Número de registro: 22975 Novena Época Instancia

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AMPARO DIRECTO 81/2009.
Número de registro: 22975
Novena Época
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: Tomo XXXIV, Julio de 2011
Página: 1882
AMPARO DIRECTO 81/2009. **********.
CONSIDERANDO:
QUINTO. Resultan infundados los conceptos de violación hechos valer por la quejosa
**********, tal y como se podrá apreciar.
En primer término, resulta conveniente destacar, que la ahora quejosa promovió juicio
ordinario civil de prescripción positiva respecto del bien inmueble marcado con el lote
********** y ********** actualmente de la calle ********** del fraccionamiento
**********, en contra de la menor **********, y de **********, actualmente mayor de
edad, representados ambos por su padre ********** y **********.
Seguidos las correspondientes etapas procesales, la Juez Tercero de Primera Instancia del
Ramo Civil del Primer Distrito Judicial del Estado de Campeche, en fecha veintiuno de
diciembre de dos mil siete, dictó sentencia definitiva en la cual, en su primer punto
resolutivo, declaró improcedente el juicio de referencia.
Inconforme con aquella determinación, la demandante del juicio de origen interpuso recurso
de apelación, resolviendo la Sala Civil del Tribunal Superior de Justicia del Estado el seis de
noviembre de dos mil ocho, confirmar la sentencia apelada, siendo éste el acto reclamado.
Para una mejor comprensión de la conclusión a la que se arribará, es menester precisar
algunas acotaciones en torno a la figura jurídica de prescripción.
Los artículos 1141, 1142, 1144, 1157, 1158 y 1159 del Código Civil del Estado, disponen:
"Artículo 1141. Prescripción es un medio de adquirir bienes o de librarse de obligaciones,
mediante el transcurso de cierto tiempo y bajo las condiciones establecidas por la ley."
"Artículo 1142. La adquisición de bienes en virtud de la posesión, se llama prescripción
positiva; la liberación de obligaciones, por no exigirse su cumplimiento, se llama
prescripción negativa."
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"Artículo 1144. Pueden adquirir por prescripción positiva todos los que son capaces de
adquirir por cualquier otro título; los menores y demás incapacitados pueden hacerlo por
medio de sus legítimos representantes."
"Artículo 1157. La posesión necesaria para prescribir debe ser:
"I. En concepto de propietario;
"II. Pacífica;
"III. Continua;
"IV. Pública."
"Artículo 1158. Los bienes inmuebles se prescriben:
"I. En cinco años cuando se poseen con justo título, de buena fe, y pacífica y públicamente.
Si falta la buena fe, la prescripción será de diez años;
"II. En quince años cuando son poseídos sin título, en concepto de propietario y de manera
pacífica, continua y pública;
"III. Se aumentará en una tercera parte el tiempo señalado en las dos fracciones anteriores, si
se demuestra, por quien tenga interés jurídico en ello, que el poseedor de finca rústica no la
ha cultivado durante la mayor parte del tiempo que la ha poseído, o que por no haber hecho el
poseedor de finca urbana las reparaciones necesarias ésta ha permanecido deshabitada la
mayor parte del tiempo que ha estado en el poder de aquél."
"Artículo 1159. Se entiende por justo título el que es traslativo de dominio."
De los preceptos transcritos, puede advertirse que la prescripción es un medio de adquirir
bienes o de librarse de obligaciones mediante el transcurso de cierto tiempo y bajo las
condiciones establecidas por la ley; la adquisición de bienes en virtud de la posesión, se llama
prescripción positiva y la liberación de obligaciones, por no exigirse su cumplimiento, se
llama prescripción negativa.
Asimismo, se observa que la posesión necesaria para prescribir debe ser:
I. En concepto de propietario;
II. Pacífica;
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III. Continua;
IV. Pública.
Resulta necesario señalar que siendo uno de los requisitos para la prescripción que el bien
inmueble se posea en concepto de dueño o de propietario, y que si al actor le corresponde
probar los hechos constitutivos de sus pretensiones, de conformidad con el artículo 283 del
Código de Procedimientos Civiles del Estado de Campeche, el "concepto de propietario",
entraña actos positivos realizados por quien pretende usucapir un bien inmueble y, por esa
razón, constituye hechos sobre los cuales se funda su pretensión. En tal virtud, resulta claro
que no basta con revelar únicamente el origen de la posesión para tener por satisfecho el
requisito de poseer en concepto de propietario o de dueño, sino que es menester que se
demuestre la causa que originó esa clase de posesión.
Por otra parte, aun cuando el artículo 1158, fracción II, del Código Civil del Estado de
Campeche, no exija como requisito para la prescripción, el que la posesión esté fundada en
"justo título", como sí se requiere en la fracción I del precepto en cita, entendiéndose por tal,
según el numeral 1159 del propio ordenamiento "el que es traslativo de dominio", ello no
quiere decir que la prueba del origen de la posesión sea intrascendente conforme a la
legislación vigente.
Es decir, al eliminarse ese requisito (justo título) en la fracción II del referido precepto 1158,
no perdió importancia la prueba del origen de la posesión, porque en realidad sólo se reguló
sistemáticamente la multicitada institución basada en una posesión obtenida mediante un
hecho ilícito.
En estas condiciones, aun cuando no se exija el "justo título" como elemento de la
prescripción en el código sustantivo del Estado de Campeche (artículo 1158, fracción II), ello
no significa que, de conformidad con el mismo, toda posesión sea apta para prescribir, ya que
es evidente que para que prospere una revelación en el sentido de que se adquirió la posesión
en concepto de dueño o de propietario, es menester que se demuestre la causa que le dio ese
carácter, pues si sólo la posesión que se adquiere y disfruta en concepto de dueño de la cosa
poseída puede producir la prescripción, es claro que no es suficiente para ello la posesión
derivada o precaria.
Considerar lo contrario, daría lugar a que, el simple detentador, el arrendatario o depositario,
a su capricho, podrían constituirse en poseedores en nombre propio, cambiando su verdadera
condición de poseedores precarios para pretender, luego de cierto tiempo, adquirir la
propiedad del inmueble por prescripción, con la sola manifestación de que siempre han
poseído en concepto de dueños o de propietarios, en virtud de determinado acto jurídico de
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dominio, cosa jurídicamente inaceptable, en atención a que una posesión derivada o precaria
debe continuar con esa calidad, mientras no sobrevenga la mutación de causa establecida por
el artículo 1145 del citado código sustantivo civil de la entidad. Mutación que sí debe
probarse. De manera que estos preceptos no tendrían razón de ser, si sólo se exigiera la
simple revelación del origen de la posesión, sin necesidad de prueba alguna, porque el
poseedor precario, con su sola manifestación de ser poseedor en concepto de dueño en virtud
de determinado acto traslativo de dominio, podría prescribir un bien inmueble.
Así las cosas, cabe concluir que el origen de la posesión no sólo debe revelarse, sino que
también es necesaria su prueba fehaciente, pues siendo un elemento de la prescripción el que
la posesión se tenga en concepto de dueño o de propietario, es un hecho cuya prueba es a
cargo de quien pretende usucapir, en los términos del artículo 283 del Código de
Procedimientos Civiles del Estado de Campeche.
Sirve de apoyo a lo anterior, la jurisprudencia 3a./J. 18/94, sustentada por la entonces Tercera
Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, visible en la página 30, junio de 1994,
Octava Época de la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Número 78; Genealogía:
Apéndice al Semanario Judicial de la Federación 1917-1995, Tomo IV, Materia Civil,
Primera Parte, tesis 317, página 214, con el rubro y texto siguientes:
"PRESCRIPCIÓN ADQUISITIVA. PARA QUE SE ENTIENDA SATISFECHO EL
REQUISITO DE LA EXISTENCIA DE LA ‘POSESIÓN EN CONCEPTO DE
PROPIETARIO’ EXIGIDO POR EL CÓDIGO CIVIL PARA EL DISTRITO FEDERAL Y
POR LAS DIVERSAS LEGISLACIONES DE LOS ESTADOS DE LA REPÚBLICA QUE
CONTIENEN DISPOSICIONES IGUALES, ES NECESARIO DEMOSTRAR LA
EXISTENCIA DE UN TÍTULO DEL QUE SE DERIVE LA POSESIÓN. De acuerdo con lo
establecido por los artículos 826, 1151, fracción I, y 1152 del Código Civil para el Distrito
Federal, y por las legislaciones de los Estados de la República que contienen disposiciones
iguales, para usucapir un bien raíz, es necesario que la posesión del mismo se tenga en
concepto de dueño o de propietario. Este requisito exige no sólo la exteriorización del
dominio sobre el inmueble mediante la ejecución de actos que revelen su comportamiento
como dueño mandando sobre él y disfrutando del mismo con exclusión de los demás, sino
que también exige se acredite el origen de la posesión pues al ser el concepto de propietario o
de dueño un elemento constitutivo de la acción, el actor debe probar, con fundamento en el
artículo 281 del Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal, que inició la
posesión con motivo de un título apto para trasladarle el dominio, que puede constituir un
hecho lícito o no, pero en todo caso debe ser bastante para que fundadamente se crea que
posee en concepto de dueño o de propietario y que su posesión no es precaria o derivada. Por
tanto, no basta para usucapir, la sola posesión del inmueble y el comportamiento de dueño del
mismo en un momento determinado, pues ello no excluye la posibilidad que inicialmente esa
posesión hubiere sido derivada."
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Ahora bien, la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al resolver la
contradicción de tesis 70/2006-PS, sostuvo que en el régimen de separación de bienes, cada
uno de los cónyuges conserva la propiedad y administración de sus respectivos bienes, y
pueden establecer su domicilio conyugal en un inmueble que sea o no propiedad de ambos o
que pertenezca sólo a uno de ellos, ya sea que lo haya adquirido antes o durante el
matrimonio.
En este último supuesto, cuando existe un régimen de separación de bienes, el inmueble
ocupado como domicilio conyugal permanece como propiedad del cónyuge que lo adquirió,
conservando éste la posesión originaria, mientras que el otro integrante del vínculo tendrá
una posesión que deriva a causa del matrimonio (posesión derivada o precaria).
Ahora bien, una vez disuelto el matrimonio celebrado bajo el régimen de separación de
bienes, sin haber hijos procreados por ambos esposos, el cónyuge que tenga el carácter de
poseedor derivado debe desocupar el inmueble, por haber terminado el acto jurídico causal de
la posesión e, incluso, puede ser condenado a ello, si así se reclamó en la sentencia que
declare el divorcio y, en caso de que no exista la condena a la desocupación y entrega del
inmueble en la sentencia de divorcio, y el cónyuge poseedor derivado se abstenga de
desocuparlo voluntariamente tras la disolución del vínculo matrimonial, el propietario del
bien tiene derecho a recuperar la posesión, a través de una acción personal basada en dicha
disolución, en virtud de que los poseedores derivados sólo pueden ser compelidos a restituir
un bien mediante acciones personales relacionadas con el vínculo jurídico que les permitió
adquirir la calidad de poseedores.
Lo antes expuesto, encuentra fundamento en la jurisprudencia 1a./J. 89/2006, sustentada por
la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, visible en la página 40, Tomo
XXV, febrero de 2007, Novena Época del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta,
con el rubro y texto siguientes:
"ACCIÓN REIVINDICATORIA. ES IMPROCEDENTE SI SE INTENTA CONTRA
QUIEN DETENTA LA POSESIÓN QUE DERIVA DEL VÍNCULO MATRIMONIAL
CELEBRADO BAJO EL RÉGIMEN DE SEPARACIÓN DE BIENES, POR LO QUE
DEBE EJERCERSE LA ACCIÓN PERSONAL BASADA EN LA DISOLUCIÓN DE ESE
VÍNCULO. En el régimen de separación de bienes, cada uno de los cónyuges conserva la
propiedad y administración de sus respectivos bienes y pueden establecer su domicilio
conyugal en un inmueble que sea o no propiedad de ambos o que pertenezca sólo a uno de
ellos, ya sea que lo haya adquirido antes o durante el matrimonio. En este último supuesto,
cuando existe un régimen de separación de bienes, el inmueble ocupado como domicilio
conyugal permanece como propiedad del cónyuge que lo adquirió, conservando éste la
posesión originaria, mientras que el otro integrante del vínculo tendrá una posesión que
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deriva a causa del matrimonio. Ahora bien, sin menoscabo de ese dominio exclusivo de uno
de los cónyuges, el bien inmueble debe destinarse principalmente a la satisfacción de los
alimentos del otro cónyuge y de los hijos que, en su caso, se hayan procreado, cubriéndose
así, específicamente, el rubro relativo a la habitación. Por tanto, una vez disuelto el
matrimonio celebrado bajo el régimen de separación de bienes, sin haber hijos procreados por
ambos esposos, el cónyuge que tenga el carácter de poseedor derivado debe desocupar el
inmueble, por haber terminado el acto jurídico causal de la posesión, e incluso puede ser
condenado a ello, si así se reclamó, en la sentencia que declare el divorcio; además, tal
desocupación también procede si el cónyuge poseedor derivado tiene derecho a alimentos,
pero en tal supuesto el esposo deudor alimentario debe otorgarle el valor correspondiente al
rubro de habitación que dejará de cubrirse con el que fuera el domicilio conyugal. En ese
sentido, y en caso de que no exista la condena a la desocupación y entrega del inmueble en la
sentencia de divorcio, y el cónyuge poseedor derivado se abstenga de desocuparlo
voluntariamente tras la disolución del vínculo matrimonial, el propietario del bien tiene
derecho a recuperar la posesión, pero no a través de una acción real, como la reivindicatoria,
sino de la acción personal basada en dicha disolución, en virtud de que los poseedores
derivados sólo pueden ser compelidos a restituir un bien mediante acciones personales
relacionadas con el vínculo jurídico que les permitió adquirir la calidad de poseedores. De
similar forma, es decir, por medio del ejercicio de la acción personal correspondiente, puede
reclamar la desocupación del inmueble a los hijos con derecho a alimentos que, tras el
divorcio de sus padres, hayan permanecido en él, pero en tal caso debe otorgarles el valor
correspondiente al rubro habitación. Asimismo, igual acción personal debe ejercerse si el
cónyuge o los hijos, como acreedores alimentarios, permanecieron en el inmueble con
posterioridad al divorcio por virtud de un convenio o sentencia que así lo previniera, ya que
en esa hipótesis la modificación o cesación de la obligación alimenticia que promueva el
cónyuge propietario del bien puede llevar a su desocupación."
De lo antes expuesto, se puede concluir:
1. Que no obstante la fracción II del artículo 1158 del Código Civil del Estado de Campeche,
señala como uno de los requisitos para la prescripción de un bien inmueble que sea en
concepto de propietario, sin la necesidad de un título, ello no significa que toda posesión sea
apta para prescribir, pues sólo se liberó el requisito de demostrar únicamente mediante prueba
documental tal circunstancia; pero no debe la posesión dejar de evidenciarse en el juicio, aun
con otro medio probatorio que debe ejercerse en concepto de propietario, esto es, con pleno
dominio del inmueble en cuestión; por lo tanto, es evidente que para que prospere una
revelación en el sentido de que se adquirió la posesión en concepto de dueño o de propietario,
es menester que se demuestre la causa que le dio ese carácter, pues si sólo la posesión que se
adquiere y disfruta en concepto de dueño de la cosa poseída puede producir la prescripción,
no así la posesión derivada o precaria.
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2. Cuando existe un régimen de separación de bienes, el inmueble ocupado como domicilio
conyugal permanece como propiedad del cónyuge que lo adquirió, conservando éste la
posesión originaria, mientras que el otro integrante del vínculo, tendrá una posesión que
deriva a causa del matrimonio, esto es, una posesión derivada o precaria, respecto del citado
inmueble.
Antes de proceder al estudio de los conceptos de violación hechos valer por la quejosa, este
Tribunal Colegiado considera necesario señalar que el alcance de la garantía de defensa en
relación con el principio de exhaustividad y congruencia, no llega al extremo de obligar a los
órganos jurisdiccionales a referirse expresamente en sus fallos, renglón a renglón, punto a
punto, a todos los cuestionamientos, aunque para decidir deba, obviamente, estudiarse en su
integridad el problema, sino a atender todos aquellos que revelen una defensa concreta con
ánimo de demostrar la razón que asiste, pero no a los diversos argumentos que más que
demostrar defensa alguna, revela la reiteración de ideas ya expresadas; se dice lo anterior,
toda vez que, en el caso concreto, del estudio de la demanda de garantías, se advierte que la
quejosa en el apartado de "hechos", entrelazó sus conceptos de violación con los antecedentes
del acto reclamado y diversas apreciaciones personales; por lo que este órgano colegiado
procederá a contestar los conceptos de violación que se deducen de dichas argumentaciones,
pues no pasa inadvertido que la demanda de amparo debe estudiarse como un todo.
Sirve de apoyo a lo anterior, la jurisprudencia VI.3o.A. J/13, que este Tribunal Colegiado
comparte, sustentada por el Tercer Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Sexto
Circuito, visible en la página 1187, Tomo XV, marzo de 2002, Novena Época del Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta, cuyos rubro y texto son:
"GARANTÍA DE DEFENSA Y PRINCIPIO DE EXHAUSTIVIDAD Y CONGRUENCIA.
ALCANCES. La garantía de defensa y el principio de exhaustividad y congruencia de los
fallos que consagra el artículo 17 constitucional, no deben llegar al extremo de permitir al
impetrante plantear una serie de argumentos tendentes a contar con un abanico de
posibilidades para ver cuál de ellos le prospera, a pesar de que muchos entrañen puntos
definidos plenamente, mientras que, por otro lado, el propio numeral 17 exige de los
tribunales una administración de justicia pronta y expedita, propósito que se ve afectado con
reclamos como el comentado, pues en aras de atender todas las proposiciones, deben dictarse
resoluciones en simetría longitudinal a la de las promociones de las partes, en demérito del
estudio y reflexión de otros asuntos donde los planteamientos verdaderamente exigen la
máxima atención y acuciosidad judicial para su correcta decisión. Así pues, debe establecerse
que el alcance de la garantía de defensa en relación con el principio de exhaustividad y
congruencia, no llega al extremo de obligar a los órganos jurisdiccionales a referirse
expresamente en sus fallos, renglón a renglón, punto a punto, a todos los cuestionamientos,
aunque para decidir deba obviamente estudiarse en su integridad el problema, sino a atender
todos aquellos que revelen una defensa concreta con ánimo de demostrar la razón que asiste,
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pero no, se reitera, a los diversos argumentos que más que demostrar defensa alguna, revela
la reiteración de ideas ya expresadas."
La quejosa aduce que la sentencia reclamada le causa perjuicio, en razón de que, contrario a
lo manifestado por la Sala responsable, la causa generadora de posesión es el vínculo
matrimonial que sostenía con el señor **********, desde el año de mil novecientos ochenta
y dos, en concreto su calidad de esposa o cónyuge, de allí que han pasado veinticuatro años
desde que se encuentra en posesión del predio, no así la donación o regalo que el citado
********** le hizo.
Que la responsable, no tomó en consideración las pruebas aportadas en su escrito de
demanda, esto es, las declaraciones testimoniales de **********, ********** y
**********, personas que viven enfrente de su casa.
Que su posesión para prescribir es mejor que la de terceros, en razón de tener el inmueble
materialmente desde el año de mil novecientos ochenta y dos y ellos jamás lo han tenido.
Son infundados los argumentos antes sintetizados y que a título de conceptos de violación se
formulan en la demanda de amparo.
Se estima lo anterior, en virtud de que la Sala responsable estuvo en lo correcto al confirmar
la determinación de primer grado, que estimó improcedente la acción de prescripción positiva
que hizo valer la actora, aquí quejosa.
Se llega a esta conclusión, en razón de que la propia quejosa en su escrito de demanda
relativa al juicio ordinario civil de origen, manifestó que el día dieciocho de diciembre de mil
novecientos ochenta y uno, contrajo matrimonio con el señor **********, bajo el régimen de
separación de bienes, estableciendo su hogar conyugal, a partir de dicha fecha en el predio
número ********** y ********** actualmente ********** de la calle ********** del
fraccionamiento **********, de esta ciudad de San Francisco de Campeche; de lo expuesto
por la quejosa se advierte que tal y como lo manifestó la Sala responsable, no se cumplió uno
de los requisitos establecidos en la fracción II del artículo 1158 del Código Civil del Estado,
concretamente el relativo a que la posesión del bien inmueble debe ser en concepto de
propietario.
Se dice lo anterior, pues tal y como se ha mencionado en líneas precedentes, no obstante la
fracción II del artículo 1158 del Código Civil del Estado de Campeche, señala como uno de
los requisitos para la prescripción de un bien inmueble que sea en concepto de propietario,
sin la necesidad de un justo título, ello no significa que toda posesión sea apta para prescribir,
pues sólo se liberó el requisito de demostrar únicamente mediante prueba documental tal
circunstancia; pero no debe la posesión dejar de evidenciarse en el juicio, aun con otro medio
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probatorio que debe ejercerse en concepto de propietario, esto es, con pleno dominio del
inmueble en cuestión. Por lo tanto, es evidente que para que prospere una revelación en el
sentido de que se adquirió la posesión en concepto de dueño o de propietario, es menester que
se demuestre la causa que le dio ese carácter, pues si sólo la posesión que se adquiere y
disfruta en concepto de dueño de la cosa poseída puede producir la prescripción, no así la
posesión derivada o precaria.
En consecuencia, en el caso a estudio, al existir un régimen de separación de bienes, entre la
peticionaria y **********, el inmueble ocupado como domicilio conyugal, el cual es el
motivo del juicio ordinario de origen, permanece como propiedad del cónyuge que lo
adquirió, esto es, del señor **********, conservando éste la posesión originaria, mientras
que la quejosa **********, tiene una posesión que deriva a causa del matrimonio, esto es,
una posesión derivada o precaria; la cual no es apta para la prescripción.
De lo expuesto, se puede concluir que si bien es cierto que la peticionaria **********, tiene
en posesión desde el año de mil novecientos ochenta y uno, el predio número ********** y
********** actualmente ********** de la calle ********** del fraccionamiento
**********, de esta ciudad de San Francisco de Campeche; también lo es que dicha
posesión no es apta para computar el término de la prescripción, pues la misma no es una
posesión en concepto de propietario, sino una posesión derivada del contrato matrimonial
celebrado con el dueño del inmueble **********.
Respecto del concepto de violación que hace valer la quejosa en el sentido de que la
responsable no tomó en consideración las pruebas aportadas en su escrito de demanda, esto
es, las declaraciones testimoniales de **********, ********** y **********, personas que
viven frente de su casa, resulta infundado pues la Sala responsable, contrario a lo expuesto
por la peticionaria, tomó en consideración la totalidad de las probanzas que obran en el juicio
ordinario civil de origen; sin embargo, las testimoniales de referencia, tal y como
correctamente las valoró la responsable, no son suficientes para acreditar la posesión en
concepto de propietario que debió probar la actora, aquí quejosa.
Finalmente, respecto del concepto de violación que hace valer la peticionaria en el sentido
que su posesión para prescribir es mejor que la de terceros, en razón de tener al inmueble
materialmente desde el año de mil novecientos ochenta y dos, y ellos jamás lo han tenido, el
mismo, de igual forma, resulta infundado, pues como se ha manifestado a lo largo de este
considerando, no toda posesión es suficiente para el cómputo del término de la prescripción,
sino que debe ser en concepto de dueño o de propietario, lo cual no ocurre en el presente
caso, pues la quejosa ostenta una posesión derivada en razón del vínculo matrimonial
celebrado con **********.
Ante tales consideraciones, al resultar infundados los conceptos de violación, lo que procede
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es negar el amparo solicitado.
Negativa que se hace extensiva respecto del acto de ejecución que también se reclama a la
autoridad señalada como ejecutora actuario adscrito a la Sala Civil del Tribunal Superior de
Justicia del Estado de Campeche, con sede en la ciudad de San Francisco, al no haber sido
impugnado por vicios propios, en términos de la jurisprudencia número 91, sustentada por la
Primera Sala de la H. Suprema de la Corte de Justicia de la Nación, que bajo los siguientes
rubro y texto establece:
"AUTORIDADES EJECUTORAS. NEGACIÓN DE AMPARO CONTRA
ORDENADORAS.-Si el amparo se niega contra las autoridades que ordenen la ejecución del
acto que se estima violatorio de garantías, debe también negarse respecto de las autoridades
que sólo ejecutaron tal acto por razón de su jerarquía."
La cual es consultable en la página setenta y dos, Tomo VI, Materia Común, del Apéndice al
Semanario Judicial de la Federación 1917-2000.
Por lo expuesto y fundado, con apoyo además, en los artículos 77, 78, 80, 158, 184, 190 y
demás relativos de la Ley de Amparo, se resuelve:
ÚNICO.-La Justicia de la Unión no ampara ni protege a **********, contra los actos de la
Sala Civil del Tribunal Superior de Justicia del Estado, con sede en esta ciudad y del actuario
de su adscripción, consistentes en la sentencia de seis de noviembre de dos mil ocho, dictada
en autos del toca de apelación ********** así como su ejecución, por los motivos
expresados en el último considerando.
Notifíquese; como corresponda anótese; con testimonio de esta resolución, devuélvanse los
autos al lugar de su origen y, en su oportunidad, archívese el expediente.
Así, lo resolvió el Tribunal Colegiado del Trigésimo Primer Circuito, por unanimidad de
votos de los Magistrados licenciado José Atanacio Alpuche Marrufo, como presidente,
licenciado David Alberto Barredo Villanueva y licenciada Mayra González Solís; siendo
ponente la última de los nombrados.
En términos de lo previsto en el artículo 8 de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la
Información Pública Gubernamental, en esta versión pública se suprime la información
considerada legalmente como reservada o confidencial que encuadra en ese supuesto
normativo.
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