ISSN-1665-5125 Volumen 7, número 3 Julio/septiembre 2004 Órgano oficial de la Asociación Mexicana de Alimentación Enteral y Endovenosa, AC en alianza con el Fondo Nestlé para la Nutrición de la Fundación Mexicana para la Salud 143 151 163 173 ARTÍCULOS ORIGINALES Factores relacionados con la desnutrición y la sarcopenia en un grupo de mujeres residentes de asilos en la Ciudad de México MC Velázquez Alva, ME Irigoyen C, CF Gómez Y, B Ávalos T, L Cervantes T, LM Gutiérrez Robledo Hábitos alimentarios y actividad física en un grupo de escolares de la Ciudad de México. El control paternal Gabriela Cortez Martínez, Berenice López Ortiz, Laura Penélope Maldonado Monroy, Violeta Romero Ramírez, Luis Ortiz Hernández Evaluación diagnóstica nutricional por regiones en preescolares de Oaxaca: estudio comparativo Alberto Ysunza Ogazón, Luz María Espinosa Cortés, Gabriela Romero Juárez, Silvia Diez Urdanivia Coria 180 195 NUTRIMENTOS Taurina José Luis Silencio Barrita, Sara Montaño Benavides ARTÍCULOS DE REVISIÓN Búsqueda de los genes asociados con la obesidad y enfermedades relacionadas E Tejero, R Bastarrachea, G Cai, JM Proffitt, J Montero, S Cole, AG Comuzzie 206 LIBROS Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 185 191 Vitamina D y diabetes Mario Flores, Simón Barquera PRÁCTICA DIARIA Los azúcares y sus repercusiones en el metabolismo de la glucosa y los lípidos Griselda X Brito Córdova ENSAYO La responsabilidad ética de los comités de investigación: el caso Ellen Roche José Antonio Ruy Díaz Reynoso 137 Nutrición clínica Volumen 7, número 3 Julio/septiembre 2004 DIRECTORA EDITORIAL Dra. María del Consuelo Velázquez Alva EDITORA ASOCIADA Lic. Irma Muñiz Viveros COMITÉ EDITORIAL Dra. María de los Ángeles Espinosa Cuevas Dra. Martha Patricia Márquez Aguirre Dra. Alejandra Cisneros García Dr. Pedro Arroyo Acevedo CONSEJO EDITORIAL Dr. Juan Manuel Mijares Dr. Juan Carlos de la Cruz Castillo Dr. Alejandro Hidalgo Ponce Dr. Víctor Manuel Sánchez Nava Dr. Luis Ize Lamache Dr. José Antonio Carrasco Rojas Dr. Jesús Tapia Jurado Dr. Luis Galindo Mendoza Dr. Samuel Fuentes del Toro Dr. Fernando Molinar Ramos Dr. Amado de Jesús Athié Athié Dr. Ricardo Murguía Corral CONSEJO EDITORIAL INTERNACIONAL Stanley J. Dudrick (EUA) Jesús Manuel Culebras Fernández (España) Steven B. Heymsfield (EUA) César Muñóz González (Costa Rica) Lee Varella (EUA) Dan L. Waitzberg (Brasil) Noel W. Solomons (Guatemala) Albert Barrocas (EUA) FUNDACIÓN MEXICANA PARA LA SALUD (FUNSALUD) Dr. Manuel Ruiz de Chávez Presidente ejecutivo de FUNSALUD Actuario Cuauhtémoc Valdés Olmedo Coordinador General de FUNSALUD Dr. Pedro Arroyo Acevedo Coordinador Científico del Fondo Nestlé para la Nutrición de FUNSALUD A M A EE Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 139 Directorio ASOCIACIÓN MEXICANA DE ALIMENTACIÓN ENTERAL Y ENDOVENOSA, A.C. MESA DIRECTIVA 2004 PRESIDENTE Dr. César Cruz Lozano VICEPRESIDENTE Dr. José Antonio Ruy-Díaz Reynoso SECRETARIO Dr. Ramón Barragán Jaín CURSOS BÁSICOS COORDINADOR DEL CURSO AVANZADO DE NUTRICIÓN CLÍNICA Dr. Juan Carlos Castillo COORDINADOR DEL PROGRAMA DE TERAPIA NUTRICIONAL TOTAL (TNT) Dr. Pedro Espinosa de los Monteros Moranchel COORDINADORA DEL CURSO INTERDISCIPLINARIO DE NUTRICIÓN CLÍNICA (CINC) Enf. Luz María Serralde Pantoja COORDINADOR DEL CURSO DE NUTRICIÓN EN PEDIATRÍA Dra. Martha Patricia Márquez CURSOS AVANZADOS COORDINADOR DEL COMITÉ ORGANIZADOR DEL CONGRESO FELANPE (FEDERACIÓN LATINOAMERICANA DE NUTRICIÓN PARENTERAL Y ENTERAL) Dr. Juan Manuel Mijares COORDINACIÓN DE CURSOS DIPLOMADOS Dra. Yolanda del Carmen Méndez Romero COMITÉ EDITORIAL Dra. María del Consuelo Velázquez Alva Directora editorial LN Irma Muñiz Viveros Editora asociada Dra. María de los Ángeles Espinosa Cuevas Dra. Martha Patricia Márquez Aguirre Dra. Alejandra Cisneros García Dr. Pedro Arroyo Acevedo Nutrición Clínica es el órgano oficial de la Asociación Mexicana de Alimentación Enteral y Endovenosa, A.C. en alianza con el Fondo Nestlé para la Nutrición de la Fundación Mexicana para la Salud. Revista trimestral, julio-septiembre del 2004. Editor responsable: Enrique Nieto R. Reserva de Título de la Dirección General del Derecho de Autor (S.E.P.) núm. 04-2002-012112330800-102. 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El control paternal Gabriela Cortez Martínez, Berenice López Ortiz, Laura Penélope Maldonado Monroy, Violeta Romero Ramírez, Luis Ortiz Hernández Evaluación diagnóstica nutricional por regiones en preescolares de Oaxaca: estudio comparativo Alberto Ysunza Ogazón, Luz María Espinosa Cortés, Gabriela Romero Juárez, Silvia Diez Urdanivia Coria ARTÍCULOS DE REVISIÓN Búsqueda de los genes asociados con la obesidad y enfermedades relacionadas E Tejero, R Bastarrachea, G Cai, JM Proffitt, J Montero, S Cole, AG Comuzzie Vitamina D y diabetes Mario Flores, Simón Barquera INDEX 143 1 151 2 163 9 24 173 180 32 185 PRÁCTICA DIARIA Los azúcares y sus repercusiones en el metabolismo de la glucosa y los lípidos Griselda X Brito Córdova 191 ENSAYO La responsabilidad ética de los comités de investigación: el caso Ellen Roche José Antonio Ruy Díaz Reynoso 191 NUTRIMENTOS Taurina José Luis Silencio Barrita, Sara Montaño Benavides 195 LIBROS ? 206 195 206 Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 42 185 ? ? ORIGINAL EDITORIALARTICLES Factors to malnutrition and sarcopenia Procesorelated de renovación y una alianza de in a group of women living in Mexico City fortalecimiento MC Velázquez Alva, Velázquez ME IrigoyenAlva, C, CF Gómez Y, María del Consuelo Pedro B Ávalos T, L Cervantes T, LM Gutiérrez Robledo Arroyo Feeding habits and physical activity in a ARTÍCULOS ORIGINALES schoolchildren group Mexico Parental Niños de la Ciudad dein México enCity. situación de control calle: drogas y nutrición Gabriela Cortez Martínez, Berenice López Ortiz, Luz María Espinosa Cortés, Alberto Ysunza Laura Penélope Maldonado Monroy, Violeta Ogazón, Pilar Torre Medina Mora, Liliana Ruiz Romero Arregui Ramírez, Luis Ortiz Hernández Nutritional diagnosticy evaluation by regions Hábitos alimentarios actividad física en un in preschool children from Oaxaca: a comparative grupo de escolares de la Ciudad de México. El study modelaje Alberto Ysunza Espinosa Ana Eugenia BrizOgazón, Pintos, Luz Luis María Enrique García Cortés, Gabriela Romero Juárez, Silvia Diez Ramírez, Claudia Margarita Maass Méndez, Karen Urdanivia Coria Marisol Pérez Horcaditas, Elisa Sánchez Martínez, Luis Ortiz Hernández REVIEW ARTICLES Impacto de la migración de jornaleros en la The search genes to obesity and prevalencia of y tipo derelated desnutrición infantil associated illnesses intrahospitalaria en Sonora E Tejero, R Bastarrachea, G Cai, JM Proffitt, J Montero, AV Bolaños, J Hurtado, G López Cervantes, AM S Cole, AG Comuzzie Calderón de la Barca Vitamin D and diabetes Consumo nutrimental en púberes de Milpa Alta, Mario Flores, Simón Barquera México Luis Ortiz Hernández, María Isabel García Torres DAILY PRACTICE Prevalencia de desnutrición en preescolares de Sugars and their repercussions on glucose's and Ixhuapan y Ocozotepec de la Sierra de Santa lipids' metabolism Marta, Veracruz Griselda X Brito Córdova Alberto Ysunza Ogazón, Luz María Espinosa Cortés, TRIAL Silvia Diez Urdanivia Coria, Margarita Montes Estrada Ethic responsibility of research committees: the Ellen Roche case ARTÍCULOS DE Díaz REVISIÓN José Antonio Ruy Reynoso Avances recientes sobre los efectos de la infección con H. pylori en el estado nutricio de NOURISHMENTS los niños Taurine RR MI Ortega JoséUrquidez, Luis Silencio Barrita, Sara Montaño Bases fisiológicas y patológicas de talla baja Benavides Irina Lazarevich, Fernando Mora Carrasco Factores BOOKS desencadenantes de alergia alimentaria en el niño: implicaciones en su tratamiento y prevención Solange Heller Rouassant 141 La Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco y el Instituto Nacional de Nutrición y Ciencias Médicas Salvador Zubirán invitan al Segundo Curso Avanzado de Evaluación de la Composición Corporal Síndrome Metabólico Profesores responsables: Dra. Consuelo Velázquez Alva, Universidad Autónoma Metropolitana Dr. Angelo Pietrobelli Universidad de Verona, Italia 14 y 15 de marzo del 2005 Hotel Nikko, Campos Elíseos núm. 204, Col. Polanco, Ciudad de México. Horario: 8:00 a 15:00 h Programa Lunes 14 de marzo Martes 15 de marzo Síndrome metabólico, la enfermedad de la civilización moderna: perspectiva histórica Medicina genómica: componentes relacionados con el desarrollo del síndrome metabólico Datos epidemiológicos: reportes internacionales y resultados de la Encuesta Nacional de Salud en México Programación fetal y desarrollo del síndrome metabólico en la vida adulta La obesidad en niños y adolescentes: ¿es un factor susceptible para el desarrollo del síndrome metabólico? Diabetes 2: resistencia a la insulina e hiperinsulinemia, su papel en el desarrollo del síndrome metabólico Lípidos: sus efectos para la aparición del síndrome metabólico Síndrome de ovario poliquístico y menopausia: asociación con el síndrome metabólico Rol del síndrome metabólico durante el proceso del envejecimiento Estrés oxidativo y síndrome metabólico Leptina, grasa visceral y adiponectina como factores pronósticos del síndrome metabólico Composición corporal: resultados preliminares en México usando DXA y BIA en diferentes grupos de población Peso, grasa corporal y masa magra: del pasado al futuro Manejo nutricional del síndrome metabólico Manejo farmacológico del síndrome metabólico Modificaciones en la conducta y el enfoque psicológico para su manejo y tratamiento Prevención: la importancia de una intervención temprana a través de cambios intensivos en el estilo de vida Enfoque integral para el manejo exitoso del síndrome metabólico: alimentación, actividad física, ejercicio y uso de fármacos Inscripciones: Informes y pre-registro: Antes del: 15-01-05 Médicos $600 Residentes $500 Otros profesionales $400 de la salud Estudiantes $300 Se aceptan tarjetas de crédito 142 15-02-05 10-03-05 $700 $600 $500 $800 $700 $600 $400 $500 Tel.: 5351-2563 E-mail: [email protected] No habrá registro durante el curso Patrocinador: Nutrition, Science and Technology Company (NST) Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Nutrición Clínica 2004;7(3):143-50 Artículo original Factores relacionados con la desnutrición y la sarcopenia en un grupo de mujeres residentes de asilos en la Ciudad de México MC Velázquez Alva,* ME Irigoyen C,* CF Gómez Y,* B Ávalos S,* L Cervantes T,** LM Gutiérrez Robledo** RESUMEN Antecedentes: en los países desarrollados y en muchos en vías de desarrollo el número de ancianos institucionalizados está en aumento y sus necesidades de atención son cada vez mayores. Objetivo: determinar la existencia de desnutrición y sarcopenia, así como los factores relacionados con su desencadenamiento en un grupo de mujeres mayores de 60 años de edad residentes de asilos. Material y métodos: se realizó un estudio transversal y descriptivo en un grupo de mujeres mayores de 60 años de edad que residían en tres diferentes asilos privados localizados en el sur de la Ciudad de México. A cada participante se le aplicó una encuesta diseñada para determinar los factores relacionados con el desencadenamiento de desnutrición y sarcopenia. Se les realizó un estudio antropométrico, de composición corporal y de fuerza de prensión, cuyas determinaciones se registraron el mismo día y por el mismo observador. Resultados: se incluyeron 59 mujeres con edad promedio de 80 ± 6.7 años. El 18.64% de las mujeres, valoradas con la evaluación mínima del estado de nutrición, manifestaba desnutrición, 52.54% estaba en riesgo de resultar con desnutrición y sólo 28.81% tenía un estado nutricio normal. La pérdida de peso no intencional se observó en 72.7% de las mujeres desnutridas, en 32.2% de las que se encontraban en riesgo de desnutrición y en 23.5% de las que tenían estado de nutrición normal. Otro factor de riesgo relacionado con la desnutrición fue la dependencia del bastón para trasladarse, donde 47.6 y 11.8% de las mujeres diagnosticadas con desnutrición y riesgo de desnutrición, respectivamente, requirieron este apoyo. Conclusiones: el estado nutricio de los ancianos institucionalizados en la Ciudad de México, así como sus necesidades en el ámbito nutricional requieren mayor atención. Se debería implantar un plan de vigilancia frecuente para detectar a tiempo los problemas de desnutrición relacionados con la sarcopenia. Palabras clave: desnutrición, sarcopenia, mujeres, asilos. ABSTRACT Background: In developing countries the number of institutionalized elderly women is increasing, as well as their care needs. Objective: To determine the presence of malnutrition and sarcopenia, as well as the factors related to their development in a group of institutionalized elderly women older than 60 years. Material and methods: A descriptive and cross-sectional study was carried out; it included elderly women older than 60 years, who lived in different private institutions of Mexico City. A survey, designed to establish the causes related to the development of malnutrition and sarcopenia, was given to each one of the participants. An anthropometric study of corporal composition and of prehension strength, of which determinations were registered on the same day and by the same observer, was made. Results: Fifty-nine women with mean age of 80 ± 6.7 were included. From them, 18.64% who were evaluated with the mini nutritional assessment questionnaire had malnutrition, 52.54% were at risk of developing it, and only 28.81% had a normal nutritional status. The unintentional weight loss was seen in 72.7% of the undernourished women, in 32.2% of those at risk of developing malnutrition, and in 23.5% of those with a normal nutritional status. A risk factor associated with malnutrition was the dependence to the walking stick, where 47.6% and 11.8% of women with risk of malnutrition, and malnutrition diagnosis and a normal nutritional status, respectively, required this kind of support. Conclusions: The nutritional status, as well as the needs of the elderly living in different private institutions of Mexico City require more attention; it should include a frequent monitoring in order to detect problems related to sarcopenia at the right moment. Key words: malnutrition, sarcopenia, women, institutions. * Departamento de atención a la salud. Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco. Clínica de geriatría. Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, México. Xochimilco. Calzada del Hueso núm. 1100, col. Villa Quietud, México, DF, CP 04960. Recibido: abril, 2004. Aceptado: mayo, 2004. Correspondencia: Dra. MC Velázquez Alva. Departamento de atención a la salud. Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad La versión completa de este artículo también está disponible en internet: www.revistasmedicasmexicanas.com.mx ** Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 143 Velázquez Alva MC y col. E n los países desarrollados y en muchos en vías de desarrollo el número de ancianos institucionalizados cada vez va en aumento, así como también sus necesidades de atención.1 Los adultos mayores constituyen el grupo más grande de personas beneficiarias de la asistencia social en el mundo. Por lo general, la mayoría de los ancianos son funcionales e independientes; sin embargo, los ancianos dependientes absorben una porción significativa de los gastos en salud y a menudo requieren cuidados prolongados y personal capacitado y experimentado. Los ancianos dependientes tienen alto riesgo de institucionalización en asilos de estancia prolongada, debido a la pérdida de sus capacidades físicas y mentales y a la disminución de su autonomía y adaptabilidad.2 Uno de los principales problemas nutricionales de los ancianos institucionalizados es la pérdida de peso no intencional, como paso previo a la desnutrición, y se reporta que del 30 al 70% de ellos pierden, en promedio, de 4.5 a 5.0 kg durante su estancia en instituciones de cuidados prolongados. El bajo peso y la pérdida de peso no intencional en el grupo de la población geriátrica se relaciona con incremento del riesgo de morbilidad, con el desencadenamiento de úlceras de decúbito, reacción inmunológica deficiente, diversas complicaciones y mayor tiempo de estancia hospitalaria.3 Asimismo, se ha demostrado que la pérdida de peso ocupa un lugar importante como factor de riesgo de fragilidad y mortalidad temprana.4 Algunos estudios estadounidenses reportan que la prevalencia de desnutrición energético proteica en los asilos es del 15 al 60%. Sin embargo, otros estudios demuestran que la incidencia de la misma alcanza cifras del 50 al 85% en instituciones de cuidados prolongados.5 Uno de los efectos de la edad es la pérdida involuntaria de la masa, fuerza y función muscular, enfermedad conocida como sarcopenia. En los ancianos es el resultado del proceso propio del envejecimiento, así como de otros factores concomitantes, como pérdida de peso no intencional, reducción progresiva de la actividad física, estilo de vida sedentario y déficit en la alimentación.6 Se menciona que la prevalencia de sarcopenia en personas de 65 a 70 años de edad es del 13 al 24% y que aumenta en más del 50% en adultos 144 mayores de 80 años.7 La enfermedad se asocia con aumento de la incapacidad física y dependencia, con el desencadenamiento de fragilidad, aumento del riesgo de caídas, pérdida de tejido mineral óseo, incremento en la incidencia de fracturas, entre otras alteraciones. Por ende, representa un problema significativo para la población de los adultos mayores. En México no se cuenta con ensayos acerca de la prevalencia de estas enfermedades, por lo que este estudio tuvo como objetivo determinar la desnutrición y sarcopenia, así como los factores relacionados con su desencadenamiento en un grupo de mujeres mayores de 60 años de edad residentes de asilos. MATERIAL Y MÉTODO Se realizó un estudio transversal y descriptivo en un grupo de mujeres mayores de 60 años de edad, las cuales residían en tres diferentes asilos privados localizados en el sur de la Ciudad de México. A todas las ancianas se les informó del carácter voluntario de su participación y se les explicaron los procedimientos a realizar. Se incluyeron mujeres autosuficientes para el sostén y la deambulación. El diagnóstico del estado nutricio se determinó mediante la Evaluación Mínima del Estado Nutricio (MNA), que es un instrumento estandarizado y validado por dos estudios en Toulouse (Francia) y Nuevo México (Estados Unidos). Éste permite obtener una evaluación nutricional oportuna sin la necesidad de un equipo especializado y costoso.8 A cada participante se le aplicó una encuesta diseñada para determinar los factores relacionados con el desencadenamiento de la desnutrición y la sarcopenia. Se les efectuó un estudio antropométrico, de composición corporal y de fuerza de prensión, cuyas determinaciones se registraron el mismo día y por el mismo observador. Las medidas antropométricas se realizaron de acuerdo con los procedimientos internacionales recomendados, los observadores registraron cada una de las mediciones con base en técnicas estandarizadas. 9,10,11 Se registró el peso, la talla, la media envergadura, la circunferencia de pantorrilla y los pliegues cutáneos (bicipital, tricipital, subescapular, suprailiaco y de pantorrilla). Se calculó el índice de Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Factores relacionados con la desnutrición y la sarcopenia en un grupo de mujeres residentes de asilos en la Ciudad de México masa corporal [kg/talla(m) 2 ] y se empleó la clasificación propuesta por la OMS.12 Asimismo, se estimó el porcentaje de grasa corporal con la fórmula propuesta por Durnin y Womersley.13 Para calcular la composición corporal se utilizó un equipo de análisis de impedancia bioeléctrica “pie a pie”, (Modelo Body Fat analyzer TBF-300, Tanita Corporation). 14 El instrumento es de una sola frecuencia eléctrica y cuenta con electrodos (de corriente y sensores) fijos en una plataforma de acero inoxidable sobre la cual se para el sujeto. La medición de la impedancia bioeléctrica se realizó a una frecuencia de 50 khz y con una corriente eléctrica de 500 µA. Cada paciente se colocó en posición vertical y se descalzó en la plataforma del equipo; así sus pies hacían contacto con los electrodos. Los valores calculados con impedancia bioeléctrica fueron los siguientes: grasa corporal (porcentaje y kilogramos), masa corporal magra (kg) y agua corporal total (kg). Para estas estimaciones se utilizó la ecuación de predicción del software del equipo. Las indicaciones para la determinación del análisis fueron, antes de la prueba: ayuno, vaciamiento de la vejiga, abstención de consumo de líquidos (cuatro horas antes) y no haber realizado ejercicio físico vigoroso. Durante la prueba cada participante usó un mínimo de ropa (bata clínica) y no tenía objetos metálicos en el cuerpo. Desde el punto de vista clínico, su estado de hidratación era normal y no tenían retención de líquidos ni fiebre.15 La fuerza de prensión (dinamometría) se determinó con un dinamómetro marca Takey y se realizaron tres mediciones con la mano dominante; cada participante debía permanecer de pie, con la mano extendida a lo largo del cuerpo y sin doblar el brazo. La estimación de la sarcopenia se realizó de manera indirecta mediante la fórmula propuesta por Baumgartner y colaboradores,16 con la obtención de la masa muscular esquelética apendicular (MMEA) al aplicar la siguiente ecuación: MMEA = 0.2487(P) + 0.0483(T) – 0.1584(CC) + 0.0732(D) + 2.5843(S) + 5.8828 Donde: P = Peso (kg) T = Estatura (cm) CC = Circunferencia de la cintura (cm) D = Dinamometría o fuerza de prensión (kg) S = Sexo Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Dado que la masa muscular absoluta tiene relación estrecha con la estatura y a fin de definir la sarcopenia se calculó el índice de masa muscular esquelética relativa (IMMER) al aplicar la siguiente fórmula, recomendada también por el grupo de Baumgartner y colaboradores: IMMER = MMEA (kg)/talla (m)2 Se consideró sarcopenia cuando los valores de la masa muscular esquelética relativa estaban por debajo de 5.45 kg/m2 en el grupo de mujeres estudiadas. Para el análisis de resultados se utilizó el programa de estadística JMP/SAS versión 3.1.2. Las variables continuas relacionadas con las características del grupo de estudio, incluyendo las variables antropométricas y del análisis de impedancia bioeléctrica, se describieron al obtener su distribución de frecuencia, media y desviación estándar (±), así como el valor máximo y mínimo. Asimismo, se obtuvieron las proporciones y distribuciones correspondientes de las variables nominales y ordinales. Con el fin de estudiar sus características, el grupo de estudio se clasificó de acuerdo con el diagnóstico de nutrición y sarcopenia. Se utilizó el análisis de variancia y las pruebas de ji al cuadrado y de Pearson. Se trabajó con un nivel alfa de 0.05. RESULTADOS Se incluyeron 59 mujeres con edad promedio de 80 ± 6.7 años. El 18.64%, valoradas con la Evaluación Mínima del Estado de Nutrición, manifestaba desnutrición, 52.54% estaba en riesgo de desnutrición y sólo 28.81% tenía un estado nutricio normal. El cuadro 1 muestra los resultados de las medidas antropométricas en las mujeres clasificadas con base en el resultado de la evaluación mínima del estado de nutrición. Se detectaron diferencias en el peso (p = 0.0432), la talla (p < 0.0031) y la envergadura (p = 0.0356) entre los tres grupos. En la circunferencia de pantorrilla se detectaron circunferencias más bajas en las mujeres con desnutrición (p < 0.05). No se observaron diferencias significativas en el índice de masa corporal y el porcentaje de grasa (p > 0.05). En relación con el análisis de composición corporal por la técnica de impedancia bioeléctrica, se observó que el porcentaje de grasa promedio en las mujeres 145 Velázquez Alva MC y col. Cuadro 1. Estudio antropométrico en un grupo de mujeres, al considerar su estado nutricio mediante la Evaluación Mínima del Estado Nutricio Medidas antropométricas Peso (kg) Talla (cm) IMC (kg/m2) Media envergadura (cm) Circunferencia de pantorrilla (cm) Porcentaje de grasa (Durnin y Womersley) Desnutrición n =11 53.42 (± 10.77) 144.68 (± 7.25) 25.71 (± 6.07) 71.86 (± 14.19) 30.22 (± 4.23) 34.51 (± 7.31) desnutridas fue de 31.83% (± 8.38), 34.24% (± 8.75) en las que estaban en riesgo de desnutrición y de 36.6% (± 6.52) en las que tenían estado nutricio normal. Con respecto a los kilogramos de masa libre de grasa, se observaron los siguientes resultados: 36.32 kg (± 5.26), 38.01 kg (± 5.13) y 39.39 kg (± 2.32), respectivamente. No hubo diferencias estadísticamente significativas en estos valores. Por lo que se refiere a los factores de riesgo nutricionales del grupo en estudio, se observó que la pérdida de peso no intencional, calculada mediante el reporte de la evaluación mínima del estado nutricio (pérdida de más de 3 kg en los últimos seis meses previos al estudio), se manifestó en 72.7% de las mujeres desnutridas, en 32.2% de las que se encontraban en riesgo de desnutrición y en 23.5% de las que tenían estado nutricio normal (p = 0.022). Otro factor de riesgo relacionado con la desnutrición fue la dependencia del uso de bastón para trasladarse, donde 47.6 y 11.8% de las mujeres diagnosticadas con desnutrición y riesgo de desnutrición (p = 0.0308), respectivamente, requirieron este apoyo. En cuanto al promedio de caídas que tuvieron las mujeres en el último año (previo al estudio), se observó que las que estaban desnutridas se habían caído 1.88 veces al año, en comparación con 0.66 caídas al año de las bien nutridas (p = 0.0360). Se detectaron diferencias estadísticamente significativas en relación con la autopercepción del estado de salud y la Evaluación Mínima del Estado Nutricio; se apreció que las mujeres con desnutrición calificaron su salud de regular a muy pobre, las que se encontraban en riesgo la calificaron entre regular y buena, y las que tenían estado de nutrición normal, como buena o excelente (p = 0.0354). Más del 80% de 146 En riesgo de desnutrición n = 31 58.55 149.38 26.32 76.68 31.55 36.79 (± (± (± (± (± (± 9.73) 6.24) 4.68) 3.60) 3.30) 5.62) Estado de nutrición normal n = 17 62.94 153.64 26.70 78.89 33.34 36.27 (± (± (± (± (± (± 8.46) 6.53) 3.50) 3.85) 2.42) 6.61) p 0.0432 0.0031 0.8598 0.0356 0.0495 0.6683 las mujeres desnutridas consideró que su estado de salud afectaba sus actividades cotidianas. Asimismo, se observó que las mujeres con desnutrición acudían al médico con mayor frecuencia, ya sea por tratamiento o visita de control. Hubo diferencia significativa con respecto a la hospitalización en el último año, puesto que 27.2% de las mujeres desnutridas habían sido hospitalizadas más de tres veces en el último año, en comparación con las que tenían estado nutricio normal, las cuales no se hospitalizaron (p = 0.0102). Al analizar los resultados de la prueba de fuerza de prensión de la mano, que de manera indirecta determina las reservas proteínicas y la funcionalidad del músculo esquelético, se observó que en los tres grupos ésta estaba disminuida en comparación con lo esperado para las mujeres de su edad y su valor promedio tendió a bajar de acuerdo con el estado de nutrición valorado por la Evaluación Mínima del Estado Nutricio. El cuadro 2 muestra las variables relacionadas con la sarcopenia. Se apreció que los valores promedio de la fuerza muscular tenían una diferencia de 4.6 kg entre el grupo de mujeres con desnutrición y riesgo de desnutrición, en comparación con las bien nutridas (p = 0.0074). Las mujeres con estado nutricio normal mostraron valores más altos de masa muscular esquelética apendicular que las que tenían desnutrición o riesgo de desnutrición (p 0.0004). El valor promedio de la prevalencia de sarcopenia fue del 33% en todo el grupo de estudio y aumentó a 41% en las mujeres mayores de 80 años de edad. Se estudió la relación entre el diagnóstico del estado de nutrición, obtenido por la Evaluación Mínima del Estado Nutricio, y la existencia de sarcopenia, medida con el índice de masa muscular esquelética relativa. Se Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Factores relacionados con la desnutrición y la sarcopenia en un grupo de mujeres residentes de asilos en la Ciudad de México Cuadro 2. Valores promedio de fuerza de prensión, masa muscular esquelética apendicular e índice de masa muscular esquelética relativa de acuerdo con el diagnóstico de nutrición Desnutrición Fuerza muscular (kg) MMEA (kg) IMMER (kg/m2) Estado de nutrición normal n = 17 p n =10* En riesgo de desnutrición n =30* 13.67 ± 4.46 11.26 ± 2.01 5.36 ± 0.75 14.61 + 3.69 12.78 ± 1.67 5.70 ± 0.63 18.23 + 4.66 14.13 ± 1.58 5.98 ± 0.53 0.0074 0.0004 0.0516 *Un sujeto sin medición de fuerza muscular. MMEA: masa muscular esquelética apendicular; IMMER: índice de masa muscular esquelética relativa. Cuadro 3. Relación entre el estado nutricio y la sarcopenia en el grupo de estudio Grupo Desnutrición n =10* En riesgo de desnutrición n = 30* Estado nutricio normal n = 17 Con sarcopenia Normal 60% 40% 36.67% 63.33 11.76% 88.24% *Un sujeto sin medición de fuerza muscular. p = 0.0316. encontró que 60% de las mujeres desnutridas, 36.67% de las que estaban en riesgo de desnutrición y 11.67% con estado nutricio normal tenían sarcopenia (p = 0.0316, cuadro 3). Por lo que se refiere al tabaquismo, 26% de las mujeres con sarcopenia reportó que fumaba y el 100% de quienes no manifestaban dicha enfermedad dijo no tener este hábito (p = 0.0060). DISCUSIÓN De acuerdo con la Evaluación Mínima del Estado Nutricio (MNA) se encontró que 18.6% de las mujeres estudiadas tenía prevalencia de desnutrición y 52.5% estaba en riesgo de padecerla. Gerber y colaboradores17 observaron resultados similares en un estudio realizado en Suiza, donde se evaluó el estado de hombres y mujeres mediante la MNA. Se reportó 15% de desnutrición y 58% de riesgo de desnutrición. En este estudio no se encontró relación entre el índice de masa corporal y el diagnóstico del estado nutricional en las ancianas. Tal parece que dicho índice subestima el diagnóstico nutricional, al compararlo con los resultados obtenidos mediante la evaluación mínima del estado nutricio. Así, el índice de masa corporal sólo detectó tres casos (5%) de mujeres ancianas con bajo peso (IMC < 19 kg/m2). Según el IMC, las mujeres Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 ancianas estaban en la categoría de normalidad y de acuerdo con la MNA tuvieron diagnóstico de riesgo de desnutrición. Saava y Kisper-Hint, quienes realizaron un estudio en un asilo escandinavo,18 reportaron resultados similares. Evaluaron el estado nutricio al utilizar los mismos indicadores. Mediante la evaluación mínima del estado nutricio encontraron un riesgo de desnutrición del 27.5%; al usar el índice de masa corporal se detectó bajo peso en 9.8%. Se sugiere aplicar el índice de masa corporal con cautela en la población geriátrica y se recomienda utilizar instrumentos de evaluación adicionales, como la Evaluación Mínima del Estado Nutricio para obtener un diagnóstico nutricional más confiable. Se encontró diferencia significativa entre el estado nutricional y la circunferencia de pantorrilla, la cual se considera una medición sensible para estimar la reserva de masa muscular en los ancianos. La OMS reconoce esta medición como la determinación más importante que debe registrarse en la población geriátrica, después del peso y la estatura. El punto de corte normal de esta variable se considera de 31 centímetros; si este valor es inferior debe ponerse mayor atención al estado nutricio, ya que quizá las reservas proteínicas se encuentren disminuidas.19 Bonnefoy y colaboradores20 examinaron la eficacia de la medición 147 Velázquez Alva MC y col. de la circunferencia de pantorrilla para evaluar el estado nutricional de los ancianos; encontraron correlación entre la circunferencia de pantorrilla y otros marcadores antropométricos, de composición corporal y bioquímicos, como el índice de masa corporal, la masa libre de grasa, la albúmina y la transferrina. Por ende, subrayan la importancia de este marcador de déficit nutricional en los grupos de población geriátrica. Sin embargo, la circunferencia de pantorrilla no se recomienda como un indicador para evaluar sarcopenia. En un estudio publicado por Rolland y su grupo, cuyo objetivo fue determinar si la circunferencia de pantorrilla estaba relacionada con la masa muscular apendicular y la sarcopenia, se encontró que la circunferencia de pantorrilla no provee información lo suficientemente confiable como para evaluar la masa muscular relacionada con la incapacidad y la pérdida de la función física de los ancianos.21 Por lo que se refiere a la pérdida de peso no intencional, los resultados de este estudio demostraron un elevado porcentaje de personas que habían perdido peso durante el último año, el cual ascendió a 72.73% en las mujeres con desnutrición y a 32.26% en las que se encontraban en riesgo. Uno de los factores concomitantes como paso previo a la desnutrición en el anciano fue la pérdida de peso no intencional, es decir, involuntaria. Según Morley y Silver,22 esa pérdida de peso es el factor de riesgo principal que lleva al estado de fragilidad y mortalidad temprana. En un estudio prospectivo de cuatro años de seguimiento realizado por Wallace y colaboradores23 se evaluó a 157 veteranos de guerra mayores de 65 años de edad e independientes y encontraron que la incidencia de la pérdida de peso involuntaria fue de 13.1% por cada año de vida. Señalaron que cuando la pérdida es mayor al 4% del peso corporal se vuelve un factor de riesgo independiente que incrementa significativamente la mortalidad. De acuerdo con Fisher y su equipo,24 la pérdida de peso no intencional se reporta con frecuencia en ancianos institucionalizados, puesto que del 30 al 70% de las personas estudiadas por estos autores habían perdido, en promedio, de 4.5 a 5.0 kg durante su estancia en el asilo. Una variable interesante en este estudio fue la percepción que las mujeres tienen acerca de su estado de salud y cómo ésta afecta sus actividades diarias. 148 Las mujeres con diagnóstico de desnutrición calificaron su salud de regular a pobre, en comparación con las que tenían un estado nutricio normal que, en general, la calificaron como buena. Al parecer las mujeres desnutridas sabían que su salud era precaria, lo cual se veía reflejado en sus actividades cotidianas y originaba un círculo vicioso. A pesar de que es importante conocer cómo se sienten los adultos mayores, en la bibliografía hay poca información sobre este tema. De acuerdo con el estudio realizado por Soini y colaboradores,25 quienes analizaron el estado nutricio de 272 ancianos asilados mayores de 75 años de edad, mediante la Evaluación Mínima del Estado Nutricio (MNA), se encontró que la autopercepción, la pérdida de peso, el estrés psicológico, el estado de nutrición y la pérdida de apetito mostraron una fuerte y significativa correlación con el puntaje total de la MNA. En otro estudio realizado en España, cuyo objetivo fue evaluar qué características contribuían a los altos niveles de riesgo de desnutrición detectados por la MNA en 89 mujeres residentes de asilos, se observó que la alta prevalencia de riesgo de desnutrición se debió sobre todo a situaciones de riesgo y a la autopercepción del estado de salud. Además, se vio que ésta no dependía de la edad. 26 En otro estudio similar, realizado por Christensson y colaboradores, se concluyó que la autopercepción del estado de salud tenía un alto valor de predicción en la clasificación de la MNA.27 En este trabajo se encontraron resultados similares y se consideró que los aspectos relacionados con la autopercepción requieren investigarse más a detalle para mejorar las condiciones psicológicas y físicas de las personas de la tercera edad. En el grupo de mujeres evaluadas en este estudio pudo observarse que la fuerza de prensión o dinamometría tuvo valores por debajo de los estándares normales de referencia. Asimismo, se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre los tres grupos, las cuales se detectaron mediante la MNA. La dinamometría es un método de valoración nutricional funcional que consiste en medir la fuerza de prensión de la mano. Se fundamenta en que el proceso de desnutrición puede manifestarse con déficit de la masa magra, el cual altera la función del músculo esquelético y se ve reflejado en la medición de prensión de la mano realizada con un Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Factores relacionados con la desnutrición y la sarcopenia en un grupo de mujeres residentes de asilos en la Ciudad de México dinamómetro.28 En las personas mayores, el desempeño de la función del brazo y de la mano puede utilizarse para identificar las limitaciones funcionales y el grado de incapacidad; incluso se reporta que la disminución en la fuerza muscular puede ser uno de los vínculos entre la disminución del desempeño muscular y el deterioro funcional.29 Una posible causa de la pérdida de fuerza muscular es la pérdida de masa muscular relacionada con la edad u otros factores, que incluyen la influencia de enfermedades crónicas, la disminución de la actividad física, la inadecuada nutrición y otros cambios patológicos en el músculo con respecto a la edad.30 En este estudio se encontraron valores promedio de fuerza muscular de 13.67 + 4.46 para las mujeres con diagnóstico de desnutrición, de 14.61 + 3.69 para las que se encontraban en riesgo y de 18.23 + 4.66 para las que tenían estado nutricio normal. En México no existen valores de referencia con respecto a la fuerza de prensión de la mano. Los estándares ingleses establecidos por Webb y colaboradores31 determinaron que la fuerza muscular promedio para las mujeres mayores de 70 años de edad es de 29.4 kg. En otro estudio realizado en Bogotá se estableció que los valores normales para las mujeres del mismo rango de edad es de 18.7 kg.28 En este trabajo se utilizaron los índices de masa muscular esquelética apendicular para evaluar la prevalencia de sarcopenia, la cual fue de 33%. En relación con el diagnóstico del estado de nutrición, se observó sarcopenia en 60% de las mujeres desnutridas, en 36.6% de las que estaban en riesgo de desnutrición y en 11.6% de las que tenían estado nutricio normal. La sarcopenia es un fenómeno constante que forma parte del proceso de envejecimiento y que provoca la pérdida de la dependencia funcional e incapacidad.32,33 Los cambios fisiológicos dependientes de la edad explican el daño en la síntesis de proteínas y, por ende, la disminución de la masa muscular, fuerza muscular y densidad mineral ósea. Algunas consecuencias de la sarcopenia en la edad geriátrica son las siguientes: pérdida de la movilidad, daño neuromuscular, alteraciones para la velocidad de la marcha y vulnerabilidad a la lesión. Todos esos factores aumentan la tasa de caídas y la prevalencia de fracturas, las cuales son causa de hospitalización e inmovilización y, a su vez, inducen mayor sarcopenia. Cuando inicia el decline Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 fisiológico de la síntesis de proteínas dependiente de la edad se crea un círculo vicioso que, por lo general, se manifiesta en pacientes ancianos frágiles. Así, la pérdida de la masa y de la fuerza muscular en los ancianos puede ser el resultado de la desnutrición crónica, de la reducción progresiva de la actividad física y de un estilo de vida sedentario. Desde el punto de vista epidemiológico, los estudios de Baumgartner,15 de Melton34 y de Castillo35 reportaron mayor prevalencia de sarcopenia en las mujeres que en los hombres ancianos, así como que otros elementos, como la edad mayor a 75 años, la incapacidad física, el tabaquismo y la comorbilidad, desempeñan un papel importante en su desencadenamiento. En este estudio se encontraron resultados similares, puesto que la prevalencia de sarcopenia aumentó con la edad. En este estudio, las mujeres con diagnóstico de desnutrición o riesgo de la misma tuvieron déficit de masa muscular (sarcopenia), el cual limita sus capacidades funcionales. Éste se ve reflejado en la dependencia del uso de bastón para trasladarse y en el mayor número de caídas que tuvieron en el último año. La desnutrición y la sarcopenia disminuyen la calidad de vida de quienes la padecen y se consideran puntos de partida del ciclo de fragilización del anciano, que los hace especialmente vulnerables a las caídas, a la pérdida de la autonomía, a la exacerbación de las enfermedades y a la muerte prematura.36,37 CONCLUSIONES En este grupo de estudio los factores de riesgo relacionados con el desencadenamiento de desnutrición y sarcopenia fueron los siguientes: pérdida de peso no intencional, mayor uso de bastón, aumento en el número de caídas, autopercepción del estado de salud deteriorado y mayores ingresos hospitalarios. El estado nutricio de los ancianos institucionalizados en asilos de la Ciudad de México, así como sus necesidades en el ámbito nutricional requieren mayor atención. Debería implantarse un plan de vigilancia frecuente para detectar a tiempo los problemas de desnutrición relacionados con la sarcopenia. La educación nutricional dirigida a las personas encargadas del cuidado del paciente geriátrico permitirá mejorar sus condiciones de vida. 149 Velázquez Alva MC y col. REFERENCIAS 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 150 Gutiérrez-Robledo LM, Reyes-Ortega G, Rocabado-Quevedo F, López-Franchini G. Evaluación de las instituciones de cuidados prolongados para ancianos en el Distrito Federal. Rev Salud Publica 1996;38:487-500. Bush TL, Miller SR, Criqui MH, Barret-Connor E. Risk factors for morbidity and mortality in older populations: An epidemiological approach. En: Haazzard WR, et al, editors. Principles of geriatric medicine and gerontology. Nueva Baskerville: McGraw-Hill, 1994;pp:153-66. Morley JE, Mooradian AD, Silver AJ. Nutrition in the elderly. Ann Intern Med 1998;109:890-904. Bales CW, Ritchie CS. Nutritional frailty: natural course of the problem. Annu Rev Nutr 2002;22:309-23. Lipski PS, Torrance A, Nelly PJ, James OFW. 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El control paternal Gabriela Cortez Martínez,* Berenice López Ortiz,* Laura Penélope Maldonado Monroy,* Violeta Romero Ramírez,* Luis Ortiz Hernández** RESUMEN Objetivos: a) estimar la frecuencia de preocupación paternal por el peso corporal de los niños, las distintas formas de control paternal y desinhibición alimentaria en un grupo de escolares de la Ciudad de México; b) conocer las relaciones que existen en dicha población entre la preocupación paternal por el peso de los niños, el control paternal, las preferencias alimentarias y la desinhibición alimentaria. Material y métodos: estudio transversal, de observación y analítico. La información se obtuvo de una muestra (n = 212) por conveniencia de escolares de 9 a 11 años de edad. Mediante un cuestionario se evaluó la percepción o preocupación de las madres por el peso y la forma de alimentarse del niño, las estrategias que las madres utilizaban para controlar la alimentación de los escolares, las preferencias alimenticias y la desinhibición alimentaria de los niños. Resultados: la forma más frecuente de control paternal fue obligar a los niños a consumir alimentos, como verduras, frutas, lácteos, frijoles y agua (los porcentajes fueron 40.6, 15.9, 18.8, 23.2 y 15.9%, respectivamente); mientras que para tortas, pan y tortillas, antojitos, pastelitos y dulces, refrescos y café la forma más común de control fue limitar su consumo (33.8, 28.0, 43.5, 55.1, 56.0 y 29.5%, respectivamente). Una proporción importante de madres prohibía a sus hijos el consumo de pastelitos y dulces (15.5%), refrescos (17.4%) y café (44.1%). Cuando las madres se preocupaban porque sus hijos tenían sobrepeso o comían demasiado los obligaban a consumir frutas, verduras y frijoles; al tiempo que les restringían tortas, pan y tortillas, antojitos, pastelitos, dulces y refrescos. Las madres que percibían que sus hijos tenían bajo peso o comían poco también promovían el consumo de frutas, verduras y frijoles y con menor frecuencia les restringían tortas, pan y tortillas, antojitos, pastelitos, dulces y refrescos. Cuando las madres obligaban a sus hijos a consumir alimentos de alta densidad nutricia, es decir, verduras, frutas, leche o yogurt y frijoles los niños referían menos preferencia por las verduras (calabaza y papa). Además, cuando las madres limitaban el momento y el tipo de comida de los niños, éstos tenían menor preferencia por el queso, la papa y el jugo de fruta. Sólo se identificaron dos relaciones entre el control paternal y la desinhibición alimentaria en los niños. Conclusión: algunas madres utilizan un esquema rígido para clasificar los alimentos; los agrupan en alimentos “buenos” y “malos”. A partir de esta clasificación controlan la alimentación de sus hijos en función de su percepción sobre el peso corporal y la alimentación de los niños. Cuando perciben que los niños tienen sobrepeso les restringen los alimentos “malos”; cuando los perciben con bajo peso limitan estos alimentos con menos frecuencia. En ambas situaciones las madres promueven el consumo de alimentos “buenos”. Asimismo, se confirmó que cuando las madres promueven el consumo de alimentos de alta densidad nutrimental, como las verduras, o controlan la alimentación de sus hijos se reduce la preferencia por esos alimentos. Aunque varios estudios experimentales aportaron hallazgos del efecto que tiene el control paternal en la desinhibición alimentaria de los niños, este estudio y otras experiencias de investigación no han confirmado tal relación. Palabras clave: control paternal, desinhibición alimentaria, escolares, preferencias alimentarias. ABSTRACT Objectives: a) To estimate the frequency of parental concern for children body weight, and the different forms of parental control and alimentary lack of inhibition among a group of schoolchildren in Mexico City; b) to ascertain the relationships existing in this population between parental concern for children weight, parental control, alimentary preferences and dietary disinhibition. Material and methods: Cross-sectional, observational and analytical study. The information was obtained through a convenience sample (n=212) of schoolchildren aged between 9 and 11 years. By means of a questionnaire, the perception or concern of mothers regarding weight and feeding habits of their offspring was assessed; as well as the strategies used by the mothers to control the schoolchildren feeding, alimentary preferences and dietary disinhibition of children. Results: For food such as vegetables, milk-derived food, beans and water the most frequent form of parental control was forcing the children to eat them (the percentages were 40.6%, 15.9%, 18.8%, 23.2% and 15.9%, respectively); whereas for tortas (round cakes), bread and tortillas, snacks, little cakes, soda beverages and coffee the most common control was limiting their consumption (33.8%, 28.0%, 43.5%, 55.1%, 56.0% and 29.5%, respectively). An important proportion of mothers prohibited cake and candies (15.5%), soda beverages (17.4%), and coffee (44.1%) consumption of their offspring. When mothers were worried because their children were Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 151 Cortez Martínez G y col. overweight or ate too much, they forced them to eat fruits, vegetables and beans and restricted their consumption of tortas (round cakes), bread and tortillas, snacks, little cakes, candies and soda beverages. Mothers who perceived that their children were underweight or ate too little also promoted their intake of fruits, vegetables and beans; while restricting (less frequently) their consumption of tortas (round cakes), bread and tortillas, snacks, little cakes, candies and soda beverages. When mothers forced their children to consume food of high nutritional density (e.g. vegetables, fruits, milk/yoghurt and beans) children reported less preference for vegetables (squash and potato). Furthermore, when mothers limited mealtime and type of food of the children, these showed less preference for cheese, potato and fruit juice. Only two relationships were identified between parental control and dietary disinhibition in the children. Conclusion: Some mothers use a rigid pattern to classify food products, classifying them in “good” and “bad” food products. Based on this classification they control their children’s feeding as a function of their perceptions about body weight and children feeding: when they perceive that children are overweight they restrict “bad” food products, whereas when they perceive that children are underweight, they promote the consumption of “good” food products. Likewise, we confirmed that when mothers promote the consumption of high nutritional density food (e.g. vegetables) or limit the feeding of their offspring, the children’s preference for these food products is reduced. Although several experimental studies have brought evidence about the effect exercised by parental control over the children dietary disinhibition, our study and other research experiences have not confirmed such associations. Key words: parental control, schoolchildren, alimentary preferences. E n un artículo previo1 se argumentó que la mayor parte de los estudios acerca de la alimentación y la nutrición en la edad escolar se enfocan en las conductas de los niños, con lo cual se desconoce la posible influencia de los contextos sociales y familiares en los hábitos de éstos. Por ende, en el campo de la nutrición surgen enfoques en los que se trata de comprender la formación de los hábitos alimentarios desde una perspectiva que integra aspectos biológicos, psicológicos y sociales.2,3 En dicha publicación1 se examinó la relación del modelaje paternal con los hábitos alimentarios y la actividad física de los niños. Otra forma por la que los padres pueden influir en los hábitos de los niños es a través de las estrategias que utilizan para promover o limitar el consumo de ciertos alimentos, la cual se denomina control paternal. El control paternal ocurre cuando los padres deciden qué tipo de alimentos deben consumir sus hijos, en qué cantidades y cuándo consumirlos. Son diversas las estrategias que los adultos utilizan para controlar la alimentación de los niños: restricción o prohibición de ciertos alimentos; prescripción o imposición de otros; * ** Estudiantes de la licenciatura en nutrición. Licenciado en nutrición, maestro en medicina social. Profesor titular del departamento de atención a la salud. Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco. Correspondencia: Dr. Luis Ortiz Hernández. Departamento de Atención a la Salud (UAM-X). Calzada del Hueso 1100, Col. Villa Quietud, México DF, CP 04960. Tel.: 5483-7573. E-mail: [email protected] Recibido: mayo, 2004. Aceptado: junio, 2004. La versión completa de este artículo también está disponible en internet: www.revistasmedicasmexicanas.com.mx 152 uso de amenazas y recompensas para que consuman algunos alimentos; utilizar los alimentos como castigo o recompensa por realizar ciertas actividades o comportamientos, regañar o castigar por no consumir ciertos alimentos. 3,4,5 Los padres controlan la alimentación de los niños y creen que con la restricción de ciertos alimentos (alimento de alta densidad energética) pueden reducir la preferencia que tienen sus hijos por ellos. Asimismo, piensan que al promover u obligarlos a consumir otros alimentos (frutas y verduras) pueden hacer que los acepten más. Entre las situaciones que originan que los adultos controlen la alimentación de los niños se encuentran: 1) los padres tienen problemas para regular su propio comportamiento alimentario, 2) los padres perciben que sus hijos están en riesgo o tienen algún tipo de problema con su peso corporal y 3) los niños muestran falta de regulación en su consumo de alimentos.3 El control paternal puede influir en las preferencias alimentarias de los niños, las cuales pueden relacionarse con el consumo de alimentos.2 Los hábitos alimentarios están formados por las preferencias, la disponibilidad, el acceso y el consumo de alimentos. Con frecuencia, las preferencias o aversiones determinan el consumo de alimentos y éstas, a su vez, se ven reforzadas por la exposición repetida de los mismos.2,6,7 El grupo de investigación de Birch reportó, a partir de estudios experimentales, que si a los niños preescolares se les restringe el acceso a los alimentos sabrosos, con alto contenido de grasa y azúcar, desarrollan mayor preferencia por ellos.8 Lo mismo sucede cuando se utilizan los alimentos como recompensa para que los niños realicen alguna Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Hábitos alimentarios y actividad física en un grupo de escolares de la Ciudad de México actividad.9 Sin embargo, la preferencia por un alimento puede disminuir (o incluso llegar a la aversión) cuando a los niños se les da alguna recompensa para consumirlo9 o, bien, se utilizan medios coercitivos para que lo consuman.3 Antes de revisar el segundo mecanismo por el cual el control paternal puede tener efectos en el consumo alimentario de los niños es preciso comprender el mecanismo de autorregulación del consumo de energía. Se ha observado que los niños pueden ajustar su consumo de energía en relación con la densidad energética de los alimentos y sus niveles de actividad física. Dicho ajuste está mediado por un complejo sistema fisiológico, en el que están implicadas respuestas mecánicas, metabólicas y hormonales.3,10 De esta forma, cuando un niño realiza mayor actividad física y su requerimiento energético aumenta se activan sus señales de hambre y consume mayor cantidad de alimentos; por el contrario, si tiene poca actividad física y ha consumido alimentos con alta densidad energética ingiere menor cantidad de ellos. Se sugiere que el control paternal deteriora este mecanismo, dado que altera la sensibilidad de los niños para detectar sus señales internas de hambre y saciedad.3 Un ejemplo de ello es cuando las madres alientan u obligan a sus hijos a comer todo lo que les sirven, lo que ocasiona que los niños hagan caso omiso a sus sensaciones de saciedad;11 esto, a su vez, provoca que consuman más energía de la que requieren y tengan mayor riesgo de llegar a padecer obesidad.3,12 El término desinhibición alimentaria se utiliza cuando el consumo de energía de un sujeto, en lugar de estar regulado por sus señales de hambre y saciedad, depende de factores externos, como disponibilidad de alimentos sabrosos, estado de ánimo o contexto social.3,13,14 Hasta ahora, la mayor parte de los hallazgos acerca de los efectos del control paternal en las preferencias alimentarias y la desinhibición alimentaria provienen de estudios experimentales realizados con preescolares,2,9 tales estudios tienen la ventaja de poseer elevada validez interna. Con esto se asegura la contundencia de las conclusiones sobre la causalidad. Sin embargo, se han hecho pocos intentos por estudiar esas relaciones en poblaciones fuera de condiciones de laboratorio, es decir, existe poco apoyo sobre la validez externa de la hipótesis del control paternal. Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Asimismo, no hay muchos estudios realizados con escolares y no se conoce algún estudio similar que se haya realizado en Latinoamérica. Con base en lo anterior, los objetivos del análisis que se presenta en esta entrega son: a) estimar la frecuencia de preocupación paternal por el peso corporal de los niños, las distintas formas de control paternal y desinhibición alimentaria en un grupo de escolares de la Ciudad de México, b) conocer las relaciones que existen en dicha población entre la preocupación paternal por el peso de los niños, el control paternal, las preferencias alimentarias y la desinhibición alimentaria en los escolares. MATERIAL Y MÉTODOS Se realizó un estudio transversal, observacional y analítico. La información se obtuvo de una muestra por conveniencia de niños entre 9 y 11 años de edad, que cursaban el quinto grado, inscritos en tres escuelas primarias. Éstos se eligieron debido a que, dentro de este rango de edad, se consideró que eran informantes confiables de los datos nutricionales.15 Se incluyeron 80 escolares de una escuela primaria privada y 132 de dos escuelas primarias públicas. A partir de la metodología descrita por Birch y colaboradores,16 se redactaron preguntas que después se aplicaron a las madres para evaluar su preocupación por el peso corporal y la forma de comer de sus hijos. Las preguntas con las que se midió la preocupación de las madres por el peso de los niños fueron (las opciones de respuesta se muestran en el cuadro 1): de acuerdo con las siguientes opciones ¿qué peso corresponde actualmente a su hijo?, ¿le preocupa que su hijo pueda tener más peso de lo ideal?, ¿le preocupa que su hijo pueda tener menos peso de lo ideal? Además, se les mostró a las madres ocho figuras que representaban distintas condiciones nutricias (desde emaciación, hasta obesidad extrema) y se les pedía que señalaran cuál era la figura que consideraban debía tener su hijo (ideal) y cuál la que en realidad tenía (real). A partir de estas dos apreciaciones, se distinguió a las madres que tenían preocupación por el bajo peso (la figura ideal era más gruesa que la real), por el sobrepeso (la figura ideal era más delgada que la real) y sin preocupación (las figuras ideal y real eran las mismas); esta variable 153 Cortez Martínez G y col. se denominó percepción de la imagen corporal. La preocupación de las madres por la forma de comer de sus hijos se indagó mediante las siguientes preguntas: si compara a su hijo con otros niños de la misma edad y sexo ¿cómo considera que come su hijo?, ¿le preocupa su manera de comer? y ¿considera necesario que su hijo esté bajo un tipo de alimentación especial para mejorar su estado nutricio? Cuadro 1. Frecuencia de preocupación paternal Percepción por el peso actual Normal Bajo peso Sobrepeso Preocupación por bajo peso No me preocupa Me preocupa Me preocupa mucho Preocupación por sobrepeso No me preocupa Me preocupa Me preocupa mucho Percepción de la imagen corporal Sin preocupación Preocupación por bajo peso Preocupación por sobrepeso Percepción de cómo come el niño Come suficiente Come mucho Come poco Preocupación por cómo come el niño No me preocupa Me preocupa Me preocupa mucho El niño requiere alimentación especial No Sí n % 133 20 54 64.3 9.7 26.1 69 162 36 33.3 49.3 17.4 60 124 23 29 59.9 11.1 75 46 83 36.8 22.5 40.7 130 35 41 63.1 17 19.9 16 39 20 21.3 52 26.7 125 82 60.4 39.6 Con el fin de medir el control paternal, se elaboró una lista de alimentos (cuadro 2) en la que las madres indicaban cuáles alimentos obligaban a consumir a sus hijos, cuáles limitaban y cuáles prohibían. Asimismo, debían señalar si no realizaban alguna de estas acciones. Dicha lista fue una modificación de la propuesta de Hupkens y colaboradores,4 quienes estudiaron la influencia que tienen las madres de diferentes clases sociales en las preferencias alimentarias de sus hijos. Como se muestra más adelante, existieron dos patrones con respecto a las 154 estrategias de control; por esto, se elaboraron dos escalas: a) obligarlos a consumir verduras, frutas, leche, yogurt, frijoles y agua, considerando que las madres no los obligaban cuando indicaban que lo hacían con uno o ningún alimento y que sí lo hacían con dos o más alimentos. b) Restringir el consumo de antojitos, tortas, emparedados, pasteles, pan, tortillas, bebidas endulzadas y café; a partir de esta variable se formaron dos grupos: el primero estaba formado por niños a los que se les restringía el consumo de uno o dos alimentos; el otro comprendía a los que se les limitaba el consumo de tres o más alimentos. También se incluyeron las siguientes preguntas (las opciones de respuesta fueron no y sí): ¿Usted acostumbra premiar a su hijo con algún alimento cuando la obedece?, ¿usted permite que su hijo escoja los alimentos que quiere consumir? y ¿usted permite a su hijo consumir cualquier tipo de alimento y a cualquier hora del día? Dado que las dos últimas preguntas reflejan estrategias de control relacionadas, se formó una escala (con limita elección o momentos de comida) con tres opciones: a) el niño no recibe ninguna de las dos formas de control, b) recibe una de las estrategias y c) recibe las dos. En el artículo anterior1 se explicó por qué se miden las preferencias alimentarias de los niños como una aproximación a sus hábitos alimentarios. Se les preguntó si les agradaban, si les eran indiferentes o si les desagradaban ciertos alimentos. Los alimentos que se incluyeron en la encuesta se evaluaron en relación con la preferencia; éstos podían ser ricos en proteínas, frutas, verduras y de alta o baja densidad energética. Éstos aparecieron en el siguiente orden: agua simple; papas fritas, palomitas y frituras (en los cuadros aparecen como frituras); dulces, chocolates y chicles (en los cuadros se muestran como dulces); galletas dulces; pan dulce, pastelitos, pays y pasteles (en los cuadros aparecen como pastelería); lechuga, papa, carne, papaya, sopa de pasta; hamburguesa, pizza y hot dog (en los cuadros se muestran como hamburguesa); salchicha, tocino y jamón (en los cuadros se indican como carnes frías); ensalada de verdura, manzana, sandía; refrescos, jugos envasados y aguas embotelladas endulzadas (en los cuadros se muestran como bebidas endulzadas); plátano, calabaza, zanahoria, helado, jugos de frutas naturales, jitomate, Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Hábitos alimentarios y actividad física en un grupo de escolares de la Ciudad de México Cuadro 2. Frecuencia de control paternal Obliga Prohíbe Limita n % n % n % Verduras Frutas Carnes Leche y yogurt Frijoles Agua Tortas Pan y tortillas Antojitos Pastelitos y dulces Refrescos Café 84 33 37 39 48 33 5 13 3 1 1 1 40.6 15.9 17.9 18.8 23.2 15.9 2.4 6.3 1.4 0.5 0.5 0.5 0 2 1 1 0 0 4 7 13 32 36 91 0 1 0.5 0.5 0 0 1.9 3.4 6.3 15.5 17.4 44 1 3 21 7 6 4 70 58 90 114 116 61 0.5 1.4 10.1 3.4 2.9 1.9 33.8 28 43.5 55.1 56 29.5 Premiar con alimentos Dejar escoger alimentos Dejar comer a cualquier hora 173 107 123 83.6 51.7 59.4 34 100 84 No 120 169 148 160 153 170 128 129 101 60 54 54 58.9 81.6 71.5 77.3 73.9 82.1 61.8 62.3 48.8 29 26.1 26.1 Sí queso; cereal para desayuno y hot cakes; leche, naranja, yogurt; tacos, quesadillas, tlacoyos y tortillas (en los cuadros aparecen como antojitos); pollo, huevo y pescado. En los cuadros los alimentos están ordenados de acuerdo con los grupos ya mencionados. Para el análisis estadístico, a cada alimento se le otorgó una puntuación con respecto a la preferencia alimentaria que reportaron los niños: al ‘agrado’ se le dio un valor de +1, a ‘indiferente’ se le asignó un valor de 0 puntos y a ‘desagrado’ de –1. De esta forma, las preferencias alimentarias se manejaron como variables continuas. Algunas preguntas que se utilizaron para evaluar la existencia de desinhibición alimentaria en los niños se adaptaron del Three-Factor Eating Questionnaire.13 Las preguntas que se aplicaron fueron las siguientes: si no tienes hambre y hay algún alimento que te guste, ¿lo comes?; cuando estás con amigos que comen mucho, ¿tú también comes mucho?; cuando estás contento ¿comes mucho?; cuando estás triste ¿comes mucho? y cuando estás viendo la televisión ¿acostumbras comer? A las madres se les hicieron las siguientes preguntas: cuando su hijo manifiesta no tener hambre a la hora de comer, ¿se termina lo servido?; si su hijo come algún alimento (dulces, fruta, etc.) antes de la comida, ¿come la misma cantidad que normalmente consume?; si su hijo pudiera, ¿estaría comiendo todo el tiempo? Existieron cuatro opciones de respuesta para estas preguntas, las cuales se dicotomizaron para el análisis Nutrición Clínica Ninguna de las anteriores n % Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 16.4 48.3 40.6 bivariado: a) ‘sí’ incluye con frecuencia y siempre; b) ‘no’ incluye a veces y nunca. Debido a que la velocidad con la que se ingieren los alimentos puede reflejar desinhibición alimentaria,3 a las madres también se les preguntó el tiempo promedio que los niños dedicaban a comer; a partir de esta información los niños se clasificaron en dos grupos y se tomó como punto de corte 30 minutos. El análisis estadístico se efectuó con el programa SPSS versión 10.0 para Windows. Con el fin de realizar la comparación entre los grupos se estimó la estadística de la ji al cuadrado para variables dependientes nominales, y las pruebas de la t de Student y análisis de variancia para las variables dependientes numéricas. RESULTADOS En el cuadro 1 se muestra la frecuencia de preocupación paternal. La mayoría de las madres consideró que el peso actual de sus hijos era normal y cerca de una tercera parte consideró que tenían sobrepeso (26.1%); sin embargo, al preguntarles si estaban preocupadas por la posibilidad de que sus hijos tuvieran bajo peso o sobrepeso, más de la mitad respondió afirmativamente (66.7 y 71.0%). Por lo que se refiere a la percepción de las madres acerca de la imagen corporal de sus hijos, la mayoría percibía que sus hijos tenían sobrepeso 155 Cortez Martínez G y col. ellos querían consumir (51.7%) ni comer cuando ellos decidieran hacerlo (59.4%). En el cuadro 3 se observa la frecuencia de desinhibición alimentaria en los niños. Con base en sus respuestas, fue baja la frecuencia de desinhibición alimentaria, pues la mayoría respondió que nunca o a veces comía sin hambre (79.2%); comían mucho con amigos (92.5%); comían mucho cuando estaban contentos (84.0%), tristes (93.9%) o cuando veían la televisión (85.9%). La forma más frecuente de desinhibición alimentaria fue la de comer sin hambre (20%). Al tomar en cuenta los reportes de las madres, un porcentaje más alto de niños manifestó desinhibición alimentaria: 28.1% de los niños casi siempre se terminaba lo que le servían, aun sin tener hambre y 32% no reducía la cantidad de comida si previamente había ingerido algún alimento. De acuerdo con el tiempo en que los niños se tardaban en comer, hubo un alto porcentaje de desinhibición alimentaria (81.6%). La relación de la preocupación de las madres por el peso corporal de sus hijos con las estrategias de control paternal se muestra en el cuadro 4. En relación con las madres que percibían que el peso de sus hijos era adecuado, entre las que percibían que sus hijos tenían sobrepeso o bajo peso fueron más altos los porcentajes de mujeres que obligaban a consumir vegetales y frutas, aunque en el último caso las diferencias fueron marginalmente significativas (p = 0.076). Con la misma variable, la restricción de cuatro alimentos (pan/ tortillas, antojitos, pasteles/dulces y refrescos) tuvo un patrón similar: las frecuencias más bajas se apreciaron (40.7%). En relación con la forma de comer de los niños, la mayoría (63.1%) reportó que sus hijos comían suficiente y una quinta parte consideró que comían poco (19.9%). De los padres que pensaban que sus hijos comían poco o mucho, la mayoría refirió que le preocupaba la forma de comer de éstos (78.7%); sin embargo, un porcentaje alto (60.4%) de madres expresó que sus hijos no necesitaban estar bajo ningún tipo de alimentación especial. La frecuencia de prácticas paternales de control se muestra en el cuadro 2. La mayoría de las madres no utilizó las formas de control contempladas en el cuestionario (obligar, prohibir o limitar el consumo) para la gran parte de los alimentos enlistados: para las verduras fue de 58.9%, frutas 81.6%, carnes 71.5%, leche y yogurt 77.3%, frijoles 73.9%, agua 82.1%, pan y tortilla 62.3% y tortas 61.8%. Sin embargo, puede apreciarse que las formas de control paternal dependieron del tipo de alimentos, ya que la forma más frecuente de control paternal fue obligar a los niños a consumir alimentos, como verduras, frutas, leche y yogurt, frijoles y agua (los porcentajes fueron de 40.6, 15.9, 18.8, 23.2 y 15.9%, respectivamente); mientras que para las tortas, el pan y las tortillas, los antojitos, los pasteles y los dulces, los refrescos y el café la forma más común de control fue limitar su consumo (33.8, 28.0, 43.5, 55.1, 56.0 y 29.5%, respectivamente). Una proporción importante de madres prohibía a sus hijos el consumo de pasteles y dulces (15.5%), refrescos (17.4%) y café (44.1%). Fue baja la frecuencia de madres que premiaban a sus hijos con alimentos (16.4%); casi la mitad no dejaba elegir a sus hijos los alimentos que Cuadro 3. Frecuencia de desinhibición alimentaria del niño Nunca Respuestas de los niños Come sin hambre Come mucho con amigos Contento come mucho Triste come mucho Come cuando ve televisión Respuestas de las madres Se termina lo servido sin hambre No reduce consumo si come antes Todo el día estaría comiendo Tiempo en que come 156 A veces Con frecuencia n % n % n % 73 139 114 167 90 34.4 65.6 53.8 78.8 42.5 95 57 64 32 92 44.8 26.9 30.2 15.1 43.4 7 5 6 4 6 66 72 139 > 30 min 38 32 35 67.5 82 68 34 < 30 min 168 39.8 33 16.5 20 33 3 18.4 Siempre n % 3.3 2.4 2.8 1.9 2.8 37 11 28 9 24 17.5 5.2 13.2 4.2 11.3 9.7 16 1.5 38 33 30 18.4 16 14.6 81.6 Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Hábitos alimentarios y actividad física en un grupo de escolares de la Ciudad de México entre las madres que creían que sus hijos tenían bajo peso, seguidas de las que percibían que su peso era normal. Las frecuencias más altas se observaron entre las madres que percibían que sus hijos tenían sobrepeso. La restricción del consumo de café fue más frecuente entre las madres que percibían que sus hijos tenían bajo peso, seguidas por las que percibían que sus hijos tenían peso normal y sobrepeso. Por lo que se refiere a la imagen corporal, en relación con las madres que advertían que sus hijos tenían sobrepeso o peso normal, fueron más bajas las frecuencias de restricción de tortas, pasteles y dulces entre las que percibían que sus hijos tenían bajo peso. La restricción del consumo de pan, tortilla y antojitos fue más frecuente entre las madres que percibían que sus hijos tenían sobrepeso, seguidas por las madres que percibían que sus hijos tenían peso normal. Por último, las frecuencias más bajas de dicha práctica se encontraron en las madres que percibían que sus hijos tenían bajo peso. Los resultados de las preguntas acerca de la preocupación por bajo peso y sobrepeso no se muestran en el cuadro 4, puesto que sólo se relacionaron con tres indicadores de control paternal. En comparación con las madres que no se preocupaban porque sus hijos tuvieran bajo peso, entre las que sí estaban preocupadas fue más alta la frecuencia de limitar y obligar a consumir carne (25.7 y 41.7%, respectivamente p=0.010) y de limitar el consumo de carne (9.9 y 27.6%, respectivamente p=0.010). En comparación con las madres que no se preocupaban porque sus hijos tuvieran sobrepeso, en las que sí reportaron preocupación fue más alto el porcentaje de mujeres que restringía el consumo de café (71.7 y 90.0%, respectivamente p=0.053). Cuadro 4. Relación de la preocupación paternal por el peso y la forma de comer del niño con el control paternal Percepción del peso actual Nl Bp Sp Verduras1 Frutas1 Leche y yogurt1 Frijoles1 Agua1 Carnes,1 obliga Carnes,1 limita Carnes, obliga y limita1,2 Tortas2 Pan y tortillas2 Antojitos2 Pasteles y dulces 2 Refrescos 2 Café2 Premia con alimentos No dejar escoger alimentos No dejar comer a cualquier hora Percepción de la imagen corporal Nl Bp Sp Percepción de cómo come el niño Suf Mu Po χ2 p % % % χ2 p % % % χ2 p 70 40.7 30 21.2 15.8 17.6 8.13 5.15 0.44 0.017 0.076 0.801 35.1 16.7 19.4 52.2 17.4 19.6 38.6 13.6 19.2 3.61 0.42 0 0.164 0.67 0.999 34.9 15.1 18.4 40 11.8 15.6 58.5 22 24.4 7.22 1.61 1.02 0.027 0.445 0.598 24 16.2 17.4 35 19.2 15.8 16.7 36.8 20 1.98 0.01 3.89 0.371 0.995 0.142 21.1 19.4 20.3 30.4 13 21.4 21 13.4 18.3 1.74 1.33 0.18 0.418 0.512 0.914 17.6 15 17.5 29.4 17.6 22.6 36.6 17.1 23.1 6.98 0.2 0.78 0.03 0.903 0.677 10.7 24.8 7.7 40 20 33.3 2.8 2.8 0.246 0.246 9.8 26.7 10.8 28.3 17.1 30.1 1.74 0.23 0.418 0.891 14.5 27.7 14.3 31.4 6.3 26.8 1.56 0.23 0.457 0.889 34.4 31.2 45.8 70.7 22.2 5.9 36.8 42.1 47.2 48.1 66.7 81.5 4.43 11 8.21 10.5 0.109 0.004 0.016 0.005 39.2 34.8 49.3 76 20.5 9.5 34.8 52.2 41.5 43.9 59 75.9 6 14.9 6.98 9.7 0.05 0.001 0.03 0.008 41.1 35.8 57 73.8 41.2 41.2 45.7 80 17.9 18.9 34.1 53.7 7.26 4.71 6.89 7.85 0.032 0.095 0.032 0.02 75.8 78.8 15 50 90 25 77.8 55.6 16.7 6.56 13.7 1.26 0.038 0.001 0.533 77 82.4 16 63 78.3 13 75.9 72.7 18.1 3.29 8.56 0.55 0.193 0.14 0.758 79.2 79.2 13.1 71.4 71.4 25.7 57.5 57.5 17.1 7.55 7.55 3.31 0.023 0.023 0.191 49.6 70 50 2.97 0.226 48 60.9 48.2 2.32 0.313 52.3 51.4 48.8 0.15 0.925 57.9 70 59.3 1.05 0.589 37.3 43.5 42.2 0.57 0.751 59.2 51.4 65.9 1.62 0.443 % % 36.4 12.3 20.9 % Nl: normal; Bp: bajo peso; Sp: sobrepeso; Suf: suficiente; Mu: mucho; Po: poco. 1 Obliga a consumir. 2 Restringe el consumo. Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 157 Cortez Martínez G y col. Al analizar la percepción de las madres sobre la forma de comer de sus hijos (cuadro 3), se puede apreciar que, en relación con las madres que percibían que sus hijos comían suficiente o mucho, en las que percibían que sus hijos comían poco fueron más altos los porcentajes de mujeres que obligaban a sus hijos a comer verduras (58.5%) y frijol (36.6%), pero tuvieron las frecuencias más bajas de restricción de tortas (17.9%) y antojitos (34.1%). Entre las mujeres que percibían que sus hijos comían mucho fueron más altos los porcentajes de restricción de pan/tortillas (41.2%) y pasteles/dulces (80%), aunque en el primer caso las diferencias sólo fueron marginalmente significativas (p=0.095). La relación de las preferencias alimentarias con las estrategias de control paternal se muestra en el cuadro 5. Los niños a los que se les obligó a consumir ciertos alimentos tuvieron menor preferencia por la calabaza (p = 0.069) y la papa, pero mayor preferencia por la pastelería, el helado, las frituras, las carnes frías y la hamburguesa; en el último caso la diferencia fue marginalmente significativa (p = 0.090). Los niños a los que se les restringió el consumo de ciertos alimentos reportaron mayor preferencia por la leche, la lechuga y el jitomate, pero menor agrado por el cereal y los hot cakes; en este caso la diferencia fue marginalmente significativa (p = 0.061). Los niños a los que se les limitó Cuadro 5. Relación del control paternal con las preferencias alimentarias de los niños Obliga a consumir No Sí Agua simple Queso Leche Lechuga Calabaza Jitomate Papa Jugo de fruta Pastelería Helado Cereal y hot cakes Frituras Hamburguesa Carnes frías Antojitos Restringe el consumo No Sí X X t p X X t p Limita elección y momentos de comida No Sí Sí (1) (2) X X X F p 071 0.74 0.8 0.61 0.11 0.04 0.65 0.78 0.3 0.69 0.89 0.54 0.5 0.46 0.42 0.63 0.74 0.66 0.68 -0.15 0.25 0.35 0.65 0.55 0.89 0.88 0.74 0.68 0.75 0.55 0.78 0.01 1.47 -0.56 1.82 -1.43 2.54 1.35 -2.06 -2.3 0.24 -2.02 -1.7 -2.71 -1.24 0.436 0.985 0.142 0.576 0.069 0.152 0.012 0.176 0.041 0.022 0.811 0.044 0.09 0.006 0.216 0.6 0.71 0.66 0.44 -0.06 -0.08 0.6 0.69 0.32 0.74 0.95 0.66 0.53 0.47 0.47 0.71 0.73 0.85 0.7 0.13 0.2 0.56 0.75 0.38 0.77 0.84 0.58 0.59 0.59 0.51 -1.1 -0.26 -2.25 -2.25 -1.34 -1.9 0.28 -0.56 -0.4 -0.26 1.88 0.79 -0.5 -1.13 -0.36 0.269 0.794 0.025 0.025 0.18 0.058 0.773 0.575 0.684 0.795 0.061 0.425 0.618 0.257 0.717 0.88 0.83 0.76 0.68 0.05 -0.05 0.76 0.71 0.32 0.73 0.85 0.49 0.44 0.59 0.29 0.67 0.8 0.79 0.65 0.1 0.23 0.59 0.85 0.38 0.79 0.87 0.56 0.56 0.55 0.6 0.58 0.56 0.73 0.58 -0.08 0.08 0.36 0.52 0.36 0.75 0.92 0.77 0.67 0.56 0.42 2.69 3.92 0.21 0.29 0.67 1.36 3.49 5.36 0.09 0.22 0.53 2.78 1.44 0.03 3.05 0.07 0.021 0.803 0.747 0.509 0.258 0.032 0.005 0.913 0.802 0.584 0.064 0.238 0.962 0.049 Cuadro 6. Relación del control paternal con la desinhibición alimentaria en los niños Obliga a consumir Reporte de los niños Come sin hambre Come mucho con amigos Contento come mucho Triste come mucho Come cuando ve TV Reporte de las madres Tiempo en que come Se termina lo servido sin hambre No reduce consumo si come antes Todo el día estaría comiendo 158 Restringe el consumo No % Sí % χ2 p No % Sí % χ2 p Limita elección y momentos de comida No Sí: 1 Sí: 2 % % % χ2 p 20.5 4.7 15.7 4.7 13.4 24.6 10.8 12.3 7.7 15.4 0.43 2.48 0.4 0.7 0.14 0.511 0.115 0.523 0.402 0.706 21 3.2 14.5 6.5 17.7 18.8 7 17.2 6.3 13.1 0.13 1.1 0.21 0 0.66 0.717 0.292 0.64 0.957 0.416 9.8 2.4 17.1 4.9 7.3 23.5 9.8 18.6 5.9 14.7 25 4.7 12.5 6.3 17.2 4.09 3.14 1.09 0.08 2.1 0.129 0.207 0.579 0.957 0.35 84.3 26.8 38.6 15 76.6 31.3 20.3 18.8 1.68 0.42 6.47 0.44 0.195 0.517 0.011 0.503 85.5 27.4 41.9 16.1 80.5 29.7 27.3 15.6 0.71 0.1 4.08 0 0.398 0.747 0.043 0.929 87.8 34.1 29.3 22 77.5 28.4 34.3 15.7 84.1 23.8 30.2 12.7 2.48 1.32 0.48 1.59 0.289 0.517 0.783 0.45 Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Hábitos alimentarios y actividad física en un grupo de escolares de la Ciudad de México la elección del tipo de comida y el momento de comer manifestaron menor preferencia por el agua (p = 0.070), el queso, la papa y el jugo de fruta; sin embargo, refirieron mayor agrado por los antojitos y las frituras (p = 0.064). Sólo se observaron dos relaciones entre las estrategias de control y la desinhibición alimentaria de los niños (cuadro 6). La frecuencia de niños que no reducían su consumo después de haber comido algo previamente fue mayor en los que les obligaban a consumir ciertos alimentos y en los que les restringían otros. DISCUSIÓN Un primer hecho que se pretende evidenciar son las discrepancias y similitudes entre el estado nutricio de los niños y la percepción que tienen las madres de éste. A partir de criterios recomendados por la OMS en el artículo anterior,1 se reportó que la frecuencia de sobrepeso en los niños estudiados fue de 48.5% y el de bajo peso de 4.7%; de acuerdo con la percepción de las madres y el indicador elegido (cuadro 1), las frecuencias oscilaron del 26.1 al 40.7% y del 9.7 al 22.5%, respectivamente. Puede apreciarse que existió cierta correspondencia entre la apreciación de las madres y el estado nutricio de sus hijos (evaluado con antropometría), puesto que en la población de escolares estudiados la prevalencia de sobrepeso fue mayor a la del bajo peso. Esa diferencia también se observó con la percepción de las madres. Sin embargo, la frecuencia de bajo peso fue dos a tres veces mayor en relación con la percepción de la madre, es decir, una proporción importante de madres consideró que su hijo tenía bajo peso cuando en realidad no es así. Existió un claro patrón en las estrategias que las madres utilizan para controlar la alimentación de los niños. Para alimentos como verduras, frutas, lácteos, frijoles y agua la principal forma de control paternal consistía en obligar a los niños a consumirlos; por el contrario, las madres restringían (esta restricción puede ir desde limitar su consumo hasta prohibirlo) alimentos como tortas, pan y tortillas, antojitos, pasteles y dulces, refrescos y café (cuadro 2). Este patrón puede deberse a que las madres clasifican los alimentos de forma dicotómica, al considerar que algunos alimentos son Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 “buenos” y otros son “malos”; por esto, deben promover el consumo de los primeros y restringir los últimos. En investigaciones cualitativas se observó que los preescolares, escolares,17 adolescentes18 y adultos2,3 clasifican los alimentos en dos grupos: un grupo de alimentos denominados “malos” o “chatarra”, los cuales se distinguen por tener un alto contenido en sal, azúcar, grasa y energía; el otro grupo de alimentos llamados “buenos” o “nutritivos” que son fuente importante de proteínas, fibra y micronutrimentos. La carne fue el único alimento cuyo consumo promovieron algunas madres, pero que otras restringieron (cuadro 2), probablemente esto se debe a que ésta tiene propiedades tanto de los alimentos “malos” (algunas carnes proporcionan una cantidad significativa de grasa) como de los alimentos “buenos” (la carne es una fuente importante de proteínas y ciertos micronutrimentos). Con respecto a las otras formas de control paternal, la mayoría de los padres no acostumbraban premiar con alimentos a sus hijos y les permitían que consumieran los alimentos que deseaban consumir. Tal y como reportaron otro autores,3,4,10,16 en este estudio las formas de control paternal se relacionaron con la preocupación de las madres por el peso corporal y la forma de alimentación de sus hijos. Cuando las madres se preocupaban porque sus hijos tenían sobrepeso o comían demasiado, los obligaban a consumir alimentos de alta densidad nutricional y baja densidad energética (frutas, verduras y frijoles), al tiempo que les restringían alimentos de alta densidad energética (tortas, pan y tortillas, antojitos, pasteles, dulces y refrescos). Las madres que percibían que sus hijos tenían bajo peso o comían poco también promovían el consumo de alimentos de alta densidad nutrimental (frutas, verduras y frijol) y, con menor frecuencia, les restringían los alimentos de alta densidad energética (tortas, pan y tortillas, antojitos, pasteles, dulces y refrescos, cuadro 4). Estas relaciones entre preocupación por el peso corporal y las estrategias de control paternal ponen de manifiesto, de nuevo, que las madres utilizan un esquema dicotómico para clasificar los alimentos en “buenos” y “malos”. Por ende, cuando éstas perciben que sus hijos tienen bajo peso, no limitan el consumo de los alimentos “malos” y promueven el consumo de los “buenos”. Las madres 159 Cortez Martínez G y col. que se preocupan de que sus hijos tengan sobrepeso también promueven el consumo de los alimentos “buenos” pero restringen el consumo de los “malos”. Estas tendencias sugieren que las madres piensan que los alimentos “buenos” contribuyen a mantener un peso saludable; a ganarlo si el individuo tiene bajo peso o perderlo si éste tienen sobrepeso; mientras que los alimentos “malos” sólo contribuyen a la ganancia de peso corporal. Por esta razón se les restringen a los niños con sobrepeso y no a los que tienen bajo peso. En este estudio se observó que cuando las madres obligaban a sus hijos a consumir alimentos de alta densidad nutrimental (verdura, frutas, leche, yogurt y frijoles) éstos reportaban menor preferencia por las verduras (calabaza y papa). Cuando las madres limitaban el momento y el tipo de comida de los niños, éstos tenían menor preferencia por el queso, la papa y el jugo de fruta. Lo anterior apoya la hipótesis de que cuando se obliga a consumir un alimento se genera desagrado por él, lo cual resulta contraproducente para los objetivos de las madres que obligan a sus hijos a consumir ciertos alimentos, ya que en lugar de promover efectivamente su consumo, lo puede reducir.3 Con frecuencia, las madres que obligan a los niños a consumir ciertos alimentos utilizan medidas coercitivas como regaños, castigos e incluso violencia física, lo que puede ocasionar que los niños los asocien (frutas y verduras) con situaciones emocionales negativas y, por consiguiente, disminuya su preferencia por los mismos.19 Asimismo, se reportó que cuando a los niños se les daba alguna recompensa por consumir un determinado alimento, disminuía la preferencia por este último.2 Es interesante notar que cuando las madres obligaban a consumir alimentos de alta densidad nutrimental o controlaban el tipo de comida y el momento de comer de los niños, éstos tenían mayor agrado por alimentos de alta densidad energética (pastelería, helado, cereal y hot cakes, frituras, hamburguesas, carnes frías y antojitos). Tal vez se deba a que los niños que reciben control paternal para el consumo de alimentos de alta densidad nutrimental asocian los alimentos de alta densidad energética con situaciones placenteras o, por lo menos, no los relacionan con aspectos negativos. Contrario a la hipótesis de que el control paternal tiene efectos contraproducentes en las preferencias 160 alimentarias de los niños,2,3,19 se observó que a los que se les restringían los alimentos de alta densidad energética tuvieron mayor preferencia por la leche, lechuga y jitomate, pero menor agrado por el cereal y los hot cakes. Estos hallazgos pueden deberse a un sesgo de cortesía,20 puesto que los niños a los que se les restringe el consumo de alimentos de alta densidad energética pueden aprender el esquema dicotómico de alimentos “buenos” y “malos” con mayor facilidad; por ello se reporta más agrado por los primeros y menos por los segundos. En diversas investigaciones experimentales se observó una relación consistente entre las estrategias de control paternal y la desinhibición alimentaria en niños preescolares;12,16,21 sin embargo, en la población de escolares estudiados no se observó dicha relación. Incluso, las dos únicas relaciones que existieron fueron contrarias a lo esperado, de acuerdo con lo que postula la teoría de control paternal. Una posible explicación de la discrepancia en los hallazgos puede deberse a las diferencias en la precisión de los métodos de medición. Mientras que aquí se utilizó un cuestionario, cuyo uso puede derivar en diversos sesgos, para evaluar la existencia de desinhibición alimentaria, los estudios experimentales 12,16,21 recurren a evaluaciones de laboratorio en las cuales los niños consumen alimentos y bebidas a libre demanda, después de una precarga de energía en forma de bebidas o bocadillos. Los investigadores miden, mediante básculas ocultas, el consumo de alimentos y bebidas de los niños y evalúan si pudieron regular su consumo después de la precarga, es decir, si redujeron el consumo de energía después de haber comido algo. En el primer artículo de esta serie se describieron otras limitaciones metodológicas del presente estudio.1 Otras explicaciones de las discrepancias entre este estudio y lo reportado a partir de investigaciones experimentales es que la relación entre control paternal y desinhibición alimentaria se manifiesta en niños preescolares y no en escolares; o bien, que la asociación observada en condiciones de laboratorio no son reproducibles en estudios de campo. En este sentido, es importante mencionar que algunos estudios no apoyan la hipótesis de la influencia del control paternal en la desinhibición alimentaria y el riesgo de obesidad en escolares. Saelens y colaboradores22 no encontraron Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Hábitos alimentarios y actividad física en un grupo de escolares de la Ciudad de México diferencias entre hermanos obesos y no obesos de 7 a 12 años de edad, en relación con el grado de control paternal en la alimentación. Los mismos autores mencionan que los hijos de padres negligentes (la negligencia representaría el polo opuesto a la preocupación y al control paternal) tienen mayor riesgo a resultar con obesidad que los que provienen de hogares en los que no existe negligencia. En un estudio experimental11 no se observaron diferencias entre los niños de 8 a 12 años de edad, con y sin obesidad y la velocidad con la que comían y el tamaño de la porción que consumían; estas variables pueden considerarse indicadores de desinhibición alimentaria. En resumen, este estudio sugiere que algunas madres utilizan un esquema rígido para clasificar los alimentos; los agrupan en alimentos “buenos” y “malos”. A partir de esta clasificación, controlan la alimentación de sus hijos en función de su percepción del peso corporal y la alimentación de los niños. Cuando perciben que los niños tienen sobrepeso, les restringen los alimentos “malos”; cuando los perciben con bajo peso, limitan los alimentos “malos” con menor frecuencia. En ambas situaciones las madres promueven el consumo de alimentos “buenos”. Asimismo, pudo confirmarse que cuando las madres promueven el consumo de alimentos de alta densidad nutricia, como las verduras, o controlan la alimentación de sus hijos se reduce la preferencia de éstos por dichos alimentos. Aunque varios estudios experimentales realizados con preescolares aportaron hallazgos del efecto del control paternal en la desinhibición alimentaria de los niños, este estudio y otras experiencias de investigación11,22 realizadas con escolares no confirman dicha relación. Por ende, se requieren más estudios para evaluar esa hipótesis. Los hallazgos de este estudio pueden tener varias implicaciones en la práctica nutriológica. En primer lugar, los profesionales de la salud deben trabajar con los padres para que éstos tomen conciencia de si su preocupación por el peso y la forma en que los niños se alimentan es necesaria o no, ya que, como se vio en este estudio, una proporción de madres consideraron que sus hijos tenían bajo peso. Esta frecuencia fue menor cuando se consideró la evaluación antropométrica. Otro aspecto que debe trabajarse con la población se relaciona con la comprensión de los mensajes educativos en materia de alimentación. Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 En las guías alimentarias para la población general de México23 y de otros países24 se hace hincapié en mantener una alimentación variada, basada en el consumo de frutas, verduras y cereales integrales; un consumo moderado de grasa total y consumo bajo en grasas saturadas, azúcar y sal. Los resultados mostraron que las madres simplifican demasiado esas recomendaciones y, de forma polarizada, clasifican los alimentos en “buenos” y “malos”, lo que hace que promuevan el consumo de unos y limiten otros. Por ende, siempre que se imparta educación nutricional debe evitarse, en la medida de lo posible, que la población comprenda de forma polarizada las guías alimentarias. También es importante que los padres conozcan los efectos contraproducentes del control paternal en las preferencias alimentarias, ya que cuando a los niños se les obliga a consumir alimentos, como vegetales, reducen la preferencia por ellos. Los profesionales de la salud deben subrayar que la responsabilidad de los padres es garantizar que en la casa siempre haya una variedad de alimentos saludables; mientras que los niños son los que deben decidir qué comer, cuándo comer y en qué cantidades.25,26 Agradecimientos Los autores agradecen a los directivos, alumnos y madres de familia de las primarias Narciso Mendoza, Martina Islas y el Colegio de Educación Integral, Humanidades y Ciencias, cuya participación fue fundamental para realizar el estudio. REFERENCIAS 1. 2. 3. 4. 5. 6. Briz AE, García LE, Maass CM, Pérez KM, Sánchez E, Ortiz L. Hábitos alimentarios y actividad física en un grupo de escolares de la Ciudad de México. El modelaje. Nutrición Clínica 2004;7:9-23. Birch LL. Development of food preferences. Annu Rev Nutr 1999;19:41-62. Birch LL, Fisher JO. Development of eating behaviors among children and adolescents. Pediatrics 1998;101:539-49. Hupkens CLH, Knibbe RA, Van Otterloo AH, Drop MJ. 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Visite la página electrónica del Fondo Nestlé para la Nutrición, donde encontrará todos los artículos publicados en Nutrición Clínica desde 1997: www.fondonestlenutricion.org.mx/nutricionclinica/principal.html 162 Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Nutrición Clínica 2004;7(3):163-72 Artículo original Evaluación diagnóstica nutricional por regiones en preescolares de Oaxaca: estudio comparativo Alberto Ysunza Ogazón,* Luz María Espinosa Cortés,** Gabriela Romero Juárez,** Silvia Diez Urdanivia Coria** RESUMEN Antecedentes: este trabajo parte de la propuesta original Estrategia de Monitoreo Antropométrico del Programa Estatal de Acción a Favor de la Infancia presentada al DIF de Oaxaca para evaluar, desde el punto de vista nutricional, el impacto comunitario de las diferentes estrategias realizadas en la entidad. Ésta fue una iniciativa del departamento de estudios experimentales y rurales del Instituto Nacional de Nutrición y del Centro de Capacitación para Promotores Comunitarios (CECIPROC). Objetivo: describir los resultados del diagnóstico nutricio de los preescolares oaxaqueños y relacionarlos con la región de origen y los indicadores socioeconómicos. Material y método: como parte del monitoreo antropométrico se aplicó una encuesta estatal que abarcó 48 comunidades distribuidas en 28 distritos de las 8 regiones geoeconómicas. Los indicadores antropométricos peso/edad, peso/talla y talla/edad se aplicaron a 838 preescolares. En cada uno de ellos se calculó la desviación estándar en puntaje Z, de acuerdo con las tablas recomendadas por la OMS; también se calculó con la prueba de la ji al cuadrado de Pearson. Los resultados de las pruebas se consideraron estadísticamente significativos con p < 0.05. Se efectuaron correcciones de Yates y Fisher y se obtuvieron los valores de la razón de momios para identificar el riesgo de acuerdo con la edad, la región de origen, el sexo y con los indicadores socioeconómicos. Resultados: la correlación del análisis de talla para la edad por región demostró diferencias significativas de p < 0.0001 (ji al cuadrado de Pearson) en la Sierra Sur, con 45.3% de los casos con talla baja. Para los indicadores peso/edad y talla/peso la región más afectada fue la Costa, con 40 y 29.1% de desnutrición, respectivamente. Los mayores de 24 meses de edad tuvieron los mayores porcentajes de desnutrición, con 14%. Los indicadores socioeconómicos que tuvieron significado estadístico con el estado nutricio fueron el piso de tierra y el gasto en alimentos. Conclusiones: estos hallazgos demuestran uno de los índices más altos de desnutrición infantil en relación con otros estados del país. Por lo que se refiere a la desnutrición, las diferencias entre regiones son muy marcadas y las más afectadas son la Sierra Norte, la Sur y la Costa, a pesar de la gran diversidad natural y cultural con la que cuenta el estado. El grupo de edad con mayor afectación en su estado nutricio correspondió a los niños mayores de 24 meses. La marginación y la pobreza son problemas que aún enfrenta gran parte de la población mexicana, sobre todo los grupos étnicos del centro y sureste del país, donde los índices de desarrollo humano son bajos en relación con otros grupos de población, lo que demuestra las diferencias de desarrollo regionales. Lo anterior pudo corroborarse al analizar los indicadores socioeconómicos y el estado nutricio de los preescolares. Palabras clave: desnutrición, preescolares, grupos étnicos, condiciones socioeconómicas, regiones geoeconómicas. ABSTRACT Background: The current summary is part of the original proposal of the Anthropometrical Monitoring Strategy from the Oaxaca State Program in Pro of the Children of the DIF to evaluate, from a nutritional point of view, the impact in a communitarian level from the different strategies developed in the place by this program. It is an initiative of the Experimental and Rural Studies Department from the National Institute of Nutrition and the Training Center for Communitarian Promotors (CECIPROC). Objective: To describe the results of the nutritional diagnosis in children of Oaxaca in relation with their origin region and their socioeconomic indicators. Material and method: As part of the anthropometrical monitoring a survey was applied in the state of Oaxaca which embraced 48 communities distributed in 28 districts out of the 8 geoeconomic regions. The anthropometrical indicators weight/age, weight/size and size/age were applied to 838 preschoolers, and for each one of them was calculated the standard deviation on a “Z” score according to the WHO recommendation boards, as well as with the Pearsons χ2 test. The results of this examination were considered statistically significant when p < 0.05. Yates or Fishers corrections were made and we obtained the odds ratio to identify the risk according to age, origin region, sex and socioeconomic indicators. Results: The correlation between size/age showed significant differences in the Sierra Sur, where 45.3% of the children have small size. For the indicators of weight/age and size/weight the most affected region was the Costa with 40 and 29.1% of malnutrition, Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 163 Ysunza Ogazón A y col. respectively. The children older than 24 months have presented the biggest percentage of malnutrition in 14%. The socioeconomic indicators that had statistic significance with the nutrition aspect were: the earth flooring and the feeding expenses. Conclusions: These findings show one of the highest indexes on infantile malnutrition, in relation to other states in the country. The differences among regions according to malnutrition are deeply marked and the most affected regions in the state of Oaxaca are the Sierra Norte and Sierra Sur, as well as the Costa. Despite the great natural and cultural diversity that Oaxaca offers, the most affected group according to age and nutritional status were those older than 24 months. Marginalization and poverty are two problems that Mexican population faces everyday, especially ethnical groups from the Center, South and Southeastern area of the country where human development indexes are below other regions, showing the regional development differences. The above was corroborated by analyzing the socioeconomic indicators and the nutritional status of the preschoolers. Key words: malnutrition, preschoolers, ethnical groups, socioeconomic conditions, geoeconomic regions. O axaca se ubica en el sureste de la República Mexicana y ocupa el quinto lugar por su magnitud territorial y extensión de 95,364 kilómetros cuadrados. En este territorio se encuentran tres grandes sierras: la Sierra Madre del Sur, que se extiende a lo largo del Pacífico; la Sierra Madre Oriental, también conocida como la Sierra de Oaxaca y la Sierra Atravesada. En la Sierra Madre Oriental se encuentran sierras más pequeñas, como la Sierra Mazateca o de Huautla, de Cuicatlán, la Chinanteca, de Juárez o Ixtlán y la Mixe. Su orografía es diversa y va desde valles, planicies y costeras hasta grutas y cavernas, como en la región de la Cañada.1 Además, cuenta con selvas húmedas y secas, bosques tropicales y espinosos, así como con zonas desérticas que hacen posible la existencia de alrededor de 10 mil especies de plantas y una gran variedad de fauna.1,2 La entidad se divide en ocho regiones geoeconómicas: Cañada, Costa, Istmo, Mixteca, Sierra Norte, Sierra Sur, Tuxtepec o Papaloapan y Valles Centrales, en las cuales se encuentran distribuidos 30 distritos con 570 municipios y más de 10 mil comunidades.2 Existen 16 grupos etnolingüísticos: amuzgos, chatinos, chinantecos, chocho, chontal, huave, cuicanteco, ixcateco, mazateco, mixe, mixteco, náhuatl, triqui, * ** Jefe del departamento de estudios experimentales y rurales. Investigadoras del departamento de estudios experimentales y rurales. Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán. Correspondencia: Dr. Alberto Ysunza Ogazón. Departamento de estudios experimentales y rurales, Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán. Vasco de Quiroga núm. 15, Col. Sección XVI, CP 14000, DF, México. E-mail: [email protected] Recibido: agosto, 2004. Aceptado: septiembre, 2004. La versión completa de este artículo también está disponible en internet: www.revistasmedicasmexicanas.com.mx 164 zapoteco, zoque y el popoloca. Casi dos millones de habitantes son indígenas, lo que significa que seis de cada diez oaxaqueños pertenecen a algún grupo étnico.2,3 Sus principales actividades económicas son la agropecuaria, la silvicultura y la pesca. En cuanto a la producción agrícola, Oaxaca ocupa el noveno lugar en la producción de maíz de grano y de frijoles. La silvicultura forma parte de la riqueza potencial de la entidad, la cual se localiza en las regiones de la Sierra Norte y Sur, así como en parte de la Mixteca baja. La producción pesquera ocupa el cuarto y octavo lugar en la pesca de huachinango y camarón. El turismo se desarrolla, sobre todo, en la región de la Costa y se centra en el complejo turístico de Huatulco y Puerto Escondido, además de Puerto Ángel y las lagunas de Chacahua.3 En contraste con su rica biodiversidad y sus distintas actividades económicas, Oaxaca se distingue, hasta ahora, por tener índices elevados de marginalidad4 y pobreza y bajos índices de desarrollo humano, junto con los estados de Veracruz, Chiapas y Guerrero, donde hay gran rezago en los servicios de salud (ocupa el último lugar en gasto público). Esto se refleja en el estado nutricio de su población preescolar, sobre todo la indígena. Además, es uno de los estados en donde se registran elevados índices de migración. Por ello, existen comunidades en las que sólo habitan niños, mujeres y ancianos, como sucede en Copala, 5 comunidad trique donde se encontró que 80% de su población padece desnutrición grave. Por lo que se refiere a las condiciones de la vivienda, en 1995 Oaxaca tenía el primer lugar de viviendas con piso de tierra, seguido por Chiapas. De acuerdo con los datos de la muestra obtenida en este estado, 52.7% de los preescolares vivía en casas con piso de tierra; 41.2% con paredes de adobe; 31% con paredes de tabique; 54.8% con letrinas; 17.7% con techo de ladrillo Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Evaluación diagnóstica nutricional por regiones en preescolares de Oaxaca o concreto; 21.4% con láminas de cinc o asbesto; 21.0% en casas sin ventanas; 82.1% con cocinas separadas; 50.8% no disponía de agua entubada y 39.4% vivía en hacinamiento (un cuarto).6 El gasto en alimentos fue reducido; en 32.2 y 32.6% de las familias de esos niños fue menor a 50 y 100 pesos, respectivamente. El objetivo de este trabajo fue describir los resultados del diagnóstico en el estado nutricio de los niños oaxaqueños y relacionarlos con la región de origen e indicadores socioeconómicos. MATERIAL Y MÉTODO En 1995 se invitó a participar a los equipos técnicos del departamento de estudios experimentales y rurales del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ) y del Centro de Capacitación Integral para Promotores Comunitarios (CECIPROC) en la propuesta original Estrategia de Monitoreo Antropométrico del Programa Estatal de Acción a Favor de la Infancia, que el DIF-Oaxaca presentó para evaluar, desde el punto de vista nutricional, el impacto comunitario de las diferentes estrategias desarrolladas en la entidad. Para la evaluación se aplicó una encuesta nutricional a 838 preescolares de 48 comunidades distribuidas en 28 distritos, que abarcan las ocho regiones geoeconómicas y que integran el estado de Oaxaca. La selección de la muestra se realizó mediante la fórmula de estimación de promedios de una población, de acuerdo con los criterios del programa. La cantidad de encuestas dependió del número de individuos en cada región, por lo que fue necesario utilizar la información del censo poblacional de 1990. Sólo se consideró a los niños menores de 5 años y a las mujeres entre 15 y 45 años de edad. En este trabajo únicamente se muestran los resultados de los preescolares. El muestreo se realizó en varias etapas (multietápico). En primer lugar, se seleccionaron los distritos al azar. En segundo, se realizó otro muestreo al azar de los municipios que conformarían la muestra de cada distrito y, por último, se escogieron las comunidades accesibles en vehículo, ya sea por brecha, caminos vecinales o carretera. Se consideró lo accidentado de la orografía oaxaqueña y la época de lluvia, que es cuando Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 los caminos son menos accesibles. Después de seleccionar las comunidades que se encontraban a pie de brecha o carretera, éstas se sortearon por segunda vez. La distribución de las encuestas dependió del número total de sujetos de cada región y la cantidad de encuestas, del número de individuos de cada comunidad. La selección de las familias de cada comunidad se realizó mediante la división de cuatro grupos de trabajo: un grupo partió del centro al sur, otro del centro al norte, otro del centro al este y el último del centro al oeste, para que no todas las encuestas fueran del centro de la comunidad y pudieran incluirse todas las familias. Por último, se decidió que el preescolar incluido se seleccionaría con base en un juego de números del 1 al 4, con la finalidad de que la población no quedara representada sólo por los niños más pequeños o, bien, por los más grandes de cada una de las familias escogidas (ejemplo: 1,2,3,4 - 2,3,4,1 - 3,4,1,2, etc.).7 Después de definir los criterios de selección, un grupo de personal técnico (médicos, nutriólogos y promotores de salud) capacitado por el CECIPROC realizó las evaluaciones antropométricas según las técnicas descritas y recomendadas por la OMS. Para ese fin se tomaron como patrón de referencia las tablas del Centro Nacional de Estadísticas de la Salud de Estados Unidos (NCHS).8 Para obtener el peso se utilizaron básculas de resorte tipo Salter, con capacidad de 20 kg y precisión de 100 g, calibradas cada tres mediciones; para obtener la talla se usaron infantómetros, con precisión de 1 mm. Como los índices antropométricos son dependientes de la edad, ésta se obtuvo mediante el acta de nacimiento y la cartilla de vacunación. Se buscó la exactitud de los datos y el procesamiento de la información recabada en la encuesta diagnóstica incluyó la revisión de encuestas para identificar inconsistencias o faltantes en la información contenida. La información se capturó en una base de datos Excel Win® (cuyos datos se guardaron en DBASE III), misma que se cotejó con las encuestas originales. Se calcularon los índices antropométricos peso/edad (P/E), peso/ talla (P/T) y talla/edad (T/E) mediante el programa ANTHRO 1.01 y se recurrió a la desviación estándar (puntaje Z). En esta clasificación se asumió la condición 165 Ysunza Ogazón A y col. de normal cuando los valores fueron menores a 2Z y mayores o iguales a 1Z. La desnutrición se estableció en tres rangos por debajo de los valores correspondientes a 1Z: leve, menor de -1Z y mayor de -2Z; moderada, menor o igual a -2Z y mayor que -3Z; grave, cuando los valores observados correspondían a -3Z. Asimismo, se crearon cuatro grupos de edad para identificar los rangos con mayor riesgo de sufrir desnutrición: < 6 meses; de 6 a 12, 12 a 24 y de 24 a 60 meses. Los indicadores socioeconómicos que se utilizaron en este estudio se agruparon en número de cuartos y ventanas, tipo de piso, material del techo y paredes, disposición de excretas, forma de abastecimiento de agua, cultivos de traspatio, lugar donde se criaban los animales domésticos y el gasto en alimentación. Este último quedó agrupado en rangos de < 50, 51 a 100, 101 a 150, 151 a 200 y 201 o más pesos semanales. Para el análisis estadístico de la información se utilizó el paquete estadístico SPSS/PC+ versión 10.0, con el que se calcularon las desviaciones estándar; de igual forma, se utilizó la prueba de la ji al cuadrado de Pearson. Los resultados obtenidos mediante las pruebas probabilísticas se consideraron estadística- mente significativos cuando el valor de p fue menor a 0.05. También se hicieron correcciones de Yates y Fisher al aplicar la razón de momios, con intervalo de confiabilidad del 95%. RESULTADOS En México, la desnutrición infantil se encuentra entre las cinco causas de mortalidad de preescolares; la pobreza y la marginación son los principales factores de riesgo que contribuyen a dicho padecimiento, sobre todo entre los grupos indígenas de la región sur y sureste del país. De ahí que en el estado de Oaxaca, caracterizado por sus altos índices de marginalidad, pobreza e índice de desarrollo humano medio, el muestreo permitiera inferir la magnitud del problema en sus ocho regiones geoeconómicas. Los resultados obtenidos demostraron que de los 838 preescolares oaxaqueños, según el indicador talla para la edad, 31.9% (n = 267) y 34% (n = 285) tuvieron desnutrición moderada y grave, respectivamente; 30.8% (n = 258) se ubicó en el rango de normalidad y 3.3% (n = 28) correspondió a talla alta y ligeramente alta para la edad. Cuadro 1. Estado nutricio de preescolares por regiones Puntaje Z Talla/edad +1 a +3 DE +1 DE -1 DE -2 DE Total Peso/edad +1 a +3 DE +1 DE -1 DE -2 DE -3 DE Total Peso/talla +1 a +3 DE +1 DE -1 DE -2 DE -3 DE Total S. Sur N (%) S. Norte N (%) Istmo N (%) Cañada N (%) Tuxtepec N (%) Mixteca N (%) Costa N (%) V. Centrales N (%) 7 (3.9) 35 (19.6) 56 (31.3) 81 (45.3) 179 (100.0) 4 (2.6) 39 (25.0) 53 (34.0) 60 (38.5) 156 (100.0) 5 (2.9) 103 (58.9) 40 (22.9) 27 (15.4) 175 (100.0) 4 (2.9) 30 (21.4) 52 (37.1) 54 (38.6) 140 (100.0) 1 (2.4) 13 (31.7) 15 (36.6) 12 (29.3) 41 (100.0) 4 (6.5) 15 (24.2) 23 (37.1) 20 (32.3) 62 (100.0) 2 (3.6) 15 (27.3) 18 (32.7) 20 (36.4) 55 (100.0) 1 (3.3) 8 (26.7) 10 (33.3) 11 (36.7) 30 (100.0) 3 (1.7) 81 (45.3) 60 (33.5) 32 (17.9) 3 (1.7) 179 (100.0) 3 (1.9) 67 (42.9) 52 (33.3) 29 (18.6) 5 (3.2) 156 (100.0) 4 (2.3) 112 (64.0) 35 (20.0) 20 (11.4) 4 (2.3) 175 (100.0) 3 (2.1) 56 (40.0) 54 (38.6) 18 (12.9) 9 (6.4) 140 (100.0) 21 (51.2) 16 (39.0) 2 (4.9) 2 (4.9) 41 (100.0) 29 (46.8) 21 (33.9) 12 (19.4) 4 (7.3) 62 (100.0) 18 (32.7) 15 (27.3) 18 (32.7) 1 (3.3) 55 (100.0) 16 (53.3) 7 (23.3) 6 (20.0) 30 (100.0) 28 (15.6) 133 (74.3) 15 (8.4) 3 (1.7) 23 (14.7) 112 (71.8) 20 (12.8) 1 (0.6) 20 (14.3) 107 (76.4) 11 (7.9) 2 (1.4) 6 (14.6) 30 (73.2) 4 (9.8) 8 (12.9) 48 (77.4) 5 (8.1) 1 (1.6) 2 (3.6) 31 (56.4) 19 (34.5) 3 (5.5) 1 (3.3) 24 (80.0) 4 (13.3) 1 (3.3) 179 (100.0) 156 (100.0) 19 (10.9) 127 (72.6) 23 (13.1) 5 (3.4) 1 (2.9) 175 (100.0) 62 (100.0) 55 (100.0) 30 (100.0) 140 (100.0) 1 (2.4) 41 (100.0) Fuente: CECIPROC-INCMN, Encuesta de Nutrición, 1995. N = 838. 166 Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Evaluación diagnóstica nutricional por regiones en preescolares de Oaxaca La correlación del análisis de talla para la edad por región (cuadro 1) demostró diferencias significativas de p < 0.0001 (ji al cuadrado de Pearson) en la Sierra Sur, 45.3% de los preescolares se ubicó en -2Z y más desviaciones estándar (talla baja); en el Istmo el porcentaje fue de 15.4%. La talla baja en el resto de las regiones afectó a cerca de un tercio de la población. En contraste con los datos del párrafo anterior, la región que tuvo los índices más bajos de normalidad (+1Z de desviación estándar) fue la Sierra Sur, donde sólo 19.6% de los individuos se ubicó en ese rango. Aquí, 58.9% de los niños tenía talla normal para su edad. El análisis del peso para la edad demostró que al momento del estudio 31.0, 16.3 y 3.3% de los preescolares manifestaba desnutrición leve, moderada y grave, respectivamente. El porcentaje para la normalidad fue de 47.7% y de 1.6% para sobrepeso u obesidad. El valor de la ji al cuadrado de Pearson que se obtuvo por la correlación entre el peso para la edad y la región demostró diferencias significativas de p < 0.0001 (cuadro 1); sin embargo, fue en la Costa donde se encontraron mayores porcentajes de preescolares con déficit de peso. El 32.7% tuvo desnutrición moderada (-2Z de desviaciones estándar) y 7.3% desnutrición grave (-3Z más desviaciones estándar). No ocurrió así en la región de Tuxtepec, donde los porcentajes de desnutrición fueron bajos. El 9.8% (4.9% desnutrición moderada y 4.9% desnutrición grave) de los preescolares se ubicó en -2Z y en -3Z y más desviaciones estándar. Por lo que se refiere al peso para la talla, 12.1% de los preescolares (n = 101) manifestó desnutrición leve; 1.9% moderada (n = 16) y 0.2% grave (n = 2). El porcentaje para el rango de normalidad fue del 73.0% (n = 612) y para sobrepeso u obesidad del 12.8% (n = 107). La correlación entre el peso para la talla por regiones indicó que existían diferencias significativas de p = 0.001. En la Costa (cuadro 1) se encontraron, por segunda vez, mayores porcentajes de desnutrición moderada; le siguieron el Istmo y los Valles Centrales, con poco más del 3%. La región con porcentajes más bajos de déficit de peso para la talla fue la Sierra Norte, a diferencia del indicador talla para la edad (cuadro 1). Sólo 0.8% de los niños tuvo desnutrición moderada. Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Asimismo, se apreció que la desnutrición grave ubicada en -3Z y más desviaciones estándar sólo afectó a un caso en el Istmo y a otro en la Cañada. Además de buscar las diferencias porcentuales del deterioro nutricio entre regiones, el análisis de la razón de momios, que se aplicó a los tres indicadores antropométricos (talla para la edad, peso para la edad y peso para la talla), permitió observar relaciones significativas entre el estado nutricio y la región en donde vivía el preescolar. De este modo, la asociación entre la talla para la edad y la región dio valores significativos de p < 0.0009 (RM = 1.92, IC95%: 1.302.88) en la Sierra Sur. Lo mismo ocurrió en la Cañada, donde el significado estadístico fue de p = 0.009 (RM = 1.76; IC95%: 1.15-2.76) de acuerdo con las correcciones de Yates; es decir, tanto en la Sierra Sur como en la Cañada había mayor riesgo de manifestar desnutrición que en el resto de las regiones. No ocurrió así con los preescolares del Istmo, quienes registraron valores de protección de p < 0.0001 (RM = 0.23; IC95%: 0.16-0.33). El análisis de la razón de momios entre el peso para la edad y la región donde el preescolar vivía demostró relación significativa de p = 0.016 (RM = 2.09; IC95%: 1.14-3.97) en la Costa. Es decir, los preescolares de esa región corrían dos veces más el riesgo de manifestar bajo peso para su edad que los que vivían en el resto de las regiones. En el Istmo se observaron valores de protección de p < 0.0001 (RM = 0.23; IC95%: 0.160.33). No se encontró ninguna relación entre el peso para la edad y la región en el resto de la población preescolar; por lo tanto, el riesgo de sufrir desnutrición dependía de otros determinantes. De acuerdo con las correcciones de Yates, el indicador peso para la talla y la región también demostró relación significativa de p < 0.0001 (RM = 4.71; IC95%: 2.50-8.70) en los preescolares de la Costa; lo que sugiere que el riesgo de manifestar déficit de peso para la talla fue cuatro veces mayor que en el resto de las regiones. Además de las pruebas estadísticas que señalaron diferencias porcentuales significativas por región y que demostraron los lugares donde los preescolares corrían mayor riesgo de tener algún tipo de desnutrición, también se analizó la correlación entre la talla para la edad por grupo de edad (cuadro 2). Con esa prueba se 167 Ysunza Ogazón A y col. Cuadro 2. Estado nutricio de niños menores de cinco años, según el puntaje Z (talla/edad) Grupos de edad en meses <6 6 a 12 12 a 24 24 a 60 Ligeramente alta (+1 a +3 DE) N (%) 1 10 7 10 Normal (± 1 DE) N (%) (1.5) (8.8) (4.6) (2.0) 48 38 43 129 Ligeramente baja (-1 a <-2 DE) N (%) (73.8) (33.3) (28.3) (25.4) 12 47 49 159 (18.5) (41.2) (32.2) (31.4) Baja (-2 y ≥ -3 DE) N (%) 4 (6.2) 19 (16.7) 53 (34.9) 209 (41.2) Total N (%) 65 (100) 114 (100) 152 (100) 507 (100) Fuente: CECIPROC-INCMN, Encuesta de Oaxaca, 1995. N = 838, p < 0.0001. Cuadro 3. Estado nutricio de menores de cinco años, según el puntaje Z (peso/edad) Grupos de edad en meses <6 6 a 12 12 a 24 24 a 60 Sobrepeso-obesidad (+1 a +3 DE) N (%) 15 (23.1) 12 (10.5) 9 (59.0) 11 (2.2) Normal (± 1 DE) N (%) 45 65 59 197 (69.2) (57.0) (38.8) (38.9) Desnutrición leve (-1 a <-2 DE) N (%) Desnutrición moderada (-2 DE ) N (%) 3 (4.6) 20 (17..5) 49 (32.2) 188 (37.1) 2 (3.1) 14 (12.3) 28 (18.4) 93 (18.3) Desnutrición grave (-3 y más DE) N (%) 3 (2.6) 7 (4.6) 18 (3.6) Total N (%) 65 (100) 114 (100) 152 (100) 507 (100) Fuente: CECIPROC-INCMN, Encuesta de Oaxaca, 1995. N = 838, p<0.0001 encontraron diferencias significativas de p < 0.0001. El 41.2% de los individuos del grupo de 24 a 60 meses de edad tuvo talla baja, la cual se ubicó en el rango de -1 a < -2Z desviaciones estándar. El porcentaje disminuyó conforme aumentó la edad del preescolar. Sin embargo, dicha tendencia no se observó en los individuos que se ubicaron en el rango de -2 y -3Z y más desviaciones estándar de talla baja. Para ellos, aumentó junto con la edad. Por el contrario, el índice de normalidad se redujo notablemente a partir de los seis meses de edad, de modo que mientras 73.8% de los preescolares de menos de seis meses de edad tuvo talla normal para su edad, el porcentaje se redujo a cerca de la mitad en los grupos mayores de seis meses, de 33.3 a 25.4%. El análisis de la razón de momios confirmó lo antes dicho para este indicador antropométrico. Según las correcciones de Yates, la probabilidad de que el preescolar tuviera mayor riesgo de manifestar déficit de talla a partir de los seis meses fue significativa p < 0.0001 (RM = 6.93; IC95%: 3.77-13.29). La correlación entre el peso para la edad y el grupo de edad dio a conocer diferencias significativas de p < 0.0001 (cuadro 3). De los tres grados de desnutrición, 168 la leve (-1Z desviaciones estándar) afectó a alrededor de un tercio de los preescolares mayores de un año, la moderada a más del 15% y la grave (-3Z y más desviaciones estándar) a menos del 5%. Contrario a esa tendencia, no se observó desnutrición leve ni moderada en los niños menores de seis meses de edad. Los mayores índices de normalidad se observaron en el grupo de individuos que tenían menos de seis meses, como ocurrió en la correlación de la talla para la edad por grupo de edad. Conforme la edad del preescolar aumentaba, el porcentaje de preescolares ubicados en el rango de ±1Z fue disminuyendo. Con base en esa tendencia y según las correcciones de Yates, la razón de momios demostró relación significativa de p < 0.0001 (RM = 14.28; IC95%: 5.6945.95) entre el peso para la edad y el grupo de edad, por lo que pudo inferirse que los niños mayores de seis meses tenían 14 veces más riesgo de manifestar bajo peso para su edad. En este estudio se analizó la correlación entre el peso para la talla por grupos de edad (cuadro 4). La ji al cuadrado de Pearson demostró diferencias significativas de p < 0.0001 entre los grupos de edad. La desnutrición leve (-1 a < -2Z desviaciones estándar) Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Evaluación diagnóstica nutricional por regiones en preescolares de Oaxaca Cuadro 4. Estado nutricio de menores de cinco años, según el puntaje Z (peso/talla) Grupos de edad en meses <6 6 a 12 12 a 24 24 a 60 Sobrepeso-obesidad (+1 a +3 DE) N (%) 22 (33.8) 25 (21.9) 16 (10.5) 44 (8.7) Normal (± 1 DE) N (%) 41 73 106 392 (63.1) (64.0) (69.7) (77.3) Desnutrición leve (-1 a <-2 DE) N (%) Desnutrición moderada (-2 DE ) N (%) 2 (3.1) 12 (10.5) 26 (17.1) 61 (12.0) 3 (2.6) 4 (2.6) 9 (1.8) Desnutrición grave (-3 DE) N (%) 1 (0.9) 1 (0.2) Total N (%) 65 (100) 114 (100) 152 (100) 507 (100) Fuente: CECIPROC-INCMN, Encuesta de Oaxaca, 1995. N = 838, p < 0.0001 aumentó en los grupos de edad de 6 a 12 meses y de 12 a 24 meses, en cambio, disminuyó en el último grupo de edad. Los porcentajes de desnutrición moderada y grave fueron inferiores al 3% y no se observaron en el grupo de edad menor a seis meses. En esta correlación, los porcentajes de normalidad (±1Z) aumentaron junto con la edad del preescolar: 63.1% (n = 41) en el primer grupo a 77.3% (n = 392) en el segundo. En cambio, los porcentajes de sobrepeso y obesidad se redujeron (cuadro 4). Los resultados de la razón de momios indicaron relación significativa de p = 0.012 (RM = 5.62; IC95%: 1.45-47.99) entre el peso para la talla y el grupo de edad mayor de seis meses. Es decir, los preescolares mayores de seis meses tenían cinco veces más riesgo de sufrir algún grado de desnutrición. El análisis de los tres indicadores antropométricos por sexo no tuvo diferencias significativas, por lo que se infiere que la desnutrición, al momento de realizarse el estudio, era un problema que había afectado a todos los individuos menores de cinco años, independientemente del sexo. Lo anterior se confirmó mediante la razón de momios, misma que tampoco demostró alguna relación; es decir, pertenecer a uno u otro sexo no era un factor de riesgo para estar desnutrido. Al parecer, las causas de la prevalencia fueron otras. Además de todas las correlaciones entre los tres indicadores antropométricos y la región de pertenencia por grupos de edad y sexo, se efectuó la correlación entre estos tres con las condiciones socioeconómicas en las que vivía el preescolar. El diagnóstico demostró diferencias significativas de p < 0.0001, las cuales se confirmaron con la razón de momios. Ésta también dio a conocer relaciones significativas (cuadro 5) entre los indicadores antropométricos peso para la edad, talla Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 para la edad y peso para la edad con las condiciones socioeconómicas. De acuerdo con las correcciones de Yates, se observó relación entre los factores socioeconómicos y el indicador antropométrico peso para la edad en los preescolares que habitaban en casas con piso de tierra, pared de caña, cartón o madera y que contaban con un solo cuarto. También se apreció en los lugares donde el gasto en alimentación era inferior a 50 pesos semanales y el fecalismo era al ras del suelo. Los preescolares que vivían en estas condiciones tenían riesgo, de una a dos veces, de resultar con déficit de peso para su edad. En el cuadro 5 también se muestran asociaciones entre las condiciones socioeconómicas y la talla para la edad. Para este indicador se encontró que el déficit de talla se debió al hecho de habitar en viviendas sin ventilación y de un cuarto o en hacinamiento, en donde el gasto familiar para la alimentación era inferior a 50 pesos semanales y el fecalismo se realizaba al ras del suelo. Por lo que se refiere a la correlación del peso para la talla y las condiciones socioeconómicas, la razón de momios sólo demostró relación para los preescolares que vivían en casas con piso de tierra y donde el gasto familiar para la alimentación era inferior a 50 pesos. Es decir, el riesgo de manifestar déficit de peso para su edad era mayor cuando vivían bajo estas dos condiciones socioeconómicas. DISCUSIÓN De acuerdo con los datos disponibles, Chiapas, Guerrero y Oaxaca (estados del sur) son los estados más pobres de México. Si se calculan sus ingresos y consumo, casi 67% de la población vive bajo la línea de 169 Ysunza Ogazón A y col. Cuadro 5. Factores socioeconómicos de riesgo asociados con los indicadores antropométricos peso/edad, talla/edad y peso/talla conforme a la puntuación Factores de riesgo Peso/edad Piso de tierra Pared de caña, cartón o madera Fecalismo al ras del suelo Gasto en alimentación menor a 50 pesos semanales De 0 a 1 cuarto por vivienda Talla/edad Piso de tierra Techo de palma, cartón o madera Pared de caña, cartón o madera Fecalismo al ras del suelo No cultivar hortalizas Gasto en alimentación menor a 50 pesos semanales De 0 a 1 cuarto por vivienda Vivienda sin ventilación Peso/talla Piso de tierra Gasto en alimentación menor a 50 pesos semanales Razón de momios p RM = 2.25; IC95%: 1.69-3.0 RM = 1.55; IC95%: 1.17-2.06 RM = 2.11; IC95%: 1.46-3.06 RM = 1.65; IC95%: 1.22-2.23 RM = 1.64; IC95%: 1.23-2.19 <0.0001 0.001 <0.0001 <0.0009 <0.0006 RM = 2.58; IC95%: 1.91-3.51 RM = 3.13; IC95%: 2.06-4.85 RM = 1.53; IC95%: 1.14-2.0 RM = 2.16; IC95%: 1.43-3.32 RM = 0.67; IC95%: 0.44-0.99 RM = 1.44; IC95%: 1.04-1.99 RM = 1.53; IC95%: 1.12-2.08 RM = 1.65; IC95%: 1.13-2.43 <0.0001 <0.0001 0.004 <0.0001 0.04 0.02 0.006 0.009 RM = 2.66; IC95%: 1.86-3.8 RM = 1.63; IC95%: 1.07-2.46 <0.0001 0.02 Fuente: Cuadro elaborado con datos de la Encuesta de Oaxaca, 1995. pobreza, en comparación con 42 y 45% para el resto del país. Los hogares de estos estados tienen un nivel de ingresos per cápita equivalente a un poco más de la mitad (54%) del promedio nacional. Aunque se calculan de forma diferente, los índices de marginalidad y de desarrollo humano (alto de 0.800 a 1, medio de 0.500 a 0.799, bajo menos de 0.499) se ubican en las tres clasificaciones más bajas de los indicadores sociales y condiciones de vida, lo que muestra las diferencias de desarrollo regionales y la desigualdad social y étnica en el país.9 En 1993, según el Informe de Desarrollo Humano, Oaxaca obtuvo una puntuación 25% inferior al promedio nacional. En el informe del 2000 y 2002, el Índice de Desarrollo Humano fue comparable con el de las islas del Cabo Verde y Samoa Occidental en África: 0.715.10 A nivel nacional, Oaxaca ocupa el lugar 31, después de Guerrero y antes de Chiapas. Veracruz se ubica en el lugar 29, con un índice de desarrollo humano de 0.748 (2002). 11 Este panorama no se modificó en el Índice de Desarrollo Humano Municipal en México del 2004, el cual sitúa a Oaxaca entre los estados con más desigualdades de desarrollo municipal.12 Esto se ve reflejado en el estado nutricio de los preescolares. Existen estudios que muestran la magnitud del problema. En 1995, la ENAL reportó que en poblaciones de 500 a 2,500 habitantes hubo 170 desnutrición infantil leve, por el indicador peso para le edad, de 31.29%; moderada de 18.65% y grave de 4.59% (54.53% desnutridos). Para el indicador talla para la edad los porcentajes de desnutrición fueron: leve 23.93%, moderada 24.06% y grave 22.88%; es decir, 71% de la población. El mismo estudio de la ENAL demostró que para Oaxaca los porcentajes del peso para la talla de desnutrición leve, moderada y grave fueron del 11.10, 4.29 y 1.02%, respectivamente.13 La Secretaría de Salud reportó, para este mismo estado, 4.3% de casos con desnutrición leve, 0.65% con desnutrición moderada y 0.13% con desnutrición grave. Sin embargo, éstos provenían de los registros de los centros de salud,14 lo que significa que no todos los niños se registraron porque no tuvieron acceso a estos servicios. Además, se infiere que los registros se obtuvieron a partir del indicador antropométrico peso para la talla, ya que son similares a los encontrados en la evaluación diagnóstica que CECIPROC y el entonces Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubirán realizaron. A pesar de que los resultados de esta evaluación mostraron algunas diferencias porcentuales con la ENAL, no dejaron de evidenciar lo grave que era el deterioro del estado nutricio de los preescolares oaxaqueños del medio rural en 1995. El 65.9% tuvo Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Evaluación diagnóstica nutricional por regiones en preescolares de Oaxaca déficit de talla, lo cual indicó una desnutrición histórica o generacional; es decir, la desnutrición que a través de varias generaciones provoca que el organismo se adapte a esas condiciones de vida, de tal manera que el crecimiento longitudinal mantiene al niño vivo pero con talla baja. Este proceso conocido como homeorrosis, descrito por Ramos Galván, afectó a la mayoría de los preescolares de la Sierra Sur y Norte y la Cañada. No ocurrió así en las regiones del Istmo y Tuxtepec, donde se observaron valores de protección para no manifestar déficit de talla. Con respecto al peso para la edad, se observó que la Costa fue la región más afectada. Allí se encontró que 40% de los preescolares tenía desnutrición moderada, ubicada en -2Z y más desviaciones estándar. Asimismo, fue en esa región donde se observaron los mayores porcentajes de preescolares con déficit de peso para la talla: 29.1% tuvo algún grado de desnutrición. Los déficits de peso y talla para la edad se relacionaron con el hecho de vivir en esa región. Otro hallazgo importante fue que la prueba de la ji al cuadrado de Pearson y las correcciones de Yates permitieron inferir que a partir de los seis meses de edad aumentaba el riesgo de resultar con desnutrición. Esto se debe, en parte, a que la lactancia materna de los primeros seis meses de vida es el principal factor de protección para no padecer la enfermedad. Después de ese periodo, conforme aumenta la edad, se incrementan las necesidades nutricias, que si no se satisfacen de forma adecuada en calidad y cantidad la prevalencia de desnutrición es inevitable. Por lo tanto, se requiere que los programas de vigilancia nutricional para los preescolares tengan en cuenta este parteaguas y no esperen a que llegue a los dos años de edad. El deterioro nutricio de este grupo poblacional puede evitarse con una intervención oportuna a partir de los seis meses de edad, que es la etapa en que comienza la ablactación y el destete. Otro elemento que aportó este estudio fue la relación entre el deterioro del estado nutricio y las condiciones socioeconómicas precarias. Se observó que la constante de riesgo para los tres indicadores antropométricos fue el gasto en alimentos menor a 50 pesos semanales y habitar en viviendas con piso de tierra. Esto habla de familias que se encuentran en situación de pobreza, marginación e índice de desarrollo humano bajo, así como en una constante inseguridad alimentaria y en Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 condiciones insalubres que afectan el estado nutricio de la población preescolar. Por último, los resultados que se obtuvieron hace nueve años denotan una amplia polarización alimentaria y desarrollo desigual en las regiones y plantean una serie de interrogantes a partir de la publicación de los índices de desarrollo humano que ubican a Oaxaca en los tres últimos lugares del listado, y del estudio que se realizó en el 2002, en dos comunidades indígenas (Ixhuapan y Ocozotepec) de la Sierra de Santa Marta, Veracruz. Este estudio demostró que 83.2% de los niños tenía déficit de talla para la edad, 71.3% déficit de peso para la edad y 53.6% déficit de peso para la talla. Por lo que se refiere a los grupos de edad, la desnutrición prevaleció en los mayores de 12 meses.15 También, en el 2001 un informe de la Secretaría de Salud aseguró que más del 44% de la población indígena tenía algún grado de desnutrición.16 Entre las dudas que han surgido están las siguientes: ¿cuánto han aumentado o disminuido los porcentajes de desnutrición en relación con los encontrados en 1995?, ¿qué tan distintos son en estos momentos a los encontrados en Veracruz?, ¿cómo se ha modificado su distribución geográfica? Para encontrar la respuesta a estas y otras interrogantes que surjan con la revisión de los resultados se cree necesario realizar un nuevo estudio para conocer cuánto ha disminuido o aumentado en los últimos diez años, durante los cuales se han aplicado diversos programas de combate a la pobreza. Agradecimientos A los asesores y médicos del Centro de Capacitación Integral para Promotores Comunitarios (CECIPROC) por todo el trabajo de campo (levantamiento de encuestas y supervisión) que realizaron y a todas las familias que participaron en este estudio. REFERENCIAS 1. 2. Barbosa-Berumen M. Geografía económica de Oaxaca: los polos de desarrollo y zonas de mayor marginación y pobreza. México, 2003. URL: http://www.cumed.net/cursecon/librería/pred-mebb.htm Gobierno del estado. Coplas de Oaxaca. Comité estatal de planeación para el desarrollo de Oaxaca. URL: http:// www.oaxaca.gob.mx/colplade/ágina/htm/documentos/documentos-htm 171 Ysunza Ogazón A y col. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 172 INEGI. Oaxaca, información estadística. URL: http:// www.inegi.gob.mx/est/default.asp?c=1198&e=20 CONAPO, La población de México en el nuevo siglo. México: Conapo, 2001. Matías P. Oaxaca ocupa los últimos lugares en materia política, económica y social. Noticias: voz e imagen de Oaxaca. 2004, núm. 9915. 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Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Nutrición Clínica 2004;7(3):173-9 Artículo de revisión Búsqueda de los genes asociados con la obesidad y enfermedades relacionadas E Tejero,* R Bastarrachea,* G Cai,* JM Proffitt,* J Montero,* S Cole,* AG Comuzzie* RESUMEN La obesidad es una enfermedad compleja ocasionada por la interacción de factores ambientales y genéticos. El componente genético se ha determinado mediante distintos estudios en seres humanos y en modelos animales; sin embargo, es necesario investigar más acerca de la contribución del genoma para identificar los genes específicos que expliquen la elevada frecuencia de la obesidad y que puedan prevenirla o tratarla. En este trabajo se plantean los dos métodos más utilizados para investigar la genética de la obesidad y las enfermedades asociadas y se hace hincapié en los estudios de epidemiología genética realizados mediante el método de descomposición de la variancia, que se recomienda para enfermedades complejas y que tiene elevada frecuencia en la población. Se incluye información de los avances más recientes en los estudios realizados en distintas poblaciones humanas y se analizan las nueve regiones cromosómicas relacionadas con la obesidad. Asimismo, se describen los últimos adelantos de un modelo animal, el papión, para estudiar la genética de la obesidad en la Southwest Foundation for Biomedical Research en San Antonio, Texas. Palabras clave: obesidad, genes. ABSTRACT Obesity is a complex disease due to the interaction between environmental and genetic factors. The genetic component of obesity has been determined through several studies in human beings and animal models. However, the genetic contribution to the disease requires further research to identify the specific genes that could explain its high frequency and be targeted for treatment or prevention. In this article we discuss the two most common methods used for the genetic investigation of obesity and its related conditions, emphasizing the genetic epidemiological studies using the variance decomposition method, which is recommended for highly frequent complex diseases. We include data on the most recent breakthroughs in studies conducted in different human populations and discuss the nine chromosomal regions that have been identified in association with obesity. Likewise, we describe the latest advances of the Southwest Foundation for Biomedical Research animal model, the baboon (Papio anubis), used for the study of the genetic aspects of obesity in different populations made at San Antonio, Texas. Key words: obesity, genes. C onocer el genoma humano es una herramienta de enorme valor para identificar los genes relacionados con el riesgo de manifestar enfermedades o, bien, los genes cuya expresión pueda modificarse a partir de fármacos, nutrimentos u otros factores ambientales. En el caso de la obesidad y de las afecciones asociadas con ella, como la diabetes tipo 2 y el síndrome * Department of genetics. Southwest Foundation for Biomedical Research, San Antonio TX. Correspondencia: M en C, PhD Elizabeth Tejero. E-mail: [email protected] Recibido: marzo, 2004. Aceptado: mayo, 2004. La versión completa de este artículo también está disponible en internet: www.revistasmedicasmexicanas.com.mx Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 metabólico, se ha establecido la existencia de factores genéticos que predisponen su manifestación, con la participación de factores ambientales que pueden inducir la expresión de la carga genética. En este sentido, la obesidad se considera un fenotipo complejo que deriva de la interacción entre factores genéticos y ambientales.1 Es el resultado acumulativo de periodos de desequilibrio entre el ingreso y el gasto energético, la distribución de los sustratos energéticos y la capacidad de adipogénesis.2 Los hallazgos del componente genético de la obesidad y de las anormalidades metabólicas que se le relacionan se basan en los estudios que demuestran la agregación de las enfermedades en las familias y en ciertas poblaciones, así como en las pruebas consistentes de mayor similitud en las características 173 Tejero E y col. metabólicas entre pares de gemelos idénticos que entre otros familiares o individuos no relacionados.3,4,5 Se ha observado variabilidad significativa entre los individuos en la reacción a diversas situaciones, como la sobrealimentación o los cambios en la actividad física. En estos trabajos se mantuvieron condiciones ambientales altamente homogéneas para establecer el efecto genético4,5 y se señaló que algunos individuos tienen características que los hacen más susceptibles a la obesidad y a las alteraciones metabólicas asociadas, como la resistencia a la insulina. Otra fuente de información de gran valor es el estudio de las anormalidades cromosómicas y monogénicas relacionadas con la obesidad humana. Estos casos son muy poco frecuentes en la población; sin embargo, su análisis ha permitido establecer algunas relaciones entre las alteraciones de tipo genético y el equilibrio energético. Algunos ejemplos son el síndrome de Prader Willi, la osteodistrofia hereditaria de Albright, el síndrome de Bardet-Bieldl,2,6 la deficiencia de leptina7 y las mutaciones en el receptor MC4R para la melanocortina.8 A pesar de conocer el componente genético de la obesidad y sus comorbilidades, no se han identificado los genes específicos que predisponen o causan su manifestación. En la actualidad existe una lista de casi 300 genes candidatos y 9 regiones cromosómicas o QTL (loci de rasgos cuantitativos).2,9 La búsqueda de los genes relacionados con el riesgo de llegar a padecer obesidad se realiza a partir de dos métodos. El primero es la estrategia de genes candidatos, también conocida como estudios de asociación. En este caso, se propone un gen candidato que codifica para un fenotipo relacionado con la obesidad según su función biológica conocida o supuesta.1-3,9 Luego se analiza la estructura del gen candidato y se buscan polimorfismos o variedades genéticas funcionales que pudieran explicar la variabilidad del fenotipo de estudio. Esta estrategia genera gran cantidad de información, pero tiene varios problemas metodológicos. El más importante es la identificación de asociaciones falsas positivas o negativas debidas a la clasificación de la población estudiada y al tamaño de las muestras. Muchos resultados de los estudios no pudieron replicarse al repetirse en diferentes poblaciones. Otro factor significativo es que la obesidad y sus 174 comorbilidades son poligénicas y con esta metodología no es posible estudiar el efecto de varios genes de manera simultánea. Por otra parte, tanto la obesidad como los fenotipos asociados con ella son variables de tipo continuo. La anormalidad se encuentra en el extremo de la distribución normal. Por lo anterior, se sugiere el uso de métodos de genética cuantitativa para estudiarla; el objetivo es estimar la proporción de la variancia de un fenotipo que es de origen genético.1 ANÁLISIS GENÓMICO En la actualidad, algunas enfermedades, como la obesidad, la diabetes tipo 2 y el síndrome metabólico, se han investigado en distintas poblaciones a partir del análisis del vínculo genético y mediante el análisis genómico. Las razones para utilizar estos métodos son que la obesidad es un fenotipo complejo, con interacción importante de los factores ambientales, que se manifiesta con frecuencia elevada en la población y cuya forma de herencia se desconoce.10 Estos estudios se basan en la búsqueda de regiones cromosómicas que se cosegregan con el fenotipo de análisis en forma estadísticamente significativa.1-3 Existen dos métodos principales para realizar las investigaciones: el de Haseman y Elston y el de descomposición de la variancia, el cual se discutirá en este trabajo. Para las investigaciones se requiere recolectar fenotipos y material genético de grupos de familias, de preferencia extensas, que tengan diversos tipos de relaciones familiares, así como varias generaciones. Los estudios se han llevado a cabo en parejas de hermanos y familias nucleares y la mayor potencia estadística se ha encontrado en las familias extensas.1,11 Asimismo, requieren un detallado diseño experimental que inicie con la selección cuidadosa de los fenotipos de estudio, el número de marcadores genéticos que se analizará, el número de individuos, etc. El primer paso es recolectar los fenotipos de análisis y las muestras de ADN. Por lo general, el ADN se obtiene de células sanguíneas u otros tejidos y se analiza mediante la amplificación de marcadores específicos (microsatélites) distribuidos de forma homogénea en todos los cromosomas. La amplificación se realiza mediante la técnica de PCR (reacción en cadena de la polimerasa), la cual permite aumentar secciones Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Búsqueda de los genes asociados con la obesidad y enfermedades relacionadas específicas de ADN a partir del uso de iniciadores o primers. Para analizar los marcadores se utilizan secciones polimórficas del ADN. En los estudios de seres humanos se emplean alrededor de 400 marcadores, distribuidos de forma homogénea en todo el genoma, para obtener un mapa con densidad aproximada de 10 centimorgans (cM). Dicha densidad permite obtener información confiable para identificar regiones cromosómicas asociadas con un fenotipo en estudio. Luego se procede a verificar las relaciones referidas entre los familiares y a analizar la segregación de los marcadores estudiados, identificando los que son idénticos por descendencia o por estado. Este análisis permite identificar los marcadores que provienen de un ancestro común y los que son frecuentes en la población.1 Una vez que se recolectan los fenotipos es necesario estimar su heredabilidad. Para ello se utiliza el método de descomposición de la variancia del fenotipo, el cual estima qué proporción de la variación es de origen genético y qué proporción se explica por factores no genéticos. La heredabilidad aditiva se calcula a partir de la siguiente fórmula: h2 = Genético σ/ Fenotipo σ La heredabilidad representa el porcentaje de variancia del fenotipo que es de origen genético1,2 y se calcula a partir de la siguiente fórmula: Fenotipo σ = Genético σ + Ambiental σ En varios estudios con poblaciones humanas se demostró que algunos fenotipos, como el peso corporal, el índice de masa corporal, la masa grasa, los pliegues cutáneos y las concentraciones de hormonas, como la insulina, leptina y adiponectina, son heredables. Éste es el primer indicio de que existe un componente genético en los fenotipos. Cuando se establece que un rasgo o fenotipo tiene un componente genético significativo se procede a realizar otros estudios genéticos, que incluyen el análisis de vínculo. También es posible estudiar la pleiotropía entre fenotipos, es decir, cuando dos de ellos se correlacionan genéticamente hay pruebas de que son regulados por los mismos genes.12 Estos análisis permiten identificar Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 parejas de fenotipos que se encuentran correlacionados de manera genética y, por consiguiente, ambos fenotipos se ven influidos por el mismo gen o grupo de genes. El análisis de vínculo compara la segregación de los marcadores con la de los fenotipos estudiados y establece que las regiones cromosómicas se asocian con el patrón de segregación del fenotipo estudiado. De esta forma, es posible identificar una o más regiones cromosómicas que afectan la expresión del fenotipo de interés. Dicha metodología permite controlar el efecto de variables, como la edad, el sexo u otras condiciones que modifican la expresión de un fenotipo y también permite estudiar todo el genoma en forma simultánea. La región encontrada debe tener un puntaje LOD (logarithm of odds) de tres o más para considerarse estadísticamente significativo. Esa cifra es el equivalente a un valor con significado estadístico de p y corresponde a la probabilidad de error de uno en mil. La razón por la cual se utiliza elevada astringencia para interpretar los resultados es porque se realizan múltiples pruebas que pueden aumentar la probabilidad de resultados falsamente positivos. Luego se buscan los genes candidatos en la región cromosómica y, en caso de encontrar uno o varios, se procede a identificar el locus de rasgos cuantitativos. El procedimiento consiste en hacer un escrutinio usando marcadores con mayor densidad en la región encontrada y después el mapeo fino o secuenciación de los candidatos, que incluye la región promotora, los intrones y los exones, con la finalidad de encontrar polimorfismos de un solo nucleótido. La realización de todo el proceso es muy costosa, pero permite obtener resultados confiables. En la actualidad se recomienda hacer el mapeo fino de candidatos posicionales que se identifican a partir de los estudios de vínculo, con puntaje LOD de tres o más, con reproducibilidad en dos o más poblaciones y, de ser posible, en la misma población donde se ha encontrado un locus de rasgos cuantitativos significativo y consistente. Con la experiencia se han establecido algunos criterios respecto a los tamaños de muestra para las investigaciones. En un estudio piloto es recomendable contar, por lo menos, con 400 individuos relacionados; con los datos obtenidos es posible estimar los valores de heredabilidad y calcular las correlaciones genéticas. 175 Tejero E y col. En los estudios de vínculo se recomienda tener el doble de sujetos, de preferencia el mayor número de individuos en el menor número de familias. El análisis de muestras menores puede resultar en baja potencia estadística. En el caso de la obesidad y de los fenotipos relacionados con ella, algunas regiones cromosómicas se han detectado repetidamente en diferentes poblaciones, lo cual confirma la necesidad de analizar las regiones a detalle y de buscar los candidatos que pudieran contribuir a la expresión del fenotipo. Por lo general, los candidatos se buscan en bases de información bioinformática y se les llama candidatos posicionales, que difieren de los tradicionales porque se proponen a partir de un estudio de vínculo. En el cuadro 1 se resumen los resultados generales de los estudios que han replicado regiones cromosómicas relacionadas con la obesidad. Éstas son 2p, 3q, 5p, 6p, 7q, 10p, 11q, 17p y 20q. 2,9 Dichos estudios son heterogéneos en metodología, pero sus resultados son comparables. Algunos de los candidatos posicionales propuestos no se habían estudiado antes en relación con la obesidad, mientras que la predicción de otros es fácil por su asociación con procesos implicados en el metabolismo energético, como los que se relacionan con la regulación del apetito, por ejemplo, la proopiomelanocortina (POMC), la leptina y el GLP-1. La región en el cromosoma 2p se ha replicado en varios estudios y el gen propuesto como candidato posicional es la proopiomelanocortina, que se encuentra relacionado con la regulación del apetito. En el caso de la región 3q el candidato es la adiponectina, proteína que sólo produce el tejido adiposo y que tiene relación inversa con el índice de masa corporal. Existen pruebas sólidas, de estudios en seres humanos y en modelos animales, de que esta proteína se asocia con mayor sensibilidad a la insulina.13 Aún no se determinan los candidatos posicionales de la región 5p. En la región 6p se ha propuesto al transportador de glucosa 2 (GLUT2) y al péptido-1 análogo al glucagón (GLP-1). El GLUT2 es un gen que se expresa en el hígado, el epitelio intestinal, el riñón y el páncreas.14 El GLP-1 se secreta después de que el consumo de alimentos estimula la liberación de insulina, parece asociarse con la disminución de la concentración de glucosa sanguínea y reducir la 176 ingestión de alimentos. Esa proteína tiene receptores en el hipotálamo. El TNFα y la linfotoxina son citocinas que se producen en el tejido adiposo. Es posible que el TNFα participe en la regulación de la resistencia a la insulina y en el metabolismo del adipocito.15 El candidato en la región 7p es la leptina, hormona producida por el tejido adiposo que guarda proporción lineal con el índice de masa corporal y que está implicada en la regulación del apetito, el equilibrio energético y la reproducción.16 La región 10p se ha replicado en algunos estudios, pero no se han propuesto candidatos posicionales. En la 11q se han propuesto varios genes candidatos. El primero es la agrupación de proteasas de matriz extracelular. Es posible que estas enzimas activen el TNFα;17 algunas de ellas se expresan en condiciones de inflamación. La GPDH o glicerofosfato 3deshidrogenasa citosólica participa en el metabolismo lipídico. El último es el gen para la ataxia telangiectasia, que es el homólogo de la fosfatidilinositol 3 cinasa, enzima que afecta el transporte de glucosa dependiente de insulina. 18 En la región 17p se encuentra el transportador de glucosa 4 o GLUT4, que es dependiente de insulina y que se expresa de manera selectiva en el tejido adiposo y en el músculo.19 Su expresión y actividad parecen estar directamente relacionadas con la sensibilidad a la insulina. El C1qR es una proteína receptora que agrupa al complemento C1q y el PPARα es un factor de transcripción que participa en la expresión de enzimas implicadas en la degradación lipídica del hígado y de los músculos esquelético y cardiaco.20 Los genes propuestos en la región 20q son la proteína señalizadora Agouti (ASP), que es un inhibidor de los receptores de melanocortina 3 y 4 (MC3R y MC4R),21 el receptor MC3R y el factor de transcripción CEBPB, cuya función se relaciona de manera directa con la diferenciación del tejido adiposo.22 Como se observa en el cuadro 1, la mayor parte de los estudios que han tenido resultados de vínculo genético han utilizado fenotipos como el índice de masa corporal o concentraciones sanguíneas de hormonas. En la actualidad se reportan algunos trabajos en los que se emplean indicadores funcionales como fenotipos de análisis, como el gasto de energía o los valores de glucosa e insulina durante la curva de Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Búsqueda de los genes asociados con la obesidad y enfermedades relacionadas tolerancia a la glucosa.23,24 Se ha propuesto que las investigaciones futuras utilicen fenotipos más sensibles y específicos, de preferencia funcionales. Quizá esos fenotipos puedan tener mayor resolución en los estudios del análisis genómico. ELABORACIÓN DE UN MODELO ANIMAL PARA ESTUDIAR LAS ENFERMEDADES RELACIONADAS CON LA OBESIDAD MEDIANTE LA ESTRATEGIA DE VÍNCULO GENÉTICO En la Southwest Foundation for Biomedical Research se han realizado algunos de los estudios más extensos de epidemiología genética de la obesidad y enfermedades asociadas. Hace poco dicha institución realizó el primer estudio del genoma de un primate, el papión, utilizando marcadores humanos. Se analizaron 330 marcadores, con densidad de 7.2 cM. El mapa permite interpolar resultados en los genomas de ambas especies.38 Las observaciones de la colonia de papiones indicaron que algunos manifestaron obesidad, hiperglucemia e hiperinsulinemia de forma espontánea, tanto en cautiverio como en su hábitat natural.39,40 Este grupo de estudio creó un modelo animal para analizar los factores genéticos asociados con la obesidad y sus comorbilidades en una colonia multigeneracional de 2,000 animales, con linajes extensos. Se genotipificó a los animales y se realizaron algunos estudios genéticos de fenotipos relacionados con la obesidad. Los resultados indicaron que existe similitud significativa (del 95 al 98%) entre las secuencias que codifican para la leptina, 41 la Cuadro 1. Regiones identificadas mediante estudios de vínculo genético de fenotipos asociados con la obesidad y enfermedades relacionadas Región 2p 3q 5p 6p 7q 10p 11q 17p 20q Nutrición Clínica Fenotipo de análisis Leptina Leptina Adiponectina Fenotipos asociados con el síndrome metabólico IMC IMC Leptina Adiponectina IMC Leptina Leptina (corregida por edad y sexo) % de grasa corporal Restricción dietética (conducta alimentaria) Leptina (corregida por IMC) IMC IMC IMC Adiponectina Leptina (corregida por IMC) Gasto de energía 24 h IMC IMC Leptina IMC Adiponectina Gasto de energía 24 h IMC IMC, % de grasa corporal Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Candidato(s) Población Proopiomelanocortina Mexicoamericana Francesa Caucásica Caucásica (EUA) 25 26 27 28 4 grupos étnicos Afroamericana Pima Caucásica Afroamericana Francesa Pima Afroamericana Amish 29 29 31 27 29 26 31 30 32 Amish Diversos grupos Afroamericana Francesa Caucásica Amish Pima 32 33 29 26 27 32 24 Pima Pima Caucásica Caucásica Caucásica Pima Caucásica Pima 34 35 28 29 27 24 36 37 Adiponectina, GLUT2 No determinado GLP-1,TNFα, linfotoxina Leptina No determinado Agrupación de 3 metaloproteasas de matriz extracelular (MMP1,3 y 8), GPDH citosólica, ataxia telangectasia GLUT4, C1qR y PPARα ASP, MC3R, CEBPB Referencia 177 Tejero E y col. lipoprotein lipasa,42 la adiponectina,43 la resistina,44 el transportador de glucosa 4 (GLUT4),45 así como en otros genes expresados en el tejido adiposo de papiones y humanos. Mediante estudios de genética cuantitativa se estableció que existen correlaciones significativas entre la expresión del GLUT4, en el tejido adiposo y en el peso corporal, y la insulina en ayuno.46 De igual forma, se han identificado correlaciones genéticas significativas entre el índice HOMA de resistencia a la insulina y factores, como el péptido-C y la concentración de triglicéridos en el tejido adiposo.46 Las observaciones de este estudio también incluyen asociaciones entre la concentración circulante de citocinas proinflamatorias, como las interleucinas 1 y 6 y el factor de necrosis tumoral, y la expresión de adiponectina en el tejido adiposo.47 Estos estudios permiten analizar fenotipos de difícil obtención en un gran número de humanos, como las biopsias de tejido adiposo. Hace poco se realizó un análisis genómico utilizando como fenotipo la expresión de resistina en el tejido adiposo. El puntaje LOD que se encontró fue de 3.8 en la región 19p13, donde se encuentran los siguientes candidatos posicionales: la resistina, el receptor de insulina, el receptor de lipoproteínas de baja densidad y una fracción catalítica del Sp1.45 La utilidad del modelo animal es enorme y actualmente se realizan investigaciones que tendrán aplicaciones en seres humanos. Por último, hay que hacer hincapié en la necesidad de llevar a cabo estudios de epidemiología genética de la obesidad y enfermedades relacionadas en la población, dada la alta frecuencia con que éstas se manifiestan y el elevado costo social y económico que representan. Es indispensable tener información de las características genéticas de la población mexicana, la cual, sin duda, tendrá enorme valor y contribuirá a la detección temprana, tratamiento o mejoramiento de las condiciones de salud de la población. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. REFERENCIAS 21. 1. 2. 3. 178 Comuzzie AG, Williams JT, Martin LJ, Blangero J. Searching for genes underlying normal variation in human adiposity. J Mol Med 2001;79:57-70. Loos RJF, Bouchard C. Obesity–is it a genetic disorder? J Intern Med 2003;254:401-25. Clement K, Boutin P, Froguel P. Genetics of obesity. Am J Pharmacogenomics 2002;2:177-87. 22. 23. Bouchard C, Tremblay A, Despres JP, et al. The response to long-term overfeeding in identical twins. N Engl J Med 1990;322:1477-82. Bouchard C, Tremblay A, Despres JP, et al. The response to exercise with constant energy intake in identical twins. Obes Res 1994;2:400-10. Barsh GS, Farroqi IS, O’Rahilly S. Genetics of body-weight regulation. Nature 2000;404:644-51. Farroqi IS, Jebb SA, Langmack G, et al. Effects of recombinant leptin therapy in a child with congenital leptin deficiency. N Engl J Med 1999;341:879-84. Farroqi IS, Yeo GS, O’Rahilly S. Binge eating as a phenotype of melanocortin 4 receptor gene mutations. 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ABSTRACT Epidemiologic studies show the possible protective role of the supplementary administration of vitamin D against diabetes mellitus type 1 progression in countries of North Europe. Likewise, several essays have demonstrated a correlation between circulating concentrations of vitamin D and insulin resistance. This article revises data of several studies about the relation between vitamin D and diabetes mellitus. Key words: vitamin D, diabetes mellitus. E studios epidemiológicos muestran la existencia de un posible papel protector de la administración suplementaria de vitamina D contra la progresión de la diabetes mellitus tipo 1 en países del norte de Europa.1-4 Asimismo, algunos ensayos demostraron que existe correlación entre las concentraciones circulantes de vitamina D y la resistencia a la insulina.5-7 Se sabe que la vitamina D es esencial para la producción de insulina.8,9 El objetivo de este articulo es valorar los datos provenientes de diversos estudios de la relación entre la vitamina D y la diabetes mellitus. VITAMINA D Y DIABETES TIPO 1 Además de sus efectos en el metabolismo del calcio y fósforo, el 1,25-dihidroxicolecalciferol (calcitriol, * Centro de Investigación en Nutrición y Salud, Instituto Nacional de Salud Pública. Correspondencia: Dr. Simón Barquera. Centro de Investigación en Nutrición y Salud, INSP. Av. Universidad 655, col. Sta. Ma. Ahuacatitlán, 62508, Cuernavaca, Morelos. E-mail: [email protected] Recibido: agosto, 2004. Aceptado: septiembre, 2004. La versión completa de este artículo también está disponible en internet: www.revistasmedicasmexicanas.com.mx 180 1,25[OH]2D3), la forma activa de la vitamina D, tiene notables efectos antiinflamatorios e inmunomoduladores que podrían ser de utilidad en la prevención y el tratamiento de padecimientos autoinmunitarios, incluyendo la diabetes tipo 1.10-17 En condiciones experimentales, la forma activa de la vitamina D inhibe la proliferación y la función citotóxica de los linfocitos T in vitro. Cuando se añade a cultivos de células mononucleares periféricas (PMBCs), el 1,25(OH)2D3 disminuye la proliferación y la síntesis de inmunoglobulinas y de citocinas, que incluyen la interleucina-1 (IL-1), IL-2, IL-6, IL-12, factor de necrosis tumoral-alfa (TNF-α) e interferóngamma (IFN-γ). 10-12 Las observaciones de que el 1,25(OH)2D3 inhibe, sobre todo, las citocinas de tipo Th1, IL-12 e IFN-γ llevaron a la hipótesis de que sus propiedades inmunomoduladoras se debían principalmente a la regulación de las células Th1.13 Sin embargo, se descubrió que el 1,25(OH)2D3 no sólo inhibe la síntesis de dichas citocinas, también promueve la producción de IL-4, IL-5 e IL-10.14 Más aún, el receptor de IL-10 puede inducirse más de 10 veces en células HaCaT después de su exposición al 1,25(OH)2D3 . En resumen, estos resultados indican que la vitamina D restringe la respuesta Th1 y promueve la Th2.13,14 Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Vitamina D y diabetes Existen datos experimentales que demuestran que el 1,25(OH)2D3 puede reducir la producción de IL-6. En fibroblastos de piel humanos y queratinocitos epidérmicos el 1,25(OH)2D3 suprime la producción de IL-6 en 82% después de la estimulación con sulfuro de mostaza. El efecto observado fue de tipo dosis dependiente.15 Se reportó recientemente que el 1,25(OH) 2D 3 disminuye la fijación al ADN del factor nuclear kappaB (NF-kB) en los fibroblastos humanos. 16 Esta inhibición parcial de la fijación al ADN del NF-kB al ADN es dependiente de la síntesis proteica de novo, lo que indica que el 1,25(OH)2D3 podría regular la expresión de factores celulares que contribuyen a la fijación del NF-kB al ADN. 17 La capacidad del 1,25(OH)2D3 para inhibir la actividad del NF-kB en células que participan en procesos inflamatorios favorece el empleo del 1,25(OH)2D3 como agente antiinflamatorio en condiciones clínicas.17 Se observó que la administración de 1,25(OH)2D3 suprime la incidencia de diabetes en ratas transgénicas NOD, que de otra manera resultarían con diabetes tipo 1 de forma espontánea.18-20 Esto tal vez se deba a la modulación del equilibrio de citocinas Th1/Th2 en la lesión pancreática por el 1,25(OH)2D3, la cual protege a las células beta de la destrucción orquestada por las citocinas Th1.18-20 El 1,25(OH)2D3 tiene la capacidad de disminuir la actividad presentadora de antígeno de los macrófagos hacia los linfocitos mediante la reducción de la expresión de moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad II (MCH-II) en la superficie celular.21 Se sugiere que la forma activa de la vitamina D también podría proteger contra el desencadenamiento de diabetes tipo 1, a través del estímulo y reclutamiento de células T reguladoras (células TR) CD4+ y CD8+ en el sitio de la lesión pancreática.22 En conjunto, las acciones de la vitamina tienen como resultado una disminución en la respuesta inflamatoria y en la inmunidad mediada por células, las cuales tienen un papel fundamental en el desencadenamiento de la diabetes tipo 1. Además de los estudios de laboratorio, hay datos de ensayos epidemiológicos que muestran una función protectora de la vitamina D en relación con la diabetes tipo 1. El estudio multicéntrico EURODIAB,1 que se realizó en siete países europeos (n=3,155 individuos), reportó una reducción en la incidencia de diabetes tipo 1 en niños que recibieron la administración suplemenNutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 taria de vitamina D en la infancia temprana (razón de momios [RM]: 0.67, IC 95% 0.53, 0.86), la cual no se vio afectada por el ajuste de los confusores potenciales, como peso al nacer, lactancia materna, edad de la madre y centro de estudio.1 Un estudio de casos y controles en Noruega (n = 1,156 individuos)2 mostró que los hijos de las mujeres que tomaron complemento de aceite de hígado de bacalao (el cual es rico en vitamina D y en ácidos grasos omega-3) durante el embarazo tuvieron menor riesgo de resultar con diabetes tipo 1, comparados con los niños cuyas madres no tomaron el complemento (RM: 0.30, IC 95% 0.12, 0.75). En otro estudio de base poblacional en Noruega (n = 2,213 individuos), la administración de complementos de aceite de hígado de bacalao durante el primer año de vida se relacionó con menor riesgo de padecer diabetes (RM: 0.74, IC 95% 0.56, 0.99).3 En un estudio de cohorte de nacimiento, realizado en Finlandia (n = 10,366 individuos), 4 el uso de complementos de vitamina D durante el primer año de vida se relacionó significativamente con menor riesgo de resultar con diabetes tipo 1 (RM: 0.12, IC 95% 0.03, 0.051), en comparación con quienes no lo recibieron. Esta relación se mantuvo después de controlar por factores neonatales y características sociodemográficas. En el mismo estudio, los niños que tuvieron signos de raquitismo en el primer año de vida tuvieron tres veces más riesgo de padecer diabetes tipo 1, que los niños sin raquitismo (RM: 3.0, IC 95% 1.0, 9.0).4 En un ensayo clínico al azar, realizado en 47 niños con diagnóstico reciente (<4 semanas) de diabetes tipo 1,23 la suplementación con vitamina D durante tres meses se asoció con mejoría estadísticamente significativa en la secreción de péptido C (un indicador de la secreción de insulina), en comparación con el grupo placebo (p = 0.01). Este resultado indica que la vitamina D podría ser útil para mejorar la función residual de las células beta del páncreas en estos pacientes.23 Estos hallazgos sugieren una importante función protectora de la vitamina D en relación con la diabetes tipo 1. VITAMINA D Y DIABETES TIPO 2 La vitamina D es esencial para la secreción normal de insulina, tanto en animales como en humanos.8,9 La 181 Flores M y Barquera S deficiencia de ésta se relaciona con un pobre funcionamiento de las células beta del páncreas y con disminución en la secreción de insulina; sin embargo, también se asocia con aumento en la resistencia periférica a la insulina.24 En modelos de experimentación con animales, la restauración de la vitamina D normalizó el metabolismo de la glucosa. 8,25 En humanos, las bajas concentraciones de vitamina D se relacionaron con intolerancia a la glucosa y respuestas hiperinsulinémicas en pruebas de tolerancia a la glucosa por vía oral.7 Un estudio realizado en California con 126 adultos aparentemente sanos, edad promedio de 26 ±6 años e índice de masa corporal promedio de 24.7 ± 4.2, tolerantes a la glucosa, reportó una correlación positiva entre las concentraciones de 25(OH)D y el índice de sensibilidad a la insulina (ISI) (r = 0.2469, p = 0.0007); después de controlar por sexo, índice de masa corporal, edad, grupo étnico y tensión arterial diastólica.5 Asimismo, la correlación con la primera fase de reacción de insulina fue de -0.2513 (p=0.0045), mientras que la correlación de las concentraciones de 25(OH)D y la segunda fase de reacción de insulina fue de -0.3487 (p = 0.0001).5 Estas correlaciones se observaron incluso en concentraciones de 25(OH)D entre 50 y 100 ng/mL, muy por encima de lo que podría considerarse insuficiencia de vitamina D. Se observó que los individuos con hipovitaminosis D (concentraciones de 25[OH]D <20 ng/mL, es decir, 37% de la muestra) tuvieron mayor riesgo de resistencia a la insulina y mayor prevalencia de componentes del síndrome metabólico, en comparación con los individuos sin deficiencia de vitamina D.5 En un estudio de 187 adultos con sobrepeso (IMC promedio de 33.4 ± 6.8) se estudió la relación entre las hormonas calciotrópicas y la sensibilidad a la insulina.6 Las concentraciones séricas de 25(OH)D tuvieron una correlación negativa (r = -0.19, p < 0.014) con el índice de resistencia a la insulina HOMA-IRI, y una correlación positiva (r = 0.264, p = 0.002) con el índice de sensibilidad a la insulina QUICK1. La hormona paratiroidea intacta (iPTH) tuvo una correlación positiva con el HOMA-IRI (r = 0.276, p = 0.0002) y negativa con el índice QUICK1 (r = -0.23, p = 0.0026). Estos resultados persistieron después de ajustar por masa grasa corporal, grupo étnico, edad y sexo.6 182 Estudios clínicos mostraron mejoría en la homeostasia de la glucosa y aumento en las concentraciones séricas de insulina, debido a la administración suplementaria de vitamina D (0.5 µg calcitriol/día durante 3 a 8 semanas) en pacientes urémicos.26,27 En pacientes con osteomalacia, la administración suplementaria de vitamina D (de 1,050 a 2,125 µg/día durante seis semanas) redujo la glucosa sanguínea en 1.5 mmol/L después de una prueba de tolerancia a la glucosa por vía oral.9 Si bien los estudios son escasos, se establece que la administración suplementaria de vitamina D también mejora la secreción de insulina en individuos con diabetes tipo 2.28,29 En un estudio reciente, realizado en Bulgaria y que incluyó 10 mujeres con diabetes tipo 2 y 17 controles pareados por edad e índice de masa corporal,29 la administración suplementaria de vitamina D (colecalciferol 1,332 UI/día durante un mes) redujo la primera fase de secreción de insulina en 34.3% (p < 0.05). Esta reducción se relacionó con mejoría en el estado de la vitamina D (p < 0.05). Asimismo, se observó disminución en la resistencia a la insulina del 21.4%; sin embargo, no fue estadísticamente significativa. Se observó mayor prevalencia de hipovitaminosis D en mujeres con diabetes tipo 2 que en controles sanas.30 Los pacientes con diabetes tipo 2 suelen tener menor densidad mineral ósea y mayor riesgo de osteoporosis, en comparación con los individuos sin diabetes.31,32 Estas relaciones pueden explicarse por factores como la dieta, menor movilidad y menor exposición a la luz solar en pacientes crónicamente enfermos; sin embrago, también pueden estar mediadas por el sobrepeso.30 Diversos estudios mostraron una correlación negativa entre las concentraciones de vitamina D y los indicadores de adiposidad corporal. De la misma forma, se reportaron alteraciones en el sistema endocrino de dicha vitamina, las cuales se relacionan con la obesidad.33,34 Cabe señalar que aproximadamente 80% de los individuos con diabetes tipo 2 tienen sobrepeso u obesidad.35 En la actualidad, se piensa que la insuficiencia de vitamina D relacionada con la obesidad se debe al almacenamiento de la vitamina D3 en el tejido graso, lo cual la vuelve menos biodisponible.36 PAPEL DE LOS POLIMORFISMOS DEL RECEPTOR DE VITAMINA D (VDR) La mayor parte de las acciones pleiotrópicas del 1,25(OH)2D 3 son mediadas por su afinidad a un Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Vitamina D y diabetes receptor intracelular (VDR), el cual pertenece a una superfamilia de receptores hormonales.37 Después de la heterodimerización con el receptor de retinoides X, el VDR actúa como factor activador de transcripción, se une a los elementos del DNA que reaccionan específicamente a la vitamina D (VDREs) y promueven o reprimen una gran variedad de genes.38,39 Las células mieloides y linfoides de pacientes con raquitismo dependiente de vitamina D tipo 2, en el cual los VDRs son funcionalmente defectuosos, son incapaces de reaccionar al 1,25(OH)2D3. Por ende, la expresión normal de los VDRs parece ser un requisito para la amplia gama de efectos de la vitamina.40 Se ha demostrado la relación entre polimorfismos del gen de VDR, (particularmente ApaI, BsmI, FokI y TaqI) y mayor riesgo de padecimientos que se distinguen por procesos inflamatorios y autoinmunitarios, como la diabetes y enfermedad coronaria.41,42 Asimismo, se ha observado relación entre polimorfismos genéticos de VDR y mayor riesgo de diabetes mellitus tipos 1 y 2.43-45 Por último, hay varias razones (dieta, poca exposición a la luz solar, sobrepeso) por las cuales los pacientes diabéticos, sobre todo los de edad avanzada, pueden tener mayor riesgo de deficiencia de vitamina D,36 por lo que debería vigilarse el estado de esta vitamina en dichos pacientes. REFERENCIAS 1. 2. 3. 4. 5. 6. CONCLUSIONES Existen datos de estudios biomédicos, clínicos y epidemiológicos que apuntan hacia una función protectora de la vitamina D en la diabetes mellitus tipos 1 y 2. Además de que la vitamina D es esencial para la secreción de insulina, esta función podría tener relación con las acciones inmunomoduladoras y antiinflamatorias de la vitamina, las cuales ayudarían a: 1) disminuir la reacción autoinmunitaria en contra de las células beta del páncreas en la diabetes tipo 1 y 2) reducir la producción de citocinas proinflamatorias, particularmente TNF-alfa e IL-6, las cuales promueven la resistencia a la insulina a nivel periférico.46 Aunque no está demostrado, lo anterior podría explicar la correlación entre las concentraciones de la vitamina D y la resistencia a la insulina, la cual se observa incluso en individuos sanos y que viven en climas soleados.5 Deben realizarse más estudios para clarificar estas asociaciones e investigar sus mecanismos, sobre todo en pacientes con diabetes o condiciones inflamatorias crónicas, los cuales podrían verse favorecidos por una mayor exposición a la luz solar o por complementos que contengan vitamina D.9 Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 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Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Nutrición Clínica 2004;7(3):185-90 Práctica diaria Los azúcares y sus repercusiones en el metabolismo de la glucosa y los lípidos Griselda X Brito Córdova* D esde el punto de vista químico, el término azúcares se refiere a un grupo de compuestos constituidos por átomos de carbono, hidrógeno y oxígeno; se clasifican como monosacáridos o disacáridos. Los monosacáridos contienen de tres a siete átomos de carbono por monómero y son la forma absorbible de los azúcares. La glucosa, fructosa y galactosa son los monosacáridos primarios en la dieta humana; la manosa desempeña un papel menor. Los disacáridos son dos monosacáridos (dos monómeros) que están unidos. En la dieta humana, los disacáridos primarios son la sucrosa (una molécula de α-glucosa y una de βfructosa), lactosa (β-galactosa y α- o -β glucosa), trehalosa (dos moléculas de α-glucosa, enlace 1→1) y maltosa (dos moléculas de α-glucosa, enlace 1→4).1 La ingestión crónica de azúcares en animales de laboratorio puede resultar en un estado que semeja dependencia moderada a los opioides. Diversos laboratorios publicaron datos que sugieren que la ingestión de sabores dulces ocasiona cambios neuroquímicos que indican alteraciones en las respuestas mediadas por opioides o dopamina. En estudios realizados en ratas, Pomonis y Colantuoni encontraron pruebas que indican la existencia de reacciones neuroquímicas y regiones específicas a la ingestión de glucosa; sugirieron que existe un complejo entre la dopamina y los opioides en la respuesta neural al azúcar. Colantuoni también notó cambios en la conducta de las ratas, relacionados con la liberación de opiato. Por lo tanto, la ingestión crónica de azúcares en animales de laboratorio puede resultar en un estado que asemeja dependencia moderada a los opioides.2 PREFERENCIA POR LOS SABORES DULCES Los seres humanos nacemos con una preferencia innata por los endulzantes. En el útero, el feto está rodeado por un fluido amniótico dulce; los niños se alimentan con leche humana o con fórmulas comerciales que contienen lactosa, el azúcar de la leche. Por ende, no es raro preferir los sabores dulces, lo cual permanece hasta la edad adulta. * Departamento de Endocrinología y Metabolismo, Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán. Correspondencia: Lic. Nut. Griselda X Brito Córdova. Departamento de Endocrinología y Metabolismo, Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán. Vasco de Quiroga núm. 15, Col. Sección XVI, México, DF, CP 14000. E-mail: [email protected] Recibido: julio, 2004. Aceptado: agosto, 2004. La versión completa de este artículo también está disponible en internet: www.revistasmedicasmexicanas.com.mx Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 AZÚCARES, HIPERTRIGLICERIDEMIA Y ENFERMEDAD CARDIOVASCULAR Los estudios a corto plazo demuestran de manera consistente que el aumento en el consumo de hidratos de carbono incrementa las concentraciones de triglicéridos. Comparados con los almidones, los azúcares (particularmente la sucrosa y la fructosa) tienden a incrementar las concentraciones séricas de triglicéridos en 60%. Existe información de que la sucrosa tiene un efecto dosis-dependiente en las concentraciones séricas de los triglicéridos.3 Cuando en la dieta se incluyen cantidades elevadas de azúcares, en especial fructosa (> 5% de la energía) y sucrosa (> 20% de la energía), además de la elevación de triglicéridos, se observa incremento del colesterol de las lipoproteínas de baja densidad (LDL) y disminución de lipoproteínas de alta densidad (HDL). Las dietas altas en hidratos de carbono (> 55% de la energía total) también 185 Brito Córdova GX pueden aumentar las concentraciones de triglicéridos, sobre todo a corto plazo.4 Sin embargo, la reacción a los azúcares varía entre los individuos. Los factores dietéticos que pueden influir en los efectos de la sucrosa y la fructosa en las concentraciones plasmáticas de triglicéridos incluyen el tipo de grasa consumida (saturada o poliinsaturada), la proporción total de hidratos de carbono en la dieta y el contenido de fibra dietética.4 Los estudios a largo plazo demuestran que algunas dietas altas en hidratos de carbono no se relacionan con incremento en las concentraciones séricas de triglicéridos en ayunas. Sin embargo, existen pocos estudios que responden a la pregunta de si las curvas de dosis-reacción para el efecto de los azúcares en los triglicéridos están afectadas por la cantidad total de hidratos de carbono o por los tipos de grasas en la dieta. Las grasas insaturadas disminuyen las concentraciones de triglicéridos y algunos datos señalan que las dietas altas en grasas saturadas pueden potenciar el efecto de la sucrosa.5,6,7 Las dietas muy bajas en grasa (10 a 15% de la energía) y altas en hidratos de carbono elevan los triglicéridos séricos en ayunas, siempre que la fuente de hidratos de carbono sea igual en cantidades de azúcares y almidones o con predominio de almidones.8 En el estudio Carbohydrate Ration Management in European National se probaron los efectos a largo plazo de las dietas altas en sucrosa y almidones.9 Este estudio multicéntrico, al azar, controlado y de seis meses de duración comparó los efectos del 10% de incremento en cada una de las fuentes de hidratos de carbono (y una disminución del 10% en la grasa total) en 398 mujeres y hombres moderadamente obesos (índice de masa corporal de 30). El grupo con dieta baja en grasas y alta en sucrosa aumentó la ingestión de esta última en 33 g (8%) a 29% de la energía, y el grupo que consumió almidones disminuyó su ingestión en 44 g (-3.5%) a 19% de la energía de la dieta; sin embargo, aumentó su consumo de almidones en 8%. Ambas intervenciones con dietas bajas en grasas ocasionaron leve reducción en la ingestión de alimentos y en el peso corporal (-0.9 kg para el grupo con sucrosa y -1.8 kg para el grupo con almidones) después de los seis meses que duró el estudio. Ni la dieta alta en sucrosa ni la alta en almidones afectó las concentraciones séricas de triglicéridos en ayunas en el grupo de sujetos obesos. 186 EFECTOS GLUCÉMICOS DE LOS AZÚCARES Y LOS ALMIDONES A pesar de los datos clínicos que sugieren que la ingestión de azúcares se relaciona con las concentraciones séricas de triglicéridos, los estudios epidemiológicos no demuestran relación independiente entre el consumo de azúcares y el riesgo de la enfermedad coronaria. Al parecer, la clasificación de los hidratos de carbono en simples y complejos no es el factor de predicción más útil de sus propiedades metabólicas. La clasificación de los hidratos de carbono de la dieta, según los efectos glucémicos, es un determinante clave de sus efectos en la salud y el metabolismo a largo plazo. Es difícil establecer el efecto de la dieta en el metabolismo de la glucosa, puesto que existen muchas influencias ambientales que afectan la acción de la insulina. La obesidad es el principal factor negativo10 y la pérdida de peso mejora la sensibilidad a la insulina. Asimismo, hay problemas para evaluar la sensibilidad a la insulina. La insulina en ayunas se correlaciona con la técnica de clamp euglucémico, uno de los métodos que más se ha aceptado en la medición de resistencia a la insulina.11 AZÚCARES, SENSIBILIDAD A LA INSULINA Y ESTADO POSTPRANDIAL Debido a que en un principio la resistencia a la insulina se relacionó con la diabetes tipo 2 y más tarde con la enfermedad cardiovascular e hipertensión, surgió considerable interés en el papel de los factores dietéticos y ambientales. Muchos estudios realizados en animales demuestran fehacientemente el efecto de las dietas altas en fructosa y en sucrosa en la resistencia a la insulina. En los humanos, los resultados son controvertidos y hay pocos datos acerca del efecto negativo en la sensibilidad a la insulina con dosis mayores de fructosa o sacarosa (por lo general > 30% de la ingestión diaria de sucrosa y > 15% de fructosa). Algunos estudios controlados de ingestión de hidratos de carbono específicos demostraron un efecto negativo (concentraciones de insulina postprandial y en ayunas aumentada), con consumos elevados de sucrosa o fructosa (> 15% de la energía de la dieta proveniente de la fructosa y > 33% de la energía derivada Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Los azúcares y sus repercusiones en el metabolismo de la glucosa y los lípidos de la sucrosa).12,13 Otros trabajos reportaron un efecto positivo de la fructosa (sensibilidad aumentada con el clamp euglucémico)14 o de las dietas altas en sucrosa (sensibilidad incrementada con el clamp euglucémico).15 En un estudio con personas obesas, Daly y colaboradores compararon dietas con 33.1% en lugar de 5.5% de la energía derivada de la sucrosa isocalórica para el total de hidratos de carbono, mediante el clamp euglucémico hiperinsulinémico. No se encontraron diferencias con respecto a los efectos en la sensibilidad a la insulina.16 Otros estudios tampoco demostraron efectos con el clamp o con las concentraciones basales de insulina.17 los resultados son inconsistentes cuando se intenta describir los efectos de los azúcares de la dieta. Al parecer, el mecanismo por el cual las dietas con almidones de alto índice glucémico incrementan las concentraciones de triglicéridos incluye sus efectos en la glucemia y la insulinemia.19 Sin embargo, la fructosa tiene un índice glucémico muy bajo y aumenta las concentraciones de triglicéridos, aun cuando sólo produce un moderado incremento en las concentraciones de insulina. Por lo tanto, se requieren más estudios clínicos para determinar la sensibilidad a la fructosa que induce hipertrigliceridemia en el contexto de una dieta con carga glucémica baja. ÍNDICE GLUCÉMICO Y SU RELEVANCIA EN LA SALUD El índice glucémico, introducido por Jenkins y colaboradores,18 es una medición que se utiliza para cuantificar la respuesta postprandial a la glucosa. Se define como el incremento área bajo la curva de la glucosa sanguínea en respuesta a la ingestión de cierta cantidad de hidratos de carbono (50 ó 100 g), la cual proviene de un alimento de prueba expresado en un porcentaje de la respuesta a la misma cantidad de hidrato de carbono de un alimento de referencia (por ejemplo, 50 g de glucosa o 100 g de pan blanco), que un mismo sujeto consume en dos horas.19,20 La carga glucémica se define como el índice glucémico de los hidratos de carbono que integran una comida o dieta, el cual se multiplica por el contenido total de hidratos de carbono de la comida o la dieta. La clasificación de los hidratos de carbono en simples y complejos se relacionó con la idea de que los simples causaban una reacción glucémica mayor que los almidones. Investigaciones posteriores demostraron que no siempre es así, que la reacción glucémica depende más del tipo de hidrato de carbono que de su propia clasificación. Se encontró que el pan blanco y las papas tienen un índice glucémico mayor que la sucrosa y que la fructosa tiene un índice glucémico menor que la mayor parte de los almidones.21 Ciertos almidones se digieren y absorben con mayor rapidez, lo cual origina picos más altos de glucosa sanguínea e insulina. La respuesta glucémica también puede verse alterada por otros factores, como el contenido de grasa, fibra de la dieta y los tiempos de comidas. Así, los almidones pueden tener diferentes efectos metabólicos y, por esto, Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 RECOMENDACIONES PARA EL CONSUMO DE AZÚCARES Debido a los efectos de los azúcares en el metabolismo de la glucosa y los lípidos que se han mencionado, resulta conveniente determinar cuáles son las recomendaciones para su consumo. En la Encuesta Urbana de Alimentación (ENURBAL, 2002) se reportaron los alimentos consumidos según un registro de 24 horas del día anterior, por nivel socioeconómico: después de la tortilla, el azúcar es el alimento más consumido, sobre todo en niveles más bajos. Las recomendaciones nutrimentales en el tratamiento de la diabetes mellitus son controvertidas, en relación con la proporción y el tipo de hidratos de carbono y grasas. Las nuevas guías no restringen la ingestión de azúcares, más bien se enfocan en el contenido calórico total de los hidratos de carbono de la dieta. En la diabetes tipo 2, además de centrarse en dicho contenido calórico, se considera que el índice glucémico es un determinante de la hiperglucemia postprandial y el control metabólico. En las guías de la Asociación Americana de Diabetes se hace hincapié en la necesidad de individualizar la prescripción nutriológica y dar mayor flexibilidad en el consumo de alimentos. Las recomendaciones previas eran que los hidratos de carbono debían constituir 50% de la ingestión calórica y las grasas 30%. Las recomendaciones actuales son que los hidratos de carbono y los ácidos grasos monoinsaturados constituyan del 60 al 70% de la ingestión calórica diaria.22,23 187 Brito Córdova GX 170% 180 160 140 100% 120 100 % 80 50% 50% 60 20% 40 20 0 Sacarosa Fructosa Glucosa Sorbitol Lactosa Figura 1. Poder edulcorante de diversos azúcares (Davidson y colaboradores). En un reporte sobre el azúcar y la enfermedad cardiovascular, la Asociación Americana del Corazón concluyó que, aunque no hay ensayos que relacionen el consumo de azúcares y la enfermedad cardiovascular, hay varias razones para limitar su ingestión. Existe información de que la sucrosa tiene un efecto dosisdependiente en las concentraciones séricas de los triglicéridos.3 De igual manera, en las recomendaciones dietéticas del Adult Panel Treatment III se sugiere limitar el consumo de azúcares en pacientes con síndrome metabólico. sacarosa, sorbitol, manitol, xilitol, etc.) deben contabilizarse en el plan de alimentación, ya que en exceso pueden producir los efectos negativos antes descritos en las concentraciones de glucosa y lípidos. Dado su contenido energético, todos los edulcorantes calóricos deben reducirse cuando se busca perder peso y en situaciones de mal control glucémico. Por ejemplo, el sorbitol, manitol y xilitol son polialcoholes que se encuentran en helados, gomas de mascar y otros alimentos para diabéticos. La ingestión excesiva de estos azúcares (más de 24 g/día) puede ocasionar diarrea. Edulcorantes Los endulzantes calóricos más comunes son la glucosa, sacarosa (o azúcar de mesa), fructosa, sorbitol, manitol, maltitol y xilitol; los acalóricos, aprobados por la FDA, son la sacarina, el aspartame, el neotame (no disponible en México), la sucralosa y el acesulfame K. Edulcorantes calóricos Debido a que la fructosa produce menos picos de glucosa en la sangre que la sacarosa y los almidones en dietas isoenergéticas; por lo tanto, puede funcionar como edulcorante en la alimentación de la persona con diabetes. Para evitar los excesos, la fructosa debe limitarse al consumo de frutas y verduras en el paciente diabético. La energía y los hidratos de carbono contenidos en los edulcorantes nutritivos (fructosa, 188 Edulcorantes acalóricos El acesulfame K es estable a altas temperaturas. De acuerdo con la FDA, la ingestión diaria aceptable es de 15 mg/kg de peso/día en adultos. El aspartame pierde su poder edulcorante y produce sabor amargo al exponerse a altas temperaturas (superiores a 120 y 140ºC) durante tiempo prolongado; por esto, no se recomienda su uso en platillos o postres que deban cocinarse a temperaturas elevadas. Sin embargo, esto no ocurre si se preparan en el horno de microondas. La ingestión diaria aceptable es de 50 mg/ kg de peso/día en adultos, según la FDA. Esta cantidad equivale al contenido de aspartame de 12 latas de refresco dietético ó 125 tabletas endulzantes. Un sobre de este endulzante contiene de 35 a 40 mg de aspartame Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Los azúcares y sus repercusiones en el metabolismo de la glucosa y los lípidos y su dulzor equivale al de dos cucharaditas de azúcar. En forma granular, una cucharadita contiene 16 mg de aspartame y equivale al dulzor de una de azúcar. La cantidad de aspartame en algunos alimentos comunes es de 225 mg en 360 mL de refresco de dieta, 100 mg en 240 mL de polvo para preparar una bebida, 80 mg en 240 g de yogurt o 120 g de gelatina y 32 mg en ¾ de taza de cereal endulzado. El consumo de aspartame debe limitarse en personas que padecen fenilcetonuria. La sacarina es el edulcorante artificial más antiguo. El uso de la sacarina debe evitarse durante el embarazo pues atraviesa la placenta. Asimismo, se han observado efectos indeseables en fetos de animales. Por lo que se refiere a las reacciones adversas, la sacarina es un derivado de las sulfamidas y puede causar alergia en personas susceptibles a ellas. En cuanto a la sucralosa la ingestión diaria aceptable es de 5 mg/kg de peso/día en adultos. Puede utilizarse en productos que requieren de cocción u horneado debido a su gran estabilidad al calor. Debido a los efectos deletéreos que se atribuyen al exceso en la ingestión de azúcares, es necesario individualizar las recomendaciones del consumo de cada sujeto según su edad, los hábitos alimentarios, el comportamiento metabólico y la existencia de factores de riesgo de llegar a padecer anormalidades en el metabolismo de la glucosa y los lípidos o síndrome metabólico. REFERENCIAS 1. 2. 3. 4. 5. CONCLUSIONES 6. La ingestión elevada de azúcares (> 20% de sacarosa y > 5% de fructosa) incrementa los triglicéridos y el colesterol de las lipoproteínas de baja densidad, asimismo, disminuye las de alta densidad. Las dietas altas en hidratos de carbono( > 55% de la energía total) también pueden aumentar las concentraciones de triglicéridos, sobre todo a corto plazo. Existen datos limitados con respecto al efecto negativo de la sensibilidad a la insulina a dosis mayores de fructosa o sacarosa en humanos (generalmente > 30% de la ingestión diaria de sucrosa y > 15% de fructosa). Los resultados son inconsistentes cuando se intentan describir los efectos metabólicos de los azúcares y de los almidones de la dieta. La reacción a los azúcares varía entre los individuos y los factores que influyen son diversos. Las nuevas guías de nutrición no restringen de forma específica la ingestión de azúcares, más bien se enfocan en el contenido calórico total de hidratos de carbono de la dieta. Las recomendaciones actuales son que los hidratos de carbono y los ácidos grasos monoinsaturados constituyan del 60 al 70% de la ingestión calórica diaria. Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. Sigman-Grant M, Morita J. Defining and interpreting intakes of sugars. Am J Clin Nutr 2003;78(suppl):815S-26S. Levine AS, Kotz CM, Gosnell BA. Sugars: hedonic aspects, neuroregulation, and energy balance. Am J Clin Nutr 2003;78(suppl):834S-42S. Howard BV, Wylie Rosset J. 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Dietary glycemic load assessed by food-frequency questionnaire in relation to plas- 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. ma high-density-lipoprotein cholesterol and fasting plasma triacylglycerols in post-menopausal women. Am J Clin Nutr 2001;73:560-66. Foster Powell K, Miller JB. International tables of glycemic index. Am J Clin Nutr 1995;62(suppl):871S-90S. Wolever TM, Nuttal FQ, Lee R, et al. Prediction of the relative blood glucose response of mixed meals using the white bread glycemic index. Diabetes Care 1984;8:41828. American Diabetes Association. Nutrition principles and recommendations in diabetes. Diabetes Care 2004;27(suppl 1):S36-S46. American Diabetes Association. Evidence based nutrition principles and recommendations for the treatment and prevention of diabetes and related complications. Diabetes Care 2002;25(suppl 1):S50-S68. En el sitio de Inter net del Internet Fondo Nestlé par a la Nutrición (FNN) para www .f ondonestlen utricion.or g .mx www.f .fondonestlen ondonestlenutricion.or utricion.org podrás conocer sobre las líneas de acción del FNN, y encontrarás una vasta biblioteca virtual científica, en donde están disponibles artículos completos sobre diversos temas relacionados con nutrición. ¡Visítanos! 190 Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Nutrición Clínica 2004;7(3):191-4 Ensayo La responsabilidad ética de los comités de investigación: el caso Ellen Roche José Antonio Ruy Díaz Reynoso* E l 2 de junio del 2001 Ellen Roche, quien participó en un estudio realizado en el Centro de Asma y Alergia del Hospital Johns Hopkins, murió por hipotensión progresiva e insuficiencia orgánica múltiple.1 El caso recorrió el mundo de la investigación clínica como un acontecimiento trágico e inmoral, donde un grupo de investigadores avalados por el comité de investigación de uno de los hospitales más prestigiados del mundo había cometido una grave falta a la ética en investigación. Ellen era una voluntaria sana que se reclutó para participar en un estudio diseñado para evaluar la broncoprotección y la broncodilatación.2 El título del protocolo de investigación era “Mecanismos de inspiración profunda–Inducción de la relajación de la vía aérea”. El estudio estaba a cargo de Alkis Togias y el investigador asociado era Solbert Permutt.1,2 La hipótesis del estudio era que en personas no asmáticas la insuflación pulmonar protegía a la vía aérea de la obstrucción mediante un mecanismo en el que participaba algún tipo de mensajero neural y que este mecanismo, de alguna manera, fallaba en los pacientes con asma. Para probar su hipótesis, Togias y colaboradores administrarían metacolina, sustancia que produce síntomas similares a los del asma, a voluntarios sanos. 3 Al grupo experimental se le * Coordinador de Posgrado, Investigación y Extensión. Profesor titular de fisiopatología general y técnicas quirúrgicas, Escuela de Medicina. Universidad Anáhuac. Correspondencia: Dr. José Antonio Ruy Díaz Reynoso. Coordinación de Posgrado e Investigación, Escuela de Medicina, Universidad Anahuac. Av. Lomas Anahuac s/n, col. Lomas Anahuac, Huixquilucan, Estado de México, CP 52780. Tel.: 5627-0210 ext. 7104. E-mail: [email protected] La versión completa de este artículo también está disponible en internet: www.revistasmedicasmexicanas.com.mx Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 administraría una sola dosis de hexametonio, bloqueador ganglionar que activaría la señal neural para dilatar los bronquios.3,4 El 18 de septiembre del 2000 el comité de investigación del Johns Hopkins Bayview Medical Center aprobó el estudio y le dio luz verde a Togias y su grupo. Ellen Roche era empleada del Centro de Asma y Alergia y recibió un folleto que promocionaba el estudio. Decidió entonces aplicar como voluntaria y firmó una hoja de consentimiento informado para investigación clínica, donde se señalaban el propósito del estudio, los procedimientos a realizar y los riesgos que implicaban.4 Sin embargo, la hoja no incluía información acerca de los riesgos de inhalar hexametonio. Esta sustancia alguna vez se utilizó en Estados Unidos en las décadas de 1940 y 1950 para tratar la hipertensión arterial, pero la FDA retiró su aprobación debido a que no fue un tratamiento efectivo para dicha enfermedad.5 Consciente de que el hexametonio producía hipotensión muy grave en la persona a la cual se le administraba, Togias aseguró a los voluntarios que un médico estaría presente durante todo el tiempo que durara la administración de la sustancia.6 Ése no era el único riesgo que se corría con el uso de dicho medicamento. En la década de 1950, las investigaciones del hexametonio habían reportado la peligrosa toxicidad pulmonar, otro hecho que los investigadores no reportaron en su hoja de consentimiento informado. Ellen era una voluntaria sana que participó en el estudio y quien aceptó que en lo personal no le aportaría ningún beneficio terapéutico, pero que podía ayudar a otras personas que padecían asma. Sin importar que su motivación para participar en el protocolo pudo ser por un acto altruista que contribuiría a los avances en la investigación del asma o por los 365 dólares que recibiría como pago por su participación, ella confió 191 Ruy Díaz Reynoso JA su salud al juicio de los investigadores y médicos que conducían el estudio. Quizá Ellen hubiera procedido de otra forma si se le hubiera informado a detalle acerca de los riesgos que implicaba la inhalación de hexametonio. El 4 de mayo del 2001 Ellen recibió 1 g de hexametonio inhalado y al día siguiente manifestó tos seca, el 9 de mayo se le hospitalizó por tener fiebre, hipoxemia y alteraciones en la radiografía de tórax. Su condición empeoró y se le ingresó a la unidad de cuidados intensivos, donde murió el 2 de junio del 2001 por hipotensión progresiva e insuficiencia orgánica múltiple. Ellen Roche murió por su esfuerzo altruista al participar en un estudio de asma. Los médicos encargados del protocolo de investigación no la protegieron contra los riesgos que conllevaba el estudio. Su confianza fue obviamente defraudada. Ella confió en que los muy reconocidos investigadores seguirían los “principios éticos básicos” en los cuales se fundamenta toda la investigación en seres humanos. Como lo señala el reporte Belmont, los cuatro “principios éticos básicos” son el respeto por las personas, la beneficencia, la no maleficencia y la justicia.7 El respeto por las personas indica que todas deben tratarse como autónomas y que las que tengan falta de autonomía deben considerarse sujetos vulnerables y, por lo tanto, deben ser protegidos. Lo anterior sugiere que debe darse toda la información necesaria para que la persona decida, por sí misma, si da o no su consentimiento para participar en una investigación que implique al ser humano. Eso es el verdadero consentimiento informado. Los investigadores que participaron en este caso no informaron por completo a los voluntarios de los riesgos relacionados con la inhalación del hexametonio ni tampoco les dieron a conocer que el medicamento no estaba aprobado por la FDA.8 Sin duda, este hecho violó el respeto por la personas. Primer acto inmoral y no ético. La beneficencia es el principio de la “maximización de los beneficios” con la “minimización del daño” y va íntimamente relacionada con la no maleficencia que implica “no hacer daño, no dañar”. Estos principios los violó Togias y el propio comité de investigación, pues no minimizaron los riesgos en relación con los 192 beneficios esperados por la sociedad.9 Cuando un voluntario manifestó efectos adversos inesperados, los investigadores no los reportaron al comité de investigación como lo exigen las regulaciones de la FDA. Segundo acto inmoral, no ético e ilegal. Ello representa una omisión grave de los investigadores, pues de haberlo reportado se hubiera evitado continuar con la administración de hexametonio y, por consiguiente, la muerte de Ellen Roche. Nótese aquí la responsabilidad moral y ética, así como la ignorancia del comité de investigación al aprobar un estudio de alto riesgo y haber permitido que los voluntarios no tuvieran la información completa de los riesgos. El principio de la justicia establece que los individuos deben tratarse como iguales, pero no sólo eso, pues también se refiere a la justicia distributiva, es decir, los beneficios deben repartirse de forma equitativa. En este caso existió compensación económica por la participación en el estudio; sin embargo, la modesta cantidad no fue suficiente para indicar la coerción de ciertos grupos de personas. De cierta forma se le puso un precio ridículamente bajo a una vida humana. Por lo visto, ése fue el único principio que los investigadores no violaron, pero aún así resulta muy cuestionable porque 365 dólares no guardan proporción moral con el riesgo que implicaba la inhalación de la sustancia en cuestión. La respuesta de la comunidad científica por la muerte de una voluntaria sana fue inmediata. Tres agencias de Estados Unidos se unieron en un comité evaluador que investigaría por separado las causas de su muerte; éstas fueron la FDA, el comité de ética de la Universidad Johns Hopkins y la Oficina para la Protección de la Investigación en Humanos (OHRP).1 De acuerdo con el reporte de la FDA, Togias y su grupo cometieron cinco violaciones al código federal que se señalaron en la forma 483 “Observaciones de inspección”. David Lepay, asesor científico de la FDA, manifestó que los investigadores comprometieron de forma cínica las guías establecidas para asegurar la seguridad de los seres humanos que participaron en la investigación.10 Las otras cuatro violaciones a los códigos de la FDA fueron: 1. No enviar a la FDA el formato de aprobación del hexametonio como nuevo medicamento de uso inhalado (Forma ND). Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 La responsabilidad ética de los comités de investigación 2. No reportar al comité de investigación de los efectos adversos del primer sujeto de investigación. 3. Hacer cambios al protocolo sin contar con la autorización del comité de investigación. 4. No advertir a los participantes que el hexametonio inhalado era un tratamiento experimental. Por su parte, el comité de ética de la Universidad Johns Hopkins criticó que los investigadores y el comité de investigación no consiguieran desde un inicio la aprobación de la FDA para utilizar el hexametonio como inhalante, respuesta muy tibia al provenir de un medio académico como lo es la universidad. La reacción del comité de ética universitario moralmente válida y correcta hubiera sido recomendar la disolución inmediata del comité de investigación, por su negligencia en la evaluación del protocolo de investigación, pues autorizaron un estudio sin contar con toda la información publicada hasta el momento (cuatro estudios publicados entre 1953 y 1962 y un artículo de revisión de 1972), donde se establecen de manera clara los riesgos de la aplicación de dicha sustancia y sus efectos adversos, sobre todo en los pulmones. Es cierto que el investigador no proporcionó la información completa, pero también es responsabilidad moral de los miembros del comité conocer los estudios o, cuando menos, informarse mediante un comité de bioseguridad sobre estos hechos ya reportados desde hace 50 años. La Universidad Johns Hopkins cuestionó la complacencia de los investigadores al ignorar los problemas respiratorios que manifestó el primer voluntario y aún así no haber suspendido el estudio. Nuevo acto de tibieza, pues lo que procedía ante esa grave falta era la expulsión y el veto inmediato de los médicos. Tercer acto inmoral y no ético. Esta vez compartido por el comité de investigación, la universidad y los investigadores. La Oficina para la Protección de la Investigación en Humanos (OHRP) fue, quizás, la más severa en su decisión. El 19 de julio del 2001 ordenó la suspensión inmediata de todos los protocolos de investigación en seres humanos que se estaban realizando o que estaban por iniciarse en la Universidad Johns Hopkins.10 Esta escuela de medicina es una de las más prestigiadas en Estados Unidos y al momento de la suspensión recibía alrededor de 301 millones de dólares en fondos Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 federales provenientes de los Institutos Nacionales de Salud y estaba elaborando alrededor de 2,400 proyectos de investigación.5 La OHRP consideró necesaria la suspensión dado el incumplimiento generalizado de las guías federales de investigación en seres humanos. Como punto principal de incumplimiento de las guías se documentó la falta de minutas en 18 de las 21 reuniones del comité de investigación.1 Asimismo, criticó la incapacidad del comité de investigación para revisar de manera adecuada los nuevos protocolos y el no hacer una revisión sustantiva y significativa de los proyectos actuales. Más aún, manifestó su preocupación pues los investigadores continuaron administrando el medicamento a más participantes sin antes investigar por completo y resolver los efectos adversos del primer sujeto de investigación.11 Las agencias de revisión científica que investigaron la muerte de Ellen Roche concluyeron que Togias y su equipo no velaron por los mejores intereses de los participantes al no informar los riesgos potenciales que producía la inhalación de hexametonio, mientras que la Universidad Johns Hopkins se opuso enérgicamente a la suspensión y argumentó que esa medida era “innecesaria, paralizante y precipitada”. ¿Acaso fueron justos con Ellen Roche? ¿Aceptaron toda la responsabilidad por su muerte y suspendieron todos los estudios conducidos por Alkis Togias? 12 La suspensión no duró mucho tiempo y tras algunos cambios efectuados por la universidad, la OHRP la levantó de manera parcial después de sólo tres días, reconviniendo a la institución para que revisara de nuevo 2,000 de los 2,400 protocolos existentes. Sin embargo, los efectos de la suspensión se sentirán por algún tiempo, pues la nueva revisión de los proyectos de investigación tomará muchos meses y le costará mucho dinero a la Universidad Johns Hopkins y el puesto a muchos otros investigadores. Mientras que la comunidad científica mundial aún continúa debatiendo a quién culpar por la desafortunada, injusta e inmoral muerte de Ellen Roche –a la universidad, al investigador o al sistema responsable de la protección de los seres humanos sujetos de investigación–, el 11 de octubre del 2001 su familia llegó a un acuerdo extrajudicial con la Universidad Johns Hopkins por una cantidad de dinero hasta ahora desconocida.13 193 Ruy Díaz Reynoso JA Todo lo anterior pone de manifiesto la gravísima responsabilidad ética y moral que tienen los comités de investigación en la correcta evaluación de los protocolos de investigación que aprueban, ya que deberían convertirse en protectores de los sujetos de investigación y contribuir a evitar los daños y riesgos potenciales de las investigaciones. Ojalá que estas experiencias alimenten de manera positiva a los comités de investigación de los hospitales y universidades para que sus miembros tomen conciencia de la altísima responsabilidad que implica el ostentar ese cargo. 4. REFERENCIAS 9. 10. 11. 1. 2. 3. 194 Steinbrook R. Protection research subjects: the crisis at Johns Hopkins. N Engl J Med 2002;346:2093-5. Marshall E. Hopkins death a mystery. Daily in sight 2001 June 19. Glanz J. Clues of asthma study risks may have been overlooked. The New York Times, Health Section 2001 July 27. 5. 6. 7. 8. 12. 13. Levine S. Death heightens scrutiny of clinical tests: concern about volunteer’s safety has prompted calls for new rules, expanded protections. The Washington Post 2001 June 25. Hotchkin Sh. Johns Hopkins’s studies involving human subjects suspended following healthy volunteer’s death. San Francisco Chronicle 2001. Altman LK. US to investigate death in an asthma study. 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Nature 2001;412:363. http://maillist.linuxmednews.org/pipermail/mednews/2001October/000045.html Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Nutrición Clínica 2004;7(3):195-205 Nutrimentos Taurina José Luis Silencio Barrita,* Sara Montaño Benavides** L a taurina es un compuesto incoloro y cristalino, con un peso molecular (PM) de 125.15 g/mol, soluble en agua hasta 0.84 g/ L, insoluble en metanol y éter. ESTRUCTURA QUÍMICA (figura 1) Taurina (ácido β-aminoetanosulfónico): Otros nombres: ácido etanosulfónico, ácido βaminoetil sulfónico, ácido aminoetano sulfónico, O-Due. Formula condensada : C2H7NO3S O OH S H N 2 O Figura 1. Estructura de la taurina. 1 La concentración de la taurina está elevada en algunas células y fluidos biológicos del reino animal y disminuida en especies del reino vegetal (cuadro 1). PROPIEDADES FISICOQUÍMICAS Cuadro 1. Contenido de taurina en alimentos3,4,5 La taurina es un aminoácido neutro que contiene azufre (figura 1). Su nombre se deriva de bos taurus (bilis de buey), de la cual se aisló por primera vez en 1827 por Awapara. Éste se consideró como un producto final, inerte del metabolismo de los aminoácidos azufrados. La taurina difiere de otros aminoácidos en que no se incorpora a las proteínas; existe como un aminoácido libre en la mayor parte de los tejidos animales y se encuentra en abundancia en el músculo, las plaquetas y el sistema nervioso en desarrollo. Se sintetiza a partir de la metionina y cisteína, que son otros aminoácidos azufrados.2 * ** Departamento de ciencia y tecnología de los alimentos. Departamento de nutrición animal. Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán. Correspondencia MC José Luis Silencio Barrita, departamento de ciencia y tecnología de los alimentos, Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán. Vasco de Quiroga núm. 15, Col. Sección XVI, CP 14000, México, DF. E-mail: [email protected] Recibido: agosto, 2004. Aceptado: septiembre, 2004. La versión completa de este artículo también está disponible en internet: www.revistasmedicasmexicanas.com.mx Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Alimento Carnes Res cruda Cerdo crudo Pollo crudo/parte oscura Pavo crudo/parte oscura Cordero crudo/parte oscura Jamón horneado Mariscos Atún enlatado Pescado blanco/crudo Mejillón/crudo Ostras/frescas Bacalao/congelado Almeja fresca Almeja enlatada Leche y derivados Leche pasteurizada Queso cheddar Yogurt bajo en grasa Helado de vainilla Frutas, vegetales, granos, cereales, frijoles, nueces Taurina (mg/100 g) 43 61 169 306 47 50 42 151 655 70 31 240 152 6 No detectable 3.3 1.9 No detectable Desde el punto de vista bioquímico, la taurina puede disociarse fácilmente por ser un zwitterion (actúa como base o ácido) a pH fisiológico con un pKa de 1.5 (grupo 195 Silencio Barrita JL y Montaño Benavides S ácido sulfónico) y un pKb de 8.74 (grupo amino) y, al parecer, es neutra a un pH fisiológico (figura 2). NH2-CH2-CH2-SO3H NH2-CH2-CH2-SO3+ H+ +NH -CH -CH -SO 3 2 2 3 Forma ionizada Zwitterion Figura 2. Formas ionizadas de la taurina. La taurina es la mayor fuente de sulfuro orgánico o de sulfato inorgánico y, con frecuencia, se considera uno de los aminoácidos más importantes. El azufre es un elemento químico, biológicamente activo. Los compuestos del azufre en los tejidos animales pueden ser de dos formas: estables y lábiles.6 La metionina, la cisteína y la taurina son compuestos azufrados estables. El azufre sensible al pH ácido y los compuestos denominados sulfatos son azufrados lábiles. El azufre de estos compuestos se libera fácilmente mediante el tratamiento con ácido o por los reductores que producen sulfuros inorgánicos. La cisteína es el origen metabólico del azufre lábil en los tejidos animales7 (figura 3). Las vías metabólicas del metabolismo de la cisteína favorecen la formación de azufre sulfano. La taurina se aísla a partir de la glándula paratiroidea y de los sinaptosomas del cerebro. La glutaurina (-L-glutamiltaurina) (figura 4) es el péptido más abundante y funciona como un neurotransmisor.8 Al parecer, la glutaurina tiene la función de almacén intracelular de taurina en el cerebro. FUENTES Síntesis exógena La dieta es la principal fuente de taurina en sujetos sanos; sin embargo, se sintetiza a partir de la metionina y cisteína9 con la vitamina B6. 196 Se encuentra en el tejido nervioso y en grandes cantidades en la leche humana. Asimismo, se observa en el cerebro en desarrollo y en el ojo, sobre todo en las células de la retina madura. En humanos sanos, los alimentos de la dieta son la principal fuente de taurina: hay concentraciones elevadas en las fuentes animales, al contrario de las vegetales. Debido a que los vegetarianos (veganos estrictos) no consumen carnes, pero sí incluyen en sus dietas bajas concentraciones de aminoácidos azufrados, sus concentraciones plasmáticas de taurina son bajas.10 Tanto la metionina como la cisteína son precursoras de la taurina; sin embargo, la capacidad de síntesis varía ampliamente entre las especies; aún se desconoce la velocidad máxima de síntesis en el humano. La síntesis promedio en los adultos varía entre 0.4 y 1.0 mmol/día (de 50 a 125 mg). Las situaciones de estrés afectan la capacidad de síntesis y, por ende, algunos autores consideran que la taurina es un aminoácido condicionalmente esencial, a diferencia de otros que no la consideran así.11 La taurina se encuentra en muchos alimentos (cuadro 1). Síntesis endógena La síntesis endógena de taurina ocurre principalmente en el hígado y en el cerebro. Ésta requiere varios pasos, como la oxidación enzimática y conversión de cisteína, directamente o después de la conversión de metionina a cisteína.12 Las tres enzimas implicadas en esta conversión son la cistationina sintetasa, cistationasa y la descarboxilasa del ácido cisteinsulfínico; todas ellas requieren vitamina B6 como cofactor. La deficiencia de ésta por bajo consumo, antagonismo con drogas o metabolismo alterado con alguna enfermedad reducen la síntesis de taurina. Otros factores, como la edad y el sexo,13 influyen en la actividad de la enzima limitante hepática (descarboxilasa). Puede existir riesgo de deficiencia importante en los recién nacidos y en los humanos que tienen bajas actividades enzimáticas. Por lo general, los hombres tienen más actividades que las mujeres; esto puede explicar la elevada incidencia de cálculos biliares en éstas, puesto que la taurina influye en la conjugación de los ácidos biliares.14 Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Taurina H C 3 O S Metionina OH NH2 O CH HO Serina O Homocisteína HS OH O NH2 S OH OH NH2 Transulfurasa- NH2 O OH O NH2 Cistationina O HS OH Cisteína O NH2 HO Homoserina OH NH2 Ácido α-cetoglutárico O O O2S OH H2N NH2 Ácido cistein sulfínico S O Hipotaurina CO2 [O] [O] NH2 O O OH S HOOC H2N OH S O O Taurina Ácido cisteico Figura 3. Síntesis endógena de la taurina. O HO FISIOLOGÍA DE LA TAURINA O O OH N NH2 S O Figura 4. Estructura de la gamma glutamil-taurina (glutaurina). Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Distribución de taurina La taurina es el aminoácido intracelular más abundante en el cuerpo humano, la mayor parte se encuentra libre y prácticamente no se incorpora a las proteínas; sólo 197 Silencio Barrita JL y Montaño Benavides S una pequeña cantidad se manifiesta como pequeños péptidos en el cerebro. Un ser humano de aproximadamente 70 kg contiene cerca de 560 mmol de taurina (70 g), con concentraciones intracelulares que varían entre 5 y 50 mmol, mientras que la concentración plasmática es de casi 100 µmol.15 Los tejidos que son excitables y que generan radicales libres como la retina, leucocitos, plaquetas, sistema nervioso central, corazón, músculo e hígado tienen concentraciones elevadas.16 La distribución de la taurina se muestra en el cuadro 2. Cuadro 2. Distribución de taurina en el cuerpo humano Tejidos Cerebro Eritrocitos Corazón Riñón Hígado Pulmón Músculo Plaquetas Retina Bazo Leucocitos Células Peso húmedo (µmol/g) Fluidos Concentración (µmol /L) 0.8-5.3 0.05-0.07 6 1.4-1.8 0.3-1.8 1-5 2.2-5.4 16-24 30-40 11.4 20-35 20-35 Bilis Liq. intersticial Leche Saliva 200 5-36 337 16-65 La taurina actúa en varias reacciones bioquímicas, la protección de la membrana celular es su mejor papel fisiológico, ya sea por reducir sustancias tóxicas o por actuar como un osmorregulador.17 Las concentraciones plasmáticas se mantienen por control homeostático, el cual incluye una baja reabsorción tubular renal que es relevante durante los periodos de ayuno prolongado; sin embargo, las concentraciones sanguíneas pueden variar rápidamente en relación con el consumo. Algunos autores describen el recambio de la taurina por dos grandes pozas intercambiables: una pequeña (2 mmol o 0.25 g) y una grande (100 mmol o 12.5 g).18 El plasma no es un buen indicador de las concentraciones tisulares individuales; no obstante, refleja el consumo dietario y la excreción urinaria que es rápidamente miscible e intercambiable con una vida media de 0.1 h. Lo mismo ocurre con la bilis, el sistema nervioso central y otros tejidos, los cuales consumen 198 taurina de forma activa contra un gradiente de concentración. El pool tiene una baja velocidad de recambio y tiene una vida media de 70 h; sin embargo, todavía no está claro si los almacenes hepáticos actúan como donadores rápidos para el intercambio con otros tejidos. Por ende, el papel primario de la taurina en el hígado es la síntesis de ácidos biliares. La taurina viaja activamente hacia todos los tejidos por una proteína transportadora que está acoplada al transporte de iones de sodio y cloro y que está regulada por la activación de dos enzimas sensibles al calcio. La proteincinasa C actúa como inhibidor del transportador y la calmodulina como estimulador del mismo.9 EXCRECIÓN DE TAURINA La taurina se excreta a través de la orina y la bilis; sin embargo, es el riñón el que regula el pool corporal total, puesto que controla la reabsorción tubular. La taurina se filtra en los glomérulos y se reabsorbe principalmente en los túbulos de un sistema de transporte específico para β-aminoácidos de alta afinidad que depende del sodio. La cantidad de taurina que se excreta a diario varía de un individuo a otro, incluso éste puede cambiar día con día. El intervalo de excreción es de 0.22 a 1.85 mmol y está influido por varios factores como la genética, edad, sexo, consumo dietario, función renal y ciertas condiciones clínicas.19 Los pacientes con disfunción tubular tienen riesgo elevado de deficiencia. Durante los periodos de restricción dietaria, consumo inadecuado o disponibilidad reducida de los aminoácidos precursores, la reabsorción renal de taurina puede verse incrementada para favorecer el mantenimiento de los almacenes tisulares. De manera contraria, los altos consumos dietarios y condiciones que inducen la liberación de taurina desde los tejidos, como ocurre con las intervenciones quirúrgicas, los daños musculares o las radiaciones, pueden incrementar su excreción renal.20 FUNCIONES DE LA TAURINA La taurina se utiliza para tratar varios padecimientos como la hipertensión, diabetes mellitus e insuficiencia cardiaca. Actúa como neurotransmisor, regulador de la sal y del equilibrio del agua dentro de las células y Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Taurina como un estabilizador de las membranas celulares. La taurina participa en la desintoxicación de químicos extraños y también influye en la producción y acción de la bilis (ácidos taurocólico y tauro-quenodesoxicólico).21 La taurina tiene propiedades neuroinhibitorias y puede tener potencial para la neuroprotección en la isquemia cerebral. La taurina tiene la capacidad de inhibir la liberación de neurotransmisores y conducir a una osmolaridad intracelular normal. Funciones cardiacas Efectos cardiovasculares La taurina forma cerca del 50% del pool de aminoácidos totales del corazón y está demostrado que tiene efectos antiarrítmicos, cronotrópicos e ionotrópicos positivos para mejorar la función cardiaca y reducir la tensión sanguínea en animales y seres humanos. Al parecer, estas propiedades están mediadas por la unión de la taurina a membranas en el sarcolema y promueven el transporte de calcio.22 Aún se desconocen los efectos específicos en los fosfolípidos o de la unión a receptores proteínicos de alta y baja actividad en la membrana. Puede haber mejoría de la insuficiencia renal crónica con los siguientes mecanismos: 1. Promueve la natriuresis (eliminación de sodio por la orina) y la diuresis (eliminación de agua) mediante su actividad renal osmorreguladora, a través de la modulación en la secreción del factor natriurético atrial y de la regulación en la liberación de vasopresina. 2. Modula los flujos de calcio y mejora la actividad β-adrenérgica e inotrópica; influye, a su vez, en la regulación del AMPc.23 3. Atenúa el efecto de la anfotericina B en el transporte de calcio, la síntesis de proteínas y la señalización; por ende, reduce muchas acciones adversas de la anfotericina B como la inducción de hipertrofia cardiaca (aumenta el tamaño del corazón) y la sobrecarga por volumen del corazón. Después de un infarto de miocardio, la administración complementaria de taurina ayuda a estabilizar la excitabilidad eléctrica de la membrana al modular las concentraciones del ión de calcio, lo que evita o disminuye la agregación de plaquetas.9 La taurina mejora la fuerza del tono cardiaco y previene el desencadenamiento de cardiomiopatía en animales. Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Gamma glutamil taurina (γγ-GT) En condiciones in vitro, la gamma glutamil transpeptidasa preparada con cerebro de rata cataliza la formación de gamma glutamil taurina a partir de la taurina y glutatión o gamma glutamil-p-nitrianilida. Las enzimas del ciclo gamma glutamilo son las responsables del metabolismo in vivo de este dipéptido.24 El tratamiento in vivo o in vitro con glutaurina mejora de forma significativa la linfotoxicidad naturalmente deprimida en pacientes con tumores, sin influir en las subpoblaciones de linfocitos. Se sugiere que la glutaurina aumenta la actividad espontánea de los linfocitos T killer de pacientes con tumores a través de mecanismos regulatorios indirectos.25 La hormona de la glándula paratiroides, la glutaurina, ejerce, en cultivos de timo de rata, un efecto sinergístico con la vitamina A y antagonista con la prednisolona.26 Existe crecimiento epitelial prominente y signos de activación de macrófagos. El núcleo y el nucléolo 27 aumentan de tamaño en los cultivos celulares. La gamma glutamil taurina tiene un efecto más potente que la taurina en la supresión de ataques epilépticos cuando se inyecta directamente.28 Sistema nervioso central y neuromodulación En el sistema nervioso, la taurina afecta la migración celular, modula la neurotransmisión y puede acelerar el desarrollo cerebral. Por el contrario, el ácido glutámico, el γ-aminobutírico y el aspártico reducen dicho desarrollo. Algunos péptidos de bajo peso molecular aislados de sinaptosomas cerebrales contienen taurina. El más abundante de estos péptidos es la glutaurina que, al parecer, actúa como neurotransmisor. Debido a que controla la movilización del calcio durante la despolarización, la taurina estabiliza las membranas y favorece la producción de glutamato, un neurotransmisor importante. 29 Investigaciones recientes sugieren que la disminución de taurina se relaciona con ataques epilépticos, por lo que la administración complementaria es útil en estos pacientes. Sin embargo, su efectividad está limitada debido a la pobre difusión en la barrera hematoencefálica. La taurina puede inhibir la estimulación nerviosa y ocasionar tics faciales incontrolables. Asimismo, actúa como un neuromodulador en el control respiratorio central como reacción a la hipoxia aguda.30 199 Silencio Barrita JL y Montaño Benavides S Funciones retinales La taurina es el aminoácido más abundante en la retina y es indispensable para la visión normal, de modo que algunas deficiencias se relacionan con la degeneración de la retina.31 Se observaron, mediante oftalmoscopia y electrofisiología, anormalidades en la retina y reacciones auditivas cerebrales inmaduras en niños con nutrición parenteral de largo término y libre de taurina. Los mecanismos implicados en esta función compleja no son muy claros, aunque las modificaciones de los flujos de calcio y los cambios en la inhibición de la fosforilación de proteínas y la osmorregulación pueden influir.29 En enfermedades oculares, se sabe que existen altas concentraciones (50 mM) de taurina en la retina del ojo, donde éstas funcionan como un amortiguador celular al proteger las células retinales de los efectos dañinos de la luz ultravioleta y las sustancias tóxicas. Este aminoácido también resulta útil en la diabetes, puesto que su concentración en el plasma y las plaquetas fue significativamente más baja en un grupo de diabéticos insulinodependientes que en individuos sanos; la agregación plaquetaria también fue excesiva en los primeros. Las concentraciones de taurina y la agregación plaquetaria se normalizaron32 cuando se les administraron 500 mg de este aminoácido tres veces al día durante 90 días. Estos hallazgos sugieren que los diabéticos insulinodependientes son deficientes de taurina y que esta deficiencia causa una actividad excesiva de las plaquetas. La hiperactividad de las plaquetas puede contribuir a algunas complicaciones de la diabetes, particularmente la aterosclerosis y el daño renal. Además, la deficiencia de taurina desempeña un papel importante en la cardiomiopatía y la enfermedad retinal, ambas comunes entre los diabéticos. La administración complementaria de taurina puede ayudar a prevenir parte del daño orgánico que ocurre en los diabéticos insulinodependientes. Funciones lipídicas Conjugación de los ácidos biliares Los ácidos biliares primarios, como el ácido cólico y quenodesoxicólico, se sintetizan en los hepatocitos a partir del colesterol, a través de la actividad de la enzima 200 colesterol 7 α-hidroxilasa. Estos ácidos se excretan en la bilis y se trasladan hacia el duodeno.33 Los ácidos biliares secundarios, desoxicólico y litocólico, se derivan de los ácidos biliares primarios por exposición a las bacterias intestinales; posteriormente, se reabsorben por el íleon y regresan al hígado por la vena porta. Durante esta circulación enterohepática los ácidos biliares sufren modificaciones estructurales, como la conjugación con taurina y glicina y la sulfonación para disminuir su hepatotoxicidad. Además de la conjugación, es indispensable mantener la solubilidad de los ácidos biliares en el medio ambiente intestinal acuoso. En los adultos sanos, el índice tauro/glico conjugado es 3:1, intervalo que varía de un individuo a otro y que está influido por el pool hepático. Los recién nacidos son exclusivamente tauroconjugadores, ya que la conjugación con glicina está presente hasta la tercera semana de vida, misma que podría alargarse en los niños deficientes de taurina.34 La eficacia de los ácidos biliares conjugados con taurina se debe a que el grupo sulfónico facilita su ionización, mejora su acción detergente y solubilidad y reduce su absorción. Asimismo, dichos ácidos tienen un efecto colerético y previenen la colestasis. No ocurre así con los no conjugados o los conjugados con glicina. Los datos indican la acción protectora de la sulfatación de taurolitocólico pero no la de glitolitocolato.18 En ensayos in vitro con concentraciones fisiológicas, el glitolitocolato sulfatado se precipita con facilidad a través del calcio, en comparación con el taurolitocolato sulfatado que previene la precipitación con calcio, al igual que la colestasis. La complementación con taurina mejora la actividad de la enzima hepática colesterol 7 α-hidroxilasa, que es la enzima limitante para la síntesis de ácidos biliares. La taurina promueve el flujo de la bilis, aumenta la producción de ácidos biliares y previene la colestasis.9 Asimismo, contribuye a la formación y al correcto funcionamiento de los ácidos biliares, sobre todo durante los primeros meses de vida del recién nacido. La taurina se encuentra en los cálculos biliares, es un componente normal de la bilis. No hay que olvidar que la glicina y la metionina son los otros aminoácidos esenciales para el funcionamiento adecuado de la vesícula biliar. Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Taurina La taurina se enlaza a ciertas sales biliares y, por ello, mejora su capacidad de digerir la grasa. Los estudios en animales demuestran que la administración complementaria de taurina puede inhibir la formación de cálculos biliares.35 Este efecto puede deberse a una mejoría en el flujo de la bilis o a un cambio en la composición química de ésta. La terapia con taurina puede ser útil en la prevención y el tratamiento de cálculos biliares. Además, está demostrado que aumenta la formación y excreción de bilis. Las mujeres tienen menor capacidad para sintetizar taurina. Con frecuencia, la fibrosis quística ocasiona una deficiencia de ácidos grasos esenciales y otros nutrimentos solubles en grasa. Dichas deficiencias pueden corregirse con la administración de enzimas pancreáticas. Sin embargo, algunos pacientes con fibrosis quística también tienen anormalidad de la función biliar que resulta en una mala absorción de las grasas. Al parecer, esta anormalidad se debe, en parte, a deficiencia de taurina, misma que desempeña un papel clave en la acción digestiva de la bilis. En un estudio se administró taurina (30 mg/kg peso/día) o placebo durante una semana a ocho pacientes con fibrosis quística y mala absorción de grasas. La complementación con taurina mejoró significativamente la absorción de las grasas.36 PAPEL ANTIOXIDANTE Y OSMORREGULADOR Por lo que se refiere a su capacidad antioxidante, se describe que la taurina forma cloraminas estables en células como los granulocitos y neutrófilos con hipoclorito que se generan localmente. El hipoclorito es un potente agente oxidante, capaz de alterar una cantidad de sustancias biológicamente activas como carbohidratos, uniones peptídicas, ácidos nucleicos y otros aminoácidos.37 En todos estos casos, la taurina puede ser clorinada a partir de la reacción de la enzima mieloperoxidasa que se produce al reaccionar agua oxigenada (H2O2) con cloruro (Cl-). Las cloraminas estables protegen a la célula de la autolisis. Estas reacciones son de gran importancia, pues señalan la capacidad de la taurina para atrapar moléculas que pueden producir daño celular. Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Mediante un modelo experimental se puede demostrar el papel antioxidante y osmorregulador de la taurina, así como su importancia en el crecimiento de células linfoblásticas in vitro. En este sentido, se señala el papel protector de la taurina en dichas células en cultivo contra el efecto tóxico del ácido retinoico.38 Está demostrado el efecto protector aditivo de la taurina, el cinc y el α-tocoferol. La taurina revierte la rigidez vascular en fumadores al restablecer la función normal de los vasos, debido a que el tabaquismo hace que los vasos sanguíneos se comporten como elementos rígidos en lugar de flexibles, lo que impide que se puedan dilatar en reacción al aumento del flujo de la sangre. Actividad antioxidante o destoxificante Se sugiere que la taurina puede actuar como un antioxidante o depurador de oxidantes. En el hámster, la taurina dietaria profiláctica previene el daño a los bronquiolos inducido por el óxido nitroso y protege de otros daños pulmonares causados por los oxidantes.39 Se desconoce con exactitud su mecanismo de acción; sin embargo, puede relacionarse con las propiedades estabilizadoras de la membrana de la taurina que favorecen los flujos de potasio, sodio, calcio y magnesio. Al parecer, la taurina in vitro, mediante la formación de la taurocloramina, facilita la remoción del ácido hipocloroso, un fuerte oxidante que causa daño en el ADN.40 La taurocloramina tiene un papel regulatorio en los procesos de inflamación, mediante la inhibición en la producción de interleucinas 6 y 8 y como consecuencia de una actividad disminuida de los reguladores genéticos de la transcripción de citocinas. El precursor metabólico de la taurina, la hipotaurina, (figura 3) puede tener propiedades antioxidantes. Más aún, los ácidos biliares se conjugan con taurina y retinoides. Algunos xenobióticos aumentan su polaridad, solubilidad acuosa y eliminación corporal. Por ende, se les atribuye una importante actividad destoxificante. FUNCIONES DE LA TAURINA EN ANIMALES Se demostró la importancia de la taurina para el funcionamiento de la retina en animales. En gatos con dieta deficiente en taurina se produce una degeneración 201 Silencio Barrita JL y Montaño Benavides S de fotorreceptores (los componentes celulares retinales que reconocen y reaccionan a la luz). La degeneración retinal y la ceguera están acompañadas de concentraciones bajas en la retina y plasma.41 Los monos carentes de taurina, sobre todo los jóvenes,9 también resultaron con anormalidades de los fotorreceptores, así como con agudeza visual dañada y cambios estructurales degenerativos en los segmentos externos de los fotorreceptores. La inducción de deficiencia de taurina en ratas produce cambios patológicos en el ojo, que semejan al daño causado por una exposición excesiva a la luz.42 algunos casos, se muestra el promedio ± desviación estándar y, en otros, se observa el intervalo de concentración encontrado. Debido a que la taurina se encuentra en diversas fuentes y a la amplitud del intervalo informado hasta este momento, se requiere realizar más investigaciones acerca del contenido de la misma en diferentes poblaciones. Aún no se tienen valores de su concentración en México, las cuales pueden utilizarse como referencia para estudios clínicos. Tampoco se sabe con exactitud cuál es la ingestión diaria recomendada 43 en la población mexicana. Valores de referencia15 ESTUDIOS PREVIOS Los cuadros 3 y 4 indican la concentración de taurina evaluada por cromatografía de intercambio iónico. En Cuadro 3. Concentración promedio de taurina en suero Edad Prematuro (1d) Neonato (1d) 1-3 meses 2-6 meses 9 meses a 2 años 3-10 años Adulto Concentración (mg/dL) Concentración (uM/L) 2.25 ± 0.94 0.93-2.70 0.31 ± 0.18 0.58-1.08 0.24-1.14 0.71-1.44 0.34-2.10 180 ± 75 74-216 25 ± 14 46-86 19-91 57-115 27-168 El cuadro 5 muestra algunos de los estudios más relevantes de la taurina publicados hasta este momento. Aunque la bibliografía publicada es vasta, se Cuadro 4. Concentración de taurina en orina de 24 h Edad mg/día 10 días-7 semanas 3-20 3-12 años 8-121 Adulto 19-168 (55±41 mg/g creatinina) uM/d* 24-160 64-967 152-1342 (49.5 ± 36.9 mmol/mol, creatinina) *umol/día = mg/día x 7.99, mmol/mol creat = mg/g creatinina x 0.90. uM/L = mg/100 mL x 80. Cuadro 5. Estudios previos sobre taurina Enfermedad o padecimiento estudiado Tipo de muestra Efecto, hallazgo o valores importantes obtenidos Referencia Cáncer de mama Sistema nervioso central Tejido tumoral Suero Beckonert, 200344 Olive, 200245 Nutrición parenteral total Dieta Suero Orina Tejidos Aumenta la concentración de taurina en el tejido La taurina modula los efectos del etanol en el sistema nervioso 347 uM/d (ingestión) 106.5 um/L 776 uM/d (excreción) La taurina inhibe la fosforilación de la enzima piruvato deshidrogenasa Diabetes mellitus Cardiomiopatía diabética Cálculos biliares Leucemia mielógena aguda 202 Heces excreción de ácidos biliares Plasma Cho, 200046 Militante, 200047 Aumenta el índice glicina/taurina Mamianetti, 199948 Disminuye la taurina después de la quimioterapia Muscaritoli, 199949 Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 Taurina seleccionaron los más significativos en relación con los valores informados. Los pacientes con insuficiencia cardiaca congestiva, causada por la enfermedad de las válvulas cardiacas, tratados con taurina (2 g, dos veces al día) habían empeorado a pesar del tratamiento con digitales y diuréticos. Después de recibir la taurina durante un periodo de 3 a 21 días, cinco de los siete pacientes mostraron una mejoría marcada en los signos clínicos y en los síntomas. La mejoría se mantuvo mientras se continuó con la taurina (3 a 12 meses) y, en algunos casos, con la reducción o suspensión de los medicamentos convencionales. En un estudio doble ciego, 58 pacientes con insuficiencia cardiaca congestiva recibieron taurina (2 g, tres veces al día) o placebo, cada uno durante cuatro semanas. Después del tratamiento con taurina los pacientes mostraron mejorías importantes en la disnea, palpitaciones, inflamación y funcionamiento general, en comparación con los que recibieron placebo. La taurina fue efectiva, independientemente de si los pacientes estaban tomando digitálicos o si la insuficiencia cardiaca se debía a flujo sanguíneo dañado o a enfermedad de las válvulas cardiacas. La taurina protege del daño tisular en varios modelos de inflamación, a través de un mecanismo que implica a la taurina monocloramina (Tau-Cl). Esta última se forma por la acción del sistema de la mieloperoxidasa dependiente de haluros, relacionados con los leucocitos polimorfonucleares (PMN), eosinófilos y basófilos. La producción de óxido nítrico (NO), PGE2 y otros mediadores de la proinflamación por macrófagos activados se inhibe por la Tau-Cl.50 Durante el embarazo, la taurina se acumula en los tejidos maternos para liberarse en el periodo perinatal hacia el feto vía placenta y hacia el recién nacido a través de la leche humana. Se acumula, sobre todo, en el cerebro fetal y neonatal. Las bajas concentraciones de taurina materna conducen a concentraciones fetales disminuidas. La deficiencia de taurina en la madre causa retardo en el crecimiento del bebé y daño en el desarrollo perinatal del sistema nervioso central y del páncreas endocrino. Los hijos adultos de madres deficientes de taurina muestran signos de función neurológica dañada, tolerancia a la glucosa alterada y disfunción vascular; pueden resultar con diabetes Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004 gestacional y transmitir estos efectos a la siguiente generación. El efecto transgeneracional de la deficiencia de taurina en el periodo perinatal conduce al concepto del origen fetal de la enfermedad en la edad adulta.51 Por lo general, los pacientes que padecen carcinoma celular escamoso de cabeza y cuello son desnutridos, debido a sus pobres hábitos alimentarios, consumo de alcohol excesivo, efectos tumorales locales, caquexia inducida por el tumor y efectos de los tratamientos aplicados. La composición de la dieta puede ser un factor de riesgo para el desencadenamiento de este tipo de cáncer y para la progresión del tumor. En estos pacientes, las concentraciones de cisteína son significativamente elevadas. Las concentraciones séricas de la mayor parte de los aminoácidos aumentan después de una intervención quirúrgica. Las concentraciones de histidina postoperativa se relacionaron positivamente con la recurrencia del tumor. Por ende, las concentraciones séricas de aminoácidos pueden ser marcadores útiles del estado de la enfermedad y dar información pronóstica de la misma.52 Entre los posibles beneficios de la taurina para los deportistas está el incremento del funcionamiento cardiaco durante el ejercicio. El contenido aproximado por cada 100 mL es:53 cafeína 32 mg, glucuronolactona 240 mg, niacina 8 mg, pantenol 2 mg, vitamina B2 0.6 mg, vitamina B6 2 mg, vitamina B12 2 ng, hidratos de carbono 11.3 g y taurina 400 mg.54 Se están estudiando los efectos de bebidas energéticas en atletas que realizan un intenso y pesado trabajo de resistencia. El volumen de sangre que bombea el corazón en cada latido aumenta en 21%, lo que no ocurre sólo con la cafeína. La taurina es necesaria para los vegetarianos quienes, por su régimen dietético, están imposibilitados para obtener suficiente taurina; también lo es para los atletas que la eliminan fácilmente por el sudor y la orina debido al intenso ejercicio físico. Al parecer, el aumento en la ingestión de taurina podría incrementar el volumen de las células musculares, pero su falta puede repercutir negativamente en el metabolismo lipídico.55 Se señalan, textualmente, los beneficios de ingerir suficiente taurina: “La mejoría en la resistencia aeróbica (manteniendo una frecuencia máxima del 65 al 75%) y 203 Silencio Barrita JL y Montaño Benavides S un funcionamiento anaeróbico (manteniendo una máxima velocidad) sobre ergómetros cíclicos. Una mejoría significativa en el funcionamiento mental, incluyendo el tiempo de reacción, concentración y memoria, lo que se ve reflejado en un aumento en un estado de alerta subjetivo.” 7. TOXICIDAD 11. Se obtiene un efecto ergogénico cuando se dan dosis de 2 a 6 g, junto con calcio, magnesio y una buena mezcla de vitaminas. La taurina no se incorpora a la síntesis de las proteínas, como ocurre con la lisina, cisteína y otros aminoácidos. Dado que aún no se establece la ingestión diaria recomendada (RDA), se puede consumir a cualquier hora del día y es, hasta este momento, inocua. Sin embargo, se informó que puede interferir con los anticonvulsivos.56 Aunque no se han establecido valores de toxicidad, se recomienda no consumir este aminoácido, o las bebidas que lo contienen, en exceso. Cabe señalar que se puede sintetizar a partir de los aminoácidos que consumimos y obtenemos de las proteínas de origen animal y vegetal. Es importante no confundir la taurina con la taurolidina (Bis-[1,1-dioxoperhidro-1,2,4-thiadiazinil4] metano), el cual es un antibiótico de amplio espectro que reacciona contra los componentes de la membrana celular bacteriana para prevenir la adhesión a las células epiteliales. Dicho compuesto se utiliza como agente antitumoral en varios estudios clínicos.57 REFERENCIAS 1. 2. 3. 4. 5. 6. 204 NIST Standard Reference Database 69. Release: NIST Chemistry WebBook, 2003. Tietz NW. 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Gómez Pérez publicaron recientemente; todos ellos miembros del reconocido departamento de endocrinología y metabolismo del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán. Esta obra es un recurso indispensable para los licenciados en nutrición y otros profesionales de la salud (médicos, enfermeras y educadoras en diabetes), así como para las personas que padecen esta enfermedad y sus familiares. El libro cuenta con 21 capítulos, los cuales cubren desde aspectos básicos como qué es la diabetes mellitus y cómo debe ser la alimentación de personas que viven con esta afección, hasta situaciones especiales como la dieta que debe llevar el paciente diabético y sus diversos tipos de tratamiento (insulina, sulfonilureas, etc.), cómo interpretar la información nutrimental de las etiquetas de alimentos procesados y qué tipo de alimentación puede mejorar el perfil lipídico de un paciente con diabetes. Alimentación en la diabetes es una obra que además aclara algunos mitos y creencias populares que suelen comprometer el control y las metas de los tratamientos y, a su vez, enseña a los lectores a diseñar su propia dieta con base en un sistema de equivalencias. Por el título, el lector podría imaginar que se trata exclusivamente de la relación entre la alimentación y la enfermedad; sin embargo, éste se lleva una grata sorpresa al encontrar diversos capítulos que confieren a la obra un carácter integral, puesto que abordan aspectos muy importantes para el control metabólico de la diabetes como: la actividad física y el ejercicio, vigilancia, motivación y apoyo familiar. Asimismo, incluye una lista exhaustiva de consejos prácticos sobre alimentos saludables y apetitosos. En conclusión, se trata de una obra actualizada y fácil de entender, pero que no sacrifica la calidad ni profundidad de la información y que va dirigida a todo el público. Si bien los pacientes con diabetes encontrarán en esta guía un excelente aliado que les permitirá tener una mejor calidad de vida y una comprensión más amplia de la interacción de los estilos de vida con su salud, para el sector profesional constituirá una herramienta habitual de consulta para la práctica clínica y para el desarrollo de materiales de promoción de la salud. Dr. Simón Barquera Centro de Investigación en Nutrición y Salud, Instituto Nacional de Salud Pública La versión completa de este artículo también está disponible en internet: www.revistasmedicasmexicanas.com.mx 206 Nutrición Clínica Volumen 7, Núm. 3, julio-septiembre, 2004