Cuando las mujeres comenzaron a fumar La “Nueva Mujer” en la revista BLANCO Y NEGRO Selección de artículos de revistas Cuando las mujeres comenzaron a fumar La “Nueva Mujer” en la revista BLANCO Y NEGRO Selección de artículos de revistas desde la base de datos Dialnet, todos ellos son de libre consulta: Imágenes seductoras en la publicidad de las revistas ilustradas por Eva María Ramos Frendo. En Congreso Internacional Imagen Apariencia. Noviembre 19, 2008 - noviembre 21, 2008, 2009, ISBN 978-84-691-8432-5. Iconografía publicitaria de una década en Blanco y Negro (1915-1925) por Eva María Ramos Frendo. En Cuadernos de arte e iconografía, ISSN 0214-2821, Tomo 18, Nº. 36, 2009, págs. 449-488. Cuando el deporte se hace arte: Las mujeres-Penagos, deportistas por R. Baluis i Juli. En Apunts: Medicina de l'esport, ISSN-e 0213-3717, Vol. 38, Nº 142, 2003, págs. 43-46 Personificación e iconografía de la “Mujer Moderna”. Sus protagonistas de principios del siglo XX en España por Begoña Barreda López. En Trocadero: Revista de historia moderna y contemporanea, ISSN 0214-4212, Nº 26, 2014, págs. 221-240. La imagen de la mujer en la publicidad gráfica en España en el primer tercio del siglo XX por Nuria Rodríguez Martín. En Quintas Jornadas Imagen, Cultura y Tecnología: [celebradas durante los días 3, 4 y 5 de julio de 2006] / coord. por María Pilar Amador Carretero , Jesús Robledano Arillo , María del Rosario Ruiz Franco, 2007, ISBN 978-84-9593318-8, págs. 383-400 Contracorriente: memorias de escritoras de los años veinte por Marcia Castillo-Martín. En Espéculo: Revista de Estudios Literarios, ISSN-e 1139-3637, Nº. 17, 2001. Mujer, sociedad y costumbres: los felices “Años veinte”, una opinión singular por Mª Antonia San Felipe Adán. En Kalakorikos: Revista para el estudio, defensa, protección y divulgación del patrimonio histórico, artístico y cultural de Calahorra y su entorno, ISSN 1137-0572, Nº 14, 2009, págs. 57-80 . Las fundadoras del Lyceum Club Femenino español por Juan Aguilera Sastre. En Brocar: Cuadernos de investigación histórica, ISSN 1885-8309, Nº 35, 2011 (Ejemplar dedicado a: Perspectiva de género), págs. 65-90. IMÁGENES SEDUCTORAS EN LA PUBLICIDAD DE LAS REVISTAS ILUSTRADAS Eva Mª Ramos Frendo Universidad de Málaga Cuando hablamos de imagen seductora en el mundo de la publicidad, realmente tendríamos que incluir absolutamente todas ellas, dado que éste es el fin principal que se persigue con cualquier anuncio destinado a que el espectador del mismo adquiera lo que se le está presentando. De hecho nada más claro que citar la obra coordinada por Mª Vitoria Romero (2005) sobre lenguaje publicitario cuyo subtítulo nos indica que la publicidad es “la seducción permanente”. Pero nuestro objetivo va más allá, pretendemos analizar aquellas imágenes que realmente nos presentan figuras dispuestas de una manera sumamente seductora, buscando la atracción del espectador que las observa o preparándose para atraer al género masculino. Además, completaremos el análisis con lo que el texto del anuncio nos expone, siendo la palabra seducción una constante en la mayor parte de ellos, junto a otras similares como atracción o triunfo, indicando con ellas el efecto que la mujer va a producir en el varón que la observe. Por tanto, según el significado que nos da el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española nos acercaríamos a aquellas mujeres que persiguen o provocan “atraer físicamente a alguien…” y “embargar o cautivar el ánimo”. Todo este recorrido lo vamos a realizar centrándonos en un determinado periodo cronológico, las primeras décadas del siglo XX, especialmente a partir de la segunda que es el momento en que en la publicidad la imagen comienza a cobrar mayor importancia. Hasta ese momento, la publicidad se había caracterizado más por la presencia del texto que por las imágenes, salvo alguna excepción. Presentaba un reducido tamaño, contrastadas tipografías u orlas y tendía a convivir en una misma página, (normalmente la contraportada o la última de la revista), la publicidad de diversos productos. Pero, desde aproximadamente 1914, algunas empresas anunciarán sus fabricaciones a toda página con una destacada presencia de la imagen, frente a un papel más reducido del texto escrito. Por otra parte esta publicidad la vamos a estudiar en un determinado medio físico, el de las revistas ilustradas de gran difusión de dicha época y algunos diarios que también incluían estos iconos publicitarios: Blanco y Negro, ABC, La Esfera, Mundo Gráfico, Nuevo Mundo y Alrededor del Mundo. Las dos primeras fueron fundadas por el industrial sevillano Torcuato Luca de Tena en 1891 y 1903 respectivamente. Blanco y Negro a partir de su décimo número, publicado el 12 de julio de 1891, introducirá la publicidad entre sus páginas (Iglesias, 1980, p. 34). Por su parte, La Esfera, Mundo Gráfico y Nuevo Mundo serán propiedad de la empresa madrileña “Prensa Gráfica, S.A.”, dirigidas por don Francisco Verdugo (Pérez Rojas, 1990, p. 73). Por tanto, nos encontramos con un espacio visualizado por un amplio número de población, las clases más acomodadas de la época, que se asoma a estas páginas buscando un espacio de ocio y cultura al recorrer los artículos sobre monumentos, artistas del momento, exposiciones, novelas por entregas, espacios dedicados a la mujer y las modas o las noticias deportivas, todo ello debidamente ilustrado por un gran número de dibujantes (Rafael Penagos, Federico Ribas, Salvador Bartolozzi, Manuel Bujados, José Zamora, Loygorri, Juan José Labarta, Varela de Seijas, Julián Basilio, Enrique Echea, Roberto Martínez Baldrich, Aristo Téllez, Max Ramos, Ramírez, Dubón, Manchón, etc.). Dentro de estas revistas nos centraremos en los espacios dedicados a la publicidad, pero exactamente aquellos que anuncian un solo producto por página. Son por tanto ámbitos donde la imagen alcanza el principal protagonismo. Este lugar de la revista se convierte así, junto al cartel, en el escaparate de exposición y difusión de los productos de la época. Las imágenes seductoras a las que haremos mención suelen utilizarlas principalmente los anuncios destinados a productos de belleza y perfumería, los más abundantes a su vez en este medio de las revistas ilustradas. Es lógico que estas empresas expongan este tipo de imágenes pues, según exponía Baudillard (1989, p. 9), “la seducción nunca es del orden de la naturaleza, sino del artificio” y como tal podemos considerar muchos de los maquillajes que buscan dar a las mujeres una nueva apariencia para conseguir los fines ansiados. Especialmente destacarán dos casas, Gal (ANDRÉS DEL CAMPO y ALVARADO LÓPEZ, 1998 y 1999) y Floralia. Junto a éstas aparecerán otros productos u empresas cuya presencia entre las páginas de las revistas ilustradas suele ser menos frecuente como las fabricaciones de la fábrica sevillana “Hijos de Luca de Tena”, cuyos anuncios fueron obra de Julián Basilio, quien sería dibujante y técnico de la agencia Mercurio (Andrés del Campo, 2002, p. 258), la Perfumería Francy, la Perfumería Gurys de San Sebastián, el Perfume Té nº 4711 o las lociones Aynalem. Los iconos de los anuncios a los que nos acercaremos forman parte de lo que se denomina publicidad ilustrada, la cual emplea la técnica de los carteles, con imágenes llamativas, aunque por esta época aún en blanco y negro -a partir de 1925/26 se van insertando algunos anuncios a color, como los de la pasta Calber o en fechas anteriores podemos encontrar alguna otra excepción, pero siempre serán las menos-, y un texto breve, pero que enganche con el futuro comprador. Se alejaría por tanto de la llamada publicidad “razonadora”, la más habitual en América, que se caracterizaba por textos más largos dónde se expondría el porqué se debía adquirir un determinado producto, tipología que intentó introducir en 1926 J. Walter Thompson (Eguizábal Maza, 1998, p. 455). La mujer moderna - La mujer moderna nos abre sus puertas: Iniciamos este trabajo con un grupo de imágenes que son las más abundantes dentro de este grupo de mujeres seductoras. Son las mujeres consideradas modernas de comienzos del siglo XX que surgen de la mano de los principales y más destacados ilustradores gráficos de la época. Estas mujeres, escasas en la España del momento, reflejaban un modelo exportado de fuera de nuestras fronteras desde Francia, Inglaterra o América. Unas mujeres que adoptan nuevos hábitos e indumentarias, especialmente a raíz de la Primera Guerra Mundial, cuando la marcha de los hombres las hará ocupar espacios hasta entonces reservados al varón. Estas mujeres abandonan el espacio privado y salen a las calles solas, libres e independientes. Pierden las curvas de la mujer decimonónica, adoptan un atuendo mucho más cómodo y se cortan el pelo a lo garçonne. Esta mujer moderna hace deporte (Ramos Frendo, 2006), conduce, se maquilla o fuma en público y acude a los cafés, salones, cabaret y hoteles de moda en ese mundo cosmopolita. Y claramente es una mujer que se incluye en este trabajo dado que aquellos que se han acercado a ellas las han descrito como “…estilizadas y seductoras jovencitas…” (Pérez Rojas, 2001, p. 238). Pero no es algo que veamos únicamente por las imágenes, sino que los mismos anuncios insisten en esa apariencia y poder de atracción que poseen estas jóvenes y en los textos nos dicen que estas mujeres denotan “voluptuosidad, aristocracia y seducción…” (Alrededor del Mundo, 24-011921). Además, estos cosméticos y demás productos serán considerados en esta época, como nos indica Rosa Ballesteros (2004, p. 392), las armas de seducción de la mujer que desea estar atrayente para “vencer y sojuzgar a los hombres” y el tocador se convertirá en el espacio principal del dormitorio, el altar de belleza (Litvak, 1993, p. 39). Como nos indica Javier Pérez Rojas (2001, p. 238), “esta nueva imagen de la mujer va a ser potenciada y estimulada por las casas comerciales y empresas dedicadas a la moda, a la fabricación de productos de belleza, de perfumes, de automóviles, de ropa interior”. Pero, ¿Cómo se nos presentan estas mujeres para que podamos hablar de imágenes seductoras? La mujer moderna se nos expone protagonizando todo un ritual previo a la seducción del hombre. La gran mayoría de los anuncios analizados nos la muestran en un espacio de intimidad. La mujer nos abre las puertas de su baño, su tocador o su dormitorio, espacios donde se producirá el uso de los productos publicitados: jabones de baño, aguas de colonia, cremas, polvos de arroz, etc. Penetramos en el ámbito de lo privado y vemos a la mujer desarrollar actividades que de manera impensable se nos hubiesen plasmado un siglo antes. El baño, lógicamente, será uno de los lugares predilectos, donde la mujer aparece en la preparación del mismo o ya introducida en su interior. Son mujeres que, desnudas o sugerentemente envueltas en finas toallas, se exhiben ante los espectadores. Muchas de las toallas que envuelven los cuerpos femeninos serán de un escaso grosor, recordando los finos tejidos que en el mundo griego se adaptaban al cuerpo de la mujer, pues es más lo que dejan ver que lo que cubren, transparentando gran parte de la anatomía femenina. Así por ejemplo nos lo muestra una imagen de la Casa Gal realizada por la agencia Idea que suponemos sería obra del dibujante Federico Ribas, donde claramente podemos apreciar las piernas y glúteos de la joven bajo el fino tejido que la envuelve (fig. 1). En otros ejemplos la toalla se resbala peligrosamente generando la expectación del observador, como se puede apreciar en la imagen que Varela de Seijas nos muestra de una joven que dispuesta de espaldas gira su rostro para mirarnos, mientras está dedicada a verter sobre su mano la colonia “Flores del Campo” de voluptuosa fragancia (Blanco y Negro, 10-07-1921). Estas mujeres de interior se sientan en el filo de la bañera, penetran en el interior o ya se encuentra tomando el baño, mostrándonos los hombros e incluso algo más del cuerpo. Incluso, en algunos casos, contamos con desnudos totales en los que la técnica empleada o la presencia de los chorros del agua consiguen no hacer tan nítida la visión. Otras no están desnudas, como nos sucede con una joven de la publicidad de la Perfumería Higiénica Calber, que nos muestra a una joven, obra de Baldrich, con una especie de bañador y recostada sobre almohadones, mientras toma un baño. Pero lo escandaloso en esta ocasión es ver como mientras tanto se recrea en fumar un cigarrillo, haciendo la escena sumamente rompedora (La Esfera, 30-11-1920). Algunas de estas mujeres están absorta en su actividad higiénica, similares a las mujeres que retratara Degas a finales del siglo XIX. Pero la gran mayoría se saben observadas y nos miran con gran descaro, lo que las hace mucho más escandalosas que las que varias décadas antes nos plasmara este pintor, pues no es una mujer sorprendida, sino totalmente consciente de que es observada y su sonrisa delata el consentimiento e incluso placer de este hecho. Además, para acentuar más la sensualidad de la escena, muchas de estas mujeres dejarán algunos restos que dejan constancia de ese desvestimiento previo. Así, la ya aludida anteriormente, envuelta en toalla, presenta aún uno de sus zapatos, mientras el que acaba de descalzarse se encuentra junto a ella. Igualmente, de la mano de Penagos y publicitando los jabones Flores del Campo nos llega otra joven que, acompañada de una criada -algo que nos indica claramente su elevado nivel social- se nos presenta en el interior de la bañera, mientras a sus pies podemos observar una revista -quizás haciendo alusión al espacio donde dicha publicidad está insertada- y las medias y zapatos que se ha descalzado. La joven se nos presenta de perfil, dejándonos ver su lado izquierdo y casualmente el brazo queda apoyado sobre el borde de la bañera impidiendo la visión del pecho. Otras imágenes de esta misma marca nos presentan también a jóvenes que muestran su proceso de despojarse de la ropa al dejarnos ver un zapato vacío, mientras el otro aún no ha sido desprendido del pie (Alrededor del mundo, 26-07-1920). En otras ocasiones, la joven opta por una ducha y aprovecha las cortinas para crear esa situación sugerente para el espectador. Así, de la agencia Idea se nos muestra a una noven que, tapa su desnudez, mientras una mano se extrae para alcanzar la “Colonia Añeja” de la casa Gal que dará vigor y elasticidad a sus músculos y tonificará su sistema nervioso. Igualmente, también sale el rostro que mira de manera juguetona al “voyeur”. También de Penagos en este caso de la crema de la misma empresa, podemos observar una joven que, dándonos la espalda – que podemos observar en su totalidad- y sentada sobre un taburete, se encuentra mirándose a un pequeño espejo, mientras se dispone ante ella un barreño circular –que también veremos en otros anuncios de la época-, trayéndonos recuerdos de la imagen que en 1886 Degas nos plasmara en el pastel que nos exponía a una joven agachada frotándose la espalda. En algunos ejemplos, ya de la tercera década del siglo, se deja clara la influencia del mundo cinematográfico, al mostrarnos jóvenes, envueltas entre espumas, que diluyen cualquier entorno reconocible, y en un ambiente de un fuerte claroscuro donde la joven nereida parece estar tomando el baño ante las intensas luces de los focos. Tras el baño las jóvenes se envuelven en sus toallas, normalmente de cintura para abajo, y comienzan tras el uso de los jabones, un nuevo proceso. Se aplican los polvos de arroz para refrescar, blanquear, perfumar y suavizar la piel y se friccionan con agua de colonia. También la mujer, para lograr el resultado perfecto, se concentrará en el cuidado del cabello. Este acto también produce gran número de imágenes de mujeres de espaldas que se encuentran parcialmente desnudas. No nos mira, pues su principal punto de atención es el espejo que tiene ante ella y que apenas nos deja ver lo que en él se ha reflejado. Hay ocasiones en que el espejo no es necesario, pues son mujeres que no son hermosas, pero poseen, gracias al uso de la Loción de Houbigan, “un encanto, una seducción infinitos….una “atmósfera” más seductora cien veces que una belleza impasible” (Nuevo Mundo, 16-11-1928). En algunos casos se recrea el cuento de Blancanieves donde, sustituida por una mujer moderna, la joven requiere la respuesta del espejo para constatar los resultados obtenidos y así este icono narcisista se convierte en ser parlante dado el mensaje del texto que acompaña a la imagen publicitaria: “El espejo le dirá la verdad. Si usted usa á diario el Jabón Heno de Pravia le dirá y repetirá todos los días que su cutis es bello y terso” (Blanco y Negro, 29-04-1923), mas en esta ocasión la imagen que nos devuelve es la de la misma joven. Si nos hubiéramos encontrado en el siglo anterior, estas jóvenes que nos miran sonrientes, exponiendo su desnudes o vestimenta íntima al espectador, habrían sido, igual que la Nana que pintara Manet (Hoffmann, 1991, p. 109), insertas en el mundo de la prostitución, pero ahora son mujeres liberadas y, por tanto, esto ya no está tan mal visto. - De puertas a fuera: Mas esta mujer que se ha preparado a conciencia utilizando todos los productos de moda lo ha hecho con un claro fin, va a acudir a los lugares de esparcimiento nocturno, de ahí que, como nos indica la publicidad de los Polvos de Arroz “Freya”, busque el producto que se anuncia como “preferido de las grandes artistas, por lo que favorecen con la luz artificial…” (ABC, 25-09-1924). Esta mujer, obra de Penagos, ya se ha puesto su ropa interior, unas enaguas de satén negro y unas ligas. Tras lo cual se ataviará con un sugerente vestido, como el que nos muestra otra mujer Penagos (fig. 2), con escote en V tanto para la espalda como seguramente para el busto que no llegamos a apreciar y sumamente ceñido y acompañado de altos zapatos de tacón para mostrarse “Triunfadora” como en remarcada tipografía nos expone el anuncio (ABC, 20-08-1924). Idéntica indumentaria y mirada sugerente presenta la joven utiliza el perfume nº 4711 que nos es descrito como “místico y encantador” y es usado por las “damas que admiramos por interesantes, hermosas y alegres” (Blanco y Negro, 01-01-1928). Esta palabra resume claramente la intención que persigue la mujer que nos plasma estos anuncios, el éxito entre el género masculino y, posiblemente, la envidia del resto de las mujeres. Otros anuncios insisten de nuevo en cuáles serán los lugares a los que acuden estas mujeres modernas. Así, junto a una ilustración de Aristo Téllez que nos plasma a una joven acompañada de un caballero que son atendidos por un camarero, el texto expondrá que los polvos Freya sirven para realzar la belleza del cutis femenino “por la noche, en el restaurant, en el teatro, en el baile o en aquellos salones alumbrados con luz artificial” (ABC, 25-05-1924). Pero la predicción de triunfo se hace realidad en la mujer pintada por Jenny que en esta ocasión ha usado los polvos de arroz de D’Or Francy y se nos presenta rodeada de tres caballeros sin rostro que se han visto atraídos por el poder seductor –plasmado por medio de unas ondas concéntricas que parten de la joven y se expanden hacia el exterior, recurso habitual en muchos otros anuncios- que ya sí podemos afirmar que la convierten, tal y como nos dice el texto, en “…una triunfadora” (ABC, 12-11-1925). Ha llegado a su destino y consigue el efecto perseguido como podemos observar en otra nueva imagen de Federico Ribas. La mujer que ha usado el jabón Heno de Pravia resulta “doblemente atractiva” y “…encanta á cuantos la rodean” y esto queda claramente plasmado a través de una joven que con vestido de noche y pastilla de jabón pegada a su pecho se ve adulada por sendos caballeros. En otras ocasiones, Penagos nos muestra a una estilizada y moderna mujer, con tocado de plumas, que se dispone, antes de acceder al lugar donde va a alternar, a verter unas gotas del perfume de Floralia para lograr esa “exquisita seducción” que promete el anuncio. También podemos verla acompañada de un caballero de gran elegancia, sentada en un palco, mientras el texto nos indica que “su belleza resaltará en la noche” gracias al uso de los polvos Freya ya citados (ABC, 11-03-1925, Penagos). Penagos nos la muestra ya en acción, arrimada al caballero, mientras recorren la pista bailando el tango, como un cartel nos indica para aquellos que podamos tener alguna duda. Se trata de un baile que si bien plasmaban los ilustradores, tardaría en penetrar en nuestro país, mientras ya se bailaba en el resto de los países europeos (Salaverría, 1914, p. 5). Algunas más atrevida se lanzarán con el charlestón, baile que según reflejaban novelas de la época algunos caballeros consideraban indispensable, junto con jugar al fútbol, para conquistar a las jóvenes (Perales, 1927). Otras perderán la oportunidad de este dancing considerado igualmente como un “seductor ejercicio” (ABC, 09-08-1924). Son las jóvenes que no usan el producto Sudoral de la casa Floralia y que, por tanto, temen las complicaciones olorosas que surjan de dicho movimiento desenfrenado. La mujer del siglo XVIII Aunque estas imágenes de mujeres modernas son las más habituales dentro de estos iconos seductores, también aparecerán otras que surgen de la mirada hacia otras épocas históricas o hacia diferentes culturas. Así nos encontramos con un destacado grupo de mujeres, muchas de la mano de los mismos dibujantes que las anteriores (Vázquez Calleja, Salvador Bartolozzi, José Zamora, Valera de Seijas, Federico Ribas, Emilio Ferrer, Suárez Couto, Povo, etc.) que proceden del siglo XVIII, especialmente de la época de Luís XV donde todo se convierte en deseo y voluptuosidad. Son un nuevo modelo de mujer que, igual que sucediera con las modernas que hemos expuesto previamente, adoptan también unas nuevas conductas que vienen a reflejar una mayor libertad que dará lugar a que se conviertan en las responsables del juego de seducción entre hombre y mujer. Ellas se insinuarán y expondrán para ser cortejadas y galanteadas por los caballeros. Este paralelismo queda claramente expuesto en una imagen de Emilio Ferrer para la Perfumería Helenia en la que superpone una mujer del XVIII que presenta el aspecto que a continuación expondremos y otra de los años veinte. A derecha e izquierda se disponen respectivamente los entornos de una y otra y para concluir colocan dos fechas de referencia 1790 y 1927 (Blanco y Negro, 02-01-1927). Vuelven a gestarse en países como Francia e Italia y poco a poco se introducirán en España. La mujer que adopta estos hábitos se hará mucho más visible tanto saliendo de su casa al espacio urbano como dejando muchas partes de su cuerpo bastante más al descubierto que antaño. Las distintas imágenes publicitarias halladas la muestran con amplios escotes, peinados sumamente complicados y elevados, empolvados y adornados con sombreritos, lazos o plumas, faldas de gran anchura, el miriñaque, pero acortadas en algunos ejemplos para permitirnos observar los pies con zapatos brocados e incluso los tobillos de la dama, los brazos se muestran parcialmente, dado que las mangas, ceñidas en su parte superior y rematadas en amplios volantes de encaje, se disponen por encima o justo debajo del codo. La indumentaria será muy recargada con volantes, lazos y joyas. El maquillaje se unirá a toda esta indumentaria para dar el toque final. La mujer se pondrá el colorete, se pinta los labios y se coloca para lograr un aspecto aún más picante los lunares o también llamados “moscas en leche”, trozos de tela engomada. Esto se desarrolla en un espacio privilegiado, el tocador, donde, según palabras de la publicidad de la casa Floralia, la mujer se prepara para intentar “…ser reina de los salones, logrando que resalten la belleza y seducción…” (Blanco y Negro, 05-01-1924). Esto proceso nos es descrito por los hermanos Goncourt (192-?, p. 69): “…las mismas doncellas la llevan en volandas a sentarla ante el tocador. Este es el mueble principal sobre el que se alza un espejo; está adornado con encajes como un altar, envuelto en gasas como una cuna, lleno de tarros y de frascos que contienen toda suerte de esencias y de afeites, cuyos usos están perfectamente ordenados” Lo más seductor es saber que a continuación, según estos mismos autores nos describen, vendrá un “apuesto mozo…” que dispuesto junto al citado tocador verá a la dama de vestirse y prepararse. Es por tanto uno de los espacios del galanteo y la seducción extraconyugal. Esta misma mujer saldrá a la calle donde “escotada, provocativa paseando esa seducción de carne desnuda y de la piel blanca…” (Goncourt, 192-?, p. 92) será objeto del galanteo de sus pretendientes. Esta escena nos es recreada por Valera de Seijas (Blanco y Negro, 28-12-1924) en una publicidad sumamente original del jabón Flores del Campo de Floralia, cuyas imágenes se disponen en dos secuencias que quedan separadas por el texto del anuncio. La parte superior nos muestra a la dama conducida por sus sirvientes en una silla de mano en un entorno de jardines ornamentado con tholos de orden jónico. En la parte inferior, la joven ha descendido del carruaje y se dispone a recibir un ramo de flores que le entrega un reverencial joven que presenta la llamada “peluca Ramillies” (Laver, 1997, p. 130). A gran tamaño y con una tipografía sumamente resaltada podemos ver dos palabras que resumen lo que la escena está plasmando “SEDUCCIÓN Y GALANTERÍA” (fig. 3) o lo que en España sería conocido como “cortejo” (Martín Gaite, 1991, p. 1). De las diversas imágenes de mujeres seductoras y provocativas plasmadas por los ilustradores gráficos destacaríamos la realizada por José Zamora para la Perfumería Floralia (La Esfera, 17-11-1917) que presenta una joven que pasea por un prado en actitud casi de danza. Su escote deja al descubierto gran parte de los senos, donde se nos presenta uno de esos seductores lunares, al igual que en la barbilla. Su falda es ligeramente levantada por una de sus manos, dejando al descubierto más arriba del tobillo, algo escandaloso para la época. Todo el vestido se ornamenta con un estampado a flores y se decora con lazos en mangas y busto. Sobre el cuello dispone una cinta y adorna su elevado peinado con un pequeño sombrerito y lazos que caen hacia su espalda. Igualmente sugerente será la joven creada por Bartolozzi (La Esfera, 20-061914) que inclina sus pechos hacia el espectador mientras sus manos portan el objeto publicitado. La publicidad hará que estas jóvenes de manera anacrónica porten los objetos fabricados por las distintas perfumerías del siglo XX, siendo escasos los ejemplos en que la mujer del XVIII porte una de sus armas de seducción, el abanico (Quiles Faz, 2004, p. 287), sólo hallado en la imagen de Helenia a la que hicimos mención anteriormente. La mujer española (mantillas y manolas) También los estereotipos de la mujer española, mantillas y manolas, son presentados en esta publicidad, incidiendo en el poder de seducción que poseen dichas mujeres (Ramos Frendo, 2008) y concretamente determinadas partes de su rostro. Así una serie de anuncios de los productos para maquillaje de la casa Floralia se centran en primerísimos planos de los rostros femeninos cuyos atuendos -mantillas o peinetas con flores- son los símbolos que nos las identifican como españolas. Uno de ellos enmarca los ojos y boca, perfectamente acicalados por los productos Humo de Sándalo y Jugo de Rosas de la casa Floralia, en un triangulo generado por la disposición sumamente original de una mantilla (fig. 4). Mientras el texto nos indica que “los ojos y la boca son atractivos excepcionales de la seducción femenina” (Blanco y Negro, 27-05-1929). Otros similares anuncios nos desvelarán un gran secreto “el misterio de la irresistible seducción moderna” (Blanco y Negro, 14-11-1926) de la española y el “…atrayente misterio oriental..” (Blanco y Negro, 12-12-1926) de sus ojos, tan alabados por los viajeros llegados a nuestras tierras durante el siglo XVIII que consideraban la mirada de la española como su principal arma de seducción, se encuentra en los productos fabricados por la casa Floralia (Tamarit Vallés, 2003, pp. 183-186). Mujeres exóticas Si las mujeres del siglo XX o del XVIII se muestras sugerentes, embaucadoras y provocativas, otros prototipos se nos presentan mucho más sumisos y pasivos. Se tratan de los iconos surgidos de las culturas orientales, odaliscas y geishas, que su sola visión y la imagen que de ellas creó occidente las convierte en iconos seductores por ser consideradas mujeres destinadas al placer y deleite del hombre. Son estereotipos que los escritores crean con su imaginación y deseo careciendo de una visión real de las mismas. Los pintores orientalistas del romanticismo plasmarán el mundo de los harenes explotando especialmente el carácter sensual (González Alcantud, 1993, p. 109) de estos espacios plagados de mujeres. Autores como Byron, Víctor Hugo o Flaubert contribuirán a la creación de este mito, donde todo está inundado de perfumes exóticos, música y mujeres desnudas o semidesnudas y rodeadas de lujos y joyas. El espacio del harén cerrado y misterioso genera una gran atracción en los artistas y esto lo hace aún más seductor. Así surge la plasmación de odaliscas imaginadas –dado que el hombre occidental no podía penetrar en estos espacios- que darán respuesta a una demanda de la sociedad burguesa que materializa en ellas sus voluptuosos deseos. La odalisca será uno de los medios de evasión para el hombre del puritano mundo occidental (Arias Anglés, 1988, p. 30). La publicidad de los años veinte también se verá atraída por estos iconos cuya sola presencia ya recuerdan a ese mundo sensual y seductor en una España en la que aún, a pesar de los esfuerzos, persiste una sociedad tradicional y conservadora. Penagos para Floralia nos muestra a una de estas mujeres de harén (fig. 5), no desnuda, pero sí bastante ligera de ropa, con un exiguo corpiño que le tapa los senos y un sin fin de collares ornamentando su cuello y brazaletes para los brazos, dejando así constancia de ese lujo y ornamentación que caracterizaba a los países orientales. Todo el vientre queda totalmente al descubierto, mientras su pelo está casi totalmente cubierto por un velo. Una celosía en el fondo de la escena nos indica la privacidad del espacio en el que hemos penetrado, donde la mujer, al igual que las Europeas vistas anteriormente, se recrea en la imagen que de su rostro le devuelve el espejo que sostiene en sus manos. Para dar título a esta imagen el texto nos destaca la palabra VOLUPTUOSA (ABC, 1004-1924). Dentro de esta atracción y descubrimiento de oriente que se produce en el Romanticismo también se plasmará otra mujer por su poder de embaucar y seducir a los varones, Cleopatra. La reina de Egipto tras haber sido retratada a lo largo de los siglos desde el I a.C. hasta la época contemporánea y recuperada también por el cine (RUIZ GARRIDO, 2006, pp. 167-194), será además otros de los iconos de la publicidad. De este modo la podemos ver acompañada supuestamente de Marco Antonio, que se reclina a sus pies, mientras ella permanece recostada en un diván, dejándonos apreciar lo sinuoso de su curvas, para servir de imagen a los productos Henné Intea (Blanco y Negro, 18-07-1926). Para mayor exotismo de la escena, ésta se completa con un leopardo que sumiso está recostado bajo la cabecera del lecho. El contacto de Europa con Japón, surgido a raíz del periodo Meiji (1868-1912), nos proporciona otro nuevo icono cargado de sensualidad por el papel que cumplía dentro de dicha cultura, la geisha. De nuevo una mujer que dedica su vida a proporcionar placer al hombre y para ello atiende cuidadosamente su indumentaria y apariencia. El kimono, los lazos y demás ornamentos para el pelo y un estudiado maquillaje serán el secreto de estas jóvenes, además de una esmerada educación para con su baile, cantos, interpretaciones musicales y servicios congraciar al hombre. Este icono vuelve otra vez de la mano de Penagos a hacerse visible en algunas de sus creaciones publicitarias para la casa Floralia (ABC, 28-07-1923). A los ya citados podríamos incluir otros estereotipos femeninos que a través de las páginas de publicidad seducían a hombres y mujeres - El hombre por la atracción que las mismas les provocaban y la mujer por el deseo de llegar, usando los productos anunciados, a ser tan atrayentes como los iconos que estaban observando-, pero sirvan los hasta aquí expuestos para reflejar como estos espacios generaron un abundante número de imágenes que por su actitud o por lo que ellas en sí mismas evocaban podrían calificarse de sumamente seductoras. Figura 1. Perfumería Gal, ¿Federico Ribas?, Blanco y Negro, 1922. Figura 2 Floralia, Rafael Penagos, ABC, 20-081924. Figura 3 Floralia, Valera de Seijas, Blanco y Negro, 28-12-1924. Figura 4 Floralia, sin firma, Blanco y Negro, 14-11-1926. Figura 5 Floralia, Rafael Penagos, ABC, 10-04-1924. BIBLIOGRAFÍA ALMAZÁN TOMÁS, V. D. 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ICONOGRAFÍA PUBLICITARIA DE UNA DÉCADA EN BLANCO Y NEGRO (1915-1925) EVA Mª RAMOS FRENDO Universidad de Málaga Tras un recorrido a lo largo de una década de la iconografía publicitaria aparecida en la revista Blanco y Negro, nuestro trabajo tiene la finalidad de realizar una clasificación general de los distintos iconos hallados. Este será el primer paso hacia futuros trabajos en los que se realizará un estudio más profundo y específico de determinados aspectos de algunos de los iconos tratados, ampliando la búsqueda a otras revistas ilustradas coetáneas. This work intends to establish a generic classification about the different icons from advertising iconography appeared in the magazine Blanco y Negro during a decade. The work can be considered as a first step towards future studies more specific about the icons found, including as sources other contemporary magazines. D urante mucho tiempo el acercamiento a la iconografía era para analizar principalmente imágenes religiosas o mitológicas, las más habituales en el arte hasta la llegada de la edad contemporánea. De hecho los primeros estudios de mediados del siglo XIX se centraron en la iconografía cristiana, aunque, poco a poco, fueron surgiendo otras figuras notables que se preocuparon por incorporar imágenes de carácter profano1. A lo largo del siglo XIX también la realidad va haciendo acto de presencia en la pintura, primero con el realismo y posteriormente con los impresionistas que nos fueron dejando iconos surgidos de la sociedad burguesa de la época o de los grupos más marginales, como es el caso de las prostitutas. Igualmente los diversos grupos de fin de siglo crearon imágenes extraídas de la literatura y también abordaron personajes mitológicos o bíbli- 450 EVA MARÍA RAMOS FRENDO cos, pero siempre plasmando a través de ellos sobre todo iconos femeninos donde se debatían entre la dualidad de la Eva pecaminosa (femme fatale) y la mujer virginal. Nuestro presente trabajo se centra en analizar las imágenes que nos dejó la publicidad de comienzos del siglo XX a través de las revistas ilustradas, incidiendo sobre todo en una de las revistas más célebres como fue Blanco y Negro, aunque muchos de dichos anuncios los podemos encontrar indistintamente en otras revistas de la época como La Esfera, Mundo Gráfico, Nuevo Mundo o La Unión Ilustrada, revista de carácter local publicada en Málaga. Nos centramos en la revista ilustrada por ser, en esa época, junto con el cartel, el principal medio de comunicación del momento. Se trataba de un instrumento a través del cual la imagen se difundía de manera bastante más democrática, llegando, al menos, a los sectores más acomodados de la sociedad. Los iconos hallados en la publicidad de la época serán muy diversos. En ocasiones nos encontramos, de forma mayoritaria, con imágenes que son un reflejo de los personajes de la realidad del momento, tanto en su vertiente femenina como masculina. Por tanto, en estos casos la iconografía publicitaria pasa a convertirse en un espejo donde diversos sectores de la sociedad pueden verse reflejados. Pero en otros, aunque no será lo más habitual, podremos ver que la imagen publicitaria vuelve a retomar iconos clásicos y ya conocidos para ponerlos al servicio de la difusión de los nuevos productos de consumo. Los años escogidos abarcan algo más de una década, entre 1915 y 1925 aproximadamente. Esta elección se debe a que por esas fechas es cuando podemos observar que la imagen publicitaria cobra mayor desarrollo. Hasta ese momento la publicidad se había caracterizado más por la presencia del texto que por las imágenes, salvo alguna excepción. Presentaban un reducido tamaño, contrastadas tipografías u orlas y tendían a convivir en una misma página, (normalmente la contraportada o la última de la revista), la publicidad de diversos productos. Ese tipo de publicidad será la que hallemos en revistas como La Ilustración Española y Americana, surgida en 1869, que desde 1898 comienza a anunciar productos entre sus páginas. Igualmente le sucederá a la citada Blanco y Negro, fundada en 1891 por el industrial sevillano Torcuato Luca de Tena, que a partir de su décimo número, publicado el 12 de julio de 1891, introducirá la publicidad entre sus páginas, del mismo modo que también ocurriría en el semanario y más tarde diario ABC, de idéntico propietario2. Será a partir de la segunda década del siglo XX cuando, aun sin abandonar las páginas de multipublicidad anteriores, determinados productos pasen a ocupar una página única de la revista. Es, desde ese momento, cuan- ICONOGRAFÍA EN BLANCO Y NEGRO (1915-1925) 451 do la imagen cobra total protagonismo, pudiéndose, a través de su reiteración, hallar una serie de iconografías y temas que serán los más habituales en la publicidad de la época. Las imágenes a las que nos acercaremos forman parte de lo que se denomina publicidad ilustrada, la cual emplea la técnica de los carteles, con imágenes llamativas, aunque por esta época aún en blanco y negro (a partir de 1925/26 se van insertando algunos anuncios a color, como los de la pasta Calber), y un texto breve, pero que enganche con el futuro comprador. Se alejaría por tanto de la llamada publicidad “razonadora”, la más habitual en América, que se caracterizaba por textos más largos dónde se expondría el porqué se debía adquirir un determinado producto, tipología que intentó introducir en 1926 J. Walter Thompson3. Nos encontramos en unos momentos en los que la publicidad será muy importante para las revistas ilustradas, dado que se convierte en uno de sus principales medios de financiación. A la vez, la revista con su elevada difusión (aunque restringida sólo a los grupos de elite) permite, tanto en España como en el resto de los países occidentales, poner en contacto a los futuros compradores con la masiva producción que surge con el mundo industrial y desarrollado. Dicha publicidad actuará, cumpliendo su objetivo primordial, motivando en el lector el deseo de adquirir un determinado producto4. 1. PRINCIPALES EMPRESAS Y PRODUCTOS En la década recorrida destacamos, por encima del resto, la publicidad de productos para la higiene y belleza, aunque de forma más minoritaria aparecen productos para la salud, alimentación y automóviles. Además, es de señalar el origen nacional de los productos anunciados, algo que en los años anteriores no era tan frecuente, siendo la gran mayoría de las mercancías de procedencia foránea, especialmente francesa. Entramos en una época donde, a diferencia de los años previos, las marcas van cobrando protagonismo, garantizando las mismas la calidad de sus productos. Los anuncios, ya de un solo producto, ocuparán toda la página y serán mucho más elaborados, concediendo la mayor parte del espacio a la imagen por encima del texto. Dos empresas sobresalen ante el resto en lo que a presencia en las revistas se refiere: Perfumería Gal y Perfumería Floralia. Ambas dejarán las páginas de las revistas llenas de jabones, aguas de colonia, polvos, maquillajes, lociones para el crecimiento del pelo o para evitar la calvicie, pastas dentífricas, desodorantes, espumas de afeitar o fijadores de pelo. La Perfumería Gal surge en 1898 impulsada por don Salvador Echeandía Gal, comerciante que poseía una pequeña perfumería en el nº 2 de la calle del Arenal de Madrid, donde se fabricaba y vendía el considerado mejor producto 452 EVA MARÍA RAMOS FRENDO para el pelo, Petróleo Gal. La prosperidad del negocio hizo necesario trasladarse, en 1899, a un local más grande en calle Ferraz, donde comenzaron la fabricación de jabones y perfumes. Finalmente, en 1915, se crearía la sede definitiva en el antiguo paseo de San Bernardino de Madrid, actual plaza de la Moncloa. Se trató de una fábrica modélica, realizada por el arquitecto Amós Salvador y Carrera en un estilo ecléctico, que perduraría hasta la década de los sesenta en que fue derribada, trasladándose la empresa a Alcalá de Henares5. Esta empresa mantendrá una estrecha relación con el considerado maestro de la publicidad española, Pedro Prat Gaballí. La casa Gal fue la que mayor número de anuncios presentó en las revistas de la época, siendo, además, la que más dinero invirtió, hasta el punto de convertirse en la firma fundamental de la historia de la publicidad española, con una agencia de publicidad propia, Veritas, a partir de 19286. Se trató de la primera firma que dedicó a sus anuncios mayores espacios, con una renovación continua de los mismos para así poder sorprender a los lectores. El producto estrella fue Heno de Pravia, “el jabón más vendido durante un siglo en España (y el producto de esa época que)… contó con un presupuesto publicitario mayor”7. Fueron numerosas las portadas realizadas para La Esfera. En Blanco y Negro nos encontramos continuamente sus productos: jabón Heno de Pravia, Petróleo Gal, agua de colonia Añeja, polvos Flores de Talavera, polvos Victoria, pasta Dens, el fijador Fixol, agua de colonia Jardines de España etc. Junto a las imágenes que publicitaban los productos, encontramos frecuentemente la firma del ilustrador Federico Ribas, algo normal si tenemos en cuenta que fue durante muchos años director artístico de la casa Gal. Igualmente, en otras ocasiones las imágenes carecen de firma y, en su lugar, aparece la marca Idea, una de las principales Agencias de Publicidad madrileñas que debió trabajar con esta firma, antes de que la misma iniciara su andadura con Veritas. La otra casa destacada, de productos de similares características, fue la Perfumería Floralia, también con sede en Madrid, en el nº 2 de la calle Granada8 . De esta perfumería serán productos como el jabón, los polvos y la colonia Flores del Campo, el desodorante Sudoral, los polvos de arroz Freva, etc. Para la perfumería Floralia trabajaron numerosos artistas: Rafael Penagos (con sus mujeres modernas y otras más castizas y tradicionales pero con una estética cercana al Art Déco), Vázquez Calleja (con un personalísimo estilo a base de bustos femeninos rayados o de trazos imprecisos y abocetados), “Juan José” Labarta, Suárez Couto, Enrique Varela, Quesada Hoyo, el argentino Aristo Téllez, M. C. Espi, Pérez Durias (director artístico de la agencia publicitaria Helios), Izquierdo y Vivas, Dubón, etc. El resultado son una gran variedad de anuncios de iconos y estilos muy diversos. ICONOGRAFÍA EN BLANCO Y NEGRO (1915-1925) 453 Igualmente, aunque no de manera tan numerosa, hallamos anuncios de los productos de la empresa sevillana Hijos de Luca de Tena, propiedad de los familiares de don Torcuato Luca de Tena. A los inicios de la revista Blanco y Negro muchos pensaban que las mercancías de dicha empresa (Agua de Azahar y jabón Brea, La Giralda) serían los únicos anunciados, pero, como se puede comprobar, no fue así. Lo que sí podemos observar es que el más famoso producto de esta casa, el Agua de Azahar La Giralda, fue de los primeros en contar en esta revista con una única página para publicitarse. El anuncio, junto con el texto que ocupaba todo el lado izquierdo de la página y hacía gala de las propiedades del producto, contaba en su lado derecho con una imagen del producto en primer plano, seguida de una tradicional gitana, con flor y abanico y la imagen del emblemático monumento que daba nombre al producto, la torre de La Giralda, como fondo del conjunto9. La gran mayoría de anuncios de esta casa, por no decir la totalidad de los hallados en la década analizada, aparecerán con la firma del ilustrador Julián Basilio, quien sería dibujante y técnico de la agencia Mercurio10. Además de esta serie de productos destaca la presencia de otros, aunque no tan frecuente, donde a los productos de belleza se unen los alimenticios, sobre todo para niños, los destinados a la limpieza y los de propiedades curativas o de prevención para la salud: Hipofosfitos Salud , Fimol Busto, purgante y sello Yer, Siroline “Roche”, Sal de Fruta Eno, jabón Chimbo, Sosa Solvay, Rosmariol, loción Aynalem, jabón Lux, Maizena, Camomila Intea, jarabe Somatose, jabón Helenia, pasta dentífrica Calber, etc. 2. ICONOGRAFÍAS DE LA PUBLICIDAD Indudablemente, tras la recopilación de más de una década de anuncios publicitarios en Blanco y Negro, el icono que más destaca es el de la mujer. No obstante, su imagen no es la única que aparecerá en la difusión de las diversa mercancías, aunque sí la más numerosa. También nos encontramos con un abundante número de iconos masculinos y además, solos o acompañados por la figura femenina, una elevada cantidad de figuras infantiles. En otros casos, los menos, podemos encontrar parejas, tríos o grupos (familias, grupos de niños, etc.). A su vez, muchos de lo anuncios prescindirán de figuras humanas y darán el total protagonismo al envase del objeto publicitado, por lo que podríamos hablar de naturalezas muertas o bodegones. 454 EVA MARÍA RAMOS FRENDO 2.1. LO FEMENINO COMO PROTAGONISTA Pero sería muy simple hacer una distinción en función del sexo o la edad del elemento figurativo. Ante la presencia de la mujer en la imagen publicitaria es necesario hacer una serie de subdivisiones que surgen en función del tipo de icono extraído de la realidad o también a raíz de los diferentes tratamientos que sufre el mismo. En otros casos veremos que el icono se extrae de la mitología clásica o la literatura. En primer lugar, la publicidad de comienzos de siglo nos va a plasmar dos tipos de mujeres claramente diferenciables, la mujer tradicional, tipo existente en nuestro país, y la mujer moderna o más bien denominada en España “mujer Penagos” o nueva Eva11, un estereotipo traído de fuera y que servirá de modelo al que la mujer española se querrá parecer. A lo largo de la historia del arte se había dado una dualidad entre mujer virginal y mujer pecaminosa (María/Eva) que en el siglo XIX se materializaba en representaciones de mujeres burguesas y angelicales (sobre todo obra de los Prerrafaelistas) frente a un elevado número de mujeres fatales (prostitutas, Salomes, Lilith, Esfinges, Medusas, Creopatras, etc.)12 que surgirán de mano de simbolistas y decadentes. La división que se estaba dando en la realidad social de esta época, comienzos del siglo XX, era la de las mujeres que seguían perpetuando el modelo decimonónico de mujer victoriana, mujer entregada a sus deberes de cuidar del hogar, los hijos y el esposo y cuya única actividad era el velar por la buena marcha de su familia, lo que se conoce como “ama de casa”, frente a una mujer más independiente y moderna que procedía de fuera de España (Francia, Inglaterra, Estados Unidos, etc.) y que introducía en su vida cotidiana una serie de actividades hasta entonces más vinculadas al mundo de lo masculino (fumar, hacer deportes13, incorporarse al mundo laboral, tener carné de conducir, seducir a los varones, etc.) y una nueva moral que resultaba escandalosa para los más conservadores. A esta nueva actitud ante la vida, este abandono del hogar para poblar el mundo urbano, se unirá un aspecto diferente, caracterizado por la ausencia de curvas, la delgadez, el pelo corto a lo garçonne y una gran sensualidad fruto de la aceptación de la sexualidad por parte de las mujeres, sin tacharlas de irrespetables. Esos dos iconos serán los que compartan espacio en el mundo publicitario. Idénticos productos serán anunciados presentando a sendos estereotipos. De este modo, ambos modelos de mujer se ven reflejadas en esas imágenes y se convierten en futuras consumidoras del objeto publicitado. ICONOGRAFÍA EN BLANCO Y NEGRO (1915-1925) 455 2.1.1. Mujer tradicional Cuando hablamos de la mujer tradicional nos referimos a toda una serie de imágenes que inciden en la perpetuación del modelo decimonónico de ángel del hogar. Nos sigue mostrando a una mujer, la que en España era casi el modelo único, que tiene como exclusiva misión en la vida ser esposa y madre. Una mujer recluida al ámbito de lo privado, la definida como “mujer de interior”14 y siempre supeditada a la figura masculina. Muy ilustrativa es la imagen, obra de Josep Longoria (fig. 1), que publicita las Máquinas “Victoria”, un artilugio cuya finalidad es la fabricación casera de los cigarrillos. En un espacioso salón el hombre fuma mientras la esposa está sentada junto a la mesa donde aparece la máquina y otro gran número de pitillos. El texto nos explica que “El fumador se deleita con los cigarrillos elaborados por la dueña de su hogar...”, posesión que viene a ser un sinónimo, en este caso, de sumisión y servicio al varón. 2.1.1.1. Perpetuación de la mujer victoriana Muchos de los anuncios de productos destinados a mantener una adecuada salud siguen recurriendo al modelo de mujer del siglo XIX, débil, vulnerable y muy delicada, algo que en el XIX era sinónimo de ser espiritual y sumamente femenino, siendo la fortaleza algo que asociaban al ámbito de lo masculino. Así podemos observarlo en el anuncio de Sello Yer (285-1922) que nos plasma a una joven muchacha ataviada para enfrentarse a sus obligaciones sociales que, según el texto, “...alteran con frecuencia el sistema nervioso de la mujer, ocasionándole jaquecas, neuralgias y dolores durante el proceso mensual”. Por tanto, tras la administración del citado producto, la joven podrá enfrentarse a dichas tareas que tan necesarias eran para contactar con los posibles esposos. Un efecto también milagroso tendría el Agua de Azahar La Giralda otro de los principales aliados del sistema nervioso femenino. De nuevo, esta obra de Basilio, principal ilustrador de la casa Hijos de Luca de Tena, nos presenta a esa mujer que según ellos se encuentra enferma y debe combatir sus males con tan milagroso producto (fig. 2). El Agua de Azahar vuelve a ser recomendada, acompañada de un té o una tila, para tonificar el sistema nervioso de la mujer a punto de dar a luz y evitarle la irritabilidad (4-2-1923). El mensaje se acompaña de una lúgubre imagen femenina yacente en un lecho enmarcado por sendos cortinajes que más parece estar en el tránsito entre la vida y la muerte. En un primer plano una preocupada figura masculina, cuya intranquilidad viene a reafirmar esa sensación de 456 EVA MARÍA RAMOS FRENDO 1. Maquina “Victoria”, ilustración por Longoria, Blanco y Negro, 31-12-1922. ICONOGRAFÍA EN BLANCO Y NEGRO (1915-1925) 2. Agua de Azahar La Giralda, ilustración por Basilio, Blanco y Negro, 10-6-1923. 457 458 EVA MARÍA RAMOS FRENDO tragedia de la escena. Se sigue insistiendo así en esa debilidad de la mujer que sólo esos milagrosos productos ayudan a combatir. 2.1.1.2. La novia La moral burguesa, desde el siglo anterior, había establecido que la primera misión de las jóvenes era la de encontrar un marido adecuado para alcanzar el deseado estado del matrimonio. Por tanto, la publicidad recurre a numerosos anuncios en los que la imagen protagonista será una joven ataviada con su vestido de boda que ha conseguido triunfar en ese principal cometido. De este modo, los jabones Flores del Campo de la Perfumería Floralia nos plasman una imagen, firmada por M. C. Espi, donde una decimonónica joven ayuda a otra, engalanada para su enlace matrimonia, en la colocación del velo (28-5-1922). El texto que acompaña nos anuncia las propiedades higiénicas del producto que “...dotan al cutis de tersura admirable, mientras su aroma voluptuoso y seductor aumenta su fuerza fascinadora”. Por tanto, hemos de deducir que el uso del producto ha propiciado que la joven a punto de subir al altar haya conseguido al ansiado enamorado. Aun más claro es el mensaje que envía, también acompañando a la imagen de una novia, obra de Federico Ribas (fig. 3), el texto del jabón Heno de Pravia de la Perfumería Gal que insiste en que la joven debe agradecer al uso constante de dicho producto la suavidad y tersura de su cutis, su flexibilidad y gracia que han sido cualidades que “..admira el elegido de su corazón...”. Concluye indicando que el uso de Heno de Pravia es “...la causa inicial de su felicidad presente”. Por tanto, según este mensaje deberíamos pensar que las receptoras que no hallan conseguido aún atraer a un futuro marido podrían llegar a hacerlo tan sólo con un persistente uso del anunciado producto (Heno de Pravia=matrimonio). Igualmente, una pareja de novios, ilustrada de nuevo por Federico Ribas, queda separada por un texto que nos anuncia “Unión eterna y feliz...” para, a continuación, animar a que igual sea la unión de la futura esposa con el jabón Heno de Pravia, considerado el “producto de las personas de buen gusto”. Todo elogios y buenos augurios en los que el producto anunciado se ve inmerso. Otros productos también utilizarán las imágenes de jóvenes en ese día tan especial. La colonia Flores del Campo era la más recomendada para usar en tan feliz acontecimiento. Mientras, para evitar que ese recuerdo y sus accesorios se desvanecieran, el jabón LUX animaba a asegurar la conservación del velo y demás atavíos (24-6-1923). ICONOGRAFÍA EN BLANCO Y NEGRO (1915-1925) 3. Jabón Heno de Pravia, ilustración por Federico Ribas, Blanco y Negro, 4-3-1923. 459 460 EVA MARÍA RAMOS FRENDO 2.1.1.3. Maternidad Tras llegar al matrimonio, el siguiente paso sería la maternidad. La mujer debería prepararse para poder afrontar ese trance con fortaleza e iniciar un camino que será el principal en su vida. Numerosas imágenes publicitarias nos presentan iconos de la maternidad, bien con parejas que nos plasman el abrazo entre la madre y el hijo (por ejemplo 17-5-1923 o 2-121923) u otras en que la madre se rodea de un destacado número de criaturas a las que proporcionará los productos necesarios para garantizar su fortaleza y salud. Madres perfectas serán las plasmadas por el jarabe Hipofosfitos Salud (1925). Estas madres son descritas como “inteligentes” por proporcionar a sus hijos este reconstituyente desde la más tierna infancia. Este producto será recomendado incluso para las madres de lactantes, pues al tomar este tónico garantizaban el adecuado crecimiento y la salud de los hijos. Igualmente el citado producto nos plasma la imagen de una madre de familia que abre una puerta al fondo de la cual observamos el comedor del hogar con el padre y los hijos. Junto a la imagen se nos exhorta: “Abra usted la puerta de su casa a la felicidad” (22-4-1923). También el purgante Yer recurrirá a la imagen de una madre con sus hijos que mirán con gran expectación un luminoso envase del citado producto (22-1-1922). De nuevo la sal de frutas Eno, la Maizena o el jabón Heno de Pravia serán reclamados a las madres para asegurar la salud de los hijos o el adecuado cuidado de sus pieles delicadas. Así la ilustración de este último producto, de Federico Ribas, nos presenta a una abnegada madre entregada a la higiene de su hijo quien nos muestra entre sus manitas el elogiado producto (fig. 4). Muy relacionadas con el tema de la maternidad serán todas las iconografías infantiles que podemos hallar en la publicidad, pues en realidad son una exhortación a la madre para la adquisición de esos productos que garantizarán la salud de sus retoños. De la mano de Ribas (1921), Bartolozzi, Basilio (19-8-1923), Baldrich (11-5-1924), Dubón (20-5-1923), Vázquez Calleja (10-2-1924), M. C. Espi (1922) y otros muchos surgen imágenes de niños de muy diversas edades en un ambiente contemporáneo. Bebes que juguetean en bañeras o barreños disfrutando, gracias a los productos ofertados, de un agradable baño. Niños que recobran la salud gracias a Hisposfitos Salud o aplacan sus nervios tomando el Agua de Azahar La Giralda. Los abuelos también aparecen acompañando al nieto con el Jabón Gal para la barba que permitirá al anciano adquirir una suavidad en la piel igual a la de los niños (18-3-1923). ICONOGRAFÍA EN BLANCO Y NEGRO (1915-1925) 4. Jabón Heno de Pravia, ilustración por Federico Ribas, Blanco y Negro, 14-8-1921. 461 462 EVA MARÍA RAMOS FRENDO Tan sólo una imagen de Dubón, titulada La Blancura y Transparencia, para los jabones “Flores del Campo”, nos muestra una imagen atemporal, presentando un niño/a de sexo desconocido, desnudo entre multitud de flores, junto al que se sitúan dos pavos reales blancos (20-5-1923). 2. 1. 2. Reinterpretación de iconos decimonónicos, entre la tradición y la modernidad 2. 1. 2. 1. Imagen folklórica Junto a estas imágenes que nos plasmaban a la mujer que existía en la realidad española del momento, también nos podemos encontrar, aunque no de forma muy abundante, con otra imagen femenina muy decimonónica, la de la mujer castiza con mantón de Manila, flores y peineta, que muchos textos describen como la mujer española e incluso podemos identificarla como andaluza. Exportan así esa imagen de manolas que el Romanticismo, a través del costumbrismo, había iniciado y que se mantuvo durante el Regionalismo15. Muchas de estas mujeres folklóricas serán utilizadas por los productos Flores del Campo, sensuales mujeres de mirada descarada que siguen el prototipo de “Carmen”. Pero la diferencia es que esta mujer ya no es una gitana, sino una mujer moderna que se engalana con los trajes típicos de la región. Vázquez Calleja16 nos plasmará a sendas jóvenes, designadas como mujeres españolas, (4-11-1923) con mantón y peinetas, que portan un cesto lleno de jabones, aludiendo a la fragancia natural de los productos publicitados que comparan con el olor de los jardines de nuestra nación. También para la crema de la misma casa Rafael Penagos realizará en 1923 una estilizada y sensual mujer con mantón y traje negro (fig. 5), rematado todo con flecos, y peineta. Esta mujer, a pesar del entorno pueblerino en que se enmarca y el acercamiento en la indumentaria a la gitana, se nos muestra sumamente moderna y elegante. Igualmente, el Petroleo Gal alude “el peinado a la española” mostrándonos un busto de mujer de la mano de Federico Ribas (1924) con moño y peineta e indicando que dicho peinado es el preferido de las mujeres antes que “la moda pasajera del pelo corto”. Vemos, por tanto, un claro ataque a la moda de la garçonne que indudablemente hacía un flaco favor a la buena marcha de éste y otros crecepelos de la época. Por tanto, la imagen folklórica empleada por la publicidad servirá por un lado para reclamar la vuelta a la moda decimonónica de las largas cabelleras, imprescindibles para los recogidos que caracterizan a la mujer española, exhortación por lo nacional. Por otro lado observamos en muchas de ICONOGRAFÍA EN BLANCO Y NEGRO (1915-1925) 463 5. Crema “Flores del Campo”, ilustración de Rafael Penagos, Blanco y Negro, 28-1-1923. 464 EVA MARÍA RAMOS FRENDO estas imágenes la persistencia de una nueva mujer, la mujer moderna que adopta el atavío tradicional español. Podemos, por tanto, observar que los artistas tienden a modernizar la imagen tradicional de mujer castiza, al plasmarnos unas mujeres estilizadas y modernas. Son “modern woman” vestidas a la española. 2. 1. 2. 2. Imagen religiosa, la mantilla Otro icono extraído de la realidad y muy habitual, sobre todo en el mundo del cartel, será el de la mujer devota con el traje de mantilla. Es de destacar que será justo en los días de la Semana Santa cuando los diversos productos creen una imagen más a tono con las fechas. Los maquillajes de la Perfumería Floralia nos mostrarán un primerísimo plano de una atractiva joven con mantilla blanca, ojos felinos17 y seductores que quedan inmersos en una ligera sombra y un rostro marfileño con labios sumamente perfilados (fig. 6). La imagen emerge de un fondo oscuro ornamentado con un delicado diseño floral que nos lleva a recordar las labores de bordado que acompañan a las imágenes procesionales. La carencia de cuerpo nos impide observar el tipo de vestido que lleva la figura, por lo que no sabemos si es una mantilla que se ha engalanado el Domingo de Resurrección para asistir a la corrida de toros o simplemente una maja y por tanto sin relación con el entorno devocional. Igualmente Ribas, para el Agua de Colonia Jardines de España de la Perfumería Gal, nos muestra otra insinuante mujer de mantilla, otra vez blanca,18 dispuesta en uno de esos jardines plagados de fuentes que caracterizan al mundo español, sobre todo al andaluz. Otros productos, también de la casa Gal, vienen a mostrar mujeres de mantilla, pero bastante más recatadas que las anteriores (20-3-1921). Sobre todo destaca, en las ya descritas, como un icono tradicional y ligado a la devoción religiosa se va viendo influenciado por ese erotismo, descaro y sensualidad que caracteriza más bien a las mujeres modernas. Podemos hablar de mujeres modernas ataviadas para cometidos tradicionales, pero cuya esbeltez, descaro y estilización siempre las delatan. Una imagen de maja goyesca será la presentada por Dubón, con fuente de la Cibeles al fondo y abanico en mano, preparada para la fiesta nacional. No de mantilla, pero sí mostrando una actitud devocional se nos plasma a una joven que rinde culto, con las manos unidas, a un envase de Hipofosfitos Salud, adquiriendo la escena un carácter casi sagrado (23-41922). El texto de nuevo alude a la debilidad y carácter enfermizo de la mujer que este producto puede ayudar a contrarrestar. ICONOGRAFÍA EN BLANCO Y NEGRO (1915-1925) 465 6. Jugo de Rosas y Humo de Sándalo de la Perfumería Floralia, autor desconocido, Blanco y Negro, 1926. 466 EVA MARÍA RAMOS FRENDO 2. 1. 3. Mujer moderna Como ya hemos indicado, Penagos, Federico Ribas, Baldrich, Bartolozzi19 y otros ilustradores de la época difundieron una nueva imagen de mujer, muy en la línea de las mujeres europeas que habían surgido a raíz de la Primera Guerra Mundial. Se trata de una mujer que rompe con el estereotipo decimonónico y sale al espacio urbano en total libertad e independencia. Es una mujer que, frente al hastío y ociosidad de la mujer victoriana, más entrada en carnes, se caracterizará por su constante actividad, su fortaleza física y su inicio en la práctica de los deportes. Es una mujer delgada, sin caderas, con el corte de pelo a lo garçonne, que desprende una gran sensualidad. Tan sólo hay que ver los textos de los anuncios donde aparece esta nueva mujer y palabras como sensual, atractiva y seductora serán una constante. 2. 1. 3. 1. La toilette La “Eva moderna” o “mujer Penagos” nos abrirá las puertas de sus espacios más íntimos. Los dormitorios y cuartos de baño son el escaparate dónde esta mujer se exhibe y hace uso de los productos recomendados por la publicidad. Años atrás Degas nos había dejado numerosas jóvenes dedicadas a su toilette, pero en estos casos la joven no era consciente de la mirada masculina, careciendo por tanto de intención seductora hacia el varón. De nuevo Gal, Floralia, La Giralda, etc. nos mostrarán a jóvenes que exhiben su cuerpo, tapado tan sólo con una toalla que siempre resbala y deja hombros y espaldas al descubierto (por ejemplo 10-7-1921, 18-6-1922, 285-1922, 15-10-1922, 15-4-1923, 29-4-1923), telas que envuelven pero a su vez insinúan la silueta, algunas veces de manera bastante evidente, como recuerdo de la técnica de paños mojados de Fidias (fig. 7). En otros casos, la influencia oriental llevará a mostrar a jóvenes que cubren su desnudez tras un biombo, como sucede en la imagen que para Heno de Pravia realizará Ribas20 (27-8-1922). La publicidad de jabones nos dejará a mujeres en el interior de bañeras o duchas, que se nos asoman y llevan al espectador masculino a imaginar esa desnudez (18-7-1920, 6-3-1921, 20-1-1924). El espectador se convierte en un voyer, pero la mujer le incita, pues la mirada directa de la joven es clara indicación de que se sabe observada y se recrea en ello. Mujeres a punto de entrar a la bañera, justo en el momento previo a desprenderse de la toalla, en ocasiones mostrando más pecho del necesario ante el deslizamiento de la prenda envolvente (28-5-1922). La clase social elevada de algunas de estas mujeres se aprecia por la presencia de criadas, ICONOGRAFÍA EN BLANCO Y NEGRO (1915-1925) 7. Jabón Heno de Pravia, Agencia de Publicidad Idea, Blanco y Negro, 28-11-1920. 467 468 EVA MARÍA RAMOS FRENDO tan modernas y bellas como ellas, que ayudan en esta toilette (fig. 8). La tendencia a la masculinización de la mujer se aprecia en algunos desnudos que apenas insinúan unos pechos en el torso. Otras escenas muestran a la joven tras dicho baño, concentrada en el cuidado de su piel o el peinado de su cabello (23-7-1922, 21-10-1923, etc.). Es el momento de anunciar las cremas, lociones y maquillajes. El espejo pasa a ocupar un papel protagonista, aunque en algunas sugerentes escenas el decoro evita que la imagen se refleje para impedir la visión de la desnudez, pues no podemos olvidar que a pesar de todo no nos encontramos ante diosas mitológicas, sino mujeres reales. Es la visión narcisista de la mujer que no puede apartar los ojos del espejo, buscando en él la aprobación de haber logrado el efecto deseado. Son las nuevas Venus que se preparan para seducir. El Petroleo Gal (fig. 9) o los polvos de arroz Flores de Talavera nos dejarán apreciar mujeres sedentes con la espalda totalmente desnuda, recordándonos a algunas imágenes de odaliscas retratadas por Ingres. Lociones para el pelo como Aynalem vuelven a mostrarnos a jóvenes sensuales y, en estos casos, la cabellera también contribuye a cubrir pechos que en aquella época no podían dejarse al descubierto. De nueve Ribas, Varela de Seijas, Vázquez Callejas o Basilio dejan su firma junto a estas semidesnudas jóvenes. Cuando no es así encontramos la marca de agencias de publicidad como Idea, Helios, Los Tiroleses, Veritas o Mercurio. En otros casos la mujer se nos muestra en ropa interior, lo que sigue siendo igualmente sensual, o ya vestida, dándose los últimos retoques ante el espejo. La toilette de la mujer o su visión en ropa interior, algo que poco antes había sido claro signo de que la retratada era mujer de mala vida, pasa en pocos años a ser sinónimo de mujer moderna que se prepara para la segunda fase, la seducción. 2. 1. 3. 2. Independientes y seductoras Penagos realizará para Floralia una imagen de la joven que, ya vestida y preparada, se asegura ante el espejo del perfecto resultado logrado, junto a un texto de remarcada tipografía que nos la anuncia como “Triunfadora” (fig. 10). Esta mujer presenta un seductor vestido con vertiginoso escote en V para la espalda y también sumamente abierto bajo las axilas. Apenas apreciamos la parte frontal, pero muy seguramente estaría en sintonía con el resto. Penagos se muestra muy moderno en la indumentaria, pues hasta la década de los 30 no se pusieron de moda estos escotes de espalda que llegaban hasta la cintura21 , mientras que la obra citada data de 1922. ICONOGRAFÍA EN BLANCO Y NEGRO (1915-1925) 8. Agua de Colonia Añeja, ilustración de Federico Ribas, Blanco y Negro, 24-4-1921. 469 470 EVA MARÍA RAMOS FRENDO 9. Petroleo Gal, Agencia de Publicidad Idea, Blanco y Negro, 21-11-1920. ICONOGRAFÍA EN BLANCO Y NEGRO (1915-1925) 10. Jabón “Flores del Campo”, ilustración de Rafael Penagos, Blanco y Negro, 1922. 471 472 EVA MARÍA RAMOS FRENDO Con estas mismas características se nos presentan dos jóvenes amigas, en una obra de Pérez Durias (director artístico de la agencia publicitaria Helios), que tras el uso del jabón “Flores del Campo”, se aseguran, antes de salir, de lo seductor de su aspecto, algo que el mismo texto del producto garantiza (18-9-1921). Ya está lista para salir al exterior, donde esta mujer independiente y atractiva se nos plasmará fumando, tomando champán (26-8-1923), bailando, especialmente el tango (10-8-1924 Penagos), siempre con la mirada puesta de los caballeros que la rodean o maquillándose en público. Es una mujer fuerte, que sale al espacio urbano enfrentándose a cualquier inclemencia climatológica (24-1-1925 Ribas). Nieve, viento o lluvia no paran su gran actividad, además los productos anunciados la protegerán del tiempo adverso. Las mujeres de Ribas y Penagos se nos describirán como “Chic” y elegantes. Basilio en su productos de La Giralda nos la muestra emprendiendo viajes en soledad, ya no necesita de la presencia del varón (8-7-1923). Provistas de paraguas, gorros y carteras se enfrentan al mundo (2-12-1923). En ocasiones acompañadas de un libro, pues está mujer también es más intelectual que sus antepasadas. Perfectamente preparadas se marchan, solas o acompañadas de otras mujeres, a los salones de té, el teatro, los hipódromos, las salas de fiesta, donde se verán rodeadas de numerosos caballeros que solicitarán su atención22. 2. 1. 3. 3. Mujer deportista Como ya se ha expuesto, una de las actividades que incorporó esta mujer moderna a su vida diaria fue la práctica de los deportes23. Este icono, que plasma a la mujer ejercitándose o posando con atuendos y accesorios deportivos, se hará sumamente habitual en la publicidad de la década analizada. No obstante, en la realidad española no era una imagen tan habitual ni aceptada, teniendo que llegar el periodo de la Segunda República para su verdadera consolidación. A comienzos de los años veinte ilustradores como Rafael Penagos, Federico Ribas o Basilio nos dejan una amplia gama de actividades deportivas realizadas por las jóvenes cuya imagen acompaña a los productos de belleza e higiene publicitados (4-2-1923, 3-6-1923, 5-8-1923, 9-9-1923, 24-8-1924, 24-1-1926, etc.). Numerosas nadadoras aparecerán junto a los jabones Heno de Pravia, Flores del Campo o al Agua de Azahar La Giralda. Pero también productos como las cámaras de foto Kodak, cuyas ilustraciones son obra de Fernando Marco24, nos mostrarán a jóvenes en bañador que son retratadas por sus amigas mientras disfrutar de un día de playa. En algunos casos, como ICONOGRAFÍA EN BLANCO Y NEGRO (1915-1925) 473 algunas de las bañistas de Ribas, las jóvenes lucirán modelos de lo más atrevidos y sugerentes, totalmente ceñidos al cuerpo, con generosos escotes y dejando aberturas laterales que permiten observar la totalidad de la pierna (12-8-1923). Curiosamente los modelos plasmados en estas imágenes publicitarias no tenían nada que ver con los que las españolas estaban usando y recomendando en las revistas ilustradas de esa época25, más bien se tratan de los bañadores que con horror observaban nuestras mujeres procedentes de los países extranjeros, sobre todo Norteamérica26. No será hasta una década después, los años 30, cuando estas ceñidas prendas pasen a ser más habituales en España. Además podemos observar en estos anuncios a tenistas, amazonas, arqueras, golfistas, conductoras de automóvil, saltadoras de vallas, montañistas y lanzadoras de disco que harán uso de los productos recomendados para hidratar sus pieles tras el deporte o recuperar el vigor físico tras su ingestión, caso de productos como el Agua de Azahar La Giralda. Con Heno de Pravia la tenista, descrita como mujer moderna de “manos exquisitas”, saldrá triunfante en los deportes y, gracias al uso de dicho jabón, mantendrá la suavidad de su piel. Por su parte, el Agua de Colonia Añeja será de lo más milagroso, pues tonificaba los nervios, daba vigor a los músculos, refrescaba la piel, despertaba una sensación de energía e incluso hacía amar la vida y despertaba el interés por todo cuanto nos rodeaba. Junto a todas estas alabanzas, el texto enmarcado se convertía en una supuesta valla sobre la que saltaba una andrógina joven salida de la mano de Federico Ribas (1925) que, gracias al uso del producto anunciado, lograba el “IMPULSO” necesario para lograr tan gran hazaña (fig. 11). También Ribas será el autor de una lanzadora de disco que publicita el mismo producto, mientras el texto nos presenta la afirmación de que “El ejercicio físico es realmente higiénico...” (3-6-1923), algo que muchos habían negado en publicaciones de la época. El Agua de Azahar La Giralda nos mostrará a una joven de masculina indumentaria (traje de chaqueta con corbata, sombrero y bastón), obra de Basilio, cuyo texto nos indica que “Después del deporte o al regreso de la excursión...” se tome dicho producto para el sistema nervioso (5-8-1923). Aunque nos hemos centrado en el icono femenino, también podemos observar, aunque en menor número, la imagen de hombres deportistas en la misma publicidad. De nuevo los ilustradores ya citados (Ribas, Basilio, Pérez Durias, Penagos, etc.) nos dejarán ver a hombres que practican “sport”. Los mismos productos serán recomendados para los tenistas, jugadores de fútbol (“football”), críquet, golfistas, gimnastas, regatistas, etc. (19-3-1922, 23-41922, 27-5-1923, etc.). Se alentará al uso de muchos de estos productos, como el caso de Hipofosfitos Salud o Agua de Azahar La Giralda, para obtener unos músculos desarrollados. Según el primero de los productos, no 474 EVA MARÍA RAMOS FRENDO 11. Agua de Colonia Añeja, ilustración de Federico Ribas, Blanco y Negro, 1925. ICONOGRAFÍA EN BLANCO Y NEGRO (1915-1925) 475 basta con la gimnasia para obtener una buena musculatura. Abundantes son las imágenes de futbolistas, como la utilizada para recomendar el uso de Sudoral de la Casa Floralia, obra de Pérez Durias, que ayudará a evitar “...complicaciones olorosas desagradables...” que se producen por la falta de higiene una ver realizado el ejercicio (23-4-1922). 2. 2. REUTILIZACIÓN DE LO MITOLÓGICO Y LITERARIO Aunque la mayoría de las imágenes que nos deja la publicidad son modelos extraídos, más o menos, de la realidad, no siempre será así. En algunos casos, aunque los menos, la mitología y la literatura servirán de inspiración para extraer iconos que contribuyan a la difusión de sus productos. 2. 2. 1. Mitología Dentro de la mitología el icono más utilizado es el de la diosa Venus, concretamente en la Loción Aynalem de cuya publicidad se encargó la agencia Helios. Aparentemente nos encontramos ante jóvenes de largas cabelleras que nada tendrían que ver con la supuesta divinidad, pero la pista nos viene por la presencia, en todo momento, de un juguetón cupido cargado con su arco y flechas (fig. 12). El amorcillo porta un sombrero de copa, posiblemente como alusión a los caballeros que las mujeres, que usen este restaurador y vigorizador de pelo, van a conquistar (10-7-1921). Igualmente, este mismo producto nos plasma a una nadadora con cupido que presenta el mar de fondo, posible alusión a la Venus marina surgida del relato de Hesiodo. A su vez el texto alude a la adquisición, por parte de las mujeres que usen el producto, de un mar de pelo ondulado (13-8-1922). Estas jóvenes de largas cabelleras pueden interpretarse, unidas con cupido, como personificaciones de la seducción. Algunos de estos anuncios de Aynalem se centran en el rostro de la joven, enmarcado por un tondo, con una mirada entre sensual y perversa. Sería una nueva femme fatale que, animada por su aliado el Amor, embaucará al varón que la contemple (8-101922). También Eros, obra de Ribas, se nos presenta en los anuncio de Colonia Añeja de la casa Gal, sólo o acompañado de una joven, con los ojos vendados. Ya no necesita de sus flechas, pues el Agua de Colonia Añeja se ha convertido en la nueva arma de seducción de la mujer. Otro icono sumamente utilizado en el fin de siglo por los decadentes y cuya aparición se remonta a los Egipcios, pasando por un sin fin de simbolismos y misiones a lo largo de la historia, será la Esfinge. Este icono también es empleado por la publicidad27, aunque de forma escasa. Unica- 476 EVA MARÍA RAMOS FRENDO 12. Loción Aynalem, Agencia de Publicidad Helios, Blanco y Negro, 24-9-1922. ICONOGRAFÍA EN BLANCO Y NEGRO (1915-1925) 477 mente hemos hallado su presencia en dos anuncios. Uno publicita el Jabón Helenia de la Perfumería Faubel de Madrid. La imagen, con una firma que no hemos podido reconocer, nos presenta a una joven flanqueada por sendas Esfinges con tocado egipcio. Dichas figuras no desprenden ninguna malicia en sus rostros, más bien se nos presentan como guardianas o protectoras. El texto nos remite a la fina y cultivada espiritualidad de la persona que usa el jabón anunciado, por lo que las Esfinges pueden contribuir a remarcar dicho mensaje. Quizás aludan también a la seducción de la joven que usa el producto, pero careciendo dicha seducción de cualquier finalidad destructora en el varón que quede atrapado. La otra esfinge se nos presenta en un anuncio de Camomila Intea, el título “El secreto de la Esfinge”, donde una mujer seductora reta al enigmático personaje y se presenta triunfadora al indicar que ella también conoce el secreto (17-8-1924). Cronos, nombre griego del dios Saturno, se convierte por un juego de palabras en Chronos, dios del tiempo. Con este icono del anciano dios con guadaña y reloj de arena, Agua de Azahar La Giralda vuelve a anunciarse indicando como, a pesar del paso del tiempo, la juventud se mantendrá tomando el citado producto que vigoriza el sistema nervioso, verdadero causante de la perdida de juventud (fig. 13). 2. 2. 2. Literatura Las obras literarias también han servido como fuente para la creación de iconos que hemos podido ver representados en las artes plásticas. La publicidad, igualmente, va a hacer uso de ellos. Dos de los ejemplos hallados proceden de los cuentos o literatura infantil. Uno de ellos se trata de Cenicienta28 (fig. 14), cuya historia podía ser el sueño de cualquier destinataria del producto anunciado. La escena nos muestra una haraposa Cenicienta, obra de Ribas, que porta su zapato. El zapato se convierte en un objeto que logra idéntico milagro que el jabón Heno de Pravia, la ascensión en consideración social. El texto nos indica: “Cada Cenicienta tiene un zapato que la descubre y la eleva al rango que por sus virtudes merece. Cada mujer que usa Jabón Heno de Pravia lleva en su cutis, suave, fresco y deliciosamente perfumado, la señal reveladora de sus hábitos de higiene, de sus distinción y de sus gustos delicados”29. El otro ejemplo referido, donde nuevamente se extrae un icono de la literatura infantil, es una imagen que acompaña a la Loción Aynalem (fig. 15). En ella podemos observar a una joven de larguísimas trenzas que descienden hasta tocar el suelo, lo que nos indicaría, junto con su mirada hacia abajo, que la joven se encuentra en un lugar de altura. A sus pies la figura de 478 EVA MARÍA RAMOS FRENDO 13. Agua de Azahar La Giralda, ilustración por Basilio, Blanco y Negro, 1925. ICONOGRAFÍA EN BLANCO Y NEGRO (1915-1925) 479 14. Jabón Heno de Pravia, ilustración de Federico Ribas, Blanco y Negro, 14-10-1923. 480 EVA MARÍA RAMOS FRENDO 15. Loción Aynalem, Agencia de Publicidad Helios, Blanco y Negro, 14-8-1921. ICONOGRAFÍA EN BLANCO Y NEGRO (1915-1925) 481 cupido, ya citada en otros anuncios del mismo producto, adoptar el disfraz de trovador medieval. Al fondo se divisa un castillo ubicado en lo más alto de una elevación rocosa rodeado de acantilados, rematándolo se nos presenta una elevadísima torre. Todos estos elementos, sin la presencia de texto que aluda al personaje representado, nos llevan a identificar a la joven con Rapunzel o Rapónchigo30, quien se vio privada de la libertad a la edad de doce años al ser encerrada en lo alto de una torre que se encontraba en un bosque. El acceso a lo alto de dicha torre era imposible, únicamente las trenzas que la joven poseía, de cincuenta codos según el relato, eran el artilugio utilizado por aquel que quisiera trepar. Así lo hacía la bruja e, igualmente, fue el medio empleado por el joven príncipe que quedó prendado de su dulce voz. La utilización de la imagen de Rapunzel por parte de la Loción Aynalem puede tener un doble objetivo. Por una parte, garantiza a quien utilice el producto la fortaleza que, al igual que las trenzas de Rapunzel, su pelo alcanzará y, por otro lado puede aludir a la seducción que se logrará con el uso del producto obteniendo así la felicidad futura que también la joven del cuento consiguió. Finalmente, también hemos hallado dos anuncios publicitarios que aluden a una historia mítica recogida en varias ocasiones por la literatura, el mito de Fausto31. El primero de ellos, publicitando el Agua de Azahar La Giralda, tiene un protagonista masculino de aspecto bastante ambiguo, si lo comparamos con el aspecto andrógino de las jóvenes de la época. El anuncio nos expone “El secreto de Fausto, la fórmula de eterna juventud, reside en el buen funcionamiento del sistema nervioso...”, buen funcionamiento que se debe a la supuesta ingestión por parte del medievalizante joven, obra de Julián Basilio, de una taza diaria de té o tila con dos o tres cucharadas del producto anunciado (23-11-1923). Pero no podemos olvidar que otros poderes que obtuvo Fausto, tras vender su alma al Diablo, fueron la magia y sabiduría. Ese poder de belleza y juventud es el que interesará de manera prioritaria a los anunciantes comerciales, pues son los dones que sus productos garantizan. El segundo de los anuncios, en este caso de la Loción Aynalem, ya combina dos personajes, uno masculino, representando a Mefistófeles, y otro femenino (fig. 16). De nuevo el texto alude al mito de Fausto: “Su alma dio Fausto a cambio de la juventud...”. A continuación el texto se centra en la pareja ilustrada: “Con la Loción Aynalem la mujer vence a Mefistófeles porque una cabellera espléndida hermosea y rejuvenece el rostro de la mujer y le imprime un sello de belleza triunfadora”. A la izquierda del texto observamos, enmarcados por un tondo, a la pareja. El diablo, todo de negro, toma 482 EVA MARÍA RAMOS FRENDO 16. Loción Aynalem, Agencia de Publicidad Helios, Blanco y Negro, 9-7-1922. ICONOGRAFÍA EN BLANCO Y NEGRO (1915-1925) 483 con sus brazos a la joven, mientras ella, quizás a modo de rechazo, deja caer su cuerpo hacia atrás, mientras una larga melena sale del marco para recorrer la totalidad del espacio publicitario. El mensaje extraído es que ya no es necesario, gracias a la milagrosa loción, realizar pactos con seres maléficos, pues la belleza y juventud duradera se logrará usando este fantástico producto. De nuevo, la obra de Fausto queda reducida simplemente a un pacto por la obtención de la eterna juventud. 2. 3. INFLUENCIA DE LO ORIENTAL La atracción por lo exótico y diferente, que se inició en el Romanticismo, aun se mantiene a comienzos del siglo XX (conocido es el interés que por estas culturas existirá en diversos grupos de las vanguardias). Ese gusto por lo oriental, a pesar de la mayor incidencia de lo cosmopolita y moderno, se va a mantener en algunas ilustraciones publicitarias. La gran protagonista del orientalismo en España será Tórtola Valencia, bailarina de origen sevillano que incorporó a su baile costumbrista influencias orientales de danzas indias, árabes y africanas. Tórtola se convertirá en icono para muchos artistas. La publicidad también la utilizó como imagen, siendo la más conocida la de los jabones Maja de la casa Myrurgia32. Su imagen será tomada por el ilustrador gallego Suárez Couto para publicitar la crema “Flores del Campo” (fig. 17). Enmarcada en un octógono nos aparece una joven ataviada con un traje oriental, escaso corpiño para la parte superior y falda de tul, todo ello decorado con joyas que también rematan la diadema de la cabeza. Los ropajes que presenta se asemejan mucho a los de otra joven que en 1920 realizará Jener para los Perfumes de Myrurgia (encargado de los productos de esta casa), pudiendo tratarse esta también de la misma bailarina33. La joven de Floralia, supuestamente Tórtola Valencia, realiza una contorsionada danza ante la imagen de un Buda, todo ello en un sobrecargado entorno de carácter casi religioso. El espacio que rodea a la bailarina nos presenta columnas, cortinajes, tejidos, cofres con relieves, un aspecto muy cercano al que presentaba la vivienda de la propia Tórtola, donde se podía observar un “Salón religioso”, otro oriental y la existencia de diversas esculturas de Buda, dado su interés por esta religión, junto con otros muchos objetos de procedencia exótica34. Fuera del octógono que enmarca la imagen descrita, el resto de la página se recubre de una decoración que guarda gran similitud con los mocárabes islámicos y sirve, a su vez, de marco al espacio destinado al texto. Con todo ello se enfatiza más en el aire exótico y oriental del anuncio. El interés por el mundo árabe, sobre todo por el espacio de los harenes que tanta atracción creó en los artistas románticos, también es objeto de 484 EVA MARÍA RAMOS FRENDO 17. Crema “Flores del Campo”, Ilustración de Suárez Couto, Blanco y Negro, 1925. ICONOGRAFÍA EN BLANCO Y NEGRO (1915-1925) 485 atención por parte de los ilustradores publicitarios. Mucho tuvo que ver la representación de la obra Schéhérazade con figurines del artista ruso Leon Bakst. Este ballet se estrenaría en París en 1910 y más tarde llegaría a España, incidiendo en la moda de la época. En 1922 Rafael Penagos nos presenta como imagen de la colonia “Flores del Campo” a una bella odalisca, separada del mundo a través de una celosía que contribuye a su intimidad. Bajo la misma y en gran formato la palabra "voluptuosa" que sirve para describir las sensaciones que estas figuras desprenden. Este icono de la odalisca también será recogido por otros ilustradores coetáneos en las novelas de la época, caso de Salvador Bartolozzi35. El mismo producto utilizó la imagen paradisiaca de un patio islámico con estanques, fuentes y naturaleza, donde, en total intimidad, una joven asistida de sus sirvientas se dispone a despojarse de su túnica para proceder a relajarse en lo que denominan “Un baño oriental”. Otra cultura que causó gran atracción en la publicidad española, al igual que en otros ámbitos, y que sobre todo nos llegará vía París, será la japonesa. El contacto con la misma fue debido a la apertura de este país a raíz del periodo Meiji (1868-1912)36. El reflejo del japonesismo en publicidad ha sido ya tratado en un estudio específico ya citado, aunque la mayoría de los ejemplos presentados se publicaron en La Esfera, no haciendo referencia a otros que hemos hallado en Blanco y Negro. Si del mundo árabe atrajo la odalisca, la mujer de los harenes, igualmente del Japón sería la geisha. De este modo, podemos ver un busto de la misma, acompañado por variadas flores, en la obra que para los jabones Flores del Campo creara Dubón (29-7-1923). Otras muchas geishas o japonesas aristocráticas, ataviadas con sus kimonos, sombrillas y peinados típicos, aparecerán en anuncios de productos de belleza, en ocasiones acompañadas de damas europeas, sirviendo a estas como modelo en lo que al cuidado de la piel se refiere (como sucede con la publicidad de Jugo de Loto Intea que proporcionaba a las mujeres la piel transparente de las japonesas). En otros casos lo japonés aparece sólo en algunos detalles y complementos que vienen a acompañar a figuras occidentales y modernas, sirviendo así simplemente como reflejo de esa moda generalizada que se había extendido por occidente. Uno de los elementos más habituales será la sombrilla japonesa que utilizarán jóvenes que pasean con ellas junto al mar. Así Ribas nos presentará a una moderna mujer que tras broncearse con el aire del mar, usará el jabón Heno de Pravia evitando así la quemazón a su piel (26-81923). Igualmente el paseo marítimo será plasmado por Floralia, mostrando en este caso a una pareja, siendo el hombre el que porta una discreta sombrilla, mientras la joven lleva en sus manos una raqueta de tenis (9-7-1922). La ilustración, obra de Aristo Téllez, vuelve a insistir con su mensaje en las 486 EVA MARÍA RAMOS FRENDO propiedades de su jabón “Flores del Campo” para garantizar la blancura de las pieles que se han visto expuestas al aire del mar. Otro detalle japonés es el ya comentado biombo (ver el apartado sobre la toilette) que aparece en el anuncio de Heno de Pravia realizado por Ribas. 2. 4. EL PRODUCTO COMO PROTAGONISTA Como ya hemos expuesto anteriormente, en ocasiones, las figuras humanas fueron sustituidas por la imagen del producto publicitado. No obstante, hay casos en los que ante el protagonismo del producto, lo humano está presente mediante la inclusión de una parte (2-9-1923, 24-7-1924, etc.) o presentado en un tamaño reducido, casi liliputiense, frente a la grandiosidad del objeto anunciado. Junto a estos bodegones, en su mayoría de la Casa Gal para publicitar sobre todo Heno de Pravia, será frecuente la presencia de la Agencia de Publicidad Idea. Incluso, en ocasiones, el objeto se acompaña de algún animal que también se verá fascinado por las propiedades del producto. Tal y como le sucede al jabón Heno de Pravia ante cuyas pompas un gato, de la mano de Ribas, quedará totalmente extasiado. Todas estas imágenes con el envase como protagonista contribuirán a la rápida identificación del producto por parte de los compradores. No obstante nos encontramos con algunas excepciones donde, más que el producto, cobra protagonismo el objeto al que alude el nombre del mismo, tal y como sucede en una obra de Dubón para los productos “Flores del Campo” donde, en lugar de ver los envases, observamos un bello jarrón de cristal con rosas y otras especies florales (3-6-1923). 2.5. EL HOMBRE TAMBIÉN PRESENTE Ya hemos hecho mención a como la mujer será la más habitual y presente en la publicidad de la época, siendo la principal destinataria de los productos anunciados, sobre todo en lo referente a perfumería y cosmética. Pero esto no quiere decir que el hombre no fuera también objeto de la publicidad del momento. En algunos casos aparecerá como compañero de la mujer. Se trata de un hombre elegante y distinguido que, como la mujer, frecuenta los lugares de encuentro social del momento. Del mismo modo, cuando aparece sólo, es muy frecuente su presencia montando en el automóvil de último modelo y las referencias a las actividades deportivas que practica el mismo, como citamos previamente. Igualmente, la toilette masculina también será plasmada. Se da cada vez mayor ICONOGRAFÍA EN BLANCO Y NEGRO (1915-1925) 487 importancia a que el hombre se cuide y perfume para de esa manera tener una mejor presencia. Así podemos ver una gran variedad de iconos donde, como ya expresamos, lo femenino sigue siendo lo más abundante, aunque no lo único, y donde la imagen de la realidad cobra cada vez mayor protagonismo, frente a un uso bastante escaso, en comparación, de iconos extraídos de mitología y literatura, los que fueron más habituales en la pintura y escultura de la historia del arte anterior al siglo XX. Por otra parte, el uso de estos iconos se convierte en promesas para alcanzar los sueños y deseos de todos los usuarios, para lo que el texto, junto al icono, juega un importante papel remarcando los objetivos a lograr. Concluimos con esta visión generalizada una aproximación a los iconos y temas más empleados en esta revista, que vendrían a coincidir con los utilizados en las restantes de la época. NOTAS 1 Sobre la definición de iconografía y la metodología a seguir para su correcto estudio ver González de Zárate (1991), pp. 7-18. 2 Eguizábal Maza (1998), pp. 458-459. 3 Eguizábal Maza (1998), p. 455. 4 García Ruescas (2000), p. 83. 5 Sobre la historia de la Perfumería Gal ver Andrés del Campo; Alvarado (1998 y 1999), pp. 23-49 y pp. 49-64. 6 Eguizábal Maza (1998), p. 468. 7 Andrés del Campo (2002), p. 263. 8 Almazán Tomás (1998), p. 417. 9 Blanco y Negro, 1 de julio de 1899. 10 11 12 Andrés del Campo (2002), p. 258. Pérez Rojas (2001), pp. 235-288; Penagos, Rafael de ( 1889-1954) (1989). Todo este elevado número de mujeres fatales se pueden conocer a través de la obra de Bornay (1995). 13 Sobre la iconografía de la mujer deportista en esta época ver Ramos Frendo (2006), pp. 411-417. 14 Bornay (1995), p. 68. 15 Sauret Guerrero (1997), pp. 376-381. 16 Ilustrador que además trabajo para “Crónica” y para la colección “La Novela de Hoy” especial- mente las pseudo eróticas. 17 En esta imagen podemos observar esas modernas esfinges, con miradas seductoras y misteriosas a las que nos alude Pérez Rojas (2001), p. 277. Incluso la lectura del texto nos indica que los lápices 488 EVA MARÍA RAMOS FRENDO y pasteles Humo de Sándalo rodean de interés y misterio a los ojos. Igualmente otro anuncio de Floralia, en este caso del ilustrador Salvador Bartolozzi, publicado en La Esfera, también insiste en su texto al icono simbolista de la Esfinge cfr. Vela Cervera (1996), p. 127. 8 Sobre la mantilla ver Ortega González (1988), citado en Torres Aguilar (1999), p. 300. 9 Sobre Salvador Bartolozzi, ver Vela Cervera (1996). 20 Almazán Tomás (1998), p. 420.. 21 Laver (1997), p. 243. 22 No nos extendemos más en este modelo de mujer moderna, dado que el mismo ha sido extensa- mente tratado en Pérez Rojas (2001). 23 Para profundizar más en esta iconografía ver Ramos Frendo (2006a), pp. 411-417. 24 Andrés del Campo (2002), p. 258. 25 Piluca de Beau Revers: “Crónica de la moda”, La Unión Ilustrada, 22 de octubre de 1922. 26 “La actualidad extranjera”, La Esfera, nº 542, 24 de mayo de 1924, s/p. 27 Ya aludimos a la existencia de modernas esfinges en la publicidad de la época. Ver Nota 18. 28 Sobre la imagen de la Cenicienta ver Ramos Frendo (2006b), pp. 173-186. 29 Blanco y Negro, 14 de octubre de 1923. 30 “Rapónchigo” en Grimm (1985), pp. 102-105. 31 Sobre los orígenes del mito de Fausto ver Cansinos Asséns (1991), pp. 723-737. 32 Queralt del Hierro, María Pilar, “La musa del “jabón” que enamoró a los poetas”, en elmundo.es, 16 de octubre de 2005. 33 Carulla; Carulla (1998), p. 169. 34 Nelken, Margarita, “La Casa Maravillosa de Tórtola Valencia” en Blanco y Negro 10 de julio de 1927. 35 Vela Cervera (1996), p. 54. 36 Sobre la imagen japonista en la publicidad ver Almazán Tomás (1998). ICONOGRAFÍA EN BLANCO Y NEGRO (1915-1925) 489 OBRAS CITADAS Almazán Tomás (1998) ALMAZÁN TOMÁS, Vicente David: “La imagen de Japón en la publicidad gráfica española de finales del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX”. Revista Española del Pacífico nº 8, 1998, pp. 403-435 Andrés del Campo (2002) ANDRÉS DEL CAMPO, Susana: Estereotipos de género en la publicidad de la Segunda República Española: Crónica y Blanco y Negro. Madrid, 2002. Andrés del Campo y Alvarado López (1999) ANDRÉS DEL CAMPO, Susana y ALVARADO LÓPEZ, Mª Cruz: "Gal: un siglo de perfumería, un siglo de publicidad". Publifilia nº 1, Segovia, 1998, pp. 23-49 y nº 2, Segovia, 1999, pp. 49-64. Bornay (1995) BORNAY, Erika: Las hijas de Lilith. Madrid, Cátedra, 1995. Cansinos Asséns (1991) CANSINOS ASSÉNS, R.: "Fausto. Idea general de la obra", en GOETHE, J. W., Obras completas. México, Aguilar, 1991, T.IV, pp. 723-737; citado por GARCÍA GÓMEZ, Francisco: "Fausto+Edipo, investigador privado (y su doble). El corazón del Ángel (Angel Heart), de Alan Parker (1987)". Boletín de Arte nº 21, Universidad de Málaga, 2000, pp. 415-433. Carulla y Carulla (1998) CARULLA, Jordi y CARULLA, Arnau: La publicidad en 2000 carteles, vol. 1, Barcelona, Postermil, 1998. [Catálogo] (1989) Catálogo de la Exposición Rafael de Penagos( 1889-1954). Madrid, Fundación Cultural Mapfre Vida, 1989. Eguizábal Maza (1998) EGUIZÁBAL MAZA, Raúl: Historia de la Publicidad. Madrid, Editorial Eresma & Celeste Ediciones, 1998. García Ruescas (2000) GARCÍA RUESCAS, Francisco: Historia de la publicidad y del arte comercial en España. Desde tiempos remotos, al final del Siglo XX. Madrid, Editorial Arus, 2000. González de Zárate (1991) GONZÁLEZ DE ZÁRATE, Jesús María: "Análisis del método iconográfico". Cuadernos de Arte e Iconografía nº 7, Madrid, 1991, pp. 7-18. Grimm (1985) GRIMM, Jacob y Wilhelm: Cuentos de niños y del hogar (I). Madrid, Anaya, 1985. Laver (1997) LAVER, James: Breve historia del traje y la moda. Madrid, Cátedra, 1997. 490 Ortega González (1999) ORTEGA GONZÁLEZ, M.: La Mantilla, II Congreso de Folklore Andaluz, Sevilla, 1988. Pérez Rojas (2001) PÉREZ ROJAS, F. Javier: "Modernas y cosmopolitas: la Eva Art Déco en la revista Blanco y Negro" en CAMACHO M A RT Í N E Z , R o s a r i o , M I R Ó DOMINGUEZ, Aurora: Iconografía y creación artística: estudios sobre la identidad femenina desde las relaciones de poder. Universidad de Málaga, 2001, pp. 235-288. Ramos Frendo (2006 a) RAMOS FRENDO, Eva Mª: "La imagen de la mujer deportista en España (19201936). Un icono surgido del mestizaje y contacto con otras culturas europeas y americanas". XVI Congreso Nacional de Historia del Arte. La Multiculturalidad en las Artes y en la Arquitectura. T. I, Las Palmas de Gran Canaria, 2006, pp. 411417. EVA MARÍA RAMOS FRENDO Ramos Frendo (2006 b) - "La Cenicienta en las artes plásticas y el cine". La Universidad y nuestros mayores. Aula de Mayores 2005/2006. Málaga, Vicerrectorado de Servicios a la Comunidad Universitaria y Junta de Andalucía, 2006, pp. 173-186. Sauret Guerrero (1997) SAURET GUERRERO, Teresa: "Imagen y percepción de la mujer en el regionalismo andaluz", en La mujer en el Arte Español. Madrid, Alpuerto, 1997, pp. 367381. Torres Aguilar (1999) TORRES AGUILAR, Francisca: "Mito y folclore: la imagen de la mujer en una década de carteles de Semana Santa (1921-1931)". Boletín de Arte nº 20, 1999, p. 297-317. Vela Cervera (1996) VELA CERVERA, David: Salvador Bartolozzi (1882-1950): ilustración gráfica, escenografía, narrativa y teatro para niños. vol. I, Zaragoza, Tesis doctoral inédita, 1996. NORMAS PARA LA PRESENTACIÓN Y ENVÍO DE ORIGINALES 1. Los textos se presentarán mecanografiados en folios, a doble espacio, acompañados de un disquete de 3.5, cd-rom, o soporte informático análogo, preferentemente en «word» o «word perfect». Se entregarán libre de erratas; en principio, no se corregirán pruebas. La extensión deberá ajustarse, estrictamente, a las exigencias del trabajo, reduciéndose a lo indispensable la reproducción de documentos. 2. Las notas se imprimirán (por exigencias de la composición) al final del texto; las obras reseñadas en ellas recogerán, solo, los apellidos de los autores, año de publicación entre paréntesis y las páginas, ya que se citarán, en extenso, en la bibliografía que cierra el artículo. Las referencias irán precedidas de la mención abreviada de la obra; se consignarán luego, en mayúsculas los apellidos de los autores, en minúsculas los nombres (preferiblemente de forma completa), en cursiva los títulos si se trata de libros y entre comillas si son artículos de revista o capítulos de libros; finalmente, se incluirá la ciudad de publicación seguida de la editorial y del año; otros casos se resolverán siguiendo las normas establecidas. 3. Las ilustraciones que se adjunten tendrán la calidad necesaria para que puedan reproducirse dignamente, numeradas y acompañadas de los pies. La dirección de la revista se reserva la facultad de realizar las supresiones y alteraciones que se juzguen precisas. 4. En los artículos, junto al nombre del autor, podrá aparecer el centro universitario o institución a la que esté vinculado. Si están elaborados en el seno de algún departamento de Historia del Arte o bajo la dirección de un profesor podrán venir acompañados de una carta avalando la calidad de los mismos. Por otra parte vendrán precedidos de un breve resumen (entre 10 y 15 líneas), si es posible en inglés. 5. Los trabajos se dirigirán al director de Cuadernos de Arte e Iconografía. Seminario de Arte Marqués de Lozoya de la Fundación Universitaria Española. Alcalá, 93. 28009. MADRID. La dirección de la revista se reserva el derecho y plazo de publicación pudiendo proceder, en caso necesario, a la devolución de los originales. FICONOFUE [FICHERO ICONOGRÁFICO DE LA FUNDACIÓN UNIVERSITARIA ESPAÑOLA] Base de datos, en continua expansión. Contiene un archivo de referencias e imágenes (actualmente cerca de 80.000 registros) de valor iconográfico, accesibles a través de su página web: www.ficonofue.com. Se inicia con el siguiente, AVISO LEGAL Todos los derechos de propiedad industrial e intelectual de la website www.ficonofue.com. así como de los elementos contenidos en ella (que comprenden entre otros, imágenes, software y textos), pertenecen a la Fundación Universitaria Española o, en su caso, a terceras personas o instituciones. Todos los elementos contenidos en la website son difundidos por la Fundación Universitaria Española con fines exclusivamente científicos o docentes, en ningún caso comerciales. Sin perjuicio de los derechos reconocidos por la legislación vigente, el usuario de website no podrá utilizar ninguno de los elementos comprendidos en la misma con fines comerciales, o proceder entre otros, a su distribución, reproducción, modificación o descompilación, sin previa autorización de los legítimos propietarios. Las imágenes se reproducen en baja resolución, aptas para su estudio pero no para ser impresas. El FICONOFUE comienza con un formulario de búsqueda avanzada que consiente acceder a la mayoría de los campos indicados en él. Destacan dos: tema y autor. Pero cabe acudir directamente a otros: áreas y ciclos (a los que se vinculan los asuntos), cronología, localización, géneros, técnicas, número de registro, bibliografia, etc. Es factible, aparte, realizar sugerencias. La búsqueda conduce a una página de resultados con bloques de registros (pueden verse varios a la vez) que permiten una revisión rápida para recuperar, a través del tema, la ficha detallada. En ella puede contemplarse la obra en proporciones reducidas y leerse los datos esenciales en columna, con la referencia bibliográfica utilizada para registrarla y obtener la imagen FICONOFUE 493 (cuando se dispone de ella), reproducida a gran tamaño en la parte inferior. Se nutre con datos e imágenes de pinturas, esculturas dibujos, estampas y obras de otros géneros que puedan tener valor iconográfico. La información se recaba de fuentes muy diversas, mediante varios procedimientos; se intenta incorporar el acervo contenido en los museos, colecciones, templos, repertorios de grabados etc, sin olvidar las novedades que se ofrecen en las exposiciones temporales; también se tienen en cuenta las citas (con o sin ilustraciones) que figuran en publicaciones especializadas (como monografias de artistas), revistas científicas, documentos procedentes de los archivos, etc. Los testimonios se brindan a título gratuito dentro de la labor de difusión cultural que lleva a cabo la Fundación Universitaria Española, contando con colaboraciones de diferentes comunidades autónomas. Se dirige, principalmente, a estudiantes e investigadores de Historia del Arte vinculados a departamentos universitarios, museos y otras instituciones culturales; pero puede resultar útil a personas de otras disciplinas. Sus contenidos y didacticismo lo hacen igualmente atractivo para el público en general. Se elabora en el Seminario de Arte e Iconografía «Marqués de Lozoya», de la Fundación Universitaria Española, por un equipo de becarios y colaboradores procedentes de diversos departamentos de Historia del Arte bajo la dirección de José Manuel Pita Andrade, Catedrático de Universidad y Patrono de la Fundación. PUBLICACIONES DE ARTE DE LA FUNDACIÓN UNIVERSITARIA ESPAÑOLA CUADERNOS DE ARTE E ICONOGRAFÍA [CAIFUE] Revista semestral publicada desde 1988. Cada tomo contiene dos números, algunos con trabajos de carácter monográfico. Los tomos II (1989), IV (1991) y VI (1993), de mayor extensión, recogen las comunicaciones y ponencias desarrolladas, respectivamente, en los I, II y III Coloquios de Arte e Iconografía que tuvieron lugar el año anterior a su impresión. Precio de cada número normal, 10 i. Los correspondientes a los Coloquios, 15 i. ANEJOS I Tras el Centenario de Felipe IV. Jornadas de Iconografía y Coleccionismo. Dedicadas al Profesor Alfonso E. Pérez Sánchez. Madrid, 2006, 444 pp. 257 ilustr. Color. Rústica. 30 i. CUADERNOS DE ARTE DE LA FUNDACIÓN UNIVERSITARIA Fascículos que abordan cuestiones de carácter, generalmente, monográfico. Precio de cada uno, 3 i. 1. El Marqués de Lozoya. Semblanzas y Bibliografía. Madrid, 1985, 142 pp., ilustr., agotado. 2. SANTIAGO SEBASTIÁN LÓPEZ: La visión emblemática del Amor Divino según Vaenius. Madrid, 1985, 52 pp., ilustr., Agotado. 3. JOSÉ ÁLVAREZ LOPERA: La Pasión de Cristo en la pintura del Greco. Madrid, 1985, 44 pp., ilustr., PUBLICACIONES DE ARTE 495 4. VV.AA.: Pedro Berruguete. Madrid, 1985, 100 pp. 5. LUCÍA GARCÍA DE CARPI: Julio Antonio: Monumentos y proyectos. Madrid, 1985, 56 pp., ilustr. 6. MARíA DOLORES JIMÉNEZ-BLANCO: La vida y la obra del pintor Francisco Pons Arnau. Madrid, 1985, 48 pp., ilustr., 7. ANTONIO MORENO GARRIDO: La iconografía de la Inmaculada en e1grabado granadino del siglo XVII. Madrid, 1986, 52 pp., ilustr., 8. ROSARIO CAMACHO MARTÍNEZ: La emblemática y la mística en el Santuario de la Victoria en Málaga. Madrid, 1986, 52 pp., ilustr., 9. JOSÉ HERNÁNDEZ DÍAZ: La iconografía mariana en la escultura hispalense de los siglos de oro. Madrid, 1986, 50 pp., ilustr., 10. JOSÉ LUIS MARTÍNEZ DE LA OSA: Aportaciones para el estudio de la cronología del románico en los reinos de Castilla y León. Madrid, 1986, 130 pp., 11. ESPERANZA NAVARRETE MARTÍNEZ: La pintura en la prensa madrileña de la época isabelina. Madrid, 1986, Agotado. 12. ANTONIO MORENO GARRIDO Y MIGUEL ÁNGEL GAMONAL TORRES: Velázquez y la familia real a través de un epistolario de Felipe IV. Madrid, 1988, 58 pp., ilustr., 13. MARÍA LUZ MARTÍN CUBERO: Alejo Fernández. Madrid, 1988, 66 pp., 14. JESÚS GUTIÉRREZ BURÓN: Antonio Palacios Ramilo en Madrid. Madrid, 1984, 60 pp., 22 ilustr. Rust. 15. ALICIA CÁMARA MUÑOZ: Ensayo para una historia de la historiografía del manierismo. Madrid, 1988, 39 pp., TESIS DOCTORALES “CUM LAUDE” 1. MARÍA JOSÉ MARTíNEZ JUSTICIA: La vida de la Virgen en la escultura granadina. Madrid, 1996, 322 pp., 50 láminas. 20 i. 2. ANA ISABEL ÁLVAREZ CASADO: Bibliografía artística del franquismo. Publicaciones Periódicas entre 1936 -1948. Madrid, 1998, 515 pp., ilustr. Rúst. 20 i. 496 PUBLICACIONES DE ARTE 3. AMELIA ARANDA HUETE: La Joyería en la corte durante el reinado de Felipe V e Isabel de Farnesio. Madrid, 1998, 569 pp., ilustr. Rúst. 20 i. 4. FRANCISCA GARCÍA JÁÑEZ: Repertorio Iconográfico de escritores románticos españoles. Madrid, 1998, 319 pp., ilustr. Rúst. 20 i. 5. LETICIA RUIZ GÓMEZ: La colección de estampas devocionales de las Descalzas Reales de Madrid. Madrid, 1998, 319 pp., ilustr. Rúst. 20 i. 6. ESPERANZA NAVARRETE MARTÍNEZ: La Academia de Bellas Artes de San Fernando y la pintura en la primera mitad del siglo XIX. Madrid, 2000, 600 pp., ilustr. Rúst. 20 i. 7. SARA MUNIAIN EDERRA: El programa escultórico del Palacio Real de Madrid y la Ilustración Española. Madrid, 2000, 376 pp., ilustr. Rúst. 20 i. 8. JUAN JESÚS LÓPEZ-GUADALUPE MUÑOZ: Altar Dei. Los frontales de mesas de altar en la Granada barroca. Madrid, 2001, 400 pp., ilustra. 20 i. 9. EVA J. RODRÍGUEZ ROMERO: El Jardín Paisajista y las Quintas de recreo de los Carabancheles: La posesión de Vista Alegre. Madrid, 2000, 544 pp., ilustr. Rúst. 20 i. 10. MARÍA DEL MAR DE NICOLÁS: Mariano Fortuny y Madrazo. Entre la modérnidad y la tradición. Madrid, 2001, 242 pp. ilustr. 20 i. 11. PAULA REVENGA DOMÍNGUEZ: Pintura y pintores toledanos de la segunda mitad del siglo XVII. Madrid, 2001, 494 pp., ilustr. Rúst. 20 i. 12. CARLOS CHOCARRO BUJANDA: La búsqueda de una identidad La escultura entre el gremio y la academia (1741-1833). Madrid, 2001, 352 pp. ilustr. Rúst. 20i. 13. DOLORES MARÍA DEL MAR MÁRMOL MARÍN: Joyas en las colecciones reales de Isabel la Católica a Felipe II. Madrid, 2001, 588 pp., ilustr. Rúst. 20 i. 14. CARMEN RALLO GRUSS: Aportaciones a la técnica y estilística de la Pintura Mural en Castilla a final de la Edad Media. Tradición e Influencia Islámica. Madrid, 2002, 490 pp., ilustr. Rúst. 20i. PUBLICACIONES DE ARTE 497 15. JUAN MANUEL MARTÍN GARCÍA: Arte y diplomacia en el reinado de los Reyes Católicos. Madrid, 2002, 477 pp., ilustr. Rúst. 20 i. 16. MARÍA ÁNGELES SANTOS QUER: La ilustración en los libros de la imprenta de Alcalá en el siglo XVI. Introducción y catálogo. Madrid, 2003, 633 pp., ilustr. Rúst. 20 i. 17. ARÁNZAZU PÉREZ SÁNCHEZ: El Liceo artístico y literario de Madrid (183 7-1851). Madrid, 2005, 546 pp., 20 i. 18. FERNANDO GUTIÉRREZ BAÑOS: Aportación al estudio de la Pintura de estilo Gótico Lineal en Castilla y León: precisiones cronológicas y corpus de pintura mural y sobre tabla. Madrid, 2005, Tomo I, 496 pp.; Tomo II, 485 pp., ilustr. Rúst., CI), Los dos tomos, 40,00 i. 19. MARÍA FERNANDA PUERTA ROSSELL: Platería madrileña, colecciones de la segunda mitad del siglo XVII. Madrid, 2005, 372 pp., ilustr. Rúst., 20 i. 20. JOSÉ FERNANDO GABARDÓN DE LA BANDA: El tema de la Piedad en las artes plásticas del territorio diocesano hispalense. Madrid, 2005, 478 pp., ilustr. Rúst., 20 i. 21. MARÍA A. VIZCAÍNO VILLANUEVA: El pintor en la sociedad madrileña durante el reinado de Felipe IV. Madrid, 2005, 490 págs. Rúst.,20 i. 22. MARÍA JESÚS MUÑOZ: La estimación y el valor de la pintura en España 1600-1700. Madrid, 2006, 292 pp., CD-ROM con tablas de datos y consultas, Rúst., 30 i. 23. MIGUEL CÓRDOBA SALMERÓN: El colegio de la Compañía de Jesús en Granada. Arte, Historia y Devoción. Madrid, 2006, 364 pp., ilustr. Rúst., 20 i. 24. ALBERTO FERNÁNDEZ GONZÁLEZ: Fernández de Casas y Novoa. Arquitecto del barroco dieciochesco. Madrid, 2006, 504 pp., ilustr. Rúst.., 20 i. 25. ESTHER LOZANO LÓPEZ: Un mundo en imágenes: la portada de Santo Domingo de Soria. Madrid, 2006, 466 pp., ilustr. Rúst., 20 i. 26. JUAN LUIS BLANCO MOZO: Alonso Carbonell (1583-1660), arquitecto del Rey y del Conde-Duque de Olivares. Madrid, 2007, 514 pp., ilustr. Rúst.., 20 i. 498 PUBLICACIONES DE ARTE 27. LORENZO PÉREZ DE DOMINGO: El escultor Juan Pascual de Mena en Madrid. Madrid, 2007, 507 pp., ilustr. Rúst., 20 i. 28. ALFREDO UREÑA UCEDA: La Escalera Imperial como elemento de poder. Sus orígenes y desarrollo en los territorios españoles en Italia durante los siglos XVI y XVII. Madrid, 2007, 288 pp., ilustr. Rúst., 20 i. 29. FRANCISCO MANUEL VALIÑAS LÓPEZ: La navidad en las artes plásticas del barroco español. La escultura. Madrid, 2007, 516 pp. Rúst., 20 i. 30. RAQUEL NOVERO PLAZA: Mundo y trasmundo de la muerte: Los ámbitos y recintos funerarios del barroco español. Madrid, 2009, 442 pp., 168 ilustr. Rúst., 20 i. 31. LAURA DE LA CALLE VIAN: Cien años de tapiz español. La Real Fábrica de Tapices (1920-2000). Madrid, 2009, 436 pp., + CD con 306 ilustr. Rúst., 30 i. 32. DAVID GARCÍA LÓPEZ: Arte y pensamiento en el barroco: Fray Juan Andrés Ricci de Guevara (1600-1681). Madrid, 2009, 500pp., 41 ilustr. Rúst., 20 i 33. ÁlVARO PASCUAL CHENEL: EL retrato de Estado durante el reinado de Carlos II. Imagen y propaganda. Madrid, 2010, 658pp. 290 ilstr. Rúst., 30 i. INVENTARIOS REALES CON CUADROS DEL MUSEO DEL PRADO I Qvadros y otras cosas que tiene su Majestad Felipe IV en este Alcázar de Madrid. Año de 1636. Documentación, transcripción y estudio: Gloria Martínez Leiva y Ángel Rodríguez Rebollo. Madrid, 2007, 260 pp., 219 ilust., color, 36 i. OTRAS PUBLICACIONES MARQUES DE LOZOYA: Mariano Fortuny. Madrid, 1975, 44 pp., ilustr. color. 3 i. JOSÉ E. GARCÍA MELERO: Aproximación a una bibliografía de la pintura española. Madrid, 1978, 1.168 pp., 20 i. . ANA DOMÍNGUEZ: Libros de horas del siglo XV en la Biblioteca Nacional. Madrid, 1979, 141 pp., ilustr.; color. Agotado. EDWARD COOPER: Castillos señoriales de Castilla, Siglos XV y XVI. Traducción de Juan M. Madrazo. Madrid, 1980, Tomo I, 732 pp.; Tomo II, 812 pp., ilustr., planos. Agotado. GLORIA GENDE FRANQUEIRA: El arte religioso en la Mahía. Madrid, 1981, 544 pp., ilustr. 10 i. I Encuentro Internacional de Psicosociología del Arte. Madrid, 1981, 188 pp., ilustr.; 15 i. YVES BOTTINEAU: El arte cortesano en la España de Felipe V (1700-1746). Madrid, 1986, Traducción y notas de Concepción Martín Montero. 760 pp., 132 ilustr,. 20 i. JOSÉ ÁLVAREZ LOPERA: De Ceán a Cossio: La fortuna crítica del Greco en el siglo XIX. El Greco; textos, documentos y bibliografia. volumen II, Madrid, 1987, 610 pp., 15 i. JOSÉ MANUEL PITA ANDRADE: Goya y sus primeras visiones de la historia. Madrid, 1989, 63 pp., 3 i. 500 PUBLICACIONES DE ARTE SUZANNE STRATTON: La Inmaculada Concepción en el arte español. Madrid, 1989. Traducción de José L. Checa Cremades. 128 pp., 40 láminas. Agotado. CLAUDE BÉDAT: La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1744-1808). Madrid, 1989, Prólogo por Enrique Lafuente Ferrari, 484 pp., 64 ilustr., 20 i.. JOSÉ MARÍA RUIZ MANERO: Pintura italiana del siglo XVI en España: I Leonardo y los leonardescos. Madrid, 1992, volumen I, 125 pp., Agotado. JOSÉ MARíA RUIZ MANERO: Pintura italiana del siglo XVI en España: II Rafael y su escuela. Madrid, 1992, volumen II, 263 pp., Agotado. MANUEL GUERRA: Simbología románica. Madrid, 1993, 2ª edición, 484 pp., 59 ilustr., Rust. Agotado. MARÍA TERESA MALDONADO: La platería burgalesa: Plata y plateros en la Catedral de Burgos. Madrid, 1994, 305 pp., 20 i. JAVIER PORTÚS \ JESUSA VEGA: La estampa religiosa en la España del Antiguo Régimen. Madrid, 1998, Agotado. JUAN DE VILLANUEVA Y FERNANDO CHUECA GOITIA: El edificio del Museo del Prado. Madrid, 2003, 122 pp., 29 ilustr. Rústica. 10 i. ÁNGEL RODRÍGUEZ REBOLLO: Las colecciones de pintura de los Duques de Montpensier en Sevilla (1866-1892). Madrid, 2005, 408 pp., 92 ilustr. Rústica. 20 i. FRANCISCO FERNÁNDEZ PARDO: Dispersión y destrucción del Patrimonio Artístico Español. Madrid, FUE, Gobierno de la Rioja, Junta de Castilla y León, Caja Duero, 2007. 5 vols; I, (1808-1814) Guerra de la independencia, 501 pp.; II, (1815-1868) Desamortizaciones, 597 pp.; III, (1868-1900) Gloriosa/Fin de siglo, 584 pp.; IV, (1900-1936). Desde comienzos de siglo hasta la Guerra Civil, 667 pp.; V (1936-2007) Desde la Guerra Civil a nuestros días, 724 pp.; ilustr. Cartoné. DAVID GARCÍA LÓPEZ: Lázaro Díaz del Valle y las vidas de pintores en España. Madrid, 2008, 502 pp., 34 ilustr. Rústica. 20 i. Documento descargado de http://www.apunts.org el 24/03/2015. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 43 C U L T U R A Cuando el deporte se hace arte DEPORTE cursos de los Bailes de Máscaras del Teatro Real y del Círculo de Bellas Artes. Era asiduo participante en la tertulia del Nuevo Café de Levante presidida por Ramón de Valle Inclán y Ricardo Baroja. El año 1912 colabora por primera vez en una revista (Por Esos Mundos) y gana premios en muchos concursos de carteles. Ilustró el libro Voces de Gesta de Ramón de Valle Inclán y realizó la portada que había de figurar en las obras completas de mismo autor. Rafael de Penagos Las mujeresPenagos, deportistas R . B A L I U S I JULI Y Rafael de Penagos fue el más popular, el más célebre y el mejor considerado de los dibujantes españoles, en los días que van desde los inicios del siglo pasado hasta la Guerra Civil. Según Lain Entralgo, podemos considerarlo como el dibujante e ilustrador de una supuesta Generación del 1914, en la cual Picasso y Vázquez Díaz serían los pintores y Bagaría el caricaturista. Esta eclosión cultural llevó a la Generación del 27, en un intento de modernización del Estado Español. Penagos fue importante en este movimiento, porqué con sus dibujos "engendró" un nuevo modelo de mujer, que tuvo verdadera trascendencia práctica. Va a París el año 1913, gracias a una pensión otorgada por la Junta para la Ampliación de Estudios, apoyado por Joaquín SoroUa y Ramón Menéndez Pidal. En la capital de Francia realiza centenares de apuntes de la vida parisina y observa los nuevos modelos estéticos de Europa. Se encuentra con Pío Baroja, Zuloaga, Vázquez Díaz, Anglada Camarasa y Xavier Gosé; este último dibujante catalán, muerto el año 1915, tuvo una extraordinaria influencia en la obra de Penagos, de tal manera que Santos Torroella lo considera un verdadero hermano espiritual de Gosé. Como este, Penagos era un homme — h —femmes, Esquí (1922) Rafael de Penagos Salabardo, había nacido en Madrid el año 1889 en una familia de dieciocho hermanos, casi todos fallecidos en los primeros años de vida. El año 1900 se matriculó en la Escuela Superior de Artes e Industrias, en la cual obtuvo Diploma de Honor cuando acabó en 1904 el último curso. Este año ingresó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, en donde tuvo como compañeros a José Solana y Victorio Macho, logrando entre 1904 y 1908 numerosos diplomas de primera clase. Mientras estudiaba envió sus primeros carteles a los importantes ConAPUNTS MEDICINA DE L'ESPORT. 2003 Documento descargado de http://www.apunts.org el 24/03/2015. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 44 C U L T U R A Y DEPORTE de aire garboso, gentil y rostro de ojos Negro y ABC. vivos e irónicos, de labia, zumbona y al- una etapa de esplendor go achulapada. Tuvo relaciones inten- creador, con sas, una de ellas con Tórtola Valencia, la premios en concursos de cual sirvió de modelo en varios carteles carteles dedicados a acon- y dibujos. Desde París envió tres carte- tecimientos nacionales e les al Concurso Internacional convoca- internacionales Atraviesa Tiro con arco (ABC, 1930) numerosos (Medalla do por la Casa Chocolates Ametller de de Oro en la Exposición Barcelona, obteniendo el primero, se- de Arte Decorativo de Pa- gundo y cuarto premios. Después de rís en 1925 y el Primer una breve estancia en Barcelona para Premio de la Exposición cobrar los citados premios, donde co- Ibero Americana de Barce- noció al poeta y dibujante Apelles lona y Sevilla) y a obras de Mestres, marchó a Liverpool y más tat- teatro y de cinema; realiza de a Londres. Allí al poco tiempo le sor- portadas e ilustraciones de prende el inicio de la Guerra Europea y libros de las editoriales Es- retorna rápidamente a España. pasa-Calpe, Golf (1922) y participa en las revistas Renacimiento, Pueyo y Saturnino Calleja; argentinas Caras y Caretas, Cigarrillos 43 y en la española Cosmópolis. El año 1923 se casa y un año después nacen sus dos hijos, los gemelos en 1942 la Cátedra del Instituto Mont- gran influencia en su vida artística y la- serrat de Barcelona, en 1948 se embar- boral. ca hacia América. Está En 1935 por im- K De nuevo en Madrid, Penagos lleva bajo disminuyen y después de ocupar Rafael y José María, los cuales tuvieron perativo económico cuatro años en Santiago de Chile y uno en Buenos Tenis (1922) se presento y ganó por Aires, durante los cuales oposición la Cátedra realiza de Dibujo del Institu- paisajes y de gente ameri- to Cervantes de Ma- cana y publica en algunas drid. En plena Guerra revistas. Vuelve a España Civil, se el año 1953, exponiendo traslada a la Cátedra acuarelas sobre el Madrid en 1937, exposiciones de del Instituto Luis Vi- antiguo y los retratos de ves de Valencia y un Azorín y Pío Baroja. Mu- año después lo encon- rió el año 1954 como una vida bohemia y mundana, fre- tramos como Cate- cuentando la tertulia del Pombo con drático en el Instituto consecuencia de una hemorragia cerebral. Ramón Gómez de la Serna y sus ami- Obrero de la misma gos Ramón Pérez de Ayala, Julio Cam- ciudad. En 1939 des- ba, Juan Belmente, Andrés Segovia, pués de la depuración Federico García Sanchiz, Capuz, Baga- política, vuelve a Ma- un corto artículo, titula- ría, el doctor Pérez de Diego... Co- drid colaborando en do y4 ¿ Í busca del Penagos mienza la que será larga colaboración la revista Mujer. en La Esfera, Nuevo Mundo, Blanco y popularidad y el tra- APUNTS, H E D I C I N A DE L'ESPORT. La producción de Ra- *, ^N^^á^^^ fael de Penagos es extensísima. Su hijo Rafael en La perdido, explica "que me^ ^ • . diante una dificultosa in- Documento descargado de http://www.apunts.org el 24/03/2015. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 45 c CULTURA Natación (1922) Caza (1922) Madrid, r '¿Mk ^^m "'<^MB, *"—— '^Vl : "^ - . I. A ' •••• ^ . c . , , DEPORTE realizadas justa medida de sus encantos naturales últimos (Manuel Agustín García Vínolas). Son años de su vida. Sus mujeres que pierde la cintura, a las dibujos estaban efec- cuales se les alargan los dedos para co- tuados a lápiz, tinta ger un Murati o un Kedive, que leen china, acuarela, gua- Blanco y Negro o La Esfera, que se jue- che Y temple, muchas gan su amor a la ruleta o en los caballi- veces y tos de San Sebastián, que escuchan los complementados. tangos de Spaventa y que se pintan las Con lápiz plomo hizo uñas de rojo (Cesar González Ruano). extraordinarios retra- Son mujeres de mirada penetrante, tos de familiares y que miran de frente sin ruborizarse, de personalidades cultu- grandes y oscuros ojos y con labios que rales. Es característica nunca pierden la compostura con las la calidad técnica de risas (Rafael Herrero). Son mujeres los dibujos, tanto en que huelen a perfumes franceses, fu- la composición como man durante los JT* Y mezclados . cigarrillos turcos o egipcios, en las posturas y el rit- beben cook-tails, llevan raquetas de te- mo del cuerpo. Muchos de ellos tienen nis en la mano y el pelo cortado a la chos años, calcula que de la mano de su a parte la cualidades estéticas, un claro garlón 0osé Hierro). Gracias a sus padre habrían salido más de quince mil sentido social. Como hemos señalado atractivas estampas contribuyeron a la obras, entre dibujos, ilustraciones, por- al principio, Penagos creó un nuevo introducción del tango-, del jazz y del tadas pinturas, carteles y retratos, ade- modelo de mujer, que por entonces charleston (Santiago Rabos). Las muje- más de incontables apuntes. Se duele mereció el nombre de Mujer-Penagos. res de Penagos juegan al tenis en pistas de que el tiempo, el paso de la Guerra Según Edgar Neville estas enseñaron a inglesas de hierba alta, esquían en los Civil y sobretodo la tristemente repeti- las españolas a no ser gordas y por esto Alpes, nadan crowl y se tienden al sol da negligencia española, aliada a la fe- Penagos con su lápiz como bisturí, hi- del Pacífico en bañadores de tinta chi- roz falta de memoria que dispensamos zo la cirugía estética a todo aquel pai- na (José Luis Garci). Son mujeres de a nuestros mejores hombres, han he- saje femenino metido en carnes (Ma- mandíbula poderosa, de carácter resuel- vestigación, a la cual ha dedicado mu- cho que casi todos los originales de esta nuel Vicent), desbastando las formas to, independiente y deportivo (Santos ingente tarea hayan desaparecido, y so- rotundas del cuerpo hasta dejarlo en la Torroella). lamente los podamos ver, reproducidos con técnicas de aquellas épocas, en los Las nenas del "Tennis". (Nuevo Mundo, 1922) periódicos y revistas a los cuales, generalmente, fiíeron destinados. Publicaciones que duermen —algunas veces también mutiladas- aquel letárgico sueño polvoriento que acostumbra a habitar en casi todas las hemerotecas hispanas". La temática Fundamental de la amplia obra de Penagos, son dibujos de las personas y muy especialmente de las mujeres, excepto algunos excelentes óleos de paisajes realizados en la etapa más temprana de su actividad y algunas series de acuarelas dedicadas a parajes americanos y visiones del viejo APUNTS. MEDICINA DE L'ESPGRT. 2003; 142: 43-16 Documento descargado de http://www.apunts.org el 24/03/2015. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 46 CULTURA Y DEPORTE pian a Penagos y Esquí (ABC, 1932) drid. Todas las Futbolista las mujeres rea- representaciones les comienzan a nos parecerse a aque- unos deportistas llas que el dibu- en actitudes ex- jante había soña- cesivamente do. Vallejo Nájera gidas y estáticas. concluye diciendo Pensamos que el que, hombre, que es- Penagos es el rí- pintor de las mujeres tá presente que nos han gustado, in- algunos de los cluso a todos aquellos qui nn dibujos de Pena- las conocimos. gos, figura únicamente Queda claro que una de ^BF las cualidades de las Mujeres- ^"^ como pasmarote la mujer, a la portiva y esta actividad se refleja en sus dibujos. En Nue- en acompañante de Penagos, era la práctica de%*.,•< presentan cual el artista ha , va Mundo publica diferentes.páginas de dedicado toda su atención. Parecidas apuntes al natural con conjuntos de características tienen tres aderas lanza- Como consecuencia de todas las chicas haciendo deporte, vestidas con dores -jabalina, peso y disco— de aspec- cualidades enumeradas, Penagos consi- ropa deportiva (esquiadoras, golfistas, to pseudo clásico, que son los protago- gue que algo tan difícil como es el Arte tensitas, nadadoras, cazadora, tiradoras nistas de un cartel del Comité Olímpi- se refleje en la vida (Antonio Gala); es de arco). Algunas portadas de revistas y co Español del año 1924, destinado a libros están también dedicadas a la mu- anunciar un magnífico baile y una jer deportista; creemos que una porta- grandiosa tómbola a beneficio de los da de ABC con una mujer tirando al atletas españoles que tenían de partici- arco, podría considerarse el prototipo par en los Juegos Olímpicos de París. decir que las modistillas del barrio de Salamanca, las niñas bien de la Castellana, las castigadoras de Maxim's y las tanguistas de cabaret copiasen sus dibujos en sus personas (Juan Espladiu). Como dice Enrique Llobet, hasta Penagos los de la Mujer-Penagos, Deportista.. Aunque se ha escrito que Penagos no era dibujante de figurines, sus deportis- dibujantes y pintores copiaban a las tas son un verdadero desfile de mode- mujeres; desde Penagos, las mujeres co- los para practicar los diferentes depor- Cartel pro J.J.O.O. 1924 * I .\ tes, de acuerdo con la moHockey hielo (1922) da que él mismo había establecido. También entre los carteles pueden encontrarse imágenes de deporte femenino. i \ No son frecuentes las obras con hombres deportistas. Descubrimos t » i \ »\ \ — i t • *• r * * Ji imágenes de boxeo, fútbol, esquí y de un insólito, por la fecha de 1922, encuentro de hockey sobre hielo celebrado en el Palacio de Hielo de Ma- APUNTS. MEDICIN, DE L ' E S P O R T : 2003; 142; 43-46 SRAÍ1Ü10SA TÓMBOLA A BETIEFICIOBE LOS ATLE1 A l rSTAflOLES QUE IRATIAOTFEtlDERLOS COLOTiES TI -fcSPA11A ETi LA VIII OLIMPIADA T>E P A R Í S 1 B 2 4 . PERSONIFICACIÓN E ICONOGRAFÍA DE LA «MUJER MODERNA». SUS PROTAGONISTAS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX EN ESPAÑA BEGOÑA BARRERA LÓPEZ UNIVERSIDAD DE SEVILLA RESUMEN: Las primeras décadas del siglo XX fueron testigo de la aparición de la «mujer moderna», fenómeno internacional al que cada país europeo denominó de manera distinta: flapper, maschietta, garçonne, etc. Claras herederas del modelo francés, las artistas españolas de estos años personificaron y reflejaron en sus obras la estética, los hábitos, las conquistas y las aspiraciones de independencia y emancipación que animaban el espíritu de las nuevas mujeres. Con ellas se fracturaron las antiguas barreras de género que no permitían el paso de la mujer de objeto a sujeto de la mirada y aparecieron nuevas posibilidades plásticas que contribuyeron a moldear la vanguardia. Mediante un estudio temático de la producción artística y de las personalidades de estas creadoras (Maruja Mallo, Ángeles Santos, Delhy Tejero o Concha Méndez, entre otras), se comprende cuál fue el alcance y el arraigo de este nuevo modelo, que puso en crisis las ideas que conformaban las definiciones, sólida y oficialmente establecidas, de género, modernidad y vanguardia. PALABRAS CLAVE: Mujer moderna; vanguardias artísticas; teoría de género; iconografía; Santos, Ángeles; Mallo, Maruja; Méndez, Concha; Tejero, Delhy. PERSONIFICATION AND ICONOGRAPHY OF THE «MODERN WOMAN»: ITS PROTAGONISTS OF THE EARLY XXTH CENTURY IN SPAIN ABSTRACT: In the first decades of the 20th century the «modern woman» appeared, it was an international phenomenon which was called in a different way by each European country: flapper, maschietta, garçonne, etc. Evident inheritors of the French model, the Spanish artists of these years personified and reflected in her works the aesthetics, the habits, the conquests and the independence and emancipatory aspirations of the new women. With them, the old gender barriers were fractured, and new plastic possibilities appeared to help these women to live and shape the vanguards. By means of a thematic study of the artistic production and the creative personalities of these artists (Maruja Mallo, Ángeles Santos, Delhy Tejero or Concha Méndez, among others), we can understand what was the significance and the popularity of this new model, which put in crisis the ideas that were shaping the definitions, solid and officially established, of gender, modernity and vanguards. KEY WORDS: Modern woman; artistic vanguards; gender theory; iconography; Mallo, Maruja; Méndez, Concha; Santos, Ángeles; Tejero, Delhy. Recibido: 12-03-2014/Aceptado: 17-12-2014 Trocadero, nº 26 (2014), ISSN 0214-4212, pp. 221-240 222 Begoña Barrera López * La fría tarde del dos de febrero de 1930 se estrena en Frankfurt Von Heute auf morgue, una ópera dodecafónica en un acto con música de Arnold Schönberg y libreto en alemán de Max Blonda –seudónimo de Gertrud Schönberg, la esposa del compositor. Interpretada como una sátira social contra los que viven con la obsesión de estar al día –también contra los compositores nov– su historia es una comedia de costumbres contemporáneas que plantea algunos puntos fundamentales sobre la «nueva mujer moderna». El marido, uno de los protagonistas, tomando como modelo una antigua compañera de la mujer, le reprocha a su esposa su estilo de vida anticuado, al margen de la nueva moda y de los nuevos hábitos y costumbres «modernas». No tarda aquella en reaccionar y, abandonando el hogar y sus antiguas ocupaciones, se enrola en una nueva vida de trajes caros, bailes nocturnos y flirteos extramatrimoniales. Acoplada y encantada con su nuevo estilo de mujer moderna descuida un hogar que ante su ausencia queda desestructurado, mientras su pequeño hijo, confuso ante los cambios, reclama explicaciones a lo largo de toda la obra. Su esposo, más perturbado aún y completamente arrepentido, intenta recuperar la calma de su hogar antiguo –y anticuado–, desengañado ya de la vida moderna que antes le había parecido la panacea. El hijo de ambos lanza la frase con la que se concluye la opera, planteando una cuestión con la que me gustaría comenzar: «Mama, was sind das, moderne Meschen?» («Mamá ¿De qué se trata? ¿Qué es eso de la gente moderna?»). ¿Qué quiere decir «gente moderna» o «mujer moderna» en 1930? En términos generales, existen algunos puntos fundamentales que definen a esta nueva forma de vida personalizada en las mujeres que nacieron a la par que el nuevo siglo XX. Se trata de un modelo que ya había comenzado a emerger por dos razones concretas en la segunda mitad del siglo XIX en Occidente. En primer lugar, debido al mayor arraigo del movimiento feminista (la conocida como primera ola del feminismo) en Inglaterra y Estados Unidos; en segundo lugar, a causa de la revolución industrial y la incorporación de la mujer al mundo laboral. Las mujeres, podemos decir, se emanciparon gracias a la guerra, a causa de las responsabilidades que aceptaron cuando reemplazaron a los hombres en la retaguardia. De este modo, fue ya a la llegada del siglo XX, y fundamentalmente a partir de la Primera Guerra Mundial, cuando nació la que conocemos como «mujer moderna», alcanzándose la plenitud de este modelo durante los famosos «años felices», los años veinte. Se la conocía, entonces y ahora, dependiendo de la zona, con distintos calificativos no exactamente Trocadero, nº 26 (2014), ISSN 0214-4212, pp. 221-240 Personificación e iconografía de la «mujer moderna»… 223 equivalentes: flapper en Estados Unidos e Inglaterra, maschietta en Italia o garçonne en Francia.1 Es este modelo francés de garçonne el que se señala habitualmente como eje más visible de un fenómeno que se extendió por Europa al ritmo de la modernidad y que en España dejó profundas huellas. En Francia, las garçonnes, mujeres modernas por excelencia, fueron hijas de la masculinización impuesta por la guerra. Surgieron en el medio urbano, territorio privilegiado de cuya conquista se hablará más adelante, y nacieron en la encrucijada de una época que vio aumentar la esperanza de vida y reducir las jornadas laborales, unos tiempos en los que se dio también cierta crisis en las relaciones conyugales y una flexibilización de la moral que apareció reflejada nítidamente en la novela La garçonne de Victor Margueritte. Christine Bard aporta una primera presentación de esta mujer moderna, la garçonne francesa, a la que describe como: Icono por excelencia de los años locos, la garçonne con sus cabellos cortos, su ropa recortada, su silueta tubular es una figura andrógina que duda entre la masculinización y la invención de una nueva feminidad. De manera ambigua encarna la emancipación de las mujeres. Fascina e inquieta como lo demuestra el escándalo producido por la novela de Victor Margueritte, La garçonne de 1922. 2 Como un rasgo indisolublemente unido a ella, el escándalo acompañó a la garçonne francesa y a todos los modelos de mujer moderna que a su semejanza surgieron. Más aún en el terreno español, donde nos centraremos a partir de ahora. En España, la aparición de una mujer que defendía ideales políticos liberales, incluso feministas en ocasiones, y poseía buena formación cultural y una fuerte determinación de emancipación laboral, hizo despertar las alarmas de los sectores más conservadores y tradicionalistas de la sociedad. La alarma cundió entre los intelectuales contemporáneos, que veían diluirse el concepto de feminidad entendido como cometido esencialmente maternal. Médicos, sociólogos, investigadores, científicos y pedagogos contribuyeron al debate sobre la ilegitimidad de esta nueva forma de la mujer, incidiendo en falsos argumentos biológicos que, como científicos, fueron asumidos gratamente por los histéricos antifeministas de la época. Según Teresa Bordons, gracias a las declaraciones de médicos e investigadores de prestigio como Gregorio Marañón, Roberto Novoa Santos y José Gómez Ocaña, el debate antifeminista se Cf. Shirley Mangini, Las modernas de Madrid. Las grandes intelectuales españolas de la vanguardia, Madrid, Península, 2001, pp. 74-76. 2 Christine Bard, Les garçonnes. Modes et fantasmes del années folles, Paris, Flammarion, 1998, p. 57. 1 Trocadero, nº 26 (2014), ISSN 0214-4212, pp. 221-240 224 Begoña Barrera López cubre de un pretendida, pero falsa, rigurosidad.3 El «problema feminista» (como usualmente se denominaba el movimiento emancipatorio, insistiendo así en su dimensión de inconveniente histórico), residía en que las mujeres no estaban dispuestas a aceptar su condición biológica de seres destinados únicamente a la reproducción y el cuidado del hogar. Afirmaba Marañón que «nuestra mujer, como la paleolítica, está hecha para ser madre, y debe serlo por encima de todo»; por eso, para el prestigioso médico, «el feminismo legítimo debe propagar también frente a las campañas de otros feminismo reprobables, la necesidad de que la madre críe a sus hijos». Estas consideraciones ilustraban la creencia, firmemente arraigada en la sociedad de los años veinte, de que el éxito laboral o social de una mujer siempre habría de ser potencialmente dañino, puesto que ella, aunque pudiera trabajar como enfermera o maestra en casos de excepción, nunca ha de emplearse en profesiones políticas o jurídicas, puesto que, como sentencia Marañón «tenemos que reconocer que al talento femenino, en general, aunque alcance límites avanzados de claridad y penetración, le falta originalidad». 4 Parece lógico que el incremento de la instrucción de las mujeres, su incorporación al mundo laboral y sus primeros pasos, en consecuencia, hacia la liberación de su sexo pudieran poner en jaque al conservadurismo más recalcitrante. Seguramente estos sectores se vieron directamente amenazados ante una mujer que, a imagen de sus homónimas francesas, inglesas y alemanas, aplaudió los avances tecnológicos y que quiso reflejar su modernidad en su aspecto físico y en su forma de vestir. La importancia de la indumentaria en la configuración de la mujer moderna, que ya había sido señalada en el ensayo de Virginia Wolf Tres Guineas (1937) al subrayar que la desaparición del corsé había significado libertad de acción para la mujeres, pero también el anuncio, la representación, de esa libertad de acción,5 se puso de manifiesto en estos años con el cambio que sufrió el atuendo femenino. La moda decimonónica fue sustituida progresivamente por modernos trajes de líneas rectas que no acentuaban las curvas y por unas prendas que resultaban mucho más cómodas y adaptables al nuevo régimen de vida marcado por el trabajo, los viajes y el deporte. La moda de los años veinte fue, por tanto, mucho más que un cambio superficial en la indumentaria de las mujeres. Fue un signo de la liberación de una Teresa Bordons, Género sexual, literatura e historia: España de finales de siglo a la II República. Tesis Doctoral, citado por Shirley Mangini en Las modernas de Madrid…, ob. cit., p. 101. 4 «Biología y feminismo» (Conferencia pronunciada en Sevilla para la Sociedad Económica de Amigos del País el 21 de febrero de 1920), recogida en Gregorio Marañón, Biología y feminismo, Recogido en Varios de Curiosidades 1918-1922 (encuadernado con otras obras, formando un volumen facticio), Sevilla, s.n., ca. 1920. 5 Patricia Molins, «La heterogeneidad como estrategia de afirmación. La construcción de la mirada femenina antes y después de la Guerra Civil», en Desacuerdos. Sobre arte, política y esfera pública en el Estado español, nº 7, 2012, p. 72. 3 Trocadero, nº 26 (2014), ISSN 0214-4212, pp. 221-240 Personificación e iconografía de la «mujer moderna»… 225 mentalidad social compartida que debía mucho a los nuevos modelos americanos llegados a España a través de la industria cinematográfica y de las publicaciones ilustradas pues, como apunta Gómez de Blesa, las representaciones de la mujer que la cultura de masas (el cine, la prensa ilustrada, la literatura de kiosco o los carteles publicitarios) se estaban encargando por aquel entonces de difundir la imagen de una figura femenina liberada, delgada, dinámica voluntariosa, juvenil, desenfada e independiente.6 La conocida pintura de Ángeles Santos, Tertulia (1929) muestra rasgos de esta nueva indumentaria y de la actitud de la que la vestimenta, como se ha dicho, representaba una elocuente declaración de intenciones. En su pintura se observa a cuatro mujeres dueñas de sí mismas y de su tiempo: al tiempo que una lee, otra, con pelo a lo garçonne, se recuesta lánguida y erótica mientras mira directamente al espectador, apoyándose detrás de una tercera mujer que fuma con la mirada perdida. Ropas nuevas, miradas desvergonzadas, hábitos masculinos y una autora, la propia Ángeles Santos, que sabía bien lo que estaba representando en este cuadro, pues ella misma fue la personificación de la artista moderna y emancipada. Tertulia, inicialmente titulado El cabaret, que concibió mientras aún trabajaba en su Valladolid natal, es quizás el cuadro más próximo a la Nueva Objetividad alemana de cuantos se hayan pintado en España, aún sin parecerse, para nada, a la obra de ninguno de los pintores alemanes. Esta pintura, junto a su otra obra maestra, Un mundo (1929) fueron realizadas hacia la mitad de 1929 y levantaron la expectación de la sociedad intelectual vallisoletana y del propio García Lorca, que visitó a la pintora acompañado de Jorge Guillén y Emilio Aladrén. En octubre del mismo año, precedida de su fama en Valladolid, recibió el pasaporte de entrada en los círculos artísticos e intelectuales de la capital al ser invitada a participar en el IX Salón de Otoño, organizado en Madrid por la Asociación de Pintores y Escultores. Para tal ocasión, Ángeles pudo exponer tres obras, de entre las cuales merece destacarse su Autorretrato. Mercedes Gómez de Blesa, Modernas y vanguardistas. Mujer y democracia en la II República, Madrid, Ediciones Laberinto, 2009, p. 122. 6 Trocadero, nº 26 (2014), ISSN 0214-4212, pp. 221-240 226 Begoña Barrera López Imagen 1. Tertulia, 1929. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Madrid En esta pieza, la pintora se pinta a sí misma con el mismo peinado moderno que la mujeres de Tertulia –un estilo que en España se conocía como pelo «a lo chiquillo» o «a lo manolo»– ropas sueltas y mirada frontal. En una primera impresión, parece que la retratada mirara atentamente a alguien o algo ubicado fuera del espacio pictórico, al espectador del cuadro, por ejemplo. Sin embargo, al observar detenidamente su gesto, adivinamos que no es así. Su rostro recoge un momento de ensimismamiento, de concentración o de pensamiento. El autorretrato no persigue solo la captación de la apariencia física (un físico que ya de por sí resulta elocuente) sino que procura congelar la mirada de la pintora en un momento de reflexión, de ejercicio intelectual o de cálculo. De este modo, el autorretrato se convierte en un iniciativa reivindicativa que va en consonancia con las protestas de muchas intelectuales contemporáneas, pues al captar una mirada inteligente y reflexiva esta pintura incidía, como la de sus colegas, en el derecho de las mujeres modernas a luchar por el reconocimiento de su intelectualidad y su capacidades creativas, dignas de ocupar un lugar de mérito, como escritora, artista o filósofa, en la vanguardia española. Así fue. Tras la participación de Ángeles Santos en el IX Salón de Otoño, sus obras alcanzaron un éxito arrollador y la prensa comenzó a compararla con otra revelación Trocadero, nº 26 (2014), ISSN 0214-4212, pp. 221-240 Personificación e iconografía de la «mujer moderna»… 227 del momento, la pintora Maruja Mallo.7 De hecho, todo el mundo parecía preguntarse con cierta suspicacia quiénes eran y de donde habían salido aquellas dos mujeres, Ángeles Santos y Maruja Mallo, que habían irrumpido estrepitosamente en un entorno históricamente reacio a admitir representantes del género femenino. Estas dos artistas, al igual que Delhy Tejero, Remedios Varo o Concha Méndez, luego mencionadas, habían nacido en un periodo comprendido entre 1898 y 1914, coincidiendo, en parte, con las fechas de nacimiento de muchos de los poetas, narradores y dramaturgos de la que luego se denominará Generación del 27; al igual que ellos, estas mujeres artistas empezaron a mostrar su obra en torno a los años 1926-1929; pero, a diferencia de sus coetáneos, ellas encontraron muchas más dificultades tanto en el ámbito familiar como en el social para adentrarse en el mundo de la creación. Mención especial de entre todas merece la recién citada Maruja Mallo, la más moderna de las modernas de Madrid, que llegó a la capital y estudió, a diferencia de Ángeles Santos, y junto a las también artistas Delhy Tejero y Remedios Varo, en la Academia de San Fernando. Pero lo más importante de los primeros años madrileños de Maruja fue, sin duda, su adopción por la cuadrilla de Dalí, Lorca y Buñuel, que a partir de su llegada hubo de constituirse en glorioso cuarteto.8 Poco tiempo después, su «descubrimiento» (como ella misma lo denominó) por Ortega y Gasset, determinó su éxito en los años anteriores a la Guerra Civil. Ya mucho más mayor, Maruja solía reconocer en sus entrevistas que en aquellos años años de juventud ella no sabía quién era el tal Ortega que alabó tanto sus pinturas, y que había quedado tan impresionado con ellas que le ofreció la oportunidad de exponer su trabajo en las oficinas de la Revista de Occidente, donde jamás había expuesto ningún artista antes.9 Ello, unido a la aparición de críticas sobre su obra en la prensa de Madrid y Barcelona, hizo que fuera considerada, al igual que poco después ocurriría con Ángeles Santos, una de las nuevas promesas en el mundo del arte, emprendiendo así el camino hacia la consagración. Josep Casamartina i Parassols, Ángeles Santos, Valladolid, Museo Patio Herreriano, 2003, p. 45-46. Como apunta Shirley Mangini «la incorporación de Maruja al trío Buñuel-Lorca-Dalí convirtió al grupo en cuadrangular, pues generó intensa colaboración intelectual y personal entre los cuatro. El hecho de que haya perdurado la fama internacional de los tres hasta hoy día, y que Mallo desapareciera de las páginas de la historia del arte por un boicot tácito, ha distorsionado la realidad cultural de entonces (…) Es evidente que Mallo causó una fuerte impresión en ello, en su obra y también en Rafael Alberti, Ernesto Giménez Caballero y el chileno Pablo Neruda, entre otros», citado en Shirley Mangini, ob. cit., p. 119. 9 De la conmoción que suscita la aparición del trabajo de Maruja nos da prueba el crítico Manuel Abril, quien no duda en proclamar al comienzo de su crónica de la exposición, que «la obra de esta adolescente ha sido la sorpresa de la temporada». Recogido HUICI, Fernando, DE DIEGO, Estrella, et al., Fuera de Orden. Mujeres en la Vanguardia Española, Madrid, Fundación Cultura Mapfre Vida, 1999, p. 26. 7 8 Trocadero, nº 26 (2014), ISSN 0214-4212, pp. 221-240 228 Begoña Barrera López En la obra de Maruja Mallo se lee una clara y valiente ambición: crear una nueva iconografía, aquella que era necesaria para la nueva mujer moderna que estaba surgiendo y que tanto sus amigas como ella misma encarnaban. Para ello Maruja reprodujo en el lienzo a una mujer decidida, valiente, luchadora, ante la que el arte nuevo de vanguardia se serviría de instrumento eficaz para la invención de la nueva identidad femenina, activa y provocadora. De este modo, la artista representó a través de sus imágenes a sujetos activos, mujeres que corren, con ropas sueltas, mujeres monumentales que disfrutan de las verbenas populares o de los deportes, vestidas adecuadamente para ello. Del mismo modo, en la desaparecida Ciclista o Figura del deporte (1927),10 que forma parte de la serie Estampas deportivas, una mujer enérgica simboliza el culto al deporte, tan en boga durante la época y del que la propia Maruja participó a juzgar por las fotos de su juventud. Su amiga inseparable de estos años, la poeta Concha Méndez declara en sus memorias que «cuando Maruja empezó a pintar, me tomaba a mí como modelo. Pintó una chica en bicicleta, que era yo; y mi raqueta de tenis, que era muy bonita, también la inmortalizó»;11 sabemos, no obstante, que el ciclismo era un hobby común para ambas, y que solían pasear por las calles de Madrid montadas sobre este vehículo ligero, escandalizando a las mentes estrechas. El grabado de la desparecida pintura que se publicó en Buenos Aires en 1942 muestra la figura estilizada de una joven descalza montando en bicicleta por un lugar costero, probablemente San Sebastián, donde Concha Méndez pasaba las vacaciones de verano.12 Susan Kirkpatrick hace contrastar esta imagen con los óleos sobre mujeres en los mismos escenarios costeros que había realizado por Joaquín Sorolla veinte años antes. La mujeres captadas por el pintor, ataviadas con largos y opacos vestidos, apenas definidas en su rostros, tratadas más como cuerpos luminosos que como mujeres (esto es, concebidas como mera justificación para tratar el tema que al pintor, como al resto de impresionistas, le interesa: la luz), transmiten la impresión de una feminidad protegida y encerrada. A ellas, Mallo opone una mujer en movimiento al aire libre, al mando de una máquina recientemente producida en masa que representa la conquista de la naturaleza propia de la modernidad.13 De esta pintura hoy desaparecida, contamos con testimonios como la descripción de Francisco de Alcántara en El Sol a propósito de su aparición en la exposición de Revista de Occidente. «Otros tres lienzos de gran tamaño son cosa aparte por su tendencia, aunque en verdad impregnada de magia. “La ciclista” proyectando su figura tostada refinadamente salvaje sobre unos veleros en regata y fondo marino de tan sutil y profunda espacialidad que no recuerdo cosa semejante». Recogido en Ramón Gómez de la Serna (estudio preliminar), 59 Grabados en negro y 9 láminas en color: 1928-1942, Buenos Aires, Losada, 1942, p. 50. 11 Paloma Ulacia Altolaguirre (ed.), Concha Méndez: Memorias habladas, memorias armadas, Madrid, Mondamori, 1990, p. 51. 12 Ramón Gómez de la Serna (estudio preliminar), Maruja Mallo: 59 Grabados en negro y 9 láminas en color: 19281942, Buenos Aires, Losada, 1942, Lámina V. 13 Cf. Susan Kirkpatrick, Mujer, modernismo y vanguardia, Madrid, Cátedra, 2003, p. 233. 10 Trocadero, nº 26 (2014), ISSN 0214-4212, pp. 221-240 Personificación e iconografía de la «mujer moderna»… 229 Imagen 2. La ciclista. 1927. Maruja Mallo. 59 Grabados en negro y 9 láminas en color. 1928-1942, Buenos Aires, Losada, 1942, Lámina V. En su interpretación de esta ciclista, Estrella de Diego alega que el uso de la bicicleta podría además ser leído, incluso a finales de los años veinte, como una especie de «manifiesto feminista».14 Como sabemos, la bicicleta había pasado con mucha rapidez a ser muy pronto terreno de conquista para la mujer moderna, sobre todo a raíz de la invención del modelo de bicicleta adaptado a ella. Aunque la mayoría de innovaciones que las mujeres aportaron a la estructura de la bicicleta quedaron sin patentar, parece que fue Violet Ward quien promovió hacia 1884 la eliminación de aquella barra larga que hacía imposible su empleo con faldas o vestidos largos (la patente recoge el nombre de Maria Emily Ward); años más tarde, la misma Violet Ward escribiría un popular ensayo titulado Bicycling for Young Ladies (1896).15 Sin embargo, no se tardó mucho en darle la vuelta a la imagen de la ciclista y ya en los principios de la dictadura franquista las páginas de un ensayo dedicado a la mujer y la bicicleta afirma que «la mujer convierte a la bicicleta en un complemento de la indumentaria y en una prolongación de la personalidad. La bicicleta es ligera, frágil y redondeada como la mujer».16 Cf. Estrella de Diego, Maruja Mallo, Madrid, Fundación Mafre Cultura, 2008, p. 38. Autum Stanley, Mothers and Daughters of Invention: Notes for a Revised History of Technology, Washington, Library of Congress, Cataloging in Publication, p. 332. 16 Luis Marsillach Burbano, Jesús Blasco Monterde, Athos Cozzi y Roc Riera Rojas, La mujer y la bicicleta, Barcelona, Imprenta Mercedes, 1944, p. 32. 14 15 Trocadero, nº 26 (2014), ISSN 0214-4212, pp. 221-240 230 Begoña Barrera López La imagen de la ciclista, mujer moderna y deportista, que Concha Méndez personificaba y su amiga Maruja Mallo retrataba en 1927 se pervierte al extremo cuando los autores de este pequeño y conservador ensayo intentan adivinar el motivo de la afición de la mujer por la bicicleta: ¿Por qué atraerá tanto a la mujer el ciclismo? Una razón ya queda apuntada: hay una similitud en las formas redondeadas y en la frágil naturaleza. La silueta de la mujer encuentra en las líneas de la bicicleta un gracioso complemento. No le acompaña, en cambio, la figura y la condición de la maciza, pestilente y escandalosa moto. Prefiere la bicicleta a la moto por la misma razón que prefiere el tabaco rubio al negro y el cigarrillo al cigarro.17 Efectivamente, mujeres modernas como Maruja estaban irrumpiendo en aquellos años en el panorama de vanguardia, asimilándose y aportando sus innovaciones a los estilos más innovadores y reconocidos del momento y actuando como sujetos que buscan nuevas soluciones a los problemas estéticos. Y aunque ya las mujeres de la anterior Generación del 14 (María Blanchard, Carmen Baroja, Zenobia Camprubí, etc.) habían sido las primeras en interiorizar el nuevo modelo de mujer moderna con su incorporación a la vida laboral de profesiones liberales, la auténtica incursión femenina en el mundo del arte no fue una realidad hasta la aparición de las mujeres del 27. Las vanguardistas se enfrentaron a un horizonte estancado en los añejos roles de género, pues, como afirma Robert Spires «A pesar de su etiqueta de ‘arte nuevo’, el movimiento vanguardista español perpetuó viejas prácticas, al menos en lo referente a los roles de género. Las mujeres estaban limitadas al papel de objeto de la mirada y de la búsqueda masculina, y nunca se les permitía ser los sujetos que miraban y buscaban».18 Esta apreciación puede ayudar a esbozar una imagen de cuál fue el horizonte de incomprensión al que estas mujeres se enfrentaron y al que, en muchos casos, vencieron. Por ello, Ángeles Santos y Maruja Mallo son emblemas de esta batalla, pues bebieron de estilos europeos y americanos creando, sin embargo, un estilo completamente personal que no asemejaba a nada anterior; irrumpieron con una nueva voz y elaboraron una iconografía que no solo las definía a ellas, sino que era fiel reflejo de la mujer moderna como fenómeno colectivo. Ellas abrieron nuevas parcelas de libertad, tanto en sus creaciones como en su realidad, y por eso la correspondencia entre su vida y su obra fue su mayor signo de vanguardismo. Ibíd., p. 52. Robert C. Spires, «New Art, New Women, Old Constructions: Gómez de la Serna, Pedro Salinas, and Vaguard Fiction», Modern Language, recogido en Susan Kirkpatrick, ob. cit., p. 221. 17 18 Trocadero, nº 26 (2014), ISSN 0214-4212, pp. 221-240 Personificación e iconografía de la «mujer moderna»… 231 Y si hubo un lazo fuerte de unión entre estas mujeres, ese fue, al menos en sus respectivos primeros años madrileños, su paso por la Academia de Bellas Artes San Fernando. De las jóvenes que allí se reunieron (Maruja Mallo, Remedios Varo, Pitti Bartolozzi, Delhy Tejero…), muchas compartieron la necesidad de simultanear sus estudios con el trabajo como ilustradoras de revistas como las famosas Crónica o Estampa, publicaciones que fueron, además, decisivas para la divulgación del nuevo modelo de mujer moderna en nuestro país, y que desde formatos muy diversos, como la novela popular, las caricaturas, los dibujos, etc., potenciaron una imagen que ponía en cuestión los esquemas decimonónicos que se había impuesto a la mujer en siglo pasado.19 Pues bien, es en estas circunstancias en las que Adela Tejero, conocida por Delhy, comenzó a trabajar como ilustradora. Las razones que le condujeron a ello enraízan a la perfección con el nuevo modelo de mujer emancipada económicamente, y constituyeron para la artista uno de sus principios más claros en la etapa de formación en San Fernando, pues ella misma reconoció que «había que ganar la vida antes de terminar la carrera, pues si no, para casa»,20 de modo que tuvo que emplearse de ilustradora en revistas como Estampa y Crónica, o periódicos como ABC. Lógicamente, el modelo de nueva mujer vino a reflejarse en sus dibujos, unas sofisticadas imágenes que responden al puro estilo art decó y que se pueden ejemplificar con La Venus de Bolchevique (1932). Estas ilustraciones acompañaron a una novela por entregas en el periódico Crónica. Los dibujos de Delhy representaban a la protagonista de esta narración como una mujer elegante y cosmopolita, que ejercía a la par como alta ejecutiva y como espía. Un prototipo de mujer excesivamente peligrosa según los cánones tradicionales, se ha apuntado, por ser prolongación, quizás, de la femme fatal del Modernismo.21 Pero sobre todo, sin duda, un modelo de mujer cosmopolita. A esta «Nueva Eva», como también se le ha denominado, se la reconocía por ser mujer urbana, autónoma, independiente y sofisticada por excelencia. Una imagen de la feminidad que, sin embargo, tenía unos reflejos muy tímidos en la realidad española del momento, pero que con su persistencia en las páginas de los semanarios ilustrados, y por Efectivamente, el uso del calificativo «moderna» comenzó a divulgarse a partir de la prensa, los ensayos o las conferencias, anunciando todo ello un esperado cambio de época. Un ejemplo fue el ensayo La mujer moderna y sus derechos de Carmen de Burgos (Valencia, 1927) o la obra de María Lejárraga La mujer Moderna (Madrid, 1920), entre otras publicaciones. 20 María Dolores Vila Tejero y Tomás Sánchez Santiago (eds.), Delhy Tejero, Los Cuadernines, Diputación de Zamora, Zamora, 2004, p. 37. 21 María Teresa Alario Triguero, «Delhy Tejero y la figura de la “Mujer Moderna”», VV.AA., Delhy Tejero, Valladolid, Caja España y Junta de Castilla y León, 2009, pp. 5-6. 19 Trocadero, nº 26 (2014), ISSN 0214-4212, pp. 221-240 232 Begoña Barrera López supuesto el cine, terminó por hacerse más cotidiana en el trascurso de los años veinte.22 Progresivamente, la mujer española comienza a mimetizarse con modelos extranjeros de revistas y películas y que, como ellos, comienza a adquirir nuevos hábitos, entre ellos, el novísimo vicio del tabaco. El cigarrillo, en su dimensión de vicio y de símbolo de modernidad se pone de moda entre las mujeres y deja de ser, en consecuencia, un atributo de la privilegiada masculinidad que acogió, dicho sea de paso, con no pocas reticencias a la mujer fumadora. A este respecto, no está de más citar uno de los capítulos más significativos en cuanto a la simbología de libertad y emancipación que se atribuyó al tabaco. En 1929 el presidente de la Compañía Americana de Tabacos Georges Hill Washington contrató al reputado Relaciones Públicas Edward Bernays para elaborar una campaña que promoviera el consumo del tabaco entre un público que aún no había sido explotado como potencial «nicho de comercio» -como se diría hoy en términos de marketing-: las mujeres. Aprovechando las aspiraciones de emancipación de la mujer promovidas por el Women’s Lib (Primera Ola Feminista en Estados Unidos) en pleno auge en Estados Unidos durante los años veinte, Bernays decidió romper con el tabú social que impedía a las mujeres fumar en espacios públicos bajo amenaza de ser arrestadas. De este modo, recogiendo el ansía de igualdad y de liberación del movimiento femenino, ideó una suerte de performance que pasaría a la historia. Pagó a un elevado número de mujeres para que portaran cigarrillos durante la Easter Parade (el desfile de Pascua) de 1929 y los elaboraran a modo de Torches of Freedom («antorchas de libertad»). Esta denominación de «antorchas de libertad» hubo de hacer fortuna, y se convirtió en simbólica arma de defensa ante una sociedad donde se había aceptado tácitamente que el acto de fumar era un signo privativo de la masculinidad, censurado en consecuencia al «segundo sexo». Para las feministas, que desde los comienzos del Movimiento Feminista supieron leer la importancia de subvertir los códigos masculinos que las discriminaban, su codificación como instrumento de expresión de la masculinidad hegemónica convirtió al cigarrillo en un perfecto símbolo reivindicativo. Por ello, más importante que la labor publicitaria de aquel desfile de 1929, fue que a partir de entonces las mujeres decidieron plantear apropiación del Tal y como apunta F. Javier Pérez Rojas, «la influencia del cine en los años veinte y treinta tuvo una fuerza extraordinaria en la forja de los nuevos prototipos femeninos. Las páginas dedicadas al mundo la cinematografía tienen un amplio espacio a mediado de los veinte y en especial en los treinta, que es cuando más se prodigan las fotos de las estrellas americanas y de los galanes: mitos de masas que pueden promocionar un peinado, un perfume, una moda o un automóvil», citado en F. Pérez Rojas, «Modernas y cosmopolitas. La Eva art déco en las revista Blanco y Negro», Iconografía y creación artística: estudios sobre la identidad femenina desde las relaciones de poder, Rosario Camacho Martínez, Aurora Miró Domínguez (eds.), Málaga, Diputación Provincial de Málaga, p. 249. 22 Trocadero, nº 26 (2014), ISSN 0214-4212, pp. 221-240 Personificación e iconografía de la «mujer moderna»… 233 hábito vetado de fumar como parte de su ambicioso programa de conquista del espacio público.23 La Venus de Bolchevique, dibujo de Delhy Tejero e imagen de la Nueva Eva de la modernidad, ya ha asimilado esta práctica y la ha convertido incluso en definitoria de un nuevo modelo de femineidad. Para que ello fuera posible ha debido incorporar otros cambios en su imagen como el peinado a lo garçon o la nueva moda en la vestimenta que ya comenzaban a manifestar públicamente su ansia de modernidad. El que la mujer fumara podía seguir siendo para gran parte de la opinión pública una grosería, pero, sin duda alguna, resultaba mucho más pintoresco pues, como apuntaba el literato José Mª Salaverría, el acto de fumar era «el que más extrañamente la transformaba».24 Signo de rebeldía en un principio, como el de las fumadoras neoyorkinas, o como el gesto de la mujer retratada en el cuadro de Ángeles Santos, Tertulia, se acabó convirtiendo, por extraña paradoja, en signo de sofisticación. Tal y como señala Jordi Luengo López: los gestos de que las mujeres adquirían al fumar, no sólo servían para estar en sintonía con el nuevo espíritu del dinamismo moderno, sino también para potenciar su «feminidad exquisita» (…) Algunas periodistas, como la colaboradora del Blanco y Negro Matilde Muñoz, sugerían que se creara un código para devenir una correcta fumadora, un verdadero tratado de urbanidad y cortesía hecho únicamente por y para mujeres. La redactora contaba que muchas mujeres fumaban «por espíritu de independencia, por rebelión, porque la tradición prohibitiva nos pesa demasiado sobre los hombros… una pequeña reacción».25 La solitaria imagen del cuadro de Ángeles Santos Vaso/El vaso de vino (1928) nos coloca frente a un cigarrillo encendido y un vaso de vino. Tal vez, ocurre con frecuencia, sea la persona ausente de esta escena –una ausencia tan elocuente, tan presente al mismo tiempo–, la protagonista. Probablemente una mujer, y seguramente la misma Ángeles, que si bien en su autorretrato se mostraba mirando sin mirar, absorta en sus pensamientos, aquí se retrata estando sin estar, mostrándose a través de vicios robados, expropiados a una masculinidad machista contra la que ella, como sus amigas, están atentando silenciosa y eficazmente. Maruja Mallo, Remedios Varo o Delhy Tejero, también de ellas podrían haber Vid. María Luisa Jiménez Rodrigo, Mujeres y tabaco: la feminización del consumo de cigarrillos en España, [Tesis Doctoral], Universidad de Granada, (sin publicar), disponible en: < http://hdl.handle.net/10481/1672>. Última consulta: 15-12-2014. 24 Recogido en Jordi Luengo López, «Género y Transformismo en la estereotipada imagen de los sexos», Segundas Jornadas Imagen, Cultura y Tecnología (1 al 3 de julio de 2003), María Pilar Amador Carretero, Jesús Robledano Arillo, María del Rosario Ruiz Franco (coords.), Madrid, Universidad Carlos III: Editorial Archiviana, 2004, p. 367-378. 25 Jordi Luego López, ob. cit., p. 375. 23 Trocadero, nº 26 (2014), ISSN 0214-4212, pp. 221-240 234 Begoña Barrera López sido este cigarro y este vaso de vino, abandonados provisionalmente en un rincón para sujetar el pincel y pintar, para anotar una idea en cualquier cuartilla a mano, para dar rienda suelta al pensamiento sobrevenido y que no se quiere dejar escapar. Pintar, o quizás escribir, pensar… ¿no es lo mismo? Un cigarro y un vaso de vino abandonados un instante tal vez por Delhy Tejero, moderna modernísima descrita por su compañera en la Academia de San Fernando como: extravagante; la que más llamaba la atención por sus atuendos, confeccionados por ella misma; se pintaba las uñas de negro, y se cubría con una capa negra, lo cual unido a su pelo negro le daba un aspecto misterioso, fumaba en boquillas largas y cambió su nombre de Adela por el de Delhy, influida por cierto exotismo de la época y queriendo renunciar así a un pasado tradicional que la asfixiaba. 26 Delhy no era la única que buscaba superar un pasado asfixiante. En Europa y Estados Unidos las conquistas femeninas se iban sucediendo, y a la del tabaco hubo de seguirle la desposesión al hombre la exclusividad del espacio público. Sin embargo, en otros países de Europa el asalto femenino a los cafés y las tertulias ya era un hecho cuando en España, como veremos, a las modernas aún les tocaba mirar por las ventanas de las tabernas madrileñas. En el contexto de la Alemania de la República de Weimar el Retrato de Sylvia von Harden (1926) es todo un manifiesto de pura modernidad. Realizado por el pintor Otto Dix, creador alemán perteneciente a la corriente denominada Nueva Objetividad con la cual, como se ha señalado, se relacionaron por motivos sobrados las primeras pinturas de Ángeles Santos, en esta pintura se percibe la voluntad del artista en aquellos años de captar las personalidades que son representativas de su tiempo. Persiguiendo estos motivos, Dix logró crear el retrato de la sociedad urbana berlinesa de los años veinte a través de imágenes como la de esta periodista, peinada a lo garçon, muy maquillada y portando monóculo, fumando y tomando una copa en el célebre Romanischen Cafe, que fue punto de encuentro de los intelectuales y artistas en el Berlín de entreguerras. Sylvia relata en su artículo de 1959 «Memorias de Otto Dix» el diálogo que mantuvieron cuando el pintor la abordó vehementemente por la calle: María del Mar Lozano Bartolozzi, «Artistas plásticas españolas entre las dos guerras europeas: Pitti (Francis) Bartolozzi, Delhy Tejero, Remedios Varo», en Iconografía y creación artística…, ob. cit., p. 296. 26 Trocadero, nº 26 (2014), ISSN 0214-4212, pp. 221-240 Personificación e iconografía de la «mujer moderna»… 235 -¡Debo pintarte! ¡Simplemente debo hacerlo! Representas toda una época… - Así que usted desea pintar mis ojos faltos de lustre, mis ampulosas orejas, mi larga nariz, mis labios delgados; quiere pintar mis manos largas, mis cortas piernas, mis grandes pies, ¿cosas que pueden espantar a la gente y deleitar a nadie? -Te has caracterizado a ti misma brillantemente, todo ello nos llevará a un retrato representativo de una época interesada no sólo en la belleza exterior de una mujer sino más bien en su condición sicológica.27 Aún sin tener demasiado claro si ellas serían valorados por la condición psicológica a la que se refiere Otto Dix, las mujeres españolas también desearon vestirse para un nuevo tiempo y, convencidas y convincentes, salieron a la calle. En su arrojo, tuvieron la osadía de comenzar incluso a pasearse solas, sin carabina, abandonando así el claustrofóbico espacio del hogar e invadiendo el espacio público en una reivindicación que tenía, por otro lado, mucho de tradición feminista, ya que si bien hasta entonces se había venido reclamando un lugar propio donde escribir, pintar, o simplemente trabajar –Una habitación propia-, ahora es el derecho a sumergirse en la vida urbana sin diferenciación de sexos lo que demandan. De este modo, transgredieron el espacio doméstico al que habían estado confinadas, abrazaron la ciudad y se desparramaron por las céntricas calles y algunos lugares de la periferia madrileña, subvirtiendo reglas tanto de comportamiento como de vestimenta; desmontando, al fin, la identidad como género que la sociedad les había impuesto. La propia Concha Méndez cuenta sus andanzas junto a Maruja Mallo: Íbamos por los barrios bajos, o por los altos, y fue entonces que inauguramos un gesto tan simple como quitarnos el sombrero (…) De haber llevado sombrero, decía Maruja, hubiese sido en un globo de gas: el globo atadito a la muñeca con el sombrero puesto. En el momento de encontrarnos con alguien conocido, le quitaríamos al globo el sombrero para saludar. El caso es que el sinsombrerismo despertaba murmullos en la ciudad.28 Este sinsombrerismo ha sido acertadamente considerado por Shirley Mangini como un modo de desclasarse, de desidentificarse con la burguesía, ya que entonces era obligado llevar sombrero entre las mujeres de clase media.29 Dice Mallo de su atrevimiento: «La gente pensaba que éramos totalmente inmorales, como si no lleváramos ropa, y poco faltó para que nos atacaran en la calle».30 Citado en Sergiusz Michalski, New Objectivity, Köln, Taschen, 2003, p. 56. Paloma Ulacia Altolaguirre (ed.), ob. cit., p. 48. 29 Cf. Shirley Mangini, ob. cit., p. 121. 30 Conversación de Ian Gibson con Mallo el 15 de mayo de 1979. Citado en Ian Gibson, Lorca-Dalí: el amor que no pudo ser, p. 148 y recogido en Shirley Mangini, Las modernas de Madrid…, ob. cit. p. 121. 27 28 Trocadero, nº 26 (2014), ISSN 0214-4212, pp. 221-240 236 Begoña Barrera López Debió faltar poco, a juzgar por los hábitos de las dos amigas que Méndez continúa relatando: Íbamos al museo del Prado y a las conferencias de Eugenio d’Ors, a las verbenas y a los barrios bajos de Madrid. Nos paseábamos para ver aquellos personajes tan pintorescos que pasaban a nuestros lado iluminados por los faroles de la calle. Estaba prohibido que las mujeres entraran en las tabernas; y nosotras, para protestar, nos pegábamos a las ventanas a mirar qué pasaba dentro. 31 Es en este pasearse de las mujeres modernas, en este inmiscuirse en las corrientes urbanas de la ciudad moderna a través de una suerte de performance de su nueva identidad social,32 donde se descubre uno de los rasgos que mejor caracterizan a la sociedad de aquél primer tercio de siglo: la ruptura con el concepto tradicional de privacidad y la exteriorización de acciones que antes se desarrollaban en el más estricto ámbito doméstico y que ahora salen a la luz pública con normalidad cotidiana. 33 A este respecto, resultan ilustrativas las palabras de Manuel García Morente en su Ensayo sobre la vida privada: En nuestros días, la vida suena y truena como nunca. Inunda las calles, los palacios, las salas públicas, las reuniones, los desfiles. Ha abandonado el recato de la alcoba y la soledad de la biblioteca. Nuestro vivir de hoy es un vivir extravertido, lanzado fuera de sí mismo, al aire libre de la publicidad. Y paralelamente, como fenómeno de recíproca penetración, la publicidad, la exterioridad, invaden nuestros más íntimos recintos personales. 34 Parece, al observar la célebre pintura de Ángeles Santos a la que ya se ha aludido, Un mundo, (1929) que la artista quisiera representar en su cuadro la fractura entre el espacio interior y el exterior que se ha abierto con los nuevos tiempos. Las casas que aparecen en la pintura están abiertas de forma que podemos ver qué ocurre dentro, e incluso en la parte inferior de la imagen podemos contemplar un cubículo con dos cuartos: en uno de ellos una mujer lee y en otro una mujer parece tañer un instrumento o pintar (el fragmento está dañado y se ve mal). Esta nueva relación entre lo interior y lo exterior también aparece reflejada en la obra de Maruja Mallo La mujer de la cabra (1927) donde se vale de técnicas cubistas para diseñar un espacio donde se comprenda la Paloma Ulacia Altolaguirre (ed.), ob. cit., p. 51. Cf. Susan Kirkpatrick, ob. cit., p. 228. 33 F. Javier Pérez Rojas, ob. cit., p. 273. 34 Manuel García Morente, Ensayo sobre la vida privada, Ediciones Encuentro, Madrid, 2001, p. 9. 31 32 Trocadero, nº 26 (2014), ISSN 0214-4212, pp. 221-240 Personificación e iconografía de la «mujer moderna»… 237 simultaneidad de dos realidades, el hogar y la calle, que aunque individualizadas, se siguen interpelando recíprocamente.35 Esta reciprocidad entre lo interior y lo exterior también fue eventualmente retratada en pequeñas obras denominadas Estampas que Maruja Mallo realizó durante los años veinte; mediante ellas, la artista dirigió una original crítica a las formas culturales heredadas de tiempos pasado. En concreto, merece destacarse la serie Estampas de Máquinas y Maniquís a la que se refiere Maruja explicando que las había concebido como oposición a sus otras Estampas deportivas, aquellas obras que giraban en torno a la mujer vitalista y segura de sí misma que Maruja definía como: Prolongación de los cuadros que llevan ese mismo tema, el ideal físico que encontramos por las playas y los campos de deporte. Esta humanidad serena y triunfante en la naturaleza, en el juego y en el combate contrasta con las Estampas de Máquinas y Maniquís, evocadoras de una época romántica, sátiras alusivas a presencias anacrónicas, caballeros y damas en crisis, desteñidos, protegidos por una atmósfera de naftalina y recetas medicinales […] Estos interiores lúgubres, habitados por damas y caballeros de cuerpos incompletos, sostenidos por armaduras de ortopedia, vestidos siempre de etiqueta, auxiliados por pelucas postizas y dientes artificiales […] han sido desplazados ya por maniquíes de cera que se consumen enjaulados en las vitrinas de los escaparates lejos de la luz solar, rodeados de agónicas lunas, ojos de cristal, rosas violines, golondrinas, mantos, sombreros, guantes de luto y antifaces.36 Aquellos maniquíes a los que Maruja alude han sido acertadamente interpretados como evocaciones una femineidad burguesa atrofiada que promulgaba modelos de mujeres trasnochados y obsoletos para aquellos años. Maruja, en la Estampa 59 (Lámina X) imagina un maniquí sin brazos, con la cabeza cubierta de rizos artificiales y vestido con falda de volantes de crinolina –propia del siglo XIX–. Sobre la mesa que se extiende frente a él, un Para María soledad Fernández Utrera, la figura que aparece al fondo saludando simboliza el espacio privado asignado a la mujer, mientras que la mujer que conduce a la cabra haría lo propio con el espacio de la calle, reservado a los hombres. Y si atendemos al modo de construcción del espacio pictórico, se adivina claramente el rechazo de la artífice por el ámbito privado de la casa; Maruja lo manifiesta alejando bruscamente al espectador de este segundo plano, que queda comprimido en el fondo del cuadro: la mujer tradicional queda encajada en un espacio estrecho y opresivo. De esta manera, el espectador ha de enfrentarse directamente a la mujer que ocupa el puesto central de cuadro, una mujer que vive el espacio público y en la que se observan los rasgos representativos de sus figuras femeninas: una mujer fuerte, vigorosa, enérgica y saludable que rebosa fuerza, independencia y vida. Vid. María Soledad Fernández de Utrera, «Construcción de la nueva mujer en el discurso femenino de la vanguardia artística y literaria española. Análisis de Estación. Ida y Vuelta de Rosa Chacel, y La Cabra de Maruja Mallo», Visiones de estereotipo. Paradigma de hibridación en el art y la narrativa de la vanguardia española, Chapel Hill, The University of North Carolina Press (Studies in the Romances Languages and Literatures), 2011, p. 187. Citado en José Luis Ferris, Maruja Mallo. La gran transgresora del 27, Madrid, Temas de Hoy, 2004, pág. 108-110. 36 Maruja Mallo, Lo popular en la plástica española (a través de mi obra) 1928-1936, 1939, Buenos Aires, Losada, p. 40. 35 Trocadero, nº 26 (2014), ISSN 0214-4212, pp. 221-240 238 Begoña Barrera López guante parece cubrir una mano amputada, mientras que por la ventana emerge el mundo exterior presidido por una magnífica luna a la que el maniquí parece contemplar desde su encerramiento en este cuartucho (aquí volvemos a observar la dualidad interior-exterior que antes se ha señalado). Este maniquí o modelo artificial y prediseñado de mujer de otra época contrasta con la vitalidad de la Ciclista de 1929 o con el vigor de Dos mujeres en la playa (1928) y es una manifestación, también, de aquel pasado tradicional que a Maruja, como a todas las modernas de su generación, le asfixia. Entendiendo la opresión que el ambiente recalcitrantemente conservador provocaba sobre ellas, a nadie le resultó extraño que, ante el estallido del conflicto bélico y la no menos grave represión y regresión que sufrió el país durante la perversa dictadura franquista, todas aquellas mujeres, tan modernas ellas, tomaron la difícil decisión de optar por el exilio. Pero si difícil fue la partida, no menos desalentador fue el regreso a España. A la vuelta –las que volvieron–, encontraron la capital madrileña convertida en una enorme ciudad de provincias donde la modernidad de antaño parecía haberse evaporado. Comenzó entonces, en la última etapa de la dictadura y sobre todo en los años de transición, una labor de reconstrucción de la historia de la modernidad que recuperó, como ocurre siempre, una selección muy concreta de protagonistas de la misma, relegando a los márgenes y a la sombra a otras tantas figuras fundamentales, la mayoría, por supuesto, mujeres. El relato oficial de la modernidad se fue construyendo a través de presencias bien estudiadas y conocidas (piénsese en los poetas de la Generación del 27 o en Dalí y Buñuel) así como de sospechosos vacíos. Estas ausencias, por recordar lo que dijimos a propósito de cuadro de Ángeles Santos, eran ausencias demasiado presentes, tanto que a cualquier lector de aquel relato concertado de la modernidad –tan sólido, tan falto de fracturas y tan artificial–, no le abandonó nunca la sospecha de que debía haber habido algo importante sobre esta historia que no le estaban contando; al puzle de la modernidad parecían faltarle. Por eso, la recuperación y legitimación de estas artistas modernas y la comprensión de sus sueños, sus ambiciones, sus frustraciones a partir de sus propias obras durante los últimos años del siglo XX y principios del XXI, no ha significado más que la voluntad de reescribir una historia de modernidad que conocíamos casi a medias y con la que no estábamos conformes. Pero hay algo más. Al recuperar a la mujer moderna encarnada en poetas, periodistas o pintoras de principios de siglo, no solo pretendemos reescribir la historia de la modernidad de un modo unilateral, es decir, centrándonos en qué aportaron ellas a esta. Se trata más bien de entender cuál fue el resultado de la aportación recíproca y la Trocadero, nº 26 (2014), ISSN 0214-4212, pp. 221-240 Personificación e iconografía de la «mujer moderna»… 239 transformación paralela que sufrieron los dos conceptos, la idea de mujer y el concepto de modernidad. En palabras de Rita Felski: «la participación de la mujer en lo moderno no deja inalterada ni la categoría de feminidad ni la de modernidad».37 Es decir, la introducción de la mujer como sujeto activo en la historia a partir de la modernidad supuso un desbaratamiento tal de las antiguas categoría que hubo –y ha habido, sobre todo en los últimos tiempos– que replantear ambos conceptos analizando uno bajo la luz de otro. 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Trocadero, nº 26 (2014), ISSN 0214-4212, pp. 221-240 LA IMAGEN DE LA MUJER EN LA PUBLICIDAD GRÁFICA EN ESPAÑA EN EL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XX Nuria Rodríguez Martín Universidad Complutense de Madrid En poco más de medio siglo, entre 1870 y 1930, la sociedad occidental registró una gran transformación, fruto de la confluencia de una multiplicidad de factores, que discurrieron de forma paralela y, en muchas ocasiones, con distintos ritmos espacio-temporales. Fue un periodo en el que se asistió al nacimiento de la sociedad de masas, en el que tuvieron lugar las innovaciones tecnológicas y sus aplicaciones productivas de la segunda revolución industrial. A lo largo de estos cerca de sesenta años las masas irrumpieron en el primer plano de la esfera política y social de los países europeos y los Estados Unidos de América, introduciendo nuevas dinámicas políticas, sociales y culturales, que encontraron una de sus máximas expresiones en la generalización del sufragio universal, en primer lugar masculino y, posteriormente, también femenino. En paralelo a este proceso del nacimiento y consolidación de la sociedad de masas, tuvo lugar la revolución de las comunicaciones, mediante la culminación de las redes de transporte ferroviario y el incremento de la capacidad de transporte marítimo, con la introducción de los grandes barcos a vapor, pero también con la culminación de las redes nacionales de la telegrafía eléctrica y la creación de una red mundial telegráfica con el tendido de los cables submarinos. Además en este periodo comenzaron su expansión nuevos sistemas de comunicaciones como la telefonía, la telegrafía sin hilos y la radiodifusión, a la vez que aparecieron los nuevos medios de comunicación, con la creación de las agencias de noticias, las empresas periodísticas, los diarios de información o las compañías radiofónicas, que revolucionaron las concepciones espacio temporales hasta entonces vigentes1 . Los nuevos productos asociados a dichas innovaciones tecnológicas, junto con la progresiva introducción de la producción en serie, incrementaron exponencialmente el mercado de artículos, a la vez que produjeron un espectacular abaratamiento del precio de los mismos 2. Se estaban sentando las bases para la irrupción de la sociedad de consumo. Estas radicales transformaciones en el campo productivo se vieron acompañadas en el tiempo con el nacimiento de nuevos sistemas de comercialización y la creación de nuevos instrumentos e instituciones financieras, con el fin de dar salida en el mercado a la producción masiva de artículos, cuyos precios estaban de manera creciente al alcance de sectores cada vez más amplios de las poblaciones europeas y americanas, consecuencia de un doble proceso convergente: el abaratamiento de los precios de los productos y la elevación de los salarios. En apenas sesenta años los horizontes vitales, los modos de vida, los usos y costumbres, las percepciones y las representaciones de la sociedad occidental se transformaron radicalmente. España no permaneció al margen de dicha gran transformación3 . A lo largo del primer tercio del siglo XX estos procesos encontraron acomodo en la geografía peninsular, particularmente en los núcleos urbanos. En esta comunicación pretendo analizar un aspecto concreto de estos radicales cambios, como es la creación de la imagen de la mujer en la publicidad gráfica en los inicios del desarrollo del mercado publicitario en nuestro país4. Para ello me centraré en el análisis de la cartelería y los anuncios en la prensa escrita, a través de su reflejo en las revistas Gran Vida, Blanco y Negro y La Ilustración Española y Americana, y los diarios El Imparcial, ABC y El Sol, que constituyen una muestra, a mi juicio representativa, de ese mercado publicitario durante el periodo que media entre 1898 y 1936 5. 383 Quintas Jornadas: III. Imagen y cultura El análisis de los espacios publicitarios, de los productos anunciados, de los mensajes comerciales, nos informan de las nuevas pautas de consumo y de los nuevos hábitos y estilos de vida que irrumpieron en la sociedad, contribuyendo decisivamente a los cambios sociales y culturales que durante el primer tercio del siglo XX tuvieron lugar 6. Publicidad, consumo y cambio social. Durante el primer tercio del siglo XX, la publicidad encontró sus principales canales de difusión en la cartelería, la prensa escrita y la radio. El cartel se convirtió en el primer medio publicitario dirigido a las masas, alcanzando en toda Europa categoría de expresión artística 7. Los carteles comerciales encontraron en la calle el canal publicitario por excelencia. Podían aparecer fijados en fachadas, carteleras o vallas, ubicados en los escaparates o en el interior de los comercios, colgando de farolas, portados por carros, etc. y, poco a poco, su presencia dejó de ser extraña en los lugares más remotos de la geografía peninsular. En cuanto a los productos que se publicitaban en la cartelería en España en el primer tercio del siglo XX, podemos señalar tres sectores preferentes: el de alimentación, bebidas y tabacos (chocolates, cafés, infusiones, aceites, arroces, galletas, conservas...), el de la farmacopea (incluyendo junto a las medicinas propiamente dichas otros como las aguas minero-medicinales o los reconstituyentes) y el de cosmética e higiene (perfumes, aguas de colonia, jabones de tocador, lociones capilares, dentífricos...). A medida que se avanza en el tiempo se incrementa la gama de productos con la aparición de algunos artículos de oficina (máquinas de escribir, máquinas de calcular, cajas registradoras), artículos para el hogar (máquinas de coser, bombillas), vehículos y componentes de automoción. Las mujeres fueron por excelencia el mayor reclamo de estos carteles. Tanto, que un publicista de la época se quejaba del excesivo abuso de imágenes de jóvenes "bellas, exóticas o graciosas" como protagonistas de los anuncios, que captaban excesivamente la atención del espectador, desviándola del producto anunciado R. 1898 384 1900 1901 Nuria Rodríguez: La imagen de la mujer en la publicidad gráfica en España en el primer tercio del siglo XX 1905 1910 Además de los carteles que anuncian productos de consumo, tenemos aquellos otros publicitando espectáculos y divertimentos de todo tipo que ocupaban el ocio de los más pudientes. Teatro, revistas, música, fiestas populares, bailes de máscara, representaciones circenses, corridas de toros, eventos deportivos..., en los que de nuevo, las mujeres eran un poderoso reclamo. Basta ver los carteles de toros, que sin duda pregonaban el espectáculo más popular y masivo de la España del cambio de siglo, en los que son tipos femeninos populares y castizos, especialmente mujeres ataviadas como majas o engalanadas con mantillas, mantones de Manila, abanicos y flores, las figuras predominantes. La publicidad en la prensa escrita. La presencia publicitaria en los medios escritos fue bastante inestable en nuestro país hasta 1910. La escasez de anunciantes y la poca diversidad de los productos publicitados eran el reflejo de que en aquellos años los primeros pasos de la sociedad de consumo en España eran todavía muy incipientes. Además, la pobre presentación gráfica de los anuncios, salvo algunos casos aislados y excepcionales, nos informa del precario y todavía poco desarrollado mercado publicitario. Fue en el segundo decenio del siglo XX cuando el mercado publicitario en la prensa comenzó a adquirir una creciente relevancia. Aumentaron las páginas dedicadas a la publicidad, estabilizaron su ubicación en la prensa, se incrementó el número de anunciantes y de productos publicitados. Mejoró también su tratamiento tipográfico, la imagen fue adquiriendo un creciente protagonismo y los mensajes publicitarios fueron depurándose. El aumento en el volumen de publicidad fue parejo al incremento en la variedad de productos anunciados. Fue un decenio en el que podemos observar los primeros pasos de una sociedad de consumo entre los sectores pudientes de los núcleos urbanos. Pero es entre 1920 y 1936 cuando asistimos a la clara consolidación del mercado publicitario. Las páginas de los periódicos y de las revistas se llenaron de anuncios. La nómina de anunciantes se incrementó. Las marcas comenzaron a adquirir ya un claro protagonismo. La gama de productos se amplió notablemente. Los mensajes publicitarios comienzan a dejar de ser informativos y explicativos para deslizarse hacia el terreno de la seducción del potencial consumidor. La imagen gráfica se impone sobre el texto. El nuevo comercio y los grandes almacenes comienzan a ser una realidad en las prin- 385 Quintas Jornadas: III. Imagen y cultura cipales ciudades españolas. Un consumo que esencialmente estaba concentrado en los núcleos urbanos del país, un mercado que fundamentalmente era accesible a las clases altas y medias de la sociedad española de la época, pero que ya comenzaba tímidamente a hacer su irrupción entre las clases trabajadoras que disfrutaban de un mayor nivel de ingresos, sobre todo de aquellos productos cuyo coste no resultaba prohibitivo para sus economías familiares 9. La publicidad y las mujeres. Llama poderosamente la atención que el incremento del volumen de anuncios y de productos ofertados a través de la publicidad desde la década de los 20 del siglo XX se debió principalmente al sector de belleza e higiene, un sector en el que las mujeres se convirtieron en protagonistas de los anuncios al tiempo que en destinatarias de los mismos. De este modo, la mujer fue objeto y sujeto de la publicidad desde los inicios de la creación del moderno mercado publicitario en nuestro país, acuñándose en este primer tercio del siglo XX determinadas imágenes y modelos de mujer en la publicidad que han pervivido hasta nuestros días. Así por ejemplo, en los anuncios a toda página de ABC y Blanco y Negro, hay un predominio claro de los productos de higiene y belleza destinados preferentemente a un público femenino. En 1925, la mayoría de anunciantes de la revista Blanco y Negro fueron los jabones de tocador de distintas marcas, que estaban protagonizados y dirigidos a las mujeres. Otros artículos de belleza anunciados eran los depilatorios, las cremas faciales, los tintes para el cabello, las pastas de dientes, los perfumes, los cosméticos y las compresas higiénicas, éstas resultaban un producto totalmente nuevo llamado a revolucionar los hábitos de higiene femeninos. Los anuncios de la marca de compresas Kotex se referían a ellas como "un nuevo sistema de higiene". Dada la novedad que suponían, el texto se impone sobre la imagen porque era necesario exponer las ventajas de su uso. Al ser la menstruación femenina un tema tabú, se explicaba a las consumidoras cómo debían pedir en los comercios el nuevo artículo sin tener que pasar apuros: "Muchas tiendas lo tienen encima del mostrador. Usted no ha de decir más que "Una caja de Kotex", y esto le evita entrar en conversación con el vendedor". Una muestra del predominio de la mujer como destinataria de los mensajes publicitarios de Blanco y Negro son los anuncios del jabón Heno de Pravia. En un ejemplar del 15 de marzo de 1925, debajo del dibujo de dos mujeres metiendo papeletas en una urna aparece el texto "El voto de las mujeres siempre dará el triunfo al JABÓN HENO DE PRAVIA". 386 Nuria Rodríguez: La imagen de la mujer en la publicidad gráfica en España en el primer tercio del siglo XX En la década de los años 30 fue en aumento la presencia de los productos de higiene y belleza. Entre los principales anunciantes de este sector estuvo el dentífrico Perborol y el jabón Heno de Pravia. Al igual que sucedía en ABC, este jabón de tocador dirigía sus anuncios al público femenino. También se repiten en El Imparcial las promesas de juventud y belleza tras su uso. "NO TEMA", indica una publicidad de 1933, "Protección de la belleza y de la juventud del cutis. Es el objeto esencial del Heno de Pravia, el jabón neutro y suave (...)". En cuanto a los productos de belleza dedicados a las mujeres, fue progresivo a lo largo del primer tercio del siglo XX el incremento de todo tipo de colonias, perfumes, cosméticos y tratamientos estéticos, que aumentaron significativamente su presencia en las páginas de diarios y revistas. Los mensajes estaban dirigidos a convencer a las mujeres de la necesidad de mantener su juventud y belleza. Unos cosméticos faciales de la marca Risler tenían este texto junto a la fotografía de una mujer posando: "¿Niña o mujer? Un cutis tierno y juvenil de NIÑA y un rostro bello y atractivo de MUJER". Y el tratamiento de Elizabeth Arden: "El secreto de ser bella reside en la limpieza de cutis", los polvos de tocador Gemey: "Estos polvos de tocador vuelven el cutis joven y adorable". 1934 1934 387 Quintas Jornadas: III. Imagen y cultura Los productos faciales Oatine lanzaban esta pregunta a las consumidoras: "¿Cómo calculan los hombres la edad de una mujer? Fijándose en tres cosas: en si tiene doble barbilla..., arrugas profundas alrededor de la boca y de los ojos... y un cutis sin transparencia..."; la colonia Flores del Campo afirmaba: "VOLUPTUOSA sensación de juventud y belleza se experimenta después de haber friccionado el cutis con la exquisita Colonia "Flores del Campo". Y un producto capilar conjuraba los temores de las lectoras con este mensaje: "¡Alerta ante el peligro! Uno de los que más teme la mujer es el perder la hermosa cabellera de la juventud. ¿Quiere usted conjurar esa amenaza, que acusan los pelos sueltos, enredados en el peine, y conservar su cabellera siempre abundante y sedosa? Decídase a usar PETRÓLEO GAL". 1933 1933 La belleza y juventud se constituyeron en garantía segura de obtener éxito entre los hombres. En un anuncio de una crema facial, bajo el titular "Y ahora me quiere más que nunca", una mujer hablaba por teléfono con una amiga. La conversación no tiene desperdicio: "¡Oye, querida! Figúrate que he tenido una regañina con Jorge... ¿Que por qué? Pues verás: me había telefoneado tres veces, la semana pasada, diciéndome que tenía que trabajar tarde... Pero supe que se había ido de jarana al "Baile Bambula" con una rubia que trabaja en la misma oficina que él. Se me revolvió el corazón... Afortunadamente, el peluquero me propuso, ese mismo día, que probase la Crema Tokalon, la famosa crema parisiense, asegurándome que obtendría una nueva piel blanca en tres días... ¿Querrás creerlo? A fines de semana, Jorge me dijo que no me había encontrado nunca tan joven y tan seductora desde los primeros días de nuestro matrimonio, hace diez años. Este tonto me quiere ahora más que nunca. Estoy segura de que ha olvidado por completo aquella rubia. Lo debo, realmente, a la Crema Tokalon". (...) GRATIS: Por convenio especial formalizado con los preparadores, todas las lectoras de este periódico pueden ahora obtener un nuevo Estuche de Belleza de Lujo (...)". El anuncio ofrece la imagen de una mujer que a través del aspecto físico logra conservar y aumentar el amor de su marido, pero la insistencia del anunciante en el uso del teléfono como medio de comunicación en los inicios de su difusión, estaba enviando también un mensaje de modernidad con el fin de asociar este valor considerado positivo con aquellas consumidoras de su producto. Este patrón de belleza femenino que se está impulsando desde la publicidad, encuentra sus referentes en París, convertida ya en los años 20 y 30 en capital de la moda, y en las estrellas cinematográficas de Hollywood. Hay que señalar que ABC, a través de las páginas semanales que dedicaba al cine, difundía en España imágenes y reportajes sobre la vida de las estrellas del cine americano como Jean Harlow, Greta Garbo o Marlene Dietrich, consecuencia de la expansión del cinematógrafo como una de las principales actividades de ocio, junto con el deporte como espectáculo, de la nueva sociedad 388 Nuria Rodríguez: La imagen de la mujer en la publicidad gráfica en España en el primer tercio del siglo XX que ya en los años 30 irrumpió con fuerza en nuestro pais. El cartel que se reproduce a continuación, que publicitaba una marca de cafés, muestra precisamente este modelo de mujer que semeja una estrella de cine que, envuelta en pieles y con sofisticados maquillaje y peinado, atrae la atención del espectador hacia la humeante taza que contiene el producto ofertado. NESCAo 1920 1933 1933 Algunos de los mensajes utilizados por los anuncios de productos difundían una imagen totalmente novedosa de la mujer, una mujer deportista, seductora, independiente... El jabón y la colonia Heno de Pravia se publicitaron con este texto en 1930: "Habituado a todos los deportes, el cuerpo femenino necesita más que nunca (...) un jabón hecho a base de aceite de oliva (...) Su alcohol de 90°, es energía para los músculos de la mujer muy de hoy, que realiza valientemente todas las proezas deportivas.". 1930 1931 Como puede apreciarse en la revista dedicada al ocio y el deporte Gran Vida, la mujer, si bien no es la protagonista de la publicación, no fue en absoluto ajena a ella. Algunos de los textos que publicó Gran Vida revelan hasta qué punto hubo interés en hacer partícipes a las jóvenes y señoras de las prácticas deportivas. Si bien algunos de ellos podían considerarse meramente anecdóticos, como el poema que dedicó en el número de marzo de 1905 la poetisa Concha Espina de la Serna a la "ilustre automovilista Marquesa de C..." o el reportaje dedicado a la gran sportwoman Madame du Gast, aficionada al automovilismo y al yachting, otros sí que revelan una nueva mentalidad sobre la mujer. En mayo de 1910 el artículo "La cultura física en la mujer" informaba de que "No sólo es preciso preparar una generación de atletas, es conveniente también que las mujeres tengan una cultura física que eleve 389 Quintas Jornadas: III. Imagen y cultura el nivel de idealidad de que deben estar investidas. Como resumen, el mejor remedio de regenerar la raza humana ¿no es aquel que tiende a vigorizar física y moralmente a la mujer, que es la llamada para educarla?". Una muestra de esta nueva mujer deportista preocupada por su cuerpo la tenemos en el magnífico cartel de J. Renau de 1930, en el que las figuras de dos atléticas muchachas publicitan un balneario valenciano. 1930 Desde los primeros años del siglo se detecta en numerosas publicaciones el surgimiento de un nuevo tipo de mujer, la "Eva moderna", promocionada especialmente por publicistas y artistas. Fueron sobre todo las imágenes las que contribuyeron a crear un tipo nuevo de mujer. Una mujer que conduce, practica deportes, fuma y bebe, se maquilla y se muestra exótica y liberada. La publicidad contribuyó decisivamente a la construcción de este prototipo femenino de mujer moderna. 390 Nuria Rodríguez: La imagen de la mujer en la publicidad gráfica en España en el primer tercio del siglo XX Los mensajes incidían en la imperiosa necesidad de ser bella, necesidad que sólo podía satisfacerse a través de la utilización de todo tipo de cosméticos: "Usted podría poseer adorables uñas ovaladas" (CUTEX); "Las canas envejecen más que los años" (TINTES IMÉDIA); "Su pelo enloquece a sus admiradores" (Loción TRILYSIN), etc. Sobre el uso de estos mensajes publicitarios reflexionaba en la década de los 30 Pedro Prat Gaballí, pionero de los estudios sobre publicidad en España, cuando escribía: "Hemos dicho que la mujer obra frecuentemente impulsada por sus sentimientos. En materia de artículos de uso personal, esos sentimientos serán substancia tan íntima como el de conservación de la belleza, el del temor de perderla, el de gustar, el de lucir, etc.; y es evidente que para presentar apelaciones de publicidad que tengan eficacia en dicho sentido, será necesario considerar con sumo cuidado que la mujer se sienta influida por el ambiente social en que vive y por las costumbres que éste engendra" l0 Encontramos incluso productos unisex, como los jabones de tocador, los enjuagues bucales o algunos medicamentos, que se publicitaban específicamente para las mujeres. Era el caso de la publicidad del jabón Heno de Pravia, en cuyos anuncios los mensajes se dirigían siempre al público femenino, además de estar siempre protagonizados por mujeres. O de la sal de frutas Heno, que lleva en su publicidad de 1933 la fotografía de una joven sonriente consumiendo el producto. 1933 1933 También el colutorio Listerine, bajo la foto de una chica con pamela, indicaba: "Usted misma, nunca puede decir si padece halitosis (aliento desagradable) Pero los que la rodeen lo notarán al instante... Esto es una falta que la sociedad no perdona y que bastaría para hacer su compañía insoportable". Dado que tanto hombres como mujeres son susceptibles de padecer halitosis, el dirigir sólo a la mujer su publicidad estaría indicándonos que los anunciantes eran plenamente conscientes del papel de las mujeres en la compra de los productos destinados al consumo familiar, por lo que eran ellas la clave para introducir nuevas pautas de comportamiento en la higiene y aseo personal de todos los miembros de la familia ". Se publicitaban también productos de farmacopea específicos para las mujeres, como los analgésicos destinados a combatir los dolores de la regla, como los de las marcas Cafiaspirina, Veramón y Sello Yer, que fueron habituales en las páginas de la prensa en estos años. Sus mensajes también ofrecían a la mujer liberarse de sus dolencias para seguir llevando una vida activa durante los días de la menstruación. El anuncio de Cafiaspirina insertaba este texto: "Sin ánimos... No se comprende que todavía haya mujeres que sufran agudos dolores durante las molestias periódicas. Estas molestias han perdido su carácter de dolencia desde que se conoce la CAFIASPIRINA (...)". Y el de Veramón: "La 391 Quintas Jornadas: III. Imagen y cultura mujer moderna con razón toma contra dolores VERAMON. ¡Qué alegría verse libre de un súbito ataque de dolor y poder entregarse de nuevo a los placeres de la vida!- El dolor, sobre todo el originado por las molestias propias de la mujer, puede ser eliminado en pocos minutos con el VERAMÓN", acompañado del dibujo de una joven sonriente conduciendo un automóvil. 1924 1932 Pero las mujeres aparecían también en su papel de madres y amas de casa, y los mensajes las incitaban generalmente a adquirir los productos necesarios para el cuidado de los hijos, como el Tónico Reconstituyente Jarabe de Hipofosfitos Salud cuyo texto advertía: "¿Comprueba usted con frecuencia los progresos de crecimiento de sus hijos? Hágalo, pues un niño que no crece normalmente es un niño raquítico y termina en tuberculoso o deforme. Usted puede librar a sus hijos de esas enfermedades dándoles diariamente dos o tres cucharaditas de este delicioso Jarabe". O este otro: "MADRES ¿Sabéis que la salud de muchos miles de niños es debilitada considerablemente si no llega a perderse por haber sido criados con leche que en algunos casos provenía de vacas tuberculosas? No corráis ese riesgo con vuestros hijos y criadlos con GLAXO. El mejor alimento para criar niños que está garantizado libre de los gérmenes de la tuberculosis. Preguntad a los muchos miles de madres que criaron y crían sus hijos con GLAXO". 1925 392 1934 Nuria Rodríguez: La imagen de la mujer en la publicidad gráfica en España en el primer tercio del siglo XX Y de nuevo es la madre la que aparece en los anuncios del chocolate en pastillas Elgorriaga encargándose de la alimentación de los niños. El interés de los anunciantes por introducir hábitos de higiene nuevos entre los consumidores para vender sus productos también está presente en los anuncios de El Imparcial. Perbowl vendía su pasta de dientes en 1929 con este texto: "Se debe acostumbrar al niño a que tanto antes de acostarse como al momento de levantarse, efectúe una cuidadosa limpieza de la boca con ayuda de un dentífrico que como PERBOROL desinfecte y fortifique las mucosas bucales sin atacar al esmalte, preservándole de la caries prematura y asegurándole una dentadura blanca sana y fuerte". También destinada a las mujeres apareció toda una gama de nuevos utensilios domésticos como las baterías de cocina de aluminio, las máquinas de coser, las aspiradoras eléctricas o un moderno producto que ofrecía este mensaje al público femenino: "¡Tarde y mal! ¡Cuántos pequeños disgustos evitaría la mujer casada guisando con la OLLA EXPRÉS! Con este precioso utensilio pueden hacerse toda clase de guisos en un cuarto de hora ahorrando carbón, tiempo y disgustos y confeccionando comidas más agradables y substanciosas". Aparecieron asimismo toda una serie de artículos vinculados a nuevos trabajos, que fueron ocupados por las mujeres, como el de secretaria, publicitándose productos de oficina como las máquinas de escribir, en los que la mujer adquiría un papel protagonista, eso sí subordinado al hombre, como puede apreciarse en el cartel de las máquinas Continental. 393 Quintas Jornadas: III. Imagen y cultura 1930 1910 Asimismo, es importante señalar que, además del aumento de la publicidad destinada a la mujer, desde mediados de los años 20, periódicos como ABC y El Imparcial introdujeron secciones especializadas dedicadas a las mujeres. En el caso de ABC, fue la sección semanal "Páginas femeninas", y en El Imparcial, "El Hogar y la Moda", así como "El figurín del día", que se publicaba diariamente en la contraportada de este periódico. Incluso en el caso de anuncios de productos dedicados al hombre, como los coches o las bebidas alcohólicas, encontramos mensajes dirigidos a las mujeres, señal inequívoca de que la mujer era la compradora de productos masculinos como bien señalaba Prat Gaballí en sus pioneros estudios sobre la publicidad: "es evidente que gran parte de las ventas provocadas por el anuncio, aun tratándose de muchísimos artículos propios para caballeros, son debidas directa o indirectamente a la intervención de la mujer. Es muchas veces la hermana, la esposa o la novia quien elige nuestras corbatas, nuestros calcetines, nuestro bastón; es casi siempre la mujer la que se preocupa del confort y aprovisionamiento del hogar, siendo ella frecuentemente la que ejerce influencia sobre nuestras inversiones de dinero. El hombre, ocupado en los trabajos propios de su profesión, lee poco los anuncios; no tiene la curiosidad de la mujer ni le queda tiempo para tenerla. Esta posee, en cambio, el instinto de enterarse de todo en forma tal, que esta curiosidad de algún modo influye sobre la sensibilidad de su carácter" . Y continuaba: 394 Nuria Rodríguez: La imagen de la mujer en la publicidad gráfica en España en el primer tercio del siglo XX "Ahora bien, de modo general ¿qué elementos deben contener los anuncios para que se adapten a la sensibilidad femenina y para que, en su consecuencia, las apelaciones sean susceptibles de recibir la aprobación y de sugerir el consejo de la mujer? " A falta de estadísticas nacionales, Prat Gaballí acudía a estudios realizados en los EEUU en los que se investigaban los porcentajes de participación de hombres y mujeres de familias de clase media de Nueva York en la compra de todo tipo de productos, para constatar que en la mayor parte de los artículos, el porcentaje más alto correspondía a las mujeres, y que "aun tratándose de artículos propios para caballero, aparece evidentemente la intervención de la mujer en las compras". Y concluye: "la preponderancia de la mujer como compradora, sola o acompañada del hombre, es toda una evidencia" '4. Un ejemplo es el mensaje del anuncio de Anís Proa que publicaba el diario El Sol dirigido exclusivamente a las consumidoras femeninas: "SEÑORA... En todos los hogares es indispensable una botella de ANÍS PROA Toda ama de casa debe proveerse de este exquisito ANÍS, que no tiene rival por ser el más integrado que existe. Compre hoy mismo ANÍS PROA". El texto se acompañaba del dibujo de una mujer planchando junto a dos niños que juegan, representada por tanto en su papel de madre y ama de casa encargada de abastecer de productos de consumo el hogar. Conclusiones. Uno de los rasgos más significativos, por lo repetido en la publicidad de una amplísima gama de productos, fue el protagonismo otorgado a las mujeres. Empresas y publicistas fueron conscientes desde los inicios de la aparición de la sociedad de consumo del papel protagonista de la población femenina en la creación de nuevos hábitos de consumo y de comportamiento. Como escribía el ya citado Prat Gaballí "En departamentos diversos de publicidad debería contarse con personal femenino que, si no redactase los anuncios, diese por lo menos ideas para los mismos e hiciese sus observaciones sobre los resultados obtenidos. Algunas empresas americanas que venden artículos propios para señoras, encomiendan su publicidad a personal femenino" 15 . También a través de la publicidad podemos detectar con enorme precisión y claridad la emergencia de nuevos modelos femeninos, asociados a nuevos cánones de belleza, articulados sobre los principios de la juventud y la delgadez, en un nuevo culto al cuerpo en el que el estilo de vida deportivo quedó asociado indisolublemente al hombre y a la mujer modernos. 395 Quintas Jornadas: III. Imagen y cultura 1930 Ese protagonismo de las mujeres como objetos de atención preferente de la publicidad no dejaba de reflejar el creciente protagonismo que éstas reivindicaban en la nueva sociedad de masas que se estaba consolidando ,6. El predominio de los mensajes publicitarios cuyo principal destinatario son las mujeres nos lleva a concluir que éstas tenían un acceso más difundido de lo que en principio puede parecer a la lectura de la prensa escrita de la época, puesto que si no resultaría incomprensible el que las mujeres fueran el principal objeto de atención de los mensajes publicitarios. El publicista Pedro Prat Gaballí escribía en su obra Publicidad Racional: "Se ha dicho que si de súbito el sexo débil dejase de ver o leer anuncios, la publicidad comercial perdería nueve décimas partes de su eficacia; lo que equivale a afirmar que nueve décimas partes de las sumas invertidas en propaganda gráfica han de contar con el eterno femenino en el camino de su rendimiento". En el mismo libro, el autor incidía en que la mujer "Es lectora de anuncios y se constituye en preciosa intermediaria entre la publicidad y el hombre; por eso su acción es tanto más eficaz, a este respecto, cuanto más los anuncios contienen formas o expresiones que se adapten rápida e insensiblemente a las modalidades de su espíritu. En el curso de nuestra práctica profesional hemos tenido ocasión de comprobar que algunas campañas fracasaban por no contar con la intervención de dicho elemento femenino. El anunciante había pensado sólo en su consumidor, que acaso no le leería, olvidándose de prestar halago a la consejera del mismo, que lo leería probablemente ". Y en otro volumen sobre técnicas publicitarias publicado por los mismos años se afirmaba que: "Una buena parte de los lectores de las revistas la constituyen las mujeres y los niños. A éstos lo que más les interesa son los cuentos, novelas, narraciones de viajes y aventuras. Las mujeres examinan la revista desde el principio hasta el fin, y más que leer y reflexionar prefieren ver. Esta es una de las razones que justifican el empleo de ilustraciones en esta clase de anuncios" l8. Prat Gaballí llamaba también la atención sobre la importancia que había de concederse a la forma de apelar en los anuncios a la mujer consumidora: "Partiendo de la base de que la mujer ama la claridad, el detalle, la expresión gentil que produce una sensación suave o despierta un sentimiento y recordando siempre que es sobre todo el estímulo de sus exquisita sensibilidad lo que más le incita a la acción, tendremos un punto de partida para evitar que nuestros anuncios sean rechazados por aquella'"''. 396 Nuria Rodríguez: La imagen de la mujer en la publicidad gráfica en España en el primer tercio del siglo XX Así, el publicista catalán señalaba que en la publicidad "es conveniente el buen gusto en la presentación de los anuncios, ya que si éste no es sólo patrimonio del sexo débil, no hay duda que es particularmente sensible a las formas de la belleza" 20. En el caso de productos específicos dedicados a la mujer: "el anunciante ha de ser mucho más analítico y obrar con suma prudencia. Se trata aquí de ejercer sobre el espíritu femenino sugestiones íntimas, extremadamente personales si se quiere, pero que por resta misma razón exigen un estudio más minucioso de la psicología femenina en sus diversos ambientes. Según se trate de prendas de vestir o de atavío, de perfumes, chucherías o joyas, aparece en el campo del anunciante un problema tan serio como el de escoger los sentimientos a despertar y las sensaciones a producir, de acuerdo con las posibilidades, los gustos y los caprichos de la clientela femenina y atendiendo siempre a la posición de ésta en el ambiente social. Hemos dicho que la mujer obra frecuentemente impulsada por sus sentimientos" 2I. También se preocupaba el publicista de recomendar mensajes publicitarios diferenciados atendiendo a las distintas "clases de público femenino", que establecía atendiendo a criterios socioeconómicos. Las recomendaciones van desde el realismo en el mensaje publicitario destinado a las mujeres de las clases populares a la "presentación señorial e impresionante, junto con una prespectiva (sic) ocasional hábilmente insinuada" 22 para las de la clase media. A lo largo de treinta años publicistas y anunciantes habían desarrollado modernas técnicas de publicidad con el fin de atrapar la atención de los consumidores y de incitarles al consumo de una cada vez más variada gama de productos. Como hemos tenido ocasión de ver la publicidad fijó su atención en el papel de las mujeres como el principal agente de consumo. Los mensajes publicitarios, tanto en su expresión escrita como gráfica, prestaron una especial atención al público femenino. Con el objeto de introducir nuevos productos la publicidad desarrolló toda una serie de estrategias mediante las que se introdujeron los nuevos estilos de vida, hábitos de consumo, roles y modelos sociales que han caracterizado desde entonces a la sociedad de consumo. Tres grandes arquetipos fueron fijados por la publicidad del primer tercio del siglo XX respecto de la imagen de las mujeres. De una parte, la mujer esposa, madre y ama de casa, como ángel del hogar y principal responsable del consumo y hábitos familiares, una mujer joven, moderna y preocupada por mejorar la calidad de vida, la salud, la higiene y la presencia de su marido e hijos. De otra, un nuevo modelo de mujer, joven dinámica, deportista, de figura estilizada, paradigma de la mujer moderna identificada con la imagen de eterna juventud y belleza, realizable mediante el consumo de una cada vez más variada y abundante oferta de todo tipo de productos cosméticos y de la práctica de nuevos estilos de vida. Finalmente, esos dos arquetipos de mujer fueron utilizados intensivamente por la publicidad para la venta de todo tipo de artículos, incluidos los dirigidos exclusiva o mayoritariamente a los hombres, bien por el papel protagonista de las mujeres en la toma de decisiones en la compra de bienes, o bien por el potencial atractivo que la nueva imagen de la mujer ejercía sobre el público masculino. Publicistas y anunciantes, conscientes de este papel de las mujeres como protagonistas de la nueva sociedad de consumo que estaba naciendo, combinaron en sus mensajes roles y valores tradicionalmente asignados a las mujeres con los nuevos valores y estilos de vida asociados a la vida moderna. No es, por tanto, exagerado, afirmar el papel protagonista que las mujeres tuvieron en la transformación social que durante el primer tercio del siglo XX llevó a la gestación de la sociedad de consumo. 397 Quintas Jomadas: III. 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Jacinto Benavente, que había sido invitado por el centro a dar una conferencia, replicó que no pensaba ir a dar una conferencia "a tontas y a locas". Más allá de la anécdota jocosa el comentario ilustra muchos de los prejuicios a los que se enfrentaron aquellas mujeres que descontentas con su vida, asfixiadas a veces por el lugar que les correspondía en la sociedad de la época, "quisieron adelantar el reloj de España" con su participación social: Por aquellos años comenzaba el eclipse de la dictadura de Primo de Rivera. En los salones de la calle de las Infantas se conspiraba entre conferencias y tazas de té. Aquella insólita independencia mujeril fue atacada rabiosamente. El caso se llevó a los púlpitos, se agitaron las campanillas políticas para destruir la sublevación de las faldas. Cuando fueron a pedir a Jacinto Benavente una conferencia para el Club, contestó con su arbitrario talante: No tengo tiempo. Yo no puedo dar una conferencia a tontas y a locas. Pero otros apoyaron la experiencia, y el Lyceum Club, se fue convirtiendo en el hueso difícil de roer de la independencia femenina. Se dieron conferencias famosas. No la de menos bulla, aquella dada por Rafael Alberti: "Palomita y Galápago". Eran los tiempos en que por las calles madrileñas corría la subversión y la burla. […] El Lyceum Club no era una reunión de mujeres de abanico y baile. Se había propuesto adelantar el reloj de España. (León, 1982: 360) 1 El Lyceum Club fue en buena medida el punto culminante de los nuevos aires femeninos de la época, y todas las autoras que vamos a considerar a continuación coinciden en señalarlo así. Las memorias o testimonios de aquellas mujeres que vivieron los años veinte y que participaron en el renacer cultural y artístico del momento constituyen un documento de primera mano que matiza la a veces pretendida novedad de la vida femenina de esa década. Si a menudo se afirma que durante esa época se inicia la verdadera emancipación social de las mujeres, y se interpretan las renovadas figuras literarias vanguardistas como indicios del 'feminismo' de sus autores2, el desconcierto, la inseguridad, la incertidumbre ante las propias capacidades, ante el papel que como mujer le toca desempeñar, ante la conveniencia de tales o cuales actitudes, queda espectacularmente de manifiesto en los testimonios autobiográficos de las escritoras de los veinte. Estas autobiografías tardías -escritas a partir de los años sesenta y publicadas desde los setenta o incluso rescatadas a finales de los noventa3-, a veces tan sólo notas recopiladas por un editor actual o grabaciones recogidas por un familiar dedicado, resultan esclarecedoras sobre la situación vital de aquellas mujeres inquietas que quisieron escapar al lugar que se les asignaba por decreto. Testimonios que, a pesar de su divergencia por ideología, fecha o lugar de nacimiento, trayectoria, o grado de implicación en una tarea intelectual posterior, comparten numerosos puntos de contacto, similitudes en sus vivencias y experiencias, que iluminan mucho de lo que fue la vida de la mayoría de las mujeres intelectualmente inquietas alrededor de los años veinte de este siglo. Los registros en que eligieron dar testimonio de su vida varían desde el coloquial de Concha Méndez -no en vano tienen su origen en las conversaciones grabadas por su nieta-, hasta el poético e introspectivo de María Zambrano, o el literario y a menudo exaltado de María Teresa León. Pero todos estos testimonios coinciden una vez más en ser memorias tardías, exiladas, solapadas a veces por pudor en una tercera persona -María Zambrano se expresa tras un "ella"; María Teresa León con "la niña"- o en la confesión familiar otras; fragmentarias, evocativas, libres en su ordenación temporal, antes rememoración a vuelapluma que proyecto articulado como memorias estructuradas. Nos centraremos principalmente en el hermoso texto de María Zambrano Delirio y destino; en las Memorias habladas, memorias armadas de Concha Méndez recogidas por su nieta Paloma Ulacia; en La ardilla y la rosa de Ernestina de Champourcín y en las Memorias de la melancolía de María Teresa León. Igualmente haremos referencia a las interesantes y recientemente rescatadas Memorias de una mujer del 98 de Carmen Baroja, así como a algunos testimonios de María de la O Lejárraga, pues aunque estas dos autoras pertenecen a una generación anterior, comparten muchas de las experiencias y escenarios de sus colegas más jóvenes. En todos sus textos se dibuja el tardío testimonio de unas mujeres que quisieron asumir la propuesta de una "nueva mujer", y si como hemos dicho, difieren en edad, en condición, en formación, en trayectoria, parece sin embargo más significativo aquello que comparten, aquello que anhelan, aquello que su memoria nos ha legado. Esencialmente todas coinciden en una temprana toma de conciencia de su marginación, azuzada por el malestar, a veces inconsciente, que les produce la vida limitadísima de una señorita de principios de siglo, en algunas de ellas un insoportable tedio ante las restrictivas actividades apropiadas a su condición de 'hijas de familia'. Todas ellas hacen igualmente una significativa mención del momento en que les acometió el interés por la lectura, el amor por los libros, y de cuál fue la actitud de su familia ante el 'nefasto vicio de la lectura'. El enfrentamiento al medio en que viven, los roces familiares o sociales que ello provoca también son una constante, con datos tan particulares como hasta qué punto se les permitía jugar libremente o más tarde salir solas. Por otro lado, y especialmente para aquellas mujeres que desarrollaron una actividad artística, es común cuestionarse su papel como artistas, algunas permanentemente solapadas bajo la obra del compañero, siempre en segundo plano, recluidas en la humildad del inseguro. Esa inseguridad produce a veces el pudor ante la confesión, sesgada, en tercera persona, impersonal, que solicita continuamente benevolencia del lector con la disculpa, con la duda4. Llama la atención que todas ellas pertenecieron a un círculo más o menos amplio de la vida cultural madrileña, emparentadas con familias ilustradas (León, Baroja), participantes de las aventuras culturales del momento, editoriales, teatrales, educativas (Zambrano, Méndez); que se conocieron y que hacen referencia a amistades comunes (Chacel, León, Zambrano, Méndez), y que comparten en buena medida cierta lucidez a la hora de considerar que están viviendo un momento de esplendor en la vida española que malbaratará la Guerra Civil (Zambrano, León). Para todas ellas la Guerra Civil fue el final lacerante de una etapa de entusiasmo, una herida no cerrada que arrastrarán a su vida posterior de exiladas unas, de silenciadas otras, y que en buena medida alentará la confesión, tardía, pudorosa, pero no por ello menos contundente y testimonial. Desde el vergonzoso silencio de la escritora María de la O Lejárraga a la actividad política y literaria de María Teresa León, pasando por la actividad creativa de las poetas Concha Méndez, Ernestina de Champourcín o la también novelista Rosa Chacel, o la labor filosófica y docente de María Zambrano, o la abortada carrera artística de una incomprendida Carmen Baroja, todas se enfrentan de modo problemático con la posibilidad misma de la creación artística o intelectual y más aún con lo que la sociedad espera de ellas como mujeres5. Comparten además un mismo origen social elevado que les facilita contar con relaciones que serán capitales a la hora de escapar a ese mundo opresivo: relaciones tanto con la aristocracia -León, Méndez-, como con los círculos diplomáticos o con el medio intelectual -Menéndez Pidal y María Goyri eran tíos de María Teresa León; María Zambrano provenía de familia intelectual ligada a la Institución Libre de Enseñanza; Carmen Baroja mantenía relaciones con los compañeros de generación de su hermano Pío, etc.-. Igualmente, comparten en buena medida una educación adecuada a su clase, la educación de la señorita de principio de siglo, colegio francés o institutriz francesa, pátina cultural en las monjas que recriminan a León que quiera hacer el bachillerato, o que dan por concluida la educación de Méndez a los catorce años, sintiendo ella que la han jubilado. Si unas tienen a su alcance ambiente intelectual y nutridas bibliotecas, Méndez en cambio ha nacido en un páramo cultural y sólo a fuerza de rebeldía podrá sobreponerse a su circunstancia. En cualquier caso, todas ellas sufren la tensión de enfrentarse a una sociedad que las reservaba para esposas y madres. 1. "Las niñas no son nada" La primera constatación interesante que hacemos al acercarnos a las memorias es la significativa toma de conciencia de todas ellas, a una edad bien temprana, por una parte de la desigualdad social, de la injusticia del mundo en que viven, por otra de su marginación social por el hecho de haber nacido mujeres . Así, Concha Méndez, tal vez la que más difícil tuvo escapar a su destino de señorita por la presión de una familia en absoluto comprensiva o ilustrada, recuerda la visita de un amigo de sus padres siendo ella niña: Al presentarnos al señor, éste preguntó a mis hermanos: "Pequeños, ¿qué queréis ser de mayores?" No recuerdo lo que contestarían, pero viendo que a mí no me preguntaba nada, teniendo toda la cabeza llena de sueños, me le acerqué y le dije: "Yo voy a ser capitán de barco". "Las niñas no son nada", me contestó mirándome. Por estas palabras le tomé un odio terrible a este señor. ¿Qué es eso de que las niñas no son nada? (Ulacia Altolaguirre, 1990: 26) Para la pequeña Concha, con la "cabeza llena de sueños" por los barcos que veía entrar y salir en playa del Sardinero desde que tenía cinco o seis años, esta respuesta será una de las primeras desilusiones que habrá de llevarse en su vida y una de sus primeras tomas de conciencia de su situación como mujer: "Empecé a pensar. Yo era una niña que estaba inconforme con mi medio ambiente." (Ulacia Altolaguirre, 1990: 26). Las actitudes inconformistas de Concha dan lugar a que, ya en su juventud, la llamen surrealista -muy en consonancia con su época7- y a lo largo de sus memorias el calificativo aparece una y otra vez como testimonio de su rebeldía contra las conductas propias de una jovencita: La gente dice que soy surrealista. Lo que me pasa es que nací en un mundo que me obligó a la evasión; y de repente, como si fuera una protesta ante lo que estoy viviendo, como si me doliera algo, me pongo a hablar de cosas extravagantes. (Ulacia Altolaguirre, 1990: 33) Para María Zambrano, tal vez porque su familia no era ni mucho menos tan represiva como la de Concha Méndez, esta conciencia de la desigualdad tiene un cariz más social que de género. La niña Zambrano se ofende cuando toma conciencia de sus privilegios de clase: Tendría que comer a mediodía un plato de sopa y lo más peor un trozo de carne, tendría que hacerse mil veces la lazada de las cintas de los zapatos y pasar delante de aquella niña hambrienta a la que no podía traer a su casa. (Zambrano, 1989: 19) Desde niña siente la desazón de la duda sobre la realidad en la que ha nacido, el disgusto que le incita a la búsqueda de algo más: Había llorado tanto por querer lo que no querían darle, por querer a quien no la quería, y porque sí, había llorado desde niña reprochándole a la vida, envolviéndolo todo en su reproche, y todo había nacido de sí misma, por haber sido demasiado rica y colmada de ternura y amor. (23) La certeza de que en España se pasa hambre es otro de los descubrimientos que marcan la conciencia de algunas mujeres. Hasta tal punto les resulta significativo en su formación que lo refieren como algo clave para su infancia. Zambrano lo relata con el ejemplo de una joven sirvienta a la que encuentran en su casa llorando porque no puede comer la carne que le han servido: Confesó que se había "alimentado" de niña de cebollas; su madre salía al campo y les dejaba un cuarto de arroba para todo el día, de donde iban comiendo según tenían hambre, acompañándola con algo de pan, ella y sus hermanitos; algunas patatas guisadas, no todas las noches, los tomates en verano y las sandías, pero la carne...ella sabía que se comía, pero nunca la había comido y su rojez le repugnaba. (69) El descubrimiento del hambre social es también decisivo para otra autora, bastante mayor pero quién comparte experiencias e intereses con las escritoras del 27. María de la O Lejárraga hace recuento del nacimiento de su conciencia social a partir de las carencias en la alimentación de los pobres: Mis primeros atisbos de que la organización social no era lo que debiera ser, me los dio por lo tanto a partes iguales el cocido con azafrán pero sin carne que veía comer a los albañiles sentados en el suelo al pie de la obra, y la observación reiterada, medio humorística, medio suspirante, de mi madre: "a todo mes le sobra una semana" (Martínez Sierra, 1989: 79) Pero no sólo eso sino que ya maestra, la joven señorita propone como tema para una redacción a sus alumnas de siete a catorce años la descripción de un día feliz. La contundencia de las respuestas es una sorpresa para María de la O que aviva su sentido de la realidad social en la que se había formado: Y recuerdo también -y el corazón se me desgarra al recordarlo- que el setenta por ciento de las concursantes respondieron: "Yo iría al café y comería 'bisté' con patatas". "Yo iría de merienda y comería filetes empanados, y merluza frita, y flan de postre". "Yo comería jamón y tortilla y chuletas y muchos pasteles". (81) Si para unas es el hambre y la desigualdad social, o la marginación de la mujer desde la infancia lo que desata su conciencia de la injusticia y su espíritu crítico, para otras es la constatación de la hipocresía religiosa una de las primeras manifestaciones de su inconformismo. Así, María Teresa León, tan poco religiosa durante su madurez, interrumpe una historia jocosa de su padre con una moralista consideración: Su padre se acercó a charlar con el duque. Se tuteaban. ¡Ah, las comidas de cuaresma en casa del buen señor! ¡Qué delicia! Los pescados sabían a pavo, a cerdo, a lo que ustedes quisieran. Sí, todo aderezado con grasa, con pizquitas de jamón, de chorizo. Todos, todos, en pecado mortal. ¡Cuánto se rieron aquel Viernes Santo! La niña se quedó muy seria. Y mientras, Jesucristo en la Cruz…muriéndose. ¿Por qué había dicho eso, estropeando el cuento de su padre? Empezaba pronto su rebelión. A la niña se le iba a desarrollar junto con las trenzas un principio de crítica. Esta niña terminará mal. (León, 1982: 27) También Carmen Baroja hace referencia en las pocas cuartillas que constituyen su proyecto de memorias a su temprano malestar con el mundo asignado a las mujeres. Sus padres, nos dice, pensaban que sus hermanos, por el simple hecho de ser hombres, tenían derecho a vivir como les pareciera; su madre tenía una excelente opinión de los hombres sólo por que lo eran (Baroja, 1998: 67). Para la joven Carmen eso resultaba cuando menos dudoso: Era la época del feminismo. Yo era francamente feminista, veía la poca diferencia que había entre los dos sexos. Encontraba [a] muchos hombres estúpidos, tan estúpidos o más que las mujeres, y que, sin embargo, gozaban de un sinfín de prerrogativas en todas partes, desde las mismas ideas ancestrales, pasando por la literatura, hasta la Iglesia, etcétera. Esto me sublevaba. (68) Sin embargo, no tiene la capacidad de asumir su sublevación sino que ésta le crea conflictos y duda de su propia motivación pues, como su familia la acusa de quejica e insatisfecha, "Ante esta cariñosísima incomprensión, yo no sabía que actitud tomar y me achacaba toda la culpa" (55). Escapar al menosprecio y a la marginación interiorizadas es bien difícil, y es notable que resulte más fácil para autoras más jóvenes como Méndez o León, que supieron sobreponerse a la marginación, que para las mujeres que como Baroja o Lejárraga pertenecían a una generación anterior. Algo, por muy imperceptible que fuera, estaba cambiando. También coincide Carmen Baroja con Concha Méndez al señalar que para una joven -a principios de siglo tanto como ya entrados los años veinte, años que separan las experiencias de ambas- el poder vestir bien se consideraba garantía segura de su felicidad. La madre de Baroja cosía para su hija bonitos vestidos según los patrones de la Mode Pratique a la que estaban abonadas, pues "Suponía que una chica joven con todo esto debía vivir en una completa felicidad". Concha Méndez, de familia más que acomodada, vestía elegantemente de Chanel o de modistos de la misma altura (Ulacia Altolaguirre, 1990: 31), y poco a poco se da cuenta de que ese es el entretenimiento principal y casi único permitido a las mujeres: A los dieciocho años comprendí que a las mujeres les preocupaba ir de compras, hacer un guardarropa para los meses de verano. (…) En mi casa, como todo el mundo bien, hacíamos lo mismo: estábamos sujetos a la tiranía de los modistos.(34) En este ambiente mujeres inquietas como éstas tenían pocas posibilidades de adaptación. Desde muy temprano van enfrentándose a su medio desde distintas posturas, y así nos lo refieren en sus memorias. Por otra parte la incomprensión social y familiar se agudiza ante los conatos de rebeldía. La censura es constante y tiende a vaticinar la "catástrofe" para sus destinos de señorita bien, esto es el matrimonio y la vida familiar y social ordenada. Incluso para la familia ilustrada de María Zambrano quien pudo seguir sus estudios de filosofía y comenzar a trabajar desde muy joven en el Instituto Escuela sin que le fuera económicamente necesario- su interés por la filosofía se entiendo como una "tonta ambición" que le ha impedido casarse: Si no fuera por la Filosofía, por aquella tonta ambición, ella -pensaban algunos que la querían- hubiera sido o hecho esto, aquello, lo otro, estaría casada por lo menos y en eso, podía ser verdad… (1989: 23) Para las mujeres, cuando no tienen como objeto la moda y el matrimonio, los intereses, las aficiones, las vocaciones, son indefectiblemente consideradas como "tontas ambiciones". Sin embargo, como comentábamos, para María Zambrano fue mucho más fácil que para Carmen Baroja o Concha Méndez. El grado de incomprensión familiar a que se enfrentaron ambas fue enorme, hasta el punto de amargar prácticamente la vida de Carmen Baroja, que mucho mayor que Concha Méndez, no llegó a tiempo de aprovechar la relativa apertura de las costumbres que ésta vivió en su juventud, cuando Carmen era ya una mujer madura casada y con hijos. Las afinidades artísticas de Carmen Baroja se redujeron a algunos intentos con el repujado de metales y la copia de arquetas y otros objetos medievales, uno de los cuales llegó a ganar una tercera medalla en la Exposición de Bellas Artes, sin que en ningún momento se planteara la posibilidad de que su buena disposición mereciera una formación especializada. Esta falta de formación la arrastró toda su vida como una carga a la que achacaba su imposibilidad de escapar al medio en que le tocó vivir: Si hubiera tenido medios propios, en alguna ocasión hubiera agarrado a mis hijos y me hubiera marchado, pero no tuve nunca medios, ni serví para ganar nada por falta de preparación, ni tuve coraje para intentarlo, ni de soltera, ni de casada. Probablemente ha sido mejor. (Baroja, 1998: 45) Carmen trata de copiar, de inspirarse de modo autodidacta en el Museo de Cluny durante una estancia en París con su hermano Pío. Adquiere herramientas, copia modelos bizantinos o románicos en sus trabajos de repujado en metal, pero "como no sabía dibujo andaba mal" (75). Aún así gana otra segunda medalla en arte decorativo en 1910. A pesar de su interés "Mi familia no se ocupaba de mis aficiones, únicamente Ricardo alguna vez me daba unos consejos"(76)9. Carmen, desorientada, abandona pronto sus veleidades artísticas, y recuerda años después su soledad, lamentándose de la falta de apoyo y de orientación, único modo en que una señorita hija de familia carente de formación hubiera podido emprender una carrera artística: Entonces, en esa época, yo debí haber seguido estudiando y trabajando en esto, haber ido a un taller o por lo menos a una escuela de Artes y Oficios, pero no tenía quien me guiara de manera eficaz (…) Yo tenía una cultura artística deficientísima; no sabía dibujo, no sabía el oficio, no sabía nada, pero lo peor era que no sabía a quién dirigirme. Por otro lado, mi vida de señorita burguesa, o acaso mi timidez y falta de arrestos, me impedía desenvolverme, haber ido a una escuela de Bellas Artes, a una academia, al Museo a copiar yeso, a un taller de platero…, ¡qué sé yo! (…) en estas malas condiciones me aburrí y lo abandoné. Nadie me dijo nada. (78-79) Hay que señalar que la falta de respuesta familiar, de aprecio, de reconocimiento por la obra o las inquietudes y logros es una constante en ellas. Esta falta de respuesta familiar parece ser la justificación de que una escritora tan prolífica como María de la O Lejárraga se precipitara en el anonimato dejando que su marido Gregorio firmara sus obras. María Lejárraga relata la indiferencia con que su familia recibió la publicación de su primera obra y el contraste con la familia de Gregorio que brindó con champán. Esto le produjo "formidable rabieta" y tomó la decisión de no firmar nunca otra obra (Alda Blanco, 1989: 15-16). De modo parecido relata muchos años después Concha Méndez la poca repercusión que tuvo en su familia su primera actividad artística, la pintura: Copiaba reproducciones de cuadros, que transformaba cambiando la posición de las cosas, la dimensión, los colores; mientras pintaba, cantaba. De todos los cuadros que hice, mi familia no guardó ninguno; creían que por haber sido pintados por una mujer, no tenían valor; en realidad, no lo tenían, pero era doloroso el desaliento de mi medio ambiente. (Ulacia Altolaguirre, 1990: 41) Más significativa y dolorosa aún es la reacción de su padre ante una de las primeras noticias periodísticas de la incipiente escritora, además de campeona de natación y guionista de cine: Uno de los último veranos que pasé en San Sebastián gané el concurso de natación de las Vascongadas. Tenía ya publicados mis primeros libros: Inquietudes, Surtidor y El ángel cartero; y acababa de vender un guión de cine. Las crónicas señalaron que la campeona de natación era poeta y cineasta y publicaron mi fotografía; mi padre al verme en los periódicos, me comentó: "Apareces retratada como cualquier criminal". Éste era mi ambiente familiar; pero imagino que en el fondo, mi padre estaría orgulloso de que fuera escritora. (55) Resulta conmovedora la estrategia compensadora de una Concha Méndez ya anciana que quiere confiar en que, en el fondo, su padre estaría orgulloso de ella; sin embargo no parece que llegara a demostrárselo nunca pues, ya emancipada e independiente después de haber huido de casa a Inglaterra y Argentina, se reencontró con él en la boda de una de sus hermanas menores sin que le dirigiera la palabra: Aquella tarde mi padre y yo no nos saludamos; él se quedó mirándome desde lejos, con su traje de etiqueta; estaba como el típico padre español que con una mano se retuerce el bigote y a la vez está "mirándote feo" como dicen en México-. (87) Tras esa fuga de Concha, este padre "típicamente español" defendió su honor calderoniano acuchillando un retrato que Maruja Mallo había pintado de su hija huida: "lo que no pudieron hacerme a mí, se lo hicieron al cuadro" (61), lamenta ella después. También María Teresa León hace referencia a la inadaptación que siente desde muy joven con su medio ambiente. Desde la imposición de una silla de montar femenina a partir de cierta edad hasta su expulsión del colegio: "Le dieron a la niña el caballo y una montura especial para que no siguiera montando como un chico a horcajadas. Una muchacha como tú no puede montar así" (León, 29). Esa imposición de lo apropiado a una señorita, con la consecuente limitación de las actividades de ocio de las niñas a partir de una edad temprana, es común a muchas de ellas. Si a María Teresa León adolescente le prohiben montar a horcajadas, a Concha Méndez le impiden montar en bicicleta en El Retiro como a sus hermanos, provocando en ella un sentimiento de injusticia del que se toma, acorde con su carácter rebelde, cumplida venganza al volver a casa: Yo tenía que pasar el resto de la tarde en la Casa de Vacas mientras mis hermanos varones se entretenían andando en bicicleta por el parque; a mi no me dejaban y tenía que aguantarme. Pero al volver a casa, cogía la bicicleta y la corría por los pasillos, azotando muebles y rompiendo cristales, hasta que llegaban mis padres a detenerme. Lo hacía para vengarme, ya que nunca me gustaron los juegos de niñas y mucho menos las muñecas. (Ulacia Altolaguirre, 1990: 32) Por su parte, María Teresa León choca con sus compañeras de colegio, por sus intereses, por sus lecturas, por el orgullo que a ella le produce ser sobrina de María Goyri y la censura que resiente en sus compañeras: la chica contó que María Teresa leía libros prohibidos. ¡Pero no! ¡Pero sí! ¿Y Víctor Hugo? También lo he leído. Claro, como tu madre te vigila tan poco… Y ese tío tuyo. Yo les grité: ¡Y tía! Mi tía fue la primera mujer de España que estudió en una universidad. Peor para ti. Por ahí entra el diablo. No digas estupideces, monja. Aún no lo soy, pero lo seré. Bonito porvenir. Y tú serás…¡Madre, madre, venga! Esta chica… Impusieron silencio. Se acercó la maestra. "¿Por qué llora usted, María Teresa?" Yo me levanté como una Dolorosa: "Porque leo a Alejandro Dumas." "Bueno, siéntese." Le preguntaron al confesor si era pecado. (León, 66) Así inicia María Teresa León un fragmento de sus memorias que es común a los testimonios de sus compañeras de generación: su relación con la lectura y con los libros. Cuáles fueron sus primeras lecturas, dónde las hicieron y siquiera si las hicieron y si les estaba permitido o no leer en sus familias, resultan ser puntos clave de la experiencia de las mujeres escritoras. La lectura y la posibilidad de estudiar más allá de las conocidas "nociones de adorno", fue uno de sus principales motivos de insatisfacción o de enfrentamiento con su medio, enfrentarse a ello fue de suma importancia además para que las escritoras se constituyeran como mujeres independientes. 2. Lectoras y lecturas. Estudios y estudiantes Para María Teresa León fue decisiva la influencia de su prima Jimena y de sus tíos Ramón Menéndez Pidal y María Goyri, a los que hacía referencia en el fragmento anterior. Pero su primer contacto con los libros tuvo lugar en Barbastro, en casa de un tío, viejo y "desilusionado de todo menos de la lectura" (León, 1982: 67). Así comienza su afición a la lectura, en español y en francés -otro dato que comparten muchas de ellas es el conocimiento del francés, como corresponde a una señorita bien educada, lo que curiosamente va a ayudar a muchas rebeldías-. Allí, "Todos los libros fueron para ella. No hubo selección para proteger sus ojos virginales" (68): y de este modo empieza una selección arbitraria de obras que a veces no entiende o que no está preparada para entender, desde Les liaisons dangereuses de Laclos, hasta La religieuse de Diderot, Los miserables de Hugo, o Trafalgar de Galdós (68). Carmen Baroja comparte con ella esa arbitrariedad de sus primeras lecturas, y sin embargo tan importantes como para hacer mención explícita de ellas, aunque se produjeran "sin orden ni concierto, saltando o repitiendo, con una prisa enorme, sin casi darme cuenta ni saborearlo" (Baroja, 1998: 56-57). María Zambrano en cambio, tuvo contacto con los libros y con el gusto por la lectura directamente en su casa y por sus padres y abuelos. La filósofa recuerda que desde siempre fueron los libros una presencia prometedora en su hogar: como desde siempre, hubiera visto y sentido a su padre inclinado sobre aquellos libros de títulos indescifrables que prometía saber, ser como él, entender el mundo de donde venían sus palabras (…) Y aún los libros del abuelo que, tantas veces a solas, tomara en sus manos pasando la vista por las menudas anotaciones de su precisa grafía; (Zambrano, 1990: 184) También Ernestina de Champourcín tuvo la suerte de contar con una biblioteca en casa, en este caso de su madre, y con el permiso para acercarse a la lectura de Bécquer o de los clásicos franceses -ella también en francés- que dieron lugar a sus primeros poemas en esta lengua, en sus propias palabras "un plagio descarado de Lamartine" (en Ascunce Arrieta, 1993b: 22). La autora recuerda en La ardilla y la rosa, la importancia de la lectura en su adolescencia:"¡Delicioso refugio […] de ciertas adolescencias en las que un libro era un tesoro, un acontecimiento!" (Champourcín, 1997: 17). Muy distinta fue la experiencia de Concha Méndez, tal vez la que sufrió un ambiente familiar más restrictivo. Así, para la Concha adolescente de catorce años, el final del colegio supuso como una "jubilación" y la sensación de encontrarse en un desierto, acrecentada por la prohibición de la lectura: "Mis padres no me dejaban coger un libro, ni siquiera el periódico" (Ulacia Altolaguirre, 1990: 28); "para leer tenía que pedir libros prestados y ocultarlos bajo la cama" (40). Concha se inicia en la lectura gracias a su amistad con un vecino, profesor de literatura, que le presta libros de modo aleatorio. Tanto Carmen Baroja como ella se resentirán después de esta falta de lecturas metódicas, que arrastrarán como un lastre en su formación. Si la posibilidad de leer y el orden en estas lecturas marcan la formación de estas jóvenes, aún más lo hará su educación, o su no-educación. Los prejuicios contra la educación suponían tal vez la barrera más tenaz a la que tenían que enfrentarse las mujeres. Desde la simple y radical prohibición hasta la aceptación condescendiente de sus familias ante los intereses estudiantiles de sus hijas, las actitudes son casi sin excepción reticentes a los estudios superiores. Ya hemos hecho alusión a ese "desierto" vital en que se encuentra Concha Méndez jubilada de la escuela con sólo catorce años. Pero no sólo ella, también una autora como Ernestina de Champourcín, que gozó de un ambiente culto en su casa, no pudo acceder a la Universidad por prejuicios familiares, como nos relata Emilio Miró: Ernestina de Champourcín cursó el bachillerato en el Instituto Cardenal Cisneros de Madrid, tras un inicial aprendizaje con institutrices y en colegios de monjas; pero prejuicios sociales impidieron su deseado acceso a la universidad, a pesar del ambiente culto de su familia y de que su padre era muy aficionado a los libros, a la lectura. (Miró, 1993: 3-4) También María Teresa León tuvo dificultades por su interés en proseguir los estudios más allá de los estipulados catorce años. Así, tras sus primeros choques con sus compañeras a causa de sus lecturas poco edificantes, fue expulsada del Colegio de Monjas, entre otras rebeldías, nos dice, por empeñarse en hacer el bachillerato: Pocos meses antes, María Teresa León había sido expulsada suavemente del Colegio Sagrado Corazón de Leganitos, de Madrid, porque se empeñaba en hacer el bachillerato, porque lloraba a destiempo, porque leía libros prohibidos…(León, 1982: 67) Si León y Méndez abandonan el colegio bien temprano y Champourcín llega hasta el bachillerato, en cambio Zambrano fue, en este sentido, una privilegiada que logró seguir con normalidad sus estudios universitarios de filosofía. Zambrano nos refiere que ya en sus años de colegio se establece la diferencia entre sus compañeras estudiantes y sus amigas "señoritas" con las que iba a jugar. Para Zambrano, estudiante de la Institución Libre de Enseñanza, "La escuela era lo mejor" (1990: 19), se entendía con sus compañeras a las que: miraba sin la hostilidad que a las otras, a las señoritas con las que iba a jugar. Sabían más que ellas, andaban con libros y algunas hasta escribían y todo eso era atrayente, cálido; ella también entraría en aquel secreto abierto de las letras y en el misterio de los números que había que cantar. (19) Para Concha Méndez en cambio, sus pocos años de escuela en el colegio francés Santa Genoveva en Madrid no fueron sino un escaso aperitivo para sus ansias de conocimiento, agravado además por el desequilibrio que observaba entre lo que estudiaban los chicos y lo que les enseñaban a ellas, que no era más que a divertirse y a tener buenos modales: A nosotras, las niñas, nos enseñaban en la escuela materias distintas a las que aprendían los niños; a ellos los preparaban para que después siguieran estudios superiores; nosotras, en cambio, recibíamos cursos de aseo, economía doméstica, labores manuales y otras cosas que nos harían pasar de colegialas a esposas, mujeres de sociedad, madres de familia. En realidad, una pagaba la escuela para que nos enseñaran a divertirnos y a tener educación. Lo demás un poco de geografía, otro poco de historia, un poco de nada. (Ulacia Altolaguirre, 1990: 27) 10 Concha, que declara que le gustaba mucho aprender (28), sobre todo geografía, y que por sus cualidades de alumna aventajada ayudó a la maestra en el último año de escuela -"ayudé en el periodo de exámenes; me hacía escribir, con tinta china y con caligrafía gótica románica, los nombres y las materias en los cuadernos de mis compañeras" (27)verá cerrada toda posibilidad de aprendizaje, negada incluso la posibilidad de la lectura. Pero ni siquiera muchos años más tarde, ya alrededor de los veinticinco, le reconocieron en su familia el derecho a formarse libremente. Así, nos cuenta, le hubiera gustado ir a la universidad, por lo que decidió ir al menos un día como oyente a unas clases de literatura geográfica. La reacción de su madre es harto esclarecedora del ambiente contra el que Concha Méndez tuvo que luchar: Volví muy contenta a casa. Entré. Mi madre hablaba por teléfono y me llamó: "Venga usted aquí". Al acercarme, me dio con la bocina en la cabeza. Me dio porque se había enterado por un hermano de mi presencia en la universidad. Me abrió la sien y me salió un chorro de sangre; del golpe sentí que se había ido Dios a quién sabe dónde. Tuvieron que vendarme la cabeza y aún guardo la cicatriz. Ya era mayor de edad y pisar la universidad era imposible. (Ulacia Altolaguirre, 1990: 45) Ir a la universidad representaba cumplir con un afán de formación que en la mujer resultaba del todo inadecuado, pero además, comportaba vulnerar otras restricciones más estrictas, como el contacto con el otro sexo y la independencia de salir sola, sin acompañante carabina. 3. Señoritas o cocottes Es notorio que para la moral decimonónica una joven decente no salía nunca sin compañía, actitud que comienza a cambiar alrededor de los años veinte, cuando se ven incluso, las primeras mujeres viajeras y las señoritas paseando libremente por las calles metropolitanas, cambios que recoge con profusión la iconografía de la época. Anteriormente, sólo cocottes y mujeres de mala vida o dudosa reputación, u obreras, iban solas y a pie por la calle. Así lo hace notar Carmen Baroja quien, desde el encierro oprimente de su vida de hija de familia, tenía una idea romántica de las cocottes y recuerda en sus memorias a una muy conocida en el Madrid de la época: Yo tenía una idea muy romántica de la cocotte. Recuerdo que entonces andaba por Madrid una famosa Julia que decían que había sido pescadera. Era esbelta, un poco chata, vestía de negro, elegantísima, con grandes sombreros de plumas. Se recogía la falda con gracia e iba sola a pie, por las mañanas, produciendo la admiración de todos y la mía. (Baroja, 1998: 69, sub. ntro.) Muchos años más tarde, las salidas en solitario son para María Teresa León parte importante de la fascinación que siente por su prima Jimena, la hija de Ramón Menéndez Pidal y María Goyri, además de por su educación liberal y su completísima formación: Y estaba Jimena. Jimena era la síntesis de lo que un ser humano puede conseguir en su envoltura carnal. Algo mayor que yo, saliendo sola, yendo sin acompañante al colegio, que no se llamaba colegio sino Institución Libre, colegio laico, sin monjas reticentes que dan señal de levantarse o sentarse todas al unísono, con trocitos de madera golpeados. (León, 73-74) Jimena se convierte para María Teresa en el modelo a seguir, algo mayor que ella, con una libertad desconocida que le hace sentir "el tironeo entre [su] colegio, tan ceñido a preceptos y aquel tan liberal de [su] prima, tan abierto a los nuevos aires" (75), con un ambiente familiar ilustrado y muy relacionado con los intelectuales del momento, la vida de Jimena contrasta con la suya propia y con las experiencias de otras representantes de su generación. Por su parte, Ernestina de Champourcín recuerda cómo el problema de las salidas en solitario de una joven soltera se planteó en casa Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí tras la llegada de su sobrina Inés. La joven, que significativamente vivía en Nueva York, reclamó la llave del portal, lo que en la época parecía equivaler a reclamar una indecorosa libertad: Un detalle curioso, fruto de las costumbres de aquellos tiempos y que divierte en comparación con los actuales, es la discusión entre tío y sobrina porque Inés pidió en seguida la llave del portal "por si se le apetecía salir a dar un paseo por la Castellana de noche", y Juan Ramón naturalmente se negaba a dársela. (1997: 39) De nuevo, el caso de Concha Méndez es el más exagerado. Ya comentamos que durante los siete años de noviazgo con Luis Buñuel siempre estuvo acompañada por una señorita de compañía, una prima venida a menos de su madre. Pero muchos años después, alrededor del momento en que osó por primera -y única- vez asistir a la universidad, una Concha Méndez adulta y ya mayor de edad suplica a sus padres una dosis mínima de libertad: Como no podía moverme si no iba custodiada por alguien, un día que mi madre estaba en el cuarto de baño, desesperada le dije: "Mira, o me dejáis salir, o me tiro por la ventana. no puedo más. Os diré a donde voy. Vais a tener mi pista por todas partes, porque lo único que quiero es reunirme en un café con un grupo de gentes que me interesan. ¡Si no me dejáis salir, me aviento por la ventana! (Ulacia Altolaguirre, 1990: 45) Al parecer su insistencia tuvo sus frutos y le permitieron comenzar su emancipación, y además iniciar una estrecha amistad con otra mujer que fue con su rebeldía, como Jimena para María Teresa León, acicate para Méndez: Maruja Mallo. Las primeras salidas en libertad de Concha Méndez son en compañía de su amiga pintora, quién a lo largo de su vida gustó siempre de la provocación. En estos años, su provocación era tan aparentemente inocente como el llamado "sinsombrerismo": saltarse esa formalidad de clase que eran para las señoritas respetables el sombrero y los guantes. La madre de Concha le advierte de que si insiste en no llevar sombrero corre el riesgo de que le tiren piedras por la calle, a lo que Concha desafiante responde "Me mandaré construir un monumento con ellas" (48). El espíritu "surrealista" de Concha casaba perfectamente con la desinhibición de Maruja: Íbamos muy bien vestidas, pero sin sombrero, a caminar por el Paseo de la Castellana. De haber llevado sombrero, decía Maruja, hubiese sido en un globo de gas: el globo atadito a la muñeca con el sombrero puesto. En el momento de encontrarnos con alguien conocido, le quitaríamos al globo el sombrero para saludar. El caso es que el sinsombrerismo despertaba murmullos en la ciudad. (Ulacia Altolaguirre, 1990: 48) De tal manera, las salidas de Concha se irán haciendo más y más libres, aunque aún con notables restricciones: A las tertulias de Valle Inclán en el café de la Granja del Henar y a las de Gómez de la Serna en el café del Pombo, no podía ir; terminaban sobre las tres de la mañana y yo tenía que estar en casa para la cena (56- 60) También Carmen Baroja, ya más que cuarentona, fundadora y colaboradora activa del Lyceum Club, recuerda con disgusto que más de una vez tuvo que dejarse al conferenciante que ella misma había invitado sentado a la mesa ante su auditorio y salir a escape para "estar en casa para la cena" (Baroja, 1998: 91). Salir sola se convierte por tanto en el símbolo de la independencia y además en la vía de escape a la opresión de la vigilancia constante. Para Concha Méndez, desde muy niña, esa independencia se materializaba en el viaje, en escapar, en conquistar un espacio propio e íntimo donde poder crear su poesía: "Viajar era viajar, pero era también liberarme de mi medio ambiente, que no me dejaba crear un mundo propio, propicio para la poesía" (Ulacia Altolaguirre, 1990: 83)11. Se da la circunstancia de que la creciente libertad de las jóvenes tuvo como consecuencia una mínima pero muy significativa transformación de las relaciones entre los sexos, el principio de una posibilidad de amistad fraterna entre ellos. Esto es significativo por ejemplo para María Zambrano quien así lo hace notar en sus memorias, en su caso debido a la participación nueva pero creciente de las mujeres en la universidad: Era el modo de vida universitario, lo que había surgido en seguida, pues hacía muy poco tiempo que las mujeres habían comenzado a asistir "naturalmente" a la Universidad; sin lucha ni vacilación alguna, la convivencia entre los compañeros de ambos sexos se había ido dibujando clara, nítidamente y sin definición. (Zambrano, 1989: 47)12 Estas inusuales relaciones de amistad recién establecidas -sea con los compañeros de universidad como en el caso de Zambrano, sea con los jóvenes artistas que comparten intereses y publicaciones, como Méndez- son trasunto de una innovadora figura que aparece como personaje en la narrativa vanguardista, una mujer que comparte aventuras sin iniciar una relación sexual o familiar, provocando la desazón del personaje masculino que no acaba de adaptarse a esa convivencia. Y en efecto, este nuevo tipo de amistad entre los sexos, que Zambrano califica de "unidad fraternal" (40) o de "limpia convivencia" (166), no se aceptaba ni se comprendía en todos los ámbitos. Son notorios los comentarios de Luis Buñuel y de Francisco Ayala al hilo de sus experiencias de la misma época en París y Berlín respectivamente. Ambos señalan su sorpresa ante las libertades de relación entre los sexos que encontraron al salir de España y que les eran desconocidas aquí (Ayala, 1991). De nuevo la familia de Concha Méndez es incapaz de aceptar esa posibilidad de mera amistad de su hija mayor con hombres, por lo que no cabe que éstos sean recibidos como amigos. Este impedimento incita a la joven Concha a urdir otras estratagemas: A mi casa no podían entrar mis amigos hombres. Una vez que paseaba con Alberti, Maruja Mallo y Gregorio Prieto enfrente del hotel de cuatro pisos que acababa de construir mi padre en Joaquín Costa, de repente tuvieron curiosidad de conocerlo. Maruja estaba de luto y para simular que estos chicos eran sus hermanos, se quitó las medias negras que llevaba y de las puso a ellos de corbata. Se los presenté a mi abuela como una familia que acababa de perder a su padre… ¡Cuánto nos divertimos! (Ulacia Altolaguirre, 1990: 51) Esta fraternidad de chicos y chicas entre artistas e intelectuales contribuye al sentimiento de esplendor, de momento de cambio y de futuro prometedor que es una constante en los años que van desde finales de la Guerra Europea hasta las primeras crisis republicanas. María Zambrano habla con insistencia de esa novedad que es la amistad fraterna con sus compañeros universitarios y que, para ella, augura un verdadero cambio social. 4. España despierta soñándose: El Lyceum Club. Parafraseando el epígrafe de uno de los capítulos de Delirio y destino, "España despierta soñándose", queremos aludir a un lugar común en la evocación de las autoras: ese despertar de España, convicción en todas las que vivieron los años que precedieron a la II República, construido sobre el sueño de lo que habría de ser la nueva sociedad y la modernidad, el sueño de un proyecto de renovación total que a veces adquiere tintes de mera modernolatría. Los testimonios de las autoras dejan constancia de su convicción de haber vivido una época de esplendor si no social o políticamente, sí al menos en el plano intelectual y artístico, y algunas también económico, sentimiento que tal vez se haya visto reforzado por el contraste vivido con la tragedia de la Guerra Civil y el exilio. Por una parte, adoptan a veces el mismo carácter cosmopolita y elegantemente moderno que adquiere la ficción deshumanizada, con sus ritmos de jazz-band y sus tés de Grand Hotel. Todas pertenecen a las clases sociales más acomodadas, aquellas que pasaban el verano en San Sebastián, vestían a la última moda francesa y adoptaban los usos sociales europeos, desde el deporte al coktail, imagen de una deseada España ideal que recogen con profusión los dibujantes de la época. Sobre el recién adquirido cosmopolitismo de la ciudad de Madrid, nos dice Concha Méndez: Madrid se volvió una ciudad cosmopolita y un centro cultural importantísimo; basta recordar la "Revista de Occidente" de Ortega y Gasset, que reunía a los escritores y a las inteligencias del mundo. (Ulacia Altolaguirre, 1990: 31) Ese cosmopolitismo, que tal vez tuviera más de apariencia modernólatra que de verdadera modificación de sus estructuras, se realiza frecuentemente en la incorporación de las últimas modas de ocio importadas de América, Conocí en la playa a una familia de norteamericanos; una señora viuda con una chica de catorce y un chico de veinte. Un día que los acompañé al gran Casino, los dos chicos se pusieron a bailar el Charlestón; este baile no se había visto en España y fue una revelación […] la gente que lo veía tan movido, se arremolinaba a los lados, sorprendida, para aprenderlo. […] Algunas veces volví a bailar el Charlestón, que yo puse de moda en los hoteles de Madrid, presentándolo como un baile acrobático. (Ulacia Altolaguirre, 1990: 56-57) También para María Zambrano la música se convierte en indicio del espléndido momento vital de la ciudad y por extensión de la vida española de entonces: En Madrid se escuchaba ahora otra música. Siempre tuvo música la vida de Madrid, como la de toda gran ciudad. Ahora en la calle se oía lo que en toda partes: ritmos americanos, expresión de una vitalidad discontinua, cortada por la síncopa constante. Cuando hayan pasado muchos años, otros hombres quizá perciban el signo de nuestro tiempo en esa síncopa obsesionante de la música americana, tan abstracta. (Zambrano, 1989: 140) El deporte, especialmente el tenis13, se convierte en una actividad reconocida. A María Teresa León y a su prima Jimena les enseña a jugar al tenis Américo Castro (León, 1982: 75), Maruja Mallo inmortaliza la raqueta de Concha Méndez un cuadro (Ulacia Altolaguirre, 1990: 51); la playa es lugar de encuentro, reunión y socialización, además de ser la natación deporte higiénico y de moda. Los lugares de ocio ya no son el salón privado y el madrileñísimo café, sino el Gran Casino, el Gran Kursaal, los hoteles elegantes como el Ritz o el Palace, el Salón de Té, el American Bar. Pero las referencias modernólatras no se limitan al aspecto frívolo y ocioso de la vida sino que entre los datos que reafirman su idea de vivir un tiempo inaugural sobresale la efervescencia intelectual y cultural que se vivía en el Madrid ilustrado. Para muchas de ellas es referencia obligada la Revista de Occidente, o modelo de progresismo la Institución Libre de Enseñanza. Para María Teresa León estudiar allí supone seguir un "camino divergente" al que ella misma está obligada a seguir: Comprendí que los pasos de Jimena y los míos eran divergentes. Ella no iba a misa, yo, sí. En la Institución Libre de Enseñanza donde se educaba, nadie le enseñaba el catecismo. No bajaban la voz para hablar de arte, aunque estuviesen llenos de desnudos los museos. (León, 1982: 75) Para María Zambrano, vinculada ella misma a la Institución Libre, se podía palpar en la época el "despertar de España" no sólo en Madrid, sino también en las provincias donde, al calor de "un irrumpir luminoso de la poesía": habían surgido aquí y allá por las provincias y hasta en los pueblos, revistas de poesía, alegres, múltiples, de diversas voces, una sola música acordada: Litoral, Mediodía, Alfar, Parábola, Meseta, palomas mensajeras de una antiguo palomar medio cegado hacía tiempo. (Zambrano, 1989: 60) La vida cultural madrileña favoreció de este modo las relaciones entre ellas, dando lugar a amistades y colaboraciones que en algunos casos habrían de durar toda vida, incluso ya en el exilio. No es necesario detallar sus contactos, amistades o matrimonios con miembros reconocidos de la generación del 27. La amistad con Lorca y con Alberti incitó a Concha Méndez a escribir su propia poesía, lo que hasta ese momento ella únicamente intuía; su amistad con Maruja Mallo a transgredir las normas sociales un poco más. Lorca le presentará años después a Manuel Altolaguirre con quien se casará en junio de 1932. Ernestina de Champourcín hace referencia a las animadas tertulias en casa de "Concha y Manolito", a las que también asiste Alberti, (Ascunce Arrieta, 1993: 24). Carmen Baroja nos habla de Champourcín en el Lyceum y, desde su visión personal nos dice que "se casó con un gamberro que creo que también hacía versos y se llamaba Domenchina" (Baroja, 108)14. Rosa Chacel dedica algunos de sus primeros poemas a Concha Méndez, a María Zambrano o a María Teresa León; ésta nos cuenta anécdotas de Rosa Chacel en Alemania; unas y otras en fin, se conocen y se recuerdan, comparten y les une una experiencia íntima de aquellos años del despertar intelectual español. Las referencias de unas a otras, los amigos comunes, las actividades compartidas, los matrimonios de algunas de ellas con artistas, su participación activa en el Lyceum, incluso las referencias secundarias, -como el que Luis Buñuel le fuera presentado a Concha Méndez por Miguel Catalán, (Ulacia Altolaguirre, 1993: 12), el esposo de Jimena-, indican que se trataba de una sociedad relacionada y a menudo compacta. Todas estas experiencias cuajan de modo especial en el proyecto que dio lugar a la fundación del Lyceum Club. El club nace en 1926 de las inquietudes de un grupo de mujeres entre las que se incluyen María de Maeztu, Ella Palencia, Victoria Kent, Zenobia Camprubí, Amalia Salaverría, Carmen Baroja, y otras hasta cincuenta fundadoras, a inspiración de los Lyceum Club europeos y de otros clubes de mujeres que muchas de ellas habían conocido en Londres. En principio comenzaron a funcionar en los locales de la Residencia de Señoritas de la Institución Libre de Enseñanza, en la calle Miguel Ángel, y más tarde se estableció permanentemente en un edificio de la calle Infantas 31, llamado Casa de las Siete Chimeneas. Sus actividades hasta la guerra civil fueron muchas, desde salón de té a guardería infantil, desde salón de exposiciones y conferencias a biblioteca. En 1939 sus locales fueron entregados a la Falange, que según Carmen Baroja malbarató las instalaciones, en especial la biblioteca. Todas las autoras a las que hemos hecho referencia en las páginas anteriores estuvieron relacionadas con él de uno u otro modo, y todas coinciden en señalar la importancia del mismo. Para María Teresa León fue el inicio de una verdadera unión de las mujeres ilustradas madrileñas: Dentro de mi juventud se han quedado algunos nombres de mujer: María de Maeztu, María Goyri, María Martínez Sierra, María Baeza, Zenobia Camprubí… y hasta una delgadísima pavesa inteligente, sentada en su salón: Doña Blanca de los Ríos. Y otra veterana de la novelística: Concha Espina. Y más a lo lejos, casi fundida en los primeros recuerdos, el ancho rostro de vivaces ojillos arrugados de la Condesa Pardo Bazán… ¡Mujeres de España! Creo que se movían por Madrid sin mucha conexión, sin formar un frente de batalla, salvo algunos lances femenísticos, casi siempre tomados a broma por los imprudentes. Ya había nacido la Residencia de Señoritas, dirigida por María de Maeztu e inaugurado el Instituto Escuela sus clases mixtas, hasta poner los pelos de punta a los reaccionarios mojigatos. Pero las mujeres no encontraron un centro de unión hasta que apareció el Lyceum Club. (León, 1982: 60) Para Concha Méndez fue "sobre todo un centro cultural; tenía bibliotecas y un salón para espectáculos y conferencias" (Ulacia Altolaguirre, 1990: 49). María Martínez Sierra afirma, como María Teresa León, que el Lyceum articuló a las mujeres españolas del momento, junto con la Asociación Femenina de Educación Cívica fueron "hogares de nuestro feminismo" (Martínez Sierra, 1982: 124). La fundación del Lyceum supone para ellas la carta de reconocimiento de su capacidad de actuar, la apertura de un espacio especialmente dirigido por y para ellas y sus capacidades artísticas o intelectuales, de un lugar donde por primera vez pueden organizar una especie de coterie intelectual de mujeres progresistas. El Lyceum no carece sin embargo de críticas, especialmente la que se hace más frecuente y que subraya el carácter de "maridas" de intelectuales de las socias. Así lo critica Díaz Fernández en la parodia del club que elabora en La Venus mecánica; así lo señala también curiosamente Concha Méndez, cuando afirma que al Lyceum "acudían muchas señoras casadas, en su mayoría mujeres de hombres importantes". Entre ellas las esposas de Juan Ramón Jiménez, Zenobia, de Luis Araquistáin, Trudy, de Valentín Zubiarre, Pilar, de Menéndez Pidal, María Goyri, y muchas otras, a las que se achacaba traer como conversación lo que oían en casa a sus selectos maridos: "Yo las llamaba las maridas de sus maridos, porque, como ellos eran hombres cultos, ellas venían a la tertulia a contar lo que habían oído en casa." (Ulacia Altolaguirre, 1990: 49)15. Ha quedado como un tópico frecuente insistir en el lado frívolo del club, sugerir que las mujeres que allí se reunían querían emular, sin sustancia, las tertulias masculinas. Sea como fuere, la importancia que todas ellas dan en sus memorias a la creación del club, y la nómina de sus actividades -conferencias de médicos de renombre en la época como Gonzalo Lafora o Gregorio Marañón, las lecturas poéticas de miembros de la generación del 27 como Lorca o Alberti, sus exposiciones y actividades teatrales, etc. sugieren que el Lyceum fue algo más que un elegante Salón de Té para señoras burguesas. La creciente politización de la vida madrileña a partir de 1931 hizo también mucho por distanciar las posturas frente al club. En este sentido señala Carmen Baroja que ella decidió abandonarlo cuando las fricciones políticas se hicieron demasiado predominantes. En cualquier caso, la participación en el mismo de casi todas las artistas, intelectuales o políticas de distinto signo de la época, sitúa el Lyceum Club como un foro importantísimo de la vida cultural española de los años veinte, y tal vez como el símbolo más llamativo de la irrupción de las mujeres en los espacios públicos. Los testimonios de estas mujeres nos dan cuenta de un mundo en proceso de cambio, atenazado por las contradicciones entre la pervivencia del modelo social decimonónico con el renovado sistema de las libertades contemporáneas, un mundo en el que las más jóvenes tuvieron que luchar por su independencia con, al menos, la posibilidad de alcanzarla. Sus hijas debieron haber heredado una sociedad igualitaria y cada vez menos patriarcal y prejuiciosa, pero lamentablemente heredaron en cambio la involución más lamentable de la situación de la mujer. Notas: 1. También Ernestina de Champourcín hace referencia a la anécdota en una entrevista con José Ángel Ascunce Arrieta en el número especial de Ínsula "Mujeres del 27" (mayo 1993), pero en su caso pone en cuestión la veracidad de la respuesta de Benavente: "Es conocida la anécdota de Jacinto Benavente, que 2. 3. 4. 5. para mí nunca fue real, que se negaba a hablar a tontas y a locas". Rafael Conte por ejemplo, en su introducción a la reedición de Viviana y Merlín, (Madrid: Cátedra, 1997) considera a Jarnés como un firme defensor de la mujer, de él afirma su "esencial feminismo, su admiración por la mujer"(53). López de Abiada descubre en La Venus mecánica de Díaz Fernández, una manifiesta reivindicación de la igualdad con la que el autor "plantea abiertamente el tema de la emancipación de la mujer" (1980: 6). El sadismo con que Jarnés representa muchos de sus personajes, su concepto de mujer como naturaleza, irracionalidad, instinto, desmienten esa idea. La sujeción de la mujer al hombre, la preponderancia del amor como único elemento salvador de la mujer marginada, la idealización de la maternidad, la crítica a la mujer artista o, más tajantemente la abierta oposición de Díaz Fernández al sufragio femenino durante su etapa como diputado en Cortes, rebaten su supuesto 'feminismo'. María Teresa León publica Memoria de la melancolía en 1970, aunque el libro aparece en España por primera vez en 1977. La edición que hemos manejado aquí es la de 1982 (LibroAmigo). Las memorias de Concha Méndez recogidas por su nieta Paloma Ulacia con el título Concha Méndez. Memorias habladas, memorias armadas, se publicaron en 1990 (Mondadori), edición por la que citamos. María Zambrano confiesa haber escrito su Delirio y destino (Los veinte años de una española) a finales de los cincuenta, pero su edición española data de 1989 (Mondadori). En cuanto a Recuerdos de una mujer de la generación del 98, de Carmen Baroja, ni siquiera constituye una obra cerrada sino que se trata de un proyecto inacabado, un manuscrito inédito recientemente publicado por Amparo Hurtado (Tusquets, 1998). Otras obras de referencia, como Una mujer por los caminos de España de María Martínez Sierra, se escribieron ya en la vejez de su autora y con la distancia de los muchos años transcurridos. Sólo se recuperó en edición española en 1989 (Castalia). Otros testimonios comentados provienen de recientes entrevistas o artículos: Ascunce Arrieta (1993b), Checa (1998), Rodríguez Fisher (1993). Ya hemos hablado de la tercera persona en que están escritas las memorias de Zambrano o León, pero también Paloma Ulacia señala las reticencias de su abuela a escribir sus memorias pues durante años se había resentido de "la indiferencia que el exterior, es decir sus contemporáneos y el público en general, tuvieron por su obra poética" (Ulacia Altolaguirre, 1990: 22) Concha Méndez, como también María Teresa León, quedó relegada a "portavoz de la vida de otros" (22), siempre recibiendo gente interesada no en su obra sino en la de los autores del 27. Esta última se sitúa deliberadamente por detrás de la obra de su compañero: "Ahora yo soy la cola del cometa. El va delante. Rafael no ha perdido nunca su luz" (León, 1982: 131). En las memorias de Carmen Baroja llama la atención la constante matización de su amargura, de su queja ante la vida que le ha tocado vivir, con la culpabilidad añadida por no haber sabido ni resignarse ni sobreponerse. Concha Méndez que declara haberse interesado por la pintura como una forma de rebeldía, descubre la poesía de un modo casi físico tras una lectura de García Lorca: (Ulacia Altolaguirre, 1990: 46). María Teresa León publica sus primeras obras con el seudónimo de una heroína de D' Annunzio, Isabel Inghirami: Cuando aquella muchacha escribió su primer artículo, lo firmó: Isabel Inghirami. No se atrevió a poner su nombre. Mejor que tomasen a la autora por una de las estudiantes de verano del Instituto de Burgos. (1982: 81) Ernestina de Champourcín recuerda las reacciones que provocó la publicación de tres poemarios de mujeres en 1926, los de Cristina de Arteaga, María Teresa Roca de Togores y el suyo propio: "Esto pertenece a la chismografía madrileña, pero tiene cierta gracia, sobre todo por su relieve en los cotarros masculinos. Según ellos, aquellos libros no podían ser nuestros: éramos mujeres. (1997: 23)". Rosa Chacel escogió una controvertida voz masculina como narrador de su primera novela, Estación. Ida y vuelta.(1930) que en opinión de Elisabeth Scarlett es una estrategia para camuflar a la escritora (Scarlett, 1991). María Zambrano recuerda las dudas de los comienzos de su carrera, cuando no estaba segura de comprender las clases de filosofía y de estar a la altura de lo que la universidad exigiría de ella. 6. Sidonie Smith señala que la autobiografia es tanto el proceso como el producto de "asignar significado a una serie de experiencias, después de ocurridas, por medio del énfasis, la juxtaposición, el comentario o la omisión (1991: 96). En este sentido, es significativa la importancia que estas escritoras dan en sus memorias a acontecimientos similares de sus vidas. 7. Es curioso que María Zambrano le escribe en una carta desde Cuba, recién abandona la isla por los Altolaguirre, que echa de menos alguna de sus alocadas conversaciones surrealistas: "Pero nos resulta muy extraño que no estéis aquí; en el fondo yo creía que os ibais a Méjico y que os quedabais aquí, al menos para nosotros, que siempre os podría ver y echar un párrafo más o menos disparatado y surrealista con vosotros. Y qué buena falta hace; disparatar ¡que difícil es encontrar con quien!" (En Valender, 1993: 12). En la misma línea, se utiliza el calificativo en la novela de Samuel Ros El hombre de los medios abrazos (1934). A su joven protagonista Boina Azul, una señorita que tras una crisis cambia sus remilgados modales por una conducta imprevisible, sus sorprendidas amigas la llaman surrealista. 'Surrealista' era en la época al parecer sinónimo de alocado, extravagante o fuera de lo normal. 8. Ya hemos hecho referencia a estas dudas o indecisiones de Carmen Baroja, a este ir y venir entre la amargura de una rebeldía inútil y la resignación culpabilizadora. (Vid. supra, nota 3). Carolin Heilbrun recuerda que los análisis de las autobiografías de mujeres que alcanzaron grandes logros en este siglo coinciden en señalar en que a menudo "las mujeres se olvidan de poner énfasis en sus propia importancia […] a pesar de escribir dentro de un género que implica autoaserción y autoexhibición". En su lugar, "las mujeres aceptan totalmente la culpa por cualquier fracaso en sus vidas". (1991: 109) 9. De la nula respuesta que sus cualidades, intereses e iniciativas encontraban en su familia da fe el comentario de su hermano Ricardo Baroja al respecto de la iniciativa teatral El mirlo blanco, que tantos y tan interesantes resultados dio con la participación de muchas de las figuras literarias y teatrales del momento como Cipriano Rivas Cherif, Edgar Neville o Claudio de la Torre (82-88). Lejos de darle importancia, para Ricardo Baroja no fue sino una ocurrencia dominical fruto del aburrimiento, una ligera ocurrencia de mujeres desocupadas: Nos aburríamos. Y pensamos, hágase un teatro. Y, mejor dicho, se le ocurrió a mi hermana y a mi mujer. Yo lo patrociné. ¡Qué remedio, sino aceptar esa ocurrencia de las mujeres que se llaman o que son nuestra hermana y nuestra mujer! (Citado en María Sánchez-Cascado, 1993: 9) 10. La inmovilidad social en materia de educación femenina es manifiesta, pues la educación de estas jóvenes a principios de siglo difiere muy poco de la que recibían las mujeres en el siglo anterior. Cuarenta años antes Emilia Pardo Bazán había asistido a un colegio francés donde apenas aprendió piano, labores y una pátina de urbanidad que -como recuerda en sus Apuntes autobiográficostuvo que completar con lecturas autodidactas y atropelladas. Sobre la educación de Emilia Pardo Bazán, vid. Gómez-Ferrer, 1999:12-17. 11. Por la misma época, 1928, construía Virginia Woolf su feliz y duradera metáfora de la independencia de la mujer artista, esa necesaria "habitación propia". Concha conseguirá huir de casa y embarcarse primero a Inglaterra donde trabajará como profesora de español y traductora; más tarde a Argentina donde subsistió como colaboradora en diversas publicaciones, alcanzando por fin su ansiada independencia, por cierto que con moderado escándalo y sincera preocupación de José Ortega y Gasset que no comprendía que una joven cruzara sola el Atlántico: Recuerdo a Ortega y Gasset, alarmadísimo, porque una mujer sola iba a viajar en un barco de emigrantes rumbo a América. Decía que esperase el momento en el que él fuera enviado a dar unas conferencias para que viajáramos juntos; y ya en Buenos Aires me introduciría en el medio intelectual." (Ulacia Altolaguirre, 1990: 68) 12. María Teresa León relata cómo fueron las primeras clases de su tía María Goyri, una de las primeras doctoras españolas en filosofía: Cuando María Goyri apareció en la puerta de la universidad para dar su primera clase, un portero estaba esperándola. La condujo, ante la sorpresa de los estudiantes, hasta la sala de profesores. Allá el decano de Filosofía y Letras se acercó ceremoniosamente a la muchacha. Señorita , quedará usted aquí hasta la hora de clase. Yo vendré a recogerla. La cerró con llave y se fue a sus ocupaciones. Cuando sonó la campana, el profesor regresó, abrió el encierro y ofreciéndole el brazo la hizo caminar lentamente entre dos filas de estudiantes que entre asombrados e irónicos veían la irrupción de la igualdad de los sexos instalada en la universidad. […] Todo los días se repetía la escena. (León, 1982: 25) Ni que decir tiene que el ritual de su asistencia a clase no favorecía lo más mínimo la normalización de las relaciones entre los sexos. Aunque el derecho a los estudios superiores de las mujeres se había reconocido, de hecho las presiones sociales fueron demasiado fuertes para su plena y normal incorporación. Aún así para María Zambrano la experiencia universitaria hacia 1925 parece haber sido radicalmente diferente. 13. Es curioso observar cuantos de los personajes femeninos de la narrativa vanguardista hacen su primera aparición en la novela con una raqueta de tenis bajo el brazo y hasta qué punto era frecuente la iconografía deportiva como signo de los nuevos tiempos. 14. Por lo demás casi todas las opiniones de Carmen Baroja sobre sus contemporáneos son así de contundentes. Tal vez escribir desde la intimidadd de una difícil publicación le haga más fácil expresarse con tanta sinceridad. Ver sus comentarios sobre Trudy Araquistáin, Margarita Nelken, su propio hermano Pío, Ernesto Giménez Caballero, o Gregorio Marañón y José Ortega y Gasset, estos últimos especialmente jugosos. 15. Tal vez Concha Méndez se exprese en este caso de modo irreflexivo, dejándose infuir por el comentario burlón que se hizo frecuente en la época. De hecho, líneas más abajo declara también que entre las socias del club ella era la única que escribía, lo que no es cierto, puesto que al menos se contaba con la presencia de Ernestina de Champourcín, quien a esa altura había publicado su primer libro de poesía, En silencio… (1926). De que ambas se conocían no cabe duda, e incluso, Méndez le dedicó a Champourcín uno de sus poemas de Canciones de Mar y Tierra (1930). Referencias bibliográficas: Alberti, R. (1998): La arboleda perdida, 1 y 2. Madrid: Alianza. Ascunce Arrieta, J.A. (1993a): "La poesía de Ernestina de Champourcín: entre lo lúdico y lo sagrado." Insula, núm. 557, Mayo 1993. Ascunce Arrieta, J.A.(1993b): "Ernestina de Champourcín a través de sus palabras". Insula, núm. 557, Mayo 1993. Ayala, F (1991): Recuerdos y olvidos. Madrid, Alianza Editorial Baroja y Nessi, C. 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Ha sido lectora de español en Brown University (Providence, RI, USA) y ha impartido cursos de literatura española en la Universidad de la Experiencia (Valencia) y la Agencia Española de Cooperación Internacional (Madrid). Ha participado en varios proyectos de investigación como "Escritura e imágenes de la mujer, de fin de siglo a fin de siglo" del Dpto. de Filología Española de la U. de Valencia, o "Edición de las Obras Completas de Max Aub" que financia la Diputación de Valencia. Fue finalista en el "IX Premio Ana María Matute de Narrativa de Mujeres", convocado por la editorial Torremozas en 1996, con el relato "Amelia Rosales", publicado en la colección "Ellas también cuentan" de esa editorial, y ganadora del IX Premio de Investigación Isidra de Guzmán, Alcalá de Henares, 2001. © Marcia Castillo-Martín 2001 Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid El URL de este documento es http://www.ucm.es/info/especulo/numero17/memor_20.html Kalakorikos, 14. 2009, p.: 57-79 MUJER, SOCIEDAD Y COSTUMBRES: LOS FELICES “AÑOS VEINTE”, UNA OPINIÓN SINGULAR por Mª Antonia San Felipe Adán* Resumen Este artículo nos acerca a diversos aspectos de la vida de las mujeres relacionados con los usos y costumbres dominantes, el acceso a la educación y al trabajo como forma de enmarcar el pensamiento de Fidel García, obispo de Calahorra, en relación a las mujeres y a los cambios que los “años veinte” del pasado siglo introdujeron en el complicado terreno de la emancipación de la mujer. Palabras clave: Mujeres, costumbres, educación, empleo, sor Juana Inés de la Cruz, Victor Margueritte, Fidel García, obispo de Calahorra. Abstract This article gives us a different aspect of life of women related to prevailing customs, access to education and work as a way to frame the thinking of Fidel Garcia, bishop of Calahorra, in relation to women and changes that the "twenties" of the past century introduced into the complicated terrain of the emancipation of women. Keywords: Women, customs, education, employment, sister Juana Inés de la Cruz, Victor Margueritte, Fidel García, Calahorra bishop. 1.- Mujeres sin derechos: costumbres y usos sociales Durante años la historia se escribió contando sólo la vida de la élite dirigente de las naciones, sin embargo, la evolución de la historiografía hace tiempo que introdujo como objeto de estudio la historia social, el concepto de vida privada y sus variantes culturales, los usos y costumbres dominantes en cada época y más recientemente la profundización en lo que pudiéramos denominar “la historia de las mujeres”. Resulta indudable que estos nuevos enfoques han enriquecido el resultado final * Licenciada en Geografía e Historia por la Universidad de Zaragoza, Diplomada en Estudios Avanzados en Historia Contemporánea por la Universidad de La Rioja e Investigadora Agregada del Instituto de Estudios Riojanos. KALAKORIKOS. — 14 57 Mª Antonia San Felipe Adán de los estudios históricos ya que la evolución de la metodología historiográfica ha conseguido acercarnos cada vez de forma más exhaustiva y certera a la verdadera historia del mundo y, a través de ella, al conocimiento del tiempo presente. En este caso, este artículo no tiene más pretensión que acercar al lector a algunos aspectos que tienen que ver con diversos matices de la sociedad de los conocidos como “años veinte” del pasado siglo y en concreto con aspectos relacionados con la educación de la mujer y con la asignación de determinados roles sociales que menoscababan su libertad. Para ello, recurriré a algunas fuentes que sitúan perfectamente el contexto histórico y la realidad social de la que hablamos y, también, a una opinión destacada, por la importancia del personaje que la ofrece. Opinión que considero relevante y, a la vez, singular por provenir de un miembro de la jerarquía eclesiástica. Como no podemos obviar que la literatura es también una fuente historiográfica que describe atinadamente y con detalle la época en que inspira su relato comenzaremos con un poema que describe de forma certera una realidad sobre el amor, el cortejo y la relación entre hombres y mujeres del siglo XVII. Su fecha no debe confundirnos puesto que todavía hoy tiene vigencia su contenido en algunas sociedades y en las formas tradicionales de enjuiciar el comportamiento del hombre y de la mujer a la luz de las costumbres dominantes heredadas desde los albores de la historia. A través de los siglos hemos visto el diferente papel que hombres y mujeres han desempeñado en la sociedad de cada época. No obstante, en materia de amor el hombre tiene un papel preeminente y la mujer carece de derechos aunque atesora una larga lista de deberes entre los que destacan el de la obediencia y el del sometimiento, cualquier acción considerada como “liviandad” por el hombre la condenaba para siempre y en esa reprobación social se le acababan las posibilidades de futuro. En cuanto a los usos amorosos a través de esta desigual historia resulta evidente en la propia literatura cómo “la capacidad de conquista” del varón era un mérito ensalzado por el resto de hombres de igual manera que para “la conquistada”, el resultado de la misma relación, se convertía en un demérito de difícil reparación social. Así de claro lo expresa Sor Juana Inés en este poema: Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis: 58 KALAKORIKOS. — 14 Mujer, sociedad y costumbres si con ansia sin igual solicitáis su desdén, ¿porque queréis que obren bien si las incitáis al mal? Combatís su resistencia y luego, con gravedad, decís que fue liviandad lo que hizo la diligencia. Parecer quiere el denuedo de vuestro parecer loco, al niño que pone el coco y luego le tiene miedo. Queréis, con presunción necia, hallar a la que buscáis, para pretendida, Thais, y en la posesión, Lucrecia. ¿Qué humor puede ser más raro que el que, falto de consejo, el mismo empaña el espejo, y siente que no esté claro? Con el favor y el desdén tenéis condición igual quejándoos, si os tratan mal, burlándoos, si os quieren bien. Opinión, ninguna gana; pues la que más se recata, si no os admite, es ingrata, y si os admite, es liviana. Siempre tan necios andáis que, con desigual nivel, a una culpáis por cruel y a otra por fácil culpáis. ¿Pues como ha de estar templada la que vuestro amor pretende, KALAKORIKOS. — 14 59 Mª Antonia San Felipe Adán si la que es ingrata, ofende, y la que es fácil, enfada? Más, entre el enfado y pena que vuestro gusto refiere, bien haya la que no os quiere y quejaos en hora buena. Dan vuestras amantes penas a sus libertades alas, y después de hacerlas malas las queréis hallar muy buenas. ¿Cuál mayor culpa ha tenido en una pasión errada: la que cae de rogada o el que ruega de caído? ¿O cuál es más de culpar, aunque cualquiera mal haga: la que peca por la paga, o el que paga por pecar? Pues, ¿para qué os espantáis de la culpa que tenéis? Queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis. Dejad de solicitar, y después, con más razón, acusaréis la afición de la que os fuere a rogar. Bien con muchas armas fundo que lidia vuestra arrogancia, pues en promesa e instancia juntáis diablo, carne y mundo1. 1. JUANA INÉS DE LA CRUZ, SOR, Lírica, p. 237-238. 60 KALAKORIKOS. — 14 Mujer, sociedad y costumbres Este bello poema escrito, como saben, en el siglo XVII por Juana de Asbaje y Rodríguez de Santillana, más conocida por Sor Juana Inés de la Cruz, nos acerca a ritmo de redondilla al núcleo y a las claves de uno de los múltiples problemas a los que ha tenido que sobreponerse la mujer a lo largo del tiempo: la contraposición, muchas veces excluyente, entre el amor y la moral, los sentimientos y las buenas costumbres. Lám. 1.- Sor Juana Inés de la Cruz Esa tradición, esos usos imperantes impuestos a lo largo de los siglos por el poder y la religión puede que hoy, a la luz del siglo XXI, la evidente denuncia que apunta el poema de Sor Juana Inés parezca exagerada pero no lo es. En lo que denominamos habitualmente el ámbito de la civilización occidental las conquistas sociales de la mujer han sido de tal dimensión que se olvida, con frecuencia, el punto de partida en la Historia de las Mujeres. Sirve de ejemplo palpable y evidente la lucha que hoy mismo protagonizan las mujeres de los países árabes contra la interpretación que de la religión islámica hacen los hombres y que ha inspirado la tradición y las costumbres para recluirlas en un lugar inferior en la estructura social. En esas naciones la evolución política está todavía anclada en sistemas de gobiernos de apariencia democrática pero claramente autoritarios. En sus formas de gobernar y en el espíritu que inspira sus cuerpos legales la religión islámica, con una aplicación retrógrada, restringe libertades básicas que afectan no sólo a los derechos de la mujer sino incluso a los derechos de las personas, hoy recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos que cumple su sesenta aniversario precisamente este año. KALAKORIKOS. — 14 61 Mª Antonia San Felipe Adán Siguiendo con el poema, diremos que Sor Juana Inés de la Cruz decidió ser religiosa “…porque para la total negación que tenía para el matrimonio, era lo más decente que podía elegir en materia de salvación”. Esa fue su forma de rebeldía para tomar poder tomar por sí misma una decisión. De no haberlo hecho Juana de Asbaje, de cuna señorial, hubiera sido simplemente esposa de un noble y no hubiera podido dedicar su vida a lo que realmente le estimulaba: el estudio y el afán de conocimiento. Dicho así resulta sencillo y sugerente pero fue un destino vital al que muchas mujeres hubieron de renunciar, ya que “puesto que la obediencia y la castidad eran las cualidades principales de una esposa, la educación de la joven se centraba en la supresión de lo que los eruditos varones consideraban aspectos negativos de la naturaleza femenina. En esto los humanistas diferenciaban tajantemente la educación de los muchachos y las muchachas”2. Se refieren Anderson y Zinsser, con esa opinión, a los tratados de Tomás Moro, Juan Luis Vives o el propio Erasmo que perfilaron en sus escritos las funciones de la esposa. Erasmo resumió básicamente todo en una obligación primordial: “complacer a su marido”, a su “león”3, ese era el principal objeto y la única misión de la desposada. La conducta de la mujer, sobre todo su conducta sexual, causaba el honor o el deshonor de la familia, en aquella época. Juan Luis Vives resume el ideal de conducta: “en lo que respecta a la mujer, ésta no tiene que ocuparse de otra cosa que no sea su honestidad y castidad”. Como el cuerpo de la mujer pertenecía al marido, según señala el Evangelio, las consecuencias que la infidelidad, falsa o cierta, causaba socialmente resultaban irreparable. El cortesano Castiglione, en el siglo XVI, con gran cinismo, se refería a lo que la realidad de los comentarios malintencionados significaba para la mujer, era «tan gran oprobio y vergüenza que cualquier mujer, una vez se haya hablado mal de ella, queda manchada para siempre, tanto si lo dicho es una calumnia como si no». La doble moral era tal que Castiglione que condenaba a las mujeres ante la sola sospecha excusaba sin embargo a los hombres porque: «Nosotros mismos hemos establecido la norma de que una vida disoluta en nosotros no es un vicio, o una falta, o una deshonra». El propio Michel de Montaigne, el ensayista francés de educación más liberal y gran humanista, va más a allá al afirmar: 2. ANDERSON, Bonnie S. y ZINSSER, Judith P. Historia de las mujeres: una historia propia, v. 2, p. 49. 3. Ibid., v. 2, p. 47 62 KALAKORIKOS. — 14 Mujer, sociedad y costumbres Apenas si hay uno entre nosotros que no tema más la vergüenza que cae sobre él por los vicios de su esposa que por los suyos propios…; que no prefiera ser un ladrón o un blasfemo y que su mujer fuera una asesina y hereje, a que ella fuese menos casta que su marido4. Lo anterior ejemplifica claramente al argumento del poema. Lo que en la mujer es un agravio que puede acabar con su reputación en el hombre es motivo de orgullo para exponerlo en sus tertulias. Ésta es en resumen la denuncia que el poema pone en evidencia y que se sintetiza en la constatación de que la mujer no puede dejarse llevar por sus sentimientos, ni mucho menos por su pasión porque al hacerlo caería en el terrible saco sin fondo de las mujeres de costumbres livianas que la sociedad durante siglos ha excluido de los círculos de la moral imperante. Para mayor abundamiento en lo relatado nos aproximaremos a esta realidad a través de un hecho, que sin duda fue terrible para las mujeres protagonistas (madre e hija), ocurrido a finales del siglo XIX entre Calahorra y Enciso. Aunque la historia comenzó nueve meses antes, sabemos que fue a las 10 horas del 5 de octubre de 1884 cuando el Alcalde Constitucional del municipio de Enciso compareció ante D. Anselmo de Córdova, Juez de Paz y el Secretario judicial a fin de proceder a la inscripción en el registro de una niña recién nacida. El documento que obra en el Juzgado de Paz de Enciso explica las circunstancias del alumbramiento de la niña: Que dicha niña ha nacido a las doce menos cuarto de la noche anterior en esta población. Que dicha niña procede de una joven que el declarante sustrajo de miradas del público para evitar el escándalo y mal ejemplo y la depositó en poder de persona timorata y caritativa que guardará el secreto precaviendo de esta manera el aborto o infanticidio a que pudiera propender la joven por su resto de pudor5. El propio documento en su literalidad es elocuente respecto de lo acaecido. Se trata indudablemente de una niña nacida de madre soltera que fue ocultada durante su embarazo por persona “timorata y caritativa” hasta el desenlace: el alumbramiento de su hija. No sabemos qué sería del futuro de la madre, pero podemos afirmar sin temor a equivocarnos que sería una vida dura a partir de entonces, separada de su hija y posiblemente “empujada caritativamente” a marcharse del 4. Las citas de Castiglione y de Montaigne están tomadas de ANDERSON, Bonnie S. y ZINSSER, Judith P. Op. cit., v. 2, p. 48-49. 5. Registro Civil de Enciso. Libro registro de nacimientos. Tomo 7, fol. 36, secc. 1ª. Agradezco a Mª Ángeles Gómez que me facilitara este documento. KALAKORIKOS. — 14 63 Mª Antonia San Felipe Adán municipio. Del padre, protagonista indiscutiblemente necesario para su procreación nada sabemos, pero a buen seguro continuó con su vida. Así la niña, de cuyo padre nada se sabe porque nada quiso saber de esa recién nacida fue salvada por alguien que celosamente guardó, por temor de Dios y por caridad, el secreto de su concepción y que fue depositada en una cesta en la puerta de la iglesia. La mujer “liviana” a los ojos del declarante, es decir del Alcalde, había sido apartada del mundo para que no cundiera el mal ejemplo. Nada se dice del hombre, del padre de la niña, en el Acta de nacimiento. En el documento no se explica si fue causa de escándalo o de mal ejemplo el comportamiento paterno, no eran épocas para juzgar los actos de los hombres. Era probablemente un hombre casado y con seguridad en el pequeño municipio la noticia corrió “en voz baja y con sigilo” de puerta en puerta. Que fue un secreto a voces lo acredita el libro que José Maria Solano Antoñanzas, escribió sobre el Valle del Cidacos. Al hablar del origen en Calahorra del apellido Estrella6, este fue el apellido que se puso a la niña recién nacida, se refiere con cierto detalle a esta peculiar historia. De lo relatado por Solano puede deducirse la relación sentimental entre el Alcalde Constitucional de Enciso y una maestra madrileña de la que nació la niña. Fue la mujer del Alcalde la que la recogió y cuidó hasta los 9 años en que su marido la echó de su casa, una vez fallecida la benevolente esposa. Este hecho, uno de los múltiples sucesos de la época, sirve de útil ejemplo para acercarnos a la comprensión del entorno social de finales del siglo XIX en el que los matrimonios de conveniencia eran la forma habitual para la formación de la familia tradicional. En esos acuerdos entre familias, es sabido que 6. Esto nos cuenta SOLANO ANTOÑANZAS, José María, El Valle del Cidacos (Cuenca del Ebro), v. II, p. 160. “El apellido Estrella que hay en Calahorra procede de Enciso, del s. XIX cuando nació Rosario, la llevaron con una cesta a la Iglesia, al parecer la recogió la mujer del Sr. alcalde, que no tenía hijos, que la crió hasta los 9 años. Y las leyendas de los pueblos tienen su picaresca, que una de ellas decía: Que era hija de una maestra de Madrid, que si estuvo en Enciso de maestra o no, que si tenía amistad con el Sr. alcalde; las historias abundaban para todos los gustos, hasta que al fin el alcalde y su mujer que la recogió en la puerta de la iglesia y que le pusieron por nombre: Rosario Estrella Expósito; la discordia se formó en la casa de la mujer del alcalde: ¿Quien la recogió? estaba claro, ¿pero a quién echó la simiente? era más difícil, y en qué huerto, si en el de Madrid o de Enciso; el alcalde se lavó las manos y despachó de casa a Rosario, la ahijada, así se quiso resolver el problema tan acalorado. tan simple que era, Rosario, con sus 9 años bajó a trabajar a casa de D. Pepe de Abajo, un buen médico da Calahorra, en dicha casa hizo la Comunión y salió de allí para casarse con su novio: Narciso Medel, el Patuca; y aquí vivieron en el Trujal del Carmen, tuvo varios hijos, entre ellos Pº, que se casó con Piedad Lorente (hija del Lorentillo), éste último matrimonio tuvo dos hijos: Fortunato y (63) Milagros Medel Lorente, casada con (68) Abel Sopeña Alonso que tuvieron una fábrica de conservas. De esta forma llegó el apellido ESTRELLA a Calahorra, con Dª Rosario Estrella Expósito, era buena persona, y últimamente vivió en la C/ del Palacio de Calahorra, y D. Pepe de Abajo vivió algunos años en la C/ de la Estrella de Ch ..” 64 KALAKORIKOS. — 14 Mujer, sociedad y costumbres la opinión de la mujer era irrelevante respecto de la decisión última. No es extraño que Karen Horney, que años más tarde ejercería su profesión como decana en el Instituto Estadounidense de Psicoanálisis y como profesora en el Medical College de Nueva York, escribiera a sus diecisiete años en su diario en el año de 1903: El amanecer de una nueva época está llegando. Una joven que se entrega a un hombre en amor libre está moralmente por encima de la mujer que, por razones económicas o por el deseo de tener una casa, se casa con un hombre al que no ama… Quizá habrá en la próxima generación un número mayor de mujeres que serán madres, verdaderas madres de unos hijos que serán los hijos del amor7. 2.- Los felices años veinte: La Garçonne y el Obispo de Calahorra Efectivamente una nueva época estaba por llegar ya que será el siglo XX, el período de la historia en el que la mujer conseguirá los mayores avances en el reconocimiento de sus derechos. Es a partir de la Primera Guerra mundial cuando los avances iniciados por los movimientos feministas de finales del siglo XIX experimentarán un incremento imparable. Las mujeres debieron sustituir a los hombres en muchos de los trabajos realizados por ellos y que eran de su exclusiva incumbencia. Este hecho inició un movimiento de reconocimiento del papel de la mujer en el mundo laboral, superando el prejuicio difundido durante el siglo anterior, de que el trabajo realizado por mujeres era un trabajo poco cualificado pues hasta ellas podían ejercerlo. Como explican las historiadoras Anderson y Zinsser, “la entrada de las mujeres en un oficio era señal de que el oficio se estaba degradando, y esto no cambió con el crecimiento de las ciudades ni con la industrialización”8. En este marco, las iglesias cristianas, en sus diferentes variantes según los países, se mostraban reacias a la introducción de cambios en el papel de la mujer y en su visión respecto del matrimonio porque al hacerlo podía ponerse en peligro la institución de la familia tradicional. Por ello, en España, que iba con retraso no sólo en el desarrollo de la industrialización sino también en el movimiento feminista, no es de extrañar que la Iglesia católica tuviera un papel determinante en la 7. ANDERSON, Bonnie S. y ZINSSER, Judith P. Op. cit., v. 2, p. 234. 8. Ibid., v. 2, p. 285. KALAKORIKOS. — 14 65 Mª Antonia San Felipe Adán elección del matrimonio como única salida de la mujer española para la que había sido educada de forma especial. A este hecho contribuyó el peso que la Iglesia católica ha tenido, desde siempre, en la educación en España y que ha marcado a las sucesivas generaciones a lo largo de la historia. Resulta evidente que, en un estado en el que la religión oficial era la católica, derivara en que ésta se convirtiera en determinante de los aspectos morales del sistema educativo. En 1783, Carlos III estableció por Real Cédula las escuelas de niñas en España, “…la formación que se propone era distinta para los niños que para las niñas. Mientras a los primeros se les enseñaba a leer, escribir y contar y Gramática…además de los rezos y el catecismo, a las niñas se les enseñaba tan sólo rezos y labores, desde las más sencillas, como la faja y la calceta, hasta las más difíciles, como los encajes y bordados”9 y será al finalizar el siglo cuando comenzarían a enseñar a leer solamente «a las que lo pedían». El debate sobre la conveniencia de educar a las mujeres quedó abierto y figuras como Feijóo o Jovellanos consideraron que al asignar a las mujeres solamente unos oficios y unos papeles se les privaba de poder demostrar que eran capaces de hacer otras cosas. Fray Benito Feijóo respecto de las críticas a la capacidad de la mujer para otras tareas explícitamente expone que «estos discursos contra las mujeres son de hombres superficiales. Ven que por lo común no saben sino aquellos oficios caseros a que están destinadas y de aquí infieren…que no son capaces de otra cosa»10. A la falta de formación para otras tareas que las estrictamente femeninas se unía el peso de las continuas críticas que al trabajo de la mujer fuera del ámbito del hogar se producían. Con el apoyo explícito de la iglesia se favorecían corrientes de opinión para que el trabajo femenino fuera mal visto o percibido como una desgracia a la que conducía la pobreza. Por tanto, serán el peso de la tradición y de la religión los que en España llevarán a la mujer a encaminar su vida hacia el único destino que socialmente se aceptaba: el matrimonio. No obstante esta decisión en opinión de Mary Nash, se toma no sólo como única salida para la mujer sino que también influyen motivos económicos del hombre para mejorar su posición social con la obtención de la dote. Según Nash: 9. Ibid. p. 613. 10. Ibid., p. 615 66 KALAKORIKOS. — 14 Mujer, sociedad y costumbres Hombres y mujeres no se casarían, por amor o con el objetivo de procrear, sino por razones económicas. La mujer se vería impulsada a contraer matrimonio para establecer su seguridad económica. Mal visto aún en casi todos los sectores de la sociedad, el trabajo asalariado femenino sigue considerándose como recurso último frente a la penuria, y en cualquier caso como algo transitorio hasta la consecución de un marido. Así, la falta de recursos económicos de la mujer le hace considerar el matrimonio como única opción suya, como única manera de garantizar su futuro bienestar económico. Pero la evaluación económica de un matrimonio no es prerrogativa exclusiva de la mujer, el hombre también busca un fortalecimiento de su posición económica con la aportación de la dotes, costumbre arraigada desde hace siglos y cuya normativa legal se estipula con minuciosidad en el Código Civil de 1889. Además, el matrimonio por conveniencia tiene que considerarse no sólo desde la óptica de los contrayentes, sino desde la perspectiva de las familias implicadas11. Resumiendo, en España se unen varios factores para mantener la reclusión de la mujer en el ámbito doméstico. El hecho de que el proceso de industrialización hubiera sido más tardío que el de otros países y que se hiciera además de forma desigual en los diferentes territorios, (no se industrializó igual Andalucía que Cataluña), influyó de forma decisiva en la situación laboral de la mujer en España. Como consecuencia de estos factores su incorporación al proceso productivo se desfasa respecto de otros países europeos más desarrollados. Lo anterior derivará indefectiblemente en un menor desarrollo de la conciencia feminista en España ya que los movimientos en favor de la igualdad de derechos constituyen un fenómeno más urbano que rural. Las grandes ciudades desarrollan círculos de pensamiento más abiertos y fueron el germen de los movimientos de liberación de la mujer. Teniendo en cuenta que el asociacionismo de las sufragistas y feministas, en general, surgió en el resto de Europa y América precisamente de los ámbitos de las clases medias y de las mujeres asalariadas, se puede afirmar con Nash que: En España, el debate en torno al acceso femenino al trabajo asalariado apenas sufre cambios con el transcurso del tiempo. La postura conservadora y de la Iglesia parten de la base de una rígida división de esferas, considerando la incursión de la mujer en el ámbito laboral como antinatural y una desvirtuación de su sublime misión de madre y «ángel del Hogar». En base a la división del trabajo establecido por Dios en el Jardín del Edén, el hombre, como Adán, tiene que trabajar y man11. NASH, Mary, Mujer, familia y trabajo en España (1875-1936), p. 22-23. KALAKORIKOS. — 14 67 Mª Antonia San Felipe Adán tener la familia, mientras que la mujer, igual que Eva tiene que «parir con dolor» y cuidar a sus hijos. Esta hostilidad hacia la incorporación de la mujer al trabajo perdura aún hasta bien entrado el siglo XX. La anatemización extradoméstica se debe al peligro que representa para la institución familiar, como declara en 1936, Joan Gaya, el cual afirma que dicho trabajo de la mujer significa la subversión del orden fundamental de la familia ya que, al alcanzar su independencia económica, la autoridad pasa a la mujer en detrimento de la dignidad del marido12. En este marco histórico descrito resultan peculiares las opiniones expresadas por el obispo de Calahorra Fidel García Martínez, recién preconizado obispo, respecto de la educación de la mujer y sobre la institución del matrimonio como forma de vida natural de la mujer. En 1921, unos meses antes de llegar a la diócesis calagurritana para hacerse cargo de la Administración Apostólica de la misma, Fidel García desempeñaba en Palencia su cargo de Vicario y Gobernador eclesiástico de la diócesis palentina. En su destino en Palencia, el recién nombrado obispo se había destacado por su compromiso con el sindicalismo católico agrario que, en el marco de la encíclica Rerum Novarum de León XIII, desarrollaba un movimiento social mixto, en el que militaban tanto grandes como pequeños propietarios agrícolas. El sindicalismo católico agrario tenía por objeto las mejoras sociales del campo, pero al contrario que los sindicatos de clase, promueve el sometimiento al orden establecido que no trata de subvertir el orden social ni tampoco el orden político. Precisamente la subversión del orden social era el riesgo que se corría al impulsar el feminismo, de ahí el apoyo de los sectores más conservadores y del catolicismo imperante a mantener, sin cambio alguno, el papel de la mujer en los ámbitos tradicionales de su actuación, es decir, en el hogar. Probablemente para entonces, primer cuarto del siglo XX, ya nadie dudaba de la capacidad intelectual de la mujer, Marie Curie había obtenido el premio Nobel de Física en 1903 o Emilia Pardo Bazán había escrito gran parte de su obra, pero estos ejemplos, estas personalidades singulares, por lo poco habituales, se consideraba que no ponían todavía en riesgo la estructura social. Por lo expuesto resulta bastante llamativo que un hombre como Fidel García, educado según la Ratio studiorum por los jesuitas en Comillas, en un ámbito tradicional y poco propenso a los cambios, pronunciara el 4 de febrero de 1921, 12. La cita de Nash recoge en su texto las referencias textuales, en cursiva, de Escartín y Lartiga y de Civera i Sormaní, tomado de NASH, Mary. Op. cit., p. 44-45. 68 KALAKORIKOS. — 14 Mujer, sociedad y costumbres en el salón de actos de los Sindicatos Católicos de Palencia, una conferencia cuyo contenido resulta, cuando menos, sorprendente. Según cuentan los periódicos el discurso fue ofrecido a “las damas y obreras palentinas”, por el recién preconizado obispo y su contenido es inusual para la época. Según, El Día de Palencia comenzó como relata el redactor del periódico: “exponiendo las diferencias que existen entre el hombre y la mujer; no existe supremacía de aquel sobre ésta, sino distintas cualidades; es verdad que Dios concedió al hombre la autoridad, pero dio a la mujer el sentimiento y el amor”13. Esta afirmación reconoce la “autoridad” otorgada al hombre, algo propio de una institución como la Iglesia católica totalmente jerarquizada y que reproduce ese esquema en todos los ámbitos de su actuación y cuya actitud surge como fruto de la aplicación literal de la 1ª Carta a los Efesios, en la que San Pablo recomienda: “Las mujeres sométanse a los propios maridos como al Señor. […] Pues bien, como la Iglesia está sometida a Cristo, así también las mujeres a sus maridos”14. Sin embargo las palabras del obispo consideran que no existe supremacía del hombre sobre la mujer, en definitiva no existe sumisión en el sentido más humillante del término que es como literalmente era aplicado. A mi juicio, sus afirmaciones, aunque resulten tímidas, para no contrariar la ortodoxia, pero sitúan ya en planos de igualdad al hombre y a la mujer, un equilibrio más equivalente entre ambos sexos, algo poco corriente en la época que describimos. Esta tenue afirmación de igualdad no sería, sin embargo, objeto de análisis en este artículo si no fuera acompañada de las afirmaciones mucho más rotundas respecto de la educación de la mujer. Fidel García en su discurso exponía al auditorio de mujeres que le escuchaba y, en particular, a las madres las obligaciones que tienen respecto de la educación de sus hijas: Aconseja a las madres de familia ejecuten su acción en el hogar y procuren hacer de sus hijas mujeres capacitadas y libres, aptas para ganarse la vida y ejecutar sus derechos15. La formulación ideológica de que deben formarse mujeres “capaces y libres”, en una época de celoso proteccionismo de la mujer, debió resultar novedosa ante un auditorio que habitualmente era instruido en las buenas costumbres y la moralidad 13. El Día de Palencia, 5 de febrero de 1921, nº 9.931, p. 2. 14. Efesios, 1,5-22. 15. El Día de Palencia, 5 de febrero de 1921, nº 9.931, p. 2. La cursiva es mía. KALAKORIKOS. — 14 69 Mª Antonia San Felipe Adán pública. Incluso hoy, al analizar su discurso, resulta de enorme interés comprobar la absoluta modernidad que sus afirmaciones reflejan. Todo ello es clara muestra de que, pese a ser un eclesiástico formado en una educación tradicional dentro del ámbito de la Iglesia católica, supo ver, como en la cita del padre Feijóo en líneas precedentes, que algo estaba cambiando irremisiblemente en la sociedad española. El lugar en el que expone su discurso, dentro de las organizaciones del catolicismo social del momento y en una zona eminentemente rural como Palencia son muestra inequívoca de la visión de futuro de este obispo. Por otro lado, en el ambiente social palentino como el riojano de ese momento, con niveles económicos semejantes, no se concebía para la mujer otra forma de desarrollo personal que no fuera el hogar, primero junto a los padres y después junto a su marido. Esto constituía, sin duda, el elemento básico de las enseñanzas tradicionales en aquella época. Lám. 2.- Portada de la edición española del libro de Victor Margueritte, La Garçonne. Comparemos las palabras de Fidel García con las de Victor Margueritte, el autor de La Garçonne, que habla del despertar de la mujer como de una revolución moral propia del siglo que el hombre no puede reprochar, cuando afirma: 70 KALAKORIKOS. — 14 Mujer, sociedad y costumbres ¿Qué es, en efecto, una revolución, sea moral, política o social? Ya lo dije en otro lugar: Una reacción de la energía contra la opresión de injustas fuerzas. La mujer, prisionera desde siglos ha, esclava acostumbrada a la resignación y a la sombra, titubea en el umbral, súbitamente abierto, de la luz y de la libertad. Consecuencia de repentinas emancipaciones. ¿Reprochárselas? Sería, por parte del hombre, un singular abuso. La independencia es un hábito como cualquier otro. No podemos adaptamos a ella sino a la larga. ¿El progreso? Un perpetuo aprendizaje16. Como digo, si comparamos las afirmaciones de ambos concluiremos que había hombres firmes defensores de la necesidad de emancipación de la mujer “prisionera desde siglos”, sin embargo, los que así pensaban eran minoría y los que lo hacían con el apasionamiento de Margueritte todavía eran más escasos en su número. Victor Margueritte en su alegato feminista era muy claro, había que equiparar a las mujeres y a los hombres tanto en la costumbre como en la leyes, este era el camino no sólo legal sino moral para frenar la degradación social. El afirmaba apasionadamente: Soy partidario del bisturí brutal, que pone el mal al descubierto. La inmoralidad no está en las palabras, sino en las costumbres.[…] demos a nuestras hijas y a nuestras mujeres, en el uso como en la ley; demos a todas las madres, aun a las naturales, las libertades de las que no se concibe que el hombre se reserve despóticamente el monopolio. Y así habrá menos concupiscencia. El instinto de sabiduría, de fidelidad, de bondad; la sed de justicia innata en la mayor parte de las almas femeninas, se abrirán así más libremente, para mayor gloria de la moral sexual, inseparable de la moralidad humana17. Por ello, insisto, aunque Margueritte y Fidel García no tenían iguales concepciones de la vida si tenían en común la convicción de que el papel de la mujer debía ir más allá del que tradicionalmente se le había asignado. Por otro lado, Fidel García que reivindicaba una educación que hiciera mujeres “capacitadas y libres” criticaba, sin embargo, las preocupaciones que sentían las jóvenes por los dictados de la moda, pero sobre todo, porque las distraía de pensar en sus derechos: En párrafos de gran elocuencia exclama: ¿creéis que son capaces de derechos esas cabecitas que no piensan más que en el modo de ponerse el sombrero, en el color de moda del vestido, en la forma del escote y en otras pequeñeces por el estilo?... Por 16. MARGUERITTE, Victor, La Garzona, p. 8. La cursiva es del original de la publicación. 17. MARGUERITTE, Victor, La Garzona,…p. 9. KALAKORIKOS. — 14 71 Mª Antonia San Felipe Adán dignidad de la mujer, por decoro nacional hay que terminar con todas esas tonterías; es preciso rescatar a la mujer de la tiranía de la moda18. Esta referencia a la moda evidencia también que el obispo era consciente de las nuevas tendencias que imperaban en Europa y también en España, aunque lo veía como algo negativo y no alcanzaba a comprender que también la moda era un elemento liberalizador en el ámbito femenino. En los conocidos como “felices años veinte” la moda se convirtió en un elemento determinante en relación a la imagen de la nueva mujer que estaba creciendo con el nuevo siglo. La evolución de cualquier elemento, como por ejemplo “el sombrero”, al que se refiere el obispo eran síntomas de una u otra tendencia de la modernidad o conservadurismo de la mujer que lo lucía, por ello, como señalan Serrano y Salaün: El accesorio más determinante para comprender la época es el sombrero: se pasa de las pamelas, de los tocados profundos con airones, nudos, alas y plumas, al diminuto «bibi», sombrero de campana o gorra que se lleva con pelo corto, «a la garzona», después de la traducción de la novela de Víctor Margueritte por Antonio de Vergara, […] En el número 2 de Elegancias, Carmen de Burgos explica el alcance simbólico de estos cambios, en un artículo titulado «Signos de Libertad»: «la moda de los cabellos cortados en melena puede tomarse como símbolo de la libertad de la mujer», porque «la cabellera corta, que se puede lavar en pocos minutos es la que corresponde […] a una mujer emancipada, ya que por emancipación se entiende el conquistar su derecho al trabajo»19. Tras la Gran Guerra, como se ha explicado, muchas cosas cambian en el mundo femenino y la moda es uno de ellos, las faldas se acortan y se liberan muchos objetos del vestuario. La moda inunda también periódicos y revistas y se populariza un cambio que, aunque no llega a todos los ámbitos de la sociedad ni a todas las clases sociales, comienza a ser objeto de preocupación de las mujeres. Así resume la situación Serrano: La moda de los años veinte «revoluciona» el vestido, liberando el cuerpo de las trabas de los corsés, de las enaguas almidonadas que se arrastran por el lodo de las calles mal adoquinadas. Se santiguan los censores al ver cuán impúdicamente van subiendo los vestidos hacia las rodillas […] El 22 de enero de 1920, un diario muy 18. El Día de Palencia, 5 de febrero de 1921, nº 9.931, p. 2. La cursiva es mía. 19. SERRANO, Carlos y SALAÜN, Serge. Los felices años veinte: España, crisis y modernidad, p. 162. 72 KALAKORIKOS. — 14 Mujer, sociedad y costumbres serio, La Correspondencia de España, lanza una nueva sección: «La moda al día», para las lectoras, que rebosa de informaciones y consejos sobre perfumes, cuidados de belleza, higiene. El cuerpo de la mujer, su casa y su interior se convierten en el centro de sus preocupaciones. Las revistas de moda insisten, en particular, sobre los cuidados corporales y el aseo del cuerpo…20. Lám. 3.-Portada de revista de 1925 con la moda del peinado del momento Sin duda, el joven obispo es consciente de ello pero también del riego que se corre al preocuparse en exceso de la apariencia en vez de poner el interés en la formación de la persona. A ello se unía una preocupación por la denominada “inmodestia en el vestir” algo que preocupaba desde la iglesia, que siempre se ha mostrado tan estricta en la apariencia externa y en el recato que exige a la mujer. Debe resaltarse que estas declaraciones del obispo se producen antes de irrumpir en el escenario europeo el nuevo modelo de mujer: La Garçonne. La protagonista 20. Ibidem, p. 160 KALAKORIKOS. — 14 73 Mª Antonia San Felipe Adán de la novela que Víctor Margueritte escribiera en 1922 y que como he mencionado revolucionó el estereotipo tradicional de la mujer que desde Francia se exportó al resto de Europa. Sobre el origen de este modelo femenino Aliaga explica: Pero ¿cuál es el origen de la garçonne? Casi todos los datos apuntan a la guerra. Las mujeres se emanciparon gracias a las responsabilidades que aceptaron cuando reemplazaron a los hombres en la retaguardia. La mujer había adquirido nuevas libertades y al término de la contienda desea mantener esos avances. La garçonne es hija de una masculinización laboral impuesta por la guerra. Pero hay otras explicaciones que proceden del siglo anterior: el nivel educativo alcanzado por las chicas y las primeras victorias del feminismo (Louise Michel). Al término de la guerra el aumento en el sector terciario asegura el mantenimiento del trabajo para la mujer. La garçonne surge en medio urbano y nace en la encrucijada de una época que ve aumentar la esperanza de vida, un acceso a la higiene, a una mejor alimentación, a una reducción del tiempo de trabajo y donde se da también cierta crisis en las relaciones conyugales, y una flexibilización de la moral.21 Aunque la moda como digo marcaba además otras tendencias liberalizadoras de la mujer Fidel García considera, que la mujer no puede perder el tiempo en cuestiones que la distancian de la formación personal, porque a su juicio las alejan también del ejercicio de sus derechos y para ello afirma con rotundidad: Alude después a las enseñanzas que hoy reciben las jóvenes (piano, bordados, encaje de bolillos, etc., etc.,) y dice que con ellas sólo se consigue que las jóvenes sean después un estorbo en el hogar, en lugar de ser útiles a sus maridos; aconsejó que se enseñe a las jóvenes un oficio o profesión para que de esa manera no tengan que seguir a la fuerza la única carrera, la del matrimonio, que no siempre (y ahora menos) sale bien22. Es evidente la rotundidad de la afirmación y lo novedoso de la misma en época tan temprana y mucho más si quien pronuncia el discurso es un miembro de la jerarquía eclesiástica. Siempre se ha dicho que a España los avances llegan con retraso y, en muchas ocasiones así es, sin embargo, en todos los ámbitos encontramos personalidades que se anticipan a lo que después se convertirá en algo 21. ALIAGA, Juan Vicente. La garçonne: mujeres masculinizadas de los años veinte en Francia y en España, p. 101 22. El Día de Palencia, 5 de febrero de 1921, nº 9.931, p.2. La cursiva es mía. 74 KALAKORIKOS. — 14 Mujer, sociedad y costumbres cotidiano. Resulta fácil comparar estas afirmaciones de Fidel García en 1921 con las realizadas, quince años más tarde, por ejemplo, por Joan Gaya en un artículo publicado en junio de 1936, titulado “¿Qué hacer con la niña?”. Gaya considera peligroso formar a una muchacha con la idea de que posee libertad de optar por casarse o no, y encuentra que la educación recibida por la joven la deforma como mujer. Además si recibe una educación superior puede ocurrir que “..acostumbra(e) su inteligencia a las abstracciones filosóficas o a las elucubraciones científicas y descuida(e) la educación del sentimiento. Al acabar, a los veintitrés años, formada en este medio y en esta escuela, ¿cómo queréis que esté sujeta en casa, que encuentre gusto en las ocupaciones de su sexo, que piense con ilusión en los gozos de la maternidad? A aquella chica la habéis deformado como mujer” y concluye: “ya que «la carrera que sólo debía poseer como medio de defensa, será la finalidad de su vida y mirará de ejercerla siempre»23 La opinión del Fidel García de que la mujer tiene otras posibilidades más allá de la única salida recomendable para ella en la época, como era la del matrimonio resulta ciertamente novedosa y la claridad de la frase nos sustrae de cualquier intento de explicación que supere la literalidad del texto. Con posterioridad el cronista de El Día de Palencia se extiende sobre otros aspectos relacionados con el acortamiento de las faldas de la mujer con la expresión “arriba las blusas y abajo las faldas” pero esas opiniones no queda claro que trascriban la opinión Fidel García o la del periodista. Aunque es posible que fuera una opinión compartida pues en cuanto a lo que la Iglesia católica entendía entonces como “modestia en el vestir” era contraria a las nuevas tendencias de acortamiento de faldas y liberación de corsés como síntomas de libertad. No obstante, es evidente que Fidel García intuía ya algo que el resto de la clase eclesiástica no percibía. Sin duda, pesaba más el deseo de que nada cambiara en la sociedad respecto del papel de la mujer pues ya era evidente en la época la fuerza que habían alcanzado los movimientos feministas tras los éxitos cosechados por las actividades de las sufragistas, algo que resultaba imparable según la opinión minoritaria de algunos hombres aventajados. Por otro lado El Diario Palentino se extiende sobre otros aspectos del discurso del nuevo obispo. Según El Diario Palentino la intervención de Fidel García comenzó del siguiente modo: 23. NASH, Mary. Op. cit., p. 95. KALAKORIKOS. — 14 75 Mª Antonia San Felipe Adán El disertante comenzó hablando del adelantamiento cultural de otras naciones, donde la mujer tiene trazada una línea de conducta más amplia que en nuestra nación, compartiendo acertadamente en la gobernación del Estado24. Lám. 4.- Mujeres sufragistas Se refiere Fidel García a que en otros países, como en Inglaterra, Estados Unidos, Alemania o Canadá25 las mujeres habían obtenido el derecho al voto como consecuencia de los movimientos sufragistas y el obispo entiende como tal la forma de participar en la “gobernación” de la nación. Esto es algo que también resulta muy avanzado para la España de 1921 no sólo en el ámbito del catolicismo tradicional de nuestro país del que forma parte el obispo calagurritano sino en otros círculos de la izquierda que no se planteaban precisamente otorgar el voto a la mujer. Ciertamente, según el cronista de El Diario Palentino Fidel García reco24. El Diario Palentino, 5 de febrero de 1921, nº 11.370, p.2. La cursiva es mía. 25. El primer país que otorgó el derecho al voto a la mujer fue Nueva Zelanda en 1893. Inglaterra otorgó en 1918, el derecho a las mujeres de más de 30 años y en 1921 rebajó la edad a 21 años. Alemania lo hizo en 1919, Canadá en 1918, Estados Unidos en 1920. En España se otorgó el derecho al voto en 1931 en la II República Española. 76 KALAKORIKOS. — 14 Mujer, sociedad y costumbres mendaba a las mujeres huir de ciertas tentaciones del mundo actual pero insistía, como en el texto de El Día de Palencia, en que tiene otras cosas que hacer más allá del hogar: Se pronunció en contra del impudor femenino que, arrastrado por las maléficas corrientes de la moda, llegan a sembrar el mal en los espíritus cristianos. Hablando de la imperiosa necesidad de sustraer a la mujer de estas corrientes malsanas que conmueven al mundo, dijo que la labor femenina no debe reconcentrarse solamente a los deberes que impone la vida del hogar, sino que tiene otro horizonte más amplio que cumplir en esta sociedad...26. Aunque El Diario Palentino es más parco en el resumen del discurso del obispo, sin embargo el texto trascrito ratifica lo expresando por El Día de Palencia pero añade otro aspecto de gran interés social. Según El Diario Palentino “terminó elocuentemente don Fidel García, combatiendo las penalidades a que se someten algunas obreras en determinadas industrias”. Es decir, expresó una sincera preocupación por las condiciones laborales en que desarrollaban su trabajo las mujeres y que seguramente hoy serían juzgadas como escandalosas a los ojos de la mayoría. Sus palabras, por tanto, no dejan de ser una denuncia de las condiciones de trabajo de las obreras, una indudable crítica a los patronos de una ciudad provinciana. Esa afirmación muestra también las preocupaciones sociales que este obispo mantendrá posteriormente, sobre todo en su implicación con los movimientos católicos como la Hermandades Obreras, conocidas como las H.O.A.C, que tanta importancia tuvieron con el devenir del tiempo en la transformación política de España. Respecto de la percepción que el trabajo de la mujer fuera del hogar tenía en España resulta esclarecedora la reflexión de Pilar Ballarín, en un acercamiento al modelo educativo respecto de las mujeres de finales del siglo XIX y primeros del siglo XX, cuando afirma: El ambiente social había elevado la vida doméstica a una especialidad tan compleja que exigía la total dedicación femenina. Al mismo tiempo que se había glorificado el hogar el medio exterior se presentaba con numerosos peligros. El trabajo de las mujeres de clase baja se aceptaba como parte del orden natural: lamentable pero inevitable y la alta clase ociosa servía de modelo. La hostilidad que despertaba y el 26. El Diario Palentino, 5 de febrero de 1921, nº 11.370, p.2. La cursiva es mía. KALAKORIKOS. — 14 77 Mª Antonia San Felipe Adán desprestigio social que le acompañaba frenó, pues, a la mayoría aun en situación de imperiosa necesidad económica27 . A la vista de lo expuesto no resulta extraño concluir que también para sus contemporáneos el último discurso de Fidel García en Palencia resultó claramente novedoso. Que fue así queda demostrado en el Boletín Eclesiástico del Obispado de Calahorra de 15 de julio de 1921, ya que en la reseña biográfica que difundió para presentar al nuevo obispo en su llegada a Calahorra al ensalzar el trabajo de Fidel García en el terreno social explicaba que había pronunciado un discurso de “acción-social feminista” y no utilizó la expresión más habitual entonces de “acción social femenina” o “acción social católica de la mujer” forma en que titulaba su crónica El Día de Palencia, quizá porque su discurso tuvo indiscutiblemente matices claramente feministas. 3.- Conclusión Lo relatado evidencia a mi juicio que Fidel García tuvo ya en 1921 un posicionamiento poco común entre sus compañeros de episcopado y del clero en general. Se anticipó en el tiempo a lo que vendría más tarde porque como también afirmó Victor Margueritte se había abierto un camino hacia la equivalencia, hacia la igualdad entre hombres y mujeres. Margueritte explica que con su novela simplemente: He hecho entrever, por encima del abismo, el gran camino de igualdad de equivalencia (si el término puede parecer adecuado), que los dos sexos acabarán un día por recorrer juntos armoniosamente28. Este es el camino que todavía hoy estamos hombres y mujeres recorriendo. La Historia irá contando los avances y retrocesos que se produzcan en dicho trayecto. 27. BALLARÍN, Pilar. La construcción de un modelo educativo de “utilidad doméstica” en Duby, Georges y Perrot, Michelle, Historia de las Mujeres, Tomo IV, p. 606. 28. MARGUERITTE, Victor, La Garzona, p. 10. 78 KALAKORIKOS. — 14 Mujer, sociedad y costumbres BIBLIOGRAFÍA ALIAGA, Juan Vicente, “La garçonne: mujeres masculinizadas de los años veinte en Francia y en España. En ALIAGA, J.V. (ed.) Miradas sobre la sexualidad en el arte y la literatura del siglo XX en Francia y España. Valencia: Servei de Publicacions de la Universitat de València, 2001, p. 99-111. ANDERSON, Bonnie S. y ZINSSER, Judith P. Historia de las mujeres: una historia propia. Barcelona: Crítica, 1991. 2 v. ISBN 84-7423-494-8 BALLARIN, Pilar. La construcción de un modelo educativo de “utilidad doméstica”. En Duby, G. y Perrot, M. (dirs.). Historia de las mujeres en occidente. Madrid: Taurus, 1993, v. IV, p. 599-612 MARGUERITTE, V. La Garzona. Madrid: A. Marzo, [1924?]. 374 p. NASH, Mary (ed.). Mujer, familia y trabajo en España (1875-1936). Barcelona: Anthropos, 1983. 390 p. ISBN 84-85887-18-2 SAGRADA BIBLIA. 15ª ed. Barcelona: Herder, 1978. 1518 p. ISBN 84-254-0489-4 SERRANO, Carlos y SALAÜN, Serge (eds.). Los felices años veinte: España, crisis y modernidad. Madrid: Marcial Pons, 2006. 371 p. ISBN 84-96467-20-1 SOLANO ANTOÑANZAS, J.M. El Valle del Cidacos (Cuenca del Ebro). Calahorra: El Autor, 1997, v. 2, nº 21-22. ISBN 84-922290-1-2 JUANA INES DE LA CRUZ, Sor. Lírica. Edición comentada por Raquel Asún. Barcelona: Bruguera, 1988. 646 p. ISBN 84-7735-818-4 FUENTES DOCUMENTALES Registro Civil de Enciso. Libro registro de nacimientos. Tomo 7, fol. 36, secc. 1ª FUENTES HEMEROGRÁFICAS - Boletín eclesiástico el Obispado de Calahorra y La Calzada. Calahorra: Obispado de Calahorra y La Calzada, 15 jun. 1921 - El día de Palencia: periódico de noticias generales y políticas e intereses de la provincia. Palencia: Imprenta y Librería de Abundio y Z. Menéndez, 1890-1941 - El diario palentino: periódico de noticias e intereses generales. Palencia: Imprenta y Librería de Alonso y Z. Menéndez, 1883-1941 KALAKORIKOS. — 14 79 BROCAR, 35 (2011) 65-90 LAS FUNDADORAS DEL LYCEUM CLUB FEMENINO ESPAÑOL Juan Aguilera Sastre Universidad de La Rioja RESUMEN: El primer Lyceum Club español, fundado en Madrid 1926, fue una de las asociaciones femeninas más famosas y controvertidas de su tiempo y, tal vez, la más conocida posteriormente. Sin embargo, su verdadera historia y sus actividades a lo largo de los más de diez años de su existencia se conocen todavía fragmentariamente. Este trabajo pretende contribuir a esa historia en dos aspectos diferentes pero complementarios: los motivos que llevaron a sus fundadoras a su creación, los objetivos que perseguían, y la elaboración de un amplio censo de socias que permita en un futuro definir con precisión el perfil de sus asociadas. Palabras clave: Lyceum Club, asociacionismo femenino, mujer en España siglo XX. THE FOUNDERS OF THE SPANISH WOMEN’S LYCEUM CLUB ABSTRACT: The first Spanish Lyceum Club was founded in Madrid in 1926. It was one of the most famous and controversial women’s association of its time, and possibly one of the most well-known from then on. However, its real history and activities throughout its ten year life span have still not fully been researched. This study aims to enrich this history from two different, but complementary, aspects: the motives of the founders for its creation, the objectives they aspire to achieve, and the presentation of an extensive census of members, which will allow for an accurate future accounting of its associates. Keywords: Lyceum Club, women’s association, 20th century spanish woman. BROCAR, 35 (2011) 65-90 65 JUAN AGUILERA SASTRE El Lyceum Club Femenino Español es, probablemente, la asociación más conocida del feminismo español, sin duda la más citada en todo tipo de estudios, especializados o no, sobre la situación social de la mujer en España y su lucha por la igualdad y por la emancipación. Sin embargo, todavía resulta insuficientemente conocido, pese a que contamos con trabajos sumamente esclarecedores como los de Amparo Hurtado (1999), Concha Fagoaga (2002), Shirley Mangini (2006), Sarah Leggott (2008) o el más amplio pero también más difuso de Marina y Rodríguez de Castro (2009), aparte de numerosas aproximaciones en obras generales sobre la mujer en la España antes de la guerra civil (Fagoaga, 1985, Kirpatrick, 2003, Mangini, 2001, Martínez, 2007, Rodrigo, 1999, 2002, entre otras muchas), o específicas sobre algunas de sus protagonistas (Gutiérrez Vega, 2001, Melián, 2001, Matilla Quiza, 2002, Rodrigo, 2005, y un largo etcétera), incluidos los textos memorialísticos de algunas de ellas (Baroja, 1998, León, 1999, Oyarzábal, 2010, por citar sólo las más relevantes). Siguen repitiéndose con demasiada frecuencia tópicos y lugares comunes sobre el famoso Club, visiones más o menos superficiales sobre su historia, sus orígenes, su organización y significación en el panorama cultural del momento, sin que se hayan abordado aún, tras el pionero trabajo de Pozo Andrés (1985), cuestiones esenciales como, por ejemplo, el análisis detallado de las numerosas actividades desarrolladas por las diversas secciones en que se estructuró: Social, Literaria, Artes Plásticas e Industriales, Música, Ciencias, Internacional y, posteriormente, Hispanoamericana. Nuestro objetivo, en la brevedad de este trabajo, es ofrecer algunos datos relevantes para la reconstrucción de esa historia todavía fragmentaria, sobre todo en lo relativo a sus fundadoras y los motivos que las impulsaron a su creación, y para la elaboración de un censo de sus asociadas, en la línea ya marcada por el trabajo de Fagoaga (2002). En primer lugar, queremos precisar algunos aspectos sobre su gestación y los propósitos que animaron a las mujeres que lo pusieron en marcha. Como se ha repetido en más de una ocasión, no fue una iniciativa bien recibida por toda la sociedad española del momento, ni siquiera entre las propias mujeres. Se ha hablado del distanciamiento de feministas eminentes, como Carmen de Burgos o Margarita Nelken. Pero mucho más duro fue el ataque de Teresa de Escoriaza en las páginas de La Libertad, cuando la idea comenzaba a germinar. Para ella se trataba, simplemente, de “un proyecto femenil con apariencias de feminista”, del fruto del “esnobismo” de algunas mujeres y pedía a “las que ese absurdo han proyectado” que dieran marcha atrás porque “el Club de las mujeres no puede existir, no debe existir, no existe en ninguna parte”1. Un año más tarde, ya inaugurado oficialmente el Lyceum, insistía en su pertinaz oposición y se ratificaba en sus “temores”: “El Club femenino español es hoy una realidad […]. Consignamos el hecho con verdadero sentimiento”; y añadía: “… 1. Teresa de Escoriaza, “Crónica. El verdadero Club de las mujeres”, La Libertad, 12-011926, p. 1. 66 BROCAR, 35 (2011) 65-90 LAS FUNDADORAS DEL LYCEUM CLUB FEMENINO ESPAÑOL todo lo referente al proceso de desarrollo de esta fundación adolece de falta de orientación y de valor, desde el nombre ambiguo de Lyceum Club Femenino Español, cuya paternidad se atribuye a Ramiro de Maeztu, hasta las normas por que se rige el citado Club”2. También hubo apoyos francos y entusiastas, como el de Magda Donato (Carmen Eva Nelken). En marzo de 1926, un mes antes de la asamblea constituyente del Lyceum, ofrecía a los lectores del Heraldo de Madrid la “pequeña indiscreción” de revelar los nombres de sus promotoras (María de Maeztu, Victoria Kent, Isabel Oyarzábal, María Lejárraga, Zenobia Camprubí, Mabel Rick, Amalia Galarraga, Aurora Lanzarote, Encarnación Aragoneses (Elena Fortún), Trudy Graa y “algunos otros [nombres], de igual garantía”), a quienes definía como “un grupo numeroso de mujeres inteligentes, cultas y de ideas amplias”; y añadía: “La mayoría de estas señoras lleva nombres ilustres. Unas se han labrado su fama con el esfuerzo de su propio valer; las demás tienen el raro, el excelso mérito de saber ser las «dignas» compañeras de hombres notables”. Aseguraba que “el más impenetrable misterio envuelve el proyecto actualmente” y que en las “escasas reuniones celebradas hasta hoy […] nada aún se ha decidido, nada se ha llegado a concretar” en cuanto a su organización definitiva, ni siquiera las cuestiones más básicas, como su sistema asociativo, aunque aseguraba que en cualquier caso su apertura “no tendría lugar hasta octubre”. Respecto al nombre y fórmula organizativa, proponía que se inspirara en el londinense Lyceum Club, “dotado de la cualidad inapreciable del internacionalismo”, que “bien pudiera tomarse, no como modelo, sino como padre y creador de este primer club femenino español”; y concluía: “… llegado el momento de poner en práctica tan hermoso proyecto, me permito hacer notar desde estas columnas a las fundadoras del primer círculo femenino español que el adherirse a la gran institución ya acreditada, aprovechando su nombre, su experiencia y su influencia mundial, no ofrecería para ellas más que ventajas, sin menguar en nada el mérito imponderable de su iniciativa”3. Tampoco se había decidido todavía “el punto esencial de si el club ha de ser femenino exclusivamente”, cuestión que suscitó bastantes discusiones, pues como dos años más tarde recordaría Carmen Gallardo, en esos momentos “dibujáronse dos tendencias: la de un Club exclusivamente de señoras y la de una agrupación de carácter mixto”; triunfó, como es sabido, la primera, pero notorias fundadoras, como la propia Carmen Gallardo, Victoria Kent o Trudy Graa “éramos partidarias de la intervención de los hombres. María Martos de Baeza, en unión de otras, aconsejaba la exclusión del elemento masculino”. En consecuencia, se acordó que los hombres sólo pudieran permanecer en el salón de té y asistir a las conferencias. La propia María Martos señalaba que finalmente no tuvieron que vencer muchas dificultades para la constitución de 2. Teresa de Escoriaza, “Crónica. ¡Abajo todos los Clubs!”, La Libertad, 14-01-1927, p. 1. 3. Magda Donato, “Crónicas femeninas. Se funda en Madrid un club de señoras”, Heraldo de Madrid, 16-03-1926, p. 5. BROCAR, 35 (2011) 65-90 67 JUAN AGUILERA SASTRE la nueva sociedad femenina porque “el entusiasmo de las organizadoras allanó todo obstáculo”, entre las que citaba a “las señoras Ucelay, Pérez de Ayala, Araquistáin, Baeza y Salaverría”, que contaron con “ilimitada confianza” y realizaron “un trabajo admirable”4. Tras su inauguración, el 4 de noviembre de 1926, la prensa publicó numerosos artículos sobre el Lyceum, en general bastante elogiosos, la mayoría escritos por hombres. Nos interesa aquí especialmente el de Eusebio de Gorbea5, esposo de Elena Fortún, por cuanto traza una semblanza bastante fiel de las fundadoras más prestigiosas, “a cuya cabeza, y como ama de casa, por ser ella quien la ha amueblado deliciosamente, debe figurar el nombre de la señora de Ucelay”. Continuaba con María de Maeztu, “presidenta del Club y directora de la Residencia de señoritas estudiantes, fundadora del Instituto Escuela, inteligencia cumbre entre las inteligencias eminentes (femeninas y masculinas) de España, cuyas recientes conferencias sobre pedagogía en Norteamérica han sido un gran triunfo en nuestro país”. Y le seguían María Martínez Sierra, “cuya reconocida y fecunda labor literaria con sus esposo ha hecho de ella la primera escritora española que ha podido ser, de verdad y al mismo tiempo, comediógrafa y novelista”; Isabel Oyarzábal, “«Beatriz Galindo», escritora ilustre, que mostrando por el extranjero las costumbres y virtudes de nuestra patria la enaltece con una cultura y un amor jamás superados”; Zenobia Camprubí, “delicadísima traductora de Rabindranath Tagore”; Victoria Kent, “primera abogada que actuó en nuestros tribunales, secretaria del Instituto Escuela”; la Condesa de San Luis, “la noble escritora”; Benita Asas Manterola, “verdadera eminencia en Sociología, directora de El Mundo Femenino, fundadora del desayuno escolar”; María Rodrigo, “compositora, autora de admirables obras de concierto, que ha llevado a la escena partituras como Becqueriana, Diana cazadora y 4. Tanto las declaraciones de Carmen Gallardo como las de María Martos, en Luis E. de Aldecoa, “Una visita al Lyceum Club Femenino”, Estampa, 05-06-1928, pp. 9-11. A pesar del “entusiasmo” general, las diferencias no debieron ser infrecuentes, como se deduce del diario de Zenobia Camprubí con respecto a Victoria Kent: “Victoria me pareció tan cerrada y estúpida como cuando estorbaba, a cada paso, las juntas del Lyceum. En donde no hay sustancia gris, ¿qué va a desarrollarse? […] Victoria Kent, que lo único que hace es exasperarme con su tozudez estúpida, que durante los años del Lyceum soportaba para evitar que nos lo barrenara por dentro de pura inutilidad, pero que ahora no tengo ningún motivo para tener que soportar” (Camprubí, Diario. 3, pp. 266-67; las anotaciones corresponden a los días 27 y 28 de febrero de 1956, con motivo de una visita de Victoria Kent a Puerto Rico). 5. Eusebio de Gorbea Lemmi, “La vida femenina. «Lyceum Club Femenino Español»”, La Libertad, 20-11-1926, p. 3. Una excepción a estos artículos masculinos (Cristóbal de Castro en La Esfera, Ricardo Baeza en El Sol, A. Hernández Catá, en La Voz, V. Sánchez Ocaña en Heraldo de Madrid, José María Salaverría en ABC, Antonio Zozaya en La Libertad…) fue Elena Fortún, la esposa de Gorbea, quien escribió sendos artículos sobre el nuevo club femenino: “Lyceum Club”, La Prensa (Tenerife), 28-10-1926, p. 1; y “Lyceum Club Femenino Español”, Royal, 56 (diciembre 1926), p. 18 (agradezco a Mª Jesús Fraga que me facilitara copia de estos dos artículos); las otras dos excepciones fueron Isabel de Palencia (“Lyceum Club Femenino Español”, Nuevo Mundo, 14-01-1927, p. 30) y María Luisa Navarro de Luzuriaga (“Asociaciones femeninas. Los Clubs Lyceum”, El Sol, 21-10-1927, p. 1). 68 BROCAR, 35 (2011) 65-90 LAS FUNDADORAS DEL LYCEUM CLUB FEMENINO ESPAÑOL últimamente la ópera de cámara Canción de amor, pero cuyo idealismo no se aviene a descender al plano de la música populachera”; su hermana Mercedes Rodrigo, “la más alta autoridad en la enseñanza de anormales, discípula y traductora del célebre doctor Claparède, profesora del Instituto de Reeducación de Inválidos del Trabajo”; Aurora Riaño, “vicepresidenta e ingeniosa conferenciante de la Sociedad de Abolicionismo, que con tanto acierto dirige el doctor Juarros”; la doctora Aleixandre, “cuyo nombre ilustre no necesita comentario alguno”; la doctora Rosario Lacy, “ginecóloga, profesora de Psicología en la Enseñanza de la Mujer”; la doctora Nieves Barrio, “del Instituto de Puericultura”; Ascensión Madariaga, “directora que fue del Preventorium para pretuberculosos, a cuya fundación dedicó todas sus ilusiones y a cuyo resurgimiento dedica hoy todas sus actividades”; las señoritas Quiroga, “profesoras de la Institución Libre de Enseñanza”; y muchas otras, como “las señoras de Álvarez del Vayo, Araquistáin, Baeza, Baroja, Besteiro, Caro Raggio, Díez-Canedo, Fabra Ribas, González Martínez, «Juan de la Encina», Maeztu, Marañón, Mesa, Pérez de Ayala, Pittaluga, Salaverría, Tapia, etc., etc.”. Entre las extranjeras destacaba a Hellen Phillips6, “vicepresidenta del Club, representante de América en la Residencia de Señoritas norteamericanas, profesora de la Universidad de Texas, doctora en la Universidad de Colombia y escritora de asuntos hispanoamericanos”; Dorothy Echous, “de la Universidad de Chicago y profesora de la de Texas”; Elizabeth Baker, “entusiasta organizadora en Francia durante la guerra de cantinas para mujeres”; Beatrice Newhall, “de la Universidad de Smith”; miss Wahtley, “de la Universidad de Texas”; miss McBroom, “de la universidad de Vassar”; y Van Geghen, “holandesa, que ha dedicado su vida al estudio de las flores y es magnífica conferenciante en Floricultura, y otras más”. El artículo de Gorbea concluía con estas preguntas que más bien revelaban una convicción íntima, a la vez que lanzaban un pequeño desafío: De estas mujeres, cuya inteligencia emana tanto de su corazón como de su cerebro, ¿no es verdad que puede esperarse un resurgimiento cultural asombroso? ¿No parece que acaban de encender una antorcha vivísima a la puerta de un nuevo hogar, donde una nueva madre va a dar a luz unos hijos que España hace ya mucho tiempo que espera? Sería interesantísimo saber qué impulso les ha movido a cobijarse, al fin, en este Club, y qué esperan que llegue a ser en el porvenir. El periódico asumió de inmediato el reto y, como colofón al artículo, insertaba este comentario: 6. En el original, “Helen Phipps”. Según el listado que ofrecemos en nuestro Apéndice 1, cabe deducir que se trate de E. G. Phillips. Todos los periódicos transcriben mal el apellido, y también Fagoaga; Mangini (2006: 129) transcribe, sin embargo, Hellen Phillips. BROCAR, 35 (2011) 65-90 69 JUAN AGUILERA SASTRE La Libertad, simpatizando cordialmente con el espíritu del «Lyceum Club Femenino Español», reconoce la trascendencia que para la cultura patria puede tener el nacimiento de esta Asociación. Y creyendo también interesantísimo para el público lo que nuestro colaborador Sr. Gorbea señala en su crónica, La libertad se honrará publicando las contestaciones que las ilustres fundadoras del Club tengan la amabilidad de enviar a las siguientes preguntas: Primera. ¿Por qué ha nacido el «Lyceum Club Femenino Español», y qué cree usted que representa hoy en la cultura de España? Segunda. ¿Qué cree usted que el Club puede llegar a ser en el porvenir? Una semana más tarde, La Libertad decía haber recibido ya “simpatiquísimas y admirables contestaciones” de algunas socias cuyos nombres citaba (Isabel Oyarzábal, Victoria Kent, Carmen Monné, Herminia Peñaranda, Carmen Baroja, María Rodrigo, Aurora Lanzarote, Benita Asas, Zenobia Camprubí, Pura Maortua, Dolores Cebrián y Amalia Galarraga) y anunciaba que “en breve” comenzaría su publicación7. Finalmente, desapareció de la relación Victoria Kent y se incluyeron otras cuatro respuestas, correspondientes a Pilar Bolívar, Julia Peguero, Carmen Gallardo y María Lejárraga, que fueron publicadas entre el 1 de diciembre de 1926 y el 7 de enero de 19278. Tres ideas íntimamente interrelacionadas entre sí centraban las respuestas a la pregunta sobre las causas que habían determinado el nacimiento del Lyceum: la oportunidad, es decir, la realidad histórica que imponía de manera inexorable un nuevo papel de la mujer en la sociedad española; la necesidad que buena parte de la sociedad femenina sentía de asumir ese papel y cobrar un protagonismo que hasta entonces se le había negado; y la búsqueda de un ámbito real de sociabilidad femenina, que encauzara los anhelos de esas mujeres que no querían resignarse al papel que la sociedad tradicional les había asignado. En efecto, consideraban en general las encuestadas que el Lyceum había nacido como fruto de una evolución histórica casi natural, “como resultado 7. “Las fundadoras del Lyceum Club Femenino Español”, La Libertad, 27-11-1926, p. 5. Fagoaga (2002) atribuye el artículo firmado por Gorbea a su esposa, Elena Fortún, por lo que cabría conjeturar que fuera ella, en realidad, la responsable directa o indirecta de esta encuesta. 8. Con el título general “Vida Femenina. Las fundadoras del Lyceum Club Femenino Español”, fueron apareciendo las respuestas en este orden: Carmen Monné (01-12-1926, p. 3), Isabel Oyarzábal (03-12-1926, p. 3), Herminia Peñaranda (05-12-1926, p. 3), Carmen Baroja (07-12-1926, p. 3), María Rodrigo (09-12-1926, p. 5), Amalia Galarraga (11-12-1926, p. 3), Zenobia Camprubí (14-12-1926, p. 5), Aurora Lanzarote (17-12-1926, p. 3), Pilar Bolívar (2112-1926, p. 3), Pura Maortua (24-12-1926, p. 3), Benita Asas Manterola (18-12-1926, p. 5), Dolores Cebrián (30-12-1926, p. 3), Julia Peguero (01-01-1927, p. 5), Carmen Gallardo (05-011927, p. 3) y María Lejárraga (07-01-1927, p. 3). En adelante, sólo mencionamos el nombre de cada una para referirnos a estas declaraciones. 70 BROCAR, 35 (2011) 65-90 LAS FUNDADORAS DEL LYCEUM CLUB FEMENINO ESPAÑOL Algunas fundadoras del Lyceum Club Femenino Español María de Maeztu María Lejárraga de Martínez Sierra Isabel Oyarzábal de Palencia Victoria Kent Pura Maortua de Ucelay Mª Luisa Navarro de Luzuriaga Aurora Lanzarote de Riaño Caricaturas de algunas de las fundadoras del Lyceum Club realizadas por Bon (Román Bonet Sintes) y expuestas en los salones del Lyceum en marzo-abril de 1927. Fueron reproducidas en el artículo “Bon. Su exposición del Lyceum femenino. Su próximo viaje a América”, La Esfera, 0204-1927, p. 22; algunas también aparecieron en una risueña entrevista con el autor con motivo de esta exposición, que aporta una curiosa e irónica visión del Lyceum: María Luisa Navarro de Luzuriaga, “Bon en el Lyceum (conferencia telefónica)”, La Gaceta Literaria, 8 (15-04-1927), p. 5. BROCAR, 35 (2011) 65-90 71 JUAN AGUILERA SASTRE inevitable de nuestra vida moderna” (Zenobia Camprubí) o, más precisamente, “cuando un ambiente social adecuado –producto de enormes esfuerzos realizados por los núcleos femeninos más audaces de nuestro país– ha transformado el sentir de las españolas con respecto a su propio valer intelectual, moral, social, etc.” (Benita Asas); su nacimiento había sido, en consecuencia, repentino y espontáneo, a pesar de los recelos: “Hacia marzo de este año la idea tomó un ímpetu repentino de realización” y logró cristalizar “a pesar del retraimiento de unas cuantas, la incredulidad de otras, el temor a la palabra «feminismo» […] y las burlas (pocas, afortunadamente), de unos cuantos espíritus que tienen la desgracia de no armonizar con los impulsos generosos” (Carmen Monné). La razón que más se repetía era la necesidad de un ámbito de esas características, que aparece enlazada casi siempre con la de oportunidad. El Lyceum “ha nacido porque era una necesidad espiritual latente en el ánimo de muchas mujeres españolas. Y tomó forma cuando llegó el momento oportuno, casi insensiblemente” (Isabel Oyarzábal); o, según Pilar Bolívar, “porque nos hacía falta”, por la necesidad de poder trabajar y estar “reunidas y bien organizadas”; como “una necesidad” y un “lugar de contacto” lo definía María Rodrigo, mientras que Herminia Peñaranda aseguraba que “ha nacido por la necesidad imperiosa de que la mujer no ande ya desperdigando sus actividades y aptitudes aisladamente”; en este sentido tal vez la más rotunda era Aurora Lanzarote, quien aseguraba que “ha nacido porque vamos sintiendo las mujeres la necesidad de vivir en el Mundo, de descansar una hora del trabajo del hogar, para dedicarla al trato con las demás mujeres”. Pero sin duda la más reivindicativa desde una perspectiva feminista fue Pura Maortua: “El nacimiento del Lyceum Club lo creo debido a la necesidad que sentía la mujer española de conquistar sus fueros y la consideración que le corresponde, como un ser humano de análoga capacidad, derechos y obligaciones que el hombre”. En estrecha relación con su necesidad, afloraba el concepto de sociabilidad femenina, a veces de un modo impreciso: “El Club Femenino Español ha nacido por la voluntad de unas cuantas señoras que deseaban la solidaridad y la amistad entre las mujeres españolas” (Carmen Baroja); en otras ocasiones con más rotunda vehemencia: “Para devolver a la palabra «sociabilidad» su verdadero sentido, haciendo que convivan personas que pueden disentir en ideas y que, por encima de ellas, contribuyan en todos los trabajos y afanes de la vida moderna que se relacionan con la mujer” (Amalia Galarraga); o como apuntaba Dolores Cebrián: “Ha nacido, esencialmente, por el deseo de relacionar y coordinar una multitud de actividades femeninas, sacándolas de un aislamiento muy español, pero muy mal sano”, para lograr “un contacto espiritual” entre mujeres al margen de la reclusión del hogar. En definitiva, como apuntó Julia Peguero, el Lyceum “no es hijo del simple deseo de asociarse por sociabilidad”, puesto que la mujer ya disfrutaba de un ámbito social propio, sino de romper el círculo familiar y ampliarlo a otros niveles de comunicación 72 BROCAR, 35 (2011) 65-90 LAS FUNDADORAS DEL LYCEUM CLUB FEMENINO ESPAÑOL donde “broten entusiasmos y se despierten anhelos que […] proporcionen a la vida las aportaciones femeninas de que no debe estar privada”. En cuanto a la segunda parte de la pregunta, el papel que el Lyceum podía desempeñar en al cultura española, las palabras más repetidas son esperanza y realidad, sin que nadie se atreviera a pronosticar metas concretas. Según Carmen Monné, “tendrá una influencia paulatina y progresiva, que redundará en beneficio de la mujer española”; pero para Herminia Peñaranda, “más que una esperanza es una realidad, puesto que «existe», y esto indica una pujanza y una resolución de existencia ciertamente formidables”; para Aurora Lanzarote “no representa otra cosa para la cultura española que una afirmación de nuestro buen deseo”, frente a Pura Maortua, quien consideraba que suponía un gran avance para la cultura, “tanto para el «hombre» como para la mujer”; en la misma línea, Benita Asas consideraba que representaba “una considerable dosis de europeización”, que podría llevar al país a un “encumbramiento nacional”, y Julia Peguero pronosticaba que iba a representar “en la cultura española una adaptación del espíritu femenino al progreso”. La segunda cuestión, el futuro más o menos inmediato del Lyceum, mereció menos pronósticos y la mayoría de las respuestas se declaraban incapaces de predecir su desarrollo, aunque se mostraban confiadas en que, si realmente se cumplían los fines marcados en sus estatutos, el futuro podía mirarse con ilusión y optimismo. Se insistía en la idea de un “hogar femenino […], un vulgarizador de nuestros anhelos y entusiasmos” (María Rodrigo), un “lazo que una a las mujeres españolas para dignificar su trabajo” (Aurora Lanzarote), un “gran centro de solaz y cultura […] que encauce las actividades femeninas” (Julia Peguero), un “hogar común” para las mujeres que “estimulará y encauzará las actividades todas” (Carmen Monné); se trataba, en fin, de “una esperanza, una aspiración” que “depende exclusivamente de que se mantenga o no el concepto que a su fundación ha presidido” (Isabel Oyarzábal), de que “se cumpla al pie de la letra este programa” (Amalia Galarraga). Mención particular merece la respuesta de María Lejárraga, no sólo por ser probablemente la más amplia, sino porque el anónimo redactor de La Libertad la presentaba al anunciar la publicación de sus declaraciones como “la verdadera creadora del Lyceum” (05-01-1927, p. 3), un dato realmente novedoso, por cuanto siempre se le ha otorgado un papel más bien secundario en el famoso Club, dentro de la sección de Literatura y como directora de la biblioteca en una primera etapa, pronto relevada por María Martos9. Independientemente de cuál fuera su aportación real a la constitución del Lyceum, que desconocemos y ella nunca aclaró, este protagonismo tal vez deba relacionarse con su intensa labor de concienciación de las mujeres españolas a favor de su emancipación. 9. De hecho, los Martínez Sierra aportaron buena parte de los fondos de la biblioteca. Por ello no es extraño que cuando en 1928 se hable de la importancia de la misma, con casi 3000 volúmenes, se asegure que “generalmente el autor que más se pide es Martínez Sierra” (Luis E. de Aldecoa, “Una visita al Lyceum Club Femenino”, Estampa, 05-06-1928, pp. 9-11). BROCAR, 35 (2011) 65-90 73 JUAN AGUILERA SASTRE De hecho, ella había formulado las primeras propuestas serias de fundar en España un club de esas características, a imitación de los norteamericanos “de estudio y de cultura”: “¿No creen ustedes que éstos debieran ser los primeros que se fundasen en España? Un rincón con un poco de lumbre, silencio y muchos libros, donde las mujeres pudieran aprender por su cuenta algo de lo mucho que ni la familia ni el Estado se han preocupado de enseñarles”10. En otro texto posterior definía con precisión cuál era el camino que debían seguir las mujeres españolas de clase media, una premonición casi perfecta de lo que iba a ser el futuro Lyceum. Merece la pena la larga cita: Fundad vosotras, mujeres de clase media, Clubs, o si la palabra os asusta, «reuniones», no ya de sufragio, no ya siquiera de cultura, sino sencillamente de distracción (lo demás vendrá por añadidura). Lo esencial es que tengáis un lugar «vuestro» que no sea la casa, que no sea el taller, o la oficina, o la escuela, o la tienda; un salón limpio donde podáis olvidaros una hora al día de la obligación, hablando unas con otras, leyendo periódicos o libros, según vuestra afición; haciendo algo de música, seria o ligera, según vuestra cultura y vuestro estado de ánimo; bailando si os parece […], donde podáis, como los hombres, permitiros el lujo de una taza de café… y muchísima conversación, de un asiento cómodo, de recibir las visitas de amigas, que tal vez en casa molestan al marido un poco egoísta, a la madre cansada y ansiosa de silencio, al padre achacoso o malhumorado. Clubs de veinte, de doce asociadas; el caso es empezar; una cuota mensual para alquilar un piso modesto, pero nuevo; para pagar a la mujer que haga la limpieza, para tener lumbre en el invierno, para una alfombra, para unas cortinas de batista blanca o de cretona alegre, unas cuantas macetas; para pagar el abono a una librería circulante, a unas cuantas revistas y periódicos, de modas, si queréis, o de feminismo, o de economía doméstica, o, 10.Gregorio Martínez Sierra (María Lejárraga), “Clubs de mujeres”, publicado originalmente en Blanco y Negro (05-02-1915) y recogido después en Cartas a las mujeres de España, Madrid, Renacimiento, 1916, pp. 11-16 (la cita en p. 13). La referencia a los clubs de mujeres norteamericanas continuaría en “Lo que hacen algunos clubs de mujeres”, publicado originalmente en Blanco y Negro (21-02-1915) y recogido después en Feminismo, feminidad, españolismo, Madrid, Renacimiento, 1917, pp. 195-203. Bastantes años antes, Carmen de Burgos, Colombine, había anunciado la inminente creación de un Club similar en Madrid: “Personas autorizadas me aseguran que dentro de poco se abrirá en Madrid un Club femenino semejante a los que existen en el extranjero, para que las señoras puedan tener un punto donde reunirse con el fin de leer o conversar”; y concluía: “Nos alegraremos [de] que se confirme la noticia” (Colombine, “Femeninas. Actualidades”, Heraldo de Madrid, 29-08-1906, p. 2). Curiosamente, cuando se inauguró el Lyceum, se declaraba ajena a él y aseguraba: “No soy partidaria de los clubs. Ni de los de hombres ni de los de mujeres… Eso tira del hogar. Y yo voy hacia él…” (José Montero Alonso, “Lo que preparan nuestros escritores. Carmen de Burgos, «Colombine», lleva trabajando ocho años en su libro «La mujer moderna y sus derechos »”, La Libertad, 28-04-1927, p. 3). 74 BROCAR, 35 (2011) 65-90 LAS FUNDADORAS DEL LYCEUM CLUB FEMENINO ESPAÑOL sencillamente, de literatura; para poder tomar dos palcos en un teatro, siquiera una o dos veces al mes; para una buena comedia, para un concierto; para organizar también, una o dos veces al mes, una excursión al campo en día de fiesta… En resumen, un rincón vuestro, vuestro, lo repito, donde las muy preocupadas puedan hablar en paz de los problemas comunes, donde las muy jóvenes podáis reír […], un hogar del espíritu desde donde poder salir en grupo para escuchar una conferencia o asistir a una clase nocturna, que hablen de cosas muy distintas de vuestra obligación diaria, o para pasear simplemente a la luz de la luna […]. A todo esto, que os daría con toda inocencia descanso y alegría, tenéis perfecto derecho; es más, ya os lo he dicho: tenéis obligación de procurároslo.11 Que en esos momentos María Lejárraga gozaba de una autoridad moral indiscutible se percibe en la presentación del anónimo periodista: “María Martínez Sierra, quien nos ha vedado hacer de ella el más pequeño elogio, honra hoy las columnas de La Libertad”. Y añade: “Nosotros, sencilla y escuetamente, escribimos su nombre, que es, en verdad, el elogio mayor”. Sus respuestas incidían en la consideración del Lyceum como un “hogar sentimental”, un “hogar intelectual” que respondía a la necesidad de buen número de mujeres españolas de hallar un ámbito de sociabilidad propio: “Por eso, para eso han fundado su Club, lugar de esparcimiento, de cultura, de conversación y de meditación”. A continuación aclaraba por qué las fundadoras del Lyceum habían optado por un ámbito exclusivo de mujeres: en primer lugar, por “asegurarnos el lujo de la sinceridad absoluta”, imposible según ella cuando hombres y mujeres compartían el mismo espacio. Y, en segundo término, para “libertarnos de la intolerable tolerancia, de la galantería un tanto desdeñosa” de los hombres del momento, que tendían a acusar a las mujeres inteligentes y activas de “pedantes o de insuficientes, intrusas en el reino de la inteligencia”; por eso, proclamaba, “hemos querido tener un sitio en que poder afirmar nuestras opiniones, desenvolver nuestras deducciones, clamar nuestras exaltaciones, gritar nuestras indignaciones […] En nuestro Club queremos aguzar nuestras armas, luchando entre iguales”. Y si su síntesis revelaba de forma cabal los objetivos del Lyceum, su predicción para el futuro bien podría resumir las aspiraciones de todas las asociadas: Creo que el Club irá creciendo y dará nacimiento a otros en toda España. Creo, desde luego, que será formidable impulsor de la cultura 11.Gregorio Martínez Sierra (María Lejárraga), “Para las que nunca se divierten”, publicado originalmente en Blanco y Negro (10-10-1915) y recogido después en Cartas a las mujeres de España, Madrid, Renacimiento, 1916, pp. 151-159 (la cita en p. 157-159). Elena Fortún citaba parte de este texto como la “semilla” que, once años más tarde, había dado como fruto el Lyceum, “superior a todas las esperanzas”, en su artículo en la revista Royal “Lyceum Club Femenino Español”. BROCAR, 35 (2011) 65-90 75 JUAN AGUILERA SASTRE femenina… y de la masculina, por carambola. Creo, sobre todo, que será para las mujeres escuela de justicia […]. El Club –espero– ayudará a la mujer española, poniéndola en contacto con ajenos conflictos y con problemas universales, a libertarse del «egoísmo familiar», su virtud más fuerte y su defecto más terrible. Y es muy de desear, porque mientras las mujeres no sientan la necesidad imperiosa de la justicia, es imposible que los hombres se atrevan a ser justos. No deja de ser curioso, con todo, que entre las opiniones publicadas por La Libertad faltara la de su presidenta, María de Maeztu, como hacía constar con cierta insidia Teresa de Escoriaza, para quien, por otro lado, las manifestaciones de las fundadoras carecían de todo “valor”, a excepción de las de María Lejárraga, con quien, curiosamente, disentía por considerar inaceptable “ninguna fundación que tienda a separar a la mujer del hombre”12. Hemos logrado rescatar, sin embargo, una declaración casi contemporánea de María de Maeztu, recogida por Heraldo de Madrid tras la inauguración del Lyceum. La presidenta insistía en la idea de la sociabilidad femenina como esencia de la nueva organización, en la línea del resto de las fundadoras: Aunque, naturalmente, tratamos de proporcionarnos con este club un lugar cómodo y agradable, en el que entretenernos algunos ratos, es algo más que un centro de recreo lo que se pretende hacer. Se intenta facilitar a las mujeres españolas, recluidas hasta ahora en sus casas, al mutuo reconocimiento y a la mutua ayuda (sic). Queremos suscitar un movimiento de fraternidad femenina; que las mujeres colaboren y se auxilien… Por ejemplo: asistir a las muchachas que en cualquier campo de la actividad estén pugnando por abrirse camino y luchen con los obstáculos con que siempre se tropieza al empezar a trabajar… En este sentido, el club, cuyas asociadas, unas por el propio esfuerzo y otras por su parentesco con eminentes figuras del Arte y de la Ciencia, tienen indudable influjo en la sociedad española, puede hacer buenas cosas. También deseamos intervenir activamente –con ánimo pacífico y ajeno a «tendencia política o religiosa»– en los problemas culturales y sociales de nuestro país. Un guión de lo que ambicionamos hacer son los títulos de las seis secciones del Club: «Social», «Musical», «Artes Plásticas e Industriales», «Literatura», «Ciencias» e «Internacional», Estoy convencida –dice finalmente la señorita Maeztu– de que las mujeres españolas son tan capaces como las extranjeras de realizar una obra en común. Nuestro Club saldrá adelante.13 12.Teresa de Escoriaza, “Crónica. ¡Abajo todos los Clubs!”, La Libertad, 14-01-1927, p. 1. 13.V. Sánchez-Ocaña, “El primer club de mujeres de España. ‘Queremos, dice su presidenta, suscitar un movimiento de fraternidad femenina’”, Heraldo de Madrid, 05-11-1926, p. 1. El periodista definía al Lyceum como “la primera sociedad femenina española que no tiene las intenciones tradicionales”. Contrasta la escasa presencia de Maeztu con el protagonismo 76 BROCAR, 35 (2011) 65-90 LAS FUNDADORAS DEL LYCEUM CLUB FEMENINO ESPAÑOL El artículo se cerraba con la relación de las componentes de la Junta Directiva y de otras señoras que formaron “el grupo fundador”, entre las que “también hay algunas extranjeras: norteamericanas, francesas, inglesas, alemanas… En la actualidad son 150, y están en curso infinidad de peticiones de ingreso”. Nos adentramos así en el segundo gran objetivo de nuestro trabajo: ofrecer un censo si no exhaustivo, sí ampliamente representativo de las socias de Lyceum. Según Benita Asas (Nuevo Mundo, 15-XI-1929), entonces vicesecretaria de una junta que presidía Isabel Oyarzábal, el Lyceum se inició “con unas noventa” socias, aunque Hurtado (1999: 30) eleva el número de socias fundadoras a 115, a las que se habían añadido durante el verano otras 25, con lo que en el momento de su apertura sumarían 139; María Martos (Estampa, 05-06-1928) aseguraba que “el club se inauguró con ciento cincuenta socias nada más”, cifra que al finales de 1926 ascendía, según Elena Fortún (La Prensa (Tenerife), 08-10-1926; Royal, diciembre 1926), hasta las 300, pues como reconocía Herminia Peñaranda en los primeros días tras su inauguración se habían recibido “más de doscientas asociadas” nuevas (La Libertad, 05-12-1926); a mediados de 1928 el número se había elevado a 450, entre ellas numerosas extranjeras, sobre todo norteamericanas y en menor grado inglesas, “cuarenta de número y unas veinte transeúntes”, según Martos (Estampa, 05-06-1928); en 1929 se acercaba a las 500, según testimonios diversos, como los de Asas Manterola (Nuevo Mundo, 15-XI-1929) o Elisa Soriano en 1930 (Fagoaga, 1985: 183). A partir de aquí el número de socias se mantuvo más o menos estable, al menos hasta 1932 (Ahora, 14-03-1932), sin que ya lograse rebasar esa cifra, antes al contrario, parece que hacia 1934 comenzó a descender (Fagoaga, 2002). El único censo amplio y fiable de socias del Lyceum ha sido elaborado por Concha Fagoaga (2002: 159-164) y recoge nombres y datos muy completos de 168 socias. Gracias a una relación, sin fecha ni título alguno, conservada en el archivo de Zenobia Camprubí, secretaria de la primer Junta Directiva del Lyceum, podemos ampliar ese censo notablemente y acercarnos a un listado muy próximo al definitivo14. En efecto, en la relación de Zenobia aparecen un total de 341 nombres, de los que 106 coinciden con la elaborada por Fagoaga. No debe ser tampoco una lista completa, puesto que hay ausencias inexplicables, como las de Elena Fortún, Magda Donato, Matilde Muñoz, María Espinosa de los Monteros, Dolores de Rivas Cherif (la futura mujer de Azaña, también de Isabel Oyarzábal (según Concha Fagoaga “la que realmente dirige el Club” incluso antes de ejercer la presidencia efectiva, entre 1928 y 1933), quien no sólo escribe artículos, como el citado en la nota 5, sino que atiende a numerosas entrevistas, como las publicadas en La Esfera (Julio Romano, “Lyceum. El primer Club femenino inaugurado recientemente en Madrid”, 20-11-1926, pp. 10-11) o en Nuevo Mundo (José Montero Alonso, “El Lyceum Club Femenino entra en el cuarto año de su vida”, 15-11-1929, pp. 12-13). 14.Agradecemos muy sinceramente a Carmen Hernández-Pinzón, representante de los herederos de Juan Ramón y Zenobia, que nos facilitara este importantísimo documento. Son en total siete folios, mecanografíados a un espacio, sin apenas errores ni tachaduras, a los que no precede ningún encabezado ni fecha, pero parece evidente que se trata de un listado de socias del Lyceum. BROCAR, 35 (2011) 65-90 77 JUAN AGUILERA SASTRE ausente en la lista de Fagoaga), Gloria Pérez (la esposa de Casares Quiroga) o Halma Angélico, aunque ésta puede que se incorporara con posterioridad. En cualquier caso, si sumamos esas 341 socias a las 61 que no coinciden con el listado de Fagoaga, llegamos a completar 402 nombres, muy cerca del total, aunque habría que tener en cuenta las posibles bajas y altas posteriores. Hemos mantenido en el Apéndice 1 la relación de Zenobia tal como se encuentra en el original, acompañando a cada nombre de la dirección de cada asociada, lo que puede permitir en algunos casos una mejor identificación. Hemos preferido no alterar el orden ni los nombres cuando aparecen con los apellidos del marido, puesto que en otras ocasiones resulta imposible su identificación real, al figurar simplemente como “señora de”. Sí hemos rehecho el orden alfabético en los pocos casos en que no se seguía, hemos corregido algún error mecanográfico u ortográfico evidente y hemos completado, cuando lo conocemos, el nombre de las socias, añadiendo en cursiva los datos que faltan y, siguiendo el modelo de Fagoaga, el nombre del marido, que aparece entre corchetes. Cuando un nombre figura en las dos relaciones, lo marcamos con un asterisco, de manera que el listado del Apéndice 2 sólo contiene las socias del censo de Fagoaga que no aparecen en el de Zenobia Camprubí. La brevedad de este trabajo no permite realizar un análisis más detallado de las socias, objetivo que queda abierto a otras investigaciones. Baste por el momento con la publicación de este listado de interés capital para conocer realmente quiénes fueron las mujeres del Lyceum. Bibliografía BAROJA, Carmen (1998), Recuerdos de una mujer de la Generación del 98, edición de Amparo Hurtado. Barcelona: Tusquets. CAMPRUBÍ, Zenobia (2006), Diario. 1. Cuba (1937-1939). 2. Estados Unidos (1939-1950). 3. Puerto Rico (1951-1956), edición de Graciela Palau de Nemes. Madrid: Alianza Literaria/La Editorial, Universidad de Puerto Rico. FAGOAGA, Concha (1985), La voz y el voto de las mujeres. El sufragismo en España 1877-1931. Barcelona: Icaria. —,(2002), “El Lyceum Club de Madrid, elite latente”, en Danièle Bussy Genevois (ed.), Les espagnoles dans l’histoire. Une socialiblité démocratique (XIXe-XXe siècles). Saint-Denis: Presses Universitaires de Vincennes, pp. 145-167. GUTIÉRREZ VEGA, Zenaida (2001), Victoria Kent: una vida al servicio del humanismo liberal. Málaga: Universidad. HURTADO, Amparo (1999), “El Lyceum Club Femenino (Madrid, 1926-1939)”. Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, II época, 36, pp. 23-36. KIRKPATRICK, Susan (2003), Mujer, modernismo y vanguardia en España (1898-1931). Madrid: Cátedra. 78 BROCAR, 35 (2011) 65-90 LAS FUNDADORAS DEL LYCEUM CLUB FEMENINO ESPAÑOL LEGGOTT, Sarah (2008), “The Female Intellectual in 1920’s Madrid: Writing the Lyceum Club”. UMLA, Journal of the Australasian Universities Modern Language Association, 110 (november), pp. 95-112. LEÓN, María Teresa (1999), Memoria de la melancolía, edición de Gregorio Torres Negrera. Madrid: Castalia. MANGINI, Shirley (2001), Las modernas de Madrid. Las grandes intelectuales españolas de la vanguardia. Barcelona: Península. —(2006), “El Lyceum Club de Madrid: un refugio feminista en una capital hostil”. Asparkía, 17, pp. 125-140. MARINA, José Antonio y RODRÍGUEZ DE CASTRO, María Teresa (2009), La conspiración de las lectoras. Barcelona: Anagrama. MARTÍNEZ, Josebe (2007), Exiliadas. Escritoras, guerra civil y memoria. Madrid: Montesinos. MARTÍNEZ SIERRA, Gregorio (1916), Cartas a las mujeres de España. Madrid: Renacimiento. —(1917), Feminismo, feminidad, españolismo. Madrid: Renacimiento. MATILLA QUIZA, María Jesús (2002), “María Lejárraga y el asociacionismo femenino. 1900-1936”, en Juan Aguilera Sastre (coord.), María Martínez Sierra y la República: Ilusión y compromiso. Logroño: Instituto de Estudios Riojanos, pp. 83-101. MELIÁN, Elvira M. (2001), “Rastros de nube: María Martos de Baeza y su mundo”. Arenal 8, 2 (julio-diciembre), pp. 379-388. OYARZÁBAL DE PALENCIA, Isabel (2010), He de tener libertad, traducción y edición de Nuria Capdevilla-Argüelles. Madrid: Horas y Horas. POZO ANDRÉS, Mª del Mar (1985), “Actividades culturales y pedagógicas del Lyceum Club Femenino de Madrid (1926-1936)”, en Julio Ruiz Berrio (ed.), La educación en la España contemporánea. Cuestiones históricas. Madrid: Sociedad Española de Pedagogía, pp. 203-212. RODRIGO, Antonina (1999), Mujer y exilio. 1930. Madrid: Compañía Literaria. —(2002), Mujeres para la historia. La España silenciada del siglo XX. Barcelona: Ediciones Carena. —(2005), María Lejárraga, una mujer en la sombra. Madrid: Algaba. BROCAR, 35 (2011) 65-90 79 JUAN AGUILERA SASTRE Anexo 1. Socias del Lyceum Club. Relación de Zenobia Camprubí Abell, Edith (Embajada de los EE.UU.) *Abreu, María Arisqueta Pereira de (Fuencarral, 62) [Gabriel Abreu] Acevedo, Adelia Adams, Berenice (Embajada Inglesa) Adriaensens, Paulina (Covarrubias, 3) Agudo, Luisa López de (C. Peñalver, 18) Agulla, Mª Luisa G. de (Conde de Aranda, 5) *Alba, Duquesa de (Princesa, 2) *Aleixandre, Concepción (Núñez de Balboa, 13) Alonso, Luisa Castellanos de (Guillermo Osma, 13) Alonso Martínez, Adela M. de (Ferraz, 82) Alpuente, Condesa de (Lisboa, 10) *Altuna, Prudencia Gómez de (Rey Francisco, 15) Álvarez, Dolores Miranda de (Mayor, 12) *Álvarez del Vayo, Luisa Graa de (Espalter, 5) [Julio Álvarez del Vayo] Álvarez, Adela Hernández de (García Paredes, 43) Alvargonzález, Herminia (Génova, 10) Allende, Pilar Ysasi de (Juan de Mena, 11) Amato, Adela Rodríguez de (Nicasio Gallego, 1) *Amposta, Marquesa de (Castellana, 52) *Anaya Buire, Adela (General Pardiñas, 24) *Aranaz, Rosa (Claudio Coello, 13) *Araquistáin, Gertrudis [Trudy] Graa de (Espalter, 5) [Luis Araquistáin] *Arco, Isabel Ariza del (Olózaga, 3) Artigas, Josefina Díaz de (C. de San Jerónimo, Hotel P. de Asturias) [Santiago Artigas] *Asas Manterola, Benita (Princesa, 40) *Baeza, María Martos Arregui de (Ayala, 13) [Ricardo Baeza] Baldasano y López, Salomé (Núñez de Balboa, 7) Baldasano y López, María Cruz (Núñez de Balboa, 7) Baldi, Estrella Fontanals de (Espalter, 3) *Baroja, Carmen Monné de (Mendizábal, 34) [Ricardo Baroja] *Bastos, Consuelo B. de (Castellana, 9) [Rafael Bastos] Bastos, Teresa Pellico de (Génova, 28) Beckler, Helene (Floridablanca, 3) *Belmonte, Julia Cossío de (General Oraá, 9) [Juan Belmonte] Benito, Carmen Juan de (Claudio Coello, 45) Benlloch, María La Roda de (Jorge Juan, 33) Bermejo, Sra. de (Bárbara de Braganza, 20) 80 BROCAR, 35 (2011) 65-90 LAS FUNDADORAS DEL LYCEUM CLUB FEMENINO ESPAÑOL Berstein, Julia (Orfilia, 5) Besteiro, Dolores Cebrián Fernández de (Miguel Ángel, 14) [Julián Besteiro] Blasco, Matilde Carbonell de (Pi y Margall, 20) *Bores, María Luisa (Alcalá, 84 dupl.) *Bores, María López Navarro de (Alcántara, 4) Bravo, Rosario (Ibáñez de Balboa, Bilbao) *Brea Zavala, Carmen (Banco Hispano de Edificación) Brime, Amparo, (Apodaca, 3) Brums, Mme. (Lagasca, 13) Buen, Rafaela Lozano de (Colonia Cruz del Rayo, 53, Guindalera) Burmester, María Luisa M. de (Castelló, 66) *Caballero, Emilia (Alberto Bosch, 3) Cabrera, María Sánchez de (Martínez Campos, 1) Calvert, María (Caballero de Gracia, 34) Calvo Rodero, Isabel (Juan de Mena, 16) *Calvo Rodero, Matilde (Academia, 10) Campo, Isabel F. del Castillo del (Pez, 6) Campo Alange, Marquesa de (Pinar, 8) *Campoamor, Clara (Pl. Príncipe Alfonso, 11) Campos, Josefina Alcalá G. de (Alcalá, 30, pensión) *Cantero, Araceli R. de (Atocha, 55) *Caro, Carmen Baroja Nessi de (Mendizábal, 34) [Rafael Caro Raggio] Casa Aguilar, Vizcondesa de (Fernando VI, 4) *Casas, Rosa Moraleda de (Colonia de la Prensa, Hipódromo 22, provisional) Catalá, Julia Armison de (Plaza de la Villa, 1) Cavengt, Carmela (Príncipe de Vergara, 9) *Champourcín, Ernestina (Villamejor, 3) [Juan J. Domenchina] Chapaprieta, Dolores Inglada de (Pl. de las Salesas, 9) Cirajas, Isabel Alonso de (Hotel Cirajas, Ciudad Lineal) Crespo, Adela (Doctor Castelo, 7) Cuesta, Ana Martín, Vda. de (Serrano, 68) Delgado, Ana María Zena de (Montesquinza, 11) Delgado, Ana María (Montesquinza, 11) Díez Berrio, Carmen N., Vda. de (Blanca de Navarra, 12) *Díez-Canedo, Teresa Manteca de (Lealtad, 20) [Enrique Díez-Canedo] Diéguez, Rita Moncada de (Torrijos, 33) *Duarte, Sra. de (Españolito, 15) *Durán, Victorina (Ventura de la Vega, 1) Durand, Margarita (International Banking Corporation) Ducloux, Higinia (Torrijos, 33) BROCAR, 35 (2011) 65-90 81 JUAN AGUILERA SASTRE Echeandía, María Marín de (Pl. S. Bernardino, 10) Echevarría, Mercedes Cortés de (Núñez de Balboa, 18 trip.) Eggelind, Sra. Von (Príncipe de Vergara, 29) Elliott, Catherine (Gran Vía, 18) Elorrieta, Rosario Lacy de Palacio de (Fortuny, 18) [Tomás de Elorrieta] Enjuto, María Casares de (Alfonso XII, 44) *Escalera, Emma (Almagro, 12) *Espada, Isabel (Diego de León, 34) Espina, Concha (Goya, 103) Espinosa, María Jiménez de (Sagasti, 20) Escribá de Romaní, Rosario (Hortaleza, 67) *Esghen15, Sra. de Van (Quinta del Berro) Estrada, María (Alcalá, 131) Ezquerra, Emilia (Club) *Fabra Rivas, María Q. de (Santa Engracia, 100) [Antonio Fabra Rivas] Fajardo y Frías, Teresa (Parque Metropolitano, Loma, 12) Fajardo, Teresa Frías de (Parque Metropolitano, Loma, 12) Falcón, Irene (Marqués de Cubas, 9) *Fernández Alemany, Carmen Pardinas de (Tudescos, 2) Fernández Bordás, María B. de (Sagasti, 28) Fernández Bordás, Yolanda (Hermosilla, 73) Fernández Ferrer, Pilar F. de (Conde de Peñalver, 1) Ferrándiz, Pilar Vega de (Lagasca, 119) Flidner, Kathie (Artistas, 4) Filer, María Clavé, Vda. de (Núñez de Balboa, 11) Fourlan Decreux, Susana (Almagro, 16) Frías, Teresa (Postas, 25) Fromkes, Eva (Espalter, 7) Fuente González, Marquesa de (Lista, 30) Galarraga, Josefina (Hermosilla, 32) Galvao, Nieves Pi de (Florida, 11) *Gancedo, Elvira (Castellana, 30) *Gancedo, Luisa (Castellana, 30) García Miranda, Concepción (Velázquez, 19) *García Mauriño, Ángeles (Goya, 6) [Leonardo Pueyo] García Vela, María V. de (Larra, 6) *García Quevedo, Guadalupe (Lista, 86) Génova, Marcelina Sotil de (Alfonso XII, 50) 15 En otros documentos, Van Geghen o Van Eigen. 82 BROCAR, 35 (2011) 65-90 LAS FUNDADORAS DEL LYCEUM CLUB FEMENINO ESPAÑOL Gil, Rosario Castiello de (Claudio Coello, 116) Gil Grávalos, María A. de (Menéndez Pelayo, 4) Giménez Caballero, Sra. de (Canarias, 41) [Ernesto Giménez Caballero] Gimeno, María Basterrechea de (Castellana, 16) Giráldez Espinosa, Eugenia (Juan de Mena, 19) Goldenberg, Raymonde (Pl. Progreso, 8) *Gómez Cano, Pilar (María de Molina, 92) Gómez Martín, Dolores (Atocha, 74) Gómez Quintana, Alicia R., Vda. de (Patio Banderas, 3, Sevilla) Gómez Spencer, Elena (Francisco de Rojas, 1) *González Agustina, María Gáldiz de (Velázquez, 104) [R. González Agustina] *González Barrio, Nieves (Velázquez, 27) *González Martínez, Luisa R. de (Lista, 25) [Enrique González Martínez] González, Concha Mancauberg de (O’Donnell, 7) *Gorostidi, Luisa Salín Cigarraga de (Zorrilla, 9) [Carlos Gorostidi] Górriz, Isolina de (Sta. Cruz Marcenado, 20) Gowantes, Gloria Brime de (Apodaca, 3) *Grau, Herminia Peñaranda de (Ayala, 62) [Jacinto Grau] *Gurrea, Adelina (Ramón de la Cruz, 15) Gutiérrez, Natividad A. de (San Lorenzo, 11) *Gutiérrez Abascal, Pilar Zubiaurre Aguirrezábal de (Pl. Salesas, 9) [Ricardo Gutiérrez Abascal, Juan de la Encina] Gutiérrez Cano, María V. de (Hortaleza, 134) Gutiérrez, Dolores Goñi de (Ramón de la Cruz, 10) *Haro, Eulalia Gallego de (Serrano, 74) Herrera, Pilar (Eguilaz, 10) Herrero, Josefina G. (Concepción Arenal, 6) Hidalga, Consuelo E. de la (Serrano, 36) Horneman, Adela (Hermosilla, 62) *Hurdisán, María (Sagasta, 4) Ibáñez, Guillermina Brauns de (Ramón de la Cruz, 105) Iribarren, Teresa Cabanillas de (Serrano, 5) *Jiménez, Zenobia Camprubí y Aymar de (Padilla, 34) [Juan Ramón Jiménez] Juan, Marcelle (Fernando el Católico, 32, dupl.) *Kent Siano, Victoria (Marqués de Riscal, 5) Klauber, Edvige (Martínez Campos, 47) BROCAR, 35 (2011) 65-90 83 JUAN AGUILERA SASTRE La Roda Morris, Vicenta (Jorge Juan, 39) *Laá García, Carmen (Villanueva, 33) Lafora, Ana (Lope de Vega, 55) Landa, Jacinta (Prolongación de Lagasca, 125) Landsman, Sra. de (Alfonso XI, 5) Lantero, María Paz (Hermanos Bécquer, 8) Lanzarote, Mercedes E. de (Fernando el Santo, 4) *Lapresta, Eulalia (Fortuny, 30) Lecomte, Leontine (Menéndez Pelayo, 4) Leifschuz, Piedad Salas de (Galdácano, Bilbao) Linares, Francesca (Goya, 77) Lindner, Catalina (Embajada Alemana, Castellana, 4) Lois, Sra. de (Agustín Durán, 10) *López Navarro, Luisa (Alcántara, 4) Lozano, Consuelo (Velázquez, 46) *Luna, Gloria (Abascal, 45) Luque, Matilde Contreras de (Av. Reina Victoria, 45) *Luzuriaga, Mª Luisa Navarro Marghoty de (Miguel Ángel, 31) [Lorenzo Luzuriaga] Mac Curdy, Dorothy (Paseo del Cisne, 10) *Macho, Sra. de [Martínez Romarate, Soledad] (Rosales, 56) [Victorio Macho] *Madariaga Rojo, Ascensión (Palencia, 17; Notre Dame des Champs, 41, París) *Maeztu Whitney, María de (Fortuny, 30) Magdalena, Isabel Sánchez R. de (Velázquez, 29) *Marañón, Dolores Moya de (Serrano, 43) [Gregorio Marañón] Marañón, Carmen (Serrano, 43) Marañón, Luisa (Serrano, 4) Marina, Carmen Gómez Cano, Vda. de (María de Molina, 92) Martí, María Adrades de (Sta. Lucía, 10) Martín, Enriqueta (Miguel Ángel, 8) Martín de Antonio, Concepción (Colón, 6) Martín de Antonio, Rosa (Colón, 6) Martín Granizo, Josefina S. de (Montesa, 35, h.) Martín Remarache, Pilar V. de (Rosales, 44) *Martínez Albacete, Isabel (Fernando VI, 1) *Martínez Sierra, María de la O Lejárraga García de (Madera, 11) [Gregorio Martínez Sierra] Massip, María H. de (Magdalena, 1) [] Mata, Magdalena Rodríguez de (Martínez Campos, 1) Maté Prieto, Antonina (Altamirano, 24) Meabe, Julia Y. de (Marqués de Riscal, 5) 84 BROCAR, 35 (2011) 65-90 LAS FUNDADORAS DEL LYCEUM CLUB FEMENINO ESPAÑOL Melgarejo, Carlota (Pl. de Oriente, 3) *Mesa, Carmen Gallardo Martín-Gamero de (Velázquez, 38) [Enrique de Mesa] Miguel, Gloria de (Alonso Heredia, 5) Michelena, Condesa de (Castellana, 8) Mitjans, Manuela H. de (Fortuny, 9) Molinero Manrique, Francisca (Velázquez, 16) Morales, Isabel Bañón de (Goya, 111) *Morán, María Pinazo de (Sta. Cruz Marcenado, 20) *Morán, Blanca (Sta. Cruz Marcenado, 20) Moreno, Luz (Martínez Campos, 53) Moro, Luisa Contreras de (Alcalá, 121) Muñoz, Inés (Zurbano, 27) Muñoz, María (Barquillo, 12) Muñoz, Sagrario (Transeúnte) (Conde Duque, 52) Muñoz de la Riva, Dolores (Hermosilla, 2) Mutters, Carlota (Bárbara de Braganza, 5) Nadal, Genoveva Aixela de (Castellana, 80) Negrín, María Fidelman de (Serrano, 73) [Juan Negrín] Nimeyer, Sra. de (Serrano, 51) Nogués Sardá, Dolores (Alonso Cano, 51) Noblejas, Laura Brunet de (Recoletos, 6) Nombela, Elvira Blanco de (Hermosilla, 23) Olaiz y Miranda, Elisa (Espejo, 6) Olivé, Alcira (Arango, 4) Oriol, María G. de (Zurbano, 59, h.) Ortega, Elena Sánchez de Anido de (Francisco de Rojas, 3) Ortega, María Chinchilla de (Claudio Coello, 24) *Ortega y Gasset, Rosa Spottorno Topete de (Serrano, 47) [José Ortega y Gasset] Ortiz, Elena (Príncipe de Vergara, 60) *Ortiz, Esther Alonso de (Príncipe de Vergara, 60) *Ortiz Alonso, Alicia (Príncipe de Vergara, 60) Orueta, Marta (Maldonado, 11) *D’Ors, María Pérez Peix de (Jorge Juan, 37) [Eugenio D’Ors] Ouxley du Bose, Clara (Rafael Calvo, 7) *Otaola, Ascensión (Valdeiglesias, 13) Palacio, Catalina R. de (Árbol del Paraíso, Chamartín) Palancar, Amparo (Augusto Figueroa, 42) Palencia, Carmen B. de (P. de Recoletos, 31) [Juan Palencia] *Palencia, Isabel Oyarzábal Smith de (Villamagna, 2 tripl.) [Ceferino Palencia] BROCAR, 35 (2011) 65-90 85 JUAN AGUILERA SASTRE Palero, Josefina Luna, Vda. de (Abascal, 45) Palomo, Soledad P., Vda. de (Toledo, 48) *Pantoja, María (Miguel Ángel, 19) Pardo, Luisa (Bárbara de Braganza, 14) París, Pilar R. de (Amazonas, 8) Pavía, Teresa (Conde de Aranda, 13) Pedroso, Isabel (Juan Bravo, 1) Pedroso, Linda (Fortuny, 5) *Peinador, Georgina Porrúa de (Barco, 8) *Peinador Porrúa, Natalia (Barco, 8) *Peña, Carmen Abreu de (Fuencarral, 62) [Federico Peña] Pérez, María Fernández de (Carretera de Chamartín, 27) Pérez, Quintina Rodríguez de (Serrano, 9) *Pérez de Ayala, Mabel Rick de (Espalter, 11) [Ramón Pérez de Ayala] Pérez de Guzmán, Mercedes E. de (Alcalá 94) Pérez Ferrero, Ana Canseco de (Ayala, 32) Pérez Mangado, Esperanza W. de (Serrano 74) *Phillips, E. G. (Fortuny, 5) Pinazo, Magdalena M. de (Fortuny, 7) Pla, Josefina (Valverde, 28) Plauché, Pilar de (Jorge Juan, 15) *Plaza, Dolores (Arenal, 16) Ponce de León, María (Castellana, 51, dupl.) Posada, Carmen (Avenida del Valle, 32) Potestad, Elena (Velázquez, 103) Queipo de Llano, Pilar (León, 13) *Quiroga Sánchez Fano, Antonia (Fernández de la Hoz, 36) *Quiroga Sánchez Fano, Josefa (Fernández de la Hoz, 36) *Quirós, Jimena (Núñez de Balboa, 125) Recón y González, Sra. (Hermosilla, 23) Regalía, Marquesa de la (Pl. Cristino Martos, 5) Rallo García, María del Rosario (Marqués de Sta. Ana, 26) Redondo, Ángela (Lista, 86) *Riaño, Aurora Lanzarote de (Los Pinares, Chamartín) Riaño Herrera, Pilar (Los Pinares, Chamartín) Rivas, Concepción Ruiz de (Velázquez, 19) Roca, Ramona Roca de (Fernández de la Hoz, 2) Rodero, María del Carmen (Ventura de la Vega, 1) *Rodrigo, Carmen Bores de (Olózaga, 3) *Rodrigo Bellido, María (Villa Aralar, Colonia de la Prensa, Chamartín) 86 BROCAR, 35 (2011) 65-90 LAS FUNDADORAS DEL LYCEUM CLUB FEMENINO ESPAÑOL *Rodrigo Bellido, Mercedes (Villa Aralar, Colonia de la Prensa, Chamartín) Rodríguez Collete, Julieta (Almagro, 18) Rodríguez del Valle, Teresa (Lista, 39) Rodríguez, Marina López de (Av. Reina Victoria, 43) Rojas, Engracia (Génova, 11) Ruiz Castillo, Paz Basabé de (Lista, 66) *Ruiz Ferry, María Espuig de (López de Hoyos, 178) Ruiz Espuig, María (López de Hoyos, 178) Rumayor, Avelina L. de (Ramón de la Cruz, 31) Sabater, Celia Muñoz de (Iturbe, 6) Sachi, Sra. de (Riscal, 10) Sala Sampil, Luz (Luchana, 27) *Salas, Elena Pinto de (Alcántara, 4) Salas, Isabel Lang de (Hermosilla, 17) *Salaverría, Amalia Galarraga de (Hermosilla, 32) [José Mª Salaverría] Samain, Elena (Lista, 72, dupl.) San Antonio, Vizcondesa de (Gral. Oraá, 5) *San Esteban de Cañongo, Condesa de (Sturdza, María) (Méndez Núñez, 17) *San Martín, Matilde Huici Navaz de (Velázquez, 63) [Luis San Martín] Sánchez Román, Ángeles (Velázquez, 29) Sangróniz, Amparo S. de (General Castaños, 3 y 5) *Sangróniz, Eloísa C. de (General Castaños, 3 y 5) [José Antonio Sangróniz] Sangróniz, Mercedes P. de L. de (Miguel Ángel, 10) Santos, Ramona (Jorge Juan, 31) Sanz, Concepción M. de (General Sanjurjo, 30, Colonia Cruz del Rayo) Sanz Echeverría, Josefa (Bravo Murillo, 70) Sardá Ubarri, Mercedes (Alonso Cano, 51) Saunt, W. (Ayala, 4) Schmidt, Emma (Alcalá, 112) Schneider, María Teresa (Alfonso XII, 32) Seriñá, Luisa A. de (Gran Vía, 19, entresuelo) Serís, Herlinda S. de (Lagasca, 117) Singerman, Berta (ausente) Smith, María Teresa (Pi y Margall, 9) Smith, Marjorie (Almagro 48) Societs, María (Fuencarral, 125) Soler, Luisa Yardón de (Príncipe de Vergara, 15) *Soriano Fichter, Elisa (Fuencarral, 53) Sotil, Clotilde (Alfonso XII, 50) Sterne, Gaby (Lagasca, 117) Suárez Rivas, Pilar (San Agustín, 9) BROCAR, 35 (2011) 65-90 87 JUAN AGUILERA SASTRE Suárez Rivas, Teresa M. de (San Agustín, 9) *Subirá, Camila Ventura de (Viriato, 9) [José Subirá] Sweeney, Luisa (transeúnte) (Fortuny, 53) Tapia, María H. de (Hermosilla, 2) *Tapia, Pilar Bolívar de (Velázquez, 38) [Luis de Tapia] *Trallero, Julia Peguero Sanz de (Fuentes, 1) [Ceferino Trallero] *Triviño, Alfonsa (Bailén, 23) *Triviño, Concha (Bailén, 23) Troy, Mrs. (Pinar, 8) Turián, Elena (Jorge Juan, 77) *Ucelay, Pura Maortua de (Libertad, 14) [Enrique Ucelay] Usango, Carmen de (Alcalá, 93) Vado, Condesa del (Zurbano, 21) *Valentín Coca, María B. de (Cartagena, 4) [Valentín Coca] Vallecillo, Ana (Torrijos, 21) *Vasseur, Margarita Gorriti de (Goya, 58) [Álvaro Armando Vasseur] Vega, Carmen Torres de (Alonso Cano, 25) Vega, María del Mar Terrones de (Rosales, 58) *Velasco Aranaz, Pilar (Conde de Aranda, 7) *Vidal, Asunción (Eloy Gonzalo, 27) Vigo, Camila Fabra de (López Hoyos, 22) Walx, Lily (Villanueva, 34) *Whitney16, Anne Louise (Embajada de los EE.UU.) Yotti, Carmen Guzmán de (Hotel de Roma, Gran Vía) Zamora, Josefa Pons de (ausente) (Barcelona) *Zancada, Blanca G. de (Claudio Coello, 1) Zarralugui, Margarita Almonte de (Jorge Juan, 11) Zimmerman, Mª Elena de (Zurbarán, 3) *Zubiaurre, Isolina Y. Gallego de (Lope de Vega, 55) [Ramón de Zubiaurre] Zulueta, Amparo Cebrián de (Martínez Campos, 1) Zurita, Inocencia (Marqués de Salamanca, 36, Carabanchel) 16 En otros documentos aparece como Miss Wahtley. 88 BROCAR, 35 (2011) 65-90 LAS FUNDADORAS DEL LYCEUM CLUB FEMENINO ESPAÑOL Anexo 2. Otras socias del Lyceum Club. Censo de Concha Fagoaga Albertos, Natividad Albornoz, Concha Alvargonzález, Ángeles Aragoneses Urquijo, Encarnación (Elena Fortún) [Eusebio de Gorbea Lemmi] Baker, Elizabeth Castro, Sra. de Cenamor, Regina V. de Car Margarit, Mª Francisca (Halma Angélico) Corro Elcano, Concepción Díaz de Mendoza Aguado, Carmen [Fernando Sartorius, Conde de San Luis] Echevarría, Consuelo [Vicente de la Hidalga] Echevarría, Enriqueta Normand de [Juan Echevarría Zuricalday] Echous, Dorothy Espinosa de los Monteros, María Gaibrois, Mercedes [Manuel Ballesteros] Gancedo, Aurora Gancedo, María González del Campillo, Victoria [Gustavo Pittaluga Fattorini] Grimm, Herta Hill, Alice Mabel [Ramiro de Maeztu] Ibáñez Gallardo, Carmen [Cipriano de Rivas Cherif] Iruretagoyena, Julia [Tomás Meabe] Jiménez Castiello, Sra. de León y Goiry, Mª Teresa [Rafael Alberti] López Brime, Amparo López Brime, Gloria Lucía, Susana de Luna Corral, Josefina Martín de Antonio, Rosa McBroom, Nelis Méndez Cuesta, Concha [Manuel Altolaguirre] Moraleda, Soledad Morales, Teresa Moreno, Amparo Multedo Villarreal, Angustias Muñoz, Matilde Nelken, Carmen Eva (Magda Donato) Newhall, Beatrice Ortega, Bernardina Pablo, Teresa de BROCAR, 35 (2011) 65-90 89 JUAN AGUILERA SASTRE Pastrana, Duquesa de Pi, Nieves Porrero Rodríguez, Pilar Power, Mercedes Ras, Matilde Rodrígue, Renée [Carlos MacHale] Rodríguez Carballeira, Carmen (Hildegart) Salmerón, Catalina Salmerón, Sra. de (García Sardinero, María) [José Salmerón García] Sánchez Román, Encarnación Sturdza, María [Manuel Pedroso, Conde de San Este] Usera, Asunción Valderrama Alday, Pilar [Rafael Martínez Romarate] Valero Martín, María [Mariano Mazas] Vega, Dolores Velasco de Alamán, Dolores Venadito, Condesa de Villasante, Carmen Yela, Sra. de Zavala Pring, Ana [Gonzalo Rodríguez Lafora] 90 BROCAR, 35 (2011) 65-90