Voto N°1689-10 - Poder

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VOTO N°1689-10
TRIBUNAL DE FAMILIA.- San José, a las siete horas con treinta minutos del siete
de diciembre del dos mil diez.
Proceso VIOLENCIA DOMÉSTICA establecido por K. […] contra K.A. […]. Conoce
este Tribunal del presente proceso en virtud del recurso de apelación interpuesto
por PRESUNTO AGRESOR contra la resolución dictada a las quince horas con
treinta minutos del veintisiete de octubre del dos mil diez por el Juzgado de
Violencia Doméstica de Puntarenas.
Redacta el JUEZ AMORETTI OROZCO:Y;
CONSIDERANDO:
I.- El apoderado del señor K.A. impugna la resolución n.° 1665-10, de las 15:30
horas del 27 de octubre pasado, mediante la cual el Juzgado contra Violencia
Doméstica"la Violencia Doméstica de Hatillo, San Sebastián y Alajuelita mantuvo
en vigencia las medidas de protección otorgadas en el auto inicial. Niega que su
representado haya agredido a la señora K., pues lo único que hizo fue lanzar uno
o dos objetos contra la pared, no contra ella, debido a su descaro al recibir
llamadas telefónicas de su amante en la casa que compartían. También la acusa
de haber faltado a la verdad al describir lo sucedido y resalta que, como no se
presentó a la audiencia de recepción de pruebas, desistió tácitamente de su
solicitud y no aportó prueba alguna que justifique la aplicación del principio in
dubio pro víctima. Por último, atribuye esa gestión al interés de su compañera
de sacarlo de la vivienda “(…) para meter en su lugar al que quiera (…)” y
lamenta que “(…) los jueces (sic) se están prestando para ello, al dar y prorrogar
medidas aunque no haya prueba y lo más delicado, aunque no llegue a la
audiencia.” (Folio 26).II.- Aunque su redacción no revela una técnica adecuada, se avala el
considerando primero del fallo recurrido debido a que, en el fondo, contiene las
aseveraciones fácticas que procede tener como acreditadas luego de valorar la
prueba recabada.III.- Descártese, en primer término, que la inasistencia de la gestionante a la
comparecencia tenga como consecuencia automática el levantamiento de las
medidas de protección, aunque sí constituya la pérdida de su oportunidad
procesal para aportar la prueba de cargo que estime pertinente y, por supuesto,
para dar cuenta de los detalles que rodearon los hechos denunciados (ver, en
igual sentido, el voto n.º 726-10 de las 7:50 horas del 2 de junio de 2010). De
igual modo, ha de desestimarse que esa omisión pueda ser interpretada como un
desestimiento tácito de la solicitud, pues, como lo ha reiterado este órgano, por
regla general ese instituto no se aplica en esta materia ya que, de hacerlo, se
obviaría la finalidad de la normativa vigente, así como las particulares
condiciones de vulnerabilización en las que pueden encontrarse quienes
reclaman la intervención jurisdiccional. En el voto n.º 1805-06, de las 8:45 horas
del 22 de noviembre de 2006 se expresó que “El principio dispositivo que
informa otras materias no es aplicable en la presente pues ha de sospecharse en
los casos que existe un desbalance de poder y una voluntad nula, y por ejemplo
si observamos, las etapas del ciclo de violencia doméstica (…), será típico de
casos de violencia doméstica que la solicitante quiera “quitar las medidas”
cuando se encuentre en la etapa de reconciliación, calma y cariño (tercera fase
del ciclo), donde la víctima se entiende culpable de la agresión que ha sufrido y
así la hace sentir el entorno. (…). Así que las características del fenómeno de
violencia doméstica desaconsejan admitir desistimientos y conciliaciones,
principio que se ha especificado en el artículo 155 del Código de la Niñez y la
Adolescencia y en las Reglas Prácticas giradas por la Corte Plena en la materia
en el año de mil novecientos noventa y nueve.” En el n .º 78-09, de las 8:55
horas del 13 de enero de 2009, se adujo que “No estamos en presencia de un
asunto de carácter dispositivo, donde los involucrados pueden decidir si las
medidas se mantienen o no, existe un interés público en acreditar o no los
hechos expuestos, y no que simplemente prevalezca la autonomía de la voluntad
de los involucrados, como ocurre en otro tipo de asuntos. Precisamente por ello
no es admisible el desistimiento, e incluso muchas veces se mantienen las
medidas aún en contra de la voluntad del solicitante manifestada en la
comparecencia de ley, porque tiene que protegérsele.” Por último, en el n.º
1103-10, de las 8:30 horas del 17 de agosto de 2010, señalamos que “(…) en este
tipo de asuntos, donde la prioridad es la protección de la vida y la integridad, en
sus distintas facetas, no es admisible ese tipo de peticiones, no estamos ante un
asunto
meramente
privado,
donde
prevalezca
libremente
el
principio
dispositivo, estamos ante un asunto de Orden Público, que debe ser llevado a
cabo incluso en contra de lo que a veces puede presentarse formalmente como la
"voluntad" de los involucrados, muchas veces las víctimas de violencia doméstica
no están en verdadera capacidad de expresar de manera libre y soberana su
voluntad.” (Ver, además, los votos n.os 518-06, de las 9:10 horas del 3 de mayo
de 2006; 1074-07, de las 8:40 horas del 13 de agosto de 2007; 639-08, de las 16
horas del 3 de abril de 2008; 221-09, de las 8:10 horas del 4 de febrero y 524-09,
de las 10:40 horas del 26 de marzo, ambos de 2009).IV.- A mayor abundamiento, conviene tener presente que, como lo apuntó la Sala
Segunda en el voto n.º 72-98, de las 8:40 horas del 7 de agosto de 1998,
reiterado en lo medular en el n.º 35-99, de las 15 horas del 8 de abril de 1999, “
La Ley en cuestión contiene tres principios que deben informar toda esta
materia: el de in dubio pro persona agredida, que no debe ser circunscrito a lo
meramente probatorio; el de informalismo, para garantizar la inmediatez de la
intervención protectora; y el que obliga a impedir su utilización en contra de los
intereses de la víctima (artículos 13, 8 y 1°). / (…) En la interpretación y en la
aplicación de la Ley contra la violencia doméstica ha de tenerse en consideración
que la materia a que se refiere constituye una violación de los derechos
humanos, concretamente, de los derechos a la vida, a la salud y a la integridad
física y psicológica de las personas agredidas. Se trata de un comportamiento
que puede provocar daños irreversibles a quienes lo viven en posición de
víctimas y que se manifiesta cíclicamente. Por esas razones, esa normativa tiene
una finalidad protectora, que prevalece sobre consideraciones de índole procesal
y les impone, a las autoridades jurisdiccionales y a las policiales, el deber de
intervenir de manera precautoria, inmediata y oportuna. Así se infiere de su
artículo 1°, en donde se establece lo siguiente "Esta ley regulará la aplicación de
las medidas de protección necesarias para garantizar la vida, integridad y
dignidad de las víctimas de la violencia doméstica". Consecuente con ese
propósito, la ley de comentario contempla un proceso sumarísimo para el
trámite de la solicitud de medidas de protección, que obliga a los jueces y a las
juezas a actuar con celeridad, sin cuestionamientos procesales cuyo efecto sea
postergar su intervención. En este sentido, el ordinal 10 estipula, de modo
claro, que "planteada la solicitud, la autoridad competente ordenará, de
inmediato, aplicar cualquiera de las medidas de protección solicitadas...", en
tanto que, el párrafo segundo del artículo 8 consigna lo siguiente: "Cuando
exista peligro inminente para la integridad física de las personas protegidas por
esta ley, de inmediato el juez dictará las medidas de protección pertinentes, a
fin de evitar que el daño se produzca o continúe produciéndose. En estos casos,
el cumplimiento de formalidades no se convertirá en impedimento para la
intervención oportuna". Esta normativa está reforzada por la Convención
Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer,
que forma parte de nuestro ordenamiento jurídico, con rango superior a la
legislación ordinaria, y que, textualmente, indica que: "Toda mujer tiene
derecho al reconocimiento, goce, ejercicio y protección de todos los derechos
humanos y a las libertades consagradas por los instrumentos regionales e
internacionales sobre derechos humanos. Estos derechos comprenden, entre
otros: (...) g. el derecho a un recurso sencillo y rápido ante los tribunales
competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos..." (Las
negritas no están en los originales). / (…) / Debe quedar claro, entonces, que,
ante una gestión amparada en la Ley contra la violencia doméstica, las
autoridades jurisdiccionales de Familia y las que actúan como tales por
ministerio de ley (Juzgados Contravencionales y de Menor Cuantía), deben
ordenar, de inmediato, las medidas de protección que procedan. Esa obligación
de actuar es impostergable en aras de hacer realidad la finalidad protectora de
la legislación y de evitar peligro a las víctimas.” En concordancia con esa tesis,
el numeral 12 de las Reglas prácticas de aplicación de la Ley contra Violencia
Doméstica"la Violencia Doméstica, emitidas por la Corte Plena (circular n.°
60-99, de 7 de setiembre de 1999, publicada en el Boletín Judicial n.° 186 del 24
de setiembre siguiente) veda la aplicación del desestimiento en casos como este
(ver, en igual sentido, los votos n.º 1254-05, de las 8:35 horas del 25 de agosto
de 2005 y 1451-09, de las 8:15 horas del 29 de setiembre de 2009).V.- Desde el punto de vista jurídico, la relación de pareja se fundamenta en
principios tales como la igualdad de derechos y deberes, la cooperación, el
mutuo auxilio y el respeto recíproco entre los cónyuges o convivientes (artículos
52 y 33 de la Constitución Política; 1, 2 y 16 de la Convención sobre la
eliminación de todas las formas de discriminación contra la Mujer; y 2, 11, 34 y
242 del Código de Familia). Esas previsiones legislativas se complementan con
otras de igual rango dentro de las cuales interesa destacar el derecho
—fundamental— de toda mujer a una vida libre de violencia, tanto en el ámbito
público como en el privado y la conceptualización amplia de esta, que incluye,
también, la psicológica y la patrimonial (numerales 40 de la Constitución
Política; 1, 2, 3, 4, 5 y 6 de la Convención interamericana para prevenir,
sancionar y erradicar la violencia contra la Mujer y 2 de la Ley contra la
violencia doméstica). El reconocimiento de ambos tipos de violencia y de su
incuestionable gravedad parten del cambio sustancial que han sufrido las
nociones relativas al trato que necesitamos y merecemos los seres humanos para
alcanzar nuestra autorealización, ya no solo por el Estado y sus agentes, sino
también —y principalmente— por aquellos con los que nos interrelacionamos en
nuestra cotidianidad. Los derechos humanos de las personas despojadas de poder
en la órbita familiar se visibilizan y recobran así su singular importancia, en tanto
pautas que deben transversar la interpretación y la aplicación de la normativa
vigente, por encima de prácticas ancestrales legitimadas por el sistema
autoritario de organización social imperante (ver, en igual sentido, los votos n.os
199-10, de las 7:40 horas del 4 de febrero; 699-10, de las 9 horas del 26 de mayo
y 724-10, de las 7:30 horas del 2 de junio, todos de 2010).VI.- En la especie, como acertadamente lo evidenció el señor juez de primera
instancia, el propio señor K.A. admitió que el pasado 26 de setiembre, en la
madrugada, él ingresó a la casa que compartía con la señora K., furioso y con
mucha rabia, le reclamó que tenía un amante, discutió con ella, despedazó
varias cosas y tiró la ropa. De previo, él estuvo llamándola al celular y, según
indicó, le contestó un hombre que le pidió dejarla en paz. También reconoció
que la escuchó solicitar auxilio policial y que los oficiales que acudieron a
atender ese llamado comentaron el desorden que encontraron en la vivienda (ver
acta de folio 9). Sin duda y por más que no haya lanzado los objetos contra ella,
ese cúmulo de acciones, cuya comisión no puede ahora desconocer, califica como
violencia psicológica y patrimonial en perjuicio de su pareja. Para nosotros, no
solo es clara la vocación perturbadora de sus actos, sino también su propósito de
“(…) degradar o controlar las acciones, comportamientos, creencias y decisiones
(…)” de su compañera “(…) por medio de intimidación, manipulación (…),
humillación, aislamiento o cualquier otra conducta que implique un perjuicio en
la salud psicológica, la autodeterminación o el desarrollo personal." [Inciso b)
del artículo 2 de la Ley contra la violencia doméstica]. Asimismo, no es
aventurado presumir que produjeron “(…) daño, pérdida (…), destrucción (…) de
objetos, instrumentos de trabajo, documentos personales, bienes, valores,
derechos o recursos económicos destinados a satisfacer las necesidades (…)"
[Inciso e) ibídem] de doña K.VII.- Estamos convencidos de que nada justifica la violencia y no cabe catalogar
como defensiva o reactiva la respuesta a una situación de posible infidelidad de
su compañera que, en todo caso, el señor K.A. no ha acreditado. De ahí que, por
más
que
socialmente
pudiese
legitimarse
el
enojo
que
pudo
haber
experimentado, no es factible considerar justificado que haya reaccionado como
lo hizo. Por más reprochable que pueda ser la conducta de ella, sus actos
resultan irreflexivos y desproporcionados y no puede ser avalados mediante un
pronunciamiento desestimatorio de la solicitud de medidas de protección. De ser
cierto su alegato, lo procedente sería que le ponga fin al vínculo, pero NUNCA
podría admitirse que emprenda acciones directas contra su pareja, como las que
reconoció haber realizado. Por consiguiente, aun cuando sea cierto que ella tiene
una relación con otro hombre y se sienta ofendido por ello, también lo es que su
reacción es ilegítima y califica perfectamente como violencia. Por ello, se torna
imperativa la intervención estatal y es procedente mantener en vigencia las
cautelas ordenadas, sin que tenga alguna trascendencia que ella pueda comenzar
una convivencia con otro sujeto en el otrora domicilio común (ver, en similar
sentido, el voto n.° 1257-10, de las 7:50 horas del 8 de setiembre de 2010).VIII.- Como corolario de lo expuesto, se debe desestimar, sin más, el recurso
formulado.POR TANTO:
Se confirma la resolución recurrida.OLGA MARTA MUÑOZ GONZÁLEZ
LUIS HÉCTOR AMORETTI OROZCO ALINNE SOLANO RAMÍREZ
mzs
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