1 El papel de la filosofía desde Michel Foucault 2 El papel de la filosofía desde Michel Foucault 3 El papel de la filosofía desde Michel Foucault 4 El papel de la filosofía desde Michel Foucault William Cerón Gonsalez 5 El papel de la filosofía desde Michel Foucault 190 C416 Cerón Gonsalez, William El papel de la filosofía desde Michel Foucault / William Cerón Gonsalez Medellín : Edición Unaula, 2012 248 p.— (Cultura de la investigación) ISBN:978-958-8366-51-7 Incluye bibliografía I. 1. FOUCAULT, MICHEL, 1926-1984 - CRITICA E INTERPRETACION 2. ETICA POLÍTICA 3.FILOSOFÍA MODERNA II. Cerón Gonsalez, William Serie Cultura de la investigación Ediciones UNAULA Marca registrada del Fondo Editorial “Ramón Emilio Arcila” El papel de la filosofía desde Michel Foucault © William Cerón Gonsalez © Universidad Autónoma Latinoamericana Primera edición: agosto 2012 ISBN: 978-958-8366-51-7 Hechos todos los depósitos que exige la Ley Edición: Fondo Editorial Unaula Rector José Rodrigo Flórez Ruiz Decano Facultad de Derecho Fernando Salazar Mejía Hecho en Medellín - Colombia Universidad Autónoma Latinoamericana, Cra. 55 No. 49-51 Medellín - Colombia Pbx: 511 2199 www.unaula.edu.co 6 A María Raquel Gonsalez, por sus incontables oraciones 7 El papel de la filosofía desde Michel Foucault 8 Contenido Prólogo.....................................................................................................11 Introducción............................................................................................17 La filosofía crítica de Michel Foucault...........................................17 Consideraciones metodológicas..............................................................34 Capítulo 1..................................................................................................37 1. La genealogía del saber, el poder y la ética. .....................37 1.1 La arqueología del saber................................................................42 1.2 La genealogía del poder.................................................................54 1.3 La ética de sí y de los otros...........................................................69 Capítulo 2................................................................................................107 2. De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto.............................................107 2.1 Análisis preparatorio sobre el poder de la vida en Nietzsche................................................................109 9 El papel de la filosofía desde Michel Foucault 2.2 El derecho de soberanía: hacer morir o dejar vivir.................119 2.2.1 Derecho público, la máscara del poder.....................................139 2.3 Biopolítica liberal: “hacer vivir”, “dejar morir”.......................148 2.3.1 Anatopolítica liberal: la disciplina y el cuerpo..........................158 2.3.2 El derecho público entre la autolimitación y la limitación del gobierno ........................................................171 Capítulo 3................................................................................................185 3. La filosofía para ser empresarios de sí mismos o de la contruccion del propio señorío...............................185 3.1 La filosofía del talento entre el diagnóstico y la terapia.................................................................185 3.2 El retorno al sujeto de interés: una práctica económica...............................................................200 3.3 La administración de la casa y los cuidados del cuerpo..........211 3.4 La ética y estética: una misma práctica de sí...........................217 3.5 Los seguros del empresario de sí mismo..................................221 Algunas conclusiones..........................................................................225 Bibliografía............................................................................................233 10 Prólogo La posibilidad de que el pensamiento concentrado en la riqueza de expresión de un autor sea comprendido, interpretado y trasformado, está en relación directa con la capacidad de sus lectores. Es claro que una lectura no agota esa sima de sabiduría o ese cántaro de conceptos, siendo sí más fructífera cuanta más dedicación, entusiasmo y asiduidad se tenga en recoger y esparcir, en ahondar y divulgar, extractar y difundir esa “sustancia” y contenido no advertido por otros lectores, constituyendo lo impensado en aquello pensado. Uno de esos autores distinguido por la abundancia de sus planteamientos y por la provocación que su voz suscitó durante varias décadas es precisamente Michel Foucault, personaje central de este libro que presentamos a consideración del lector, aunque ello no signifique una adhesión incondicional, del escritor del mismo, en absolutamente todos sus planteamientos, ya que si tomar distancia constituye un respeto hacia el maestro, es innegable que ese sentimiento se enarbola a lo largo de toda la composición de la obra, no implicando ello ni la ausencia de sus enseñanzas, ni desatención a los indicios por aquel señalados, ni mucho menos a los horizontes de pensamiento por él abiertos. Ha de advertir el lector que este es un libro hecho con cariño y alegría, fruto de la disciplina y la pasión que la reflexión de los temas éticos y políticos han desencadenado en William Cerón, su autor –el cual procede académicamente hablando, del ámbito de la filosofía y de la ciencia política– pero también, del efecto producido por el ejercicio 11 El papel de la filosofía desde Michel Foucault arduo de lectura y meditación llevadas a cabo en largos años de rigurosa paciencia y de un esfuerzo por fundamentar, desde una perspectiva diferente, ese entramado que constituye la filosofía práctica. Ahora bien, el propósito de la obra es claro: desarrollar una propuesta filosófica de transformación y renovación de los conceptos con los cuales se ha pensado el sujeto ético político moderno, moviéndose desde aquellas formas históricas de la soberanía a la tradición liberal y todo lo que ello implicó en términos del ejercicio del poder sobre los cuerpos y las maneras de vivir, develando las diferentes lógicas de dominación, los usos económicos y su legitimación en determinadas estructuras jurídico-políticas, y sus sucesivos enmascaramientos, proponiendo, en alternancia, un discurso: primero crítico, “frente a todo aquello que se nos presenta como universal, absoluto, verdadero y nos libere de los prejuicios antropocéntricos y de prácticas discursivas guiadas por los relatos historicistas unidimensionales” (Cerón) soportado en una lectura atenta de múltiples textos de Michel Foucault, como lo hemos ya señalado, haciendo uso y apropiación de las herramientas y dispositivos conceptuales por éste aportados al análisis histórico del problema. Y segundo, creador al diseñar “la filosofía para ser empresarios de sí mismos o de la construcción del propio señorío” en la que el sujeto es el artífice de su propio destino, ya que incorporando en su vida cotidiana ciertas técnicas y prácticas está llamado a una profunda trasformación de sí, reinventándose y reconstruyéndose continuamente en “el día a día”. Nos dice el autor “el empresario de sí mismo es una ética política […] por cuanto alienta y promueve un estilo de vida auténtico” (Cerón) para la obtención de lo cual el sujeto ha de lograr una autopercepción de sus propias capacidades, talentos, intereses, ocuparse de su cuerpo y su seguridad, de su casa y su sustento, su salud, haciendo un uso racional de sus “haberes”; construyendo su propia existencia desde el horizonte de la acción y la valoración, poniendo en práctica una serie de virtudes auto gestionadas, etc. Se trata, en síntesis, de la conducción de la propia vida desde la práctica ética y estética y haciendo de sí mismo un sujeto profundamente activo y dinámico 12 De otro lado, el autor del libro se juega en la interpretación atenta de esa obra foucaultiana, pudiendo decir que supo aprovechar las fermenta cognitionis en ella inscritas y sugeridas, empleando inteligentemente los recursos conceptuales y alcanzando una comprensión de la tarea de la filosofía en relación con la vida y con lo que efectivamente le conviene al ser humano. Es de resaltar como un mérito adicional, que puede fácilmente ser reconocido por el lector, el plus que se le da al planteamiento al no entender abstractamente la labor filosófica, ni quedarse en el frío razonamiento o lógica muerta de los conceptos, ya que a lo largo del texto y fundamentalmente en el último capítulo, emerge ese mundo de la vida en sus iridiscentes situaciones, eventos y condiciones donde los seres humanos tienen que asumirse a sí mismos en una labor de construcción y trasformación de sus singulares existencias, retando diariamente sus propias capacidades y talentos, los cuales ha de desarrollar en múltiples prácticas que el autor nos descubre. Por lo anteriormente afirmado, nos atrevemos a decir que el querer del autor, en su propósito fundamental, es construir una filosofía que haga presencia fuera de las aulas de clase, no sólo para especialistas de la disciplina, sino para la gente del común, que tenga en cuenta algunas de sus preocupaciones y cuestiones vitales. Se aspira a erigir, de esta manera, una filosofía que devenga ella misma una forma de vida, que integre en sí una diversidad de opciones, elecciones y prácticas. Es, pues, un ethos filosófico que diagnostica y da cuenta del presente habitado por aquella gente que, en su cotidianidad, está urgida de alguna iluminación crítica frente a los desconciertos actuales y la ausencia extendida del poder deliberante. El aporte filosófico del presente libro, entonces, está expuesto, a lo largo de sus páginas, pues, en primera instancia, se nos presenta la reflexión elaborada por Foucault en torno a ese eje de saber, poder y actuar, haciéndonos un recorrido por su más significativas tesis, sin pretender con ello agotarlas, pero sí dejando ver la geografía de su pensamiento, mostrando en su interior los cambios de paisajes, como por ejemplo el desplazamiento de los intereses arqueológicos a los genealógicos, implicando con ello ciertos abandonos 13 El papel de la filosofía desde Michel Foucault metodológicos y preocupaciones iniciales, para entrar en regiones y lugares mucho más singulares, accidentados, en un terreno fracturado por abismos y rupturas. En una segunda instancia, y básicamente en el tercer capítulo titulado “La filosofía para ser empresarios de sí mismos o de la construcción del propio señorío”, se despliega ampliamente el ethos del empresario de sí. Nos dice el autor: “[…] es tarea de la filosofía incorporar a sus reflexiones una propuesta del empresario de sí mismo, esto es, un conocimiento del hombre ligado a sus habilidades, talentos, intereses, experiencias, comportamiento, esfuerzo y conocimiento de sí mismo” (Cerón), y el nódulo significativo lo concentran esos cinco apartados que se despliegan en el texto y que revelan el horizonte en el que se concreta la propuesta conceptual del empeño escritural, así tenemos: “La filosofía del talento entre el diagnóstico y la terapia”, “El retorno al sujeto de interés: una práctica económica”, “La administración de la casa y los cuidados del cuerpo”, “La ética y estética: una misma práctica de sí” y “Los seguros del empresario de sí mismo”. El afán es, por lo tanto, re-conceptualizar al sujeto desde su propia interioridad, proponiéndole que sea su propio señor y subjetivador, para que, de esta manera, se pueda auto-descubrir en todo su potencial y capacidad deliberativa, judicativa y decisoria, en aras a su propia afirmación y conveniencia. En síntesis, nos dice el autor: “La filosofía como cura del alma es lo que hemos presentado a lo largo de la investigación” (Cerón). No es inútil advertir, por último, en esta presentación, que el único responsable de esta propuesta, gestada en una tesis doctoral, es su autor, y no Foucault, y así, de entrada le salimos al paso a una tentadora desviación que se pueda presentar en su lectura. Es la actuación que acompaña al autor a ejercer el derecho que se tiene de pensar por sí mismo, y el riesgo que semejante empresa acarrea; sin desconocer, desde luego, las apoyaturas ofrecidas por los autores citados y referenciados a lo largo del texto, configurándose de tal modo una perspectiva filosófica apuntalada en un impulso decisivo del empeño por ser fiel a 14 las propias capacidades intelectuales y morales. Me congratulo, pues, con William Cerón por esta publicación y el significativo esfuerzo realizado a lo largo de estos años, a fin de develarnos una nueva manera de enfrentarse el ser humano consigo mismo, sin que tal tarea implique ni zozobra, ni temor alguno, claves de la felicidad y la serenidad de la existencia. Dejo al lector el goce de descubrir por sí mismo los temas específicos de que trata el presente libro. Raúl López Upegui Ph.D. 15 El papel de la filosofía desde Michel Foucault 16 Introducción La filosofía crítica de Michel Foucault […] Si usted supiera, cuando comienza a escribir un libro, lo que va a decir al final, ¿cree usted que tendría el valor de escribirlo? Lo que vale para la escritura y para una relación amorosa, vale también para la vida. El juego no vale la pena sino en la medida en que se ignora cómo podría terminar. Michel Foucault Acogiéndonos a las palabras de Foucault iniciamos la aventura de escribir algo nuevo en Filosofía. Una filosofía que saliera de las aulas de clase y diagnosticara nuestro presente. Una filosofía crítica1 frente a La crítica foucaultiana está en hacer un uso público de la razón, es decir, asumir una actitud crítica de no dejarse dominar por ningún régimen. De este modo, pretende desconfiar, rehusar, limitar, encontrar la medida justa, buscar el punto de escape, desplazar las formas de ser gobernado. Esta actitud se despliega en tres registros diferentes. En primer lugar, frente a la obediencia estricta a los contenidos de las Sagradas Escrituras tal como eran interpretados por la Iglesia, surge con la reforma de Lutero una nueva relación con esta verdad, un vínculo que ya no se rige por el magisterio de la Iglesia. En segundo lugar, la actitud crítica surge 1 17 El papel de la filosofía desde Michel Foucault todo aquello que se nos presenta como universal, absoluto, verdadero y nos libere de los prejuicios antropocéntricos y de prácticas discursivas guiadas por los relatos historicistas unidimensionales. ¿Existe hoy en día tal filosofía? ¿Existió alguna vez? ¿Será preciso que exista algún día? ¿Hay a nuestro alrededor un acontecimiento rememorativo, demostrativo y pronóstico de un progreso permanente que impulsa al ser humano? Pues bien, La filosofía para ser empresarios de sí mismos o de la construcción del propio señorío la ubicamos dentro del pensamiento crítico. El sujeto a través de ciertas técnicas de sí logra convertirse en algo totalmente diferente a lo que era, es decir, se libera de lo exterior, se reconstruye a sí mismo y se inventa con el tiempo. De ahí que el empresario de sí mismo es una ética política que cada uno tiene que inventar en el día a día, por cuanto alienta y promueve un estilo de vida auténtico. En ese sentido, la investigación no se concentra en recopilar lo ético en Foucault, pero sí en ir tras la búsqueda de una coincidencia con su vida filosófica, tal como lo pronunció: “Je voudrais dire d´abord quel a été le but de mon travail ces vingt dernières années. Il n´a pas été d´analyser les phénomènes de pouvoir, ni de jeter les bases d´une telle frente al ciego acatamiento de los dictámenes y leyes del Estado; consistirá en descubrir la ilegitimidad racional de esas normas más allá de su venerable y argumentada antigüedad o de su sostén en el derecho absoluto del soberano. En tercer lugar, la crítica se configura frente a la sumisión del saber bajo el criterio de autoridad, es decir, bajo el testimonio de autores reconocidos y consagrados por la tradición. Vázquez al respecto comenta: “[…] la crítica foucaultiana consiste en exponer las condiciones históricas, es decir, accidentales, precarias, surgidas en un periodo preciso a partir de situaciones muy diferentes, que han hecho posible y aceptable esa evidencia. Así por ejemplo, la experiencia de la locura como enfermedad mental sólo pudo formarse cuando, de un modo inesperado, en la misma época en que se implantaban los Estados liberales, se fusionaron dos prácticas que hasta finales del siglo XVIII habían estado estrictamente separadas: el encierro administrativo de los locos, junto a los mendigos, criminales o niños abandonados, y el discurso sabio, médico sobre la locura’’. Cfr. VÁZQUEZ GARCIA. Francisco. Foucault: La historia como crítica de la razón. Barcelona: Novagrafik, 1995. p. 19 18 analyse. J´ai cherché plutôt á produire une historie des différents modes de subjectivation de l´être humain dans notre culture […]”2. ¿De qué se ocupa la filosofía para ser empresarios de sí mismos o de la construcción del propio señorío? Digamos, de entrada, que semejante pregunta sólo se la hace el filósofo y, que por ello, no tiene analogía en otros campos, en los que quienes ejercen una actividad propia no se ven impulsados a cuestionarla. Así, el científico hace ciencia, el artista, arte, el político, política, y el filósofo, filosofía3. Pero, entendamos de entrada, qué tipo de filosofía. No buscamos filosofar para transformar el mundo4 ni para mejorar la humanidad5, menos aún para hacer la revolución6 de clases, sino para transformarnos a nosotros mismos mediante ciertas prácticas que cada uno tiene que inventar en el día a día. De hecho, no hubiera sido posible culminar esta tesis sino se “Quisiera decir, antes que nada, cuál ha sido la meta de mi trabajo durante los últimos veinte años. No ha consistido en analizar los fenómenos del poder ni en elaborar los fundamentos de tal análisis. Mi objeto, por el contrario, ha consistido en crear una historia de los diferentes modos de subjetivación del ser humano en nuestra cultura”. FOUCAULT M. Deux essais sur le sujet et le pouvoir. Citado por DREYFUS M. y RABINOW. P. Michel Foucault: un parcours philosophique. Paris: Gallimard, 1984 (Traducción al español del autor). 2 “Para la mayoría de la gente […] la filosofía está ausente de sus preocupaciones, de sus estudios, de su vida. Incluso para el mismo filósofo, su filosofía tiene necesidad de ser continuamente recordada, restablecida, es porque se hunde, porque se le escapa entre los dedos, porque se sumerge”. Cfr. LYOTARD; Jean François. ¿Por qué filosofar? Barcelona: Paidós. 1989. p. 80 3 4 Recordemos la tesis XI de Marx sobre Feuerbach “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.” Cfr. MARX Karl. Tesis Sobre Feuerbach. Obras escogidas. Tomo I. Moscú: Progreso, 1976, p. 11 Nietzsche en el prefacio al Ecce Homo nos comenta: “Nunca fue mi propósito <<mejorar>> la humanidad. No quiero erigir nuevos ídolos; me basta con que los antiguos conozcan la miseria de tener los pies de barro.” Cfr. NIETZSCHE Friedrich. Ecce Homo. Barcelona: Edicomunicación, S.A. 2000, p. 34 5 Recordemos que una revolución es cambiar un sistema general e instaurar otro. Pasamos del capitalismo al socialismo. 6 19 El papel de la filosofía desde Michel Foucault hubiese experimentado la práctica de la perseverancia7. El goteo de agua derrota la solidez de la roca y el viento talla las cordilleras más duras. Fue piedra tras piedra como se construyeron las pirámides o la muralla china; fue hoja tras hoja como se escribieron las grandes obras de filosofía, nota tras nota como se compusieron las obras inmortales de Beethoven. Uniéndonos al trabajo de Foucault, no se trata de escribir la historia de las ideas sino de la “experiencia de sí mismo”8, es decir, del montaje simultáneo de ideas y prácticas en el que los individuos establecen la relación de sí consigo mismo y la relación con el otro (con todo otro). Todos somos seres que vivimos, hablamos y trabajamos, todos tenemos experiencias que contar para vivir mejor. Y en nuestra tesis se trata de eso, de conocer al hombre desde sus talentos e intereses, desde el cuidado del cuerpo hasta los cuidados de casa, desde la ética de sí hasta los seguros de la vida. Se trata de hacer filosofía no sólo para el filósofo sino para la gente del común, teniendo en cuenta sus preocupaciones, sus estudios, su propia vida. ¿Hacia dónde conduce esta investigación? No aspiramos a dar una respuesta segura y rígida, pues el espíritu que la anima cuenta con el suceder en el tiempo de la reflexión misma; de todas formas apuntamos a responder a estos interrogantes: ¿Cómo se construye a sí mismo y diseña su propia existencia el empresario de sí mismo? ¿Qué virtudes Cicerón en sus frases célebres nos recuerda: “Como un campo, aunque sea fértil, no puede dar frutos si no se cultiva, así le sucede a nuestro espíritu sin el estudio”. 7 “Hacer una experiencia con algo significa: que algo nos acaece, nos alcanza, que se apodera de nosotros, que nos tumba y nos transforma, hacer una experiencia es más sufrir, padecer, tomar lo que nos alcanza receptivamente, aceptar, en la medida en que nos sometemos a ello. Hacer una experiencia dejándonos abordar en lo propio por lo que nos interpela, entrando y sometiéndonos a ello. Podemos ser transformados por esas experiencias de un día para otro o en el trascurso del tiempo”. Cfr. HEIDEGGER, Martín. Citado por LARROSA Jorge. La experiencia de la lectura. Barcelona: Laertes, 1998. p. 20 8 20 debe tener? ¿Por qué no aspirar también a una «plena alimentación», a un «pleno vestido», o a una «plena diversión»? ¿Qué se puede esperar del hombre como empresario de sí mismo? ¿Cuál es su interés en la vida? ¿Cómo maximizar sus ingresos? ¿Cómo optimizar la relación ganancia/pérdida? Estos interrogantes nos conducen finalmente a la pregunta ontológica del presente: ¿Dónde estamos? ¿A dónde vamos? ¿A dónde queremos y, sobre todo, adónde debemos ir? Parafraseando a Kant, diríamos: lo que puede, debe y espera de sí mismo. En este sentido, no se trata de interpretar al hombre como un producto de la historia o de las relaciones sociales sino de comprender que a través de su ética, estética y política puede construirse a sí mismo. Como nos dice H. G. Gadamer: “la unidad espiritual en la conciencia de la multiplicidad y variedad”9. Es de anotar que nuestra filosofía no discute el problema de la espiritualidad filosófica, de conocer a Dios y vivir en armonía con Él, para hacer de la vida una obra de arte. No pretendemos salir de sí para encontrarnos con el misterio, tal como lo vivió Tomás de Aquino, en su trance místico10. Dios no es la condición de posibilidad para filosofar. Nuestras prácticas de sí, no discuten el problema de la revelación cristiana creador-creatura, fe-razón, querellas fundamentales de la filosofía medieval. Tampoco nuestra filosofía apunta a legitimar el poder político. Es decir, de justificar racionalmente desde la filosofía la creación de Estados políticos. Si bien nunca ha existido en Occidente un Estado propiamente filosófico, es innegable que Jorge Guillermo Federico Hegel (1770-1831), legitimó y reconoció la razón absoluta en la encarnación GADAMER, Hans-Georg. Arte y verdad de la palabra. Barcelona: Paidós, 1998, p. 121 9 Sobre este asunto puede consultarse. AQUINO Tomás. Suma teológica. Citado por SOTO POSADA, Gonzalo. Espiritualidad y filosofía: una aproximación desde la epiméleia seatoú como epistrophé. Medellín: Centro de Estudios clásicos universidad metropolitana de ciencias de la educación. 2005, p. 152 10 21 El papel de la filosofía desde Michel Foucault del Estado prusiano y la cultura alemana. Se ha dicho que el fin último de la historia del mundo es la realización de la libertad del espíritu. Ahora bien, esa libertad se realiza, según Hegel, en el Estado; el Estado es, pues, el fin supremo. Sólo en el Estado el hombre tiene existencia racional y obra según una voluntad universal. De la misma manera, podemos decir que los Estados soviético y cubano se han legitimado en los textos de Marx; y el Estado hitleriano, lo hizo utilizando abusivamente fragmentos de Nietzsche. Veamos lo que sostiene Foucault: […] La antigüedad conoció filósofos legisladores; conoció filósofos consejeros del príncipe; sin embargo, nunca existió, por ejemplo, una ciudad platónica. Alejandro tuvo el privilegio de ser discípulo de Aristóteles, pero el imperio alejandrino nunca fue aristotélico. Y aun siendo cierto que en el Imperio romano el estoicismo impregnó el pensamiento del mundo entero, al menos de sus élites, también es cierto que el Imperio romano no fue estoico. El estoicismo fue para Marco Aurelio una manera de ser emperador; no fue ni un arte, ni una técnica para gobernar el imperio [...] Pero las cosas, y creo que esto es un acontecimiento importante, cambiaron a partir de la Revolución Francesa, a partir de finales del siglo XVIII y principios del XIX. En este momento, observamos cómo se constituyen regímenes políticos que tienen lazos, no solamente ideológicos, sino orgánicos (incluso diría organizativos) con las filosofías. La Revolución francesa, incluso podemos decir que el Imperio napoleónico, establecieron con Rousseau y, de una forma más general, con la filosofía del siglo XVIII, lazos orgánicos. Lazo orgánico entre el Estado prusiano y Hegel; lazo orgánico, por muy paradójico que sea, pero, ése es otro asunto, entre el Estado hitleriano, Wagner y Nietzsche. También, evidentemente, lazos entre el leninismo, el Estado soviético y Marx11. Foucault, M. “La filosofía analítica de la política”. En: Estética, ética y hermenéutica Vol. III. Barcelona: Paidós, 1999. pp. 114-115 11 22 A cada uno de estos regímenes, sean comunistas, fascistas o republicanos corresponden filosofías de la libertad que han terminado por justificar formas de terror político y social. El análisis de Foucault muestra cómo las filosofías de la libertad que probablemente son posibles en una suerte de estado puro concebible sólo en su desaparición, terminan por legitimar los poderes sin freno de los Estados reales históricos. Todo parece indicar que la filosofía secreta un cierto poder del cual no es plenamente consciente, pero el punto es hasta dónde ese poder desea realizarse como ley. Aunque la respuesta tendría que ser diversa, de acuerdo con las circunstancias históricas, hay una constante conceptual que permite deducir de estas filosofías las de Rousseau, Hegel, Marx y Nietzsche, doctrinas políticas que han posibilitado la noción de voluntad en relación con el pueblo, el Estado, la emancipación, el poder, la sociedad civil. Esa voluntad concebida como la causa misma de la acción que conduce a la Revolución francesa, al Imperio prusiano, a la dictadura del proletariado o al régimen nazi- hace de la voluntad individual un quantum imponderable que se justifica como algo necesario sólo a través de su realización histórica como voluntad general. En todos los casos, por diversos medios, se trata de activar una determina voluntad colectiva capaz de legitimarse a sí misma y de justificarse ante la historia por la coincidencia entre la promesa y el acontecimiento del que ella misma es testigo y protagonista. La filosofía pierde toda distancia y se convierte en una máquina de interpretación al servicio de la causa o en una suerte de religión que confunde la actualidad de los mecanismos del Estado con las relaciones ideales del poder. Desde esta perspectiva, Foucault puntualiza: […] En el siglo XIX aparece en Europa algo que no existió nunca: Estados filosóficos, podríamos decir, Estados-filosofías, filosofías que al mismo tiempo son Estados y Estados que se piensan, que se reflexionan, se organizan y defienden sus opciones fundamentales a partir de proposiciones filosóficas en el seno de sistemas filosóficos y como la verdad 23 El papel de la filosofía desde Michel Foucault filosófica de la historia. Nos encontramos ante un fenómeno evidentemente extraño y que todavía resulta más inquietante si somos conscientes de que estas filosofías, todas estas filosofías que se han convertido en Estados, eran, sin excepción, filosofías de la libertad; filosofías de libertad fueron, por supuesto, las del siglo XVIII, pero también lo fueron la de Hegel, la de Nietzsche, la de Marx. Ahora bien, estas filosofías de la libertad han producido a su vez, formas de poder que ya bajo la forma del terror, ya bajo la forma de la burocracia o incluso bajo las forma del terror burocrático, fueron, incluso, lo contrario del régimen de la libertad, incluso lo contrario de la libertad convertida en historia12. Estas consideraciones sobre la filosofía moderna y medieval no serán objeto de nuestra pesquisa; tampoco lo será el debate de la filosofía posmoderna13. Pues bien, hecho estas anotaciones digamos que La filosofía para ser empresarios de sí mismos o de la construcción del propio señorío se distancia de ser un sistema teórico y normativo que debe fundamentar la acción, sino que ella misma es una forma de vida que con- Ibíd. El filósofo francés es muy claro en sostener que después del siglo XIX la tarea de la filosofía no es solamente la contemplación y la reflexión del mundo, sino crear Estados de liberación. En nuestro tiempo vemos como estos Estados de libertad lo que han producido en la historia es terror, burocracia y esclavitud. 12 “Lo posmoderno sería aquello que alega lo impresentable en lo moderno y en la presentación misma; aquello que se niega a la consolación de las formas bellas, al consenso de un gusto que permitiría experimentar en común la nostalgia de lo imposible; aquello que indaga por presentaciones nuevas, no para gozar de ellas sino para hacer sentir mejor que hay algo que es impresentable. Un artista, un escritor posmoderno, están en la situación de un filósofo: el texto que escriben, la obra que llevan a cabo, en principio, no están gobernados por reglas ya establecidas, y no pueden ser juzgados por medio de un juicio determinante, por la aplicación a este texto, a esta obra, de categorías conocidas”. Cfr. LYOTARD Jean Francois. La posmodernidad (explicada a los niños). Barcelona: Gedisa, 1996, p. 25 13 24 juga tanto el trabajo conceptual como las elecciones políticas y éticas que se realizan. En este sentido, la filosofía se distancia del poder, para ocuparse de la verdad, del ser y del contrapoder, es decir, para asumir su papel de lucha estratégica y resistencia. Veamos: Nos podemos plantear todas esas cuestiones. Sin embargo, podemos, por el contrario, decirnos que, a pesar de todo, la filosofía no tiene nada que ver con el poder, que la profunda y esencial vocación de la filosofía tiene que ver con la verdad o con la pregunta sobre el ser y que la filosofía no se puede comprometer a aventurarse en estos dominios empíricos como son la cuestión de la política y del poder. Si se ha traicionado tan fácilmente es porque ella misma se ha traicionado. Se ha traicionado yendo donde no habría debido ir y planteando cuestiones que no eran las suyas. [...] Todavía es posible pensar que la filosofía puede asumir el papel de contrapoder, a condición de que este papel deje de consistir en hacer valer, frente al poder, la ley específica de la filosofía; a condición de que la filosofía deje de pensarse como profecía, a condición de que deje de pensarse como pedagogía o como legisladora, y de que se dé como tarea analizar, elucidar, hacer visible y, por lo tanto, intensificar las luchas que se desarrollan en torno al poder, las estrategias de los adversarios en el seno de las relaciones de poder, las tácticas utilizadas, los núcleos de resistencia; a condición, en resumen, de que la filosofía deje de plantearse la cuestión del poder en términos de bien o mal, y se plantee en términos de su existencia. No se trata de preguntarse si el poder es bueno o malo, legítimo o ilegítimo, algo relativo al derecho o a la moral, sino simplemente de intentar eliminar de la pregunta por el poder la sobrecarga moral y jurídica que hasta ahora le concernía y de plantear la cuestión ingenua, que no ha sido planteada habitualmente, aunque algunas personas la han planteado desde 25 El papel de la filosofía desde Michel Foucault hace tiempo: ¿en qué consiste, en el fondo, las relaciones de poder? […] Mientras que la tarea de la ciencia es la de hacer conocer lo que no vemos, la de la filosofía consiste en hacer ver lo que vemos [...] Creo que, en igual medida, podríamos imaginar una filosofía que tuviera como tarea analizar lo que ocurre cotidianamente en las relaciones de poder; una filosofía que intentara mostrar en qué consiste, cuáles son esas relaciones de poder, sus formas, sus desafíos, sus objetivos. Una filosofía que tratara, por consiguiente, no sobre los juegos del lenguaje, sino más bien sobre las relaciones de poder; una filosofía que abordara todas las relaciones que atraviesan el cuerpo social en vez de tratar los efectos del lenguaje que atraviesan y sustentan el pensamiento. Podríamos imaginar una especie de filosofía analítico-política14. Si la tarea de la filosofía no es legislar, ni profetizar, ni legitimar ¿cuál es hoy su papel en la sociedad? Para responder a tan compleja pregunta digamos que la tarea de la filosofía es la problematización, es decir, analizar las diversas formas de racionalidad aplicadas por el ser humano a sí mismo. Ello supone entender la filosofía como labor de diagnóstico y no como mera descripción. En este sentido, se puede afirmar que posiblemente si existe hoy una actividad filosófica autónoma, si puede haber una actividad teórica interior a las matemáticas, a la lingüística, a la etología o la economía política, si existe una filosofía libre de todos esos terrenos se podría definir del modo siguiente: una actividad de diagnóstico. Diagnostica el presente, dice qué es el pre- FOUCAULT, M. La filosofía analítica de la política. En: Ética estética y hermenéutica. Op. cit. pp. 116-118. Pues bien, la filosofía política no tiene que ver con el problema lingüístico, ni tampoco con la moral, el asunto es la vida misma y su existencia; su función no es la de profetizar, legislar, ni ser la pedagogía, contrario a ello, es indicar los puntos de lucha que se deben dar frente al poder y los núcleos fijos y descentralizados de resistencia. 14 26 sente, señala en qué nuestro presente es absolutamente diferente de todo el que él no es, es decir, de nuestro pasado, tal puede ser la tarea que le ha sido asignada hoy a la filosofía. Pero, para entender mejor lo comentado, retomemos el diagnóstico de la profesora Lucila María García Vélez: Hoy habitamos un nuevo escenario complejo, donde ya no tiene lugar el maestro público, ni el pensador privado, tampoco el juez ante el tribunal de la razón, ni el eremita, ni siquiera el filósofo del martillo, ahora, en la representación de un mundo globalizado que se nos entrega en el multiculturalismo y la diversidad, donde no solo las diferencias parecen imponerse frente a lo común sino donde y paradójicamente, la tendencia a la normalización y a la igualación quiere borrarlas, reclamamos para el mundo humano al oyente, al intérprete, al que se dispone para el diálogo que lo constituye, aquel que mira, escucha y sabe leer las señales del tiempo. Como aquellas doce campanadas de la existencia que siempre nos piden “estar a tiempo” mientras nosotros, en nuestra contingencia, padecemos “los destiempos” en los que nos jugamos día a día nuestra vida15. La filosofía, se sabe entonces, ligada no ya a una escuela o tradición sino a nuestro cultural histórico definido por su correspondencia a su propia actualidad. El diagnóstico foucaultiano rechaza radicalmente todo planteamiento en términos de racionalidad global, todo enfoque en el que un modelo de razón reconstruya una filosofía general, una teoría común o un pensamiento ecléctico a partir de distintas doctrinas. ¿Cómo evitar semejante riesgo? Pues, sencillamente, no teniendo GARCIA VÉLEZ, Lucila María. Aproximación hermenéutica a las meditaciones metafísicas de Descartes. Medellín: Universidad Pontificia Bolivariana. 2006, p. 229 15 27 El papel de la filosofía desde Michel Foucault en cuenta el contenido ni los presupuestos doctrinarios de los textos filosóficos sino la manera en que problematizan y describen la práctica ética, los pequeños conceptos y los tipos de ejercicios: de escucha, de silencio, las reglas de la buena lectura. Si la tarea de la filosofía es vigilar los abusos de poder, Foucault estaría en comunión con los miembros de la Escuela de Frankfurt16. Recordemos que, desde los años cuarenta, Adorno y Horkheimer critican, desde una posición socialista, la racionalidad instrumental capitalista. Foucault partiendo de la ilustración critica los abusos del poder establecidos en las sociedades modernas. En este sentido, podemos decir que tanto la Escuela de Frankfurt como nuestro autor, beben de una misma fuente: la filosofía kantiana. Veamos: Dicho en otros términos, desde Kant el papel de la filosofía ha consistido en impedir que la razón superase los límites de lo que viene dado por la experiencia; pero desde esta época, es decir, con el desarrollo de los Estados modernos y la organización política de la sociedad, el papel de la filosofía ha considerado también en vigilar los abusos de poder de la racionalidad política, lo que proporciona una esperanza de vida bastante prometedora17. Vale decir que Foucault concibió siempre la filosofía como experiencia en la que el sujeto estaba comprometido, como ascesis, como un modo de ser, muy distante de la noción jurídica del sujeto, en la Adorno y Horkheimer, representantes de la Escuela de Fráncfort, consideran que “la humanidad no sólo no ha avanzado hacia el reino de la libertad, hacia la plenitud de la Ilustración, sino que más bien retrocede y se hunde en un nuevo género de barbarie”. La tierra prometida ha desembocado en sangre, la Primera y Segunda Guerra mundiales son esas promesas incumplidas. CERÓN William. La ilustración, ¿aún vigente? En: El Colombiano, Dominical, Medellín: (Feb. 2006). p. 14 16 FOUCAULT, Michel. Omnes et singulatim: Tecnologías del yo. Barcelona: Paidós, 1991. p. 266. 17 28 que el individuo se encuentra normalizado y disciplinado18. El trabajo del pensamiento comportaba, según ello, un modo de transformación, abrirse a otra manera de pensar significaba empezar a dejar de ser lo que se era para liberar al pensamiento que piensa silenciosamente y permitirle pensar de otra manera; al respecto Foucault nos presenta: […] Me pregunto si no se podría caracterizar uno de los gran- des papeles de la filosofía justamente a partir de la pregunta “ Was ist Aufklarung?” diciendo que la tarea de la filosofía es decir lo que pasa hoy y decir lo que “somos nosotros hoy”. Pero no concediéndonos la facilidad algo dramática y teatral de afirmar que este momento en el que nos encontramos es, en lo más profundo de la noche, el de la perdición mayor, o en el despuntar del día, aquel en el que el sol triunfa, etc. No, es un día como los otros, o más bien, en un día que nunca es completamente igual a los demás. [...] Lo que también querría decir a propósito de esa función de diagnóstico acerca de lo que pasa hoy es que no consiste simplemente en caracterizar lo que somos, sino en seguir las líneas de fragilidad actuales, para llegar a captar lo que es, y cómo lo que es podría dejar de ser lo que es. En este sentido, la descripción se debe hacer según esa especie de fractura virtual que abre El profesor Ortiz, frente a la ciudadanía alternativa sostiene que “para Foucault no hay tensión entre ciudadanía y subjetividad, porque la ciudadanía, en la medida en que constituyó la institucionalización de las disciplinas, creó la subjetividad a su imagen y semejanza. El sujeto y el ciudadano son productos manufacturados por los poderes-saberes de las disciplinas. La ciudadanía para Foucault es, pues, un artefacto del poder jurídico-político asentado en el Estado, más que el conjunto de los derechos cívicos, políticos y sociales concedidos por él o conquistados. La compleja relación ciudadanía y subjetividad no se resuelve ni teórica ni prácticamente. Es una relación dinámica, en movimiento”. Cfr. ORTIZ JIMÉNEZ, William. Ciudadanía alternativa. Nueva forma de manifestación constitucional. Medellín: Universidad Autónoma Latinoamericana, 2010, p. 84 18 29 El papel de la filosofía desde Michel Foucault un espacio de libertad, entendido como espacio de libertad concreta, es decir, de transformación posible19. Al intentar responder a la pregunta ¿Qué es la Ilustración?, Kant estaría, en efecto, de acuerdo con la lectura de Foucault, introduciendo una nueva forma de pensamiento caracterizado por la problematización del propio momento, no se trata tan sólo de la inclusión de un nuevo objeto en el ya vasto campo del conocimiento. La pregunta comporta una idea distinta acerca de la relación del pensamiento con las cosas. Al inquirir por su época, al rastrear su sentido, la filosofía lo hace en la conciencia de su profunda pertenencia a ella, de que la propia época traza su lugar al pensamiento, y de que el hecho de esa misma relación reflexiva con el presente halla su significado en él. Así pues, Foucault es kantiano en el sentido de ver la ilustración no sólo como el proceso por el cual los individuos verían garantizada su libertad personal de pensamiento, sino la “actitud de la modernidad”, un modo de relación con la actualidad. Nuestro autor nos aclara: “Por consiguiente, en vez de querer distinguir ‘el periodo moderno’, de las épocas ‘pre’ o ‘posmoderna’, creo que más valdría investigar cómo la actitud de la modernidad, desde que se ha formado, se ha encontrado en lucha con actitudes de ‘contra modernidad’20. Entonces, para Foucault la ilustración es la que permite plantear la necesidad de una crítica de lo que decimos, pensamos, actuamos; es decir, un éthos filosófico que dé cuenta del presente que estamos viviendo. Este tiempo puede ser un período de paz, guerra o de conflicto, en sí no lo sabemos, pero sí podemos afirmar que la ilustración es para nuestro autor un tipo de interrogación filosófica que problematiza nuestra relación con el presente y con nuestro modo de ser histórico, así como FOUCAULT, Michel. Estructuralismo y pos estructuralismo. En: Estética, ética y hermenéutica. Op. cit., p. 325 19 20 Ibíd., p. 342 30 también la constitución de uno mismo como sujeto autónomo. Ser un ilustrado no es estar ligado a unos elementos de doctrina, sino reactivar permanentemente la actitud crítica. La Ilustración, pues, no como un episodio de la historia de las ideas, sino un acontecimiento histórico político de nuestra actualidad: “un éthos filosófico que se podría caracterizar como crítica permanente de nuestro ser histórico”21. Como pensador independiente, marcado por la influencia nietzscheana, sus investigaciones sobre la ilustración no estarán orientadas hacia “el núcleo esencial de la racionalidad”, sino “hacia los límites actuales de lo necesario”. Por consiguiente, la mejor herencia de la Ilustración22 es la de un éthos propiamente moderno, un modo de filosofía en el que la ontología de nosotros mismos se funde en el ensayo de auto-transformación, un pensamiento en el que el análisis del presente es dinamizado por la actitud de transgredir sus límites, o el interés de buscar líneas de fuga, posibilidades de contingencia en aquello que quiere presentársenos como universal y necesario. Dejemos que el mismo Foucault nos lo cuente: […] Me parece, sin embargo, que se puede dar un sentido a esta interrogación crítica sobre el presente y sobre nosotros mismos que Kant ha formulado reflexionando sobre Aufrlárung. Asimismo, me parece que tal es incluso una manera Ibíd., p. 347 21 “Se trata, en suma, de transformar la crítica ejercida en la forma de la limitación necesaria en una crítica práctica en la forma del franqueamiento posible […] Pero, para que no se trate simplemente de la afirmación o del sueño vacío de la libertad, me parece que esta actitud histórica-crítica debe ser también una actitud experimental […] Es decir, esta ontología histórica de nosotros mismos debe abandonar todos aquellos proyectos que pretenden ser globales y radicales. FOUCAULT M. ¿Qué es la Ilustración? En: Estética, ética y hermenéutica. Op. cit., p. 347 22 31 El papel de la filosofía desde Michel Foucault de filosofar que no ha carecido de importancia y de eficacia en los dos últimos siglos. La ontología crítica de nosotros mismos se ha de considerar no ciertamente como una teoría, una doctrina, ni tampoco como un cuerpo permanente del saber que se acumula; es preciso concebirla como una actitud, un éthos, una vida filosófica en la que la crítica de lo que somos es a la vez análisis histórico de los límites que se nos ha establecido y un examen de su franqueamiento posible23. Todo lo anterior nos lleva a decir que Foucault no es moderno porque partiendo de la Ilustración criticó ciertas racionalidades que el mundo Occidental ha inventado; por ejemplo, el asunto de la biopolítica, en la cual el individuo se disuelve por la población. Tampoco es posmoderno porque para él no todo vale, sino la ética del cuidado de sí, en la cual cada individuo construye de su vida una obra de arte. Visto así, la filosofía foucaultina abre nuevas posibilidades de abordar la política y la filosofía. El asunto ya no es el consenso ni el Estado ni la creación de conceptos tan de moda en nuestro tiempo, sino plantear problemas para construir ciertas herramientas de análisis, que permitan frenar los abusos de poder de dominación. La ética del cuidado de sí busca espacios para la libertad, formula problemas, interroga la ontología del presente para descubrir quiénes somos realmente hoy. Pues bien, son tres capítulos que guiarán nuestra investigación, si bien no agotan la madurez filosófica de Foucault, nos permiten interpretar un mismo hilo conductor: una filosofía comprometida con la transformación del pensamiento, la modificación de los valores recibidos, y con un trabajo que hace pensar de otra manera, para hacer FOUCAULT, Michel. ¿Qué es la Ilustración? En: Estética, ética y hermenéutica. Op. cit., p. 351 23 32 algo otro, para llegar a ser otra cosa que lo que es. La filosofía para ser empresario de sí mismo es, pues, nuestro viaje a emprender. En el primer capítulo, titulado La genealogía del saber, el poder y la ética, expondremos la preocupación de nuestro autor por el conocimiento, el poder y la ética. El sujeto como objeto de la epistemología, el sujeto como objeto del poder y el sujeto como objeto de la ética. Allí consideramos las diferentes reflexiones en torno al sujeto formado por el discurso y el poder. Y la ética una forma de resistencia. Esto nos permitirá ver el esfuerzo de Foucault por presentar un sujeto crítico del presente, opuesto a la idea de un ser humano racional, universal, trascendente, fundante e incondicionado por la modernidad, y proponer a partir del cuidado de sí (epiméleia heautoú) nuevas formas de producir subjetividades, por las cuales los individuos hacen de su vida un proyecto ético estético. El sujeto es objeto de su propia invención porque elabora sus propias conductas y su manera de ser en el mundo. Después, como ejercicio práctico expondremos el sujeto de la parrhesia, el hombre de la verdad que se va en contra de las falsas opiniones y se enfrenta a los juegos del poder. Pues bien, siendo fieles al proyecto foucaultiano, el capítulo ofrece un mapa general de la obra de Foucault; como cualquier mapa, cada viajero lo utilizará según sus necesidades. En el segundo capítulo, que hemos titulado De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto, realizamos un análisis comparativo entre un sujeto que no es sujeto, sino que está ligado a la soberanía, a la noción jurídica del derecho y un sujeto que habla, trabaja y vive para la sociedad liberal capitalista. El análisis comparativo nos conduce a retomar el problema de la guerra, la biopolítica en Nietzsche y Foucault, el mercado, el contrato social, el suplicio, la cárcel, el gobierno, el derecho público, los derechos humanos y la sociedad liberal del control y vigilancia. Analizar cómo se dio esa transición de un sujeto sin derechos atormentado por el soberano a un sujeto jurídico, productivo y obediente, es pues, nuestra tesis a desarrollar en este capítulo. La filosofía que se propone en este apartado tiene que ver con la ontología de la actualidad, una ontología de la modernidad, una 33 El papel de la filosofía desde Michel Foucault ontología de nosotros mismos. ¿Qué pasa hoy? ¿Quiénes somos en el aquí y el ahora? En el tercer capítulo, que lleva por título La filosofía para ser empresarios de sí mismos o de la construcción del propio señorío, presentamos un análisis preparatorio de lo que podría ser la filosofía contemporánea. Su tarea ya no consiste en legislar sino en posibilitar ciertas técnicas de sí para gobernar la casa y tener éxito en el mercado. La filosofía como medicina y diagnóstico nos permite analizar la crisis de nuestro tiempo y la conversión de sí mismo. En este sentido, defendemos que la ética del empresario de sí mismo no es normativa, institucional ni racional, sino individual y particular, invita a los individuos a construirse y transformarse a sí mismos, mediante prácticas cotidianas que ellos mismos tienen que inventar para lograr sobrevivir en el mundo. Los talentos, las amistades, las relaciones humanas, los seguros y el conocimiento adecuado nos permitieron entrar en diálogo permanente con la filosofía, habitar en ella y dejarnos tocar por ella. El filósofo convertido en empresario de sí mismo, cultivando su vida cotidiana y diaria, disfrutando el gozo de existir es lo que hemos querido presentar a lo largo de la investigación. Consideraciones metodológicas Antes de dar inicio a la exposición de nuestra investigación, vale la pena dar algunas observaciones metodológicas con respecto a los textos foucaultianos, que nos ayudaron a realizar este trabajo. En primer lugar, debemos establecer aquí que el autor no tiene un texto único donde desarrolle el asunto de la subjetividad, de hecho sólo presenta pistas para futuras investigaciones: “[...] podría decir que, después de todo, se trataba de pistas a seguir y por eso poco importa a dónde condujeran [...], les corresponde a ustedes continuarlos o conducirlos a otra parte, a mí eventualmente llevarlos adelante o darles otra configuración”24. Ello supone que todo investigador interesado en 34 el pensamiento de Foucault debe seguir las pistas trazadas aunque muchas veces no conduzcan a ningún lugar; de ahí, la tarea de continuar con las pistas, otras veces abandonarlas o incluso ir más allá de ellas. La segunda consideración de cuño metodológico consiste en que Foucault no ha desarrollado tampoco un corpus doctrinario sobre sus propias propuestas teóricas; sus tesis, sugerencias y conceptos se encuentran, por tanto, esparcidos a través de un gran número de ensayos y conferencias aparecidos en revistas de todo el mundo y sólo algunos han sido recopilados en textos universitarios como: El gobierno de sí y de los otros, El coraje de la verdad, Estética, ética y hermenéutica, Genealogía del racismo, La verdad y las formas jurídicas, Saber y verdad, Dit et écrits. Como es natural, esta dispersión de textos foucaultianos torna difícil la tarea de seguir las ideas propuestas, lo que lleva a que en ocasiones se puedan establecer contradicciones de enfoque sobre el mismo tema, lo que no parece molestar mucho a nuestro pensador, pero sí al lector atento fincado en el modo formal de la argumentación. Esta investigación se centra en aquellos textos ya establecidos como los más conocidos, pero en algunos casos recurriremos a las entrevistas poco conocidas, en las que Foucault ha mantenido una polémica viva con el mundo académico y filosófico tanto de Norte América, Europa y aun de Latinoamérica. Tal y como lo diría muy bien Deleuze, todas sus entrevistas corresponden a un diagnóstico de su obra y a una permanente reactualización: Si Foucault asignó hasta el final de su vida tanta importancia a sus conversaciones en Francia y más aún en el extranjero, ello no se debe a su gusto por las entrevistas, sino que así trazaba esas líneas de actualización que exigían un modo de expresión diferente del modo de expresión propio de los grandes libros. Las conversaciones son diagnósticos25. FOUCAULT, M. Genealogía del racismo. Madrid: La Piqueta, 1992. p. 18 24 35 El papel de la filosofía desde Michel Foucault En tercer lugar, la lectura filosófica que hemos propuesto no tiene como fin conocer ni repetir la obra de Foucault, su función ni siquiera es profundizar su doctrina arqueológica, genealógica ni ética. Lo que hemos propuesto mediante la “experiencia de sí” que es un diálogo, es encontrarnos con uno de los posibles efectos de su lectura y es aquel de suscitar una propuesta. Propuesta que es auto-reflexividad del pensamiento y del yo, es decir diálogo con uno mismo y con el otro para sobrevivir en el mercado capitalista. El concepto26 que hemos creado: la filosofía para ser empresarios de sí mismo, hay que comprenderlo en conexión con los problemas que se tratan de resolver en el mundo contemporáneo. DELEUZE, Gilles. ¿Qué es un dispositivo? En: AA.VV. Michel Foucault filósofo. Barcelona: Gedisa, 1999. p. 161 25 Los profesores Lucila García y Raúl López en su obra Hacia una pedagogía del concepto. Ofrecen una reflexión clara y rigurosa del concepto. La tarea de la filosofía es crear conceptos. “como seres pensantes que somos, los aficionados a la filosofía tenemos la responsabilidad de conducir la balsa de los conceptos en el río del lenguaje para devolverle a los conceptos la vida de la que provienen. El camino que recorren los filósofos va siempre de la palabra al concepto”. Cfr. GARCIA Lucila y LÓPEZ Raúl. Hacia una pedagogía del concepto. Medellín: Universidad Pontificia Bolivariana. 2010, p. 21 26 36 Capítulo 1 La genealogía del saber, el poder y la ética Tres ámbitos de la genealogía son posibles. En primer lugar, una ontología histórica de nosotros mismos en relación con la verdad a través de la cual nos constituimos en sujetos de conocimiento; en segundo lugar, una ontología histórica de nosotros mismos en relación con el campo de poder a través del cual nos constituimos en sujetos que actúan sobre los otros; en tercer lugar, una ontología histórica en relación con la ética a través de la cual nos constituimos en agentes morales27. Michel Foucault Con las anteriores palabras, Foucault sintetizaba su pensamiento filosófico: El sujeto como objeto de la epistemología, el sujeto como objeto del poder y el sujeto como objeto de la ética. Es de anotar FOUCAULT, M. Saber y Verdad. Madrid: La Piqueta, 1991. p. 194. En la respuesta que da Foucault a Sartre, también comenta su proyecto: “¿Mi trabajo? Se trata de algo muy limitado que esquemáticamente consistiría en lo siguiente: intentar encontrar en la historia de las ciencias, de los conocimientos y del saber humano algo que sería como su inconsciente. Si quiere la hipótesis de trabajo es globalmente ésta: la historia de los conocimientos, no obedece simplemente a la ley del progreso de la razón; no es la conciencia humana o la razón humana quien detenta las leyes de su historia. Existe por debajo de lo que la ciencia conoce de sí 27 37 El papel de la filosofía desde Michel Foucault que nuestro autor no está polemizando contra una corriente filosófica determinada ni contra un pensador determinado, sino contra los diferentes tipos de racionalidad que se han dado en Occidente y Oriente28. Su crítica hay que descubrirla desde la filosofía, no desde la metafísica. Es de recordar que para Foucault el autor muere y lo único que queda es la obra29. Por ejemplo, no es extraño que Foucault tome las ideas de Marx como caja de herramienta para su filosofía sin citar el Manifiesto o El capital. En consecuencia, las obras de nuestro autor se dividen en tres planes de trabajo: El conocimiento, el poder y la ética, guardando entre sí una profunda relación y continuidad en el pensamiento. El primero tiene que ver con la arqueología (relación con las cosas 1961-1969), el segundo con la genealogía (relación con los otros 1971-1979) y el tercero con la ética (relación con nosotros mismos 1980-1984). Antes de entrar a analizar la importancia de los planes de trabajo, digamos en primer lugar, lo más importante sobre la vida intelectual de Foucault, así como algunas críticas que ha suscitado su pensamiento. Michel Foucault nació en la región de Poitiers (Francia), el 15 de octubre de 1926. Su niñez estuvo marcada por la Guerra Civil Española y la invasión que realizó Alemania a Polonia y Francia. En su misma algo que desconoce, y su historia, su devenir, sus episodios, sus accidentes, obedecen a un cierto número de leyes y determinaciones. Son precisamente esas leyes y esas determinaciones lo que yo he intentado sacar a la luz. He intentado desentrañar un campo autónomo que sería el del inconsciente de la ciencia, el inconsciente del saber que tendría sus propias reglas del mismo modo que el inconsciente del individuo humano tiene también sus reglas y sus determinaciones”. Ibíd., p. 43 Para ampliar sobre este asunto se pueden consultar: CERÓN William. “Michel Foucault y la influencia de la religión en el nacimiento del Estado moderno”. En: Pragmatismo, posmetafísica y religión. Medellín: Universidad Pontificia Bolivariana. 2008, p. 73 28 Sobre este asunto véase ¿Qué es un autor? FOUCAULT, M. “¿Qué es un autor?”. En: Entre literatura y Filosofía. Vol. 1. Barcelona: Paidós, 1999. p. 328 29 38 La genealogía del saber, el poder y la ética juventud estudió filosofía occidental y psicología en la Escuela Normal Superior de París, época en la cual se transitaba de la Segunda Guerra Mundial a la Guerra Fría (posguerra). Los principales autores que influyeron en su pensamiento filosófico fueron los alemanes Friedrich Nietzsche y Martín Heidegger. Desde 1955 a 1958 enseñó literatura francesa a un público estudiantil primordialmente femenino en la universidad de Uppsala, en el sur de Suecia (al tiempo que preparaba su tesis doctoral: Historia de la locura en la época clásica, 1961) y filosofía en las universidades de Clermont Ferrand y Vincennes, Francia. Es aquí, donde conoce a Daniel Defert, un activista político de izquierda quien será su compañero de toda la vida. Por influencia de Althusser, durante un breve período participó en el Partido Comunista Francés (PCF), pero al no sentirse a gusto con la ideología del partido desistió. En 1971, con el propósito de llamar la atención sobre las condiciones inhumanas que prevalecían en el sistema penal francés, organizó el Grupo de Información sobre las Prisiones (GIP), grupo totalmente diferente de la izquierda proletaria, porque sus fines eran crear movimientos y revueltas adentro de las prisiones para lograr cambios. Sin embargo, al no darse las transformaciones al estatuto de las prisiones, Foucault decide disolver el grupo. En 1971, cuando regresó a París, a la edad de los cuarenta y cinco años, fue nombrado profesor en el Collège de France, con su cátedra Historia de los Sistemas de Pensamiento, que ofreció hasta su muerte, el 25 de junio de 1984. Ciertamente es una tarea difícil el intento de encasillar a Foucault dentro de un ámbito determinado del saber, porque ¿qué es en última instancia?, ¿un historiador de las ideas?, ¿un filósofo con pleno derecho a la palabra?, ¿un intelectual izquierdista?, ¿un anarquista aristocrático?, ¿un sociólogo?, ¿un nietzscheano o un neokantiano?30, ¿un archivista o un simple profesor, como gustaba definirse? En una de las entrevistas concedidas en 1984, poco antes de su muerte, afirmó: En el sentido de formular las preguntas: ¿Qué puedo decir?, ¿qué puedo hacer?, ¿quiénes somos? 30 39 El papel de la filosofía desde Michel Foucault Creo que de hecho se me ha situado en la mayoría de las casillas del ajedrez político, una tras otra y a veces al mismo tiempo: como anarquista, izquierdista, marxista, ostentoso o desengañado, antimarxista, explícito o secreto, tecnócrata al servicio del gaullismo, neoliberal, etcétera [...]. Es cierto que prefiero no identificarme y que me divierten los distintos modos en lo que se me ha juzgado y clasificado31. De modo que no podemos reducir el pensamiento foucaultiano en una determinada corriente, como lo concibió el sociólogo inglés, Anthony Giddens, quien identificó a Foucault como un neoconservador desencantado de los acontecimientos de mayo del 68: “Los nuevos filósofos eran los supervivientes desilusionados de los acontecimientos de mayo de 1968, que no se encontraron con una humanidad liberada sino con una edad de barbarie. Pasaron de Marx a Nietzsche”32. En este sentido, Giddens no toma a Nietzsche como antecedente a mayo francés, y la crítica del Gulag emprendida por Foucault es la denuncia de una manifestación terrorífica de la racionalidad33. En nuestros días, el debate foucaultiano está centrado en la obra de Hadot34; según este pensador, la ética de Foucault es puro esteticismo, superficial e individual, en vez de una búsqueda profunda y espiritual. Recordemos que para Hadot, la tarea de la filosofía no es resolver problemas abstractos, sino de mejorar nuestra forma de vivir, en este sentido, Foucault cometió ciertos errores en la interpretación de los MACEY, David. Las vidas de Michel Foucault. Madrid: Cátedra, 1995. pp. 30-31 31 GIDDENS, Anthony. Foucault, Nietzsche y Marx. En: Política, sociología y teoría social. Barcelona: Paidós, 1997. p. 280. 32 Es necesario recordar que Foucault no ataca a la razón sino a las diferentes formas de racionalidad, tal es el caso de los estados dominadores que no permiten espacios para la libertad individual. 33 HADOT P. Ejercicios espirituales y filosofía antigua: reflexiones sobre el concepto “cultivo del yo”. Madrid: Siruela. 2006, p. 327 34 40 La genealogía del saber, el poder y la ética antiguos, el confundir el placer sexual con el gozo. Quien retoma esta crítica es el profesor norteamericano Shusterman, quien identifica a Foucault como el representante de las prácticas corporales sadomasoquistas para la obtención del placer. En la cultura América que Emerson y Thoreau han contribuido a moldear y que la planetizacion después la ha proyectado sobre el conjunto de culturas del mundo, ¿cómo crear hoy, y practicar el cuidado de nosotros mismos encarnados? ¿Al usar drogas y de regímenes de esteroides y de implantes en silicona, al introducirnos anillos en el pene, al llevar máscaras de cuero, y al practicar el fist-fucking en las mazmorras, o aun el aeróbico y el triatlón, la danza y el pranayama? Foucault no aporta sin duda las mejores respuestas a estás cuestionadas, pero su somaestética nos confronta (y aún nos afronta) en este problema crucial: concebida como arte de vivir, la filosofía debe consagrar más cuidado a la cultura del medio sintiente corporal a través de la cual nosotros vivimos. Esta cultura no implica solamente el remodelaje del cuerpo y sus programas motores por medio de prácticas performativas; ellas suponen también aumentar el sentir (sentience) somático por medio de una mayor conciencia corporal y reflexiva. Pero, para acrecentar esta conciencia, los mejores métodos no exigen, como lo supone Foucault, maximizar la intensidad de la estimulación, cuya violencia no hace, al fin y al cabo, más que embotar nuestra sensibilidad y adormece nuestro placer35. Ahora bien, siendo fieles al proyecto foucaultiano, el siguiente apartado ofrece un mapa general de la obra de Foucault; como cualquier mapa, cada viajero lo utilizará según sus necesidades. La arqueología y la SHUSTERMAN, Richard. Conscience du corps : pour une soma-esthétique. 2 ed. Paris: l´éclat, 2007, pp. 71-71 (Traducción francesa). 35 41 El papel de la filosofía desde Michel Foucault genealogía son los estudios de Foucault sobre las técnicas occidentales de dominación capitalista para moldear y sujetar a los individuos y la ética una forma de resistencia a esas prácticas dominantes. Veamos: 1.1 La arqueología del saber En las primeras obras foucaultianas (Nacimiento de la clínica, 1963, Las palabras y las cosas, 1964, La arqueología del saber, 1969) se puede considerar cómo cada época particular construyó ciertas reglas de pensar; es decir, los moldes mentales por los cuales el conocimiento se hace posible. De este modo, la arqueología revela los cambios, las regularidades y los encadenamientos que se presentan en cada época; algo que la ciencia y la historia desconocen entre sí. Al respecto, nuestro autor afirma: “He intentado desentrañar un campo autónomo que sería el del inconsciente de la ciencia, el inconsciente del saber que tendría sus propias reglas, del mismo modo que el inconsciente del individuo humano tiene también sus reglas y sus determinaciones”36. Por consiguiente, el primer proyecto foucaultiano no es una interpretación37, sino una arqueología, una manera de describir archivos que, en una época dada y para una sociedad determinada, definen el discurso, el hablar, los enunciados. En cierto sentido, es tratar el FOUCAULT Michel. Saber y verdad. Op. cit., p. 43. 36 Recordemos que el fundador de la Escuela Hermenéutica es Hans Georg Gadamer. En Verdad y método se sostenía que la interpretación debe evitar la arbitrariedad y las limitaciones surgidas de los hábitos mentales, centrando su mirada en las cosas mismas, en los textos. Afirma que siempre que nos acercamos a un texto lo hacemos desde un proyecto, con alguna idea de lo que allí se dice. A medida que profundizamos la lectura, este proyecto va variando y se va reformulando según la lectura nos vaya confirmando o alterando nuestra pre-comprensión. Como este proceso puede prolongarse al infinito, nunca podemos afirmar que hemos dado la interpretación última y definitiva. La interpretación. http://es.wikipedia.org/wiki/ Gadamer (consultado 8 de noviembre de 2009). 37 42 La genealogía del saber, el poder y la ética discurso pasado no como un comentario, sino como un monumento, buscar en los discursos sus condiciones de existencia y el campo práctico en el cual se despliegan, más allá del pensamiento y las leyes de construcción. En sí, es buscar el otro lado de la luna del hombre, el mundo de lo irracional, el mundo de la locura, de la delincuencia, de la enfermedad, del encierro, del amor, de la muerte, de la sexualidad y del poder. Por tanto, no es buscar el origen sino ubicar lingüísticamente los enunciados que permitan situar los problemas desde una perspectiva distinta a la visión cronológica, o como diría nuestro autor, buscar el discurso anónimo: Y a medida que pasa el tiempo me interesa menos la escritura institucionalizada bajo la forma de literatura. Sin embargo, todo aquello que puede salir de este marco, el discurso anónimo, el discurso de todos los días, todas esas palabras aplastadas, rechazadas por la institución o dejadas de lado por el tiempo, lo que decían los locos desde hace siglos en los rincones de los manicomios, lo que los obreros no han cesado de decir, de reclamar, de gritar, desde que el proletariado existe como clase, y es consciente de construir una clase, eso que se ha dicho en esas condiciones, es el lenguaje a la vez provisional y obstinado que nunca franqueó los límites de la institución literaria, de la institución de la escritura, ése es el lenguaje que me interesa cada vez más38. El autor de la Arqueología del saber39 parte de la idea de que los conceptos son elementos dinámicos que van elaborándose en diversos campos de constitución y validez, y a través de sucesivas reglas de uso; FOUCAULT, M. De la Arqueología a la Dinástica: Entrevista a Michel Foucault por Hasumí. En: El Viejo Topo, s.l. No. 128 (Abr.- 1999); p. 56 38 FOUCAULT, M. Arqueología del Saber. México: Siglo XXI, 1972. pp. 5-6. 39 43 El papel de la filosofía desde Michel Foucault esta idea se opone al discurso verdadero y universal sostenido por la ciencia; por ejemplo, la producción de un discurso sobre un objeto implica una autorización del campo científico, para ello es importante: ¿Quién habla?, ¿quién tiene derecho a utilizar ese lenguaje: el padre de familia, el legislador, el médico, el soberano?, ¿por qué medios se reconoce su prestigio, su presunción de verdad, su competencia, y por qué criterios y mecanismos se excluye todas las demás voces no autorizadas? También será necesario describir los ámbitos institucionales donde se fragua, se transmite y se legitima dicho discurso: El hospital, la biblioteca, la universidad, el confesionario, el Estado. Foucault, por el contrario, postula que el discurso no tiene únicamente una verdad, sino una historia específica que no lleva a depender de estructuras, leyes y fundamentos; por tal razón, el pensador de Poitiers, en una conferencia titulada “¿Qué es un autor?”40, analiza la pregunta: ¿Qué importa quién habla?, en oposición a los que se creen dueños del texto de una obra, los poseedores de la verdad (quienes siempre han estado acostumbrados a pensar que los discursos les pertenecen como producto exclusivo de su voluntad), entre otros, los anónimos. En otras palabras, habla el loco, el delincuente, el anormal, en las instituciones de los bajos mundos tales como: los asilos, los prostíbulos, las cárceles, etcétera. Frente a este asunto, Sauquillo explica: Foucault llama “la penseé du dehors” (pensamiento exterior). Y a pesar de todo más allá de los dualismos de la cultura occidental –verdadero/falso, normal/patológico, lícito/ ilícito, vida/muerte– para Blanchot, también para Foucault, el sentido de una liberación ontológica es superar el orden Entonces, la tarea de la arqueología no consiste en descubrir una forma de expresión que nos identifique con el “significante” ni la “palabra” o la “frase” ni mucho menos con la “escritura” sino con el enunciado en tanto función existencial. Cfr. FOUCAULT, M. ¿Qué es un autor? Op. cit., p. 328 40 44 La genealogía del saber, el poder y la ética representativo en la actualidad impuesta, arribando al ser más extremo que el arte puede alcanzar. Foucault dio a esta propuesta ética un sesgo político fundamental. Supuso que, al final, la palabra del loco, del niño, del enfermo, de la mujer, del recluso, del trabajador o del soldado acabaría socavando el “orden del discurso” que se instituye en las sociedades modernas. A la cual jerarquización del saber tuvo a bien enfrentar una inaplazable insurrección de los saberes sometidos y en tal propuesta política inmediata y presente encontró la manifestación de su singular coraje político41. Precisemos: frente al discurso de la ciencia de construir un lenguaje tan pulido que sea el espejo del conocimiento, en el que importa “quién hable”, Foucault, postula con la arqueología eso “que se dice”, para establecer lo común entre los discursos42. Por ejemplo, al relatar las diferencias entre autores de un mismo período, nuestro autor nos dice: Si se quiere intentar un análisis arqueológico del saber mismo, no son pues estos célebres debates los que sirven como hilo conductor y articular el propósito. Es necesario recons- SAUQUILO, Julián. Michel Foucault. Estética y política del silencio. En: Revista de Occidente. Barcelona. No. 95 (Abr.- 1989); p. 108. 41 42 Los grandes temas de las ideas son: Génesis, continuidad, totalización. La descripción arqueológica es lo opuesto a ella, trata de construir una historia distinta de lo dicho por los hombres. Plantea el autor, además, cuatro diferencias entre una historia de las ideas y una descripción arqueológica: la asignación de novedad, análisis de las contradicciones, descripciones comparativas, localización de las transformaciones. La arqueología pretende definir los discursos en tanto que prácticas que obedecen en unas reglas en su especificidad, la arqueología es un análisis diferencial de discurso, es la descripción sistemática de un discurso-objeto. Cfr. RIVERA, Manuel Salvador. “Una aproximación al pensamiento éticoestético de Michel Foucault”. En: Sociología, Medellín. No. 24 (Jun.- 2001); p. 79. 45 El papel de la filosofía desde Michel Foucault truir el sistema general del pensamiento, cuya red, en su positividad, hace posible un juego de opiniones simultáneas y aparentemente contradictorias. Es esta red la que define las condiciones de posibilidad de un debate o de un problema, y es ella la que aporta la historicidad del saber43. Con la arqueología se examina las masas verbales o capas discursivas (nappes discursives) que estaban escondidas según las unidades habituales del libro, de la obra y del autor; por ejemplo, a Foucault se le acusa de no describir totalmente el pensamiento de Marx, y él responde que su intención no era restituir lo que había dicho Marx sino buscar las reglas con las que había formulado un cierto número de conceptos que pueden encontrarse en sus textos 44. Igualmente, la arqueología se esfuerza por re-encontrar aquello a partir de lo cual ha sido posible el conocimiento, las teorías, las ideas, las ciencias, el a priori histórico y las racionalidades, para desvanecerlas y anularlas. En otras palabras, para nuestro autor, los enunciados permiten una re-escritura de lo escrito, no para interpretarlo, ni mucho menos para realizar un diagnóstico, sino para descubrir lo discontinuo en las grietas del discurso, es decir, en aquellos elementos que vuelven porosa una cultura y que permiten detectar y estar presente en el acontecimiento aquí real y discursivo; como dice Foucault: “en pocos años una cultura deja de pensar como solía hacerlo hasta entonces y se pone a pensar otra cosa y de otra manera”45. De ahí que la arqueología sea una re-escritura, una forma exterior del discurso y del objeto, algo así como un horizonte que marca ciertas diferencias. Tal es el caso de la verdad no como correspondencia del pensamiento con la realidad, sino como una mera construcción de cada época. En tal sentido, la ar- FOUCAULT, M. Las palabras y las cosas. México: Siglo XXI, 1999. p. 81. 43 FOUCAULT, M. ¿Qué es un autor?; Op. cit., p. 328. 44 FOUCAULT, M. La arqueología del saber. Op. cit., p. 46. 45 46 La genealogía del saber, el poder y la ética queología rompe con el hilo de las teologías trascendentales e instaura la diferencia, la apertura y la pluralidad de los discursos. La arqueología entonces, se propone ser el nuevo piso epistemológico donde se produce el saber, y cuyo objeto es el discurso, entendiendo éste como acontecimiento, y cuya unidad mínima es el enunciado. Estos enunciados en su conjunto permiten situar el concepto de “formación discursiva”, concepto básico, según Foucault, en este nuevo presupuesto metodológico. Frente a este mismo asunto, Esther Díaz en su libro La filosofía de Michel Foucault, presenta “una época no pre-existente a los enunciados que la expresan, ni a las visibilidades que la ocupan. Cada formación histórica implica una distribución de lo visible y de lo enunciable que se produce en ella. Además de un estrato a otro existen variaciones en la distribución, puesto que la visibilidad cambia de modo y los enunciados cambian de régimen”46. Ahora bien, al interesarle a la arqueología el enunciado como tal, y sólo éste, estaría renunciando a todo aquello que se sitúa antes o después del discurso, en definitiva, su interés estaría centrado en los cambios o las permanencias del mismo y no en su interpretación. El autor de la Arqueología del saber comenta: […] un enunciado es siempre un acontecimiento que ni la lengua ni el sentido pueden agotar por completo. Acontecimiento extraño, indudablemente: en primer lugar porque está ligado por una parte a un gesto de escritura o a la articulación de una palabra, pero por otra parte se abre a sí mismo una existencia remanente en el campo de una memoria, o en la materialidad de los manuscritos, de los libros y de cualquier otra forma de conversación; después, porque es único como todo acontecimiento, pero se ofrece a la repetición, a la transformación, a la reactivación; finalmente, porque está ligado no sólo con situaciones que lo provocan y con conse- Cfr. DÍAZ, Esther. La filosofía de Michel Foucault. Buenos Aires: Biblos, 2003. p. 28 46 47 El papel de la filosofía desde Michel Foucault cuencias que el mismo incita, sino a la vez, y según una modalidad totalmente distinta, con enunciados que lo proceden y que lo siguen47. Lo anterior significa reconocer en cada enunciado una especificidad, una singularidad que marca y que moldea las formas del discurso más allá del pensamiento, aunque no a espaldas de él. El enunciado se articularía en el gesto que da cabida a la escritura o la palabra, y que, como lo menciona el texto, atraviesa el campo de la memoria, para abrirse desde allí a otras posibilidades que el filósofo francés llamaría combinatorias, y que a renglón seguido buscarían formar su propia materialidad, su corporalidad, en cualquiera de las múltiples formas que asumen las comunicaciones (manuscrito, libro, conversación, etcétera) y que estructura la materialización del discurso. Esto lleva a tomar en consideración la preocupación de Michel Foucault en relación con el enunciado; se pregunta48: ¿Cómo es que ha aparecido tal enunciado y ningún otro en su lugar? Es decir, cómo es posible un discurso y no otro. ¿De qué se puede hablar? ¿Cuáles son los enunciados destinados a pasar sin dejar huella? ¿Cuáles son los enunciados que cada formación discursiva reconoce como válidos, discutibles, o definitivamente inservibles? ¿Cuáles son los que se retienen, se valorizan, importan, se intentan reconstruir? ¿Qué individuos, grupos, clases, tienen acceso a un tipo determinado de discurso? Veamos: Mi trabajo no es ni una formalización ni una exégesis sino una arqueología, es decir, como su nombre indica de una manera demasiado evidente, la descripción del archivo. Este término no significa la masa de textos que han podido ser recogidos en un época dada o conservados desde esta época FOUCAULT, M. La arqueología del saber. Op. cit., p. 46 47 FOUCAULT, M. “La función política del intelectual”. Respuesta a una cuestión. En: Saber y verdad. Op. cit., pp. 57-58 48 48 La genealogía del saber, el poder y la ética a través de los avatares del desdibujamiento progresivo, sino el conjunto de reglas que, en una época, y para una sociedad determinada definen: 1). Los límites y las formas de la decibilidad: ¿de qué se puede hablar?, ¿cuál es el ámbito constituido del discurso?, ¿qué tipo de discursividad ha sido asignada a tal o cuál área?, ¿de qué se compone el texto?, ¿de qué se ha querido hacer una ciencia descriptiva?, ¿a qué se ha concedido una formulación literaria, etcétera. 2). Los límites y la forma de la conservación: ¿cuáles son los enunciados destinados a pasar sin dejar huella?, ¿cuáles son, por el contrario, los destinados a formar parte de la memoria de los hombres (por medio de la recitación ritual, la pedagogía y la enseñanza, distracción, o la fiesta, la publicidad)?, ¿cuáles son registrados para poder ser reutilizados y con qué fines?, ¿cuáles son puestos en circulación y en qué grupos?, ¿cuáles reprimidos y censurados? 3). Los límites y las formas de la memoria tal como aparece en las diferentes formaciones discursivas: ¿cuáles son los enunciados que cada formación discursiva reconoce como válidos, discutibles o definitivamente inservibles?, ¿cuáles los que han sido abandonados por inconsistentes o excluidos como extraños?, ¿qué tipo de relaciones se ha establecido entre el sistema de enunciados presentes y el corpus de enunciados pasados? 4). Los límites y las formas de reactivación: entre los discursos de épocas anteriores o de culturas extrañas, ¿cuáles son los que se retienen, se valorizan, importan, se intentan reconstruir?, ¿qué se hace con ellos, a qué transformaciones se los somete (comentarios, exégesis, análisis), ¿qué sistema de apreciación se les aplica?, ¿qué papel se les otorga? 5). Los límites y las formas de la apropiación: ¿qué individuos, grupos, clases, tienen acceso a un tipo determinado de discursos?, ¿cómo está institucionalizada la relación del discurso con quien lo pronuncia, con quien lo recibe?, ¿cómo se señala y se define la relación del discurso con su autor?, ¿cómo se desenvuelve entre clases, naciones, colectividades lingüísticas, culturales o étnicas, la lucha por la apropiación de los discursos?49 Ídem. 49 49 El papel de la filosofía desde Michel Foucault Pues bien, existe un azaroso juego de posibilidades en todo discurso, esta fisura es lo que realmente le interesa a la arqueología. “Esa singular existencia”50, como la llama Foucault, se da como forma particular en un discurso, y sólo allí logra tener existencia, pues este enunciado no puede hacerse extensivo a otro espacio o a otros tiempos diferentes. ¿Por qué se dice lo que se dice en ese presente, y que no podría decirse en otro tiempo y en otro espacio, y se fija sólo allí como acontecimiento? Porque precisamente para el autor un enunciado es una función de existencia y no una frase, una preposición o un acto de lenguaje, no se comporta como una simple estructura lingüística. La arqueología trabaja sobre formaciones discursivas, sobre aquellos enunciados específicos que atraviesan las teorías, las ideologías, y las diferentes ciencias, los textos, la conversación cotidiana; como si cada uno de ellos fuera un pequeño núcleo que en su rotación sobre sí mismo produce movimientos con una dirección determinada. No es tarea suya interpretar51, sólo importa el enunciado en tanto acontecimiento, y por este término hay que entender que no es un tratado o una teoría sino una relación de fuerza que se invierte. Así lo comenta Foucault: Suceso por esto es necesario entender no una decisión, un tratado, un reino, o una batalla, sino una relación de fuerzas que se invierte, un poder confiscado, un vocabulario retomado y que se vuelve contra sus utilizadores, una dominación Foucault comenta: “buscar en los discursos no tanto, como pretenden los métodos estructurales, sus leyes de construcción, cuanto sus condiciones de existencia” Ibíd., p. 59. 50 Es de anotar las tres razones por las cuales Foucault no está de acuerdo con la interpretación. 1. La interpretación se ha convertido, finalmente, en una tarea infinita. 2. Si la interpretación no se puede acabar jamás, esto quiere decir simplemente que no hay nada que interpretar. 3. La interpretación se encuentra ante la obligación de interpretarse a sí mismo hacia el infinito. Cfr. FOUCAULT, M. Marx, Nietzsche, Freud. Barcelona: Anagrama, 1981, pp. 32-40. 51 50 La genealogía del saber, el poder y la ética que se debilita, se distiende, se envenena a sí misma, algo distinto que aparece en escena, enmascarado. Las fuerzas presentes en la historia no obedecen ni a un destino ni a una mecánica, sino al azar de la lucha. No se manifiestan como las formas sucesivas de una intención primordial; no adoptan tampoco el aspecto de un resultado. Aparecen siempre en el conjunto aleatorio y singular del suceso52. A partir de estos enunciados podríamos decir que la arqueología no es la búsqueda de un origen, ni es la recolectora de piezas que funcionarán como réplica o memoria para leer en ellas la historia de la cultura. La arqueología es el terreno del discurso, y es posible sólo en el momento en que aparecen los enunciados y gracias al poder detectar la formación discursiva que los agrupa. Foucault se preocupa por entender qué son en última instancia, la gramática, la economía, la formación discursiva sobre la cual recae una determinada forma de la verdad que marca cada discurso como una territorialidad. El discurso es el efecto de un movimiento permanente de enunciados donde lo nuevo aparece sólo en la reiteración que marca la diferencia, asiéndole un juego de ocultamiento-desocultamiento a las instituciones y sus lenguajes jurídicos. Para entender mejor el asunto de la arqueología proponemos el ejemplo de Esther Díaz. Veamos: Dos hombres están pescando en una laguna y comentan que el color del agua ha cambiado en los últimos años. Uno de ellos, después de pensar sobre el tema, dice: “el agua de la laguna está contaminada”; esta proposición no es un enunciado en sentido arqueológico. Ahora bien, supongamos que los vecinos del lugar comienzan a quejarse por el color sospechoso del agua de la laguna. Los medios de comunica- Cfr. FOUCAULT, M. “Nietzsche, la genealogía, la historia”. En: Microfísica del poder. Madrid: La Piqueta, 1979. p. 20. 52 51 El papel de la filosofía desde Michel Foucault ción se hacen eco del problema. Finalmente, las autoridades políticas deciden solicitar a las autoridades sanitarias que se tomen medidas al respecto. Entonces, se disponen expertos y tecnologías al servicio de la investigación; como resultado de ella, el director del operativo concluye que “el agua de la laguna está contaminada”. Esta proposición es un enunciado arqueológico. En la primera expresión se trataba de un acto de discurso de la vida cotidiana con significación, pero sin el respaldo o la convocatoria de los procesos que, en nuestra época lo validarían como discurso serio. En la segunda expresión se trata de un acto de discurso técnico que surge de las reglas establecidas según un juego de verdad, es decir de un campo enunciativo [...] No obstante, en relación con las instituciones, procesos, prácticas, conceptos, estrategias y sujeto de la enunciación, surge como objeto de la arqueología, en el soporte material de lo que, comúnmente, entendamos por “agua contaminada”53. Cuando Foucault habla de formación de las modalidades enunciativas, en la segunda parte de la Arqueología del saber; y atendiendo al orden de las preguntas con el que quiere desarrollar este problema, expresa la siguiente inquietud: “¿Quién habla? ¿Quién, en el conjunto de todos los individuos parlantes, tiene derecho a emplear esta clase de lenguaje? ¿Quién es su titular? ¿Quién recibe de él su singularidad, sus prestigios, y de quién, en retorno, recibe ya que no su garantía al menos su presunción de verdad? ¿Cuál es el estatuto de los individuos que tiene –y sólo ellos– el derecho reglamentario o tradicional, jurídicamente definido o espontáneamente aceptado, de pronunciar semejante discurso?”54. Múltiples preguntas que excava el verdadero propósito de la arqueología, que indagan por la legitimidad del discurso y de la verdad, Cfr. DÍAZ, Esther. La filosofía de Michel Foucault. Op. cit., p. 31 53 FOUCAULT, Michel. La arqueología del saber, Op. cit., p. 82. 54 52 La genealogía del saber, el poder y la ética por las instituciones y sus mecanismos o tecnologías morales de inserción en la cultura y la historia. En definitiva, según Schmid, lo que Foucault quiere con la arqueología es una estructura fundamental que sea determinante y a la vez que haga referencia al logos dominante de una época, una cierta constelación en la bóveda de la reflexión, un sistema de conexiones y de relaciones resultantes de las formaciones discursivas55; en otros términos, nuestro autor acoge a la arqueología para descubrir los códigos fundamentales de una cultura, los procesos de conocimiento que ha establecido el sujeto en relación con sus raíces históricas y a la tradición para buscar la discontinuidad en la historia epistemológica. Ahora bien, Foucault, al final de la Arqueología del saber56, considera que la arqueología no resulta ser la disciplina estable y autónoma que él había esperado, señala de ser así, los problemas de los que se ocupa y los instrumentos que introduce “[...] no impida que puedan ser más tarde vueltos a plantear en otro lugar, de manera distinta, a un nivel más elevado o según unos métodos diferentes”57, pues el enunciado por sí solo no funciona, necesitará de las prácticas no discursivas (institucionales). Foucault va a desarrollar esta tarea con el método de la genealogía. En otras palabras, la arqueología, al afirmar y negar la finitud del discurso, será una disciplina inestable e insuficiente para explicar la realidad política; por tanto, debe ser revitalizada a partir de la genealogía o las relaciones del poder. Es aquí donde el saber y el poder se complementan, no los podemos separar. El poder sin el saber no tendría dominación, y el saber sin el poder quedaría vacío. Foucault, para sostener esta tesis en su discurso, que pronunció para posesionarse como profesor de Historia de los Sistemas de Pensamiento en el Collège de France, planteó que en todas las sociedades los discursos están controlados y seleccionados por el poder; desde los griegos hasta SCHMID Wilhelm. “¿Qué es la arqueología?”. En: En busca de un nuevo arte de vivir. Valencia: Pre – Textos, 2002, p. 95. 55 FOUCAULT, M. La arqueología del saber. Op. cit., p. 349. 56 Ibid. 57 53 El papel de la filosofía desde Michel Foucault el mundo de hoy se puede afirmar que el discurso platónico, cristiano, cartesiano y kantiano han determinado la historia de la filosofía. Por ejemplo, la filosofía platónica reinó en toda Grecia para asuntos políticos. Platón se encargó con su discurso, de soñar la sociedad perfecta58. Esta reflexión foucaultiana conduce a dos afirmaciones: la primera, que los hombres más fuertes y sabios son quienes mueven la historia, pues imponen su discurso sobre los más débiles. La segunda, que la historia lingüística sólo tiene sentido dentro de las relaciones de poder, pues el lenguaje es el vehículo para expresar el poder, en otras palabras, no existe lenguaje que no tenga poder, tanto el uno como el otro se complementan, no los podemos separar. 1.2 La genealogía59 del poder Como hemos dicho anteriormente, la arqueología como maza del discurso de una época no quiere en absoluto oponerse a la genealogía, “Yo supongo que en toda la sociedad la producción del discurso está a la vez controlada, seleccionada y redistribuida por un cierto número de procedimientos que tienen por función conjurar los poderes y peligros, dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar su pesada y temible materialidad”. Cfr. FOUCAULT, M. El orden del discurso. Barcelona: Tusquets, 1983, p. 11. 58 La genealogía [...] se opone [...] al despliegue meta-histórico de las significaciones ideales y de los indefinidos teleológicos. Se opone a la búsqueda del origen. [...] Buscar un tal origen es intentar encontrar lo que estaba ya dado, lo aquello mismo de una imagen absolutamente adecuada a sí; es tener por adventicias toda las peripecias que han podido tener lugar, todas las trampas y todos los disfraces. Es intentar levantar las máscaras, para develar finalmente una primera identidad. Pues bien, ¿si el genealogista se ocupa de escuchar la historia más que de alimentar la fe en la metafísica, qué es lo que aprende? Que detrás de las cosas existe algo muy distinto: En absoluto su secreto esencial y sin fechas, sino el secreto de que ellas están sin esencia, o que su esencia fue construida pieza por pieza a partir de figuras que le eran extrañas. ¿La razón? Pero ésta nació de un modo perfectamente razonable, del azar. Cfr. NIETZSCHE Federico. Aurora. Citado por FOUCAULT, M. Microfísica del poder. Op. cit., pp. 8, 9, 10. 59 54 La genealogía del saber, el poder y la ética sino al contrario, complementarla; en este sentido, el saber y el poder serán el dispositivo por excelencia para explicar los asuntos políticos que nos convocan. Antes de empezar a detallar la genealogía, digamos rápidamente las razones por las cuales el filósofo francés asumió la genealogía como un nuevo método de estudio de las relaciones de poder. Según Morey, en la introducción a Sexo, poder y verdad, considera que Foucault se traslada a analizar el poder por varios aspectos: el primero tiene que ver con los acontecimientos del mayo francés (1968), en que miles de universitarios aliados con grupos sindicalistas y burgueses se manifestaban en las calles de París a cuestionar todo lo que tenían: la educación, el gobierno del general De Gaulle, el capitalismo consumista, el estilo de vida, las artes y la corrupción. En segundo lugar, por la participación de Foucault con el GIP (Grupo de Información sobre las Prisiones) en el año de 1971; y por último, la relectura sistemática de Nietzsche, efectuada a fines de los años sesenta, la cual propició el interés por la genealogía60. Al respecto, Esther Díaz comenta que: Tres son las condiciones de posibilidad del entorno social que permiten que la cuestión del poder emerja en la obra de Foucault: en primer lugar, Mayo de 1968, momento en el que se produce un importante desplazamiento en el plano insurreccional; en segundo lugar, el trabajo de Foucault en el grupo de información sobre la prisión, creado en 1971 a causa de las huelgas de hambre protagonizadas en enero-febrero de 1971, por los estudiantes izquierdistas encarcelados, y finalmente una lectura sistemática de Nietzsche llevada a cabo desde 1964 a 196861. Otra de las razones por la cuales nuestro autor abandona la arqueología y asume la genealogía es para distanciarse del estructuralismo MOREY, Miguel. El discurso del poder. México: Folios, 1973, p. 3. 60 DÍAZ, Esther. La Filosofía de Michel Foucault. Op. cit., p. 77. 61 55 El papel de la filosofía desde Michel Foucault sistemático, que explica científicamente la actividad humana bajo ciertos elementos: conceptos, acciones, palabras, reglas y leyes; tal el caso de la fenomenología, el marxismo y el existencialismo. Si se siguen los estudios de Hubert Dreyfus y Paul Rabinow se tiene que Foucault arqueólogo se identifica con la tradición de la ontología hermenéutica, cuyo origen es el Ser y tiempo de Heidegger. Sin embargo, en la medida que se desarrolló su interés en los efectos sociales más que en el significado explícito de las prácticas cotidianas, Foucault abandona la posición hermenéutica para asumir la genealogía nietzscheana62. Hay que explicar la manera como la genealogía o la historia de las relaciones de poder no gira en torno al saber erudito científico, sino en torno al saber de la gente (local, regional, crítico y diferencial); así lo señala expresamente nuestro filósofo: “Se trata en realidad de hacer entrar en juego saberes locales, discontinuos, descalificados, no legitimados, contra la instancia teórica unitaria que pretendería filtrarlos, jerarquizarlos, ordenarlos en orden de un conocimiento verdadero y de los derechos de una ciencia que sería poseída por alguien”63; con esto se propone la recuperación del saber de la gente, de los saberes sometidos (saberes que fueron sepultados, descalificados, ingenuos y de bajo perfil) por parte del discurso científico, considerado como verdadero y fundamental en la teoría de la ciencia. De ahí que se puede tratar a la genealogía como la anti-ciencia, por reconocer el conocimiento particular y local distinto al tradicional. En el prólogo que realiza Álvarez Uría, en Saber y verdad, se plantea: “La posibilidad de una ciencia en su existencia histórica. Este sistema estaría constituido por conjuntos discursivos que no tienen ni el mismo estatuto ni la misma organización, ni el mismo funcionamiento que las ciencias a las que dan lugar”64. DREYFUS Hubert y RABINOW Paúl. Michel Foucault: Más allá del estructuralismo y la hermenéutica. México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1988. p. 22. 62 FOUCAULT, M. “Erudición y saberes sujetos”. En: Genealogía del racismo. Op. cit., p. 22. 63 FOUCAULT, M. Saber y verdad. Op. cit., p. 25. 64 56 La genealogía del saber, el poder y la ética Por lo tanto, frente al saber científico que jerarquiza, formaliza y cualifica, nuestro autor prefiere el saber genealógico siempre circulante, específico, autónomo y sin pretensiones de verdad absoluta. De igual manera, el autor de El orden del discurso65 habla sobre el concepto de genealogía en tanto que se ocupa de las relaciones de poder. En sus obras66 desenmascara los dominios de poder que surgen en todas las actividades cotidianas de los seres humanos, tales como: las cárceles, hospitales, universidades y demás instituciones donde se oculta el poder; entonces, la genealogía no estudia el pasado sino los procesos de indagación que narran el pasado y explican el presente. “Parto de un problema en los términos en que se plantea actualmente e intento hacer su genealogía. Genealogía quiere decir que realizo el análisis partiendo de una cuestión presente”67. Esto equivale a decir que el presente de lo que somos, pensamos y decimos es fruto de la alianza de las prácticas discursivas y no discursivas del saber y el poder68. De ahí que la genealogía sea un trabajo histórico y crítico de la cuestión del presente. En el campo político permite considerar que el poder político actual es el resultado de la guerra sangrienta y no el producto del acuerdo entre el gobernante y los gobernados; así lo enuncia Foucault plantea por primera vez la relación existente entre el saber y el poder en la conferencia sobre El orden del discurso. Cfr. FOUCAULT, M. El orden del discurso. Op. cit., p. 11. 65 “Historia de la locura”, “Vigilar y castigar”, “Historia de la sexualidad: La voluntad de saber”, los Anormales y “Microfísica del poder”. 66 FOUCAULT, M. Saber y Verdad. Op. cit., p. 237. 67 En este sentido, Foucault señala que no pretende hacer una metafísica sino una ontología. “[…] Separará de la contingencia que nos ha hecho lo que somos la posibilidad de no ser, hacer o pensar más tiempo lo que no somos, hacemos o pensamos. Nunca busca ser posible una metafísica que finalmente se convierta en ciencia; intenta dar amplia y extensivamente como sea posible, dar un nuevo impulso al indeterminado trabajo de la libertad”. Cfr. FOUCAULT, M. “¿Qué es la ilustración?”. En: El Vampiro pasivo. Cali. No. 18, (Feb. – Mar. 1997) p. 36. 68 57 El papel de la filosofía desde Michel Foucault Foucault: “no hay que referirse al gran modelo de la lengua y los signos, sino al de la guerra y la batalla. La historicidad que nos arrastra y nos determina es belicosa, no es parlanchina”69. Al aplicar la genealogía a la historia se muestra un perfil diferente del poder en el sentido de que éste ya no obedece a un fundamento originario sino a un azar70, a una casualidad de fuerzas: una dominante con otra dominada, una voluntad obedecida con otra obediente, en la cual se manda pero otras veces se obedece, se gobierna pero se es gobernado. Es a partir de estos postulados, donde se analiza que el poder está por suceder y acontecer en los diferentes puntos donde existan relaciones sociales. Y con ello se afirma que el poder no es el privilegio de una clase o partido, sino que está disuelto en una red social no unívoca, una relación de fuerza que tiene por objeto otras fuerzas, para incitar, inducir, desviar, facilitar, dificultar, ampliar, limitar las relaciones humanas, en otras palabras, las relaciones de poder foucaultianas* se caracterizan por la capacidad de conducir las acciones de los otros, dando espacio a la libertad y a la resistencia, evitando la dominación y promoviendo la estrategia de lucha o de juego; por ejemplo, en una relación entre amo y esclavo no se dan las relaciones de poder porque no permiten espacios para la libertad de los participantes. Una relación de poder es de orden de lucha, pero no de la lucha antagónica sino agónica, una incitación recíproca y permanente. Esther Díaz, en el texto FOUCAULT, M. “Verdad y poder”. En: Estrategias de poder. Vol. II, Barcelona: Paidós, 1999. p. 45. 69 Foucault retoma la idea del azar de Nietzsche, quien planteó: “Las fuerzas presentes en la historia no obedecen ni a un destino ni a una mecánica, sino al azar de la lucha. No se manifiestan como las formas sucesivas de una intención primordial; no adoptan tampoco el aspecto de un resultado. Aparecen siempre en el conjunto aleatorio y singular del suceso”. Cfr. FOUCAULT M. Microfísica del poder. Op. cit., p. 20. 70 * Foucault ya no se pregunta por el “poder a secas”, sino por “las relaciones de poder” y la biopolítica, estos conceptos los trabajaremos en el segundo capítulo. 58 La genealogía del saber, el poder y la ética citado, comenta: “El poder es más bien del orden de gobernabilidad, en el sentido de estructurar el campo de acción de otros. Foucault prefiere estudiar las instituciones a partir de la manera en que ellas ejercen el poder, y no el poder a partir de las instituciones”71. La genealogía o las relaciones de poder72 también estudian las resistencias, porque no hay poder que no tenga resistencia; pero hay que aclarar que ésta no produce grandes cambios sociales ni revoluciones al estilo marxista; ni tampoco es asunto de negación al poder; por el contrario produce, crea y transforma la situación; por ejemplo, decir “no” frente a una imposición, constituye la forma de resistencia; en este sentido, resistir es crear nuevas formas de vida. Al respecto Foucault afirma: No hay relaciones de poder sin resistencias, porque éstas son tanto más reales y eficaces en cuanto se forma en el lugar exacto en que se ejercen las relaciones de poder; la resistencia al poder no debe venir de afuera para ser real, no está atrapada porque sea la compatriota del poder. Existe tanto más en la medida en que está allí donde está el poder; es pues, como él, múltiple e integrable en otras estrategias globales73. De ahí que podemos afirmar que Foucault se vuelve historiador genealógico por buscar una historia discontinua y dispersa, en oposición al historiador clásico que analiza la historia continuista y progresista; recordemos que la ilustración kantiana arrasó con el pensamiento DÍAZ, Esther. La Filosofía de Michel Foucault. Op. cit., p. 102 71 Para Foucault, las relaciones de poder no son algo malo en sí, de lo que hay que liberarse, de hecho permite un mínimo posible de dominación. Cfr. GONZÁLEZ, William. “Foucault, Habermas, Paulain: Crítica impecable, convivencia obligada”. En: Revista Universidad del Valle. Cali. No. 13 (Abr.- 1993); p. 165 72 FOUCAULT. Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones. Madrid: Alianza, 1985. pp. 82, 83 73 59 El papel de la filosofía desde Michel Foucault del medioevo y se presentó como la luz del conocer y hacer conocer; con Voltaire, se atacó toda ignorancia identificándola plenamente con la superstición mitológica, la cual caracterizó de superchería de los pueblos ignorantes. He aquí otro aspecto que debemos resaltar. Es Nietzsche quien enseñó a Foucault a rastrear la historia de otra manera. Esto lo podemos evidenciar en la primera conferencia sobre “La verdad y las formas jurídicas”74, en la cual Foucault retoma de Nietzsche la idea según la cual las cosas no tienen origen (Ursprung) sino que son el resultado de la invención (Erfindung); en este sentido, el conocimiento, la verdad, la poesía fueron el resultado de un invento cuyo propósito fue la dominación. Veamos: Tomaré como punto de partida un texto de Nietzsche fechado en 1873 y publicado póstumamente. El texto dice: “En algún punto perdido del universo, cuyo resplandor se extiende a innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en el que unos animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue aquél el instante más mentiroso y arrogante de la historia universal” [...] Nietzsche afirma: he aquí un análisis de la religión totalmente falso, porque admitir que la religión tiene origen en un sentimiento metafísico significa, pura y simplemente, que la religión estaba dada, implícita, envuelta en ese sentimiento metafísico. Sin embargo, dice Nietzsche, la historia no es eso, la historia no se hace de esa manera, las cosas no suceden así, porque la religión carece de origen, no tiene Ursprung, fue inventada, hubo una Erfindung de la religión; en FOUCAULT, M. La verdad y las formas jurídicas. México: Gedisa, 1983. p. 22. Foucault, que fue influenciado por maestros como Althusser, Hyppolite, Canguilhem, Sartre, reconoce que su verdadero maestro fue Nietzsche: “Nietzsche fue una revelación para mí. Sentí que había alguien muy distinto de lo que me habían enseñado. Lo leí con gran pasión y rompí con mi vida: dejé mi trabajo en el asilo y abandoné Francia, tenía la tentación de haber sido atrapado”. Cfr. FOUCAULT, M. Tecnologías del yo y otros textos afines. Op. cit., p. 146. 74 60 La genealogía del saber, el poder y la ética un momento dado ocurrió algo que la hizo aparecer. La religión fue fabricada, no existía con anterioridad [...] hay quienes buscan el origen de la poesía, su Ursprung, cuando en verdad no existe tal cosa, porque también la poesía fue inventada. Un día, alguien tuvo la idea bastante curiosa de utilizar ciertas propiedades rítmicas o musicales del lenguaje para hablar, para imponer sus palabras, para establecer cierta relación de poder sobre los demás por medio de sus palabras: también la poesía fue inventada o fabricada. [...] Fue debido a oscuras relaciones de poder que se inventó la poesía. Igualmente fue debido a oscuras relaciones de poder que se inventó la religión75. Según Nietzsche, el conocimiento no es un asunto natural de adecuación o relación entre el objeto y el sujeto sino que es el resultado de un juego entre los instintos76. Esto quiere decir que el conocimiento no está escrito en la naturaleza humana, tal como lo pensaban los filósofos, al considerar la unidad entre el objeto y el sujeto para producir el amor, la felicidad, la belleza, el orden, la justicia, sino que surge por el enfrentamiento de nuestros instintos tales como el odio, el desprecio, el temor. Visto así, se suscita la pregunta: ¿Qué puede existir en el conocimiento? La respuesta es: relaciones de dominación y subordinación entre el poderoso y el débil. Supone lo previo que ciertos individuos dotados de fuerza imponen su voluntad de dominio sobre los más débiles; en otras palabras, quienes detentan el poder son los que imponen las reglas de juego sobre el conocimiento, la moral, la política. Para ilustrar lo comentado, Nietzsche, en la Genealogía de la moral, analiza la relación de fuerza entre el romano y el judío. Observemos: Llegaremos a la conclusión. Los dos valores opuestos, “bueno y malo”, “bien y mal”, mantuvieron durante miles de años un combate largo y terrible [...] El símbolo de esta lucha, tra FOUCAULT, M. La verdad y las formas jurídicas. Op. cit., pp. 19-21. 75 Ibíd., p. 22. 76 61 El papel de la filosofía desde Michel Foucault zado en caracteres legibles en la cumbre de la historia de la humanidad es “Roma contra Judea, Judea contra Roma” [...] Roma veía en el judío una naturaleza opuesta a la suya, un antípoda monstruosa, “un ser convicto de odio contra el género humano”: y con razón, si es cierto que la salvación y el porvenir de la humanidad consiste en la dominación absoluta de los valores aristocráticos, de valores romanos. [...] Los romanos eran los fuertes y los nobles, más que todos los pueblos de la tierra; cada vestigio de su dominación, la más pequeña inscripción nos maravillan y nos eleva. Los judíos, por el contrario, eran un pueblo levita y rencoroso por excelencia, un pueblo que poseía un singular genio para la moral plebeya: basta comparar a los judíos con los pueblos de carácter semejantes, como los chinos y los alemanes, para discernir cuál es lo del primer orden, cuál es lo de quinto orden77. A causa de ello, Foucault asocia el conocimiento con una relación estratégica en la cual el hombre está situado78. Esto quiere decir que no hay en la naturaleza esencias, leyes, como lo presenta el iusnaturalismo79, sino asuntos culturales, políticos y económicos que determinan el conocer; dicho de otro modo, el conocimiento; pero para NIETZSCHE, Federico. La genealogía de la moral. Medellín: Bedout, 1974. pp. 36-37 77 FOUCAULT. M. La verdad y las formas jurídicas. Op. cit., p. 22. 78 El derecho natural o IUSNATURALISMO (del latín ius, “derecho”, y natura, “naturaleza”) es un enfoque filosófico del derecho, basado en la aceptación de que existe una serie de Derechos del Hombre, naturales y universales, superiores o independientes al ordenamiento jurídico positivo, y que son, inclusive, la razón de que exista tal ordenamiento. [...] La teoría ética del derecho natural o de la ley natural parte de las premisas de que (1) El hombre es un fin en sí mismo, (2) Los humanos son racionales, y (3), los humanos desean vivir y vivir lo mejor posible. De ahí, el teórico del derecho natural llega a la conclusión de que hay que vivir de acuerdo con cómo somos, de acuerdo con nuestra naturaleza. Si no lo hiciésemos así nos autodestruiríamos. Iusnaturalismo. http://es.wikipedia.org/wiki/ Derecho_natural (consultado10 de noviembre 2009). 79 62 La genealogía del saber, el poder y la ética evitar confusiones y dudas entendamos lo que quiere decir el filósofo francés, por tal concepto: “[...] no una decisión, un tratado, un reino o una batalla, sino una relación de fuerzas que se invierte, un poder confiscado, un vocabulario retomado, y que se vuelve contra sus utilizadores, una dominación que se debilita, se distiende, se envenena a sí misma, algo distinto que aparece en escena enmascarado”80. Entonces, la genealogía pretende un conocimiento diferencial, un conocimiento que dé cuenta del abismo, y que postule no una respuesta o solución, sino que permita que dicho asombro sea nuestra morada. No se trata de rechazar la mascarada, sino de llevarla hasta sus últimas consecuencias. Se trata en última estancia, como dice Foucault, de reconocer que vivimos en una multitud de decorados. Nietzsche, en el texto Así hablaba Zaratustra, afirma: “Dondequiera que encontrara vida, encontré la voluntad de poder”81. En tanto que el poder constituía de hecho el medio por el que sucedían todas las cosas: el conocimiento, la forma de discurso, el placer. Es aquí donde se rompe con la tradición y se postula una nueva mirada de ver el mundo, no con base en ningún fundamento metafísico sino en la vida misma (voluntad de poder)82. Por tal motivo, fue Nietzsche el primer filósofo que relató que el poder no es totalidad sino particularidad; es FOUCAULT M. Nietzsche, la genealogía, la historia. En. Microfísica del poder. Op. cit., p. 20 80 NIETZSCHE, F. Así hablaba Zarathustra. Tomo II. Barcelona. Edicomunicación, 2000, p. 573. 81 Qué quiere decir «voluntad» puede experimentarlo en sí mismo alguien en cualquier momento: querer es un aspirar a algo. Qué significa «poder» lo sabe cualquiera por la experiencia cotidiana: el ejercicio de la fuerza [Gewalt]. Qué quiere decir, entonces, “voluntad de poder”, en su conjunto es tan claro que uno se resiste a dar una explicación especial de este conjunto de palabras. «Voluntad de poder» es, inequívocamente, un tender a la posibilidad de ejercer la fuerza, un tender a la posesión de poder. La «voluntad de poder, expresa, además un sentimiento de carencia». La voluntad «de» no es aún el poder mismo, pues no es aun propiamente 82 63 El papel de la filosofía desde Michel Foucault decir que el poder no es un asunto metafísico e ideológico, sino que es una relación permanente entre los seres humanos. Ahora bien, Nietzsche es el primero en utilizar la genealogía como un método histórico de análisis. Porque sospecha de los lenguajes recibidos, pone todo en cuestión, duda de los valores y sospecha del sistema que los convalida; esto significa deconstruir la historia de la moral, de los moralistas y hacer una genealogía de la moral; por ejemplo, En la genealogía de la moral realiza toda una crítica a los valores morales cristianos porque duda que la palabra bueno provenga de Dios, sino de quienes detentan el poder. Al principio, dicen, las acciones altruistas fueron alabadas y reputadas buenas por aquellos a quienes eran útiles; más tarde se olvidó el origen de esta alabanza y se llamaron buenas las acciones altruistas por costumbre adquirida del lenguaje, como si fueran buenas en sí mismas [...] Para mí es evidente que esta teoría busca el origen del concepto “bueno” en un lugar donde no está: el juicio “bueno” no emana de aquellos a quienes se prodigó la “bondad”. Fueron los mismos “buenos”, los hombres distinguidos, los poderosos, los superiores, quienes juzgaron “buenas” sus acciones; es decir, “de primer orden”, estableciendo esta nomenclatura por oposición a todo lo que era bajo, mezquino, vulgar y populachero. Se arrogaron desde su altura el derecho de crear valores y determinarlos: ¡qué les importaba la utilidad! [...] la conciencia de la superioridad y de la distancia, el sentimiento general, tener el poder. El anhelar algo que aún no es se considera un signo de romanticismo. Pero esta voluntad de poder, en cuanto pulsión de tomar el poder es, al mismo tiempo, el puro afán de violencia. Este tipo de interpretaciones de la «voluntad de poder», en las que se encontrarían romanticismo y maldad, deforman el sentido de la expresión fundamental de la metafísica de Nietzsche; en efecto, cuando éste dice «voluntad de poder», piensa algo diferente. Cfr. HEIDEGGER, M. La voluntad de poder. [en línea]; s.p.i <http://www.nietzscheana.com.ar/textos. htm> [Consultado en agosto de 2007]. 64 La genealogía del saber, el poder y la ética fundamental y constante de una raza inferior y baja, determinó el origen de la antítesis entre bueno y malo83. En Nietzsche, la genealogía, la historia, Foucault afirma: “La genealogía no se opone a la historia como la visión altiva y profunda del filósofo; se opone a la mirada del topo del sabio; contrario al desplazamiento meta-histórico de las significaciones ideales y de las indefinidas teleologías. Se opone a la búsqueda del origen”84. Con la genealogía se pretende encontrar el punto de quiebre, el punto de inflexión, donde lo formulado ya no es la memoria sino el olvido; donde lo que se pretende es rastrear la huella, la marca, pero no el origen en sí mismo o por sí mismo, como pretendiendo darle una continuidad a la historia. Se trata más bien de señalar las discontinuidades y las rupturas de lo que azarosamente llamamos historia: “La genealogía no pretende remontar el tiempo para establecer una gran continuidad más allá de la dispersión del olvido, su tarea no es mostrar que el pasado está aún ahí, bien vivo en el presente, animándolo todavía en secreto, después de haber impuesto a todos los obstáculos del camino una forma trazada desde el principio. Nada que semeje a la evolución de una especie, al destino de un pueblo”85. Para la genealogía, los accidentes y las rupturas son esenciales, y por ello, el método que posibilita es una perspectiva frente a la historia como un todo. El error está en el origen de nuestra manera de pensar, de nuestra manera de valorar: “Es descubrir que en la raíz de lo que conocemos y de lo que somos no hay ni el ser ni la verdad, sino la exterioridad del accidente”86. En la genealogía no se busca el pensamiento, no se pretende armonizar los elementos que están en conflicto; muy NIETZSCHE, Federico. La genealogía de la moral. Op. cit., pp. 16-17. 83 Foucault, M. Nietzsche, La genealogía y la historia, España: Pre-textos, 2004, p. 13. 84 Ibíd., p. 27. 85 Nietzsche, Federico. La Genealogía de la moral. Op. cit., p. 17 86 65 El papel de la filosofía desde Michel Foucault por el contrario, se trata de agudizarlos, de darles una movilidad que los lleve a salir del cómodo hecho en el que han dormitado durante siglos como fórmulas o preceptos universales inamovibles e incuestionables. No se quiere decir que en el método de la genealogía no exista el rigor. Lo que no existe es la rigidez de los conceptos y de las verdades; no se enfocan grandes períodos o épocas de la historia sino acontecimientos, problemas que surgen en ciertas épocas o a partir de ciertos azares tanto del pensamiento como del obrar humano. Ahora bien, podemos ver que la genealogía tiene una tarea determinada. Cuando impone su método de análisis no parte a buscar “orígenes”; origen de un problema, origen de un discurso u origen de una institución. Más bien se ocupa de lo “sospechable” que existe en los comienzos; de lo que en los orígenes de las grandes cosas se pasean como luchas, máscaras, trampas, traiciones y, muchas veces, bajos pensamientos. Es el acabose de la solemnidad de los orígenes87. Hay en la genealogía una rebelión contra las formas acabadas de la cultura, contra la moral hermética, contra la filosofía de los sistemas acríticos, contra la historia de la memoria de los acontecimientos, contra el filósofo legislador de la verdad. Ahora bien, Foucault se distancia de Nietzsche en tres aspectos: El primero tiene que ver con el poder, en tanto que éste no reside en los individuos (los famosos “superhombres” nietzscheanos)88, sino en las relaciones sociales. El segundo se relaciona con la resistencia, no en el sentido general de revolución (caso leninismo, fascismo), sino en lo particular, de una micro resistencia. De esto surge que en todos los puntos específicos donde se ejerce el poder siempre habrá puntos de Ibíd., p. 20 87 El superhombre no es el individuo déspota y arbitrario como lo fue Hitler, Stalin, Napoleón, sino aquel individuo que es capaz de crear nuevos mundos y nuevos valores, en el sentido foucaultiano, es aquel ser que hace de su vida una obra de arte, un proyecto ético estético. 88 66 La genealogía del saber, el poder y la ética lucha y rebeldía89. En tercer lugar, Nietzsche nunca trazó directamente el problema de la relación entre poder, saber y verdad. En cambio, Foucault llevó mucho más allá la crítica al plantear una relación correlativa en esta dimensión. Ahora bien, ni Nietzsche ni Foucault son revolucionarios, porque no invitan a la toma o la lucha por el poder, porque será una lucha sin sentido. La lucha por el poder en estos pensadores consiste en crear espacios de subjetividades y escenarios de libertad90. La libertad que se ejerce como resistencia al poder sólo se convierte en esperanza para sí misma, cuando el poder se asume como ejercicio en el que todos estamos en la misma condición de ejercerlo. Se trata, entonces, de la manera como Foucault concibe el poder en medio de unas relaciones móviles que se dan a través del lenguaje, de una forma estética para que el sujeto encuentre la necesidad de crear estrategias tales que le permitan promoverse a sí mismo frente a las máquinas de poder, problematizando, renovándose, inventando a diario su vida, porque no hay poder absoluto sin dejar la mínima posibilidad de resistencia que diseñe o gobierne la vida de los individuos; siempre estará presente la posibilidad de los individuos de diseñar y administrar la existencia como ellos quieran. Por otro lado, hay que tener en cuenta que la arqueología y la genealogía se complementan en tanto que el ejercicio del poder es la condición de posibilidad de un saber, y donde el ejercicio del saber se convierte en un instrumento de poder. “La arqueología sería el método de los análisis de las discursividades locales y la genealogía sería la táctica que, a partir de las discursividades locales así descritas, hace jugar los saberes, liberados de la sujeción que surgen de ellas”91. Así, entonces, no existen relaciones de poder sin la constitución de un campo del saber, ni saber que no suponga relaciones de poder. El Los locos, los prisioneros, los delincuentes, entre otros, son tan sólo un ejemplo de resistencia frente a la racionalidad del Estado. 89 Es de anotar que para Foucault la libertad es la esencia de la ética. 90 Foucault, M. Genealogía del Racismo. Op. cit., p. 24. 91 67 El papel de la filosofía desde Michel Foucault uno y el otro se integran; no los podemos separar. El poder sin el saber quedaría vacío y el saber sin el poder sería ciego; por ejemplo, no hay modelo de verdad que no remite a relaciones de poder, ni ciencia que no exprese un acto de poder. De este modo, todas las prácticas discursivas en términos de enunciados terminan en prácticas institucionales. Tal es el caso de las ciencias sociales como la psicología, la antropología y el derecho, que necesitan prácticas sociales para existir. Según Deleuze92, la arqueología del saber proponía la distinción de dos formaciones prácticas: los enunciados (discursivos) y los medios (no discursivos). Por ejemplo, la medicina clínica del siglo XVIII es una formación discursiva, y como está en relación con las poblaciones, depende de otra formación no discursiva (instituciones, acontecimientos políticos, prácticas y procesos económicos). Foucault en su última etapa intelectual descubre que sus estudios sobre la arqueología y la genealogía se han vuelto panópticos homogeneizantes, porque los estudios del saber y el poder están sirviendo a los juegos del poder y no hay “cuidado de sí”93. Por tal razón, el filósofo se desplaza a estudiar las prácticas de los antiguos griegos para ocuparse de sí. Si seguimos la entrevista de Hubert Dreyfus y Paul Rabinow94, Deleuze, G. Foucault, Barcelona: Paidós, 1987, p. 57 92 “Con esta frase hay que entender que el principio de la inquietud de sí ha adquirido un alcance bastante general: El precepto de que hay que ocuparse de uno mismo es, en todo, un caso imperativo que circula entre buen número de doctrinas diferentes; ha tomado también la forma de una actitud, de una manera de comportarse, ha impregnado las formas de vivir; se ha desarrollado en procedimientos, en prácticas y recetas que se meditan, se desarrollan, se perfeccionan, y se enseñan; ha constituido así una práctica social, dando lugar a relaciones interindividuales, a intercambios y comunicaciones y, a veces, incluso a instituciones; ha dado lugar, finalmente, a cierto modo de conocimiento y a la elaboración de un saber”. Cfr. Foucault, M. Historia de la sexualidad: Inquietud de sí, México: Siglo veintiuno editores, 1987, p. 43. 93 Foucault, M. Un recorrido filosófico. Citado por: Blanchot, Mauricio. Michel Foucault tal y como yo lo imagino, Valencia: Pre-textos, 1993, p. 69. 94 68 La genealogía del saber, el poder y la ética cuando le preguntaron sobre sus proyectos, exclamó: “Oh, ante todo voy a ocuparme de mí mismo”. En este sentido, los griegos son para Foucault una referencia para buscar una ética individual que permita hacer de su existencia –de lo que le quedaba de su vida– una obra de arte. De ahí la tentación de ir a buscar en la antigüedad la revalorización de las prácticas de la amistad que, entre los griegos y romanos, eran el modelo de todo lo que hay de excelente en las relaciones humanas. 1.3 La ética de sí y de los otros El giro de Foucault a la ética tal vez nunca se sabrá, pero sí podemos evidenciar que su última producción: El uso de los placeres –Volumen II (1984), La inquietud de sí, Volumen III (1984)–, las conferencias sobre la Hermenéutica del sujeto (1982), Discurso y verdad en la antigua Grecia (1983), El gobierno de sí y de los otros (1983), El coraje de la verdad (1984), está dedicada a interpretar, desde la ética, la pregunta de quiénes somos en cuanto a sujetos ético95. En este sentido, la antropología foucaultiana se opone abiertamente a la idea de un ser humano racional, universal, trascendental, fundante e incondicionado de la modernidad, y propone a partir del cuidado de sí (epiméleia heautoú) nuevas formas de producir subjetividades96, por las cuales los individuos hacen Deleuze también ha señalado cómo el legado de los griegos consiste en una propuesta de irreductibilidad de la subjetividad al poder y al saber. La enkrateia como capacidad para gobernarse a uno mismo y gobernar a los otros aportaba entonces la capacidad para invertir las fuerzas externas de constitución de la subjetividad en fuerzas internas fortalecientes de la voluntad de autogobierno. En este sentido, el pasado de los griegos nos proporciona la posibilidad de pensar el pasado, resistir al presente y vislumbrar un tiempo por venir. SAUQUILLO, Julián. Para leer a Foucault. España: Alianza Editorial, 2001. p. 176. 95 Foucault, en el año 1979, revela en el texto: El Sujeto y el Poder que su trabajo por más de veinte años se ha centrado en plantear una ontología de nosotros mismos, lo cual presupone indagar las condiciones de constitución del sujeto en ámbitos y regímenes diversos. Así los expresa: “Mi objeto, por el contrario, ha consistido 96 69 El papel de la filosofía desde Michel Foucault de su vida algo distinto, otra forma de vida, de un estilo nuevo, esto es, la manera de constituirnos como sujetos autónomos para hacer de la vida un proyecto ético estético97. Esto supone elaborar nuevas maneras de existencia donde la libertad des-sujete al individuo de la construcción institucional y de la conciencia constituida por el “gobierno de los otros”, pero dejemos que el mismo autor lo cuente: Lo que me sorprende es que, en la ética griega, la gente se preocupaba más de su conducta moral, de su ética y de la relación para consigo mismo y con los otros que de los problemas religiosos. ¿En qué nos convertimos tras la muerte? ¿Qué son los dioses? ¿Intervienen o no? Estas cuestiones tenían escasa importancia, pues no estaban directamente ligadas a la ética. Ésta, a su vez, no estaba ligada a un sistema legal. Por ejemplo, las leyes contra la mala conducta sexual no eran numerosas ni muy contradictorias. Lo que interesaba a los griegos, su tema, era la constitución de una ética que fuese una estética de la existencia. en crear una historia de los diferentes modos de subjetivación del ser humano en nuestra cultura”. Sin embargo, la cuestión del poder es uno de los temas centrales del pensamiento de Foucault, ya desde La historia de la locura en la época clásica se puede detallar la preocupación de Foucault por los asuntos del poder. Esto no quiere decir que el pensamiento foucaultiano sea contradictorio, o que existan dos Foucault, el del sujeto y el del poder, sino como él lo afirma: “Más de uno, como yo sin duda, escriben para perder el rostro. No me pregunten quién soy, ni me pidan que permanezca invariable: es una moral de estado civil la que rige nuestra documentación. Que nos deje en paz cuando se trata de escribir”, Cfr. FOUCAULT, M. La arqueología del saber. Op. cit., p. 29. Foucault ve en los griegos prácticas individuales que permiten hacer del sujeto algo distinto y nuevo. Con esto no se quiere decir que los griegos sean la solución a los problemas nuestros, sino que permiten buscar espacios de libertad. “Intentar volver a pensar hoy a los griegos no consiste en hacer valer la moral griega como el ámbito moral por excelencia del que se tuviera necesidad para pensarse, sino en proceder de tal manera que el pensamiento europeo pudiera arrancar de nuevo en el pensamiento griego como experiencia dada a la vez y ante la cual se puede ser totalmente libre”. Cfr. FOUCAULT. Estética, ética y hermenéutica. Op. cit., p. 50. 97 70 La genealogía del saber, el poder y la ética Pues bien, me pregunto si nuestro problema de hoy no es similar de cierto modo, si tenemos en cuenta que la mayoría de nosotros no creemos ya que la ética esté fundada sobre la religión ni queremos un sistema legal que intervenga en nuestra vida privada, moral y personal. Los recientes movimientos de liberación sufren por el hecho de que no consiguen encontrar un principio sobre el cual fundar la elaboración de una nueva ética. Tiene necesidad de una ética pero no encuentra más que una, basada sobre un pretendido conocimiento científico de lo que es el yo, el deseo, el inconsciente. ¿Piensa que los griegos ofrecen una alternativa atrayente y plausible? ¡No! No busco una solución de relevo; no se encuentra la solución de un problema en algo que ha sido propuesto en otros tiempos para otras gentes. Lo que yo quiero hacer no es la historia de las soluciones, y por esta razón no acepto el término “alternativo”; quería hacer la genealogía de los problemas, de las problemáticas. Yo pienso que la opción ético-política que cada día debemos hacer consiste en determinar cuál es el peligro principal98. La ética foucaultiana es una práctica sobre la experiencia de sí mismo muy diferente a lo que se trató en Las palabras y las cosas, La arqueología del saber, La voluntad de saber y Vigilar y castigar. La ética se contrapone a la sujeción y a la norma, en tanto supone una liberación individual de no estar atado a las formas de domesticación y dominación. Dicho de otro modo, mientras los códigos y leyes sean el centro de nuestra vida, nuestra manera de proceder será hipócrita, injusta y aburrida; en cambio, si obramos a partir de un éthos (ética) se puede darle a nuestra existencia la mejor belleza posible. Más aún: Los códigos, las prohibiciones y las normas son un peso más en nuestra vida, puesto que son impuestos. La relación consigo mismo es trabajo de yo, en tanto, saca tiempo para hacer de la vida una estética de la existencia. Digámoslo con Foucault: FOUCAULT, M. Hermenéutica del sujeto. Madrid: La piqueta, 1994. pp. 185-196. 98 71 El papel de la filosofía desde Michel Foucault Historia de las moralidades: aquella que estudia en qué medida las acciones de tales o cuales individuos o grupos se conforman o no con las reglas o con los valores que han sido propuestos por diferentes instancias. Historia de los códigos: la que analiza los diferentes sistemas de reglas y valores que están en juego en una sociedad o un grupo dados, las instancias o aparatos de construcción que le dan valor y las formas que toman su multiplicidad, sus divergencias o sus contradicciones. Historia, en fin, de la manera en que los individuos son llamados a construirse como sujetos de conducta moral: esta historia será la de los modelos propuestos por la instauración y el desenvolvimiento de las relaciones consigo mismo, por la reflexión sobre sí mismo, el conocimiento, el examen, el desciframiento de sí por sí mismo, las transformaciones que se buscan sobre uno mismo. Tal es la que podríamos llamar una historia de la ética y de la ascética, entendida como una historia de las formas de la subjetivación moral y de las prácticas de sí que están destinadas a asegurarlas99. Esas reflexiones de la Antigüedad grecorromana no se orientaron hacia las codificaciones de conducta, ni tampoco hacia las definiciones en sentido estricto de lo prohibido o lo permitido, sino que fijaron su atención en las prácticas de sí y la cuestión de la askesis. El hecho de que se respetara la ley y las costumbres era condición necesaria, pero lo más importante radicaba en la actitud que obligaba a respetarlas, ya que lo principal era que: El acento se coloca sobre la relación consigo mismo que permite no dejarse llevar por los apetitos y los placeres, conservar respecto de ello dominio y superioridad, mantener los FOUCAULT, Michel. Historia de la Sexualidad II. El uso de los placeres. México: Siglo XXI, 1986 pp. 29-30 99 72 La genealogía del saber, el poder y la ética sentidos en un estado de tranquilidad, permanecer libre de toda esclavitud interior respecto de las posiciones y alcanzar un modo de ser que pueda definirse por el pleno disfrute de sí mismo o la perfecta soberanía de sí sobre sí mismo100. Por eso se puede decir que la templanza en la antigüedad era una categoría que exigía el triple dominio de los placeres del vino (el potoi), del amor (aphrodisia) y de la mesa (edodai), que a su vez remitía a la prudencia, a la reflexión, el cálculo, consideradas como formas en que se distribuyen y controlan los actos, estrategias de: lo necesario, la oportunidad, así como del estatuto del individuo si es adulto o joven; además, éstas eran maneras de proceder para los individuos libres. Para los griegos, el enunciado “cuando es debido” (kairos) es tenido en cuenta no sólo como el problema moral, sino como una cuestión de ciencia y técnica representada en prácticas como la medicina, el gobierno, el pilotaje referido a individuos expertos en la navegación. Podemos plantear entonces: ¿es éticamente lícito, desde el kairos como momento oportuno, robar, cometer adulterio, hacer sacrilegios, pues nada de ellos atenta contra la vida humana? La virtud de la prudencia fijaba su atención en “la política en el momento”, de la ciudad o del individuo, del cuerpo o del alma. La templanza, entonces, se presenta entre las cualidades que pertenecen a los que tienen rango, posición y responsabilidad y manejo de la ciudad. La categoría de la templanza no se consideraba a partir de un texto que hiciera ley, sino como una techné, es decir, como una práctica, como una habilidad. Así, el individuo se constituía como un sujeto ético mediante una actitud y una búsqueda que individualizaba su acción. A la pregunta ¿cómo debemos vivir?, Foucault jamás dio una respuesta única, válida para todos, ni mucho menos una homogenización en la búsqueda de estilos de existencia. Esta tesis es muy diferente a Ibíd., p. 31 100 73 El papel de la filosofía desde Michel Foucault la propuesta kantiana que obliga a través de los imperativos categóricos101, a comportarnos de acuerdo con nuestros deberes y normas válidos para todos. En su última entrevista con Barbedette, “El retorno de la moral”, nuestro autor insiste que la ética es una elección personal, y no un deber ser para todos: observemos: Ante todo, la moral antigua se dirigía no más que a un pequeño número de individuos y no pedía que todo el mundo obedeciera al mismo esquema de comportamiento. No concernía más que a una minoría de entre todos, e incluso entre los libres. Había varias formas de libertad: la libertad del jefe de estado o del jefe del ejército no tenía nada que ver con la del sabio. Después, esta moral se extendió. En la época de Séneca, y con más razón en la de Marco Aurelio, debía valer, eventualmente, para todo el mundo; jamás era cuestión de hacer de ella una obligación para todos. Era un asunto de elección para los individuos; cada uno podía llegar a compartir esta moral102. Hay que repetirlo, la eticidad foucaultiana está asociada a una vida bella por el arte de vivir y gobernarse a sí mismo, por el estilo o invención de uno mismo, pues el sujeto es objeto de su propia invención, porque elabora sus propias conductas y, por consiguiente, su manera de ser en el mundo103. Contrario a este planteamiento está el sistema de códigos morales, normas universales, donde los individuos deben 101 “Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio”. Cfr. KANT, Manuel. Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres. México: Porrúa, 2004, p. 49. FOUCAULT, M. “El retorno de la moral”. En: Ética estética, y hermenéutica. Op. cit., p. 383. 102 103 La exterioridad de la moral antigua o pagana implicaba un trabajo sobre uno mismo que era definido en la lengua clásica, enkrateía, forma de relación con uno 74 La genealogía del saber, el poder y la ética obedecer a una moral determinada; por ejemplo, la moral cristiana del poder pastoral es un modo particular de relación con uno mismo en la que el individuo se ve sujeto a formas precisas de atención, recelo, desciframiento, verbalización, confesión, auto acusación, luchas contra las tentaciones, renuncia y lucha espiritual. Foucault nos ha señalado por lo menos tres formas de cómo la moral es asumida: Moral: Como conjunto de valores y de reglas de acción que se proponen a los individuos y a los grupos por medio de aparatos prescriptivos diversos (familia-iglesia-escuela). Moral: como el comportamiento real de los individuos en su relación con las reglas y valores que se les proponen. Moral: como la manera en que debe constituirse uno mismo como sujeto moral que actúa en referencia a los elementos prescriptivos que constituyen el código104. Estas diferencias pueden apoyarse en muchos puntos. La manera en que el individuo debe dar forma a tal o cual parte de sí mismo como materia principal de su conducta moral (reglas, deseos, sentimientos). Conviene también al modo de sujeción, es decir, a la forma en que el individuo establece su relación con esta regla y se reconoce como mismo, actitud necesaria a la moral de los placeres y que se manifestaba en el buen uso que de ella se hacía. Para Aristóteles, esa enkrateia era considerada como un dominio y una victoria, una relación de dominación y de mando. Los términos utilizados por Platón, Jenofonte, Diógenes el cínico, Antifón y Aristóteles, para definir la templanza eran: dominar los deseos y los placeres, ejercer el poder sobre ellos, mandar en ellos. De tal manera que, para constituirse como sujetos virtuosos, temperante en el uso que hace de los placeres, el individuo debe instaurar una relación consigo mismo que pertenece al tipo: dominación-obediencia, mando-sumisión, señorío-docilidad, tipos que formaban parte de la estructura autocrática del sujeto en la práctica moral de los placeres. Cfr. RIVERA A. Manuel Salvador. Una aproximación al pensamiento ético- estético de Michel Foucault. Op. cit., p. 81. 104 FOUCAULT, M. Historia de la sexualidad: la historia de los placeres. Op. cit., p. 28. 75 El papel de la filosofía desde Michel Foucault vínculo con la obligación de ponerla en obra (o sea, los motivos o razones por los cuales un individuo practica, por ejemplo, la fidelidad conyugal). La diferencia tiene que ver también con la elaboración del trabajo ético que realizamos en nosotros mismos, y no sólo para que nuestro comportamiento sea conforme a una regla dada, sino para intentar transformarnos nosotros mismos en sujeto moral de nuestra conducta. Veamos: Una manera de vivir cuyo valor moral no obedece ni a su conformidad con un código de comportamiento ni a un trabajo de purificación, sino a ciertas formas o ciertos principios formales generales en el uso de los placeres, en la distribución que de ellos hacemos, en los límites que observamos, en la jerarquía que respetamos. Por el logos, por la razón y la relación con lo verdadero que la gobierna, una vida así se inscribe en el mantenimiento o la reproducción de un orden ontológico; recibe por otra parte el resplandor de una belleza manifestada a los ojos de quienes pueden contemplar o conservar su recuerdo105. Otra diferencia concierne a lo que podríamos llamar teología del sujeto moral: ya que una acción no sólo es moral en sí misma y en su singularidad, también lo es por su inserción y por el lugar que ocupa en el conjunto de una conducta; es un elemento y un aspecto de esta conducta y señala una etapa en su duración, un progreso eventual en su continuidad. Una acción moral tiende a su propio cumplimiento, pero además intenta, por medio de éste, la constitución de una conducta moral. Cierto que toda acción moral implica una relación con la realidad en la que se lleva a cabo y una relación con el código 105 Ibíd., p. 87 76 La genealogía del saber, el poder y la ética al que se refiere, pero también implica una determinada relación consigo mismo; ésta no es simplemente “conciencia de sí”, sino constitución de sí como sujeto moral, en la que el individuo circunscribe la parte de sí mismo que constituye el objeto de esta práctica moral, define su posición en relación con el precepto que sigue, se fija un determinado modo de ser que valdrá como cumplimiento moral de sí mismo. Busca conocerse, se controla, se prueba, se perfecciona, se transforma. No hay acción moral particular que no se refiera a una conducta moral; ni conducta moral que no reclame la constitución de sí misma como sujeto moral, ni constitución del sujeto moral sin modos de subjetivación y sin una ascética o prácticas de sí que los apoyen106. Así, pues, la ética foucaultiana es la práctica reflexiva de la libertad, porque las técnicas de dominación del saber y el poder, la vigilancia permanente de los panópticos107, le han impedido a los sujetos 106 Ibíd., p. 30. 107 El panóptico era un sitio en forma de anillo en medio del cual había un patio con una torre en el centro. El anillo estaba dividido en pequeñas celdas que daban hacia el interior y el exterior y en cada una de esas pequeñas celdas había, según los objetivos de la institución, un niño aprendiendo a escribir, un obrero trabajando, un prisionero expiando sus culpas, un loco actualizando su locura, etcétera. En la torre central había un vigilante, y como cada celda daba, al mismo tiempo, al exterior y hacia el interior, la mirada del vigilante podía atravesar toda la celda; en ella no había ningún punto de sombra y, por consiguiente, todo lo que el individuo hacía estaba expuesto a la mirada de un vigilante que observaba a través de persianas, postigos semi-cerrados, de tal modo que podía ver todo sin que nadie, a su vez, pudiera verlo. [...] Es una forma que se ejerce sobre los individuos a la manera de vigilancia individual y continua, como control de castigo y recompensa y como corrección, es decir, como método de formación y transformación de los individuos en función de ciertas normas. Estos tres aspectos del panoptismo –vigilancia, control y corrección– constituyen una dimensión fundamental y característica de las relaciones de poder que existen en nuestra sociedad. Cfr. FOUCAULT M. La verdad y las formas jurídicas. Op. Cit. p. 99, 117. 77 El papel de la filosofía desde Michel Foucault su autonomía; es decir, su libertad; en otras palabras, la libertad es la condición de posibilidad para la ética, sin ésta estaríamos en los instrumentos de sujeción, así nos los presenta nuestro autor: Sí, porque, qué es la ética sino la práctica de la libertad, la práctica reflexiva de la libertad [...] La libertad es la condición de posibilidad ontológica de la ética. Pero la ética es la forma reflexiva que adopta la libertad [...] Hay que subrayar también que no puede haber relaciones de poder más que en la medida en que los sujetos son libres. Si uno de los dos estuviera completamente a disposición del otro y llegara a ser una cosa suya, un objeto sobre el que pudiera ejercer una violencia infinita e ilimitada, no habría relaciones de poder. Para que se ejerza una relación de poder hace falta, por tanto, que exista siempre cierta forma de libertad para ambos lados108. Pues bien, las prácticas de sí permiten la auto-transformación del sujeto, la elaboración sobre sí mismo, un modo de ser diferente. En este sentido, la ética o la práctica reflexiva de la libertad, lleva al conocimiento de sí, de los otros y de las cosas. Conocimiento que implica el arte de gobernarse como autarquía y de habitar la ciudad con el mínimo de dominación, advirtiendo siempre los peligros del poder tanto en sus relaciones estratégicas como en sus técnicas y estados de dominación. De ello se deduce que el sujeto que promueve Foucault es un sujeto ético que está en proceso de darse y moldearse así mismo109, 108 FOUCAULT, M. Estética, ética y hermenéutica. Op. cit., pp. 396-405. 109 “Félix Guattarí señala cómo esta gran transformación comprende varias modificaciones; en primer lugar, la transversalidad de atravesar los límites de un territorio particular donde se constituya la subjetividad como un producto; en segundo lugar, oponerse a todas las categorías producto del poder, las que están relacionadas con la lucha social visible y las que se ejercen sobre el cuerpo y la salud; en tercer lugar, las transformaciones de la subjetividad son inmediatas y concernientes a la más cercanas luchas del poder. No remite a programas de partidos 78 La genealogía del saber, el poder y la ética en oposición a la filosofía política tradicional que ha presentado un sujeto ya dado y establecido, sea por la lucha de clases (marxismo) o por el sistema jurídico, un sujeto de derechos y obligaciones110. Pero, dejemos que el mismo Foucault nos aclare: Hace dos o tres siglos la filosofía occidental postulaba, explícita o implícitamente al sujeto como fundamento, como núcleo central de todo conocimiento, como aquello en que no sólo se revelaba la libertad sino en que podía hacer eclosión la verdad [...] podemos ver cómo cierta tradición universitaria o académica del marxismo, concepción tradicional del sujeto desde el punto de vista filosófico, aún continua. Esto es, en mi opinión, lo que debe llevarse a cabo: la constitución histórica de un sujeto de conocimiento a través de un discurso tomado como un conjunto de estrategias que forman parte de las prácticas sociales [...] entre las prácticas sociales en las que el análisis histórico permite localizar la emergencia de nuevas formas de subjetividad, las prácticas jurídicas, o más precisamente, las prácticas judiciales están entre las más importantes111. Marx exige que el “hombre humano” sea conocido y reconocido. A este hombre lo encuentra él en la sociedad. El hombre social es para políticos o a futuras e hipotéticas soluciones; en cuarto lugar, tales luchas cuestionan el estatuto del individuo normalizado y afirman un derecho inalienable a la diferencia, compatible con muchas estrategias comunitarias; en quinto lugar, estas trasformaciones de la subjetividad sortean los privilegios del saber y sus funciones mistificadoras. Finalmente, toda revolución de la subjetivación comprende un rechazo de la violencia económica e ideológica del Estado. Y de todas sus formas de inquisición científica y administrativa. Cfr. SAUQUILLO, Julián. Para leer a Foucault. Op. cit., pp. 174-175 110 Los sujetos colectivos pueden ser entre otros, el Estado, la sociedad civil, la Nación, las clases, la masa, la familia, el grupo, el partido. 111 FOUCAULT, M. La verdad y las formas jurídicas. Op. cit., pp. 16-17 79 El papel de la filosofía desde Michel Foucault él el hombre natural. En la sociedad se asegura uniformemente la naturaleza del hombre, esto es, la totalidad de las demandas naturales (alimentación, vestido, reproducción, suficiencia económica). Contrario a Marx, tendremos el individuo que cuida de sí, ética; cuidar de otros, política; cuidar de las cosas, ciencia112. Por tal motivo, si practicamos el diálogo entre un buen maestro y un discípulo, buscamos un consejo apropiado, cultivamos una verdadera amistad y nos alejamos de las falsas amistades, logramos hacer de nuestra vida una obra de arte. En este sentido, la ética tal como la hemos presentado no es sólo una forma de atención, de reflexión sobre nuestro diario, sino que es un trabajo de formación del individuo para la vida buena y feliz. La ética es, entonces, medicina para el alma, serenidad y conocimiento práctico de la existencia, perfección del propio yo, pensar y trabajar sobre sí mismo para vivir mejor. Sauquillo frente a este mismo asunto explica: El souci de soi es privilegio, deber y técnica muy valorada. El souci de soi comprende una tarea regulada, dotada de procedimientos y objetivos filosóficos. Foucault ha señalado cómo para Séneca, Plutarco y Epíteto el cuidado o gobierno de sí mismo implica un recogimiento, una forma de habitar en uno y establecer con uno ciertas relaciones. Estas relaciones de recogimiento estoico se conciben de acuerdo con el modelo jurídico-político: quien se gobierna es soberano de uno mismo, es plenamente independiente, y ejerce una dirección perfecta sobre él mismo. Además, este género de relaciones encarna una alegría posesiva: goce de la propia individualidad y satisfacción en ella de toda su voluptuosidad. En la antigüedad esta práctica de la subjetividad artística reunía tres fun- 112 Foucault denominó al cuidado de las cosas ciencia; al cuidado de los otros política; y al cuidado de sí, ética. En sus palabras tenemos: “relaciones de dominio sobre las cosas, relaciones de acción sobre los otros, relaciones con uno mismo. [...] los ejes del saber, del poder, de la ética”. Cfr.: FOUCAULT M. “¿Qué es la Ilustración?”. En: Estética, ética y hermenéutica. Op. cit., p. 347 80 La genealogía del saber, el poder y la ética ciones. En primer lugar, comprende una función crítica por la que el sujeto desaprende todas las malas costumbres y las falsas opiniones procedentes del entorno. En segundo lugar, guarda una función de lucha inculcadora de una concepción de la vida como un combate permanente con aquella parte de la exterioridad que le es adversa. En tercer lugar, el cultivo de uno mismo posee una función curativa y terapéutica dirigida a sanar las enfermedades del alma. Estas tres funciones coinciden en dotar al sujeto de un ejercicio de askesis. El sujeto debía comportarse de la misma manera que un atleta: éste no derrocha sus energías con esfuerzos innecesarios o inútiles. El sujeto ascético se ejercita estrictamente en aquellos ejercicios que le son necesarios en la lucha para vencer a sus adversarios. Como el buen luchador, debe ser diestro en aquellos movimientos que le permitan resistir a los acontecimientos acaecibles de manera inconmovible. Quien no guarda una relación de askesis se abandona en un estado de akracio113. Foucault nos ha repetido una y otra vez, la idea según la cual, cada individuo puede constituirse como sujeto moral de sus conductas. Desde esta perspectiva ético estética o ética de la existencia, la vida se convierte en una terapia o medicina de sí, para evitar la superioridad en la casa, en la escuela, la fábrica o en todos los lugares donde se ejerce el poder como dominación. En otras palabras, cuidamos de sí, para no dominar ni tampoco para que nos dominen. Pero dejemos que el mismo autor nos los cuente: Ahora bien, nos encontramos en un mundo donde esas regulaciones no pueden ya juzgar de la misma manera: la relación de superioridad ejercida en la casa y sobre la esposa debe compaginarse con ciertas formas de reciprocidad y de igualdad [...] De suerte que el principio de la superioridad so- 113 SAUQUILLO, Julián. Para leer a Foucault. Op. cit., p. 173. 81 El papel de la filosofía desde Michel Foucault bre uno mismo como núcleo ético esencial, la forma general “heautocratismo”, está por re-estructurarse, no que desaparezca, pero ha de dejar lugar a cierto equilibrio entre desigualdad y reciprocidad en la vida matrimonial y en la vida social, cívica y política, que le es preciso hacer jugar cierta disociación entre el poder sobre sí y el poder sobre los demás. La importancia concebida al problema de “uno mismo”, al desarrollo del cultivo de sí en el transcurso del período helenístico y el apogeo que conoció al principio del Imperio manifiesta ese esfuerzo de re-elaboración de una ética del dominio de sí. La reflexión sobre el uso de los placeres estaba tan directamente ligada a la estrecha correlación entre los tres dominios (sobre sí mismo, sobre la casa y sobre los demás) se encontrará modificada en el transcurso mismo de esa elaboración. ¿Crecimiento de las constricciones públicas y de las prohibiciones? ¿Repliegue individualista que acompañaba a la valoración de la vida privada? Hay que pensar más bien en una crisis del sujeto o más bien de la subjetivación: en una dificultad en la manera en que el individuo puede constituirse como sujeto moral de sus conductas, y en unos esfuerzos por encontrar en la aplicación así mismo lo que puede permitirse someterse a unas reglas y dar una finalidad a su existencia114. Otro de los aspectos de la ética de Foucault tiene que ver con la resistencia, pero ésta, no es de carácter sustancialista, en el sentido de que no se opone al poder como sustancia; así inicia en una de sus entrevistas: “Yo no contrapongo una sustancia de la resistencia a una sustancia de poder. Me limito a decir que desde el momento mismo en que se da una relación de poder, existe una posibilidad de resistencia”115. De este modo, la resistencia está siempre presente en las relaciones de poder. Resistencia y poder se encuentran indudablemente unidos, no los podemos separar, en tanto que el poder sólo existe en 114 FOUCAULT. Michel. Historia de la Sexualidad III: La inquietud de sí. Op. cit., p. 93. 115 FOUCAULT, M. Microfísica del poder. Op. cit., p. 162. 82 La genealogía del saber, el poder y la ética relación con la resistencia. ¿De qué sirve analizar el poder desde una fuerza afectante a una fuerza afectada, si no hay resistencia? Si las relaciones de poder aparecen en cada uno de los ámbitos en los cuales nos movemos, en los espacios de trabajo, en las relaciones de pareja, en la intimidad, en el colegio, en la fábrica, entonces, es en estos escenarios cotidianos donde se deben dar las resistencias, de diferentes maneras, ya sea de acuerdo con la estrategia del adversario o el blanco del poder. Por tanto, la resistencia debe ser móvil, cambiante, violenta, lenta, frontal, oscura, activa, pasiva. Digamos con Foucault: “Las formas de resistencia son variables: pueden ser orgánicas o espontáneas, pacíficas o violentas, permanentes o esporádicas, colectivas o individuales. Pero siempre, las resistencias suceden como respuestas específicas a los micro-poderes, los cuales existen interrelacionados en el marco más amplio constituido por el campo estratégico del poder”116. Es necesario tener presente que las resistencias de poder carecen de contenido117, sin reformismos, sin compromisos, sin grandes cambios, contrarias a las revoluciones marxistas que pretendían unir al proletariado de todo el mundo para hacer la revolución, logrando así la utopía de una sociedad sin clases*. Las mujeres, los prisioneros, los 116 FOUCAULT M. Historia de la sexualidad. Citado por: CEBALLOS, Héctor. Foucault y el poder. México: Coyoacán, 2000, p. 41. 117 Foucault alude a la caja de herramientas para sostener que no se trata de construir un sistema sino un instrumento, una lógica propia a las relaciones de poder y a las luchas que se comprometen alrededor de ellas, que esta búsqueda no puede hacerse más que poco a poco, a partir de la reflexión (necesariamente histórica en algunas de sus dimensiones) sobre situaciones dadas. Cfr. FOUCAULT, M. Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones. Op. cit., p. 85 * La lucha de los marxistas es el enfrentamiento del proletariado contra la burguesía. Foucault se pregunta: “¿Qué quiere decir lucha? A la que responde: “¿Enfrentamiento dialéctico? ¿Combate político por el poder? ¿Batalla económica? ¿Guerra? La sociedad civil atravesada por lucha de clases, ¿sería la guerra continuada por otros medios? [...] ¿Quién lucha contra quién? Luchamos todos contra todos. Y siempre hay algo en nosotros que lucha contra otra cosa en nosotros”. Cfr. FOUCAULT. M. Saber y verdad. Op. cit., p. 142 83 El papel de la filosofía desde Michel Foucault soldados, los enfermos en los hospitales, los homosexuales, son sólo un ejemplo de luchas específicas, inmediatas, contra formas particulares de imposición, de control que se ejerce sobre ellos. Igualmente, nuestro autor, al alejarse del análisis de la lucha de clase promueve las luchas transversales (todos contra todos) entre las que se destacan: contra la dominación, explotación y la subjetividad, al respecto comenta: 1) Son luchas transversales; es decir, no se limitan a un solo país [...] a una forma de gobierno, política o económica particular. 2) El objetivo de estas luchas son los efectos de poder como tales. 3) Son luchas inmediatas por dos razones. No buscan al enemigo principal, sino al enemigo inmediato. Tampoco esperan solucionar su problema en el futuro (esto es, liberaciones, revoluciones, fin de la lucha de clases), son luchas anarquistas. 4) Son luchas que cuestionan el estatuto del individuo: por una parte, sostienen el derecho a ser diferentes y subrayan todo lo que hacen a los individuos individualmente. Por otra, atacan todo lo que puede aislar al individuo [...] son luchas contra el gobierno de la individualización. 5) Se oponen a los efectos del poder vinculado con el saber, la competencia y la calificación: luchan contra los privilegios del saber. 6) Finalmente todas estas luchas actuales se mueven en torno a la cuestión: ¿quiénes somos? [...] el rechazo de una inquisición científica o administrativa que determina quién es uno”118. 118 FOUCAULT, M. El sujeto y el poder. Op. cit., p. 230. 84 La genealogía del saber, el poder y la ética Hay que aclarar que la resistencia no es en un sentido de lucha política económica, tal es el caso de los movimientos sociales del siglo XX: la antisiquiatría, la anti-medicina, el movimiento de liberación gay, los movimientos feministas que protestan contra la racionalidad política occidental, sino por el contrario, se trata de una resistencia individual contra la dominación, ahí precisamente donde el sujeto está atado y no posee libertad alguna. Pero para analizar mejor lo comentado, analicemos varios ejemplos de parrhesiastas (los que dicen la verdad) para desafiar los poderes absolutos. Bien sabemos que Alejandro Magno, que fue formado por Aristóteles y que acababa de conquistar el mundo entero, era fascinado por las anécdotas de un viejo pensador llamado Diógenes de Sinope (404-323 a.C). Alejandro pasó un día entero esperando a que apareciera Diógenes y nunca llegó, entonces decidió ir a visitarlo en compañía de algunos de sus oficiales. Encontraron a Diógenes tomando el cálido sol de mediodía. Le gustaba echar la siesta frente al barril que era su casa. Aseguraba no querer ni necesitar más. Al lado de Diógenes había un bastón con el que solía pasear por la ciudad, y un morral en el que guardaba los restos de comida que le regalaban. Al llegar Alejandro, le dijo: “Yo soy Alejandro, rey de Macedonia”, se acercó tanto que proyectó una sombra y el filósofo anciano y mendigo le respondió: “Yo soy Diógenes, el cínico”. Alejandro tomó la palabra y le dijo: “formula un deseo y yo haré que se cumpla, por mucho que cueste”. Tras esta oferta, el filósofo le contestó: “pues aparta un poco que me tapas el sol, respondió”. Alejandro, estupefacto por aquella respuesta, hizo lo que Diógenes le había pedido. Ahora bien, la lectura que realiza Foucault de Diógenes, tiene que ver con el ciudadano de la parrhesía, aquel hombre de la verdad que no le da miedo de enfrentarse al poderoso y poner en marcha las problematizaciones119. Notemos: 119 Problematización no quiere decir representación de un objeto pre-existente, así como tampoco creación mediante el discurso de un objeto que no existe. Es el conjunto de prácticas discursivas o no discursivas que hace que algo entre al juego de lo verdadero y de lo falso y lo constituye como objeto para el pensamiento (bien sea en la forma de la reflexión moral, del conocimiento científico, del análisis político, etcétera). Cfr. FOUCAULT, M. “El cuidado de la verdad”. En: Estética, ética y hermenéutica. Op. cit., p. 371. 85 El papel de la filosofía desde Michel Foucault Este encuentro, que es referido a menudo por los cínicos, no tiene lugar en la privacidad de la corte de Alejandro, sino en la calle, al aire libre. El rey permanece en pie mientras que Diógenes está sentado en su tinaja. Diógenes le ordena a Alejandro que se aparte de la luz para que pueda tomar el sol. Ordenar a Alejandro apartarse para que la luz del sol pueda llegar a Diógenes es una afirmación de la relación directa y natural que el filósofo tiene con el sol, en contraste con la genealogía mítica mediante la cual el rey, como descendiente de un dios pretende personificar el sol. [...] Pues bien, Diógenes a través de este juego parresiástico golpea el orgullo de Alejandro, por ejemplo, lo acusa de que no es rey por no llevar ningún símbolo. – ¿Y cuál es? –dijo Alejandro. – Aquel –replicó Diógenes– propio de las reinas de las abejas. ¿O acaso no has oído decir que hay entre las abejas una reina que, por obra de la naturaleza, posee ese signo, no por herencia de raza, como vosotros aseguráis tenerlo, por ser descendiente de Heracles? – Pero ¿qué señal es ésa?– dijo Alejandro. ¿No has oído decir a las gentes del campo, contestó Diógenes, – que solamente esta abeja no tiene aguijón, porque no necesita usar sus armas contra nadie, pues ninguna de las otras abejas disputará con ella por su realeza ni peleará contra ella, si tiene esa señal? Tú, al contrario, me parece que no solamente cuando paseas llevas armas, sino que las llevas, incluso, cuando duermes. ¿Y no sabes que llevar armas es propio de un hombre que tiene miedo? Y el que tiene miedo no sabe ser rey, no más que cualquier esclavo [...] enfádate y salta contra esos enemigos [...] y júzgame el más perverso de los hombres, injúriame delante de todo el mundo y, en el caso de que te parezca bien, atraviésame con tu lanza, pero di que soy el único de los hombres del cual has oído la verdad que no aprenderás de ningún otro, porque todos los otros valen menos que yo y son menos libres que yo120. 120 FOUCAULT, M. “La parrhesía y el cuidado de sí”. En: Discurso y verdad en la Antigua Grecia. Barcelona: Paidós. 2001. pp. 159-167-168. 86 La genealogía del saber, el poder y la ética Frente a este diálogo muy poco trabajado en filosofía política, se puede mostrar como Diógenes que se gobierna a sí mismo es capaz de decir la verdad, y al decirla asume un riesgo de vida o muerte. Diógenes, pues, es un retrato puramente de resistencia soberana porque se atreve a desafiar al más temible conquistador de su época. Más aún: invita Alejandro a que reconozca lo que es importante en la vida, no sólo lo material sino también el alma y lo que se lleva por dentro; en este mismo sentido Foucault nos plantea: Creo que podemos ver también, en este encuentro agresivo entre Alejandro y Diógenes, una lucha que tiene lugar entre dos tipos de poder: el poder político y el poder de la verdad. En esta lucha, el parresiastés acepta y confronta un peligro permanente, Diógenes se expone a sí mismo al poder de Alejandro del principio al fin del discurso. El principal efecto de este combate parresiástico con el poder no es llevar al interlocutor a una nueva verdad, ni a un nuevo nivel de autoconciencia; es llevar al interlocutor a interiorizar esta lucha parresiástica, al luchar en su interior contra sus propios errores, y a comportarse consigo mismo, de la misma manera en que se comportaba Diógenes121. Otra forma de resistencia ética, la podemos presenciar en las tragedias griegas de Eurípides122 y Sófocles123, en éstas encontramos ciudadanos valientes, francos, y seguidores de la parrhesía, al protestar contra los gobernantes injustos y arbitrarios. Platón, en sus viajes a Siracusa, asumirá el riesgo de muerte con tal de salvar a su discípulo Dión124, lo mismo podemos evidenciar con la cicuta de Sócrates y con el suicidio de Séneca. Analicemos: 121 Ibíd., 174. Es de recordar la frase de Alejandro Magno: “si no fuera Alejandro, querría ser Diógenes”. 122 EURÍPIDES. Ion. Madrid: Gredos, 1985. 123 SÓFOCLES. Tragedias: Edipo rey. Madrid: Gredos, 1986 124 PLATÓN. Diálogos. Cartas. Madrid: Gredos. Vol. VIII, p. 531. 87 El papel de la filosofía desde Michel Foucault Edipo rey al matar a la Esfinge en Tebas125 goza de todos los privilegios que puede tener un gobernante: poder, gloria, fama, riqueza y mujeres. Sin embargo, a pesar de todo eso carece de lo más importante: no tiene la bendición de los dioses, está desasistido de la divinidad para conducir la voluntad de los tebanos, basta recordar el tremendo destino que Apolo le predica: Sin que mis padres lo supieran, me dirigí a Delfos, y Febo me despidió sin atenderme en aquello por lo que llegué, sino que se manifestó anunciándome, infortunado de mí, terribles y desgraciadas calamidades: que estaba fijado que yo tendría que unirme a mi madre y que traería al mundo una descendencia insoportable de ver para los hombres y que yo sería asesino del padre que me había engendrado126. Para dar cumplimento al oráculo, sucede la desgracia en Tebas: la peste comienza a matar a sus habitantes: los jóvenes, ancianos y sacerdotes imploran una solución a este mal en la ciudad. Edipo, como soberano, y para devolver la paz y la felicidad a su ciudad, necesita saber la verdad y para ello, se propone, con sus propias manos y su propio poder, ir en busca de la verdad. Y cuando finalmente la encuentra, cae bajo el peso del destino. De este modo, el soberano envía a Creonte al santuario délfico para informarse de un remedio para proteger la ciudad. El dios comenta que la ciudad está amenazada por una maldición a causa de la muerte de Layo, y que sólo la ciudad se purificará cuando se encuentre el asesino127. Cabe aquí anticipar que Apolo revela En la mitología griega, la Esfinge (en griego antiguo Σφίγξ, quizá de σφίγγω, ‘estrangular’) era un demonio de destrucción y mala suerte, que se representaba con rostro de mujer, cuerpo de león y alas de ave. La esfinge en Tebas. http:// es.wikipedia.org/wiki/Esfinge_(mitolog%C3%ADa)(consultado 8 de noviembre de 2010). 125 126 SÓFOCLES. Edipo rey. Op. cit., p. 341. 127 Ibíd., p. 315. “¿En qué país puede estar?, ¿dónde podrá encontrarse la huella de una antigua culpa, difícil de investigar”. 88 La genealogía del saber, el poder y la ética una verdad a medias, la ciudad está maldita por un asesinato, pero no se sabe quién es el asesino, dónde se encuentra, en qué país buscarlo; por tal razón, Edipo invita a sus habitantes a descubrir al culpable, quien lo haga será recompensado; de lo contrario, quien sepa y no se pronuncie será castigado; de este modo, Corifeo tomó la palabra y se dirigió al soberano: Yo ni le maté ni puedo señalar quién lo hizo. En esta búsqueda, era propio del que nos ha enviado, de Febo, decir quién lo ha hecho. Edipo. Con razón hablas. Pero ningún hombre podría obligar a los dioses a algo que no quieran128. Corifeo empieza a narrar cómo sucedió la muerte de Layo, pero no se atreve a acusar a Edipo que es un asesino, será entonces el adivino Tiresias que con su valentía, clarividencia y franqueza diga que el homicida es Edipo: “afirmo que tú eres el asesino del hombre acerca del cual están investigando”129. Vemos cómo el adivino se dirige al soberano y asume un riesgo de ser exiliado, castigado y muerto por el tirano, sin embargo, nada de eso ocurre, Edipo sólo piensa que están conspirando contra él, que Creonte y el adivino se unieron para quitarle el poder: “A mí es a quien tú intentas echar, creyendo que estarás más cerca del trono de Creonte”130. En esta confrontación, Tiresias acusa al rey que el exceso de poder lo está encegueciendo y que su tiranía es molesta y desagradable porque es incompatible con la justicia: 128 Ibíd., p. 321. 129 Ibíd., p. 325. 130 Ibíd., p. 326. El destino de Edipo es terrible, estar ciego, pobre, ser hermano y padre de sus hijos, hijo y esposo de la mujer de la que nació, así como asesino de su padre, pero parece ser que estas desgracias no le importan, lo que en verdad le interesa al rey es conservar su poder, de hecho, poco importa que sea injusto, déspota o malvado. 89 El papel de la filosofía desde Michel Foucault Y puesto que me has echado en cara que soy ciego, te digo: aunque tú tienes vista, no ves en qué grado de desgracia te encuentras ni dónde habitas ni con quiénes transcurre tu vida. ¿Acaso conoces de quiénes desciendes? Eres, sin darte cuenta, odioso para los tuyos, tanto para los de allí abajo como para los que están en la tierra, y la maldición que por dos lados te golpea, de tu madre y de tu padre, con paso terrible te arrojará, algún día, de esta tierra, y tú, que ahora ves claramente, entonces estarás en la oscuridad131. De este modo, el parrhesiasta es el adivino que asume un riesgo, por supuesto, ese riesgo no siempre es un riesgo de muerte. Cuando por ejemplo, alguien ve a un amigo hacer algo malo y se arriesga a provocar su ira diciéndole que está equivocado, está actuando como un parrhesiasta. En tal caso, no arriesga su vida, pero puede herir al amigo con sus observaciones, y su amistad puede, consecuentemente, sufrir por ello. Si, en un debate político, un orador se arriesga a perder su popularidad porque sus opiniones son contrarias a la opinión de la mayoría o pueden desembocar en un escándalo político, utiliza la parrhesía132. Por tanto, la parrhesía está vinculada al valor frente al peligro: requiere el valor de decir la verdad a pesar de cierto peligro. Y en su forma extrema, decir la verdad tiene lugar en el juego de la vida o la muerte. 131 Ibíd., p. 327 132 Resistencia parrhesiasta en Latinoamérica la encontramos en el Perú con Túpac Amaru (José Gabriel Condorcanqui) quien con su discurso revolucionario y su vida se opuso a la opresión colonial española. Del Chile nos encontramos con el poeta Pablo Neruda quien con su poesía, regional, lluviosa y dolorosa, desafío la dictadura de Augusto Pinochet. De Colombia tenemos a Jorge Eliecer Gaitán, quien al denunciar la masacre de las bananeras fue muerto. De Argentina está la revolución del Che Guevara contra el imperialismo norteamericano. Las Madres de Mayo y las madres de la Candelaria son también un fiel testimonio de mujeres de la parrhesía Latinoamérica. 90 La genealogía del saber, el poder y la ética No obstante, el parrhesiasta arriesga su privilegio de hablar libremente cuando revela una verdad que amenaza a la mayoría, pues era una situación jurídica bien conocida que los líderes atenienses fueran exiliados sólo porque proponían algo que era combatido por la mayoría, o incluso porque la asamblea pensaba que la fuerte influencia de ciertos líderes limitaba su propia libertad. Y así la asamblea estaba, de esta forma, protegida contra la verdad. Frente a este mismo asunto, Foucault nos aclara: “En la parrhesía, el hablante hace uso de su libertad de escoger la franqueza en lugar de la persuasión, la verdad en lugar de la falsedad o el silencio, el riesgo de muerte en lugar de la vida y la seguridad, la crítica en lugar de la adulación, y el deber moral en lugar del propio interés y la apatía moral” 133. En la tragedia de Ión de Eurípides se dice que Apolo sedujo y raptó, en la Acrópolis del oráculo, a una joven ateniense llamada Creúsa, y concibió a un hijo a quien, por vergüenza y para ocultar su deshonra a su padre Erecteo, abandonó. Hermes por orden de Apolo, llevó a la creatura a la cuna del oráculo para que la sacerdotisa Pitia lo alimentara y lo convirtiera en un servidor del templo de Apolo134. Ese hijo, claro está, es Ion, quien no sabrá nada de sus verdaderos padres. Entretanto, Juto, un extranjero de Acaya, que prestó el servicio militar en Atenas, en la guerra contra los Eubeos, recibe como recompensa a la princesa Creúsa, pero pasan los años y no tienen herederos; al verse en esa grave situación, deciden consultar al oráculo lo que tienen qué hacer. Creúsa se dirige al oráculo y se encuentra con el joven Ion quien da la citas para el oráculo, y le comenta que vino por petición de una amiga que quiere saber sobre el destino de su hijo, fruto de una violación de Apolo. Entonces, Ion responde: “¿Cómo va a darte un oráculo el dios sobre lo que trata de ocultar? Se avergüenza de su acción; no lo pongas a prueba. No habrá profeta para este oráculo. Pues 133 FOUCAULT, M. Discurso y verdad en la Antigua Grecia. Op. cit., 2001. p. 46. 134 EURÍPIDES. Ion. Op. cit., pp. 153-154 91 El papel de la filosofía desde Michel Foucault si Febo queda en evidencia como malvado en su propia morada, con razón haría daño a quien te lo transmitiera. Retírate, mujer, pues no hay que manifestar mediante oráculo lo que se opone a los intereses del dios. Llegaríamos al colmo de la estupidez si obligáramos a los dioses a decir contra su voluntad lo que no quieren, ya sea mediante sacrificios de ovejas, ya mediante el vuelo de las aves”135. Lo paradójico del encuentro entre Ion y Creúsa, sucede cuando Creúsa se pregunta: ¿a dónde iremos a reclamar justicia si nos vemos pérdidas por la injusticia de los que dominan? Esta pregunta demuestra que los dioses se equivocan, que son injustos y muchas veces adversarios, pues siendo repartidores de la justicia cometen también injusticias. ¿Cómo va a ser justo que ellos, que nos han dado leyes escritas a los hombres, incurran en ilegalidad con nosotros? ¿Cómo reclamar justicia a los tribunales que cometen injusticias? Pues bien, con el propósito de hacer justicia, Creúsa utiliza la isonomía, es decir toma la palabra para poner en evidencia la fechoría del dios, empieza con alabanzas y termina con insultos. Observemos: Creúsa: Mis ojos manan lágrimas, mi alma el dolor de verse traicionada por hombres y dioses, más los pondré en evidencia como traidores e ingratos en sus amores. ¡Oh tú, que haces vibrar la voz de los siete sonidos de la cítara, cuando en los agrestes cuernos sin vida haces sonar el agradable eco de los himnos de las Musas! A ti, hijo de Leto, haré llegar mis reproches a la luz del día. Viniste a mí con tu pelo brillante de oro, cuando en mi regazo ponía los pétalos de azafrán cortados para adornar mi peplo con áureo resplandor. Me tomaste de las blancas muñecas de mis manos y me llevaste a una cueva como lecho, mientras yo gritaba: ¡Madre!, tú, dios seductor, dando gusto a Cipris con tu desvergüenza. 135 Ibíd., 168 92 La genealogía del saber, el poder y la ética Y yo –la desdichada– te parí un niño, que por miedo a mi madre arrojé en tu propia cama, en la que pusiste sobre mí –desventurada– el yugo de una triste unión. ¡Ay de mí! Ahora se ha ido arrebatado por las aves para su festín mi hijo y el tuyo, ¡desgraciado! ¡Y tú tocando la cítara y cantando el peán! ¡Oh! ¡eh! A ti llamo, al hijo de Leto que repartes tus oráculos junto al trono de oro y el asiento que ocupa el centro de la tierra; y a tus oídos haré llegar mi voz. ¡Oh malvado amante que a mi marido, sin haber recibido de él favor alguno, le das un hijo para habitar su casa! Y en cambio mi hijo y el tuyo, padre indigno, se ha ido cambiando los pañales maternos por las garras de las aves. Delos te odia y los ramos de laurel vecinos de la palmera de suave copa donde Leto tuvo su parto sagrado, donde te parió a ti entre los frutos de Zeus136. Es aquí donde Apolo no es lo suficiente valiente para responder los insultos de Creúsa, al tratarlo como hijo de la noche, desgraciado, padre indigno y malvado amante. Sin embargo, será con Juto, el esposo de Creúsa, como Apolo se pronuncia y al hacerlo sólo habla de falsedad y mentira, vendrá a ser pues el anti-parrhesiasta de esta historia. Esto se puede evidenciar cuando le dice a Juto, que ya tiene un hijo, resultado de un viejo amor con una esclava y que ese hijo es el sirviente del templo. Juto quedará convencido de este secreto. Pero a Ion le preocupa que su padre sea extranjero, puesto que por más que sea ciudadano según la ley, tendrá la boca encadenada y carecería de libertad para hablar, hasta no encontrar a su verdadera madre, ella le dará el derecho a ejercer la parrhesía137, para poder ejercer el poder en la ciudad, es decir 136 Ibíd., p. 186. 137 Ibíd., p. 204. Ion: “Más bien es desdichada la que me parió; que sufrió lo mismo al perder las delicias de un hijo. Ahora tomaré esta cuna y la ofrendaré al dios a fin de no descubrir lo que no deseo. Pues si resulta que mi madre es esclava, sería por haberla encontrado, silenciarlo y abandonar la búsqueda”. 93 El papel de la filosofía desde Michel Foucault de dirigirse a la ciudad en un lenguaje de verdad que será uno de los pilares esenciales de la constitución de Atenas. Sin la parrhesía Ion sabe que está condenado a ejercer un poder tiránico. Veamos: Ion: […] y es que todo el que destaca se hace dios. En cuanto a los que son honrados y poderosos, si son sabios, callan y no se precipitan a la hora de actuar; para esto seré objeto de burla y tachado de necio por no alejarme de la vida política y una ciudad llena de inquietud. Finalmente, los oradores y quienes manejan la ciudad me descartarán con sus votos si me acerco a los honores. Así suele suceder, padre: los que dominan las ciudades y los cargos se ensañan con sus adversarios […] en cuanto a la tiranía tan en vano elogiada, su rostro es agradable pero por dentro es doloroso. ¿Cómo puede ser feliz y afortunada quien arrastra su existencia en el terror y la sospecha de que va a sufrir violencia? Prefiero vivir como ciudadano feliz antes que como tirano a quien complace tener a los cobardes como amigos y en cambio odia a los valientes por temor a la muerte138. Por otra parte, Creúsa, enfurecida al saber que su marido la ha engañado y que Ion es un peligro porque le quitará el poder, decide ir a reclamar justicia a Apolo, por dos injusticias: la de su marido que lleva a Atenas a un hijo que no es ateniense, y la de un dios que ha sido víctima. Es aquí donde utiliza la parrhesía, el decir la verdad, para acusar públicamente, del crimen, de las mentiras y de las injusticias, a Apolo. Este dios, por prudencia, permanece en silencio, no hay respuestas frente a las acusaciones que se le hacen. Pues bien, Creúsa por un consejo de un anciano, decide envenenar a Ion, pero fracasa en el intento. Uno de los sirvientes insulta a Ion y ese gesto es una mala señal, entonces decide tirar el vino al piso, llegan las palomas y al beber el vino derramado, una de ellas muere al 138 Ibíd., p. 117 94 La genealogía del saber, el poder y la ética instante. De esta manera Ion se da cuenta que Creúsa intenta envenenarlo139. Por tal gesto decide matarla, pero, a través de diálogo y las pruebas, Creúsa se salva y se descubre la verdad de los hechos. Notemos cómo la verdad necesita de tres pruebas: Creúsa: −Ahí deseo llegar, eso es lo que pretendo, hijo mío. Ion: −La canastilla está vacía o ¿encierra algo dentro? Creúsa: − Contiene los vestidos con los que un día te expuse. Ion: −¿Podrás decirme, sin verlos, el nombre de cada uno? Creúsa: −Sí, y si no lo digo aceptaré la muerte. Ion: −Habla; tu audacia es portentosa. Creúsa: −Ved. El bordado que yo hice siendo niña… Ion: −¿Cuál? Pues muchas son las clases de bordados de los jóvenes. Creúsa: −No está acabado, es como el trabajo de una aprendiz de lanzadera. Ion: − ¿Y cuál es tu diseño? No vas a cogerme en esto. Creúsa: −La Gorgona está en el centro de la tela. Ion: − ¡Zeus! ¿Qué destino me persigue como perro de caza? Creúsa: −Está bordada con sus serpientes, al modo de la égida. Ion: −Helo aquí; éste es el bordado; lo encuentro como un oráculo. Creúsa: − ¡Oh antiguo trabajo juvenil de mi telar! Ion: − ¿Hay otro objeto, además de éste, o tu suerte se acaba aquí? Ibíd., p. 201. Creúsa: −Ibas a instalarte en mi casa y apoderarte de ella contra mi voluntad. 139 Ion: − ¡Porque mi padre quería darme lo que adquirió! Creúsa: − ¿Qué parte de la tierra de Palas pertenecía a los descendientes de Éolo? Ion: −Justo la defendió con armas, no con palabras. Creúsa: −Un mercenario no debería convertirse en ciudadano del país. Ion: − ¿Entonces querías matarme por miedo al futuro? 95 El papel de la filosofía desde Michel Foucault Creúsa: −Hay serpientes, regalo antiguo de oro macizo de Atenea, la cual ordenó criar con ella a los niños en imitación a Erictonio, nuestro antepasado. Ion: − ¿Para hacer qué, para servirse cómo de esta joya de oro?140 La tragedia termina cuando aparece Atenea, la diosa de la sabiduría enviada por Apolo para revelar toda la verdad de lo acontecido y para llevar a feliz término esta historia. Ion gobernará la tierra de Asia, Europa y Grecia, y sus hijos las tribus de Galeón, Hopletes, Argades y Egícores141. El pronunciamiento de Atenea, diosa de la razón, funda efectivamente el derecho en la ciudad. Hay otro aspecto, entre tantos, que nos gustaría analizar, es la vida de Platón (428-427)142. Sabemos que el filósofo griego se dedicó en el siglo V a. C a dar leyes a los atenienses con el fin de buscar un equilibrio en la ciudad de tal manera que no hubiese más disensiones, luchas intestinas y guerras civiles. Dador de leyes, pacificador: eso era Platón, sin embargo, cuando su discípulo Dión es desterrado y perseguido por el tirano Dionisio II, asume el riesgo de ir a Siracusa para hablar y convertir al tirano. Veamos: “En caso de que te dejes convencer por mí y vengas ahora a Sicilia, en primer lugar los asuntos de Dión se resolverán de la forma que tú desees; estoy seguro que tus deseos serán razonables y yo estaré de acuerdo con ellos. Pero de no ser así, ninguna de las cosas referentes a Dión, a sus asuntos, en general, o a su propia persona, se resolverá a tu gusto”143. 140 Ibíd., p. 209 141 Ibíd., p. 211 142 El profesor Gonzalo Soto Posada, en un capítulo dedicado a Platón, el poseído por los dioses, muestra como Platón nació en la olimpiada LXXXVIII, el día 7 de Targelión, fecha en la cual dicen los delios que nació Apolo. Cfr. En el principio era la Physis: El logos filosófico de griegos y romanos. Medellín: Universidad Pontificia Bolivariana, 2010, p. 118. 143 PLATÓN. Cartas. Op. cit., p. 510. 96 La genealogía del saber, el poder y la ética Platón sabe muy bien que el tirano es incompetente, vanidoso, envidioso, tacaño, carece de disciplina para recibir sus enseñanzas. Sin embargo, asume el riesgo de dirigirse al tirano, aun sabiendo que le puede costar la vida, pero dejemos que él mismo nos lo cuente: Al llegar, pues, no hay que extenderme demasiado, me encontré con una situación llena de intrigas en torno a Dionisio y de calumnias contra Dión ante el tirano. Le defendí en la medida de mis fuerzas, pero mi influencia era pequeña, y a los tres meses aproximadamente, acusó Dionisio a Dión de conspirar contra la tiranía, le hizo embarcar a bordo de un barquichuelo y lo desterró ignominiosamente. […] Dionisio tomó sus medidas para evitar que me marchara, me hizo conducir a la acrópolis y alojarme allí, de donde ningún capitán de barco habría podido sacarme, no ya contra la voluntad de Dionisio, sino a menos que él lo ordenará personalmente enviando a alguien con mi permiso de salida. [...] Le recomendé ante todo que viviera cotidianamente de modo que llegara a ser cada vez más dueño de sí mismo y consiguiera amigos y camaradas fieles, para que no le ocurriera como a su padre, quien, después de adquirir muchas grandes ciudades de Sicilia que habían sido devastadas por los bárbaros, no fue capaz, después de reorganizarlas, de establecer en ellas gobiernos de confianza formados con partidarios suyos, elegidos entre extranjeros de cualquier procedencia o entre sus hermanos144. Vemos, pues, a un Platón dar consejos prácticos para gobernar el imperio: una legislación igual y común para todos, tanto para la misma Sicilia como para la región Peloponeso, unas leyes que no den más ventajas ni a los vencedores ni a los vencidos, sino que establezcan la igualdad de derechos para toda la ciudad y reformar a los ciudadanos 144 Ibíd., p. 494, 498 97 El papel de la filosofía desde Michel Foucault para que recuperen los valores morales y se establezca una constitución145. Frente a estos consejos prácticos surge la pregunta: ¿Por qué Platón está pensando en cambiar las leyes y en recuperar los valores morales? Seguramente la polis griega y el régimen tiránico de Siracusa tienen malas costumbres, por ejemplo, Platón critica el modo de vida de Dionisio, lleno de banquetes y excesos de comida, también critica la democracia griega, puesto que a su amigo Sócrates, por no ayudar en la detención ilegal de un amigo, lo condujeron violentamente a la ejecución146. De esto podemos decir que los estados y sus leyes están corrompidos, pero el gran Platón tiene una solución: “por ello, no cesarán los males del género humano hasta que ocupen el poder los filósofos puros y auténticos o bien los que ejercen el poder en las ciudades lleguen a ser filósofos verdaderos, gracias a un especial favor divino”147. Queremos terminar con Platón, con la oración del filósofo tal como aparece al final del Fedro: “Querido Pan, y todos los demás dioses de este lugar: concededme que llegue a ser hermoso en mi interior, y exteriormente que todo lo que poseo esté en amistad con lo de adentro. Que considere como rico al sabio, y en cuanto a la fortuna material, la tenga en tal cantidad que no pueda tomarla sobre sí ni transportarla sino al hombre sobrio”148. Otro ejemplo de resistencia filosófica la tenemos con el testimonio de vida de Lucio Anneo Séneca (Córdoba, 4 a. C.- Roma, 65 ), quien nos ha trasmitido que la verdad no se enseña teóricamente sino por medio de cierta práctica, estando frente al peligro, habitando en la crisis, o como diría el profesor Carmona: “La noche de Séneca es serena, pero amenaza tormenta, un rumor lejano inquieta la conciencia 145 Ibíd., p. 506, 507 146 Ibíd., p. 487 147 Ibíd., p. 488 148 PLATÓN. Fedro. En: La sabiduría antigua. Barcelona: Herder, 1996, pp. 241-255. 98 La genealogía del saber, el poder y la ética y la obliga a replegarse en sí misma”149. Pues bien, frente a un tirano como Nerón150, que proclama la ejecución de Séneca, el filósofo opta por el suicidio, se abre las venas, se corta los brazos y las piernas. Más aún: sabiendo que su muerte no llegaba, suplica que se le suministrase la cicuta, cual bebió pero sin efecto alguno. Pidió, entonces, ser llevado a un baño caliente, donde el vapor terminó asfixiándolo, víctima del asma que padecía. Vemos, pues, cómo el filósofo hispano opta por la muerte, y en ese sentido da testimonio de resistencia filosófica, él sabe que la tranquilidad del alma no viene de afuera sino de adentro, que el ocio y la vida feliz son las únicas cosas que valen, que la vida es corta para quien no la aprovecha, que el verdadero sabio elige una vida austera, auténtica, sin falsos atuendos, despojado de lo innecesario, creando una resistencia desde el interior. Este orador, escritor y personaje público151 nos enseña que cuando la vida se ha consumado no hay que temerle a la muerte, que frente a la muerte es donde pensamos la vida, o como nos diría Savater: “No es 149 CARMONA, Iván Darío. Séneca conciencia y drama. Medellín: Universidad Pontificia Bolivariana, 2008, p. 121 150 Nerón Claudio César Augusto Germánico (15 de diciembre del 37 – 9 de junio del 68). Tras morir, se convirtió en el último emperador de la dinastía Julio-Claudia. Durante su gobierno, centró la mayor parte de su atención en la diplomacia y el comercio, e intentó aumentar el capital cultural del Imperio. Ordenó la construcción de diversos teatros y promovió los juegos y pruebas atléticas. Diplomática y militarmente su reinado se caracterizó por el éxito contra el Imperio Parto, la represión de la revuelta de los británicos (60–61) y una mejora de las relaciones con Grecia. En el año 68 se produjo un golpe de estado de varios gobernadores, tras el cual, aparentemente, le forzaron a suicidarse. Cfr. NERÓN http:// es.wikipedia.org/wiki/Neron (consultado 10 septiembre de 2009). 151 Recordemos que Séneca promovió una serie de reformas legales y financieras, como la reducción de los impuestos indirectos, la protección del imperio y la guerra en Armenia. Séneca. Cfr. Séneca. http://es.wikipedia.org/wiki/seneca (consultado 10 septiembre de 2010). 99 El papel de la filosofía desde Michel Foucault mortal quien muere, sino quien está seguro de que va a morir”152, puesto que ni las plantas ni los animales tienen conciencia de que van a morir. El profesor Carmona en su texto ya citado nos comenta: De esta manera, el filósofo hace resistencia al poder del imperio, ejerciendo autonomía y autocracia, reconociendo los elementos de la realidad, conociendo sus capacidades y potencias, conociendo la naturaleza tanto como a sí mismo. El horizonte está trazado, ya no es algo que se aleje o que se acerque caprichosamente, ya no depende de algo exterior o extraordinario, eliminando los mediadores, espantando los curanderos, sólo queda saber vivir y aprender a vivir como realidad contundente; sin deudas con la esperanza, solo queda el sí mismo como único dispositivo de existencia y de (resistencia)153. Otro elemento de la ética foucaultiana que acá nos convoca tiene que ver con el “conocimiento de sí”, condición necesaria para ocuparse del poder. Sin esta práctica todo ateniense estaba condenado a cometer errores, injusticia y guerras. Analicemos, pues, la formación ética que trata de impartirle Sócrates a su discípulo Alcibíades. El diálogo empieza cuando Sócrates sostiene que fue un dios, el que posibilitó el encuentro con Alcibíades, mientras sus seguidores se enamoraron de su cuerpo, de las riquezas y de la estirpe; Sócrates, por el contrario, sólo se enamoró de su alma y es ésta la que va a perfeccionar. Alcibíades quiere ser el mejor gobernante de Grecia, cree tener todas las herramientas para lograr este propósito. Sin embargo, en el diálogo con su maestro se va a dar cuenta de que es un ignorante. Veamos: Sócrates: ¡Ay, Alcibíades, qué desgracia la tuya! Aunque yo vacilaba en calificarla, sin embargo, como estamos solos, 152 SAVATER, Fernando. Las preguntas de la vida. Barcelona: Ariel, 1999, p. 32. 153 CARMONA. Iván. Séneca, conciencia y drama. Op. cit., p. 132. 100 La genealogía del saber, el poder y la ética debo hablar. Porque estás conviviendo con la ignorancia, querido, con la peor de todas, tal como te está delatando nuestro razonamiento, e incluso tú mismo. Por eso te lanzas a la política antes de recibir formación en ella. Y no eres tú solo el que padece está desgracia, sino también la mayoría de los que gestionan los asuntos de nuestra ciudad, excepto unos pocos, y entre ellos tal vez tu tutor Pericles154. Vemos cómo la franqueza de Sócrates golpea el orgullo de Alcibíades, que a pesar ser de buena familia, tener riquezas, y ser un joven apuesto, era un ignorante en política, no estaba lo suficientemente preparado para ejercer como es debido y razonablemente el poder. Alcibíades es el típico político griego que posee una ignorancia atrevida: “creer saber lo que en el fondo no se sabe”. Sócrates, por el contrario, es el maestro de la “parrhesía”, el que dice la verdad para criticar las instituciones democráticas y los políticos de su época, pero también en formar éticamente al político. Conocerse a sí mismo es la primera técnica que le recomienda para ser un excelente gobernante. Notemos: En vista de ello, mi querido amigo, hazme caso a mí y a la máxima de Delfos: “conócete a ti mismo”, ya que tus rivales son éstos y no los que tú crees, rivales a los que no podríamos superar por otro medio que con la aplicación y el saber. Porque si tú careces de estas dos cosas, también te verás privado de llegar a ser famoso entre los griegos y bárbaros, lo que, si no me equivoco, estás ansiando más que ninguna otra cosa en el mundo155. 154 PLATÓN. Alcibíades o sobre la naturaleza del hombre. Gredos: Madrid: s.f. p. 51, Sócrates insiste a Alcibíades que debe ejercitarse y aprender lo que hay que saber para practicar la política, de lo contrario será un mal gobernante. 155 Ibíd., p. 61. 101 El papel de la filosofía desde Michel Foucault “Conocerse a sí mismo” y cuidarse a sí mismo constituyen, de algún modo, un mismo paso, recordemos que sin esta práctica todo ateniense estaba inclinado a abusar del poder, a cometer injusticias y a corromperse en el ejercicio del poder político. Entonces, al establecer el éthos en la ciudad no era para descuidar el bienestar de los ciudadanos, ni tampoco para dedicarse al ocio delegando responsabilidades a otros, sino, por el contrario, para generar prosperidad, orden y felicidad entre los ciudadanos atenienses. Ello implicaba que todo gobernante, antes de dedicarse a los manejos de la polis griega debía auto-conocerse, concentrar su pensamiento en sí mismo, dirigir su mirada hacia el alma, saber de qué era capaz, saber qué cosas son buenas y cuáles son malas, aplicar la política del momento, no dejarse afectar por los acontecimientos exteriores, no ser esclavo de ningún placer, mandar sobre los propios deseos más que sobre los de los compatriotas; palabras más, palabras menos, es dirigir nuestra mirada hacia el alma. Notemos: Sócrates. Entonces, mi querido Alcibíades, si el alma está dispuesta a conocerse a sí misma, tiene que mirar un alma, y sobre todo a la parte del alma en la que reside su propia facultad, la sabiduría, o cualquier otro objeto que se le parezca* […] ¿Podríamos decir que hay algo más divino que esta parte del alma en la que reciben el saber y la razón? Alcibíades. No podríamos. Sócrates. Es que esta parte del alma parece divina, y quien quiere que la mira reconoce todo lo que hay de divino, un dios y una inteligencia, también se conoce mejor a sí mismo […] Sin duda, porque así como los espejos son más claros, más puros y más luminosos que el espejo de nuestros ojos, * Puede referirse al pensamiento escrito (un libro) o bien, a los oráculos o cualquier tipo de revelaciones. Es una expresión poco clara. 102 La genealogía del saber, el poder y la ética así también la divinidad es más pura y más luminosa que la parte mejor de nuestra alma. Alcibíades. Parece que sí, Sócrates. Sócrates. Por consiguiente mirando la divinidad empleamos un espejo mucho mejor de las cosas humanas para ver la facultad del alma, y de este modo nos vemos y nos conocemos a nosotros mismos. Alcibíades. Sí Sócrates. El conocerse a sí mismo. ¿No es lo que convenimos que es la sabiduría moral? Alcibíades. Desde luego. Sócrates. Y si no nos conociéramos a nosotros mismos ni fuéramos juiciosos, ¿podríamos saber qué cosas nuestras son buenas y cuáles malas?156 Véase cómo la aplicación y saber nos lleva a la perfección del alma, sin esta práctica somos, como Alcibíades, ignorantes con nuestros contrincantes. Recordemos que Alcibíades quiere gobernar Atenas, pero de entrada no conoce a sus enemigos persas, por tal razón, Sócrates le recuerda que la educación de los persas es superior a la suya: Cuando el niño tiene siete años, empieza a montar a caballo, toma lecciones de equitación y comienza a ir de cacería. Cuando alcanza dos veces los siete años, se hacen cargo de ellos los llamados pedagogos reales, que son personas ya mayores seleccionadas en número de cuatro entre los mejores: el más sabio, el más justo, el más prudente y el más valeroso. El primero de ellos enseña la ciencia de los magos de Zoroastro, hijo de Horomasde, o sea el culto de los dioses; enseña también el arte de reinar. El justo enseña a decir la verdad durante toda la vida; el más prudente, a no dejarse 156 Ibíd., p. 81 103 El papel de la filosofía desde Michel Foucault dominar por ningún placer, para que se acostumbre a ser libre y a comportarse como un verdadero rey, sabiendo contener en primer lugar sus instintos sin dejarse esclavizar por ellos. El más valeroso le hace intrépido y audaz, haciéndole ver que el temor es esclavitud157. Lo anterior nos lleva a plantear, que quien se conoce a sí mismo es capaz de tener un recogimiento consigo mismo, una forma de habitar y establecer con uno ciertas relaciones, quien se gobierna es soberano de sí mismo, es plenamente independiente, y ejerce una dirección perfecta sobre sí mismo. Además, este género de relaciones encarna una alegría posesiva: goce de la propia individualidad y satisfacción en ella de toda su voluptuosidad. En la antigüedad esta práctica de la subjetividad artística reunía tres funciones. En primer lugar, comprende una función crítica por la que el sujeto desaprende todas las malas costumbres y las falsas opiniones procedentes del entorno. En segundo lugar, guarda una función de lucha inculcadora de una concepción de la vida como un combate permanente con aquella parte de la exterioridad que le es adversa. En tercer lugar, el cultivo de uno mismo posee una función curativa y terapéutica dirigida a sanar las enfermedades del alma. Estas tres funciones coinciden en dotar al sujeto de un ejercicio de askesis. El sujeto debía comportarse de la misma manera que un atleta: éste no derrocha sus energías con esfuerzos innecesarios o inútiles. El sujeto ascético se ejercita estrictamente en aquellos ejercicios que le son necesarios en la lucha para vencer a sus adversarios. Como el buen luchador, debe ser diestro en aquellos movimientos que le permitan resistir a los acontecimientos acaecibles de manera inconmovible. Quien no guarda una relación de askesis se abandona en un estado de akracio158. De eso se sigue que quien se conoce a sí mismo es capaz de ocuparse de la justicia, esto lo podemos evidenciar al final del diálo- 157 Ibíd., p. 58. 158 SAUQUILLO, Julián. Para leer a Foucault. Op. cit., 173 104 La genealogía del saber, el poder y la ética go, cuando Alcibíades decide mejor prepararse no para el mando y el poder, sino para ejercer la justicia y la sabiduría159. Sin embargo, Alcibíades desconoce ¿qué es lo justo y cómo proceder justamente? Justo es decir que: Alcibíades. Yo creo, Sócrates, que los atenienses y los otros griegos raramente se preguntan qué es lo justo y qué es lo injusto, pues piensan que tales cosas son evidentes, y, dejando estos temas de lado, examinan qué clases de actividades son útiles. Porque yo creo que no es lo mismo lo justo y lo útil, pues muchos se beneficiaron cometiendo grandes injusticias y, en cambio, otros, en mi opinión, no sacaron beneficio de sus justas acciones”160. Si nos detenemos en la respuesta de Alcibíades sobre el concepto de la justicia, podemos afirmar que para él lo justo es lo que no le conviene y no es útil al ser humano; para ello, Alcibíades recuerda a Sócrates que muchos fueron heridos o muertos por haber ayudado a un compañero o a un familiar, mientras que otros que no lo hicieron, debiendo hacerlo, regresaron sanos y salvos161. Frente a este asunto, Sócrates a través del razonamiento refutará la idea de justicia de Alcibíades, porque según él, no hay nada más bello, bueno y útil que socorrer a los amigos o a los familiares muertos en un combate. Quien obra bien, práctica la justicia, porque la buena conducta es bella, valiente y virtuosa. En resumen, podemos afirmar que Foucault alude a la arqueología y a la genealogía para trabajar asuntos concretos de las tecnologías 159 PLATÓN. Alcibíades. Op. cit., p. 84. “Pues esta es la situación: voy a empezar a preocuparme de la justicia”. 160 Ibíd., p. 42. 161 Ibíd., p. 45 105 El papel de la filosofía desde Michel Foucault de dominación por los cuales los sujetos son conocidos y gobernados mediante la dimensión del poder saber, y asume las técnicas de sí porque le permite formular un gobierno de sí mismo. En consecuencia, una vez hecha una introducción al pensamiento de Michel Foucault a través de las preguntas: ¿Qué puedo decir?, ¿qué puedo hacer?, ¿quiénes somos?, queda por considerar que no puede existir una ruptura en su pensamiento o mejor una cronología de temas o de métodos (episteme, poder, ética), sino una continuidad, las tres preguntas son simplemente una forma pedagógica de enseñar el pensamiento de Foucault162. Luego de este panorama, el segundo capítulo abordará la crítica que dirige nuestro autor, a la monarquía absoluta y al Estado liberal que han producido un sujeto sumiso y productivo para el sistema capitalista. Analizar cómo se dio esa transición de un sujeto atormentado por el soberano a un sujeto jurídico, productivo y obediente, es pues, nuestra tesis a desarrollar en este capítulo. 162 El profesor alemán SCHMID, también va por esta ruta: 1. El aspecto arqueológico (el desplazamiento del sujeto epistemológico, sustancial al sujeto ético). 2. El aspecto agonal (fundamentación de un sujeto ético en un análisis del poder). 3. El aspecto histórico (fundamentación en el trabajo genealógico partiendo de las experiencias de la historia). 4. El aspecto actual (a partir de los problemas actuales y, particularmente, de la experiencia de los intolerables). 5. El aspecto estético (fundamentación en una estilística y en una estética de la existencia como actitud crítica frente a toda normalización). El sujeto al que corresponde todo este planteamiento es el sujeto de la experiencia; experiencia entendida en el doble sentido que posee bajo su acepción francesa de experiencia: como experiencia y como experimento, por cuanto no define la experiencia de algo ya hecho, sino la experiencia posible. El rasgo principal que define este sujeto son las prácticas de sí, con cuya ayuda se dota de forma; es éste un sujeto estético que realiza sobre sí mismo un determinado trabajo, no, pues, un sujeto a priori, sino un sujeto actual. Este sujeto se define por dos momentos: capacidad de transformación y multiplicidad. De ahí que el principio interno de su organización no pueda ser ya más la identidad, sino la coherencia. Cfr. SCHMID, Wilhelm. En busca de un nuevo arte de vivir. Op. cit., pp. 347-348. 106 Capítulo 2 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto El hombre es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre Friedrich Nietzsche. Así hablaba Zaratustra En el año de 1973 Michel Foucault fue invitado a impartir una serie de conferencias en la Universidad Católica de Rio de Janeiro, en Brasil. ¿Sobre qué reflexionó Foucault? ¿Dejó acaso a un lado el conocimiento y se ocupó de las prácticas discursivas y las reglas de veridicción: tal era el desplazamiento del poder de dominación a la criminalidad y las disciplinas? ¿Volvió a recorrer los caminos de la arqueología? Nada de eso ocurrió, nuestro autor está pensando en reconstruir y criticar desde la filosofía política, la teoría del sujeto sometido por la soberanía del Rey. “[…] O bien digamos que mientras el problema del poder se formulaba en la teoría de la soberanía, frente a ésta no podía existir el hombre, sino únicamente la noción jurídica de sujeto de Derecho”163. Recordemos que para este filósofo, el soberano sólo es soberano en el 163 FOUCAULT, Michel. Sécurité, territoire, population. Paris: France: Gallimard, 2006, p. 81. «Ou disons encore, s´il est vrai que, tant que le problème du pouvoir se formulait dans la théorie de la souveraineté, en face de la souveraineté ne pouvait pas exister l´homme, mais seulement la notion juridique de sujet de droit [...]” [Traducción del autor]. 107 El papel de la filosofía desde Michel Foucault momento en que tiene la potestad de quitar o prolongar la vida; esto significa que la vida y la muerte no forman parte del ciclo natural y biológico, sino por el contrario, dependen de los soberanos. Si bien en la primera conferencia indica a su público que su trabajo todavía es embrionario, en la segunda conferencia puntualiza y fija su hipótesis: “Las monarquías occidentales se fundaron sobre la apropiación de la justicia […]”164. Esta tesis, como lo exhibiremos a lo largo de la investigación, nos confirma que el Estado moderno solo aparece en el momento en que los individuos no son capaces de resolver sus litigios por sí mismos y piden al procurador, el representante del soberano, intervenir para hacer justicia. De esta manera, el Estado no es la unidad orgánica y jurídica165 donde vive el ser humano, sino el soberano que a través del sistema de códigos jurídicos logra la dominación y el sometimiento de los hombres en un territorio determinado. En este sentido podemos aseverar que mientras existan hombres sometidos al poder, habrá Estados de dominación. Si las cosas son así, preguntamos: ¿Cuándo aparece la figura del sujeto de derechos?, ¿cuál es la relación del Estado administrativo con sus instituciones disciplinarias?, ¿en qué época aparece el Estado de Policía para mejorar la vida y la felicidad de la población?, al aparecer el gobierno, ¿desapareció la soberanía?, ¿cuándo aparecen los intercambios comerciales?, ¿cuándo aparece el hombre en población? Respondemos: en la época clásica, precisamente porque en la modernidad el poder liberal conquista y explota la vida, la libertad y la seguridad de los individuos hasta volverlos productivos para el sistema capitalista. 164 FOUCAULT Michel. La verdad y las formas jurídicas. Op. cit., p. 77. 165 Cfr. JELLINEK, Georg. “Doctrina general social del Estado”. En: Teoría general del Estado. México: Fondo de Cultura Económica, 2000, p. 169. “Como concepto de Derecho es, pues, la corporación formada por un pueblo, dotada de un poder de mando originario y asentada en un determinado territorio; o para aplicar un término muy en uso, la corporación territorial dotada de un poder de mando originario”. 108 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto En otras palabras, el hombre que habla, trabaja y vive sólo tiene sentido con el surgimiento de la población liberal. Analizar cómo se dio esa transición de un sujeto atormentado por el soberano a un sujeto jurídico, productivo y obediente, es pues, nuestra tesis a desarrollar en este capítulo. Recordemos que para Foucault el paso de la monarquía absoluta a la república liberal sucede cuando la economía se introduce en la política166 para calcular la utilidad y los intereses de los gobernados. De este modo, intelectuales como Immanuel Kant (1724-1804), Adam Smith (1723-1790), Cesare Beccaria (1738-1794), Jeremy Bentham (1748-1832), legitimarán la sociedad liberal del control y vigilancia. Citando a Beccaria, Foucault plantea: “Una ley penal debe simplemente representar lo que es útil para la sociedad, definir como reprimible lo que es nocivo, determinando así negativamente lo que es útil”167. Pero, antes de entrar a desarrollar nuestra tesis retomemos a Nietzsche, sus ideas sobre la biopolítica nos permiten interpretar cómo el poder político gobernó la vida humana. 2.1 Análisis preparatorio sobre el poder de la vida en Nietzsche ¿De qué se ocupa hoy la filosofía? En nuestros días, quizá sea una pregunta que evoque más confusiones que claridad, cuando no más preguntas que respuestas satisfactorias. Preguntarnos por la filosofía es preguntarnos: ¿Qué es el conocimiento verdadero?, ¿qué es la verdad?, y en nuestro caso concreto, ¿cuál es su responsabilidad con la vida y el poder? 166 El término economía política originalmente significó el estudio de las condiciones bajo las cuales se organizaba la producción en los Estados nacionales del recién nacido modo de producción capitalista. El término se utilizó por primera vez en Inglaterra en el siglo XVIII, para remplazar el enfoque anterior de los fisiócratas franceses. Los principales exponentes de la economía política son Tomás Moro, Adam Smith, David Ricardo y Karl Marx. 167 FOUCAULT, Michel. La verdad y las formas jurídicas. Op. cit., p. 93. 109 El papel de la filosofía desde Michel Foucault Intentaremos aquí, de entrada, alejarnos de una filosofía encargada de buscar las condiciones posibles para un conocimiento verdadero168, pero sí indagaremos por una filosofía del presente, una ontología de la actualidad, una ontología de la modernidad, una ontología de nosotros mismos. ¿Qué pasa hoy?, ¿quiénes somos en el aquí y el ahora? Siendo fieles a este principio kantiano proponemos nuestro objeto de búsqueda actual: ¿En qué consiste, pues, el poder sobre la vida? Para comprender cómo el poder conquista la vida, bien vale la pena remitirnos al Génesis169: Dios es quien da la vida y termina con ella; los humanos solo pueden devastarla, y en ese momento se crean un nicho en el infierno por dañar la obra divina. Por eso, el ser humano atravesará un umbral ontológico cuando tenga el poder de generar vida donde no existía, es decir, a partir de la materia inerte. Más divinos serán si la vida que crean, además, es inteligente; pero para ilustrar mejor lo comentado, remitámonos al mito de la creación170. Yahvé Dios formó al hombre con polvo de la tierra y sacó de su costilla a la mujer para que disfrutara de todos los árboles, agradables a la vista y buenos para comer. El árbol de la vida estaba en el jardín, como también el 168 Es de recordar que toda la filosofía analítica anglosajona (Russell, Moore, Frege, Wittgenstein, Popper) se dedicó desde el siglo XIX a buscar una analítica de la verdad. 169 En el Credo de Israel, afirmar que Dios es Creador no significa solo expresar una convicción teorética, sino también captar el horizonte original del actuar gratuito y misericordioso del Señor en favor del hombre. Él, en efecto, libremente da el ser y la vida a todo lo que existe. El hombre y la mujer, creados a su imagen y semejanza: “Dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Que tenga autoridad sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo, sobre los animales de campo, las fieras salvajes y los reptiles que se arrastran por el suelo”. Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó. Macho y hembra los creó. Dios los bendijo, diciéndoles: Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla”. Cfr. Biblia Latinoamericana. Antiguo Testamento: Génesis, 1, 26-28 Madrid: El Verbo Divino, 1995. p. 8. 170 Ibíd., p. 9. 110 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto árbol de la ciencia del bien y del mal. Fue de este último que Adán y Eva comieron para alcanzar el conocimiento de lo que es bueno y malo. Resultado de su acción, la maldición de parir con dolor, trabajar para ganarse el pan y soportarse los unos a los otros todos los días. Es de señalar aquí que cuando Dios expulsó al hombre del paraíso, instaló querubines en el jardín del edén y también un remolino que disparara rayos, para guardar el camino hacia el árbol de la vida. “Entonces, Yahvé Dios dijo: Ahora el hombre es como uno de nosotros, pues se ha hecho juez de lo bueno y lo malo. Que no vaya también a extender su mano y tomar del árbol de la vida, pues vivirá para siempre”171. Friedrich Nietzsche (1819-1900) fue quizás el primer filósofo en contradecir la teoría creacionista, para afirmar que la vida humana es producto del poder y el saber que la crea y la destruye, puesto que “dondequiera que encontrara vida, encontré la voluntad de poder”172, en tanto que éste constituía de hecho el medio por el que sucedían todas las cosas: el conocimiento, las formas de discurso, el placer y la vida misma. Es aquí donde se rompe con la tradición y se postula una nueva mirada de ver el mundo y al hombre, no con base en ningún fundamento metafísico, sino en la vida misma (voluntad de poder)173. 171 Ibíd., p. 14. Frente a este mito Nietzsche comenta: “[...] puede asegurarse que el mismo Dios fue el que se enroscó en forma de serpiente al árbol de la ciencia, cuando terminó su obra. De ese modo descansaba de ser Dios. Todo cuanto había hecho era demasiado hermoso. El diablo no es más que la ociosidad de Dios cada siete días [...]” Nietzsche, Friedrich. Ecce Homo. Op. cit., p. 1.488. 172 Nietzsche, Friedrich. Así hablaba Zarathustra. Tomo II, Barcelona: Edicomunicación, S.A. 2000, p. 573. 173 “Qué quiere decir ‘voluntad’ puede experimentarlo en sí mismo cualquiera en otro momento: querer es un aspirar a algo. Qué significa ‘poder’, lo sabe cualquiera por la experiencia cotidiana: el ejercicio de la fuerza [Gewalt]. Qué quiere decir, entonces, ‘voluntad de poder’, en su conjunto es tan claro que uno se resiste a dar una explicación especial de este conjunto de palabras. ‘Voluntad de poder’ es, inequívocamente, un tender a la posibilidad de ejercer la fuerza, un tender a la posesión de poder. La ‘voluntad de poder’, expresa, además ‘un sentimiento 111 El papel de la filosofía desde Michel Foucault Por tal motivo el filólogo alemán relató que el poder no es totalidad sino particularidad, no sustancia sino acción, es decir, que el poder no es un asunto metafísico e ideológico, sino que es una relación permanente entre los seres humanos. Veamos algunos textos. El autor de Humano, demasiado humano174 postula que los hombres gozan de placer cuando ejercen un poder sobre los otros, en tanto que ven el sufrimiento del otro, porque el ser humano no puede prescindir de las pasiones, de los vicios y de las maldades. Esta reflexión nos lleva a afirmar que el ser humano no es bueno y social por naturaleza como lo pensó Aristóteles, sino malo, perverso y vengativo como lo sostuvo Maquiavelo, su inclinación no es otra que matar. “¿Qué es ese hombre? Un nudo de feroces serpientes que rara vez saben convivir en paz; así que cada cual se va al mundo en busca de presa”175. En este sentido, podemos afirmar que la historia de la humanidad es una historia de guerras y maldades, venganzas y traiciones, luchas y victorias entre fuertes y débiles, tal es el caso de Roma contra Judea, Judea contra Roma: Roma veía en el judío una naturaleza opuesta a la suya, un antípoda monstruoso, “un ser convicto de odio contra el género humano”. [...] Los romanos eran los fuertes y los nobles, más de carencia’. La voluntad ‘de’ no es aún el poder mismo, pues no es aun propiamente tener el poder. El anhelar algo que aún no es, se considera un signo de romanticismo. Pero esta voluntad de poder, en cuanto pulsión de tomar el poder es, al mismo tiempo, el puro afán de violencia. Este tipo de interpretaciones de la ‘voluntad de poder’, en las que se encontrarían romanticismo y maldad, deforman el sentido de la expresión fundamental de la metafísica de Nietzsche; en efecto, cuando éste dice ‘voluntad de poder’, piensa algo diferente”. Cfr. Heidegger, M. La voluntad de poder. http://www.nietzscheana.com.ar/textos.htm [Consultado 20 agosto de 2009]. 174 NIETZSCHE, Friedrich. Humano demasiado humano. Tomo IV. Barcelona: Edicomunicación, S.A. 2000. p. 1556. 175 NIETZSCHE, Friedrich. Así hablaba Zarathustra. Op. cit., p. 511. 112 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto que todos los pueblos de la tierra; cada vestigio de su dominación, la más pequeña inscripción nos maravillan y nos eleva. Los judíos, por el contrario, eran un pueblo levita y rencoroso por excelencia; un pueblo que poseía un singular genio para la moral plebeya: basta comparar a los judíos con los pueblos de carácter semejante, como los chinos y los alemanes, para discernir cuál es lo de primer orden y cuál es lo de quinto orden176. La noción de hombre “bueno”, en términos nietzscheanos, es el débil, enfermizo, torpe, doliente; muy contrario al hombre malo, altivo, sano, aristócrata, el que garantiza el porvenir. En consecuencia, los judíos eran los buenos y piadosos por buscar a Dios, y los romanos eran los malos por someter y dominar al pueblo judío. En el fondo, la posición de Nietzsche frente a la guerra depende de la voluntad de dominio, es decir, del enfrentamiento de las fuerzas entre fuertes y débiles, bárbaros y civilizados, vencedores y vencidos. Según el filósofo alemán, todo Estado tiene ejércitos, no para la defensa de su territorio sino para la conquista; para ello cada Estado se reserva para sí el privilegio de la moralidad y atribuye al Estado vecino la inmoralidad177. En otras palabras, se admiten las malas intenciones del vecino y se atribuyen las buenas para justificar los sentimientos bélicos. Si seguimos los análisis de profesor Curt178 podemos percibir cómo Nietzsche llegó a la conclusión de que la guerra no es solo una fatalidad, consecuencia directa de nuestra organización social y económica, sino una necesidad biológica que lleva en sí la especie humana. El matar al prójimo, premeditadamente, en momentos de arrebato o en legítima defensa, forma, por tanto, parte sustancial de los impulsos 176 NIETZSCHE, F. Genealogía de la moral. Op. cit., pp. 37-38. 177 NIETZSCHE, F. Humano, demasiado humano. Citado por: CURT, Francisco. La posición de Nietzsche frente a la Guerra, el Estado y la Raza. Chile: Arcicla, 1938. p. 34. 178 Ibíd., p. 22. 113 El papel de la filosofía desde Michel Foucault oscuros del hombre. Entonces, el significado de la guerra, el valor de las luchas y el choque entre las naciones es una necesidad biológica más que política. En este sentido, Nietzsche179 considera que la guerra y la valentía son cosas más grandes que el amor al prójimo. Lo anterior nos lleva a considerar que fue Nietzsche el filósofo que justificó la guerra como un principio real que fomenta toda cultura legítima; porque prevalece el lado oscuro de los hombres, es decir las pasiones, los vicios, el rencor, la maldad, el instinto más que la razón, puesto que “[...] para que exista un subsuelo ancho, profundo y fértil para un desarrollo artístico, la enorme mayoría tiene que ser sometida, como esclavos al servicio de la minoría”180. En este sentido, podemos utilizar la analogía: “[...] la guerra es tan justamente necesaria para el Estado como la esclavitud lo es para la sociedad”181, sobre todo teniendo en cuenta que para Nietzsche la esclavitud “es la esencia de toda cultura”182. El mejor ejemplo en el que podemos ver cómo la política continúa las ventajas obtenidas en la guerra, lo encontramos en el sistema democrático, donde cada una de sus instituciones reproduce las tácticas y las estrategias para seguir con las formas de dominación. La preocupación que Nietzsche sentía por la situación política de su país lo lleva a pensar que era la guerra la única solución para la enferma y debilitada Alemania. El liberalismo, el socialismo y el nacionalismo eran las amenazas que debían ser combatidas. Ellos eran el elemento infectado de la sociedad, la matriz ideológica del horizonte de los tiempos modernos; pregonaban la igualdad y sostenían 179 NIETZSCHE, F. Así hablaba Zarathustra. Op. cit., pp. 518-519. 180 NIETZSCHE, F. Fragmentos póstumos sobre política. Madrid: Trotta, 2004, p. 73. 181 Ibíd., p. 73. Ibíd., p. 97. En este mismo texto Nietzsche plantea que “[…] el vencido pertenece al vencedor, junto con mujer e hijos, bienes y vida. La violencia produce el primer derecho; y no hay derecho que no tenga a la violencia como fundamento.” Ibíd., p. 88. 182 114 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto que el origen del Estado era el pacto. Pero, lejos de esos pensamientos, Nietzsche sostendrá todo lo contrario: no hay pacto o acuerdo ni contrato en el origen del Estado, sino violencia, “origen del Estado, Derecho de guerra bárbaro”183. Vistas así las cosas, la guerra entendida como el estado de lucha de dos o más bandos, daría origen a una serie de derechos del país vencedor sobre el vencido. Es por ello que “[...] cuando la humanidad tenga detrás de sí la conciencia de las guerras más cruelmente necesarias, pero sin que haya sufrido, entonces aparecerá el arte más elevado, afirmativo de la vida”184. Además de lo anterior es necesario recordar la crítica nietzscheana al cristianismo*, que con sus conceptos de creación, encarnación, salvación, pecado, auto renunciamiento, redención, negaron los valores estéticos de la vida, e incluso nos sitúa en una misión que no es la nuestra. Vivir la castidad, amar al prójimo, dar la vida por el otro, amar a Dios, son los valores que han opacado los instintos y despreciado nuestra vida. En este sentido, el filósofo alemán refuta la moral cristiana, por dos razones: la primera, ha enseñado a despreciar todos los instintos de la vida: ha imaginado, valiéndose de la mentira, la existencia de un “alma”, de un “espíritu” que mate el cuerpo; ha enseñado a avergonzarse, a ver algo impuro en la sexualidad. En segundo lugar, no logra vivir los valores superiores de la valentía y la belleza por optar por “[...] la vida penitente y de severa austeridad y cuyo extenuado aspecto nos habla de ayunos y de vigilias, de oraciones fervientes y quizás, sí, hasta de flagelaciones”185. De este modo, todos los acontecimientos de la vida: el nacimiento, el matrimonio, la enfermedad, la muerte y toda institución natural (el Estado, la justicia, el cuidado de los pobres y enfermos) han estado gobernados por la providencia divina. En otras 183 Ibíd., p. 62. 184 NIETZSCHE, F. Ecce homo. Op. cit., p. 1436. * Nietzsche llamó al cristianismo “un platonismo para el pueblo”. 185 NIETZSCHE, F. Humano, demasiado humano Op. cit. p. 1537. 115 El papel de la filosofía desde Michel Foucault palabras, vivir, morir y sacrificarnos por el bien (la verdad, la luz, el Reino de Dios), son las ideas que Nietzsche va a demoler: “[…] hay quienes dicen: ‘vivir es sufrir’, y no mienten. ¡Acabad, pues, con nuestra vida! Acabad, pues, con la vida que no es más que sufrimiento”186. Ahora bien, cuando reducimos nuestra vida a una fuerza de trabajo por un cierto tiempo, y para recibir un salario establecido por el mercado, notamos cómo nuestra vida es alienación por los valores mercantiles de producir y consumir, llegando así a la deshumanización del ser humano187. En este mismo sentido, Nietzsche nos comenta: “La vida está enferma por culpa de ese engranaje inhumano y mecánico, por culpa del trabajo ‘impersonal’ del obrero, por culpa de una falsa economía en la ‘división del trabajo’. El ‘objeto’, o sea la ‘cultura’, no se consigue; el medio, la actividad científica moderna, embrutece.”188 Es de anotar que el autor de Más allá del bien y del mal189 tampoco está de acuerdo con inventar una sociedad libre de toda explotación, eso sería inventar una forma de vida en la cual no interviniera ninguna función orgánica. La explotación para Nietzsche es un hecho inherente a la naturaleza misma de la vida, es la función orgánica principal, una consecuencia de la voluntad de poder propiamente dicha, que es la misma voluntad de vida. De esta manera, en la naturaleza hay seres que mandan y otros que obedecen. Los que mandan tienen que crear para los que acatan las 186 NIETZSCHE, F. Así hablaba Zarathustra. Op. cit., p. 517. 187 Recordemos que Marx fue el primer filósofo en denunciar la alienación de los trabajadores por parte del burgués: “Estos obreros, obligados a venderse al detal, son una mercancía como cualquier otro artículo de comercio, sujeta, por tanto, a todas las vicisitudes de la competencia, a todas las fluctuaciones del mercado”. Cfr. MARX y ENGELS. Manifiesto del Partido Comunista. 1976, Tomo I, Moscú: Progreso. 1976, p. 117. 188 NIETZSCHE, F. Ecce homo. Op. cit., 1438. 189 NIETZSCHE, F. Más allá del bien y del mal. Barcelona: Edicomunicación, S.A., 2000. p. 899. 116 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto condiciones necesarias para su conservación, en la medida en que se encuentran condicionado. En este sentido, Nietzsche nos ha insistido una y otra vez, que “todo lo que vive obedece”, que donde hay vida hay obediencia, que a quien no sabe obedecerse a sí mismo se le manda. Y que mandar es más difícil que obedecer, no solo porque el que manda lleva la carga de todos los que obedecen, sino porque mandar es un riesgo. Siempre se arriesga lo vivo cuando se manda. Y de ahí que el filólogo alemán comente: “Prefiero perderme antes que renunciar a esto; y donde hay perdición y caída de hojas, se sacrifica la vida ¡por el poder!”190. En un pasaje de El crepúsculo de los ídolos191 –anti Darwin–, Nietzsche sostiene que lo que se refiere a la famosa “lucha por la vida” le parece mucho más aseverado que probado. Se da, pero como excepción; el aspecto de conjunto de la vida “no” es la situación calamitosa o precaria, la situación del hombre, sino más bien la riqueza, la exuberancia, incluso la prodigalidad absurda (el desborde); donde se lucha, se lucha por el poder. Pero suponiendo que esa lucha exista y de hecho se da, termina, por desgracia, al revés de como “sería lícito” desearlo con ella: a saber, en detrimento (en perjuicio) de los fuertes, de los privilegiados, de las excepciones afortunadas. Las especies no van creciendo en perfección: los débiles dominan una y otra vez a los fuertes, es que ellos son el gran número, es que ellos son también más astutos (más sagaces); los débiles tienen más sentido de la manipulación. Hay que tener necesidad de la astucia para llegar a adquirirla, se la pierde cuando ya no se tiene necesidad de ella. Quien tiene fortaleza prescinde de la astucia (prescinde de tomar recaudos o resguardos). Nietzsche entiende por astucia, como se ve, la previsión, el cálculo, la manipulación, la simulación (hacerse el herido, el débil, para sacar ventaja); el mimetismo abarca una gran parte de la llamada virtud. 190 NIETZSCHE, Friedrich. Así hablaba Zaratustra. Op. cit., p. 573. 191 NIETZSCHE, El crepúsculo de los ídolos. Alianza Editorial. Madrid. 1993, p. 23. 117 El papel de la filosofía desde Michel Foucault En definitiva, el poder sobre la vida, tal como lo hemos esbozado en el pensamiento nietzscheano, depende no de la de la voluntad del creador, sino de la voluntad de poder. Son los poderosos quienes han convertido en ley los nombres de las cosas, las costumbres y las maneras de vivir de una sociedad. Pero, es de aclarar, que para Nietzsche. […] El hombre más perjudicial posiblemente sea el más útil para la conservación de la especie, pues lleva consigo y transmite a los demás, por su influencia, aquellos instintos sin los cuales la humanidad hace tiempo que habría degenerado. El odio, las alegrías malsanas, la sed de rapiña y dominación, y todo lo considerado como el mal, son parte de los elementos necesarios para la conservación de la especie, y aunque tales elementos sean costosos e insensatos, está probado que hasta ahora conservaron la especie192. En consecuencia, para Nietzsche el poder pastoral eclesiástico produjo un sujeto atado a redes continuas de obediencia, un sujeto subjetivado por la extracción de verdad que se le impone. Ahora bien, para responder a nuestra pregunta inicial: ¿En qué consiste el poder sobre la vida?, o mejor, ¿desde qué momento el soberano tienen la potestad suprema de matar?, nos detendremos en los análisis de Foucault, quien siguiendo a Nietzsche, presenta de forma detallada cómo el soberano en la baja Edad Media tenía el derecho “de vida y muerte”, de “hacer morir o dejar vivir”193. De hecho es un poder ilimitado de vida y muerte sobre los súbditos sometidos a su soberanía, derivado de la vieja patria potestas romana, por la que el padre puede disponer tanto de la vida de los hijos como la de los esclavos. 192 NIETZSCHE, Friedrich. La gaya ciencia. Barcelona: Edicomunicacion, S.A. 2000, p. 183. 193 FOUCAULT, Michel. Genealogía del racismo. Op. cit., p. 249. 118 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto Nuestro autor lo presenta en forma embrionaria en 1975, con la publicación de Vigilar y castigar, donde, sin nombrarlo aún, desarrolla la perspectiva biopolítica a partir de la capacidad productiva del castigo y las disciplinas sobre los sujetos; de manera elaborada, se encuentra en el primer volumen de Historia de la sexualidad de 1976, en Seguridad, territorio y población, 1978, y Nacimiento de la biopolítica, 1979, donde estudia la génesis del racismo, la medicina social, el soberano y su relación con el Derecho público. Analicemos: 2.2 El Derecho de soberanía: hacer morir o dejar vivir El ejemplo clásico en el cual el soberano puede determinar quién vive o muere es, sin lugar a dudas, la sentencia a Jesús. Los sumos sacerdotes Anás y Caifás, como no podían aplicarle la pena de muerte, recurrieron a Pilatos. Fue éste quien a través de la indagación sentenció a Jesús: “¿Eres tú el rey de los judíos?”. Jesús le contestó: “¿Viene de ti esa pregunta o repites lo que han dicho otros de mí?”. Pilatos respondió: “¿Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los jefes de los sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?”. Jesús contestó: “Mi realeza no procede de este mundo. Si fuera rey como los de este mundo, mis guardias habrían luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reinado no es de acá”. […] Entonces Pilatos le dijo: “¿No me quieres hablar a mí? ¿No sabes que tengo poder tanto para dejarte libre como para crucificarte?194 Pues bien, para analizar cómo el soberano en el antiguo sistema político tenía el derecho de liberar o crucificar, de decidir quién vive o muere, bien vale la pena responder a estos interrogantes: ¿Cómo se 194 Cfr. Biblia Latinoamericana. Nuevo Testamento: Juan, 18, 19. Op. cit., p. 281. 119 El papel de la filosofía desde Michel Foucault constituía la soberanía, sobre quiénes recaía?, ¿cuáles eran las virtudes por excelencia que debía tener un soberano?, ¿cómo se castigaba al súbdito cuando violaba la soberanía?, ¿cuál era la función del Derecho público dentro de una monarquía?, ¿se podía castigar al soberano cuando infringía la ley? Para los estudiosos del Estado la soberanía implica el ejercicio del poder sobre el territorio propio y la población; otros consideran que la soberanía es el reconocimiento del Estado por los demás Estados y de la comunidad internacional en su conjunto195. Para Foucault, la soberanía no se da a partir del territorio sino de la población y sucede cuando los súbditos portadores de ciertos derechos y bienes son capaces de transferirlos a una única voluntad, en este caso la del monarca, quien tendrá la función de proteger al súbdito contra los enemigos internos y externos196. De este modo, queda pactada toda una relación jurídica entre soberano y súbdito, este último tendrá la obligación de obedecer y el soberano de reinar. A partir de las condiciones legales y jurídicas dadas por los jueces, el soberano se convierte en la máxima autoridad para ejercer el poder 195 Cfr. BLAS GUERRERO, Andrés. “Los elementos del Estado. El territorio”. En: Teoría del Estado. Madrid: Universidad Nacional a Distancia, 2000, p. 119. 196 “En la teoría jurídica clásica el poder es considerado como un derecho del cual se sería poseedor a la manera de un bien y que se podría, por lo tanto, transferir o alienar, de modo total o parcial, a través de un acto jurídico o un acto fundador de Derecho que sería del orden de la cesión o del contrato. El poder es poder concreto que cada individuo detenta y cedería, total o parcialmente, para poder construir un poder político, una soberanía”. Cfr. FOUCAULT, M. Genealogía del racismo. Op. cit., p. 27. Más adelante da a conocer las cuatro funciones de la teoría jurídica. “La primera se refiere a un mecanismo de poder efectivo que era el de la monarquía feudal; el segundo, a la justificación de las grandes monarquías administrativas; en tercer lugar, a partir del siglo XVI y XVII al momento de las guerras de religión para reforzar o limitar el poder real; en cuarto lugar, la de reconstruir contra las monarquías administrativas, autoritarias o absolutas, un modelo alternativo: el modelo de las democracias parlamentarias”. Ibíd., p. 44. 120 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto en provecho de la comunidad. Por ejemplo, vela porque se generen todas las riquezas que sean posibles, actúa de manera tal que se suministre a la gente suficientes artículos de subsistencia, e incluso la mayor cantidad posible; procura que la población pueda multiplicarse. De este modo, el príncipe que formula el Derecho, el padre que prohíbe, el maestro que enseña la ley, no son más que las formas de reproducir la soberanía, la obediencia y la sumisión. Citando a Pufendorf, nuestro autor señala: “Sólo se les ha conferido [a los soberanos; Michel Foucault] la autoridad soberana a fin de que se valgan de ella para procurar y mantener la utilidad pública [...]. Un soberano no debe tener nada por ventajoso para sí mismo, si no lo es también para el Estado”197. Bajo esta perspectiva, el poder es concebido, por un lado, como una especie de gran sujeto absoluto, real, imaginario o puramente jurídico, que articula lo prohibido: soberanía del padre, de la monarquía, de la voluntad general; y por el otro, un sujeto que debe en algún modo decir sí a esta prohibición. Por otra parte, Nicolás Maquiavelo (1469-1527) en su obra El Príncipe198 nos comenta que un buen gobernante debe mantener por todo medio el poderío y la seguridad del país sin consideración de justicia, misericordia ni santidad de tratados. Ser cruel cuando sea necesario, pero también benevolente; alabar pero también corregir, son 197 PUFENDORT, Samuel Von. De officio hominis et civis iuxta legem naturalem ad Junghans, Londini Scanorum. Citado por FOUCAULT, M. Sécurité territoire, population. Op. cit., p. 101. “On ne leur a conféré [à ces souverains; M. F.] l´ autorité souveraine qu´afin qu´ils s´en servent pour procurer et maintenir l´utilité publique [...]. Un souverain ne doit rien tenir pour avantageux à lui–même, s´il ne l´est aussi à l´État” (Traducción del autor). 198 “Procure, pues, un príncipe conservar y mantener el Estado: los medios que emplee serán siempre considerados honrosos y alabados por todos; porque el vulgo se deja siempre coger por las apariencias y por el acierto de la cosa, y en el mundo no hay sino vulgo; los pocos espíritus penetrantes no tienen lugar en él, cuando la mayoría tiene dónde apoyarse”. MAQUIAVELO, Nicolás. El príncipe. Bogotá: Círculo de Lectores, 1980, p. 130. 121 El papel de la filosofía desde Michel Foucault dos las cualidades del soberano: “[…] debe entre ello imitar a la zorra y al león a un tiempo; porque el león no se defiende de las trampas, y la zorra no se defiende de los lobos. Es necesario, pues, ser zorra para conocer las trampas, y león para destrozar a los lobos. Los que sólo toman por modelo al león no entienden sus intereses […]”199. Bien o mal, es válido para el príncipe hacer promesas cuando el principado está por destruirse, y una vez que se ha reconstruido dejarlas a un lado. El florentino nos recuerda cómo Fernando de Aragón expulsó con crueldad a los moros, con el dinero de la Iglesia logró conquistar tierras extranjeras200. Bajo esta perspectiva, Maquiavelo no procura salvar, salvaguardar el Estado, sino la relación del príncipe con el objeto de su dominación; lo que se trata de salvar es, entonces, el principado como relación de poder del príncipe con su territorio o su población. Contradiciendo a Maquiavelo, y citando el texto de Guillaume de La Perrière201, Foucault nos comenta las virtudes de un soberano, “paciencia, sabiduría y diligencia”, y para explicar la paciencia, toma el ejemplo del “rey de las abejas”, el abejorro, que para gobernar la colmena no necesita un aguijón. Lo mismo debe pasar con el verdadero 199 Ibíd., p. 129. 200 Ibíd., 143. 201 DE LA PERRIÈRE, Guillaume. Le miroir politique. Citado por Foucault. Sécurité territoire, population. Paris: Gallimard, 2006, p. 103. “Enfin, quatriéme remarque, quatriéme repére pris toujours dans ce texte de Guillaume de la Pierrére, mais sur ce point simple, élémentaire et trés rapide: La Perriére dit quelqu´un qui sait bien gouverner, un bon gouverneur doit poseéder “patience, sagesse et diligence”. Par “ patience”, qu’ est- ce qu’il entend? Eh bien, quand il veut expliquer le mot de patience, il prend l´exemple de ce qu´il appelle “le roi des mouches á miel”, c’est- á- dire le bourdon, et il dit: le bourdon régne sur la ruche –ce n’est pas vrai, peu importe– et il régne sans avoir besoin d’aiguillon. Dieu a voulu montrer par-là, d’ une façon “mystique”, dit- il, que le vrai governeur ne doit pas avoir besoin d’ un aiguillon, c’ est- á- dire d’ un instrument pour tuer, d’ un glaive, pour exercer son gouverment. Il doit avoir patience plutôt que colère, ou encore, ce n’est pas le droit de tuer, ce n’est pas le droit de faire valoir sa force qui doit être essentiel dans le personnage du gouverneur. Et cette absence d’aiguillon, quel contenu positif lui donner? Ca sera la sagesse et la diligence”. 122 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto gobernante, no debe necesitar un aguijón, es decir, un instrumento para matar, una espada, para ejercer su gobierno. Debe tener paciencia, y no ira; además, lo esencial no debe ser el derecho de matar, el derecho de hacer valer su fuerza. ¿Qué contenido positivo dar a esa falta de aguijón? La sabiduría y la diligencia. Ese conocimiento va a constituir la sabiduría del soberano. En cuanto a su diligencia, es lo que hace que el soberano o, mejor dicho, quien gobierna, solo deba gobernar en la medida en que considere y actúe como si estuviera al servicio de los gobernados. Por ejemplo, el padre de familia es quien se levanta más temprano que los demás integrantes de la casa, quien se acuesta más tarde, quien vela por todo, pues se considera al servicio de su casa. Otro ejemplo de un soberano que gobernó con pragmatismo y se valió de la corrupción parlamentaria con el fin de conservar la tranquilidad política fue Robert Walpole (1676-1745), Primer Ministro de Gran Bretaña, quien en su reinado de más de veinte años afirmaba: “Quieta non movere”202, “No hay que tocar lo que está tranquilo”. Como vemos, es un consejo de prudencia y sabiduría de un príncipe: “Como la gente está en calma, no se agita, y no hay descontento ni revuelta, quedémonos tranquilos”. Es de anotar que la soberanía en la Edad Media suprimió los derechos naturales por parte del soberano con el fin de salvaguardar otros derechos. Es decir, los súbditos ceden sus derechos y voluntades por completo a un tercero, a un hombre o asamblea de hombres con el fin de salvaguardar otros derechos. El ejemplo más tradicional está en el Leviatán de Thomas Hobbes (1588-1679). En el texto se narra con lujo de detalles cómo a partir del pacto o contrato nace la monarquía absoluta, el gobierno de un solo hombre o grupo representado en el soberano, que es el único ser capaz de producir paz y seguridad al pueblo; sin él no hay soberanía y, en consecuencia, no hay Estado. Pero dejemos que el mismo Hobbes lo cuente: 202 FOUCAULT, M. Nacimiento de la bio-política. Buenos Aires: FCE, 2007, p. 37. 123 El papel de la filosofía desde Michel Foucault 1: Los súbditos no pueden cambiar de forma de gobierno. 2: El poder soberano no puede ser enajenado. 3: Nadie sin injusticia puede protestar contra la institución del soberano declarada por la mayoría. 4: Los actos del soberano no pueden ser con justicia acusados por el súbdito. 5: Nada que haga un soberano puede ser acusado por el súbdito. 6: El soberano es juez de lo que es necesario para la paz y la defensa de sus súbditos y juez respecto de qué doctrinas son adecuadas para su enseñanza. 7: El derecho de establecer normas, en virtud de las cuales los súbditos puedan saber lo que es suyo propio, y que ningún otro súbdito pueda arrebatarle sin injusticia. 8: También le corresponde el derecho de judicatura, y la decisión de las controversias. 9: Y de hacer la guerra y la paz como él considere más convenientes. 10: Y de escoger todos los consejeros, ministros, tanto en la guerra como en la paz. 11: Y de recompensar y castigar; y esto (cuando ninguna ley anterior ha determinado la medida de ello) arbitrariamente. 12: Y de honores y preminencias. Estos derechos son indivisibles. Y no pueden ser cedidos sin renuncia directa del poder soberano. El poder y el honor se desvanecen de los súbditos en presencia del poder soberano. El poder soberano no es tan gravoso como la necesidad de él y el daño deriva casi siempre de la escasa disposición a admitir a uno pequeño203. 203 HOBBES, Thomas. Leviatán o La materia, forma y poder de una República Eclesiástica y civil. Madrid: FCE, 1983. pp. 181-191. 124 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto Así, pues, el soberano puede estar por encima de las leyes, declarar la guerra y hacer la paz, elegir sus ministros, consejeros, magistrados y funcionarios; castigar a los súbditos sin que éstos tomen resistencia. Igualmente, anular costumbres, tradiciones y derechos. De esto se deduce que son muchas las funciones del soberano, pero la que más resalta es, en efecto, la de dar la paz y seguridad común. Como resultado del pacto establecido –dentro del cual los súbditos transfieren sus derechos al soberano, aquel único juez artificial poseedor de todos los poderes y enorme monstruo marino que unifica el poder civil y el poder religioso–, es superado el estado de naturaleza y la guerra inter-individual que lo caracteriza. Hobbes sustenta: “La multitud así unida en una persona se denomina Estado [...] Ésta es la generación de aquel gran Leviatán [...] de aquel ‘dios mortal’, al cual debemos, bajo el Dios ‘inmortal’, nuestra paz y nuestra defensa”204; en última instancia, a la figura del soberano, es lo que se denomina civitas o Leviatán, es decir, el Estado, cuyas características son: El hombre monstruoso lleva en su cabeza una corona que simboliza el poder monárquico. Y en su brazo derecho empuña una espada, como símbolo del poder terrenal soberano, que cae sobre la columna izquierda de la parte inferior de la figura, la cual representa el poder civil, ilustrado con siete símbolos: una fortaleza, una corona, un cañón, banderas, mosquetes, espadas y, finalmente, una batalla. En su brazo izquierdo lleva el báculo pastoral, como símbolo del poder espiritual, que cae sobre la columna derecha de la parte inferior de la figura, la cual representa el poder eclesiástico, ilustrado en forma correspondiente con seis imágenes: una iglesia, la mitra episcopal, los signos de la excomunión, distinciones agudas, silogismos y dilemas, y por último, un concilio. El grabado culmina con las siguientes palabras del libro 204 Ibíd., p. 12. 125 El papel de la filosofía desde Michel Foucault de Job: “Non est potestas Super Terram quae Comparaturei” (No hay otro poder sobre la tierra que se le pueda comparar)205 . Al fin y al cabo el Leviatán representa la monarquía absoluta, el gobierno de un solo hombre o grupo representado en el soberano, que es el único ser capaz de producir paz y seguridad al pueblo 206, sin él no hay soberanía, y en consecuencia, no hay Estado. En otras palabras, la soberanía tal como Hobbes la concibe, no supone el enfrentamiento real de las fuerzas sino la representación hipotética de los individuos con sus representantes207. Repitámoslo: la soberanía es ante toda representación, y no se funda sobre la guerra y la violencia sino en consensos y acuerdos. El Estado obedece a la voluntad de un pueblo. Ahora bien, Foucault analiza que el poder político construido a partir de un contrato* corre el riesgo de terminar en la opresión, porque en cualquier momento el pacto se puede romper y en consecuencia el poder puede ir más allá de sus confines: “El poder así constituido corre el riesgo de hacerse opresión cuando se sobrepasa a sí mismo, es decir, cuando va más allá de los términos del contrato. Poder-contrato con la opresión como límite, o más bien, como la superación del límite”208. Un ejemplo claro, que evidencia el quebrantamiento del contrato, sucedió en el siglo XVII y a comienzos del siglo XVIII, en Francia, cuando un individuo cometió un crimen, y al ejecutarlo había lastimado, desde luego, a una serie de personas, pero desde luego ha205 Está cita corresponde al grabado de la portada del libro de Hobbes. Leviatán. 206 HOBBES, Thomas. Leviatán. Op. cit., p. 195. 207 FOUCAULT, M. “La guerra conjurada, la conquista, la sublevación”. En: Genealogía del racismo. Op. cit., p. 103. * No sólo Hobbes habla del poder a partir de un contrato, también lo hicieron Locke y Rousseau. 208 Ibíd., p. 31. 126 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto bía atentado contra el soberano. Por tal razón, a través del suplicio, el soberano encontrará la verdad de los hechos, castigará el cuerpo del delincuente, pero atemorizará a los futuros delincuentes. El suplicio pone en correlación el tipo de perjuicio corporal, la calidad, la intensidad, la duración de los sufrimientos con la gravedad del delito, la persona del delincuente y la categoría de sus víctimas. Existe un código jurídico del dolor; la pena, cuando es supliciante, no cae al azar o de una vez sobre el cuerpo, sino que está calculada de acuerdo con reglas escrupulosas: número de latigazos, emplazamiento del hierro al rojo, duración de la agonía en la hoguera o en la rueda (el tribunal decide si procede estrangular inmediatamente el paciente en vez de dejarlo morir, y al cabo de cuánto tiempo ha de intervenir este gesto de compasión), tipo de mutilación que imponer (mano cortada, labios o lengua taladrados). Todos estos elementos diversos multiplican las penas y se combinan según los tribunales y los delitos: “La poesía de Dante hecha leyes”, decía Rossi; un largo saber físico-penal, en todo caso. El suplicio forma, además, parte de un ritual. Es un elemento en la liturgia punitiva, y que responde a dos exigencias. Con relación a la víctima, debe ser señalado: está destinado, ya sea por la cicatriz que deja en el cuerpo, ya por la resonancia que lo acompaña, a volver infame a aquél que es su víctima; el propio suplicio, si bien tiene por función la de “purgar” el delito, no reconcilia; traza en torno o, mejor dicho, sobre el cuerpo mismo del condenado unos signos que no deben borrarse; la memoria de los hombres, en todo caso, conservará el recuerdo de la exposición, de la picota, de la tortura y del sufrimiento debidamente comprobados. Y por parte, de la justicia que lo impone, el suplicio debe ser resonante, y debe ser comprobado por todos, en cierto modo como su triunfo. El mismo exceso de las violencias infligidas es uno de los elementos de su gloria: el hecho de que el culpable gima y grite bajo los golpes, no es un accidente vergonzoso, es el ceremonial mismo de la justicia manifes- 127 El papel de la filosofía desde Michel Foucault tándose en su fuerza. De ahí, sin duda, esos suplicios que siguen desarrollándose aún después de la muerte: cadáveres quemados, cenizas arrojadas al viento, cuerpos arrastrados sobre zarzos, expuestos al borde de los caminos. La justicia persigue al cuerpo más allá de todo sufrimiento posible209. El suplicio medieval presenta los elementos del duelo y la batalla, y no del arbitraje y la mediación. Ejecutando al delincuente se restituye la soberanía real ultrajada por la infracción. En el suplicio se representa un cuerpo a cuerpo belicoso entre el monarca, personalmente ofendido por la infracción, y el cuerpo del supliciado. Es de mencionar que en la soberanía no se da la vigilancia continua, ni tampoco las disciplinas, ni un buen gobierno, contrario a ello, encontramos el ejercicio de la violencia y el castigo sin límites sobre el cuerpo del condenado. El autor de Vigilar y castigar nos describe un caso concreto de un suplicio210 realizado en el siglo XVII en el que un joven cometió un parricidio y para hacer justicia se le aplicó la pena corporal211, para ser quemado, desmembrado y consumido por el fuego. Damiens fue condenado, el 2 de marzo de 1757, a “pública retractación ante la puerta principal de la Iglesia de París”, adonde debía ser “llevado y conducido en una carreta, desnudo, en camisa, con un hacha de cera encendida de dos 209 FOUCAULT, Michel. Vigilar y Castigar. Suplicio. Madrid: Siglo XXI Editores, 1999, p. 40. 210 Enunciemos algunas características del suplicio que se realizaba en el siglo XVIII. 1. Hacer, en primer lugar, del culpable el pregonero de su propia condena. 2. Proseguir una vez más la escena de la confesión. 3. Exposición del cadáver del condenado en el lugar de su crimen. 4. En fin, la lentitud del suplicio, sus peripecias, los gritos y sufrimientos del condenado, desempeñan al término del ritual judicial el papel de una prueba única. Ibíd., pp. 49-51. 211 Debemos aclarar que para que una pena sea suplicio, debe producir cierta cantidad de sufrimiento tal que no pueda medirse o jerarquizarse. 128 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto libras de peso en la mano”; después, “en dicha carreta, a la plaza de Grève, y sobre un cadalso que allí habrá sido levantado [deberán serle] atenaceadas las tetillas, brazos, muslos y pantorrillas, y su mano derecha, asido en ésta el cuchillo con que cometió dicho parricidio, quemada con fuego de azufre, y sobre las partes atenaceadas se le verterá plomo derretido, aceite hirviendo, pez resina ardiente, cera y azufre fundidos juntamente, y a continuación, su cuerpo estirado y desmembrado por cuatro caballos y sus miembros y troncos consumidos en el fuego, reducidos a ceniza y sus cenizas arrojadas al viento212. Frente al mismo asunto, Nietzsche nos recuerda que en toda ejecución se debe castigar la falta, no al sentenciado; peor aún, cuando el sentenciado es inocente y todos nosotros somos culpables: ¿En qué consiste que toda ejecución nos choque más que un asesinato? La sangre fría del juez, los preparativos del suplicio, la idea de que en tales circunstancias se utiliza un hombre para atemorizar a los demás, y esto con tanta mayor razón cuanto que la falta no es castigada, caso de haber alguna: la falta la han cometido los maestros, los padres, los amigos de la víctima; nosotros mismos, no el sentenciado; creo que hablo de circunstancias determinantes213. Esta serie de afirmaciones sobre el suplicio como práctica de producción de la verdad también está en La voluntad de saber. De hecho, la “confesión” es una técnica de poder-saber que comprende tanto una relación de poder como una matriz de producción de la verdad procesal, persistente en nuestros días: desde el primer interrogatorio hasta la última audiencia, todo el proceso penal tiende hacia la confesión, momento de complacencia y satisfacción, señala que el sospechoso revela 212 Ibíd., p. 11. 213 NIETZSCHE, F. Humano demasiado humano. Op. cit., p. 1543. 129 El papel de la filosofía desde Michel Foucault el sutil secreto de la verdad. Para explicar los secretos de la confesión, Foucault nos cuenta cómo Ranucci sufrió un accidente automovilístico en el mismo lugar y tiempo en que se cometió un crimen, y por ello fue muerto el 28 de julio de 1976, simplemente porque a través de la tortura, más de once horas de interrogatorio lo hicieron confesar de un delito que él no cometió. Nunca se tuvieron en cuenta las pruebas, ni los testigos, solo la confesión. Jueces, policías, abogados, prensa, opinión pública, todos quedaron satisfechos con la declaración del condenado214. Otro aspecto que debemos anotar aquí, sucede cuando el enemigo de la sociedad, el criminal o delincuente, es juzgado no por un litigio sino por persecución pública. El fiscal del Rey designa al procurador intervenir en la infracción por haber atentado contra la soberanía real. Al romper el pacto del orden establecido el criminal es el enemigo que se debe castigar. De este principio general, según nuestro autor, se derivan un cierto número de consecuencias: cada sociedad deberá modular, según sus propias necesidades, la escala de penas. Y puesto que el castigo no se deriva de la falta en sí misma sino del perjuicio causado a la sociedad o el daño que le inflige, cuanto más débil sea una sociedad tanto más deberá protegerse y mostrarse severa. En consecuencia, no hay un modelo universal de la penalidad, sino una relatividad esencial de las penas215. 214 FOUCAULT, M. Del buen uso del criminal. En: Saber y verdad, Op. cit., p. 203. 215 FOUCAULT, M. La vida de los hombres infames. p. 54. En fin, el tercer modelo es el castigo de esclavitud en beneficio de la sociedad. Esta pena permite una graduación, en su intensidad y en su duración, en función del daño causado a la colectividad. En este caso, la pena corresponde a la falta, en el sentido de que responde al interés que se ha visto lesionado. Beccaria señalaba con relación a los ladrones: “La esclavitud temporal sitúa al trabajo y a la persona del culpable al servicio de la sociedad para que, en ese estado de dependencia total, ésta se vea resarcida del injusto despotismo que el culpable ha ejercido al violar el pacto social”. Y Brissot escribe por su parte: “¿Cómo sustituir la pena de muerte? La esclavitud sitúa al culpable en una posición que lo convierte en un ser incapaz de dañar a la sociedad; el trabajo lo convierte en algo útil; el permanente y largo sufrimiento intimida a quienes puedan sentirse tentados de imitarlo”. 130 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto Como vemos, el soberano ocultaba en su figura salvajismo y un mundo de atrocidad para quien atentara contra lo dispuesto legalmente. Este símbolo sociocultural era el encargado de hacer morir en vida a los supliciados, imponiendo penas de acuerdo con el delito cometido. El suplicio era un verdadero rito judicial que llevaba a la verdad, y un ritual político, pues se hacía público; sin la exposición pública no tendría sentido todo el propósito del mismo, pues con su poderosa carga simbólica se representa la lucha entre el delincuente y el prócer. Por medio de esta práctica, los inocentes confesaban la comisión de un delito que no cometieron con tal de no seguir con el sufrimiento. Dependiendo de las pruebas son las penas, las cuales argumentan cualquier suplicio: penas menores llevan a penas aflictivas, pero no mortales; penas lejanas suponen una multa o la pena no corporal. Todavía en al siglo XVIII se encontraban regularmente distinciones como éstas: pruebas ciertas, directas o legítimas (los testimonios por ejemplo), y las pruebas indirectas, conjeturales, artificiales (por argumento); o las pruebas manifiestas, las pruebas considerables, las pruebas imperfectas o leves; o también: las pruebas “urgentes o necesarias” que no permiten dudar de la verdad del hecho (son unas penas “plenas”) […]216. El soberano no pretende el restablecimiento de la paz quebrantada, sino que por el contrario, perpetúa un incesante estado de guerra. De ahí que para nuestro autor la política sea la continuación de la guerra por otros medios, sangrientos y violentos217. Esta tesis le permite a Foucault formular tres hipótesis centrales que guiarán su trabajo de indagación posterior; hipótesis en las cuales la guerra pasa a ocupar el centro de su reflexión, porque en primera instancia la guerra presidió 216 FOUCAULT, M. Vigilar y castigar. Op. cit., p. 42. 217 FOUCAULT, M. Genealogía del racismo. Op. cit., p. 135. 131 El papel de la filosofía desde Michel Foucault el nacimiento de los Estados218; en segundo lugar, la paz, el orden, la riqueza y las leyes son el resultado de la guerra primitiva y permanente219; en tercer lugar, el orden civil es el orden de batalla220. En otras palabras, lo que Foucault formula es la tesis según la cual el motor de la política es la guerra real de luchas y batallas, y no simplemente el acuerdo entre los súbditos y el soberano. Tesis que contradice a los juristas y filósofos, porque el Derecho y la política no comienzan cuando cesa la guerra, sino cuando ésta empieza. Así lo comenta Foucault: “El Derecho, la paz y las leyes han nacido en la sangre y en el fango de batallas y rivalidades [...] la ley no nace de la naturaleza [...] la ley nace de los conflictos reales: masacres, conquistas, victorias que tienen su fecha y sus horríficos héroes”221. Ahora bien, lo anterior evidencia varias cosas: a. Que Foucault pone la guerra como fundamento en las relaciones, por ser ésta la que mueve las instituciones. b. Que la guerra es el eje estructural de la política y del Derecho, lo cual explicaría los mecanismos, sus lógicas, sus gramáticas y sus formas de expresión y manifestación; en otras palabras, la guerra es la que funda el orden político y el Derecho. c. Que la política, entendida como la guerra, va a garantizar la sumisión de los vencidos y la obediencia de los gobernados. d. Que si se tratara de escribir la historia de la paz, no podría hacerse cosa distinta de escribir la historia de la guerra. 218 Ibíd., p. 56. En nuestro tiempo, quien complementa la tesis de Foucault es Charles Tilly, el cual postula que el nacimiento de los Estados modernos se debe a la capacidad del Estado para monopolizar la fuerza, las armas, el establecimiento de las leyes e impuestos para institucionalizar la vida de sus asociados. Cfr. Coerción, capital y los Estados Europeos. 990-1900. Madrid: Alianza editorial, 1992. 219 FOUCAULT, M. Genealogía del racismo. Op. cit., p. 55. 220 Ibíd., p. 56. 221 Ibíd., p. 59. 132 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto Pues bien, la política deja de tener ese significado bastante abstracto y, sobre todo, alejado de los contextos en los cuales se desarrolla, de ser el arte del gobierno del Estado, con lo cual quiere aparecer como neutral y como si actuase en beneficio de todos los que integran la nación, para adquirir, desde la mirada en Foucault, una función y una acción bien distintas, porque de lo que se trata es de que la política mantenga a través de una acción, las relaciones de dominación previamente establecidas en el campo de batalla o en ciertas condiciones y circunstancias que se puedan empatar con la guerra. Frente a este asunto el profesor Sauquillo, en su texto Para leer a Foucault, resalta cinco aspectos de la guerra en este autor222. En primer lugar, se trata de un discurso histórico que señala las relaciones entre la sociedad y la guerra; en segundo lugar, el sujeto que habla en el discurso de la guerra no puede ocupar la posición del jurista o del filósofo, sino la del guerrero. A través de la palabra interviene en un combate donde ha de situarse a un lado u otro de la batalla, hasta la victoria final; en tercer lugar, el discurso de la guerra no ve en cualquier verdad universal o derecho general más que ilusiones o trampas, pues solo cabe utilizar la verdad como arma o derecho de conquista o dominación; en cuarto lugar, se trata de un discurso que invierte los valores tradicionales de la inteligibilidad, ya que no propone como principio de desciframiento los elementos más simples, elementales y claros, sino los aspectos más confusos, oscuros, violentos, pequeños y apasionados; en quinto lugar, el discurso de la guerra posee como campo de referencia el movimiento definido de la historia, y no el enjuiciamiento de los acontecimientos. Para fundamentar su hipótesis de que la política es la guerra continuada por otros medios sangrientos y violentos223, Foucault se remite a los trabajos de los ingleses Eduard Coke y John Lilburne, y de los 222 Sauquillo, Julián. Para leer a Foucault. Op. cit., p. 156. 223 Foucault, M. Genealogía del racismo. Op. cit., p. 56. 133 El papel de la filosofía desde Michel Foucault franceses Boulanvillers y Fréret, o el conde D´ Estaing224. Los ingleses le permiten analizar la historia de Inglaterra desde el inicio de las grandes pugnas religiosas del siglo VII hasta llegar a la misma Revolución Inglesa. Se trata de un discurso de un pequeño grupo político burgués apoyado por los movimientos populares contra la monarquía absoluta. Los franceses cuentan la aristocracia decadente francesa que pedía derechos y privilegios, avasallados por el ascenso de la monarquía absoluta. En palabras de Foucault tenemos: En primer lugar señalaré el doble origen del discurso: por un lado se lo verá surgir hacia 1630, con las reivindicaciones populares y pequeñoburguesas, en la Inglaterra pre-revolucionaria y revolucionaria, y tendremos así el discurso de los puritanos y el de los levellers; por el otro, se lo verá aflorar en Francia, cincuenta años después, es decir, a fines del reinado de Luis XIV, siempre como discurso de lucha contra el rey, pero en un sentido totalmente contrario, en tanto es sostenido por la actitud aristocrática225. Pues bien, es de anotar que la autoridad y el Derecho de los reyes franceses procederían en realidad de una apropiación del derecho de conquista por los aristócratas francos, invasores de la Galia Romana, y usurpado por la traición del propio Rey, al aliarse con los galos vencidos; alianza sellada con la simbólica conversión de Clodoveo al cristianismo. Del discurso inglés se puede afirmar que la soberanía y 224 Estos autores ingleses y franceses plantean el discurso histórico-político de Occidente llamado “contra historia”, o “guerras de razas”, que se dio en el Medioevo. Este discurso supone en principio olvidar las formas tradicionales del poder y sus representantes; es decir, prescindir de la soberanía del discurso filosófico; en segundo lugar, analizan las guerras que se dieron en Francia y en Inglaterra del siglo XVI al XVII contra la monarquía. Ibíd., p. 58. 225 FOUCAULT, M. La guerra en la filigrana de la paz: Genealogía del racismo. Op. cit., p. 69. 134 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto las leyes descansarían en una usurpación realizada por los normados de Guillermo El conquistador tras la batalla de Hastings, después de la victoria de los sajones. Aquí es necesario recordar que fue en el siglo XVII cuando apareció el general prusiano Karl von Clausewitz, quien imaginó que la guerra estaba subordinada a la política, o mejor, “la guerra es la continuación de la política por otros medios”226; tal es el caso de la guerra napoleónica, cuya meta era la expansión de la política; ahora bien, esta tesis supone que la guerra y la política están unidas y nunca separadas, en tanto que un Estado, dotado de un ejército y de recursos para la guerra, solo es útil cuando desempeña un enfrentamiento con otro Estado. Para Foucault la tesis de Clausewitz significa tres cosas: la primera, que las relaciones de poder se injertan en una relación de fuerza establecida en un determinado momento, históricamente precisable, de la guerra; y si el poder político detiene la guerra para hacer reinar la paz, no es para suspender los efectos de la guerra sino para escribir una especial, la guerra silenciosa. Entonces, la política es el mantenimiento del equilibrio de las fuerzas; en segundo lugar, que detrás de la paz civil solo hay una continuación de la guerra. Y que si se escribiera la historia de la paz y de las instituciones no se escribiría otra cosa que la historia de la guerra; en tercer lugar, que la solución definitiva solo puede venir de la guerra, es decir, de una prueba de fuerzas en la cual, únicamente las armas deberán ser los jueces. La última batalla suspendería el ejercicio del poder como guerra continua227. Sin embargo, Foucault consi- 226 CLAUSEWITZ, Karl von. De la guerra. Barcelona: Idea Books, 1999. p. 47. 227 “En primer lugar, que las relaciones de poder que funcionan en una sociedad como la nuestra se injertan esencialmente en una relación de fuerzas establecida en un determinado momento, históricamente precisable, de la guerra [...]. En segundo lugar, la inversión de la frase de Clausewitz quiere decir también que, dentro de la paz civil, o sea, en un sistema político, las luchas políticas, los enfrentamientos relativos al poder, con el poder, para el poder, las modificaciones de las relaciones de fuerza (con las relativas consolidaciones y fortalecimiento de las 135 El papel de la filosofía desde Michel Foucault dera que fue Clausewitz quien se encargó de invertir los términos, ya que la política es la guerra por otros medios, violentos y sangrientos. Ahora bien, sostener la anterior hipótesis significa que el trabajo genealógico de la política responde así a una nueva determinación del ejercicio político actual, liberando un conjunto de nuevas cuestiones. No aporta soluciones para un problema dado. Replantea los problemas con estas preguntas: ¿Qué quiere decir “la política es la continuación de la guerra por otros medios”?, ¿cómo el orden civil es el resultado de una batalla?, ¿quién tuvo la idea de postular a la guerra como la continuación de la política por otros medios? Nuevos planteamientos que liberan nuevas cuestiones que contribuyen a analizar y a transformar la realidad política actual. Entonces, podemos ver que Foucault vuelve a las fuentes originales de la guerra por ser ésta la que determina la política, y no a la inversa, como lo postulaba Clausewitz: “De hecho, creo (y de todos modos trataré de demostrarlo) que el principio según el cual la política es la guerra continuada por otros medios es muy anterior a Clausewitz, quien ha invertido una tesis difusa y nada genérica que circulaba ya a partir de los siglos XVII y XVIII”228. El trabajo genealógico, gris, arduo y lento, pacientemente documentalista de los textos de la Edad Media, recupera el contra-discurso olvidado en la historia del pensamiento político de la guerra. Es decir, rescata la política real del pensamiento occidental, desconocido por los teóricos de la filosofía política: Maquiavelo, Hobbes y Marx. El asunto no es, pues, el acuerdo entre el soberano y los súbditos, ni la represión y la ideología, ni siquiera el consenso, tampoco es la tesis de la filosofía partes) deberían ser interpretadas solo con la continuación de la guerra”. […]. En tercer lugar, la inversión del aforismo de Clausewitz querrá decir que la decisión definitiva solo puede venir de la guerra, es decir de una prueba de fuerzas en la cual, finalmente, solo las armas deberán ser los jueces. La última batalla sería el fin de la política, es decir, solo la última batalla suspendería el ejercicio del poder como guerra continua”. Cfr. Foucault, M. Genealogía del racismo. Op. cit., pp. 29-30. 228 Ibíd., p. 56. 136 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto política de la guerra sostenida por Clausewitz, sino el planteamiento de nuevos interrogantes: […] ¿Cómo, a partir de cuándo y por qué se llegó a pensar que una especie de combate ininterrumpido que trabaja la paz y el orden civil –en sus mecanismos esenciales– no es otra cosa que un tipo de batalla? [...] ¿Quién ha imaginado que el orden civil es un orden de batalla? ¿Quién, en la filigrana de la paz, ha descubierto la guerra? ¿Quién, en el clamor y en la confusión de la guerra, en el fango de la batalla, ha buscado el principio de inteligibilidad del orden, del Estado, de sus instituciones y de su historia?229 O mejor, entender cómo, desde las prácticas e instituciones de la guerra, se fue concentrando el poder central y cómo, poco a poco, sucedió que de hecho y de derecho, solo los poderes estatales han pedido emprender la guerra y controlar los instrumentos de la misma. Se consiguió la estatalización de la guerra. Otro aspecto que debemos rescatar fue éste: para Foucault no existe una verdad más allá de la que se impone a partir de las relaciones de poder, de aquella que opera a partir de los mecanismos que ese mismo poder desarrolla con los procesos normativos y de normalización, y que generan resistencias dinámicas que pueden modificar esas relaciones y con ellas las verdades. En otras palabras, Foucault descubre en este discurso histórico-político un vínculo entre las relaciones de fuerza y las relaciones de verdad. La verdad será pronunciada por el conquistador o el guerrero, que funda una verdad ligada a la relación de fuerza, y no por ciertos filósofos que desde la racionalidad pugnan por la verdad como adecuación entre el pensamiento y la realidad. Analicemos: 229 Ibíd., p. 56. 137 El papel de la filosofía desde Michel Foucault En segundo lugar diría que, si es verdad que entre el conocimiento y los instintos –todo lo que hace, todo lo que trama el animal humano– hay solamente ruptura, relaciones de dominación y subordinación, relaciones de poder, quien desaparece entonces no es Dios, sino el sujeto en su unidad y soberanía. Si remontamos la tradición filosófica hasta Descartes, para no ir más lejos aún, vemos que la unidad del sujeto humano era asegurada por la continuidad entre el deseo y el conocer, el instinto y el saber, el cuerpo y la verdad. Todo esto aseguraba la existencia del sujeto. Si es cierto que por un lado están los mecanismos del instinto, los juegos del deseo, los enfrentamientos entre la mecánica del cuerpo y la voluntad, y por otro lado, en un nivel de naturaleza totalmente diferente, el conocimiento, entonces la unidad del sujeto humano ya no es necesaria. Podemos admitir sujetos, o bien que el sujeto no existe. Es precisamente en esto en que me parece que el texto de Nietzsche que he citado rompe con la tradición filosófica más antigua y arraigada de Occidente230. Ahora bien, teniendo en cuenta que la política es la guerra continuada por otros medios, Foucault emprende su crítica contra la filosofía política de soberanía, precisamente contra el filósofo Thomas Hobbes, quien propuso en el Leviatán una guerra ideal de todos contra todos y no una guerra real de luchas y batallas. Veamos: [...] De hecho, en el estado de guerra primitivo descrito por Hobbes, las que se encuentran, se enfrentan y se entrecruzan no son armas [...] no son fuerzas desencadenadas y salvajes. En la guerra primitiva de Hobbes no hay batallas, no hay sangre, no hay cadáveres. Hay sólo representaciones, manifestaciones, signos, expresiones enfáticas, astutas mendaces; hay engaños y voluntades, disfrazadas de su contrario, inquietudes enmascaradas por certezas y así sucesivamente231. 230 Foucault, M. La verdad y las formas jurídicas. Op. cit., pp. 25, 26 231 FOUCAULT, M. “La guerra conjurada, la conquista, la sublevación”. En: Genealogía del racismo. Op. cit., p. 101. 138 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto Así pues, Foucault considera que al plantear Hobbes la política desde el Leviatán se aleja de las luchas reales, de las invasiones, de los saqueos, de las desposesiones, de las confiscaciones, de las rapiñas y de las extorsiones232. Estas afirmaciones nos llevan a postular que la soberanía en Hobbes es tan solo una máscara, porque la política no se construye a partir de un contrato sino en la batalla. Es ahí donde los vencedores someten a los vencidos para formar la soberanía. Entonces, lo que estaría en el funcionamiento del poder hobbesiano no sería la guerra sino el miedo; este sentimiento sería el que habría llevado a los ciudadanos a crear el Estado. Lo que podría deducirse del discurso histórico político es que el poder no empieza cuando termina la guerra (teoría del contrato social). Por el contrario, las estructuras jurídicas de la organización, del poder y de las leyes son formas de continuación de la guerra, de esa guerra permanente y perpetua en la cual se fundamentan el mando y la obediencia. La paz y las leyes han nacido en la sangre y en el fango de la batalla, “[...] la sangre seca en los códigos, y no en lo absoluto del Derecho”233. Por consiguiente, la ley nace de los conflictos reales, de las masacres, las conquistas y las victorias, que tuvieron en efecto fechas y sitios precisos; de ahí que este discurso no admita un tercero, ni tampoco admita el discurso legitimador de las verdades científicas, jurídicas y filosóficas. 2.2.1 Derecho público, la máscara del poder Entonces, aunque el poder busque legitimarse como Derecho, aunque lo haga en nombre de la justicia y en función del bien co232 “Hobbes ha conjurado este discurso de la lucha y de la guerra civil permanente reubicando el contrato detrás de toda guerra y de toda conquista y salvando así la teoría del Estado. Como recompensa, la filosofía del Derecho después le asignó a Hobbes el título senatorial del padre de la filosofía política”. Ibíd., p. 108. 233 Ibíd., p. 65. 139 El papel de la filosofía desde Michel Foucault mún, ello no es más que discurso-poder, es parte de la dinámica de las fuerzas. Frente a esta situación surgen las preguntas: ¿Qué hace que el poder se sostenga, sea aceptado?, ¿por qué se ha descifrado tan frecuentemente el poder en los términos puramente negativos de la ley de prohibición?, ¿por qué la reflexión sobre el poder se hace inmediatamente como sistema de Derecho?, ¿por qué se acepta fácilmente esta concepción jurídica del poder y, por consiguiente, la elisión de todo lo que podría construir su eficacia productiva, la riqueza estratégica, su positividad?234 Y según el filósofo francés, la respuesta está en que el poder sólo es tolerable con la condición de enmascarar una parte importante de sí mismo, su éxito está en proporción directa con la ocultación de sus mecanismos235. Por tanto, se puede afirmar que el Derecho fue la máscara del poder, porque el Derecho no fue simplemente un arma manejada hábilmente por los monarcas, sino la forma general de aceptabilidad del sistema monárquico236. En otras palabras, el Derecho como un instrumento de poder permitió, además, de fijar la soberanía, fijar la dominación, la obediencia y la sujeción de los sujetos. El Derecho no fue, entonces, simplemente un arma manejada hábilmente por los monarcas; fue el modo de manifestación y la forma de aceptabilidad del sistema monárquico. En una palabra, la teoría de la soberanía permitió fundar un poder absoluto de las monarquías occidentales y servir de instrumento y justificación de las constituciones, y desechar otros sistemas de poder de los siglos XVI y XVII. Lo anterior nos lleva a preguntarnos: ¿Cuál es el papel del Derecho frente a los derechos del soberano? Respondemos: mantener la soberanía, es decir, proveer las condiciones legales para mantener y reproducir el poder absoluto y perpetuo del soberano; así lo presenta el 234 FOUCAULT, M. Historia de la sexualidad: La voluntad de saber. Tomo I. Madrid: Siglo XXI, 1978. p. 104. 235 Ibíd., p. 105. 236 Foucault es muy claro en sostener que el Antiguo Régimen medieval fue posible gracias a la legitimidad del discurso jurídico; sin éste, el poder no operaba. Ibíd., p. 106. 140 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto filósofo y jurista francés Jean Bodino (1530-1596): “Majestas est summa in cives ac súbditos legibusque soluta potestas” (“La soberanía es la potestad suprema y exenta de leyes sobre ciudadanos y súbditos”)237. En este sentido, surgen otras preguntas: si el soberano infringe la ley, ¿será preciso castigarlo con una sanción de ilegitimidad?, ¿en qué condiciones podrá el soberano ejercer con legitimidad sus derechos?, ¿en qué condiciones el soberano puede ser legítimo?, ¿qué es lo que permite a un soberano recaudar impuestos? Entonces, preguntarnos por la soberanía es preguntarnos sobre el nacimiento del Estado moderno. El modelo más puro de este proceso de unificación soberana del poder político en el monarca como legislador es el Estado absoluto de los siglos XVII y XVIII, bien resumido en la famosa frase atribuida al rey francés Luis XIV: “El Estado soy yo”238. Pues bien, en la tercera conferencia239 que Foucault dictó en Rio de Janeiro, presenta en forma detallada cómo los pleitos judiciales entre los individuos empiezan a ser administrados por la justicia de la monarquía medieval del siglo XII. En adelante, los individuos no podrán resolver por sí solos los litigios, deberán someterse al poder judicial y político. Quien representa ese poder para resolver el crimen, el delito 237 BODINO, Jean. Les Six Livres de la République. Citado por: RUIZ, Miguel Alfonso. Una filosofía del Derecho en modelos históricos de la antigüedad hasta los inicios del constitucionalismo. Madrid: Trotta, 2002, p. 170. 238 Luis XIV, también conocido como “el rey Sol”, trasladó en 1682 la corte a Versalles. Es, en esta institución, donde empieza el auge del perfume, los espejos y las cremas faciales. Se dice que el joven rey tuvo muchos placeres, uno de ellos era el baño perfumado, donde se bañaba con una nueva dama, distinta a la esposa. Después de estar limpio y terso los bañeros lo cubrían con suaves aromas, “ya que no había hombre que amara tanto las fragancias como él”. Sin embargo, la migraña que padecía en su vejez lo llevó a odiar y detestar los perfumes. El rey mejor perfumado dejó de serlo. Cfr. DEJEAN, Joan. El rey mejor perfumado: perfume, cosméticos y toilette. En: La esencia del estilo: historia de la invención de la moda y el lujo contemporáneo. S.l. Nerea, 2008, p. 227. 239 FOUCAULT, M. La verdad y las formas jurídicas. Op. cit., p. 75. 141 El papel de la filosofía desde Michel Foucault o el pleito es el procurador. Además se debe agregar que la infracción no es un daño cometido por un individuo contra otro, sino que es una lesión contra el soberano o la soberanía, la cual tiene que ser reparada: “[…] las confiscaciones de bienes son para las monarquías nacientes unos de los grandes medios de enriquecerse e incrementar sus propiedades. Las monarquías occidentales se fundaron sobre la apropiación de la justicia, que les permitía la aplicación de estos mecanismos de confiscación. He aquí el fondo político de esta transformación”240. La indagación será entonces el instrumento de los procuradores del Rey para resolver todas las prácticas judiciales de la Edad Media, de la época clásica e incluso de la moderna, así como la Iglesia utilizó la indagación, la inquisitio generalis como forma espiritual para descubrir al culpable y para la administración propia. Con la indagación “[…] el procurador del rey hará lo mismo que los visitantes eclesiásticos en las parroquias, diócesis y comunidades: procurará establecer por inquisitio, por indagación, si hubo crimen, cuál fue y quién lo cometió”241. Entonces, la indagación además de descubrir cuándo un individuo causa daño, es una forma de ejercer el saber y el poder del soberano. Es de notar aquí que las pruebas, los testimonios y los testigos desaparecen. Hemos afirmado que el Derecho público es un asunto meramente estatal que sirvió para mantener el poder del soberano, pero nuestro autor nos da un ejemplo histórico en que el Derecho germánico242 no 240 Ibíd., p. 77. 241 Ibíd., p. 81. 242 Se denomina Derecho Germánico al conjunto de normas por las que se regían los pueblos germánicos que invadieron el imperio romano de Occidente. No poseían un código legislativo, por lo que se regían bajo el Derecho consuetudinario. En el Derecho penal son famosas las ordalías aplicadas en el Derecho Germánico. Con las ordalías se pretendía determinar la culpabilidad o no de una persona. Un acusado debía demostrar su inocencia sometiéndose a pruebas tales como sostener una piedra al rojo vivo, o agua hirviendo. En ocasiones también 142 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto formaba parte de la red estatal, sino que es una forma de conducir la guerra entre individuos para ejercer la represalia. “[…] El Derecho germánico no opone la guerra a la justicia, no identifica justicia y paz, sino, por el contrario, supone que el Derecho es una forma singular y reglamentada de conducir la guerra entre individuos y de encadenar los actos de venganza”243 . Así, pues, el Derecho es un arma de lucha en el campo de fuerzas que componen el espacio social. La justicia es una forma de venganza. Si una persona ha sido asesinada, la regla del Derecho autoriza la lucha con el asesino, incluso hasta la muerte. Se trata de “matarlo dentro de ciertas reglas”. El Derecho es la forma ritual de la guerra. Foucault afirma que los actos de justicia del soberano, el Rey, en la modernidad, son actos de venganza de éste contra el culpable. Es de recordar que el Derecho germánico antiguo* permitió que las partes llegaran a un acuerdo, a un pacto, sin entrar a mediar el soberano. No se trata de demostrar que alguien es culpable o inocente, sino de hacer valer la fuerza de la prueba, que puede terminar en transacción económica. Nuestro autor nos recuerda tres pruebas que aplicó el Derecho germánico medieval244: pruebas de importancia social, el asesino podía probar su inocencia reuniendo doce testigos de importancia social que juraban que él no había cometido asesinato alguno. Pruebas de tipo verbal, el acusado recurría a un número de fórmulas, garantizando que no había cometido delito. Pruebas corporales, fiscales, llamadas ordalías, que consistían en someter a una persona a un se obligaba a los acusados a permanecer largo tiempo bajo el agua. Si era capaz de soportarlo, se entendía que Dios le ayudaba por ser no culpable. La naturaleza de las mismas tenía carácter de medio de prueba y juicio de Dios. Cfr. Derecho germánico http://es.wikipedia.org/wiki/Derecho_germ%C3%A1nico (consultado, 20 de agosto 2010). 243 * FOUCAULT, Michel. La verdad y las formas jurídicas. Op. cit., pp. 66, 67. Es de recordar que la investigación (inquisitio) formaba parte del Derecho griego y romano, pero no se da en el Derecho germánico feudal. 244 Ibíd., p. 69. 143 El papel de la filosofía desde Michel Foucault juego, una especie de lucha con su propio cuerpo para probar si era capaz de vencer o si fracasaría; por ejemplo, caminar sobre el hierro rojo y, si se comprobaba dos días después que aún tenía cicatrices, perdía el proceso. Es de anotar que las grandes instituciones de poder que se desarrollaron en la Edad Media, la monarquía, la República con sus aparatos, tomaron impulso sobre el fondo de una multiplicidad de poderes que eran anteriores y, hasta cierto punto, contra ellos: poderes densos, enmarañados, conflictivos, poderes ligados al dominio directo o indirecto de la tierra, a la posesión de las armas, a la servidumbre, a los vínculos de soberanía o de vasallaje. Si tales instituciones pudieron implantarse, si supieron beneficiarse con toda una serie de alianzas tácticas, hacerse aceptar, fue porque se presentaron como instancias de regulación, de arbitraje, de delimitación, como una manera de introducir entre esos poderes un orden, de fijar un principio para mitigarlos y distribuirlos con arreglo a fronteras y a una jerarquía establecida. Esas grandes formas de poder, frente a fuerzas múltiples que chocaban entre sí, funcionaron por encima de todos los derechos heterogéneos en tanto que principio del Derecho, con el triple carácter de constituirse como conjunto unitario, de identificar su voluntad con la ley y de ejercerse a través de mecanismos de prohibición y de sanción. Su fórmula, pax et justitia, señalaba a la paz como prohibición de las guerras feudales o privadas y a la justicia como manera de suspender los arreglos privados de los litigios. Recapitulemos: en el antiguo sistema político de la soberanía había entre el soberano y el súbdito toda una serie de relaciones jurídicas y económicas que comprometían y hasta obligaban el primero a proteger al segundo. Pero, en cierto sentido, esa protección era exterior. El súbdito podía pedir a su soberano que lo protegiera contra el enemigo interno. Para ello, el soberano aplica la fórmula: sancionar una ley y fijar un castigo a quien la infrinja; se trata, entonces, de una acción prohibida y un tipo de castigo. Frente a este asunto Foucault precisa: 144 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto 1. Deportar, expulsar, desterrar, enviar fuera de las fronteras, impedir el paso a determinados lugares, destruir la casa, borrar el lugar de nacimiento, confiscar los bienes y las propiedades. 2. Imponer una recompensa, un rescate, convertir el daño infringido en una deuda de reparación, reconvertir el delito en obligación pecuniaria. 3. Exponer a la vista pública, marcar, herir, amputar, señalar con una cicatriz, marcar con un signo el rostro o la espalda imponer una tara de un modo artificial y visible; en suma, apoderarse del cuerpo y grabar en él las marcas del poder. 4. Encerrar. ¿Se podrían, al menos a título de hipótesis, distinguir, en razón de los tipos de punición privilegiados, sociedades de destierro (la sociedad griega), sociedades que imponían marcas infamantes (las sociedades occidentales a finales de la Edad Media) y sociedades que encierran como la nuestra? En nuestra sociedad ha prevalecido el encierro sólo desde finales del siglo XVIII, pues no cabe duda que la detención, la condena a prisión, no forma parte del sistema penal europeo con anterioridad a las grandes reformas que tuvieron lugar entre 1780-1820245. Todo lo anterior nos lleva a postular que el objeto de la soberanía no es la vida cualificada del ciudadano, charlatana y protegida por derechos, sino la ruptura de un sujeto sin derechos, de una ley arbitraria y de un poder ilegítimo sobre la vida. Como vemos, no hay arte de gobierno, es decir, un gobernante que maneja las conductas de sus gobernados, menos aún timonea la ciudad. Contrario a ello, ejerce la 245 FOUCAULT, M. La vida de los hombres infames, Op. cit., 47. 145 El papel de la filosofía desde Michel Foucault violencia para hacerse obedecer, su fuerza para desviar; capturar; extraer; aplacar; en definitiva, sustraer al gobernado. En el siglo XIX apareció otro tipo de crítica de las instituciones políticas, mucho más radical puesto que se trataba de mostrar no solo que el poder real escapaba a las reglas del Derecho, sino que el sistema mismo del Derecho era una manera de ejercer la violencia, de anexarla en provecho de algunos, y de hacer funcionar bajo la apariencia de la ley general, las asimetrías de la injusticia de una dominación246. Ahora bien, para sostener que es en el siglo XVIII donde se produce un poder no represivo, sino productivo; no un poder conservador sino transformador e innovador, no un poder que atenta contra la vida sino que la potencia, nuestro autor nos pone el caso de los leprosos y los apestados; a los primeros se los excluye hasta dejarlos morir, a los segundos se los cura para tener cuerpos sanos, disciplinados y productivos para el sistema. En el fondo, el remplazo del modelo de la lepra por el modelo de la peste corresponde a un proceso histórico muy importante que, en una palabra, yo llamaría la invención de las tecnologías positivas de poder. La reacción a la lepra es una reacción negativa; una reacción de rechazo, exclusión, etcétera. La reacción a la peste es una reacción positiva; una reacción de inclusión, observación, formación de saber, multiplicación de los efectos de poder a partir de la acumulación de la observación y el saber. Pasamos de una tecnología del poder que expulsa, excluye, prohíbe, margina, y reprime, a un poder que es por fin un poder positivo, un poder que fabrica, que observa, un poder que sabe y se multiplica a partir de sus propios efectos247. 246 FOUCAULT, M. Historia de la sexualidad, p. 108. 247 FOUCAULT, M. Los anormales. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. 2001. p. 55. 146 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto Es de recordar que la lepra en toda sociedad medieval y antigua se la asociabaconelcastigoporlospecados,alosafectadosselosaislabadelasciudades. El Levítico habla de tsara´ath, término traducible como lepra, e impone que “todo el tiempo que (el contaminado) estuviere leproso e inmundo habitará solo fuera de poblado”, a lo que sigue todo un conjunto de severas prescripciones de purificación, tanto para el afectado como para los vestidos y las casas248. Mientras que la lepra había hecho soñar con la sociedad pura, la peste despertaba otro tipo de pesadilla, la que llevaba hacia la sociedad disciplinada. Realmente es para ponerse a soñar, la ciudad apestada, toda ella atravesada de jerarquía, de vigilancia, de inspección, de escritura, de ciudad inmovilizada en el funcionamiento de un poder extensivo. ¿Cómo se aprendió a luchar contra la peste? Dividiendo el espacio, aislando a los apestados, inspeccionándolos constantemente, practicando permanentes registros. Las campañas de vacunación tienen como objeto rehabilitar al enfermo para el trabajo. 248 En el Nuevo Testamento, la solicitud del leproso a Jesús para que lo limpie y que éste atiende, va acompañada de la recomendación de cumplir los antiguos preceptos: acudir al sacerdote con las correspondientes ofrendas, tal y como se había ordenado desde tiempos de Moisés. La curación prodigiosa de la lepra, como la de cualquier enfermedad, empieza a convertirse en símil de la limpieza misma del pecado. Se pensaba que en los tiempos mesiánicos la lepra desaparecería, con lo que las curaciones de leprosos hechas por Jesús se consideran como un anticipo del tiempo de la salvación. Conviene recordar también lo que la medicina clásica dijo al respecto y cómo lo transmitió al Medioevo. Galeno, sistematizador del corpus hipocrático, dice que la lepra es frecuente en Alejandría a causa del calor y de unas costumbres alimentarias con exceso de productos melancólicos, con abundancia de bilis negra. San Isidoro incluye en un mismo apartado, y dentro de las enfermedades de la piel, la sarna y la lepra. De ésta dice que es “una aspereza escamosa de la piel, semejante a la lepida berba (hierba fina) de donde toma su nombre. Su color se vuelve, ora negruzco, ora rojizo. En el cuerpo humano se detecta la lepra si el color se presenta distinto al de otras zonas sanas de la piel o si se extiende de manera que todo se muestra del mismo color extraño”. Cfr. La lepra en el medioevo. http://www.institutojauretche.edu.ar/barajar/octubre/nota8.html (consultado el 2 de septiembre de 2010). 147 El papel de la filosofía desde Michel Foucault Todo lo anterior nos lleva a preguntarnos: ¿Desde cuándo la vida humana comenzó a ser gobernada políticamente?, ¿cuándo el poder político se preocupó de la población?, ¿cuál es el fin de gobernar una población?, ¿cuáles son las estrategias que debe tener el gobernante para regular una población?, el objeto de la política ¿es el poder, el bios, la población? El Estado, ¿se encarga de gobernar o de producir los modos de producción?, ¿quién es el que administra la vida? Todos estos interrogantes nos conducen a trabajar la biopolítica. 2.3 Biopolítica liberal: “hacer vivir”, “dejar morir” L’homme, pendant des millénaires est restée qu’il était pour Aristote: un animal vivant et de plus capable d’ une existence politique ; l’ homme, moderne est un animal dans;la politique duquel sa vie d´ être vivant est en question Foucault, La volonté de savoir En el anfiteatro del Collège de France, como de costumbre, Michel Foucault impartió su investigación original en su cátedra “Historia de los sistemas de pensamiento”. En el año 1979 dedicó un curso excepcional al nacimiento y desarrollo del liberalismo y neoliberalismo bajo el título Naissance de la Biopolitique249. De las doce lecciones que impartió cada miércoles de nueve a once de la mañana, las correspondientes al 10, 17 y 24 de enero las dedicó al nuevo arte de gobernar que se desarrolló en Europa, llamado liberalismo250. ¿En qué consiste, 249 FOUCAULT, M. Naissance de la Biopolitique. París: Gallimard. 2004. 250 Podemos intuir que el bicentenario de la Revolución Francesa de 1789, en la que los burgueses se toman el poder de La Bastilla, declaran abiertamente los “Derechos del hombre y del ciudadano” y proclaman una democracia liberal basada en los valores de igualdad, libertad, y fraternidad, llevó a Michel Foucault a analizar en el año 1979, cómo los sucesos de hace más de doscientos años determinan y explican nuestro presente. 148 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto pues, el nuevo arte de gobernar que permite dar la vida en lugar de quitarla? Para nuestro arqueólogo, esta nueva forma de racionalidad política que potencia la vida surge a partir del siglo XVIII, precisamente porque el liberalismo, como marco general de la biopolítica251 maneja instrumentos técnicos que ayudan a la vida a surgir y desarrollarse en unas condiciones que anteriormente serían imposibles. En otras palabras, frente al poder clásico del soberano de “hacer morir y dejar vivir”, el poder de la ley y de la muerte, el liberalismo atraviesa, penetra y modifica ese poder clásico, un poder de la norma y de la vida que tiene como objetivo el prolongamiento y la maximización de la vida biológica y de la salud de la nación. En otros términos, con su razón de Estado o con su práctica racional la monarquía permitió aumentar la fuerza, el poder y el crecimiento del Estado; en cambio, el liberalismo con su nueva razón de Estado limitó las prácticas del gobierno mediante la división de poderes, los derechos de los individuos y colocó al mercado como eje principal de los individuos. En palabras de Foucault, son tres conceptos que identifican el liberalismo: “Procuré, entonces, destacar tres rasgos: veridicción del mercado, limitación por el cálculo de la utilidad gubernamental y, ahora, posición de Euro- 251 El término lo inventó Foucault, y es una forma de hacer política que se encarga de administrar, gestionar, calcular poblaciones. La biopolítica se basa en el gobierno de una población, de la que extrae los mayores beneficios tanto políticos como económicos, y en la dirección de la conciencia de los individuos para que comprendan las ventajas de esa administración. Dicho de otra manera, la biopolítica se esfuerza tanto por incrementar la productividad de los sujetos como la aceptación de los principios que sostienen el gobierno. De hecho, es una forma de racionalidad que confía en que al potenciar la vida, más sus capacidades que su número, se pueden desarrollar las facultades de conocimiento (ciencia) y poder (tecnologías). Más aún, la biopolítica estaba al servicio de las clases burguesas –las cuales presentaban una serie de nuevos valores: salud, higiene, vitalidad, prole, en concurrencia con la sangre y el linaje aristocrático– y de la formación de los Estados Nacionales. 149 El papel de la filosofía desde Michel Foucault pa como región de desarrollo económico con respecto a un mercado mundial. Esto es lo que llamé liberalismo”252. Entonces, para Foucault el liberalismo no es simplemente una ideología tal como lo denunció Marx, desde el siglo XVIII hasta la Escuela de Fráncfort253, sino una práctica, una forma de vida, una manera de gobernar que tiene su propia lógica, la ganancia en la producción. En este sentido, el mercado es el que permite un buen gobierno muy acorde con los intereses de los individuos y de la colectividad, puesto que se ocupa de los objetivos concretos de la política. De este modo, el gobierno no ejerce el poder sobre los súbditos y sobre las cosas sometidas a través de esto, sino pensando en los intereses del gobernante y los gobernados. Así, por ejemplo, el castigo tiene razón de ser siempre y cuando se puedan calcular los daños de la persona perjudicada; es preferible para el gobierno que los individuos resuelvan sus conflictos mediante el diálogo, que recurriendo al juez, y luego a la cárcel. ¿Cuánto le cuesta al Estado el sostenimiento de los presos en las cárceles y la justicia de los jueces? Frente este asunto Foucault comenta: 252 FOUCAULT, M. Naissance de la biopolitique. Paris: Gallimard. 2004, p. 62. “Donc, j´avais essayé de marquer trois traits : véridiction du marché, limitation par le calcul de l´utilité gouvernementale et, maintenant, position de l´Europe comme région à développement économique illimité par rapport à un marché mondial. C´est cela que j´ai appelé de libéralisme” (Traducción del autor). 253 “Desde el romanticismo hasta la Escuela de Fráncfort, siempre se planteó ese cuestionamiento de la racionabilidad con el peso de poder que le sería propio, siempre fue eso lo que se puso en tela de juicio. Ahora bien, la crítica del saber que yo les propondría no consiste justamente en denunciar lo que habría de… –estuve a punto de decir monótonamente, pero no se dice así–, lo que habría, entonces, de continuamente opresivo bajo la razón, porque después de todo, créanme, la sinrazón es igualmente opresiva. Esta crítica política del saber no consistiría tampoco en poner al descubierto la presunción de poder que habría en toda verdad afirmada; pues, créanme otra vez, la mentira o el error son abusos de poder semejantes”. Cfr. Nacimiento de la biopolítica. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. 2007. p. 54. 150 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto […] y de golpe se plantea la idea de que el castigo debe calcu- larse en función, claro, de los intereses de la persona perjudicada, de la reparación de los daños, etcétera. Pero el castigo ya no debe enraizarse más que en el juego de los intereses de los otros, el entorno, la sociedad, etcétera. ¿Es interesante castigar? ¿Cuál es su interés, que forma debe adoptar el castigo a fin de que sea interesante para la sociedad? ¿Es interesante aplicar suplicios, o lo interesante es re-educar? ¿Y re-educar cómo y hasta qué punto, y con qué costo?254 El liberalismo nota en el mercado el lugar de encuentro de los intereses de los individuos, intereses para comprar y vender, para invertir y ganar. El mercado forma la verdad muy acorde con los intereses tanto de productores como de consumidores; para los productores se busca la máxima ganancia, para los compradores el mínimo gasto. Por ejemplo, al fijar los precios de los productos determina el valor de los mismos. En este sentido, el mercado revela algo semejante a la verdad, porque cuando se observa lo que hace el gobierno, las medidas que toma y las reglas que impone, las necesidades del mercado falsean o verifican esa acción gubernamental. En fin, el mercado constituye el régimen de verdad cuando dice cuáles prácticas gubernamentales son correctas y cuáles no lo son, la verdad del mercado; además, dicta los mecanismos que lo ligan con la ley en el marco del Estado, esto es, crea los mecanismos jurisdiccionales de actuación gubernativa mediante dos posiciones separadas que, no obstante mantener su independencia, convergen en las estrategias del poder liberal. En otras palabras, gobernar no es buscar popularidad del gobernante con sus gobernados ni tampoco actuar de tal modo que el Estado pueda llegar a ser sólido y permanente, rico y fuerte frente a todo lo que amenaza con destruirlo, sino buscar un gobierno de intereses de mercado. Es de anotar que la verdad no se pronuncia por el soberano sino por los mecanismos propios del mercado. Veamos: 254 FOUCAULT, M. Nacimiento de la biopolítica. Op. cit., p. 66. 151 El papel de la filosofía desde Michel Foucault Por lo tanto, lugar investido de reglamentación: eso era el mercado. Era asimismo un lugar de justicia en el sentido de que tanto los teóricos como los prácticos, por lo demás, consideraban que el precio de venta fijado en el mercado era un precio justo o, en todo caso, debía serlo, es decir, un precio que debía tener una relación determinada con el trabajo realizado, con las necesidades de los comerciantes y, por supuesto, con las necesidades y las posibilidades de los consumidores. Lugar de justicia a tal punto que el mercado debía ser un ámbito privilegiado de la justicia distributiva, porque, como bien [lo] saben, al menos para una serie de productos básicos como los productos alimenticios, mediante las reglas del mercado se disponía que, si no los más pobres, por lo menos algunos de los más pobres pudieran comprar cosas al igual que los más ricos. En tal sentido, entonces, ese mercado o, mejor, por sus reglamentaciones, ¿qué era? ¿La verdad de los precios, como diríamos hoy en día? En absoluto. Lo que debía asegurarse era la ausencia de fraude. En otras palabras, la protección del comprador. La reglamentación del mercado tenía entonces por meta, por un lado, la distribución más justa posible de las mercancías, y además la ausencia de robos, la ausencia de delitos255. Sinteticemos: el liberalismo se basa en una economía capitalista, en la cual el mercado, por medio de las leyes de la oferta y la demanda, regula los precios según los cuales se intercambian las mercancías (bienes y servicios), permite la asignación de recursos y la distribución de la riqueza entre los individuos. Todo lo anterior nos lleva a postular que el gobierno ya no tiene influjo directo sobre las cosas y las personas, ni puede tenerlo; solo está legitimado, fundado en el Derecho y la razón para intervenir en la medida en que el interés, los intereses, los juegos de los intereses 255 FOUCAULT, M. Nacimiento de la biopolitica. Op. cit., pp. 46-47. 152 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto hacen que tal o cual individuo o tal cual cosa, tal o cual bien o tal o cual riqueza o proceso, tenga cierto interés para los individuos, para el conjunto de éstos o para los intereses de tal o cual individuo enfrentados a los intereses de todos, etcétera. El gobierno sólo se interesa en los intereses de los individuos, las cosas, las riquezas, las tierras. Ya no se ocupa de esas cosas en sí. Pues bien, gobernar un Estado significará, por tanto, poner en práctica la economía de mercado, es decir, buscar no un método económico (tablero económico) que genere riquezas, prosperidad, libertad, sino invitar y seducir a los individuos al trabajo, solo a través de éste es posible la riqueza de las naciones. Los mercantilistas encontraron que la riqueza estaba en el comercio exterior, los fisiócratas en la producción agrícola, pero fue Adam Smith (1723-1790) quien postuló al trabajo como la fuente de fondo que abastece a todas las naciones “[...] de las cosas necesarias y convenientes para la vida que consumen anualmente”256. Es de anotar que la problemática de La riqueza de las naciones explica por qué una sociedad movida por el interés personal puede subsistir. El trabajo de cada nación posibilita los elementos necesarios y convenientes para vivir, y por otro lado, permite la acumulación de las riquezas. Gracias al trabajo la producción aumenta porque hay un buen número de consumidores. Por ejemplo, en una fábrica, cuando los obreros son pocos y los salarios elevados, necesariamente las mercancías son elevadas, lo que no ocurriría si hay un buen número de obreros a bajos precios, tendríamos mercancías a menor costo. En este sentido podemos postular que “gobernar en el liberalismo es el arte de conducir las conductas hacia ciertos fines determinados, conducir los niños hacia la escuela para que sean útiles para la sociedad, lo mismo podemos decir de la conducción religiosa, conducción pública, 256 SMITH, Adam. An inquiry into nature and causes of the Wealth of Nations. Citado por ERIC Roll. Historia de las doctrinas económicas. México: Fondo de Cultura Económica. 1939, p. 146. 153 El papel de la filosofía desde Michel Foucault del gobierno y de sí mismo. Con el siglo XVI entramos en la era de las conductas, la era de las direcciones, la era de los gobiernos”257. El liberalismo no es, pues, un proyecto emancipador de los oprimidos, menos aún, una defensa racional de la libertad general sino, más bien, un movimiento que produce, distribuye y limita cierta libertad para la sociedad. En otras palabras, el liberalismo no acepta que somos libres, sino que da las herramientas necesarias para serlo. “El liberalismo no es el que acepta la libertad, es lo que se propone fabricarla a cada momento, suscitarla y producirla con, desde luego, [todo el conjunto] de coacciones, problemas de costo que plantea esa fabricación”258. Por ejemplo, la libertad de empresa propone que todas las empresas sean libres de conseguir recursos económicos y transformarlos en una nueva mercancía o servicio que será ofrecido en el mercado que éstas dispongan. A su vez, son libres de escoger el negocio que deseen desarrollar y el momento para entrar o salir de éste. La libertad de elección se aplica a las empresas, trabajadores y consumidores, pues la empresa puede manejar sus recursos como crea conveniente, los trabajadores pueden realizar un trabajo cualquiera que esté dentro de sus capacidades y los consumidores son libres de escoger lo que desean consumir, buscando que el producto escogido cumpla con sus necesidades y se encuentre dentro de los límites de su ingreso. Así, pues, la relación del liberalismo con la libertad es de producción, pero paradójicamente, también de destrucción. Esto significa que no hay solo una libertad en el sentido categórico, de afirmar “somos libres, iguales e independientes”259, sino muchas libertades que 257 FOUCAULT, M. Seguridad, territorio y población. Argentina: Fondo de Cultura Económica. 2006, p. 268. 258 FOUCAULT M. Naissance de la biopolitique. Op.cit., p. 66. “Le libéralisme, ce n´est pas ce qui accepte la liberté. Le libéralisme, c´est ce qui se propose de la fabriquer à chaque instant, de la susciter et de la produire avec bien entendu [tout l´ensemble] de contraintes, de problèmes, de tout que pose cette fabrication” [Traducción del autor] 259 Sobre este asunto consúltese a LOCKE, John. Ensayo sobre el gobierno civil. México: Editorial Porrúa, 4ª. edición, 2005, p. 57. 154 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto se tienen que administrar: libertad para ordenar las acciones y bienes, libertad de mercado, libertad del vendedor y comprador, libertad de discusión y expresión; libertad para acumular riquezas y posesiones. No obstante, demasiadas libertades pueden llevar a destruir la vida, la salud, y las posesiones de otras personas. Más aún: el libre albedrío nos llevaría a la autodestrucción. De ahí que para la preservación de las libertades en cada momento se necesite cierta seguridad. No puede existir cierta libertad sin seguridad. Por ejemplo, la libertad económica para funcionar necesita controles y medidas aduaneras, de lo contrario sería imposible el intercambio económico entre países. En otras palabras, el liberalismo participa de un mecanismo en el que tendrá que arbitrar a cada instante la libertad y la seguridad de los individuos alrededor de la noción de peligro. El liberalismo es un arte de gobernar que en lo fundamental manipula los intereses alrededor de la noción de peligros y de los mecanismos de seguridad/libertad, del juego seguridad/libertad que debe garantizar que los individuos o la colectividad estén expuestos lo menos posible a los peligros. Todo lo anterior nos lleva a plantear que la libertad es peligrosa porque produce ciertos temores en la vida cotidiana, en el trabajo, en el transporte, en la educación, en la alimentación y hasta en el ejercicio de la sexualidad; de ahí la necesidad de controlar la libertad producida. Frente al peligro de la escasez de alimentos, los gobiernos del siglo XVIII debieron importar para evitar posibles revueltas y para forzar a los productores locales a revisar su posición. Así lo comenta Foucault: Voy a considerar directamente un ejemplo, el de la escasez. La escasez, que no es exactamente el hambre, es según la definía un economista de la segunda mitad del siglo XVIII de quien tendremos que volver a hablar dentro de un rato, “la insuficiencia actual de la cantidad de granos necesaria para permitir la subsistencia de una nación”. Vale decir que la escasez es un estado de penuria que tiene la propiedad de engendrar un proceso que la dilata y tiende, a falta de otro mecanismo que la detenga, a prolongarla y acentuarla. Es, en efecto, un 155 El papel de la filosofía desde Michel Foucault estado de penuria que provoca el alza de los precios. Cuanto más suben éstos, es obvio que los poseedores de los objetos escasos pretenden almacenarlos y acapararlos para que los precios se eleven aún más, y el proceso sigue hasta que las necesidades más elementales de la población dejen de satisfacerse. La escasez es para los gobiernos, o en todo caso, para el gobierno francés de los siglos XVII y XVIII, el tipo mismo de acontecimientos que debe evitarse, por una serie de razones que saltan a la vista […]. Sea como fuere, hay algo cierto, y es que bastante antes de los fisiócratas, una serie de gobiernos habían estimado, en efecto, que la libre circulación de granos no sólo era una mejor fuente de ganancias, sino, sin duda, un mecanismo de seguridad mucho más eficiente contra el flagelo de la escasez. Ésa era, en todo caso, la idea que los políticos ingleses tuvieron muy pronto, hacia fines del siglo XVII, pues en 1689 presentaron en el Parlamento y lograron la sanción de un conjunto de leyes que, en suma, imponían, admitían la libertad de circulación y comercio de los granos, aunque con un sostén y un correctivo260. Otro ejemplo lo podemos evidenciar en el sistema penal: cuando un delincuente es sumamente peligroso, deben existir ciertas medidas legislativas, decretos, reglamentos y normas para corregirlo en función de la seguridad. Lo mismo podemos decir frente al riesgo de las epidemias en la población, son necesarias las campañas de seguridad hasta su posible supresión. Recuérdese que frente a la gripe porcina H1N1, la mayoría de los Estados lanzaron campañas de vacunación. El plantearse la libertad desde la seguridad lleva a los Estados modernos a generar técnicas de control, técnicas disciplinarias e instituciones destinadas a vigilar, como las escuelas, las prisiones, los manicomios. El Estado se convierte así en un panóptico que se reserva el derecho de intervención cuando las libertades ponen en peligro la 260 FOUCAULT, M. Seguridad, territorio y población. Op. cit., pp. 45, 51. 156 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto seguridad. Así, la seguridad exige mayor intervención del Estado, intervención que, al mismo tiempo, se veía como una amenaza para la libertad. Por ello se vuelve necesario encontrar mecanismos que fortalezcan las libertades y permitan su uso. El ejemplo traído por Foucault es el Estado de bienestar (Welfare), implantado por Roosevelt en 1932 para frenar el peligro del desempleo261. En el período de la Guerra Fría, para defenderse de la amenaza del comunismo, se refuerza esta situación. No es extraño que después del 11 de septiembre, Estados Unidos realice todo tipo de intervenciones en otros países y aplique políticas discriminatorias a los inmigrantes. Libertad y seguridad son, pues, las bases del liberalismo, y es que poco a poco, lo más importante va siendo no la libertad como ideal del espíritu, sino la seguridad material, la seguridad del cuerpo, y por tanto el cuerpo se convierte en el centro de la política: la lucha de clases empieza por un enfrentamiento de los cuerpos, se lucha por el espacio, por la producción, por el protagonismo. Esta situación coincide con la centralidad de los temas de la nacionalidad, de la raza y de la lengua, para los que algunos tipos de humanos resultan negativos o peligrosos: el loco y el criminal se agrupan en esta categoría, con el judío, el turco o, en el caso de los países iberoamericanos, el indígena. Para resumir: no hay liberalismo sin cultura del peligro, de ahí la necesidad de controlar, vigilar la conducta de los individuos. En este sentido, podemos plantear que para Foucault la economía política liberal tenía como objeto la vida, la población, la riqueza y el poder de la sociedad, en otras palabras, gobierna por medio del peligro: “A finales del siglo XVIII el robo de los barcos, el pillaje de almacenes y las depredaciones en las oficinas se hacen muy comunes en Inglaterra, y justamente el gran problema del poder en esta época es instaurar mecanismos de control que permitan la protección de esa nueva forma material de la fortuna”262. 261 FOUCAULT, M. Nacimiento de la biopolítica. Op. cit., p. 90. 262 FOUCAULT, M. La verdad y las formas jurídicas. Op. cit., p. 113. 157 El papel de la filosofía desde Michel Foucault El liberalismo desarrolla un saber que tiene por objeto la riqueza de la nación, que no se preocupa solamente de los sujetos ni de los administrados, sino de una población a la que intenta mejorar. La economía es la ciencia de la población que se preocupa de la escasez, la carestía, el abastecimiento. Además, la economía identifica los problemas de la fecundidad, de mortalidad, epidemias, producción, es decir, un sujeto colectivo que ya no es del contrato social. Esto es lo que significa “gubernamentalización del Estado”. 2.3.1 Anatomopolítica liberal: la disciplina y el cuerpo Fue en la época moderna del siglo XVIII cuando el poder liberal penetró la vida del individuo explotando su tiempo y espacio en la producción, anatomopolítica. El tiempo de los hombres llevado al mercado y ofrecido a los compradores permitió que el individuo tuviera un salario. Es de aclarar que las prácticas disciplinarias263 no permiten ociosidad ni derroche de tiempo, su fin no es otro que volver al individuo dócil y productivo. En otras palabras la disciplina analiza, descompone a los individuos, los lugares, los tiempos, los gestos, los actos, las operaciones. Los transforma en elementos que son suficientes para percibirlos y modificarlos. En segundo lugar, la disciplina clasifica los elementos así identificados en función de objetivos determinados. ¿Cuáles son los mejores gestos que conviene hacer para obtener tal resultado?, ¿cuál es 263 La disciplina es una técnica del ejercicio del poder que no fue, propiamente hablando, inventada, sino más bien elaborada durante el siglo XVIII. De hecho, ya había existido a lo largo de la historia, por ejemplo, en la Edad Media, e incluso en la Antigüedad. Al respecto, los monasterios constituyeron un ejemplo de lugar de dominio en cuyo seno reinaba un sistema disciplinario. La esclavitud y las grandes compañías esclavistas existentes en las colonias españolas, inglesas, francesas, holandesas, etcétera, eran también modelos de mecanismos disciplinarios. Podríamos remontarnos a la legión romana y en ella también encontraríamos un ejemplo de disciplina. Cfr. FOUCAULT, M. Ética, estética, y hermenéutica. Op. cit., p. 103. 158 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto el gesto más adecuado para cargar el fusil?, ¿cuál es la mejor posición para tirar?, ¿cuáles son los obreros más aptos para tal tarea, los niños más aptos para alcanzar tal resultado? En tercer lugar, la disciplina establece las secuencias o las coordinaciones óptimas: cómo encadenar los gestos unos con otros, cómo repartir a los soldados para una maniobra, cómo distribuir a los niños escolarizados en jerarquías y dentro de clasificaciones. En cuarto lugar, la disciplina fija los procedimientos de adiestramiento progresivo y control permanente, y por último, a partir de ahí, distingue entre quiénes serán calificados como ineptos o incapaces ante lo normal y lo anormal. En sí, la disciplina centra, concentra y encierra. En este sentido, podemos afirmar que las universidades, las escuelas, las fábricas, las prisiones, los hospitales, talleres y demás lugares disciplinarios tendrán como fin no la exclusión, sino fijar a los individuos a la producción. De ahí que para Foucault sean instituciones de secuestro, por la explotación del tiempo264. Aquí conviene detenerse un momento en la disciplina: 1. La disciplina del ejército empieza en el momento en que se enseña al soldado a colocarse, desplazarse y estar en el lugar en el que hay que estar. También en las escuelas del siglo XVII los alumnos se encontraban aglomerados. El maestro llamaba a uno de ellos y durante algunos minutos le proporcionaba alguna enseñanza y luego lo mandaba de nuevo a su hogar, para llamar a otro y así sucesivamente. La enseñanza colectiva ofrecida simultáneamente a todos los alumnos suponía una distribución espacial de la clase. La disciplina es, ante todo, un análisis del espacio, es la individualización por el espacio, la colocación de los cuerpos en un espacio individualizado que permita la clasificación y las combinaciones. 2. La disciplina no ejerce su control sobre el resultado de una acción sino sobre su desarrollo. En los talleres de tipo corporativo del siglo XVII, lo que se exigía al obrero o al 264 FOUCAULT, M. La verdad y las formas jurídicas. Op. cit., p. 132. 159 El papel de la filosofía desde Michel Foucault maestro era la fabricación de un producto con determinadas cualidades. La manera de fabricarlo dependía de lo que se transmitía de una generación a otra. El control no afectaba al modo de producción; de la misma manera se enseñaba al soldado a combatir, a ser más fuerte que el adversario, en la lucha individual o en el campo de batalla. A partir del siglo XVIII se desarrolla un arte del cuerpo humano. Se empieza a observar los movimientos que se hacen, cuáles son los más eficaces, los más rápidos y los mejor ajustados. 3. La disciplina es una técnica de poder que encierra una vigilancia constante y perpetua de los individuos. No basta con observarlos de vez en cuando o con ver si lo que hacen se ajusta a las reglas. Es preciso vigilarlos sin cesar para que se realice la actividad y someterlos a una pirámide permanente de vigilancia. Así aparece en el ejército una serie de grados que van, sin interrupción, desde el general en jefe hasta el soldado raso, así como sistemas de inspección, revistas, paradas, desfiles, etcétera, que permiten observar de manera permanente a cada individuo. 4. La disciplina supone un registro continuo: anotaciones sobre el individuo, relación de los acontecimientos, elementos disciplinarios, comunicación de las informaciones a las escalas superiores, de modo que a la cúspide de la pirámide no se escape ningún detalle265. Si nos detenemos en la cita anterior podemos postular que toda nuestra existencia está no sólo controlada, sino explotada por las instituciones de secuestro. Si recordamos, en el sistema soberano el cuerpo debía ser atormentado; ahora se trata de reformarlo, corregirlo para que adquiera actitudes, cualidades para el trabajo. Así, pues, estas tecnologías disciplinarias están relacionadas con el surgimiento del capitalismo, precisamente porque fueron éstas las que propagaron el creci- 265 FOUCAULT, Michel. “La incorporación del hospital en la tecnología moderna”. En: Ética, estética, y hermenéutica. Op. cit., pp. 104-105. 160 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto miento de los modelos de producción. Deduzcamos: estas tecnologías disciplinarias no suponen suprimir la justicia, la soberanía y la ley, sino al contrario, ayudan a fortalecerlas. El autor de Vigilar y castigar comenta: “Las disciplinas reales y corporales han constituido el subsuelo de las libertades formales y jurídicas. El contrato podía ser imaginado como fundamento ideal del Derecho y del poder político; el panoptismo constituía el procedimiento técnico universalmente difundido de la coerción”266. Con las disciplinas, en los siglos XVII y XVIII, nace un arte del cuerpo humano que no persigue únicamente el acrecentamiento de las habilidades y el fortalecimiento de la obediencia, sino la formación de un mecanismo por el cual el cuerpo se vuelve más obediente y más útil. El cuerpo humano entra en una maquinaria de poder que lo desarticula y lo recompone. El fin es lograr el control y la eficiencia de operación en cada una de las partes y en el todo. No se trata de obtener cuerpos que hagan lo que se desea, sino que funcionan como se quiere, con las técnicas y la eficacia que se pretende de ellos. El objetivo es crear un “cuerpo manso” que pueda ser sometido, que pueda ser utilizado y que pueda ser, sobre todo, transformado y perfeccionado. Así, las disciplinas son, al mismo tiempo, una anatomía política del cuerpo y una mecánica del poder267. Los procedimientos disciplinarios se apoyan en unos modos singulares de repartición de los cuerpos en el espacio que implican una cuadriculación y jerarquización de éste. En la tecnología disciplinaria, el espacio debe estar dividido en unidades regulares en las que a cada cuerpo le corresponde su lugar y a cada lugar un cuerpo, reduciendo al máximo los efectos de reparticiones indecisas y de circulaciones difusas. Se trata de establecer las presencias y las ausencias, de saber dónde y cómo encontrar a los individuos, instaurar comu- 266 FOUCAULT, M. Vigilar y castigar. Op. cit., p. 225. 267 Ibid, pp. 162-163. 161 El papel de la filosofía desde Michel Foucault nicaciones útiles, interrumpir las que no lo son, se trata de poder vigilar a cada instante la conducta de cada uno, apreciarlo, sancionarlo, medir las cualidades, los méritos. Procedimientos, pues, para conocer, para dominar y para utilizar. La disciplina organiza un espacio analítico268. Para que la operación sea plenamente eficiente, los cuerpos deben estar emplazados según ubicaciones funcionales en las que hay una articulación del espacio individual con los procesos que se llevan a cabo. Se trata, en última instancia, de crear un espacio útil en el que no puede haber ni desperdicio ni márgenes inútiles, y como nada puede escapar a la productividad, por eso hay una necesidad constante de vigilar. Así, el rango será lo que defina la unidad del espacio disciplinario, pues es un espacio definido según la clasificación, en la que se individualiza el cuerpo por una localización que los distribuye y los hace circular en una red de relaciones, en las que los cuerpos pueden ser fácilmente ubicados y por lo tanto vigilados. Las técnicas de poder disciplinario implican igualmente una codificación precisa del empleo del tiempo porque, como ya lo hemos dicho, no debe haber espacio para el ocio, sino al contrario, para trabajar y producir. Por esta razón se implementan horarios cuyo objetivo es regular las actividades y cuadricular el tiempo para asegurar la utilidad y la buena calidad de éste. El cuerpo empieza a ser ajustado a los imperativos temporales, es decir, el tiempo penetra en el cuerpo, en una suerte de esquema “anatomocronológico” del comportamiento, que le asigna a cada movimiento una amplitud, una duración y un orden que está prescrito de antemano. Vemos cómo poco a poco se busca una estandarización del modo de funcionar y de la eficacia de los cuerpos, en lo que todo debe estar codificado, incluso la relación que se establece entre el cuerpo y los 268 Ibíd., p. 168. 162 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto gestos, pues entre mejor uso se haga del cuerpo y mientras la relación entre el cuerpo y el gesto sea más efectiva, habrá un mejor uso del tiempo. De igual manera, debe haber una articulación precisa entre el cuerpo y el objeto. La disciplina define cada una de las relaciones que el cuerpo deber tener con el objeto que manipula, dibujando un minucioso engranaje entre uno y otro269. Así, las técnicas disciplinarias se presentan como una forma útil y económica de ejercer el poder, y aunque no se inventan como tal en los siglos XVII y XVIII, es en esta época cuando se componen y se expanden en todo el cuerpo social, atravesando los medios institucionales más diversos, desde el taller y la fábrica, hasta el hospital, pasando por la escuela y el cuartel. Desde entonces, se produce toda una técnica de vigilancia, de control, de identificación de los individuos, un cuadriculamiento de sus gestos, de su actividad y de su eficacia en todas estas instituciones. Se empezó a constituir una tecnología de poder sobre el cuerpo cuya última figura sería la prisión. Sin embargo, éstas no pueden ser comprendidas sin más como formas de reprimir el cuerpo de los individuos, sino que se trata más bien de un conjunto de procedimientos que están destinados a multiplicar las fuerzas corporales y obtener de ellas el máximo rendimiento270. Se trata ahora no solo de controlar los cuerpos sino de vincularlos a una mayor utilidad y eficacia. Así, tanto el obrero como el paciente o el alumno podían ser observados con precisión y compararlos con los otros. Esto permitía el ordenamiento de toda la multiplicidad. La disciplina actúa, entonces, de una manera distinta y precisa sobre los cuerpos, analizando y diferenciando, hasta llegar a las sin269 Cfr. VALVERDE, Joao Batista. Funcionamento do poder e dispositivo disciplinar em Foucault. En: Fragmentos de Cultura. Goiania, Vol. 7, No. 27 (1997); pp. 147-149. 270 Esto implica una nueva manera de comprender el poder y sus formas de aplicación, no como un poder represor, sino como un poder definido en sus relaciones, como tecnologías que producen e insertan a los individuos en un sistema disciplinario. 163 El papel de la filosofía desde Michel Foucault gularidades necesarias. “La disciplina ‘fabrica’ individuos; es la técnica específica de un poder que se apodera de los individuos a la vez como objetos y como instrumentos de su ejercicio”271. Igualmente el dominio disciplinario instituyó un modo específico de castigar, cuyo criterio es el “juicio normalizador”. Foucault lo caracteriza como un tipo de “micropenalidad” que le permite recuperar al poder áreas de la vida cuya relativa indiferencia las haría escapar de los grandes sistemas de castigo. En el taller, en la escuela, en el ejército, reina toda una micropenalidad del tiempo (atrasos, ausencias, interrupción de tareas), de la actividad (falta de atención, descuido, falta de celo), de la manera de ser (descortesía, desobediencia), de los discursos (charla, insolencia), del cuerpo (actitudes “incorrectas”, gestos impertinentes, suciedad), de la sexualidad (falta de recato, indecencia). Al mismo tiempo son utilizados a título de castigo, toda una serie de procedimientos sutiles, que van desde el castigo físico leve, a las privaciones menores y hasta las pequeñas humillaciones. Se trata a la vez de volver penalizables las fracciones más tenues de la conducta, y de dar una función punitiva a los elementos en apariencia indiferente del aparato disciplinario: en el límite, que todo pueda servir para castigar la menor cosa; que cada sujeto se encuentra prendido en una universalidad castigable-castigante272. Gracias a la especificación de los más mínimos elementos de la conducta cotidiana, casi todo se vuelve potencialmente punible. Todo el comportamiento está enmarcado entre dos valores opuestos: el bien y el mal. En lugar de la división simple que establecía lo prohibido, nos encontramos ahora frente a una distribución entre un polo negativo 271 FOUCAULT, Michel. Vigilar y castigar. Op. cit., p. 200. 272 Ibíd., p. 210. 164 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto y un polo positivo en el que se inserta toda la conducta. A partir de ahora se puede identificar una serie de pasos precisos y graduales, en los que se establecía una cuantificación y una economía cifrada: entra en juego una “contabilidad penal” que permite obtener el resumen punitivo de cada individuo. Así, se establecía un expediente objetivo sobre cada individuo para establecer una jerarquía objetiva en la que eran clasificados como sujetos buenos o malos. Los individuos son distribuidos no ya en razón de sus actos, sino según su individualidad, su naturaleza, sus virtualidades, su nivel e incluso su valor. Se trata de juzgar a los individuos en su verdad, poniendo a funcionar una penalidad que se integra con el conocimiento de éstos. Hay que trazar la frontera entre lo normal y lo anormal, por ello la “norma” se distingue del concepto jurídico de “ley”. Mientras que la ley refiere las conductas individuales a un corpus de códigos y textos que se propone diferenciar entre lo permitido y lo prohibido, la norma refiere los actos y las conductas de los individuos a un dominio que es, a la vez, un campo de diferenciación y de regla a seguir. Mientras la ley divide y separa, la norma impone una conformidad que se debe alcanzar, pretende homogeneizar. La norma funciona de acuerdo con un sistema binario de gratificación y sanción en el que castigar es corregir. Así, a través de las disciplinas aparece el poder de la norma que desde el siglo XVIII se unió a otros poderes que ya existían, obligándolos a establecer nuevas delimitaciones. […] Lo Normal se establece como principio de coerción en la enseñanza con la instauración de una educación estandarizada y el establecimiento de escuelas normales; se establece en el esfuerzo por organizar un cuerpo médico y un encuadramiento hospitalario de la nación capaces de hacer funcionar unas normas generales de salubridad; se establece en la regularización de los procedimientos y de los productos industriales […]273 273 Ibíd., p. 189. 165 El papel de la filosofía desde Michel Foucault Sin embargo, el efecto del juicio normalizador es complejo, pues si en un principio parte de una premisa inicial de igualdad entre los individuos, que conduce a una homogeneidad de la cual saca la norma de conformidad, a su vez, establece una diferenciación e individualización cada vez más minuciosa que separa y clasifica objetivamente a los individuos. En el despliegue de esta función individualizadora se localiza un procedimiento disciplinario que reúne la vigilancia y el juicio normalizador en una técnica de poder que a la vez es una forma de obtener saber: el examen274. Éste es una mirada que normaliza y una vigilancia que permite clasificar, calificar y castigar, estableciendo sobre los individuos una visibilidad por medio de la cual se los diferencia y se los sanciona. Es por esta razón como en todos los dispositivos de disciplina el examen está altamente ritualizado. En él se conjugan la ceremonia del poder y el establecimiento de la verdad. En este sentido saber y poder se refuerzan mutuamente en el nivel de lo que hace posible el conocimiento a partir de las técnicas, de los procedimientos y de las prácticas (como por ejemplo, en el examen), y no simplemente en el nivel de la conciencia o las representaciones275. Un ejemplo de ello, traído a cuenta por Foucault, es el papel desempeñado por el examen en la constitución de la medicina clínica a partir del siglo XVIII. A diferencia de la inspección de épocas anteriores, que era discontinua y rápida, con el examen regular el enfermo se pone en una situación de examinación continua. Por un lado, el médico ingresa al espacio del hospital del que hasta el momento había sido externo, y aparece la figura del enfermero. El hospital, que había sido hasta entonces un lugar 274 Cfr. MORO ABADÍA, Óscar. “Michel Foucault: de la episteme al dispositif ”. En: Revista de Filosofía de la Universidad de Costa Rica, San José, Vol. 41, No. 104, (Jul.-Dic. 2003); pp. 31-32. 275 CASTRO, Eduardo. El vocabulario de Michel Foucault: un recorrido alfabético por sus temas, conceptos y autores. s. l, 1990, p. 125. 166 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto de asistencia, se convertirá en un lugar de formación y de conocimiento, de entrelazamiento de las relaciones de poder con la constitución del saber. De la misma manera, la escuela se convertirá en el aparato de examen ininterrumpido que se superpondrá a toda la operación de enseñanza. El examen le permite al profesor, mientras que transmite su saber, establecer sobre sus alumnos un dominio de conocimiento: la escuela garantiza la transmisión del conocimiento del maestro al alumno y al mismo tiempo obtiene mediante el examen un saber reservado al maestro. La importancia del examen en el hospital o en otras instituciones se basó en una inversión de la economía de la visibilidad en el ejercicio del poder. En las formas tradicionales del poder, éste se mostraba, se hacía visible, se exponía abiertamente dando lugar a un espectáculo en el que los sujetos sobre los que se ejercía permanecían en la sombra. El poder disciplinario invierte estas relaciones, y ahora es el poder el que busca la invisibilidad y los objetos de poder se vuelven más visibles, son los sujetos los que serán vistos. Este hecho de la vigilancia y la visibilidad constante de los gobernados es lo que constituye la clave de la tecnología disciplinaria. El examen le impone su norma a los sujetos, captándolos en un mecanismo de objetivación: los sujetos son allí objetos de la observación del poder que se manifiesta por una sola mirada. Es gracias a esta inversión de la visibilidad en el funcionamiento de las disciplinas como se asegura el ejercicio del poder. Por otra parte, el examen hace ingresar esa individualidad en un campo documental por medio de técnicas de anotación, registros, constitución de expedientes, formación de archivos. La individualidad va a estar ahora fijada de manera objetiva al campo de la escritura, insertándola en un arsenal de documentos que la captan y la fijan. Un vasto y meticuloso aparato documental se convierte en un componente esencial del crecimiento del poder. Los expedientes les permitirán a las autoridades fijar una red de codificación objetiva. 167 El papel de la filosofía desde Michel Foucault Gracias a todo este aparato de escritura que lo acompaña, el examen abre dos posibilidades que son correlativas: la constitución del individuo como objeto descriptible, analizable; en modo alguno, sin embargo, para reducirlo en rasgos “específicos” como lo hacen los naturalistas con los seres vivos; sino para mantenerlo en sus rasgos singulares, en su evolución particular, en sus aptitudes o capacidades propias, bajo la mirada de un saber permanente; y por otra parte la constitución de un sistema comparativo que permite la medida de fenómenos globales, la descripción de grupos, la caracterización de hechos colectivos, la estimación de las desviaciones de los individuos unos respecto de otros, y su distribución en una “población”276. Por medio de la recopilación de expedientes, el examen transforma a cada individuo en un caso susceptible de ser conocido. El cambio fundamental que se ha producido está ligado al hecho de que ahora, esas minucias de la vida cotidiana y de la biografía individual que habían escapado a la red del sistema legal formal, son incluidos en el examen, haciendo de esta descripción un medio de control y un método de dominación. Ya no se trata de un monumento para una futura memoria, sino de establecer documentos para una eventual utilización. Ahora se invierte lo que antes había sido un procedimiento para formar y elaborar héroes, y se registran las actividades y pensamientos más mundanos. Así, el niño, el enfermo, el loco, el condenado, son conocidos de manera mucho más detallada, siendo el objeto de descripciones individuales y de relatos biográficos. El expediente remplaza entonces a la epopeya. El examen funciona como un procedimiento de objetivación y de sujeción: constituyen al individuo como efecto y objeto de poder, 276 FOUCAULT, Michel. Vigilar y castigar. Op. cit., p. 195. 168 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto como efecto y objeto de saber. Así, situado en el centro de los procedimientos disciplinarios, es una forma de saber-poder cuyo despliegue hace posible la aparición del individuo como objeto descriptible, convertido en caso a través del registro documental y de la descripción de la especificidad. En consecuencia, estas tecnologías disciplinarias presentes en los cuarteles, talleres, prisiones y demás instituciones son máquinas que permiten ceñir a los individuos: permiten saber lo que son, lo que hacen y el lugar en el que podrían ubicarse en relación con los otros cuerpos en un espacio jerarquizado. De ahí que el individuo sólo interesa cuando puede contribuir al fortalecimiento del Estado. Las vidas, muertes, actividades, trabajos, miserias y las alegrías de los individuos solo importan en la medida en que estas preocupaciones cotidianas puedan tener una utilidad política. Desde el punto de vista del Estado, a veces la utilidad era vivir, trabajar y producir; otras veces debía de morir para acrecentar su fuerza. El surgimiento del individuo moderno como objeto de preocupación política y científica para la vida social, constituye ahora la preocupación más importante de Michel Foucault. ¿Cómo llegué al cuerpo, justamente tratando de volver a trazar la historia de las ciencias humanas a partir de las relaciones de poder? ¿Cómo el hombre se convirtió en las sociedades occidentales en objeto de inquietud –pregunta tradicional– pero también en objeto de ciencias que quisieron presentarse como ciencias específicamente destinadas a saber lo que era el hombre, en qué consistía, cómo su comportamiento era previsible? Entonces, ¿de qué lado buscar esto? Fue entonces cuando intervino el problema del espacio y me pareció ser una clave. [...] Siempre hay que hacer más, siempre más en un tiempo cada vez más rápido. La aceleración de la productividad del cuerpo, que, creo yo, es la condición histórica para que se desarrollaran las ciencias humanas, la sociología, la psicología. De ahí, toda una tecnología del cuerpo, de la 169 El papel de la filosofía desde Michel Foucault cual la psiquiatría es finalmente uno de los aspectos de la medicina moderna277. Ahora bien, todo el análisis de la anatopolítica nos lleva a plantear que, desde el siglo XVIII, los países europeos buscaban individuos productivos en el mercado, que asegurasen el enriquecimiento recíproco, correlativo, más o menos simultáneo de todos los Estados de Europa. El enriquecimiento de Europa se alcanza no gracias a la pobreza de unos y la riqueza de otros, sino por un enriquecimiento colectivo, de tal modo que ningún Estado podía imponerse sobre el otro, evitando así, el imperio278. El intercambio de productos permitió el equilibrio entre los países de Europa. En el proyecto de paz perpetua de Kant, que data de 1795, en los momentos finales del siglo XVIII, encontra- 277 “Comment y suis-je arrivé justement en essayant de retracer cette histoire des sciences humaines á partir des relations de pouvoir ? comment l´ homme est-il devenu dans les sociétés occidentales objet d´ inquiétude, de souci- question traditionnelle, mais aussi objet de sciences qui voulu se présenter comme des sciences spécifiquement destinées á savoir ce qu´ était l´homme, en quoi il consistait, comment son comportement état prévisible. Alors de quel côté chercher cela? C´ est là ou ce problème de l´espace est intervenu et m´a semblé être une clef [...] Il faut toujours en faire plus, toujours plus dans un temps de plus en plus rapide. L´ accélération de la productivité du corps, a été, je crois, la condition historique pour que se développent les sciences humaines, la sociologie, la psychologie. O´ ou, toute une technologie du corps, dont la psychiatrie est finalement l´ un des aspects dans la médecine moderne”. FOUCAULT, Michel. «La scène de la philosophie » (1978). En: Dits et Ecrits, Tome II. Paris: Gallimard, 2001. p. 586, 587 (Traducción del autor). 278 La Policía permitió conservar el equilibrio europeo entre los Estados; sin embargo, con la aparición de Napoleón Bonaparte (1769-1821), a través de sus conquistas, sus campañas bélicas, sus agresiones militares a los países vecinos como Italia, donde logró asesinar a millones de seres humanos, impuso el desequilibrio europeo. Más aún: acabó con los Estados modernos papales, o como diría Foucault, Napoleón es el punto de ruptura entre la vieja organización del Estado de Policía del siglo XVII y las formas del Estado moderno, que él inventó”. Cfr. “Michel Foucault y la influencia de la religión en el nacimiento del Estado moderno”. En: Pragmatismo, posmetafísica y religión. Medellín: Universidad Pontificia Bolivariana. 2008. p. 111 170 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto mos un capítulo que se titula “La garantía de la paz perpetua”279, en el cual el filósofo es muy claro en afirmar que la paz no viene de la buena voluntad de los hombres ni tampoco de las alianzas políticas y diplomáticas entre Estados. Lo que garantizaba la paz era la buena regulación del mercado o el intercambio de productos entre los países. Las disposiciones provisionales de la Naturaleza consisten: primera: ella ha cuidado de que los hombres puedan vivir en todas partes del mundo; segunda: los ha distribuido, por medio de la guerra, en todas las comarcas, aun las más inhospitalarias, para que las pueblen y habiten; y tercera: por medio de la guerra misma ha obligado a los hombres a entrar en relaciones mutuas más o menos legales. [...] El espíritu comercial incompatible con la guerra, se apodera tarde o temprano de los pueblos. De todos los poderes subordinados a la fuerza del Estado, es el poder del dinero el que inspira más confianza, y por esos los Estados se ven obligados no ciertamente por motivos morales a fomentar la paz, y cuando la guerra inminente amenaza el mundo, procuran evitarla con arreglos y componendas, como si estuviesen en constante alianza para ese fin pacífico280. 2.3.2 El Derecho público entre la autolimitación y la limitación del gobierno Los Estados europeos liberales del siglo XVI fueron Estados de Policía281 cuya tarea era gobernar internamente las poblaciones y 279 KANT, Manuel. La paz perpetúa. México: Editorial Porrúa, 2004, p. 267. 280 Ibíd., p. 267, 268. 281 Cfr. FOUCAULT, Michel. Naissance de la Biopolitique. Paris: Gallimard, 2004, p. 38. “El Estado de Policía es un gobierno que se confunde con la administración, un gobierno que es enteramente administrativo y una administración que, para sí y detrás de sí, tiene el peso íntegro de una gubernamentalidad” (Traducción del autor). 171 El papel de la filosofía desde Michel Foucault mantener un equilibrio entre Estados, es decir, que ninguno se impusiera sobre otro, evitando así que se conformara un imperio total y global. Cada Estado se auto-limitaba en sus propios objetivos y fuerzas, de tal modo que permitía no estar nunca en posición de inferioridad respecto de otros países vecinos o extranjeros. Foucault nos recuerda cómo del “Tratado de Westfalia (1648) a la Guerra de los Siete Años –o digamos, a las guerras revolucionarias que van a introducir una dimensión completamente diferente–, esa política diplomático-militar se ajustará al principio de autolimitación del Estado, al principio de competencia necesaria y suficiente entre los distintos Estados”282. Por tanto, lo que le permite al Estado acrecentar su poder, ejercer la fuerza en toda su amplitud y velar por los ciudadanos es la teoría de la “Policía”, pues es la reguladora de la política, la moral, la religión, la cultura y la economía. La Policía, viene a decir en último término, vela por todo lo que afecta al bienestar de los hombres. [...] Al velar por la salud y los abastos se preocupa por preservar la vida, al cuidar del comercio, las fábricas, los obreros, los pobres y el orden público, se interesa por las comodidades de la vida; al velar por el teatro, la literatura, los espectáculos; su objeto no es otro que los placeres de la vida. Así pues, en suma, la vida es el objeto de la Policía: lo indispensable, lo útil y lo superfluo. La Policía es la que permite a los hombres sobrevivir, vivir y mejorar283. Pues bien, la Policía no es solo la institución policial, sino la tecnología política que asegura el orden adecuado, el crecimiento canalizado 282 Du Traité de Westphalie á la Sept Ans –ou, disons aux guerres révolutionnaires qui, allés, vont introduire une dimension tout á fait différente–, cette politique diplomatique militaire va s´ordonner au principe de l´autolimitation de l´État, au principe de la concurrence et suffisante entre les différentes États. Ibíd., 8 (Traducción del autor). 283 FOUCAULT, M. Omnes et singulatim: hacia una crítica de la razón política. La vida de los hombres infames. Op. cit., p. 299. 172 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto de las riquezas, el mantenimiento de la salud y el esplendor del Estado. Vale decir, que las fuerzas del Estado crecen porque está funcionando la Policía. Por ejemplo, Martínez Barrera, citando a Foucault, nos presenta dos funciones básicas que desempeñó la Policía en Holanda: por un lado tiene la función moral y por el otro la función productiva. Michel Foucault se detiene un momento en el proyecto de Turquet de Mayenne, quien en 1611 elaboró un programa para un Estado dotado de Policía y lo presentó a los Estados generales de Holanda. La Policía es propuesta en el tratado de Turquet como una de las dignidades que acompañan al rey y su función parece haber sido sobre todo una función de tipo moral. Debía inculcar a la población modestia, caridad, fidelidad, asiduidad, cooperación amistosa y honestidad. Sin embargo, su esfera de actuación se extiende a todas las actividades que los hombres ejercen, cualquiera sea su puesto en el entramado social [...]. A la Policía corresponden dos funciones; una de ellas es la de velar por el esplendor de la ciudad, esto es, ocuparse de su potencia y su vigor. La segunda es la de favorecer el desarrollo de las relaciones de trabajo y de comercio entre los hombres, así como la ayuda y la asistencia mutua [...]. Si bien es cierto que la persona de Turquet no es conocida en el panteón de los filósofos políticos, no lo es menos el hecho de que su “utopía” en realidad expresaba un estado de cosas ampliamente conocido y era un ejemplo más de la inmensa literatura que circulaba en la Europa de esa época, sosteniendo posiciones más o menos semejantes. De hecho, recuerda Michel Foucault, en Alemania se enseñaba la ciencia de la administración con el título polizeiwwissenschaft284. 284 MARTÍNEZ BARRERA, Jorge. “La mutua implicación poder-saber según Michel Foucault”. En: Sapientia s.l. No. LVII (Jul. - 2002); pp. 210-211. Es de anotar la importancia que tiene la tesis de Turquet en la elaboración y administración de la vida, porque supone un control permanente en las actividades económicas de los individuos y una obediencia al Rey a través de la modestia, la caridad y la fidelidad. 173 El papel de la filosofía desde Michel Foucault Abreviemos: la Policía es la que permite al Estado aumentar su fuerza y su poder en toda su amplitud, favorecer la supervivencia y una mejor vida de los ciudadanos; para ello busca la reproducción de las relaciones de producción, es decir, un gobierno útil y práctico, donde los individuos ocupen el tiempo trabajando y formándose. Otro elemento de la Policía es la población, en cuanto al grupo de individuos que viven en un área determinada, aspecto que había sido olvidado en la mayor parte de los estudios sobre la política moderna, que insisten más bien en los aspectos jurídicos de esa nueva institución. De este modo, los individuos que son tomados como población son el objeto de atención en Foucault, en tanto que es aquí donde nace la biopolítica: el poder impregnado en la población. Al respecto Martínez Barrera en su artículo ya citado detalla: El Estado, entonces, es una nueva realidad política institucionalizada que ejerce un poder pastoral sobre los ciudadanos, apoyándose en buena medida sobre una re-categorización políticamente relevante de la medicina. Esta forma novedosa del poder implica también la reconsideración de los ciudadanos como “población”, las ciencias de la población, sobre las que volveremos, constituyen otros de los grandes instrumentos epistemológicos del Estado, el cual no solamente obtiene a través de ellos un conocimiento poblacional de los ciudadanos, sino que también transmite pautas, valores y criterios de conducta. El Estado ejerce, además, un poder sobre los mismos cuerpos, esto es, sobre los aspectos puramente biológicos de la vida, reconvirtiendo de alguna manera la fórmula platónica “el cuerpo prisión del alma”, en otra más útil “el alma, prisión del cuerpo”, pues el alma ya ha sido normalizada285. 285 MARTÍNEZ BARRERA, Jorge. La mutua implicación poder-saber según Michel Foucault. Op. cit., p. 215. Parece claro, pues, que el biopoder lleva a cabo una estrategia favorable a los intereses biotecnológicos. Sin embargo, Foucault encontró en sus análisis que el biopoder no siempre se despliega de la misma forma, y que en 174 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto El conocimiento de la población, su cantidad, su mortalidad, su natalidad, la riqueza que producen sus habitantes, son las cosas de que tiene que ocuparse el Estado de Policía. Hay que repetirlo: la población tiene sus propias leyes de transformación, de desplazamiento, y está tan sometida como la riqueza misma a procesos naturales. La riqueza se desplaza, se trasforma, aumenta o disminuye. De este modo, la población no es solo un conjunto de habitantes sometidos al imperio de la ley, tampoco la suma de individuos que habitan un territorio, sino que tiene su propia lógica: el bienestar social. En otras palabras, la población ya no aparece simplemente como un rasgo positivo del poderío del soberano, sino que es el elemento dinámico que condiciona el poder del Estado. Las razones: garantiza la abundancia de cosechas, determina el precio de los granos y los productos agrícolas, garantiza la existencia de varios salarios, suministra brazos para las manufacturas y permite con ellos prescindir en la medida de lo posible de las importaciones y de todo lo que debería pagarse en buena moneda, oro o plata, a los países extranjeros286. particular se ha presentado y se presenta, por un lado, como ejercicio de anatomopolítica (lo que en algunos momentos denominó poder disciplinar, o simplemente disciplina) y, por otro, como ejercicios de biopolítica. La disciplina toma el cuerpo humano como lugar de marca del poder, produciendo con ello el individuo conforme a las normas. La escuela, el hospital, el ejército, la prisión, son instituciones disciplinares en las que el poder consigue hombres dóciles. La biopolítica, en cambio, aparece como estrategia propia de la necesidad de gobernar una población. Un conjunto de seres vivos, los hombres viviendo en común, es objeto de una cuestión gubernamental. Atendiendo a parámetros que racionalizan los problemas a que se enfrenta esa práctica –salud, higiene, natalidad, longevidad, razas, etcétera–. No olvidemos, entonces, que la población es básicamente vida, en un conjunto de individuos. Cabe decir, pues, que el gobierno básicamente gobierna la vida, la vida humana de una masa biológica que se presta a ser trabajada por el poder. Cfr. HERNÁNDEZ REINEZ, Jesús. “El poder sobre la vida. Formas biopolíticas de la racionalidad”. En: La administración de la vida. Barcelona: Anthropos, 2005. p. 40. 286 En nuestro tiempo la población sería objeto de las teorías culturales por enfatizar el impacto del desarrollo cultural y educativo en la limitación de la natalidad, bien sea por la percepción creciente de un modo de vida en el que hay que ser más 175 El papel de la filosofía desde Michel Foucault Es de advertir que solo aparece el gobierno liberal cuando se está gobernando a una población. No se gobierna un Estado, un territorio, una estructura política; se gobierna a los hombres, individuos, colectividades. Sin la población no hay gobierno, de esta manera se justifican las campañas de mortalidad, natalidad, las campañas concernientes al matrimonio, las vacunaciones, las inoculaciones. Pues bien, la mala policía de algunos Estados producirá el desequilibrio europeo. Para que el equilibrio se mantenga es necesario que la policía funcione en cuanto tenga un control del crecimiento y muerte poblacional, los recursos naturales sin explotar, el número de soldados, el intercambio de productos, el comercio de granos, la circulación monetaria. Frente a este asunto, Foucault nos recuerda que el Estado italiano fue un Estado de diplomacia287, pero no un Estado de policía por “[...] el relativo estancamiento económico que padeció a partir del siglo XVII la dominación política y económica del extranjero y la presencia de la Iglesia como institución universalista y al mismo tiempo localizada, dominante en la península y anclada territorialmente en un lugar preciso, hicieron que la problemática del crecimiento de fuerzas nunca pudiera conquistar una arraigo sólido o mejor, que estuviera atravesada y bloqueada de manera permanente”288. previsivo (tener los hijos que se pueden criar en las mejores condiciones), o por el creciente nivel educativo (sobre todo de las mujeres) y, al mismo tiempo, por el aumento de la escolaridad en los niveles medios y superiores (también especialmente del sexo femenino) que hace necesario dedicar a los estudios una buena parte de la edad más propicia para tener descendencia. Teorías culturales. www. es.wikipedia.org/wiki/Población (consultado 10 de diciembre 2010). 287 En el sentido de un equilibrio de fuerzas entre los partidos, los sindicatos, las clientelas, la Iglesia, el Norte, el Sur, la mafia entre las guerrillas. 288 FOUCAULT, M. Sécurité, territoire, population. Op. cit., p. 324 “[…] la relative stagnation économique qu’elle a connue à partir du siècle, la domination politique et économique de l’étranger, la présence aussi de l’Église comme institution universaliste et en même temps localisée, dominante dans la péninsule et ancrée territorialement a un endroit précis de l’Italie, enfin tout cela a peut-être fait que la problématique de la croissance des forces n’a jamais pu s’ établir réellement, ou plutôt qu’ elle a perpétuellement été traversée et barrée par un autre problème, dominant pour l’Italie, qui était justement l’ équilibre de ces forces plurielle, non encore unifiées et non peut-être unifiables…” 176 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto Es necesario preguntarse: ¿De qué manera gobierna la policía la vida humana? La policía, tal como la hemos analizado, no procura la tarea soberana de hacer morir y dejar vivir, ni tampoco cumple la función de la vigilancia; contrario a ello, buscar gobernar las actividades humanas, se ocupa de las necesidades básicas: la comida, el vestido, el alojamiento, la salud y la reproducción. Más aún: busca por diferentes medios vivir y coexistir, es decir, conservar la vida y mejorar la existencia. Citando a Turquet de Mayerne, Foucault nos comenta: un buen gobierno tiene cuatro oficinas y cuatro oficiales mayores: el canciller para ocuparse de la justicia, condestable para ocuparse del ejército y el superintendente para ocuparse de la hacienda […] el conservador y el general reformador de la policía. Esta última oficina se ocupa de la actividad de los niños y los jóvenes. Cuando éstos han cumplido los 25 años, se presentan a la policía para reportar lo que van hacer con su vida, la profesión que van a desempeñar, el oficio que van a escoger; quien no se presente a la policía no tendrá la categoría de ciudadano289. Al comenzar estas reflexiones se admitió: la policía permitió conservar el equilibrio europeo entre los Estados, sin embargo con la aparición de Napoleón Bonaparte (1769-1821), mediante sus conquistas, sus campañas bélicas, sus agresiones militares a los países vecinos como Italia, donde asesinó a millones de seres humanos, impuso el desequilibrio europeo. Más aún: acabó con los Estados modernos papales, o como diría Foucault, “Napoleón es el punto de ruptura entre la vieja organización del Estado de policía del siglo XVII y las formas del Estado moderno, que él inventó”290. Ahora bien, el Estado de policía utiliza la biopolítica, es decir un poder que regula la vida social desde su interior, siguiéndola, interpre- 289 Ibíd., p. 330. 290 Cfr. FOUCAULT Michel. Naissance de la biopolitique. Op. cit., 73. “Au point de rupture entre la vieille organisation de l´État de pólice du XVIII siècle […] et les formes de l´ État moderne, dont il fut l´inventeur”. 177 El papel de la filosofía desde Michel Foucault tándola, absorbiéndola y re-articulándola. El poder puede lograr un comando efectivo sobre toda la vida de la población solo cuando se torna una función integral, vital, que cada individuo incorpora y reactiva con su acuerdo. La más alta función de este poder es infiltrar cada vez más la vida, y su objetivo primario es administrarla. La biopolítica, pues, se refiere a una situación en la cual el objetivo del poder es la producción y reproducción de la misma vida. Foucault puntualiza al respecto: “El modo en que, desde el siglo XVIII, la práctica gubernamental ha intentado racionalizar aquellos fenómenos planteados por un conjunto de seres vivos constituidos en población: problemas relativos a la salud, la higiene, la natalidad, la longevidad, las razas y otros”291. Es de anotar que la biopolítica es un concepto de política que tiene como su objeto la vida biológica de la especie humana. La manera a través de la cual la política se relaciona con la vida puede ser negativa, recordemos el caso del nazismo292, cuyo propósito fue perseguir, dominar la vida y poner su reproducción bajo el control de variados siste- 291 FOUCAULT, M. “Nacimiento de la biopolítica”. En: Archipiélago. s.l. No. 30 (Ago. 1997), p. 30. Es de anotar aquí que el biopoder es la técnica disciplinaria vinculada al sistema económico para adiestrar y moldear cuerpos útiles y productivos. En cambio, la biopolítica tiene que ver con las formas de gubernamentalidad que surgen en el momento en que ya no solo se piensa en la individualización de los cuerpos sino en las poblaciones. Sin embargo, es claro que ni el biopoder (anatomopolítica) ni la biopolítica están desligadas, pues las dos tecnologías hacen parte de un conjunto de tecnologías del cuerpo que se constituyen entre el siglo XVII y el XIX en el nivel de las formas de poder. 292 El nazismo, o el movimiento del nacionalsocialismo, surgió como una doctrina política germana que veía al comunismo como el peligro peor y más auténtico contra Alemania y la Europa entera. Hitler consideró al pueblo ruso un conglomerado de razas dominadas por la fuerza de un núcleo marxista-judío y convertidas en un instrumento para el dominio de otros pueblos, y consideró que Alemania debía luchar contra la URSS en defensa propia. El crecimiento del Reich a costa del suelo soviético sería la compensación material de esa lucha. El nazismo. http://jai.com.uy/historia/histonazi.htm (consultado 8 de noviembre de 2010). 178 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto mas sociales (legales, económicos, administrativos, etcétera), orientado a una serie de finalidades ideológicas (que van desde el genocidio y la eugenesia en regímenes totalitarios hasta la acumulación de “capital humano” en regímenes liberal-democráticos). Pero es de aclarar que la biopolítica, tal como la ha presentado Foucault, tiene una connotación positiva, es decir, una política de la vida, que se potencia, se administra y se explota con el liberalismo. Ahora bien, si la tarea del Derecho público en el Antiguo Régimen era multiplicar el poder del soberano, con el liberalismo será todo lo contrario; el Derecho tienen la función de limitar al gobierno. ¿Y cómo lo hace? Foucault nos da dos rutas: la revolucionaria-rousseauniana, que consiste básicamente en partir de los derechos del hombre y las leyes del mercado. No hay duda de que el que gobierna en el liberalismo va a tener que reglamentar la vida de sus súbditos, su actividad económica, su producción, sus medios de subsistencia, pero también tiene que respetar los derechos fundamentales de la vida, la libertad y la propiedad. “Tenemos también la teoría del Derecho natural y los derechos naturales, que se ocupan como derechos imprescriptibles y que ningún soberano, de todas formas, puede transgredir”293. Esto significa que a partir de la Revolución Francesa con su Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano294, el soberano tiene límites que no puede exceder con su poder. Por ejemplo, el soberano no puede violentar ni disponer arbitrariamente de las personas como mercancías o cosas, simplemente porque tienen dignidad. De esta manera, el hombre moderno es un sujeto de Derecho amparado en un orden jurídico que lo protege. Frente a este tema Jellinek nos comenta: Que el hombre es un sujeto de Derecho quiere decir que se encuentra con el orden jurídico en una relación que está de- 293 FOUCAULT, M. Nacimiento de la biopolítica, Op. cit., p. 24. 294 Recordemos que Antonio Nariño (1765-1823) fue quien tradujo y difundió clandestinamente los diecisiete artículos de la Declaración en la Nueva Granada. 179 El papel de la filosofía desde Michel Foucault terminada por normas de igual naturaleza. Sujeto en sentido jurídico, es, por tanto, no una esencia, una sustancia, sino una capacidad creada mediante la voluntad del orden jurídico. El hombre es el supuesto de la capacidad jurídica, puesto que todo derecho es una relación entre seres humanos […]295. Recordemos que desde finales del siglo XVIII hasta nuestros días, el trasfondo de las teorías sobre los derechos está constituido casi exclusivamente por el concepto de dignidad humana, pero no en el sentido teológico-iusnaturalista –todos tenemos dignidad por ser creados a imagen y semejanza de Dios–, sino en un sentido liberal, racionalista y universalista. Kant, en efecto, aborda el tema de la dignidad desde el horizonte de la moralidad en el sentido de postular al ser humano como perteneciente al reino de los fines, capaz de darse fines a sí mismo y por ello en capacidad de ser considerado como un sujeto autónomo: “La autonomía, es, pues, fundamento de la dignidad de la naturaleza humana y de toda naturaleza racional”. Por medio del reconocimiento de su autonomía el hombre se piensa ahora como un sujeto que es un legislador universal. Explicar esta capacidad es, según Kant, recurrir a la conciencia individual y a la libertad del sujeto. Se infiere entonces que la libertad está desvinculada de la naturaleza, que no está determinada por ella; que está vinculada al reino de los fines, donde se tiene precio o se posee dignidad sin correlato alguno con el ser. En el reino de los fines –dice Kant– todo tiene o un precio o una dignidad. Aquello que tiene precio puede ser sustituido por algo equivalente; en cambio, lo que se halla por encima de todo precio y, por tanto, no admite nada equivalente, eso tiene dignidad. Kant asume entonces que el hombre es un fin en sí mismo, pues como legislador autónomo y ser libre se da su propia ley. Esta tesis de 295 Cfr. JELLINEK, Georg. Doctrina general social del Estado. Op. cit., p. 185. 180 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto orden ético va a impregnar toda la teoría antropológica y social de la modernidad cultural y se expresa en términos kantianos a través del segundo imperativo categórico, que se lee así: “Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio”296. En otras palabras, según Kant, la humanidad en cuanto capacitada para reconocer la moralidad, posee dignidad. Por ello la autonomía moral le confiere al sujeto el valor incondicionado de ser un fin en sí mismo. La palabra adecuada para ofrecer la correcta estimación de la dignidad del ser humano es, sin lugar a dudas, el respeto. La dignidad se ofrece, igualmente, como condición de legitimación del reconocimiento de las libertades del sujeto, es decir, de lo que ahora denominamos los derechos del individuo. Lo que se está reconociendo aquí es el lugar superior del ser humano colocado por encima de los demás seres en virtud de su racionalidad, libertad y responsabilidad, que le dan una dimensión trascendente. La dignidad de una persona es un rango, una categoría que no poseen los brutos. Esta prestancia o superioridad del ser humano es lo que finalmente denominaremos “dignidad del ser humano”. Así, pues, la teoría de los derechos humanos, además de legitimar el poder político nos lleva a preguntarnos: ¿Cuáles son mis derechos originarios y cómo puedo hacerlos valer frente a cualquier soberano? Esta pregunta nos lleva a plantear el carácter jurídico de la dignidad humana, es decir, a buscar el orden legal para proteger al ser humano. De hecho, las cartas constitucionales han reconocido el principio de la dignidad humana al consignar en sus textos el respeto incondicionado del sujeto en tanto capaz de acciones morales, de libertad y de responsabilidad. Naturalmente, no todas las cartas constitucionales lo han hecho de idéntica manera, pues unas han sido más explícitas que otras 296 KANT, Immanuel. Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Madrid, EspasaCalpe S.A., Cuarta Edición. 1973, p. 94. 181 El papel de la filosofía desde Michel Foucault y en ocasiones algunas han sido más generosas en reconocimientos de derechos; sea como fuere, es claro que la mayoría de documentos nacionales e internacionales se refieren a la dignidad del ser humano como un principio rector de la organización política, por ejemplo, la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En esta Declaración el preámbulo comienza con la siguiente aserción: “Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca de los derechos, iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana [...]” (énfasis agregado)297 Esta Declaración se ha constituido en la auténtica piedra de toque de los ordenamientos legales en la mayor parte de las cartas constitucionales de los países miembros de Naciones Unidas. No es redundante recordar aquí el contexto histórico-social en que se acordó esta Declaración, pues ello nos puede orientar hacia una pauta común: el reconocimiento de la dignidad y de los derechos humanos se levanta como una forma para regular el orden social a fin de superar o evitar, entre otras cosas, la violencia, la guerra o la injusticia. En efecto, retornando a la Declaración de las Naciones Unidas, es de señalar que ella fue expedida a partir del reconocimiento de dos fenómenos sociales que habían lesionado gravemente la conciencia moral de la humanidad en su conjunto: de un lado la Segunda Guerra Mundial, que al finalizar en 1945 había dejado cerca de un centenar de millones de muertos y tras ello, por primera vez, se había demostrado el horror de la eliminación en masa de los seres humanos a través del ejercicio de la razón técnica y del poder político totalitario. De otro lado, ya en 1948 se preveían los graves conflictos que la descolonización de los países africanos y asiáticos habría de ofrecer con su carga de dolor y destrucción al enfrentarse a las grandes potencias dominantes en aquel entonces. La Declaración buscaba superar este tipo 297 ORTIZ RIVAS, Hernán. Los derechos humanos, reflexiones y normas. Bogotá, Editorial Argumentos, Temis, 1994. p. 89. 182 De la soberanía al liberalismo: un análisis filosófico del sujeto de confrontación para que nunca más la humanidad conociese tales violaciones a la dignidad de los seres humanos. Pues bien, el poder político ya no reside en un orden jurídico fuerte, sino en un conjunto de prácticas que optimizan, administran y controlan la vida. Ya no se trata de decidir sobre la vida o la muerte, sino de hacer subsistir a los individuos mediante una serie de regímenes y dispositivos que se ocupan del ser humano como especie. En otras palabras, el Derecho antiguo de quitar la vida o dejar vivir se remplazó por un poder para fomentar la vida o para anularla hasta el extremo de la muerte. La biopolítica opera directamente sobre los cuerpos, sobre las condiciones de su nacimiento, anatomía, higiene, salud, sexualidad, reproducción y longevidad. Y la ciencia se dedica primordialmente a facilitar las mejores técnicas para lograr esta interpenetración de la vida y la política. La ley y el sistema jurídico, por su parte, se debilitan y dejan paso a las normas o reglamentos propios de las respectivas disciplinas médicas, biológicas, demográficas, etcétera. En resumen, el poder sobre la vida se desarrolló desde el siglo XVII bajo dos formas principales; el primero en formarse se centró en el cuerpo como máquina: su educación, el aumento de sus aptitudes, el arrancamiento de sus fuerzas, el crecimiento paralelo de su utilidad y su docilidad, su integración en sistemas de control eficaces y económicos, todo ello quedó asegurado por procedimientos de poder característicos de la disciplinas: anatopolítica del cuerpo humano. El segundo, formado algo más tarde, hacia mediados del siglo XVIII, se centró en el cuerpo-especie, en el cuerpo tránsito por la mecánica de lo viviente y que sirve de soporte a los procesos biológicos: la proliferación, los nacimientos y la mortalidad, el nivel de salud, la duración de la vida y la longevidad, con todas las condiciones que pueden hacerlos variar; todos esos problemas los toma a su cargo una serie de intervenciones y controles reguladores: una biopolítica de la población. Las disciplinas del cuerpo y las regulaciones de la población constituyen los dos polos alrededor de los cuales se desarrolló la organización del poder sobre la vida. El establecimiento durante la edad clásica de esa 183 El papel de la filosofía desde Michel Foucault gran tecnología de doble faz – anatómica y biológica, individualizante y especificante, vuelta hacia las realizaciones del cuerpo y atenta a los procesos de la vida–, caracteriza un poder cuya más alta función no es ya matar sino invadir la vida enteramente298. En otras palabras, frente a la tradicional política de anexión y colonización de territorios, de hacer morir, se plantea el arte de gobernar la vida entera, desde sus ritmos de crecimiento (fertilidad, nupcialidad, natalidad y mortalidad) hasta la actividad de cada individuo, tanto en sus horas de trabajo como en las de ocio. Cabría decir que los ciudadanos, además de ser los depositarios de un conjunto de derechos y deberes, son también sujetos, en el doble sentido del término “sujeto”, es decir, independientes del poder al tiempo que necesitan todos los recursos que éste proporciona para realizar su independencia. La biopolítica se esfuerza por alcanzar un objetivo paradójico, sin duda. Ya hemos afirmado que la modernidad liberal no sólo se encargó del conocimiento y funcionamiento del sujeto de derechos sino que se ocupó del cálculo, de la organización y del manejo de sus fuerzas hasta volverlo dócil y sumiso. Foucault nos presentó un sujeto jurídico, disciplinado y controlado por los juegos de poder. A continuación nos atrevemos a presentar el sujeto como empresario de sí mismo. 298 FOUCAULT, M. Historia de la sexualidad. Op. cit., pp. 168-170. 184 Capítulo 3 La filosofía para ser empresarios de sí mismos o de la construcción del propio señorío Somos plantas –nos guste o no admitirlo– que deben salir con las raíces de la tierra para poder florecer en el éter y dar fruto Altweegg 3.1. La filosofía del talento entre el diagnóstico y la terapia No se equivocaba Heráclito (535-484 a.C.) hace más de 2.500 años al decir que “todo pasa y nada queda”299, “nadie se baña dos 299 Bauman también reflexiona que la modernidad líquida quiere decir sencillamente que estamos inmersos en una realidad en movimiento [...] lo “líquido es lo que no puede conservar su forma y lo que cambia con la mínima presión”. Y así la rapidez, la velocidad del vivir impiden la posibilidad de reflexionar, la acción de la quietud del pensamiento. De esta manera el riesgo se hace consciente y un ingrediente habitual del propio vivir cotidiano. Quedamos continuamente enfrentados al azar y a la sorpresa de una jugada imprevisible. Cfr. BAUMAN, Zygmunt. “Una lectura y escritura crítica e innovadora del pensamiento sociológico en referencia con los proyectos históricos de la modernidad”. En: Anthropos. No. 2006, Barcelona, 2005, p. 1 185 El papel de la filosofía desde Michel Foucault veces en el mismo rio”300, del mismo modo se puede considerar que la realidad es cambiante y para sobrevivir en ésta, es necesario prepararnos para la vida301; de lo contrario, presenciaremos un ser humano desocupado, triste y poco útil para la sociedad, con una vida indigna al no poder resolver cada vez mejor las necesidades cotidianas del hogar, la salud, la educación y la vivienda. Visto así, el hombre es un proyecto frustrado y no hay futuro posible. Construir algo es tarea sin sentido. Pensar es una vergüenza. No es coincidencia que en los tiempos actuales aparezcan movimientos nihilistas302 que predican precisamente el sin sentido y el no futuro, la no comunicación y el aprovechamiento del otro, el rechazo a las instituciones y normas y la predilección por una vida vivida en el vacío. Si no hay salida ni hay sentido todo tiene el sentido del vacío, así lo plantea Cioran (1911-1995): He buscado la geografía de la nada, de los mares desconocidos y otro sol puro del escándalo, de los rayos fecundos; 300 Esta frase significa que, cuando nos sumergimos por segunda vez en un río, el agua que transporta es totalmente nueva y también nosotros hemos cambiado. Por ello, la segunda vez no es como la primera. Cfr. Fragmento 214 “Aguas distintas fluyen sobre los que entran en los mismos ríos. Se esparce y… se junta… se reúne y se separa… se acerca y se va”. KIRK G. y otros. Los filósofos presocráticos: historia critica con selección de textos. Madrid: Gredos, 1994, p. 284 301 Diógenes nos recuerda en su aforismo: “Si se quiere estar preparado para vivir, hace falta la razón o una cuerda”. Cfr. LAERCIO Diógenes. Vidas y opiniones de los filósofos ilustres. Madrid: Alianza, 2007. p. 708. Heidegger, en Ser y tiempo, parágrafo 9, comenta: “elegirse a sí mismo, ganarse y también, perderse”. 302 Por ejemplo el nihilismo vattiniano sostiene que “el nihilismo es su única chance y que el ser como tal ya no queda nada” VATTIMO, Gianni. Más allá de la interpretación. Barcelona: Paidós, 1995. p. 139. Los conceptos vattinianos se pueden resumir en cuatro: no metafísica del ser y abandono del fundamento; concepción de ser como evento débil; rechazo de las formas religiosas naturalistas y disolución de estructuras fuertes y violentas (positivismo y relativismo). 186 La filosofía para ser empresarios de sí mismos o de la construcción del propio señorío he buscado el acunamiento de un océano escéptico donde se ahogarían los axiomas y las islas, el inmenso líquido narcótico y suave y cansado del saber. La idea de la nada no es la apropiada para la humanidad laboriosa: los atareados no tienen tiempo ni ganas de sopesar su polvo; se resignan a las durezas o a las estupideces de la suerte; esperan: la esperanza una virtud de esclavos303. Bajo la perspectiva de Cioran, sentimos la desesperación de quien se ha extraviado y la necesidad de orientación nos parece casi imposible. Cada vez percibimos cómo los hombres prefieren lo accesorio a lo esencial, lo variable a lo constante, lo transitorio a lo perdurable, lo vacilante a lo que es firme, el momento a los largos periodos de tiempo, nuestra propia personalidad insignificante a la responsabilidad de cada uno frente a la sociedad, la herencia del pasado y las promesas del futuro, o como dice el ilustre sociólogo Bauman304, los logros individuales no pueden solidificarse en bienes duraderos porque los activos se convierten en pasivos y las capacidades en discapacidades en un abrir y cerrar de ojos, o como lo dicen Adorno (1903-1969) y Horkheimer (1895-1973): “[…] pero cuando, en tiempos como éstos, la angustia ha llegado al colmo, el cielo se abre y vomita su fuego sobre los ya perdidos”305. Pues bien, frente a la situación pesimista y poco alentadora de nuestro tiempo, es necesario entonces, una filosofía que dé respuesta a nuestra actualidad. ¿Cuál actualidad? ¿cuál es el sentido de esa 303 CIORAN, Emil. Breviario de Podredumbre. Madrid: Tauros, 1977. pp. 78 -164 304 “[…] de lo sólido a lo líquido, de lo maquínico a lo virtual, de lo fijo a lo flexible, de lo necesario a lo contingente, de lo único a lo plural”. BAUMAN, Z. Una lectura y escritura crítica e innovadora del pensamiento sociológico en referencia con los proyectos históricos de la modernidad. Op. cit., p. 3 305 ADORNO, Theodor y Horkheimer, Max. Dialéctica del iluminismo. Buenos Aires: Sur, 1962. p. 261 187 El papel de la filosofía desde Michel Foucault actualidad? Respondemos: una filosofía que formula su propia divisa como diría Kant, su propio precepto, y que dice lo que se tienen que hacer respecto al mejoramiento de la vida humana. Una filosofía del empresario de sí mismo que busque el progreso constante para el género humano. ¿Existe hoy en día tal filosofía?, ¿existió alguna vez?, ¿será preciso que exista algún día? ¿Hay a nuestro alrededor un acontecimiento rememorativo, demostrativo que pronostique un progreso permanente al ser humano? Ante una pregunta similar, Nietzsche formula: “La filosofía reducida a la ‘teoría del conocimiento’, hace de ella una tímida teoría de la epochistik, una doctrina de la abstención sistemática, una filosofía que no se atreve a cruzar su propio umbral y que lleva su escrúpulo hasta el límite de prohibirse la entrada; es una filosofía agonizante, un fin, que inspira compasión. ¿Cómo podría reinar semejante filosofía?”306. Así como la medicina, siendo única para todos los tiempos, advierte, respecto a la salud, de qué modo suceden las cosas pasadas, tanto como las presentes y las futuras, la filosofía tiene que dar cuenta de nuestro propio presente para mejorar nuestra existencia y procurar una vida más digna. Recordemos que el médico bueno antes de formular diagnostica al paciente y lo convence de qué enfermedad sufre, para luego, cambiar sus modos de vida307; en cambio, el médico malo sin escuchar al paciente empieza a prescribir fórmulas. Pero dejemos que el mismo Platón nos lo cuente: At.-También tú sabes que, siendo en las ciudades los enfermos esclavos y personas libres, en casi la mayoría de las oca- 306 NIETZSCHE, F. Más allá del bien y del mal. Barcelona: Edicomunicación, 2000. p. 843 307 Nótese que el médico hipocrático no toma la temperatura ni el pulso del enfermo. En primer lugar observa. La descripción siguiente del paciente de una enfermedad aguda es la famosa descripción de la llamada facies hipocrática (reflejo, generalmente, de un síntoma disentérico). Cfr. HIPÓCRATES, Jones. Tratados hipocráticos I: El pronóstico. Madrid: Gredos, 1990. p. 330. 188 La filosofía para ser empresarios de sí mismos o de la construcción del propio señorío siones, son los médicos esclavos los que tratan a los esclavos, yendo de ronda casa por casa o permaneciendo en sus dispensarios. Ninguno de tales médicos da ni admite ninguna explicación sobre ninguna de las enfermedades de ninguno de los esclavos, si no que ordena lo que le parece por experiencia, como si supiera exactamente, con obstinación, como un tirano, y se marcha, saltando a otro esclavo enfermo. Así facilita a su amo el cuidado de sus enfermos. Por el contrario, el médico libre trata y vigila por lo general las enfermedades de los libres, estudiándolas desde su surgimiento y de acuerdo con su naturaleza. Mientras comparte el tratamiento con el enfermo y sus seres queridos, aprende algo de los pacientes y también en la medida de lo posible lo instruye. No prescribe nada sin haberlo convencido antes por algún medio y, sólo entonces, cuando lo ha tranquilizado por medio de la persuasión lleva a cabo el restablecimiento de la salud. ¿Es mejor el médico que cura de esta o de aquella manera o el entrenador que entrena llevando a cabo su curación única por medio de los dos procedimientos o realizándola de una sola manera, la peor y más ruda de las dos?308. Así pues, el filósofo bueno diagnóstica su época y el mundo en que le tocó vivir, a través de su crítica convence de lo que está mal en la sociedad y propone consejos para mejorar la existencia de los demás, “[…] vana es la palabra del filósofo que no remedia ningún sufrimiento del hombre. Porque así como no es útil la medicina si no suprime las enfermedades del cuerpo, así tampoco la filosofía si no suprime las enfermedades del alma”309. 308 PLATÓN. Diálogos. Leyes IV. 720a. Madrid: Gredos, 1999. p. 383. 309 EPICURO. Fragmentos y testimonios escogidos, 2. En: Sobre la felicidad. Introducción y traducción de Carlos García Gual. Bogotá: Norma, 1995, p. 13 189 El papel de la filosofía desde Michel Foucault En consecuencia, es tarea de la filosofía incorporar a sus reflexiones una propuesta del empresario de sí mismo, esto es, un conocimiento del hombre ligado a sus habilidades, talentos, intereses, experiencias, comportamiento, esfuerzo y conocimiento de sí mismo para obtener un mayor rendimiento y productividad en las organizaciones. Esta filosofía, claro está, no apunta a preguntarse: ¿Qué es el hombre? Muchos filósofos dieron ya la respuesta; por ejemplo, el hombre es un animal político, diría Aristóteles; un bípedo implume, afirma graciosamente Platón; un animal razonable lo pensaban los estoicos y después los escolásticos; un ser creado, como diría Tomás de Aquino; un ser que ríe (Rebeláis); que piensa (Descartes); que juzga (Kant); que trabaja (Marx); que crea (Bergson); un ser dominado y atado por el poder (Foucault); o como lo sintetiza Röpke: “un campo exterior en el que los hombres no son competidores, productores, negociantes, consumidores, miembros de sindicatos, accionistas, ahorradores e inversionistas, sino pura y simplemente hombres, que no viven sólo de pan; miembros de familia, vecinos, feligreses, compañeros de trabajo, habitantes de un municipio y seres de carne y hueso, con el acervo eternamente humano de ideas y sentimientos de justicia, honor, altruismo, espíritu de solidaridad, de paz, de exacto desempeño de su función, de belleza y armonía de la naturaleza”310. 310 RÖPKE Wilhelm. La crisis social de nuestro tiempo. Madrid: El buey mudo. 2010, p. 67. Más adelante el autor nos comenta: “La enfermedad que viene padeciendo en grado creciente la sociedad de los países occidentales desde hace más de cien años consiste en un proceso de desmenuzamiento y de apelotamiento que destruye la estructura social al que se ha denominado “masificación”, cuya comprensión por amplios círculos de opinión ha sido facilitada por el libro de Ortega y Gasset la Rebelión de las masas en forma que, sin duda, requiere todavía alguna corrección. Toda sociedad sana y sólidamente constituida posee una estructura auténtica con muchas gradaciones intermediarias; por fuerza está jerárquicamente edificada (es decir, organizada según la importancia de la función social, la capacidad y las dotes de mano de cada uno (en forma que cada individuo tiene la dicha de saber el lugar que ocupa”. Ídem. 190 La filosofía para ser empresarios de sí mismos o de la construcción del propio señorío Nuestras preguntas claves: ¿Cómo se construye a sí mismo? ¿Cómo diseña su propia existencia? ¿Qué virtudes necesita todo sujeto que quiere ser empresario de sí mismo? ¿Por qué no aspirar también a una “plena alimentación”, a aún “pleno vestido”, o a una “plena diversión”? ¿Qué se puede esperar del hombre como empresario de sí mismo? ¿Cuál es su interés en la vida? ¿Cómo maximizar sus ingresos? ¿Cómo optimizar la relación ganancia/pérdida? Estos interrogantes nos conducen finalmente a la pregunta ontológica del presente: ¿Dónde estamos? ¿A dónde vamos? ¿A dónde queremos y, sobre todo, adónde debemos ir? Parafraseando a Kant se diría: lo que puede, debe y espera de sí mismo. Para responder a tan complejos interrogantes nos atrevemos a proponer la siguiente tesis: la salud, la buena prosperidad económica y la felicidad dependen de la inversión que se haga en las personas. La lógica del capitalismo es la lógica de la ganancia. Bien sabemos que el capital físico o financiero en nuestro medio es importante, pero, el capital humano, o la inversión* en las personas es la clave del progreso de la humanidad. En este mismo sentido comenta Becker Gary, premio nobel de Economía: Se han realizado estudios que muestran que si se trata de explicar el crecimiento económico de las distintas naciones del mundo, es esta inversión en capital humano la que se muestra como el primer factor que contribuya a explicarlo. Incluso los países que comenzaron en situaciones de pobreza las décadas de los setenta y los ochenta pero que invirtieron grandes cantidades en su gente, muestran unas tasas de crecimiento mucho más rápidas que los otros países parecidos que no hicieron están inversión en el capital humano311. * Hoy el concepto de inversión tiene que ver con la idea de beneficio. 311 BECKER, Gary. “La inversión en talento como valor de futuro”. En: Capital Humano. No. 153, (Mar. 2002) p. 24. 191 El papel de la filosofía desde Michel Foucault Esta sencilla observación nos indica que se debe invertir sumas considerables en las personas, no solo durante su educación escolar por medio de la escuela y no únicamente al comienzo de su vida laboral, sino a lo largo de sus vidas, ya que el conocimiento es un valor que se desprecia. Pero para ilustrar mejor lo comentado supongamos que un profesional en informática formado hace más de diez años, cuando lo único que se enseñaba era programación de D.O.S o Windows 97, en este momento no sería capaz de desempeñar su carrera adecuadamente a menos que pusiera al día sus conocimientos mediante una educación continua. Esta reflexión nos lleva a plantear que las inversiones tienden a descender con la edad de los individuos, ya que cuanto más elevada sea ésta, menos años quedan para recibir los rendimientos anuales; además los costes tienden a ser menores cuanto más joven sea el individuo, porque el valor del individuo asignado a la inversión es menor cuando es joven que cuando se tiene más edad. La anterior reflexión nos conduce a preguntar: ¿qué significa habilidad, o, más en general, talento?, ¿cómo se traduce en valor económico una persona de talento? Estas preguntas tienen un puente entre la economía, la sicología y la filosofía; su alcance es tan vasto que no se espera encontrar respuesta, sino tan sólo dejar planteado el problema; sin embargo, digamos que un individuo talentoso que ha recibido una formación especial de sus padres y una excelente educación superior posiblemente tendrá mayores ingresos que otros individuos no calificados. Se sabe perfectamente que la cantidad de horas pasadas por una madre de familia junto a su hijo, cuando éste aún está en la cuna, serán muy importantes para la constitución de un capital humano elevado, y que el niño tendrá mucha más capacidad de adaptación sí, en efecto, sus padres o su madre le han dedicado una cantidad de horas que si le han dedicado muchas menos. Frente a este mismo tema Richard Sennett señala: Aquí lo único que cuenta es la clase. Un hijo de la élite se puede permitir el lujo de la confusión estratégica; un hijo de 192 La filosofía para ser empresarios de sí mismos o de la construcción del propio señorío masas, no. Es más probable que el primero tenga más oportunidades en virtud del origen familiar y las redes educacionales; el privilegio disminuye la necesidad de trazar estrategias. [...] Durante la Gran Depresión, los individuos creían en un remedio personal para la inutilidad más allá de cualquier panacea del gobierno: sus hijos debían educarse y adquirir una habilidad especial gracias a la cual siempre serían necesarios, siempre tendrían empleo. Éste es el escudo que se busca también hoy, pero, una vez más, ha cambiado el contexto. En la “sociedad de las habilidades”, muchos de aquellos que se encuentran en paro son educados y tiene formación personal cualificada, pero el empleo al que aspiran ha migrado a lugares del mundo en los que la fuerza de trabajo es más barata. De modo que se necesita una clase completamente distinta a la de las habilidades312. Así pues, la gente necesita un talento de vida que sirva de sostén a su existencia, se enorgullece de su habilidad para algo específico y valora las experiencias por las que ha pasado. En otras palabras, el hombre a través de su talento busca multiplicar su dinero para vivir bien. Recordemos que en el evangelio de Mateo313, Jesús comentó la parábola de los talentos, para analizar los frutos que puede producir una persona con cierto talento y en un determinado tiempo. Vale la pena recordarla: un hombre que iba a partir a tierras lejanas reunió a tres servidores para entregarles sus pertenencias. Al primero le dio cinco talentos de oro, al otro le dio dos y al tercero solamente uno, a cada cual según su capacidad. Pasó el tiempo, y el señor vino a pedir cuentas: el que recibió cinco, negoció y le dio otras cinco; lo mismo hizo el que recibió dos, negocio y dio otras dos; pero el que recibió 312 SENNETT, Richard. La cultura del nuevo capitalismo. Barcelona: Anagrama, 2007. pp. 72, 75. 313 Biblia Latinoamericana. Mateo 25. Op. cit., p. 74 193 El papel de la filosofía desde Michel Foucault sólo una, debido a su cobardía y al miedo en negociar le entregó la misma moneda. El patrón calificó a este último de inútil y holgazán que debía de ser despedido, porque al que produce se le dará y tendrá en abundancia, al que no produce se le quitará hasta lo que tiene. Pero aún tenemos que añadir: En el libro II de La República, Sócrates insiste a Glaucón y a Trasímaco que cada individuo ha de especializarse en un determinado oficio porque ha nacido con un talento diferente. Veamos: No extraño lo que dices, porque en el mismo momento de explicarte así, se ha fijado mi pensamiento en que no todos nacemos con el mismo talento, y que uno tiene más disposición para hacer una cosa y otro la tiene para otra. ¿Qué dices a esto? Que soy de tu dictamen. -¿Cómo irán mejor las cosas, haciendo uno solo muchos oficios, o limitándose cada uno al suyo propio? -Irán mejor si se limita cada uno al suyo propio. - Es también evidente, a mi parecer, que una cosa se frustra cuando no está hecha oportunamente. - Eso es evidente. -Porque la comodidad de la obra no depende del obrero, sino que es el obrero el que debe acomodarse a las exigencias de su obra. - Sin contradicción. - De donde se sigue que se hacen más cosas, mejor y con más facilidad, cuando cada uno hace la que le es propia en el tiempo debido y sin cuidarse de todas las demás314. 314 PLATÓN. La República: Barcelona: Edicomunicación. S.A. 1999, p. 72 194 La filosofía para ser empresarios de sí mismos o de la construcción del propio señorío Platón hace más de 2400 años insistió cómo las personas nacen con un talento para realizar ciertas cosas específicas y están llamados a especializarse en un campo de saber. En este sentido podemos decir que sólo triunfarán las personas que se han preparado, de lo contrario, están condenas al fracaso y a quedar frustradas sus obras o proyecto de vida. No podemos pedirle a un músico que gobierne bien la ciudad porque ese no es su talento, para eso está el político de profesión. Volviendo a nuestro asunto, digamos que los padres educados van a cultivar en el niño un capital mucho más elevado que quienes no tienen el mismo nivel cultural. Una familia rica de altos ingresos y de un capital humano elevado, tendrá por proyecto económico inmediato y racional la educación, distinto a una familia de escasos recursos económicos. Más aún, cuanto más elevados son los ingresos menos numerosas son las familias y esa conducta obedece a factores no económicos de orden moral, ético, y cultural. Pero nuestra racionalidad no nos permite aceptar tal juicio, pues entre mayores ingresos más hijos, pero menos calificados, pues se sabe que en las familias pobres la transmisión y la formación del capital humano poco importa. Frente a este asunto Gary comenta: La conclusión empírica más importante es, probablemente, que las personas con mayores niveles de educación y de formación casi siempre ganan más dinero que los demás. Esto es cierto en países desarrollados tan distintos como Estados Unidos y la Unión Soviética, en países subdesarrollados como la India y Cuba, y en los Estados Unidos hace cien años, al igual que hoy en día. Lo que es más, muy pocos países, o quizá ninguno, han logrado un período sostenido de crecimiento económico sin haber invertido sumas importantes en su fuerza de trabajo. Por otro lado, la mayor parte de los estudios que han intentado evaluar cuantitativamente las contribuciones al crecimiento han asignado un papel importante a la inversión en capital humano315. 315 BECKER Gary. El capital humano: Un análisis teórico y empírico referido fundamentalmente a la educación. Madrid: Alianza Editorial, 1983. p. 22 195 El papel de la filosofía desde Michel Foucault Este interés por el capital humano nos lleva a descomponer la vida de los individuos en diferentes etapas. Somos conscientes, que la primera formación que recibe el individuo es en la unidad familiar (el tiempo consagrado de los padres a sus hijos); la segunda, la brinda la institución educativa (tiempo dedicado a la educación); la tercera etapa, es la vida productiva de redistribuciones, tiempo dedicado al mercado laboral. En el curso de esta búsqueda, el rendimiento económico de los hogares dependerá de las inversiones que se hagan en los hijos, inversión en capacitación y educación. Esto quiere decir, que el individuo una vez descubierto su talento, necesita un tiempo apropiado para prepararse y desenvolverse en una ocupación; de lo contrario, su vida no será tan grata y próspera. En otras palabras, el empresario de sí mismo, tendrá pues, como reto, durante toda su vida adquirir nuevas calificaciones y conocimientos para perfeccionar su arte mientras trabaja, sólo de esta manera podrá adquirir mejores ingresos. Por ejemplo, un profesional licenciado recibirá más ingresos que un joven bachiller. Lo mismo podemos decir que un profesional con título de doctor, trabaja menos y obtiene mayores ingresos que un especialista. La teoría explica que el individuo que ha decidido prepararse deja de tener ingresos por un cierto tiempo, pero, sabe que una vez que se ha doctorado, sus ingresos se triplicarán. Para ilustrar mejor lo disertado supongamos que un docente de pregrado trabaja ciento veinte horas al mes en una institución superior recibe mensualmente dos salarios mínimos; mientras que el individuo con título de doctor en la misma institución recibe seis salarios mínimos laborando, tan sólo veinte horas al mes. Es por esto que, los recursos incorporados a los individuos en capital humano, educación y capacitación, permiten ingresos mayores para la buena vida. Además de esto, en una convocatoria pública para un puesto de gerente o profesor universitario, a la cual asisten varios candidatos, de los que se seleccionan los mejores; dichos preseleccionados conforman equipos de juego que va eliminando a los perdedores. Las empresas y las universidades sólo contratarán los mejores. En fin de cuentas, la vida guiada por los talentos, nos ha permitido entrar en la filosofía, encontrar habitación en ella, comportarnos 196 La filosofía para ser empresarios de sí mismos o de la construcción del propio señorío según su modo, es decir, “filosofar”. Los talentos son la condición de posibilidad para hacer de nuestra vida algo mejor. El filósofo está llamado a descubrir el ser en los talentos. Entonces, para llevar una vida autentica, equilibrada y moderada es necesario filosofar, des- cubrir en la cotidianidad los talentos. Becker a pesar de que no es filósofo, está pensando en esta misma línea: En una economía cerrada, el crecimiento de la población está completamente determinado por las tasas de natalidad y de mortalidad. En los países desarrollados las técnicas de control de natalidad son bien conocidas, por lo que sus tasas de nacimiento están determinadas por variables socioeconómicas más que por capacidades puramente fisiológicas, ya que los niños proveen en placer a sus padres, y que en los países desarrollados los padres hacen grandes gastos en sus hijos, los economistas analizan la formación de familias en los países desarrollados principalmente dentro del marco de la teoría del consumo. En particular, el tamaño de la familia está determinado por el ingreso de los padres, por el costo de criar niños en relación al costo de “otras” mercancías, y por las preferencias316. Resumamos: el capital humano comprende habilidades, experiencias y conocimiento, pero también, personalidad, apariencia, reputación y credenciales. Son todos estos factores los que permiten mejorar la productividad para obtener mayores ingresos. El autor antes citado comenta: Muchos trabajadores incrementan su productividad adquiriendo nuevas cualificaciones y perfeccionando, mientras trabajan, otras que ya poseían. Presumiblemente la productividad futura sólo puede mejorar mediante un coste, ya que en caso contrario existiría una demanda ilimitada de formación. 316 Ibíd., p. 202. 197 El papel de la filosofía desde Michel Foucault Los costes incluyen el valor asignado al tiempo y al esfuerzo de los aprendices, la <<enseñanza>>, que otros proporcionan y el equipo y los materiales que se utilizan. Estas partidas son costes, porque de no haberse utilizado para incrementar la producción futura podrían haber sido utilizadas para obtener producto en el presente. El gasto y el tiempo dedicados al aprendizaje dependen, en parte, del tipo de formación, se gasta más y durante un periodo más largo de tiempo, en un residente médico que en un mecánico, por ejemplo317. Aun más todavía: una vez se han descubierto las capacidades innatas de una persona, es necesario desarrollarlas en etapas, por impulsos irregulares. El ensayo y error nos lleva al mejoramiento de tareas rutinarias. En música, por ejemplo, un niño prodigio sólo se convertirá en artista maduro equivocándose de vez en cuando y aprendiendo de los errores. La perseverancia y la constancia son otros elementos clave para cumplir nuestros sueños. Cuántas de nuestras más caras ilusiones terminan desmoronadas porque nos falta persistencia, porque no tenemos coraje o la fuerza para seguir machacando o golpeando; frente al primer tropiezo, tiramos la toalla. Sabemos con seguridad de personas que comenzaron con un pequeño negocio, pero con la suficiente dedicación lograron convertirlo en una marca afamada o en una potente empresa. Y en todos ellos, cuando uno lee las entrevistas o se familiariza con sus textos autobiográficos, descubre que la clave o el secreto de tales logros siempre estuvo atravesado por la persistencia, por la constancia, por la esperanza, por el no resignarse, por el no cejar en el empeño. Todas esas personas, y hasta nosotros mismos, hemos alcanzado ciertas metas porque no hemos dejado apagar la vela de nuestra perseverancia. Hemos dejado a un lado la filosofía de lo efímero, de la pereza y la cobardía y hemos optado por la dedicación, el trabajo y la persistencia. Sin embargo, es de aclarar que, en una institución de 317 Ibíd., p. 29 198 La filosofía para ser empresarios de sí mismos o de la construcción del propio señorío funcionamiento acelerado, el aprendizaje en tiempo reducido resulta difícil. Son demasiado intensas las presiones a favor de la producción rápida de resultados; lo mismo que en los exámenes en el campo de la educación, lo mismo que en el lugar del trabajo, la ansiedad por el tiempo hace que la gente tienda a rozar apenas las cuestiones y no se detenga en ellas. Hemos hecho hincapié en los talentos de las personas, sin embargo, repitámoslo: esos talentos tienen que estar acompañados de relaciones humanas. No es extraño que la gente con más conocimiento institucional esté en puestos bajos de jerarquía de la empresa. En las fábricas los encargados de taller tienen más dominio de éste que sus jefes, que son oficinistas; en las oficinas, el conocimiento institucional se halla en la secretaria y los asistentes personales, y en los hospitales hemos sabido que las enfermeras tienen mayor competencia burocrática que los médicos para quienes trabajan. Si las cosas son así, las personas talentosas necesitan tener amigos, familiares y clientes para dar a conocer su profesión. Cada vez que empezamos un nuevo trabajo, tenemos la obligación de hacer más de lo pedido, a veces es necesario fingir que no sabemos, para que el jefe nos diga lo que hay que hacer y qué es lo que él quiere. Frente a este mismo asunto Sennett comenta: Todas las relaciones sociales necesitan tiempo para desarrollarse; un relato vital en el cual el individuo sea importante para los demás requiere una institución con la misma longevidad que una vida personal. Por cierto, los individuos movidos por una compulsión interna pueden pasarse la vida maniobrando para conseguir una posición en esas instituciones. Pero la mayoría de los adultos aprenden a domar la bestia de la ambición; no vivimos sólo para eso. Las jaulas de hierro han enmarcado el tiempo de convivencia con otras personas318. 318 SENNETT, Richard. La cultura del nuevo capitalismo. Op. cit., p. 36 199 El papel de la filosofía desde Michel Foucault Todo lo anterior nos lleva a postular que el empleo de por vida desapareció por las relaciones humanas entre amigos y enemigos, más aún: cuando dejamos a un lado las “relaciones” humanas para ser sustituidas por “transacciones” económicas. Por ejemplo, todo profesor catedrático en Colombia sólo tiene trabajo por prestación de servicio, cuando ha terminado el contrato, si no tiene amistades, queda despedido. Así pues, la diversidad de talentos individuales nos lleva a postular un trabajo grupal, un interés colectivo. El punto es entender, por ejemplo en una orquesta cómo un gran número de actores individuales que hacen cosas diversas y de diverso valor expresivo tocan juntos. En este sentido, la música se convierte en un campo de investigación sobre la cooperación y el interés común. De ahí la necesidad de re-educarnos constantemente, nunca sabremos cuáles de nuestros talentos se quedaron sin descubrir y cuáles otras de nuestras cualidades apenas lograron asomar o despuntar en nuestra vida. Por eso necesitamos avanzar en el cuidado de nuestro ser. Y así es como progresamos en el trabajo o en nuestra profesión. Es un error suponer que con algunos años de vida o de estudio ya se logró completar nuestra formación o que muchas zonas de nuestra personalidad con el mero pasar del tiempo ya lograron su completa maduración, cuando la experiencia nos evidencia que se trata de todo lo contrario. Entonces, los dones que la vida nos ha regalado no podemos dilapidarlos o, lo que es más grave, pasar nuestra existencia sin habernos preocupado de favorecer su crecimiento o fortalecer su desarrollo. Recordemos que sólo a través de nuestros talentos lograremos producir lo mejor de nuestras cosechas. 3.2 El retorno al sujeto de interés: una práctica económica En consecuencia de lo anterior, el hombre es no sólo un sujeto puro de derechos, sino de intereses, un ser que siempre busca ganancia en todo acto que realiza. Su destino es trabajar para obtener ingresos que le permitan vivir cómodamente. Y si cada sujeto busca su propio 200 La filosofía para ser empresarios de sí mismos o de la construcción del propio señorío interés, seguramente encontrará el bienestar colectivo. El ejemplo clásico de esta teoría la encontramos en Adam Smith319. Veamos: Cuando se trata de nuestros intereses, todo nuestro anhelo es adquirir dinero, y luego que lo tenemos no hallamos ya dificultad en emprender otras adquisiciones. En consecuencia, de la segunda función o de ser medida del valor permutable, apreciamos todas las demás cosas o mercadería por la cantidad de moneda por que pueden ser permutadas. De un hombre rico solemos decir que tiene mucho dinero, y de un hombre pobre que tiene muy poco. De un económico y ahorrador, o de uno que desea enriquecerse, suele decirse que es muy amante del dinero; y de un generoso o de un gastador, que lo mira con indiferencia. El enriquecerse y juntar moneda, la riqueza y el dinero, se tiene en el lenguaje vulgar por dos términos sinónimos por todos respectos320. Como vemos, el interés personal que Smith pone en el centro de la conducta humana es la ganancia individual producto del trabajo. Hay ingresos porque trabajamos, en este mismo sentido podemos decir: no puede haber ingresos sin el trabajo. Uno es bueno en su empleo si hace más de lo que se espera. Así pues, lo que da riqueza en Smith no es la producción agrícola ni el intercambio de mercancías, ni el oro ni la plata, sino el trabajo de cada individuo. Recordemos, que por la culpa de Adán y Eva al romper el pacto con Dios, Adán y su descendencia se vieron obligados a trabajar la tierra para poder sobrevivir. Así surgieron el primer trabajo y el primer empleo. Para Adán, trabajo equivalía a castigo. Ésta es la lección del Génesis. No es extraño que sean tan horribles las mañanas de los lunes. 319 SMITH, Adam. La riqueza de las naciones. Libro IV. Capítulo I. Barcelona: Ediciones Orbis, S.A. 1983, p. 162. 320 Ibíd., p. 162 201 El papel de la filosofía desde Michel Foucault No cabe duda que fue el trabajo productivo el que ha mejorado la calidad de vida de los seres humanos. Muchas madres cabeza de hogar han dejado sus hogares y sus cocinas para ir a trabajar a las fábricas porque no tenían nada con que cocinar. Los jóvenes que no tienen posibilidad de ir a la universidad trabajan porque no quieren morirse de hambre. Los adultos trabajan para tener techo, vestimento y alimentos. En este sistema capitalista, donde cada individuo buscar ganar, se tiene la condición de ser pobre o rico. Von Mises, premio nobel de economía, comenta: Hoy, en los países capitalistas hay una diferencia relativamente pequeña en la vida básica de las llamadas clases altas y clases bajas; ambas tienen techo, vestimenta y alimentos. Pero en el siglo XVII, y aun antes, la diferencia entre el hombre de clase media y de clase baja residía en que el hombre de clase media tenía zapatos y el hombre de clase baja no tenía zapatos. La diferencia que existe hoy en Estados Unidos entre un hombre rico y un hombre pobre sólo significa a menudo la diferencia entre un Cadillac y un Chevrolet. El Chevrolet se puede comprar de segunda mano, pero básicamente presta los mismos servicios a su dueño: él también puede trasladarse de un punto al otro. Más del cincuenta por ciento de la población de Estados Unidos vive en casas y departamentos propios321. Todo lo anterior, nos conduce a preguntarnos: ¿el hombre de hoy a qué tipo de vida debe aspirar? Es de anotar, que es una pregunta difícil de responder, pero todo el tiempo no ha sido así; por ejemplo, Aristóteles, en Ética Nicomáquea322 condena de antemano que los hombres se llenen de avaricia al aspirar demasiadas riquezas, según el estagirita, los hombres libres no deben aspirar más de lo debido y lo 321 VON MISES, Ludwig. Política económica. Argentina: el ateneo, 1993. p. 9 322 ARISTÓTELES. Ética Nicomáquea. Madrid: Gredos, 1985, p. 208 202 La filosofía para ser empresarios de sí mismos o de la construcción del propio señorío necesario para vivir, de lo contrario, son esclavos del dinero. Vemos cómo para el griego la acumulación ilimitada es un vicio que se debe combatir practicando la virtud. Más aún, recomienda que nuestra vida no deba depender del dinero porque nos arruinaría. “En cuanto a la vida de negocios, es algo violento, y es evidente que la riqueza no es el bien que buscamos, pues es útil en orden a otro”323. Por consiguiente, la peor forma de adquirir dinero es la que usa el dinero mismo como fuente de acumulación, o sea la usura. El dinero está destinado a ser usado en el cambio, pero no para acrecentarlo por medio del interés; por naturaleza es estéril y al multiplicarse por medio de la usura, se convierte en la forma más antinatural de hacer dinero. De este modo, queda por plantear: ¿el filósofo contemporáneo tiene que aspirar a las riquezas o al saber? En nuestros días, quizá sea una pregunta que evoque más confusiones que claridad, cuando no más preguntas que respuestas satisfactorias, aunque no siempre ha sido así. En la antigüedad, por ejemplo, para ser filósofo se necesitaba optar por una vida de austeridad en la manera de vivir, puesto que para vivir se necesita poco y, de este poco muy poco. Recordemos que los cínicos no tenían casa, esposa y riquezas. Los hedonistas vivían de acuerdo con la prudencia en los placeres. Los estoicos renunciaban a los bienes materiales para optar por la sabiduría y la moderación: evitar en todo el exceso y el defecto. Por ejemplo, Séneca invita a moderar los deseos y a ponerles su tasa medida, no ser esclavo de ninguna cosa, de ninguna necesidad, de ningún azar, lo cual se traduce en “reducir la fortuna a términos de equidad”324. En otras palabras, el filósofo debe vivir sencillamente contentándose con lo necesario: las riquezas y las cuitas materiales se convierten, para quienes buscan la sabiduría, en un obstáculo pues 323 Ibíd., p. 135. 324 SÉNECA. “Cartas a Lucilio. Discurso previo”. Traducción, argumentos y notas de RIBER, Lorenzo. En: SÉNECA. Obras completas. Carta LI, Madrid: Aguilar, 1943, p. 455 203 El papel de la filosofía desde Michel Foucault generan temores innecesarios; la verdadera riqueza es la sabiduría, cultivada desde el ocio, lejos del negocio. El deseo de tener riqueza para el filósofo pasa a un segundo plano en su vida, su preocupación como ya se dijo fue enseñar no a discutir sino a vivir, considerar que la verdadera felicidad no está en los bienes temporales sino en la vida contemplativa. El afán de lucro, la usura, la riqueza desproporcionada, son condenadas por Santo Tomás de Aquino en su Suma Teológica325. De hecho, el lucro debe ser moderado y puede considerarse como compensación de un trabajo. Lo que no se acepta es el préstamo con interés, puesto que la cosas sólo tienen valor de uso, no valor de cambio. Los alimentos y el dinero, no pueden producir más de lo que son en sí. Si se hace esto, se convierten en animados, lo cual alteraría el orden de las causas naturales. Qué tal que el dinero devenga una cosa viva326. Esto quiere decir que la riqueza no se puede distribuir, sólo concentrarse. Volvamos a retomar la pregunta: ¿el filósofo debe aspirar a los bienes temporales? Intentaremos aquí, dar una respuesta satisfactoria: el filósofo con el saber que ha adquirido y el talento que ha descubierto tendrá que buscar las riquezas materiales, así lo plantea Séneca: Más no es pobreza aquella que es alegre; no es pobre el que tiene poco, si no el que ambiciona más. Pues, ¿qué importa cuánto caudal encierre en su arca, cuánto en sus graneros, cuánto ganado apaciente o cuantos préstamos haga, si codicia lo ajeno, si calcula no lo adquirido, sino lo que le queda por adquirir? ¿Preguntas cuál es el límite conveniente a las riquezas? Primero tener lo necesario, luego lo suficiente327. 325 AQUINO, T. Suma teológica, 2-2, q. 77, 4.62. Madrid: Moya y Plaza Editores, 18801883. 326 Ibíd., 2-2, q. 78 327 SÉNECA. Epístolas morales a Lucilio. Libro 1, epístola 2. Madrid: Gredos, 1986, p. 99 204 La filosofía para ser empresarios de sí mismos o de la construcción del propio señorío Así pues, la vida filosófica del empresario de sí mismo nos lleva no sólo a pensar nuestra realidad sino a superar la pobreza material y optar por una vida de ganancia individual. En esta teoría el deseo de tener dinero y la codicia dejaron de ser vicios para convertirse en virtudes; el trabajo individual funda el bienestar social. La filosofía de los talentos nos conduce a dos responsabilidades, la primera, cuidar de sí a través del dinero, y la segunda, cuidar de los otros a través de la solidaridad. En este sentido, el filósofo es como un rey, puesto que se gobierna a sí mismo y es capaz de gobernar a los otros. Pero para ilustrar mejor lo comentado, remitámonos a los trabajos de Bernard Mandeville (1670-1733)328. Según este autor, en una colmena rica y poblada, abundante en toda clase de bienes, había una queja extendida por la falta de honradez que en ella imperaba. Desde los jueces hasta los sacerdotes, todos perpetraban injusticias y atropellos; incluso quienes los sufrían engañaban también. Los comerciantes medraban a fuerza de aumentar los precios y bajar la calidad de sus productos. Pero eso creaba un intercambio comercial muy dinámico, que atraía abejas de otras colmenas para comprar y vender. Todo este tinglado estaba protegido por un fuerte ejército, cuyos soldados defendían a la colmena de ataques externos, pero también se aprovecharon de su fuerza para cometer todas las exacciones que podían. En consecuencia, gracias a la trampa, al fraude, a la lujuria, la avaricia, al engaño, al orgullo, al lujo y la corrupción se generaba la prosperidad de la colmena y el equilibrio de los demás colmenas, puesto que los vicios privados producían virtudes públicas. Sin embargo, todas las abejas clamaban honradez y justicia, “¡Dios mío, si tuviésemos un poco de honradez!”, de modo que los 328 MANDEVILLE, Bernard. La fábula de las abejas, o los vicios privados hacen la prosperidad pública. Madrid: FCE, 1997. Según Hayek, después de doscientos cincuenta años, las obras de Mandeville no gozan de buena reputación, simplemente por la mala interpretación que se ha hecho del autor. Cfr. HAYEK Friedrich. El DR. Bernard Mandeville. En: Nuevos estudios de filosofía, política, economía e historia de las ideas. Madrid: Unión editorial, 2007. pp. 307-326 205 El papel de la filosofía desde Michel Foucault dioses se compadecieron de ellas, la justicia empezó a funcionar eficazmente, de manera que las cárceles ya no daban de sí para guardar a los más notorios estafadores y maleantes. Los médicos dejaron de enviar pacientes al extranjero y sólo curaban con sus propios medicamentos. Nadie cobraba más de aquello que las cosas valían. Los deudores pagaban a los acreedores hasta las deudas que estos ya habían olvidado. Pero nadie volvió a pedir nada prestado. Total, el comercio se vino abajo. Los precios de las casas y las tierras decayeron. Los bebedores no volvieron a la taberna, nadie volvió a vestir con prendas de oro, el cortesano terminó con su amante. La pobreza comenzó a extenderse, de modo que miles de abejas tuvieron que partir hacia otras colmenas para buscar su sustento bendecidas de contento y honradez. En definitiva las virtudes privadas acabaron por traer a la colmena todo tipo de males públicos. Como vemos son los intereses individuales y egoístas lo que crean el interés común. En otras palabras, el interés común exige que cada quien sepa entender el suyo propio y sea capaz de obedecerlo sin trabas, puesto que cada hombre está dotado de una variedad de talentos y habilidades. Si se los junta, cada uno encontrará su lugar y dará lo mejor para que la sociedad funcione. No se equivocaba Adam Smith al afirmar que cuando la gente sigue su propio interés, su propio lucro, su propiedad privada, su propio egoísmo, todos ganan. Es decir, para que exista una ganancia colectiva cada contribuyente tiene que buscar su propia ganancia. La mano invisible, intercede para que las cosas sean así. Queda otro problema por resolver: ¿si cada individuo busca el mayor provecho posible para sí mismo, cuál es entonces, la tarea del gobierno? En la lógica de Adam Smith, el sistema natural sólo conoce tres deberes propios de gobierno que, si bien de gran importancia, son “llanos y comprensibles para el entendimiento común”. El primero es el deber de la defensa contra la agresión extranjera; el segundo, el deber de establecer una buena administración de justicia; y el tercero, sostener obras e instituciones públicas que no serían sostenidas por ningún individuo o grupos de individuos por falta de una ganancia 206 La filosofía para ser empresarios de sí mismos o de la construcción del propio señorío adecuada. Paz en el interior y el exterior, justicia, educación y un mínimo de empresas públicas de otro tipo, tales como carreteras, puentes, canales y puertos, son todos los beneficios que puede otorgar el gobierno. Fuera de eso, la “mano invisible” en más eficaz. Veamos: Todo hombre, con tal que no viole las leyes de la justicia, debe quedar completamente libre para abrazar el medio que mejor le parezca a los fines de buscar su modo de vivir, y que puedan salir sus producciones a competir con las de cualquiera otro individuo de la naturaleza humana. El soberano vendrá a excusarse de una carga para cuya expedita sustentación se hallará combatido de mil invencibles obstáculos, pues para desempeñar aquella obligación estaría siempre expuesto a mil engaños, cuyo remedio no alcanza la más sublime sabiduría del hombre. Ésta es la obligación de entender en la industria de cada uno en particular, y de dirigir la de sus pueblos hacia la parte más ventajosa a sus intereses, cosa que aun los mismos que lo practican con un lucro inmediato suelen no acabar de penetrar. Según el sistema de la libertad negociante, al Soberano sólo quedan tres obligaciones principales que atender, obligaciones de gran importancia y de la mayor consideración, pero muy obvias e inteligibles: la primera, proteger a la sociedad de la violencia e invasión de otras sociedades independientes; la segunda, poner en lo posible a cubierto de la injusticia y opresión de un miembro de la república a otro que lo sea también de la misma, o la obligación de establecer una exacta justicia entre sus pueblos; y la tercera, la de mantener y erigir ciertas obras y establecimientos públicos, a que nunca pueden alcanzar ni acomodarse los intereses de los particulares o de unos pocos individuos, sino los de toda la sociedad en común, por cuanto no obstante que sus utilidades recompensen superabundantemente los gastos al cuerpo general de la nación, nunca satisfarían esta recompensa si los hiciese un particular329. 329 SMITH, Adam. La riqueza de las naciones. Op. cit., pp. 454-455 207 El papel de la filosofía desde Michel Foucault No debemos olvidar, que el autor de las Riquezas de las naciones es también autor de Teoría de los sentimientos morales330 y que no podemos entender las ideas económicas del uno sin algún conocimiento de la filosofía del otro. Según Smith, la conducta humana es movida naturalmente por seis motivaciones: el egoísmo, la conmiseración, el deseo de ser libre, el sentido de la propiedad, el hábito del trabajo y la tendencia a trocar, permutar y cambiar una cosa por otra. Dados estos resortes de la conducta, cada hombre es, por naturaleza, el mejor juez de su propio interés y debe, por lo tanto, dejárselo en libertad de satisfacerlo a su manera. Si se le deja en libertad, no sólo conseguirá su propio provecho, sino que también impulsará el bien común. Este resultado se consigue porque la Providencia ha organizado la sociedad según un sistema en que prevalece un orden natural. Las diferentes motivaciones de la conducta humana están equilibradas tan cuidadosamente, que el beneficio de un individuo no puede oponerse al bien de todos. El amor propio va acompañado de otras motivaciones, especialmente de la conmiseración, y las acciones que de ahí resultan no pueden sino implicar el provecho de los demás en el de uno mismo. Esta creencia en el equilibrio natural de las motivaciones llevó a Adam Smith a su famosa aseveración de que, al buscar su propio provecho, cada individuo es conducido por una mano invisible a promover un fin que no entraba en su propósito. Smith, en efecto, se preguntaba si el individuo no favorecía así el interés de la sociedad de modo más eficaz que si se propusiera hacerlo. “Nunca he sabido –dice– que hiciesen mucho bien aquellos efectos a trabajar por el bien público”331. Así pues, la lógica capitalista es clara en plantear que la maximización de la ganancia individual genera el bienestar social, y en este sentido, se proporciona el mayor beneficio a la humanidad. Al ganar tanto dinero como sea posible, nos ha de llevar a mejorar la vida de 330 SMITH, Adam. La teoría de los sentimientos morales. Madrid: Alianza, 1997 331 Ídem. 208 La filosofía para ser empresarios de sí mismos o de la construcción del propio señorío todas las personas, a satisfacer nuestra vanidad. De ahí que no podemos asegurar que el lucro personal conduzca al mal social, tal como la plantea el profesor Raúl López Upegui: “El capitalismo como sistema de producción, distribución y consumo nos ha alienado en dirección a su razón de ser: la mercancía; se nos ha disciplinado para vivir en torno a ella bien porque seamos sus productores o bien porque seamos sus receptores consumidores con una extensión hoy planetaria”332. Repitamos de nuevo: el interés propio es un criterio de igualdad, en el punto de partida, que está integrado en un conjunto de intercambios entre individuos, quienes respetan el valor del interés de cada uno. Nadie es responsable de la suerte y las circunstancias que ayudan a unos a realizar sus intereses y otros a fracasar en su intento. Existe un sistema impersonal que favorece unos proyectos y desfavorece a otros, pero nadie es responsable más que de su propio interés. La armonía de esos intereses no depende de la voluntad de nadie, es una propiedad del sistema de intercambios entre individuos que alcanzan el bien común, pero sin proponérselo. La regulación de las acciones se produce de una forma espontánea, que hace a los individuos libres de toda responsabilidad. Por otro lado, preguntémonos: ¿Qué valores y prácticas pueden mantener unido al empresario de sí cuando se fragmentan las instituciones en que vive? ¿qué necesita el empresario de sí mismo para sobrevivir en una empresa que no da seguridad laboral? ¿Cómo descubrir nuevos talentos en un mercado inestable? Sennett nos da la solución al plantear tres desafíos: El primero tiene que ver con el tiempo, pues consiste en la manera de manejar las relaciones a corto plazo, y de manejarse a sí mismo, mientras se pasa de una tarea a otra, de un empleo a otro, de un lugar a otro. Si las instituciones ya 332 LÓPEZ UPEGUI, Raúl. “La respuesta ética: una necesidad impostergable”. Medellín: Revista Círculo de Humanidades. No. 26, 2007. p. 107 209 El papel de la filosofía desde Michel Foucault no proporcionan un marco a largo plazo, el individuo se ve obligado a improvisar el curso de su vida, o incluso a hacerlo sin una firme conciencia de sí mismo. El segundo desafío tiene que ver con el talento: cómo desarrollar nuevas habilidades, cómo explorar capacidades potenciales a medida que las demandas de la realidad cambian. Prácticamente, en la economía moderna muchas habilidades son de corta vida; en la tecnología y en las ciencias, al igual que en formas avanzadas de producción, los trabajadores necesitan reciclarse a razón de un promedio de entre ocho y doce años. El talento también es una cuestión de cultura. El orden social emergente limita contra el ideal del trabajo artesanal, es decir, contra el aprendizaje para la realización de una sola cosa realmente bien hecha; a menudo este compromiso puede ser económicamente destructivo. En lugar de esto, la cultura moderna propone una idea de meritocracia que celebra la habilidad potencial más que los logros del pasado. De ahí deriva el tercer desafío. Se refiere a la renuncia; es decir, a como desprenderse del pasado. Recientemente, la jefa de una dinámica empresa afirmó que en su organización nadie es dueño del puesto que ocupa y en particular que el servicio prestado en el pasado no garantiza al empleado un lugar en la institución. ¿Cómo responder positivamente a esta afirmación? Para ello se necesita un rasgo característico de la personalidad, un rasgo que descarte las experiencias vividas. Este rasgo de personalidad da un sujeto que se asemeja más al consumidor, quien siempre ávido de cosas nuevas, deja de lado bienes viejos aunque todavía perfectamente utilizables, que al propietario celosamente aferrado a lo que ya posee333. Pues bien, el individuo es un producto del mercado que lo demanda y necesita, cuanto más gana por su propia cuenta, más incre- 333 SENNETT, Richard, La cultura del nuevo capitalismo. Op. cit., pp. 11, 12 210 La filosofía para ser empresarios de sí mismos o de la construcción del propio señorío menta el volumen de la riqueza nacional. “La felicidad es un continuo progreso en el deseo; un continuo pasar de un objeto a otro. Conseguir una cosa es sólo un medio para lograr la siguiente”334. Con esto queremos decir, que los sujetos individuales viven, sienten, se transforman y mueren por el mercado. Su deseo es vivir cómodamente como lo entiende Hobbes335, y el deseo es mejorar su condición, como lo entiende Adam Smith. Según esta idea, al tener un ingreso mínimo, todos los individuos estarían en condiciones de conseguir educación, atención médica y pensiones. Pero aún queda un problema por resolver: ¿la constitución del cuerpo influye en los talentos de las personas? 3.3 La administración de la casa y los cuidados del cuerpo Para mejorar el capital humano, el empresario de sí tiene que deliberar sobre qué tipo de persona escoger para el matrimonio; de hecho una persona alta, bonita, con unas medidas proporcionales, buscará otra persona con las mismas características físicas, o muy parecidas para la procreación. Aquí la belleza natural, expresa o comunica su gusto a otros para ser objeto de admiración, complacencia, reconocimiento y estima social. El interés empírico en lo bello, en la cosmética, es un ingrediente decisivo en la relación positiva que el individuo establece consigo mismo y, al mismo tiempo, una manera de testificar esta relación positiva ante los otros. Foucault comenta: Para ser más claro, esto querrá decir que, dada mi constitución genética, si deseo tener un descendiente cuya constitución sea por lo menos tan buena como la mía o mejor, en la medida de lo posible, deberé además procurar casarme 334 HOBBES, Thomas. Leviatán. Trad. Carlos Mellizo, tomo I. Barcelona, Altaza, 1994. p. 109 335 Este deseo se da en forma serena y desapasionada, arraiga en nosotros y nos acompaña hasta la tumba. 211 El papel de la filosofía desde Michel Foucault con alguien cuya constitución genética también sea buena. Y supongo que advertirán con toda claridad que el mecanismo de producción de los individuos, producción de niños, puede encontrar toda problemática económica y social a partir de la cuestión de la escasez de buenas constituciones genéticas. Y si uno quiere tener un hijo cuyo capital humano sea elevado, entendido simplemente en términos de elementos innatos y elementos adquiridos, necesitará hacer una completa inversión, vale decir, haber trabajado lo suficiente, tener ingresos suficientes, tener un estatus social tal que le permita tener por cónyuge o coproductor de ese futuro capital humano a alguien cuyo capital propio sea importante. Les digo esto y, en última instancia, no se trata en absoluto de una broma; es simplemente una forma de pensamiento o una problemática que en la actualidad se encuentra en estado de emulsión336. Una vida dedicada al disfrute de la belleza del cuerpo337 es, ante todo, un proyecto creativo del empresario de sí mismo, si estamos con una persona talentosa y con un cuerpo atractivo no nos mejoraría la vida, pero sí, nos incitaría a pensar las utopías personales de cada individuo y nos induciría a un auto mejoramiento. Sabemos que lo más importante en la vida y en el trabajo es convertirnos es algo que no éramos, de ahí que insistamos en las prácticas de sí mismos sobre los cuidados del cuerpo con tal de agradar y complacer a otros. “La disposición del cuerpo para los otros a través del vestido, el adorno, el maquillaje, la decoración de la vivienda, la adquisición de utensilios que no sólo valen por su función, sino también por el placer y el agrado que proporciona su uso o su mera visión. Todo esto expresa que la belleza empírica, que es distinta a la belleza libre (la del arte y la de 336 FOUCAULT, Michel. Nacimiento de la biopolítica. Op. cit., p. 268 337 El profesor Porfirio Cardona ofrece un estudio interesante sobre la filosofía de cuerpo. “Cfr. CARDONA, Porfirio. Ética política estética neopragmática. Medellín: Universidad Pontificia Bolivariana, 2011. p. 203 212 La filosofía para ser empresarios de sí mismos o de la construcción del propio señorío la naturaleza) es una forma no solo de llenar el vacío de la naturaleza, sino también ordenarla (cosmética) para la vida social”338. En este mismo sentido, Nietzsche comenta: “Ni el pintor ni el escultor expresan la idea de hombre; creerlo es una imaginación y una ilusión de los sentidos: es la tiranía de los ojos la que nos domina cuando nos expresamos de tal manera, porque los ojos sólo ven del cuerpo humano la superficie, la piel; el interior del cuerpo pertenece a la vida339. En la sociedad actual, tener un cuerpo esbelto, joven, perfecto y saludable facilita alcanzar el paraíso terrenal de la riqueza, fama y éxito laboral, y lo mismo podernos afirmar que un cuerpo feo e imperfecto es fuente de anulación social e individual, es ir en contravía de las demandas de la cultura dominante. Ello justifica la proliferación de clínicas estéticas, que reproducen cuerpos celestiales deseados por la sociedad de consumo. Es de advertir, que el culto no es al cuerpo sino a una de sus partes. De hecho un abdomen plano está por encima de unos pulmones sanos. El colon está en desventaja ante una nariz respingada. Los senos grandes y armoniosos priman más que un corazón sano. Frente a este asunto, Bauman nos comenta: Hasta hace poco tiempo, era una rama de la medicina que vegetaba en los márgenes de la profesión como un centro de reparaciones, un último recurso para esos pocos hombres y mujeres que habían sido cruelmente desfigurados por una combinación aberrante de genes, por quemaduras que no cicatrizaban o marcas que no desaparecían. Hoy, es el instrumento de rutina para la construcción perpetua del yo visible de los millones de personas que pueden costearla. Verdaderamente perpetua, pues la creación de un look “nue- 338 RUIZ GARCÍA, Miguel. “Estética y consumo”. En: Recepción y apreciación del arte y la estética. CARDONA RESTREPO, Porfirio y SOLÓRZANO, Augusto. Medellín: Universidad Pontificia Bolivariana, 2011. p. 22 339 NIETZSCHE, Friedrich. Humano demasiado humano. Op. cit., p. 1595 213 El papel de la filosofía desde Michel Foucault vo y mejorado” ya no se considera algo excepcional […] La cirugía plástica no se relaciona con la remoción de imperfecciones o con lograr la forma ideal que la naturaleza nos ha negado, sino con no perder el ritmo del veloz cambio de los estándares, con mantener el propio valor del mercado y descartar una imagen que ya ha rendido toda su utilidad y sus encantos, para poder instalar en su lugar una nueva imagen pública: un paquete que combina (si hay suerte) una nueva identidad con un nuevo comienzo340. Así pues, una vez más podemos repetir: el dinero es el medio necesario para gobernar, administrar, regir y dirigir la casa. El empresario de sí mismo es un excelente piloto conduciendo su familia, no sólo cuidando del cuerpo de sí y de los otros sino que cuida de las cosas útiles para su mujer e hijos. Es conocedor de los lugares de los que se va ocupar. Por ejemplo, sabe muy bien qué negocio es el que le produce mayor ingreso y le permite ahorrar. No derrocha su dinero en cosas innecesarias, sólo en lo necesario. Tiene claro que los gastos no pueden ser mayores que sus ingresos. No sé equivocaba Aristóteles al decir que “los amos deben levantarse antes que los esclavos y acostarse más tarde; y una casa, igual que una ciudad, nunca deben estar sin vigilancia: y lo que es necesario hacer no debe dejarse a un lado ni de día ni de noche. Y levantarse por la noche, esto es provechoso para la salud, para la administración doméstica y para la sabiduría”341. El empresario de sí conversa consigo mismo, su vida interior le dice que tipo de mujer le conviene para su vida. Una mujer que respeta las reglas de juego de su esposo, está atenta a los cuidados de la casa, acompaña al marido tanto en la prosperidad, como en la adversidad, 340 BAUMAN, Z. Vida de consumo. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. 2007. p. 139 341 ARISTÓTELES. Económicos. Gredos, S.A: Madrid, 1984, p. 259 214 La filosofía para ser empresarios de sí mismos o de la construcción del propio señorío no se deja corromper por las malas amistades, procura siempre una dieta equilibrada en el hogar, mantiene una armonía entre alimento y fuerza, alimento y salud, alimento y belleza, alimento y energía, alimento y crecimiento. Es fiel, leal y justa en la hora de honrar a su esposo. Bajo esta perspectiva “prestarán atención a sus hijos, a sus amigos, a sus bienes y a la casa entera como posesión común que es, luchando en colaboración uno al lado del otro, para lograr en lo común un mayor patrimonio y que cada uno sea más virtuoso y recto, dejando de lado la arrogancia, y administrando con justicia y de forma sencilla y benigna: así cuando lleguen a la vejez, y estén libres de prestar servicios a los demás y de la solicitud de las pasiones y placeres que se dan en la juventud, podrán uno tras otro responder a sus hijos cuál de los dos es considerado administrador de más bienes en la casa; y sabrán entonces que lo malo fue debido a la mala suerte y lo bueno a sus virtudes342. El empresario de sí mismo cuida a sus hijos, los educa recta, justa y respetuosamente para que sean hombres de bien. Por ejemplo, el hijo recién nacido no es entregado a cualquier niñera sin educación y formación, su cuidado está en el seno de su propia madre. Son los hijos legítimos los encargados de custodiar en la vejez al empresario de sí, por tal razón, se cuida de no tener hijos por fuera del matrimonio. No se equivocaba Cornelio Tácito (c. 55-120) al plantear que: Pues antaño los hijos nacidos de madre honrada no se criaban en el cuartucho de una nodriza alquilada, sino en el regazo y en el seno de su propia madre, y ésta tenía como principal motivo de orgullo velar por la casa y ser una esclava para sus hijos. Se elegía alguna pariente de edad, y a sus probadas y comprobadas costumbres se confiaba toda la prole de la misma familia. En su presencia no se permitía nada que pudiera parecer expresión grosera o acción vergonzosa. Con una virtud que infundía respeto, moderaba incluso los 342 ARISTÓTELES. Económicos. Op. cit., p. 311 215 El papel de la filosofía desde Michel Foucault esparcimientos y juegos de los niños, no ya sólo sus aficiones e inquietudes. Así se ocupó Cornelia, la madre de los Gracos, de la educación de sus hijos –según se nos ha dicho– y consiguió que llegaran a ser personajes de primera fila; y lo mismo hizo Aurelia con Cesar y Acía con Augusto. Este rigor en la disciplina tenía como mira el que las cualidades individuales, puras e intactas y sin desviarse por ninguna corrupción, se lanzasen abiertamente al cultivo de las artes nobles y, ya se inclinase su vocación a la milicia, ya a la ciencia jurídica o a la oratoria, se dedicara sólo a un campo y penetrara en él hasta sus últimas consecuencias. Pero ahora el niño recién nacido se entrega a cualquier criadilla griega, a la que se agregan uno o dos siervos del montón, en general los peores e incapaces para ningún quehacer serio. Aquellas almas tiernas y sin cultivar se impregnan al instante de los chismes y aberraciones de esta gente y nadie en toda la casa se preocupa de lo que diga o haga en presencia del joven dueño. Es más, ni siquiera sus mismos padres acostumbran a los pequeños a la honradez ni a la modestia, sino a la broma y a la chacota, medios a través de los que, poco a poco, penetra furtivamente la falta de pudor y el desprecio de lo propio y de lo ajeno. Me da la impresión que se contraen casi en el vientre de la madre los vicios exclusivos y peculiares de esta ciudad: me refiero a la afición por el teatro y el entusiasmo por los espectáculos de gladiadores y de caballos; ocupado y obsesionado por ellos, ¿qué resquicio deja el ánimo para ocupaciones más dignas?, ¿cuántos hallarás que en casa hablen de alguna otra cosa?, ¿qué otras conversaciones sorprendemos en los jóvenes al entrar en las salas de lectura? Ni siquiera los maestros mantienen con sus oyentes otro tema de conversación más frecuente; no atraen a sus discípulos con el rigor de sus enseñanzas ni dando muestras de su talento. Se valen de los saludos y del cebo de las lisonjas. 216 La filosofía para ser empresarios de sí mismos o de la construcción del propio señorío Excluyo los rudimentos de la educación, en los que tampoco se trabaja casi nada. Ni en el estudio de los autores, ni en el progreso hacia el conocimiento del pasado, ni en las nociones de hechos, hombres o épocas se aplica el esfuerzo suficiente; se busca, en cambio, a los que llaman retóricos. Como a continuación voy a referirme cuando se introdujo esta profesión en la ciudad y cómo no tuvo ningún prestigio entre nuestros antepasados, es necesario que fije la atención en aquella disciplina que, así se nos ha dicho, utilizaron aquellos oradores cuyos libros encierran su inmensa labor, su cotidiana reflexión y su práctica asidua en todo tipo de estudio343. Todo lo anterior, nos lleva a plantear la ética del empresario de sí mismo, ésta no es normativa, institucional ni racional, sino individual y particular, invita a los individuos a construirse y transformarse a sí mismos, mediante prácticas cuotidianas que ellos mismos tienen que inventar para resistir a la dominación y para practicar la libertad. O mejor, para inventarse a sí mismos. La filosofía como práctica de vida y guía para vivir mejor, nos conduce a analizar la reflexión ética del empresario de sí. 3.4 La ética y estética: una misma práctica de sí Si la vida es problemática, debes cambiar la manera en la que vives Shusterman Richard La ética del empresario de sí mismo a la cual nos debemos referir y por qué no, también aclamar, es aquella que intenta crear modos de subjetivación, es decir, nuevas formas de habitar el mundo, más allá de la forma y la sustancia, de la práctica y la teoría. Esta ética cuestiona y transforma al sujeto en algo distinto. Como diría Foucault: 343 Cfr. CORNELIO, Tácito. Diálogos sobre oradores. Madrid: Gredos, 1981, pp. 200, 201, 202 217 El papel de la filosofía desde Michel Foucault D´abord, une invitation á remettre en question la catágorie du sujeto, sa suprématie, sa fonctión fondatrice. Ensuite, la convictión qu´ une telle opération n´ aurait eu aucun sens si elle restait limitée aux spéculations; remettre en question le sujet signifiait expérimenter quelque chose qui aboutirait á sa destruction réelle, á sa dissociation , á son explosión, á son retournement en tout autre chose344. De eso se sigue a la práctica de sí, referida a aquellas éticas grecolatinas que se conocieron con el nombre de epiméleia heautoü (griego) o cura sui (latín) –que traduce “cuidado de sí mismo” –, no son un simple ideal filosófico sino una práctica cotidiana concreta para cuidar de sí (ética); cuidar de otros (política); cuidar de las cosas (ciencia). En efecto, el sujeto que cuida de sí invita a construir nuestra propia identidad, a cimentar nuevos valores que guíen nuestra vida, a ser más libres de lo que logramos imaginar, sin necesidad de un fundamento exterior que nos imponga cómo debemos actuar, pensar y obrar. De esta manera, nuestra vida es una obra de arte que brilla y resplandece por sí misma sin que nadie le atribuya una categoría ajena. Al respecto, Nietzsche, en La Gaya ciencia, comenta: “pero nosotros queremos ser lo que somos: los hombres únicos incomparables, los que se dan leyes a sí mismos, los que se crean a sí mismos”345. Visto así, el empresario de sí mismo debe enfrentar los pequeños problemas, interrogar las evidencias y los postulados, examinar los hábitos, las maneras de pensar y actuar del común de la gente, y, 344 Ante todo, una invitación a cuestionar la categoría del sujeto, su supremacía, su función fundadora. Luego, la convicción de que tal operación no tendría ningún sentido si permaneciese limitada a las especulaciones; cuestionar el sujeto significaba experimentar algo que conduciría a su destrucción real, a su disociación, a su explotación, a su conversión en algo muy distinto. Cfr. FOUCAULT, M. Dits et écrits II, 1976-1978. Paris: Gallimard. p. 867 (Traducción al español del autor). 345 NIETZSCHE, Federico. La gaya ciencia. Buenos Aires: s.i. 1949, p. 335 218 La filosofía para ser empresarios de sí mismos o de la construcción del propio señorío por qué no, de lo que no es común para la misma gente. Entonces, lo que el empresario de sí mismo debe hacer es un croquis topográfico y genealógico para luchar contra las formas del poder, allí donde éste es a la vez el objeto y el instrumento del saber, de la verdad, de la conciencia y del discurso. Es en estos escenarios cotidianos –la familia, la universidad, la fábrica, la cárcel– donde se deben dar las resistencias, de diferentes maneras, ya sea de acuerdo con la estrategia del adversario o el blanco del poder. Por tanto, la resistencia debe ser móvil, cambiante, violenta, frontal, oscura, activa, fluida. Las formas de resistencia son variables: pueden ser orgánicas o espontáneas, pacíficas o violentas, permanentes o esporádicas, colectivas o individuales. Pero siempre, las resistencias suceden como respuestas específicas a los micro-poderes, los cuales existen interrelacionados en el marco más amplio constituido por el campo estratégico del poder346. A causa de ello, el empresario de sí no debe seguir planteando las preguntas concernientes a solucionar los problemas, en el sentido de decir: “Ésta es la única solución”, pues su función será la de replantear con máximo rigor posible los problemas, adentrarse en ellos, hacerlos visibles para la conciencia social, no para su egoísmo, debe demostrarlos y mostrarlos en una complejidad clara que logre callar a los profetas, legisladores y consejeros, a todos los que hablan por los otros, en nombre de los otros347. No se trata exclusivamente de encon- 346 FOUCAULT, citado por CEBALLOS, Héctor. Foucault y el poder, México: Coyoacán, 2000. p. 41 347 La tarea del intelectual comprendía tres funciones: profetizar, legislar y aconsejar, y la realizaba según la función correspondiente. La tarea del intelectual profeta que se atestigua en el Antiguo Testamento era la de anunciar la promesa del Reino y denunciar las injusticias que se cometían, ya no en el paraíso sino en la tierra. […] Hacer las leyes para guiar a los hombres era el encargo del filósofo intelectual 219 El papel de la filosofía desde Michel Foucault trar soluciones sino también de provocar dudas e incertidumbres con principios estables, tampoco se trata de ver reformadores, menos aún presidentes salvadores, que con su insensata obligación de decir “esto es lo que hay que hacer” reproducen el más perdido error del deseo. El empresario que cuida de sí mismo debe lograr una armonía entre el mundo de la vida y el mundo de las ideas (muy cercano al académico); contrario a esta tesis, hay sujetos que afirman conocer la verdad y por ello la imponen, mientras que en su vida son personas desequilibradas, injustas y muchas veces déspotas, y en todo momento egoístas. No se equivocaba Ezequiel, al afirmar que los pastores que enseñan la buena doctrina, pero dan mal ejemplo, son un poco como ovejeros que bebieron agua clara, pero, debido a sus pies sucios, corrompieron el agua de la que hacen beber a las ovejas a su cargo348. Así pues, esta filosofía es para quienes quieren escucharla, a través de los signos mostrados; se trata de reconocer que todos somos emromano. Tal fue el caso de Cicerón (106-43 a. C), quien defendió la idea de la existencia de una ley natural de característica universal y eterna que gobernara la vida de los hombres y de los pueblos en todas las épocas. […] Finalmente, la función del filósofo griego fue la de aconsejar en el Ágora el mejor gobierno de la polis bajo los tres principios que eran: parrhesía (decir verdad), isegoría (igual derecho a hablar) e isonomía (igual participación en el poder). En consecuencia, Platón comprendió que únicamente la filosofía podría tener éxito en el nuevo nacimiento del Estado, porque el filósofo era el único ser capaz de dar razones y argumentos definitivos para organizar una república justa y feliz”. Cfr. CERÓN, William. El compromiso de los intelectuales entre lo universal y lo específico. En: ALMARIO, Óscar y RUIZ, Miguel Ángel. “Escenario de reflexión las ciencias sociales y humanas a debate”. Medellín: Universidad Nacional de Colombia, 2006, pp. 240-242 348 18 ¿Así que no les basta con pastar en un buen potrero? ¿Por qué han pisotean el resto del pasto? Si toman agua clara, ¿por qué han enturbiado el resto con sus pies? 19 ¿Acaso mis ovejas tienen que ramonear lo que ustedes pisotearon, y tomar lo que enturbiaron los pies de ustedes? 20 Por eso, esto dice Yahvé: juzgaré tanto las ovejas gordas como a las flacas. Cfr. Biblia Latinoamericana. Ezequiel. Op. cit., p. 851 220 La filosofía para ser empresarios de sí mismos o de la construcción del propio señorío presarios de sí mismos, de analizar los dotes y habilidades que se posee para su venta en el mercado, para ello se necesita que cada individuo logre persuadir de lo que posee, de prescripciones, y diga lo que hay que hacer. Terminemos, pues, nuestra investigación con los seguros del empresario de sí mismo, última condición de posibilidad para la construcción de sí mismo. 3.5 Los seguros del empresario de sí mismo No es posible ser realmente libre si no se tiene seguridad, y la verdadera seguridad implica a su vez la libertad Bauman Hemos afirmado que los talentos, el lucro y las relaciones personales nos brindan cierta seguridad en la vida. Sin embargo, en estos momentos inevitables del vivir cotidiano, en una especie de ontología de lo cotidiano, se ha propuesto al individuo como empresario de sí mismo, no como un puerto seguro contra la incertidumbre, el desempleo y el aislamiento, sino como una pequeña embarcación que puede dar luces en medio del caos, la penumbra y la oscuridad del agreste mar violento que es la vida. Pues bien, frente a las extremas adversidades: vejez, paro, enfermedad, hambre, indigencia etcétera, el empresario de sí mismo, debe por lo tanto haber dilucidado las medidas previsoras oportunas contra el riesgo. Tener seguridad social349, por si en algún momento existe incapacidad para el trabajo debido a una causa distinta de la edad, o simplemente para disfrutar de cierto grado de bienestar en la vejez. Los jubilados viven felizmente de sus ahorros. El estar afiliado a una EPS, da el derecho de estar protegidos contra las enfermedades. Es el aporte obligatorio que hace un afiliado de una empresa al Estado. La mayoría de los países del mundo tiene estos dos seguros, la seguridad social y la salud. 349 221 El papel de la filosofía desde Michel Foucault El seguro de enfermedad permite la asistencia médica para prolongar la vida y evitar los sufrimientos. ¿Qué pasa entonces con las personas que no están asegurados? Recordemos que las hadas guardianas, protectoras o cuidadoras se encuentran siempre presentes en las adversidades y ayudan a vencer los obstáculos a sus protegidos. Dentro de los cuentos infantiles se recurren a ellas constantemente como el hada madrina o protectora. Apolo, el dios de la música, la profecía, la poesía y la sanación, protegía a sus seguidores contra los animales salvajes, el aburrimiento y la enfermedad, aunque también podía desencadenar epidemias y “flechar” a sus enemigos con enfermedades. Más allá del mito y la leyenda podemos introducirnos en el mundo sagrado y presentar una rápida visión que nos lleva al mundo de la protección y el cuidado basado en la fe y el martirio; Así, a Santa Águeda que le cercenaron sus pechos le atribuyeron el cuidado y la protección de los enfermos de tumores de mama; Santa Lucía cuida muy bien de los enfermos de los ojos, pues ella sufrió del martirio de la ceguera; Santa Apolonia quien fue torturada hasta que le arrancaron su dentadura, es patrona de los odontólogos y cura el dolor de las muelas. En este ámbito donde también se visualizaron los ángeles como seres protectores y cuidadores, por excelencia, no sólo del cuerpo sino del espíritu. La infancia de muchos de nosotros se vio enriquecida por una oración que imploraba cuidado permanente al ángel de la guardia: Ángel de la guarda mi dulce compañía, no me desampares, ni de noche ni de día hasta que me pongas en paz y alegría, con todos los santos, Jesús, José y María. Pues bien, el empresario de sí mismo debe estar atento a los diferentes riesgos de la vida, para que con su trabajo y sus ingresos pueda tener distintos seguros que le den cierta estabilidad y seguridad. Entonces, el Estado, deberá cifrarse en la búsqueda de mecanismo de control que permitan al empresario trabajador alcanzar seguridad económica en la edad de jubilación. De tal manera, que él no se convierta en una carga fiscal para el Estado y la sociedad. De ahí la importancia de la cultura del ahorro para la seguridad social futura. 222 La filosofía para ser empresarios de sí mismos o de la construcción del propio señorío El filósofo convertido en empresario de sí mismo, cultivando su vida cotidiana y diaria, gozando el gozo de existir es lo que hemos querido presentar a lo largo de la investigación. La vida filosófica que hemos plasmado en esta tesis es un modo de constituirnos a nosotros mismos en algo que no lo éramos o en algo que queremos llegar a ser, sólo de esta manera nos alejaremos de la filosofía inútil que aboga en las aulas de clase, o como lo dice Theoreau: “Tenemos profesores de filosofía, pero no filósofos”350, o a la incitante Carta 33 de Seneca: “sacar agua del propio pozo –aliquid et de tuo profer”351. 350 HADOT, Pierre. La philosophie comme maniére de vivre. Paris: Albin Michel, 2001, p. 179 351 SÉNÉQUE. Lettres a Lucilius. XXXIII. 2V. Madrid: Gredos, 1989-1993, p. 7 223 El papel de la filosofía desde Michel Foucault 224 Algunas conclusiones La genealogía del sujeto en Michel Foucault nos permitió criti- car el sujeto sumiso, obediente y sin derechos, dado por el soberano. Mientras el problema del poder se formule en términos de soberanía, frente a ésta no puede existir el hombre como tal, sino únicamente la noción jurídica del sujeto de derecho. El orden jurídico da vida al hombre como tal. Esto quiere decir que el hombre en un régimen monárquico es una creatura hecha a imagen y semejanza del soberano; éste, a través de su reinado puede dar vida, pero también aniquilarla. Por medio del suplicio, los inocentes confesaban la realización de un delito que no cometieron con tal de no seguir con el sufrimiento. Es más, la soberanía no sólo implica el ejercicio del poder sobre un determinado territorio, sino un ejercicio de poder sin gobierno, sin vigilancia, sin disciplina. El derecho público en el periodo medieval permitió, además de fijar la soberanía, fijar la dominación, la obediencia y la sujeción de los sujetos. En este sentido, el derecho no fue simplemente un arma manejada hábilmente por los monarcas, sino el modo de manifestación y la forma de aceptabilidad del sistema monárquico. Por ejemplo, si un individuo cometió una infracción contra otro, se debe reparar la falta no sólo al afectado sino al soberano. El procurador por medio de la indagación era el encargado de resolver el crimen, el delito o el pleito. 225 El papel de la filosofía desde Michel Foucault La problemática del sujeto, nos permitió andar por los senderos del asunto del poder, muy distantes de la concepción jurídica del poder y de la concepción marxista. En la primera, el poder es un bien que alguien tiene y puede ceder para formar el Estado. En la segunda, el poder es el mal que aliena y explota al ser humano. Frente a estas dos posiciones, Nietzsche y Foucault plantean analizar el poder desde la guerra real y conflictiva de luchas y batallas. La guerra precedió el nacimiento de los Estados modernos; la paz, el orden, la riqueza y las leyes son el resultado de la guerra primitiva y permanente; el orden civil es un orden de batalla. El discurso histórico político permitió refutar las tesis de la guerra hipotética del general prusiano Karl von Clausewitz y el padre del Estado moderno Thomas Hobbes. La verdad será pronunciada por el conquistador o el guerrero, que funda una verdad ligada a la relación de fuerza, y no por ciertos filósofos que desde la racionalidad pugnan por la verdad como adecuación entre el pensamiento y la realidad. Para Nietzsche los valores estéticos de la vida, la belleza y la valentía, estarán por encima del sufrimiento, el amor al prójimo y la rutina del trabajo humano. Para que una sociedad funcione armónicamente es necesario que unos manden y otros obedezcan, unos se sacrifiquen y otros se beneficien. Los aristócratas deben gobernar, la muchedumbre debe obedecer; es en este sentido donde se conserva la especie humana. La aparición del liberalismo nos presentó un sujeto con derechos, poseedor de dignidad humana, con capacidad productiva para el sistema, vigilado y controlado por el sistema. Un sujeto que habla, produce y obedece. De ahí que no sea extraño decir que el sujeto es algo reciente que se potenció con la tecnología positiva del poder capitalista, al prolongar y maximizar la vida humana. El liberalismo busca formar o mejor controlar la conducta de los sujetos para el trabajo, sólo a partir del control del tiempo y el espacio en la producción es posible la riqueza de las naciones. No acepta que somos libres, sino que da las herramientas necesarias para serlo. 226 Algunas conclusiones Si tenemos dinero, hay libertad para comprar, vender, pasear. El análisis de las libertades nos llevó a la seguridad. Hay seguridad porque hay peligro. ¿Cuál peligro? La escasez, las epidemias, los temblores, el desempleo, la enfermedad, el robo; frente a todas estas categorías es necesario crear controles de seguridad. Recordemos que la lucha de clases empieza por un enfrentamiento de los cuerpos, se lucha por el espacio, por la producción, por el protagonismo. El judío, el turco, el indígena, son algunos ejemplos de esta lucha. Para Foucault el poder invadió la vida a partir del siglo XVII bajo dos formas principales: la primera, la anatomopolítica del cuerpo humano, y consiste en el control del tiempo, el espacio y la vigilancia permanente, hasta convertir al cuerpo en una máquina funcional útil y eficiente en la producción. La norma, el examen y la ley contribuirán a ese propósito. El segundo, hacia mediados del siglo XVIII, se centró en el cuerpo-especie, en el cuerpo transido por la mecánica de lo viviente y que sirve de soporte a los procesos biológicos: la proliferación, los nacimientos y la mortalidad, el nivel de salud, la duración de la vida y la longevidad, con todas las condiciones que pueden hacerlos variar; todos esos problemas los toma a su cargo una serie de intervenciones y controles reguladores: una biopolítica de la población. En consecuencia, sólo habrá paz entre Estados y un enriquecimiento reciproco, correlativo, más o menos simultáneo de todos los Estados de Europa cuando el Estado gobierne bien a sus poblaciones. El control de la mortalidad, la natalidad, la riqueza de sus habitantes son ejemplo de esta teoría. En este sentido podemos decir que las disciplinas del cuerpo y las regulaciones de la población constituyen los dos polos alrededor de los cuales se desarrolló el Estado moderno. Queda entonces preguntarse: ¿las disciplinas permitieron el surgimiento del capitalismo? ¿Sólo puede haber capitalismo si hay disciplinas? ¿Qué hacer con los individuos no disciplinados? ¿En qué período de la historia aparece la producción y reproducción de la vida? La tarea de la filosofía es, entonces, diagnosticar cómo la vida humana ha sido gobernada por el poder. Quien inició esta tarea fue 227 El papel de la filosofía desde Michel Foucault Nietzsche, pero, Foucault creó el concepto de biopolítica, es decir, el poder que administra la totalidad de la vida. Frente a la ansiedad y las preocupaciones de la vida: el hogar, la educación, la salud, la vivienda, es necesario una filosofía que responda a los intereses personales. Es una preocupación situada en el orden de la posesión. La tarea es invitar a cada individuo a descubrir sus talentos y los valores que orientan su vida para buscar la vida buena y feliz. Los talentos son entonces la condición para filosofar. Se trata de tomar conciencia de que para sobrevivir y ser un sujeto exitoso, es necesario ciertas prácticas de sí tales como: la formación que los padres brindan a sus hijos, sus cuidados, su educación, la escogencia de los mejores maestros. La filosofía se preocupa, entonces, de lo que verdaderamente le conviene al ser humano. En primera instancia apunta a conocer quiénes en verdad somos nosotros, cuál es nuestro ser verdadero, o más bien, cómo dirigirnos. Un mejoramiento de sí mismo. Esto nos permitió liberar al sujeto de las preocupaciones cotidianas que muchas veces nos dominan. En este sentido, la filosofía debe apuntar al cuidado de sí del presente, no del futuro ni del pasado. Actuamos en el hoy, el espíritu no mira ni hacia adelante ni hacia atrás, sólo al presente de nuestra felicidad. En otras palabras, frente al temor y las preocupaciones que atormentan a los hombres nos queda tres caminos: el primero, vivir como los estoicos y cristianos depositando toda nuestra fe en la providencia que nos custodia. Se trata entonces de un ejercicio espiritual del sujeto con una divinidad. El segundo, trabajar y cotizar una pensión, que asegure una vejez feliz. Esto quiere decir que el empresario de sí tiene un contacto directo con el Estado y el mercado, son estos elementos donde debe aprender a moverse para buscar siempre una ganancia permanente. El tercero, el sujeto puede vivir mejor si construye desde la estética de la existencia, un modo de vida autentico más allá de los poderes establecidos. Cada uno es artista de su propia vida. Sabe muy bien qué le conviene para poder habitar poéticamente este mundo que le tocó vivir. Si bien, el sujeto es producto de las formas de objetivaciones discursivas o institucionales, intentamos hacer una lectura desde las 228 Algunas conclusiones prácticas de subjetivación. El sujeto como empresario de sí, cuida de sí y de los otros, responde con rectitud y firmeza ante los sucesos del mundo, elabora su propia conducta. Sabe deliberar, juzgar y decidir lo que mejor le conviene. Practica la escritura de sí, busca línea de fuga a la opresión y dominación. Y ante todo, el trabajo teórico lo escribe a partir de su propia experiencia. Por ejemplo, el hombre de la parrhesía que analizamos necesita tener coraje, valentía y riesgo de vida o muerte para defender la verdad. Frente a la adulación, la retórica y la hipocresía de nuestra sociedad, es necesario tener y formar parrhesiastas. Es de aclarar que Foucault no se propone elaborar una filosofía sino escribir de nuevo una historia que, en parte, es la filosofía. Una filosofía que promueva el sujeto de la mayoría de edad kantiana. Un sujeto que piense por sí mismo sin necesidad de un fundamento que le diga que se debe hacer, obrar y esperar. Salga de la minoría de edad y busque su propia libertad y autonomía en el presente. Un sujeto ilustrado es el que se dice a sí mismo lo que tiene hacer: inventarse todos los días para hacer de su vida una obra de arte. A través del autoexamen, la escritura, la meditación y demás de las técnicas de sí, se moldea a sí mismo en algo que no era. Cuida de sí para ejercer un buen gobierno en la casa, evitando la dominación y generando espacio de libertad. Sabe sacar provecho a las dificultades. Practica el cuidado de la amistad, la franqueza y la prudencia, valores perdidos en nuestra sociedad. En este sentido podemos afirmar que la filosofía en Foucault tiene más éthos que logos. La lectura foucaultiana de los antiguos filósofos de Grecia y Roma, permitió dotar al sujeto de cierto poder para batirse en la vida. “Insertarse en el mundo en lugar de arrancarse de él, explorar sus secretos en lugar de rehuirlos y volverse hacia los secretos interiores: he ahí en qué consiste la virtud del alma”352. El saber filosófico clásico tenía como 352 SÉNECA. Epístolas morales a Lucilio. Carta 66. Citado por FOUCAULT. Hermenéutica del sujeto. Op. cit., p. 269. 229 El papel de la filosofía desde Michel Foucault fin orientar la vida, en casi todas su obras, Foucault nos recuerda que, muy frecuentemente, en la antigüedad se denominaba filósofos a personas que no habían escrito ninguna obra, pero que habían conducido su vida de forma reflexiva, sabia y que, por eso se habían convertido en maestros de otras personas que los habían seguido libremente y los habían imitado –el más célebre de todos estos filósofos sin obra, sin duda, fue Sócrates–, y que hubo escuelas filosóficas, que rechazaron la escritura, por ejemplo la cínica, pero no por ello dejaron de ser consideradas filosóficas. La filosofía debe buscar la perfección individual; por ejemplo, las mujeres deben filosofar porque deben “adquirir las mejores costumbres y una honestidad sin mácula, pues la filosofía es la búsqueda de la perfección moral y no otra cosa”353. Sabemos, entonces, que el andar del filósofo no consiste en aplicar razonamientos sino en conseguir que el paciente adquiera su propio ritmo de marcha. La dirección espiritual del maestro con su discípulo está encaminada a sembrar en el alma esas pequeñas semillas, apenas visibles pero capaces de germinar o contribuir a la germinación de las simientes de la sabiduría que la naturaleza ha depositado en nosotros. La filosofía como cura del alma es la que hemos presentado a lo largo de la investigación. Nos queda decir que el cuidado de sí, como caja de herramientas, ha producido un corto circuito en el sistema de poder. Cuidamos de sí para no dominar, pero tampoco para que nos dominen. Cuidamos de sí para disfrutar de sí mismo, con buena salud y para recoger los frutos que hemos sembrado. Finalmente, afirmamos que el cuidado de sí no es una tarea momentánea en la vida, sino que es una obligación de por vida. Si para Deleuze y Guattarí la tarea de la filosofía es crear conceptos, fuimos fieles a este mandato, intentamos por así decirlo crear conceptos propios para entrar en un diálogo con la filosofía. Más aún: 353 FOUCAULT M. L Hermenéutique du sujet. Cour au Collége de France 230 Algunas conclusiones dejamos problemas sin resolver: ¿La ciudadanía sin subjetivación conduce a la normalización? ¿Es posible presentar una subjetividad alterna a la noción jurídica del derecho? ¿Por qué la educación de los países latinoamericanos no invierte en el capital humano? ¿Qué debemos hacer de nosotros mismos? ¿Desde cuándo, hasta cuándo lograremos ser empresarios de sí? 231 El papel de la filosofía desde Michel Foucault 232 Bibliografía ARISTÓTELES. Ética Nicomáquea. Madrid: Gredos, 1985. ____________. Económicos. Gredos, S.A: Madrid, 1984. ____________. La Política. Bogotá: Ediciones Universales. 1998. ÁLVAREZ YAGUEZ, Jorge. Michel Foucault: verdad, poder, subjetividad. La modernidad cuestionada. 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