CARENCIA DE MOLIBDENO EN MELONES E L cultivo del melón, de gran importancia en los secanos de la comarca de Cartaya, cubre anualmente una superficie de 500 hectáreas. Las condiciones características del clima y suelo de la comarca, a la vez que la gran escasez de tierra de regadío, han hecho que el cultivo del melón tenga gran tradición y sea habitual el que casi todos los labradores dediquen parte de sus explotaciones a esta planta. Como consecuencia de ello, uno de los principales ingresos debido a los cultivos de verano en secano proceden del melón. De todo esto se deduce la gran importancia que tiene para esta comarca el éxito de este cultivo. Normalmente el cultivo del melón se hace correctamente en la comarca; los inconvenientes más graves con los que ha tropezado hasta ahora han sido la elección de variedades (problema prácticamente ya solucionado) y el de la fertilización. La cada vez mayor dificultad para la obtención de estiércol y el creciente empleo de fertilizantes minerales han originado que se patentice, agrave y extienda un nuevo problema: la carencia de microelementos, por fortuna prácticamente resuelto. Creemos que esta carencia afecta prácticamente a todos los melones sembrados en la comarca, bien bajo la forma de subcarencia, con desarrollo y producciones bajas, o bajo la forma de carencia grave, con pérdida total del cultivo. A tenor de los resultados prácticos obtenidos con la pulverización foliar de molibda- to amónico, hemos identificado provisionalmente este accidente como carencia de molibdeno, aunque no se descarta la posibilidad de más complejas causas. El molibdeno es un elemento imprescindible para la utilización del nitrógeno por la planta. De no existir molibdeno en la concentración adecuada para cubrir las necesidades de la planta o encontrarse en forma no asimilables, la utilización del nitrógeno por la planta se ve imposibilitada con la inmediata aparición de clorosis, parada en la vegetación y, si la carencia es suficientemente grave, necrosis con muerte de la planta. La asimilación del molibdeno está condicionada al pH del suelo, siendo elemento cuya incorporación se dificulta con el incremento de la acidez del suelo. El desconocimiento de la causa de esta alteración y de su corrección ha originado serios problemas, primeramente una sensible disminución, en algunas localidades, de la superficie destinada a la siembra de este cultivo, y, por otra parte, en aquellas explotaciones dedicadas al cultivo del melón que se han visto afectadas gravemente por esta carencia, un aumento considerable del capítulo de gastos, con una serie de tratamientos fitosanitarios y fertilizantes adicionales, completamente inútiles. HECHOS OBSERVADOS En la práctica, esta Agencia ha comprobado, durante las campañas 1967-1968 y 19681969, que la carencia se presentaba tanto en suelos ácidos como neutros o básicos. Por 1 falto amónico para patatas (siembra que se perdió por las abundantes lluvias del año 1968-69) y a la que se incorporó estiércol en toda su extensión y que fue puesta de melones, la carencia apareció perfectamente marcada sólo en la zona que había sido fertilizada anteriormente con sulfato amónico. Si se utiliza exclusivamente sulfato amónico, la carencia, naturalmente, aparece siempre y en su forma más grave. En la comarca de esta Agencia, los tipos de suelos existentes son los siguientes: tierras rojas no calizas mediterráneas, tierras pardas meridionales, regosoles y suelos pardos rojizos. La carencia se presenta en todos ellos, habiéndose observado corno única distinción que parece tener menos gravedad y aparece con menos frecuencia en los suelos pardos rojizos más fuertes. DESCRIPCION DE LA CARENCIA Planta de melón «Tendral negro» con carencia de molibdeno. tanto, estimamos que la aparición de esta carencia, en esta comarca, puede estar causada por dos factores íntimamente ligados entre sí y que hay que tener en cuenta a la par, que son la escasez de molibdeno de estos suelos y, principalmente, la acidez de los mismos. Si se utiliza únicamente estiércol al fertilizar las tierras, generalmente no suele aparecer la carencia, lo cual atribuimos a que el estiércol aporta molibdeno en forma asimilable. En algunos casos, no obstante, a pesar del abonado con estiércol, aparece la carencia en forma grave (quizá por ser estiércol producido en suelos pobres en molibdeno). Sin embargo, la magnífica reacción de todos los melonares tratados con molibdeno demuestra que, aunque no se observen síntomas claros, la carencia afecta al cultivo bajo la forma de subcarencia. Si se utiliza estiércol y sulfato amónico mezclados, la carencia aparece siempre, lo que atribuimos a la acidificación producida por el sulfato amónico, que bloquea la asimilación del molibdeno. Este hecho ha sido demostrado repetidas veces durante el tiempo que la Agencia lleva trabajando en este problema, y es tan marcado que en una suerte de tierra, abonada la mitad con abundante sul2 La carencia, en su forma grave, presenta como primer síntoma una extraordinaria lentitud en el crecimiento de las plantas atacadas, el cual llega a veces a detenerse totalmente y se observa apenas nacidas. Este retraso en el desarrollo de las plantas no responde a abonados adicionales, excepto, naturalmente, a aquellos foliares que lleven molibdeno en concentración suficiente. Al mismo tiempo, se observa que el color de las hojas es ligeramente más pálido que el normal de las plantas no afectadas. A continuación, el color de estas hojas va siendo cada vez más pálido, hasta llegar a un amarillo marfil, casi blanco; ésta decoloración es más lenta en los nervios, que permanecen más tiempo verdes o con un verde menos pálido. Al mismo tiempo, el borde de las hojas empieza a rizarse; después comienzan a aparecer sobre el borde puntos de necrosis, que van extendiéndose hasta formar una estrecha orla necrótica de color tabaco rubio, paralela al borde, que va avanzando hasta que se produce la muerte de la planta. Estos síntomas le dan al melón un aspecto similar al que presenta cuando padece carencia de nitrógeno y potasio a la vez. La carencia suele presentarse en la parcela por zonas, rodales, bandas o matas aisladas y, aunque llegue a ocupar la totalidad de ella, generalmente quedan algunas plantas que presentan su color verde normal o casi normal. CORRECCION DE LA CARENCIA La carencia se corrige con pulverizaciones por vía foliar, con molibdato amónico, en dosis de 2 a 5 gramos por 100 litros de agua. En esta zona todos los tratamientos realizados en las dos últimas campañas se han hecho a dosis de 2 gr./Hl., lo que supone unos 2 a 4 gr./Ha., según tamaño de las plantas, y los resultados han sido espectaculares. La reacción de los melones al tratamiento es tan rápida, que al día siguiente se notan las plantas con más fuerza y las hojas más verdes; transcurrida una semana, las hojas están totalmente verdes y la planta ha crecido de forma espectacular. Cuando el tratamiento se ha hecho sobre plantas muy pequeñas, conviene repetirlo a los quince o veinte días; si se ha hecho sobre matas ya desarrolladas, no es necesario repetirlo. El tratamiento debe hacerse en cuanto se sospeche la existencia de la carencia. En nuestra zona la pulverización con molibdeno debe considerarse como una labor más de cultivo, realizándose el primer tratamiento cuando las plantas tienen 3 ó 4 hojas, antes de la primera poda, y repetirlo a los veinte días. Este tratamiento debe hacerse incluso si la carencia no se observa, pues, en experiencias realizadas en melones sembrados con estiércol y sin que se presentasen claros síntomas carenciales, hemos visto que el tratamiento ha vigorizado las plantas y éstas han producido más, ya que ha cuajado bien la segunda floración y su ciclo se ha alargado en más de un mes, respecto a los no tratados. CONCLUSIONES El tratamiento con molibdato amónico debe ser considerado como una labor de cultivo más, en esta zona, sobre todo considerando que el precio actual del molibdato amónico es alrededor de dos pesetas el gramo. Por experiencias realizadas en las dos últimas campañas, podemos afirmar que el melón se puede cultivar sin estiércol, siempre que desde el primer momento se corrija la carencia de molibdeno. Dado el costo y la eficacia de este tratamiento, nunca debe considerarse demasiado tarde para efectuar la corrección, por muy mal aspecto que presente el cultivo. Hojas de melón Tendral negro» mostrando diversos estados de significación de la carencia. OTRAS OBSERVACIONES Sobre pepinos y calabazas, hemos observado la carencia con características casi iguales que en el melón, y su respuesta al tratamiento, sobre todo en pepinos, ha sido tan espectacular o más que en el melón. Sobre coliflores, la carencia se presenta con síntomas como en el melón, excepto la decoloración, que no es uniforme, sino que aparece formando manchas irregulares que se extienden a toda la hoja; su corrección es también necesaria y sus resultados muy claros, aunque no tan espectaculares como en el melón. Tratamientos hechos sobre sandías y judías, que no presentaban síntomas de carencia, hicieron que las plantas mejorasen de aspecto sin ninguna otra consecuencia apreciable. Aun a pesar de ser ésta una zona donde existen abundantes plantaciones de naranjos y darse la carencia en melones plantados entre ellos, no hemos observado en ningún caso que se manifiesten los síntomas de carencia de molibdeno en naranjos. Lorenzo Cabezuelo Perea Manuel Verdier Martín 3