El campo organizacional de la música: el caso de la champeta

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El campo organizacional de la música:
EL CASO DE LA CHAMPETA
Jorge Juliao Rossi
Eduardo Wills Herrera
El campo organizacional de la
música: el caso de la champeta
Jorge Juliao Rossi
Eduardo Wills Herrera
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Los autores
Jorge Juliao Rossi, profesor de la facultad
de Ciencias Administrativas y Contables de la
Universidad de la Salle. Doctor en Administración
de la Universidad de los Andes.
Eduardo Wills Herrera, profesor titular de la
facultad de Administración de la Universidad
de los Andes. Doctor en Comportamiento
Organizacional de la Universidad de Tulane.
El campo organizacional de la música: el caso de la Champeta
Primera edición: agosto de 2015
© Jorge Juliao Rossi, Eduardo Wills Herrera
© Universidad de los Andes
ISSN 2346-0415
Edición, corrección de estilo, diseño gráfico editorial,
armada electrónica, finalización de arte
e interactividad: Proceditor
Calle 1C No. 27A-01
Bogotá, Colombia
Teléfono: 757 9200
[email protected]
Ilustración de cubierta: Adriana Bermúdez
Reservados todos los derechos. Esta publicación no puede ser reproducida ni en su todo ni
en sus partes, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de información,
en ninguna forma ni por ningún medio sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético,
electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.
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Presentación
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Introducción
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I. Enfoque teórico: campo estratégico
A. El papel de las reglas de juego dentro de los campos estratégicos
B. Contexto de interacción institucional en el cual nace la champeta
1. Instituciones que favorecen la búsqueda de rentas políticas
y sus consecuencias
C. Proposiciones de investigación
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II. Evidencia previa sobre la evolución del campo de la champeta
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III. Breve historia de la champeta
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IV. Descripción del caso: tres instituciones informales dominantes
en el campo de la champeta
A. La fiesta picotera, poder de difusión y ventaja competitiva
1. Poder de difusión y ventaja competitiva
2. Efectos de la fiesta picotera y la entrada de las majors
sobre la evolución del campo
B. La payola, contrapayola y payola picotera como prácticas
estratégicas dentro del campo de la champeta
1. La payola tradicional o promocional
dentro del campo de la champeta
2. La contrapayola dentro del campo de la champeta
3. La payola picotera
4. La tres payolas y sus efectos sobre la evolución del campo
C. La piratería dentro del campo de la champeta
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Contenido
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1. Piratería, picós y champeta
2. Guerra entre piratas y sus efectos sobre la evolución del campo
V. Impacto de las tres instituciones sobre la estructura del mercado
A. Salida de Sony y pérdida del impulso de la champeta
B. El ascenso de un oligonomio en el campo de la champeta
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VI. Discusión y conclusiones
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Referencias
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Presentación
La Facultad de Administración de la Universidad de los Andes, por intermedio
del Centro de Estrategia y Competitividad (CEC), le ofrece a las organizaciones servicios de consultoría, asesoría e investigación aplicada para su desarrollo
innovador y sostenible, a fin de generar impacto en ellas y en la sociedad. Con
esta serie busca compartir el conocimiento adquirido por medio de las actividades que se desarrollan con la mediación del CEC.
El campo organizacional de la música: el caso de la champeta, es una contribución
académica dirigida a los diferentes actores dentro del campo de la música, como
son los gerentes de empresas formales musicales, los diseñadores de la política
pública y los agentes: músicos, cantantes y productores, para lograr una comprensión completa de las dinámicas de cooperación, competencia y poder que
ocurren a su interior.
Por primera vez en el país para estudiar fenómenos musicales se aplica la
noción de campo organizacional, utilizando elementos provenientes de la Teoría Organizacional, con el propósito de entender mejor la dinámica de producción y distribución de la música popular, de la cual ha aumentado su consumo
en el país.
Se espera que este aporte lleve a una mayor claridad en la regulación y
en el entendimiento de los comportamientos estratégicos de este campo particular de la música, para, por una parte, evitar la proliferación de instituciones informales que diverjan y compitan con las formales; y por otra, potenciar
el mercado nacional e internacional de este importante conjunto de músicas
populares de Colombia.
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Jorge Luis Juliao tiene interés investigativo en la comprensión desde las
múltiples perspectivas proporcionadas por la teoría organizacional de fenómenos complejos, como la innovación tecnológica, el emprendimiento y los
mercados culturales; y el profesor Eduardo Wills se ha interesado en investigar
aspectos relacionados con la cultura y el bienestar de la gente, liderando trabajos
para el Ministerio de Cultura y la Secretaría Distrital de Cultura y Turismo de
Bogotá en planeación estratégica, relación entre cultura y desarrollo, el desarrollo de un sistema de información para la música y el desarrollo de un modelo
de gestión para el programa de música para la convivencia.
En el CEC esperamos que esta publicación promueva la investigación aplicada y la realización de nuevos proyectos relacionados con estos temas y nos
comprometemos a apoyarlos en la medida de nuestras posibilidades.
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Introducción
Colombia se ha caracterizado por ser un país musical por excelencia. Su diversidad geográfica y cultural, la inclinación musical y el espíritu festivo de sus habitantes, el baile y la proliferación de grupos y comunidades musicales han sido resaltados
y reconocidos de tiempo atrás. Al mismo tiempo la industria creativa de la música,
que incluye diferentes procesos como la creación, la formación, la gestión y la circulación, ha venido ganando terreno tanto en su participación en el producto interno
bruto (PIB) (Departamento Nacional de Planeación [DNP], 2010) como en la
generación de empleo formal y de encadenamientos productivos con otros sectores económicos. A su vez, se puede constatar que las industrias creativas, incluyendo
la música, han aumentado considerablemente su participación en la producción
y comercio tanto en Colombia como en el mundo. Por ejemplo, las exportaciones totales de las industrias creativas en el mundo se duplicaron durante el periodo
1996-2005 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo
[UNCTAD], 2008). La importancia de este tipo de industrias se fundamenta en
el bajo costo de la implementación de políticas en comparación con otros sectores
industriales (Hesmondhalgh y Baker, 2013). Adicionalmente, las industrias creativas
se caracterizan por tener un bajo impacto ambiental y por el uso intensivo de mano
de obra (Quartesan, Romis y Lanzafame, 2007).
Diversos estudios han puesto de relieve la enorme riqueza y diversidad de
la música colombiana. Su principal potencial radica en la creatividad que resulta
de la yuxtaposición de las tradiciones nativa, europea y africana. La creatividad
musical colombiana se manifiesta a través de un variado y heterogéneo conjunto de prácticas al igual que de una historia común y un patrimonio musical,
en el que conviven múltiples expresiones de las distintas zonas y rutas geográficas y regiones socioculturales del país. A todo ello se suman distintos estilos provenientes de otras regiones del continente y del mundo, situación que
configura una oferta musical muy rica, diversa y con amplias posibilidades de
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El campo organizacional de la música: el caso de la champeta
desarrollo, no solo en cuanto a la industria cultural y creatividad, sino como
escenario de integración social, creación de capital social, inclusión y vitalidad
en varias regiones colombianas, ya que la música como práctica social potencia a las comunidades y las redes sociales que intervienen en su creación, producción y circulación.
La champeta, junto al reguetón, constituye el último género afrodescendiente creado en América y la más reciente industria creativa que ha emergido en Colombia. La champeta es un género musical creado en Cartagena
de Indias (Cartagena) a principios de la década de los noventa. Es el resultado de la fusión de ritmos autóctonos de la población afrodescendiente
vecina de San Basilio de Palenque (Palenque) con géneros musicales africanos como el juju de Nigeria, el mbaganga de Sudáfrica, el soukous de Zaire
(Muñoz, 2003) y ritmos del Caribe antillano, por ejemplo, el compás haitiano, el seis puertorriqueño (Martínez, 2003)1, soca de Trinidad, reggae y
dancehall de Jamaica (Pacini, 1996). Palenque fue fundado a finales del siglo
XVII por esclavos libertos de la Corona española (Guerrero, Hernández,
Natividad, Pérez y Restrepo, 2002), originarios de territorios limítrofes con
el golfo de Guinea y del Congo, zona de donde provienen la mayoría de ritmos africanos acogidos por los palanqueros (Contreras, 2002).
La revisión de la literatura que se llevó a cabo en cuanto al entendimiento
de los procesos productivos de valores económicos y simbólicos en la música
popular nos permite llegar a conclusiones coincidentes con Hesmondhalgh y
Baker (2013), en lo relacionado a que existen muy pocas investigaciones en las
áreas de teoría organizacional, de negocios y de estudios gerenciales que analicen las industrias culturales en el mundo, incluido Colombia. Esta carencia ha
impedido profundizar en el conocimiento de estas dinámicas, de modo que se
puedan generar políticas públicas y regulatorias que permitan una mayor creación de valor alrededor de este tipo de músicas y la expansión de sus mercados
a nivel nacional e internacional.
El número de estudios se reduce significativamente cuando se hace referencia a
la industria de la música y, aún más, cuando específicamente hablamos de la música
tradicional o étnica de diferentes partes del mundo. La escasez de estudios podría
reflejar la discriminación histórica que ha tenido este tipo de música:“La larga historia de discriminaciones hacia las expresiones populares […] generó una doble
consecuencia: exclusión de las prácticas musicales populares y desconocimiento
1
Por sencillez, a todos estos ritmos denominaremos “música de ascendencia africana” o simplemente “música africana”.
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Introducción
de los intentos de convertir tales prácticas en objetos de estudio válidos” (Nieves, 2008, p. 33). En el caso de la champeta, la mayoría de investigaciones son de
tipo antropológico y solo dos se han llevado a cabo desde una perspectiva económica o tecnológica, pero no existe ninguna desde la teoría organizacional o desde
la sociología organizacional. Esta situación puede considerarse desafortunada, por
tratarse de una industria cultural y creativa que, además de su valor cultural, tiene
grandes posibilidades de expansión en su oferta y consumo. Al mismo tiempo, es
una industria que genera importantes externalidades positivas hacia otros sectores,
en particular el de servicios, lo que ofrece opciones importantes para enfrentar el
fenómeno de la globalización a partir de la economía de los servicios, la cultura y
el conocimiento. Por ello, consideramos que con este primer estudio hacemos una
contribución importante a la comprensión de las dinámicas de los procesos productivos de las músicas populares en Colombia.
Resalta, además, que en las investigaciones de corte económico o tecnológico hechas sobre la champeta (descritas brevemente en la sección II), al igual
que en otros estudios económicos tradicionales sobre mercados, no se han
tenido en cuenta las instituciones informales que modelan la conducta de los
agentes. Las instituciones son restricciones construidas por los seres humanos
que estructuran la interacción política, económica, social y también cultural. Las
instituciones pueden ser informales (tabúes, costumbres, tradiciones y códigos
de conducta) o formales (constituciones, leyes, derechos de propiedad) (North,
1991) y su diseño gira alrededor de la estructura social y la cultura imperante
en una sociedad en un momento histórico dado. Los análisis de North (1990),
Williamson (2000) y Stiglitz (2000) sugieren la importancia de la inclusión de
estas reglas informales para una mejor comprensión de los fenómenos económicos. También importantes sociólogos como Portes (2006) y Granovetter
(1985) han hecho un aporte significativo al respecto. Fligstein y Dauter (2007)
estudian los mercados como campos estratégicos que operan “según acuerdos
locales y reglas y convenciones que rigen la interacción formal e informal, facilitan el comercio, definen qué productos se producen, de hecho son constitutivas de los productos, y proporcionan estabilidad a compradores, vendedores
y productores. Estos mercados son dependientes de los gobiernos, las leyes y
acuerdos culturales más amplios que sustentan sus actividades.” (p. 113, traducción libre de los autores). Las instituciones informales tienen un fuerte arraigo
cultural y, por ende, tienen efectos de largo plazo sobre la dinámica económica
(North, 1991) y la forma como una sociedad evoluciona (Williamson, 2000).
En este estudio introducimos el concepto de “campo de la música” como
un campo estratégico en el que interactúan agentes dominantes y desafiantes
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El campo organizacional de la música: el caso de la champeta
dentro de instituciones formales e informales, en una pugna por controlar el
campo e imponer sus intereses en la creación de valor económico, simbólico
y social (Wills, 2012). La mayoría de estudios en teoría organizacional en el
campo de la música se han hecho sobre sectores productivos convencionales y
la comprensión de instituciones formales. En este estudio incursionamos en un
campo no tradicional como lo es el de la creación, producción y comercialización de músicas populares en entornos institucionales donde priman la informalidad, las costumbres y las tradiciones populares. Entender mejor la dinámica
de los procesos productivos en las músicas populares permitiría diseñar mejores
políticas públicas y de regulación que redunden en un trabajo más compenetrado entre artistas, creativos y gestores de la cultura (Wills, 2012).
Las investigaciones económicas y sociales que no consideran las reglas informales del juego (instituciones informales) corren el riesgo de no incluir en sus
análisis muchas de las más importantes restricciones e incentivos que fundamentan el comportamiento político y económico de los agentes (Helmke y
Levitsky, 2004). Tener en cuenta las instituciones informales es de especial interés en casos en los que se ha demostrado que las reglas formales del juego (instituciones formales) tienen un bajo impacto regulatorio sobre las decisiones de
los agentes, como es el caso del mercado de la champeta. En la revisión de la
literatura no se encontró ninguna investigación sobre la industria musical que
explícitamente analice este tipo de instituciones. Esta ausencia es evidente en
los estudios de Abril y Soto (2004) y Paulhiac (2011).
En el ámbito de las músicas populares colombianas, en particular en lo relacionado con la creación, producción y comercialización de la música champeta, se han identificado tres instituciones informales centrales: la fiesta picotera,
la payola y la piratería. Consideramos que la identificación y comprensión de
los mecanismos por los cuales instituciones informales de este tipo emergen, se
mantienen y afectan el comportamiento económico y estratégico de los agentes son esenciales para entender la evolución de esta clase de campos creativos.
En consecuencia, el objetivo del presente estudio de caso es explorar el papel de
estas tres instituciones informales en la evolución del campo de acción estratégico de una música popular que tiene un profundo significado cultural, como
lo es la champeta en Cartagena. Este estudio se concentra especialmente en el
periodo comprendido entre 1999 y 2003. La evolución del campo se medirá respecto a: la competencia entre agentes productores, la situación económica de los
artistas y la emergencia y la consolidación del mercado pirata de la champeta.
Para el logro de este objetivo, la investigación se fundamenta en el marco teórico
proporcionado por la teoría de campos estratégicos y la teoría organizacional.
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Introducción
Como medio de aproximación a nuestro objeto de investigación, se usa el estudio de un caso único, basado principalmente en información proveniente de la
revisión documental de investigaciones etnográficas.
Esta investigación genera tres aportes principales que justifican su desarrollo y es de un interés particular para los estudiosos y académicos de la teoría organizacional y quienes se interesen por articular el desarrollo artístico
con la administración. Igualmente es de interés para las empresas que se mueven en la creación, producción y circulación de músicas del tercer mundo, en
especial las populares. Incumbe también a quienes se les encarga el diseño y
formulación de políticas públicas culturales y artísticas.
A nivel teórico, se aporta evidencia en favor de las teorías sociológicas de
los campos, en particular de los campos estratégicos en relación con la importancia de la cultura e instituciones informales en el comportamiento económico de los innumerables agentes, que intervienen de forma heterogénea. Es de
especial interés, en este aspecto, resaltar la descripción y explicación del papel
que desempeñan este tipo de instituciones en la coexistencia de mercados legales y piratas. Otro aspecto central en este punto es la convergencia de la competencia hacia un mercado pirata. El segundo aporte se relaciona con que la
comprensión del funcionamiento del mercado de la música champeta proporciona información fundamental sobre la necesidad de diseñar leyes y políticas
públicas2 que procuren, además de preservar el valor cultural inmaterial, el funcionamiento efectivo de estos mercados, en cuanto al bienestar de sus agentes
principales: los artistas. El tercer aporte se da en el plano gerencial. La presente investigación es de particular interés para gerentes de empresas culturales
y musicales y para los gestores culturales, debido a que el caso revela la necesidad de incluir en los procesos de planeación los posibles impactos que las instituciones informales pueden tener sobre el logro de objetivos estratégicos por
parte de la firma. Adicionalmente, para los gerentes de empresas pequeñas es
una demostración de que la cercanía cultural con sus clientes es una ventaja
competitiva latente, posible de ser explotada.
La investigación está estructurada en seis secciones. En la primera se expone
el enfoque teórico y las proposiciones que guían esta investigación. En la
segunda se hace una revisión de la evidencia acerca de la evolución del campo
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Entre los propósitos de los estudios en gerencia debe estar el de ser útiles para el diseño de
políticas públicas: “Siendo por lo menos tan influyentes en la formulación de la política,
tanto en el dominio público y el sector privado como nuestras disciplinas hermanas de las
ciencias sociales, más concretamente, a la par de la economía” (Pfeffer, 2007, p. 1334, traducción libre de los autores).
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El campo organizacional de la música: el caso de la champeta
de la champeta. En la tercera sección se hace una breve descripción de la historia de la champeta. En la siguiente se describe el caso. En la quinta se hace
un análisis del efecto de las tres instituciones estudiadas sobre la estructura del
mercado. Finalmente, en la sección seis se presentan la discusión y conclusiones.
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I. Enfoque teórico:
campo estratégico
Un campo estratégico (o campo, de aquí en adelante) puede definirse a partir de la identificación de un conjunto de actores que poseen una posición o
estatus jerárquico de acuerdo con la acumulación histórica de recursos o de
tipos de capital (cultural, simbólico, social y económico) (Bourdieu y Wacquant,
1992) y el grado de acceso que posea sobre el capital y los procesos de creación de este, que están en juego. Dentro de este espacio social, ¨diferentes actores rivalizan por el logro de ventajas, y donde los grupos dominantes tratan de
institucionalizar ciertas reglas en un esfuerzo por perpetuar su posición vis a vis
otros” (Fligstein, 2001, p. 108). Dentro de los campos se identifican dos tipos de
actores, los dominantes y los desafiantes. Los primeros son aquellos que tienen
más influencia dentro del campo y sus intereses se ven reflejados en la estructura del campo y en el acceso preferencial a los diferentes tipos de capital y a
sus medios de producción. Por otra parte, los desafiantes ocupan una posición
menos privilegiada dentro del campo y ejercen menos influencia sobre sus operaciones (Flignstein, 2008).
El comportamiento de los actores dentro del campo está restringido por
un conjunto de reglas de juego, las cuales están constituidas por un sistema
de reglas institucionalizadas, técnicas o procedimientos generalizables aplicados en la reproducción de las prácticas sociales (Giddens, 1984, p. 21). Además de las reglas, es esencial la existencia de un entendimiento compartido
por parte de los actores de la naturaleza y significados de la regla. Esto se traduce en que cada actor conoce y entiende qué tácticas son posibles, legítimas
e interpretables para cada uno de los roles dentro del campo. En otras palabras,
las reglas posibilitan el entendimiento cultural acerca de qué formas de acción
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El campo organizacional de la música: el caso de la champeta
son observadas como legítimas y significativas dentro del contexto del campo
(Flignstein y McAdam, 2012, p. 12).
Adicionalmente, se reconoce la existencia de múltiples marcos interpretativos dentro de los campos (Friendland y Alford, 1991). Cada grupo de actores tiene un conjunto de interpretaciones de las reglas, acciones propias y de
otros agentes dentro de campo, que depende de su posición dentro de este. Se
espera que los agentes interpreten las acciones propias y las de los demás actores
desde una visión propia de mundo generada por su posición dentro del campo
(Flignstein y McAdam, 2012, p. 11). El complemento entre reglas y marcos
interpretativos permite a los actores entender su posición en el campo, conocer
quiénes son sus aliados u opositores y entender las causas de por qué cada uno
ocupa una posición determinada en el campo (Flignstein, 2008).
Dentro de los campos estratégicos el cumplimiento de las reglas es llevado
a cabo teóricamente por las entidades que el sistema legal ha creado para este
fin. No obstante, debido al carácter idiosincrático de los procesos dentro de
cada campo, muchos comportamientos considerados como legítimos no son
regulados por el orden legal (por ejemplo, la selección de orquestas para un festival por un jurado o la definición de la comparsa ganadora en un concurso).
Adicionalmente, es necesaria una instancia que minimice los altos costos de
transacción inherentes al uso del sistema judicial (Williamson, 1991). A este
respecto, se ha identificado que dentro de los campos existe un tercer tipo de
actores: las unidades internas de gobierno. Estas han emergido dentro de cada
campo y actúan de acuerdo con normativas propias. Estas formas de gobierno
cumplen cuatro funciones principales: “i) remplazan a los actores dominantes y
a los actores desafiantes en las tareas de control y monitoreo de cumplimiento
de las reglas del campo; ii) son una fuente de información acerca del comportamiento de agentes dentro del campo; iii) legitiman y naturalizan la existencia
de las reglas; y, iv) sirven como puente para el establecimiento de relaciones con
otros campos estratégicos importantes” (Flignstein y McAdam, 2012, p. 14).
Los actores llevan a cabo acciones en favor de sus intereses que permitan mantener o mejorar su posición dentro del campo. A este respecto, se
han reconocidos tres procesos institucionales principales relacionados con las
dinámicas de estabilidad y cambio que ocurren dentro de los campos: a) mantenimiento de los campos; b) ruptura de campos; y c) creación de nuevos
campos organizacionales (Lawrence y Suddaby, 2006). La figura 1.1 es una
representación del concepto de campo que se ha propuesto.
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Enfoque teórico: campo estratégico
Figura 1.1. Campo estratégico
Llevan a cabo acciones
estrategicas para: la creación de
nuevos campos, el mantenimiento
o ruptura del existente
Marcos
interpretativos
Reglas
Unidades internas
de gobierno
Acumulación
histórica de
capitales
Actores
dominantes
Conjunto de conductas
legítimas dentro del campo
Acumulación
histórica de
capitales
Actores
desafiantes
Acceso a recursos
Capital acumulado y procesos
de creación de capital
Finalmente, los campos pueden ser observados como sistemas abiertos. En
este sentido, sus actores interactúan y son influenciados por agentes pertenecientes a otros campos. Además, Flignstein y McAdam (2012) sugieren que los
campos pueden observarse como constituyentes de una jerarquía de sistemas.
El concepto de jerarquía reconoce la existencia de otros campos que pueden
observarse como constituidos por subcampos, que a la vez forman parte de un
campo estratégico mayor. En este contexto, un campo puede ser influenciado
por otros campos o subcampos externos, tal como lo muestra la figura 1.2. La
influencia puede ir desde las interacciones en las cuales se intercambian materiales, energía e información, hasta la influencia coercitiva, en casos en que el
campo con el que se interactúe sea el Estado o subcampos de este.
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Contenido
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CAMPO 2
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Contenido
Acumulación
histórica de
capitales
Actores
dominantes
Capital acumulado y procesos
de creación de capital
Acceso a recursos
Conjunto de conductas
legítimas dentro del campo
Unidades internas
de gobierno
Reglas
Marcos
interpretativos
Llevan a cabo acciones estratégicas
para crear nuevos campos o mantener o
disrrumpir el actual
Actores
dominantes
Acumulación
histórica de
capitales
CAMPO 1
Figura 1.2. Influencia entre campos
Reglas
Capital acumulado y procesos de
creación de capital
Acceso a recursos
Conjunto de conductas
legítimas dentro del campo
Unidades internas
de gobierno
Marcos
interpretativos
Llevan a cabo acciones estrategicas
para crear nuevos campos o mantener o
disrrumpir el actual
Actores
desafiantes
Acumulación
histórica de
capitales
Actores
desafiantes
Acumulación
histórica de
capitales
Capital acumulado y procesos
de creación de capital
Acceso a recursos
Conjunto de conductas
legítimas dentro del campo
Unidades internas
de gobierno
Reglas
Marcos
interpretativos
Llevan a cabo acciones estratégicas
para crear nuevos campos o mantener o
disrrumpir el actual
Actores
dominantes
Acumulación
histórica de
capitales
CAMPO N
Actores
desafiantes
Acumulación
histórica de
capitales
El campo organizacional de la música: el caso de la champeta
Enfoque teórico: campo estratégico
A. El papel de las reglas de juego dentro
de los campos estratégicos
En la conceptualización de campo estratégico presentada, un aspecto central para
esta investigación son las reglas de juego. Según North (1991), estas instituciones
estructuran la interacción social a través de la restricción del comportamiento
de los actores. Las instituciones formales (reglas formales) “son las reglas y procedimientos que se crean, comunican y aplican a través de canales reconocidos
como oficiales” (Helmke y Levitsky, 2004, p. 727), por ejemplo, constituciones,
leyes, derechos de propiedad (North, 1991). Por su parte, las instituciones informales (reglas informales) “son normas socialmente compartidas, generalmente
no escritas, que se crean, comunican, y se hacen cumplir fuera de los canales oficiales de sanción” (Helmke y Levitsky, 2004, p. 727), por ejemplo, tabúes, costumbres, tradiciones y códigos de conducta (North, 1991). Junto con las reglas
formales e informales, la efectividad de los mecanismos de cumplimiento determina las estrategias de los agentes dentro del juego (North, 1990).
El papel que desempeñan las instituciones formales en la modelación de la
conducta de los agentes dentro del mercado, el desarrollo económico y la consolidación de democracias ha sido ampliamente estudiado y debatido desde el inicio
de la década de los noventa (Acemoglu, Robinson y Woren, 2012; Baumol, 1996;
North, 1990, 1991). Por su parte, las instituciones informales han sido un tema
menos estudiado. No obstante, recientemente se ha evidenciado un aumento en
el número de investigaciones acerca de los efectos de las reglas informales sobre
diferentes aspectos de la vida política, económica y organizacional. Por ejemplo,
los hallazgos de Williamson (2009) demuestran que la existencia de instituciones
informales fuertes es un determinante robusto del desempeño económico de los
países. Los resultados de la investigación de Tonoyan, Strohmeyer, Habib y Perlitz
(2010) sugieren que la presencia dentro del mercado de instituciones que regulan y legitiman negocios ilegales aumenta la probabilidad de que los emprendedores lleven a cabo actos de corrupción. Por su parte, el estudio de Steer y Sen
(2010) indica que las empresas de un país emergente han asumido cada vez más
riesgos en sus transacciones, a pesar de la debilidad de las instituciones formales imperantes. Estos autores proponen que tal ausencia ha sido suplida a través
de la gestión del riesgo que ha proporcionado el uso de instituciones informales:
contratos relacionales y redes. Las investigaciones referidas, entre muchas otras
desarrolladas recientemente (como Granville y Leonard, 2010; Wirth, Markard,
Truffer y Rohracher, 2013), permiten destacar la importancia de las instituciones
informales en la explicación de la conducta de los agentes económicos.
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Contenido
El campo organizacional de la música: el caso de la champeta
Algunas investigaciones empíricas han demostrado que el comportamiento de los agentes depende de la interacción entre los tipos de reglas de
juego y el grado de cumplimiento de estas. Por ejemplo, Wirth et al. (2013)
concluyen en su estudio de difusión tecnológica que en regiones donde la
cultura profesional local se alineaba con las políticas públicas, el proceso de
adopción tecnológica fue mucho más rápido. Por su parte, Williamson (2009)
demuestra que los países que han construido sus instituciones formales sin
tener en cuenta las instituciones informales predominantes son los que menos
desarrollo económico han logrado. Al respecto, Helmke y Levitsky (2004)
argumentan que debido a que los actores responden a una mezcla de incentivos formales e informales, un análisis institucional riguroso requiere la atención de los dos tipos de reglas de juego.
Helmke y Levitsky (2004) han construido una tipología de interacción
entre reglas de juego, que va más allá de la establecida dicotomía de complementariedad versus sustitución. Para ello, usan dos dimensiones. La primera es el
grado en el que seguir las reglas informales produce resultados sustancialmente
similares o diferentes de los que se esperan en el caso de que un actor se comporte estrictamente de acuerdo con las reglas formales. Si los resultados son
similares, se afirma que los dos tipos de reglas son convergentes, de lo contrario, estas se clasifican como divergentes (Helmke y Levitsky, 2004). La segunda
dimensión es la efectividad del cumplimiento de las normas legales, que hace
referencia al grado en el que las instituciones formales son cumplidas y respetadas en la práctica. De acuerdo con estos autores, cuando existe alta efectividad
los actores esperan que exista una alta probabilidad de ser detenidos y recibir un
castigo ante la violación de una ley. Como se observa en el cuadro 1.1, la combinación de estas dos dimensiones proporciona cuatro escenarios de acción o
comportamiento para los agentes.
Cuadro 1.1. Tipología de interacción de instituciones
Reglas formales
Alta efectividad
Reglas
informales
Convergentes
Divergentes
Baja efectividad
I. Complementariedad
II. Sustitución
III. Acomodo
IV. Competencia
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Enfoque teórico: campo estratégico
El cuadrante I combina reglas convergentes y alta efectividad de cumplimiento. En este caso las reglas son complementarias en el sentido de
que crean incentivos conjuntos para el cumplimiento de las reglas formales (Tonoyan et al., 2010). En este tipo de interacción, las reglas informales
llenan vacíos, sea por solucionar contingencias no tenidas en cuenta explícitamente dentro de las reglas formales o por facilitar que los actores persigan sus objetivos estratégicos dentro del marco legal establecido (Helmke y
Levitsky, 2004). En consecuencia, la alineación de los dos tipos de instituciones proporciona soluciones a problemas de interacción y coordinación social
y mejora la eficiencia de las instituciones formales (Baumol, 1996; Helmke y
Levitsky, 2004; Tonoyan et al., 2010).
En el cuadrante II se combinan reglas convergentes y baja efectividad de
cumplimiento. En este espacio de comportamiento, a pesar de que existe incapacidad del Estado de hacer cumplir las reglas formales, la convergencia de las
reglas informales crea incentivos para que los actores actúen conforme al espíritu del marco legal (Helmke y Levitsky, 2004). En consecuencia, en este tipo
de interacción las reglas informales ejercen el papel para el cual fueron diseñadas las instrucciones formales (Helmke y Levitsky, 2004).
En el cuadrante III se combinan reglas divergentes y alta efectividad de
cumplimiento. En este espacio de interacción se crean incentivos para que los
agentes se comporten de manera que alteren los efectos centrales de las reglas
formales, pero sin violarlas completamente (Helmke y Levitsky, 2004). En este
tipo de cumplimiento superficial se contradice el espíritu de la regla formal,
pero no su letra (Helmke y Levitsky, 2004). En consecuencia, los actores mitigan los efectos de las reglas formales, al tiempo que acomodan o hacen prevalecer sus intereses dentro del marco institucional formal existente (Leković, 2011).
Finalmente, en el cuadrante IV se combinan reglas divergentes y baja efectividad de cumplimiento. En este caso, se crean incentivos para que los agentes
se comporten de manera incompatible con las reglas formales: para seguir una
regla, los actores deben violar la otra (Helmke y Levitsky, 2004). La baja efectividad que se presenta es un incentivo a la violación de las reglas formales con
impunidad y a que clanes locales establezcan reglas propias, las cuales generalmente favorecen intereses particulares y contemplan sanciones a quienes actúan
de acuerdo con la ley (Helmke y Levitsky, 2004).
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El campo organizacional de la música: el caso de la champeta
B. Contexto de interacción institucional
en el cual nace la champeta
El sistema económico imperante en las excolonias latinoamericanas concentraba la mayoría de recursos económicos, políticos y sociales en un puñado
de oligarcas, en detrimento del resto de la población, en su mayoría mano de
obra forzada a trabajar (Savoia, Easaw y McKay, 2010). Se ha demostrado que
en sociedades que inician con extrema desigualdad las élites usan su poder para
imponer un marco legal e instituciones económicas que perpetúen su influencia política y el acceso privilegiado a las oportunidades económicas (Engerman
y Sokoloff, 2002). Cartagena, como la mayoría de ciudades de Colombia, no fue
ajena a esta realidad histórica. Esta ciudad fue el principal puerto en el Caribe
para el comercio de esclavos de la Corona española hasta mediados del siglo
XVIII (Giolitto, 2003). La herencia colonial de la relación de dominación entre
el amo blanco y el esclavo negro se refleja en la estratificación socioeconómica
de la ciudad. Esta muestra a una clase social dominante compuesta en su mayoría por personas blancas: 23,1% (Pérez y Salazar, 2007), dueñas de las principales
empresas, medios de comunicación y puestos políticos importantes de la ciudad y del departamento. En contraposición, se observa una amplia clase popular,
pues 70% de la población vive en barrios de ingresos bajos (Superintendencia de
Servicios Públicos, 2010), que en su mayoría presenta niveles de desarrollo económico y social deprimentes. Las estadísticas muestran altos índices de pobreza
(58%), de pobreza juvenil (74%) y de desempleo juvenil (34,1%) (Alcaldía Distrito de Cartagena de Indias, 2010). Se presentan además bajos niveles de educación (para 2005 solo el 9% de la población tenía estudios profesionales) (Distrito
de Cartagena de Indias, 2010), alta mortalidad infantil y serias deficiencias en
atención en salud (De la Hoz, 2005). Adicionalmente, una consecuencia de este
proceso es la conformación de una gran cantidad de pandillas juveniles (en 2010
se contaron 87) (Distrito de Cartagena de Indias, 2010).
En forma paralela a la marginalización socioeconómica se ha dado una
cultural. La clase dominante de Cartagena, arraigada a costumbres eurocentristas, ha rechazado y reprimido históricamente las expresiones culturales
consideradas “no cultas”, especialmente las relacionadas con el sincretismo
entre lo africano y lo caribeño (afrocaribe). El rechazo de las élites cartageneras por lo que se deriva de las culturas africanas se alinea con el
imaginario acerca de la cultura caribeña inculcado a los habitantes de las
poblaciones de la cordillera de los Andes, incluida la capital del país, por académicos y dirigentes del siglo XIX y principios del XX del centro del país
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Enfoque teórico: campo estratégico
(Martínez, 2011). Este tipo de discriminación por la producción cultural de
sectores sociales marginados también la han vivido en otras latitudes géneros musicales con raíces africanas, por ejemplo, el hip-hop en Nueva York
(Negus, 1999). Un proceso similar lo han sufrido la mayoría de los ritmos
provenientes de la cuenca del Caribe (músicas mulatas), entre ellos la cumbia, la bomba, la salsa y el actual y comercialmente exitoso reguetón (Contreras, 2003; Quintero, 2009).
La confrontación cultural en la que nace y se desarrolla la champeta se hace
evidente en las innumerables y cíclicas prohibiciones impuestas a la organización de fiestas picoteras en los barrios populares, por parte de las alcaldías de
Cartagena (Gómez, 2012) y de Barranquilla (“Autorizan bailes y picós”, 2013).
Al respecto, varios investigadores coinciden en afirmar que la champeta es un
tipo de producción cultural que nace como una forma de resistencia de las personas afrodescendientes ante siglos de imposición cultural homogeneizadora y
euro centrista de las élites blancas (Aldana, 2008; Cunin, 2006; Martínez, 2011;
Patiño y Del Río, 2001).
1. Instituciones que favorecen la búsqueda de rentas políticas
y sus consecuencias
Una de las características del diseño histórico de las instituciones en Colombia
es que ha incentivado la búsqueda de rentas políticas por parte de sus gobernantes. Se ha reconocido que en Colombia existe un alto grado de corrupción3, como lo muestra el indicador de percepción de corrupción de 1998
proporcionado por Transparencia Internacional, donde el país ocupó la posición 79, mientras que el estudio de 2011 lo ubica en la posición 80. Son
comunes los casos de corrupción de altos funcionarios públicos colombianos,
entre ellos los alcaldes de grandes ciudades (“La estrategia de Samuel”, 2014),
generales de la Fuerzas Armadas (“Mauricio Santoyo: El general”, 2012) y
magistrados (“El magistrado Villarraga”, 2013). Una de las principales consecuencias de la corrupción es que erosiona la confianza de las personas en las
instituciones públicas (Chang y Chu, 2006; Morris y Klesner, 2010). Se ha
demostrado que las personas que no confían en las instituciones públicas tienen una probabilidad más alta de cometer actos ilegales (Cho y Kirwin, 2007),
de aislarse de la participación política y de justificar el uso de medios violentos para obtener objetivos políticos (Clausen, Kraay y Nyiri, 2011). Cartagena,
3
Consultar al respecto: http://www.transparency.org/research/cpi/.
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El campo organizacional de la música: el caso de la champeta
coherente con estas características del país, ha sido tradicionalmente una de
las ciudades líderes en clientelismo político y corrupción de sus gobernantes
(Robles, 2013; Morales, 2013).
Por otra parte, el sistema legal colombiano es ineficiente y generador de
impunidad (Silva, 2012). Colombia ocupa el antepenúltimo puesto en efectividad de control del crimen, capacidad del Estado en la solución de problemas
civiles y el no uso de violencia por parte de particulares para arreglar problemas personales (Agrast, Botero, Martínez, Ponce y Pratt, 2012). Un sistema legal
inoperante se ha considerado uno de los factores que ha coadyuvado a la formación de las numerosas mafias y grupos al margen de la ley que emergen recurrentemente en el país (Beltrán y Salcedo-Albarán, 2007): guerrillas, carteles de
la droga, paramilitares, etc.
C. Proposiciones de investigación
En síntesis, la marginalización socioeconómica y cultural junto a la fuerte
corrupción pública se consideran determinantes robustos del incumplimiento
de la ley. Estas características están presentes en alto grado en la función pública
y en los barrios populares de Cartagena (en los cuales emergió y se consume la
música champeta). Si a lo anterior se suma la alta ineficiencia del sistema legal
o la baja efectividad de cumplimiento, es de esperarse que:
Proposición 1: Los actores del campo de la champeta construyeron y guiaron su
comportamiento estratégico dentro de un contexto en el cual las reglas de juego informales competían con el marco regulatorio legal.
Proposición 2: En los casos en los que algunos actores del campo de la champeta
interactuaran con actores independientes de otros campos estratégicos establecieron
relaciones basadas en el acomodo o cumplimiento superficial del marco legal.
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Enfoque teórico: campo estratégico
Cuadro 1.2. Punto de partida del comportamiento de los actores del campo de la
champeta
Reglas formales
Alta efectividad
Convergentes
Reglas informales
Divergentes
Baja efectividad
I.
II.
Relación de actores
del campo de la
champeta con
actores de otros
campos estratégicos
basada en el
acomodo de la ley
Las acciones de los actores
del campo de la champeta
se guiaron por reglas
informales propias que
competían con el marco
legal del país
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II. Evidencia previa sobre la evolución
del campo de la champeta
Se consideran centrales en esta investigación dos estudios desde la perspectiva
económica o tecnológica sobre el campo de la champeta. Uno de ellos es la
descripción de la estructura del mercado de la champeta para el periodo 20002003, llevado a cabo por Abril y Soto (2004). Una de las principales conclusiones de estos autores es que existía un alto riesgo de que este sector fuera
dominado por las grandes empresas discográficas y que, por este hecho, en un
futuro despareciera la industria de la champeta, riesgo que se asociaba con la
supervivencia de los productores locales y la homogeneización comercial del
ritmo. Al respecto, uno de los artistas fundadores de este género,Viviano Torres,
manifestó: “Oposición a la entrada de los grandes sellos, argumentando que
estos solo ven a la champeta como una ‘moda pasajera’ amenazando su línea
musical, sin ningún interés real sobre el proceso artístico o entorno regional”
(Abril y Soto, 2004, p. 14). Contrariamente a lo esperado, las grandes compañías
discográficas salieron de este mercado y la industria ha experimentado un proceso de concentración, que resultó en el dominio de un reducido número de
productores independientes. Otra consecuencia observada es que se configuró
una estructura de la industria de la champeta en la que el mercado local ha sido
remplazado por un mercado pirata. Además, en forma simultánea se observa la
pauperización de los cantantes y artistas del campo y una homogeneización, por
lo bajo, de la calidad y diversidad de este tipo de música.Tal situación ha llevado
a que muchos músicos y productores que han abandonado este mercado aseveren que la champeta está en crisis (Díaz, 2012).
Desde un enfoque tecnológico, Paulhiac (2011) propone una explicación alterna a lo acaecido en esta industria: “Las condiciones que creaban una
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Evidencia previa sobre la evolución del campo de la champeta
situación de rivalidad entre majors internacionales e independientes locales
por la contratación exclusiva de artistas, y que la literatura ha descrito en términos de ‘batalla entre Davids y Goliaths’ (Abril y Soto 2004, p. 27), se deshicieron (desparecieron) con el auge de las TIC sobre los efectos de las tecnologías
informáticas sobre la evolución de la industria de la champeta” (Paulhiac,
2011, p. 103, cursivas agregadas por los autores).
Consideramos que la validez de lo propuesto por Paulhiac (2011) depende
de la delimitación temporal que se haga. La evidencia reportada en su investigación demuestra cómo las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) han moldeado la evolución de la industria a partir del año 2005 o
2006, hasta años recientes. Sin embargo, proponer a las TIC como el aspecto
fundamental para explicar el desenlace de la competencia entre los sellos locales y las grandes disqueras no es exacto por dos razones. La primera es que
la salida de este mercado de las empresas grandes ya estaba decidida antes del
año 2003 (Martínez, 2002), es decir, mucho antes de la masificación del uso
de computadoras e internet entre los consumidores de champeta. Se estima
que este proceso de masificación empezó tardíamente entre los años 2006
y 2007 (Paulhiac, 2011). Además, para el año 2003 no se habían iniciado las
ventas a gran escala de equipos de sonidos en Colombia, con lectores del
formato de almacenamiento de música vigente para esa fecha en internet:
el mp3 (Zuleta y Jaramillo, 2003). Este último hecho reduce la posibilidad
de algún impacto generado por la piratería online sobre la evolución de la
competencia entre empresas locales y las de gran tamaño. No obstante, es
posible que dicha piratería iniciada durante el segundo lustro de la primera
década del siglo XXI haya desincentivado un nuevo intento de entrada de
los grandes sellos a este mercado.
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III. Breve historia de la champeta
La ciudad de Cartagena históricamente ha sido el principal mercado y centro
de producción de champeta (Cunin, 1999; Martínez, 2003; Pacini, 1996). Si se
tiene en cuenta que en Cartagena aproximadamente el 70% de la población
vive en barrios de ingresos bajos4 (Pérez y Salazar, 2007), se puede afirmar que
el mercado potencial de consumo de la champeta es grande.
El nombre de este género musical se derivó del uso que hacían los bailadores de un cuchillo grande al que se le denomina “champeta” (empleado normalmente en faenas de pesca o agricultura), en peleas que surgían durante las
fiestas amenizadas con música africana o, luego de estas, durante el recorrido a
pie que estos hacían para llegar a sus hogares (Martínez, 2003). Al comienzo la
champeta se identificó con individuos de raza negra de los barrios más pobres
de Cartagena y Barranquilla (Mosquera y Provenzal, 2000), pero ahora ya no
existe tal exclusividad entre el público, productores, cantantes y DJ (Cunin,
2003b; Sanz, 2011). Pero estas personas sí se caracterizan por ser habitantes de
los barrios más deprimidos de las ciudades de la costa Caribe de Colombia o
por haber crecido en ellos (Abril y Soto, 2004; Mosquera y Provenzal, 2000).
Se identifican cinco fenómenos o eventos que se pueden considerar determinantes para el nacimiento y desarrollo del campo de la champeta. El primero,
ocurrido entre las décadas de los setenta y ochenta, consistió en la masificación del consumo de la música africana entre los habitantes de los barrios
populares de Barranquilla y Cartagena. Como hecho central en este periodo
sobresale la conformación de grupos de música originarios de Palenque (v.
g., Son Palenque, de Justo Valdez), Barranquilla (v. g., Le Group d’Abelard, de
Abelardo Carbonó) (Contreras, 2003) y Cartagena (v. g., Nailanga y Keniantú)
(Martínez, 2003), que incluyeron en su repertorio de canciones autóctonas la
4
En Barranquilla esta cifra es de 54% (Superintendencia de Servicios Públicos, 2010).
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Breve historia de la champeta
interpretación calcada de la música y letras africanas (Contreras, 2003; Martínez, 2003). Otro aspecto de esta etapa es que la importancia que adquirió la
música africana intensificó la competencia (iniciada en la década de los sesenta
con la música salsa) entre los propietarios de picós (equipos de sonidos gigantescos armados por sus dueños para ser alquilados en bailes, en la Sección IV se hace
una descripción de estos), por conseguir discos que no fueran adquiridos por
los otros picós (Contreras, 2008). La exclusividad en la colección musical de los
picós atraía al público y creaba seguidores, lo cual se tradujo en una mayor reputación del picó y mayores ingresos para sus propietarios, debido a la exigencia de contratos más caros por presentación en fiestas picoteras (Pacini, 1996).
La competencia basada en la exclusividad condujo a muchos futuros productores de champeta y emisarios de los picós a hacer viajes a África, Nueva
York y París, con la misión de comprar música africana (Cunin, 2006; Pacini,
1996). Al regresar, los dueños de los picós botaban las carátulas y borraban
cualquier sello o insignia prensada en el disco, que suministrara información que permitiera a los competidores rastrear la canción, sea por autor, cantante o compañía discográfica, y comprarla (Contreras, 2008; Pacini, 1996).
Los picós ponían de moda (“pegaban”) las canciones en las verbenas, las que
rebautizaban de acuerdo con el nombre que les daban los asistentes (Mosquera y Provenzal, 2000):
Por esta razón encontramos temas com Fau pax, interpretado por Nbilia
Bell, con el nombre de “Los tres golpes” o Dolly, de Bopol Mansiamina, con
el nombre de “El cuatro estrellas”. Todos estas denominaciones se inspiraban en la semejanza de una palabra en español con las letras africanas que se
escuchaban, o simplemente correspondían a nombres arbitrarios surgidos de
la euforia colectiva del baile (Martínez, 2003, p. 81)5.
Renombrar las canciones reforzó la estrategia de exclusividad de los dueños de los picós.
Un segundo evento en la evolución de este campo se le puede considerar el acto inicial de la creación de la música champeta. A principios de los
años noventa la costosa competencia basada en la exclusividad llevó al proveedor de música africana Yamiro Marín, apoyado por el Rey de Rocha, un
modesto picó por esa época, a hacer una producción musical con el grupo
5
Otro ejemplo: el público renombró como “La guitarrita efectiva” a la canción “Dora
mamy” de D.O Misiani & Shirati Jazz. Consultar al respecto en http://www.youtube.com /
watch?v=YAPaMqwXdeA.
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El campo organizacional de la música: el caso de la champeta
Kussima, con el cual sacó una producción en 1990 (Abril y Soto, 2004;
Martínez, 2003): “Las siguientes producciones de Kussima generaron grandes éxitos llegando a la cúspide con la producción Terapia con Kussima, que
incluyó al tema El Salpicón y alcanzó a vender más de 10.000 copias. La
estrategia de Marín fue asimilada rápidamente por otros productores y picoteros” (Abril y Soto, 2004, p. 15). A partir de estas grabaciones que usaban como
base letras originales en español montadas sobre música africana se puede afirmar que se crea la terapia criolla o champeta (Martínez, 2011).
El tercer evento es la incorporación de tecnología digital a la producción de
música champeta, que se dio en el segundo lustro de los años noventa. Como
se describirá más adelante, este hecho tuvo dos efectos principales. El primero
es que esta tecnología fue fundamental en el proceso de convergencia que se
observó en la champeta hacia grabaciones basadas en sonidos hechos en computadoras. El segundo es que el uso de arreglistas y músicos profesionales en las
producciones de champeta ha llegado a ser casi nulo.
El cuarto evento fue la entrada de los grandes sellos discográficos al mercado
local en el año 2000, ese año dominaban cerca del 93% del mercado colombiano
(Zuleta y Jaramillo, 2003): a) majors internacionales (o discográficas multinacionales que compiten en el mercado internacional): Sony Music, BMG, EMI y Universal Music; b) majors nacionales (o grandes discográficas nacionales): Sonolux,
Codiscos y Discos Fuentes. La entrada de estas empresas se dio principalmente
a través de la compra de licencias sobre sus obras a productores locales de Cartagena (Abril y Soto, 2004). Sony Music, con el mayor porcentaje de ventas en
el mercado nacional (30,3%) en el año 2000, combinó la anterior estrategia con
la contratación de cantantes estrellas de la champeta, con lo cual llegó a posicionarse como el productor dominante del mercado de la champeta para los años
2001 y 2002, con una participación promedio del 38,75% (Cunin, 2006; Abril
y Soto, 2004). Aunque estos resultados podrían considerarse positivos, Sony
Music, al igual que el resto de sellos discográficos, decidió reducir la inversión en este nicho y posteriormente salir del mercado en el año 2003. Este es el
periodo estudiado en esta investigación y, por ende, se profundizará en su descripción y análisis.
Se destaca como quinto evento fundamental en la evolución del campo de
la champeta, la masificación del uso de las TIC entre la población consumidora
de este género musical, iniciada entre los años 2006 y 2007 (Paulhiac, 2011).
Su importancia radica en que dicho uso presionó el origen de nuevas formas
de ventas de la música champeta; implicó, además, la entrada a los espacios
sociales de internet de la cultura existente alrededor de este género (Paulhiac,
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Breve historia de la champeta
2011). El intercambio multimedia e innumerables sitios virtuales que se abrieron relacionados con la champeta causaron que esta industria se adaptara (tal
vez, que se adelantara) muy rápidamente a la tendencia global de la música y se
redirigiera estratégicamente hacia los espectáculos en vivo (Contreras, 2008;
Rogers y Sparviero, 2011). Este proceso desplazó la venta de discos compactos (CD por su sigla en inglés) como la principal fuente de ingresos de
la industria. Se han usado las redes sociales en internet para cambiar el valor
asociado a la obra física representada en el CD por el valor de la promoción
y el mercadeo de los espectáculos de los artistas y los conciertos de picós
(Paulhiac, 2011). La fiesta picotera y los picós siguen siendo el centro de estos
espectáculos. Sin embargo, el uso de cantantes y músicos profesionales se remplaza cada vez más por la presentación multimedia en vivo de animadores, DJ,
teclistas y percusionistas de aparatos electrónicos (v. g., sintetizadores, secuenciadores) (Contreras, 2008).
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IV. Descripción del caso: tres
instituciones informales dominantes
en el campo de la champeta
A. La fiesta picotera, poder de difusión y ventaja
competitiva
El centro de difusión de la música champeta ha sido la fiesta de verbena (o
caseta), que se realiza en un espacio, normalmente una cuadra o una cancha
deportiva ubicada en un barrio popular, que de ser necesario se encierra en
forma temporal con láminas y ramas de palma. El espacio encerrado y acondicionado (luces, baños, tienda de comidas, bar) funciona como un estadio de
futbol o béisbol, en el sentido de que permite a los organizadores del evento
cobrar por el acceso a la fiesta y reservarse el derecho de vender dentro de ese
espacio licores y comidas.
En la verbena el espectáculo (sonido, música y animación) es generado por
gigantescos equipos de sonido que se denominan “picós”, necesarios para que la
música llegue con igual potencia a cada lugar de la verbena e inclusive a cientos de metros fuera del perímetro de esta, como una estrategia de atracción del
público. En forma congruente, los caribeños comparten el gusto por una elevada potencia y calidad sonora a la hora de escuchar música o bailar, hecho que
se refleja en la histórica competencia tecnológica entre los picós por añadir decibeles y claridad a su sonido (Contreras, 2003; Pacini, 1996). Por ejemplo, esta
rivalidad llevó a un aumento en las potencias promedio de estas máquinas de
2.000 vatios en los años ochenta a por lo menos 50.000 vatios en la actualidad
24
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Descripción del caso: tres instituciones informales dominantes en el campo de la champeta
(Altahona, Arrieta y Silva, 2011). Debido a la centralidad del picó en este tipo de
eventos, a las verbenas comúnmente se les denomina “fiestas picoteras”.
Fotografía 4.1 Imagen de una verbena escenificada en la plaza de toros de Cartagena
Fuente: Skorpion Disco Show (2014)
Fotografía 4.2 Imagen del picó Skorpion Disco Show.
Fuente: Skorpion Disco Show (2015)
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El campo organizacional de la música: el caso de la champeta
La importancia y persistencia de la fiesta picotera, a pesar de su constante
prohibición por parte de las autoridades (Contreras, 2012; Pacini, 1996), puede
ser explicada por cuatro dimensiones. La primera subyace en la relación entre
poder adquisitivo y tiempo de recreación. Los espacios de esparcimiento y
recreación en los barrios populares de la costa Caribe son escasos (Pérez y Salazar, 2007). En consecuencia, “no es de extrañarse que el picó haya logrado tanta
centralidad para las personas de las clases populares” (Sanz, 2011, p. 75). Las verbenas se convierten entonces en un espacio de recreación ambulante (son a la
vez emisora y discotecas móviles), llevadas al barrio del consumidor, que proporcionan cada fin de semana un escape a las arduas labores semanales (Contreras, 2008; Mosquera y Provenzal, 2000). Estos espacios de esparcimiento se
caracterizan por ser de larga duración (ocho a diez horas) y de bajo costo
($10.000) (Paulhiac, 2011; Sanz, 2011).
La segunda dimensión tiene que ver con la espectacularidad y el performance “que se convierten en el punto de foco de la atención colectiva durante
el evento” (Paulhiac, 2011, p. 104). La fiesta picotera en sus inicios ofrecía un
espectáculo basado en la potencia y tamaño de la máquina, calidad sonora y
programación musical de expertos conocedores de música, a los cuales se les
denominaba “picoteros”, personas con funciones similares a los actuales DJ,
pero que hasta mediados de los noventa solo se dedicaban a la programación
y no se comunicaban con el público (Altahona et al., 2011; Martínez, 2003;
Pacini, 1996). Otro aspecto del espectáculo es la competencia entre dueños de
picós por mercadear la imagen de exclusividad musical, potencia, buen sonido,
luces, ser los más escuchados, etc. La principal herramienta de publicidad eran
las “placas” o anuncios grabados (propagandas o jingles) en un lenguaje popular, jocoso y desafiante, que emitían los picós a todo volumen durante sus conciertos y en los cuales se destacaban sus virtudes, a la vez que se insinuaban los
defectos de otros picós, por ejemplo, pocos discos exclusivos, mal sonido, malos
picoteros, etc. (Altahona et al., 2011; Pacini, 2006).
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Descripción del caso: tres instituciones informales dominantes en el campo de la champeta
Figura 4.3 Programadores de música del picó Skorpion Disco Show en concierto
Fuente: Skorpion Disco Show (2015b)
Aun en la actualidad se usan estas placas, especialmente en las verbenas
que incluyen dentro del espectáculo la competencia entre dos picós (Areyano,
2011). Sin embargo, como lo documentan Contreras (2008), Paulhiac (2011)
y Sanz (2011), el espectáculo del picó ha evolucionado hacia los conciertos
en vivo. Estos se dan sobre una tarima del picó en la cual se presentan cantantes, DJ y competencias entre percusionistas electrónicos. Las presentaciones se
hacen ambientadas en una escenografía con luces de colores y enormes pantallas de video, puestas alrededor de los múltiples y gigantescos amplificadores y
la máquina de sonido, que constituyen el picó. Por último, en concordancia con
su historia, la danza y el vestuario de sus participantes forman parte del espectáculo de la fiesta picotera (Mosquera y Provenzal, 2000). Al respecto, Paulhiac
(2011) hace la siguiente descripción:
La colectividad se organiza en espacios de baile y de encuentro cuya manifestación también hace parte de los puntos de foco de la atención colectiva. Así, los atributos sociales de visibilidad (vestuarios, joyas, accesorios,
peinados, etc.) también hacen parte de la espectacularidad del evento […]
Consideraremos en los bailes de los picós las técnicas de baile, canto, ejecución instrumental, dicción y posturas como parte de esta dimensión
performativa (p. 104).
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El campo organizacional de la música: el caso de la champeta
La tercera dimensión que hace atractiva a la fiesta picotera es la social. Esta
se asocia con la posibilidad que la verbena brinda a sus participantes de reafirmar
lazos de amistad, conocer nuevas personas, enamorar y ser enamorado (entrevista
a L. G. Martínez, 10 de noviembre, 2012).Tiene que ver, además, con la posibilidad de tener un espacio social en el cual se puede participar como protagonista,
ser observado, observar, mostrarse, chismear, etc. (Birenbaum, 2005; Paulhiac,
2011; Sanz, 2011). Recientemente, internet y los videos que se hacen de la fiesta
picotera han potenciado la importancia de la dimensión social. Una vez grabadas las fiestas picoteras, son publicadas en YouTube, en las páginas oficiales de los
picós o en uno o varios de los sitios especializados en champeta que existen y
que sumaban 40 en el año 2009, de acuerdo con Paulhiac (2011). Los participantes de estas fiestas consideran que aparecer en los videos es todo un acontecimiento e implica ser reconocidos por sus amigos, a tal punto que muchos de
ellos pagan $10.000 o $20.000 a los productores por salir en una o dos tomas
(Paulhiac, 2011). Un aspecto social, que además forma parte de la espectacularidad de la fiesta picotera, es la posibilidad de compartir el gusto musical, la vestimenta, la euforia y el goce en forma colectiva (Paulhiac, 2011; Sanz, 2011).
La última dimensión explicativa del arraigo de la fiesta picotera, en la que
se ha hecho mayor énfasis investigativo, es que esta es un espacio de reafirmación de la identidad cultural. Al respecto, se describe la verbena como un espacio de escape de las personas de clases populares a la discriminación económica
y cultural a la que han sido sometidas (Contreras, 2003, 2012; Martínez, 2003;
Mosquera y Provenzal, 2000; Pacini, 1996; Sanz, 2011). Más allá de si es o no
un espacio de resistencia cultural o racial consciente (Birenbaum, 2005; Martínez, 2011; Mosquera y Provenzal, 2000), la mayoría de investigaciones en este
campo concluyen que la fiesta picotera es un espacio de goce, caracterizado por
el trato entre iguales. En este, cada persona puede divertirse y a la vez ser culturalmente original, sin temor a ser juzgada por los otros participantes debido
a su origen social (Mosquera y Provenzal, 2000). Un lugar en el cual el rechazo
o la aceptación se deben más al cumplimiento de códigos de conducta construidos localmente y no a los impuestos desde afuera (Birenbaum, 2005; Martínez, 2003; Sanz, 2011).
Este proceso identitario parece ser más fuerte desde que la música dominante en la fiesta picotera es la champeta. Al respecto, Barraza (2005, citado en
Ruíz, 2012, p. 27) concluye de su estudio lingüístico que la champeta es:
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Descripción del caso: tres instituciones informales dominantes en el campo de la champeta
La voz del pueblo, es decir como un fenómeno cultural donde las letras de
las canciones proponen una lectura de la vida social de los barrios, prestan
atención al desarraigo, a la violencia, al rebusque, al amor, a la traición, etc.
con el uso de términos empleados frecuentemente por los habitantes de los
barrios populares de la ciudad (p. 27).
Fiesta picotera, picó y champeta. La fiesta picotera y el picó guardan una
relación especial con la champeta, basada en el hecho de que este ritmo se creó,
nació y difundió en la fiesta picotera. Por una parte, el principal insumo para su
creación, la música africana, es importada por los dueños de picós y difundida
a través de la fiesta picotera en los polos de creación de la champeta: Barranquilla, Cartagena y Palenque (Contreras, 2003; Martínez, 2003; Pacini, 1996).
Por otra parte, su creación estuvo mediada por la necesidad de los picoteros de
buscar nuevas estrategias de competencia, más allá de la compra de costosos y
cada vez más escasos discos exclusivos (Cunin, 2006; Abril y Soto, 2004; Martínez, 2011). Además, por más de un lustro desde el año de su creación (1990) la
fiesta picotera fue el único medio de difusión y penetración al mercado de esta
música (Cunin, 2003a; Llanos, 2001; Pacini, 1996). Finalmente, después de que
la champeta logró ser programada en la radio, cualquier canción de este ritmo
antes de ser un éxito en este medio generalmente ha sido un éxito de fiesta
picotera (Altahona et al., 2011; Martínez, 2003; Sanz, 2011).
Fiesta picotera, una institucional informal. La fiesta picotera es una institución informal en el sentido de que ha sido construida socialmente y le impone
a su público restricciones comportamentales en tres sentidos. La primera es que
exige a los participantes ciertos códigos de conducta (Birenbaum, 2005), cuyos
infractores pueden ser aislados socialmente por los demás, expulsados de la fiesta
o terminar en una pelea; por ejemplo, la regla de no sacar a bailar a las mujeres que asisten con parejos y forman parte de un grupo diferente de participantes (Sanz, 2011). El segundo es que la influencia de la fiesta picotera va más allá
de su espacio físico. Como una forma de extender el goce de la fiesta los participantes apropian en su vida cotidiana los hábitos de consumo musical, forma
de vestir y lenguaje de la verbena (Contreras, 2003; Martínez, 2003). Un tercer
aspecto es el arraigo cultural de la verbena, que a pesar de una historia de prohibiciones que se remontan a principios del siglo XX (Contreras, 2012), ha persistido por sesenta años y se renueva con cada generación, como lo demuestra la
reciente aparición de la fiesta picotera de Danzal y Berbetronik.
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El campo organizacional de la música: el caso de la champeta
1. Poder de difusión y ventaja competitiva
En el campo de la champeta, la fiesta picotera además de ser el escenario en el
que nació este género ha sido su medio tradicional y natural de difusión y promoción. La agencia o los protagonistas principales de este poder de difusión
han sido los picós y sus propietarios. Antes de la entrada de las grandes firmas
discográficas, esta capacidad de difusión era usada tanto por pequeños productores independientes o empresas discográficas locales, como por productores
independientes integrados (productores que además eran propietarios de picós)
(entrevista a L. G. Martínez, 10 de noviembre, 2012).
El trabajo integrado entre los dueños de picós y las empresas discográficas locales se remonta a principios de los años noventa (Abril y Soto, 2004;
Martínez, 2003). Los productores independientes constituyeron junto a los
dueños de los picós una forma organizacional híbrida (Williamson, 1991).
En este tipo de organización las firmas unen y coordinan recursos (producir,
comercializar, ampliar cobertura, etc.) para el logro de un objetivo económico
(renta), a la vez que se mantienen como entidades jurídicas y administrativas independientes (Menard, 2005). La forma híbrida que se estableció en el
campo de la champeta estuvo motivada inicialmente por el interés de los productores independientes por usar el gran poder de difusión de los picós: las
empresas discográficas independientes hacían sus producciones en forma individual (o asociadas con ciertos picós) y usaban los picós como medio de difusión (Contreras, 2003; Martínez, 2003).
El objetivo del productor era dar a conocer la obra de sus artistas y lograr que
algunos de los sencillos se convirtieran en éxitos de verbena y posteriormente
de la radio (entrevista a L. G. Martínez, 10 de noviembre, 2012). En la medida
que una de las producciones difundida llegaba a ser un éxito, el dueño del picó
usaba este hecho para publicitar y probar la exclusividad de su música, y aumentar su reputación (Martínez, 2003). Este tipo de cooperación le permitía al productor trabajar con un amplio espectro de difusión, es decir, difundir las obras
musicales de los artistas por él representados a través de varios picós simultáneamente (entrevista a L. G. Martínez, 10 de noviembre, 2012). No obstante, existían limitaciones a tal simultaneidad generadas por presiones de los dueños de
picós de mayor reputación, por ser exclusivos en la difusión de la obra o debido
a que estos hubiesen participado con la empresa discográfica local en la producción musical (Abril y Soto, 2004).
Como toda forma híbrida, la existencia de relaciones de negocios entre productores y dueños de picós se fundamentaba en el cumplimiento de contratos no
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firmados, por lo que era necesario cierto grado de confianza entre estos agentes (Ménard, 1996). Efectivamente, entre estos se habían establecido relaciones
comerciales históricas con los propietarios de los picós, mediadas en su mayoría por vínculos de amistad o por lazos de familia extendida, un hecho que se
hace evidente en la reconstrucción histórica de Martínez (2003), quien describe
las relaciones híbridas desarrolladas entre estos agentes durante la década de los
ochenta: “Así como se presentaron alianzas entre los picós, también se hicieron
uniones entre barranquilleros y cartageneros para sacar al mercado producciones
completas […] en estas sociedades las ganancias se repartían entre los productores y los dueños de los picós según acuerdo establecido” (p. 83). Sanz (2011) ha
corroborado recientemente este tipo de relaciones en el campo de la champeta:
“Entre picoteros, cantantes y organizadores de eventos tienen relaciones muy
estrechas y de amistad. Sin embargo, cada uno de estos sectores son círculos cerrados a los que no es fácil acceder” (p. 11).
Esta forma híbrida llegó a ser la dominante durante la etapa de nacimiento y
consolidación de la champeta como género musical (primer lustro de los noventa)
(Abril y Soto, 2004). No obstante, debido a la necesidad de coordinación de recursos, las formas híbridas aumentan la probabilidad de transferencia de competencias
entre las firmas implicadas (Ménard, 2005). En el caso del campo de la champeta, esta forma organizacional significó la transferencia de conocimiento relacionado con la producción musical de las empresas discográficas locales hacia los picós
(entrevista a L. G. Martínez, 10 de noviembre, 2012). Esta situación junto con la
simplificación del proceso y la reducción de los costos de producción, que implicó
la integración de la tecnología informática con la producción musical acaecida
desde mediados de los noventa (Hesmondhalgh, 1996), generaron los incentivos
para que los propietarios de picós se integraran verticalmente y comenzaran a producir champeta con su propio sello discográfico6.
La situación de los picós-productores era hipotéticamente deseable para cualquier empresa discográfica: estar integrado verticalmente con el principal medio
de promoción y difusión7 del género y no ser objeto de sanciones legales ni sociales (Sidak y Kronemyer, 1987). En Colombia, aunque la leyes no prohíben específicamente este tipo de integración, la ley 155 de 1959 (art. 1) prohíbe conductas
empresariales que limiten la libre competencia. En el caso del campo de la champeta la ausencia de algún tipo de regulador estatal o gremial permitió de facto este
6
7
La integración vertical de los dueños de los picós no fue obstáculo para que estos siguiesen
trabajando en forma conjunta, aunque con menos intensidad, con los productores locales.
Teniendo en cuenta que la radio local empezó a programar champeta masivamente al inicio del
siglo XXI (Llanos, 2001), el único medio de difusión de la champeta en esa época eran los picós.
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tipo de integración, a pesar de que en sentido estricto se configuraba una situación desventajosa para los productores no integrados de champeta (entrevista a L.
G. Martínez, 10 de noviembre, 2012). Adicionalmente, los dueños de picós productores usaron la posibilidad de firmar con artistas como una forma de continuar con la estrategia de competencia basada en la exclusividad. En consecuencia,
lejos de recibir sanciones sociales los picós con más producciones propias aumentaron su reputación y poder de mercado (Martínez, 2003).
Para todos los tipos de productores tener uno o varios éxitos en picós y
radios significaba una mayor posibilidad de extracción de rentas de los derechos
de propiedad de sus artistas. Y un mayor número de éxitos permitía lanzar al
mercado un CD con los sencillos de sus artistas o en forma conjunta con otros
productores o con canciones cedidas por sus autores (Martínez, 2003; Sanz,
2011). Otro tipo de extracción de renta proviene de la negociación de las presentaciones en vivo de los artistas firmados. Por otra parte, las dos formas organizacionales descritas constituidas por ambos tipos de productores en torno a la
fiesta picotera proporcionaban una serie de ventajas competitivas potenciales en
comparación con cualquier competidor externo:
1) Acceso directo al conocimiento de gustos, hábitos y necesidades de los
clientes que constituían el mercado natural de la champeta. Este acceso
implicaba que los productores locales además de conocer en tiempo real
los ritmos y estilos de moda, tenían la posibilidad de influir en estos aspectos en forma directa (Abril y Soto, 2004). Además, al igual que en el caso
del rap (Negus, 1999), el acceso a esta información se constituyó en una
guía valiosa para los procesos de caza de talentos y la redirección de la producción musical de artistas propios.
2) Tenían a disposición un laboratorio de experimentación a muy bajo costo
(Abril y Soto, 2004): la fiesta picotera. Esto permitía que los productores ensayaran y difundieran la totalidad de la obra musical de sus artistas y
saber de antemano cuáles canciones eran un éxito picotero o no. En términos estratégicos esta situación proporcionaba una disminución sustancial
de la incertidumbre asociada al consumo de los bienes culturales (Fairchild,
2011). Por una parte, se eliminan o disminuyen sustancialmente los costos
de producción asociados a producir en masa canciones de bajo consumo
o “rellenos”. Por otra parte, se tiene certeza de las canciones a las cuales es
rentable promocionar en la radio, grabar en CD y distribuir. Abril y Soto
(2004) describen este proceso: “Una vez el producto ha estado en los picós
–dos meses en promedio–, los productores escogen los temas que más han
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Descripción del caso: tres instituciones informales dominantes en el campo de la champeta
pegado y proceden a ordenar el primer tiraje, asumiendo los costos de las
carátulas, el arte y las copias” (p. 26).Y, como lo admite el reconocido cantante de champeta Charles King en una entrevista reciente (“El canto de
Charles”, 2012), debido a que una condición para pegar en la radio es que
la canción sea un éxito en la fiesta picotera, los costos de promoción en la
radio (v. g., payola) son menores y a veces nulos cuando se trata de la promoción de un éxito picotero. Por último, la promoción de artistas nuevos
y propuestas musicales innovadoras que en la mayoría de otros subcampos musicales es altamente costosa y arriesgada en cuanto a su aceptación
(Mattsson, Peltoniemi y Parvinen, 2010), se podía hacer en la fiesta picotera a muy bajo costo.
3) Las anteriores ventajas competitivas eran sinérgicas con el tamaño pequeño
de las empresas productoras de champeta (Martínez, 2003). Por una parte,
en las empresas grandes los proyectos deben pasar por diferentes capas burocráticas para ser aprobados, razón por la cual su comportamiento puede
ser visto como de mayor aversión al riesgo ante nuevos proyectos (Acs y
Audretsch, 2005). Una de las razones de este comportamiento es la existencia de asimetría de la información entre el cazatalentos y los directivos
que aprueban los proyectos, relacionada con el conocimiento: del género
y gustos musicales de la población objetivo, de las condiciones del artista y
del diferencial de conocimiento y experiencia musical existente entre estos
dos tipos de agentes. Los productores de champeta constituían empresas, en
su mayoría pequeñas, en cuyos propietarios se integraban las funciones de
adquisición de nuevos talentos, producción musical, representación de artistas y gerencia de la empresa (Abril y Soto, 2004; Martínez, 2003). En este
sentido no se presentaba el problema de asimetría de información mencionado y su comportamiento podía verse como menos aversivo a la contratación de nuevos cantantes o desconocidos con vocación de cantantes.
Por otra parte, la champeta constituye un mercado apalancado por ganancias provenientes del lanzamiento de gran cantidad de proyectos pequeños.
Al respecto, una de las conclusiones de la investigación etnográfica llevada
a cabo por Muñoz (2003) sobre la champeta es que “quizás el peor de sus
defectos consiste en la proliferación de temas que como chorizos se producen a diario” (p. 29). En consecuencia, en este mercado las ganancias por
proyecto derivadas de trabajar dentro del mercado natural podrían ser bajas
y no tener la escala económica y ganancias para ser consideradas rentables
por una empresa discográfica grande (Scherer, 1988).
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El campo organizacional de la música: el caso de la champeta
4) La fiesta picotera constituía un medio para acrecentar la reputación y
aceptación de los productores, el cual no podía ser usado por ninguna
firma entrante, a menos que esta fuese el resultado de alianzas o fusiones entre agentes locales de reputación dentro del campo: “Un ejemplo de esto es la relación que mantienen los organizadores de eventos
más conocidos con los picós más importantes, distribuyéndose las fechas
entre ellos y no dejando a los más pequeños acceder a un evento con
estos equipos” (Sanz, 2011, pp. 11-12).
Entrada de las grandes empresas discográficas. Para finales de la
década de los noventa la champeta había creado un mercado potencial significativo y de gran tamaño en el Caribe y a diferencia de épocas anteriores
era difundida con regularidad en las radios locales de Barranquilla y Cartagena (Llanos, 2001). El potencial del mercado atrajo el ingreso de las grandes empresas discográficas (majors). No obstante, dos características del campo
tenían que ser evaluadas cuidadosamente por cualquier firma entrante. La
primera es que el mercado de la champeta coincide con el de otros géneros
marginales, como el rap, el cual “pueden ser clasificado como un gato salvaje
por los analistas de la industria, quienes no están seguros acerca de sus futuros cambios estéticos y el potencial de crecimiento de su mercado” (Negus,
1999, p. 493). La segunda característica es que las ventajas competitivas que
proporcionaba el dominio de la fiesta picotera a los productores locales se erigieron como barreras de entrada que tenían que ser superadas por cualquier
competidor externo.
Conscientes de estas restricciones, las majors no entraron a competir directamente en el mercado local, sino que lo hicieron a través de la compra de licencias sobre obras a productores locales de Cartagena (Abril y Soto, 2004). Sony
Music (Codiscos, en menor grado) optó por una estrategia diferente y le apostó
a un objetivo riesgoso, como lo era expandir nacional e internacionalmente el
mercado de un producto con alta idiosincrasia cultural. Para esto, además de
compra de licencias, hizo alianzas con productores locales para la producción,
promoción y difusión de obras de músicos ampliamente conocidos o estrellas
del mercado local8 (Abril y Soto, 2004). En Colombia se siguió esta estrategia,
8
El desarrollo de este tipo de alianzas formaba parte de la estrategia de Sony Music durante
esa época: “Esta experiencia nos ha enseñado que en ciertas áreas en las cuales las alianzas
duras habrían tomado diez años para tener éxito, se pueden crear alianzas suaves fácilmente.
Una ventaja de este tipo de alianzas es la capacidad de hacer acuerdos con diferentes tipos
de empresas. Nuestro objetivo es proporcionar un ambiente abierto y de fácil acceso donde
cualquiera puede participar y estamos dispuestos a cooperar con empresas que comparten
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Descripción del caso: tres instituciones informales dominantes en el campo de la champeta
que es ampliamente usada por las majors en mercados de música de países emergentes o en los procesos de expansión de mercados de géneros urbanos provenientes de barrios marginales (Hesmondhalgh, 1996). Al respecto, acorde con el
estudio de casos llevado a cabo por Arcos (2008):
Los productores independientes o indies como es el caso de SCP9, se dedican a explotar el mercado local y encontrar nuevos talentos que luego serán
vendidos o licenciados a las majors como Sony Music BMG y Universal
Music, para que realicen la promoción y distribución. El licenciado se hace
cargo del marketing y la promoción del producto que recibe. Estos gastos,
que suponen una inversión en dinero realmente importante para los volúmenes de negocio que se manejan, se reflejan directamente en el monto de
regalías (p. 71).
La implementación de este modelo de negocios o forma de entrada por parte
de Sony Music en el mercado de la champeta fue documentada y confirmada
empíricamente en la investigación de Abril y Soto (2004) (véase figura 4.1).
Figura 4.1. Representación del mercado de la champeta
ARTISTAS
Súper
estrellas
Tercer
nivel
Cantantes
establecidos
Segundo nivel
Oferta ilimitada de artistas
(en potencia)
Primer nivel
INDUSTRIA
DISCOGRÁFICA Y
PICOTERA
Grandes sellos
(majors)
Sony Music
BMG
Universal
Sonolux
Discos Fuentes
Sellos/Productores
independientes
Producto artistico
MERCADO
CDs
Consumidor
final
Estaciones
radiales
Resto del
mercado
Picos
NICHO
Ingresos/Información
Fuente: Abril y Soto (2004).
9
nuestra visión. Las alianzas suaves ofrecen muchas posibilidades” (Sony Corporation, 2002, p.
7, traducción libre de los autores).
Disquera independiente que compite en el mercado musical de Colombia.
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El campo organizacional de la música: el caso de la champeta
2. Efectos de la fiesta picotera y la entrada de las majors sobre la
evolución del campo
Las ventajas competitivas resultantes del dominio de la fiesta picotera por
parte de los competidores locales los protegió de la competencia directa de las
grandes empresas discográficas en su mercado natural:
A pesar de no tener un alcance nacional, estas empresas tienen muy bien
definido un nicho del mercado al que saben llegar por medio de una combinación de precios y estilos musicales y al mismo tiempo pueden perder
parte de las ventas en Bogotá, pero afianzarse más en el nicho local (Abril
y Soto, 2004, p. 28).
En este sentido, la forma de entrada de las majors al mercado de la champeta
fortaleció la posición de poder de los competidores locales.
La segunda consecuencia se relaciona con el hecho de que el lanzamiento
de una estrella, aunque era un objetivo de difícil logro, se constituyó en una tarea
altamente rentable debido al interés de Sony Music y demás empresas discográficas grandes de firmar o comprar licencias y contratos de artistas de champeta
consagrados (Abril y Soto, 2004). Esta situación incentivó la competencia entre
picós-productores y las firmas discográficas independientes por la consecución
de talentos dentro del campo. No obstante, solo un reducido número de productores logró hacer acuerdos con las grandes discográficas (Abril y Soto, 2004).
Para contextualizar la nueva dinámica competitiva en el mercado de la
champeta que generó la entrada de las majors, es necesario comprender un
poco más los efectos que la tecnología informática tuvo sobre la apreciación de las principales actividades de la cadena de valor de la música. A este
respecto, en el siglo XXI se hizo evidente que los altos costos10 asociados al
proceso de producción habían dejado de ser una barrera de entrada al mercado de la música:
Con el acceso a tecnología de grabación a muy bajos costos, pequeños productores entraron al mercado de músicas marginales con mucha facilidad. La
profusión reciente de una gran cantidad de pequeños sellos discográficos en
10 “Los costos de producción de una grabación se han reducido drásticamente desde el cambio
de siglo. Los computadores se convirtieron en el principal instrumento para la producción y
difusión de la música. Mientras que un estudio de producción solía costar cientos de miles de
dólares, actualmente están disponibles por tan sólo unos 1.000 dólares e incluso menos dependiendo del género de la música” (Tschmuck, 2012, p. 195, traducción libre de los autores).
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Descripción del caso: tres instituciones informales dominantes en el campo de la champeta
la el escenario europeo demuestra esto (Hesmondhalgh, 1996, p. 478, traducción libre de los autores).
A finales del siglo pasado la tecnología de digitalización estaba totalmente integrada a la fase de producción de la música y contenido de video:
“La digitalización ha bajado los costos de grabación, almacenamiento y
reproducción. La edición basada en computadoras ha permitido producciones de mejor calidad a un costo menor y ha facilitado nuevos efectos especiales superiores a los anteriormente disponibles” (Weeds, 2012, p. 60). Esta
reducción de costos tuvo como consecuencia una mayor apreciación estratégica por parte de las empresas discográficas de las actividades de promoción, difusión y distribución en relación con el resto de actividades de la
cadena de valor de la música (Rogers y Sparviero, 2011).
La fiesta picotera se había constituido en el principal medio de promoción y difusión de la música champeta. A este respecto, los picós productores de
mayor reputación (v. g., Rey de Rochas) que organizaban o eran contratados
para más fiestas picoteras tenían mayor acceso al poder de difusión que representaba esta clase de eventos. Por su parte, los picós nuevos, pequeños o pocos
conocidos tenían un acceso limitado al recurso, mientras que los productores
independientes no usaban directamente este medio de difusión, debido a que
su acceso estaba mediado por los picós. Ante esta jerarquía que se constituyó en
relación con el acceso o uso del recurso más valioso de la cadena de valor, era de
esperarse que después de la entrada de las majors los picós productores de mayor
reputación acrecentaran su poder de mercado y de influencia sobre el campo,
como efectivamente sucedió (Martínez, 2011).
B. La payola, contrapayola y payola picotera como
prácticas estratégicas dentro del campo de la
champeta
Una de las consecuencias de que a las obras musicales sea imposible adscribirles éxito o valor económico a priori (Bourdieu, 1977; Straw, 2002) es que esto les
confiere poder a aquellos intermediarios que a través de su conocimiento, experiencia y reputación pueden influir en la percepción de su valor (Mol y Wijnberg,
2007). El logro efectivo de estas intermediaciones es el objetivo de la etapa de la
cadena de valor de la música conocida como promoción (o mercadeo) y difusión.
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El campo organizacional de la música: el caso de la champeta
Estas actividades tradicionalmente han demandado grandes inversiones financieras (Fairchild, 2008; Tschmuck, 2012).
Una estrategia de promoción usada por muchos representantes de cantantes
y grandes casas disqueras es la denominada “payola” o pay to play, que consiste
en el ofrecimiento de incentivos monetarios, sexuales o de otro tipo ofrecidos a
los DJ o programadores de músicas de emisoras de radio para que promocionen
las producciones o canciones de cierto artistas (Horn, Laing, Oliver y Wicke,
2003). El número de canciones programadas y el número de veces que estas
suenan en un espacio radial dependen de la cantidad de dinero (o bien equivalente) que se acuerde o exija. El objetivo inmediato de esta práctica es
lograr que la producción del artista protegido sea conocida y llegue a los
primeros lugares en las listas de las más escuchadas. El reconocimiento logrado
por medio de la payola se traduce en contratos de mayor rentabilidad para el
artista (y su empresa representante), mayores ventas de CD y otros beneficios
asociados a la fama, como la participación en campañas publicitarias.
La payola es una práctica de la industria de la radio tanto de países desarrollados como en desarrollo. En Estados Unidos se reconoce su existencia
a partir de la década de los veinte. Es famoso el caso de payola de los años
sesenta que tuvo como protagonista al programador de música Alan Freed,
quien fue llevado a juicio por realizar esta práctica y condenado a retirarse
de la profesión. La payola sigue vigente y no solo la utilizan los productores independientes. Son reconocidas las multas impuestas por esta causa en el
año 2005 a Sony BMG, por 10 millones de dólares, y a Warner Music Group,
por cinco millones de dólares (Ulaby, 2005). En un caso similar Universal
Music acordó donar 12 millones de dólares a obras de caridad, como castigo
impuesto por un fiscal de Nueva York por incurrir en payola (ABC News,
2006). Casos de payola se han identificado en otros países desarrollados, como
lo demuestra la promulgación en el Reino Unido de la regulación contra la
payola de la Ofcom (Independent Regulator and Competition Authority for
the UK Communications Industries). En países en desarrollo son conocidos, entre otros, casos en Colombia (Martínez, 2001), México (Contreras, C.,
2008) y República Dominicana (Nurse, 2003).
Cory Robbins, un importante productor independiente, afirmó en 2005
que la razón por la que en las listas de las más programadas en la radio (Top 40)
solo hubiesen dos producciones de empresas discográficas independientes decía
mucho del poder de los grandes competidores para usar las armas de sus grandes
presupuestos y personal para promocionar sus productos (Leeds, 2005). A pesar
de que es una práctica extendida, en Estados Unidos la payola se considera un
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delito y como tal es juzgado de acuerdo con la reglamentación y jurisprudencia desarrolladas por la Federal Communications Commission.
El caso de la payola en Colombia es diferente. Aunque la práctica puede
considerarse similar en el sentido de que es un intercambio de favores por
dinero (o algún otro tipo de bien), el contexto legal y cultural marca la diferencia. Esta práctica no está penalizada, hecho que se convierte en un incentivo para su diseminación. Además, el aspecto cultural que se hace evidente
en el campo de la champeta11 la ha convertido en una práctica legítima y
con modificaciones idiosincráticas. Al respecto, en el campo de la champeta existen tres tipos de payolas. Dos de estas, la payola de promoción y la
contrapayola, se consideran no idiosincráticas debido a que su ocurrencia se
da también en otras regiones y países. La tercera denominada payola picotera emerge de la fiesta picotera y, en consecuencia, puede considerarse una
práctica endémica.
1. La payola tradicional o promocional
dentro del campo de la champeta
De acuerdo con el historiador cultural Luis Gerardo Martínez (entrevistado el
12 de febrero de 2013), a los productores independientes reconocidos les ofrecen muchas canciones interpretadas tanto por nuevos cantantes (en su mayoría aficionados desconocidos) como por cantantes reconocidos. Otras veces
son los productores quienes encargan un tipo de canción a algún músico reconocido, el cual recibirá en pago una suma de $80.000 o $100.000 (Martínez,
2003). Las canciones seleccionadas se programan en las verbenas o casetas para
las que se ha contratado el picó propiedad del productor o en diferentes picós,
en el caso de los productores independientes. Pero como estos eventos son solo
los fines de semana, es necesario “pegar” la canción entre semana, razón por la
cual los productores acuden a los programas de música de las emisoras locales para promocionar sus canciones (entrevista a L. G. Martínez, 12 de febrero,
2013). Aunque es posible que los productores paguen dinero por esta promoción (sobre todo si el picó no es reconocido o si se trata de un productor
independiente), muchas veces el trueque o canje también funciona. Este consiste en que, en contraprestación por la programación de sus canciones en la
emisora, el dueño del picó en sus presentaciones promociona la emisora o el
11 Es bueno aclarar que es una práctica que se da a nivel nacional en Colombia y en la promoción de todo tipo de géneros musicales. Al respecto, consultar http://www.eltiempo.com/
archivo/buscar?q=payola.
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El campo organizacional de la música: el caso de la champeta
programa radial con el que se hace el trueque (entrevista a L. G. Martínez, 12
de febrero, 2013). El pago en dinero o a través de trueque se considera payola
tradicional o de promoción (Horn et al., 2003).
Junior Boombastik, intérprete musical y empresario, describe cómo influyó
la payola promocional en la entrada al mercado de Cartagena del danzal (género
musical basado en el dancehall jamaiquino, con influencia de champeta criolla):
Inicialmente el danzal entra porque yo en Boombastick, en mi negocio en
el año 99, empecé a cantarlo, de ahí me escucharon unos productores, José
Quessep, Dunoyer y Pinzón, y lo pusieron en emisoras. Luis Cuéllar, que era
el dueño del Gemini, hizo que también fuera masivo porque él empezó a
invertir con sus artistas, o sea cuando Luis Cuéllar llegaba aquí a Cartagena
y Luis Cuéllar pagaba en las emisoras para sonar, sonaba 20 veces al día, una
canción de dance-hall, sonaba 20 veces al día porque él pagaba para que eso
se diera, yo no pagaba, mi música sonaba por amistades (Sanz, 2011, p. 91).
La payola promocional tiene el mismo efecto que un impuesto adicional a la
industria discográfica, por lo tanto se considera uno de los principales obstáculos para el logro de rentabilidad y la entrada a los mercados de la música, en especial de pequeñas empresas (Nurse, 2003). El apalancamiento financiero mínimo
necesario para que un productor entre al mercado aumenta y, por ende, la concentración del mercado también (Rennhoff, 2010). Con base en los hallazgos de
Rennhoff (2008) sobre las características de las compañías que hacen pagos promocionales en diferentes industrias, es posible esperar que en términos absolutos el costo de la payola por promocionar a un artista sea mayor para las grandes
empresas discográficas que para las independientes. No obstante, comparativamente el “impuesto” de la payola se considera regresivo en el sentido de que el
pago en relación con las ganancias es mucho menor para las grandes empresas discográficas que para las pequeñas. En consecuencia, la payola dentro del campo de
la champeta aumentó el poder de las grandes, principalmente picós-productores,
y actuó como una barrera a la entrada de pequeños productores (entrevista a L. G.
Martínez, 12 de febrero, 2013).
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2. La contrapayola dentro del campo de la champeta
La contrapayola o antipayola es el pago que hace un artista, representante,
empresa discográfica o persona natural al propietario o gerente de una emisora o al director de un espacio radial para que las canciones de un artista no
sean programadas. La evidencia existente acerca de este tipo de comportamiento es menor que la que se puede encontrar para la payola tradicional. Al
respecto, Saldarriaga (2002) identificó la existencia de una guerra de contrapayola en la región andina de Colombia, entre músicos de despecho del eje
cafetero y Valle del Cauca contra los de Antioquia. Melchor Pérez, compositor
e intérprete histórico de champeta, comentó acerca de la existencia y extensión de esta práctica:
Ahora mismo las cosas están duras porque uno hace una producción, entonces hay bloqueo, porque los peces más grandes se comen a los más pequeños,
o sea, uno paga para que le pongan el disco en la emisora y los productores
más grandes pagan para que no lo pongan […] esa mafia se consigue como
en todas partes (Martínez, 2003, p. 87).
La contrapayola la han empleado productores de champeta ya establecidos
como una herramienta estratégica para bloquear la entrada de nuevos productores. Melchor Pérez describió los efectos del uso de esta estrategia:
Nosotros hemos intentado hacer producciones y hay como en forma de
una mafia, por ejemplo [Luis] Tower y Viviano [Torres] hicieron su CD, pero
los que están metió en la rosca de la radio y los picós no ponen los temas a
sonar, entonces el CD pierde la venta y eso nos está jodiendo gracias a los
mafiosos de la Champeta (Martínez, 2003, p. 87).
La principal consecuencia de este tipo de payola ha sido el aumento de la
concentración del mercado y del poder12 de productores o artistas que la implementan (entrevista a L. G. Martínez, 12 de febrero, 2013). También es importante tener en cuenta que cuanto más grande sea el mercado del género musical,
la cantidad y tipos de medios de difusión aumentan, razón por la cual los costos
de la contrapayola aumentan proporcionalmente. Como resultado, la implementación de esta estrategia es viable económicamente y es más efectiva en
12 Este poder implica que la entrada de un nuevo productor al mercado debe contar con el visto
bueno de ciertos productores establecidos para sonar en la radio.
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El campo organizacional de la música: el caso de la champeta
mercados locales y en géneros dirigidos a nichos especializados, como el de la
música champeta.
3. La payola picotera
De acuerdo con L. G. Martínez (entrevistado el 12 de febrero de 2013), la
payola picotera consiste en un acuerdo tácito entre el cantautor y el productor
(normalmente integrado), a través del cual el primero le confiere al segundo el
derecho de explotar su obra. Como contrapartida, el artista espera que su obra
sea difundida y puesta de moda por medio del picó del productor o de los picós
con los cuales este mantenga relaciones comerciales. Sin contar con los posibles
beneficios generados por el aumento del capital social del artista, la ganancia
económica de este se limita a los contratos derivados de la fama momentánea y
a los derechos de autor reconocidos por la Sociedad de Autores y Compositores de Colombia (Sayco), lo que depende del número de veces que se programen sus canciones en las emisoras o la televisión.
En resumen, en la payola picotera el servicio de producción, difusión y promoción que brinda el picó-productor se intercambia por los derechos de autor
del artista. Aunque este acuerdo puede considerarse similar al que hace cualquier artista con algún sello discográfico, existen dos aspectos que lo hacen
especial. El primero es que los productos tangibles que materializan la obra del
autor (CD) se producen y distribuyen tanto de manera legal como pirata por
parte del productor (Martínez, 2003). Otro aspecto importante de este tipo de
canje es que los artistas por lo general no participan de las ganancias de este
tipo de ventas, o lo hacen marginalmente (Mosquera y Provenzal, 2000). Al respecto, Soto y Abril (2004) explican el proceso de repartición de ganancias en
una producción musical:
Por ejemplo, un éxito en esta industria puede llegar a vender más de 8.000
copias. En este caso, los ingresos de los cantantes pueden llegar a ser 1/40 de
los ingresos del productor. Sin embargo, cuando el número de copias vendidas no supera las 1.225 unidades, los productores incurren en pérdidas. Este
es un negocio riesgoso, pues la mayoría de producciones no supera las 1.000
unidades en ventas (p. 26).
Dos aspectos facilitan la payola picotera. El primero, como ya se ha explicado, es que los picós poseen un gran poder de difusión, proporcional a su reputación. El segundo es la gran cantidad de cantautores aficionados de champetas
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Descripción del caso: tres instituciones informales dominantes en el campo de la champeta
que buscan saltar al profesionalismo y ser famosos (Paulhiac, 2011; Provenzal y
Mosquera, 2000). Sanz (2011) describe este aspecto para un productor joven:
De la tradición del picó de champeta Dever entendió la importancia de la
producción de música para el picó y grabó hace cuatro años las primeras
canciones en el computador de su casa en el barrio Torices, más por pasar
el rato que con un fin económico serio. Ahora, con solo 21 años de edad,
Dever trabaja con cantantes que graban para él de forma gratuita (p. 91).
Paulhiac (2011) describe esta situación desde la perspectiva del cantante aficionado o desconocido:
La remuneración de los cantantes de este primer nivel es decidida por el
productor en un contexto donde existe una oferta “ilimitada” de artistas
principiantes para un número reducido de productoras (Abril y Soto 2004).
Por consiguiente, la remuneración de los cantantes en este nivel puede llegar a cero […] Según el trabajo de campo hay situaciones en las que un
cantante puede recibir a cambio de una primera grabación “una bolsa de
arroz” (p. 22).
La situación descrita por Abril y Soto (2004) y Paulhiac (2011) se considera un oligopsonio. Este es un mercado en el cual existen muchos vendedores (cantantes y compositores) y pocos compradores (productores): “Al mismo
tiempo, los sellos discográficos son oligopsonios para compositores y artistas que
representan innumerables vendedores ansiosos, en un mercado donde hay relativamente pocos compradores” (Bishop, 2005, p. 444, traducción libre de los
autores). La evidencia relacionada con la evolución del pago a cantantes muestra que los productores se aprovecharon de su posición de oligopsonio a través
de la payola picotera. Este tipo de payola tuvo un efecto perverso sobre las condiciones laborales de los cantantes del campo. Al respecto, Charles King, uno de
los cantantes históricos vigentes, argumentaba en pleno auge de este ritmo que:
En cuanto a nosotros la forma de pago es deprimente […] cuando yo
empecé a cantar, yo empecé grabando a 150 mil pesos en 1997 y hoy día los
productores están pagando a todos nuevos y veteranos cien u ochenta mil
pesos y hasta menos, así sean veteranos, mejor dicho los que están sonando
en la actualidad. Pues uno piensa que por estar sonando debe cobrar más
(Martínez, 2003, p. 86).
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El campo organizacional de la música: el caso de la champeta
Pero este proceso de deterioro de los ingresos de los cantautores ha seguido
hasta la actualidad:
Cuenta Arrieta, pionero en traer la música africana desde Nueva York,
pero dedicado hoy a la venta de zapatos, que los propios picoteros eran los
que más estimulaban el comercio de la música, primero africana y después
la champeta criolla. “El arreglo de una canción para que nosotros la explotáramos comercialmente tenía un valor económico muy bueno, por eso los
músicos se esmeraban, pero hoy, a los sumo los dueños de los picós le dan 50
mil pesos por un arreglo original (Díaz, 2012, párr. 16).
Sobre este tema, una de las principales conclusiones de la investigación de
Mosquera y Provenzal (2000) es la siguiente:
Los cantantes contrariamente no se benefician de las ganancias que reporta
el mercado disquero local de la champeta criolla. Pocos han podido realizar
movilidad social por este conducto, pues no reciben regalías sobre sus discos,
ni tampoco sus letras se registran en la oficina de derechos de autor. Se les
paga únicamente el día de la grabación. Frente a la magra ganancia que produce el ser únicamente cantantes, algunas personas […] decidieron crear sus
propios sellos disqueros. Ningún rey criollo [músico o cantante de champeta] puede vivir con este tipo de trabajo, siempre hay que ganarse la vida
en otras actividades (p. 19).
La anterior situación ha sido confirmada recientemente en la investigación
desarrollada por Martínez (2011):
Aunque no se puede negar que la champeta criolla como música y baile ya
se reconoce dentro del folclor colombiano como una nueva manifestación
musical [...] esta no ha podido satisfacer las necesidades económicas de sus
creadores, quienes siguen viviendo en las mismas condiciones de pobreza de
siempre, suficiente motivo para determinar que este fenómeno musical no
trascenderá lo esperado si no se logra mejor organización de los productores
e intérpretes (p. 173).
Tal pauperización de los artistas de la champeta ha tenido como consecuencia lo que algunos intérpretes, productores e investigadores del campo han
manifestado recurrentemente desde principios del siglo XXI: la mala calidad
musical de la champeta. Por una parte, los músicos han sido reemplazados por
sonidos y pistas grabadas en computadora (Contreras, 2003) y, por otra, los
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Descripción del caso: tres instituciones informales dominantes en el campo de la champeta
intérpretes distan mucho de ser profesionales. Al respecto, uno de los cantantes
insignias de este género musical,Viviano Torres, afirmó:
Hoy en día han grabado personas que embolan zapatos, los que venden dulces en los buses también han grabado Terapia [champeta], pescadores, todo
el mundo. Personas que no tienen idea de música, y van donde los productores y ellos les dice que sí (Mosquera y Provenzal, 2000, p. 18).
La baja calidad de las producciones ha sido progresiva, recientemente manifestaba Jaime Arrieta, experto y comerciante pionero de este género en Cartagena: “He visto cómo el mismo artista graba siete discos con la misma pista y
eso aburre hasta a los micos” (Díaz, 2012). Esta desmejora en la calidad ha sido
paralela al empoderamiento observado en los últimos diez años en unos pocos
picós-productores (Martínez, 2011).
4. La tres payolas y sus efectos sobre la evolución del campo
El efecto de los tres tipos de payolas sobre la competencia del campo fue el
aumento de la posición en el mercado de algunos productores locales. Este
efecto podría considerarse idiosincrático, toda vez que en Estados Unidos el
resultado fue el contrario. Sin afirmar que la posición de los grandes sellos
discográficos en ese país ha dependido del pago de payolas, la revelación de
Cory Robbins (Leeds, 2005) y los resultados de la investigación de Rennhoff (2008) sugieren que las inversiones en payola dependen del tamaño e
importancia de la empresa productora. En consecuencia, la payola ha sido en
Estados Unidos una herramienta de competencia estratégica que mantiene
las fuerzas de los competidores en su lugar: por lo menos los grandes mantienen su posición dominante en el mercado y los pequeños o independientes compiten apenas por su supervivencia.
En contraste, la payola en el campo de la champeta ha permitido que el
mercado sea dominado por productores que pueden considerarse independientes y pequeños, en comparación con los sellos dominantes nacionales. La payola
no es una práctica desconocida por las grandes compañías discográficas que
actúan a nivel nacional (Martínez, 2001; “Revelan intento de payola”, 2004;
Valencia 1992) y también internacional (Fairchild, 2011; Katunich, 2001; Sidak
y Kronemyer, 1987). Por el contrario, se afirma que tradicionalmente esta práctica ha sido apalancada por estas empresas y para ello han usado a agentes, a veces
externos a la firma, denominados radiopromotores, como intermediarios tanto
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El campo organizacional de la música: el caso de la champeta
en el mercado de Estados Unidos (Boehlert, 2001), como en el de Colombia
(Valencia, 1992). Al respecto, fue conocido un caso colombiano de payola que
involucró a una de las majors:
Tito, me están ofreciendo billete para pasar una canción o para que la música
de determinada disquera suene más y salga bien en los chequeos de radio
[…] Fue la alerta que le dio uno de los DJ de la emisora Los 40 Principales, de
Caracol, a Tito López, director de emisoras musicales. Es la primera vez que
me entero directamente de un caso de payola –afirmó López–. Me pareció
corajudo que el DJ me lo contara. Ese mismo día, dos personas diferentes,
uno de Sony Music y otro de un producto independiente, le habían hecho
las ofertas [“Revelan intento de payola”, 2004, párr. 1].
Si a la familiaridad de las grandes discográficas con este tipo de prácticas se suma el inmenso poder económico que poseen y el gran capital social
acumulado por sus empleados, es de esperarse que la payola de promoción
y la contrapayola no tuviesen efectos disuasivos para la entrada de estas al
mercado. No obstante, la payola picotera representó una ventaja competitiva diferenciadora para los picós-productores, pues tenían a su disposición,
en forma ilimitada y con costos cercanos a cero, la materia prima central
de su proceso de producción: los cantautores (Paulhiac, 2011). En este sentido, debido a la existencia de un entorno legal y cultural diferente, la payola
picotera actuó como una barrera a la entrada de las grandes empresas discográficas al mercado local de la champeta.
C. La piratería dentro del campo de la champeta
“En su acepción habitual, se entiende por ‘piratería’ la actividad consistente en
fabricar copias no autorizadas (‘copias pirata’) de obras protegidas y de distribuirlas o venderlas” (Sterling, 1999). “Los derechos de autorización que infringen quienes fabrican o venden copias pirata son los relativos a la paternidad,
protegidos en general por el derecho de autor, y también los de propiedad,
especialmente en el caso de grabaciones sonoras, normalmente amparados por
los regímenes de derechos conexos” (Panethiere, 2005, p. 2).
A finales de la década de los noventa la reducción de costos de producción
y reproducción (Tschmuck, 2012) fue un incentivo para la piratería. De este
comportamiento se desprende que la tecnología involucrada se considera un
recurso valioso y no raro. Este tipo de recursos tiende a masificarse brindando
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Descripción del caso: tres instituciones informales dominantes en el campo de la champeta
paridad competitiva entre los productores (Ray, Barney y Muhanna, 2004).
En este sentido, tanto productores legales como piratas disfrutaron o se beneficiaron de los desarrollos tecnológicos incorporados a la producción musical. Se puede afirmar que, ceteris paribus, este abaratamiento de la producción
incentivó la entrada de nuevos productores. Pero a la vez, la reducción de los
costos de reproducción (copia de CD) incentiva la entrada de más agentes
dedicados a la piratería13.
El impacto de la tecnología en la actividad pirata se revela en las estadísticas que muestran un aumento de los decomisos de CD vírgenes y máquinas
copiadoras de CD por parte de las autoridades colombianas en operativos antipiratería. De acuerdo con estadísticas de la Fundación para la Educación Superior y el Desarrollo (Fedesarrollo) publicadas en Zuleta y Jaramillo (2003), estos
decomisos pasaron de 3.488 CD en 1998 a 63.580 CD en 1999, cifra que casi
se triplicó en el año 2000 con 180.776 CD decomisados. Al respecto, Zuleta
y Jaramillo (2003) argumentan que: “Esta misma tendencia hacia la industrialización de la piratería la refleja el aumento impresionante de los decomisos de
aparatos (“quemadores”) que permiten hacer las grabaciones y de las carátulas falsas que van a ser utilizadas en las grabaciones fraudulentas” (p. 126). De
acuerdo con las estadísticas citadas, el decomiso de estos aparatos pasó de 20 en
1997 a 170 en 1999.
1. Piratería, picós y champeta
Un aspecto central para entender el papel de la piratería dentro del campo de
la champeta es contextualizar el significado de “pirata”. En su etapa de juventud (1970-1990) la fiesta picotera se alimentó de la piratería. La actividad de
borrar información de autores y productores y la de rebautizar las canciones
se puede considerar como uno de los primeros actos de desconocimiento de
los derechos de autor en el campo de la champeta por el conjunto de dueños de picós. Adicionalmente, la recopilación de éxitos exclusivos de champeta africana14 de cada picó para producir un acetato picotero era una práctica
13 Es importante señalar, que a pesar del auge del intercambio de archivos generado por la aparición de Napster en 1999, el fenómeno de piratería en internet no tuvo efectos en este mercado durante los primeros años del siglo XXI. La principal razón de este blindaje, como ya se
señaló, obedeció al bajo uso de internet por parte de los consumidores de champeta (Paulhiac,
2011), junto a la baja masificación de equipos de sonido lectores de mp3 durante esa época
(Zuleta y Jaramillo, 2003).
14 En la presente investigación denotamos por champeta africana un conjunto de ritmos provenientes de África, el Caribe antillano y en menor grado Brasil.
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El campo organizacional de la música: el caso de la champeta
común llevada a cabo entre productores y dueños de picós durante la década
de los ochenta (Martínez, 2003).
En el desarrollo de estas producciones no se reconocía el pago de los derechos de autor para las letras y música de las canciones originales. Un caso similar ocurrió con las primeras canciones interpretadas y comercializadas en vivo
por cantantes nativos. Esta etapa que puede considerarse pre champeta criolla
se caracterizó por la interpretación de los cantantes criollos de letras y composiciones musicales de artistas africanos (Martínez, 2003). Posteriormente, a
principios de la década de los noventa el Rey de Rocha15 decide producir su
propia música y, a través de una innovación incremental, la inclusión de canciones compuestas en español sobre arreglos musicales de champeta africana da
origen a la champeta criolla:
En los años 1980-90, Humberto16 y Yamiro17 están entre los primeros que
viajan a París y Londres, para comprar música africana que difundirán luego
en Cartagena, transformando los nombres de las canciones y ocultando su
origen. Luego, ante el costo y las dificultades del viaje a Europa, tendrán la
idea de copiar, en Cartagena, los ritmos venidos de África, añadiéndoles textos en español (Cunin, 2006, p. 5).
A medida que el generó se consolidaba los músicos locales desarrollaron arreglos musicales propios basados en los ritmos africanos. La evolución
musical que incorporaba cada vez más arreglos originales locales se vio interrumpida por el uso de tecnologías digitales en la producción musical durante
finales de la década de los noventa. La tecnología permitió que la producción
musical dependiera menos de los músicos que grababan en vivo y más de las
mezclas de las pistas o arreglos musicales de la música africana, caribeña y brasilera llegada desde los años setenta. Contreras (2003) lo describe así:
Las grabaciones y, en general, la producción de una canción de champeta,
en lo que lleva de creación histórica, ha pasado de la producción al calco
de un éxito original, luego a la separación de la melodía de la vocalización
por medios técnicos o de trascripción-reorquestación, hasta la etapa actual
donde se arma —como me confirmó Luis Tower en una entrevista— con
partes de diferentes tiempos y ritmos de canciones que fueron éxitos, hasta
15 “El Rey es hoy una empresa familiar con múltiples caras: casa disquera (40 álbumes salidos
hasta ahora), punto de venta en el mercado Bazurto, picó desplazándose en toda la ciudad y
los pueblos circundantes, el DJ más famoso de Cartagena (El Chawala)” (Cunin, 2006, p. 5).
16 El autor hace referencia al reconocido productor de champeta Humberto Castillo.
17 El autor hace referencia al reconocido productor de champeta Yamiro Marín.
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Descripción del caso: tres instituciones informales dominantes en el campo de la champeta
construir una “maqueta sonora”. Hoy se está pasando por el secuenciador de
un sintetizador esta mezcla, con el acompañamiento de cuerdas, siguiendo
el esquema de la música zaireña en el caso del succus y el acompañamiento
de un sintetizador como tambor electrónico (pp. 44-45)18.
Es importante resaltar que ni el uso de arreglos musicales de música africana
usados en los inicios de la champeta ni los implementados en las mezclas por
los productores desde finales de los noventa hasta la actualidad ni las grabaciones de presentaciones en vivo de los artistas generaron (ni generan) pagos por
derechos de autor (Paulhiac, 2011).
El concepto de piratería dentro de la champeta no tiene un matiz de ilegal como en otros contextos. Esta actividad es observada y aceptada como algo
natural por los agentes dentro del campo. Al respecto Charles King recientemente declaró que “la piratería juega un doble papel, positivo y negativo, El
chocho19 se pegó a través de la piratería” (“El canto de Charles King”, 2012).
Sanz (2011) agrega que
Humberto Castillo dice que él se reconocía a sí mismo como pirata porque
en las viejas épocas de los picós se borraban los nombres originales de los
exclusivos para que la competencia no pudiera buscarlos. Luego, cuando se
hicieron las primeras champetas, fue imitando hasta el lenguaje de los éxitos africanos (p. 12).
No obstante, a pesar de la legitimidad de la cual goza la piratería dentro
del campo, sus efectos negativos parecen ser los mismos que en otros mercados musicales:
Pero en el parecer de Luis Tower [uno de los cantantes intérpretes fundadores de la champeta] fue la piratería la que le dio la estocada final al ritmo.
Con la aparición de los discos ‘quemados’ que se encontraban en cualquier
parte de Cartagena, la producción de champeta se volvió un negocio a pérdida (Rangel, 2005, párr. 27).
En la etapa de distribución el panorama no cambia. La expropiación de
los derechos patrimoniales de autor acordada entre productor e intérprete
para la época tenía dos formas de ser practicada por este último. La primera
18 Sanz (2011) describe que la sustitución de músicos por efectos electrónicos se ha convertido
en la forma estándar de producción de champeta en la actualidad.
19 Canción de moda interpretada por Charles King en el año 2005.
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El campo organizacional de la música: el caso de la champeta
era la forma legal, que no se diferencia de cualquier proceso de distribución
y difusión estándar de la industria discográfica. La segunda forma de explotación y la más generalizada consistía en copiar y distribuir los CD originales de manera pirata:
En la producción de la champeta […] existe un sinnúmero de sellos disqueros en su mayoría improvisados […] cada uno de ellos respaldados por un
picó reconocido, en otras palabras, se puede decir que cada picó reproduce
un repertorio musical que difunde como exclusivo en cada una de las presentaciones, lo que trae como consecuencia que cada semana salgan al mercado de Bazurto (centro productor y distribuidor de la champeta) diferentes
temas musicales que vienen incluidos en los famosos volúmenes picoteros
[…] que se difunden en casettes y cds de forma pirata por los vendedores
ambulantes (Martínez, 2003, p. 84).
Recientemente, Sanz (2011) confirmó la persistencia de este mismo fenómeno en la actualidad.
2. Guerra entre piratas y sus efectos
sobre la evolución del campo
Es importante diferenciar las empresas discográficas locales que producen y
distribuyen tanto para el mercado legal como para el pirata (productores piratas) de las que solo producen para el mercado pirata (productores completamente piratas) y de los reproductores y distribuidores piratas (reproductores).
Entre los productores piratas se incluyen la mayoría de picós-productores y
empresas discográficas independientes de gran reputación. Respecto a estos,
Paulhiac (2011) comenta:
De hecho, los grandes sellos independientes, tales como O.M.R. [Organización Musical Rey de Rocha] pueden funcionar dentro del tercer nivel
de organización siguiendo el código oficial de derechos de autor (mediante
pagos a Sayco y ventas de licencias a los majors) al mismo tiempo que compiten localmente en un primer nivel de producción dentro del mercado
informal local. Es justamente este sector informal el que con mayor agilidad
se ha adaptado a los obstáculos de las TIC en materia de producción y distribución. Fuera del debate sobre su legitimidad, es posible observar en su funcionamiento las características que hacen posible esta adaptabilidad (p. 122).
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Por su parte, el grupo de productores completamente piratas está constituido por empresas legales, al igual que informales (que funcionan sin registro
de la cámara de comercio). Estos productores no eran tan competitivos como
las empresas similares a OMR y por supervivencia decidieron solo competir
en el mercado pirata. El tamaño de este tipo de empresas es pequeño y normalmente sus productores están asociados o son dueños de un picó de media
a baja reputación (Martínez, 2003). El proceso de piratería empleado por este
tipo de productor es idéntico al de las empresas más grandes: se graba la producción en estudios artesanales propios con ayuda de aparatos electrónicos;
luego el picó asociado pone de moda la canción y la mantiene exclusiva y
sonando por un periodo de dos a tres meses; finalmente, si la canción lo amerita, se incluye en alguna compilación de canciones picoteras que se venden
en el mercado pirata (Sanz, 2011).
La tercera clase de agentes importantes son los copiadores piratas (reproductores). Estos no realizan ningún tipo de producción musical y solo se encargan de hacer copias a gran escala de los CD de compilados de éxitos picoteros
y de distribuirlos en los sitios de ventas de música pirata en Bazurto (algunos
de los cuales son de su propiedad).También venden sus copias a revendedores o
minoristas ambulantes, que los comercializan en los barrios (Sanz, 2011).
Independientemente de los efectos de este tipo de piratería, el papel de los
reproductores piratas es legítimo y aceptado dentro del campo de la champeta:
“Dicen también que hay algunos que le piratean al pirata, pero ‘ladrón que roba
a ladrón tiene cien años de perdón’ dice riendo Anuar, DJ del picó El Demoledor” (Sanz, 2011, p. 13). De acuerdo con Luis Martínez (entrevistado el 19 de
abril de 2013), a principios del siglo XXI y por mucho tiempo se establecieron
alianzas entre productores y reproductores, por las cuales aquellos vendían compilados de éxitos recientemente puestos de moda por su picó (o picós asociados),
para que los reproductores los piratearan, en una especie de servicio de outsourcing de reproducción y distribución pirata. No obstante, la venta de estos mismos
CDS compilados por parte de los productores a reproductores competidores, así
como la distribución pirata llevada a cabo por los propios productores vendedores, debilitaron tales arreglos (entrevista a L. G. Martínez, 12 de febrero, 2013). De
todas maneras, los reproductores siguen teniendo el visto bueno de los picós-productores: “El pirata tiene el permiso de los picoteros para piratear la música, que
sería más correcto decir, para copiarla y distribuirla” (Sanz, 2011, p. 13).
Actualmente, en consonancia con lo que ha ocurrido globalmente, el mercado de piratería de CD se ha contraído y sustituido parcialmente por la piratería en internet. Se observan, además, complementos entre ambos tipos de
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piratería: los productores de video conciertos20, los nuevos productores o los
cantantes de champeta electrónica o de danzal suben sus obras a internet, esperando que los piratas las copien, distribuyan y den a conocer (Sanz, 2011).
La entrada al mercado pirata de los picós-productores y empresas discográficas locales fue incentivada por los ingresos que estas dejaban de percibir
debido a la competencia generada por los reproductores. La estructura de costos de los reproductores era más competitiva que la del resto de productores y
se ajustaba al escaso poder adquisitivo del consumidor de champeta:
Los piratas no pagan adelantos a los ejecutantes, ni regalías sobre las ventas,
ni derechos de licencia a los compositores, autores de textos de canciones y
editores musicales, ni tampoco a los artistas gráficos y fotógrafos, ni impuestos sobre sus ventas. No asumen riesgos y se aprovechan de las actividades de
promoción y comercialización de los productores legítimos de los álbumes
musicales que reproducen ilícitamente (Panethiere, 2005, p. 34).
En la tabla 4.1 se observan los costos operativos asociados a la producción
de un CD legal compuesto de diez canciones por parte de una productora local
en el año 2004. El costo por unidad de CD era de $4.275 y el precio de venta a
los consumidores finales era de $7.00021. Aunque no se tienen estadísticas de la
estructura de costos de las majors y empresas discográficas nacionales en el mercado de la champeta, cuatro razones permiten proponer que a pesar de posibles ventajas derivadas de explotar las economías de escala, la estructura de estas
empresas era en el mejor de los casos igual o menos competitiva que la de
las empresas locales. La primera es que el efecto de la payola picotera disminuye
casi a cero los gastos relacionados con cantantes, compositores e incluso regalías. La segunda es que, por ejemplo, Sony solo contrataba cantantes estrellas por
lo que el pago a estos era superior al de los cantantes locales. En tercer lugar, la
producción musical de las grandes empresas discográficas era de mayor calidad,
hecha con arreglistas de experiencia, músicos profesionales y en estudios costosos. Por último, las grandes compañías discográficas tenían que pagar gastos de
licencias por el uso de derechos de autor, que en su mayoría estaban en manos
de productores locales.
20 Grabaciones de las presentaciones que hacen los picós con sus artistas, DJ y presentadores.
Este tipo de grabaciones son llevadas a cabo por productores de videos independientes y no
generan pagos de derechos de autor ni al dueño del picó, ni a los artistas que intervienen en
el concierto (Paulhiac, 2011).
21 Martínez (2003) estima en $6.000 el costo unitario para un CD de diez canciones para el año 2003.
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De acuerdo con Panethiere (2005), en la estructura de costos de los
reproductores deben excluirse los siguientes rubros: cantantes, compositores,
arreglistas, estudio, arte e incluso carátulas. Como resultado, el costo unitario
por CD para los piratas en el año 2004 era de $1.000, pero los adelantos tecnológicos en producción musical han permitido que este disminuya actualmente
a mucho menos de la mitad: “Después de que los discos entran al mercado, los
piratas se los venden a revendedores que pagan entre 500 y mil pesos por CD
y compran más o menos 20 unidades, que luego venden a 2 mil pesos en sus
barrios” (Sanz, 2011, p. 13).
Tabla 4.1. Costos asociados a la producción de un CD
Concepto
Cantantes
Compositores
Tasas promedio
Total: pesos
(dólares)
150.000/tema
1.500.000
(500)
100.000/tema+regalias
1.000.000
(300)
Arreglista
30.000/hora
1.500.000
(500)
Estudio
40.000/hora
2.000.000
(650)
80.000
80.000
(25)
Arte
Caratulas
Tiraje
500/unidad
500.000
(20)
2.000/unidad
2.000.000
(650)
$8.580.000
(US $2.650)
Total
Fuente: Abril y Soto (2004).
En consecuencia, “una empresa legítima, que incurre en todos esos costos de
producción necesarios, no puede competir en modo alguno con los CD pirateados” (Panethiere, 2005, p. 34). Conscientes de ello, para obtener parte de las
ganancias del mercado pirata los productores locales (picós-productores y empresas discográficas independientes) se aliaron con los principales reproductores o
entraron a competir directamente en este mercado. Este comportamiento fue
apalancado por la ausencia de leyes y reguladores estatales en el campo de la
champeta. En cuanto a las compañías discográficas grandes y cualquier otro
productor (así fuera local) que quisiese entrar a este mercado), era claro que
la piratería convertía a los productores locales y reproductores en una competencia con estructuras de costos muchísimo más competitivas e imposibles de
superar siguiendo las reglas formales de juego.
Otro problema para las empresas discográficas grandes que intentaban entrar
al mercado era que debido a que los agentes locales no percibían la piratería como
ilegal, las obras que habían comprado por medio de licencias a los productores
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El campo organizacional de la música: el caso de la champeta
locales o las canciones desarrolladas por los artistas estrellas contratados no escaparon de la reproducción y distribución pirata (entrevista a L. G. Martínez, 19
de abril, 2013). Esta situación desventajosa se vio reforzada por la baja capacidad
adquisitiva del público objetivo y los arraigados hábitos de consumo de música
pirata entre los consumidores locales: “Para los cartageneros todo lo que no esté
prensado es pirata, pero al mismo tiempo nada lo es” (Sanz, 2011, p. 13).Y: “Los
cantantes locales dicen que los cantantes no supieron cumplir los acuerdos firmados con las productoras multinacionales. En parte, por ejemplo, porque a pesar de
la exclusividad requerida, seguían grabando para los picós” (p. 14).
En síntesis, la competencia generada por reproductores y productores completamente piratas fue un incentivo para que los productores locales, en un
comienzo legales, entraran al negocio de la piratería. Al respecto, se ha observado que la cadena de valor de la champeta en los últimos cinco o seis años ha
convergido a la producción y distribución pirata: “Son muy raras las grabaciones que se hacen de manera ‘legal’, es decir, que se mandan a prensar en Bogotá”
(Sanz, 2011, p. 13). “El asunto ha llegado a tal extremo, según ‘El Flecha’, que
los mismos picós que graban sus canciones exclusivas, las piratean y las revenden en el mercado de Bazurto” (Díaz, 2012, párr. 17). En la actualidad, los escasos picós-productores que aún producen legalmente no lo hacen a gran escala
o para recibir beneficios de las ventas legales, sino como estrategia publicitaria
para atraer a posibles consumidores (en su mayoría jóvenes) a sus páginas de
internet. El objetivo de esta estrategia es mantener la fidelidad de los seguidores, aumentar su número y promocionar los conciertos, cantantes y DJ que
trabajan con el picó (Paulhiac, 2011). El desarrollo de un pequeño número
de producciones legales tienen como fin registrar legalmente los derechos de
autor y asegurar los pequeños ingresos que transfieren Sayco y la Asociación
de Intérpretes y Productores Fonográficos (Acinpro) por este concepto (Sanz,
2011). Hoy son pocos los productores que participan solo en el mercado legal,
y tienden a desaparecer:
Los más afectados por la piratería son los productores, en primer lugar, y
los cantantes en segundo. En Cartagena se dice que ya no quedan sino
dos productores:Yamiro Marín y José Quessep. Por productores se entiende
productores de CDs prensados que hacen discos sin pasar por el picó, o
compilando éxitos cedidos por los cantantes. Ambos productores me hablan
de las épocas doradas de la champeta y el buen negocio que era en aquella
época dedicarse a este oficio. Ahora, Yamiro tiene una tienda de ropa para
tener ingresos y una tienda de música que a duras penas se sostiene. Quessep
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anda produciendo y al mismo tiempo siendo el manager del Sayayin22, uno
de los cantantes más famosos, que grabó en la época en que la champeta se
difundió por toda Colombia (Sanz, 2011, p. 13).
El reporte de Sanz lo confirma Luis Martínez en entrevista del 19 de abril
de 2013: “La dinámica del mercado de la champeta permite que un DJ, un propietario de picó o cualquiera que sea puede producir; es solo cuestión de contar con los recursos necesarios […] ¿Pirata? […] ¡Todos!”.
22 John Jairo Sayas Díaz, el “Sayayin”, muerto el 15 de julio de 2012 debido a disparos de sicarios
(“Murió el cantante de champeta”, 2012).
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V. Impacto de las tres instituciones
sobre la estructura del mercado
A. Salida de Sony y pérdida del
impulso de la champeta
Las tres instituciones informales descritas fueron fundamentales para explicar la entrada y salida de Sony en el campo de la champeta. El dominio de la
fiesta picotera y la experiencia en los tres tipos de payolas proporcionaron a
los productores locales una serie de ventajas competitivas (descritas en la sección previa) que se erigieron como barreras de entrada para las empresas discográficas grandes. La combinación de la payola picotera y la piratería implicó
que los competidores legales no pudieran igualar la estructura de costos de los
productores locales. La payola les permitió costos cercanos a cero en relación
con la contratación de artistas, la producción y la explotación de derechos de
autor, mientras que la piratería los eximió del pago de impuestos y derechos
de autor y disminuyó considerablemente los costos de distribución. Estas ventajas competitivas disuadieron a las grandes empresas discográficas de entrar a
competir directamente en el mercado local de la champeta.
Ante esta situación, la mayoría de ellas optaron por comprar algunas
licencias de obras musicales de artistas del campo de la champeta. Esta forma de
competir puede considerarse de bajo riesgo, debido a que brindaba a las majors
una salida fácil del género en caso de no lograr los objetivos planeados. Sony
optó por la expansión nacional e internacional del mercado de la champeta. La
imposibilidad de explotar el mercado local en el corto plazo hizo que la estrategia de Sony Music solo pudiera ser exitosa con la expansión del mercado.
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Impacto de las tres instituciones sobre la estructura del mercado
Los resultados de ventas para los años 2001 y 2002 muestran que tan
pronto el proceso de expansión no dio los resultados esperados (las ventas
para el año 2003 fueron insignificantes23), Sony Music abandonó el campo
de la champeta. Este comportamiento es visible en el gráfico 5.1 y a pesar de
que la participación de Sony Music en el mercado de la champeta solo bajo
2,5%24, la empresa decidió retirarse. Sin embargo, se observa que el tamaño
del mercado de la champeta medido en ventas de unidades de CD disminuyó
un 40%, de 250.000 copias en 2001 a 150.000 en 2002. Además, el mercado
que Sony Music logró en 2001, en vez de expandirse, se contrajo a la mitad
en 2002 (pasó de 60.000 a 30.000 copias).
Gráfico 5.1. Volumen de ventas del sector de la champeta
Ventas de Champeta
250.000
150.000
100.000
80.000
60.000
30.000
1999
2000
2001
Sony
2002
Independientes
Fuentes: Paulhiac (2011, p. 124).
La salida de Sony y las otras grandes compañías discográficas del campo
de la champeta significó para los interesados en este género perder la oportunidad de usar el poder relacional y económico que estas tenían para masificar el consumo del género. La evidencia muestra que tuvieron que pasar
once años desde la salida de las majors para que las canciones de dos artistas,
Kevin Flórez y Mr. Black, volviesen a ser programadas en la radio nacional y
23 “Es necesario destacar la dimensión internacional de estos discos producidos por Sony Music,
recordando al mismo tiempo que es una antena nacional (en Bogotá para toda Colombia) que
es al origen de la grabación y de la difusión de la champeta. Los tres CDs conocieron una caída
rápida de su venta: 60.000 para el primero, 30.000 para el segundo, una cifra poco importante
para el tercero (entrevista con el responsable de las ventas de Sony Music Colombia, 10 de
septiembre de 2003)” (Cunin, 2006, p. 10).
24 La participación de Sony Music en el mercado pasó de 40% (60.000/150.000) en 2001 a
37,5% (30.000/80.000) en 2002.
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El campo organizacional de la música: el caso de la champeta
sus álbumes fuesen ofrecidos en una plataforma mundial de ventas virtuales,
como iTunes25.
B. El ascenso de un oligonomio en el campo
de la champeta
La salida de las majors dejó el mercado local en poder de un gran picó-productor, el Rey de Rocha, el responsable del acto inicial de creación de este género,
que supo manejar las ventajas de ser el primer competidor en moverse en este
mercado. A diferencia de otros sellos discográficos locales, puede afirmarse que
el Rey de Rocha pasó de ser un modesto picó a ser el primer picó-productor
dentro del naciente campo de la champeta en los inicios de los años noventa
(Abril y Soto, 2004). La reputación ganada como cofundador de la champeta
le significó asegurar cientos de miles de seguidores en todo el Caribe colombiano. Este hecho, junto a un manejo estratégico de su poder de difusión (fiesta
picotera), los distintos tipos de payolas y la piratería lo llevaron a ser el absoluto dominador del campo: “Finalmente el segundo inconveniente al cual se
enfrenta el fenómeno es el excesivo y hermético dominio del picó Rey de
Rocha y la radio local que controlan y determinan los estilos y gustos champetúos, aspecto que no ha permitido en cierta forma la continuación del proceso
de consolidación del movimiento musical champetúo” (Martínez, 2003, p. 172).
El picó-productor Rey de Rochas se transformó en la Organización Musical Rey de Rocha (OMR), que actualmente combina la representación de
artistas, el sello discográfico y las actividades de picó. Su poder se manifiesta en
más de 57 álbumes de champeta producidos26 a enero de 2014 y en ser la firma
representante y el sello discográfico de los dos únicos artistas de este género que
están siendo programados a nivel nacional: Kevin Flórez y Mr. Black. Adicionalmente, OMR después de muchos años de estar concentrada en el mercado
local acordó en 2013 la venta de licencias de estos artistas a Codiscos S.A.27, el
sello más antiguo de Colombia y uno de los líderes del mercado nacional.
25 Consultar respectivamente: https://itunes.apple.com/co/album/el-rey-de-la-champeta-urbana/
id688651419 y https://itunes.apple.com/album/el-serrucho/id786164020?i=786164078&ignmpt=uo%3D5.
26 Consultar al respecto: http://www.youtube.com/watch?v=iRMPUBgDndU; https://www.
facebook.com/pages/Rey-de-Rocha/82749602145.
27 Consultar al respecto: https://itunes.apple.com/co/album/el-rey-de-la-champeta-urbana/id6
88651419; https://itunes.apple.com/album/el-serrucho/id786164020?i=786164078&ign-m
pt=uo%3D5.
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En síntesis, la estructura de mercado que se consolidó dentro del campo de
la champeta durante la primera década del siglo XXI fue un oligonomio. Este
tipo de mercado combina un oligopsonio y un oligopolio (Hannaford, 2007).
Como se describió, en el oligopsonio existe una oferta abundante de artistas
y un número reducido de firmas consumidoras de sus servicios: OMR y los
pocos productores independientes. A su vez, estos productores musicales constituyen un oligopolio: venden sus CD y videos a una gran cantidad de compradores. En el mercado de la champeta se constituyó un oligopolio fuerte, en el
que destaca un competidor líder (OMR), junto a otros de menor participación
en las ventas. En la figura 5.1 se observa la estructura de oligonomio ya descrita,
donde las líneas de mayor grosor significan mayor intensidad en el uso o producción de bienes musicales.
Figura 5.1. Oligonomio del mercado de la champeta
ARTISTAS
INDUSTRIA
DISCOGRÁFICA Y
PICOTERA
MERCADO
Reproductores
Súper
estrellas
Tercer
nivel
Cantantes
establecidos
Segundo nivel
Oferta ilimitada de artistas
(en potencia)
Primer nivel
Organización Musical
Rey de Rocha
(OMR)
Sello discográfico
Rey de Rocha
Pico Rey de Rocha
Pocos productores
independientes
Producto artistico
(OMR)
CD,
Videos
Consumidor
final
Compra legal
Estaciones
radiales
Compra pirata
mercado tradicional
e internet
Picós
Radioescuchas
Fiesta picotera
Ingresos/Información
Fuente: elaboración de los autores con base en la estructura de mercado propuesta por Abril y Soto (2004) y
hallazgos de la presente investigación.
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VI. Discusión y conclusiones
En el caso presentado se describe cómo los actores del campo de la champeta
guiaron su comportamiento estratégico de acuerdo con tres instituciones informales: la fiesta picotera, tres tipos de payolas y la piratería. Cada una de ellas está
conformada por un conjunto de prácticas que, aunque legitimadas por los actores del campo (artistas, propietarios de picós, productores, consumidores, emisoras de radio y consumidores), en su mayoría no cumplen con el sistema legal de
Colombia. Por ejemplo, en estas tres instituciones informales no se reconocen los
derechos de autor. En este sentido, se aportó evidencia que permite concluir que,
acorde con la proposición 1 de investigación, los actores del campo de la champeta
construyeron y guiaron su comportamiento estratégico dentro de un contexto en
el que las reglas de juego informales competían con el marco regulatorio legal.
Además, el caso desarrollado aporta evidencia que sugiere que a través de una
especie de desacoplamiento (decoupling) organizacional (Meyer y Rowan, 1977),
algunos de los principales agentes del campo actuaban tanto en el ámbito legal
como en el ilegal. Por ejemplo, estaban inscritos en la cámara de comercio y registraban sus obras musicales legalmente, a la vez que no pagaban derechos de autor
y pirateaban sus propios productos. Por esta razón, es posible afirmar que, acorde
con la proposición 2 de investigación, en los casos que consideraran necesario los
actores de este campo exhibían un cumplimiento superficial del marco legal.
La legitimidad de estas tres instituciones entre los agentes del campo de la
champeta ha llevado a que este evolucione hacia la informalidad y se pueden
observar las siguientes características de este tipo de economías (Kanbur, 2011):
explotación de los artistas, a tal grado que en su gran mayoría se mantienen en
la pobreza; evasión de impuestos e incumplimiento de las regulaciones laborales y de derechos de autor; y consolidación de la piratería como principal mercado. Todo esto ha coadyuvado a que la calidad de la música sea baja, a que el
mercado se haya mantenido local durante once años y a que haya emergido una
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Discusión y conclusiones
estructura de oligonomio dentro del campo, dominada por una gran actor local:
Organización Musical Rey de Rocha.
El enfoque de campo estratégico, junto a otros enfoques organizacionales,
ha permitido comprender la evolución del campo de la champeta. Tres eventos son fundamentales en esta evolución: a) la creación de la champeta como
género, b) la incorporación de las TIC al proceso de producción musical, y c) la
entrada y salida de los grandes sellos en el mercado de la champeta. Estos eventos significan cambios radicales en relación con la valoración de los recursos y
estrategias de los agentes, así como en la construcción de las instituciones informales que rigen el comportamiento de estos dentro del campo. Es importante
resaltar que, a diferencia de otros mercados en los cuales el Estado asume el rol
de diseñador de instituciones, políticas e instrumentos de control que posibilitan el funcionamiento y estabilidad de los mercados en un área geográfica específica (Fligstein, 1996), el campo de la champeta nació y evolucionó según sus
propias reglas, al margen del marco legal estatal.
La creación de la champeta como género musical a principios de los
noventa tiene dos consecuencias fundamentales para su evolución. La primera fue que simultáneamente originó un nuevo mercado: a diferencia de
muchas iniciativas aisladas de la década de los ochenta (Martínez, 2003), la
producción de dos álbumes cantados en español y con letras inéditas llevada
a cabo por un productor independiente y el picó Rey de Rocha tuvo gran
aceptación del público y fue asimilada rápidamente por otros productores y
picoteros (Abril y Soto, 2004).
La segunda consecuencia fue que la ventaja de ser el primero en moverse
dentro de este género y mercado aumentó la reputación del hasta ese
momento modesto picó Rey de Rocha. En la gerencia estratégica, el mercadeo y la organización industrial se ha demostrado que entrar primero a una
industria naciente se traduce en la obtención de una mayor proporción de
mercado para las firmas (Suárez y Lanzolla, 2007) y mejoras en su probabilidad de supervivencia (Dowell y Swaminathan, 2006). Además, el mantenimiento de las ventajas iniciales y el aumento de la participación en el mercado
de los pioneros es más probable que ocurran en sectores caracterizados por
bajos niveles de innovación y cambio tecnológico (Kim y Lee, 2011). Desde
su creación, la champeta no ha presentado modificaciones sustantivas en más
de veinte años, es decir, el diseño dominante (o tipo de música) y su base
(la música africana) han sido los mismos que inicialmente se introdujeron al
mercado. Por otra parte, los adelantos tecnológicos incorporados (mejoras de
sonido y utilización de TIC) han estado disponibles para todos los agentes e
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El campo organizacional de la música: el caso de la champeta
implican cambios o mejoras incrementales. En este sentido, el Rey de Rocha
se encontró con unas condiciones que posibilitaban aumentar su reputación
y proporción del mercado, a medida que el consumo de champeta crecía.
Como lo afirman Fligstein y McAdam (2012), este picó-productor puede
considerarse un actor dominante desde el inicio del campo.
A mediados de los noventa, la integración de la tecnología informática simplificó y redujo sustancialmente los costos de la etapa de producción musical
(Hesmondhalgh, 1996). En términos estratégicos, la visión basada en recursos desarrollada por Barney (1991) propone que un activo de la firma tiene el
potencial de generar ventaja competitiva sostenible si cumple con cuatro condiciones: a) “debe ser valioso, en el sentido de que permite explotar oportunidades y/o neutralizar amenazas provenientes del entorno de la firma” (p. 105); b)
debe ser raro; c) debe ser imperfectamente imitable y d) no deben existir sustitutos estratégicos. Respecto a las tecnologías de digitalización, aunque se consideraban valiosas, al estar ampliamente disponibles en el mercado y al alcance de
quien pudiera comprarlas no cumplían con la característica de ser un recurso
raro. Si un recurso es poseído por un gran número de firmas, cada una de estas
podrá implementar una estrategia competitiva similar, que no le proporcionará
a ninguna de ellas una ventaja competitiva sostenible (Barney, 1991). En consecuencia, las tecnologías digitales integradas a la producción musical en vez de
ser fuente de una ventaja competitiva para las firmas, tuvieron únicamente el
potencial de proporcionar a estas paridad competitiva (Ray, Barney y Muhanna,
2004). En el campo de la champeta, la situación anterior significó un desbalance
de la importancia relativa de las actividades de la cadena de valor de la música,
en favor de la difusión y promoción y en detrimento de la etapa de producción
musical. En otras palabras, los recursos que poseían los productores perdieron
valor en comparación con el recurso de los picós: el poder de difusión. Adicionalmente, la reducción de costos y la simplificación del proceso de producción
musical incentivaron la integración vertical de muchos picós, a la vez que intensificaron la actividad de los picó-productores.
El poder de difusión y la práctica de la payola picotera brindaron ventajas competitivas a los productores locales, respecto a cualquier competidor
externo. En forma coherente, la entrada de las principales compañías discográficas nacionales e internacionales se dio a través de la compra de licencias de
cantantes consagrados. Este hecho generó una nueva fuente de recursos dentro
del campo, que prometía mayores ingresos que los acuerdos locales de coope-
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Discusión y conclusiones
ración entre agentes locales. El resultado fue un aumento en la intensidad de la
competencia entre productores locales por la búsqueda y formación de estrellas.
La ausencia de entes reguladores internos (gremios o asociaciones musicales) o estatales o de grupos de presión (prensa, radio, movimientos civiles, etc.)
es conducente a que los actores con los recursos más valiosos o de mayor poder
de negociación modifiquen o creen instituciones para proteger sus intereses
(Brousseau y Raynaud, 2011). Por ejemplo, los picós-productores más poderosos
hicieron alianzas con programadores de radio e implementaron la payola de promoción y la contrapayola.También llegaron a acuerdos con empresas informales
para reproducir ilegalmente sus propias producciones y venderlas en el mercado pirata. Posteriormente, cuando estos acuerdos fallaron, los picós-productores entraron a competir directamente en el mercado pirata. Todas estas prácticas
conllevaban el incumplimiento de las regulaciones laborales, los contratos con las
grandes compañías discográficas y los derechos de autor de los artistas.
La competencia entre productores locales resultó en un gran ganador:
OMR. En torno a esta firma gira tanto el mercado legal como el pirata. El primero prácticamente no existe en Cartagena, si bien en el año 2013 un sello
nacional comenzó a comprar licencias a OMR. El segundo es el mercado de
música en Cartagena, compartido entre OMR y los reproductores ilegales. En
el cuadro 6.1 se sintetizan los tipos de instituciones informales y sus efectos
sobre el campo de la champeta.
La presente investigación demostró la importancia de tener en cuenta los
efectos de las instituciones informales sobre el comportamiento estratégico
de los agentes. Este aspecto es de crucial importancia en mercados donde se
presenta bajo cumplimiento de la ley y en los cuales la conducta de los agentes se guía principalmente por reglas informales construidas localmente. Se
demuestra, además, que en estos mercados autorregulados por instituciones
informales y que no presentan entes reguladores externos o internos la ocurrencia de desequilibrios en la valoración de los recursos (tecnológicos, sociales, económicos) que poseen los agentes y que son la base de su posición
dentro del campo conducen a una extrema concentración de poder en unos
pocos y a que se establezcan relaciones de explotación dentro del campo. Por
último, se destaca que en los estudios sobre esta clase de campos el no tener
en cuenta este tipo de instituciones lleva a una descripción y comprensión
parcial de las dinámicas de competencia y poder que ocurren en su interior.
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El campo organizacional de la música: el caso de la champeta
Cuadro 6.1. Síntesis de efectos de las instituciones informales
sobre el campo de la champeta
Institución
informal
Fiesta picotera
Efectos sobre el campo de la champeta
1. Debido a que la fiesta picotera se reconoce como el principal medio
de difusión de la música champeta, el dominio que sobre ella ejercían los
productores locales significaba una ventaja competitiva ante las empresas
discográficas grandes.
2. La payola de promoción y la contrapayola han actuado como una
barrera de entrada para pequeños productores independientes. Este hecho
apalancó el proceso de concentración de poder de mercado en algunos
picós productores.
Payolas
3. La payola picotera representaba una ventaja competitiva de los
productores independientes locales en relación con los costos de
contratación, producción y explotación de derechos de autor. Esta ventaja
ayudó a disuadir a las grandes empresas discográficas de entrar a competir
directamente en el mercado local de la champeta.
4. La payola picotera desequilibró el ajuste entre demanda y oferta
necesario para el establecimiento del costo de los servicios de los artistas.
Al respecto, se ha evidenciado la depreciación en el tiempo de los ingresos
obtenidos por los artistas, provenientes de la explotación de derechos de
autor e interpretación. Este declive se mantiene hasta la época actual y ni
siquiera se atenuó durante el periodo de auge de este género musical.
5. La piratería representaba una ventaja competitiva de los productores
independientes locales en relación con el pago de impuestos, derechos
de autor y gastos de distribución. Esta ventaja junto con el dominio de
la fiesta picotera y la payola picotera por parte de los productores locales
ayudaron a disuadir a las grandes empresas discográficas y los productores
independientes de entrar a competir en el mercado local de la champeta.
Piratería
6. La piratería ejercida por los productores locales de las obras musicales
que habían sido vendidas por medio de licencias a las grandes compañías
discográficas fue un desincentivo a la permanencia e inversión de estas
dentro del campo de la champeta.
7. La piratería generaba incentivos monetarios para la entrada de nuevos
productores piratas al mercado. Estos incentivos han conducido a que en
la actualidad el mercado legal prácticamente haya dejado de existir y haya
sido reemplazado por el mercado pirata.
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de esta publicación se
terminó en agosto de 2015 en
Bogotá, Colombia. Se compuso en
tipografía Bembo de cuerpo
11 puntos.
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Con este primer estudio hacemos una contribución a la comprensión de las
dinámicas de los procesos productivos de las músicas populares en
Colombia. Introducimos el concepto de “campo de la música” como un
campo estratégico en el que interactúan agentes dominantes y desafiantes
dentro de instituciones formales e informales, en una pugna por controlar el
campo e imponer sus intereses en la creación de valor económico,
simbólico y social.
EL CASO DE LA CHAMPETA
Diversos estudios han puesto de relieve la enorme riqueza y diversidad de
la música colombiana. La champeta, junto al reguetón, constituye el último
género afrodescendiente creado en América y la más reciente industria
creativa que ha emergido en Colombia. La champeta es un género musical
creado en Cartagena de Indias a principios de la década de los noventa y
la mayoría de investigaciones son de tipo antropológico y solo dos se han
llevado a cabo desde una perspectiva económica o tecnológica, pero no
existe ninguna desde la teoría organizacional o desde la sociología
organizacional.
El campo organizacional de la música:
Colombia se ha caracterizado por ser un país musical por excelencia. Su
diversidad geográfica y cultural, la inclinación musical y el espíritu festivo de
sus habitantes, el baile y la proliferación de grupos y comunidades
musicales han sido resaltados y reconocidos de tiempo atrás.
3
ISBN 2346-0415
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