma que usan, es una carabina que me decía: mi abuelo murió en la caza, mi padre tamlarga cargada con balas forzadas, y .por lo regular bién, y yo estoy tan persuadido de que también moriré son de dos tiros, aunque de un solo cañón ; los tiros en ella, que á este saco que veis y que llevo ala caza, están colocados uno sobre otro, y se disparan sucesi- le llamo mi paño mortuorio; porque estoy seguro, de vamente. Cuando el cazador ha matado la gamuza, que no tendré otro; y con todo, si me ofrecierais hacorre hacia su presa y la asegura desjarretándola; cer mi fortuna á condición de renunciar á la caza de después mide el camino que hay hasta su aldea y si gamuzas, la rehusaría. Yo hice en los Alpes algunas es muy difícil, desuella al animal y no recoge mas correrías con este hombre ; era de una agilidad y una que la piel; pero con poco practicable que sea el ca- fuerza admirables, pero su temeridad era mayor aun mino, carga la gamuza sobre sus espaldas y la con- que su fuerza. He sabido que dos años después le falduce a! través casi siempre de horribles precipicios y taron los pies al borde de un precipicio , donde ená distancias enormes. Toda la familia so alimenta de contró el destino á cuya idea estaba tan acostumbrado. esta carne, que es muy buena, especialmente cuando El corto número de los que envejecen en este oficio, la gamuza es joven, y la piel la secan para venderla. llevan en su fisonomía la marca de la vida que han «Pero si, como generalmente sucede, el vigilante tenido; un aire salvage, huraño y feroz los hace reanimal siente venir al cazador, huye con la mayor conocer aun entre la multitud. rapidez , atravesando los hielos, las nieves y las r o «Los demás habitantes de la Saboya son poco mas cas mas escarpadas. Cuando hay muchas juntas es muy ó menos como los del valle de Chamouuy. Colocados difícil acercarse; mientras las demás están paciendo, entre la Italia y la Francia, se reparten en gran núuna de ellas se coloca en acecho y al menor síntoma mero entre las dos; cada familia envia por lo menos de temor que percibe, da una especie de silbido, á uno de sus miembros al estrangero. La miseria del cuya señal se aproximan las otras para juzgar por sí pais y los pocos recursos que alli se encuentran los mismas de la naturaleza del peligro, y entonces, si obligan á esta emigración momentánea. En todas las ven que es un animal dañino, ó un cazador, la mas grandes ciudades se les encuentra, haciendo por un esperta se pone á la cabeza y huyen todas en fila á módico salario los trabajos mas penosos: ellos son orlos sitios mas inaccesibles. dinariamente limpia-chimeneas, buhoneros, ó ense«Aquí es cuando comienzan las fatigas del caza- ñan la linterna mágica. Su fidelidad y buena fé son dor ; arrastrado por su pasión, no hace caso de los generalmente reconocidas, y también son proberviapeligros, atraviesa sobre las nieves sin cuidarse de los lessu sobriedad y su economía. Esta última cualidad abismos que pueden tragarle, penetra por los sende- les hace con frecuencia interesados, pero no se puede ros mas arriesgados, sube, y se lanza de roca en roca mirar como un vicio este deseo de ganar, en hombres sin saber como podrá volver, (.a noche le coge con que solo piensan en juntar para llevar á sus pobres frecuencia en su persecución, pero no renuncia á ella familias. Ellos encierran cuidadosamente e! producto por esto. Se lisangea que la misma causa hará detener do sus sudores en una bolsa de cuero que siempre lletambién á las gamuzas, y que al amanecer podrá volver van atada á la cintura; para acrecentar este pequeño á emprender su cacería. Alli pasa la noche, no al pie de tesoro, se privan hasta de lo necesario, y se reúnen un árbol como el cazador de las llanuras, ni en una mochos juntos á fin de vivir con mas economía , concueva tapizada de musgo, sino al pie de una desnuda tentándose con los alimentos mas groseros, y con un roca, donde carece del menor abrigo. Alli, solo , sin poco de paja por cama. Pero esta vida dura y triste á fuego, sin luz, saca de su morral un poco de queso y la vista misma del lujo mas refinado, no parece alteun pedazo de pan de avena, que es su ordinario ali- rar en nada su bondad y buen humor, y ni aun tiemento; este pan es tan duro, que se ve obligado á nen, al parecer, el deseo de una existencia diferente partirlo entre dos piedras, ó con el hacha que lleva Recostados en las puertas de los palacios, observan para abrir escalones en los hielos. Después de hecha toda la pompa de los ricos, pero no por eso dejan de tristemente su frugal comida, pone una piedra bajo su llevar á sus montañas la misma sencillez de costumcabeza y se duerme pensando en la dirección que bres que traen.» ESTADOS SARDOS. 333 pues de pasar un tortuoso sendero entre dos rocas, se encuentra un pequeño valle, á la eslremidad del cual se descubre el hospicio. El aspecto de éste es muy triste; es un gran edificio.cnadrado y sin ninguna especie de adorno; alrededor de él no hay árboles ni verdura. El convento llena el fondo de una garganta cerrada entre altas montañas, á la orilla de un pequeño lago que parece negro á causa de su profundidad y sobre todo por las nieves de que casi está siempre rodeado. >rEl cielo estaba puro y sin nubes cuando llegamos al convento, y el sol mas brillante i'uminaba aquellas soledades. Difícil seria esplicar las diferentes sensaciones que á la vez se esperimenlan; la primera que se distingue es un pasmo ocasionado por la dificultad de respirar; parece que los pulmones no tienen la ordinaria elasticidad y les falta capacidad para contener el aire aspirado. La diferencia del que se respira en semejantes alturas es muy sensible al que solo está acostumbrado al aire de las llanuras, aquel es mas raro y mas puro, porque está menos cargado de vapores, y el cielo es de un azul mas bello, de un color mas vivo, desconocido á los habitantes de los llanos. El aspecto de estas áridas montañas llama al instante la atención. La mezcla de una viva luz reflejada por la blancura de las nieves que cubren todas las cimas, y la de estas rocas peladas que tiñe el sol de color de rosa y de un azul bajo, hacían un singular contraste con las grandes masas de sombra, producidas por las montañas cuyas cimas parecen desgarradas y cubiertas de puntas de roca, que, horadando las nieves, coronan lo alto de este cuadro. »Un religioso, destinado para recibir á los. vingeros, cuya bondad y afabilidad nos previno en su favor, nos sacó del éxtasis y de la admiración que producen los grandes espectáculos de la naturaleza. A El punto mas elevado de la Saboya y aun de toda pesar del calor que había hecho el día que llegados, la Europa es el monte Blanco. Está á í,892 metros la noche fué fría. Al dia siguiente, 30 de julio, lo alsobre el nivel del mar. Mr. de Saussure no pudo lle- to de la montaña estaba cubierto de nubes espesas, gar hasta su cima, solóse elevó cerca de 3,800 me- pero tranquilas, ninguna agitación había en el aire. tros, y ningún observador europeo ha llegado des- Por la larde hizo frió; el termómetro, que por la mapués á esta altura. En todas las mas altas montañas ñana marcaba cuatro grados bajo cero, subió á tres donde é} estuvo, ha hecho una singular observación, sobre cero á las nueve de la noche, y durante toda yes, que se siente un sueño irresistible, lo cual es ella, cayó una horrible lluvia mezclada de nieve y efecto del enrarecimiento del aire; si se sucumbe al acompañada de un espantoso viento. La lluvia contideseo de dormir, bien pronto se cpjeda uno helado en nuó al día siguiente; á la lluvia sucedió la nieve, el medio de las nieves y los témpanos y allí se muere; viento arreció viniendo de abajo arriba, y puso en por eso es necesario agitarse todo lo posible hasta que movimiento las nubes hacia el valle por donde se viene del Valais, y las hizo desfilar siguiendo las sinuose desciende á una atmósfera mas densa. «No pude dejar estos sitios, dice el mismo viage- sidades del terreno hasta que se sumergieron en una ro, sin visitar el hospicio del gran San Bernardo, una hondonada donde está el pequeño lago; a Ti las nubes de las instituciones mas útiles que la religión ha ins- se iban apretando y amontonando sucesivamente; al pirado á los hombres en beneficio de sus semejantes. abrigo del viento que por encima corrria, permaneEl monte San Bernardo está situado en los confines cían tranquilas en este fondo, y su espesor y oscuridel Valais y del Piaijionte. Saliendo de la ciudad de dad aumentaban á medida que el aire soplaba cotí Aoste para ir á c|, atravesé unos viñedos que miran mas violencia, volviéndose por último este lugar en al Mediodía, en la pendiente de una montaña desque- eslremo tenebroso. El rigor del frío y del viento nos brajada y árida; los agudos y repetidos gritos de las había obligado á dejar este singular espectáculo para cigarras hacían creer que estaba en un país mucho aproximarnos al fuego. A poco fué general la oscurimas meridional, las moreras, los almendros y los al- dad alrededor del convento; el trueno comenzó á r u meces que por todas partes crecen, favorecen esta ilu- gir sordamente, aumentándose poco á poco hasta esS!on ' Y s e desea la frescura de sombrosas arboledas; tallar con gran violencia; parecía (pie dentro de las Pero después do haber caminado como unas cuatro habitaciones se chocaban las nubes, sintiéndose el esv «oras se comienza á sentir un frió muy vivo, y una truendo por debajo y por encima de sí; la lluvia, la wa después se traslada uno al clima de Spitzberg v nieve y el granizo se sucedían, y también caian ¡miie droonlandia, y no se suspira mas que por las eslu- jos con frecuencia; á todo esto se mezclaban los re« Y el buen fuego que esperan en el convento. Deí- lámpagos, presentando el espectáculo del choque y Hablando de los habitantes de los Alpes no se puede dejar de decir algunas palabras de las paperas v del cretinismo. Las paperas son una gordura mas ó menos grande, producida por el infarto de las glándulas del cuello; en las montañas hay una multitud Je personas acometidas de esta-enfermedad. El cretinismo es una verdadera imbecilidad, una inercia estúpida. Los cretinos tienen lodos paperas; pero en ellos parece efecto de flojedad de la libra, mas bien que una obstrucción propiamente dicha; porque lodo indica en ellos una eslremada flojedad; sus carnes son fofas-v flacas, su piel marchita y arrugada, su lengua torpe' sus labios y párpados gordos y salientes y su color amarillo bronceado. La misma flojedad so manifiesla en su carácter, y aunque la necesidad los escile á hacer los movimientos indispensables a su conservación, se ve en ellos una apatía é indolencia escesivas, no son capaces de ningún movimiento espontáneo, á no ser el de la deglución, y hay que darles el alimento con la cuchara como á los niños recien nacidos. Este es el último grado de la enfermedad, pues mas allá de este término cesan las funciones vitales y el individuo no tiene los resortes necesarios para vivir. Pero desde este grado hasta la perfecta in leligencia, se encuentranen el Valais, en el valle de Aoste y en la Maurienne todas las gradaciones intermediarias que se pueden imaginar. Se ven cretinos que no profieren mas que sonidos inarticulados, otros ijue balbucean algunas palabras, otros que sin tener uso de razón, son capaces, sin embargo, de aprender por imitación á desempeñar algunos trabajos de la cacasa ó del campo, y también los hay que se casan y cumplen mejor ó peor los deberes de la sociedad. Las personas acometidas de esta enfermedad no se encuentran mas que en los valles: en los llanos y en las alturas no. 391- VIAGE ILUSTRADO combate mas terrible entre los elementos mas opues^tos. Apenas se empieza á ver un poco, cuando se e n cuentra uno otra vez envuelto en estas espesas nubes y se corre peligro de perderse en lo escabroso de las rocas, bastando estar un momento en medio de estas nubes para verse cubierto de un rocío tan fino que bien pronto moja basta la piel. Este mal tiempo duró tres dias y fué acompañado de un viento muy frió. Aúneme el termómetro no bajó mas que á cuatro grados sobre cero, el frió parecia muebo mas vivo y p e n e trante que el que se siente en las llanuras al mismo grado, lo cual impedia dejar el fuego. El mismo efecto que en nosotros parecia causar en los religiosos, á pesar de estar mas acostumbrados; porque venían con frecuencia á quemarse mas bien que á calentarse, en una gran hoguera de madera de pino que chisporroteaba y esparcía su llama por todas partes. Tales son en general los meteoros de las regiones superiores de los Alpes, y los presentamos por el mismo orden con que los liemos visto. Al fin se descubrió el cielo, la temperatura cambió , y según me dijeron los r e l i giosos, este era el tercer día bueno y sereno que lia— bia becbo en todo el año, añadiendo, que había dos en los cuales no se había contado un dia entero sereno. «En el hospicio no hay nunca mas que diez ó doce religiosos. Es verdaderamente interesante verlos en los días de gran concurrencia ocupados en recibir los viageros, reanimarlos y asistir y cuidar á los que vienen enfermos ó eslenuados por la fatiga y el frió. Ellos sirven con igual esmero á los estrangeros que á los coriipatriolas, sin distinción de edad , de sexo ni de religión, sin informarse de la patria, ni de las creencias de los que necesitan do sus cuidados; la necesidad ó el sufrimiento, estos son los principales t í tulos para tener derecho á sus desvelos. Pero cuando su celo es mas meritorio es principalmente en la p r i mavera y en el invierno, porque sufren los mas grandes trabajos y están espuestos á inminentes peligros. Desde el mes de noviembre hasta mayo, un criado de confianza, que se llama maronnier, va hasta la mitad de la pendiente delante de los viageros, acompañado de uno ó do dos grandes perros que están enseñados á reconocer el camino cuando hay nieblas, en las tempestades y en las grandes nevadas y á descubrir los pasageros que se han estraviado. Frecuentemente cumplen los religiosos por sí mismos esta misión, para dar á los viageros socorros espirituales y materiales; siempre que el maronnier no basta á salvar á los que están en peligro, ellos vuelan en su socorro, los c o n ducen , los sostienen y aun muchas veces los cargan sobre sus espaldas y los llevan hasta el convento, t e niendo que hacer á veces también violencia á los viageros, que helados se empeñan en que los dejen dormir un poco sobre la nievo, y es necesario arrancarlos por fuerza de este pérfido sueño, que insensiblemente los conduciria á la muerte. Solo un continuo movimiento puede dar al cuerpo el suficiente calor para resistir al cslremado rigor del frío; por eso cuando los religiosos se ven obligados á caminar despacio por la mucha nieve que se lo impide, golpean f r e cuentemente sus manos y pies con los bastones herraque llevan siempre, sin lo cual se les helarian las estremidades sin sentirlo. »A pesar de todos sus cuidados no pasa invierno en que no muera algún viagero ó llegue al convento con los miembros helados. El celo y la actividad de estos buenos religiosos brilla también en las pesquisas que hacen para buscar á los desgraciados que han sido arrastrados por las avalanchas ó enterrados en la nieve. Cuando las víctimas de estos accidentes no han sido sumergidas profundamente en la nieve, son descubiertos por los perros del convento; pero el instinto y el objeto de estos animales no puede penetrar á una gran profundidad. Cuando se hecha de menos algún viagero, y los perros no pueden encontrarlo, van tos religiosos con grandes palos á sondear el terreno, v cuando encuentran resistencia, conocen por ella si es alguna roca ó un cuerpo humano; en este último caso, apartan prontamente la n i e v e , y muchas veces tienon el consuelo de salvar á hombres que sin su. auxilio no hubieran vuelto á ver la luz: á los. que encuentran heridos ó mutilados por el hielo, los tienen en el hospicio hasta su completa curación, sin exigirles retribución alguna por ello.» Según las observaciones hechas por Mr. Pietet, er convento del gran San Bernardo está á 2,192 metros sobre el nivel del m a r , y dura alli el invierno ocho meses. Su posición está muy cerca del término de las nieves eternas, pues está dominada por cimas, que estando á mucha mas elevación que este término, permanecen eleniiimenle cubiertas de nieve y hacen e s tremadamenlc frió todo cuanto les rodea. I'or esto se comprenderá fácilmente que los alrededores del convento no produzcan nada. Los religiosos tienen solamente un pequeño jardín, abrigado y bien calentado por estiércol, donde con mucho trabajo cogen á tinos de agosto algunas coles y lechugas de la especie mas pequeña, no cultivando este jardín masque por el placer de ver alguna vegetación. Precisamente al llegar aqui un amigo nuestro, el ilustrado joven don Clemenle Fernandez, que acaba de hacer un esce ente viage por Europa, nos ha facilitado la siguiente relación de su visita al famoso San Bernardo. Como según todas las probabilidades, no se habrá publicado todavía ninguna relación tan r e ciente, daremos nuestras lectores del referido establecimiento las noticias que mas se desean generalmente en estas ocasiones. «Amaneció el 7 de setiembre de 1 8 3 2 , dice el señor Fernandez; habíamos pasado la noche en un mesón, semejante á los nuestros de la Mancha ; á las ocho de la mañana debíamos abandonar á Lideo. C o locóse el equipage en nuestro cbaraban , montamos en él y partimos; muchos dias hacia que no veíamos el sol pero ninguno se había presentado á nuestros ojos el cielo con un aparato mas triste y amenazador, densas nubes de color de ceniza reemplazaba al diáfano azul, una niebla espesa y glacial nos envolvia, y limitaba el horizonte á veinte varas de nosotros. Apenas habíamos andado un cuarto de hora, notamos que el camino se dividia y que el cbaraban se hallaba suspendido en la punta de un enorme peñasco, unido por toscas tablas con otro semejante y entre los que mediaba gran distancia, y un abismo sin fondo era s ú b a s e ; temimos que el débil puente se hundiese con el peso del carro que nos conducía, y nos apeamos para no montar mas en él. «Acada momento sehaciamas y masásperala subida, mas y massalvage la naturaleza que nos rodeaba, mas negro el cielo, mas espesa la niebla, mas raro el a i r e , mas pobre la vegetación ; si levantábamos los ojos, descubríamos por un lado una masa inmensa de r o c a s , en cuya estension incomensurable solo se veían uno ó dos árnoles, destinados á separar con sus raices