UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE BARCELONA TRABAJO FINAL PARA LA OBTENCIÓN DEL MÁSTER EN MEDICINA ESTÉTICA Y DEL ENVEJECIMIENTO FÁRMACOS CON EFECTO INCRETINA EN EL MANEJO DE LA DIABETES MELLITUS TIPO 2 DIANA ERAZO ALIATIS OCTUBRE 2011 ÍNDICE RESUMEN………………………………………………………………..3 INTRODUCCIÓN………………………………………………………...5 OBJETIVOS………………………………………………………………8 METODOLOGÍA………………………………………………………….9 MARCO TEÓRICO……………………………………………………...11 EPIDEMIOLOGÍA DE LA DIABETES…………………………………13 PATOGENIA……………………………………………………………..19 FISIOPATOLOGÍA………………………………………………………19 MANEJO DE LA DIABETES………………………………………...…26 FÁRMACOS CON ACTIVIDAD INCRETINA…………………………31 RESULTADOS………………………………………………………......74 DISCUSIÓN……………………………………………………….…......83 CONCLUSIONES………………………………………………….…….85 BIBLIOGRAFIA………………………………………………………......86 ANEXOS…………………………………………………………………100 2 RESUMEN La diabetes mellitus es una enfermedad crónica con una alta prevalencia y con un gran impacto individual, social y económico. Muchos pacientes con diabetes tipo 2 no logran alcanzar los objetivos glucémicos establecidos con los tratamientos disponibles, incluso cuando se usan en combinación, y desarrollan eventualmente complicaciones micro y macrovasculares. En consecuencia, se necesitan nuevos fármacos que traten con más eficacia la enfermedad, su progresión y sus complicaciones asociadas. Un área de emergente interés está centrada en las acciones de las hormonas con efecto incretina GLP-1 (glucagon-like peptide-1; péptido 1 semejante al glucagón) y GIP (glucosedependent insulinotropic polypeptide; polipéptido insulinotrópico dependiente de la glucosa). Ambas hormonas son responsables del efecto «incretina», término que describe a la amplificación de la respuesta insulínica que ocurre tras la ingestión oral de glucosa frente a la administración de una cantidad equivalente de glucosa por vía intravenosa al mismo tiempo que ejercen efectos inhibitorios sobre la secreción de glucagón. Además, GLP-1 tiene también efectos tróficos sobre la célula beta del páncreas, incrementan la saciedad y disminuyen el apetito. Sobre la base de las acciones favorables de las incretinas, recientemente se han aprobado dos nuevas clases de fármacos para el tratamiento de la diabetes tipo 2: los análogos del GLP-1, estables y de larga duración (incretinmiméticos), y los inhibidores de la DPP-4 (dipeptidil – peptidasa 4), la enzima responsable de la degradación rápida de las incretinas (potenciadores del efecto incretina). Estos fármacos pueden conseguir una reducción importante de la hemoglobina glucosilada, disminuyendo tanto la glucemia en ayunas como la glucemia posprandial, y mejorando varios índices de la secreción de insulina. Los análogos de GLP-1 inducen pérdida de peso, pero tienen efectos adversos gastrointestinales relevantes. Los inhibidores de la DPP-4 son fármacos orales bien tolerados, sin efectos adversos asociados importantes, y neutros respecto al peso. 3 En el presente trabajo se abordan ambas clases de fármacos pero también se profundiza en la epidemiología de la diabetes debido a que creemos que es muy importante tener clara su magnitud y pronóstico. Además se trata de forma detallada la fisiopatología de la enfermedad en un intento de hacer fácilmente entendibles los mecanismos a través de los cuales actúan los fármacos basados en el efecto incretina. 4 INTRODUCCIÓN La diabetes mellitus tipo 2 (DM2) se ha convertido en uno de los más graves problemas sanitarios de nuestro tiempo y sus proporciones son ya epidémicas en la mayor parte del mundo 1. Existe por tanto un interés creciente en identificar individuos con alto riesgo de diabetes para planificar estrategias de prevención ya que varios estudios han demostrado que con cambios en el estilo de vida y/o control farmacológico es posible prevenir o al menos retrasar la aparición de la enfermedad y/o sus complicaciones 2-4. La prevalencia de la DM2 ha aumentado progresivamente en las últimas décadas de forma considerable y es una de las principales causas de morbimortalidad prematura en países desarrollados. Pero la importancia de la diabetes a escala mundial no sólo se debe a su alta prevalencia, sino también a las devastadoras complicaciones crónicas que ocasiona. La asociación entre la hiperglucemia y el desarrollo de complicaciones microvasculares (retinopatía, nefropatía y neuropatía) y macrovasculares (cardiopatía isquémica, accidente cerebrovascular e isquemia arterial periférica) ha sido objeto de intenso estudio en las últimas décadas. Estas complicaciones afectan notablemente la calidad de vida de estos pacientes y suponen un enorme coste para el sistema sanitario. El área de investigación en la diabetes muestra una rápida evolución, y se están siguiendo caminos inexplorados, con base en los nuevos conocimientos sobre la regulación de la glucosa. En años recientes, la atención de los científicos se ha dirigido a las incretinas y a su papel en el control de la glucemia. El concepto de incretinas surgió como hipótesis a partir de estudios que informaron una mayor respuesta insulínica a la glucosa oral en comparación con la concentración equivalente de glucosa intravenosa. Las hormonas incretinas son péptidos liberados en el tracto gastrointestinal en respuesta a la ingesta de nutrientes, que potencian la liberación de insulina y ayudan en el mantenimiento homeostático de la glucemia. El efecto incretina se 5 estima que es responsable de hasta el 70% de la secreción de insulina en respuesta a la glucosa oral y es causado principalmente por 2 hormonas intestinales: Péptido similar al glucagón (Glucagon-Like Peptide; GLP-1) y péptido insulinotrópico dependiente de glucosa (Glucose-dependent Insulinotropic Peptide; GIP). Dada la importancia de los efectos fisiológicos de estas hormonas, existe un gran interés en el potencial efecto terapéutico de las incretinas en el tratamiento de la diabetes mellitus tipo 2 (DM2). Sin embargo, tanto GLP-1 como GIP tienen una vida media corta, debido a su inactivación por parte de las enzimas proteolíticas dipeptidil peptidasas (DPP-4). Esta circunstancia limitó inicialmente el entusiasmo por la posible utilidad de estas incretinas para el tratamiento de la DM2 5. Sin embargo la búsqueda de inhibidores selectivos de la DPP-4 como mecanismo para contrarrestar la rápida degradación de las incretinas, ha estimulado y abierto varias líneas de investigación sobre el papel del sistema de las incretinas y sobre su posible utilización en terapéutica enfocada en mejorar la estimulación y la acción del receptor de GLP-1. El aprovechamiento de los potenciales efectos beneficiosos derivados del uso del efecto incretina en el tratamiento de los pacientes con DM2 se ha enfocado en el ámbito clínico desde una doble vertiente. Por un lado, se puede utilizar la administración parenteral de agentes que mimeticen el efecto incretina (incretín-miméticos) como agonistas del receptor de GLP-1 y por el otro, podemos utilizar fármacos de administración oral que potencien el efecto de las incretinas al frenar su degradación mediante la inhibición de la enzima dipeptidilpeptidasa 4 (DPP-4). Dos inhibidores de la DPP-4, sitagliptina vildagliptina y saxagliptina han sido ya aprobadas para su utilización en pacientes con diabetes tipo 2 por las autoridades sanitarias europeas. Por otro lado, exenatida, un agonista del recetor del GLP-1, fue también aprobado. Y el nuevo análogo del GLP-1 de larga duración, liraglutida, ha sido aprobado recientemente en Europa. La resistencia insulínica y un déficit relativo en la secreción de insulina son los elementos claves de la patogénesis de DM2. Además, la deficiencia del GLP-1 es otro componente muy importante en su fisiopatología ya que contribuye 6 tanto a un déficit en la secreción de insulina como a un exceso en los niveles de glucagón y a la hiperglucemia posprandial 5. El fallo progresivo de la secreción de insulina pancreática aconseja adoptar una actitud precoz y activa, con un incremento progresivo de la dosis y el número de fármacos para mantener los objetivos de control. En términos comparativos con el control de la presión arterial y los lípidos, los fármacos antidiabéticos con los que contamos son de eficacia discutible, sobre todo si hablamos de control a largo plazo. Este punto pone de manifiesto el gran reto que supone para los nuevos fámacos imitar de manera duradera el complejo e intrincado mecanismo que en situaciones normales se encarga de controlar la cifra de glucemia 6. Algunas sociedades científicas han elaborado consensos con recomendaciones sobre objetivos de control, escalonamiento de los distintos fármacos y adaptación de ambos a las características del paciente 7-9. . 7 OBJETIVO PRINCIPAL Conocer el manejo y control de la diabetes mellitus tipo 2 enfocado en el papel que tienen actualmente y que podrían tener en un futuro próximo los fármacos con actividad incretina. OBJETIVOS SECUNDARIOS - Identificar la necesidad de desarrollar nuevos medicamentos para el control a largo plazo de la glucemia en la diabetes mellitus. - Establecer las opciones terapéuticas en el tratamiento de la diabetes mellitus tipo 2. - Identificar los efectos de los fármacos con efecto incretina en el manejo de la diabetes mellitus. - Conocer las ventajas y desventajas de los fármacos basados en incretinas en relación a las terapias anteriores. 8 METODOLOGÍA Se empezó la búsqueda de información en el mes de febrero de 2011 y se autoimpuso un tiempo límite de seis meses para la recolección, el procesamiento y la presentación del trabajo. La principal fuente de información se obtuvo a través de sitos web dedicados a la publicación de material médico-científico como PUBMED CENTRAL, BIBLIOTECA COCHRANE, INTRAMED, MEDSCAPE, FISTERRAe, entre otros. Se incluyeron trabajos científicos presentados como ensayos clínicos bien elaborados con alto nivel de evidencia, revisiones, consensos de expertos y también editoriales científicos. Se excluyeron las publicaciones que tenían más de 10 años desde su presentación y las que eran presentadas en idiomas difenrentes del español o el inglés. Las palabras clave para la búsqueda fueron: Incretinas; agonistas GLP-1; inhibidores DPP-4; manejo de la diabetes; epidemiología de la diabetes. Otra fuente importante de información se obtuvo gracias a los laboratorios que comercializan los agonistas de la GLP-1 exenatida y liraglutida (Lilly y Novo nordisk respectivamente) mediante una solicitud que se hizo a los departamentos correspondientes de ambas casas farmacéuticas. También se adquirieron algunos artículos científicos a través de la editorial Elsevier que se consideraron importantes para el desarrollo del trabajo por su rigor científico. Se indagó en las publicaciones de la Sociedad Española de Diabetes y por último se consultó en los archivos de revistas de endocrinología y en libros de la biblioteca de medicina de la Universidad Autónoma de Barcelona en Bellaterra. Una vez obtenida una gran cantidad de documentos se hizo un escogitamiento de la información bruta sobre todo a partir de los contenidos de los “abstracs” o resúmenes. Una vez seleccionados los artículos de acuerdo a su concordancia con el objetivo de esta revisión se los revisó en su versión completa de forma detallada para extraer la información y desarrollar el trabajo de manera 9 secuencial de tal modo que se pueda presentar de una forma ordenada y coherente. 10 MARCO TEÓRICO La definición actual de diabetes mellitus engloba un grupo heterogéneo de trastornos metabólicos frecuentes con diversas etiopatogenias que comparten la característica común de hiperglucemia crónica. Existen varios tipos diferentes de DM debidos a una compleja interacción entre genética y factores ambientales. Dependiendo de la causa de la DM, los factores que contribuyen a la hiperglucemia pueden ser la deficiencia de la secreción de insulina y/o su acción ineficaz, decremento del consumo de glucosa o aumento de la producción de ésta. El trastorno de la regulación metabólica que acompaña a la DM provoca alteraciones fisiopatológicas secundarias en muchos sistemas orgánicos. El mal control metabólico de la diabetes se relaciona con complicaciones como nefropatía en etapa terminal (end-stage renal disease, ESRD), amputaciones no traumáticas de extremidades inferiores y ceguera en adultos. También predispone a enfermedades cardiovasculares. Dado que está aumentando su incidencia en todo el mundo, seguirá siendo una de las primeras causas de morbilidad y mortalidad en el futuro próximo 10. La clasificación actual de la DM se basa en el proceso patógeno que finalmente lleva a la hiperglucemia, y no en criterios previos como edad de inicio o tipo de tratamiento. Se reconocen 2 amplias categorías en la clasificación de la diabetes, tipo 1 y tipo 2. En la diabetes tipo 1 existe una deficiencia completa o casi total de insulina, y en la diabetes tipo 2 coexisten una serie de trastornos que se caracterizan por grados variables de resistencia a la insulina, menor secreción de la misma y un aumento en la producción de glucosa. Actualmente existen muchas posibilidades terapéuticas basadas en agentes farmacológicos capaces de corregir o modificar perturbaciones metabólicas específicas que generan hiperglucemia en la diabetes tipo 2. La DM de tipo 2 es precedida por un periodo de homeostasia anormal de la glucosa clasificado como alteración de la glucosa en ayunas o trastorno de la tolerancia a la glucosa10. El trastorno de la intolerancia a la glucosa se considera si los niveles plasmáticos de glucosa en ayunas son menores de 7.0 mmol/l (<126 mg/dl) y luego de dos 11 horas post ingesta de 75 g de glucosa los niveles de glicemia son >7,8 a <11,0 mmol/l (>140 mg - < 200 mg/dl). Ambos corresponden a los criterios de la Asociación Americana de Diabetes y de la Organización Mundial de la Salud. La glicemia alterada en ayunas se define por niveles plasmáticos de glucosa en ayunas entre 5,6 – 6,9 mmol/l (100-125 mg/dl) según la Asociación Americana de Diabetes y valores de 6,1 – 6,9 mmol/l (110 – 125 mg/dl) según la Organización Mundial de la Salud 11. Actulamente se han dejado de emplear los términos diabetes mellitus insulinodependiente y diabetes mellitus no insulinodependie ya que hay muchos individuos con DM de tipo 2 que acaban requiriendo tratamiento con insulina para el control de la glucemia. La edad de inicio de la enfermedad también ha dejado de emplearse como criterio en el nuevo sistema de clasificación. La DM de tipo 1 es más característica en pacientes menores de 30 años pero puede producirse un proceso de destrucción autoinmunitaria de las células beta a cualquier edad. Entre 5 y 10% de las personas que padecen DM después de los 30 años tiene DM de tipo 1. De igual forma, aunque la DM de tipo 2 es más común en individuos mayores, también se puede presentar en niños, en especial en adolescentes obesos 10. La diabetes mellitus gestacional es otro tipo de diabetes que como su nombre lo indica se define como cualquier grado de intolerancia a la glucosa presente durante el embarazo. Aunque la mayoría de los casos de diabetes gestacional se resuelve después del parto, la definición se aplica si la condición persiste o no después del embarazo y no excluye la posibilidad de que la intolerancia a la glucosa se haya presentado antes del embarazo y que no se haya reconocido o que haya empezado con el embarazo. Otros tipos específicos de diabetes debidos a diferentes causas incluyen defectos genéticos en la función de las células beta (MODY 1, 2, 3, 4, 5, 6 y otros), defectos genéticos en la acción de la insulina (Resistencia a la insulina tipo A, sindrome de Rabson-Mendenhall, diabetes lipoatrófica y otros), 12 enfermedades del páncreas exócrino (pancreatitis, traumas, neoplasias, fibrosis quística, hemocromatosis y otras), endocrinopatías (acromegalia, sindrome de cushing, glucagonoma, feocromocitoma, hipertiroidismo, somatostatinoma y otros), diabetes inducida por drogas (pentamidina, ácido nicotínico, glucocorticoides, hormona tiroidea, diazóxido, agonistas beta adrenérgicos, tiazidas, alfa interferón, entre otros), infecciones (rubéola congénita, citomegalovirus y otros) y otros síndromes genéticos asociados alguna vez con diabetes (Sindrome de Down, klinefelter, Turner, Prader-Willi, porfiria, corea de Huntington y otros). EPIDEMIOLOGÍA DE LA DIABETES MELLITUS Y LA PREDIABETES Antes de interpretar los resultados de los estudios epidemiológicos, conviene hacer unas consideraciones sobre los criterios diagnósticos. Los criterios de definición y diagnóstico de la DM han variado en la última década; La ITG (intolerancia a la glucosa), considerada un factor pronóstico «clásico» de DM2, fue introducida por el National Diabetes Data Group en 1979 con el objetivo de definir un estado de riesgo aumentado de progresión a diabetes en el que, sin embargo, era también posible la reversión a la normalidad. El término hace referencia a concentraciones de glucemia de entre 140 y 200 mg/dL 2 horas después de una sobrecarga oral de glucosa (SOG). En 1985, la OMS estableció unos criterios basados en la glucemia en ayunas y la glucosa a las 2 horas del test de tolerancia oral a la glucosa. Así se consideró que un paciente tenía diabetes si la glucemia en ayunas era igual o superior a 140 mg/dl en 2 ocasiones consecutivas o si la glucemia a las 2 horas de la sobrecarga oral de glucosa era igual o superior a 200 mg /dl. En 1997, La Asociación Americana de Diabetes (ADA) estableció unos nuevos criterios basados exclusivamente en la glucemia en ayunas, en que se consideraba que ésta estaba alterada cuando se situaba entre 110 y 125 mg/dl (GBA) y que existía DM cuando sus valores eran iguales o mayores a 126 mg/dl en dos ocasiones. En 1999, la OMS revisó sus criterios de 1985, y aceptó los criterios de la ADA sobre la glucemia en ayunas, pero mantuvo la vigencia del test de tolerancia oral a la glucosa 12. 13 En 2003, la ADA decidió reducir el límite inferior para definir la GBA a 100 mg/dL, optimizando de este modo su sensibilidad y especificidad para predecir la diabetes13. Esta decisión ha sido controvertida, ya que supone un incremento de entre 2 y 4 veces en la prevalencia de GBA, lo que podría conducir a una «pandemia de prediabetes»13. El European Diabetes Epidemiology Group (EDEG) –subgrupo de la European Association for the Study of Diabetes (EASD)– y un grupo consultor de la International Diabetes Federation (IDF)/OMS han publicado recientemente informes recomendando no cambiar la definición de la GBA y mantener la original (entre 110 y 126 mg/dL) por lo que en estos momentos existen dos definiciones distintas para la GBA 14,15. De esta forma, los resultados de los estudios de prevalencia de la enfermedad pueden variar dependiendo de los criterios utilizados para el diagnóstico de la DM. En los estudios donde sólo se valora la GA, se infraestima la prevalencia real de la enfermedad. Otros factores que se deben tener en cuenta son el método utilizado para la determinación de la glucemia, el tipo de muestra (sangre capilar, plasma) y el procedimiento de conservación de la muestra hasta su procesamiento. Por tanto, hay que tener en cuenta que pueden existir diferentes metodologías que dificulten la comparación de los resultados entre los distintos estudios. La diabetes tiene una elevada prevalencia que crece exponencialmente y, según los datos existentes, la tendencia es que ese aumento será especialmente considerable en los países en vías de desarrollo. La Organización Mundial de la Salud estima que la prevalencia de diabetes mellitus habrá aumentado en un 42% (de 51 a 72 millones) en los países desarrollados, y en un 170% en los países en vías de desarrollo (de 84 a 228 millones) 12. Es decir, que la población mundial diagnosticada de DM2 se doblará en el año 2030 debido fundamentalmente al crecimiento demográfico, al envejecimiento de la población, la alimentación poco saludable, la obesidad y el estilo de vida sedentario. 14 La diabetes mellitus (DM) afecta a más de 150 millones de personas en todo el mundo 16, 17. El 90-95% de los casos diagnosticados de diabetes son DM tipo 2, como resultado de un defecto insulin-secretor progresivo añadido a un estado de insulino-resistencia de base 18. Según el centro de control y prevención de enfermedades de Estados Unidos más de 23 millones de estadounidenses tenían diabetes en 2007 19. El sobrepeso y la obesidad son condiciones que tienen una relación bien definida con la diabetes tipo 2. El estudio para la evaluación de la nutrición y la salud (NHANES) muestra que entre el 2003 y 2004 alrededor del 66% de los estadounidenses tenían sobrepeso o eran obesos 20. Éstas condiciones actúan como factores de riesgo cardiovascular independientes en pacientes con DM2 como lo demuestran los datos del estudio nacional sueco de diabetes 21. Actulamente se admite que en un individuo genéticamente predispuesto pueden transcurrir varios años o décadas desde la expresión clínica de algún trastorno relacionado con la resistencia a la insulina hasta la aparición de la glucemia basal alterada o intolerancia oral a la glucosa y, finalmente, la propia diabetes. Se estima una prevalencia de intolerancia a la glucosa de entre el 10 y el 17% y de glucemia basal alterada de entre el 6 y el 12% en la población española, comparables a las referidas en otras poblaciones europeas o en Estados Unidos. A diferencia de la prevalencia de DM2, que parece haberse incrementado en España en la última década la prevalencia de prediabetes aparentemente se ha mantenido estable. Esta misma tendencia se ha observado en la población estadounidense. En lo relacionado con el coste sanitario en Estados Unidos se estimó que el gasto atribuible a la diabetes en 1997 fue de 7 billones de dólares. En España, el gasto ocasionado por la atención sanitaria en el tratamiento de los pacientes con DM tipo 2 ascendió en 1998 a 1.957.715.098,28 euros, para una población de 1,5 millones de diabéticos, lo que representa un coste por paciente y año de 1.305,15 euros. Conviene hacer hincapié en el hecho de que sólo el 29% del 15 gasto de la diabetes estuvo relacionado con el control de la enfermedad, y que la mayor parte se relaciona con el tratamiento de las complicaciones 23. Epidemiología de la diabetes mellitus tipo 1. La DM tipo 1 (DM1) es una de las enfermedades crónicas más prevalentes en la infancia. La incidencia varía según los países, la etnia, la edad y el sexo. La variación de la incidencia de la DM1 en el mundo está ampliamente documentada. Existe una clara diferencia entre el hemisferio Norte (de mayor incidencia) y el Sur. Un niño finlandés tiene 400 veces más probabilidades de tener DM1 que un niño chino. Además, hay importantes diferencias en una misma etnia, a pesar de la proximidad geográfica; así, por ejemplo, la incidencia en los países nórdicos (Finlandia, Suecia y Noruega) es de 2 a 4 veces más alta que en Estonia y de 2 a 3 veces más elevada que en Islandia. La raza también tiene influencia en la incidencia de DM1; así, en Estados Unidos la DM1 es 1,5 veces más frecuente en blancos no hispanos que en afroamericanos o que en hispanos. Esta variabilidad en la prevalencia de la enfermedad en función del área geográfica y la raza demuestra la importancia del factor genético en la patogenia de la enfermedad; si bien se sabe que el desarrollo de la enfermedad es multifactorial y también interviene el ambiente. En España, la incidencia de diabetes mellitus tipo 1 oscila entre 11 y 15 casos por 100.000 habitantes/año, para la población menor de 15 años. Los resultados de los estudios han mostrado que la incidencia de DM1 observada en España es superior a la estimada en otros países del sur de Europa. Epidemiología de la diabetes mellitus tipo 2. La mayoría de los últimos estudios de carácter local o regional muestran una prevalencia de diabetes tipo 2 que se sitúa entre 9,9 y el 15% para la población mayor de 30 años. La diabetes es la tercera causa de mortalidad en mujeres y la séptima en varones en España y el sur, el sudeste y las provincias insulares son las zonas donde la mortalidad es mayor 24. 16 La prevalencia de la DM2 varía ampliamente en el mundo. El grupo con mayor prevalencia es el de la etnia Pima (Arizona, Estados Unidos) y la población de Nauru, en Oceanía, donde la enfermedad afecta a más del 20% de la población. En la mayoría de los estudios realizados en Europa, la prevalencia es menor del 10% en los sujetos menores de 60 años, y de entre el 10 y el 20% en las personas de 60 a 79 años. En comparación con el resto del mundo, la prevalencia de DM2 en Europa es moderadamente baja 25. En Estados Unidos, la prevalencia de DM2 varía considerablemente entre los diferentes grupos étnicos. La prevalencia en hispanos y afroamericanos es 1,9 y 1,6 veces más elevada que en blancos de la misma edad 20. El pueblo Pima tiene la prevalencia más elevada de DM2 del mundo (del 50% en el grupo de edad de 30 a 64 años). También en otras poblaciones indígenas americanas, la prevalencia de DM2 es más elevada que en la población caucásica. Existen pocos estudios de prevalencia tanto en Centroamérica como en Sudamérica. Estudios en Brasil y Colombia estiman una prevalencia del 7 y el 9% en varones y mujeres, respectivamente 20. En Australia, la prevalencia es del 2,7% en los varones y del 2,2% en las mujeres de 35 a 44 años, y del 23,5 y del 22,7%, respectivamente, en personas mayores de 75 años. En Asia, la prevalencia varía en las distintas poblaciones. En China y Japón, la prevalencia es menor del 10% en la población de 30 a 49 años y menor del 30% en edades superiores, mientras que en Singapur es mayor del 10% en población de 40 a 49 años y supera el 30% en población de 50 a 69 años. En comparación con la población europea, la prevalencia de DM2 en la población urbana china y japonesa de 30 a 69 años es significativamente más alta, pero más baja que en India. Sin embargo, en la población más anciana, la prevalencia de DM2 es más elevada en algunas regiones europeas, como Malta, Finlandia y Canarias, que en India. La prevalencia de DM2 en los países árabes es relativamente baja en los menores de 30 años; sin embargo, en la población anciana puede llegar a superar el 30%. 17 En África, la prevalencia de DM2 es baja, y se observa un aumento en los últimos 15 años en determinadas poblaciones, que presentan un aumento de la prevalencia de obesidad tras modificación del estilo de vida. En la última década, se habían realizado numerosos estudios de carácter local o autonómico sobre la prevalencia de la DM2 en España pero gracias al estudio [email protected], realizado por el Centro de Investigación Biomédica en Red de Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas (CIBERDEM), en colaboración con la Sociedad Española de Diabetes (SED) y la Federación Española de Diabetes (FED), hoy sabemos que la prevalencia global de la diabetes tipo 2 es del 12% en la población española. Mortalidad por diabetes mellitus. En Estados Unidos, se estima que los fallecimientos de personas con DM2 suponen entre el 15 y el 20% de todas las muertes en la población mayor de 25 años. La tasa de mortalidad atribuible a la diabetes a escala mundial se estima en 1,9 millones de muertes/año. En la mayoría de los países desarrollados, la diabetes ocupa del cuarto al octavo lugar entre las causas de defunción. En los países europeos, la tasa de mortalidad oscila entre el 8 y el 33 por 100.000 habitantes/año, y en España, actualmente es de alrededor de 23 por 100.000 habitantes/ año. En la mayor parte de los estudios, las tasas de mortalidad son superiores en las mujeres que en los varones (en España, 29 frente a 16 por 100.000 habitantes/año). En el estudio DECODE, se evidenció que el riesgo relativo de muerte es bastante similar entre los individuos con diabetes diagnosticada y no diagnosticada 26, 27. También tienen un incremento de la mortalidad los individuos con intolerancia a la glucosa, con independencia de si progresan a diabetes. La hiperglucemia, en rango no diabético ni de intolerancia a la glucosa, también puede ser un predictor independiente de mortalidad, junto con la hiperglucemia, la edad, la hipertensión y la presencia de proteinuria, que también son predictores independientes del incremento de mortalidad por cualquier causa en la DM2 18 PATOGENIA La diabetes mellitus tipo 2 se caracteriza por una insuficiencia, absoluta o relativa, de la secreción de insulina por las células beta del páncreas, más un defecto en la supresión de la secreción de glucagón por la célula alfa y diversos grados de resistencia a la acción de la insulina. Aunque persisten las controversias en cuanto al defecto primario, en su mayor parte los estudios se inclinan a favor de que la resistencia a la insulina precede a los defectos de su secreción, y que la diabetes se desarrolla sólo si la secreción de insulina se torna inadecuada. La DM de tipo 2 posee un fuerte componente genético. La concordancia de la DM de tipo 2 en gemelos idénticos se sitúa entre 70 y 90%. Los individuos con un progenitor con DM de tipo 2 tienen más riesgo de diabetes; si ambos progenitores tienen DM de tipo 2, el riesgo en la descendencia puede alcanzar 40%. En muchos familiares en primer grado no diabéticos de sujetos con DM de tipo 2 existe resistencia a la insulina, demostrada por una menor utilización de glucosa por el músculo esquelético. La enfermedad es poligénica y multifactorial, porque además de la susceptibilidad genética, factores ambientales (como obesidad, nutrición y actividad física) modulan el fenotipo. No se han identificado los mecanismos por los cuales ciertas alteraciones genéticas conocidas incrementan la susceptibilidad a presentar la diabetes de tipo 2, pero es posible saber anticipadamente cuáles modificarán la secreción de insulina. Está en marcha la investigación por empleo del rastreo o análisis del genoma en busca de polimorfismos vinculados con la diabetes de tipo 2. FISIOPATOLOGÍA. La asociación Americana de Endocrinólogos Clínicos describe la DM2 como “un progresivo y complejo desorden metabólico caracterizado por la coexistencia de defectos en múltiples lugares, incluyendo la resistencia a la insulina en el músculo y el tejido adiposo, un progresivo decline en la secreción pancreática de insulina, la producción incontrolada de glucosa hepática y otras deficiencias hormonales” 28. Otros defectos incluyen un vaciamiento gástrico acelerado en pacientes con 19 DM2, especialmente en los que son obesos o en quienes tienen la enfermedad por larga duración 29. Las deficiencias hormonales en la DM2 están relacionadas a anomalías en la secreción de la hormona insulina por la célula beta, el glucagón por la célula alfa y las hormonas incretinas GLP-1 y el polipéptido insulinotrópico dependiente de glucosa (GIP) 30. Además del triunvirato de los defectos básicos asociados con DM2 (la participación de las células beta del páncreas, los músculos y el hígado), otros mecanismos de aparición de la enfermedad se han presentado, incluyendo la lipólisis acelerada, hiperglucagonemia y deficiencia/resistencia a incretina. Además, la tasa de producción hepática basal de glucosa es marcadamente mayor en los pacientes con DM2 y está relacionada estrechamente con la elevación de la concentración plasmática de glucagón en el ayuno. Al comienzo de la enfermedad, la tolerancia a la glucosa sigue siendo casi normal, a pesar de la resistencia a la insulina, porque las células beta del páncreas logran la compensación al incrementar la producción de la hormona. Debido a una situación de resistencia a la insulina permanente se va constituyendo una hiperinsulinemia compensatoria y con el tiempo los islotes pancreáticos en algunas personas no pueden ya conservar el estado hiperinsulinémico y en ese momento surge IGT, que se caracteriza por un aumento en el nivel de glucemia posprandial. De este modo empieza a decrecer la secreción de insulina y se produce un incremento de la producción de glucosa por el hígado que culminan en la diabetes establecida con hiperglucemia en el ayuno. Finalmente surge insuficiencia de las células beta 10. Metabolismo anormal de músculo y grasa. La resistencia a la acción de la insulina es la menor capacidad de la hormona para actuar eficazmente en los tejidos destinatarios (en particular músculo, hígado y grasa con una disminución global del empleo de glucosa [30 a 60% inferior al de los sujetos normales] ); es una de las características de la diabetes mellitus tipo 2 y es consecuencia de una combinación de susceptibilidad genética y obesidad. La resistencia es relativa, porque los niveles supranormales de insulina circulante normalizarán la glucemia 20 plasmática.). La resistencia a la acción de la insulina altera la utilización de glucosa por los tejidos sensibles a insulina y aumenta la producción hepática de glucosa contribuyendo ambos efectos a la hiperglucemia. El aumento de la producción hepática de glucosa es causa predominantemente de los elevados niveles plasmáticos de glucosa en ayunas, mientras que el decremento de la utilización periférica de glucosa produce hiperglucemia posprandial. Todavía no se ha desentrañado el mecanismo molecular preciso de la resistencia a la insulina en la diabetes de tipo 2. Los niveles de receptor de insulina y de actividad de cinasa de tirosina están disminuidos, pero lo más probable es que estas alteraciones sean secundarias a la hiperinsulinemia y no un defecto primario. Por tanto, se cree que en la resistencia a la insulina el factor predominante lo constituyen los defectos posteriores al receptor. Otras anormalidades comprenden la acumulación de líquido dentro de miocitos de fibra estriada que puede disminuir la fosforilación oxidativa mitocondrial y aminorar la producción de ATP mitocondrial estimulada por insulina. La menor oxidación de ácidos grasos y la acumulación de lípidos dentro de los miocitos de fibra estriada pueden generar especies de oxígeno reactivas como los peróxidos de lípido. La obesidad que acompaña a la DM de tipo 2, particularmente la obesidad central o visceral, según se piensa, es una parte del proceso patógeno. La mayor masa de adipocitos hace que aumenten los niveles de ácidos grasos libres circulantes, y de otros productos de los adipocitos. Estas células secretan diversos productos biológicos (ácidos grasos libres no esterificados, proteína 4 que se liga a retinol; leptina, TNF-alfa , resistina, y adiponectina). Las adipocinas, además de regular el peso corporal, el apetito, y el gasto de energía, también modulan la sensibilidad a la insulina. La mayor producción de ácidos grasos libres y de algunas adipocinas puede causar resistencia a la insulina en músculos de fibra estriada y en el hígado. Por ejemplo, los ácidos grasos mencionados disminuyen la utilización de glucosa por parte de los músculos de fibra estriada, estimulan la producción de glucosa por el hígado y aminoran la función de las células beta. A diferencia de ello, en la obesidad disminuye la producción de adiponectina por parte de los adipocitos, que es un 21 péptido insulinosensibilizante, y ello podría contribuir a la resistencia a la insulina, por parte del hígado. Los productos de los adipocitos y las adipocinas también generan un estado inflamatorio y ello podría explicar por qué aumentan los niveles de marcadores de inflamación como IL-6 y la proteína C reactiva en la DM de tipo 2. Trastorno de la secreción de insulina. Inicialmente en la DM de tipo 2 la secreción de insulina aumenta en respuesta a la insulinorresistencia, con el fin de mantener una tolerancia normal a la glucosa. Al principio el defecto de la secreción de insulina es leve y afecta de manera selectiva la secreción de insulina estimulada por glucosa. La respuesta a otros secretagogos diferentes de la glucosa, como la arginina, está intacta. Finalmente, el defecto de la secreción de insulina avanza a un estado de secreción de insulina visiblemente inadecuado. La razón de la disminución de la capacidad secretora de insulina en la DM de tipo 2 no están claras, a pesar de que se supone que un segundo defecto genético (superpuesto a la resistencia a insulina) lleva al fracaso de las células beta. El polipéptido amiloide de los islotes, o amilina, es cosecretado por la célula beta y probablemente forma el depósito de fibrillas amiloides que se encuentra en los islotes de diabéticos de tipo 2 de larga evolución. Se ignora si estos depósitos insulares de amiloide son un fenómeno primario o secundario. También el ambiente metabólico puede ejercer un efecto negativo sobre la función de los islotes. Por ejemplo, la hiperglucemia crónica altera de manera paradójica la función de los islotes ("toxicosis por glucosa") y lleva a un empeoramiento de la hiperglucemia. La mejora del control de la glucemia se acompaña con frecuencia de un mejor funcionamiento insular. Además, la elevación de los valores de ácidos grasos libres ("lipotoxicosis") también empeora el funcionamiento de los islotes. La masa de células beta disminuye en personas con diabetes de tipo 2 de larga evolución. La evidencia acumulada por un número considerable de artículos experimentales y clínicos indica que 22 un descenso relativo o absoluto de la masa de células beta pancreáticas es un común denominador de la diabetes tipo 1 y tipo 2. Disminución de la masa de células beta pancreáticas. La reserva funcional del páncreas endocrino es considerable, por lo que los síntomas clínicos de comienzo de la enfermedad en el caso de la diabetes tipo 1 o de empeoramiento del cuadro metabólico en el caso de la diabetes tipo 2 aparecen cuando la masa de células beta pancreáticas es inferior al 10-20%. Una evidencia clara del papel de la muerte celular en estadíos tardíos de diabetes tipo 2 proviene de estudios realizados en modelos animales de diabetes tipo 2 como el roedor Psammomys obesus, que desarrolla la enfermedad durante el cautiverio y cuando es alimentado con una dieta rica en energía. Entonces, la enfermedad se inicia con hiperinsulinemia/normoglucemia y resistencia a la insulina y evoluciona a hiperglucemia y muerte de la célula beta. Una situación parecida podría tener lugar en personas en las que la evolución de su diabetes conduce a un estado en el que se necesita la administración de insulina para controlar la glucemia. La evidencia experimental sugiere que la hiperglucemia y otros factores como una concentración elevada de ácidos grasos libres están implicados en el proceso de muerte celular apoptótica de la célula beta pancreàtica en estos casos de Diabetes tipo 2. Se sabe que citoquinas solubles del tipo interleuquina 1beta, interferón gamma y factor de necrosis tumoral alfa tienen una acción apoptótica marcada sobre células beta y podrían por tanto estar implicados en el proceso destructivo en la diabetes. Buena parte de las acciones deletéreas de la interleuquina 1beta dependen de la producción de óxido nítrico en el interior de la célula. Esta molécula tiene diversas acciones dependiendo de su concentración en el interior de la célula y de su combinación con otras moléculas generadas en situaciones de estrés oxidativo. El estrés oxidativo inducido por el óxido nítrico conduce a una peroxidación lipídica con generación de productos derivados de la peroxidación 23 avanzada que inducen una alteración oxidativa importante de proteínas mitocondriales implicadas en la apoptosis. Una estrategia terapéutica eficiente debería combinar el control de los factores causales de la enfermedad junto con la protección de la masa de células beta residual y la atenuación de los factores agravantes (control glucémico, control del sobrepeso, etc). Los aspectos relacionados con la proliferación, supervivencia y destrucción de la célula beta pancreática ha sido objeto de estudio a lo largo de los últimos años. Algunas de estas investigaciones están generando un modelo patogénico en el que la muerte celular por apoptosis de la célula beta junto con una capacidad limitada de regeneración de la célula beta a partir de sus células progenitoras conducen a una insuficiencia del páncreas endocrino para controlar el metabolismo energético del organismo Los efectos colaterales de esta pérdida de control conducen a complicaciones importantes que están asociadas con una glucemia elevada. La muerte de la célula beta es el factor clave en la diabetes tipo 1, ya que cuando la masa celular disminuye por debajo de unos niveles críticos, aparecen los síntomas clínicos que a su vez son reflejo de la hiperglucemia grave y de las complicaciones metabólicas resultantes. En cambio, este proceso destructivo tiene un papel más insidioso en la diabetes tipo 2, ya que los estudios sobre la masa de células beta en la diabetes tipo 2 muestran resultados contradictorios. Ello sea debido probablemente a que la masa de células beta varía a lo largo de la historia natural de la enfermedad. La apoptosis es un proceso de muerte celular regulada que participa en el modelamiento del organismo durante el desarrollo embrionario y en el control de las poblaciones celulares en la vida adulta. Tanto el exceso de muerte apoptótica como su defecto están actualmente implicados en el desarrollo de numerosas enfermedades. Esta vía de muerte programada está regulada de una manera compleja y básicamente consiste en su control por señales extracelulares de muerte que ponen en marcha un proceso autodestructivo en el que la mitocondria actuaría como arsenal que libera factores apoptogénicos 24 que inician un proceso de destrucción de proteínas claves para la supervivencia celular y del ADN. Estas señales extracelulares de muerte pueden ser proteínas producidas por otras células que este caso actuarían como inductoras de muerte, pero también pueden ser moléculas pequeñas que pueden llegar a ser tóxicas para células con defensas disminuidas ó incluso factores ambientales como radiaciones, o sustancias presentes en los alimentos. Es importante resaltar que la muerte celular por apoptosis es consecuencia de una acción predominante de factores denominados pro-apoptóticos y que las células tienen mecanismos de defensa que contrarrestan buena parte de las señales exógenas de muerte que está recibiendo. Por ello, el destino final de la célula resulta de la capacidad que tienen sus sistemas de defensa para contrarrestar el ataque. Los procesos de apoptosis/supervivencia celular implican, además de la activación de vías de señalización intracelulares, la modificación de la transcripción de un cierto número de genes. En este contexto, parece razonable plantear la hipótesis de que la expresión de un conjunto de genes antiapoptóticos estaría incrementada en respuesta a señales de supervivencia celular; la expresión de genes proapotóticos estaría, por el contrario, disminuida. La regulación epigenética de la expresión de genes involucrados en la supervivencia y muerte de la célula beta está siendo objeto de una creciente atención por varios grupos de investigación. Ya que el óxido nítrico juega un papel relevante en la regulación de la supervivencia y muerte de la célula beta pancreática, entendemos que puede formar parte de la señalización protectora desencadenada por factores del tipo de la insulina, el IGF-1, el GLP-1, y de su agonista la exendina, etc. Esta hipótesis se apoya además en la acción estimuladora de la insulina sobre la producción de óxido nítrico en células endoteliales. El islote de Langerhans es una estructura muy vascularizada y el flujo sanguíneo está controlado por nutrientes como la glucosa y por factores tróficos. Es posible que el óxido nítrico generado localmente por las células 25 endoteliales ejerza efectos tróficos sobre las células endocrinas del islote. Alternativamente, la especificidad de las acciones tróficas del óxido nítrico sobre la célula beta pancreática dependería de la síntesis de este mediador gaseoso en la propia célula en un proceso desencadenado por la interacción de factores tróficos con sus receptores específicos. Dado que la célula beta del páncreas tiene receptores para la insulina y responde al IGF-1, así como a incretinas como GLP-1 y al propio glucagón, es factible que alguno de estos factores participe en la regulación de la producción endógena de óxido nítrico 31. Aumento de la producción hepática de glucosa. En la DM de tipo 2, la resistencia hepática a la insulina refleja la incapacidad de la hiperinsulinemia de suprimir la gluconeogénesis, lo que produce hiperglucemia en ayunas y disminución del almacenamiento de glucosa en el hígado en el periodo posprandial. El aumento de la producción hepática de glucosa ocurre en una fase temprana de la evolución de la diabetes, aunque probablemente es posterior al inicio de las alteraciones de la secreción insulínica y a la resistencia a la insulina en el músculo esquelético. Como resultado de la resistencia a la insulina en tejido adiposo y la obesidad, el flujo de ácidos grasos libres desde los adipocitos aumenta y ello hace que se incremente la síntesis de lípidos [lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL) y de triglicéridos] en los hepatocitos. Este almacenamiento de lípidos o esteatosis del hígado puede ocasionar hepatopatía grasa no alcohólica y anormalidades en las pruebas de función hepática. La situación anterior también ocasiona la dislipidemia que aparece en la diabetes de tipo 2 [incremento del nivel de triglicéridos, disminución de la lipoproteína de alta densidad (HDL) e incremento del número de partículas densas pequeñas de lipoproteína de baja densidad (LDL)]. MANEJO DE LA DIABETES Aunque en la diabetes tipo 2 el principal objetivo del tratamiento es el control glucémico, tiene además especial importancia el control de los trastornos 26 asociados a la enfermedad como la obesidad, la hipertensión y la dislipidemia. La reducción del riesgo cardiovascular tiene capital interés, porque esta es la primera causa de muerte en estos pacientes como ya se ha mencionado. Junto con las intervenciones hipoglucemiantes se debe intentar alcanzar concomitantemente cifras de referencia de la tensión arterial y del nivel de lípidos a traves de cambios en el estilo de vida, dieta, ejercicio y medicación si es necesario. Así una vez instaurados los cambios en el estilo de vida, el objetivo del tratamiento farmacológico de la diabetes tipo 2 será conseguir un control metabólico optimizado con la máxima seguridad posible, debiéndose plantear como objetivo una HbA1c <6,5% en las primeras fases de la enfermedad y <7,5% en fases más avanzadas o con riesgo de hipoglucemias 32. La determinación de la glucohemoglobina es el método habitual de evaluación del control glucémico. La consecución de un buen control metabólico puede evitar o retrasar la aparición de las complicaciones micro y macrovasculares, tal como han demostrado diversos estudios con seguimiento a largo plazo, tanto en pacientes con diabetes tipo 1 (DCCT/EDIC)33 como con diabetes tipo 2 (UKPDS)34. No obstante, si el control estricto de la glucemia se realiza en pacientes con una diabetes muy evolucionada, con complicaciones avanzadas o con patologías asociadas graves, no sólo no se consigue una mayor prevención cardiovascular, sino que la mortalidad puede aumentar. Por ello, se recomienda conseguir un control muy estricto en las primeras fases del tratamiento de la diabetes (hemoglobina glucosilada [HbA1c] <6,5%), siempre y cuando el paciente no sea mayor de 70 años, presente complicaciones avanzadas micro o macrovasculares en el momento del diagnóstico o padezca alguna patología asociada que haga aconsejable evitar las hipoglucemias. En este caso, se recomendaría un objetivo de control de HbA1c <7,5%, o el mejor posible primando la seguridad del tratamiento, adaptado a la situación del paciente y a la compatibilidad con los fármacos asociados. En general se admite que, después de unos 10 años de evolución, el tratamiento en 27 monoterapia suele ser insuficiente y la mayoría de los pacientes requerirá tratamiento combinado, en muchos casos con insulina. Actualmente se dispone de una serie de fármacos para el tratamiento de la diabetes, como metformina, sulfonilureas, glinidas, tiazolidindionas, inhibidores de las disacaridasas, inhibidores de la dipeptidil-peptidasa 4 (DPP-4) y agonistas del receptor del péptido 1 semejante al glucagón (glucagon-like peptide-1 [GLP-1]), que junto con la insulina pueden utilizarse en monoterapia o en asociación. La elección del tratamiento va a depender de la potencia para reducir la HbA1c, del riesgo de inducir hipoglucemias y del grado de control previo, de la influencia en el peso corporal y de la dislipemia, del impacto preferente sobre la glucemia basal o prandial, de las complicaciones o patologías asociadas que presente el paciente, del riesgo de efectos adversos relacionados con el fármaco, de la tolerancia y del coste. El tratamiento farmacológico inicial variará en función del grado de control previo, la edad, la existencia de patologías asociadas y el uso concomitante de otros fármacos. El tratamiento se divide en tres escalones terapéuticos. En el primero, y si la hiperglucemia no es excesiva (HbA : 6,5-1c 8,5%), la metformina es el fármaco de elección. Sólo en casos de intolerancia o contraindicación se usarán otros fármacos alternativos. Si la hiperglucemia es elevada (HbA1c >8,5%), el tratamiento inicial debe realizarse de entrada con varios fármacos orales en combinación o bien iniciar la insulinización. El segundo escalón consiste en la adición de un segundo fármaco de acción sinérgica. Para ello se dispone de diversas opciones, que deben individualizarse en función de las características de cada paciente. Finalmente, el tercer escalón implica la introducción de insulina basal como opción preferente frente a la triple terapia oral, que se reservará sólo para los casos de resistencia a la insulinización. El grupo de fármacos basados en incretinas se utilizan ya en el segundo escalón terapéutico, es decir, en aquellos pacientes en los que no se han conseguido los objetivos de control o que, tras un periodo de buen control, 28 presentan un deterioro por la evolución de su diabetes (sin que se haya asociado otra patología o fármaco que incremente la glucemia). Actulamente la asociación metformina-sulfonilureas es la combinación más estudiada y ha demostrado su eficacia y seguridad por lo se promueve su uso como primera opción en este escalón. Los inhibidores de la DPP-4 podrían ser la opción preferente en aquellos pacientes en los que la hipoglucemia sea inasumible ya que se desconoce su seguridad a largo plazo y su influencia en la evolución de la diabetes y sus complicaciones pero presentan bajo riesgo de hipoglucemias y su potencia no parece ser inferior a la de las sulfonilureas en cuanto a la reducción de la HbA1c 35. Los agonistas del receptor de GLP-1 consiguen un efecto sobre los receptores de GLP-1 más intenso y prolongado que el logrado por los inhibidores de la DPP-4. Pueden ser un grupo de fármacos muy útiles en pacientes en los que la obesidad suponga un problema esencial, pero queda por definir su papel frente a otros fármacos o frente a otras aproximaciones del tratamiento, como la cirugía. En estudios publicados, a corto plazo, se ha demostrado que mejoran el control glucémico, sobre todo la glucemia posprandial, y en parte también la glucemia basal. Enlentecen el vaciamiento gástrico, creando sensación de saciedad, con lo que se consigue una reducción de peso sostenida en un apreciable porcentaje de pacientes. Además, consiguen mejorar algunos de los factores de riesgo vascular. En España se ha comercializado exenatida para administración parenteral 2 veces/día (antes de las principales comidas, con un intervalo de tiempo entre ambas de, al menos, 6 horas), asociada a metformina y/o sulfonilureas y a metformina con glitazonas, en pacientes con un índice de masa corporal superior a 30 kg/m2. En el momento de la redacción del documento de consenso de la asociación española de diabetes estaba pendiente de comercialización la liraglutida, por lo que recomiendan estudiar su ficha técnica para valorar sus indicaciones y limitaciones de uso. En pacientes tratados con dos fármacos, con mal control metabólico, el siguiente paso terapéutico es la insulinización que corresponde al tercer escalón. Exceptuando los casos de resistencia a la insulinización, no existen 29 «ventajas» para retrasar la introducción de la insulina en el régimen terapéutico tras el fracaso de una terapia combinada doble. Dentro de las distintas y válidas asociaciones de agentes orales, la asociación de metformina, sulfonilurea y glitazona es la más estudiada y la más utilizada en la práctica asistencial. Sería, por tanto, la recomendada en la mayoría de los casos de pacientes con diabetes tipo 2 y mal control con terapia dual. En caso de pacientes ancianos, la asociación de metformina, repaglinida y glitazona puede ser más segura. En aquellos pacientes con limitaciones para el uso de las glitazonas, las alternativas más razonables serían metformina más sulfonilureas más DPP-4 o metformina más repaglinida más DPP-4, con el inconveniente de que están menos estudiadas. Combinaciones con insulina La mayoría de los pacientes habrán recibido tratamiento con combinaciones de metformina con secretagogos. En este caso se procederá a la asociación de una insulina basal. Si el tiempo de evolución es superior a los 10 años, y/o han aparecido complicaciones o patologías intercurrentes, se revisará el objetivo de control a menos del 7,5% o el mejor posible, con seguridad para el paciente. Esta pauta puede conseguir un periodo de buen control, pero no excesivamente prolongado, por lo que la mayoría de los pacientes en un periodo de alrededor de 3 años van a requerir una pauta intensificada de insulina. En este caso, se recomienda mantener el tratamiento con metformina asociado a la insulina, y suspender el resto del tratamiento antidiabético oral. En general, las terapias convencionales, y gran parte de la investigación de la DM2, se centraron en la corrección del defecto insulínico, quizás por la ausencia de opciones terapéuticas efectivas para actuar sobre la célula alfa. A pesar de que los estándares de tratamiento de la diabetes están bien determinados, un reciente estudio realizado en Estados Unidos mostró un empeoramiento en el grado de control glucémico en la última década. Debido al deterioro progresivo de la función de la célula beta, y a la incapacidad de los tratamientos actuales de mantener este carácter progresivo 30 de la enfermedad, la mayoría de los tratamientos pierden eficacia con el tiempo y es necesario intensificar añadiendo otros fármacos o insulina para llegar a los objetivos glucémicos. En los principales ensayos clínicos realizados en la DM2, el grado de control metabólico fue empeorando progresivamente, tras la mejoría inicial conseguida con las diversas medidas terapéuticas instauradas. (Anexo 1) Este fracaso en el mantenimiento de los objetivos con los tratamientos existentes destaca la necesidad de desarrollar nuevos tratamientos para la DM2. Con los tratamientos previos no se contrarresta el fallo progresivo de las células beta (eficacia metabólica no sostenida), no se contrarresta la hiperfunción de las células alfa (no supresión de glucagón=hiperglucemia) y se producen efectos indeseables (ganancia de peso, hipoglucemias, intolerancia y otros). El riesgo de hipoglucemia no debería desaconsejar la búsqueda del grado adecuado de control metabólico recomendado en la actualidad. Pero no hay que olvidar que la tasa de hipoglucemias aumenta significativamente con los tratamientos antidiabéticos orales clásicos; y que la incidencia de hipoglucemias se ha asociado recientemente a un aumento del riesgo de mortalidad. La ganancia ponderal, secundaria a las terapias existentes, es un hecho preocupante que agrava el riesgo cardiovascular de los pacientes con diabetes. En el estudio UKPDS los pacientes ganaron peso independientemente del tratamiento que recibieron. Esta ganancia fue superior en los pacientes tratados con insulina o sulfonilureas e inferior, incluso ausente en el estudio ADOPT, en los pacientes tratados con metformina. (Anexo 2) FÁRMACOS CON ACTIVIDAD INCRETINA Como hemos visto los fármacos basados en el efecto incretina se plantean como opción terapéutica en el segundo y tercer escalón del manejo de la 31 diabetes de acuerdo a las recomendaciones del último consenso promovido por la Sociedad Española de Diabetes. HISTORIA DE LAS INCRETINAS En 1902 Bayliss y Starling hicieron la primera observación de que un factor producido por el intestino podía estimular la secreción del páncreas 36. La noción de incretina, se atribuye al belga La Barre, a comienzo de los años 30. No obstante, Roberto Nóvoa Santos, cuando era catedrático de patología general, en Santiago de Cospostela (España) realizó interesantes y, a veces, controvertidos estudios con secretina, apoyando esta idea y anticipándose al menos cinco años a La Barre. Éste citó la obra de Nóvoa en sus investigaciones para elaborar su teoría de la incretina. Nóvoa, apoyó con sus experimentos estos innovadores hallazgos y también propuso el uso de fármacos basados en este concepto para el diagnóstico y tratamiento de los diabéticos que conservaban alguna reserva funcional. De este modo, se adelantó, al menos 70 años, a las ideas modernas sobre el manejo de la diabetes. En 1905, Bayliss y Starling lograron demostrar que la presencia de ácido clorhídrico mezclado con alimento en el duodeno, previa y cuidadosamente denervada toda la región, estimulaba en el mismo duodeno la producción de una sustancia, que pasando a la circulación , llegaba hasta el páncreas para activar la secreción de enzimas digestivas. Esta sustancia recibió el nombre de secretina, y, con ella, se creó el concepto de mensajero químico, de hormona. El estímulo, pues, viajaba a través de la circulación sanguínea, y no del sistema nervioso. Bien es cierto, que este descubrimiento se refiere a la secreción digestiva del páncreas, no a la insular. Las investigaciones de Roberto Nóvoa Santos entre 1924 y 1932, sobre la acción hipoglucemiante de la secretina, sus efectos, la posible existencia, luego ampliamente confirmada, de otras hormonas intestinales, y sus propuestas de utilizarla como tratamiento de la diabetes mellitus en aquellos casos en que hay capacidad de reserva incretora fueron revolucionarias y anticiparon los modernos tratamientos, 32 basados en el uso de nuevas incretinas: los análogos del GLP-1 y GIP, y los inhibidores de la DPP-4. Nóvoa, no hablaba de incretinas sino de incretas, pero lo importante es su descubrimiento, no tanto el haber “bautizado” a las incretinas, cómo haber descrito su funcionamiento, su vínculo con la secreción de insulina, descubierto su papel hipoglucemiante, y propuesto su uso para el tratamiento de la diabetes, ya en 1924. En opinión de Fernando Ponte Hernando, autor del libro “Roberto Nóvoa Santos precursor del tratamiento de la diabetes con incretinas” le corresponde a Nóvoa la primacía de este descubrimiento y no a La Barre como se admite actualmente. Corrobora esto, el hecho de que La Barre cita, repetidamente, la obra de Nóvoa, entre otros, en sus notables trabajos de 1928, 1929, 1933 y 1936. En octubre de 1924, un joven Roberto Nóvoa Santos publica el artículo titulado “Activación de la secreción de insulina” [Nóvoa Santos, R. : (1924) Activación de la secreción de insulina. Madrid. Arch. End. y Nut. Año I. Nº 10. Octubre. pp 193-195] donde estudia la posible acción de la secretina duodenal sobre la secreción interna de dicho órgano; partiendo del supuesto de que, si la secretina desplegaba alguna influencia sobre la secreción insular, podría reconocerse esta acción, mediante la determinación de la carga glucémica, antes y después de la inyección de secretina. A continuación, Nóvoa refiere los datos obtenidos, tras la inyección de secretina en humanos; en 16 de ellos, decrece la glucemia al cuarto de hora, en uno aumenta de 1,44 g/dl a 2,06, y en los otros tres, prácticamente no se modifica. La conclusión de Nóvoa Santos es definitiva. “La inyección de secretina duodenal activa la secreción insular pancreática, produciendo un efecto análogo a la insulina”. A la vista de los resultados, llega a la evidencia de que la secretina, además de actuar activando la secreción externa del páncreas, posee una enérgica acción activadora sobre la secreción insular. La Barre publicó sus experiencias más resonantes en 1933; Nóvoa Santos, nueve años antes, 1924, y a este trabajo hace referencia La Barre en 1928, 1929 y en su obra publicada en 1936 37. 33 A principios de los años 30 en definitiva La Barre acuñó el término “incretina” (de INtestinal seCREtion of INsulin) para describir la actividad hormonal derivada del intestino que era capaz de aumentar la secreción endócrina del páncreas. En 1964 dos equipos de investigación independientes (McIntyre, Elrick) simultáneamente dieron a conocer el descubrimiento de que la administración de glucosa por vía oral inducía una mayor respuesta insulínica que la infusión intravenosa. A la diferencia en la respuesta de la insulina entre la administración oral e intravenosa de la glucosa se le llamó “efecto de las incretinas” 36. En 1973 fue posible demostrar en seres humanos el papel estimulante de la insulina del GIP, un péptido de 42 aminoácidos descubierto por Brown et al, quienes observaron que la infusión intravenosa de una preparación de péptidos provenientes del intestino inhibía la secreción de ácido gástrico y pepsina, así como la motilidad del antro y del fundus en perros. El péptido que causa dicho efecto se llamó inicialmente polipéptido inhibidor gástrico 37. Sin embargo, en seres humanos este efecto es menos importante que el observado en perros. Cuando se identificó la capacidad de GIP de inducir la secreción de insulina en presencia de concentraciones elevadas de glucosa se le cambió la denominación por la actual (polipéptido insulinotrópico dependiente de glucosa), haciendo referencia a su efecto incretina pero manteniendo las mismas siglas. Así pues, el GIP fue la primera incretina identificada. En 1983, Bell et al proporcionan la estructura química del proglucagón humano (160 aminoácidos), y observan que además de glucagón, incluye la de otros 2 péptidos similares a aquel, separados por parte de aminoácidos básicos (GLP), denominados GLP-1 y GLP-2. En 1986 a través de los estudios de Nauck y colaboradores se estudió la respuesta de la insulina a la glucosa oral en comparación con la intravenosa (efecto incretina) mediante la administración de 25 g, 50 g y 100 g de glucosa oral o intravenosa a los sujetos del estudio y la medición de los niveles de péptido de conexión (péptido C), utilizados como marcador de la producción de insulina endógena. Observaron que el grado de secreción de insulina dependía de la cantidad de glucosa ingerida y que las 34 incretinas eran responsables de aproximadamente el 75% de la respuesta de la insulina después del consumo de 50 g de glucosa. El problema con las incretinas en la diabetes tipo 2 parece tener 2 causas: una reducción de la secreción de GLP-1 y un efecto insulinotrópico profundamente deteriorado del GIP 38. La disminución de la secreción de GLP-1 tras la administración oral de glucosa que ocurre en la DM2 también se produce, en menor medida, en sujetos con tolerancia anormal a la glucosa. (Anexo 3) En 1987 se demostró en seres humanos el efecto de incretina, dependiente de la glucosa, del péptido 1 análogo de glucagón (GLP-1) (7-36). En 1995 el descubrimiento de que el GLP-1 y el GIP son degradados por la enzima dipeptidil peptidasa-4 (DPP-4) llevó al desarrollo de fármacos novedosos para el tratamiento de la diabetes tipo 2: Los inhibidores de la DPP4 y los análogos del GLP-1. Las incretinas son hormonas de origen intestinal que actúan potenciando la secreción de insulina mediada por glucosa tras la ingesta de nutrientes. Las más importantes en humanos son GLP-1 (glucagon-like peptide-1 o péptido-1 similar al glucagón) y GIP (glucose-dependent insulinotropic polypeptide o polipéptido inhibidor gástrico también conocido como polipéptido insulinotrópico glucosa dependiente). Ambas están producidas y secretadas en células neuroendocrinas de la mucosa intestinal: GIP en las llamadas células K situadas a lo largo de todo el intestino delgado aunque predominantemente en el duodeno y yeyuno; GLP-1 en las células L que predominan en el íleon terminal y colon proximal 39, 40. Figura 1. 35 Figura 1 Polipéptido insulinotrópico dependiente de glucosa (GIP). El GIP se sintetiza y se libera tras ingerir hidratos de carbono o lípidos fundamentalmente, desde las células K del intestino delgado (principalmente en el duodeno, aunque también en menor cantidad en yeyuno e íleon) y en zonas del sistema nervioso central y en la glándula salival. Al igual que el glucagón, GLP, VIP o somatoliberina, entre otros, el GIP pertenece a la superfamilia de la secretina-glucagón. El péptido maduro consta de 42 aminoácidos (GIP1-42) y su vida media en plasma es de aproximadamente 7 minutos. Contiene una alanina en la posición 2 del extremo N-terminal que lo convierte en sustrato de la DPP-4, enzima que lo transforma en el fragmento truncado GIP3-42, que tiene actividades antagónicas a las de la molécula completa. El GIP ejerce sus efectos a través de un único a través de un único receptor descrito, el GIP-R, que presenta una homología del 40 y el 44% con los receptores de GLP-1 y glucagón, respectivamente. Entre los efectos de GIP, debemos destacar su actividad incretina. Durante el ayuno, las concentraciones de GIP se mantienen bajas. La ingestión de glucosa o grasa desencadena la liberación de GIP y se produce un incremento en su concentración plasmática, hecho que favorece la secreción de GLP-1 desde las células L intestinales. De esta manera, ambas hormonas promueven 36 la secreción de insulina desde las células beta de los islotes de Langerhans, (efecto incretina). Sin embargo, se ha comprobado que el efecto insulinotrópico de la administración de GIP en pacientes con diabetes mellitus tipo 2 es menos eficiente que en los individuos sanos, por lo que en este caso la secreción posprandial de insulina no es suficiente para normalizar la glucemia. A pesar de que los valores de GIP están elevados, parece que en los individuos diabéticos se produce una reducción de la sensibilidad, por una expresión deficiente del receptor en las células beta del páncreas 41. Además de estimular la secreción de insulina, el GIP ejerce efectos antiapoptóticos e induce el crecimiento de las células beta en el páncreas. En el hueso tiene efectos anabólicos y está implicado en la proliferación neuronal en el sistema nervioso central, donde puede influir en aspectos relacionados con el aprendizaje y la memoria. Recientemente se ha descrito que la infusión de GIP en individuos sanos de peso normal puede reducir el gastro energético y la sensación de hambre; sin embargo, esto no ocurre en pacientes con diabete mellitus tipo 2. Péptido 1 análogo de glucagón. (GLP-1). El GLP-1 es una hormona con carácter de incretina que contribuye al control de la homeostasis de la glucosa y por su acción insulinotrópica, insulinotrófica y también insulinomimética actualmente se considera como una herramienta para el tratamiento de la diabetes mellitus tipo 2. La estructura química de GLP-1 es idéntica en varios mamíferos estudiados, incluido el hombre. Es un pequeño péptido de 29 aminoácidos secretado por las células L del intestino, principalmente en íleon, colon y también en zonas del sistema nervioso central. Se origina a partir de una precursor mayor, el proglucagón, En las células alfa del páncreas, el proglucagón da lugar, predominantemente, a proglucagón 1-30 (también llamado péptido pancreático relacionado con la glicentina [GRPP], proglucagón 33-61 (idéntico al glucagón), proglucagón 1-61, y un fragmento del extremo carboxiterminal, proglucagón 77158. En las células L del intestino, el proceso postraduccional da lugar a 37 proglucagón 1-69, también llamado glicentina, a proglucagón 33-69 y oxintomodulina (a la que se le atribuyen propiedades anorexigénicas) y a GLP1 (proglucagón 72-108) y GLP-2 (proglucagón 126-158 al que se le han atribuido funciones tróficas y antiapoptóticas en la mucosa intestinal La forma bioactiva mayoritaria en plasma es el GLP-1(7-36)-amida. Se libera desde el intestino tras la ingesta de nutrientes, fundamentalmente hidratos de carbono y ácidos grasos y en proporción con el contenido calórico. Ejerce sus funciones a través de un único receptor descrito hasta la fecha, el GLP-1R. Aunque la presencia de nutrientes en la luz intestinal es un importante estímulo para su secreción fundamentalmente por contacto directo con la mucosa intestinal, también intervendrían señales tanto neuronales como endocrinas (asa duodeno-ileal), lo cual explicaría la rápida elevación de las concentraciones de GLP-1 tras la ingesta a pesar de la localización distal de la mayor parte de las células-L 40. En roedores se ha observado que la administración de GLP-1 por vía central o periférica inhibe la ingestión de alimentos y un tratamiento prolongado causa pérdida de peso. Estos efectos se pierden tras la administración de exendina, un antagonista del GLP-1R. Sin embargo, el ratón deficiente en este receptor corporal manifiesta una conducta alimentaria y un peso corporal normales. En el estudio llevado a cabo por Turton y colaboradores en 1996 se administraron inyecciones intracerebrales-ventriculares de GLP-1 o un control de solución salina a ratas en ayunas, con una medición del consumo de alimentos a intervalos de 2 horas y un mínimo de 72 horas entre inyecciones. A medida que aumentaba la concentración de GLP-1 inyectado, disminuía progresivamente el consumo de alimentos. El GLP-1 también produce una reducción, dependiente de la dosis, del apetito y la ingestión de alimentos en humanos sanos, obesos o con diabetes mellitus. La respuesta hipofágica inducida por el GLP-1 periférico se pierde tras la sección del nervio vago. El GLP-1, a través de las fibras aferentes del nervio vago, envía la señal anorexigénica al núcleo del tracto solitario, desde donde parten proyecciones hacia neuronas del núcleo arcuato con lo que finalmente 38 se activan sistemas que inhiben la ingestión de alimentos. Se han descrito receptores de GLP-1 en diversas áreas del SNC, incluyendo núcleos hipotalámicos y área postrema, implicados en el control de la ingesta de alimentos influyendo en la sensación de saciedad. Estas áreas carecen de barrera hematoencefálica, permitiendo el acceso del GLP-1 42. Estas observaciones indican que el GLP-1 tiene efectos centrales significativos en la reducción del consumo de alimentos. La reducción del apetito puede verse favorecida en parte por otras acciones que GLP-1 ejerce en el tracto gastrointestinal, donde inhibe la secreción de ácido gástrico inducida por la ingestión de alimentos, retrasa el vaciamiento gástrico y promueve la distención gástrica, con lo que se crea sensación de saciedad. Es por su efecto de enlentecimiento del vaciado gástrio que el GLP-1 influye sobre las excursiones posprandiales de la glucosa. Se postula que la regulación del GLP-1 sobre el vaciado gástrico está mediada por su unión a receptores específicos en el cerebro promoviendo la estimulación vagal 42. Por otro lado, se ha comprobado que el GLP-1 puede causar aversión al alimento actuando en la amígdala del sistema límbico. La concentración de GLP-1 circulante es menor en individuos obesos, quienes presentan menos secreción posprandial del péptido que sus controles delgados. Cuando estos sujetos pierden peso, la concentración de GLP-1 se recupera. Esta menor secreción de GLP-1 también se ha observado en mujeres adolescentes obesas y también en anoréxicas 40. En individuos con obesidad mórbida la administración de GLP-1 podría ser ventajosa ya que produciría no sólo una disminución de la glucemia, sino también de la ingesta. Así, tras la cirugía bariátrica, el GLP-1 aumenta de forma considerable no solo en nivel basal, sino también tras la ingesta, mejorando el metabolismo de la glucosa en pacientes que suelen tener una alteración de la misma 40. El GLP-1 también controla el balance energético a largo plazo. In vitro, el GLP1 tiene efectos anabólicos sobre el metabolismo hepático de la glucosa en la 39 rata normal y diabética. En el tejido adiposo, el GLP-1 es, además, lipolítico y lipogénico. Se ha demostrado que el GLP-1 estimula la incorporación de D-glucosa a glucógeno en el hepatocito aislado y en el músculo esquelético de la rata normal y diabética y en el músculo y los miocitos humanos en cultivo primario, y que su efecto glucogénico está asociado a un incremento de la actividad glucógeno sintetasa alfa y a una estimulación de la oxidación y utilización de glucosa. Se sabe que el GLP-1, como la insulina, estimula la actividad de distintas cinasas en el hepatocito, el adipocito y el músculo esquelético, y que varias de ellas median su acción esitmuladora sobre el trasporte y el metabolismo de la glucosa y de los lípidos. Algunos investigadores han documentado que en pacientes diabéticos tipo 1 en estado de hiperglucemia, hiperinsulinemia y en el transcurso de una administración entérica de glucosa, el GLP-1 no modifica la captación visceral del azúcar, pero sí estimula la total del organismo, lo que indica que los tejidos muscular y adiposo son probables dianas de su acción. Además, se ha demostrado la existencia de efectos insulinomiméticos del GLP-1 en sujeros obesos resistentes a la insulina, y que el GLP-1 incrementa el aclaramiento de glucosa hepática en el perro, con independencia de la secreción de insulina 43, 44. En el páncreas, el GLP-1 inhibe la secreción de glucagón por las células alfa, aumenta la secreción de somatostatina por las células gamma y estimula la secreción de insulina dependiente de glucosa por la células beta. Desde hace mucho tiempo se sabe que en la diabetes tipo 2, la célula beta sufre un deterioro progresivo en su función. Ya en 1970, Muller y colaboradores informaron deficiencias en la secreción de las células beta y alfa. En ese estudio, los sujetos con diabetes tipo 2 presentaron una muy marcada reducción de la secreción de insulina, inicial y sostenida, después de consumir un alimento con 200 g de carbohidratos, en comparación con un ascenso rápido y definido de la insulina en sujetos no diabéticos. Es más, una carga de glucosa oral dió lugar a niveles sostenidos de secreción de glucagón de las 40 células α pancreáticas en sujetos con diabetes tipo 2 en comparación con la supresión de estos valores en sujetos no diabéticos. Estos resultados demuestran los defectos duales en las células de los islotes pancreáticos de los sujetos con diabetes tipo 2. En 2002, Zander y colaboradores estudiaron los efectos del GLP-1 en la primera y segunda fase de la respuesta de la insulina en pacientes con diabetes tipo 2. Los sujetos recibieron una infusión subcutánea continua de GLP-1 o solución salina durante 6 semanas y se les realizó una serie de pruebas en las semanas 0 (antes de la infusión), 1, y 6. Para medir la función de las células β, se utilizó un clamp hiperglucémico de 30 mM de glucosa durante 90 minutos, con L-arginina para la estimulación de la secreción de insulina por 45 minutos. Los resultados de este estudio demostraron que las respuestas de la insulina en la primera fase (0 a 10 minutos) y la segunda fase (10 a 45 minutos) mejoraron con la infusión continua de GLP-1. La respuesta pico de la insulina, según la medición de los niveles de péptido C, aumentó una media de 3,3 veces a partir de los valores iniciales (P <,0001) después de 6 semanas de infusión continua de GLP-1. Se observaron mejorías significativas en la función de las células β, la sensibilidad a la insulina, y otros parámetros medidos en respuesta a la infusión continua de GLP-1 42. Hay datos que sugieren que el defecto de GLP-1 es una consecuencia de la diabetes. Toft-Nielsen y colaboradores estudiaron la secreción de incretinas durante un periodo de 4 horas después del desayuno en sujetos con diabetes tipo 2 en comparación con sujetos con tolerancia normal a la glucosa 43. Demostraron una reducción significativa en la respuesta del GLP-1 en pacientes con diabetes tipo 2. En un estudio con un grupo pequeño de gemelos con diferencias en cuanto a la presencia de diabetes tipo 2, la respuesta del GLP-1 fue menor en el gemelo diabético. Además, en los parientes de primer grado no diabéticos de pacientes con diabetes, los perfiles de GLP-1 a las 24 horas fueron normales. Estas observaciones sugieren que la deficiencia en la secreción de GLP-1 probablemente sea más una consecuencia que una causa de diabetes. 41 En pacientes con diabetes tipo 2, la secreción de GLP-1 está disminuida y también, aunque en menor medida, la de GIP. Además, la sensibilidad de las células beta a GLP-1 y GIP está significativamente disminuida y solamente el GLP-1 a dosis suprafisiológicas o farmacológicas, conserva la capacidad de inducir un potente efecto insulinotrópico, mientras que la respuesta al GIP está prácticamente abolida. Esto ha encaminado los esfuerzos terapéuticos a desarrollar fármacos que provean niveles farmacológicos de agonistas del receptor de GLP-1, o aumenten los niveles fisiológicos del GLP-1 endógeno. En los pacientes con diabetes tipo 2, la administración subcutánea con bomba de infusión de GLP-1 conduce a una normalización progresiva de los niveles de glucemia. Hasta el momento no se han observado fenómenos de taquifilaxia clínica ni de sensibilización del receptor tras la administración prolongada de GLP-1. La infusión continua de GLP-1 durante 16 horas mejora el perfil glucémico de personas con diabetes, pero es necesario administrarla durante todo el día para conseguir un perfil glucémico similar al de una persona sin diabetes. Naturalmente esto plantea problemas de orden práctico, tanto por la complejidad del régimen terapéutico, como por una elevada demanda de adquisición de conocimientos por parte del paciente, que ha llevado a la investigación farmacológica a buscar líneas diferentes de actuación sobre el sistema de las incretinas. En respuesta a GLP-1 aumentó la secreción insulínica, disminuyó la secreción de glucagón y se normalizó la glucosa plasmática, pero al alcanzar la normoglucemia cesó la influencia del GLP-1 sobre las células alfa y beta. En base a estos resultados podemos concluir que la administración de GLP-1 es capaz de normalizar la glucemia en individuos con diabetes tipo 2 descompensada, y que el efecto sobre las células beta del páncreas es dependiente de la concentración de glucosa. Este mecanismo normoglucemiante contrasta con el modo de acción hipoglucemiante de las sulfonilureas, que estimulan la secreción de insulina incluso en ausencia de niveles elevados de glucosa, aumentando significativamente el riesgo de hipoglucemia. 42 La baja tasa de hipoglucemias cuando se administran fármacos basados en incretinas encontrada en la mayoría de los estudios confirma el mecanismo de acción glucosa-dependiente de los fármacos basados en incretinas. Esto ofrece una ventaja sustancial sobre las terapias previas, minimizando uno de los mayores obstáculos a la correcta adherencia terapéutica y potencialmente disminuyendo el riesgo de mortalidad asociado a hipoglucemias. Los estudios han demostrado que el tratamiento con GLP-1 tiene efectos tróficos sobre la célula β en los islotes pancreáticos promoviendo su crecimiento, proliferación y posterior diferenciación a partir de las células madre del epitelio del conducto pancreático, así como su regeneración. Se sabe también que el GLP-1 promueve la reducción de la apoptosis de las células β. Con el modelo de ratas obesas de Zucker, Farilla y colaboradores encontraron que, después del tratamiento con GLP-1, la proliferación de células β aumentó significativamente, mientras que se redujo la apoptosis. Estos efectos combinados contribuyeron a un aumento en la masa de células β. Los efectos del GLP-1 en la apoptosis de las células β también se han demostrado en células aisladas de islotes humanos. Células cultivadas en ausencia y presencia de GLP-1 durante un máximo de 5 días mostraron que el tratamiento con GLP-1 redujo significativamente el porcentaje de células apoptóticas 42. De alguna manera los efectos del GLP-1 en las células β generalmente se pueden considerar agudos, subagudos, y crónicos. Entre los efectos agudos, el GLP-1 incrementa la secreción de insulina dependiente de glucosa, y los efectos subagudos incluyen la estimulación de la transcripción de proinsulina y la biosíntesis de insulina. Los efectos crónicos son la estimulación de la proliferación y neogénesis de las células β a partir de células ductales precursoras 42. Como es sabido el hígado graso se asocia con la resistencia a la insulina, por tanto, la mejoría de ésta tiene un potencial efecto terapéutico en la prevención de la progresión de la esteatosis hepática, El GLP-1 ha mostrado poseer un efecto directo sobre los hepatocitos reduciendo las concentraciones de lípidos, 43 lo que podría tener un potencial beneficio en el tratamiento del hígado graso de origen no alcohólico 44. Además de los carbohidratos, otros nutrientes también pueden estimular la secreción de incretinas. De especial interés han sido los estudios realizados con ácido oleico. Además de los múltiples efectos beneficiosos demostrados del aceite de oliva (rico en oleico) sobre enfermedad cardiovascular, cáncer y enfermedades degenerativas , su ingesta se ha asociado con menor resistencia a la insulina en población general , y este efecto podría estar mediado, al menos en parte, por su influencia sobre el sistema GLP-1/GIPinsulina. En efecto, varios estudios han mostrado que el ácido oleico estimula la secreción de incretinas de forma más efectiva que otros tipos de grasa tanto en ratas , como en voluntarios sanos, como en sujetos con DM 2. De este modo sería muy interesante diseñar estudios encaminados a estudiar la influencia de este tipo de ácido graso sobre estas incretinas, lo que ayudaría a poder establecer directrices nutricionales en relación al consumo de grasa más adecuado para los pacientes diabéticos. Por otra parte, la leche, y en especial uno de sus componentes, la proteína del suero, también ha mostrado una acción insulinotropa mediada por incretinas tanto en DM tipo 2 como en individuos sanos con una respuesta diferencial sobre GIP. Por otro lado, parece que existen receptores neuronales para el GLP-1 en el cerebro humano, realizando a ese nivel un efecto neurotrófico, regulando la plasticidad y la vida celular de las neuronas, lo que podría ser beneficioso en enfermedades como el Alzheimer . La activación de estos receptores podría proteger las células neuronales contra el daño celular ocasionado por diversos tóxicos como el exceso de glutamato, aunque no hay aún estudios concluyentes al respecto. Los receptores del GLP-1 se expresan también en el corazón, si bien se desconoce por el momento su localización celular específica. En modelos experimentales de cardiopatía o fallo cardíaco se ha observado que el GLP-1 mejora la función miocárdica y el rendimiento cardíaco 45. En perros a los que 44 se indujo insuficiencia cardíaca congestiva, la administración de GLP-1 en perfusión incrementó el rendimiento mecánico y redujo la presión diastólica final del ventrículo izquierdo, además de mejorar la sensibilidad a la insulina y la recaptación de glucosa a nivel miocárdico. El mecanismo propuesto para explicar este efecto cardioprotector incluye la activación de las enzimas fosfoinositol 3-kinasa y la proteín kinasa mitógeno activada que ejercen un efecto antiapoptótico. De forma coherente con los efectos citoprotectores observados a nivel pancreático, estudios en modelos animales han demostrado que la administración de GLP-1 previa a la inducción de isquemia protege frente a la lesión miocárdica. También se han observado efectos beneficiosos del uso de GLP-1 sobre la función cardíaca en pacientes que habían sufrido un infarto de miocardio y posterior angioplastia. lo que comportó una reducción del tiempo de estancia hospitalaria. Nikolaidis et al demostraron en relación con lo anterior que una infusión de GLP-1(7-36) recombinante durante 72 horas mejoraba significativamente la función sistólica determinada mediante la medición de la fracción de eyección del ventrículo izquierdo por ecocardiografía, en un grupo de 10 pacientes con disfunción del ventrículo izquierdo que habían sufrido un IAM y a los que se les había realizado una angioplastia posterior, en comparación con un grupo control de 11 pacientes. Estos beneficios del GLP-1 fueron independientes de la localización del IAM y de la historia de diabetes 46. Figura 2. Figura 2 45 Hasta la fecha se desconoce la naturaleza exacta del receptor del GLP-1 en tejidos extrapancreáticos, aunque sí se sabe es que a esos niveles actúa de modo que estimula diversas cinasas tanto en el hepatocito como en el adipocito y músculo esquelético 38. Rachman et al realizaron un estudio en 8 pacientes con DM tipo 2 y 6 controles sanos a los que se administró GLP-1 en infusión intravenosa, con objeto de evaluar su efecto sobre la glucosa y las concentraciones de insulina a lo largo de la noche y tras tres comidas. Los efectos sobre la célula β fueron medidos empleando el índice Homeostasis Model Assessment (HOMA) para la glucemia basal en ayunas (8:00), y en el estado posprandial, el cociente de la respuesta incremental de insulina/respuesta incremental de glucosa tras el desayuno. La infusión continua durante el período nocturno y diurno de GLP-1 redujo las concentraciones de glucosa a lo largo de la noche y del día, respectivamente, reproduciendo las observadas en los controles sanos, y mejoró la función de la célula β en estado basal y posprandial, lo que sugirió una posible utilidad en el tratamiento de la DM tipo 2. Sin embargo, la utilidad terapéutica del GLP-1 se ve dificultada por la rápida degradación de la molécula por acción de la enzima DPP-4 (dipeptildipeptidasa IV). Esta proteasa actúa inactivando diversos péptidos bioactivos mediante la escisión de los últimos dos aminoácidos del extremo NH2 terminal, siempre que el segundo aminoácido sea una alanina o prolina, como es el caso del GLP-1 o del GIP. Existe una forma soluble, presente en la circulación, y una forma anclada a la membrana plasmática de algunas células, como las células endoteliales 47. El proceso de degradación de GLP-1 y el GIP es muy rápido (<2 min desués de su secreción), por lo que la mayor parte de GLP-1 y GIP circulantes son formas inactivas. Esta degradación tiene lugar a nivel hepático y en las células endoteliales, aunque más tarde el resto de la molécula es eliminado a nivel renal. Tanto la inactivación enzimática como el aclaramiento renal contribuyen a una circulación muy corta con una vida media de pocos minutos 48. 46 Por este motivo, las nuevas estrategias se han centrado en aumentar la corta semivida de las incretinas mediante tres tipos de aproximaciones terapéuticas abriendo un nuevo y apasionante campo de estudio para el tratamiento de la DM2. 1) Análogos del GLP-1, resistentes a la inactivación del DPP-4. 2) Inhibidores del DPP-4. 3) Incretín-miméticos: moléculas con acción incretina resistentes a la acción de la enzima DPP-4. ANÁLOGOS DE GLP-1. Los análogos del GLP-1 son agentes que no son hidrolizados tan rápidamente por la DPP-4, por lo que muestran una semivida del GLP-1 prolongada. Entre los análogos del GLP-1 destacan la liraglutida, el CJC-1131 y el albugón. El CJC-1131 es un análogo compuesto por el GLP-1 unido covalentemente a la albúmina que, tras administración subcutánea, tiene una semivida en circulación de aproximadamente 10 días. En dos estudios ha demostrado que reduce significativamente la glucemia y el peso corporal en pacientes con DM tipo 2 en tratamiento con metformina sola o en combinación con sulfonilurea 48. El albugón está creado a partir de la fusión de genes de albúmina humana y GLP-1 y es una proteína híbrida recombinante albúmina-GLP-1, que presenta una semivida prolongada similar a la de la albúmina (aproximadamente 2 semanas) y que también se liga a los receptores de GLP-1 con una potencia algo menor que el incretín-mimético exenatida. Datos preliminares en animales confirman su utilidad para mejorar el control glucémico. La eficacia persiste hasta una semana tras su administración. En un estudio reciente se trató a pacientes durante 12 semanas con 2, 8 o 12 µg/kg. Se observó una reducción de la glucemia media y en ayunas, y una pérdida de peso de 1,7-3 kg. No se describió ningún caso de hipoglucemia 49. Liraglutida es un análogo de GLP-1 humano producido mediante ingeniería molecular. Su homología con GLP-1 humano es del 97%. El fármaco recibió la autorización de comercialización en junio de 2009 por la European Medicines 47 Agency para su uso en el tratamiento de la diabetes mellitus tipo 2. La aprobación inicial es para su uso una vez al día en combinación, bien con metformina o con una sulfonilurea, así como en combinación con metformina más una sulfonilurea o una tiazolidindiona aunque en Estados Unidos, también está indicada en monoterapia. Su estructura es la misma que la del GLP-1 humano a excepción de la sustitución de uno de sus aminoácidos (lisina por arginina en la posición 34) y la adición de un ácido graso en posición 26. Estas modificaciones aumentan su capacidad de auto asociación en el tejido subcutáneo disminuyendo la velocidad de absorción, incrementa su unión a la albúmina y disminuye su afinidad por la DPP-4. Así se incrementa su vida media (10-14 horas) de forma que permite ser eficaz durante 24 horas administrándolo en una dosis diaria. La acción de liraglutida es mediada a través de una interacción específica con los receptores GLP-1, lo que produce un aumento del adenosín monofosfato cíclico (cAMP). Liraglutida estimula la secreción de insulina de un modo dependiente de la glucosa. De forma simultánea, liraglutida disminuye la secreción de glucagón inadecuadamente elevada, también de un modo dependiente de la glucosa. De manera que cuando la glucosa en sangre es elevada, se estimula la secreción de insulina y se inhibe la de glucagón. En cambio, durante la hipoglucemia, liraglutida disminuye la secreción de insulina y no afecta a la secreción de glucagón. El mecanismo hipoglucemiante también implica un retraso leve en el vaciamiento gástrico. Liraglutida reduce el peso corporal y la masa grasa corporal mediante mecanismos que implican una reducción del apetito y de la ingesta calórica. Liraglutida está indicada en el tratamiento de adultos con diabetes mellitus tipo 2 para alcanzar el control glucémico en combinación con: - Metformina o una sulfonilurea, en pacientes con un control glucémico insuficiente a pesar de haber recibido la dosis máxima tolerada de metformina o sulfonilurea en monoterapia. - Metformina y una sulfonilurea, o bien metformina y una tiazolidindiona, en pacientes con un control glucémico insuficiente a pesar de la terapia doble. 48 Con el fin de mejorar la tolerancia gastrointestinal, la dosis inicial es de 0,6 mg de liraglutida al día. Transcurrida al menos una semana, debe incrementarse la dosis a 1,2 mg. Se espera que algunos pacientes se beneficien de un incremento en la dosis de 1,2 mg a 1,8 mg y, en función de la respuesta clínica, al menos una semana después, es posible aumentar la dosis a 1,8 mg para lograr así una nueva mejora del control glucémico. No se recomiendan dosis diarias superiores a 1,8 mg. Es posible añadir liraglutida a un tratamiento existente con metformina o a una terapia combinada de metformina y una tiazolidindiona. La dosis empleada de metformina y tiazolidindiona en ese momento puede mantenerse sin cambios. También se puede añadir liraglutida a un tratamiento existente con una sulfonilurea o a una terapia combinada de metformina y una sulfonilurea. Cuando se añade liraglutida a una terapia con sulfonilurea, se debe considerar la disminución de la dosis de la sulfonilurea para reducir el riesgo de hipoglucemia. No es necesario llevar a cabo un autocontrol glucémico con el fin de ajustar la dosis de liraglutida. Sin embargo, al iniciar un tratamiento con liraglutida en combinación con una sulfonilurea, puede que sea necesario llevar a cabo un autocontrol glucémico con el fin de ajustar la dosis de la sulfonilurea. Las reacciones adversas a liraglutida notificadas con mayor frecuencia durante los ensayos clínicos fueron los trastornos gastrointestinales: náuseas y diarrea fueron muy frecuentes, mientras que vómitos, estreñimiento, dolor abdominal y dispepsia fueron frecuentes. Al inicio de la terapia con liraglutida, estas reacciones adversas gastrointestinales pueden aparecer con mayor frecuencia. Estas reacciones suelen disminuir una vez transcurridos algunos días o semanas de tratamiento continuado. También fueron frecuentes dolor de cabeza y nasofaringitis. Además, resultó ser frecuente la hipoglucemia, y muy frecuente si liraglutida se utiliza en combinación con una sulfonilurea. La hipoglucemia grave se ha observado principalmente cuando se combina con una sulfonilurea. La pancreatitis se ha reportado como un efecto adverso raro pero potencilamente serio en los pacientes que reciben liraglutida, por tanto, liraglutida debería ser utilizado con precausión en pacientes con historia de 49 pancreatitis o con riesgo de padecerla. De los 2700 pacientes que recibieron liraglutida en los estudios LEAD se presentaron 6 casos de pancreatitis (4 agudos y dos crónicos) 50. La absorción de liraglutida tras la administración por vía subcutánea es lenta, alcanzando su concentración máxima a las 8-12 horas tras su administración. La concentración máxima estimada de liraglutida fue de 9,4 nmol/l para una única dosis subcutánea de 0,6 mg. La biodisponibilidad absoluta de liraglutida tras su administración por vía subcutánea es de aproximadamente un 55% 51-52. Datos preclínicos sobre seguridad. Los datos de los estudios no clínicos no muestran riesgos especiales para los seres humanos según los estudios convencionales de farmacología de seguridad, toxicidad a dosis repetidas o genotoxicidad. Se observaron tumores no letales en células C de tiroides en estudios de carcinogenicidad de dos años en ratas y ratones. Estos tumores no se observaron en monos tratados durante 20 meses. La relevancia en humanos es probablemente baja pero no se puede excluir completamente. No se ha detectado ningún otro tumor relacionado con el tratamiento. Los estudios en animales no indicaron efectos directamente nocivos relacionados con la fertilidad, pero sí un leve aumento de las muertes embrionarias tempranas a la dosis más alta. La administración de liraglutida durante el periodo intermedio de gestación provocó una reducción en el peso de la madre y en el crecimiento del feto con efectos no claros sobre las costillas en ratas y en la variación esquelética en el conejo. El crecimiento neonatal se redujo en el caso de las ratas durante su exposición a liraglutida y continuó durante el periodo de destete en el grupo de dosis elevada. Se desconoce si la disminución en el crecimiento de las crías se debe a una reducción en la ingesta de leche debido a un efecto directo del GLP-1 o a una reducción de la producción de leche materna a causa de una disminución de la ingesta calórica. 50 En el programa LEAD (Liraglutida Effect and Action in Diabetes) se ha analizado el efecto de liraglutida frente a placebo y/o fármaco comparador activo, en monoterapia, combinado con otro antidiabético (sulfonilureas, metformina o glitazonas) y en terapia triple. Tanto en monoterapia como en combinación con tratamiento previo, liraglutida fue superior en el control glucémico frente a sus comparadores 53, 54, 56. El estudio que compara por primera vez dos agonistas de GLP-1 de forma directa, liraglutida vs. Exenatida (estudio LEAD-6), mostró una mayor disminución de la HbA1c con liraglutida. De manera indirecta, la reducción de la HbA1c es mayor con liraglutida que con inhidores de DPP-IV. (Anexo 4) En el estudio de Visboll et al de 2007 realizado en pacientes con DM2 y mal control glucémico (HbA1c del 8,1-8,5%), la administración de tres dosis diferentes de liraglutida (0,65, 1,25 o 1,9 mg) resultó en una reducción dependiente de la dosis de la HbA1c de hasta el 1,74% y en una disminución de hasta unos 3 kg de peso. Los efectos secundarios (náuseas y vómitos) fueron escasos 55. A diferencia de lo que ocurre con los tratamientos convencionales de la diabetes tipo 2 la sostenibilidad de la eficacia a largo plazo con los agonistas del receptor de GLP-1 es conocida, como lo muestra un estudio con liraglutida a dos años, donde se observa que la disminución de la HbA1c se mantiene, en contraste con lo que ocurre con una sulfonilurea. Estos resultados son similares a lo que ocurre con exanatida, y en menor grado con los inhibidores de DPP-4 50. (Anexo 5) En el estudio de Jendle et al. liraglutida consiguió una pérdida ponderal significativa y sostenida de entre 2 y 3 Kg en comparación con una ganancia de peso con rosiglitazona, glimepirida e insulina glargina. En esta línea, un subestudio del ensayo LEAD-2, en el que se realizó densitometría dual de rayos X para la determinación de la masa grasa corporal, demostró que un 86% de la pérdida ponderal se correspondía con tejido graso, en su mayor 51 parte de origen visceral y en menor proporción subcutáneo, además de una reducción de la esteatosis hepática 56. Russell-Jones et al. mostraron que la cuarta parte de los pacientes tratados con liraglutida pierden una media de 7,5 Kg de peso 57. Figura 3. Figura 3 En tratamiento con liraglutida se observa una mínima tasa de hipoglucemias comparable a la tasa del grupo placebo, tanto en monoterapia, como en terapia combinada, aunque también aumentó si los participantes recibían sulfonilureas simultáneamente, como se comprobó en el estudio de Nauck MA, et al. en 2009 58. Figura 4. Figura 4 52 En el estudio LEAD-6 de Buse J. et al en 2009 que compara liraglutida con exenatida, la tasa de hipoglucemias, aunque baja en los dos, fue menor con liraglutida 59. Figura 5. Figura 5 En el estudio comparativo de Buse J, et al de exenatida vs. Liraglutida podemos observar que la náusea desaparece mucho más rápidamente con liraglutida, mientras que a la 8-10 semana de tratamiento el 10% de los participantes tratados con exenatida todavía presenta náusea. En general los efectos adversos de naturaleza gastrointestinal son más prevalentes e intensos al inicio del tratamiento y en los aumentos de dosis, posteriormente se desarrolla progresivamente tolerancia y disminuyen a lo largo del tiempo. Frente a la insulina glargina, en el estudio de Russell-Jones et al de 26 semanas realizado en pacientes tratados previamente con metformina y glimepirida, liraglutida fue más eficaz (reducción de HbA1c de 1,3% frente a 1,1% con glargina; p <0,05), aunque la elevada glucemia basal observada al final del estudio (133 mg/dL) en la rama con insulina glargina sugiera que ésta no fuera dosificada adecuadamente. Los pacientes tratados con liraglutida perdieron unos 3,5 kg frente al grupo con insulina glargina. Todos los episodios de hipoglucemia grave ocurrieron en cinco pacientes (2,2%) incluidos en el grupo de liraglutida, y ninguno en el grupo con glargina, lo que parece confirmar la infradosificación de la insulina glargina 57. 53 Los resultados de un estudio similar de 52 semanas llevado a cabo por Pratley et al son consistentes con el ensayo clínico de 26 semanas previamente citado 60. Los resultados de los estudios llevados a cabo en pacientes orientales tales como el estudio de Seyno et al. 61 en hombres japoneses y el estudio de Ji Jian et al. 62, llevado a cabo en sujetos chinos son consistentes con los resultados de los estudios LEAD. El desarrollo clínico de liraglutida indica que dicho fármaco, además de mejorar el control metabólico y disminuir el peso corporal con una baja tasa de hipoglucemias, tiene otros efectos que resultan de notable interés en el manejo de la diabetes tipo 2. Entre ellos destacan la disminución de la tensión arterial y la modulación de diversos marcadores de inflamación y enfermedad cardiovascular. Es importante resaltar que el descenso de la tensión arterial sistólica se produce desde las primeras semanas de tratamiento, antes de que se consiga la pérdida ponderal. La disminución es de entre 2 y 6 mmHg, y es similar a lo que ocurre con exenatida. En pacientes hipertensos este descenso es de hasta 11 mmHg. Este efecto no se ha reportado con los inhibidores de DPP-4 63. Liraglutida ha demostrado en modelos experimentales su capacidad antiapoptótica y proliferativa sobre la célula beta, como ocurría con la administración de GLP-1 nativo 64-65. (Anexo 6). Exenatida (exendina-4 sintética) fue el primer incretín-mimético aprobado por la Food and Drug Administration (FDA) norteamericana en abril de 2005 (revisado en diciembre de 2006) para el tratamiento de diabetes mellitus tipo 2 66-67. Con fecha 20 de noviembre de 2006, la Comisión Europea emitió una autorización de comercialización válida en toda la Comunidad Europea para exenatida (Byetta®) para el tratamiento de diabetes mellitus tipo 2 en combinación con: metformina, sulfonilureas, tiazolidindionas, metformina y una sulfonilurea, metformina y una tiazolidindiona, en pacientes que no hayan alcanzado un control glucémico adecuado con las dosis máximas toleradas de estos tratamientos orales 68. Este compuesto debe administrarse por vía 54 subcutánea, siendo la dosis recomendada de 5 a 10 µg, 2 veces al día. Se administra en los 60 minutos previos a las dos comidas principales del día, las cuales deberían ser ingeridas con una diferencia de alrededor de 6 horas 68. A diferencia de GLP-1, que se degrada rápidamente en el plasma, exenatida resiste a la acción de la enzima DPP-4 (debido a la existencia de una glicina en lugar de alanina en la posición 2, por lo que no es un sustrato para DPP-IV) mostrando una semivida más prolongada. El perfil farmacocinético de exenatida ha sido estudiado en animales y en humanos, tanto en voluntarios sanos como en pacientes con DM tipo 2. El pico máximo de concentración se alcanza a las 2,1 horas, mostrando una biodisponibilidad similar tras su administración subcutánea tanto en abdomen como en muslo o en brazo. Basándose en los resultados de estudios preclínicos, el fármaco es eliminado fundamentalmente por filtración glomerular, seguido por degradación proteolítica. Exenatida tiene una semivida aproximada de 2,4 horas, con concentraciones que, en la mayoría de los pacientes, son detectables hasta 10 horas después de la administración subcutánea 69. Otros estudios farmacocinéticos, tras administración subcutánea de exenatida en pacientes de ambos sexos y diferentes orígenes raciales, con edades comprendidas entre los 22 y los 73 años, no han mostrado efectos significativos sobre la famacocinética de exenatida. Además, la obesidad (índice de masa corporal ≥ 30 kg/m2) no parece modificar el perfil farmacocinético de exenatida . En pacientes con disfunción renal leve a moderada (aclaramiento de creatinina de 30 a 80 ml/min), el aclaramiento de exenatida sólo se ve levemente reducido, por lo que no es necesario realizar ajuste de dosis. En el caso de los pacientes con disfunción renal grave en tratamiento con diálisis (aclaramiento de creatinina < 30 ml/min), el aclaramiento medio de exenatida se reduce a 0,9 l/h, comparado con 9,1 l/h de los sujetos sanos, no aconsejándose su administración en dicho tipo de pacientes. Exenatida es la forma sintética de exendina-4. Exendina-4 es un péptido natural de 39 aminoácidos. Es aproximadamente 5.500 veces más potente que 55 el GLP-1 endógeno en la disminución de glucosa. Descubierto en 1992, identificado y aislado en la saliva de un lagarto que habita en el suroeste de EE.UU. y en el norte de México conocido comúnmente como monstruo de Gila (Heloderma suspectum) que muestra una acción glucorregulatoria similar a GLP-1 debido a su unión a receptores de GLP-1. En los ensayos clínicos exenatida ha demostrado mejorar el control glucémico reduciendo los niveles de glucosa en ayunas y postprandial mediante las siguientes acciones: - Incrementando, de forma glucosa-dependiente, la secreción de insulina de las células beta del páncreas. A medida que la concentración de glucosa sanguínea disminuye, la secreción de insulina se normaliza 70, 71. - Suprimiendo la secreción de glucagón, el cual se sabe que está anormalmente elevado en la diabetes tipo 2. Bajas concentraciones de glucagón conllevan un descenso de la producción de glucosa hepática 69. Sin embargo, exenatida no afecta a la respuesta normal de glucagón ni de otras hormonas a la hipoglucemia 72. - Enlenteciendo el vaciado gástrico y por ello reduciendo la velocidad a la cual la glucosa derivada de las comidas aparece en la circulación 70. - Reduciendo la ingesta intracerebroventricular de de comida. exendina-4 La produce administración una inhibición, dependiente de la dosis, de la ingesta en varias especies y reduce el incremento de peso y la adiposidad en ratas tanto obesas como delgadas sin alterar la concenctración de leptina 73. La eficacia de 5 o 10 µg de exenatida subcutánea 2 veces al día en pacientes no controlados con metformina y/o sulfonilureas fue evaluada en tres grandes ensayos clínicos fase III, aleatorizados, doble ciego, multicéntricos, controlados con placebo, de 30 semanas de duración, en aproximadamente 1.500 pacientes (datos combinados de los 3 estudios). Estos se conocen como los estudios "AMIGO” (AC2993 Diabetes Management for Improving Glucose Outcomes) 74, 75, 76. Todos los pacientes que participaron en los estudios tenían diabetes tipo 2 con un mal control glucémico con su tratamiento actual. 56 Exenatida se estudió en combinación con metformina triple terapia con metformina más una sulfonilurea 76. 75, sulfonilurea 74 o en En dos de los ensayos, se administró metformina ≥1500 mg/día en los 3 meses previos al inicio del estudio y a lo largo del mismo 75, 76. Durante el periodo de inicio de 4 semanas, los pacientes recibieron inyecciones de placebo. Los pacientes fueron luego asignados aleatorizadamente a tratamiento con inyección de placebo, exenatida 5 mcg, o exenatida 10 mcg dos veces al día. En el grupo de exenatida de 10 mcg, todos los pacientes recibieron 5 mcg de exenatida durante las primeras 4 semanas para reducir el riesgo de náuseas. Se administró el tratamiento dos veces al dia 15 minutos antes del desayuno y cena por vía subcutánea en la pared abdominal En la población por intención de tratar (ITT) se incluyeron todos los pacientes que recibieron al menos una dosis de la medicación del estudio; mientras que la población evaluable incluyó a aquellos pacientes que recibieron al menos el 80% de la medicación del estudio y completaron las 30 semanas de tratamiento. La primera medida de eficacia fue la HbA1c y la seguridad. En el estudio realizado con exenatida más sulfonilurea, se inició la administración de la dosis más eficaz de sulfonilurea antes del estudio para estandarizar el tratamiento. Esta dosis se mantuvo a lo largo del estudio salvo en caso de hipoglucemia 74. En el estudio realizado con exenatida más metformina y una sulfonilurea, los pacientes fueron asignados aleatorizadamente para recibir ya sea la dosis más efectiva o la mínima recomendada de sulfonilurea con objeto de determinar si la dosis de sulfonilurea influía en el riesgo de hipoglucemia 76. En un estudio de 16 semanas se analizó la eficacia y seguridad del tratamiento combinado de exenatida y una tiazolidinadiona sola o con metformina. Se trató de un estudio aleatorizado, doble ciego, controlado con placebo en el que participaron 233 pacientes que, a pesar de estar en tratamiento con una tiazolidinadiona sola (20%) o combinada con metformina (80%), tenían una HbA1c elevada (7,1-10%). La dosis de rosiglitazona fue >4 mg/día, y la dosis de pioglitazone >30 mg/día. No se definió dosis mínima de metformina. La dosis estudiada de exenatida fue de 5 µg, las cuatro primeras semanas, que posteriormente se escalonó a 10 µg hasta el final del estudio. Transcurridas las 57 16 semanas del mismo exenatida redujo la HbA1c en -0,8 ± 0,9% con respecto a unos niveles basales medios de 7,9 ± 0,9%. Un 62% de los pacientes tratados con exenatida alcanzaron una HbA1c < 7%, frente a un 16% de los sujetos del grupo placebo. Comparado con placebo, exenatida redujo significativamente el peso (-1,5 ± 3,1 kg frente a -0,2 ± 2,6 kg; p < 0,001) con una reducción media de 1,75 Kg y 0,24 Kg para el grupo de exenatida y placebo respectivamente. El efecto adverso más frecuente fue nuevamente la náusea (un 40% en el grupo exenatida frente a un 15% del grupo placebo), y no se observaron diferencias en la incidencia de hipoglucemias entre ambos grupos de tratamiento 77. Los pacientes que completaron los estudios controlados con placebo de 30 semanas pudieron participar en la fase de extensión abierta. Al inicio de esta fase los pacientes recibieron tratamiento con 5 mcg dos veces al dia de exenatida durante 4 semanas y después 10 mcg dos veces al día durante 3 años 78, 79. Los pacientes fueron estratificados según si presentaban niveles basales de HbA1c mayores o menores de 9%. En la población que completó 82 semanas de estudio (n=314), la reducción media en los valores de HbA1c fue del 1,1+0,1% (95% IC: -1,0 a -1,3%). En los pacientes que presentaban una HbA1c inicial >9%, la reducción fue mayor (-2,0+0,2%) que en los pacientes con hemoglobina <9% (-0,8+0,1%) 78. Con los datos de los pacientes que completaron 3 años de tratamiento se realizó un análisis que reveló que las modificaciones en el control glucémico se mantuvieron durante los 3 años, con una reducción media de la HbA1c respecto al basal de -1,0+0,1% (p<0,0001). En pacientes con una HbA1c basal >9% (media de 9,7%) la reducción fue mayor (-2,1+0,2%) que en pacientes con una HbA1c basal <9% (media de 7,8%; -0,6+0,1%) 79. Exenatida mejoró algunos factores de riesgo cardiovascular tales como el HDLC, los triglicéridos y la presión arterial diastólica, en particular en aquellos pacientes que mostraron una mayor reducción del peso corporal, aunque también se observaron cambios significativos en el perfil lipídico en los pacientes tratados con exenatida que experimentaron una importante pérdida de peso. Este hecho puede ser de particular interés dado que los pacientes con 58 DM tipo 2 tienen un riesgo de 2 a 4 veces superior de desarrollar enfermedad cardiovascular. Sin embargo, aún se desconoce el impacto que este efecto puede tener en cuanto a la posible reducción de eventos 78. En general los acontecimientos adversos asociados al tratamiento con exenatida fueron de intensidad leve a moderada. El acontecimiento adversos comunicado con mayor frecuencia fue la náusea, leve-moderada, dosisdependiente y que disminuyó con el tiempo. La incidencia de hipoglucemia varió dependiendo de la medicación antidiabética concomitante. Se consideró hipoglucemia leve-moderada cuando el paciente comunicó síntomas asociados a la hipoglucemia, independientemente de que las concentraciones de glucosa en sangre fueran <54 mg/dl. Se consideró hipoglucemia severa a aquella en la que el paciente necesitó ayuda de una tercera persona, incluyendo tratamiento intravenoso con glucosa o glucagón. El acontecimiento adverso comunicado con mayor frecuecia en el estudio de 16 semanas fue la náusea de leve a moderada y el pico de incidencia ocurrió a las 8 semanas. Durante el resto del estudio, la incidencia fue decreciendo 77. Cuando se administró exenatida en combinación con metformina no se observó incremento en la tasa de hipoglucemia en comparación con el grupo placebo 75. Por el contrario, sí se observaron diferencias, aumentando la tasa de hipoglucemia, cuando el tratamiento adyuvante incluía una sulfonilurea 74, 76. Por lo tanto, los pacientes que reciban tratamiento combinado de exenatida + sulfonilurea deben considerar una reducción en la dosis de sulfonilurea para reducir el riesgo de hipoglucemias 76. Efectos de exenatida frente a insulina glargina sobre la HbA1c. En el estudio de 26 semanas de Heine et al en 2005 se comparó exenatida con insulina glargina. Se trató de un estudio abierto, de grupos paralelos, aleatorizado, multicéntrico, de no inferioridad (n=549) donde todos los pacientes tenían diabetes mellitus tipo 2 (DM) mal controlada con la dosis estable más eficaz de metformina y sulfonilurea durante por lo menos 3 meses. Los pacientes continuaron su régimen de metformina y sulfonilurea; si se producía hipoglucemia, la dosis de sulfonilurea podría reducirse en un 50%. 59 Los pacientes asignados aleatorizadamente a exenatida (n=282) recibieron 5 mcg dos veces al dia durante 4 semanas y después 10 mcg dos veces al dia durante las restantes 22 semanas del estudio. La dosis inicial de insulina glargina fue de 10 U/día administrada a la hora de acostarse. Si la glucosa en ayunas era >5,6 mmol/L, la dosis de insulina glargina se incrementaba en 2-U cada 3 días hasta lograr valores <5,6 mmol/L 80. En otro estudio de no inferioridad, abierto, de 2 períodos cruzados en los que se comparó exenatida con insulina glargina. Fue llevado a cabo por Barnett et al. Todos los pacientes tenían DM tipo 2 mal controlada con dosis efectivas de antidiabéticos orales (56% metformina y sulfonilureas 44%). Los pacientes fueron asignados aleatoriamente a tratamiento con exenatida seguida por insulina glargina o la secuencia inversa; se continuó cada tratamiento durante 16 semanas. A continuación se detallan los regímenes de tratamiento. La dosis de metformina o sulfonilurea previa al estudio se continuó salvo que se produjese hipoglucemia durante el tratamiento con exenatida. Si la hipoglucemia se producía, la dosis de sulfonilurea podría reducirse, pero se aumentaba hasta las dosis previas al estudio durante el tratamiento con insulina glargina; después se podría reducir la dosis de sulfonilurea un 50%. La dosis de exenatida fue de 5 mcg dos veces al dia durante 4 semanas, seguida por 10 mcg dos veces al dia durante 12 semanas. Exenatida se administró antes del desayuno y de la cena. La dosis inicial de insulina glargina fue de 10 U/día una vez al día. La dosis se ajustó semanalmente para llegar a un nivel de glucosa en ayunas <5,6 mmol/L. La hipoglucemia severa se definió como un episodio con síntomas compatibles con hipoglucemia en el que el paciente requirió la ayuda de otra persona y que se asoció con un nivel de glucosa en sangre <2,8 mmol/L o con la recuperación después de la administración oral de carbohidratos, glucagón, o glucosa vía intravenosa 81. Efectos de exenatida frente a insulina aspártica bifásica en la HbA1c. En un estudio de 52 semanas, multicéntrico, de grupos paralelos, de no 60 inferioridad, aleatorizado, abierto, se compararon exenatida (n=253) y la insulina aspártica bifásica (n=248) en pacientes con DM tipo 2 y con un control inadecuado con metformina y sulfonilurea. Se continuó con metformina (>1500 mg/día) y la dosis óptima efectiva de sulfonilurea; sin embargo, si se producía hipoglicemia, la dosis de sulfonilurea podría reducirse en un 50% en el grupo de exenatida, pero no en el grupo de insulina aspártica bifásica. La dosis de exenatida fue de 5 mcg dos veces al dia durante 4 semanas, seguida de 10 mcg dos veces al dia durante 48 semanas. Exenatida se administró 15 minutos antes del desayuno y de la cena. La insulina aspártica bifásica se administró antes del desayuno y de la cena. La dosis fue ajustada para lograr una glucemia en ayunas <7 mmol/L y una glucosa posprandial a las 2 horas <10 mmol/L. La medida de eficacia principal fue el cambio en la HbA1c desde el inicio del estudio hasta la semana 52. Una segunda medida de eficacia fue el porcentaje de pacientes que alcanzó una HbA1c ≤7%. En los tres estudios se observó que exenatida es igualmente efectiva a insulina glargina e insulina aspártica en la reducción media de la HbA1c con respecto a los niveles basales; ésta fue similar en todos los grupos de tratamiento, al igual que el porcentaje de pacientes que lograron una HbA1c ≤ 7%. En cambio, los pacientes tratados con exenatida redujeron el peso entre 2 y 3 kg, mientras que los pacientes tratados con insulina experimentaron un incremento ponderal de entre 0,35 y 4 kg. En todos los estudios el perfil de seguridad de exenatida fue similar al observado en los estudios AMIGO antes descritos, siendo la náusea leve o moderada el efecto adverso más frecuentemente reportado en aproximadamente un tercio de los pacientes. Un estudio reciente ha explorado otra posible indicación de exenatida, como sustitución de la insulina basal en pacientes previamente insulinizados con insulina glargina en combinación con hipoglucemiantes orales, sin que de momento puedan establecerse indicaciones precisas al respecto 82. 61 La exenatida también ha sido evaluada como monoterapia. Moretto y col. realizaron un estudio aleatorizado durante 24 semanas, controlado con placebo, para evaluar la eficacia de exenatida como monoterapia en pacientes con DMT2 vírgenes de tratamiento y con subóptimo control de la glucemia con dieta y ejercicio. Los pacientes (con intención de tratar [ITT] = 232) fueron aleatorizados para recibir placebo, 5 µg o 10 µg de exenatida. Los resultados demuestran que exenatida es superior en la reducción de HbA1c y en la reducción de peso frente a placebo 83. Actualmente se encuentra en desarrollo una preparación de liberación retardada (LAR) de exenatida subcutánea de administración semanal. Emplea una tecnología de liberación mediante microesferas poliméricas biodegradables que contienen exenatida y proporcionan una liberación sostenida del péptido. Una vez inyectado, el polímero se biodegrada a lo largo del tiempo liberando exenatida de una forma controlada. La eficacia, seguridad y tolerabilidad de esta presentación han sido analizadas en un ensayo clínico llevado a cabo por kim et al, doble ciego, aleatorizado y controlado con placebo en el que se incluyeron 45 pacientes con DM tipo 2 en tratamiento con metformina y/o dieta y ejercicio. Se observó un descenso progresivo de la HbA1c durante las 15 semanas del estudio, una reducción de la glucemia en ayunas y del peso, a diferencia del grupo placebo. La proporción de pacientes tratados con exenatida LAR que alcanzaron un nivel de HbA1c ≤ 7% fue del 33% con una dosis de 0,8 mg, y del 86% con una dosis de 2 mg, lo que no fue observado en ninguno de los pacientes del grupo placebo. Exenatida semanal también disminuyó la hiperglucemia postprandial auto-monitoreada. Los pacientes tratados con 2.0 mg de exenatida semanal perdieron peso (-3.8 ± 1.4 kg), mientras que en los grupos de pacientes tratados con 0.8 mg o con placebo el peso se mantuvo estable (p < 0.05 para diferencias inter grupo) 84. En el estudio de Drucker et al. se demostró que exentida semanal es similar a exenatida BID en la mejora del control glicémico siendo igualmente bien tolerada 85. Estudios a gran escala y a largo plazo con exenatida semanal se encuentran en desarrollo. 62 Exenatida ha mostrado estimular la proliferación de células β y la neogénesis de los islotes a partir de células precursoras en modelos experimentales in vitro e in vivo. Diversos estudios de administración exógena de exenatida y GLP-1 proporcionan evidencias de que este péptido podría desempeñar un importante papel en el mantenimiento de la masa de células β y su función, estimulando la proliferación de las células de los islotes y su neogénesis, así como inhibiendo la apoptosis celular. Asimismo, estudios preliminares en pacientes a los que se ha realizado un trasplante de islotes pancreáticos parecen indicar que exenatida mejora la respuesta glucémica y los niveles de HbA1c lo que podría deberse a la conjunción de múltiples factores como la ya conocida acción de ralentización del vaciamiento gástrico y la supresión del glucagón, pero también a la mejoría de la función de la masa de células β en función de los niveles de péptido C observados en estos pacientes. Por otro lado, en un estudio en el que se evaluó la potencialidad de exenatida para restablecer un patrón normal de secreción de insulina en pacientes con DM tipo 2, se observó que en aquellos que recibieron exenatida el patrón de secreción de insulina fue similar al observado en sujetos no diabéticos, tanto en la primera fase de secreción (0-10 minutos) como en la segunda (10-180 minutos), por lo que exenatida podría también contribuir a mejorar la primera fase de secreción de insulina, disminuida en este grupo de pacientes. Finalmente, la glucotoxicidad y el estrés oxidativo son dos factores claves en la apoptosis de las células β en la DM tipo 2. Además, se ha descrito recientemente que el TXNIP es un factor proapoptótico de la célula β y un potencial mediador de la glucotoxicidad y el estrés oxidativo. En un estudio in vitro en un modelo animal, exenatida mostró que inhibe la apoptosis de la célula β inducida por el estrés oxidativo. Algunos autores plantean que estos datos preliminares sugieren el interés que tendría la realización de un estudio en el que se iniciase el tratamiento con exenatida en fases tempranas de la enfermedad, para investigar si se puede proteger la masa de células β y prevenir la progresión de la enfermedad. Hay publicaciones que han llamado la atención respecto del riesgo de pancreatitis aguda en pacientes tratados con exenatida. Se estima que la aparición de esta complicación puede ocurrir en uno de cada 2.000 pacientes 63 tratados. Esta situación es generalmente reversible tras la supresión del fármaco y raramente tiene un desenlace fatal (0,5% de los casos reportados). Aparte de las precauciones necesarias en la prescripción, que debería excluir a los pacientes con historia previa de pancreatitis aguda, hipertrigliceridemia excesiva o colelitiasis demostrada, es importante advertir a los pacientes que inician el tratamiento que deben consultar en caso de dolor abdominal grave y persistente, sospechoso de pancreatitis aguda 82. Otros agonistas GLP-1 e inhibidores DPP-4 se encuentran en diferentes etapas de desarrollo. Albiglutide es un agonista de los receptores GLP-1 de acción prolongada. Con base en estudios farmacocinéticos, albiglutide tiene una vida media de 6 a 8 días. AVE0010 es un agonista del receptor GLP-1 que ha mostrado una afinidad cuatro veces mayor que el GLP-1 nativo para el receptor GLP-1. Alogliptina y cinegliptina, inhibidores de la DPP-4 actualmente en desarrollo ha mostrado ser seguros y efectivos en estudios como monoterapia y en combinación con otros antidiabéticos orales 86. Homología al GLP-1 humano e inmunogenicidad. Los medicamentos peptídicos son potencialmente inmunogénicos. Figura 6. En el caso del exenatida (agonista del receptor del GLP-1 de origen animal), los tres ensayos pivotales mostraron que más del 40% de los pacientes desarrollaron anticuerpos anti-exenatida. El porcentaje de pacientes que formaron estos anticuerpos fue uniforme en los diversos estudios. En la mayoría de estos casos, los niveles disminuyeron a lo largo del tiempo y el grado de control metabólico obtenido fue comparable al observado en aquellos sujetos que no desarrollaron anticuerpos. Sin embargo, en un 6% de pacientes con anticuerpos positivos éstos fueron neutralizantes, desarrollando resistencia a exenatida. En el caso de la liraglutida (análogo del GLP-1 humano que conserva elevada homología con la estructura del GLP-1 nativo), los ensayos clínicos realizados en fase II y III mostraron una respuesta antigénica notablemente menor. 64 Figura 6 Inhibidores de la DPP-4: sitagliptina, vildagliptina y saxagliptina. Estos fármacos inhiben la acción de la enzima DPP-4, aumentando y prolongando la acción del GLP-1 endógeno. Como resultado de la inhibición de la DPP-4, se incrementan tanto los niveles prandiales como basales de GLP-1 87. También se ha observado que la sensibilidad a la insulina podría mejorar, aunque se cree que es debida a una reducción crónica de la glucemia. Los datos actuales también sugieren que podría compartir con análogos de GLP-1 los efectos beneficiosos de preservación de la población de células beta pancreáticas. Son efectivos por vía oral y producen menos náuseas y enlentecimiento del vaciamiento gástrico que la administración exógena s.c. de análogos de GLP-1. Esta enzima tiene múltiples sustratos; por tanto, había una preocupación inicial de que esta inhibición provocase efectos secundarios; sin embargo, los estudios clínicos con inhibidores de DPP-4 que se han publicado hasta ahora no han descrito ningún efecto adverso grave. Se pueden encontrar diferentes inhibidores de DPP-4 en estudio, pero los más avanzados y aprobados son vildagliptina, sitagliptina y saxagliptina. 65 Aprobada en 2006, la sitagliptina fue el primer inhibidor DPP-4 indicado en la terapia coadyuvante a las modificaciones del estilo de vida para el manejo de DM2. La dosis recomendada de sitagliptina es de 100 mg una vez al día por vía oral. En 2007 fue aprobada por la FDA la combinación de sitagliptina y metformina en un comprimido único. Otro inhibidor de la DPP-4, la saxagliptina, fue aprobada en julio de 2009 para el tratamiento de pacientes con DM2 ya sea como monoterapia o en combinación con metformina, sulfonilureas, o una tiazolidindiona 88. La vildagliptina está disponible en 50 y 100 mg y la dosis recomendada es de 50 mg una vez al día en combinación con una sulfonilurea o de 50 mg dos veces al día en combinación con metformina o una tiazolidindiona. Los estudios en animales demostraron que la ausencia o la inhibición de la DPP-4 mejoraba la tolerancia a la glucosa y la secreción de insulina. En pacientes con DM2, Ahrén et al. demostraron, por primera vez, que la administración durante 4 semanas de un inhibidor de la DPP-4 (NVP-DPP728) se acompañaba de una reducción de la glucemia basal y posprandial, así como de una disminución de la HbA1c del 0,5%, sin que se detectaran problemas de toxicidad. Los fármacos inhibidores de la DPP-4, también conocidos como potenciadores del GLP-1 son fármacos orales, que se absorben rápidamente, capaces de inhibir la DPP-4 >80% durante >16 h tras una sola toma. Por este motivo, en general, ambos pueden administrarse una vez al día, en cualquier momento del día, y antes, durante o al final de las comidas. Estos fármacos son eficaces en monoterapia y en combinación con otros hipoglucemiantes orales e insulina. Sin embargo, en España la indicación aprobada es en terapia combinada con metformina, sulfonilureas o glitazonas y en triple terapia junto a metformina y sulfonilureas. Aunque todavía no ha sido explícitamente aprobado, también sería razonable usar estos fármacos en monoterapia, en el caso de intolerancia o contraindicación al tratamiento con metformina. Sus mayores ventajas son la administración oral y la ausencia de efectos gastrointestinales. En cambio, a diferencia de los análogos del GLP-1, su utilización no se acompaña de una reducción significativa del peso corporal. 66 En diciembre de 2007, tras un análisis de los datos de varios estudios, Novartis propuso a la EMEA la comercialización de vildagliptina 50 mg, que puede utilizarse 1-2 veces al día, frente a la dosis de 100 mg, que se relacionó con casos aislados de elevación de transaminasas. No obstante, se recomienda realizar controles de función hepática antes de iniciar el tratamiento con vildagliptina y, posteriormente, a intervalos regulares de 3 meses durante el primer año 82. Sitagliptina. Diversos estudios con sitagliptina han demostrado que la dosis más conveniente en la clínica es la de 100 mg al día, en dosis única 89, 90. En el estudio 24 semanas de Aschner et al. realizado en pacientes con DM2 sin tratamiento farmacológico previo (HbA1c basal 8%), la administración de 100 o 200 mg de sitagliptina frente a placebo resultó en una reducción de la HbA1c (0,74 y 0,94%, respectivamente), en una disminución de la glucemia basal (17 y 21 mg/dL, respectivamente) y de la glucemia posprandial a las 2 horas después de una comida de prueba (47 y 54 mg/dL, respectivamente). El descenso de la HbA1c fue superior en los pacientes con mayor HbA1c inicial, siendo la disminución de hasta el 1,5% en aquellos con una HbA1c basal ≥9%. La proporción de pacientes que alcanzaron una HbA1c <7% al final del estudio fue del 41% con sitagliptina 100 mg y del 45% con sitagliptina 200 mg, frente al 17% obtenido con placebo (p <0,001). Además, la administración de sitagliptina mejoró de forma significativa el cociente proinsulina/insulina y el índice HOMAß, como expresión del incremento de la secreción de insulina inducida por el fármaco. Debe destacarse que la incidencia de hipoglucemias fue similar a la del grupo placebo. Tampoco se detectaron cambios relevantes en el peso (–0,2 y –0,1 kg, con 100 o 200 mg de sitagliptina, respectivamente), aunque la reducción de peso fue significativamente mayor con placebo (–1,1 kg, p <0,01). La incidencia de efectos adversos gastrointestinales (náuseas, diarrea, dolor abdominal), aunque baja, fue algo superior con sitagliptina (16,4%) que con placebo (11,5%). Otros efectos adversos descritos, como nasofaringits, mialgias o artralgias, presentaron una incidencia muy baja aunque ligeramente 67 superior a placebo, sin que motivaran la supresión del fármaco por este motivo 82. Combinación con metformina o glitazonas La adición de 100 mg de sitagliptina al tratamiento previo con metformina (>1.500 mg/día), frente a placebo, a un grupo de pacientes con DM2 y mal control glucémico (HbA1c basal de 8%), durante 6 meses resultó en una disminución añadida de la HbA1c de 0,65%, con una reducción significativa de la glucemia basal y de la glucemia posprandial 91. Esta combinación incrementó, frente a placebo, en 2,6 veces la proporción de pacientes con una HbA1c <7% al final del estudio (el 47 frente al 18%). Además, la combinación con sitagliptina mejoró diversos índices de la secreción de insulina, así como la sensibilidad a la insulina. El riesgo de hipoglucemia, los efectos gastrointestinales o los cambios en el peso con la adición de sitagliptina no fueron significativamente diferentes respecto a placebo. En otro estudio con un diseño y una duración similares (HbA1c basal de 8%), se comparó la adición de 100 mg de sitagliptina, frente a placebo, al tratamiento previo con pioglitazona (≥30 mg al día). En comparación con placebo, la combinación de sitagliptina y pioglitazona se asoció con una reducción de la HbA1c del 0,7% y un incremento en la proporción de pacientes con una HbA1c <7% (45 frente al 23% con placebo). Al igual que en estudio anterior, la adición de sitagliptina se asoció con una reducción de los niveles de proinsulina y del cociente proinsulina/insulina, lo que revela una mejora con sitagliptina del procesamiento y de la secreción de insulina por la célula beta 92. La combinación de sitagliptina y metformina ha sido evaluada también, utilizando diversas dosificaciones, frente a la monoterapia con sitagliptina o metformina en pacientes con DM2 sin tratamiento farmacológico previo (HbA1c basal de 8,8%) . El tratamiento combinado con dosis máximas de sitagliptina (50 mg 2 veces al día) y metformina (1.000 mg 2 veces al día) fue la estrategia más eficaz, con una reducción de la HbA1c al final del estudio del 2,1% y una proporción de pacientes con una HbA1c <7% al final del estudio del 66% 82. 68 Los resultados sugieren que la combinación de sitagliptina y metformina, dos fármacos con acciones complementarias, es más eficaz que el empleo de dosis máximas de metformina o sitagliptina. En otro estudio con comparador activo, se evaluó en un amplio grupo de pacientes con DM2 y mal control glucémico (HbA1c basal de 7,5%) la adición de 100 mg de sitagliptina al tratamiento previo con metformina frente a la adición de glipizida (hasta 20 mg al día), durante un periodo de 52 semanas. Ambos fármacos, sitagliptina y glipizida, en combinación con metformina, redujeron la HbA1c de forma similar, aunque los pacientes que recibieron glipizida aumentaron de peso y tuvieron 6 veces más hipoglucemias (32 frente a 4,9% con sitagliptina) 93. En el estudio de Hermansen et al. en 2007 se evaluó la adición de sitagliptina 100 mg al tratamiento previo con glimepirida (≥4 mg al día) o a la combinación de glimepirida y metformina (≥1.500 mg al día), en pacientes con DM2 y mal control glucémico inicial (HbA1c basal de 8,3%), durante un periodo de 24 semanas. En comparación con placebo, la adición de sitagliptina disminuyó la HbA1c en 0,74%, con un descenso de la glucemia basal de 20 mg/dL y de la glucemia posprandial de 36 mg/dL (2 h después de una comida de prueba), y con un incremento del índice HOMA-ß del 12%. En los pacientes en tratamiento previo con glimepirida y metformina, la adición de sitagliptina redujo la HbA1c en un 0,89% frente a placebo. La frecuencia de hipoglucemias fue mayor con sitagliptina (ambos grupos) (el 12 frente al 2% con placebo). El incremento de peso con sitagliptina (ambos grupos) fue también superior que con placebo, aunque marginalmente (+0,8 frente a –0,4 kg con placebo, p <0,001) 94. Los datos de este estudio han contribuido a conseguir la aprobación de la Agencia Europea para Evaluación de Medicamentos (EMEA) para la nueva indicación de sitagliptina en combinación con sulfonilureas y en triple terapia con metformina y sulfonilureas. Cuando se compara sitagliptina con exenatida se demuestra que exenatida es mejor en cuanto a la reducción de glucemia postprandial, la reducción de la ingesta calórica y la secreción de glucagón. No hay diferencias 69 estadísticamente significativas en la glicemia basal en ayunas y en el peso corporal 95. Vildagliptina. Los estudios publicados con vildagliptina ofrecen resultados muy similares a los obtenidos con sitagliptina y confirman la impresión de que la eficacia del fármaco no depende sólo de la dosis evaluada, sino también de la HbA1c inicial. En un estudio de 24 semanas realizado en pacientes con DM2 sin tratamiento farmacológico previo (HbA1c basal, 8,4%), el tratamiento con vildagliptina (50 mg al día, 50 mg 2 veces al día o 100 mg al día) frente a placebo disminuyó la HbA1c un 0,5-0,9%, siendo la eficacia comparable con vildagliptina 100 mg en dosis única o dividida en dos dosis 96. Otros estudios han evaluado la eficacia de la monoterapia con vildagliptina frente a un comparador activo. En el estudio de Schweizer et al. se demostró que vildagliptina (50 mg 2 veces al día) fue menos eficaz que metformina (1.000 mg 2 veces al día): HbA1c –1,0 frente al –1,4% (p <0,001). No se detectaron cambios significativos en el peso con vildagliptina respecto al inicio del estudio (+0,3 kg, p= 0,17), aunque el peso disminuyó en los pacientes tratados con metformina (–1,9 kg, p <0,001). La incidencia de efectos adversos gastrointestinales fue 3-4 veces superior en los pacientes que recibieron metformina (diarrea, náuseas, dolor abdominal). No hubo diferencias entre ambos grupos en la baja incidencia de hipoglucemias (<1%) 97. En un estudio de combinación (HbA1c basal del 8,4%), la adición de vildagliptina (50 mg al día o 50 mg 2 veces al día) al tratamiento previo con metformina (≥1.500 mg al día) se acompañó de una reducción de la HbA1c del 0,7% con la dosis menor de vildagliptina y del 1,1% con la dosis mayor 98. En pacientes con DM2 y mal control glucémico en tratamiento previo con pioglitazona (45 mg al día), la adición de 50 o 100 mg de vildagliptina al día frente a placebo, durante 24 semanas, se acompañó de una reducción de la HbA1c del 0,8 y el 1%, respectivamente. Esta combinación disminuyó la glucemia basal (con vildagliptina 50 o 100 mg al día, 14 o 20 mg/dL), aunque 70 no de forma significativa frente a placebo, y la glucemia posprandial (con vildagliptina 50 o 100 mg al día, 34 o 47 mg/dL) frente a placebo (p= 0,008)) 99. La adición de vildagliptina (50 mg al día o 50 mg 2 veces al día) en pacientes con DM2 en tratamiento con glimepirida (4 mg al día) y mal control glucémico (HbA1c basal de 7,5-11%), frente a placebo, durante un periodo de 24 semanas, redujo la HbA1c (~0,6-0,7% ) de forma similar con ambas dosis (p <0,001 frente a placebo, para ambas dosis) 100. La eficacia de esta combinación fue mayor en pacientes con una edad ≥65 años (HbA1c ~0,8%) y en pacientes con una HbA1c basal >9% (HbA1c ~1,0%). Aunque la ganancia de peso fue similar en los tres grupos, la frecuencia de hipoglucemias fue mayor con vildagliptina 100 mg al día (3,6%) que con vildagliptina 50 mg al día (1,2%) o con placebo (0,6%). Otros efectos adversos tuvieron una incidencia similar en todos los grupos. En pacientes con DM2 en tratamiento con insulina y mal control glucémico (HbA1c basal del 8,4%), la adición de vildagliptina (50 mg 2 veces al día), frente a placebo, durante 24 semanas, resultó en una disminución significativa, aunque de pequeña magnitud, de la HbA1c (el 0,5 frente al 0,2% con placebo, p= 0,01) y en una disminución de las hipoglucemias totales (113 frente a 185 episodios con placebo, p <0,001) y graves (0 frente a 6 episodios con placebo, p <0,05) 101. Saxagliptina. La saxagliptina es un inhibidor de DPP-4 sumamente potente, selectivo, reversible y competitivo. Su administración en pacientes con diabetes tipo 2 inhibe la actividad enzimática de DPP-4 durante un periodo de 24 horas. Tras una sobrecarga oral de glucosa, esta inhibición de DPP-4 provoca un aumento de 2 a 3 veces los niveles circulantes de las hormonas incretinas activas, incluidos el péptido similar al glucagón 1 (GLP-1) y el polipéptido insulinotrópico dependiente de glucosa (GIP), un descenso de las concentraciones de glucagón y un aumento de la capacidad de respuesta de las células beta glucosa dependientes, con lo que aumentan las concentraciones de insulina y 71 de péptido C. Saxagliptina mejora el control glucémico al reducir las concentraciones de glucosa en ayunas y posprandiales de los pacientes con diabetes tipo 2 102. Rosenstock et al. llevaron a cabo dos ensayos de carácter doble ciego, controlado con placebo, de 24 semanas de duración para evaluar la eficacia y la seguridad de saxagliptina en monoterapia en pacientes con diabetes tipo 2. En ambos ensayos, el tratamiento con saxagliptina una vez al día, indujo una mejora significativa de HbA1c 103, 104. De Fronzo et al. llevaron a cabo un ensayo rabdomizado de 24 semanas de duración, doble ciego, controlado con placebo, de adición de saxagliptina a la metformina para evaluar la eficacia y la seguridad de saxagliptina, en combinación con metformina, en pacientes con un control glucémico insuficiente (HbA1c 7-10%) sólo con metformina. Los pacientes del estudio recibieron saxagliptina en dosis de 2.5, 5 o 10 mg o placebo más una dosis estable de metformina (1.500-2.500 mg). Saxagliptina en dosis de 2.5, 5 y 10 mg más metformina mostró disminuir de forma estadísticamente significativa los niveles de HbA1c, la glucemia basal en ayunas y la glucemia postprandial. La incidencia de hipoglucemia y la reducción de peso fue similar a la del grupo que recibió placebo 105. Saxagliptina junto con metformina como terapia inicial también ha demostrado una mejoría estadísticamente significativa en comparación con cualquier tratamiento por separado en los principales parámetros de la glucemia con un perfil de tolerabilidad similar al de los componentes en monoterapia como lo demostró el estudio de 24 semanas de Jadzinsky et al. en 2009 106. En el estudio de 24 semanas de Chacra et al. se evaluó en 768 pacientes la eficacia y seguridad de saxagliptina cuando se adicionaba a una sulfonilurea versus sulfonilurea en monoterapia en pacientes con diabetes tipo 2 mal controlada. Como medida de eficacia se utilizaron los niveles de HbA1c, la glucemia basal en ayunas y la glicemia postprandial. Estos parámetros fueron significativamente mejores en el grupo que recibió saxagliptina en comparación 72 con el grupo que recibió sulfonilurea en monoterapia. Los efectos adversos fueron similares en todos los grupos 107. Cuando se comparó saxagliptina más tiazolidindiona versus tiazolidindiona en monoterpia en pacientes con diabetes tipo 2 con un inadecuado control tratados unicamente con tiazolidindiona también la combinación con saxagliptina se monstró superior al mejorar el control glucémico y fue generalmente bien tolerada con una ocurrencia de efectos adversos similares al grupo que recibió tiazolidindiona en monoterapia 108. 73 RESULTADOS En la etapa de investigación se seleccionaron un total de 108 publicaciones a partir de las cuales se desarrolló el trabajo de acuerdo a los objetivos. La información relacionada con la etiopatogenia, epidemiología, complicaciones y manejo general de la diabetes se tomó básicamente a partir de libros de texto y revisiones. La información relacionada con los fármacos con efecto incretina se obtuvo principalmente a través de ensayos clínicos y revisiones. Se escogieron un total de 36 ensayos clínicos para investigar la eficacia y seguridad de los fármacos con efecto incretina en el manejo de la diabetes mellitus tipo 2. Todos son estudios llevados a cabo en una muestra importante de pacientes, aleatorizados, doble o triple ciego, controlados con placebo o fármaco comparador activo. Aunque los estudios valoraban la eficacia con diferentes parámetros (HbA1c, glucemia basal en ayunas, glucemia postprandial, niveles de péptido C) el más importante de ellos fue en casi todos la determinación de HbA1c. Los fármacos fueron habitualmente bien tolerados y los principales efectos adversos que se encontraron fueron de orden gastrointestinal. Se analizaron 7 estudios donde se evaluaba liraglutida. Todos los estudios fueron rabdomizados, doble ciego, controlados con placebo o fármaco activo. Liraglutida superior a placebo en todos los estudios en la reducción de HbA1c. Fue superior a insulina garglina, roziglitazona, glimepirida y sitagliptina en lo relacionado a la reducción de peso en todos los estudios. Frente a placebo los resultados no fueron consistentes. La diferencia en la presencia de eventos de hipoglicemia entre liraglutida y glimepirida fue estadísticamente significativa pero no lo fue cuando se comparó con roziglitazona, insulina, sitagliptina o placebo. Los principales resultados de los ensayos con liraglutida se presentan en la tabla número 1. Los ensayos clínicos con exenatida que se estudiaron fueron 11, de los cuales 6 corresponden a estudios comparados con placebo, 4 comparados con fármaco activo y uno comparado con placebo y fármaco activo. Todos los estudios son aleatorizados doble ciego. Exenatida se muestra superior a 74 placebo en la reducción de HbA1c en todos los estudios. Tanto cuando se compara exenatida BID con exenatida semanal como cuando se compara los efectos sobre HbA1c a las 12 semanas y a los 3 años de esposición, los resultados son similares. Exenatida se muestra no inferior en la reducción de HbA1c cuando se compara con insulina. En un sólo estudio no se valora HbA1c como principal variable en cuanto a efectividad sino que se valora los niveles de glicemia postprandial y glicemia basal en ayunas. Éste estudio es el que compara exenatida con sitagliptina donde exenatida se muestra superior con una diferencia significativa. En lo referente a la pérdida de peso exenatida es superior a placebo y a insulina. Cuando se compara exenatida BID versus exenatida semanal los resultados son similares. En la mayoría de estudios los eventos de hipoglucemia se presentaron en mayor número en el grupo que recibía exenatida frente a placebo. La hipoglicemia también fue más frecuente en los pacientes que recibían insulina comparado con exenatida. En la mayoría la hipoglicemia no había sido severa. En la tabla 2 se presentan los datos de los estudios con exenatida. Siete ensayos clínicos con sitagliptina se evaluaron. Cuatro fueron estudios comparados con placebo, uno comparado con placebo y fármaco activo y dos comparados sólo con fármaco activo. En los estudios comparado con placebo sitagliptina fue superior en la reducción de HbA1c mientras que no hubo una diferencia estadísticamente significativa cuando se comparó con glipizida. Cuando se comparó con exenatida, ésta fue más eficaz que sitagliptina en la reducción de HbA1c. En lo relacionado con cambios en el peso corporal sitagliptina muestras resultados similares con placebo e incluso con exenatida, pero, se encontró una diferencia significativa comparado con glipizida. En cuando a la presencia de hipoglicemia en pacientes tratados con sitagliptina los datos no son consistentes cuando se comparan con placebo pero sí son significativamente inferiores cuando se compara con glipizida. Estos datos se presentan en la tabla 3. Para evaluar vildagliptina se tomaron 5 ensayos clínicos, rabdomizados, doble ciego. Tres fueron estudios placebo-controlados y dos se hiciron con fármaco comparador activo. Vildagliptina es superior frente a placebo en la reducción de 75 HbA1c y tiene eficacia similar a metformina. La combinación de vildagliptina+metformina se ha mostrado superior a los monoterapia con cada fármaco por separado. La acción de vildagliptina respecto al peso se puede encasillar como neutral y los eventos de hipoglicemia no son superiores a placebo. Estos resultados aparecen como esquema en la tabla 4. Se analizaron 6 ensayos clínicos con saxagliptina, 3 de ellos eran comparativos con placebo y otros 3 comparados con fármaco activo. En todos los estudios donde se comparaba saxagliptina con placebo, saxagliptina fue superior para reducir HbA1c excepto cuando se utilizó saxagliptina en dosis bajas. Saxagliptina también fue más eficaz que metformina y gliburida, así como la combinación de saxagliptina+metformina fue superior a la monoterpia con ambos fármacos por separado. Saxagliptian tiene efecto similar a placebo, metformina y gliburida en el peso corporal. Tampoco hubo diferencias significativas entre saxagliptina y placebo o fármaco comparador en la incidencia de hipoglicemias. Los datos se muestran en la tabla 5. 76 TABLA 1 Autor Marre 53, 2009 Fármaco Compara Liraglutida o roziglitazona o placebo en combinación con glimepirida HbA1c Liraglutida: -1.1% Roziglitazona: -0.4% Placebo: +0.2% P<0.0001 Peso corporal Liraglutida: -0.2 a +0.3 Roziglitazona: +2.1 P<0.0001 Placebo: +0.1 Garber 54, 2009 Liraglutida versus glimepirida en monoterapia Liraglutida: -0.84% a -1.14% Glimepirida: -0.51% Liraglutida: -2.0 a -2.5 Glimepirida: +1.0 Vilsboll 55, 2007. Liraglutida versus placebo en monoterapia Liraglutida: 2.99 Placebo: -1.78 Nauck 58, 2009 Liraglutida+metformina versus metformina+ glimepirida o placebo Liraglutida: -0.98% a -1.45% Placebo: +0.29% P<0.0001 Liraglutida: -0.7% a 1.0% Glimepirida: -1.0% Placebo: +0.1% P<0.0001 respecto a placebo RussellJones 57, 2009 Liraglutida versus insulina garglina y placebo en combinación con metformina y glimepirida Liraglutida: -1.33% Insulina: -1.09% Placebo: -1.09% P<0.0015 versus insulina P<0.0001 versus placebo Pratley 60, 2011 Liraglutida+metformina versus sitagliptina+metformina Liraglutida: -1.29% a -1.51% Sitagliptina: -0.88% P<0.0001 Liraglutida: 2.78 a -3.68 Sitagliptina: 1.16 P<0.0001 Liraglutida 0.1, 0.3, 0.6 o 0.9 mg versus placebo Liraglutida: -0.79% a -1.85% Placebo: +0.09% P<0.0001 Liraglutida: 0.48 a + 0.13 Placebo: -0.95 Seino 61, 2008 Liraglutida: -1.8 a -2.8 Glimepirida: +1.0 Placebo: -1.5 P<0.0001 vs glimepirida P≤0.001 versus placebo Liraglutida: -1.8 Insulina: +1.6 Placebo: -0.42 P<0.0001 - Hipoglicemia Liraglutida: 5.2% Roziglitazona: 4.3% Placebo: 2.6% Sólo un evento de hipoglicemia severa (liraglutida 1.8) Liraglutida: 812% Glimepirida: 24% No hipoglicemia severa No se reportaron episodios de hipoglicemia Liraglutida y placebo: <3% Glimepirida: 17% P<0.0001 No hipoglicemia severa Hipoglcemia menor: liraglutida: 27.4% Insulina: 28.9% Placebo: 16.7% hipoglicemia severa: 2.2% en el grupo liraglutida Liraglutida: 8,1% a 8.3% Sitagliptina: 6.4% No diferencia significativa No se reportaron eventos 77 TABLA 2 Autor Buse 74, 2004 Fármaco Exenatida versus placebo HbA1c Exenatida: -0.86 a -0.46 Placebo: +0.12 P<0.0001 Peso corporal Exenatida: 1.6 a -0.9 Placebo: -0.6 DeFronzo 75, 2005 Exenatida versus placebo en pacientes mal controlados con metformina Exenatida: -040% a -0.78% Placebo: +0.8% P<0.0001 Exenatida: 1.6 a -2.8 Placebo: -0.3 Kendall 76, 2005 Exenatida versus placebo en pacientes mal controlados con metformina + sulfonilurea Exenatida versus placebo en pacientes mal controlados con TZD +/- metformina Estudio comparador entre exenatida y sitagliptina en pacientes que recibían metformina Exenatida: -0.6% a -0.8% Placebo: +0.2% Exenatida: 1.6 Placebo: -0.9 Exenatida: -0.89% Placebo: +0.09% P<0.0001 Exenatida: 1.75 Placebo: -0.24 P<0.0001 Exenatida: 0.8 Sitagliptina: 0.3 Zinman 77, 2007 DeFronzo 95, 2008 Klonoff 79, 2008 Heine 80, 2005 Barnett 81, 2007 Moretto 83, 2008 Estudio abierto de 3,5 años que evalua control glucémico, riesgo cardiovascular y marcadores hepáticos en pacientes tratados con exenatida. Estudio de no inferioridad. Exenatida e insulina garglina en pacientes no controlados con metformina o sulfonilurea Estudio de no inferioridad. Exenatida e insulina garglina en pacientes no controlados con metformina o sulfonilurea Exenatida en monoterapia versus placebo Glucemia postprandial/glicemia basal en ayunas: Exenatida: 133/-15 mg/dl Sitagliptina: 208/19 mg/dl Exenatida a la semana 12 de exposición: -1.1% Exenatida a los 3 años de exposición: -1.0% Exenatida: -1.11% Insulina: -1.11% Semana 12: 1.6 3 años: -5,3 Hipoglicemia Exenatida: 36% a 14% Placebo: 3% No eventos severos Hipoglicemia leve-moderada 5% para cada grupo No hipoglicemia severa Exenatida: 19%28% Placebo: 13% No hipoglicemia severa Exenatida: 11% Placebo: 7% No eventos seveos 1 evento moderado con exenatida 40%, fue de tipo leve a moderada 1 evento severo Exenatida: 2.3 Insulina: +1.8 Exenatida: evento/p/a Insulina: evento/p/a 7.3 Exenatida: -1.36% Insulina: -1.36% Exenatida: 2.0 a -2.2 Insulina: +1.0 a +2.3 Exenatida: 14.7% Insulina: 25.2% Exenatida: -0.7% a -0.9% Placebo: -0.2% Exenatida: 2.8 a -3.1 Placebo: -1.4 Exenatida 4-5% Placebo: 1% No eventos sevetos 6.3 78 Kim 84, 2007 Drucker 86, 2008 Exenatida de acción Exenatida: -1.4% prolongada una vez a -1.7% por semana versus Placebo: +0.4% placebo P<0.0001 Exenatida de acción Exenatida prolongada semanal semanal: -1.9% versus exenatida BID Exenatida BID: 1.5% Exenatida: 3.8 Placebo: 0 - Exenatida semanal: -3.7 Exenatida BID: -3.6 Exenatida: 25% Placebo: 0% No eventos severos 79 TABLA 3 Autor Raz 89, 2006 Scott 90, 2007 Charbonnel 91, 2006 Rosenstock 92, 2006 Nauck 93, 2007 Hermansen 94, 2007 DeFronzo 95, 2008 Fármaco Sitagliptina en monoterapia versus placebo en pacientes con diabetes y mal control con dieta y ejercicio Sitagliptina en monoterapia versus placebo y glipizida en pacientes con diabetes y mal control con dieta y ejercicio HbA1c Sitagliptina: -0.36% a -0.48% Placebo: +0.12% Peso corporal Sitagliptina: 0.2 a -0.6 Placebo: -0.7 Hipoglicemia Sitagliptina: 2% Placebo: 0% Sitagliptina: -0.15% a -0.54% Glipizida: -0.76% Placebo: +0.23% Sitagliptina: 2% Glipizida: 17% Placebo: 2% Sitagliptina versus placebo en pacientes diabéticos con mal control con dieta, ejercicio y metformina Sitagliptina versus placebo en pacientes diabéticos mal controlados con pioglitazona Sitagliptina versus gliplizida en pacientes diabéticos con control inadecuado con metformina sola Sitagliptina: -0.67% Placebo: -0.02% P<0,001 Sitagliptina: +0.1 a +0.4 (relacionado con placebo) Glipizida: +1.3 (relacionado con placebo) Sitagliptina: 0.6 a -0.7 Placebo: -0.6 a -0.7 Sitalgiptina: -0.85% Placebo: -0.15 Sitagliptina: +1.8 Placebo: +1.5 Sitagliptina: 1% Placebo: 0% Sitagliptina: -0.67% Glipizida: -0.67% Sitagliptina: 1.5 Glipizida: +1.1 Sitagliptina versus placebo en pacientes con control inadecuado con glimepirida o con glimepirida + metformina Estudio comparador entre exenatida y sitagliptina en pacientes que recibían metformina Sitagliptina: -0.45% Placebo: +0.28% Sitagliptina: +0.8 Placebo: -0.4 Sitagliptina: 5% Glipizida: 32% (2 muertes en el grupo glipizida por IAM) Sitagliptina: 12% Placebo: 2% No eventos severos. Glucemia postprandial/glicemia basal en ayunas: Exenatida: 133/-15 mg/dl Sitagliptina: 208/-19 mg/dl Exenatida: -0.8 Sitagliptina: 0.3 Sitagliptina: 1.3% Placebo: 2.1% No eventos seveos 1 evento moderado con exenatida 80 TABLA 4 Autor Pi-Sunyer 96, 2007 Schweizer 97, 2007 Fármaco Vildagliptina en monoterapia versus placebo en pacientes sin tratamiento previo Vildagliptina versus metformina en pacientes sin tratamiento previo Bosi 98, 2009 Vildagliptina+metformina versus vildagliptina o metformina en monoterapia en pacientes sin tratamiento previo Garber 99, 2007 Vildagliptina versus placebo en pacientes con control inadecuado con pioglitazona Vildagliptina versus placebo en pacientes con control inadecuado con insulina Fonseca 101, 2007 HbA1c Vildagliptina: 0.5% a -0.8% Placebo: 0.0% +/- 0.1% Vildagliptina: 1.0% vs baseline Metformina: 1.4% vs baseline No diferencias entre vildagliptina y metformina Vildagliptina + metformina: 1.8 a -1.6% Vildagliptina: 1.1% Metformina: 1.4% Peso corporal Vildagliptina: 0.0 a -0.4 Placebo: -1.4 Hipoglicemia Ningún evento confirmado Vildagliptina: +0.3 Metformina: 1.9 Vildagliptina: 0.6% Metformina: 0.4% Vildagliptina + metformina: 1.19 a -1.17 Vildagliptina: 0.59 Metformina: 1.62 Vildagliptina + metformina: 0 Vildagliptina: 2 eventos Metformina: 2 eventos Vildagliptina: 0.8% -1.0% Placebo: -0.3% Vildagliptina: +0.1 a +1.3 Placebo: +1.4 Vildagliptina: 0.0 a 0.6% Placebo: 1.9% Vildagliptina: 0.5% Placebo: -0.2% P<0.001 Vildagliptina: +1.3 Placebo: +0.6 P<0.067 Vildagliptina: 0% Placebo: 2.6% 81 TABLA 5 Autor Rosenstock 103, 2009 Rosenstock 104, 2008 DeFronzo 105, 2009 Jadzinsky 106, 2009 Fármaco Saxagliptina versus placebo en pacientes sin tratamiento previo Evaluar rango de dosis de saxagliptina frente a placebo HbA1c Saxagliptina: 0.43% a -0.54% Placebo: +0.19% Peso corporal Saxagliptina: 0.1 a -1.2 Placebo: -1.4 Hipoglicemia Ninguno confirmado Saxagliptina bajas dosis: 0.7% Placebo: -0.27% Saxagliptina altas dosis: 1.9% Placebo: -0.36% Sin cambios significativos Saxagliptina + metformina versus placebo + metformina en pacientes con control inadecuado con metformina sola Saxagliptina + metformina como terapia inicial versus saxagliptina o metformina en monoterapia Saxagliptina: 0.58 a -0.69 Metformina: +0.13 P<0.0001 Saxagliptina: 1.43 a -0.53 Metformina: 0.92 Saxagliptina bajas dosis: 6.3% ninguno confirmado Placebo: 1.5% Saxagliptina altas dosis: 13.6% 2 eventos confirmados Placebo: 0% Ningún evento severo Saxagliptina + metformina: 0.5% Placebo + metformina: 0.6% Chacra 107, 2009 Saxagliptina + sulfonilurea en pacientes con control inadecuado con sulfonilurea sola Hollander 108, 2009 Saxagliptina + tiazolidindiona en pacientes con control inadecuado con tiazolidindiona sola - - Saxagliptina + metformina: 2.5% Saxagliptina: 1.7% Metformina: 2.0% P<0.0001 versus monoterapia Saxagliptina: 0.54% a -0.64% Gliburida: +0.08% Saxagliptina + metformina: -1.4 a -1.8 Saxagliptina: 1.1 Metformina: -1.6 Saxagliptina + metformina: 0.6% Saxagliptina: 0% Metformina: 0.3% Saxagliptina: +0.7 a +0.8 Gliburida: +0.3 Saxagliptina: 0.66 a -0.94 Placebo: -0.30 Saxagliptina: +1.3 a +1.4 Placebo: +0.9 Saxagliptina: 13.3% a 14.6%: (0.8%-2,4% confirmado) Gliburida: 10.1% (0.7% confirmado) Un episodio fue considerado severo. Saxagliptina: 3.4% Placebo: 3.8% Un caso confirmado 82 DISCUSIÓN Se ha demostrado que a pesar del gran arsenal de medicamentos que existen actualmente para el manejo y control de la diabetes mellitus, existe un gran porcentaje de pacientes, especialmente los que padecen enfermedad de larga evolución, en los que no se logra cumplir con los objetivos de control glucémico de la diabetes y que a medida que progresa la enfermedad necesitan una intensificación de tratamiento habitual (como la intensificación de la terapia con insulina) o la introducción de nuevos fármacos en su plan terapéutico, muchas veces ya abarrotado de medicamentos ya que en una gran parte de los casos se trata de pacientes pluripatológicos y polimedicados. Creemos que por todo esto está justificada plenamente la constante investigación farmacológica para el desarrollo de nuevos productos que ayuden a controlar la enfermedad a largo plazo. Sería precipitado pensar que con los nuevos fármacos para el manejo de la diabetes basados en el efecto incretina se ha resuelto el problema de la progresión de la enfermedad. Si bien los estudios demuestran que son una opción eficaz y con un buen perfil de seguridad a corto plazo para el paciente, actualmente su utilización está limitada a ciertas indicaciones y no se tiene completa certeza de sus efectos a larga plazo. Creemos que este trabajo de investigación aporta una visión completa de lo que hoy se sabe de los fármacos con efecto incretina. Quedan pendientes cuestiones a definir como la seguridad y eficacia a largo plazo de estos fármacos y la probable incorporación de nuevas indicaciones terapéuticas, así como de posibles contraindicaciones, por lo que habrá que esperar a la publicación de estudios y ensayos clínicos prolongados en el tiempo para confirmar definitivamente, en humanos, la seguridad a largo plazo, así como otros efectos beneficiosos en el sindrome metabólico o como la protección sobre la célula beta y, por tanto, su capacidad para frenar el fallo progresivo de la secreción de insulina típico de la diabetes tipo 2 y por tanto el avance de la enfermedad. 83 La principal limitación que se presentó en el desarrollo de la investigación fue la falta de ensayos clínicos desarrollados en epañol y la falta de ensayos a largo plazo debido en parte a la relativamente reciente incorporación de estos fármacos en el manejo de la diabetes mellitus tipo 2. 84 CONCLUSIONES • La diabetes mellitus es una enfermedad multifactorial que debe ser abordada como tal y en la cual es fundamental el control farmacológico de los niveles de glicemia. Los fármacos con efecto incretina actualmente tienen su indicación de uso en pacientes con mal control metabólico a pesar de estar en tratamiento con antidiabéticos orales y/o insulina. • Existe indudablemente la necesidad de promover la investación de nuevas opciones terapéuticas para el control de la diabetes mellitus a largo plazo ya que se sabe que con los tratamientos disponibles actualmente no se logra detener la progresión de la enfermedad. • Las opciones terapéuticas para el manejo y control de la diabetes mellitus tipo 2 se basan en el tratamiento con antidiabéticos orales, la insulina o análogos de insulina y los fármacos con actividad incretina. • Los fármacos con actividad incretina provocan una disminución de la glucemia basal y, sobre todo, de la glucemia posprandial principalmente debido al aumento de la secreción de insulina y a la disminución de la secreción de glucagón glucosa-dependiente. • Las principales ventajas de los fármacos con efecto incretina con respecto a algunas de las terapias anteriores son su mayor seguridad y su efecto asociado de disminución o mantenimiento en el peso de los pacientes. Sus principales desventajas son la poca información que se tiene de los efectos a largo plazo de estos fármacos en la práctica clínica y el coste elevado que suponen. 85 BIBLIOGRAFÍA 1. International Diabetes Federation. Diabetes Atlas, 3rd ed. IDF, 2006. 2. Diabetes Prevention Program Research Group. Reduction in the incidence of type 2 diabetes with lifestyle intervention or metformin. N Engl J Med. 2002;346:393-403. 3. Chiasson J, Josse R, Gomis G, Hanefield R, Karasik M, Laakso A. Acarbose for prevention of type 2 diabetes mellitus: the STOPNIDDM randomised trial. Lancet. 2002;359:2072-7. 4. Gerstein HC, Pogue J, Sheridan P, Dinccag N, Hanefeld M, Hoogwef B, Laakso M, Mohan V, Shaw J, Zinman B. Effect of rosiglitazone on the frequency of diabetes in patients with impaired glucose tolerance or impaired fasting glucose: a randomised controlled trial. Lancet. 2006;368:1096-105. 5. 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