¿Por qué el FMI critica la política fiscal de EE.UU.?

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EL PAÍS, DOMINGO 24 DE AGOSTO DE 2003
NEGOCIOS 11
ECONOMÍA
¿Por qué el FMI critica la política fiscal de EE UU?
Washington infravalora el impacto del nuevo paquete de recorte de impuestos y los mayores gastos de defensa
cia entre el valor presente de los futuros gastos y de los futuros ingresos, si no cambia la actual política
presupuestaria. En este caso, la
sostenibilidad fiscal sólo se consigue si la diferencia entre las dos
magnitudes es cero. Sin embargo,
estiman que esta forma de medirla no es correcta, ya que podría alcanzarse un desequilibrio cero aumentando el gasto ahora, de forma desproporcionada, y compensándolo por un aumento, también
desproporcionado, de los impuestos a los ciudadanos que nazcan a
partir del año que viene. Lógicamente, ese desequilibrio, a pesar
de ser cero, no sería sostenible, ya
que los futuros contribuyentes se
rebelarían contra una medida tan
injusta y no se obtendrían los ingresos futuros necesarios.
Viene de la página 1
Dicha pregunta no tiene sentido
ya que es bien conocido que dichos informes son redactados por
economistas del FMI, con total independencia de criterio, y que las
reuniones de consulta que, finalmente, tienen las autoridades del
FMI y las del país en cuestión (en
este caso, las que tuvieron el director y subdirector gerente, el jefe
del Hemisferio Oeste y el economista jefe del FMI con el secretario del Tesoro y el presidente del
Consejo de la Reserva Federal) y
el Consejo Ejecutivo del FMI, una
vez que se ha escrito el borrador
del informe, tienen muy poco margen para cambiar su contenido básico si, como suele ser el caso, está
perfectamente documentado y
avalado por economistas de muy
elevada reputación, como en esta
ocasión la de Kenneth Rogoff, su
entonces economista jefe.
El informe hace un repaso de
las perspectivas de la economía norteamericana señalando que, tras
una ligera recesión en 2001, y una
recuperación del crecimiento del
2,4% en 2002, va a crecer este año
a una tasa del 2,25%, y el año que
viene, del 3,5%, alcanzando, de
nuevo, su tasa de crecimiento potencial y que, además, que este último va a poder seguir manteniéndose a largo plazo.
Menor crecimiento
Asimismo, señala que, a pesar de
ello, el crecimiento de 2003 va a
ser 0,75 puntos porcentuales menor que el estimado en el presupuesto. Que mientras se siga creciendo por debajo del crecimiento
potencial, el crecimiento de los
precios tenderá a seguir cayendo
(aunque estima que el peligro de
deflación es pequeño), que el crecimiento del empleo va a seguir estancado y que la inversión de las
empresas no se va a recuperar debido a que la recuperación de los
beneficios es todavía incierta y la
utilización de la capacidad productiva es aún de sólo el 75%, y ello a
pesar de que el consumo privado
se va a seguir manteniendo con el
apoyo de las reducciones de los tipos de interés y los recortes de impuestos.
Que la debilidad del dólar está
asociada a la caída en las entradas
de inversión privada extranjera directa y de cartera, pero que las
compras de dólares por los bancos
centrales extranjeros y las menores inversiones de EE UU en el extranjero han permitido seguir financiando, de momento, su déficit por cuenta corriente. Aun
así, la posición neta externa de
EE UU es negativa en un 23% del
PIB, cuando era menor del 5% en
los años noventa.
La principal crítica que realiza
el FMI es sobre la sostenibilidad de
su política fiscal a medio y largo plazo. Estima que las proyecciones
que se han realizado sobre el aumento de los ingresos futuros y la
contención de los gastos públicos,
especialmente los de defensa y seguridad interna, son demasiado optimistas y que el reciente paquete
de recorte de impuestos no sólo ha
introducido una mayor incertidumbre sobre el futuro del presupuesto,
sino que también tiene una escasa
probabilidad de que tenga un impacto positivo sobre el PIB si sus
El presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, delante del presidente George W. Bush.
efectos negativos sobre la sostenibilidad fiscal no se corrigen a medio
plazo. Asimismo, advierte que la jubilación de la generación del baby
boom va a introducir una presión
creciente sobre la Seguridad Social
y el sistema público de salud (Medicare), por lo que hay que introducir
cuanto antes algunas reformas, tales como reducir sus fórmulas de indexación, aumentar la edad de jubilación y aumentar las contribuciones actuales.
Poca transparencia
Finalmente, advierte que la transparencia que tradicionalmente ha
dominado las cifras presupuestarias se ha reducido considerablemente a través del rápido incremento de los gastos discrecionales
en los últimos años y la utilización
de instrumentos que oscurecen y
subestiman los costes futuros de
los recortes de impuestos, con lo
que se está erosionando la disciplina fiscal. Las reglas de disciplina
establecidas en la Ley General Presupuestaria se han soslayado repetidamente en los últimos años y se
han dejado expirar en 2002. Además, la Administración ha optado
por dejar de publicar sus tradicionales proyecciones presupuestarias a 10 años.
Como consecuencia de todo
ello estima que las proyecciones
presupuestarias de la Oficina de la
Gestión del Presupuesto, publicadas en febrero de 2003, son demasiado optimistas, tanto por sus supuestos macroeconómicos, por la
importancia del nuevo paquete de
recortes impositivos y mayores gastos de defensa introducido en mayo de 2003, y por el carácter de permanentes de los dos recortes de
impuestos, como por un mayor impacto negativo del impuesto mínimo alternativo (AMT) del originalmente previsto y el mayor crecimiento del presupuestado del gasto en salud, según las previsiones
de la Comisión de Presupuesto del
Congreso. Así, el FMI proyecta un
déficit presupuestario unificado
del 4% del PIB en 2003 y 2004,
2,5 puntos porcentuales más que
Desequilibrio peligroso
EE UU: variación prevista de los ingresos
públicos por el nuevo recorte fiscal *.
En % del PIB.
0,0
-0,5
-1,0
-1,5
2003 04 05 06 07 08 09
(*) Respecto a un escenario sin bajada de
impuestos.
Fuente: Congresional Budget Office
EL PAÍS
“El FMI hace muy bien
en señalar las consecuencias negativas que
puede tener un desequilibrio fiscal creciente de
tal magnitud”
“Los recortes fiscales,
aparte de ser discutibles
por su impacto en la ya
desigual distribución de
la renta, no pueden ser
permanentes”
AP
el previsto en febrero de 2003, un
déficit del 1,75% del PIB en 2008,
2,25 puntos más altos del previsto,
y un porcentaje de deuda en relación con el PIB de 15 puntos porcentuales más que el previsto alcanzar en 2012. Si no se incluye la
Seguridad Social, el déficit presupuestario alcanzaría el 5,5% del
PIB en 2003 y 2004. Estas previsiones de déficit podrían empeorar un 1,5%, más en 2008, en el caso de que otros supuestos optimistas dejen de cumplirse.
Debate académico
Estas advertencias y proyecciones
presupuestarias a largo plazo han
estado precedidas de un debate académico muy duro entre diversos
economistas de diferentes institutos de investigación económica. El
primero en originarlo ha sido Michael Boskin, de la Hoover Institution, que calculaba que el mayor
gasto público que provocará la jubilación de la generación del baby
boom, de unos 401.000 millones de
dólares, va a ser mucho más que
compensado por los activos ocultos
que tiene el sector público sin contabilizar, tales como sus derechos sobre sus activos inmobiliarios y mineros o como el aumento del ahorro
derivado de los programas de ahorro con impuestos diferidos que, a
valor presente, suponen 12 billones
(europeos) de dólares. Posteriormente, ante el ataque de Alan Auerbach, de la Universidad de Berkeley, y Peter Orszag y William Gale,
de la Brookings Institution, Boskin
ha reconocido que había incurrido
en una previsión equivocada ya
que, al jubilarse dicha generación y
cobrar sus pensiones, se reduciría el
ahorro nacional, así como la inversión de las empresas, sus beneficios
y, por tanto, los ingresos fiscales.
Más sorprendentes son los resultados del reciente artículo de
Jagadeesh Gokhale y Kent Smetters, del American Enterprise Institute, que analizan dos formas de
medir la sostenibilidad futura del
presupuesto de EE UU. La primera, a la que llaman “desequilibrio
fiscal”, mide cuál sería la diferen-
Desequilbrio generacional
Por ello, ambos autores prefieren
utilizar otra medida, a la que llaman “desequilibrio generacional”,
que mide la diferencia entre el valor presente de los gastos que se están haciendo en beneficio de las actuales generaciones y el valor presente de los ingresos impositivos
que éstas van a poder aportar. El
número resultante representa la
factura que los que viven hoy van a
pasar a las generaciones que no
han nacido para que la paguen. El
resultado de dicho cálculo muestra que la diferencia entre lo que el
Gobierno ha prometido gastar y lo
que espera ingresar es de 44 billones (europeos) de dólares, es decir, una suma veinte veces superior a la del conjunto del actual
presupuesto, que representa la
cantidad que las generaciones futuras tendrán que transferir a las
presentes. Además, si no se hacen
cambios urgentes y drásticos para
reducir los gastos presupuestados
y aumentar los ingresos, los actuales 44 billones de dólares se convertirían en 54 en 2008.
En definitiva, hay que reconocer que las autoridades económicas de EE UU han actuado con rapidez y destreza para evitar la recesión (y quizá la deflación) y seguir
siendo la locomotora de la economía mundial, hecho del que la UE
se está beneficiando en un periodo
de muy bajo crecimiento de su economía. Ahora bien, los recortes fiscales, que sin duda se han llevado
a cabo cuando eran más necesarios para aumentar la renta disponible de los consumidores, aparte
de ser discutibles por su impacto
en su ya desigual distribución de la
renta de EE UU, no pueden ser
permanentes, como quiere el actual Gobierno, a menos que se puedan compensar, a medio plazo,
con aumentos de otros impuestos,
lo que es más que dudoso. La recesión es un fenómeno temporal, de
uno o dos años, y no dura toda la
vida de una generación y, por tanto, hay que combatirla con medidas monetarias y fiscales de corta
duración. El informe del FMI hace
muy bien en señalar las consecuencias negativas que, para EE UU y
para la economía mundial, puede
tener un desequilibrio fiscal creciente de tal magnitud, y es de desear que continúe presionando para que se reduzca lo más rápidamente posible.
Guillermo de la Dehesa es presidente
del Centre for Economic Policy Research (CEPR).
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