Descartes (1596-1649) (Basado en Hist. de la Filosofía. Belda y Carabante. Edit. Casals) El objetivo de Descartes fue reconstruir desde los cimientos el conjunto de la ciencia de su tiempo, convencido de que la filosofía escolástica -dominante en su tiempo-, y la ciencia sustentada en ella no eran seguras. Esa seguridad la encontró en el método matemático deductivo, que adaptó para sus fines. Según Descartes, todas las ciencias debían seguir el mismo método, constituyendo así el gran edificio del conocimiento, que, como si de un árbol se tratara, las raíces serían la Metafísica, el tronco sería la Física y las ramas serían las distintas ciencias, como la Medicina, la Mecánica y la Moral. El método y la duda metódica. La razón, según Descartes, es capaz, naturalmente, de conocer la verdad de manera segura, siempre que sea bien usada, para lo cual ha de seguir las reglas de un método, prescindir de los contenidos de la tradición y de la fe, y renunciar a las opiniones heredadas de sistemas filosóficos anteriores. "Por método -dice Descartes- entiendo [una serie de] reglas ciertas y fáciles, tales que todo aquel que las observe exactamente no tome nunca algo falso por verdadero, y, sin gasto alguno de esfuerzo mental, sino por incrementar su conocimiento paso a paso, llegue a una verdadera comprensión de todas aquellas cosas que no sobrepasen su capacidad" Estas capacidades son NATURALES, y se basan fundamentalmente en las operaciones siguientes: INTUICION Y DEDUCCION. INTUICION "...es la concepción libre de dudas, de una mente no nublada, que brota de la luz de la sola razón", mientras que DEDUCCION es "Toda inferencia necesaria a partir de otros hechos que son conocidos con certeza" REGLAS DEL MÉTODO: 1.- Regla de la EVIDENCIA: "Consistía el primero en no admitir jamás como verdadera cosa alguna sin conocer con evidencia que lo era; es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención y no comprender, en mis juicios, nada más que lo que se presente a mi espíritu tan clara y distintamente que no tuviese motivo alguno para ponerlo en duda. 2.- Regla del ANÁLISIS: Dividir cada una de las dificultades que tuviere que examinar en tantas partes como fuese posible y como pareciese requerir su mejor solución. 3.- Regla de SÍNTESIS o del ORDEN: "En conducir ordenadamente mis pensamientos, comenzando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, par ir ascendiendo podo a poco, como por grados, hasta el conocimiento de los más compuestos; y suponiendo un orden aún entre aquéllos que no se preceden naturalmente unos a otros. 4.- Regla de la ENUMERACIÓN: "Y el último [precepto], en hacer en todo enumeraciones tan completas y revisiones tan generales que estuviera seguro de no omitir nada". El uso de estas reglas, sobre todo de la primera, le condujo a poner en duda todo lo que hasta entonces había supuesto verdadero, en base a diversas razones: no podía confiar plenamente en los sentidos ni en el razonamiento porque alguna vez le habían engañado; además, no pudiendo distinguir la vigilia del sueño, no podía determinar si no era todo producto de un sueño, y, por último, al ser posible, pensable, la existencia de un genio maligno y engañador era posible también que siempre este genio me estuviera engañando, por muy firmemente que creyera algo. Esta duda no es escéptica, sino metódica. Consiste en dudar de todo aquello que no sea seguro, y tratar como falso todo aquello que sea dudoso. Sus características son: Es universal, metódica (consiste en una etapa preliminar de la investigación), provisional (lo dudoso se trata provisionalmente como falso, lo sea o no lo sea), teorética (porque no se extiende a la conducta, sino que mientras se mantiene en la duda metódica se siguen las normas de comportamiento usuales) y voluntaria. Cfr. Disc. Met. part. III.) La primera certeza: la existencia del yo Es la base de todo su edificio científico, y ha de partir de algo evidente, y lo encuentra en el cogito, ergo sum. En esto es imposible que me engañe, pues aunque me engañara, estaría pensando, y al aceptar que pienso evidentemente tengo que aceptar que existo. El pienso luego existo es una intuición, no una deducción, a pesar de su apariencia. Esta primera verdad indudable le conduce a preguntarse qué soy, concluyendo que soy una cosa que piensa, una sustancia pensante, una res cogitans, entendiendo por “pensar” todo aquello de lo que somos conscientes como operante en nosotros" (En “pensar” está incluido el entender, el querer, el dudar y el sentir, etc.) La existencia de Dios Descartes necesita demostrar la existencia de Dios para, basado en su bondad y en su poder, demostrar que existe el mundo corpóreo externo. Dios es una sustancia infinita, perfecta. Descartes demuestra su existencia con tres argumentos: como causa necesaria de que en mí, como idea innata, se halle la idea de Dios; como causa necesaria de que exista yo con la idea de Dios en mi; y el famoso argumento ontológico de S. Anselmo, que Descartes hace suyo. La existencia de las cosas corpóreas Las cosas materiales tienen como atributo la extensión, según tres dimensiones: longitud, anchura y profundidad. Los modos de ser de lo extenso son la figura y el movimiento. Descartes, siguiendo en esto a Galileo, reconoce que hay cualidades primarias de lo extenso (la figura y el movimiento), que son propiedades reales, mientras que el color, dureza, etc., son propiedades secundarias, subjetivas, el resultado en nosotros de afectarnos las cualidades primarias u objetivas. ¿Cómo sabemos que hay seres materiales? Porque estamos inclinados a creerlo así, informados por los sentidos, sentidos que nos ha dado Dios, que no es engañador, y no permitiría dotarnos con instrumentos de conocimiento engañosos. Las tres sustancias Sustancias son las cosas que existen de tal manera que no necesitan de ninguna otra para existir. Según Descartes, tenemos ideas claras y distintas de tres sustancias: Dios, yo y mundo. Los atributos o rasgos esenciales de cada una de ellas son infinitud, pensamiento y extensión, respectivamente. Los modos de ser son propiedades no esenciales, y pueden variar. Los modos de la extensión son figura, posición y movimiento, y los del pensamiento son amar, odiar, juzgar, imaginar, sentir, etc. El mecanicismo y el compuesto humano. La Física de Descartes es mecanicista, y todo ha de poder explicarse en términos de cantidad y movimiento local, sin incluir, para nada, principios internos de movimiento o reposo, ni fines. No reconoce que haya vacío en el Universo sin límites. Sólo reconoce el cambio local, y los demás quedan reducidos a éste. El movimiento del mundo se debe a un primer impulso dado por Dios, y el Universo conserva la cantidad de movimiento desde entonces. El Universo es concebido como una gran máquina, determinada por sus causas eficientes. En cuanto a los seres vivos, vegetales y animales, son puros cuerpos, extensión, y, por tanto, también mecanismos. El hombre es un compuesto de alma y cuerpo, dos sustancias que no se necesitan para existir; pero fundamentalmente es alma. Descartes, a pesar de reconocer la diferencia ontológica entre alma y cuerpo, admite cierta comunicación entre ellas a través de la glándula pineal, que introduce ciertos espíritus animales en la sangre para afectar al cuerpo, que es pensado como un puro mecanismo. El alma humana es inmortal y libre, porque los movimientos del cuerpo no determinan las decisiones del alma. La moral Aunque tenía el proyecto de elaborar una moral tan cierta como su metafísica y su física, Descartes no culminó nunca esa tarea. De lo único que disponemos es de una moral provisional, un conjunto de reglas útiles para regular nuestras vidas mientras no alcancemos reglas ciertas. Las reglas de la moral provisional son cuatro: 1.- Obedecer las leyes de mi país, conservando con firmeza la religión en la que Dios me ha concedido la gracia de ser instruido desde mi infancia y rigiéndome en todo lo demás según las opiniones más moderadas y más alejadas del exceso, que fuesen comúnmente admitidas en la práctica por los más sensatos” 2.- Se lo más firme y resuelto que pudiera en mis acciones y no seguir con menos constancia las opiniones más dudosas cuando me hubiera determinado una vez a ellas” 3.- Tratar siempre de vencerme a mí mismo más bien que a la fortuna, y de cambiar mis deseo antes que el orden del mundo; y generalmente de acostumbrarme a creer que no hay nada que esté enteramente en nuestro poder más que nuestros pensamientos” y 4.- Dedicar toda mi vida al cultivo de mi razón y progresar todo cuanto pudiera en el conocimiento de la verdad siguiendo el método que me había prescrito”. Evidentemente, estas reglas le valen a Descartes, pero no son universales. Sin embargo, lo más cercano a principios morales universales que Descartes nos dejó fueron: 1.- Creer que Dios existe, y que todo depende de Él, 2.- Que la naturaleza del lama es más noble que la del cuerpo y 3.- Que son preferibles los intereses del conjunto que los de los individuos particulares de una sociedad. Por otro lado, en Las pasiones del alma, Descartes nos recomienda no usar mal las pasiones, aunque no despreciarlas ni eliminarlas, señalando, además, que la mejor de las virtudes morales es la generosidad, entendida como el hábito de usar bien la voluntad, lo único que depende de nosotros.