PROGRAMAS Y ENSEÑANZA DEL DERECHO EN LA NUEVA GRANADA. 1774 a 1845. William Leguizamón Acosta. 1 [email protected] Quinientos años de historia ha cumplido el Derecho en América Latina, el mismo tiempo transcurrido a partir del descubrimiento y la conquista, abarcando el periodo colonial, la independencia y la República en el actual territorio Colombiano. El conocimiento de su desarrollo histórico no ha despertado hasta el momento ningún interés, y ha sido intrascendente, a pesar de encontrar allí las bases estructurales y filosóficas del sistema jurídico vigente. La misma actitud se percibe frente a la enseñanza del Derecho y al proceso de formación de los abogados colombianos, el cual sólo ha tenido relevancia en unos pocos trabajos adelantados por estudiantes extranjeros, y en estudios de investigación sobre la ”Historia de la Universidad del Rosario” a partir del año 2000. Es necesario aclarar, antes de continuar con este ensayo, que la mención de estos quinientos años de historia no sitúa el origen del derecho americano a partir del descubrimiento; sería una apreciación errónea y ajena a la realidad; pues, es evidente, que éste debe ser ubicado a partir del surgimiento de la ciencia jurídica, y, si la tesis de Theodore Plucknett, es aceptada, tuvo lugar en los tiempos de los siete Reyes de Roma. En consecuencia el derecho colombiano y el Latinoamericano en general, tienen un origen común que comienza mucho tiempo antes de conocer su propia historia. Sin embargo el problema del origen del Derecho americano no termina con este criterio, no se debe olvidar que antes de la llegada de los españoles, los pueblos aborígenes habían estructurado una cultura jurídica con adelantos importantes: Chibchas, Incas, Aztecas, Mayas, son ejemplos de esta afirmación. 1 Abogado. Especializado en Derecho Económico, Derecho Laboral y Derecho de los Negocios, Magíster en Historia, y actualmente Doctorante en Ciencias de la Educación. Historia de la Universidad Latinoamericana. de RUDECOLOMBIA Por otra parte, los programas curriculares para la enseñanza del Derecho y la formación de abogados en América Latina, se formalizaron a partir de premisas, que hasta el momento actual han sido poco analizadas, y a pesar de ello convertidas en dogmas fundamentales. ¿No es factible pensar, que la falta de un análisis histórico y serio en esta materia, ha llevado a desarrollar un ordenamiento jurídico y un sistema inadecuado, incoherente y alejado de la propia realidad nacional? Son numerosos los paradigmas que rigen la enseñanza del Derecho y que se reflejan en el desempeño profesional de la abogacía; valga como ejemplo lo siguiente: El derecho comparado, la jurisprudencia y la doctrina en general mantienen la hipótesis de una normatividad que proviene de la cultura jurídica de la civilización Romana, y que desde su llegada a América, se comparten todos sus principios y postulados fundamentales. ¿Es, esto cierto?¿Hasta qué grado es posible aceptar estas afirmaciones?. A pesar de las dudas, jamás se ha cuestionado. Conocer la historia del Derecho en América, y particularmente en Colombia, es una necesidad imperiosa, trabajo que debe ser emprendido desde todas las perspectivas y enfoques posibles, comenzando por el análisis de los programas de estudio seguidos en todos los tiempos, en especial los llevados a cabo durante la Colonia y los primeros de la República, ya que en este momento se encuentra la base del sistema jurídico actual. Los primeros abogados en América, fueron los juristas españoles, que emigraron previo cumplimiento de rigurosos y costosos trámites oficiales. Se trataba, según el concepto de varios analistas, de evitar la proliferación de los pleitos y conflictos que rodean el mundo de las leyes. Desde esta época se estigmatiza la profesión, que era vital para el desarrollo de la conquista y colonización. Desde los primeros años del siglo XVI, el Rey de España autoriza la fundación y funcionamiento de Universidades en Santo Domingo, México y Lima y de Colegios Mayores en otras regiones, incluido el de Santa Fe de Bogota que funciona desde 1651. En estas instituciones se impartían las enseñanzas de Derecho. Los programas de estudio del Derecho, bajo el predominio de la tradición jurídica española proveniente de las Universidades de Salamanca y Alcalá de Henares, fueron ajustados con todo su rigor, a las directrices de la Iglesia Católica, dentro de un marco teocéntrico “no sólo como forma dominante del conocimiento, sino como ordenador y jerarquizador de toda otra clase de saberes” 2 , Ceñidos a una metodología de estudio escolástica aristotélica, sistematizada a partir del silogismo, que no pretendía buscar la verdad, pues ésta ya había sido “revelada”. Simplemente era una manera de expresarla y de hacerla conocer. La carencia de textos para su estudio fue suplida por los dictados del maestro que eran registrados por sus estudiantes en cuadernos o “mamotretos”, que serían la base para su posterior memorización. “Año tras año durante un largo período, la misma “lectio”, la misma “dictio”, unas veces a partir de un texto impreso que el maestro lector poseía, muchas otras a partir de un cuaderno manuscrito que un estudiante había copiado, sin variaciones mayores frente al texto original, si dejamos de lado los posibles lapsos y otras erratas menores. 3 ” El plan de estudio durante la Colonia contenía tres componentes básicos: a. Derecho Romano o Justinianeo, en Leyes. (Digesto y Códigos) b. Derecho Canónico Pontificio. Cánones. (Decreto y Decretales) c. Las interpretaciones de escuela, en Teología. (con los libros del maestro de las sentencias) El programa curricular para la enseñanza del Derecho era un asunto de vital importancia para la Corona, y por ello fue objeto de permanentes “reformas” en España, que de inmediato, ampliaban sus efectos en las colonias americanas. Se conocen innumerables reformas, como las de: Zúñiga en 1538, 2 3 Galdes y Gilimón en 1594, la recopilación de los QUEVEDO, Emilio; DUQUE, Camilo; Historia de la Cátedra de Medicina 1653.1866, Pág. 28. SILVA, Renan; Saber, cultura y sociedad en el Nuevo Reino de Granada, p. 123. estatutos salmantinos de 1625 y las de Carlos III en 1771. Las cuales, en esencia, no podrían ser consideradas como tales, pues simplemente se limitaron a incluir o retirar cátedras del plan de estudios, sin un análisis previo hecho con rigor académico. 4 Se mantuvo bajo el teocentrismo ideológico que partía de una premisa fundamental; “Todo el conocimiento proviene de Dios”. Este paradigma, impreso durante la Colonia en el nuevo Reino de Granada, se mantuvo intacto en la República, a pesar de la independencia y de los cambios estructurales afianzados con el positivismo jurídico. El método escolástico fue mantenido para la enseñanza del derecho y no bastaron las reformas del plan de estudios propuestas por el Fiscal Moreno y Escandón en 1774, ni la fuerza del pensamiento ilustrado, ni la expulsión de la compañía de Jesús de las tierras americanas, para modificarlo. Tampoco podría hacerlo la reforma de Francisco de Paula Santander, en los primeros años de la República, cuando trató de establecer un modelo de enseñanza del Derecho basado en los postulados del pensamiento utilitarista de Jeremías Bentham. Nos preguntamos continuamente, si fue posible el ingreso de los principios de la ilustración a la Nueva Granada en el campo del Derecho; Y, la respuesta siempre ha estado reflejada en los programas y planes de estudio: No, y la razón es fácil de determinar, ya que no es posible encontrar referencias de modernización en estos programas. El estudio del Derecho iba por un lado y el ejercicio profesional, frente a la realidad social, iba por otro. Se encuentran constancias de una gran influencia ejercida por los abogados durante la Colonia, en el desarrollo de la gesta de independencia y en la formación de la nueva República, con evidentes muestras de la “Ilustración”, pero esta presencia fue obtenida por otras circunstancias diferentes, ajenas al proceso de enseñanza del Derecho. 4 Por reforma se debe entender, l como a reestructuración integral y la reestructuración institucional, en donde se producen modificaciones radicales en cuanto a la estructura del programa y de la administración a partir del estudio sistemático de las nuevas necesidades académicas y científicas del entorno social. Las demás vendrían a ser simples cambios de asignaturas. De tal manera que siempre se ha venido abusando del término “reforma”. Unos programas de estudio, diseñados rigurosamente bajo el dogmatismo fundamentalista de la iglesia católica, que ejercía un poder monopólico en todo el proceso educativo, hacían que sus principios prevalecieran sobre la propia legislación española y de Indias, situación que no cambiaría mucho después de la independencia. Si se limita el estudio, al proceso llevado a acabo por el Derecho Indiano, podemos concluir que éste fue elaborado de manera progresiva a partir de las instituciones creadas por las Bulas Pontificias; de ellas se inspirarían las leyes posteriores promulgadas por los monarcas españoles o por las autoridades coloniales. 5 La misma situación se encuentra al analizar el paso del iusnaturalismo al positivismo jurídico, consolidado durante el medioevo en Europa, ya que fue un hecho inevitable para la legislación española y la colonial; proceso acelerado en buena medida por la ilustración y acentuado en la República de la Nueva Granada desde la primera mitad del siglo XIX. En este sentido se podría pensar en una fuerte influencia de la ilustración en el Derecho, no viable en realidad, por la ingerencia de la iglesia católica, que desconoció el evidente desarrollo tecnológico y científico alcanzado por la humanidad en todos los campos del saber. Enseñanza del Derecho en Europa medieval. Examinemos aspectos de la evolución del derecho y algunos elementos de la enseñanza del Derecho en Europa: Irnerio, Graciano, Odofredus, Ubaldo, Pepone, Rústicus, Bartolo de Sassoferrato y los demás glosadores y postglosadores, de los siglos XI y XII, provocaron el renacimiento del Derecho Romano, éste se propagó por Europa y entró a formar parte del Derecho Español en el siglo XIII. 6 Pasaría después como fundamento del Derecho Indiano a las colonias americanas desde el siglo XVI. 5 En este sentido se pronuncian varios autores, de los cuales menciono los siguientes: ZORRAQUIN, Ricardo; Estudios de Historia del Derecho, II, 1990. GARCÍA GALLO, Alfonso; Metodología de la Historia del Derecho Indiano, 1990. OTS CAPDEQUI, Jose María; Manual de Historia del Derecho español en las Indias y del derecho propiamente indiano, 1942. 6 Ver, JARAMILLO, Carlos Ignacio; El renacimiento de la Cultura Jurídica, Bogotá. 2004. De inmediato surge la inquietud ¿los principios del viejo Derecho Romano, desde el arcaico, al helenístico y del clásico al burocrático, distinguiendo al Derecho Republicano y el Imperial, son los mismos que se impusieron en España y América?. La historia no se ha encargado de responderla, pero al examinar el entorno sociocultural, religioso económico y político de cada momento histórico, es evidente que no. Los romanos legislaron para ellos, en su propio contexto, posteriormente Justiniano sistematizó la información jurídica romana y le imprimió el sello adecuado a su propio momento histórico, diferente al anterior. Es claro, que ni los romanos ni Justiniano, estaban pensando en una legislación y en un derecho que traspasara las fronteras del tiempo, muchos siglos después, y menos que fuera aplicado en un territorio del cual desconocían su existencia. “El derecho romano clásico como un conjunto ordenado de principios y reglas es en gran medida un mito moderno. La idea de los juristas romanos creando un sistema geométricamente ordenado del derecho, como se pensó al derecho romano clásico por los juristas humanistas del siglo XVI y los jusnaturalistas posteriores no han sobrevivido a la investigación histórica sobre el derecho romano”. 7 En Roma no existió una escuela formal del Derecho como la conocemos hoy, su formación se basó en la “prudencia” para emitir conceptos de trascendencia jurídica. Las primeras opiniones provenían de los “Pontífices Máximos”, personas de “”alta estima social y con un saber práctico”; es decir, prudentes en el sentido propio del término. Después, sus opiniones y los rituales característicos adoptados en los juicios, fueron elaborados por escrito, dando lugar a los primeros registros normativos del Derecho sustantivo y procesal. De ellos, nacería la jurisprudencia y la acción de los jurisconsultos. (Jurisconsulti o jurisprudenti), y tiempo después aparecería la doctrina jurídica. 7 PEREA, PERDOMO, Rogelio; Los abogados de América Latina. Una introducción histórica. En conferencia dictada en la Universidad Diego Portales de Chile en agosto de 2000. Los abogados en Roma, advocati o causandici, eran diferentes a los jurisconsultos, asistían a otras personas en los juicios públicos y para hacerlo no necesitaban una formación profunda, bastaba el simple conocimiento y rudimentario de las normas. La única exigencia era el buen manejo de la oratoria y la retórica, básicos para la defensa de sus casos. Al principio, los jóvenes recibían clases en la propia casa del jurista, y compartía su vida familiar mientras se dedicaba a escuchar los análisis y estudios de cada caso en particular. El primer profesor de derecho que se conoce bajo este sistema de enseñanza fue Gaio, quien en el siglo II de la actual era, escribió las “Institutas” o instituciones del derecho, diseñado como texto apropiado para adelantar su enseñanza. Con el tiempo, la enseñanza del Derecho amplió su marco y se le imprimió un sello de creatividad, basado en el estudio y la discusión organizada de las opiniones de los jurisconsultos, de allí surgieron escuelas con diferentes puntos de vista y conceptos encontrados, que contribuyeron al enriquecimiento teórico del derecho. Con este método surgieron las escuelas de los sabinianos y los proculianos. Justiniano, mediante el trabajo adelantado por Triboniano, contribuyó de manera importante en la enseñanza del Derecho. Interpoló opiniones, y las acompañó de una producción legislativa ad hoc y de allí obtuvo el Digesto. Recopiló la información jurídica en las “Compilaciones” y además formó un código con sus propias leyes. “Las novelas” y las “Institutas,” y, a todo este conjunto normativo se le dio el nombre de “Corpus Iuris Civilis”, el cual determinó un modelo didáctico para la enseñanza del derecho, que fue la base de la formación de los abogados del medioevo durante el siglo XI y XII. Primero en Bologna, “Cuna del Derecho europeo”, después en la Universidad de Paris y posteriormente llegó a España con la mediación de la Universidad de Salamanca, al transcurrir el siglo XIII, y se consolida en América a partir de la conquista en el siglo XVI. “(...) pero ellos comprendieron (Tribuniano y sus colaboradores) que lo que la historia llamaría el corpus iuris civiles, no era una 8 simple compilación, sino una profunda reforma del Derecho. Había operado una síntesis de la tradición clásica, de la legislación postclásica, de la práctica y de las concepciones de la escuela de Oriente, y ésta síntesis formaba una trama completamente nueva a la que el derecho positivo se encontraba anudado de ahora en adelante.” El renacimiento del Derecho en la Universidad de Bolonia, implicó nuevas responsabilidades en el papel del profesor, debía entender y conocer a fondo las confusas y difíciles obras del Corpus Iuris Civiles e interpretar los postulados filosóficos de Aristóteles, en su concepción relacionada con el Derecho Divino, la fuente de la inspiración normativa de la época. Sólo así quedaba habilitado para explicarle a sus estudiantes la verdad revelada y como complemento del proceso, éste era adelantado en la lengua original del texto; el latín, en cuyo caso debía ser aprendido previamente tanto por el maestro como por los estudiantes. Se dictaba el texto con una lectura cuidadosa y el profesor hacía los comentarios del caso. Los alumnos, que podían hacerlo, copiaban en cuadernos lo dictado, para facilitar su posterior memorización, al pie de la letra, base de los rigurosos exámenes que debían presentar. Las cuestiones dudosas y de interpretación quedaban a cargo del maestro. En la noche, se discutían los casos dispuestos por el profesor con antelación. El descubrimiento de América produjo en el mundo jurídico una revolución conceptual que enfrentó a los juristas más notables; a los seguidores del pensamiento aristotélico románico, con los defensores de las tesis modernistas del individualismo racionalista en sustitución de Dios como la fuente inspiradora de las normas jurídicas. Vitoria, Cujas, Budé, Bodino, Althusius y Domat, se empeñaron en ajustar las normas del Digesto en su “orden natural” ordenadas conforme a “un modelo geométrico de la 8 CANNATA, Carlo Augusto; Historia de la ciencia jurídica europea, 1996, Pág. 125 razón”.. Grocio, Heineccius, Vinnius, Thomasius y Wolf, se encasillaron en los postulados de la escuela del derecho natural. Bajo estas tendencias los programas de estudio del derecho europeo del siglo XVIII deben incorporar temas relacionados con el derecho natural, desde la nueva perspectiva del racionalismo, así mismo amplió el marco jurídico hacia el derecho patrio o nacional y se reforzó la enseñanza de la filosofía moral. En esta oportunidad se dejó de lado la vieja ley natural, el derecho público y el internacional. La enseñanza del Derecho en América. En América, el Derecho comenzó a adquirir su estructura formal con las denominadas “Capitulaciones”, contratos suscritos por los conquistadores y emigrantes con la Corona española, con la cual adquirían obligaciones y deberes, pero vinculados jurídicamente al monarca y sometidos a su voluntad. Posteriormente se le daría traslado a la legislación de Castilla, 9 la única autorizada para regir en América con la cual se le daría cuerpo a las instituciones del Derecho Indiano, también regidas por los principios del realismo jurídico aristotélico Con una confusa legislación, producto de múltiples codificaciones, adelantas de manera desordenada e incoherente, se lleva a cabo en ese tiempo, la enseñanza del Derecho en las universidades y colegios mayores de la Colonia, por lo tanto, se produce la tendencia a preferir el estudio de las normas complementarias promulgadas por las autoridades de Indias, más acorde a las necesidades del medio americano, dándole sentido al Derecho Indiano. La educación superior durante la Colonia, estaba reservada a las familias de origen español. “Para los limpios de sangre”, y esta condición sólo le permitía el acceso a la elite privilegiada que contara con suficientes recursos económicos. Se prohibió el estudio del Derecho a las mujeres, a los ciegos, sordos, pródigos o enjuiciados por adulterio, también a los 9 la cual comprendía las múltiples recopilaciones y codificaciones de leyes, como las de: Toro de 1306; las siete partidas, las recopilaciones de la legislación de Indias, entre muchas otras. condenados o juzgados por traición, por homicidio u otro delito de igual gravedad, así como a los lidiadores de bestias bravas por un precio. El programa curricular comprendía estudios elementales de gramática latina y de retórica, seguían los aspectos generales de filosofía y matemáticas y con ellos el estudiante recibía el título de “Bachiller en Artes”. Una vez aprobado este nivel, continuaba por seis años más, con las cátedras jurídicas para obtener el título de “Bachiller en Derecho”, y quedaban habilitados para ejercer la profesión de abogado, en actividades particulares o en las instituciones oficiales del Virreinato.. A partir de este momento se podía aspirar a los títulos de licenciados o de Doctor en Derecho. En el caso de las universidades y colegios mayores de Santa fe de Bogotá, los alumnos podían optar por los grados en Leyes o en Cánones, o en ambos derechos, si querían hacerlo. Eran seis las cátedras jurídicas obligatorias, bajo la influencia de los programas de la Universidad de Salamanca. Las tres primeras dedicadas al Derecho Romano, relacionados con el Corpus Iuris Civilis: Las Institutas, Vísperas de Leyes, (Códigos) y Prima de leyes (Digesto o Pandectas) Y, las tres asignaturas restantes para el Derecho Canónico: Los tres grandes textos canónicos Del Decreto y Las decretales. En la década de 1770 se buscó la reforma de la enseñanza del Derecho y reducir el poder de la Iglesia, con el proyecto del “Plan de estudios de Moreno y Escandón”, que además trató de oficializar la educación superior. Al respecto, escribía lo siguiente, el Fiscal Moreno, en una de las cartas enviadas a la Junta de estudios: “(...) No hay orden, ni método en los estudios de los colegios y conventos, pues sólo se manejan “autores triviales” de la escuela peripatética. Esta universidad no debe confiarse a los religiosos. Lo primero, porque no les es propio ni decente, y les está prohibido. En una universidad se deben enseñar muchas ciencias que les están prohibidas a los eclesiásticos y más a los religiosos, para que no se mezclen en los negocios mundanos. Además no es propio ni decente para los regulares ocuparse en asuntos como la seguridad de las rentas, el pago de los empleados, y otros que trae, una obra de tanta magnitud como la universidad.” Propuso el estudio del derecho civil, basado en los comentarios de Amoldo Vinicio, en las notas de Heinnecio y en la “instituta de Torres”, acordes al Derecho Patrio y para completar el programa se continuaría con las cátedras de derecho Canónico ordenadas por la Cédula Real de 1771. El nuevo Plan de estudios, tuvo una vigencia de apenas cinco años, pues pudo más la interferencia de la Iglesia y el poder de los Colegios santafereños. Además, al interior del gobierno local se produjeron serias discusiones por la incorporación del Derecho Patrio en razón de las relaciones con la legislación y el papel del gobierno en cumplimiento de sus deberes y obligaciones ante los súbditos. La reacción provocó una nueva reforma en cabeza de la junta de estudios encabezada por el Virrey José de Ezpeleta, y lo cambian nuevamente para incorporar “materias menos candentes”, como las leyes de contratación y de herencia 10 , y se restituyó el programa anterior a la reforma de Moreno y Escandón. En 1784, el Virrey Caballero y Góngora, propuso una nueva reforma y planteó la necesidad de ajustar el tiempo a seis años de trabajo 10 YOUNG, John L. (1994) La Reforma universitaria de la Nueva Granada, 1820-1850, Pág. 35 académico, de los cuales, cuatro años y medio estarían dedicados al estudio de: las “Leyes del Reino”, al Derecho Canónico y al Derecho Civil y el tiempo restante para asistir a conferencias semanales. Mientras tanto en España, la enseñanza de la “Ley Natural” se había convertido en la base de serios conflictos políticos, para 1790, éstos se veían reflejados en las colonias americanas, lo cual obligó al Rey a suprimirla del currículo junto con las normas del Derecho Público e Internacional. El siglo XVIII, se caracteriza por la tendencia a producir continuas reformas en los programas de estudio del Derecho, por un tiempo se le daba mayor importancia al Derecho Real, dedicado al examen minucioso de sus principios inspiradores y se dejaba por fuera cualquier explicación del derecho, en otros se cambiaba el orden. Igualmente, el antiguo Digesto, o Corpus Iuris Civile, caracterizado por el desorden y el ancestral manejo de la casuística, fue disminuyendo en importancia y poco a poco reemplazado por la “Legislación Patria” Tendencia, que se trasladó a las universidades y colegios mayores en América. En la Nueva Granda, el método de estudio continuaba cimentado por los postulados de la enseñanza española: Lectura detenida y el dictado de los textos admitidos. Explicaciones y comentarios. Disputas y controversias, sobre temas de derecho. Argumentación a favor o en contra, en relación con el tema adelantado por el profesor. Determinación (Determinatio) por parte del profesor, de los aspectos oscuros o controversiales Memorización como eje central del aprendizaje. 11 : 11 Existe consenso generalizado sobre las cátedras de enseñanza del derecho y en lo relacionado con el método de estudio, por parte de los tratadistas, dedicados a la historia de estos estudios. El Derecho durante la Colonia, basó su importancia en las concepciones de justicia, miradas desde la perspectiva de la virtud, con referencia al principio “de lo que a cada uno le corresponde”. Y, como era lógico, determinado para el mantenimiento de una posición determinada al interior de los estamentos sociales, en especial con el poder atribuido a los particulares y a los funcionarios públicos. Los abogados, en este contexto, y por razón de su estudio, eran poseedores de una condición superior, que los ubicaba en las más altas esferas de la comunidad, aspecto que explica la gran influencia y el papel que cumplieron durante la independencia y los años subsiguientes. Lideraron el cabildo y las audiencias, participaron en la elaboración de los documentos durante la independencia, difundieron los principios y las ideas de la ilustración y finalmente participaron en la elaboración de las Constituciones Políticas y en las Leyes básicas de las nacientes naciones. En cuanto a las ideas ilustradas, el conocimiento de los principios de libertad y el desarrollo de los derechos del hombre, se puede decir claramente, que éstas no tuvieron su origen en la academia. Las instituciones de educación superior estaban aferradas a los tradicionales métodos escolásticos de enseñanza, dentro de los principios teocéntricos exigidos por la Iglesia Católica. El nuevo conocimiento fue logrado por fuera de las universidades, en las denominadas tertulias y por el trabajo de grupos literarios, en la investigación individualizada realizada en las bibliotecas particulares de altos funcionarios del Gobierno, en las actividades desplegadas por la masonería, y de manera especial por la influencia del trabajo científico de José Celestino Mutis durante la expedición botánica. En estos niveles se preparó la elite santafereña, y en los mismos, se tomó conciencia en la necesidad de buscar la independencia de España. La tertulia presidida por Antonio Nariño era más audaz, más contundente, más “conspirativa”, más “librepensadora” tanto por el perfil ideológico de sus integrantes, como por el tipo de tema que allí se ventilaban. Todo indica que sus integrantes gustaban de pronunciarse, celebrar y adherirse, a “puerta cerrada”, a las bondades de la Francia revolucionaria, y en igual tono a todo el ámbito de libertades públicas conquistadas por la Constitución de Filadelfia. 12 La elite neogranadina buscaba acabar con el monopolio del comercio internacional, en cabeza de los peninsulares y la inclusión en los principales cargos burocráticos, de los cuales habían sido desplazados por las reformas borbónicas. El doble juego trascendió y los encausó hacia un pensamiento más revolucionario, aunque una gran parte de los abogados quería que la monarquía continuara. Con este juego de intereses, se da inicio a una disputa de hegemonías, que posteriormente la fuerza de los hechos transforma en independentista y los lleva a la formulación de un nuevo Estado, que en realidad no se proponían crear. 13 El derecho en los primeros años de la era Republicana. Cada uno de los Estados, una vez alcanzada la Independencia, se encontró con el problema de formalizar su propio ordenamiento político y jurídico. La falta de experiencia y el escaso conocimiento del pueblo en materias de Estado, llevó a los abogados, tal vez los más preparados en la Nueva Granada, a ejercer un importante papel, aspecto que se ve reflejado en la proliferación de constituciones y de leyes promulgadas en un corto periodo que buscaba corregir el caos producido por la guerra y el cambio de las estructuras coloniales. El ordenamiento jurídico fue adaptado a partir de las ideas políticas de la ilustración, la influencia del liberalismo filosófico y de la corriente civilista de la codificación francesa de 1805, así como de los principios de la división del poder de Montesquieu, la formula presidencialista de la revolución norteamericana, y el desarrollo de la democracia. Con ellos se 12 ORTIZ RODRÍGUEZ, Álvaro Pablo; 2003, Reformas Borbónicas, Mutis catedrático, Discípulos y corrientes ilustradas. Pág. 79. 13 Sobre este aspecto varias teorías, a partir de Vallenille Lanz, le han dado curso a un pensamiento, en donde se considera más coherente el enfoque del conflicto de la independencia, desde la perspectiva de una guerra civil, que enfrentó a los partidarios de continuar con la monarquía española con otros opositores dedicados a establecer un nuevo sistema político autónomo e independiente de España le dio trámite a la organización del Estado, y entraría una nueva era para la implementación de programas académicos, en la enseñanza del Derecho. La ilustración aporta una nueva concepción para el examen de los problemas sociales y en materia jurídica modifica la vieja formula regalista en la formulación de las leyes, la cual sitúa alrededor de la racionalización de sus principios fundamentales. Sin embargo continua la tendencia en la concepción tradicional de las leyes, dispuestas como el paradigma ideal que siempre soluciona y corrige los problemas de la comunidad. Los postulados de la ley natural, dejarían a un lado sus fundamentos tomistas en la enseñanza del Derecho y se le daría fortaleza a las materias que “iban mejor con las circunstancias del país y con los tiempos”, siguiendo el curso propuesto por el Virrey Ezpeleta desde 1796 14 . Sin embargo no podemos decir con certeza cómo se desarrolló la educación del derecho y la formación de abogados durante el periodo de independencia y los primeros años de la República. En el transcurso del siglo XIX, se producen numerosas propuestas de codificación de normas jurídicas, con la intención de corregir los vicios de la ineficiente legislación española, basada en recopilaciones incoherentes de legislación, por lo general obsoleta y alejada de la realidad imperante. Pero este proceso no sería fácil de adelantar, por las tendencias caprichosas de los caudillos militares y el personalismo político, interesados, más, en dejar por fuera al contrincante de turno, que examinar el beneficio general de la Nación. La Constitución política y las leyes cambiaban de acuerdo con el gobernante de turno o del militar triunfante en las múltiples guerras civiles que envolvieron al país en el caos institucional a lo largo del siglo. Por épocas se impone el centralismo, en otras el federalismo, después aparecen las luchas entre liberales y conservadores. Y, en materia de ideología jurídica se pasa del teocentrismo al antropocentrismo y del derecho natural del derecho divino al positivismo de las leyes, aunque se 14 JOHN LANE YOUNG; La reforma universitaria de la Nueva Granada, 1820-1850, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1994. mantiene el poder hegemónico de la Iglesia Católica. Los conservadores continúan inspirados en la codificación tradicional del derecho romano, poco interesados en modificar su contenido, mientras que la concepción liberal buscaba el cambio institucional para su adaptación a una sociedad cambiante y modernizada. La codificación del Derecho Civil, inspirada en la legislación francesa, conformada por una estructura normativa de reglas fundamentales en la aplicación e interpretación del derecho, regula las personas, la familia, la propiedad y los contratos. Pero se mantiene sujeta a las imposiciones dogmáticas de la iglesia católica, que no podía permitir que le quitaran los ancestrales privilegios en el control de la familia: los nacimientos, el matrimonio y muerte de las personas. La curia continuó con facultades para decidir sobre toda clase de conflictos, atendidos en sus propios tribunales. Mantuvo el poder en el manejo de la propiedad a perpetuidad y en aspectos financieros por medio de los censos, de igual manera permaneció con el control de la educación en todos los niveles. La enseñanza del Derecho quedó sumida en medio de la controversia entre el poder del Estado y de la Iglesia. Su estudio se ubicó bajo la concepción de principios liberales, determinados por las diferentes constituciones, pero sujetos al determinismo ideológico de la fe cristiana, se buscaba el ascenso del hombre en el contexto social, pero al mismo tiempo se le impregnaba con un criterio confesional dogmático y teocéntrico. Es decir, con unos principios liberales encadenados a la tradición religiosa, con la educación por un lado y la realidad por otro. La elite hegemónica, bajo el poder de la iglesia, vería peligrosa la formación de los abogados, de donde saldrían los cuadros políticos y administrativos del futuro. Por tal razón, desde la fundación de la República, se ejerce un estricto control en los programas y planes de estudio del Derecho, dispuestos siempre bajo la tutela de un Estado, acomodado a principios fundamentalistas y dogmáticos. En 1826, Francisco de Paula Santander, basado en la “ley sobre organización de la instrucción pública” determinó el plan de estudios de Derecho, con las siguientes asignaturas, que serían adelantadas en un lapso de seis años. Legislación Universal. Derecho Constitucional. Ciencia Administrativa y estadística. Derecho Civil Romano y patrio. Derecho público eclesiástico (Canónico) Economía política y Estadística de Colombia. Derecho Internacional. 15 Sus estudiantes debían obtener previamente el grado de “Bachiller en Filosofía”, en donde se incluía la enseñanza del Derecho Natural, vinculado al pensamiento racionalista de la época, desde la perspectiva católica. Los principios utilitaristas de Bentham, fueron la base para el proyecto de Santander el cual produjo grandes controversias. Posteriormente a raíz del atentado a Bolívar en 1828, este plan de estudios es modificado y se regresa al programa curricular tradicional con la expresa prohibición de enseñar el pensamiento de Bentham. En 1830, con la muerte del libertador, es restablecido nuevamente, pero retirado otra vez en 1840, con la muerte de Santander. El capricho de los caudillos se imponía en la enseñanza del Derecho. En 1842, bajo el liderazgo de Ospina Rodríguez, se impone otra reforma a los programas de estudio del Derecho, se eliminan las asignaturas “peligrosas” para los estudiantes que después dirigirían la administración pública. En este caso, la legislación universal, el derecho constitucional y el conocimiento de la ciencia administrativa son cambiadas por materias prácticas en la enseñanza jurídica; como el derecho comercial y los 15 PEREA PERDOMO, Ob. cit. Pág. 81-86 procedimientos civil y penal y se mantienen las cátedras de Derecho Romano y Economía Política, consideradas útiles en este proceso. El objetivo inicial de estos programas era la formación de juristas para la administración pública, pero con la reforma de 1842 se abren otros destinos para los abogados, con la inclusión del litigio particular ante los juzgados y tribunales de justicia. Se cambiaba entonces el criterio, vigente desde la colonia, de unas universidades dedicadas exclusivamente a preparar sacerdotes y funcionarios del Estado. 16 En conclusión la enseñanza del Derecho durante el siglo XIX se caracteriza por la ingerencia de la Iglesia Católica, la influencia de los grupos hegemónicos en el poder, el capricho de los caudillos militares y por las condiciones de inestabilidad conceptual, sin ninguna autonomía académica 17 . La exclusión fue la constante todo el tiempo, en consecuencia nos encontramos con programas de Derecho vinculados en torno al poder político y a un sistema normativo poco interesado en la búsqueda de la justicia, ajustado en leyes siempre dispuestas a favor del régimen hegemónico imperante. Razón que conduce a la elite neogranadina y colombiana a los estudios superiores de Derecho, que continúa convertida en una especie de credencial, dispuesta a favor de los grupos de poder y de la política. Bibliografía. BOHMER, Martín; (Compilador) La enseñanza del Derecho y el ejercicio de la abogacía, Barcelona, España, Editorial Gedisa, 1999. CANNATA, Carlo Augusto; Historia de la Ciencia Jurídica, Europea, Madrid, Tecnos, 1996. GAITÁN BOHÓRQUEZ, Julio; Huestes de Estado, la formación universitaria de los juristas en los comienzos del Estado Colombiano, Bogotá, Centro editorial Universidad del Rosario, 2002. 16 GÓNGORA, Mario; Historia de las ideas en América Española y otros ensayos. Medellín, Universidad de Antioquia, 2003. Pág. 162-167 17 Por autonomía se debe entender, en términos generales, como la ausencia de intervención del Estado en la administración financiera, académica y científica de la Universidad. JARAMILLO, J., Carlos Ignacio; El Renacimiento de la Cultura Jurídica, Bogotá, Pontifica Universidad Javeriana, TEMIS, 2004. ORTIZ RODRÍGUEZ, Alvaro Pablo; Reformas Borbónicas. Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816, Bogotá, Centro Editorial Universidad del Rosario, 2003. QUEVEDO, Emilio; DUQUE, Camilo; Historia de la Cátedra de Medicina. 1653-1865, Bogotá, Centro editorial Universidad del Rosario, 2002. SILVA, Renan; Saber, Cultura y Sociedad, en el Nuevo Reino de Granada. Siglos XVII y XVIII, Bogotá, s, e. URIBE ÁNGEL, Jorge Tomás; Historia de la enseñanza en el Colegio Mayor del Rosario, 1653-1767; Bogotá, Centro Editorial Universidad del Rosario, 2003. 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