Universidad de Colima Facultad de Ciencias Políticas y Sociales J. Trinidad Alamillo: gobernador maderista y huertista Tesis que presenta Julia Esther Preciado Zamora para optar al grado de Maestría en Historia Regional Colima, Col., septiembre de 1996. UNIVERSIDAD DE COLIMA Centro de Investigaciones Sociales Programa de Estudios Regionales Lic. Fernando Hugo Alcaraz Iñiguez Director Facultad de Ciencias Políticas y Sociales Universidad de Colima Presente Estimado Licenciado Alcaraz: Fungiendo como Asesor de la alumna Julia Esther Preciado Zamora, miembro de la Segunda Generación de la Maestría en Historia Regional, he leído y analizado la Tesis que presenta para optar al grado correspondiente, cuyo título es: “J. Trinidad Alamillo, gobernador maderista y Extiendo mi voto aprobatorio, para que se pase a la réplica oral que la alumna deberá llevar a cabo. Considero que el trabajo de tesis reúne los requisitos académicos establecidos del nivel de Maestría, por las siguientes razones: 1 .- El tema original, casi inédito en la historiografía estatal; 2.- Se plantea un problema de investigación que la sustentante resuelve mediante la descripción y el análisis históricos con suficiencia; 3 .- La tesis establece un nuevo historiográfico para el análisis del alamillismo en Colima, en los primeros años del proceso revolucionario, realizando una historia bien hilvanada y recreada, necesaria para la comprensión de la historia regional; 4.- La sustentante consultó materiales históricos de primera mano, en la ciudad de México, Colima y Guadalajara, rescatando fuentes nunca antes consultadas sobre el tema, recreando una historia casi inédita en la historiografía local;. 5. - El texto se encuentra bien escrito, argumentado y es suficiente investigación del nivel de Maestría, como se establece por el CONACYT y la Universidad de Colima; y 6.- La aplicación de la teoría y la metodología, con un fenómeno empírico, se encuentra suficientemente desarrollada en el cuerpo del trabajo, lo que le permite, a la resista, cumplir con sus objetivos de investigación planteados en el proyecto original. Igualmente, doy mi aprobación para que el jurado sea compuesto por la Dra. Hilda Iparraguirre, como secretaria, y el Mtro. Ramón León Morales, como vocal, fungiendo yo mismo como Presidente. Sin más, reciba mis saludos afectuosos. Atentamente Dr. Pablo Serrano Álvarez Colima, Col .Septiembre 5 de 1996. c.c.p. Archivo.. Índice Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .1 Capítulo 1 ¿De prefecto político a político perfecto? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 Capítulo 2 El crimen de Tepames y la guerra contra Enrique 0. de la Madrid. . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . 50 Capítulo 3 La lucha por la gubernatura del Estado: cómo J. Trinidad Alamillo “derrotó” al Profesor Gregorio Torres Quintero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63 Capítulo 4 Si la vida es un jardín . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94 Capítulo 5 La educación integral: educación del pueblo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . .116 Capítulo 6 La Exposición Costefia: el pretexto político de Alamillo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .138 Capítulo 7 La Exposición Costeña: jun himno al progreso’. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .164 Capítulo 8 Cuando llegó la hora de partir . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 191 Conclusiones . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 216 Bibliografía .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 232. Resumen de tesis “J. Trinidad Alamillo. gobernador maderista y huertista” de Julia Preciado Zamora. En la tesis titulada “J Trinidad Alamillo. gobernador maderista y huertista” la autora aborda la biografía política del gobernador J. Trinidad Alamillo. Fue el desencadenamiento de la guerra civil en nuestro país, que llamamos la Revolución Mexicana. la que permitió a Alamillo gobernar Colima Y en un episodio primigenio de corrupción electoral, donde el candidato perdedor fue el profesor Gregorio Torres Quintero. Alamillo se adjudic6 el derecho y la obligación de llevar las riendas del estado colimense por un tiempo. de noviembre de 191-l a abril de 1913, por razones políticas no terminó su periodo de gobierno. Alamillo fue un hombre producto de su tiempo. Un hombre que vivió y actuó bajo condiciones y circunstancias tan extraordinarias y laberínticas como las ocurridas durante la época revolucionaria. introducción Los primeros pasos Esta es la historia de un hombre que nació en 1857, el año en que Colima se convirtió en estado de la república. La presente es la biografía de José Trinidad Alamillo, un hombre que nació en la ciudad de Colima con la estrella de la po1ítica.l Desde muy joven y quizá siguiendo a esa misma estrella, encaminó sus pasos por la senda que lo llevaría a empeñarse y a desempeñarse en los quehaceres políticos de su terruño. J. Trinidad Alamillo, como era conocido, casó con Paula Guisar. La pareja no tuvo hijos, pero don Trinidad crió y quiso como si lo fuera, a un sobrino suyo llamado Adonai --hijo de su hermano Manuel--. Adonai le dio a don Trinidad 1. Gabriel Agraz García de Alba, Vil bibliografía de los escritores de Jalisco (México, Universidad Nacional Autónoma de México, 19801, Tomo 1. p. 142. Véase también Francisco R. Almada. Diccionario de historia, geografía y biografía del estado de Colima (Colima. Tipografía Moderna, 1939), p. 12. Hay toda una discusión en torno al lugar y año en que Alamillo nació. Agraz García de Alba y Almada coinciden al decir que fue oriundo de la ciudad de Colima. En cambio el Diccionario histórico y biográfico de la Revolución Mexicana afirma que Alamillo nació “en Almoloya (hoy Villa de Álvarez)“. En cuanto al año de su nacimiento, Agraz García de Alba dice que fue en 1857 mientras que el Diccionario se pregunta si fue en 1856 y Almada afirma que fue en 1847. Dadas las cercanías de fechas en dos de las fuentes mencionadas, decidí aceptar la de 1857 como la válida. Consúltese el Diccionario histórico y biográfico de la Revolución Mexicana (México. INEHRM, 1 SSO), pp. 502-503.. L dos sobrinos, que él consideró como nietos: Graciela y Benjamín, conocedores del rostro privado de don Trinidad.2 En enero de 1885, J. Trinidad Alamillo fue nombrado director de la imprenta del gobierno del estado de Colima.3 Fue también director del periódico oficial El Estado de Colima, mismo que abandonó en marzo e 1 8874 para entrarle de lleno a la vida pública. Alamillo se desempeñó como regidor del ayuntamiento de Colima en 1887 y en 1888. Fungió como prefecto político de 1887 a 1893, durante el gobierno de Gildardo Gómez. Fue diputado en el Congreso del Estado en las Legislaturas XI (1888-l 891) y XII (1891-1894), también en tiempos de la administraci8n de Gómez. Permaneció muy activo en la escena política local hasta que el disfavor de don Porfirio sacó a Gildardo Gómez de la jugada y éste último se llevó a Alamillo entre las patas. Como no hay mal que por bien no venga, Alamillo se olvidó por un tiempo de la vida pública y se dedicó a la fructífera labor de la agricultura. Compró el rancho El Naranjo (cerca de Ciudad Guzmán, Jalisco), y ahí estuvo algunos años cosechando lo que sembraba. En 1900 llegó a la ciudad de Guadalajara convertido en jefe político del primer cantón de Jalisco. Su actuación no terminó allí: consiguió una que otra diputación en algunos estados de la república. Después de andar brincando de estado a estado, su vocación periodística lo llevó a radicar en la perla tapatía. En 1904 compró en sociedad con otras dos personas el hebdomanario La Gaceta, que semana a semana mantenía informados a los tapatíos de los pormenores políticos y sociales más importantes de Guadalajara y su región. Las energías de Alamillo pronto lo llevaron a comprar su parte a sus socios en el 2. Entrevista de la autora con Benjamín y Graciela Alamillo Arzola. Colima, 23 de agosto de 1996. 3. Periódico oficial 8 Estado de Colima (Colima), 30 de enero de 1885, p. 20. 4. En la edición del 4 de marzo de 1887, del periódico oficial E/ Estado de Colima, de apareció por última vez el nombre de Alamillo como director.. 3 periódico. A tan sólo dos años de haber adquirido el hebdomanario, Alamillo se había convertido en su dueño absoluto. Pero la suerte no siempre estuvo de su lado: cuatro años más tarde el fuego hizo cenizas su editorial, sin que pudiera hacer algo para evitarlo. Pero esto no lo derrotó: A causa de un incendio que destruyó la editorial, [Alamillo] moderniza y amplía los talleres, dotándolos de varias prensas, gran cantidad de tipo movible, encuadernación, estereotipia, prensa rotativa y luz eléctrica propia, producida por maquinaria alemana; pero sobre todo, dota el señor Alamillo a las artes tipográficas tapatías con varios linotipos, que por primera vez [existieron] en Guadalajara.5 Al estrenar equipo, Alamillo cambió la periodicidad su publicación. En vez de aparecer una vez a la semana, su periódico se distribuyó ahora todos los días y se llamó La Gaceta de Guadalajara. Desde la trinchera de su prensa, Alamillo emprendió la cruzada en pro de su candidatura al gobierno de Colima. La etapa más apasionante de la vida de don Trinidad como actor regional, puedo afirmarlo sin lugar a dudas, comenzó en 1909, año fatídico manchado de sangre en la historia colimense. El doble y brutal asesinato de los hermanos Suárez (Bartolo y Marciano), en un pueblo viejo y mustio llamado Tepames, le brindó a Alamillo la oportunidad de organizar una gran campaña nacional de desprestigio en contra del entonces gobernador de Colima, licenciado Enrique 0. de la Madrid, logrando achacarle la autoría intelectual del crimen. Esta hazaña política no tardó en traerle problemas políticos y personales con don Porfirio Díaz, quien le dio una cucharada de “estate quieto” y Alamillo no tuvo otra más que tragarse la receta amarga de Díaz: J. Trinidad Alamillo, en respuesta a las presiones de Díaz, se vio forzado a informarle del traspaso de su negocio periodístico: “Por fin he logrado traspasar mis Talleres tipográficos”, le dijo al presidente, “y el negocio periodístico de la 5. Gabriel Agraz García de Alba, Biobibliografía de IOS escritores de Jalisco (México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1980). Tomo 1, p. 143.. 4 ‘Gaceta de Guadalajara’ que me tenían obligado á estar permanentemente en esta ciudad [de Guadalajara”].6 El hombre público Corría el año de 1910, año en se vivía plenamente la agonía de la ahora llamada dictadura de Díaz y Alamillo, quien se encontraba entonces en la ciudad de México, quiso de una vez por todas lanzarse a la lucha por el asiento de palacio de gobierno de Colima. Pero De la Madrid, el último gobernador porfirista, no se dejó arrebatar fácilmente la gubernatura. A Alamillo no le quedó de otra que aguardar -y dirigiendo de nueva cuenta La Gaceta de Guadalajara-- el favor de Díaz, que podía o no llegar --eso nunca lo sabremos--. Pero la oportunidad de gobernar Colima le vino por donde menos esperaba. Fue el desencadenamiento de la guerra civil en nuestro país, que llamamos la Revolución Mexicana, la que permitió a don Trinidad señorear por estas tierras. Y en un episodio primigenio de corrupción electoral, don Trinidad se adjudicó el derecho y la obligación de llevar las riendas del estado colimense por unos años. Su contrincante en las lides políticas en 1911, el profesor Gregorio Torres Quintero, tuvo que conformarse con dejar para la posteridad el testimonio de los vencidos.7 Por su parte, Alamillo, siguiendo los avatares de la política nacional, se convirtió en gobernador maderista. Con la energía que lo caracterizaba, empezó su obra reconstructora en Colima el miércoles 1 de noviembre de í91 1, obra que, por 6. México, DF. Universidad Iberoamericana Archivo Porfirio Díaz (en adelante APD). Caja 12. Legajo 34. Documentos #0057/1-0057/12. Carta de J. Trinidad Alamillo a Porfirio Díaz. Guadalajara, 28 de abril de 1909. Véase también Servando Ortoll, “La vendetta de San Miguel”, mecanos criíto inédito, p. 170. 7. A propósito del profesor Gregorio Torres Quintero, cuenta la señora Graciela Alamillo que años después fue muy amigo de don Trinidad: “don Gregorio llegó a ir a la casa a comer y todo”. Entrevista de la autora con Benjamín y Graciela Alamillo Arzola. Colima, 23 de agosto de 1996.. 5 razones políticas vino a terminar al lunes 7 de abril de 1913. Mientras se encontraba instalado en la ciudad de Colima, Alamillo vivió en la calle de Independencia # 74, en una casa hecha de “adobe y ladrillo techada de azotea y teja con zaguán a la calle, varias habitaciones, corredor interior y otras dependencias”.B Alamillo compró la casa a Manuel R. Álvarez en 3,000 pesos. Una vez de gobernador, Alamillo se aprestó a trabajar “para levantar Colima”.s Enseguida se advirtió el gusto del gobernante por los jardines, los árboles y las plantas,10 sin dejar a un lado las bandas de música. El nuevo gobernador se mostró preocupado por la educación y aceptó su responsabilidad de salvaguardar’ la seguridad pública. Pero su vida tenía al menos otra faceta ligada a su ambición de fama, poder y dinero. En poco tiempo se vislumbró su pericia por concertar alianzas y por poner en marcha potenciales buenos negocios --como la Exposición Costeña--. Pronto notaron sus amigos y adversarios lo camaleónico de sus posturas políticas; su triunfo y su infortunio (con el maderismo y con el huertismo); sus verdades y sus mentiras. J. Trinidad Alamillo fue un hombre producto de su tiempo. Un hombre que vivió y actuó bajo condiciones y circunstancias tan extraordinarias y laberínticas como las ocurridas durante la época revolucionaria. A lo largo de esta investigación, don Trinidad se me reveló como un actor con diferentes matices. Y digo esto porque sé que la vida de los hombres no está teñida tan sólo de blanco y negro, ni de tonos sepia. La de don Trinidad, fue una vida entintada de colores 8. Colima, Colima. Archivo del Registro Público de la Propiedad del Estado de Colima. Tomo 24, fojas 92-93. La escritura. fechada en Colima el jueves20 de junio de 1912. aparece a favor de doña Paula Guisar de Alamillo. 9. Entrevista de la autora con Benjamín y Graciela Alamillo Arzola. Colima, 23 de agosto de 1996. 10. Relata Graciela Alamillo que a don Trinidad le gustaban mucho las plantas. Me dijo que en su casa de Guadalajara –que curiosamente se encontraba domiciliada en Juan N. Cumplido e Independencia-- que ocupaba una manzana completa, Alamillo tenía una “huertita” de árboles que él mismo había plantado: “tenía de todos los árboles, había membrillos, había higos, aguacates, duraznos, granadas”. Entrevista de La autora con Benjamín y Graciela Alamillo Arzola. Colima, 23 de agosto de 1996.. 6 fuertes y tenues, variados y contrastantes. Porque según la ocasión lo ameritaba era el color en que se pintaba --por algo recibió el mote, por parte de don Gregorio Torres Quintero, de “hombre de siete colores’*--. Lejos de sorprenderme, creo que esta característica de su personalidad, lejos de ser un defecto, debió ser una destreza en aquellos aciagos y mutantes tiempos. Entonces, el rostro que emergió de los documentos que encontré a mi paso -en mi recorrido por archivos colimenses, tapatíos y capitalinos-- fue el del actor que le imprimió su sello característico a todo lo que tocaba. Fue un político “con mucho colmillo” como ahora se le dice. También fue enérgico y duro en sus determinaciones. Fue un hombre que aprovechó las oportunidades, por aquello de que solamente se presentan una vez. Como sólo una vez se le presentó el negocio de la Exposición Costeña, convertida después en dos oportunidades políticas que lo pusieron en bien primero con Francisco 1. Madero y luego con Victoriano Huerta. El hombre que encontré en las fotografías, se me antojó arrogante y agresivo. La descripción física que de él hizo Manuel Velásquez Andrade, me dio otra pauta para adivinar la figura del caballero que debió ser don Trinidad: “alto, de conformación esbelta, de porte elegante y distinguido. Cuidaba en demasía y con nimios detalles el acicalamiento de su persona”.” Otro retrato hablado de Alamillo --o mejor dicho escrito-- lo hizo el periodista colimense Manuel Sánchez Silva: Por aquel tiempo, don Trinidad frisaba los cuarenta años y era un hombre grueso, sin llegar a la obesidad, de imponentes mostachos y gran calvicie, cubierta con peluca. Tenía el gesto enérgico y el ademán autoritario. Era inteligente, activo y organizador. Poseía el sentido de la importancia --a pesar de que en aquellas lejanas épocas la política provinciana se deslizaba plácidamente- por el plano, apenas inclinado, del romanticismo-- y conocía, más por intuición natural que por experiencia, las ventajas de la teatralidad, 1 1. Manuel Velazquez Andrade, “Hombres del pasado: J. Trinidad Alamillo”, en Manuel Velásquez Andrade, Remembranzas de Colima. 1895-1901 (México. Páginas del Siglo XX, 1949). pp. 67-72. en esp. p. 69.. 7 por lo que vivía preocupado en cuidar los efectos que su presencia causara en cada ocasión. 12 Ahí no se detiene la descripción de Sánchez Silva: Su natural inclinación a la espectacularidad armonizaba perfectamente con su estrategia política, inspirada en el principio básico de impresionar a sus gobernados. Usaba una carretela descubierta, de la que tiraban dos fogosos caballos de pelaje absolutamente negro, a los que dirigía, con mano férrea, un auriga de cara dura, palaciegamente vestido de librea y sombrero alto. En el asiento del fondo se acomodaba el señor gobernador, siempre trajeado de levita, cubeta y bastón con puño de oro; el pequeño asiento del frente era para un perrazo buldog, de expresión feroz.13 Tuve en mis manos entonces, dos versiones de otros tantos autores que conocieron bien a bien el físico de Alamillo, y que por lo tanto coincidieron entre sí. Curiosamente, la descripción de ambos autores correspondió también con la que me dieron sus parientes: “Era una persona que andaba impecable. En todo su modo de ser era una persona que demostraba su educación, en todos los aspectos era un hombre muy decente, muy culto”.14 El esposo de doña Paula y el abuelo de sus sobrinos Hasta aquí sólo he mostrado al hombre público y su tipo físico. He expuesto sólo lo que las fuentes primarias y secundarias me permitieron entrever. Pero ¿y qué de Alamillo el esposo, el hombre privado, el tío o el abuelo, el vecino? Ese otro, el J. Trinidad Alamillo que yo no conocía, por más que en mis alucinaciones literarias quise evocar sin conseguirlo, ese hombre enigmático, se me presentó una tarde lluviosa de agosto, en una humilde casa de la colonia Fátima en la ciudad de 12. Manuel Sánchez Silva, “La exposición costeña colimense (15 de noviembre de 1959)“. Viñetas de la Provincia (Colima. Diario de Colima, 19931, Tomo 1, pp. 267-269, en esp. p. 267. 13. Ibíd.. pp. 267-268. 14. Entrevista de la autora con Benjamín y Graciela Alamillo Arzola. Colima, 23 de agosto de 1996.. 8 Colima, a través de la viva voz y los recuerdos de los hermanos Benjamín y Graciela Alamillo Arzola, sobrinos de don Trinidad. A través de ellos conocí la cara oculta del hombre que, desde hace tiempo, viene quitándome el sueño. Supe entonces que el gobernador J. Trinidad Alamillo no sólo fue un político, sino que también fue el esposo abnegado de doña Paula Guisar. Supe también que si en la vida pública fue enérgico y autoritario, y no tenía más protección que sus pistolas, con su esposa era otro: -¿Paula, qué me pusiste ahí en mi cabecera? -¿Qué quieres que te haya puesto Trinidad?, ¡el Sagrado Corazón de Jesús para que te cuide! -Pero ¡si yo tengo ahí pistolas y tengo con qué defenderme! -Pero las pistolas no te van a defender y Dios Nuestro Señor sí te cuida... -¡Ay Paula! Está bien, está bien. Ahí déjalo.15 El siguiente es otro ejemplo de cómo las creencias de doña Paula ablandaron al hombre que no se tentó el corazón para reprimir la insurrección de los quinteritas el sábado 5 de abril de 1913: “Tenía un campanita de consagrar mi abuelita” recordó doña Graciela Alamillo, y se llamaba la campanita María Teresa, porque bautizan esas campanitas. Entonces un día cayó un tormentón en Guadalajara y dijo mi abuelita: “Chela voy a sacar a Maria Teresa y tú que estas chiquita la vas a sonar, no la vayas a sacar de la caja”. “¡No mamá!” Y la empecé a sonar. Ahí iba mi abuelo cuando oyó la campanita. “¡Ay Paula!, pero ¿a quién se le ocurre sacar a María Teresa a sonarla? Todos los árboles del jardín se cayeron. Había unos pinos grandes que adornaban todo el jardín... Se cayeron como seis, y ya se quedó mi mamá que no hallaba qué decir. Y dijo: “tú has dicho Trinidad, todos los árboles se cayeron, pero los de nuestra casa no se cayeron” ¡Ah que Paula!: Está como en Colima el día que tembló: ¡el día que sacaste a María Teresa todas las casas se cayeron! Dice mi abuelita: “pero la de nosotros no, Trinidad”. El ya no dijo nada. Mejor dio media vuelta como diciendo: “¡a esta mujer ni quién le quite su creencia!“16 15. Ibíd. 16. Entrevista de la autora con Benjamín y Graciela Alamillo Arzola. Colima, 23 de agosto de 1996.. 9 Como abuelo de sus sobrinos, don Trinidad fue un hombre enérgico pero bondadoso. Querido y respetado por vecinos y por amigos: “le decían ‘señor Alamillo’, donde quiera y con todo respeto”. Y a una pregunta mía de la versión del Alamillo público, su sobrina dijo tajante: “mi abuelo no era así, no era así”. Tiene razón, porque su “papá Trini” “no era así”. Escuché con atención y nerviosismo las palabras de los hermanos Alamillo. Estuve muy atenta a su versión de los hechos. Traté de entender, desde su perspectiva, los sucesos cotidianos que vivió don Trinidad. Hice un esfuerzo inaudito por no perder ninguno de esos detalles domésticos que la historia no registra en los documentos de archivo. Los hombres públicos, como las monedas, tienen dos caras: a algunos les toca ver i siempre el águila, mientras otros sólo ven el sol; porque algunos no son moneditas de oro, o porque otros de repente muestran el cobre. De la enseñanza de la historia aprendí bien la lección que ahora quiero compartir: los historiadores no podemos erigirnos en jueces de los actores que estudiamos. Por lo tanto, quizá me toque a mí pronunciar la última palabra sobre este personaje, pero nunca el veredicto final sobre su persona.17 Las herramientas El concepto de “actor social” desarrollado por el sociólogo francés Alain Touraine, es el que guía mi trabajo de investigación. Para Touraine, “el actor social es ante todo un ciudadano, su desarrollo personal es inseparable del progreso social. La libertad del individuo y su participación en la vida colectiva aparecen como 17. No sé si hago bien en confesar que J. Trinidad Alamillo (como Saturnino Cedilla “el último rebelde” de Carlos Martínez Asad) se me antoja como personaje de novela. Y de hecho J. Trinidad Alamillo es el protagonista de la primer “novela” que i f he escrito (y que llamé El diario inacabado de una viuda de Colima) para participar en un concurso de novela corta convocado / por la Universidad de Guadalajara. Con El diario inacabado de una viuda de Colima. en esa oportunidad no gané ni las gracias ’ por parte de los jueces del certamen..10 indisociables”.18 A la luz de este concepto analizo a J. Trinidad Alamillo. Y lo hago, obviamente, sin desligar al actor social de la época y el lugar en que vivió y actuó --en el buen sentido de la palabra--. Para situar a Alamillo como actor social regional, indagué y me zambullí --tal como lo recomienda Touraine-- en las diversas situaciones históricas en las que mi personaje participó: Actualmente se descalifica la visión de la historia y progreso heredada de las Luces y el evolucionismo del siglo XIX. Pero su agotamiento, en lugar de desviar La atención de los movimientos sociales debería hacer surgir la necesidad de un análisis que en vez de ubicar al actor en la historia, indague sobre la producción de situaciones históricas por actores. l g También atendí a los llamados de Carlos Martínez Assad. Mario Ramírez Rancaño y Ricardo Pozas Horcasitas, sobre cómo “torear” a “la persona-personaje”, en la medida en que todos ellos concuerdan con lo propuesto por Touraine de: Hacer de la persona-personaje un actor histórico que interactúa en su tiempo y expresa, en el ejercicio del poder, no sólo un acto de vocación sino un fenómeno social. [Los personajes] adquieren una dimensión diferente al ser tratados como actores (principales, pero actores) y no como creadores de la historia u objeto de las circunstancias.20 La anterior afirmación me llevó a descubrir en J. Trinidad Alamillo a un “actor principal” que adquirió relevancia e importancia, al menos, durante los primeros i años revolucionarios, en su natal Colima, 18. Véase Alain Touraine, El regreso del actor (Buenos Aires, EUDEBA, 1987). p. 15. 19. Ibíd.. p. 32. 20. Carlos Martínez Assad, Mario Ramírez Rancaño y Ricardo Pozas Horcasitas, Revolucionarios fueron todos (México. SEP Ochentas-F.C.E. 1982). p. 7. Citado en Dora Elvia Enríquez Licón, “El paraíso perturbado: Colima en la posrevolución (Tesis de maestría. Universidad de Colima, 19941, p. 7.. ll Allá en las fuentes había.. . El último año de mi vida lo he pasado buscando la historia escondida de J. Trinidad Alamillo en archivos locales, regionales y también nacionales. No fue fácil. Las correrías de don Trinidad fueron muchas. Me deslicé por las amarillentas planas del periódico oficial El Estado de Colima y abrí cajas debidamente etiquetadas en el Archivo Histórico del Municipio de Colima. Les soplé a los legajos empolvados y fuertemente amarrados en el Archivo General de Gobierno del Estado de Colima. En el Registro Público de la Propiedad, esperé con la paciencia de Job a que los encargados ‘se aparecieran por la ventanilla de servicio. En el Archivo del Congreso del estado de Colima, pasé la mejor parte de mis vacaciones de semana de Pascua. En la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco revisé diferentes periódicos, en diferentes tamaños: en su gran mayorías están hechos pedazos. En la ciudad de México en el Archivo Personal de Porfirio Díaz, de la Universidad Iberoamericana, consulté materiales epistolares a través de la microficha. Fue entonces que añoré fuerza la presencia de los viejos papeles. Lamento reportar que no experimenté en el Archivo de Porfirio Díaz ese contacto casi “sensual” que produce al investigador la textura, el color y el olor de los pliegos de archivo. Finalmente, por el Archivo General de la Nación, logré encontrar lo que me faltó en el de Díaz: papeles, colores, olores y demás información. Decir-es acerca de don Trinidad Encontré en mis muchos meses de investigación que sobre J. Trinidad Alamillo no] se ha escrito mucho. Tengo a la mano unos escritos de Gregorio Torres Quintero que relatan los trucos de Alamillo (y sus seguidores) en las elecciones de 191 1. Es. allí donde el profesor Torres Quintero pinta a un Alamillo “de siete colores”.21 David Dueñas le rindió un homenaje póstumo a través de cariñosas letras de amigo de muchos años.22 Manuel Velásquez Andrade, quien se fue por el camino anecdótico, dijo de Alamillo que él fue un personaje pintoresco de Colima.23 Manuel Sánchez Silva, por su parte, lo concibió como un tipo ceremonioso y adicto a la teatralidad,24 mientras que para Gabriel Agraz García de Alba fue el mismo personaje fue “un quijote en bien de sus semejantes”.25 Servando Ortoll lo descubrió urdiendo la campaña de desprestigio en contra de Enrique 0. de la Madrid,26 y Juan Carlos Reyes lo concibió como un tipo ambicioso y presa fácil de aduladores.27 Yo partí de estas etiquetas endilgadas a don Trinidad como una ruta medianamente fácil para entenderlo, pero al final de este trabajo comprendí que Alamillo fue todo eso y mucho más. En la investigación y elaboración de esta tesis he tenido que tomar decisiones que, en algunas ocasiones, se tornaron en sacrificios. Escribí por ejemplo sobre Alamillo el prefecto político pero, por cuestiones de tiempo y de falta de financimiento, no me fue posible investigar ni redactar nada sobre su vida como jefe político del primer cantón en Jalisco, ni sobre sus correrías como diputado en diferentes estados de la república. Después de mucho considerarlo, dejé que el Alamillo jefe político antecediera, de golpe y porrazo, al Alamillo periodista, candidato a la gubernatura, gobernador y negociante. 21. Véase Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campaña electoral. La revolución falseada. El actual gobierno de Colima es anticonstitucional (México, Imprenta de A. Carranza e hijos, 1911). Consúltese también Gregorio Torres Quintero, Las veleidades de Alamillo (México. Tipografía Guerrero Hermanos, 1916). 22. David Dueñas, Póstumo? homenaje al Sr. J. Trinida d Alamillo (México, Impresores Mexicanos, 1938). Agradezco a don Benjamín y a doña Graciela Alamillo Arzola, el que me facilitaran una fotocopia de este importante documento. 23. Véase Manuel Velásquez Andrade “Hombres del pasado: J. Trinidad Alamillo”, pp. 67-72. 24. Véase Manuel Sánchez Silva, “La exposición costeña colimense (15 de noviembre de 1959)“. pp. 267-269. 25. Véase Gabriel Agraz García de Alba. Biobibliografía de los escritores de Jalisco. p. 144. 26. Véase Servando Ortoll. “La vendetta de San Miguel”. 27. Véase Juan Carlos Reyes, El mercado “de la Madrid’: un ejemplo de arquitectura porfirista en Colima (Colima, Universidad de Colima, 1991).. 13 Es mi pensar que el entender al joven Alamillo en sus primeras experiencias añade mucho al comprender al Alamillo maduro de la época revolucionaria. Durante su periodo gubernamental, decidí analizar con detenimiento lo que llamé, haciendo eco a la terminología de la época, las “mejoras materiales” y la llamada “educación integral”. Por diversas razone, escribí dos capítulos sobre el asunto de la Exposición Costeña: uno relacionado con los problemas políticos de trasfondo, y el segundo relacionado con los problemas políticos y administrativos reales. Los sangrientos días de abril de 1913, iniciados por una revuelta quinterita que dejaron varios muertos tras de sí, es el tema central de otro de los capítulos de esta tesis. Toco en las últimas páginas de esta obra la vida de Alamillo a su salida de Colima: su estancia en la ciudad de México, su permanencia en más de una cárcel, su supuesta entrevista con el general carrancista Álvaro Obregón y, por último, sus intentos por reelegirse como gobernador de Colima en 1923. Que este escrito sirva para entender mejor a uno de los personajes más caracterizados y enigmáticos de Colima, así como el torbellino político que fue su entorno, es el más ardiente de mis deseos. Nota aclaratoria Los materiales que he consultado, tanto publicados como inéditos, están llenos de lo que podría llamarse “anacronismos ortográficos”, que responden a los tiempos y al hecho de que no existía entonces una forma reglamentada que unificara la forma de escribir de nuestros abuelos y bisabuelos. Con el afán de no perder el sabor de la época, he mantenido intacta la ortografía según aparece en los diversos documentos consultados, salvo en los casos de que se trate de un simple error mecanográfico. Para evitar a mis lectores la constante de repetición del “sic” que llame la atención sobre las diferentes formas de escribir, lo he evitado. Sólo en los casos en que partes del escrito sean pertinentes, he acudido al uso del “sic”. Gratitudes A Servando Ortoll, por sus lecturas, comentarios y sugerencias, por facilitarme su mecanos criíto “La vendetta de San Miguel”, y por permitirme usar materiales que ha obtenido de bibliotecas y archivos mexicanos y norteamericanos; a Pablo Serrano Álvarez, por su paciencia infinita y por orientarme en el curso de esta investigación a José Miguel Romero de Solís, por su apoyo y comprensión durante el tiempo que cursé la maestría, mismo que se extendió hasta la realización de este trabajo; a Benjamín y Graciela Alamillo, por la entrevista que amablemente me concedieron y que me permitió conocer el otro rostro de J. Trinidad Alamillo.. Capítulo 1 ¿De prefecto político a político perfecto? Los primeros pasos (con huarache) J. Trinidad Alamillo se inició en las lides políticas de su estado en 1887, cuando fue regidor propietario del ayuntamiento de Colima presidido por Gerardo Hurtado. Junto con otros regidores, Alamillo estuvo comisionado durante ese año en los rubros de abastos y panaderías, cárceles y diversiones, y paseos.2 La primera de sus acciones dentro de la regiduría del ayuntamiento de Colima, según consta en las Actas de Cabildo, fue aportar quince pesos para plantar árboles y realizar “obras de ornato’13 en la Plaza de la Concordia, de la ciudad de Colima. En marzo de ese mismo año, afloró la preocupación de Alamillo por embellecer la ciudad. Así, el regidor propuso a los cabildantes remozar el Jardín Núñez y 1. Los siguientes fueron regidores propietarios del Ayuntamiento de Colima: Francisco Robles, Victoriano Medina. Antonio Dueñas, Ignacio D. Gutiérrez, J. Trinidad Alamillo y Mariano Riestra. Véase Colima, Colima. Archivo Histórico del Municipio de Colima (en adelante AHMC). Actas de Cabildo. Año 7 887. Foja 00007. 2. La comisión de abastos y panaderías la formaron J. Trinidad Alamillo. Ignacio D. Gutiérrez y Remigio Rodríguez; la de cárceles y diversione s, J. Trinidad Alamillo, Victoriano Medina y Remigio Rodríguez: la de paseos, J. Trinidad Alamillo, Antonio Dueñas y Remigio Rodríguez. Véase AHMC. Actas de Cabildo. Año 1887. Foja 00002. 3. AHMC. Actas de Cabildo. Año 1887. Sesión ordinaria del 11 de enero de 1887. Fojas 00013-00014.. la Plaza Principal, pues eran los únicos paseos de esta capital: “Las banquetas, los barandales, las cañerías, demandan gastos para ponerse en igual estado de servicio y el suscrito deseo de ir paulatinamente cubriendo las principales necesidades de dichos paseos, según lo vayan permitiendo las circunstancias, de la tesorería municipal.”.4 En consecuencia, Alamillo propuso facultar al presidente de la Comisión de Paseos --quien resultaba ser el propio Alamillo-- para que hiciera los gastos que demandaban imperiosamente los jardines Núñez y el de la plaza principal.5 El cabildo aprobó La propuesta de Alamillo. No cabía duda que ejercía bien su papel de regidor. Él día martes 8 de marzo de 1887, Alamillo presentó, junto con el cabildante Ignacio D. Gutiérrez, un reporte sobre las lamentables condiciones en que se encontraba el rastro municipal. Esto, debido a que su encargado, Camilo Martínez, no le prestaba la suficiente atención al establecimiento. Alamillo, el más vocal de los dos cabildantes, demandó que Martínez fuera removido de su cargo. Y como nunca falta quién lo haga, hubo quien abogó a favor del empleado, pero Alamillo, contundente, expresó: “será inútil esperar la enmienda del empleado referido, después de haber sido insuficientes las diversas amonestaciones que se le han hecho”.” El señor Martínez, siguiendo la solicitud de Alamillo, perdió el puesto por decidirlo así, de manera unánime, el cabildo. Para el martes 5 de abril de 1887, Alamillo, quien ya daba muestras de su incansable madera política, propuso el “Reglamento sobre rótulos y pinturas en el exterior de las casas de la ciudad”. Con algunas modificaciones, el cabildo aprobó el proyecto en su sesión ordinaria del 5 de abril de .1887. Los siguientes cuatro puntos dan cuenta del tenor del reglamento: 4. AHMC. Caja D-177, posición 1, expediente 57. Carta de J. Trinidad Alamillo a los munícipes. Colima, 1 marzo de 1887. 5 . Ibíd. 6 . AHMC. Actas d e Cabildo. Año 1887. Sesión ordinaria del 8 d e marzo d e 1887, foja 00055.. 17 Art. lo. Se prohíbe ensuciar las paredes de las fincas de esta capital y ejecutar en ellas toda clase de inscripciones, rótulos, pinturas, etc. por cualesquier motivo. El infractor de esta disposición será castigado por la prefectura con multa de 2 á 50 $ 6 en su defecto de 8 á 30 días de prisión, sin perjuicio de exigir se borre cuanto hubiere pintado. Art. 2’. Los comerciantes é industriales en general antes de poner en el frente de sus respectivos establecimientos los rótulos, pinturas, etc. que desearen, concurrirán á la inspección Municipal solicitando licencia. Art. 3’. Dicha Inspección exigirá precisamente lo que los rótulos sean escritos con la debida propiedad, y 2” que tanto éstos como las pinturas y demás objetos que se intente colocar no ofendan e manera alguna la moral ni pequen contra el buen gusto. Art. 4’. La infracción del artículo 2’ será castigado por la misma prefectura con multa de 1 á 10 $ ó en su falta, de 2 á 8 días de prisión, quedando además, los infractores á cumplir con los requisitos marcados en el artículo anteriores Ese mismo martes 5 de abril, durante la sesión en que se aprobó el citado reglamento, Alamillo aprovechó para proponer las reparaciones al techo de la cárcel principal, reparación que representaría un gasto de ochenta pesos. El cabildo aceptó que se reparara el edificio, quedando Alamillo encargado del asunto, por excusarse de la tarea el regidor Remigio Rodríguez.* Alamillo, quien para entonces parecía estar a la caza permanente de desperfectos, los encontró ahora en los servicios de debían prestar los carros de la “limpieza.” Alamillo informó al cabildo que algunos individuos “distraían” las labores de dichos carros, al solicitarlos para su servicio particular. A Alamillo le molestaba en particular que se empleara a dichos carros --y a sus conductores-- para que sacaran la basura acumulada de las casas de los solicitantes. Su argumento era sencillo. Si los carros trabajaban para particulares, se desatendía, casi por definición, el servicio público, es decir, aquél que debía prestarse a la población en general. Remigio Rodríguez -quien formaba parte de las tres comisiones en las que se desempeñaba Alamillo y 7 . AHMC. Actas de Cabildo. Año 1887. Sesión ordinaria del 5 d e abril d e 1887, fojas 00062-00063. 8 . Ibíd., foja 00063.. cuyo papel al parecer consistía en siempre contradecirlo-- objetó una vez más a la propuesta de Alamillo. Pero esta vez, y aunque Rodríguez pidió que no se negara el servicio a los particulares, Alamillo logró convencer al cabildo de la importancia de su propuesta. 9 Así terminó el mes de mayo: con un triunfo pequeño para Alamillo y otro, aparente, para el pueblo de Colima. Pero como habría de verse en menos de lo que canta un gallo, no todo resultó en victoria para los desposeídos. Veintiocho días más tarde, frente a la sala del cabildo y siguiendo la publicación de otros bandos similares en otras partes de la República, Alamillo propuso la publicación local de un bando que prohibía el uso, dentro de la ciudad de Colima, de lo que “vulgarmente lleva el nombre de calzoneras ó pantalonera”. Según el bando, la obligación de usar pantalón dentro de la capital del estado recaía en “todo varón sea cual fuere su condición y fortuna”. De insistir los colimenses en seguir usando calzón de manta dentro de los límites de la ciudad, se harían acreedores a la multa de “un peso a ocho días de reclusión con destino a los trabajos públicos”. Según el autor del bando, el dinero obtenido de las multas se utilizaría para comprar pantalones “para los culpables que se juzgara más menesterosos”. Para que nadie pudiera alegar ignorancia al ser sorprendido en calzón de manta dentro de la ciudad, Alamillo propuso se diera la mayor publicidad posible al multicitado documento. El bando, que se publicó el miércoles 6 de julio de 1887,lO es interante en más de un sentido, pues nos habla de la forma de pensar de su autor y de sus prejuicios. Al obligar a sus conciudadanos a usar pantalón dentro de Colima, Alamillo daba muestras de su gran interés porque la capital del estado se engalanara junto con todos sus habitantes y visitantes (más o menos) distinguidos. 9. AHMC. Actas de Cabildo. Año 1887. Sesión ordinaria del 37 de mayo de 1887, foja 00084-00084 (bis). 10. AHMC. Actas de Cabildo. Año 1887. Sesión ordinaria del 28 de junio de 1887, fojas 00091-00092. “Bando para hacer obligatorio el uso en público del pantalón”. Caja D-l 76, posición 11, exp. A-2..19 De esta manera, quien pusiera pie dentro de la capital del estado, podría también hablar del adelanto y cultura en que encontraba la ciudad de Colima. Adelanto y cultura, por cierto, que ya daban muestra de tener otras ciudades de la república.1l Es por ello curioso que esto mismo lo expresara (y creyera fervorosamente) el redactor del periódico oficial, El Estado de Colima. Una vez puesto en marcha el plan de Alamillo, el mismo redactor expresó, Colima dejaría de estar a la zaga de lo moderno: Debido á la actividad y energía del C. J. Trinidad Alamillo, prefecto político del Centro, así como al celo que manifiestan los agentes de seguridad pública en el cumplimiento de su deber, se ha logrado llevar á efecto el bando que prohíbe el uso en público del calzoncillo blanco, condenado ya como inmoral en los Estados más importantes de la República. Desarraigado pues ese hábito en nuestros jornaleros, de hoy en más su aspecto será más digno de la culta sociedad de que forman parte.‘2 Quizá no sea tan importante el notar que esta nueva moda --que coincidía en su afán por erradicar lo nuestro y tradicional de la mente de la gente de nuestro pueblo--, era bien recibida por los intelectuales locales. Lo que sí parece relevante es recalcar el afán con el cual el propio Alamillo intentó que se cumpliera al pie de la letra con el bando propuesto. A nadie que rompiera las nuevas reglas del juego, estaba dispuesto Alamillo a perdonar. Hasta a Higinio Sánchez, el encargado del buen funcionamiento del reloj público, le llegó la hora: Sánchez sufrió puntualmente por no cumplir con las nuevas normas del buen vestir. Alamillo, sin tocarse siquiera el corazón, lo relevó de su puesto.13 Si por sus propuestas y acciones hemos de juzgar a Alamillo, concluiremos sin discusión que para 1887 el regidor se perfilaba como el más concienzudo guar En otras palabras y contrario a lo que comúnmente se cree, Alamillo no fue quien propuso que se dejara de utilizar el calzón de algodón blanco dentro de los confines urbanos más importantes de la república mexicana. 12. Véase “El uso del pantalón”. Periódico oficial EI Estado de Colima (Colima), 7 0 de marzo de 1888, p. 40. 13. AHMC. Actas de Cabildo. Año 1887. Sesión ordinaria del 12 de julio de 1887, foja 00096.. dián de la imagen pública y el más celoso generador de cambios en su natal Colima, cayera quien cayera. Quizá no sea novedoso decir que muchos de nuestros políticos --anteriores y posteriores a Alamillo-- han visto con envidia el “progreso” emanado de la vecina Guadalajara. Lo que sí apenas es que haya sido justamente Alamillo quien, desde sus primeros años en la política local, se embelesara por lo dicho (y hecho) en la capital del estado de Jalisco. Para muestra un botón, o quizá sea preferible mencionar una rosa. Con el pretexto de su gran preocupación por las flores de los jardines colimenses recibieran el mejor de los posibles tratos, Alamillo declaró en la sesión de cabildo del martes 16 de agosto de 1887, que “deseando contar con una persona instruida para atender los jardines de esta ciudad”, le había “suplicado” al Sr. Gildardo Gómez, gobernador del estado, “la solicitara en Guadalajara”. ‘4 Para el momento de su declaración, sin embargo, la persona indicada para arreglar los jardines de la ciudad capital, ya estaba contratada (por veinte pesos para viáticos de viaje). Olvidó Alamillo mencionar, en sus declaraciones frente al cabildo, que el jardinero Patiño, hasta entonces encargado de los jardines de Colima, sería despedido de su empleo, al llegar a esta ciudad su relevo proveniente de Guadalajara. De prefecto politice.. . Atareado como estaba el joven Trinidad en poner al tiro todos los desarreglos que encontraba a su paso en la regiduría del ayuntamiento, tuvo tiempo para hacerse responsable del periódico El regenerador político, “destinado a la defensa de los derechos é intereses del pueblo”, como rezaba su lema. Publicación quincenal, que costaba medio real, El regenerador político se vendía en la botica de don Ignacio 14. AHMC. Actas de Cabildo. Año 1887. Sesión ordinaria del 16 de agosto de 1887, Foja 00106.. Fuentes. La redacción se encontraba físicamente en el Portal de Portillo. Sus redactores, todos importantes miembros de la élite política local, eran: Severo Campero, Manuel Rivera, Atanasio Orozco, Miguel G. Topete, J. Trinidad Alamillo, Ignacio G. Vizcarra, Enrique 0. de la Madrid y Trinidad Padilla. El domingo 31 de julio de 1887, El regenerador político, periódico que se decía órgano del Partido Radical Colimense, publicó a ocho columnas la siguiente noticia: “Se postula para gobernador constitucional del estado en el próximo cuatrienio al distinguido patriota C. Gildardo Gómez”.15 La campaña que El regenerador político emprendió en pro de Gildardo Gómez, tuvo importantes repercusiones para todos sus colaborador, en particular después de que Gómez fue elegido como gobernante. El joven Trinidad, uno de los beneficiarios del nuevo orden de cosas, se hizo acreedor al puesto de prefecto político, mismo que le brindaría nuevas experiencias y le permitiría ejercer su don de mando. El martes primero de noviembre de 1887, J. Trinidad Alamillo se hizo cargo de la Prefectura Política del primer distrito del Estado.‘6 Una vez en el puesto de prefecto político, Alamillo tuvo como secretario al historiador don Ignacio G. Vizcarra.17 Como prefecto Alamillo pronto empezó a meter en cintura a sus subalternos. Entre una de sus primeras acciones políticas, el prefecto mandó una iniciativa al cabildo municipal --iniciativa que por cierto fue aprobada—para destituir al “capataz de presos” por “conducirse mal” y por recibir dinero de ellos 15. Colima, Colima. Archivo del Congreso del Estado de Colima. Recorte de periódico. Caja 65, posición 1, sin fecha. 16. Aunque J. Trinidad Alamillo no dimitió de su puesto de regidor, su nombre ya no aparece mencionado en las actas de cabildo. De ahí deduzco que Alamillo ya no participaba en sus reuniones. 17. AHMC. Actas de Cabildo. Año 1887. Sesión ordinaria del 4 de noviembre de 1887, foja 00130. Días después de ser nombrado prefecto político, Alamillo enfermó y el periódico oficial E/ Estado de Colima, desde sus páginas, le envió sus mejores deseos de pronto restablecimiento: “Nuestro distinguido amigo [...] se encuentra enfermo. Mucho lo sentimos y deseamos que pronto se restablezca para que vuelva al desempeño de sus importantes funciones”. Estas palabras dan muestra de la imagen que como político tenía Alamillo. Véase Periódico oficial El Errado de Colima (Colima). 1 de noviembre de 1887, p. 200.. por exceptuarlos del trabajo que les correspondía. l8 Alamillo también se dedicó a hacer cumplir las disposiciones emitidas por el ayuntamiento de Colima. Un ejemplo de esto fue el reglamento inicial que mandó publicar como prefecto político el jueves primero de diciembre de 1887: el “Reglamento para la administración de la vacuna”. Dicho documento, formado por nueve artículos, entre otras cosas, aclaraba que la administración de la vacuna, tanto en la capital como en el municipio de Colima, era incumbencia del ayuntamiento. Además, el Reglamento establecía que en otros de sus artículos lo siguiente: Art. 2O ,La propagación del pus vacuno se hará por un facultativo ó práctico en cirugía nombrado por el Ayuntamiento y con el sueldo que le señale el presupuesto municipal. Art. 3O Todos los padres de familia, tutores, encargados de orfanato ríos ó de establecimientos de instrucción, están obligados á permitir que los niños que tengan á su cargo sean vacunados y que se tome de ellos el virus para su transmisión de brazo á brazo.19 Seguramente que esta última afirmación crispará los pelos de más de uno de mis lectores, hijo de fines del siglo veinte. Pero lo importante aquí es percatarnos de dos cuestiones fundamentales de la época en que vivió J. Trinidad Alamillo: primero que como prefecto político era fiel lector y seguidor de las políticas de don Porfirio Díaz, en aquellos días presidente reelecto (por vez segunda) de la República Mexicana; segundo, que gran parte de las reformas propuestas o promulgadas por Alamillo son más conocidas por el nombre del gobernador del estado en turno. Es sólo gracias al estudio detenido, cuidadoso y profundo de algunos de los hombres que forjaron la historia de nuestro estado, que podemos ver con más claridad los acontecimientos y que podemos igualmente otorgar 18. AHMC. Actas de Cabildo. Año 1887. Sesión ordinaria del 6 de diciembre de 1887, foja 00147. 19. AHMC. Caja 33, sección AX. sin clasificar. “Reglamento para la administración de la vacuna”. J. Trinidad Alamillo, Prefecto Político del primer distrito del estado, á los habitantes de la Municipalidad de Colima, 1 de diciembre de 1887.. crédito a quien lo merece. Cierto que Alamillo era hijo de su tiempo, pero también que intentó resaltar entre los hijos y entre los políticos de su tiempo. Desde esos momentos sin lugar a dudas Alamillo se daba a conocer, aunque fuera por su gran calidad mimética, ante los ojos de quien años más tarde pasaría a la historia con el nombre de dictador: don Porfirio Díaz, a quien se achacan muchos de los males que heredó de algunos de sus predecesores.2O Pero volvamos a Alamillo. Vimos cómo el prefecto político se esmeraba por conservar, en lo personal, su buena imagen, así como la de sus coterráneos. Y la imagen que quiso proyectar desde un principio, siguiendo las normas emanadas desde el centro, fue la de una sociedad colimense “culta” (léase “educada”) y refinada. Por ello se le ocurrió dotar a la plaza de armas de la ciudad con un kiosco que simbolizara todo lo que representaba el porfiriato en sus primeros años: elegancia, afluencia y progreso. El kiosco también podía permitir que las serenatas domingueras se efectuaran siguiendo todas las reglas de la etiqueta provinciana: allí podían acudir personas de todas las capas sociales a disfrutar de las serenatas mientras sus hijos daban vueltas a lo largo del jardín. Por todo lo anterior fue que Alamillo decidió desempolvar un proyecto suyo que tenía varios meses de planeación y ponerlo en marcha. Pero para ello necesitaba los fondos necesarios. En una sesión de cabildo, Alamillo manifestó su preocupación por llevar a cabo sus planes con el kiosco. Con la finalidad de construirlo, empezó pronto a recabar fondos. Alamillo consiguió que unos cirqueros llegados a Colima oficiaran una función a beneficio de las mejoras materiales del ayuntamiento. La mitad del dinero reunido, según un acuerdo pactado de antemano, era para la compra del kiosco.21 Este proyecto vendría a materializarse meses más tarde. 20. Véase Servando Ortoll, “Colima en las luces del siglo XIX”, mecano escrito inédito, passim. 21. AHMC. Actas de Cabildo. Año 1887. Sesión ordinaria del 18 de enero de 1887, fojas 00021-00022.. Pronto llegó 1888. Ese año Alamillo fue ratificado como regidor propietario, en reunión de cabildo presidido por Francisco Santa Cruz.22 Durante ese año empezó a materializarse el sueño de Alamillo de brindar a la ciudad de Colima un kiosco digno de sus habitantes: “El Sr. Prefecto Alamillo cuyo afán por el embellecimiento de la población es bien conocido”, editorializó el periódico oficial El Estado de Colima, “se ha dirigido á la casa Bowes, Scott, Read, Campell y Co. Londres y México [ingenieros y comisionistas], solicitando la fundición de un elegante kiosco que servirá para el zócalo central de nuestra hermosa plaza de armas. Pronto pues veremos realizada tan importante mejora”.23 Fue así que con la idea de construir el kiosco para la plaza principal, Alamillo empezó a formar un fondo específico para dicho fin: con la constancia que sugiere el verdadero patriotismo, [Alamillo] insiste en su idea de colocar en el centro de nuestra hermosa plaza de armas, centro también en donde se da cita lo mejor de la sociedad colimense, un kiosco de fierro de importación extranjera. Aunque ha tropezado con algunas dificultades para la realización de tan laudable pensamiento, pues el costo de aquella mejora no baja de cinco mil pesos, el Sr. Alamillo aprovecha las inspiraciones favorables siendo una de ellas la formación de un fondo que dé el resultado apetecido.24 Pronto se vieron los resultados, pues el mismo hebdomanario se ocupó de dar la noticia de que el kiosco de fierro, encargado a Bélgica por J. Trinidad Alamillo, había tocado tierras manzanillenses a bordo del vapor Alejandro. La recaudación para los fondos, para entonces, ya se estaba realizando entre los vecinos de Colima. El kiosco se erigió como la muestra más férrea de “la proverbial cultura de la sociedad colimense”,25 cierto, pero también como resultado de la férrea 22. La lista completa de regidores propietarios ratificados en sus puestos fue: Ignacio D. Gutiérrez. J. Trinidad Alamillo, Mariano Riestra. Miguel Basan, Adolfo Brizuela y Heliodoro Fuentes. Véase AHMC. Caja 33, Sección AX, sin clasificar. 23. Periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 10 de marzo de 1888, p. 40. 24. Periódico oficial E/ Estado de Colima (Colima), 8 de junio de 1890, p. 92. 25. “El kiosco de fierro”. Periódico oficial EI Estado de Colima (Colima), 30 de mayo de 1891, p. 88.. obstinación del regidor colimense. Sin esta última dedicación, seguramente que la capital del estado hubiera quedado sin uno de sus más firmes fundamentos. Con don Trinidad ¿se valían las medias tintas? Con el kiosco no cesaron las actividades del regidor. Alamillo quería ver cambios radicales. En un bando de policía que pasó a manos de la prefectura política, o sea de Alamillo, por ejemplo, los regidores Palencia y Fuentes insistió en lo indispensable que era, ante el inminente arribo del ferrocarril de la ciudad de Colima a Armería, mantener aseadas las casas y los edificios de la ciudad. Así cerraba Alamillo el año de 1887: 1 a. Todos los propietarios y encargados de las fincas que forman esta ciudad, procederán a mandar pintar el frente de las mismas, dentro del término de dos meses contados desde la promulgación de éste bando. 2a. Los que no cumplan con la prevención que antecede, incurrirían en una multa que les impondrá la Prefectura Política, desde 5 á 25 pesos, sin perjuicio de exigirles el cumplimiento. 3a. Quedan exceptuados de estas prevenciones los edificios del gobierno y de particulares que estén en construcción. 4a. Se emplearán, para el mejor ornato, las medias tintas, evitando los colores fuertes.26 1889 fue otro año colmado por las actividades de Alamillo. El regidor presentó, para su discusión en el cabildo, un “proyecto de Reglamento de policía” con veinticinco artículos. El cabildo aprobó dicho proyecto previa discusión y modificaciones. Fue tan importante la propuesta de Alamillo que me permito rescatar algunas de sus ideas principales. Así podremos entender mejor la sociedad en la que vivía Alamillo y los cambios que él consideró pertinentes para mejorar las 26. AHMC. Actas de Cabildo. Año 1888. Sesión ordinaria del 29 de diciembre de 1888, fojas 00090-00091.. 26 condiciones de vida de los vecinos de Colima. Aunque según testimonios que tenemos de la época las calles de Colima se encontraban “generalmente [...] aseadas siempre “,z7 Alamillo se propuso, en su proyecto de Reglamento de policía, obligar a que los citadinos barrieran diariamente la calle del frente de sus casas antes de las nueve de la mañana (costumbre, por cierto, que aún perdura). Pero la propuesta no se detuvo allí. Alamillo hizo extensivo, a los dueños de fincas desocupadas, el compromiso de mantener limpia la calle, mientras que a los propietarios de lotes baldíos les impuso la obligación de barrer su calle cada quince días. Las penas que la prefectura aplicaba por incumplimiento iban de 25 centavos a un peso o’de uno a dos días de arresto con “penas corporales” de uno a dos días de arrestó. En el Reglamento de policía el prefecto político también prohibió a los colimenses arrojar basura, inmundicias y agua a las calles, bajo pena de incurrir en las sanciones ya mencionadas. Los habitantes de la ciudad, dijo, debían usar únicamente los caños y canales que desembocaban en las calles para dar salida a aguas pluviales y jamás a aguas sucias. De poner oídos sordos, los transgresores sufrirían “una pena pecuniaria de 25 ctvs. á 5 pesos, según las circunstancias del infractor ó la pena corporal correspondiente”.28 Con arresto de uno á cinco días o una multa de 25 centavos a 5 pesos, pagarían su osadía aquellos que cirnieran semillas y granza en la calle. La prefectura se comprometió a hacer efectiva una multa de 3 a 10 pesos o a aplicar la pena corporal a todos aquellos que no tuvieran el cuidado de depositar los animales muertos en el lugar designado por el ayuntamiento. Según el 27. Véase Guadalajara, Jalisco. Biblioteca Pública del Estado de Jalisco. Fondos Especiales. Miscelánea 725. Gerardo Hurtado, Apuntamientos para la formación de la historia acerca de la invasión. desarrollo y propagación de la fiebre amarilla en e/ Estado de Colima (Colima. Tipografía del Gobierno del Estado, 1885). p. 7. 28. AHMC. Actas de Cabildo. Año 1889. Sesión ordinaria del 11 de febrero de 1889, foja 00023. “Discusión del proyecto de Reglamento de policía presentado Por la prefectura policía”.. 27 reglamento, el propio ayuntamiento “designará uno o más lugares á solavento de la ciudad a donde serán llevados los restos de toda clase de animales, a fin de que la policía después de que aquellos sean devorados por las aves de rapiña de sepultura a dichos restos bajo las reglas que se prescriban”.2g Podemos imaginar los problemas sanitarios que se derivaban de la costumbre, hasta ese momento no regulada, de abandonar animales muertos en los lugares menos indicados. No debemos olvidar, en relación con lo anterior, que los rescoldos de la fiebre amarilla, que azotó tierras colimenses entre 1883 y 1884, seguramente resonaban con vehemencia en la memoria de Alamillo .3O Cierto que al menos desde 1886 la ciudad capital contaba con “un Hospital amplió cómodo y bien ventilado”,31 pero esto no bastaba. Había la certeza, por parte de los conocedores, de que los hábitos poco salubres de los habitantes de Colima habían tenido serias repercusiones en sus vidas. Lo siguiente lo reportó el médico Gerardo Hurtado, a quien tocó atender a las víctimas de la fiebre amarilla y escribir sobre los posibles orígenes de la enfermedad: por el centro mas poblado [de Colima] atraviesa de N. á S. el “Río Chiquito”, que aunque en parte cubierto de bóveda de mampostería, es una cloaca inmunda que recibe los residuos de dos curtidurías de pieles y lo que por sus desagües le envían numerosas casas que no han limitado sus usos á las aguas pluviales, sino también al de aguas inmundas cargadas de los desperdicios de las cocinas, lavaderos y también las materias fecales de las letrinas, etc., que el calor y la humedad vienen á descomponer; y por los conductos por donde vinieron, devuelve el “Río Chiquito” miasmas que envenenan á los habitantes de las mencionadas fincas y á la población entera.32 29. Ibíd., foja 00024. 30. Véase Gerardo Hurtado, Apuntamientos para la formación de la historia acerca de la invasión, desarrollo y propagación de la fiebre amarilla en el Estado de Colima, p. 3. 31. Véase Ignacio Rodríguez, Ensayo geográfico, estadístico é histórico del estado de Colima, formado de orden del gobernador del mismo, C. Esteban García. en vista de los daros mas fehacientes tanto oficiales como privados (Colima, Imprenta de l Gobierno del Estado, a cargo de J. Trinidad Alamillo, 1886). p. 26. 32. Gerardo Hurtado, Apuntamientos para la formación de la historia acerca de la invasión, desarrollo y propagación de la fiebre amarilla en el Estado de Colima, p. 7.. 28 “Me fijo en esta circunstancia”, agregó entonces el doctor Hurtado, “por que la actual epidemia comenzando en este lugar, haciendo estragos horribles é irreparables en sus cercanías, ha puesto de manifiesto la fatal influencia de las emanaciones del ‘Río Chiquito’ en la salubridad pública”.33 Seguro que por todo lo anterior, insisto, el prefecto político subrayó en su proyecto que “los muladares” serían designados para que particulares y empleados de la limpieza, depositaran la basura exclusivamente en ellos. También conminó a las vendedoras de frutas y verduras, combustibles, loza y demás, a que dejaran libre de basura los lugares ocupados por su vendimia. Por otra parte y también siguiendo las preocupaciones del médico Hurtado, “los desahogos corporales” en las calles o sitios públicos, encontrarían en la ley su merecido castigo: “de 5 cvs. a 2 pesos o el arresto correspondiente”. Alamillo no jugaba con estas cosas. Eran tiempos de luto y de recato. Por ello la algarabía manifestada dentro de la ciudad o en lugares de paseos con disparos al aire o con la quema de cohetes, sin previa autorización por parte de las autoridades, simplemente no tenía cabida. Tampoco la tenían perros, cerdos (por cuestiones de salud pública) y uno que otro buey vagando por las calles, plazas o Paseos públicos. A los dueños de los cerdos y bueyes desobedientes se les quitaría un peso de encima por concepto de multa, mientras que los perros serían sacrificados si la autoridad así lo juzgaba conveniente. Y aunque según el historiador Ignacio Rodríguez las calles capitalinas se encontraban “perfectamente empedradas y limpias”, sin ser anchas y “con sus respectivos embanquetados de cantera”,s4 Alamillo quiso enfatizar la importancia 33. Ibíd. 34. Ignacio Rodríguez, Ensayo geográfico, estadístico é histórico del estado de Colima, p. 26.. 29 de que el alineamiento de los edificios de la ciudad se mantuviera. En un artículo del reglamento que propuso, explicó: Para el alineamiento de los edificios en la ciudad se observaran las reglas siguientes: 1. Todo propietario que necesite abrir cimiento para levantar muro frente a la calle, deberá ocurrir al síndico de la comisión de policía en solicitud del permiso correspondiente. 2. Dicho síndico acompañado del inspector municipal y del perito respectivo pasaran a dar el alineamiento respectivo.35 También propuso Alamillo prohibir terminantemente la costumbre añeja de pedir “bolo” en las iglesias “en ocasión de los bautismos”. Desdichado aquél que fuera sorprendido: tendría que desembolsar de 1 a 2 pesos para salir del asunto. En cuanto a la moral y los baños públicos, Alamillo propuso prohibir la reunión, en un cuarto, de personas de ambos sexos aunque éstas fueran casadas. Cuando se puso a discusión esta propuesta, hubo quien se opuso a aceptarla, por considerar injusto que a un padre de familia se le separase de mujer y de sus hijos bajo estas circunstancias. Sin embargo, como podemos ahora contactarlo, hubo quien consideró la medida pertinente: al “ciudadano Valencia” dice el acta de cabildo respectiva, “le parece bien el artículo como está, porque no pudiendo saber el dueño de un baño, quienes son casados y quienes no lo son, lo mas seguro es evitar la reunión de los dos sexos, que es lo que se hace en los establecimientos balnearios de México y de muchas poblaciones cuItas”.36 Sin más, se aprobó el polémico artículo y así quedó su redacción final: “Se prohíbe en los baños públicos la reunión de personas de distinto sexo en un solo cuarto ó estanque. Por la infracción de este artículo, se impondrá al dueño del establecimiento, una multa de 35. AHMC. Actas de Cabildo. Año 1889. Sesión ordinaria de 17 de febrero de 1889. foja 00029. “Discusión del proyecto del Reglamento de policía presentado por la Prefectura Política”. 36. Ibíd., foja 00030.. 30 dos a diez pesos”.37 Los colimenses tampoco podrían bañarse desnudos en el río “en el trayecto comprendido desde la calle del Manzanillo hasta la fábrica de la Atrevida”. 38 La fábrica de la Atrevida, justo es reportarlo, no hizo en esa ocasión honores a su nombre, o al menos así lo dispuso el prefecto Alamillo. En esos tiempos se encontraban, dentro del estado de Colima, once edificios dedicados “al culto católico”, según Ignacio Rodríguez: “En la Capital: la Catedral en construcción, ya bastante aventajada; el ‘Beaterio’, la ‘Merced’, en construccion; la ‘Sangre de Cristo’ y la ‘Salud’: en Villa de Álvarez, ‘San Miguel’; en Cómala, la ‘Virgen de Guadalupe’; en Ixtlahuacan, la ‘Purísima’; en Tecoman, la ‘Candelaria’;” en Manzanillo, el ‘Santuario de Guadalupe’, y en Coquimatlan, ‘La Merced’“.3g Quizá porque como otros políticos de la época Alamillo pensaba que la iglesia católica representaba una especie de poder que entraba en competencia con el político, Alamillo se adjudicó el derecho de legislar en materia de uso de campanas de las iglesias para actos tanto religiosos como profanos. Como era de esperarse, algunos munícipes se le se opusieron. Especialmente contrario a las ideas de Alamillo fue el ciudadano Valencia, quien expuso: Las reformas constitucionales que confieren á las autoridades locales el poder de limitar el uso de las campanas del modo que sea menos molesto al público se refiere indudablemente a los ayuntamientos que son los que deben legislar en materia de policía y no al prefecto que es el ejecutor de los bandos municipales: con tanta más razón debe ser así cuanto que en la mayoría de los pueblos del Estado no hay Prefecto Político y si autoridades municipales, a quienes compete dar cumplimiento á las leyes en la materia de que se tratam40 No valieron ni los argumentos en contra, ni que la opinión estuviera dividida, porque un año después de la discusión escenificada en la sala de cabildo, Alamillo 3 7 . Ibíd. 38. Ibíd. 39. Véase Ignacio Rodríguez. Ensayo geográfico. estadístico é histórico del estado de Colima, p. 23. Según Servando Ortoll, hubo “al parecer un error en el escrito de Rodríguez, puesto que San Miguel correspondía a la parroquia de Cómala”. Véase Servando Ortoll, “Colima en las luces del siglo XIX”, mecanos criíto inédito. 40. AHMC. Acta de cabildo. Sesión ordinaria del 27 de febrero de 1889, foja 00037..31 tuvo la satisfacción de formular y publicar el reglamento del uso de las campanas, el domingo 20 de julio de 1890. El tan sonado reglamento que habría de regular los tañidos de las campanas colimotas, rezaba en su artículo primero: Art. lo El uso de las campanas en esta capital, quedará limitado: 1. A anunciar las siguientes horas: las cuatro de la mañana, doce del día, tres y seis de la tarde y ocho de la noche. Estos toques serán simples, dando tantas campanadas cuantas sean las horas que se trate de anunciar. ll. A los llamamientos para los actos religiosos que tengan lugar en el interior de los templos. Dichos llamamientos y contraseñas no podrán durar más de un minuto. III. A 19s repiques á vuelo, que sólo podrán tener lugar por orden de la autoridad política, cuando se trate de solemnizar acontecimientos de público regocijo, y cuando lo determinen los párrocos para indicar festividades religiosas [...] IV. A los toques para anunciar un incendio los cuales se podrán dar á cualquier hora y por todo individuo.41 De no estar en lo establecido por el reglamento, más valía no acercarse al campanario, no fuera a moverse el badajo con el puro aliento pues entonces, se tratara de quien se tratara, debía realizar un sacrificio pecuniario de 1 a 25 pesos de pago por multa. Ese fue el proyecto que presentó Alamillo y que fue aprobado un año después, como ya lo mencioné líneas arriba. 41. AHMC. Caja AX-42. “Reglamento para el uso de las campanas en esta capital”. J. Trinidad Alamillo, prefecto político del primer distrito, a los habitantes del mismo. Colima, 20 de julio de 1890.. 32 Otras actividades del joven Trinidad Durante su estadía en Colima como prefecto, Alamillo se dedicó a cumplir con su deber. Alamillo publicó bandos, prevenciones y avisos entre otras cosas. Fue así como publicó “Prevenciones para el acotamiento de fincas y solares” el miércoles 15 de mayo de 1889. En las “Prevenciones” se notificaba a los dueños de lotes y fincas que tenían un año de plazo para bardear sus propiedades, de acuerdo con las líneas marcadas en la siguiente demarcación: Al oriente, partiendo de la garita de México seguirá por el puente de la Paz, calle de las Siete Esquinas hasta donde se halla el mesón del Mundo al Revés, de donde dará vuelta hasta tomar la calle del Manrique, por las que continuará al Sur hasta terminar en la huerta que fue de don Sebastián Fajardo: de aquí partirá la línea Sur por la calle de las Delicias hasta llegar á la esquina contigua á la tenería de los Señores Cortés en la calle del Palacio; subiendo enseguida hasta tomar la calle del Manzanillo, cuya línea terminará en la garita de Lo de Villa.4* El veintiséis de mayo notificó el prefecto al cabildo que había mandado demoler el portal de teja del costado sur de la plaza principal, demolición que ocasionó un gasto de 10.00 pesos que debían ser reembolsados a la prefectura. Aprovechando su comunicación con el ayuntamiento, Alamillo pidió permiso para remover las bancas de cantera de la plaza principal para en su lugar poner unas de fierro y madera compradas para tal efecto. También pidió al cabildo que se rectificara la numeración de las casas y manzanas y se levantara un croquis de la ciudad. Además, propuso que el barandal de hierro del jardín Núñez fuera trasladado al mercado para circularlo .43 En estos y en otros menesteres ocupaba Alamillo buena parte de sus energías y creatividad política. 42. AHMC Prevenciones para el acotamiento de fincas solares. J. Trinidad Alamillo, Prefecto Político del primer distrito del estado, a los habitantes de esta capital. 15 de mayo de 1889. AHMC., caja 33. 43. AHMC. Actas de Cabildo. Sesión ordinaria de 27 de 1889, foja 00078. “Comunicaciones de la Prefectura política”.. La ilustre mensajera del bienestar y progreso colimense Los esfuerzos del gobernador del estado Gildardo Gómez porque se estableciera la vía del ferrocarril, de Manzanillo a la capital del estado, tuvieron sus frutos. En el arribo del ferrocarril muchos tenían cifradas sus esperanzas en la llamada “palanca del progreso”. Precisamente por esto, en la sesión de cabildo del martes 29 de julio de 1889, los miembros del cabildo determinaron preparar un recibimiento que festejara la llegada de la locomotora, y propusieron que todos los ayuntamientos del estado reunieran fondos para el evento. Se planeaba invitar a todas las clases del pueblo a que asistieran a la gran fiesta de recibimiento de la máquina de vapor. También se publicó un programa detallado de los particulares del festejo, se construyó un alero alrededor del mercado, se mandó arreglar el Jardín de la Libertad, entre otras cosas. Así el ayuntamiento formó comisiones encargadas de reunir los donativos para el gran acontecimiento entre las diferentes gremios y profesionistas. J. Trinidad Alamillo y Francisco Robles encabezaron la comisión “por los funcionarios y empleados del Estado”.44 El cartel anunciando al pueblo colimense la gran fiesta de la llegada del ferrocarril, apareció por todas las esquinas de las calles principales de Colima. Ahí se podía ver la fotografía de una imponente máquina enmarcada por el negro humo de su combustión. La palabras impresas no pudieron ser 44. Además de la ya mencionada comisión, se establecieron las siguientes: Por los agricultores y propietarios; por el comercio; por los empleados federales; por los profesores; por los filarmónicos, por los boticarios y droguistas, por los impresores, por los encuadernadores: por el ramo de tenería; por los dueños de fábricas de tabaco; por los preceptores: por los carpinteros; por los herreros y por los abastecedores, También el Círculo Alemán pondría su granito de arroz para contribuir al lucimiento de dicha fiesta. Véase “Comisiones”, periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 10 de agosto de 1889, p. 128.. más elocuentes y más esclarecedoras. Basta leerlas para saber lo que el arribo del tren significaba en estas arrinconadas tierras: La locomotora se acerca ya á las inmediaciones de esta Capital, y preciso es recibir con todo el entusiasmo debido á la mensajera de nuestro bienestar y progreso. Jamás Colima se ha mostrado indiferente siempre que se trata de festejar acontecimientos que entrañan civilización y positivo adelanto, como el que está próximo á realizarse, y por tal motivo, es de esperarse que todos y cada uno de los habitantes del Estado se presentarán gustosos para contribuir al lucimiento de la fiesta que se prepara.45 Estaba programada la llegada del ferrocarril para el 16 de septiembre, aniversario de la Independencia de México. Gracias a esto, los colimotes tendrían doble motivo para festejar. Por ello, la comisión municipal del festejo del ferrocarril (formada por Heliodoro Fuentes, Miguel García Topete y Jesús Gómez) unió esfuerzos con la junta patriótica (formada por J. Trinidad Alamillo, Crescencio Bolaños e Ignacio Anaya) para incitar al pueblo de Colima “á solemnizar el arribo de la locomotora, con el patriotismo y entusiasmo que merece tan fausto suceso”. Y toda la algarabía no era para menos. No se le podía regatear méritos al acontecimiento: “El hecho en sí de ver terminada una obra de indiscutible importancia y utilidad para nuestro Estado, conquistada á costa de tantos afanes y sacrificios, todo Colimense deberá sentirse poseído de júbilo, cooperando al mejor éxito de ambas festividades”.46 Las comisiones, por aquello de las cuentas claras y el chocolate bien espeso, publicaron con fecha del 8 de octubre la “Cuenta de lo que produjo la colecta abierta entre las. diferentes clases sociales del estado, para solemnizar la inauguración del ferrocarril de esta ciudad al puerto de Manzanillo, é inversión del 45. AHMC. Caja 33. Sección AX. “¡Al pueblo colimense!” Colima, 21 de agosto de 1889. 46. Ibid.. 35 producto”.47 El total de lo recabado fue de 877.44 pesos. Los empleados del gobierno del Estado fueron los más espléndidos: ellos reunieron 223.50. Mientras que los hacendados y agricultores del Estado aportaron de su peculio 25.00 pesos, los comerciantes de la ciudad reunieron 200.00 pesos, los profesores, médicos y abogados cooperaron con 65.00 del águila. Los gastos ascendieron exactamente a la cantidad recabada, es decir, 877.44 pesos, ni un centavo más, ni un centavo menos. El dinero se gastó, entre otras cosas, en faroles, velas de cebo, banderas, ponche, flores, arreglo de jardines, fuegos artificiales, juegos de circo, música, pólvora, carro alegórico, bastidores, lámparas, esquelas, papel, sobres, verdura, tiros de mortero y petróleo para el alumbrado.48 Aquella noche de placer Una vez pasada la euforia inicial gracias al arribo del ferrocarril, don J. Trinidad Alamillo reunió todas sus energías para celebrar el segundo aniversario de Gildardo Gómez en el gobierno de Colima. Así lo publicó el periódico oficial El Estado de Colima : Dos años hace ya que el C. Gildardo Gómez, llamado por el gran partido liberal colimense que veía encarnadas en él las nobilísimas aspiraciones del pueblo, tomó posesión de la primera Magistratura del Estado, en los momentos supremos en que la nave de la administración pública, sin rumbo fijo, estaba á punto de zozobrar y en que se había dado ya la voz alarmante de “sálvese quien pueda.” [...l En estas circunstancias, nada halagadoras por cierto, recibió el gobierno el C. Gómez, quien habiéndose hecho cargo de la situación de una manera con-47. AHMC. Caja 33. Sección AX. “Cuenta de lo que produjo la colecta abierta entre las diferentes clases sociales del Estado, para solemnizar la inauguración del ferrocarril de esta ciudad al pue rto de Manzanillo, e inversión del producto”. Colima, 8 de octubre de 1889. 48. Ibíd.. cienzuda, dictó sin pérdida de tiempo enérgicas medidas que vinieron a confirmar el acierto con que había obrado el pueblo colimense en la elección de su primer Magistrado.4s En vista de la gran admiración (y el todavía más grande cariño que despertó Gildardo Gómez en todos los sectores de la población), sus amigos y otros miembros de “la clase acomodada de la sociedad colimense” se encargaron de organizarle un baile al gobernador. La fecha quedó fijada para el 1 de noviembre de 1889. Y, “a juzgar por los grandes preparativos que se están haciendo”, subrayó el periódico oficial El Estado de Colima, “ese baile tiene que ser en todo digno de la cultura y galantería de los caballeros que tomaron á su cargo la ejecución de tan feliz pensamiento”. No sorprenderá para ahora saber que el tesorero de la comisión del baile era nada menos que J. Trinidad Alamillo. Para el baile se organizaron diferentes comisiones. Las hubo de invitación (roseta roja); de recepción (roseta azul); de obsequio (roseta tricolor); de ornato (roseta verde); de jefe de comisiones (distintivo blanco y rojo); y de bastonero, Guarda ropa y de jefe de cantinas50 “Un buen recuerdo de aquella noche de placer” seguramente que todos los concurrentes al elegante baile se llevaron. El periódico oficial El Estado de Colima, reseñó así el acontecimiento: Anoche tuvo su verificativo en el salón de recepciones del H. Congreso el que organizaron los amigos del C. Gildardo Gómez, Gobernador Constitucional del Estado para solemnizar el segundo aniversario de su exaltación al Poder Ejecutivo. La concurrencia fue numerosa y de lo más escogido de nuestra sociedad, habiéndose notado especialmente en las señoritas un exquisitos gusto en los trajes, que eran además lujosos y que hacían resaltar más sus poderosísimos atractivos. Durante la cena que estaba compuesta de exquisitos manjares, improvisaron elocuentes brindis los Sr. Dr. José Luna, J. Trinidad Alamillo y 49. Periód ico oficial El Estado de Colima (Colima), 26 de octubre de 1889, p. 172. 50. Ibíd.. 37 Miguel García Topete, habiendo reinado durante el baile la finura, cordialidad y franqueza que caracteriza á los caballeros colimenses.51 Pero no todo era felicidad. Y quizá por primera vez el celo de Alamillo habría de poner a prueba la popularidad de la administración de Gildardo Gómez. De hecho Alamillo estrenó el año de 1890 rindiendo un informe sobre las multas que SU prefectura impuso a diversos sectores de la población. Alamillo se encontraba orgulloso, pues dichas multas habían ascendido a la suma de 2,285.54 pesos, monto que ingresó íntegro en las arcas de la tesorería general del Estado. Mientras que “las ganancias” eran verdaderamente dignas de ser elogiadas, al menos por parte de la administración, podemos imaginarnos cuánto debió molestar a los afectados, Pero el informe de Alamillo no se detuvo allí. También reportó el prefecto que de noviembre de 1887 al 31 de octubre de 1988 la prefectura había hecho 3,884 aprehensiones de individuos, mientras que para el año de 1889 la “criminalidad” había descendido, al tenerse durante ese tiempo 844 aprehensiones menos.52 Al igual que con el caso de las multas, sin embargo, era obvio que los aprehendidos no se encontraban complacidos. Esto se convirtió en un asunto de verdadera importancia política, puesto que ya se empezaba a hablar sobre la cada vez más inminente reelección de don Gildardo Gómez para un segundo periodo de gobierno. Así fue que el periódico La Patria de la ciudad de México publicó una carta que supuestamente envió un suscriptor de Colima en llena de acusaciones en contra de la administración de Gómez. Se acusaba a los administradores de organizar orgías, de distraer-a trabajadores públicos para ocuparse de cuestiones personales, de utilizar los carros de limpieza también para su servicio personal... Pero quizá la 51. Periódico oficial f/ Estado d e Colima (Colima), 2 d e noviembre d e 1889. p. 176. 52. “Datos importantes”. Periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 4 de enero de 1890, p. 4.. más grave de todas las acusaciones que se le hicieron a don Gildardo y a Alamillo en esa misiva fue la de afirmar que su administración había “remitido” a la Baja California, en calidad de “criminales”, a numerosos trabajadores: Que diga el Sr. Prefecto Alamillo ¿con qué facultades, de orden y de quién y por qué remite contra su voluntad y como criminales, á muchos infelices á la compañía minera del “Boleo”, en la Baja California, protegiendo con la policía el embarque de los enganchados, acompañando con dicha fuerza hasta ser embarcados los remitidos por fuerza y contra su voluntad?53 El redactor del Periódico oficial El Estado de Colima, Atanasio Orozco, contestó punto por punto, y “con autorización” del gobernador y del prefecto, las acusaciones de La Patria. ¿De orden de quién, pregunta el remitente ? De orden del Ejecutivo. ¿Con qué facultades? Con las que la ley confiere á la autoridad para proteger y garantizar todos los intereses honrados. La compañía del Boleo, no es una asociación de saltimbanquis, no son sus miembros traficantes negreros. Esa compañía si lo ignora el suscriptor, está autorizada por una ley del Supremo Gobierno de la Nación para toda clase de combinaciones encaminadas á la explotación de la vasta zona minera que el mismo Gobierno le concediera. El agente de esa compañía vino, en pleno día, á la luz del sol, á solicitar por medio de cartelones fijados en los parajes más públicos, trabajadores, ofreciéndoles halagüeño jornal y un anticipo para sus gastos de viaje.54 Efectivamente, habían sido enganchados colimenses para trabajar en las minas de Baja California. Y también el gobierno del estado había vigilado que los individuos, que recibieron dinero adelantado, para trasladarse a las minas, cumplieran con su compromiso: El Gobierno, siempre diligente para cumplir con su deber, impartió el auxilio que se le pedía contra cualquiera defraudación y ordenó al Prefecto que vigilara en su- embarque á los hombres que recibiendo una cantidad de dinero por cuenta del contrato de prestación de servicios que habían celebrado, 53. “La ‘Patria’“. Periódico oficial E/ Estado de Colima (Colima), 18 de julio de 1891, p. ll 6. 54. Ibíd.. pudieron escaparse, sin esa vigilancia, del cumplimiento de su contrato, cometiendo un delito.55 Los otros delitos que adjudicaban al gobernador y a su prefecto --algunos ya mencionados, como de “organizar orgías”, de distraer a los prestadores públicos de sus empleos par ocuparlos en trabajos personales, y de emplear los carros de limpieza para su uso personal-- fueron asimismo los de distraer los fondos del dinero obtenido de bienes mostrencos (y para Alamillo, de la construcción del kiosco) y de “desterrar” a los opositores a la reelección de Gómez. Así contestó Atanasio Orozco a esto último, por ser de vital importancia política: El Sr. Gómez con nadie ha hablado de elección, ni de reelección; él, sépalo Ud., Sr. suscritor, no desea tan ardientemente como Ud. se supone, el Gobierno del Estado; si acepta su candidatura, es porque se la han ofrecido todas las clases de la sociedad; pero no tema Ud. que ni él, ni el Sr. Alamillo vayan á echar mano de los grandes batallones, regimientos y cuerpos de artillería de que pueden disponer en Colima para hacer fuerza en las elecciones.56 Por supuesto, Alamillo no tardó en publicar por su parte y en el Periódico oficial El Estado de Colima, una carta respondiendo a la infamia que se cometía en su contra al acusarlo de guardarse seis mil pesos de lo recaudado para el kiosco. Alamillo prometió publicar el mismo día que el kiosco fuera inaugurado --a principios de agosto-- el corte de caja hecho por el recaudador y tesorero de los fondos, don Gregorio Álvarez que fungía como presidente municipal.57 55. Ibíd. 56. Ibíd. 40 57. Ibíd., p. 119.. La reelección de don Gildardo Las acusaciones publicadas en la Patria no llegaron más lejos. Pese a la oposición de algunos, se efectuaron las elecciones para gobernador y diputados al Congreso estado el 9 de agosto de 1891 en los dos distritos electorales en que se dividía el estado (el primero agrupando a los municipios de Colima, Cómala, Villa de Álvarez, Coquimatlán e Ixtlahuacán, y el segundo los de Manzanillo y Tecomán). Como era de esperarse, Gildardo Gómez resultó electo gobernador por unanimidad, para el periodo de 1891 a 1895, en los dos distritos. Alamillo, por su parte, alcanzó una diputación por el segundo distrito, correspondiente al municipio de Manzanillo.58 Durante la apertura de sesiones ordinarias Alamillo pidió licencia en el congreso, para continuar con su puesto de prefecto político, dejando que el diputado suplente, Ramón Basan, se hiciera cargo de representar al municipio de Manzanillo. Para entonces la popularidad de Alamillo se perfilaba no solo en su natal Colima sino, al parecer, más allá de sus fronteras. “Justo tributo á su honradez sin mancha y a sus relevantes virtudes cívica”, fue el comentario que recibió del redactor del periódico oficial El Estado de Colima una biografía de J. Trinidad Alamillo, escrita y editada en México. La biografía, cuyo autor no se menciona, al parecer fue un pequeño y modesto volumen redactado con “justicia é imparcialidad”: Alamillo, joven como es; de morigeradas costumbres y de imperturbable energía, ha logrado extirpar de nuestro suelo la vagancia y la disolución, sean cuales fueren las formas que revistan. No tiene más enemigos que los criminales ó los transgresores de la ley. Moralizar á la policía; hacerle comprender sus deberes; sujetarla á la rectitud de ordenanzas especiales; destruir el mal de raíz, no en sus perniciosos 58. También integraron la XII Legislatura Gregorio Álvarez, Miguel Álvarez, Adolfo Brizuela, Ignacio F. Fuentes, Miguel García Topete y Gerardo Hurtado. Véase Periódico oficial 8 Estado de Colima (Colima), 15 de agosto de 1891. p. 131.. efectos; una conducta invulnerable: he allí al digno colaborador del Sr. Gómez.59 Finalmente quedó instalado en el Jardín Libertad el famoso kiosco. El sueño de Alamillo, iniciado tres años antes, por fin se hacía realidad. El resplandeciente kiosco austriaco que les costó sus buenos centavos a los comerciantes, a los extranjeros y a los ciudadanos colimenses (y claro, también a algunos circenses y actores), se encontraba ya en Colima. El sábado 8 de agosto de 1891, se publicó asimismo el estado de las cuentas de los gastos incurridos en la compra e instalación del kiosco. En dicho aviso el presidente municipal don Gregorio Álvarez, informó: ’ Como es bien sabido, desde hace tres años comencé á agenciar fondos para la mejora referida, procurando que los empresarios de las compañías teatrales dedicaran á favor de tal pensamiento el producto de algunas funciones; mas siendo insignificante este medio para obtener una cantidad bastante para el objeto, recurrí entonces al concurso de los particulares abriendo una suscrición, y estos, poseídos de la necesidad y utilidad de la mejora que era reclamada por la cultura de un pueblo civilizado, se aprestaron gustosos, con patriótico entusiasmo, ofreciendo su cooperación pecuniaria.60 Según don Gregorio Álvarez, ciento setenta personas cooperaron gustosamente para el kiosco del Jardín Libertad, unos más otros menos, según su bolsillo y su entusiasmo. El gobernador Gildardo Gómez aportó 100.00 pesos; J. Trinidad Alamillo, 60.00; el propio presidente municipal Gregorio Álvarez, así como el general Pedro A. Galván, cada uno 50.00. Otros aportaron 25.00, 10.00, y hasta 3 y 2 pesos. Por su parte, el espectáculo que la compañía dramática Vega dio en la función de agosto de 1888, logró reunir, para el kiosco, 152.12 pesos; la compañía Lírico-Dramática del señor don José María Azuaga, reunió 318.60; de la venta del viejo barandal del zócalo se obtuvieron 40.50 pesos, mientras que el 59. Periódico oficial El Estado de Colima (Colima). 17 de octubre de 1891, p. 168. 6 0 . AHMC. Caja AX -42. Prefectura política del primer distrito del estado. Colima, 8 de agosto de 1891.. contratista que se encargó de conseguir el kiosco austriaco, le rebajó al precio original 201.59 pesos. Todo lo anterior, rindió un total de 3,491.31 según las cuentas de don Gregorio Álvarez. Ahora tocaba rendir las cuentas de lo gastado. Para empezar, el kiosco costó 2,500 pesos; don Frumencio Silva lo armó y se llevó 200; se compraron también lámparas para el alumbrado, se contrató a Felipe Morales para pintar el kiosco; a don Ignacio Granados quien dirigió los trabajos de sus albañiles y mozos se le pagó 107.79. Santiago Ponce vendió 6,000 ladrillos finos para el zócalo en la cantidad de 60.00; se hicieron gastos por el desembarque del kiosco, por flete de mar; al señor Ramón J. de la vega se le compró madera machihembrada para completar el techo y la plataforma del kiosco; se gastó en trabajos de herrería y carpintería, hojalatería y soldaduras; en aceite de linaza para la pintura; se utilizaron 2000 arrobas de cal y arena, cajones para los aparatos del alumbrado y dos docenas de sillas austriacas. Después de todo lo gastado --3,491.31-- solo quedaron en caja 66.1 1 . Esta cantidad, según el presidente municipal Álvarez, sería entregada al asilo de huérfanas de la ciudad.61 A Alamillo, pleno de felicidad y de satisfacción, únicamente le restó agradecer cumplidamente, en el aviso que vengo citando, al gobernador su apoyo, al contratista por rebajar $201.59 al costo presupuestado, y al ingeniero Arturo L’Arivel por dirigir al mecánico que armó el kiosco de fierro. Finalmente Alamillo hizo entrega al ayuntamiento del flamante kiosco “ya colocado en la plaza mencionada, con su dotación de mueble austriaco, atriles, lámparas y aparatos de alumbrado del zócalo, con todo lo cual pasa á ser propiedad del Municipio”.62 Estas fueron las palabras que Alamillo expresó, al concluir la empresa que había planificado años atrás: “Desde algunos años esta prefectura concibió la idea de comprar un kiosco 61. Ibíd. 62. Ibíd. ... para la plaza de ‘La Libertad’, y con ese fin puso en juego todos los medios que estuvieron a su alcance para adquirir fondos destinados á ese objeto”.63 Así había acabado un proyecto importante en la carrera política de Alamillo quien no sólo heredó al pueblo colimense el imponente y maravilloso kiosco austriaco que todavía podemos admirar, sino que logró limpiarse de toda imputación del delito de apoderarse de fondos que no eran suyos. La idea, muy suya por cierto, de dotar al Jardín Libertad de un kiosco, tuvo también otra cara: la de inmortalizar al individuo que tanto se preocupó por embellecer la imagen de su ciudad. Una vez reelecto don Gildardo Gómez, se organizaron sus amigos y allegados para festejar ‘su triunfo en el teatro Santa Cruz, que según la reseña del evento publicada en el periódico oficial El Estado de Colima, “parecía una ascua de oro”: “En el proscenio, improvisase un bosquecillo de las más vistosas plantas tropicales”. Para gozar la descripción del teatro leamos lo siguiente: “El fondo de los palcos y las plateas, lo mismo que el techo del salón, semejaban un cielo magnificamente poblado de estrellas; las columnas, ataviadas de rojo, daban á aquel recinto el aspecto elegantísimo de una pagoda india; ó de un templo levantado para rendir culto á la belleza”.64 Muy a tono con la decoración del teatro debieron ser las elegantes colimenses de aquellos tiempos: Repentinamente hirió nuestra vista de una manera agradable, la presencia de las más hermosas y elegantes damas de nuestra sociedad, que formaban, por decirlo así, un gran círculo de perlas y brillantes, ó convertían el teatro en una mansión de hadas, aéreas y vaporosas. Estaban allí, radiantes de belleza y de juventud E...] De buena gana describiríamos los lujosos trajes y bonitos adornos de refinado gusto femenino que vimos esa noche; pero no tenemos la pericia que para tal descripción se requiere y á nuestro pesar nos privamos de ese gusto.65 63. Ibíd. 64. “El baile del domingo”. Periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 7 de noviembre de 1891, p. 180. 65. Ibíd.. 44 El redactor del periódico describe como se encontraban en el salón las esposas de los principales ciudadanos y en las plateas las familias que formaban una escogida concurrencia que, aunque no participaban en el baile sí conversaban animada y tranquilamente, disfrutado de la música y de las “tiernas confidencias de la amistad”. De los caballeros el reseñador no escribió sus nombres, aunque hizo notar: Solo haremos constar que tanto los que formaban las comisiones como los demás concurrentes, se portaron como caballeros en toda la extensión de la palabra y no desmintieron por un solo instante la proverbial hadalguia de los colimenses. Atentos con las damas, francos y comedidos, mantenían entre sí la más perfecta armonía, y por lo mismo, ningún accidente indigno de ellos vino á turbar el órden de la reunión. El Sr. Gobernador, lo mismo que el Prefecto Sr. Alamillo y Secretario del Despacho Sr. Betancourt, con las cultas maneras que los distinguen, se mostraron galantes y obsequiosos con las damas; leales y cumplidos con los caballeros.66 Y aprovechando el teatro como si se tratara de la representación de una obra, a la una de la mañana se corrió el telón y apareció en el escenario una mesa elegantemente provista de “ricos manjares y vinos de las mejores marcas”. Cenaron los concurrentes y vinieron los discursos exaltando la labor de don Gildardo. Después continuó el baile hasta las siete de la mañana del siguiente día. Gustaban nuestros antepasados colimenses de las grandes fiestas y de las desveladas. Interesante para nosotros es la afirmación del reseñador, quien afirmó que tan galante fiesta fue organizada de manera “espontánea” por la sociedad colimense, que festejaba la reelección de don Gildardo. Con ingenuidad, afirmó el redactor de el periódico oficial El Estado de Colima que el pueblo había elegido al gobernador con su voto libre, y que el acto había sido ejemplo de la “más legítima expresión de su voluntad soberana”. El pueblo vota y la culta sociedad festeja: 66. Ibíd.. 45 Esa manifestación, pues, el baile del domingo, significa para nosotros un gran acontecimiento social; pues ella persuade á los más intransigentes, si los hay, de qué manera está la opinión pública en favor de la candidatura que acaba de triunfar [...] las opiniones, los intereses, los corazones, todo estaba unido, como si todo contribuyera á levantar sobre base indestructible la fraternidad colimense. ¡Paso! ¡Paso á la ley, á la ilustración y al verdadero progreso!67 Se estrenó el año de 1892 con un amargo sabor de boca para el gobernador y el prefecto: el 24 de diciembre de 1891 el periódico El diario del hogar, según informó el órgano oficial del Estado, hizo un espacio en sus páginas para que los enemigos del gobierno expresaran sus quejas. Así lo hizo un individuo llamado Fidelio quien hirió “de una manera infame, alevosa y cobarde” a Gómez y Alamillo. El quejoso aseguraba que la instrucción pública en Colima se encontraba en “estado primitivo” y las escuelas en manos de neófitos “que ignoran las reglas más rudimentarias de la pedagogía”. Fidelio criticó además la mala situación económica del estado atribuyéndola al enriquecimiento de sus gobernantes a costa de la miseria pública, haciendo aparecer a Colima “punto menos que un aduar de salvajes”. Fidelio, comparando administraciones, afirmó que otra cosa era Colima en tiempos en que la había gobernado Francisco Santa Cruz.68 Otro punto que Fidelo criticó fue la opulencia en que vivía el gobernador, quien tenía “buenos coches, buenos caballos”, y era alguien que daba “banquetes”, y que residía “en opulentas mansiones señoriales”. A estos ataques contestó el periódico oficial El Estado de Colima que nada de opulenta tenía la vida de Gildardo Gómez. Si bien era cierto que había comprado un rancho, lo había hecho sin comprometer el peculio público. Lo siguiente lo agregó el periódico oficial: 67. Ibíd. 68. Esto años cubren parte de las varias gubernaturas de Francisco Santa Cruz (de 1869 a 1871, años en que actuó como sustituto; de 1871 a 1873 como gobernador constitucional; de 1880 a 1883 tiempo en que fue también gobernador con -stitucional).. Concluimos la tarea que nuestro deber y nuestra conciencia nos imponen, manifestando al oficioso detractor de los Señores Gómez y Alamillo, que estos no temen sus amenazas, pues descansan tranquilos en la aprobación general que han merecido sus actos, enteramente ajustados á la ley y que nos parece muy impropio de escritores liberales el ataque injustificado y calumnioso á las autoridades legítimante establecidas.69 Para demostrar la futilidad de los ataques en contra de Alamillo y Gómez que habían aparecido en las páginas del diario La Patria en julio del año anterior, el periódico oficial El Estado de Colima publicó unas disculpas enviadas por los editores del diario. Todo pareció, a partir de entonces, transcurrir con calma chicha para las autoridades colimenses. Don Gildardo se esforzó cada vez más por mejorar las condiciones de la instrucción pública (o al menos así lo pretendió) y por lograr que sus esfuerzos sonaran mucho. En una nota titulada el “Festival del saber”, fechada el 1 de abril de 1893, se informó que durante una solemne ceremonia se premiaría a los mejores alumnos de la capital colimense y de Villa de Alvarez. En dicho acto el profesor Victoriano Guzmán, director de la Escuela Modelo y Refugio Mariscal, directora de la Escuela de Adultas, pronunciaron discursos con reconociendo las labores del gobernador en el campo .de la educación. El profesor Guzmán, dirigiéndose a don Gildardo, dijo: “Colima estima lo que debe a vuestros esfuerzos por llevarla á su felicidad, y el magisterio y la juventud guardan grabado vuestro nombre en lo más íntimo del alma, como su distinguido protector y amigo incondicional”.70 Cuando llegó su turno, la profesora Mariscal afirmó: “nuestro gobierno, perfectamente penetrado de que la escuela es la base del progreso, ha dedicado casi toda su atención al desarrollo de la instrucción pública en su parte llamada elemental, porque es la más importante”.71 La premiación de los alumnos y los discursos de los profesores fueron la mejor 69. “El Diario del Hogar”. Periódico oficial E/ Estado de Colima (Colima), 2 de enero de 1892, p. 4. 70. Periódico oficial f/ Estado de Colima (Colima), 8 de abril de 1893, p. 55. 71. Ibíd.. defensa que pudo esgrimirse a favor de don Gildardo. Y es interesante notar que los discursos aparecieron publicados en la misma página en la que el redactor del periódico oficial El Estado de Colima reportó la insistencia con que se seguía atacando al gobernador, ahora en el Diario del Hogar: En una sección que consagra este periódico al Oeste de la República reproduce una vez más las calumnias con que se ha pretendido lastimar la egregia fama de que disfruta el Jefe del Poder Ejecutivo de nuestra progresista entidad federativa y como todas esas difamaciones han sido ya victoriosamente destruidas por el mismo difamado, inútil sería que tratásemos de reforzar los razonamientos sólidos y debidamente documentados con que el ofendido hizo resplandecer sus correctos procederes en todas las esferas.72 Según e¡ periódico oficial, se acusaba a don Gildardo de tener por la calle de la amargura la instrucción pública en Colima. Nada más erróneo. Y esto no sólo lo decía el órgano oficial del estado, sino que también lo repetían dos periódicos independientes de la ciudad de Colima. Por si cupieran dudas, el órgano oficial decidió informar a los ignorantes y contradecir así a los mentirosos: Sepa pues “El Diario del Hogar” que falta a la verdad cuando asevera que en el Estado la instrucción pública está completamente abandonada. No se abandona la instrucción cuando se guardan al Magisterio delicadas atenciones y consideraciones sin límites, cuando se mejoran los sueldos de los preceptores y se pagan de preferencia y con religiosa puntualidad, cuando se multiplican y extienden las escuelas hasta el rincón más lejano del Estado, cuando se dotan de los útiles y muebles necesarios, cuando se implantan los sistemas y métodos modernos, cuando se duplica cuando menos el presupuesto de la instrucción pública, cuando se crían bibliotecas y museos, cuando se obliga á los maestros á formar sociedades de estudio para perfeccionar y mejorar sus conocimientos [...l cuando se reglamenta la inspección de instrucción pública nombrando el personal suficiente para que los beneficios de la instrucción lleguen hasta los confines del Estado [.. .].73 El periódico oficial El Estado de Colima concluía así sus argumentos: “Esto es lo que nos consta á los que observamos de cerca la marcha, el progreso y la ‘2. Ibíd. 73. Ibíd. Véase también Julia Preciado Zamora, “El arco iris de la ‘instrucción pública’ colimense. 1871-1898. según el periódico oficial El Esta do de Colima”, Ágora suplemento cultural del Diario de Colima. 7, 14, 21 y 28 de mayo de 1995.. benéfica evolución de la instrucción pública de nuestra pequeña entidad y por esto levantamos nuestra voz para rectificar falsedades y desvanecer calumnias”.74 La piel de don Gildardo y del joven Alamillo al parecer estaban a salvo, al menos por el momento. Esto, porque al menos apareció otro artículo defensor de don Gildardo Gómez, mismo que subrayó: “cuan inexactos son los calumniosos cargos que se le hacen [al gobernador], principalmente el de que la instrucción pública está mal atendida; apresurándonos á patentizar la grosera difamación que rebozando hiel y venganza le hacen sus gratuitos enemigos”.75 Cuando la administración de Gildardo Gómez cumplía seis años de gobierno empezó a llegarle la lumbre a los aparejos. Para esas fechas, sus amigos ya no lo festejaron con un gran baile como antaño acostumbraban. No quisieron hacer olas. Tal vez, viendo la soga al cuello que los enemigos le habían puesto a Gómez, prefirieron tan sólo manifestar en el periódico oficial El Estado de Colima, un “voto de confianza”, al gobernador “por sus señalados servicios”. En dicho escrito, los antiguos partidarios del gobernador resaltaban el gobierno progresista que hasta esa fecha había protagonizado don Gildardo, a pesar de haber recibido el gobierno en bancarrota. Según las palabras mismas de sus partidarios, Gómez se había encargado de impulsar la instrucción pública, el ferrocarril, la construcción de una vía para los tranvías urbanos, las calzadas, el palacio de gobierno, la cañería de fierro, y demás. Todas esas mejoras sólo se traducían en una cosa: en “la infatigable actividad desplegada por el Sr. Gómez, y sus empeños por corresponder á la confianza en él depositada por los colimenses”.76 Sin embargo; a pesar de que fueron muchos los que apoyaron a Gildardo Gómez, los designios porfiristas fueron otros. Por razones no hechas públicas y a 74. Periódico oficial E/ Estado d e Colima (Colima), 8 d e abril d e 1893, p. 55. 7 5 . Ibíd. 76. “Voto de confianza”. Periódico oficial E/ Estado de Colima (Colima), 4 de noviembre de 1893, p. 174.. los veintinueve días después de aparecidas las palabras de apoyo en el órgano oficial, sorpresivamente don Gildardo renunció al gobierno del estado. Las razones de su renuncia fueron escuetas y se resumieron a indicar que por “motivos graves que se relacionan con su conveniencia particular y con el porvenir de su familia, [Gildardo Gómez] se ve obligado á formular ante esta H. Cámara la más formal renuncia del carácter de Gobernador del Estado”.77 El rey ha muerto viva el rey. Un día después de la renuncia de don Gildardo tomó posesión Francisco Santa Cruz por cuarta ocasión como gobernador sustituto. Casi de inmediato, empezó a dictar disposiciones políticas. Santa Cruz decidió organizar la instrucción pública “teniendo en cuenta las exigencias sociales y el plan de economías que intenta llevar á cabo en la Administración”. También nombró prefecto político del primer distrito a Miguel Álvarez. Alamillo pasó entonces a ocuparse de su curul en el congreso del estado. Así acaba el primer tramo de la experiencia política del joven Alamillo. Un tramo lleno de vericuetos, quizá, pero un tramo recorrido a la sombra de un gobernador que no tuvo la suficiente fuerza para mantenerse en el gobierno más allá de los seis años que, desde el centro, le dieron de vida. Al renunciar Gildardo Gómez, se llevó con él a su protegé Alamillo quien, seguramente aprendería de esta primera experiencia, mucho de lo que utilizaría años más tarde, cuando decidió pelear con todas sus fuerzas por ser él esta vez quien se convirtiera en el gobernador de su estado. Mientras esto ocurría, se fue a pasar una larga temporada en su rancho El Naranjo, y de ahí se convertiría primero en prefecto político del primer cantón de Jalisco, para más tarde ser diputado en varios estados y terminar de periodista. La suya fue una larga escuela que lo preparó (o perfeccionó), a su modo de ver, para tomar posesión de la guberatura de su estado: por las buenas, o por las malas. 77. Periódico oficial E/ Estado de Colima (Colima), 29 de noviembre de 1893, p. 191, y 23 de diciembre de 1893. P. 203.. Capítulo 2 El crimen de Tepames y la guerra contra Enrique 0. de la Madrid Tras perderle la pista a Alamillo durante dieciséis años por las razones que expuse en la introducción, apareció de nuevo su figura en la historia de Colima. Esta vez se le veía igual de vigoroso como antaño, pero más enfocado en lo que quería y mucho más impaciente y desesperado. Era como si tras mirar lo que había hecho desde que abandonó la vida pública para dedicarse a la agricultura y luego a recorrer la república una vez más en calidad de hombre de política, se hubiera percatado repentinamente que había perdido mucho de su tiempo sin alcanzar lo que añoraba: la gobernatura de su estado natal. Pero para alcanzarla, si seguía las vías permitidas durante el porfiriato, debía, al menos demostrar una paciencia a toda prueba. Eran los tiempos en que don Porfirio Díaz había demostrado las ventajas que tenía el permanecer de por vida permanencia en el poder. Ejemplo que había sido tomado por algunos gobernadores como ejemplo a seguir por así convenir a sus preferencias políticas y quizá, por qué no decirlo, a sus bolsillos. Entre estos gobernadores que seguían las normas presidenciales se contaba Enrique 0. de la Madrid. Originario de Colima, donde nació en 1862, De la Madrid egresó de la Universidad de Guadalajara con la carrera de abogado en 1885, para tener. enseguida una rápida y exitosa carrera política dentro de su estado. Ese año de 1885 regresó a Colima para trabajar como oficial mayor de la Secretaría de Gobierno. Más tarde fue juez de distrito y luego diputado. Tras la muerte del gobernador Francisco Santa Cruz, De la Madrid tomó las riendas del poder en mayo de 1902 para más tarde ser “electo [gobernador] Constitucional para los cuatrienios de 1903 a 1907 y de este año a 1911 “.l Si Alamillo tuviera la paciencia de Job, hubiera tenido que esperar hasta ese año para aspirar a la gubernatura. Pero el Alamillo que rescaté de los archivos municipales ya no era el mismo que apareció en los archivos nacionales. El joven Alamillo que ‘deambulaba con elegancia por las calles de Colima y el maduro Alamillo que aparecía en la correspondencia personal del propio Díaz, esto es claro, ya no eran uno y el mismo. Tampoco lo era el gobierno de la república. 1909 fue marcado por la gran búsqueda de una alternativa democrática al perpetuado régimen de Díaz. Se hablaba, entre otras muchas cosas, de la antireelección y, para el caso de Colima, esto podía significar la oportunidad de experimentar, en un laboratorio mucho más pequeño que el nacional, la posibilidad del cambio a través de las urnas electorales. Y eso era particularmente importante para J. Trinidad Alamillo, quien seguramente había visto con desaliento cómo De la Madrid se había reelecto para un periodo que, como dije, tardaría dos años más en terminar. Quizá por ello y alentado por algunos de sus cercanos colaboradores, se decidió por elaborar una sofisticada política antidelamadridista que consistió en publicitar --con lujo de detalles-- el brutal asesinato de dos jóvenes, oriundos de Tepames, en ese mismo año de 1909. La campaña efectivamente era antirreeleccionista, pero no anti-establisment, como lo ha señalado Servando Ortoll, en su 1, Francisco R. Almada. Diccionario de historia, geografía y biografía del estado de Colima, Colima, Tip. Moderna, 1939, p. 123.. estudio sobre el asesinato. Alamillo quería ciertamente un cambio gubernamental, no una Revolución. En “La vendetta de San Miguel”, Servando Ortoll rescató información proveniente del Archivo Porfirio Díaz, sobre el trasfondo del movimiento antídelamadridista iniciado por Alamillo, propietario de La Gaceta de Guadalajara y los periódicos de mayor circulación en la perla tapatía. Alamillo ansiaba ser gobernador del estado de Colima y la campaña que inició desde Guadalajara, presentando ante la opinión pública nacional los hechos sangrientos en que perdieron la vida los hermanos Suárez (Marciano y Bartolo), logró desprestigiar al gobierno delamadridista’. El crimen de Tepames --o de Los Tepames--, resultó ser la “causa célebre” de que Alamillo se valió para conseguir sus objetivos políticos. Digamos que el destino y las condiciones creadas por el porfirismo le otorgaron a Alamillo la oportunidad de intentar --por lo menos-- cortar de un tajo la vida política de Enrique 0. de la Madrid, quien gracias a la maquinaria política de don Porfirio, pretendía perpetuarse en el gobierno. Alamillo encontró en este hecho sangriento los tintes dramáticos que necesitaba para quitar del camino a su rival. Sin miramientos y gracias a su gran influencia en los medios periodísticos de la ciudad de Guadalajara, Alamillo logró que sus colegas periodistas publicitaran con lujo de detalles, el crimen de Tepames añadiendo un “dato” importante a los hechos comprobables: la presunta participación “intelectual” del gobernador en el percance. Así el “horripilante” asesinato cometido en las personas de Marciano y Bartolo Suárez fue conocido en todo México (y particularmente en el Castillo de Chapultepec) gracias a la labor desplegada por los más importantes diarios de la capital jalisciense. Particularmente importante fue, como digo, la forma en que los periodistas lograron involucrar en el asunto al gobernador de Colima: “De la Madrid simbolizaba. entonces el blanco político a la disposición de los principales periódicos tapatíos opositores al régimen porfirista. El crimen de San Miguel [de Tepames fue la oportunidad brindada para manchar, de una vez por todas y para siempre, la imagen pública de Enrique 0. de la Madrid”.2 ‘Ni tardos ni perezosos y para asegurarse que el daño hecho en la persona de Enrique 0. de la Madrid sería irreparable, acudieron los periodistas de Guadalajara a la madre de los asesinados, tomándola como bandera en contra de las injusticias del régimen de la Madrid en tierras colimenses: Donacianá Orozco viuda de Suárez era el estandarte simbólico de la madre abandonada, maltratada, herida, menospreciada, valida de esfuerzos propios, profundos, para la consecución, sin frutos, de la justicia. Y De la Madrid representaba el papel de corrupto, encubridor, amigo personal de uno de los peores asesinos sueltos por las empedradas calles de Colima. Llegaría Donaciana su anhelo? Esta sería tarea, por supuesto, de la prensa tapatía. Y lo fue. Los periodistas lograron que el presidente Díaz recibiera a Donaciana Orozco, asegurándole que se haría justicia “y que se obligaría al gobierno de Colima a sincerarse ante la opinión pública, de los cargos que le hacía la prensa de todo el país”.4 Donaciana al llegar de regreso a Colima, proveniente de la ciudad de México, se entrevistó con De la Madrid y éste le dio una carta de “recomendación amplia para la autoridad de dicho pueblo [de Tepames] a fin de que le prestase toda clase de garantías y ayuda”.5 Por su parte De la Madrid pidió a Díaz enviara un juez a Colima para que, con imparcialidad, juzgara a quien se encontrara culpable del crimen. Tan sorprendido se encontraba De la Madrid, al 2. Servando Ortoll. “La vendetta de San Miguel”, mecanos criíto inédito, p. 2. 3. Ibíd., p. 4. 4. Emilio Rodríguez Iglesia. El crimen de /os Tepames (México, B. Costa-Amic, 1975). p. 134. Citado por Servando Ortoll. En Ibíd.. p. 24. 5. México, DF. Universidad Iberoamericana. Centro de Información Académica. Acervos Históricos. Colección Porfirio Díaz (en adelante APDI. Caja 16. Legajo 34, Doc. # 007746. Carta de Enrique 0. de la Madrid a Porfirio Díaz. Colima, 18 de mayo de 1 SOS. Carta citada en Servando Ortoll, “La vendetta de San Miguel”, p. 27.. parecer, de que se le achacara a él, en lo personal, la autoría intelectual del crimen. Díaz argumentó que de cumplir el deseo de la Madrid, se estaría desdiciendo de la confianza que él había depositado en la persona del gobernador de Colima. Finalmente y bajo las constantes demandas de la Madrid, Díaz accedió a enviar a Colima a Eduardo Xicoy, para que se encargara de desentrañar el asunto que ya tomaba proporciones gigantescas. Contrario a lo que el gobernador hubiera esperado, sin embargo, Xicoy empezó a trabajar con la hipótesis de que el gobernador estaba realmente involucrado en el asesinato doble de Tepames, y cuestionó cada vez más la actuación del gobernador en el asunto de Tepames: La misión de Xicoy, que duró tres meses justos, presenta varias lecciones importantes que no debemos soslayar. Es interesante ver, en el caso del magistrado enviado por Díaz a Colima, cómo fue cambiando paulatinamente su interés, de querer aclarar todo lo referente al autor material del crimen, a buscar con ahínco a, su autor intelectual. En esta búsqueda, como hemos visto, involucró (y dañó) la reputación de varios funcionarios públicos, mismos que, al enterarse por varios medios que las actividades de Xicoy podrían lastimar seriamente su imagen pública, empezaron a obstaculizarlas, para luego, y a manera de revancha, dañar la postura (e imagen) del jurista ante los ojos de Díaz. Este, a su vez, al ver que la continuidad del poder local podía verse afectada, de seguir las investigaciones sobre el crimen de Tepames, decidió poner fin a la misión de Xicoy La complicación más grave tuvo que ver con el jefe de la policía de Colima Darío Pizano. Pizano fue quien estuvo al frente de la partida que dio fin a los hermanos Suárez. Dada la presión política desatada tras el asesinato, Pizano acabó en la cárcel. La lectura de sus declaraciones es importante porque tarda meses en “confesar” que hubo lazos entre el gobernador y la consecución del asesinato. Esos largos meses que pasó el ex-jefe de la policía en presión seguramente lo convencieron de que las cosas en su patria chica habían cambiado. Ya no tenía la 6. Servando Ortoll, “La vendetta de San Miguel”, p. 69. influencia de antes ni padrino que lo sacara del apuro en que se había metido. Su siguiente paso fue declarar, de manera abierta, que De la Madrid mismo le había ordenado acabara con los Suárez: Una y otra vez lo repite. [...] recibió órdenes de asesinar a los Suárez en una de dos combinaciones: haciéndolos enfrentarse con los Anguiano -sugerencia de [Carlos] Meillón-- o matándolos aplicándoles la ley fuga (preferencia de la Madrid). Pizano los mata cumpliendo indicaciones y sus superiores, frente a la gritería política, cuyos ecos se oyen desde Guadalajara, se van hacia el trasfondo y dejan que Pizano se defienda como pueda para salir bien librado del juicio que se estructura en su contra y, cuando se percatan que Pizano está haciendo declaraciones perjudiciales, urden diferentes tramas, entre ellas, que otros participantes declaren en contra del excomandante. Pizano fue condenado a 18 años de prisión. Pero antes de ser internado en ella, se encargó de manchar la imagen de la Madrid (actuando así a favor de Alamillo) y de Carlos Meillón, el prefecto político de Colima. Por su parte, De la Madrid logró salir del atolladero en que lo metió la prensa tapatía gracias a la mano paternal que le tendió Díaz. Fue dentro de ese nuevo reacomodo de cosas que la reelección de la Madrid no ni parecía remota ni imposible. Todo esto precisamente porque cuando el escándalo del crimen de Tepames estaba en el centro de la tormenta --y del país--, y De la Madrid se encontraba tambaleante en la cuerda floja, Díaz (el Dios todopoderoso y todo conocedor) rehusó ver caer en el abismo a De la Madrid y le quitó del camino al enemigo más encarnizado y más peligroso que tenía: J. Trinidad Alamillo. Díaz estaba perfectamente informado de las actividades eleccionistas y antidelamadristas de Alamillo. Seguramente quiso ver hasta dónde estaba dispuesto de ir el ex-prefecto político colimense. Díaz vio entonces que Alamillo estaba dispuesto a todo. Y aunque quizá esta última parte de la historia la vio Díaz 7./Ibíd.., p. 181.. con agrado, no podía permitir que la tormenta desatada por el propio Alamillo le arrebatara de las manos el control sólido y firme que, durante casi tres décadas había sabido mantener sobre todo México (incluyendo a Colima y Guadalajara). En contestación a una al parecer dura reprimenda por parte de don Porfirio, Alamillo escribió: “el Gobierno del Estado no tendrá de qué molestarse más de mí ni yo estaré ya expuesto á que se me juzgue en algún sentido desfavorable que pudiera perjudicarme por una mala interpretación”.* En otra misiva al presidente de la república Alamillo informó: “Es un deber de mi parte, comunicarle á Ud., como tengo el honor de hacerlo”, reiteró, que “por fin he logrado traspasar mis Talleres tipográficos y el negocio periodístico de la ‘Gaceta de Guadalajara’ que me tenían obligado á estar permanentemente en esta ciudad”.9 Después de supuestamente traspasar su periódico para mudarse de Guadalajara a la capital de la república, Alamillo escribió otra carta a don Porfirio: “En su oportunidad” recordó Alamillo a Díaz, “participé a Ud. el traspaso de mi negociación periodística establecida en esta ciudad. Hoy le comunico que ya estoy terminando de vender todos los muebles de mi casa y otro objetos para cambiar mi residencia á esa capital, cumpliendo así mi ofrecimiento de retirarme de Jalisco para evitar y evitarme molestias”. ‘0 Efectivamente, Alamillo se retiró. Prefirió no contrariar más al presidente Díaz. El daño ya lo había hecho al poner en entredicho la reputación de la Madrid. Diez meses después Alamillo realizó el primer intento definitivo por obtener el asiento de palacio de gobierno de Colima. 8. APD. Caja 12. Legajo 34. Carta de J. Trinidad Alamillo a Porfirio Díaz. Guadalajara, 28 de abril de 1909. Citado por Servando Ortoll en las conclusiones de “La Vendetta de San Miguel”, p. 186. 9. APD. Caja 12. Legajo 34, Dow. #0057/1-0057112. Carta de J. Trinidad Alamillo a Porfirio Díaz. Guadalajara, 28 de abril de 1909. 10. APD. Caja 30. Legajo 34, Doc. #014535. Ca rta de J. Trinidad Alamillo a Porfirio Díaz. Guadalajara, 2 de septiembre de 1909.. El primer intento Como hemos visto, para 1909 Alamillo era un político consumado. Su cambio de domicilio, lejos de tener como finalidad complacer al presidente Díaz, tuvo que ver con su campaña política. Alamillo se trasladó al Distrito Federal donde comenzó a hacer --con la venia del presidente ll-- campaña electoral para las elecciones gubernamentales en Colima. Esto fue lo que dijo Alamillo: Es el caso, Señor Presidente, que haciendo uso de la autorización que Ud. se sirvió otorgarme para el asunto de Colima, [sic] fui en seguida á una hacienda que está situada en los límites de aquel estado y ahí hablé con tres ó cuatro amigos que ocurrieron á verme, autorizándolos á mi vez para que de manera prudente hicieran propaganda verbal de mi candidatura y que pasadas las elecciones generales emprendieran trabajos más formales. Así lo hicieron con los mejores resultados que pudieran esperarse y me acaban de remitir diez cuadernos de la capital del estado y uno de cada pueblo declarándome candidato al Gobierno de aquella Entidad.12 Así fue cómo Alamillo dejó de lado su ataque frontal en contra de la Madrid13 y se dedicó a hacer política. Por su parte las rancias familias colimenses, a través de algunos de sus miembros como Manuel Álvarez, Salvador M. Ochoa, Vicente Alfaro y Roberto F. Barney, dejaron oír su voz pidiendo al generalísimo Díaz un cambio radical en la administración local. Después de la petición dirigida a Díaz por este grupo de colimenses, se presentó en Colima J. Trinidad Alamillo, ll. Al menos esto fue lo que Alamillo indicó a sus coterráneos. Un grupo de colimenses, interesados en la política de su estado, escribió a Díaz para informarle que habla ido a Colima “el Sr. Trinidad Alamillo. manifestándonos que tenía plena autorización de usted [sic] para hacer sus trabajos, en el concepto de que contaba con el apoyo de usted y su aprobación, pues que es la persona designada por usted para ocupar el puesto de Gobernador del estado en el próximo periodo constitucional”.APD. Caja 19. Legajo 35, Doc. #009203. Carta de M.R. Álvarez, S.M. Ochoa, R.F. Barney y Vicente Alfaro, a Porfirio Díaz. Colima, 1 de julio de 1910. La anterior información concuerda con lo que Torres Quintero afirmó respecto a cómo J. Trinidad Alamillo le avisó que era él el “afortunado candidato de D. Porfirio”: “Te vengo á participar, me dijo, que el Sr. Presidente de la República me ha mandado llamar para tratarme el asunto de Colima, y espontáneamente me ha ofrecido el Gobierno del Estado”. Véase Gregorio Torres Quintero. Apuntes sobre la última campada electoral. La revolución falseada El actual gobierno de Colima es anticonstitucional, México. Imprenta de A. Carranza e hijos, 191 1, p. 7. 12. APD. Caja 21. Legajo 35, Doc. #O1O 13. Carta de J.T. Alamillo a Porfirio Díaz. México, 27 de julio de 1910. Citado en Servando Ortoll, “La vendetta de San Miguel”, p. 187. 13. Servando Ortoll, “La vendetta de San Miguel”, p. 186-l 87.. asegurando que él era el elegido por don Porfirio para conducir los destinos de estas tierras de cocos y palmeras. Con las reservas que debía guardar el caso, los colimotes, incrédulos y atendiendo a “la personalidad del Sr. Alamillo y sus antecedentes, que se nos dice ser poco honrosos”,14 preguntaron al presidente si el bueno era Alamillo. No se sabe qué contestó Díaz, pero si que sin perder tiempo los más incrédulos se alinearon al lado de Alamillo y, a través de la Convención Electoral Colimense, se lanzaron a la arena política. Lo cierto, sin embargo, y con base en los documentos que tengo a la vista, es que Díaz no se pronunció realmente por nadie. En respuesta a una misiva de Alamillo, Díaz le dice: “mi actitud no debe ser otra que la de simple espectador en la política que se desarrolla en Colima a cuyo pueblo compete exclusivamente la designación de sus mandatarios”.15 ¿Qué pensaba hacer el generalísimo en el caso de Colima? Por supuesto no iba a sacarle la silla a De la Madrid. Alamillo había despertado temprano, y podía quedarse un tiempo en la sala de la espera electoral. Pero la dictadura no era eterna ni tampoco lo era la paciencia de Alamillo. El tiempo y los maderistas se encargaron de por completo las cosas en Colima. Los ex-amigos de la Madrid, que renegaron de éste después del crimen de Tepames, vieron en Alamillo un candidato con todas las de la ley --al menos las de don Porfirio--. Por su parte Alamillo se creyó lo del favor de Díaz, y puso mucho de su ánimo en la naciente campaña política. De inmediato publicó su célebre programa de gobierno fechado en Colima en agosto de 1910: Tengo la satisfacción, al declarar formalmente que acepto la candidatura con que se me distingue, de hacer público el programa de gobierno que habré de 14. . APD. Legajo 35, caja 19. Doc #009203. M.R. Álvarez, S.M. Ochoa, R.F. Barney y Vicente Alfaro, a Porfirio Díaz. Colima, 1 o. de julio de 1910. 15. APD. Caja 21. Legajo 35, Doc. # 101 19. Carta de Porfirio Díaz a J. Trinidad Alamillo. México. 29 de julio de 1910.. seguir en el caso de ser favorecido con el voto popular para desempeñar tan elevado cargo; programa que inspira mi más ferviente y decidido anhelo por el progreso de Colima y el conocimiento que como hijo del Estado tengo de sus necesidades y de los elementos que pueden aprovecharse para su desarrollo y adelanto protestando desde ahora dedicar 6 esos fines todos mis esfuerzos, todas mis energías y todo mi patriotismo. Pondré ante todo especial esmero en secundar la sabia política del señor *Presidente de la República, General D. Porfirio Díaz, asegurando por completo el orden y la tranquilidad.16 Alamillo, para ahora viejo sabedor de los vaivenes políticos advirtió lo siguiente, de manera profética: Mas si por circunstancias imprevistas, me fuere imposible durante el período de mi administración, convertir en realidad mis buenos deseos, me cabrá al menos la íntima satisfacción de haber cumplido con mi deber, procurando por todos los medios posibles, el engrandecimiento del Estado, y dejaré á mi sucesor la tarea de terminar la obra emprendida, aprovechando lo bueno que encuentre de mi labor y desechando lo malo, retirándome tranquilo después de haber puesto los medios prácticos con la mejor voluntad y buena fe para hacer algo útil y duradero en pró de los intereses de mi Estado natal.17 A última hora De la Madrid logró el sí del viejo general. Y los pocos amigos que aún conservaba lanzaron su candidatura alegando “como un deber de patriotismo que la elección de Gobernador para el Estado recaiga en una persona que á su profunda ilustración, dedicada cultura y don de Gobierno, una el más intenso amor á la libertad, al progreso y á la práctica de la Democracia”.18 La Convención Electoral Colimense tuvo que hacer un mutis rápido y aguardar mejores tiempos (menos peligrosos y más libertarios para proseguir con la candidatura de Alamillo). Se retiraron no sin antes hacer público “un grito de unánime protesta” por la al parecer inminente reelección de la Madrid. Así en la excitativa “Al pueblo colimense” --sin fecha y firmada únicamente con la leyenda “Varios 16. APD. Caja 21. Legajo 35, Doc. #010114. J. Trinidad Alamillo al pueblo colimense, agosto de 1910. 17. Ibíd.. 18. Archivo de Servando Ortoll (en adelante ASO). Desplegado del Club Central Relacionista. Colima, 15 de septiembre de 1910.. Colimenses”-- dijeron en los límites de la cordura que Díaz no podía “ser el sostén de un hombre funesto para Colima, quien en mala hora escaló el Poder, puesto que su gestión administrativa ha sido una cadena de desaciertos y tropelías”.19 Y con el sabor amargo de la decepción don Trinidad decidió enfrascarse, una vez más, en sus labores periodísticas que había abandonado en 1909. La Gaceta de Guadalajara En mayo de 1911, tras una ausencia de dos años don Trinidad, volvió al oficio del periodismo. Una vez vencido el plazo de arrendamiento de La Gaceta de Guadalajara, a El Diario de México. Regresó el periodista Alamillo con nuevos bríos proponiéndose: “Darle mayor impulso del que anteriormente llegó a tener, para hacer de este periódico una publicación digna del público lector y de la importancia de Guadalajara”.20 Según sus propias palabras, Alamillo haría resurgir La Gaceta de Guadalajara. Para ello la mejorarla: Tanto en su forma como en su fondo: su impresión y formación serán limpias y bien cuidadas, su material informativo tendrá las cualidades de los diarios modernos: eficaz, oportuno, completo y abundante, y su programa periodistico estará basado en una completa independencia dentro de los límites de la honradez, de la justicia y de la prudencia. La energía y la actividad en la acción serán nuestro lema en servicio del público que nos favorece y con cuya única ayuda contamos.21 El señor Alamillo, desempeñándose como director, editor y propietario, tuvo seis meses para levantar su Gaceta. Y en una de las tantas ediciones, se permitió, como director, opinar acerca de lo que en realidad era la receta para modelar a los Políticos de aquellos tiempos: 19. ASO. Varios colimenses, “Al pueblo colimense”. Sin fecha. 20. “Re surgimiento de ‘La Gaceta de Guadalajara’“, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara). 1 de mayo de 1911, P. 1. 2 1. Ibíd ... La política, como es cosa tan sencilla y de fácil aprendizaje al menos según la entienden muchos de nuestros conspicuos ciudadanos, se ha hecho accesible á todos los intelectos y á todas las voluntades. No se necesita más que una buena provisión de osadla, mucha verba y poca circunspección, para lanzarse por esos mundos de Dios, proclamando algún principio, haciéndole la barba á tal ó cual personaje de suposición y dándole furibundos descalabros al buen sentido. Por eso el que habla más y más recio, el que no se inmuta ante la rechifla de las multitudes, ni hace aprecio de la verdad, ni se preocupa [...l *casi puede decirse que se ha hecho ya profesión de la política: y no hay quien no aspire á tomar por su cuenta la dirección de la “cosa pública” [. ..].22 Como resultado de la acción de los hombres dedicados a la “cosa pública”, se descuidaba, a su entender, “el cumplimiento de las obligaciones”: Por atender a la cuestión política, nadie se cuida del cumplimiento de sus propias obligaciones, así sea un alto empleado del gobierno o un humilde menestral; y así anda la cosa en oficinas públicas, corporaciones, sociedades y talleres, ni más ni menos que si se hubiere puesto punto final á todo lo que se relaciona con el cumplimiento de nuestros deberes de ciudadanía y de hombres de trabajo.23 Y a propósito de obligaciones, don Trinidad también incursionó en el negocio de la masa a la par que se ocupaba del periodismo. Y atacando a la competencia, dirigió toda una campaña a trav6s de las páginas de La Gaceta de Guadalajara, para promocionar su nuevo negocio. Cito el anuncio del 17 de septiembre de 1911: “Los falsos molinos verdes que ha instalado últimamente la compañía de los monopolios y la envidia, son de mala fe, y sólo tratan de explotar á los pobres. Nos hacen la guerra para aniquilar nuestro negocio y subir los precios”.24 Al fin pareciera que la masa no estaba peleada con la letras: había que convencer a los tapatíos de no moler su nixtamal en los “molinos verdes” que estaban en Cruz Verde #71: “Ocurran á los Molinos de ‘La Gaceta’ estos son de buena fe y dan maza bien molida, barata, limpia y cabal”.z5 Dejo el negocio de la masa para 22. “Mucha política y poca ocupación”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), ll de septiembre de 191 1, p. 2. 23. Ibíd.. 24. “Molinos de La Gaceta” La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 17 de septiembre de 1911, p. 2. 2 5 . Ibíd ... concluir este capítulo mencionando que, mientras tanto, al movimiento revolucionario ya no lo detenía nada, ni nadie. Seguramente don Porfirio fue de los primeros en saberlo. Las medidas que tomó para apaciguar la insurrección no tuvieron éxito alguno. El poder, poco a poco, se le escurría de las manos. Su gobierno, viejo y debilitado, empezó a agonizar. Y esta inminente muerte le otorgó a don Trinidad la oportunidad que buscaba para convertirse en candidato al gobierno de su patria chica. De las andanzas, los decirles y los hacerles en las elecciones de 191 1 en Colima, nos enteraremos en el siguiente capítulo.. Capítulo 3: La lucha por la gubernatura del Estado: cómo J. Trinidad Alamillo “derrotó” al profesor Gregorio Torres Quintero La dictadura y el dictador no eran eternos. La revolución llegó y sacudió los cimientos de la política en México. El tiempo estaba contado para don Porfirio, a pesar de que en el mes de abril de 1911, declaró que “si á la Cámara de Diputados se presentase alguna iniciativa encaminada á prohibir la reelección, él le prestaría todo su apoyo”.’ Por lo tanto en Colima, Enrique 0. de la Madrid, si había entendido las palabras de don Porfirio como dirigidas igualmente a él y a todos los que como él hasta ahora habían planeado reelegirse, bien podía renunciar a su intento y a su empeño por permanecer un periodo más en la gubernatura. Y eso fue precisamente lo que hizo. Así, el 2 de mayo La Gaceta de Guadalajara no perdio oportunidad de proclamar a los cuatro vientos que De la Madrid desistía de reelegirse: El Gobernador del estado de Colima, licenciado Enrique 0. de la Madrid, cuya reelección se había proclamado por los elementos oficiales de aquella misma entidad federativa, acaba de lanzar un manifiesto dirigido “Al pueblo 1 . Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campaña electoral. La revolución falseada. El actual gobierno de Colima es anticonstitucional (México. Imprenta de A. Carranza a hijos, 1911), p. 14.. colimense en general y á los club relacionistas del estado en particular” renunciando á la candidatura que de antemano hubiera aceptado con el propósito de continuar en el poder en el próximo período constitucional. El acto del referido gobernante colimense es en realidad, consecuencia directa de las necesidades públicas y de las aspiraciones y tendencias del pueblo mexicano que no quiere ya más reelecciones de sus mandatarios, según se ha venido proclamando en todos los tonos desde la publicación del último mensaje presidencial.2 De la Madrid cayó a tiempo en la cuenta de que la gubernatura se le escapaba como agua entre los dedos. En tono resignado y fatalista, afirmó haber pensado que era su deber aceptar los ofrecimientos de sus partidarios porque se reeligiera por segunda vez, pese a la idea original “que siempre había tenido de no aceptar una segunda reelección, por abrigar la creencia de que la continuación dilatada de un gobernante en el poder, salvo en casos excepcionales, produce el cansancio de los gobernados”.3 El “eterno pretendiente” y el “prestigiado educador” A partir de las declaraciones de la Madrid, se dijeron muchas cosas sobre candidatos y candidaturas. Se barajaron nombres de posibles aspirantes a la gubernatura de Colima. Estos nombres fueron repetidos de boca en boca, de periódico en periódico.. . Que si Francisco Robles o J. Trinidad Alamillo, que si Gregorio Torres Quintero o Blas Ruiz y Ramón González Suárez o Máximo Aguilar...4 A este propósito fa Gaceta de Guadalajara opinó: “los colimenses se disponen a la lucha electoral, con entusiasmo de parte de unos, con recelos de parte de otros, y con timidez por ciertos grupos que no se animan á proclamar en 2. . “De la Madrid ha renunciado formalmente. Un manifiesto al Pueblo Colimense y á los club Relacionista de aquel Estado”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara). 2 de mayo 1911, p. 7. 3. . Ibíd.. 4. “Candidatos para el Gobierno de Colima”, H Globo (Guadalajara), 2 de mayo 1911, p. 1.. alto sus aspiraciones”.5 Lo cierto es que, pese a todo el escándalo político solo se atrevieron a entrarle a la contienda J. Trinidad Alamillo, el “eterno pretendiente” a la gubernatura y Gregorio Torres Quintero, el “prestigiado educador”. Los sucesos políticos de última hora, le brindaron a Alamillo la oportunidad por segunda ocasión de candidatearse. Gustoso aceptó de nueva cuenta su postulación. Así se dirigió a Manuel R. Álvarez: Por la atenta comunicación de Usted, fecha 30 de abril próximo pasado, me he enterado con sumo agradecimiento del acuerdo tomado por la Mesa Directiva que tan dignamente Usted preside [...] de los actos que tenderán á reorganizar formalmente los trabajos de propaganda que se emprenderán de nuevo en mi favor para que ocupe la primera Magistratura del Estado.6 La Convención Electoral Colimense --a la cual pertenecían Manuel R. Álvarez, Salvador M. Ochoa, Ignacio Padilla, Manuel Álvarez García, Isaac Padilla, Roberto F. Barney, Ignacio Gamiochipi, Miguel García Topete, Teodoro Padilla, Pedro A. Rodríguez, Ismael Bracamontes, Odilón Ayón y Ponciano Dueñas7--, quiso recuperar el tiempo perdido. Dio a conocer a los simpatizadores de Alamillo la reorganización de la campaña en su favor. El periódico EJ Correo de Colima, con el propósito de apoyar la candidatura alamillista, bajó el precio de sus ejemplares. No estuvo de más recomendar a los Alamillistas --y así lo hizo La Gaceta de Guadalajara-- guardar “el mayor orden, que no se ofenda persona ni circulo alguno, ni mucho menos se falte el respeto debido a las autoridades”. De dientes para fuera, los alamillistas dijeron desde las mismas páginas: “aspiramos á un orden de cosas ajustado estrictamente á la Ley”.8 Más tarde esta conseja sería tirada al olvido. 5 . “Colima se apresta a las elecciones”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 5 de mayo de 191 1, p. 1. 6. Ibíd. 7. . Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campaña electoral, p. 13. 8. “Manifiesto al pueblo colimense”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 7 de mayo de 1911, p. 1.. Por su parte, Torres Quintero le entró al pleito por la gubernatura, para no permitir --como él mismo lo dijo-- que un porfirista como Alamillo tuviera las riendas del poder en Colima en tiempos revolucionarios. Poco después Torres Quintero recordaría lo que pasó por su mente en aquellos momentos: Pero Alamillo es científico, me decía para mis adentros; Alamillo y los suyos protestaron contra la revolución; la candidatura de Alamillo data de los tiempos de la consigna; ahora estamos en plena revolución; el pueblo quiere sufragio efectivo, quiere libertades políticas, pelea por el advenimiento de la democracia. Alamillo ya no encaja bien con la época. [...] La revolución rechaza á Alamillo. Colima no puede tener un Gobernante con estos antecedentes. Es indispensable luchar. Si no hay quien se le enfrente, yo me le enfrentaré.9 El profesor Torres Quintero recibió el apoyo del Círculo Democrático –que prekan Blas Ruiz, J. de Jesús Orozco, Alfredo Levy, Manuel D. Díaz, Francisco Santacruz Ramírez y Manuel Ceballos--lo y por El Club “Ramón R. de la Vega” presidido por Carlos Peregrina, grupo este último formado, en su mayoría, por profesores de instrucción pública. l1 Para difundir el programa de gobierno de Torres Quintero, se creó el periódico La Aurora Democrática. Ambos candidatos, como podrá suponerse, tenían sus bases de apoyo en los grupos oligárquicos de Colima. Torres Quintero contaba, además, con el favor muchos de miembros del magisterio. Ambos candidatos, desde sus diferentes perspectivas, proponían encaminar al estado colimense por la senda del progreso. Alamillo ofreció acabar con los abusos de los caciques, atender a los desamparados indígenas y formar un cuerpo de seguridad ejemplar, “con un personal idóneo y de notoria honorabilidad”, para que mantuviera la paz y la tranquilidad públicas, “a resguardo de los intereses de los particulares y las garantías 9. . Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campaña electoral pp. 17-l 8. 10. . Colima. Archivo General del Gobierno del Estado de Colima (en adelante AGGEC). Legajo 990, “Documentos históricos de la Revolución Mexicana, 191 O-l 913”. 11.Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campaña electoral, p. 20.. individuales”, haciendo obvia mención a los abusos cometidos en el doble crimen de Tepames. Alamillo se preocupó además por el desarrollo de la instrucción pública, de la agricultura, del comercio, del mejoramiento de caminos y de transportes, y de la creación de una feria o exposición anual que sirviera para comerciar los productos agrícolas de la región. Por su parte Torres Quintero buscaba establecer el principio de la no reelección de los funcionarios (haciendo clara referencia a don Enrique 0. de la Madrid, quien se había reelegido más de una vez como gobernador). Igualmente, Torres Quintero daba gran importancia a la legislación: a través de la reforma y de la creación de leyes proponía proteger a la clase trabajadora, impulsar el comercio y fortalecer la industria. También pretendía Torres Quintero dotar de autonomía a los municipios, reformar la administración de justicia estableciendo “un jurado popular y [creando un] cuerpo de defensores de oficio”. Ofrecía también respetar las garantías individuales y los derechos constitucionales. Planeaba perfeccionar y ampliar la instrucción pública, para que en cada rincón del estado hubiera una escuela, y que la educación llegara a todos los niños colimenses. Las elecciones de 1911, como era de esperarse, dividieron a los colimenses en dos bandos. Cada cual quería tener de su lado al que ostentara el poder gubernamental. Todo parecía estar preparado para el inicio de la contienda electoral en Colima, y esto le quitó el sueño a más de alguno. Un editorial aparecido el 12 de mayo en El Regional (coincidiendo con las ideas de Torres Quintero) puso en relieve la filiación porfirista de Alamillo y la inconveniencia de su candidatura, afirmando además que los colimenses tenían la obligación de luchar para tener gobernantes con nuevas energías y nuevos planes sin “ligas ni contacto con los. que sirvieron durante un sistema que creara el caciquismo é implantara el abuso.12 La candidatura de Alamillo según El Regional significaba volver “al viejo sistema de gobierno”, que tiraba por la borda las primeras conquistas de los revolucionarios. Por su parte El Globo de Guadalajara, dijo lo siguiente acerca de los candidatos: “Ojalá que no se les enturbie el agua y que no les pase lo que ya les ha pasado á dos Estados: que [Francisco 1.1 Madero les arrugue el entrecejo”. Y sobre las elecciones, expresó el mismo periódico: “ese movimiento electoral, es ya un paso que merece nuestro elogio“. l3 Con apuestas, entredichos, pronósticos y augurios encima, ambos candidatos viajaron hasta la ciudad de las palmeras, para dar el banderazo a su campaña. Torres Quintero puso pie en tierra colimense el jueves ll de mayo. Fue recibido por sus partidarios y también por los de Alamillo. Torres Quintero, instalado en uno de los balcones de la casona de don Blas Ruiz, intentó hablarle al pueblo, pero un grupo de gente, pagada por los alamillistas, le impidió hacerlo. La crónica del primer día de campaña quinterista es de El Regional: Por el tren de México arribó á ésta el Sr. Torres Quintero, que fue recibido con entusiasmo por sus partidarios, quienes tuvieron que sufrir el desenfreno de los alamillistas, pues algunos de los jefes de este partido entre una turba de chiquillos lanzaban vivas al Sr. Alamillo, y con una gritería espantosa, indigna de un pueblo que ejercita sus derechos, impedían el uso de la palabra al Sr. Torres Quintero, quien sobreponiéndose á todo aquel desorden logró hacerse oír, habló al pueblo de manera tan correcta y convincente que la mayoría de los circunstantes lo aplaudió frenéticamente.14 Pese a que el camino estaba allanado para las elecciones en Colima, los alamillistas políticos de gran colmillo, propinaron a los quinteristas el que sería el 12. . “La candidatura de Alamillo no debe ser aceptada por los colimenses”, f/ Regional (Guadalajara), 12 de mayo de 1911, p. 1. 13. , “La política en Colima”, 8 Globo (Guadalajara), 16 de mayo de 1911, p. 2. 14. “Torpes manejos de los alamillistas en Col.“, El Regional (Guadalajara), 16 de mayo de 1911, p. 3.. primer golpe bajo. 0 lo que es lo mismo, inauguraron una nueva costumbre de hacer política a la colimense. Torres Quintero escribió --meses después-- acerca del inicio de su campaña: “Al dejar el balcón exclamé entre mis amigos: ¡Yo no me imaginaba así la lucha! Me la figuré leal, como los principios de la Revolución la quieren. Pero está recogido el guante. ¡No hay que arredrarse! El enemigo dio a conocer sus armas. Esto ha sido bueno para nosotros. A la lucha, pues, y á enfrentarse con el peligro!“15 Por su parte Alamillo recordó sus viejas prácticas para borrar del mapa a sus enemigos: la letra escrita. Seguramente inspirada por él, apareció una nota “especial” en La Gaceta de Guadalajara donde se afirmó que el recibimiento hecho a Torres Quintero había sido “un fiasco”. La misma nota subrayaba, en cambio, que Alamillo había sido vitoreado sin disimulo. A los alamillistas les bastó el primer acto de campaña de sus contrincantes, no para pronosticar, sino para asegurar el fracaso de los trabajos electorales de Torres Quintero. l6 De eso se asegurarían los miembros de la Convención Electoral Colimense. Ya en los avatares de la campaña electoral Torres Quintero tuvo que pasar por un verdadero via crucis --aunque no con siete caídas--. Con sangre fría presenció el sábado 13 de mayo un mitin en el teatro Santa Cruz, donde los alamillistas volvieron hacer de las suyas. Al día siguiente se fue el profesor a ganar adeptos a Cuyutlán; el 16 de mayo estuvo en Tecomán donde sus contrincantes ya le habían reservado una nueva sorpresa: habían hecho todo lo posible para que el pueblo no lo escuchara. El 17 llegó a Coquimatlán; el 18, día que cambiaría el curso de la historia colimense, visitó la hacienda de La Magdalena. En contraste don Trinidad tuvo a bien aparecer en Colima el 14 de mayo. En el teatro Santa Cruz, entre acordes de música y dis- 15. Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campaña electoral, p. 22. 16. . “La recepción a T. Quintero. Fue un fiasco como el de los corralistas en Guadalajara. Alamillo es vitoreado”, La Gaceta de Guadalajara. 13 de mayo de 1911, p. 1.. cursos, Alamillo dio “lectura a un programa privado de gobierno”.17 Nótese el calificativo del programa. El calificarlo de “privado” significaba además que el programa sólo podía ser conocido y reconocido por Alamillo y su partido. Para Alamillo el 14 de mayo el recibimiento de que fue objeto (entusiasta y cariñoso por parte de los colimenses, según el decir del periódico de su propiedad), coronó su día. La manera en que los colimenses se comportaron en esa ocasión, de ser exacta la reseña que hizo La Gaceta de Guadalajara, debió ser un acto que no puede echarse fácilmente al olvido : Una cabalgata como de 500 charros desfiló detrás de la comitiva rumbo al centro de la población, en el más correcto orden, hasta llegar á la plaza de la libertad. Alamillo, cuando descendió del tren en que viajaba, fue conducido por una comisión de la Convención Electoral, al carruaje que había de llevarle á la casa del señor Álvarez. Algunos hombres del pueblo pretendieron entonces desenganchar los caballos que tiraban del coche, pero el señor Alamillo, no pudo permitir tal cosa, y prefirió descender del carruaje para continuar á pie en medio de la multitud que lo aclamaba con delirio.18 El elocuente redactor no escatimó detalles en su nota periodística. Parecería como que se jugaba el empleo en el intento: Las multitudes, cerca de cinco mil personas, entraron hasta la plaza de la Libertad, detrás del candidato y desfilaron en el más correcto orden, sin haberse registrado la más ligera nota discordante. Alamillo apareció por uno de los balcones de la casa del señor Miguel V. Álvarez, en el portal Medellín, y arengó al pueblo manifestándole su gratitud por la espléndida manifestación de que era objeto. Después de terminada la sesión de la Convención electoral Colimense el candidato Alamillo fue conducido al alojamiento que se le había preparado y el pueblo siguió tras él lanzándole aclamaciones de entusiasmo, 17. “Alamillo empieza su jira democrática”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 17 de mayo de 1911, p. 2. 18. . Ibíd. Torres Quintero, otro testigo presencial de los acontecimientos, los interpretó, por razones por demás obvias, de manera totalmente distinta:‘“Cuando Alamillo llegó y subió al coche enflorado, el pueblo (?) se agolpó disputándose el honor de saludarlo, y sobre todo, el honor de sustituir á los caballos que tiraban del vehículo. Los que harían de bestias, ya estaban designados con anticipación. Pero á última hora hubo competencia. ¡Con ello se ganaban algunos tragos más de tequila!” Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campaña electoral, p. 24.. continuando con un vitor por las calles de la población acompañados de las músicas, hasta las once de la noche.19 Alamillo, con el triunfo embolsado en su primer día de campaña, se dirigió el 15 de mayo a recorrer Coquimatlán; el 16 llegó a Tecomán; estuvo en Cómala el 17 y la revolución colimense ¡lo sorprendió ? el 18 de mayo en Manzanillo. Como más vale prevenir que lamentar, Alamillo pensó que con De la Madrid de gobernador las elecciones podían tomar rumbos inciertos. En consecuencia debió con seguridad proponer a sus seguidores a que se organizaran para hacer una revolución “a lo colimense” y asegurar de esta manera la gubernatura a su favor. Es decir, uso las armas del periodismo primero y luego de la política en contra de De la Madrid para no dejar que la gubernatura se le escapara de las manos. Alamillo empezaba así su camaleónica y oportunista disposición política. La moda del momento era el maderismo y a él se acogió, clamando seguir sus pasos “revolucionarios”. Los alamillistas se ciñeron así la carrilllera y se pusieron el bigote de revolucionarios. Y les achacaron la filiación madridista a los seguidores de Torres Quintero. Cuando el país era un hervidero por la inminente caída del generalísimo Porfirio Díaz, Colima, “la favorita del sol”, apenas se dejó estremecer por algunos revolucionarios dirigidos por Eugenio Aviña que la noche del 18 de mayo de 191 1 se presentaron en palacio de gobierno, y exigieron la renuncia del gobernante, Enrique 0. de la Madrid. La siguiente narración es la de un testigo presencial de los hechos, la nota apareció el 21 de mayo en La Gaceta de Guadalajara: El jueves por la tarde eran esperados en Colima los pronunciados, y como una preocupación se mandó apostar algunos hombres en las azoteas del 19. “Alamillo empieza su jira democrática”, fa Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 17 de mayo de 191 1, p. 2. El 16 de mayo, es decir un día antes de que apareciera la nota citada arriba, lo siguiente apareció en La Gaceta de Guadalajara: “el señor Alamillo arengó al pueblo en breves, pero significativas palabras, siendo de nuevo aclamado por la multitud”. Véase “Alamillo en Colima”, fa Gaceta de Guadalajara (Guadalajara) 16 de mayo de 1911, p. 1.. Palacio de Gobierno y del edificio del Banco Nacional. Los maderistas hicieron su entrada por la calzada Pedro A. Galván, y enviaron aesae luego-a-cuatro emisarios á conferenciar con el Gobernador de la Madrid, conminándole á entregar la plaza, cosa que sin dificultad alguna les fue concedida. Los pronunciados, que eran en número de sesenta mal armados, pues algunos solo llevaban machetes, piedras ó palos, avanzaron entonces hacia el centro de la ciudad, tomando sus cabecillas las debidas precauciones, por si se trataba de hacerles resistencia, pero su entrada fue pacífica y ordenada y solamente se lanzaron vivas á Madero y mueras contra el Gobierno.20 La “Revolución” había llegado y, sin derramar una gota, hecho cambios significativos en la estructura política del estado. Al rápidamente tomar partido y supuestamente “pronunciarse” por los maderistas, los alamillistas se aseguraron que, a la larga, tendrían en sus manos el triunfo electoral. Cierto que no fue , Alamillo sino su cercano aliado, Miguel García Topete, quien habría de quedarse con el puesto de gobernador provisional. Poco le importaban a Alamillo las apariencias, sin embargo, pues sabía que el propio García Topete --miembro de la Convención Electoral Colimense que lo había propuesto de candidato a la gubernatura-- le sería incondicional y le cedería el poder cuando llegara el momento oportuno. Lo importante por el momento para los aIamillistas-en esos momentos fue afirmar que, al seguir a los maderistas, actuaban por el bienestar democrático de Colima. No debe sorprender entonces que hubieran sido los propios alamillistas quienes aseguraron de la Madrid que “el gobernante no prestaba las garantías necesarias para asegurar la libertad y efectividad del sufragio. Colima no podía permanecer inactivo en el movimiento general reformador, y el cambio de gobierno por la fuerza, se impuso de manera incontrastable”.21 Tampoco debe sorprender que los colimenses se encontraran 20. Curiosamente, al terminar el texto del artículo arriba citado, mismo que aparece sin firmar, se encuentra una pequeña nota que habla del regreso reciente de Alamillo de Colima y de su afirmación de “que los informes anteriores son enteramente verídicos y exactos”. Esto que me hace suponer que fue el propio Alamillo el autor del artículo que reseñaba la toma de Colima. Véase “La toma de Colima por los maderistas. Relato de un testigo presencial de los hechos”, La Gatera de Guadalajara, 21 de mayo de 1911, p. 1. 21. . “La verdad en los asuntos de Colima”, La Gaceta de Guadalajara, 29 de mayo de 1911, p. 1.. totalmente confundidos. ¿Eran los maderistas unos y los alamillistas Otros 0 se trataba solamente de alamillistas disfrazados de maderistas revolucionarios? Después de un día de revolución, como al principio Para lamento de viejos historiadores, así entró la revolución a Colima: “duró un día y se consumó sin disparar un sólo cartucho”.22 Y para asombro de muchos la toma de Colima se convirtió en una fiesta: “cuando los vecinos supieron la proximidad de los maderistas, se prepararon á recibirlos con repiques y músicas, y éstos estuvieron tocando durante casi toda la madrugada”.23 Lo único anormal que aconteció en las pocas horas “revolucionarias” que vivió Colima fue que al parecer los maderistas abrieron las puertas de la cárcel para que de ella salieran los presos. Entre ellos, según se dice, se encontraba el famoso --por su involucramiento en el crimen doble de Tepames-- Darío Pizano.24 Así se esperaba que los presidiarios, liberados de las fríos barrotes de la cárcel, pasaran a engrosar, en su mayoría, las filas “revolucionarias”. Pero las actividades de los “prófugos de la cárcel”, que sumaban más de cien, no fueron más allá de quedarse sentados, ‘á la orilla de la población, esperando armas para pelear ó dinero para retirarse”.25 No sólo los reos dieron el buen ejemplo. Los maderistas --fueran quienes fueran-- también se com-portaron a la altura de las circunstancias: Los maderistas, aunque no parecen muy bien fondeados, pagan el gasto que hacen, y no se habían dedicado hasta ayer, á imponer préstamos forzosos. Parece que uno de los primeros pasos que dará el Gobernador Provisional, Lic. García Topete, es el e convocar una Junta de los principales vecinos para 22. . Dora Elvia Enríquez Licón, “El paraíso perturbado: Colima en la posrevolución” (Tesis de maestría. Universidad de Colima, 1994). p. 58. 23. . “La toma de Colima por los maderistas. Relato de un testigo presencial de los hechos”, La Garufa de Guadalajara, 21 de mayo de 1911, pp. 1-2. 24. Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campaña electoral, p. 35. 25. .Ibíd.. proponerles una cotización espontánea, que se entregará a los maderistas y presidiarios para que satisfagan sus necesidades más apremiantes Y no se dediquen al saqueo ni á cometer depredaciones en la ciudad.26 Un día después de la toma de Colima, Alamillo llegó a esta ciudad procedente del puerto de Manzanillo --donde andaba en campaña con Miguel García Topete-y, sospechosamente, los maderistas le “presentaron sus simpatías”. Esto lo dice el multicitado anónimo testigo presencial: Los cabecillas [maderistas] principales, á la llegada del señor Alamillo, que venía acompañado de un numeroso grupo de amigos, con una banda de música, procedente también del puerto de Manzanillo, le hicieron una manifestación, fueron á saludarle y á presentarle sus simpatías. Alamillo agradeció la manifestación y se permitió recomendar á los cabecillas que se procurara evitar el derramamiento de sangre y toda clase de atropellos contra la vida de los habitantes.2’ Todavía más casual (en apariencia al menos) fue el contenido de una nota que apareció en La Gaceta de Guadalajara, dos días después de la toma de Colima. Por el encabezado de dicha nota --“El Gobernador de Colima depuesto. Un grupo de hombres se levantó en armas declarándose maderistas”--, se advierte la importancia que tuvo la salida de la Madrid de la gubernatura: Se cree que el movimiento iniciado en esta ciudad, se ha verificado con el objeto de quitar del poder al Lic. de la Madrid, quien no merece la confianza de los maderistas, y en cuyas protestas de sinceridad y buena fe para las próximas elecciones no se creyó nunca. De esta manera, se piensa, no habrá presión oficial en los próximos comicios electorales.28 Por su parte El Regional, otro periódico de Guadalajara no afiliado a las huestes alamillistas, dijo lo siguiente de Alamillo, a los siete días de entrada la revolución en Colima: “Sus partidarios querían medios más eficaces y se tramó la 26. Ibíd.. 2 7 . . Ibíd.. 28. . “El Gobernador de Colima depuesto. Un grupo de hombres se levantó en armas declarándose maderistas”, La Gaceta de Guadalajara, 20 de mayo de 1911, p. 1.. toma de la ciudad, bajo la capa del maderismo, y figúrese Ud. que tuvieron por muchos días alarmadísimo a este pacífico vecindario [...l Todo esto fue una grosera farsa alamillista y si no que lo digan los hechos y las personas que figuran como principales actores”.2g En respuesta a la anterior nota, La Gaceta de Guadalajara se apresuró a contestar con la versión oficialista de los hechos, declarando que precisamente fueron los alamillistas, los que encabezaron el movimiento maderista, el 18 de mayo por las muchas vejaciones que habían recibido por parte de la Madrid. Pese a todos los argumentos alamillistas, los testimonios parecen mostrar que, efectivamente, la revolución en Colima fue sólo un plan elaborado por Alamillo: Cuando á fuerza de sangre y fuego, y á costa de la sangre derramada entre hermanos, se levantó en el horizonte de la patria una aurora de democracia y de libertad, los colimenses extorsionados, los que habían sufrido por tanto tiempo el cacicazgo de los madrides, de los meillón [. . .]. Y claro está que los que abrazaron la causa de la libertad, la causa maderista, no habían de ser ni los madridistas ni los conveniencieros [sic] quinteristas, fueron los alamillistas, es decir los que habían sido vejados y oprimidos, los perseguidos.30 Por su parte, Torres Quintero fue seguramente el primero en sospechar sobre los verdaderos motivos de la pacífica “revolución” colimense: “Vengo confirmando las sospechas que te comuniqué anoche”, dijo a su correligionario Manuel Díaz. “No creo que haya revolucionarios Maderistas en el Estado. Verás cómo los autores de la toma de Colima son los mismos alamillistas !“31 Y así relató Torres Quintero la esencia del movimiento: La Sra. Díaz nos dijo: “Yo creí que en esto tiene que ver D. Salvador M. Ochoa, pues .desde la ventana lo he visto dar órdenes á los revolucionarios, y éstos le obedecieron” . ¿Quién era D. Salvador M. Ochoa? El Vicepresidente de la “Convención Electoral Colimense”. 29. . “Los manejos de los alamillistas”, U Regional (Guadalajara). 26 de mayo de 1911, p. 1. 30. . “La verdad en los asuntos de Colima”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 29 de mayo de 1911, p. 1. 31. Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campaña electoral. p. 29.. [...l Este movimiento es únicamente propio del partido de Alamillo. NO hay aquí Maderismo ni nada de revolución.32 No podía ser más contundente la observación del profesor Torres Quintero. Observación, por cierto, que rápidamente acogió El Globo de Guadalajara, asegurando: “Los Quinteristas combaten á los Alamillistas acusándolos como autores de un cuartelazo y de una farsa de maderismo”.33 Que las apariencias hacían a todos a creer en las palabras esbozadas por El Globo, no cabe duda. Como tampoco podemos dudar de las intenciones políticas de los alamillistas. Con la destitución de Enrique 0. de la Madrid, la gubernatura interina, como hemos visto, fue a parar en manos de Miguel García Topete, uno de los simpatizantes de Alamillo. Sería el propio García Topete quien, a su vez, permitiría más adelante que se cometieran irregularidades electorales en beneficio de Alamillo. Su intención, nada escondida, era permitirle obtener así el triunfo en los comicios: “los que conocen aquella situación creen fácil [sic] el triunfo del señor Alamillo”, afirmó El Globo, “desde luego que cuenta con el Gobernador provisional García Topete y todas las autoridades de los pueblos miembros de su partido”.34 Fueron precisamente los dirigentes de la Convención Electoral Colimense, Salvador M. Ochoa y Manuel R. Álvarez, quienes decidieron que la Legislatura y los revolucionarios colimenses nombraran gobernador provisional a Miguel García Topete. Al ocupar éste la silla gubernamental, se dio de inmediato a la tarea de formar un “Consejo de Gobierno, compuesto de los honorables y patriotas ciudadanos profesor Manuel R. Álvarez, Salvador M. Ochoa y Vicente Alfaro. 32. . Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campana electoral. p. 30. 33. . “La política en Colima”, EI Globo (Guadalajara), 11 de julio de 1911, p. 1. 3 4 . . Ibíd ... Nombró Comandante Militar de la Plaza al C. Ignacio Gamiochipi (ir.1 y jefe de las fuerzas de la misma el C. Eugenio Avíña”.35 Los miembros de la oligarquía colímense manifestaron su adhesión al gobierno provisional de García Topete por considerarlo capaz de proporcionar seguridad a sus “personas e intereses” y “por corresponder al anhelo de paz y regeneración que entra de lleno al país”.36 Los individuos que en otros tiempos fueron adeptos al porfirismo, y entre quienes existía una gran ambición por alcanzar el poder, se convirtieron en maderistas de hueso colorado con el arribo de los mensajes de la Revolución. Por lo tanto, sería exagerado afirmar que no hubo un verdadero fermento revolucionar6 entre los colimenses, puesto que en ningún momento se propusieron cambiar los cimientos del régimen vencido. Por el contrario. Estos cimientos habrían de convertirse en las bases que sostendrían al nuevo gobierno maderista. La revolución en Colima solo fue de nombre y sirvió de coyuntura para la candidatura de Alamillo. Por su parte García Topete, durante su efímero gobierno, se dedicó a la tarea de conciliarse con los diferentes grupos que pugnaban en Colima por alcanzar el poder. De esta manera estableció alianzas con diversos sectores sociales colimenses, como los de los hacendados, de los comerciantes y de los administradores.37 Si bien García Topete buscó fortalecer los lazos de su gobierno con grupos externos a él, desarrolló políticas totalmente distintas en el seno de mismo de su administración. A escasos veintidós días de iniciado su gobierno, García Topete suspendió las funciones del ayuntamiento de Manzanillo. Días después declaró 35. . Periódico oficial E/ Esta do de Colima, 20 de mayo de 1911, p. 80. 36. . “A la sociedad colimense”. Firman con sus nombres incompletos: 1. Barreto e hijos Sucrs.; E. Brun y Cía.; J. Dolores Vergara, J.J. Michel C.; Eduardo Levy, Alberto Lepe; V. Navarro; S. Rubio; Carlos Schulte; Jorge M. Oldenbourg Sucrs.; Federico Linares y Cía.; Salvador de la Mora: C. García: Felipe Y. Rodríguez; Teodoro Sánchez; M. Villegas; Dr. AL. Morril; Faraón Hnos.; P. Osorio; Tiburcio Santa Anna, e Isaac Martínez, entre otros. AHMC. Caja 39. Posición E-22, foja suelta. Colima, 25 de mayo de 1911. 37. Pablo Serrano Álvarez, “Colima y la Revolución 191 O-l 916” Barro Nuevo 14(1994): 18-27, en esp. p. 20.. desaparecidos los poderes en los municipios de Colima, Coquimatlán, Ixtlahuacán, Cómala y Tecomán. Sus objetivos eran mantener la envidiable calma de estas tierras y quitar del escenario político a los aliados del exgobernador Enrique 0. de la Madrid. De esta manera, García Topete tendría de su lado a las nuevas autoridades municipales justamente en los momentos en que las elecciones para diputados y gobernador tocaran a la puerta. El miércoles 14 de junio de 191 1, Miguel García Topete lanzó la convocatoria para las elecciones. No quitaron el dedo del renglón los ya mencionados candidatos. Seguirían trabajando –contaban con mes y medio a partir de la convocatoria-- para sumar o restar simpatizantes a sus respectivas causas. Soplan ráfagas de delirio Es increíble decirlo pero después de un día de revolución, se rompieron los límites de la cordura entre los diferentes grupos políticos. Fue entonces que vino la guerra declarada. Los enemigos se lanzaron piedras y escondieron las manos. Empezaron a soplar “ráfagas de delirio” y, como en otros tiempos, la prensa volvió a servir de trinchera --dejando a la palabra escrita, voz y voto--. El Globo calificó de desastrosa esta guerra y en sus ahora amarillentas páginas dijo: “la guerra abierta declarada entre Alamillistas y Quinteristas y Madridistas; es verdaderamente desastrosa y la sociedad contempla asombrada todo lo que allá se hace en nombre de la Revolución”.38 Al parecer del periódico tapatío, la situación por la que pasaba Colima, no era nada envidiable. El mal radicaba simple y sencillamente en que los políticos de Colima no entendían la manera de hacer política tal y como lo exigía el 38. “La Política en Colima” El Globo (Guadalajara), 6 de junio de 191 1, p. 1.. nuevo tiempo revolucionario. Acertadamente opinó El Globo: En nuestro concepto han tenido razón los articulistas que en la prensa han dicho que los políticos de Colima no han comprendido los motivos y los fines de la revolución y no han sabido obrar dentro de ella y de acuerdo con ella. Su obra ha tomado el carácter personalista y tal parece que lo que hace falta allí es un comisionado de Madero, ajeno á los intereses locales, que se percate de la situación y que informe de ella con toda honradez y verdad.3g La primer campaña política en Colima que se daba con y durante la revolución, estaba a un paso de convertirse en pleito de vecindad, según el decir de El Globo, que tenía los ojos puestos en Colima, por aquello de que aquí se daría el primer ejemplo de “democracia” que presenciara el maderismo. Así la recién ganada libertad de los mexicanos para elegir gobernantes, se puso a prueba en Colima. Y, por la trifulca que de esto resultó, algunos sacaron en claro que: ¿ES así como se manifiesta la soberanía de un Estado y como se ejercitan por primera vez derechos y libertades apenas concedidos? Triste cosa son la libertad y la democracia cuando se convierten en fuerzas desenfrenadas y atentatorias; concesiones violadas y brutalmente ejercitadas, en medio de choques de fricciones, de ambiciones, de intereses de camarilla, por el populacho excitado por manos ocultas y por aquellos que mejor debieran comprenderlas y usarlas.40 Y no faltaron quiénes, con exagerada preocupación, compadecieron a los habitantes de esta tierra y se pronunciaron por un llamado a la cordura. Todo, para que los candidatos al gobierno de Colima dejaran de lado la desmeritada y encarnizada lucha de papel y tinta, y para que el asunto no terminara “como el rosario de Amozoc”:41 En el periódico de Alamillo editado en Colima y en el de Quintero editado en México, se dicen duras cosas. Son dos hojas que hacen muy poco favor á sus editores. Esto es de lamentarse, pues Torres Quintero es una persona 39. Ibíd.. 4 0 . . “La época del terror en Colima”, El Globo (Guadalajara). 20 de junio de 191 1. p. 1. 41. “La política en Colima”, E? Globo (Guadalajara), 11 de julio de 1911, p. 1.. ilustrada y Alamillo un amigo nuestro, y no quisiéramos ver que sus trabajos en Colima degeneraran á tal extremo, comprometiendo reputaciones [sic] y agravando la situación política de aquel Estado. Vera y Celada, oradores de Quintero, sufren un fracaso y van á México á quejarse de los Alamillistas, y los Alamillistas llaman á los oradores agitadores, exponiendo también sus quejas.42 El nivel que los asuntos de política alcanzaron, hizo que el periódico El Madrileño expusiera al sol los trapitos sucios de Alamillo. Por su parte y para contrarrestar estas opiniones, El Debate salió en defensa de don Trinidad... Gracias a las amistades e influencias que Alamillo poseía en el medio periodístico nacional, fe la prensa físicamente distante de los aconteceres colimenses, la que lo apoyó en lo político: En lo que toca a Torres Quintero, sólo tengo noticias de la ayuda “foránea” que recibió del matutino La Patria, publicado en la capital de la república. Según lo afirmó posteriormente Torres Quintero, su labor política se vio nublada por los alamillistas, que no cesaron de meterle zancadillas y de asestarle puñaladas traperas. Esto, para que desistiera de su empeño de postularse como candidato a gobernador. 43 El mismo Torres Quintero, en una carta fechada en la ciudad de México el 1 de julio de 191 1 y que iba dirigida a Manuel Ceballos, miembro del Círculo Democrático que apoyaba a Torres Quintero, expuso así las tretas políticas de los alamillistas: Nuestros contrarios han dado muestras de audacia, y eso es lo que les ha valido. Los nuestros, al contrario, se han mostrado siempre irresolutos en lo general. Y recuerda lo que dice el carcamanero de nuestra tierra: “Con valor se gana y con miedo no se hace nada”.44 42. “De Colima”, El Globo (Guadalaj ara). 18 de julio de 191 1, p. 1. 43. Torres Quintero señala, al respecto, que IOS alamillistas pagaban a la gente o le regalaban bebidas embriagantes, a cambio de presentarse en los actos públicos de los quinteristas gritando vivas a Alamillo. Véase Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campaña electoral. p. 22. 44. .Colima, Colima. Archivo personal de don Carlos Ceballos Silva. Carta de Gregorio Torres Quintero a Manuel Ceballos. México, 1 de julio de 191 1.. Así continuó su relato Torres Quintero: Pancho Munguía Torres me dijo: “lo malo de los quinteristas, es que todos son gente de orden; Uds. necesitan que D. Blas Ruiz se emborrache y grite en la plaza de armas; necesitan hombres que vociferen, como Octavio Campero, y otros que griten picardías en las cuatro esquinas, como los pelados de Alamillo”. Torres Quintero no echó en saco roto los consejos que le ofrecían sus amigos, y como “en la tierra que fueres haz lo que vieres”, el profesor decidió otorgarle a los alamillistas, en los asuntos de la campaña, una sopa de su propio chocolate. Esto fue lo que le pidió a Manuel Ceballos: Ojalá que ahora que ya hay rurales, y por consiguiente garantías hagan alguna manifestación pública en favor del candidato. Se agregarán los alamillistas que gritarán ¡viva Alamillo! Es bueno que Uds. hagan lo mismo. Por qué no contratan 20 ó 30 para que en las manifestaciones Alamillistas griten ¡viva Torres Quintero!46 En casa de jabonero el que no cae resbala. Torres Quintero entendió que en las luchas políticas todo se vale. Y más valía seguirle los pasos a los alamillistas y demostrar que él también tenía partidarios. Fue así que reconoció la eficacia de las estrategias alamillistas: Podría creerse por muchas personas que como no se oyen gritos de ¡viva Torres Quintero! no hay quinteristas; y como sí se oyen gritos de ¡viva Alamillo! todos son alamillistas. El ruido y los gritos son también un elemento de combate y de propaganda. Con eso nuestros enemigos han estado más acertados.47 Fue así que los quinteristas, ante las presiones del grupo adversario, empezaron a luchar con más coraje. Se pronunciaron en desacuerdo ante la ratificación de García Topete por parte del gobierno del centro, por considerarlo 45. . Ibíd.. 46. . Ibíd.. 47. Ibíd ... parcial a Alamillo. Y tenían sobradas razones los quinteristas para desconfiar de un gobernador que había sido segundo secretario de la agrupación que postulaba al propio Alamillo como gobernador del estado. La Patria se unió al llamado de atención de los quinteristas y el martes 25 de julio de 191 1, publicó un artículo donde pidió la dimisión de García Topete como gobernador del estado de Colima, recomendando al mismo tiempo, al ministro de gobernación, echar una mirada urgente a lo que pasaba en Colima. Pese a todo, y gracias a las alianzas políticas que los alamillistas lograron concertar con el centro del país, lograron asegurar el reconocimiento a García Topete como gobernador provisional. Las fuerzas estaban realmente en pugna. El 8 de julio los alamillistas agredieron a los quinteristas en un mitin que tenía lugar en el teatro Santa Cruz. Además apedrearon las casas de los quinteristas y trataron de tirar la puerta del local que ocupaba el periódico La Aurora Democrática, proquinterista. Por supuesto que los seguidores de Torres Quintero hicieron pública su inconformidad por todas las agresiones de que fueron objeto. Abiertamente expusieron que el escándalo se había hecho en presencia del Jefe Político local y de la policía. Dichas autoridades, dijeron, no habían movido un dedo para contener a los agresores: por ello protestaron “no contra el pueblo, sino contra el Gobierno, que tiene obligación de reprimir tales escándalos y que en esta vez, no sólo no cumplió con su deber, sino, además, apoyó moralmente el desorden”.48 Los alamillistas optaron entonces por atacar por otro flanco a sus enemigos políticos. Sabedores que Torres Quintero tenía numerosos seguidores en el magisterio, intentaron tomar represalias contra ellos, con el pretexto de que los educadores habían insultado al primer magistrado estatal. Le pidieron al jefe de la sección de 48. . AGGEC. Legajo 799. Año 191 1. Véase también Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campaña electoral, pp. 55-56.. Instrucción Pública, “los nombres de tales profesores para proceder como convenga”. Miguel Díaz, jefe de instrucción, contestó sin aspavientos al secretario del gobernador. Declaró que únicamente podía dar informes de sus subalternos como profesores, “más de ninguna manera creo me corresponde inquirir ni dar cuenta de lo que ejecutan como simples ciudadanos libres para obrar conforme á sus convicciones políticas 0 religiosas”.4g Sin embargo, García Topete no se dio por bien servido con semejante respuesta y nuevamente, a través de Ignacio Padilla su secretario, sentenció: Y no es dato extraño á esa individualidad moral intachable, ni que deba desconocerse en el archivo de la oficina directriz, de donde emanarán mañana los informes para los ascensos y para las recompensas, el de saber quiénes de los Señores Profesores en ejercicio, en estos presentes anormales momentos en que soplan ráfagas de delirio, no creen que su participación apasionada en la política militante local, más allá del prudente límite de su opinión y de su voto libres, opaque ante el concepto público las que debían ser diáfanas simpatías de su augusto sacerdocio.50 Así se manejaba un gobierno que se ufanaba de ser revolucionario pero que actuaba, a pie juntillas, de acuerdo con la política del extinto gobierno de Díaz. Los quinteristas se percataron que estaban entre dos fuegos: su lucha era contra el gobierno y contra los alamillistas. Una desventaja adicional para ellos fue que el pueblo había entendido que la candidatura de Alamillo era la oficial. Por otra parte, la forma ambigua en que García Topete había fraseado la convocatoria para las elecciones, daba lugar a muchas dudas. Éstas son las palabras textuales a que hago referencia: Art. 1. Se convoca al pueblo colimense á elecciones de Diputados que deberán terminar el periodo legal de la XVIII Legislatura del Estado, conforme a lo dispuesto en el final del artículo 82 de la Constitución Local, y á las de 49. . Periódico oficial El Estado de Colima, 19 de agosto de 1911, p. 133. 50. . Ibíd ... gobernador del mismo; cuyos comicios se verificarán en las fechas que indica el artículo 2 de la Ley Orgánica Electoral.51 Después de que García Topete publicó su convocatoria a las elecciones, Torres Quintero afirmó que ésta se basaba en un artículo 40 de la Constitución Local que carecía de relación con las circunstancias del momento, puesto que no contemplaba la desaparición del “orden constitucional”, mientras que el articulo 82, al que apelaban Torres Quintero, sí se refería a la desaparición del orden constitucional.52 Lo siguiente lo transcribió Torres Quintero del periódico La Aurora Democrática: Según el artículo 40, la Legislatura debe nombrar al Gobernador. Según el artículo 82, el Gobernador no puede ser nombrado por los colimenses, pues desaparecido el orden constitucional, cae el Estado bajo la jurisdicción federal y es al Presidente de la República á quien compete hacer el nombramiento con aprobación del Senado.53 Parte de la discusión, entonces, giraba en torno a si se había declarado desaparecido en el estado el orden constitucional. Blas Ruiz, en un artículo publicado en El Regional, transcribió el contenido del artículo 82 “correspondiente á la Constitución Local”. A la letra dice: Si se interrumpe el orden Constitucional en el Estado y durante la interrupción fenecieren ó se declararen fenecidos, conforme á la Ley los períodos constitucionales, del Gobernador y Diputados, el que ejerza provisionalmente el Gobierno convocará á elecciones inmediatamente que pasen las circunstancias que hayan determinado la interrupción, sin hacer innovación alguna á las leyes electorales, y los individuos que resultaren electos, sólo funcionarán el tiempo que falte para concluir el periodo respectivo [sic], conforme lo determinan los artículos 24 y 41 .54 51. Periódico oficial El Estado de Colima. 24 de junio de 191 1, p. 99. 52. . “¿Para qué período fue electo Alamillo?” El Regional (Guadalajara), 7 de septiembre de 1911, p. 3. Véase también Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campana electoral, pp. 77-78. 53. Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la Ultima campaña electoral, p. 78. 54. Blas Ruiz, “¿Para qué período fue electo Alamillo?” El Regional (Guadalajara), 7 de septiembre de 1911, p. 3.. Los quinteristas estaban convencidos que el periodo de Alamillo estaba por “fenecer” y que el propio Alamillo pretendería victimarlos políticamente si ellos no se movían o alzaban la voz. El propio Torres Quintero, temeroso que Alamillo se empeciara con permanecer en el poder, se entrevistó con el presidente Francisco León de la Barra, para exponerle el caso. Torres Quintero con la fuerza de sus argumentos, logró que éste último aceptara aplazar un mes las elecciones; que se cambiara al secretario de gobierno, y que en el proceso electoral se tuvieran igual número de elementos quinteristas y alamillistas.55 De poco sirvió que Torres Quintero se movilizara. García Topete hizo caso omiso de lo pactado entre León de la Barra y Torres Quintero, alegando que la población podía manifestarse por medios violentos de no llevarse a cabo las elecciones como (y cuando) se tenía previsto. Por las dudas, los quinteristas se curaron en salud: anunciaron a sus adeptos que se abstuvieran de votar si las elecciones se verificaban el 30 de julio. Por ello decidieron suspender los trabajos de propaganda “para reanudarlos cuando [hubiera] desaparecido el actual orden de cosas”. No pudieron ser más claros Torres Quintero y sus seguidores: En vista de la ostensible parcialidad del actual Gobierno Provisional del estado, que protege, sostiene y ampara, con disfraces mal encubiertos, la candidatura de J. Trinidad Alamillo; siendo público y notorio que todo está dispuesto para que el resultado de las elecciones que se verificarán el 30 del presente, favorezca el triunfo de los alamillistas, disponiendo como disponen, de hombres y cosas del actual Gobierno. Que no contentos nuestros contrincantes con todas las ventajas oficiales que tienen sobre nosotros, tratan de desacreditar nuestra causa propalando la calumniosa especie de que preparamos un complot para impedir ó nulificar las 55. Torres Quintero pidió además al presidente León de la Barra: “Cambio de secretarios de todas las autoridades políticas. Cambio de Prefectos en donde hubieran permanecido los antiguos. Reorganización de todas las Juntas Municipales de modo que hubiera equivalencia de elementos Quinteristas y Alamillistas. Manifiesto del Gobernador Provisional al pueblo acerca de la libertad de sufragio, con el fin de que no se creyese que había candidato oficial. [...] Deber del partido vencido de sujetarse patrióticamente al voto de la mayoría. Ofrecimiento del candidato derrotado al vencedor del concurso de sus partidarios para consolidar el Gobierno que el pueblo se hubiera dado libremente”. A cambio, Torres Quintero ofreció su “Promesa solemne [...l de atenerse á las resoluciones acordadas y sobre todo de contener á su partido dentro del orden y de la legalidad”. Véase Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campaña electoral. p. 64.. elecciones, como ellos lo hicieron para apoderarse del gobierno el 18 de mayo de 1911 .56 Para calmar los ánimos de los quinteristas y demostrar la aparente neutralidad del gobierno provisional respecto a los partidos políticos y a los candidatos contendientes, el gobierno lanzó una “excitativa al pueblo” dos días antes de las elecciones primarias para diputados y gobernador, donde aclaraba su postura imparcial, prometiendo reprimir “cualquier acto” que pudiera “falsear el voto popular”.57 García Topete así se lavó las manos. Las elecciones se llevarían a cabo en un clima total de paz, pues así lo notificaron los prefectos políticos de los diferentes distritos del estado, en un informe que dirigieron al gobernador. El escenario para el proceso electoral estaba preparado. El botón en la solapa Las votaciones se efectuaron en los dos distritos electorales en que se dividía el estado (el primero agrupando a los municipios de Colima, Cómala, Villa de Álvarez, Coquimatlán e Ixtlahuacán, y el segundo los de Manzanillo y Tecomán), sin la presencia de los quinteristas. Los miembros de los clubes que apoyaban a Torres Quintero pidieron la anulación de las votaciones en el primer distrito electoral, dadas las múltiples anomalías que se presentaron en ellas y alegando la imposibilidad de un sufragio efectivo, debido la parcialidad mostrada por el gobernador Miguel García Topete y demás funcionarios.58 Prueba de este favoritismo, alegaron los quinteristas, era que “el juez de lo criminal y su secretario 56. . Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campaña electoral, p. 65. 57. _ Periódico oficial E/ Estado de Colima, 29 de julio de 1911, p. 121. 58. . AHMC. Caja E-35. Exp. 144, pos. 64. Véase también Gregorio Torres Quintero, Apuntes sobre la última campaña electoral, pp. 71-74.. [habían ostentado], en plena oficina, un retrato del candidato alamillista en la solapa del saco”.5g Los seguidores de Torres Quintero también denunciaron que no se había llevado cabo el empadronamiento conforme a la ley, porque a muchos de los votantes no se les había dado su boleta; se les había permitido el voto a muchos más que no tenían la edad requerida para hacerlo; se habían regalado en las casillas, además, “retratos con moñitos del señor Alamillo al repartir las boletas”; se les había obsequiado dinero a los votantes, aparte de amenazar con la cárcel a todos los que no votaran por Alamillo. Los quinteristas presentaron pruebas de todo lo anterior, pidiendo asimismo que cinco de sus miembros se agregaran a la comisión revisora de los resultados. El colegio electoral, tras revisar los expedientes de la primera elección sin embargo, los encontró “conforme á las disposiciones de la Ley Electoral del Estado”, reiterando que no existían razones reales para anular la elección, pues las “deficiencias” argumentadas por los que interístas no existían o habían sido tan “insignificantes”, que no podían “ameritar la nulidad de los actos electorales”. En todos estos casos se advertía que había votado “un número de ciudadanos de actitud legal”, y que hacía “muchos años no se habían visto elecciones [similares] practicadas en este Estado”.60 Así se les cerraron (y de un portazo) las puertas de la legalidad a los quinteristas. Y en las elecciones secundarias verificadas el domingo 13 de agosto, fue electo gobernador por unanimidad --en los dos distritos-- y corno era de esperarse, J. Trinidad Alamillo. Como diputados propietarios, en el primero de los distritos quedaron-Manuel R. Álvarez, Salvador M. Ochoa, Vicente Alfaro, Manuel Álvarez García, Celso García y Roberto F. Barney, mientras que en calidad de 59. Consúltense ambas fuentes de la cita anterior. 60. . Consúltense ambas fuentes de la cita anterior.. suplentes quedaron Miguel V. Álvarez, J. Trinidad Padilla, Lázaro Cárdenas, Severo Campero, Carlos M. Ochoa y Miguel Romero. Por el segundo distrito el cargo de diputado propietario recayó en Teodoro Padilla y el de suplente en Alberto Lepe.61 En su mayoría, los miembros del partido alamillista pasaron a formar parte de la recién electa Legislatura. Los quinteristas no se dieron por vencidos: decidieron jugar una última carta. Adujeron que Alamillo había sido electo solo para terminar el periodo que De la Madrid había dejado inconcluso. La discusión entre los quinteristas y el gobierno se centró entonces en lo preceptuado en el artículo 82 de la Constitución local, mencionado ‘en la convocatoria para elecciones. García Topete, ante tales aseveraciones y para defender la irregularidad que su gobierno cometía, simplemente acudió a lo establecido en el artículo 40 de dicha Constitución, afirmando que éste indicaba que “se procediera á elecciones de Gobernador Constitucional para el periodo legal del 1 de Noviembre del presente año [de 191 1) á 31 de Octubre de 191 5”.62 Estaba claro que, a última hora, el gobernador acudió al artículo 40 pues de ninguna manera Alamillo hubiera querido gobernar por tan solo dos meses. Los quinteristas objetaron frente a la ambigüedad de la convocatoria en el preludio de las elecciones hasta que vieron que la suya era una guerra perdida de antemano. 0 tal vez confiaron en la legalidad recién estrenada por la Revolución... Pero era demasiado pronto para que los gobiernos y los gobernantes olvidaran la manera de hacer política del generalísimo Porfirio Díaz. La ilegalidad estaba a ojos vistas. Pero esto no lo admitiría nunca Alamillo. La Convención Electoral Colimense, desde las 61. . Periódico oficial El Estado de Colima, 24 d e agosto d e 1911, pp. 138-l 33. 62. . Ibíd ... p. 138.. páginas de La Gaceta de Guadalajara, dio su propia y nueva versión de las elecciones: El quinterismo pretendía disputar la elección para Gobernador para el próximo período Constitucional. Todos los pasos que dio tenían ese objeto. Vio llegar el momento de la elección y que nada había podido aumentar ante la opinión pública y entonces discurrió arribar bandera y trabajar por la abstención. Si para obtener un triunfo electoral sus elementos fueren nulos, tenían que serlos, también para impedir la elección. Unos cuantos ciudadanos se abstuvieron de votar por instancias de los quinteristas; más eso no fue suficiente para impedir una lección verificada con mayor entusiasmo y que el sufragio fuese emitido en favor de nuestro candidato hasta llegar á la humanidad, que con su abstención le proporcionaron los quinteristas. Sigamos á éstos en su tortuosa marcha. De la propaganda para disfrutar la elección, dio un paso atrás queriendo solamente entorpecerla; verificada ésta á su pesar, concibió otra idea que no se compadece con el plan abstenionista, como fue la petición de nulidad de las elecciones.63 Los alamillistas de ningún manera se dejarían arrebatar el triunfo. Las tretas políticas eran eficaces, ya lo habían visto. Las hojas de La Gaceta de Guadalajara seguían afiladas a la causa alamillista. Si ya había conseguido tumbar a un gobernador, menos esfuerzo le costaría borrar del escenario a un candidato neófito en cuestiones políticas como lo era Torres Quintero. La Gaceta de Guadalajara publicó el siguiente artículo firmado por un colimense (que bien pudo ser el propio Alamillo): En la edición del jueves pasado, de “Nueva Era” apareció el siguiente artículo. El señor Profesor Gregorio Torres Quintero, ex-candidato al gobierno de Colima, ha promovido por medio de la prensa, la cuestión del periodo, que conforme á la constitución de aquel Estado, debe funcionar el gobernador nuevamente electo, señor J. Trinidad Alamillo. Después de haber resuelto á su manera tal cuestión, que constituye por ahora su única tabla salvadora del más completo y vergonzoso fracaso que ha sufrido en las elecciones colimenses, no conforme aún con poner en evidencia su escaso criterio, ha recurrido al medio por demás fácil de ir solicitando de puerta en puerta, opiniones que le sean favorables de notables 63. . “La política del Estado de Colima”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 20 de septiembre de 1911, p. 1.. jurisconsultos con la intención dolosa quizá, de arrástralos á compartir con él el ridículo espanto en que está naufragando.64 Los actores en desventaja gritaron ante oídos sordos. Las gestiones de Torres Quintero frente a León de la Barra no recibieron ninguna respuesta concreta. Solo lograron los quinteristas desprestigiar aún más el gobierno de mala fama de García Topete. Este último, sintiéndose facultado para continuar sentado en la silla gubernamental, logró que la legislatura local lo nombrara gobernador interino hasta el 31 de octubre de 1911. De igual manera, el pueblo recibió oficialmente la noticia de que J. Trinidad Alamillo sería gobernador del estado del 1 de noviembre de ese año, al 31 de octubre de 1915. 65 El periódico El Regional contribuyó con su granito de arena, o mejor dicho con su tinta y su papel, a la causa quinterista: publicó que García Topete había sido nombrado gobernador interino “con el objeto de que no gobierne, ó mejor dicho no desgobierne, el tiempo que resta del período, el científico Alamillo; para que así, dizque, tenga derecho á desgobernar el próximo cuatrienio”.66 Así se volvió práctica por aquellos días, satirizar la figura de Alamillo, el gobernador electo de Colima. El siguiente párrafo es una clara e irónica alusión a don Trinidad Alamillo: La escena representa una sala de redacción de un periódico. El candidato, en pantuflas, con gorro turco y largo saco de dril, se balancea negligentemente en un sillón mecedor. . . . . . . “¡Qué demonio de Ortíz Gordoa, me está dando la gran amolada!. . . . . . Y esos de México, los de la “Nueva Era” y “La Aurora” ¿cómo diablos conocen la Constitución del Estado de Colima? No; y la verdad es que la pitamos. De mí eso no me extraña, la he pitado tantas veces! [...] lo de mi primer programa de Gobierno anunciando que me proponía seguir la sabia política del Gral. Díaz. . . Y la verdad es que eso me lo propongo todavía; sólo que ya no 64. . “La cuestión de Colima es cuestión de sentido común”, fa Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 30 de septiembre de 1911, p. 1. 65. . Periódico oficial EI Estado de Colima. 7 de octubre de 1911, p. 163. 66. . “Asuntos de Colima”, El Regional (Guadalajara), 30 de septiembre de 191 1, p. 3.. se puede decir. [...]. Lo bueno es que en previsión de lo que pudiera suceder, yo le he contado á todo el mundo que para mí lo del Gobierno es meramente un sport. Me deja tanto dinero mi periódico! [...] (Se levanta precipitadamente). . . Fantaseando, fantaseando se me habían olvidado los pagadores. Ya debe haber lo menos cincuenta esperando para entregarme dinero. ¡Qué gran cosa es ser periodista!...y sin saber escribir...67 Alguien que firmó como “amigo de la verdad”, escribió que el alamillismo, imposibilitado para atacar de frente a sus enemigos quinteristas, recurría como de costumbre a “lastimar a mansalva” la honorabilidad de los seguidores de Torres Quintero. Ésta fue la nota: “No pudiendo esgrimir las armas de los caballeros, con el ceremonial consagrado por la decencia, el alamillismo se emboza y parapetándose tras el mentecato más analfabeta de su cohorte, arroja sobre honorables personalidades de las filas quinteristas, las virulencias de su cerebro congestionado de... torpezas y de su corazón, pleno de rencores bajos”.68 En el codiciado asiento No hay tiempo que no se llegue, ni fecha que no se cumpla. El 1 de noviembre de 191 1 llegó. Y Alamillo viajó en tren especial a Colima desde Guadalajara. En el trayecto paró en Zapotlán donde fue objeto de una cariñosa recepción.6g J. Trinidad Alamillo estuvo presto y dispuesto en Colima, desde el 31 de octubre por la tarde, para recibir el gobierno. La Gaceta de Guadalajara, como podía anticiparse, no dejó ir la oportunidad de reseñar la llegada del gobernador electo a la capital de Colima: “Al arribo del nuevo Gobernador á la estación, como en el 67. . “Remitido. Monólogo de un Gobernador electo”, El Regional (Guadalajara), 2 de septiembre de 1911, p. 4. 68. . “Asuntos de Colima. Disloques del Alamillismo”, El Regional (Guadalajara), 14 de octubre de 1911, p. 3. 69. “Marchó ayer á Colima el Sr. Alamillo”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara). 1 de noviembre de 1911.. trayecto desde allí al centro de la ciudad, el pueblo de Colima dio constantes muestras de su entusiasmo, vitoreando al señor Alamillo, quien es aquí acogido con verdadera simpatía y de cuya gestión al frente del Gobierno, se espera mucho en beneficio del Estado”.70 Llegó la hora de tomar posesión del gobierno y, en consecuencia, del codiciado asiento. El acto fue una “verdadera solemnidad”. Entre discursos elocuentes y patrióticos del gobernador saliente, del presidente del tribunal del estado y de los jefes de las comisiones “que representando á las diversas clases sociales, acudieron a dar la bienvenida al señor Gobernador”,71 Alamillo también dejó oír a los’ colimenses sus palabras de buena voluntad: “su discurso fue muy aplaudido por las patrióticas declaraciones que hizo en él. Manifestó el señor Alamillo los buenos deseos que le animan para laborar con todo empeño por el bienestar de Colima y abrir una nueva era de justicia igual para todo el mundo”.72 Eso no fue todo: los alamillistas festejaron a su nuevo gobernante con un baile digno del caballero que se ufanaba de ser don Trinidad. El acontecimiento reunió a lo mejor de la sociedad de la ciudad de las palmas en un baile cuya reseña fue la siguiente: Hacía mucho tiempo que la sociedad de Colima no se reunía en una fiesta de esta naturaleza, y en la presente ocasión acudió a ella con verdadero entusiasmo, reuniéndose en el baile lo que de más bello y distinguido tiene la ciudad de las palmas. El teatro fue convertido en un gran salón, que ofrecía hermosísimo aspecto con el artístico adorno que se había colocado. Ni un sólo momento decayó la animación en el baile, que se prolongó hasta las cinco de la mañana.73 70. . “Colima recibió con entusiasmo al nuevo gobernador. Causó magnifica impresión el discurso pronunciado por el Sr. Alamillo, exponiendo cuál será su labor en el poder”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 3 de noviembre de 1911, p. 1. 71. . Ibíd.. 7 2 . . Ibíd.. 73. . Ibíd ... Había más. Como J. Trinidad Alamillo se ufanaba de ser revolucionario, pensó en la clase desprotegida que de ninguna manera podía quedar fuera del festejo de la toma de posesión, aunque también seguramente reconoció que tampoco era para tanto: que no se podían mezclar clases sociales. Cada quien debía estar en lo que le correspondía: Como número del programa de festejos para la recepción del Gobernador señor Alamillo, figuraba una comida á los pobres, que se dio hoy en el local de la Escuela Porfirio Díaz. A la comida asistieron más de trescientos pobres y sirvieron á la mesa conocidas damas de la sociedad colimense. Terminada la comida se hizo un gran reparto de juguetes y dulces entre los niños pobres.74 La recién estrenada revolución, está por demás decirlo, no predicaba con el ejemplo. Alamillo se dedicó a gobernar tierras colimenses desde el 1 de noviembre de 191 1, hasta 1913. Y, por su parte, Torres Quintero se retiró a la vida privada y magisterial, consciente, como estaba, de que la Revolución no había cambiado en nada las estructuras del poder político local. Los detalles de lo que fue y quiso ser el alamillismo de don Trinidad, son harina de otro costal. 74. “Notas de Colima. Comida á los pobres”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 4 de noviembre de 191 1, p. 2.. Capítulo 4 Si la vida es un jardín... Un buen principio Naturalmente, al inicio de su gobierno, lo que más tenía Alamillo eran planes: proyectos que derramaran beneficio en su pequeño estado y lo bañaran de progreso. A cinco meses de iniciado su gobierno, Alamillo dijo: “las mejoras materiales son la inmediata y más tangible demostración de mis afanes por el engrandecimiento del Estado”. l Fue precisamente ese afán de grandeza el que llevó a don Trinidad a ocuparse, durante su gobierno, de las grandes y pequeñas necesidades que aquejaban a su patria chica. Por ello este capítulo contiene un recuento de algunas de las tareas que se echó a cuestas don Trinidad durante su gobierno. Acciones dispersas y diversas que ejemplifican las energías que don Trinidad desplegó en pro del “engrandecimiento del Estado” (en otro capítulo me encargaré del engrandecimiento de su bolsillo). Alamillo empezó por donde debía 1. “Informe rendido por el C. J. Trinidad Alamillo, gobernador constitucional del Estado de Colima ante la Honorable Legislatura, el día 16 de marzo de 1912. al inaugurar ésta el segundo y último periodo de sesiones ordinarias correspondientes al tercer año de su ejercicio legal. Contestación del C. Roberto F. Barney”. Periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 30 de marzo de 1912, p. 107.. empezar, por el cementerio: limpió pisos y construyó una calzada para hacer menos penoso el camino al camposanto. El Palacio de Gobierno también recibió la obra bienhechora de Alamillo: ahí mandó reforzar paredes y muros vacilantes a causa de los frecuentes temblores; compró algunos muebles; decoró y mandó a lugares apropiados algunas oficinas y adquirió seis máquinas de escribir.* Del asunto de los jardines de la ciudad también se responsabilizó. Y allí lucieron bancas recién pintadas y la promesa de ver crecer día con día en sus terrenos, laureles de la India regados con bombas motorizadas, traídas de los Estados Unidos. Soñó Alamillo con una gran calzada que circundara la ciudad; soñó mirarla reverdecer de’árboles y de palmas; soñó verla llena de niños, mujeres y hombres sonrientes y alegres. Pidió terrenos para su proyecto y se los dieron algunos propietarios.3 También por aquello de que Alamillo llevaba la música por dentro, se lanzó a organizar bandas a diestra y siniestra. Con “ingresos extraordinarios” producto de diversiones, compró instrumentos musicales para la banda de Villa de Álvarez por valor de mil pesos y, en contraste, otorgó mil quinientos más para la introducción de agua potable en esa Villa .4 Más valía una buena melodía, al parecer, que un fresco vaso de agua. Sin importarles mucho el cómputo de la balanza ecológica, los colimenses bailaban al son que tocaban las bandas recién creadas en los municipios de Villa de Álvarez, Cómala, Tecomán y Colima. Los ochenta . Ibíd.. 3. Alamillo no identificó a los donadores de terrenos. “He obtenido [...] de los señores propietarios”. explicó, “los terrenos respectivos, gratis para esta mejora de ornato que será á no dudarlo el primer lugar de recreo de los habitantes y transecuntes”. Véase Ibíd.. . 4. “Informe rendido por el C. J. Trinidad Alamillo, gobernador constitucional del estado de Colima, ante la Honorable Legislatura, el día 16 de marzo de 1912, al inaugurar este el segundo y último periodo de sesiones ordinarias correspondientes al tercer año de su ejercicio legal. Contestación del C. Roberto F. Barney”. Periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 6 de abril de 1912, p. 112.. instrumentos adquiridos para la banda de Colima, costaron la nada módica cantidad de 4,000 pesos.5 Una vez que don Trinidad se permitió informar al pueblo colimense, a través del congreso del estado, de todo lo antes mencionado, La Gaceta de Guadalajara calificó su labor fue “de poderoso impulso”: Se celebro solemnemente la apertura del Congreso, habiendo leído el Sr. Gobdor. D. J. Trinidad Alamillo, el informe interesante sobre la gestión que ha desarrollado en el breve lapso de la primera etapa de su Gobierno, haciéndose notar la marcha ascendente del Estado; por las innumerables mejoras que se han puesto en práctica, en todos los órdenes de la administración, y en lo que se refiere á la parte de mejoras materiales y adelanto por la instrucción pública.6 La Gaceta de Guadalajara, por dos días consecutivos promocionó el quehacer de don Trinidad. No podían pasar desapercibidos los grandes progresos que éste impulsaba en Colima durante los difíciles tiempos aquellos de la revolución. Mencionó La Gaceta de Guadalajara el cariño que el pueblo colimense le tenía a Alamillo para que todos lo supieran, pero también para despertar la envidia de muchos descontentos: El pueblo de Colima tiene y ha tenido siempre una especial estimación por el señor don J. Trinidad Alamillo, su actual gobernante [...]. Es excepcional en nuestros tiempos, encontrar hombres dedicados enteramente á laborar por el bienestar de la sociedad, por amor al progreso y al bien mismo y por apego á la ley, haciendo abstracción de ambiciones mezquinas y de propios intereses. [...]. Con exquisito tacto el señor Alamillo, ha palpado una á una todas las necesidades del estado, y no sólo en la parte administrativa ha introducido 5. Lo que sea de cada quien: Alamillo no escatimó ni dinero ni esfuerzos para construir jardines y organizar bandas de música. En honor a la verdad, ninguno de los municipios del estado se quedó con las ganas de pasearse en su jardín y guarecerse a la sombra de los árboles. mientras los acordes musicales de la banda surcaban melodiosos por los cálidos aires colimenses. 6. “El Gobierno del Sr. Alamillo ha dado Poderoso Impulso a Colima. Apertura de sesiones del Congreso. El Sr. Gobernador Leyó su Mensaje y fue Aclamado por el Pueblo”. La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara). 17 de marzo de 1912, p. 1.. reformas radicales, tendientes á la desaparición de arbitrariedades, abusos y perniciosas rutinas que existían, sino que en los ordenes intelectual y material ha logrado levantar el espíritu de la sociedad colimense.7 Hasta el día del primer informe de gobierno de Alamillo --el 16 de marzo de 1912--las cuentas estaban claras. Pero vinieron las ofertas: se pensó en las oscuras noches y en el anhelo de los colimenses de ser alumbrados por la luz eléctrica. El empresario que trajo la luz a Colima fue Enrique Schöndube, quien se comprometió a dotar de energía eléctrica a los usuarios que se encontraran hasta a diez kilómetros de distancia de la ciudad. Schöndube se comprometió que al término de 99 años, instalaciones, redes de distribución y demás, pasarían a ser propiedad del estado. El contratante quedó obligado, además, a vender energía en los precios estipulados por el gobierno del estado. Por su parte el gobierno solicitó al concesionario una fianza de 5,000 pesos, previendo que no se cumplieran las obligaciones contraídas.* El segundo informe Ya eran iluminados meses de gobernar. Don Trinidad reportó que muchos sueños habían dejado de serlo. Principalmente los que se referían al ornato de la ciudad. Los jardines, una preocupación constante de Alamillo, lucían como nuevos, regados y renovados. Se cambiaron plantas viejas por nuevas; se transformaron las figuras de ornato; se hicieron injertos. El Jardín Núñez recibió lo más innovador en plantas y arbustos. Al Jardín Juárez se le plantaron árboles por todos sus 7. . “La Gestión administrativa del Sr. Alamillo en Colima. En poco tiempo ha llevado a efecto diversas obras de positiva importancia” fa Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 18 de marzo de 1912, p. 1. 8. “Contrato celebrado entre el Ejecutivo y el señor Enrique Schöndube para la instalación de una planta eléctrica en el Estado”. Periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 24 de agosto de 1912, pp. 318-321, y 7 de septiembre de 1912, pp. 326-327.. lados. Glorietas y avenidas también florecieron con don Trinidad. El antiguo paseo llamado El Progreso, se convirtió en el Parque Hidalgo el domingo 5 de mayo de 1912. Su nueva categoría exigía una rápida reforestación. Alamillo, adicto a los árboles exóticos, mandó plantar árboles de fuego, laureles de la India, fresnos, almendros, eucaliptos, palmas de diversas clases, primaveras y plantas de especies raras traídas de los cerros de la región. Pero eso no fue todo. El lunes 16 de septiembre de 1912 fue causa de un triple regocijo para don Trinidad: la celebración de la Independencia de México, la lectura de su informe, y la inauguración de la calzada Galván “empedrada, con cortinas de piedra”.9 Por si fuera poco, Alamillo se permitió comunicar a los colimenses que la imprenta de gobierno instalada en la antigua fábrica de hilados y tejidos “La Atrevida”, podía presumir de tener el linotipo más moderno. 10,000 pesos costó al gobierno del ex-impresor el adquirir la máquina mencionada, tal vez la único de esa naturaleza en el país. Fue evidente el entusiasmo de Alamillo, seguramente reflejado en el tono de sus palabras, cuando habló del linotipo, dado su antiguo oficio periodístico: Consigno con satisfacción que es nuestro Estado uno de los primeros, por no decir el único, que cuenta con esta máquina, acertadamente considerada como el factor más importante y activo para la civilización y cultura de los pueblos. Este linotipo servirá también para instruir en su manejo á los jóvenes colimenses que deseen hacer de este aprendizaje una especialidad, pues estimo, por las buenas remuneraciones que los prácticos obtienen, que es de gran porvenir para los que no cuenten con más elementos de subsistencia que sus aptitudes en el trabajo.10 9. “Informe leído por el C. J. Trinidad Alamillo, Gobernador Constitucional del Estado de Colima, ante la H. XIX Legislatura el 16 de septiembre de 1912.. al inaugurar ésta el periodo de sesiones ordinarias correspondientes al primer año de su ejercicio legal. Contestación del C. Miguel García Topete, presidente de la H. Cámara”. Periódico oficial E/ Estado de Colima (Colima), 12 de octubre de 1912, p. 369. 10. “Informe leído por el C. J. Trinidad Alamillo. Gobernador Constitucional del estado de Colima, ante la H. XIX Legislatura el 16 de septiembre de 1912, al inaugurar ésta el periodo de sesiones ordinarias correspondientes al primer año de su ejercicio legal. Contestación del C. Miguel García Topete, presidente de la H. Cámara”. Periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 5 de octubre de 1912, p. 363.. Cuando Alamillo ya tenía once meses ocupando la silla gubernamental se ufanó de haber logrado mantener el orden entre los colimenses: Colima [...] ha sido tal vez la única de las Entidades de la República en donde, en medio del oleaje de las pasiones y luchas políticas se implantó desde luego que fue depuesto el Gobierno anterior, la tranquilidad pública, afirmándose el orden como consecuencia, y abriéndose paso en seguida el progreso activo, del que debemos sentirnos satisfechos.“’ Pero no todo se debía a la labor gubernativa de don Trinidad. Influía también al carácter pacífico de los habitantes de estas calurosas tierras de palmeras: “No solo en el ejercicio de los derechos políticos el pueblo ha dado pruebas de su buen sentido; su conducta en general, observada por la Estadística, también ha demostrado circunspección y cordura, no obstante que se le han dado las más amplias libertades”.l2 Efectivamente Alamillo otorgó más libertades. Abolió las licencias por diversiones y fiestas y, contrariamente a lo que se esperaba y según el propio decir del gobernador, disminuyeron notablemente los delitos. Los colimenses sabían llevar la fiesta en paz. Pero don Trinidad hacía mucho más por profundizar en las “tendencias sociales” de su estado natal. En su informe, Alamillo presumió de trabajar todos los días hábiles hasta altas horas de la noche, atendiendo las solicitudes de los colimenses, especialmente de los pobres13 y tratando de remediar sus males en la medida de sus posibilidades. Su preocupación principal era “no solo cuidar de 11 . “Informe leído por el C. J. Trinidad Alamillo. Gobernador Constitucional del estado de Colima, ante la H. XIX Legislatura el 16 de septiembre de 1912. al inaugurar ésta el periodo de sesiones ordinarias correspondientes al primer año de su ejer cicio legal. Contestación del C. Miguel García Topete, presidente de la H. Cámara”. Periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 28 de septiembre de 1912, p. 354. 12. Ibíd.. 13. Al respecto m e informó doña Graciela Alamillo que años después J. Trinidad Alamillo contaba que las mujeres en Colima le pedían ayuda: “le decían, “oiga señor Alamillo, mi esposo... “Usted no llore. Dale un costal de maíz, un costal de fríjol, ayúdala y déjenlo que se vaya a la revolución. ¿Para qué lo quiere borracho?“. Entrevista de la autora con Benjamín y Graciela Alamillo Arzola. Colima, 23 de agosto de 1996.. producir el adelanto, sino procurar hasta donde sea posible, hacer la felicidad del pueblo.14 En ese segundo informe, Alamillo reconoció que las pasiones políticas seguían encendidas en nuestro estado. Meses después estas pasiones lo precipitarían en estruendosa caída: Aun cuando las pasiones políticas en nuestro Estado no se hayan extinguido por completo; aun cundo entre los escombros del régimen combatido por nuestro democrático Presidente, quede uno que otro descontento, haciendo labor ímproba, estéril, y antipatriótica, con la esperanza de ver interrumpido el orden y de estorbar el adelanto, las ideas pacíficas, progresistas y democráticas han imperado de una manera firme y fuerte en nuestro medio, sin tropiezo alguno, durante mi Administración.15 El hábito sí hace al monje “Sin tropiezo alguno” don Trinidad siguió su labor con el cuerpo de seguridad pública. Este renglón fue el tercero más favorecido durante el gobierno de Alamillo, con la cantidad de $54,006.75.16 Creía el gobernador que una policía bien organizada y disciplinada era capaz de dar seguridad a la población. Por ello se dio a la tarea de reclutar personal de “reconocida moralidad”, que además de saber leer y escribir pudiera prestar “con su conducta y prudencia las mayores garantías á la sociedad”. Los policías modelos que pretendía Alamillo poner al servicio de los 14. Hablando de la felicidad del pueblo, la entubación del agua en Colima se realizó en diciembre de 1912. Para ese fin, el congreso facultó al gobernador Alamillo para contratar un préstamo de hasta por dos millones de pesos --a pagarse en veinte años-- para entubar el agua potable y asfaltar algunas calzadas. Igualmente. el gobernador tenía la facultad de contratar a las compañías o empresas para que realizaran las obras en cuestión. AHMC. Caja AX -258. Decreto número 17, 12 de diciembre de 1912. 15. “Informe leído por el C. J. Trinidad Alamillo, Gobernador Constitucional del estado de Colima, ante la H. XIX Legislatura el 16 de Septiembre de 1912 al inaugurar ésta el período de sesiones ordinarias correspondientes al primer año de su ejer cicio legal. Contestación del C. Miguel García Topete, presidente de la H. Cámara. Periódico oficial El Estado de Colima (Colima). 28 de septiembre de 1912, p. 354. 16. AGGEC. Año 1912. Legajo 818. Decreto número 64. Colima, 25 de junio de 1912.. colimenses, tendrían su respectivo aumento de sueldo, pues convencido estaba de que una buena retribución sería garantía para que los empleados policíacos desempeñaran con honestidad sus labores. A los infantes les pagaría 30.00 pesos mensuales y a los de caballería 45.00. Pero ojo: la manutención de los caballos corría por cuenta de los empleados. Alamillo, amante del buen vestir, invirtió más de diez mil pesos en vestuario y equipo para la policía, y por aquello de “como te ven te tratan”, don Trinidad, repartió: “Uniformes nuevos, de caqui y de gala, capotes y polainas para la infantería, así como uniformes nuevos de gamuza, de casimir gris, sombreros galonados, botas fuertes, sillas de montar, zarapes rojos, capotes de hule, etc. etc. para la caballería”.17 El armamento que distribuyó fue de primera clase, donación del gobierno federal: carabinas, sables y parque, por si hubiera necesidad de afrontar una emergencia. Para entonces ya se contaba con 40 gendarmes montados con caballo propio, 60 gendarmes de segunda de infantería, 4 gendarmes de primera de infantería, un oficial ayudante, un subcomandante y el comandante. Seguramente que don Trinidad creía --contrariamente al refrán-- que el hábito sí hace al monje. En septiembre de 1912, se ufanó Alamillo de tener un excelente equipo policíaco –no cualquier hijo de vecino podía ingresar a él-- a la caza de los infractores del orden: Aumentados los sueldos de la Policía, ha principiado esa selección escogiéndose, como se está haciendo, á los individuos que reúnen las mejores condiciones, dándose de baja á todos los que cometen abusos ó no cumplen con sus obligaciones: escucho siempre todas las quejas del público respecto á la conducta de los gendarmes y corrijo severamente las faltas que cometen. l8 -17. Aviso de la prefectura política del centro. Periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 24 de febrero de 1912, p, 68. 18. “Informe leído por el C. J. Trinidad Alamillo, gobernador constitucional del estado de Colima, ante la H. XIX Legislatura el 16 de Septiembre de 1912 al inaugurar ésta el período de sesiones ordinarias correspondientes al primer año de su ejercicio legal. Contestación del C. Miguel García Topete, presidente de la H. Cámara”. Periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 28 de septiembre de 1912. p. 355.. Armados de buenos uniformes y de buenas carabinas de importación estaban todos estos señores. ¡Qué podía pedir la sociedad colimense en pro de su seguridad?: En la actualidad se encuentra el Cuerpo de Seguridad, perfectamente armado y con parque en abundancia: además del armamento “Winchester” que estaba usando, fueron compradas en Hamburgo, Alemania, cien magníficas carabinas, sistema “Maüsser”, de caballería, modelo del ejército alemán, las cuales tienen grandes ventajas por su precisión, alcance, potencia, rapidez y facilidad en su manejo; se compraron también 20,000 cartuchos, pólvora sin humo para esas armas, y se hicieron fundas y carrilleras. La gendarmería montada ha empezado á usar el armamento, necesario, el cual por una com-binación que verifiqué, resultará sin costo alguno para este Gobierno.19 De incursionar los bandoleros de los estados vecinos a territorio colimense, se toparían con policías armados hasta el último pelo, con tecnología extranjera y, por si fuera poco, vestidos (literalmente) con todas las de la ley. Seguro que por eso las gavillas no fueron muy afectas a merodear por estas tierras, ni siquiera para admirar de lejos los vistosos trajes de los policías. Los hacendados y los comerciantes, por su parte, no se durmieron en sus laureles y continuaron manteniéndo un cuerpo de voluntarios --de caballería e infantería-- por su cuenta y riesgo, porque de caerles los bandidos en sus propiedades, podían perder no solo sus pertenencias, sino también la vida. En cuanto a la administración de justicia, se jactó don Trinidad de que, durante su administración, el Poder Judicial en el estado estaba en buenas manos y había ejercido su elevada misión de impartir justicia de manera honesta e imparcial. Además, el gobernador le aumentó considerablemente el sueldo al personal de esa institución: un sesenta y seis por ciento a los magistrados y un setenta por ciento los jueces de primera instancia, “para no correr el riesgo de entregar esos importantes cargos á las medianías, á nulidades, á hombres incapaces de obtener 19. . Ibíd ... por medio de sus aptitudes buena remuneración”.20 Pero no sólo se necesitaban buenos sueldos para mejorar la impartición de justicia. También había que basarse en buenas leyes y así lo entendió Alamillo: No basta que los juzgadores tengan buenos sueldos, que sean probos, activos y lo suficientemente honrados para no dar cabida á ninguna indignidad ni á ninguna pasión; sino que es necesario corregir el mal en su base, en las leyes de procedimientos, á fin de hacer más fácil, más expedita, más práctica, la administración de justicia, de manera compatible con las garantías que deben tener los actores y los reos.21 Pensando que no tendría oportunidad de demostrar lo contrario, Alamillo dijo que el poder Judicial gozaba de absoluta libertad del Ejecutivo sin saber la jugada que le deparaba el destino: “hice un formal llamamiento á los señores magistrados y jueces para que si alguna vez, por una de las debilidades humanas, me atreviera á hacerles alguna recomendación en favor de determinada persona ó negocio, rechazaran mi indicación con toda dignidad”.22 El tiempo le demostraría a Alamillo que no había tal libertad y que bastaría una palabra suya para que el poder judicial perdiera su imparcialidad. Don Trinidad hacedor de pueblos El hechizo de la ola verde, debió haber convencido a don Trinidad de lo importante que era que la comisaría de Cuyutlán, que se encontraba en los terrenos de la Hacienda de Cuyutlán, dejara de pertenecer a los descendientes de don Francisco Santa Cruz, el ex-gobernador de Colima. Animado por ese deseo pidió al 20. “Informe leído por el C. J. Trinidad Alamillo. Gobernador Constitucional del estado de Colima, ante la t-l. XIX Legislatura el 16 de Septiembre de 1912 al inaugurar ésta el período de sesiones ordinarias correspondientes al primer año de su ejercicio legal. Contestación del C. Miguel García Topete, presidente de la H. Cámara. Periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 21 de septiembre de 1912, p. 348. 21. Ibíd.. 22. Ibíd.., p. 347.. quinterista Francisco Santa Cruz Ramírez (descendiente del ex-gobernador) por motivos de utilidad pública, la donación de un terreno para fundar el pueblo de Cuyutlán, independiente de la hacienda. Así Alamillo mataba dos pájaros de una pedrada. Su acción sería vista como revolucionaria, pero también lograba con esa medida golpear --donde dolía-- a uno de sus enemigos políticos. A Santa Cruz no le cayó en gracia la petición y solicitó un amparo contra los actos del gobernador. E juzgado del distrito, seguramente por las buenas relaciones que mantenía Santa Cruz, suspendió los trámites de la expropiación del terreno. Alamillo, por supuesto, no se conformó y apeló al recurso de revisión del caso ante la Suprema Corte de Justicia. En fa revisión argumentó que la expropiación no beneficiaría a intereses particulares sino a un pueblo (olvidó por supuesto añadir que con la medida debilitaría la situación económica de Santa Cruz): Como podrá persuadirse fácilmente el alto tribunal a que me dirijo, la defensa de sus actos que hace este gobierno no está inspirada en miras egoístas y de carácter privado: la erección del pueblo de Cuyutlán, la adquisición del suelo en que se establezca el caserío para la masa de población que ahí concurre durante un período largo de tiempo anual, es un asunto de interés, pero si en algo puede privar de ciertas ventajas al hacendado de Cuyutlán, en cambio producirá beneficios á una colectividad y será la satisfacción de los legítimos derechos de ésta.23 Santa Cruz Ramírez, en respuesta, alegó que Alamillo mandó hacer el deslinde de la zona marítima de Cuyutlán y el fundo legal del pueblo, de manera ilegal, cuando todavía el caso estaba en trámites. De la Secretaría de Estado y de Fomento, Colonización e Industria, pidieron a don Trinidad cuentas de sus actos. Pero éste, sin pérdida de tiempo, procuró que fueran los cuyutlecos mismos quienes defendieran directamente su pedazo de tierra ante la Suprema Corte de Justicia. Efectivamente así lo hicieron: 23. AGGEC. Año 1912. Legajo 809. J. Trinidad Alamillo a la Suprema Corte de Justicia. Colima, 4 de junio de 1912.. Hace muchos años que venimos sufriendo toda clase de vejaciones por parte del dueño de la Hacienda de Cuyutlán, quien las estima en todo arregladas á la equidad y á la justicia, por la fundamental razón de ser él amo en el terreno en que vivimos y hace mucho tiempo también, venimos presentando nuestras quejas no sólo al Gobierno del Estado sino al de la Federación, pero siempre, quizás por la influencia del señor Santa Cruz Ramírez, nuestras protestas han sido escuchadas con estulta indiferencia por todas partes.24 La carta de los quejosos, dirigida al gobierno federal, continuaba en ese tono combativo y recriminatorio --como sucede con frecuencia, las líneas no parecían escritas por los demandantes, considérese, por ejemplo, el uso de la palabra “estulta” en la cita anterior--, reprochándole al gobierno su indiferencia e incapacidad para resolver los asuntos de los estados, porque a los ojos de las autoridades del centro resultaban ajenos por distantes. En plena revolución, donde se pugnaba porque la tierra fuera de quien la trabajaba, no podían (o no debían) poner oídos sordos a las lastimeras quejas de los habitantes de Cuyutlán, argumentaban los firmantes. Éstos (aconsejados por Alamillo) sólo querían parte de un terreno perteneciente a la Hacienda de Cuyutlán, para fundar un poblado, abrir calles, levantar una plaza y una casa para la “autoridad”, y fraccionar lotes para sus habitantes. De no otorgarles un pedazo de tierra a los cuyutlecos, las autoridades recién emanadas de la revolución, estarían desdiciendo los ideales por los que luchaban: Hemos continuado así, soportando el caciquismo del señor de Cuyutlán, casiquismo que se extiende no solo a monopolizar el comercio y todo, á imponernos á su arbitrio las gabelas que tiene á bien, sino á ejercer por sí y ante sí todas las funciones que la justicia encomienda á los legisladores y jueces y más aún, á aplicarles llevando por norma su capricho personal, sin cortapisas de ninguna especie constituyéndonos con todo esto en súbditos, en cosas pertenecientes al dueño y señor de Cuyutlán.25 24. AGGEC. Año 1912. Legajo 817. Carta de los vecinos del pueblo de Cuyutlán al C. presidente de la Suprema Corte de Justicia. Cuyutlán, 14 de junio de 1912. 25. Ibíd ... 106 Alamillo (el instigador de los cuyutlecos tras bambalinas) pensó que se vestiría de gobernante magnánimo si la justicia que había llegado para otros pueblos de la república, arribaba a Cuyutlán, un pueblo perdido en el mapa del país. ¿Podría Cuyutlán aspirar a regirse un día por leyes y garantías para los ciudadanos?: Millares de viajeros visitan año por año este lugar y todos ellos también tienen que estar sujetos al monopolio general á que nos referimos. Esto es público y por consiguiente, publica es la necesidad de que, siendo este un pueblo, pueda tener una subprefectura política que nos dé garantías, jueces que ventilen las diferencias que entre nosotros surjan, policía que cuide el orden; en fin que disfrutemos de todas las ventajas que disfrutan las colectividades denominadas pueblos, á esas agrupaciones que por su categoría de pueblo el’Gobierno envía á sus agentes á garantizar la igualdad ante la Ley.26 Los nuevos tiempos reclamaban una manera moderna de hacer política. Se decía que la justicia había llegado para todos. ¿llegaría hasta ese pueblo perdido entre la ola verde del mar y los pozos salineros ? El arreglo llegó en diciembre de ese año y Alamillo quedó como el verdadero vencedor político. Francisco Santa Cruz por su parte cedió el terreno necesario para fundar el pueblo de Cuyutlán “comprendido desde la vía férrea que conduce á Manzanillo hasta lindar al sur con la zona marítima, comprendiendo la playa y caserío de la Comisaría de Cuyutlán”.27 En compensación a la acción de Francisco Santa Cruz, el gobierno del estado le concedió exención simbólica del pago de toda clase de impuestos durante cinco años, sobre las propiedades de que gozaba: cincuenta pozos para elaborar sal y degüello y comercio en la Hacienda de Cuyutlán. Finalmente, el 15 de febrero de 1913, el gobernador J. Trinidad Alamillo expidió un reglamento para el recién creado pueblo de Cuyutlán. 26. Ibíd.. 27. AGGEC. Año 1912. Legajo 821. Carta del administrador principal de Rentas al secretario de gobierno. Colima, 24 de diciembre d e 1912. V e á s e también Decreto número 26. Colima. 27 d e diciembre d e 1912.. De acuerdo a este reglamento, se venderían solares con el 25 por ciento del precio al tiempo de firmarse el contrato y el resto a pagarse en tres anualidades. Los lotes serían de cuatro clases: los de primera --ubicados en “el médano y playa del mar”--, se venderían a peso el metro cuadrado; los de segunda --ubicados en “en la misma playa del mar y fuera del terreno planificado”--, a setenta y cinco centavos; los de tercera clase --que comprendía terrenos localizados hacia el norte, “pasada la playa y sin vista al mar”-- costarían sesenta centavos el metro; los de cuarta, desde cincuenta hasta quince centavos. Estos eran los solares que lindaban con la vía férrea que conduce a Manzanillo. Los compradores de lotes estaban obligados a construir dentro de ellos en un término no mayor a los tres años. Las construcciones debían ser de madera o cemento armado, para los de primera y segunda clases; a los de tercera y cuarta, se les permitían techos de teja, pero no de sácate o palapa. El producto de la venta de los terrenos se destinaría a las mejoras del pueblo y esto se traduciría, por supuesto, en obras de ornato y de salubridad. El gobierno del estado se llevaría el diez por ciento de lo vendido para recuperar los gastos erogados en este asunto, así como para resarcir la condonación de impuestos hecha a Francisco Santa Cruz. A la congregación de El Mamey también le llegó el soplo modernizador de don Trinidad, una vez que éste cayó en la cuenta que aquella era “una fértil y rica región” ignorada por desconocida. Alamillo pretendió convertirla en municipio. Pese a los deseos del gobernador, las válidas razones de las autoridades villalvarenses, municipio a que pertenecía El Mamey y que se oponían a que la congregación se independizara, fueron escuchadas por el Congreso: A fin de que esta corporación se sirva á la vez emitir su parecer sobre la reforma indicada, tengo la honra de decir á Ud. por acuerdo de la misma corporación, para conocimiento del C. Gobernador que según el número de. habitantes que resultó de las operaciones del último censo [...l la congregación del Mamey tiene 2,027 habitantes de los cuales solo hay 1,030 hombres, [...] por otra parte, no se sabe con qué arbitrios cuenta ese vecindario para sostener el rango político de cabecera de municipalidad por ser tan poco lo que allí rinden los ramos municipales, pues según los informes que sobre esto ha dado la tesorería [...J no sería posible que ese vecindario pudiera sin serle oneroso cubrir nuevos impuestos siendo en su mayor parte de la clase proletaria.28 El Ayuntamiento de Villa de Álvarez, no se guardó de expresar su inconformidad porque le dividieran su territorio (de por si insuficiente, de acuerdo a SU propio punto de vista), y con suaves palabras dijo simplemente “no”: Segregar pues, dicha Congregación de este municipio es tanto como debilitar mas a esta Villa ciñéndola á mas escasos límites, la segregación de esa parte de su territorio y el menoscabo de sus exiguas rentas municipales circunstancias que en concepto de esta Corporación en nada convienen al interés general del Estado, supuesto que el beneficio que se hace á ese vecindario redunda en perjuicio de una población de mas categoría como lo es la única Villa que tiene esta Entidad Federativa 1.. .] se cree esta Corporación con el ineludible deber de emitir su parecer en sentido contrario a lo que pretenden los vecinos del Mamey.29 Alamillo seguramente después de escuchar las razones de pesos, sólo elevó a pueblo El Mamey, mandando ejecutar “los trabajos preliminares de organización, para establecer autoridades y proporcionar á los vecinos las demás ventajas de que disfrutan los habitantes de los pueblos”.30 De igual manera a los habitantes de Guatimotzin (ahora Cuauhtémoc) los tocó Alamillo con su buena voluntad. Pidieron y se les concedió lo que pidieron. El gobernador decretó que, como lo habían pedido los habitantes de Guatimotzin, se le restituyera al pueblo su antigua jurisdicción. De esta manera San Joaquín, El Cóbano, El Parián, Buenavista, Alcaraces, 26. AGGEC. Año 1912. Legajo 809. Carta del ayuntamiento de Villa de Álvarez al C. secretario de gobierno. Colima, 2 mayo de 1912. 29. . Ibíd.. 30. “Informe leído por el C. J. Trinidad Alamillo, gobernador constitucional del estado de Colima, ante la H. XIX Legislatura el l(1 de septiembre de 1912 al inaugurar ésta el período de sesiones ordinarias correspondientes al primer año de su ejer-ciclo legal. Contestación del C. Miguel García Topete, presidente de la H. Cámara. Periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 5 de octubre de 1912, p. 362.. Quesería, Astillero, Monte Grande y Loma Alta, volvieron a pertenecer a Guatimotzin. Por si fuera poco, Alamillo amplió el fundo legal de Tecomán y algunos habitantes de Ixtlahuacán, aprovechando su magnanimidad en cuanto a reparto y división de jurisdicciones se refiere, alzaron su voz --a través del ayuntamiento de Tecomán-- pidiendo anexarse a ese municipio, ya que ahí realizaban la mayor parte de sus actividades: Si los vecinos de las Rancherías del Tamarindo, Mezcales, Callejones y Chamchopa, solicitan la anexión a este Municipio, seguro que se beneficiarán si logran anexarse a este pueblo; pues la distancia que los separa de esta población, son únicamente veintisiete kilómetros, razón por lo que aquí hacen su principal comercio, aprovechando vías de comunicación en suelo plano y [del fácil conducción, llevando por tren los productos de sus propiedades; además las rancherías referidas han pertenecido y pertenecen largos años al Gobierno Eclesiástico de este pueblo, por conveniencia general los solicitantes desean anexarse civilmente. 31 El ayuntamiento de Tecomán con gusto aceptaría la anexión “en bien de la generalidad” para encaminar a los habitantes de esas rancherías de Ixtlahuacán por la senda que conducía a la civilización: Es conveniente la anexión de que se trata, porque el aumento de habitantes, dará a este pueblo mayor potencia en su representación, local y Nacional, aumentará los ingresos de este Mpio. que se aprovecharán en bien del adelanto material, aumentará su policía para la mejor vigilancia en el orden y seguridad públicas, y por último los anexados gozarán adelantarse en la instrucción elemental en el trato social y aprovecharán todo lo que conduce a la civilización y al progreso, moral y material de este pueblo a que se halla encaminado.32 Pero las razones esgrimidas no fueron lo suficientemente convincentes: la “H. Legislatura del Estado”, sin más ni más, “denegó la anexión al Municipio de 31. AGGEC. Año 1912. Legajo 817. Carta del ayuntamiento de Tecomán al secretario de gobierno del estado de Colima. Colima, 20 de abril de 1912. 32. . Del Ayuntamiento de Tecomán al C. Srio. de Gobierno del Estado de Colima. 20 de abril de 1912. AGGEC. legajo, 817, año 1912.. Tecomán, de las rancherías [...] pertenecientes á la Municipalidad de Ixtlahuacán”. 33 De la tierra son los frutos, de Alamillo los decretos Alamillo pensó en empezar por el principio, unificando a agricultores y comerciantes. De esta manera, don Trinidad propuso la creación de la cámara de agricultura. Dicha cámara se creó con sesenta miembros aproximados y quedó constituida por “representantes de grandes y pequeños capitales” para impedir la protección de’ciertos intereses. El progreso del estado bien podía empezar por la tierra y eso Alamillo lo sabía. Había que arrancarle al suelo el pan nuestro de cada día. Para que los grandes propietarios se decidieran a fraccionar sus tierras (y no tener que obligarlos por las malas), el gobierno de Alamillo promulgó un decreto donde se eximia del pago simbólico de impuestos a la “traslación de dominio á los contratos de compraventa de terrenos que se fraccionen en territorio del Estado hasta por la cantidad de cien hectáreas”.34 Además se eximió el pago de impuestos en los casos de hipotecas de terrenos que fueran a venderse en fracciones. Para los que quisieran pasarse de vivos, no existía tal oportunidad, pues no gozaban de estas franquicias “los terratenientes que posean una extensión mayor de dos mil hectáreas y deseen adquirir nuevas parcelas para aumentar sus propiedades”. La guerra, en suma, era contra de los hacendados. Por otra parte, con la contratación de la energía eléctrica para el estado se trataría de utilizar la fuerza hidráulica del río Tuxpan, para regar grandes extensiones de tierra. 33. Periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 7 de septiembre de 1912, p. 326. 34. Decreto número 11, 20 de noviembre de 1912, publicado en el periódico oficial El Estado de Colima (Colima). 23 de noviembre de 1912, pp. 414-415.. Pero había que preparar el terreno con las técnicas agrícolas más avanzadas. Don Trinidad pensó que tocaba a los estudiantes encargarse de activar y reactivar los dones de la tierra. Por ello planeó (aunque quizá nunca la realizó) la construcción de una escuela de agricultura que funcionaría en “La Florida”. Lo que sí consta que hizo, fue fundar un campo experimental que empieza con una plantación de maíz. En diciembre de 1912, Alamillo lanzó el plan más activo de que se tenga noticia para reforzar la agricultura en el estado. El Decreto número 25 promulgado el 25 de diciembre de 1912, lo hizo pasar a la historia colimense como uno de los gobernantes más preocupados por el ramo agrícola. El decreto ofrecía a los agricultores premios por cien pesos por cada mil árboles frutales que plantaran y cultivaran. Se requería que fueran frutos apreciados en los mercados internacionales: Artículo 2. Los árboles frutales a que se refiere la presente ley, pueden ser de cualquier especie con tal de que sean de los que producen frutos de aprecio y consumo en los mercados extranjeros. Este privilegio se concede por ahora al limón, la naranja, el aguacate, el castaño, el mamey, el tamarindo, el chico zapote , la chirimoya, el mango, el nogal, la manzana, el durazno, la pera, el prisco, el membrillo y el oIivo .35 Para aquellos nacionales o extranjeros que se animaran a hacer reverdecer sus tierras con doscientas mil macollas de plátano roatán , el gobierno alamillista les entregaría, en la primera cosecha, un premio de cinco mil pesos. Para los pequeños agricultores había quince pesos por cada millar de macollas de plátano que cultivaran. Las plantaciones de piña también eran bienvenidas: el gobierno de Alamillo otorgaría cincuenta pesos por cada hectárea sembrada; en el caso de diez mil matas de piña plantados, se haría un pago proporcional. Las hortalizas como 35. Decreto número 25. 26 de diciembre de 7912, publicado en el periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 28 de Diciembre de 1912. p. 453.. chiles, pepinos, jitomates, cebolla, ajos, berenjenas, alcachofas y pepinos, productos para mercados como el de los Estados Unidos, recibían un incentivo de cincuenta pesos por hectárea cultivada. El melón recibía cinco mil pesos por cada trescientas hectáreas. Para las plantaciones de uvas de variedades finas, silvestres y ciruelos “mizpam” había un premio de diez pesos por hectárea en producción. Don Trinidad seguramente quiso hacer de este estado una verdadera tierra de cocos y palmeras, y ofreció veinte mil pesos al audaz que plantara cien mil palmas de coco de agua; a los pequeños productores les pagaría en la misma proporción, por cada mil palmas. A los que plantaran después de la promulgación de esa ley cuatro o cinco palmas en sus casas, se les condonaría la mitad de contribuciones durante cinco años. Por algo Colima sigue llevando el titulo de ciudad de las palmeras: Artículo 13. Todo propietario de terreno en el Estado desde la Estación “Alzada” hasta el Puerto de Manzanillo, que a uno y a otro lado de la vía férrea plante en lo sucesivo tres hileras de palmas de coco de agua, en el trayecto que le pertenezca, tendrá derecho a que por cinco años y desde que las palmas produzcan fruto, se le abone a razón de cien pesos millar, cuya suma se le descontará de sus contribuciones anualmente. El espacio entre palma y palma será precisamente de ocho metros, plantadas en línea paralela a la vía, siguiendo la primera hilera de línea divisoria entre la zona del ferrocarril y el predio del beneficiado.36 No se cobraría el impuesto predial a las tierras dedicadas a los cultivos mencionados. Tampoco las obras de irrigación causarían gravámenes durante diez años. El gobierno del estado tenía contemplado gastar hasta cinco mil pesos en pozos artesianos y se exceptuaba de impuesto a la maquinaria moderna destinada a la agricultura. Mientras se expedía la ley agraria para ponerla en marcha dentro del estado, don Trinidad quedó facultado para fraccionar terrenos en predios para el bien agrícola del estado. En cuanto a la industria, el gobierno de Alamillo hizo 36. Ibíd.., p. 454.. 113 condonaciones de impuestos a los industriales, para impulsar ese renglón de la economía colimense. A Ricardo M. Stadden se le condonarían los impuestos durante diez años, de invertir su capital en una fábrica de aceites vegetales. A José A. Rico, quien pretendía establecer una fábrica de almidón, también se le condonaron los impuestos por diez años. Al parecer la política de exención de impuestos dio resultados porque, en septiembre de 1912, Alamillo informó que se habían contabilizado 131 negociaciones. Pero la más rotunda invitación a los inversionistas fue el decreto número 25, que ya mencioné, en el que se establecía que no causaría impuestos durante cinco años, la primer fábrica que se estableciera con el afán de explotar las fibras producidas en el estado. De iguales beneficios gozaría el capital invertido en maquinarías desfibradoras y empacadoras de pastura. Como parte de ese gran proyecto suyo de hacer de Colima un estado exuberante de frutas y frutos, se contempló también la ganadería, poco desarrollada dentro del estado: Artículo 16. El capital extranjero o nacional que en lo sucesivo se invirtiere en el Estado, para introducir al mismo, crías finas de ganado vacuno, caballar, bovino, mular, cabrío, lanar y porcino, quedará libre por diez años de todo impuesto del Estado y Municipal, como también cualquier capital invertido en la cría de aves domésticas de especies finas.37 Con todas estas medidas y buenos deseos, Colima estaba llamada a convértice en un paraíso terrenal y tropical. Solamente necesitaba tiempo. Tiempo que le fue negado a la agricultura, porque cuatro meses después, cayó Alamillo de la silla gubernamental por errores políticos. Me pregunto hasta qué punto se puso en práctica este decreto de Alamillo. Lo cierto es que los suyos eran planes agrícolas extraordinarios, que ochenta y cuatro años después son recordados 37. Decreto número 25, 2 6 de diciembre de 1912. Periódico oficial El Estado de Colima, 2 8 d e diciembre de 1912. p, 454.. todavía por los viejos vecinos colimenses. Y por don Trinidad mientras vivió, pues Alamillo era tenaz en sus proyectos. Alamillo tomó muy a pecho su papel de benefactor de la agricultura colimense. Por ello se llevó el aguijón clavado cuando, en 1912, no fue más allá de decretar el progreso de la agricultura en Colima. Por esta razón, después de veinte años, volvió a las andadas y dio a conocer (en 1932) un gran proyecto que, de llevarse a cabo, sacaría de una vez y para muchos años a Colima de la pobreza. En 1932, Alamillo dijo orgulloso lo siguiente sobre su proyecto: Aprovecho la oportunidad para darlo a conocer después de veinte años de paciente-espera, antes de morir, como han sido mis temores y llevarme a la tumba tan importante proyecto que he escrito, a primera intención y no siendo yo escritor público, carece de literatura y solo contiene PUNTOS sujetos a rectificaciones, teniendo únicamente el mérito de no guiarlo el interés de obtener un premio. Lo guían sentimientos más nobles y elevados, como son los de beneficiar a todo un pueblo.38 Alamillo se decidió a dar a conocer “su herencia de trabajo a los colimenses por creer que en ese año de 1932, la desgracia se había ensañado con su terruño, a causa de los “estragos que hicieron los temblores y otras calamidades”.3g Ese gran proyecto de trascendental importancia como el mismo Alamillo lo llamó, pretendía, “por medio de potentes bombas”, desecar las lagunas de Cuyutlán y San Pedrito “descubriéndose así una tierra perfectamente abonada por miles de años y, por consiguiente, rica y fértil para aprovecharla en la agricultura”.40 Pretendía Alamillo en esos terrenos plantar la cantidad nada despreciable de diez millones de palmas de coco grande que, según sus cuentas, podrían dar a Colima 38. J. Trinidad Alamillo, Proyecto para reconstruir o mejorar las condiciones generales del Estado de Colima. Una plantación de diez millones de palmas de coco grande, en terrenos hoy improductivos. Grandes Obras materiales, plantaciones de hortalizas y de árboles frutales. Pro turismo. Mi herencia de trabajo a los colimenses (Guadalajara, s.l., 1932). p. 3. Agradezco a Servando Ortoll el haberme facilitado este manuscrito que localizó en la Biblioteca Bancroft, de la Universidad de California en Berkeley. 39. Ibíd.., p. 3. 40. Ibíd. .. p. 4.. cincuenta millones de pesos al año. Alamillo también creía que secando la laguna de San Pedrito se obtendrían terrenos para cultivar pero, sobre todo, para construir una ciudad modelo en el puerto manzanillense “calculada para cuarenta mil habitantes, con calles de veinte metros de anchura, banquetas a ambos lados, de cuatro metros, con buena pavimentación, drenaje de asfalto, cañerías de agua potable, gas para cocinar, luz eléctrica, [y] fuerza motriz para industrias”.41 Alamillo también pensó en los jardines que debían aparecer, por supuesto, repletos de sus plantas favoritas: laureles de la India, para que dieran “sombra y refresquen el ambiente”.42 Pensaba Alamillo convertir las plantaciones de palmas en verdaderos paraísos terrenales, para atraer a los turistas extranjeros: Allí mismo, en los bosques de palmeras, se podrían construir como negocio, chozas pintorescas de palapa adornadas con flores aromáticas, hamacas, y confort en el centro, para descanso de los turistas, en donde ellos encontrarían, a mas de los cocos frescos de agua, buen café, plantaciones de supremas naranjas, piñas dulces y aromáticas, las famosas ciruelas de Mixpan que son dulces como el almíbar, mangos dulces también como la miel, plátanos de muchas clases desconocidas, guayabas de china, el delicioso zapote -mamey, limas dulces de semilla de silao, dátiles, pitahayas, sandías, melones muy ricos y otras frutas tropicales desconocidas en otros países.43 Pero la creación del utópico paraíso no era todo lo que Alamillo proyectaba. El deseaba también la construcción de un gran hotel en Cuyutlán o en alguna otra playa hermosa, “calculado para alojar cuatro o cinco mil visitantes”, con cuartos de cuatro categorías que además contaría con todos los adelantos de la civilización como: teléfono, telégrafo, correo, banco, venta de periódicos, aseo de calzado, peluquerías, salones de baile, tienda de ropa, etcétera. Indudablemente, Alamillo fue el Julio Verne turístico de Colima. Pero no todo el éxito que debía tener el 41. Ibíd.., pp. 4-5. 42. Ibíd.., p. 5. 43. Ibíd.., p. 8.. proyecto --de llevarse éste a cabo-- se basaba en las obras materiales: los colimenses debían poner su granito de arena o, mejor dicho, de sal y una buena pizca de pimienta para presentar una cara amable al turista: “Cambiar el ceño de mala voluntad y de angustia o de dolor, que revelamos ordinariamente sin sentirlo, debido quizá a nuestras numerosas penas, por una cara agradable, sonriente y comunicativa que impresione bien al viajero tratar de borrar ese descrédito que nos han traído las dichosas revoluciones”.44 Obviamente el proyecto nunca se llevó a cabo y la herencia que Alamillo quiso dejar tras de sí a los colimenses, se perdió para siempre en las arenas movedizas de la memoria. 44. J. Trinidad Alamillo, Proyecto para reconstruir o mejorar las condiciones generales del Estado de Colima. p. 22.. Capítulo 5 La educación integral: educación del pueblo La trascendental cuestión de redimir a la raza indígena Desde que don Trinidad se dedicaba al negocio de las letras en 191 1, mostró una gran preocupación por las razas indígenas y su instrucción. Como autor de un editorial aparecido en su periódico, La Gaceta de Guadalajara, Alamillo inició su escrito con un interrogante: ¿Qué se ha hecho en pro de la raza indígena ? Los acontecimientos que se han desarrollado en distintas épocas, pero de manera especial en éstos últimos tiempos en el Yaqui, en Yucatán y en otros estados de la Con-federación Mexicana, están demostrando á cada paso la ingente necesidad de solucionar el problema de la instrucción de las razas indígenas y de su unificación y anexión á la sociedad Mexicana, para evitar un grave peligro de escisión para el futuro.’ Lamentaba Alamillo en su escrito que los adelantos logrados en el país, en nada habían ayudado a los indígenas: “La trascendental cuestión de redimir á la raza indígena, doliente y postergada, sin que dé señales de levantarse de la situación social en que se encuentra como hundida, y de la que no han podido 1. J. Trinidad Alamillo. “Editorial”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 30 de septiembre de 191 1, p. 2.. sacarla ni los ferrocarriles, ni la electricidad, ni todos los grandes adelantos que México ha conquistado en estos últimos años”.2 Con visión por demás realista, Alamillo expresó que los buenos deseos por ayudar a los indígenas sólo quedaban en proyectos: Mucha elocuencia, mucha conmiseración, sanas intenciones y grandes deseos, de hacer el bien; pero de ese punto no hemos pasado, no obstante la necesidad ingente de atender á esa clase pobre y desheredada, sino por efecto de la compasión, cuando menos por la conveniencia para las altas clases; porque de esas razas vejadas y escarnecidas es de donde se levantan las crueles dolencias, las más grandes que torturan á la patria.3 Quizá no, sea descabellado especular que Alamillo tenía la esperanza de algún día --si llegaba a la silla gubernamental de Colima--, poner en práctica sus deseos en pro de la raza indígena. Lo siguiente lo sentenció en el editorial multicitado: Los gobiernos, las sociedades protectoras de indígenas se ocupan de bordar en el vacío; y sólo por accidente van al terreno práctico de los hechos, pretendiendo dar una mano salvadora á las multitudes que se arrastran sin encontrar un punto de apoyo para levantarse. Es tiempo de que se abandone el sistema de empirismo y de las vanas ostentaciones, para dedicarse á hacer algo efectivo y práctico en pro de la raza caída. Así lo reclama la solidaridad humana, el crédito nacional y el por-venir de la colectividad. México no dará un paso firme hacia adelante, mientras no salga el indio de la ignorancia y del fanatismo que lo sujetan.4 Ya como gobernador, la preocupación de Alamillo de tiempo atrás encontró salida en la persona del profesor Abraham Castellanos “cuyas altas dotes de educador son bien conocidas en la República”. Alamillo trajo al estado Castellanos 2.I b id. 3.Ibid. 4 . i b i d .. para éste que “encarrilara” la educación en Colima.5 Así, el 25 de enero de 1912 se publicó la siguiente noticia en La Gaceta de Guadalajara: “De Colima. Preparativos para recibir a un educador”, donde se describía el recibimiento preparado para Castellanos: Uno de estos días deberá llegar á esta ciudad el señor Profesor Abraham Castellanos, quien viene de la capital de la República, con objeto de atender á la reorganización de la Instrucción Pública en el Estado. En uno de los salones principales del Palacio de Gobierno, se congregarán los directores y profesores de las escuelas, con objeto de hacer la presentación de estilo. El señor Alamillo, procurando el mayor bien del pueblo, arregló la venida del distinguido pedagogo señor Castellanos, quien seguramente, dará un poderoso impulso al ramo de instrucción.6 Una vez que Castellanos puso pie en Colima y sabedor de la gran tarea que le esperaba, comenzó por hacer un recorrido por las escuelas del estado. Las encontró, como quizá fuera de esperarse, en malísimas condiciones (clara referencia al gobierno de la Madrid y a la quizá cuestionable labor de Gregorio Torres Quintero). Pero no todo estaba perdido. La idea de Castellanos era darle un nuevo giro a la instrucción “de acuerdo con las necesidades de cada población”. Se dedicó entonces a presentarle al gobernador proyectos de leyes y reglamentos basados en la doctrina del educador Rébsamen. Uno de tales proyectos fue la fundación de escuelas protectoras de la raza indígena. Alamillo, interesado como vimos en el desarrollo de los indígenas, secundó el plan de las escuelas para ellos. En esos momentos la teoría del desarrollo unilineal era todavía la dominante y, en 5. Sobre los motivos que J. Trinidad Alamillo tuvo para invitar a Abraham Castellanos a regentear la educación en Colima, véase el ensayo de Juan Carlos Reyes. “Abraham Castellanos en Colima: La educación como arma política”, mecano escrito inédito. Sobre la estancia de Abraham Castellanos en Colima, véanse también las breves notas de Manuel Velasco Murguía. La Educación Superior en Colima, Tomo 1 (Colima. Universidad de Colima, 1988). 6. “De Colima, preparativos para recibir a un educador”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara). 25 de enero de 1912, p. 2 .. el caso de la educación de los indígenas colimenses, esto equivalía a suponer que, de tener las oportunidades adecuadas, éstos podrían ascender las gradas del saber y del desarrollo con facilidad. Todo era cuestión de brindarles oportunidades a los indígenas. La escuela protectora de la raza indígena Tengamos en cuenta que a sólo tres meses de estar Alamillo al frente de su gobierno y con la ayuda de Abraham Castellanos --a la sazón jefe de la Sección de Instrucción Pública y Beneficencia--, se instalaron las primeras escuelas de educación integral “protectoras de la raza indígena” en el pueblo de Suchitlán el 11 de febrero de 1912. Al presentar Castellanos un informe “sobre las primeras escuelas de educación integral, protectoras de la raza indígena implantadas en el Estado”,7 confesó: “los primeros rudimentos de escritura, lectura y aritmética, no redimen á la raza indígena, como no redimen á ninguna raza”. No obstante sus palabras, se mostró complacido de colaborar con el gobierno de Alamillo en el proyecto de la educación para lograr que los indígenas, hasta donde fuera posible, fueran encaminados por la senda de la ciudadanía. Alababa Castellanos de don Trinidad su deseo por sacar a las clases desprotegidas de su ignorancia. Ese propósito de Alamillo, dijo Castellanos, era muestra de que el gobernador era un hombre de buena voluntad y que, en vez de perseguir fama política, se ocupaba de mejorar la vida de los indígenas colimenses. En el mismo informe, Castellanos describió el impacto que la escuela provocó entre los indígenas, quienes se volcaron 7. “Informe que el profesor Abraham Castellanos. Jefe de la Sección de Instrucción Pública y Beneficencia, rinde al Sr. Gobernador Constitucional del Estado de Colima, J. Trinidad Alamillo, sobre las primeras escuelas de educación integral, protectoras de la raza indígena implantadas en el Estado”, periódico oficial E/ Estado de Colima (Colima), 24 de febrero de 1912, pp. 64-66.. en efusivos agradecimientos para con Castellanos. No cabía duda que la educación iguala a los hombres pues Castellanos se atrevió a llamar a los suchitlecos “mis hermanos los indios”: “Ese extraño placer que se pintaba en los rostros de los indígenas que el 8 de los corrientes estuvieron á saludarme en el Palacio de Gobierno, trayendo su música, sus ramas de pino, sus frutas y sus flores. Esta es mi más grande recompensa; la espontánea manifestación de cariño de mis hermanos los indios”.8 El profesor Castellanos sabía de sobra que los indígenas estaban concientes que el mero saber leer y escribir no les brindaría la felicidad. De ahí que huyeran de las escuelas prefiriendo dedicarse al trabajo. Pero si el gobernante --en este caso Alamillo-- les ofreciera “ayuda para educar a los niños en el trabajo” entonces la alegría del indígena se desbordaría, tal como ocurrió en el pueblo de Suchitlán, porque “se ha tocado su alma en el medio de vida en que prosperan”.9 Así la escuela de Suchitlán fue --para propios y extraños-- un ejemplo de la escuela ideal en donde se entrelazaban las dos de sus esferas principales: “la educación práctica, para el beneficio de la raza en su medio, como su trabajo en jardinería, arboricultura, horticultura, y la educación intelectual, todo bajo la dirección del maestro de escuela”.1o Por lo tanto las escuelas para indígenas, dirigidas por Castellanos y apoyadas por Alamillo, consistieron en educar al indio en su pueblo. Sin necesidad de convertirlo en desarraigado con el pretexto de civilizarlo. La educación integral pretendía, ser completa. Por las mañanas se les darían las materias del programa y laS últimas horas de la tarde sería aprovechada para que los indígenas trabajaran en su comunidad. Para ello la escuela les ofrecía una granja escolar, cuyo terreno 8 . lbia’.. p. 65. 9 . lbia.. había sido donado por la autoridad del pueblo. Castellanos, creyó estar iniciando “el verdadero progreso de los indios de México” y entusiasta manifestó: Esto quiere decir, Señor Gobernador, á mi humilde juicio, que los indios sienten con esta organización escolar, los beneficios de la verdadera educación, y si el Gobierno Federal toma nota de ello, pronto se iniciará el verdadero progreso de los indios de México, de esta raza que está llamada ser el único apoyo de la Nación, porque su fuerza y su historia, lo predicen, y su inteligencia, sobriedad y energía de carácter lo señalan.11 Con el apoyo de Alamillo, Castellanos instaló granjas escolares, además de en Suchitlán, en Coquimatlán, Tecomán e Ixtlahuacán. Dichas granjas, que constituían una verdadera novedad en Colima, recibieron los siguientes utensilios agrícolas donados por la Secretaria de Fomento: 15 palas, 15 rastrillos, 15 zacapicos, 15 cucharillas de acero y 5 paquetes de semillas. En las granjas escolares se plantaron naranjos de Río Verde otorgados por la misma secretaría. La idea de Castellanos literalmente rendía frutos. Y es que con el establecimiento de las granjas se buscaba, además de instruir a los indígenas en las diferentes ramas de la agricultura, promover el cultivo de frutos y plantas propias de cada lugar del estado, así como introducir nuevas especies o mejorar las ya existentes. Este proyecto recibió todo el apoyo de Alamillo: recordemos que junto con la educación, el desarrollo de la agricultura era la carta fuerte de su gobierno. El genio de Castellanos consistió precisamente en conjuntar las dos grandes preocupaciones del gobierno alamillista en un solo proyecto. Las granjas iniciaron sus labores con trabajos de horticultura. El experimento difícilmente podía ser superado en su concepción y originalidad: el maestro encargado de la educación de los indígenas era también el responsable, junto con los alumnos, de sembrar la tierra. Con obvias raíces y principios comunitarios, se 11. Ibíd ... pretendía que la cosecha obtenida fuera distribuida con equidad entre los alumnos participantes. Además era obligación del maestro, al recibir las dotaciones de plantas, regalar una a cada niño para que la sembrara en su casa. Se intentaba así fomentar la propagación de la planta e interesar a los niños, junto con sus padres, en “tan importante mejora”. Castellanos no necesitaba convencer al gobernador de la gran innovación que Colima restregaba en materia educativa al resto del país, pero si era urgente que los gobiernos y los educadores la conocieran: “La raza india, es raza de tradición y de historia. Sus hombres que ha producido, revelan que esta raza vive con tendencias á su mejoramiento, y si vive hasta el presente en fatal aislamiento, se debe especialmente, entre otras causas, al abandono con que todos los gobiernos han visto su educación”.12 La inauguración de la escuela para indígenas en Suchitlán se publicitó con emotivas fotografías a través de El Imparcial, Revista de Revistas y De Arte y Letras de la ciudad de México. l3 Todo esto en cuanto a la dimensión política del asunto. En lo que a los maestros se refiere, dentro de la educación integra, el educador era artífice de la instrucción y estaba llamado a hacer de los indígenas, hombres inteligentes y trabajadores, aunque no sabios. Fue así que Colima, una } 12. Ibíd.., p. 66. Es interesante notar la conexión entre esta experiencia política comunitaria de los indígenas suchitlecos durante el tiempo de Castellanos y su decisión, años más tarde, por aceptar los ofrecimientos del general revolucionario Juan José Ríos de que se instituye ra en su pueblo una reforma agraria (instigada. por cierto, “desde arriba”). John J. Foley. hlstoriador de la Universidad de Chicago, subrayó lo siguiente en un estudio suyo sobre la reforma agraria en Colima: “Suchitlán era una comunidad colimense que llenaba los requisitos de la Ley Agraria: poseía además un gran grupo de campesinos listos y abiertos al mensaje del general Ríos; era el único pueblo en Colima --comunidad indígena independiente, con una cultura autónoma-- que podía rastrear su existencia al tiempo de la Conquista. Las tierras de los indígenas habían sido invadidas por las haciendas vecinas a la-vuelta del siglo, y al tiempo en que Ríos llegó a la gubernatura, los indígenas aún guardaban resentimiento hacia terratenientes blancos locales”. Véase John Adrián Foley, “La reforma agraria”, en Servando Ortoll, coor dinador, Colima, una historia compartida (México. Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 19881, pp. 287299, en esp. 288. A manera de hipótesis propongo que los mismos estudiantes de la granja escolar en Suchitlán fueron los que con más fuerza participaron en el movimiento de reforma agraria en el estado de Colima. 13. Véase AGGEC. Legajo 818. Año 1912.. vez más, se convirtió en ejemplo para todos los estados de la república.14 Castel- lanos y Alamillo podían darse por satisfechos. El trabajo y entusiasmo que don Abraham Castellanos puso en tierras colimenses, de alguna manera fue recompensado: el gobierno del estado se encargó de homenajearlo como a un héroe vivo en el teatro Santa Cruz, el sábado 16 de marzo de 1912, día de su onomástico. Esa noche la velada literario-musical estuvo amenizada por la orquesta de Emerenciano Naranjo, mientras que al piano se encontraba Miguel García Macías.15 Por motivos que lamentablemente desconozco, Abraham Castellanos dejó la dirección de educación, para luego fungir únicamente como director honorario. Así’la educación colimense cerró una de sus páginas con la huella de un “eminente pedagogo” que la abandonó sin dejar tras de sí constancia pública de las razones de su decisión. La ley es la ley “El ramo de instrucción pública tiene mi especial atención puesto que la enseñanza es el problema fundamental para conducir al indio y al pueblo a su bienestar futuro, puesto que el saber, es la poderosa palanca que ha de hacer de nuestro Estado una entidad rica, fuerte y grande”,16 con estas palabras que Alamillo inició su informe en materia de educación, ante la cámara de diputados a sólo cinco meses de iniciado su gobierno. Y no solo eran palabras huecas. Los hechos lo demostraban: ahí--en las fotografías--, estaban las alegres caras de los suchitlecos para comprobarlo.- El miércoles 8 de mayo de 1912, J. Trinidad Alamillo promulgó ‘4. Ibíd.. 15. AGGEC. Legajo 808. Año 1912. “Nota de gastos erogados. para la velada literario-musical en honor del profesor Abraham Castellanos”. 16. “Informe rendido por el C. J. Trinidad Alamillo, gobernador constitucional del Estado de Colima, ante la Honorable Legislatura, el día 16 de marzo de 1912, al inaugurar ésta el segundo y último periodo de sesiones ordinarias correspondientes al tercer año de su ejercicio legal”, periódico oficial del estado de Colima (Colima), 23 de marzo de 1912. p. 99.. la que fue la segunda medida educativa de su administración: la Ley de Educación Primaria, Normal y Comercial. Esta ley fue, en palabras del propio Alamillo, “producto de largos estudios hechos por personas competentes y de prominentes méritos, adecuándolos al medio y á las circunstancias locales”.17 Dicha ley contenía nueve capítulos y enseguida me detengo en cada uno de ellos. El primer capítulo normaba el carácter y división de la educación primaria. El estado proporcionaría la educación primaria, que estaría dividida en elemental y superior. Ambas modalidades tendrían como objetivo moldear el carácter físico, cívico, moral e intelectual del educando, fueran hombres o mujeres, así como proporcionarle’ los conocimientos adecuados “para la vida práctica según las necesidades y condiciones de vida de cada localidad”. La primaria elemental, con una duración de cuatro años, era obligatoria para niños y niñas de 6 a 14 años de edad; mientras que la superior, complemento de la elemental, se desarrollaría en dos años, sería obligatoria para los alumnos que quisieran ingresar a los cursos de la escuela normal o comercial. La educación ofrecida por el estado sería gratuita, laica y uniforme. Los niños podían ser educados en escuelas oficiales, particulares 0 en sus propias casas. El capítulo dos de la Ley comprendía “la clasificación de las escuelas oficiales”. Se clasificaba de escuelas oficiales a todas aquellas que eran sostenidas total o parcialmente con fondos del estado. Ahora bien. Las escuelas primarias a nivel elemental eran diurnas para los niños y nocturnas para los adultos. Además, las escuelas de educación elemental podían ser: a) Escuelas elementales de organización completa: aquellos centros educativos donde un profesor se ocupaba de impartir cada curso anual. 17. “Informe leído por el C. J. Trinidad Alamillo, Gobernador Constitucional del estado de Colima, ante la H. XIX Legislatura el 16 de Septiembre de 1912 al inaugurar ésta el periodo de sesiones ordinarias correspondientes al primer año de su ejerWIO legal. Contestación del C. Miguel García Topete, presidente de la H. Cámara”, peri6dico oficial El Estado de Colima (Colima), 21 de septiembre de 1912. p. 348.. b) Escuelas elementales de organización económica: aquéllas en las que el maestro impartía dos cursos escolares. c) Escuelas unitarias: donde el profesor se ocupaba de impartir los cuatro grados de la primaria, organizándola en medios tiempos (dos grupos por la mañana y dos por la tarde). El capítulo tercero legislaba el establecimiento de escuelas. Así se dispuso que toda localidad del estado en donde hubieran quinientos habitantes debería haber una escuela. Además se obligaba a hacendados, a dueños de fábricas industriales y a fabriles “de cierta importancia”, fuesen mexicanos 0 extranjeros, a crear una escuela en el lugar “en que fije la explotación, para educar á los hijos de los padres que ocupen para su provecho”. Pese a que estas escuelas quedaban sujetas a la inspección del estado, se proponía el gobierno “excitar la filantropía de los hacendados y negociaciones en general, para que en los lugares donde haya un número competente de niños, se establezcan á sus expensas en sus respectivas fincas rústicas, escuelas según las necesidades de la localidad”.18 Por su parte el capítulo cuarto de la Ley de Educación Primaria, Normal y Comercial se refería a la “organización de las escuelas oficiales”, en las que se proporcionaba a un profesor por cada cincuenta alumnos. Estas escuelas los profesores no podían impartir más de dos cursos y les quedaba prohibido el uso de monitores en las escuelas. En cuanto a los programas que se establecieron para los alumnos de primaria elemental, consistían estos de ocho materias para el primer año escolar: moral práctica, lengua nacional (en esta materia se enseñaba escritura y lectura), enseñanza intuitiva, aritmética, nociones prácticas de geometría, dibujo, canto y juegos libres. En el segundo año los alumnos llevarían las ocho materias del primero con una modificación importante: en la materia de enseñanza intuitiva se incluiría el cultivo de las plantas, la geografía local, la 18. “Ley de Educación Primaria, Normal y Comercial, 8 de mayo de 1912”. periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 2 5 de mayo de 1912. p. 172.. escritura y el canto coral. Para el tercer año el alumno llevaría dos materias más: moral práctica e historia patria. Quienes cursaban el último grado de la primaria elemental recibían las mismas materias que el tercer grado, excepto por la enseñanza intuitiva, que se sustituiría por nociones de ciencias físicas, naturales y el cultivo de las plantas. Los interesados en estudiar la primaria superior se encontraban en el primer curso con materias como: educación cívica, lengua nacional, ciencias físicas, nociones de agricultura y cultivo de las plantas, aritmética, geometría, geografía, historia patria, dibujo, caligrafía, música vocal y canto, gimnasia, juegos y ejercicios militares, trabajos manuales y francés o inglés. Para el segundo año de primaria superior, se sustituían las ciencias físicas por las naturales y se seguía con el cultivo de las plantas, la historia patria se sustituía por historia universal y la geometría se convertiría en geometría práctica. En este año se implementaría una nueva materia: nociones de economía política: Las materias restantes seguirían como en el primer curso. La semana y el año escolar, la promoción de alumnos, las vacaciones, los premios y los castigos, quedaron estipulados en el capítulo cinco. Los alumnos recibirían clases cinco días a la semana (de lunes a viernes), en el periodo de septiembre a junio. Durante el año escolar los alumnos estarían sometidos a dos exámenes trimestrales y a uno final en presencia de inspectores, provenientes de la Junta de Educación Pública. Una vez que las escuelas presentaran el examen final o “repetición general”, podrían tener la “fiesta escolar” que sustituiría a las fiestas de entregas de premios, tan practicadas en Colima desde el siglo XIX. A las fiestas escolares asistían todos los niños sin distinción. Después de clases venían las vacaciones que duraban hasta el 31 de agosto. Quedaban abolidos los castigos corporales.. A propósito de los profesores que impartían los cursos, en el capítulo sexto se dijo que sería el pueblo quien decidiera los estímulos y reconocimientos para los maestros al servicio del estado. Los maestros con nombramiento definitivo no podrían ser despedidos de buenas a primeras; todos los profesores deberían ser nombrados por el gobernador y propuestos por la Dirección General de Educación Pública. Los siguientes son los requisitos que debían reunir todos aquellos individuos que aspiraran a laborar en una escuela: tendían que ser profesores titulados; mayores de veinte años (los hombres) y de dieciocho las mujeres; observar una conducta intachable y maneras cultas. Se señalaba que los individuos con defectos físicos no podían desempeñar el puesto de profesor. En cuanto a reconocimientos, los servicios de los profesores serían reconocidos cuando cumplieran diez, veinte y treinta años con medallas de bronce, plata y oro respectivamente. Su sueldo aumentaría respectivamente, en un 10, 20 y 30 por ciento, durante este tiempo. Los profesores que ya no pudieran ejercer el ministerio serían pensionados con la mitad de su sueldo. Los profesores de todas las escuelas quedaban obligados a asistir una vez al año a ciertas “conferencias pedagógicas” en donde se tratarían asuntos de relacionados con la educación. Una vez terminada la primaria superior los colimenses tenían dos opciones: el magisterio o una carrera comercial. En el apartado de esta Ley relacionado con la Enseñanza Normal, se estipulaba que, mientras que en el estado no se estableciera una escuela normal, la carrera de profesor se ofrecería en algunos planteles propuestos por el gobernador del estado. El plan de estudio para los normalistas comprendía de catorce materias como español, aritmética, geometría, ciencias físicas, geografía de México, historia patria, pedagogía, educación cívica y moral, dibujo, canto, ejercicios físicos, práctica profesional. Además de estas materias, las maestras tenían las de trabajos manuales o labores femeniles, así como clases. opcionales de inglés o francés. En el segundo curso se le daba continuidad a las materias de español, aritmética, geometría, pedagogía, dibujo, canto, ejercicios físicos, trabajos manuales o labores femeniles, ciases opcionales de inglés o francés y, por supuesto, a la práctica profesional. En el segundo curso se llevaban también materias como nociones de antropología pedagógica que incluía anatomía, fisiología y psicología; ciencias naturales que abarcaba nociones de zoología, botánica, mineralogía y geología, y derecho usual. La materia de historia patria fue sustituida por historia universal, mientras que la de geografía de México fue reemplazada por geografía universal y nociones de cosmografía. De acuerdo a lo establecido en la Ley, los cursos de la normal para profesores se sujetarían al mismo calendario establecido para las escuelas primarias. En la escuela normal los cursos serían separados para hombres y mujeres. Respecto al personal docente, se contaría con un director o directora con profesores de grupo y profesores especialistas. La instrucción comercial tendría el carácter teórico-práctico. A diferencia de la normal, esta carrera se cursaba en un año y el plan de estudios contenía nueve materias: nociones de contabilidad, elementos de economía política, aritmética mercantil, correspondencia y documentación, derecho comercial, geografía económica del estado, del país y del universo, mecanografía y taquigrafía y práctica profesional. El idioma a enseñar era únicamente el inglés. Las escuelas comerciales anexas quedaban sujetas a la normal de profesores. En ambas el gobernador estaba facultado para nombrar a los profesores y especialistas de las materias que se impartían. El noveno capítulo de la Ley estaba dedicado a “la administración, vigilancia y dirección técnica de las escuelas oficiales”. En este rubro se estableció que la educación del estado quedaba completamente en manos del gobernador. J.. Trinidad Alamillo, en este caso, estaba facultado para elegir al director de la Dirección General de Educación Pública, así como a los funcionarios de la misma, y a los directores y profesores de las escuelas oficiales. Por supuesto que, de acuerdo con la Ley, era el propio gobernador quien tenía la facultad de remover a los empleados. Como parte de sus obligaciones, el gobernador debía facilitar a las escuelas terrenos para “pequeñas quintas escolares”. Tocante a este rubro, los ayuntamientos sólo desempeñaban el papel de vigilantes de la educación. La ley de educación primaria, como ya lo dije, daba amplio margen de acción al gobernador: 1.-La presente Ley comenzará a regir desde el primero de septiembre del presente año, facultándose al Ejecutivo para nombrar desde luego aquellos empleados de la Dirección de Educación Pública, para preparar la reforma escolar, y autorizándosele igualmente, para que dicte todas las providencias que estime convenientes, á fin de que la presente Ley tenga su completa ejecución á la mayor brevedad posible.19 El progreso de los pueblos Durante el gobierno de Alamillo se contaba en la ciudad de Colima con cuatro escuelas elementales para niños: la Hidalgo (Reforma # 1 OO), a cargo de Carlos Peregrina; la Medellín (Constitución # 2211, a cargo de Alberto Larios; la Zaragoza (Allende # 127), dirigida por Mariano Pérez Andrade y la De la Vega (Artes # 2691, cuyo director era Pedro R. García. Las escuelas para niñas eran seis: la Esperanza (Constitución # 2231, a cargo de Juana Pamplona; la Filantropía (Ocampo # 1461, dirigida por Paula Verján; la Independencia (Guerrero # 291, dirigida por Trinidad Leon; la Libertad (De la Vega # 791, a cargo de Carolina Voges; la Reforma (Indus - “Ley de Educación Primaria, Normal y Comercial, 8 de mayo de 1912”, periódico oficial del Estado de Colima (Colima), 1 e junio de 1912, p. 181.. tria # 1 17) y La Paz (La Paz # 1161, a cargo de María González; y una escuela superior de niñas (Libertad # 97) dirigida por Guadalupe Vizcarra. Había además una escuela para adultos dirigida por Gregorio B. Cárdenas.20 Respecto a las escuelas rurales que se encontraban dentro del municipio de Colima, había dos establecidas en Guatimotzín (Cuauhtémoc): una de niños y otra de niñas; dos en Lo de Villa, y dos en San Miguel de la Unión (Tepames). Funcionaba una escuela mixta en las siguientes localidades la Hacienda de Quesería, Cardona, Colomitos de Chapula y Trapichillos (había una escuela mixta para las dos últimas rancherías), Hacienda de Buenavista, Cóbano y Parián (una en las dos últimas poblaciones) y en San Joaquín. Por su parte el municipio de Coquimatlán contaba con dos escuelas, una para cada sexo en la cabecera, y dos escuelas mixtas rurales: una en La Magdalena y la otra en Los Limones. En Ixtlahuacán había dos escuelas en la cabecera y una mixta en Jilotiupan. En Villa de Álvarez existían dos escuelas. En las rancherías de ese municipio había dos escuelas para El Mamey (Minatitlán) y dos escuelas mixtas: una en Cofradía de Juluapan y otra en el pueblo de Juluapan. Cómala contaba con dos escuelas en la cabecera municipal y dos más en Suchitlán, además de las escuelas mixtas en Zacualpan, Hacienda de San Antonio, Los Colomos, Mezcales, Cofradía de Suchitlán y El Remate. En el municipio de Manzanillo se contaba también con dos escuelas en la cabecera y dos en Camotlán de Miraflores, aparte de una mixta en La Fundición. En Tecomán había solamente dos en la cabecera municipal. Así tenemos que tan solo en la ciudad -de Colima había doce escuelas --incluyendo a niños y adultos, hombres y mujeres--, mientras que había veinticinco escuelas en el municipio. En Coquimatlán había cuatro escuelas; en Ixtlahuacán tres; en Villa de Álvarez seis: 20. AGGEC. Legajo 818. Año 1912. Directorio escolar.. en Cómala diez; en Manzanillo cinco en total y en Tecomán dos, lo que suma un total de 55 escuelas de primaria elemental regadas a lo largo y ancho del estado de Colima.2l En cuanto a los cursos de educación normal para profesores se abrió uno para mujeres y otro para hombres. Estos funcionaban en los locales de las escuelas primarias. Los gastos devengados por todas las escuelas mencionadas se llevarían la suma de $ 47,925.40 pesos, de aquellos de la Revolución. Una partida de 5,000 pesos se destinó para iniciar una escuela de agricultura en Colima y comprar implementos agrícolas para iniciar labores en la misma. Dicha escuela funcionaría en la finca “La Florida” cedida por la señora Concepción Santa Cruz a manera de pago por quince mil pesos que debía al gobierno del estado. Por otra parte, la dirección de educación, prevista en la Ley de Educación, se llevó una partida de 3,664 pesos, que sería distribuida entre el sueldo del director, del inspector y del escribiente, así como entre gastos de escritorio y viáticos del inspector (previa orden del gobierno). La biblioteca pública funcionaría con 1,000 pesos. De estos tan sólo 215 serían destinados a la compra de libros y gastos de escritorio, mientras que el bibliotecario ganaría 602.25 pesos y el mozo 1 82.50.22 Dentro del rubro “Gastos de instrucción”, que comprendía la compra de libros de texto, la adquisición y reparación de útiles y muebles, se llevó una buena rebanada del presupuesto, que ascendió a los 3,000 pesos .23 Y por si los planes cambiaran, se destinaron 1,600 pesos para creación de nuevas escuelas. También se 21. Ibíd.. 22. AGGEC. Legajo 818. Año 1912. “Decreto número 64”, Colima, 25 de junio de 1912. 23. La Dirección de Instrucción Pública pidió un cargamento de útiles escolares para las escuelas colimenses: 2,500 cuadernos rayado Rébsamen; 200 de pedagogía Rébsamen; 8 compendios métricos; 18 ábacos y 50 escuadras T.; 8 laboratorios de química: 25 cajas de gises de colores; 40 Castellanos, pedagogía Rébsamen; 2 colecciones Noriega; 5 colec-ciones higiene y medicina; 4 cajas de productos químicos; 5 esferas; 2 alfabeticones; 30 colecciones de letras para alfabeticones; 40 cartas general de Chávez y 40 mapas físico. El gobierno gastó la cantidad de $ 7, 173.00 pesos en dicho útiles. Véase AHMC. Actas de Cabildo. Año 1889. Sesión ordinaria del 11 de febrero de 1889, foja 00024.. gastarían, en fiestas escolares, 800 pesos y en material de enseñanza, la misma cantidad. Dentro de la planificación se previeron tres jubilaciones y cinco pensiones de y para profesores y profesoras.24 Don Trinidad cumplía lo dicho en su primer informe cuando recalcó que se encontraba “dispuesto el Ejecutivo á no escatimar gasto alguno para hacer del Estado, en cuanto á instrucción, el primero de la República si fuere posible”. En el segundo informe que rindió Alamillo al Congreso seis meses después, el lunes 16 septiembre de 1912, dijo: “Con el mismo interés que manifesté al principiar mis gestiones, he continuado tratando de mejorar la Instrucción Pública del Estado, y la evolución iniciada en este importante factor del progreso de los pueblos, apuntada en mi informe anterior, está ahora en el terreno de la práctica”.25 Los números arrojaron que el sector más atendido por Alamillo fue el de la instrucción pública con $82,289.80 pesos. 26 En segundo lugar estaban las “dependencias del ejecutivo” con $68,625.35. En tercero, el ramo de seguridad pública con 54,006.75, el hospital civil con 30,461.65, hacienda y deuda pública con 27,271 .85 y, en el último lugar, el poder judicial con 1 9,932.95.27 24. AGGEC. Legajo 818. Año 1912. “Decreto número 64”, Colima, 25 de junio de 1912. Como referencia adicional considérese que para el año fiscal de 1914-l 915, un año después de cuando gobernaba en Colima el general Antonio Delgadillo. la partida para educación fue de 76,845.60, la cual equivalía a una cantidad menor a la que Alamillo destinaba a la educación. Véase AGGEC. Legajo 819. Años 1912-l 914. 25. “informe leído por el C. J. Trinidad Alamillo, gobernador constitucional del Estado de Colima, ante la H. XIX Legislatura el 16 de septiembre de 1912 al inaugurar ésta el periodo de sesiones ordinarias correspondientes al primer año de su ejercicio legal. Contestación del C. Miguel García Topete, presidente de la H. Cámara”, periódico oficial El Estado de Colima (Colima). 21 de septiembre de 1912. p. 348. 26. Por algo fue Abraham Castellanos declararía tiempo después que Colima era uno de los estados más cultos de la república y en donde la “educación popular” era más intensa. Llegó a esta conclusión después de asistir, como representante del estado de Colima, al “Tercer Congreso Nacional de Educación Primaria” que tuvo lugar en Veracruz, del 15 al 29 de octubre de 1912. Allí se percató de la “la pobreza y desigualdad existente en la educación que se imparte en el país y la falta de métodos didácticos”. “informe que el susbscripto comisionado por el Estado de Colima al tercer Congreso de Educación, rinde a la superioridad”, Periódico oficial El Estado da Colima (Colima), 28 de diciembre de 1912, p. 456. 27. “Informe leído por el C. J. Trinidad Alamillo, gobernador constitucional del estado de Colima, ante la H. XIX Legislatura el 16 de Septiembre de 1912 al inaugurar ésta el período de sesiones ordinarias correspondientes al primer año de su ejercicio legal. Contestación del C. Miguel García Topete, presidente de la H. Cámara. Periódico oficial EI’ Estado de Colima (Colima), 28 de septiembre de 1912, p. 353.. El gobernador Trinidad Alamillo, atendiendo las necesidades imperiosas de las escuelas de Normal Superior, donde un sólo profesor se encargaba de impartir todas las materias, aumentó a doce el número de maestros para que así cubrieran las otras materias. A los maestros se les aumentó ligeramente los sueldos, en la medida de las posibilidades del erario público. El sueldo para un profesor de primaria elemental era de solo 67 centavos,28 mientras que para el director era de $1.73. En los cursos superiores un profesor podía ganar $1.65 y un director con obligación de dar clases, hasta $2.20. Qué importaba que los sueldos no fueran lo que se merecían los docentes; la gratificación la encontrarían en la satisfacción de hacer de los colimenses hombres y mujeres de provecho: La labor de los maestros, meritoria siempre, va á serlo más aún de hoy en adelante, en vista de las exigencias de la nueva Ley, pues tienen que estudiar consecuntemente y redoblar sus esfuerzos cotidianos. No obstante que, como os digo, en algo se mejoraron las retribuciones de que disfruta el profesorado, hasta donde lo permitieron los recursos del erario, no son y falta mucho para que sean las que corresponden al noble magisterio del educador; pero á pesar de esto, constándonos, como a todos nos consta, la abnegación y el patriotismo de los profesores, no dudo que, aún cuando no esté resuelto entre nosotros, como no lo está en la República, ni en muchas naciones del mundo, el problema de la remuneración debida, se afanarán gustosos en el cumplimiento del deber que tienen, de formar útiles y buenos hijos del Estado.29 En la contestación al gobernador por la lectura de su segundo informe de gobierno, el diputado Miguel García Topete estuvo de acuerdo con el informe y se vanaglorió además de la importante labor desplegada por Alamillo en materia de educación. Los hechos hablaban por sí solos: apertura de escuelas en lugares en donde hasta entonces reinaba la ignorancia y modestos incrementos a los sueldos 28. En aquello tiempos, un mozo ganaba ~610 quince centavos menos que un profesor. Véase “Decreto número 64”, Colima, 2 5 de Junio de 1912. AGGEC. Legajo 818. Año 1912. 29. “Informe Mdo por el C. J. Trinidad Alamillo, gobernador constitucional del estado de Colima, ante la H. XIX Legislatura el 16 de Septiembre de 1912 al inaugurar ésta el período de sesiones ordinarias correspondientes al primer año de su ejercicio legal. Contestación del C. Miguel García Topete, presidente de la H. Cámara”, periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 21 do septiembre de 1912, p. 344.. de los “abnegados profesores”. Esta era ‘Ley que regía, controlaba, normaba y decidía los nuevos caminos de la educación colimense. García Topete, exaltado, se dirigió al gobernante Alamillo diciendo que las obras llevadas a cabo eran prueba de su buen gobierno mismas “que recogerán los fastos de nuestra historia, para mostrarlos á las generaciones futuras como dechado de verdadero amor por la ilustración y mejoramiento intelectual y moral del pueblo”.30 Entre libros te veas En agosto de 1912, Alamillo expidió el Reglamento de la Biblioteca Pública. En él se establecía que la biblioteca pública dependía por entero del gobierno del estado. La biblioteca abría sus puertas de lunes a viernes de 9 a 12 de la mañana y de 4 a 8 de la noche; los sábados abría por la tarde y los domingos y días de fiesta por la mañana. Era obligación del usuario tratar el libro con cuidado: en caso de perderlo tenía el deber de resarcirlo o pagar el importe. Las obligaciones del bibliotecario eran mantener el catálogo al corriente; mencionar al gobierno revistas y libros que debían comprarse; gestionar donativos para la biblioteca e invitar a personas reconocidas a que escribieran algún pensamiento en el álbum de la biblioteca.31 La biblioteca se inauguró ese mismo lunes 16 de septiembre, con motivo del informe de Alamillo. La biblioteca ocupó el local de la imprenta del gobierno. El acervo de libros se acrecentó gracias a la buena disposición de los colimenses, que donaron tomos para tal fin. 30. “Informe leído por el C. J. Trinidad Alamillo. gobernador constitucional del estado de Colima, ante la H. XIX Legislatura el 16 de Septiembre de 1912 al inaugurar ésta el período de sesiones ordinarias correspondientes al primer año de su ejercicio legal. Contestación del C. Miguel García Topete, presidente de la H. Cámara”, periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 26 de octubre de 1912, p. 386. 31. “Reglamento de la Biblioteca Pública, 21 de agosto de 1912” periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 24 agosto de 1912. p. 311.. El 1 de febrero de 1913, El Estado de Colima difundió la noticia de que la biblioteca estaba funcionando a la perfección, pese a los malos augurios provenientes de algunos que no creyeron en esa obra redentora y que pronosticaron que la biblioteca permanecería desierta. Por el contrario, según el redactor del mismo periódico, la biblioteca se veía muy concurrida: había un promedio mensual de mil lectores. Ahí llegaban los colimenses a leer y aprender. Consultaban libros señoras, señoritas, jóvenes y caballeros, estudiantes de la Normal de profesores, maestros, empleados y artesanos y, por supuesto, niños y niñas en un gran número que, a esa fecha, ya estaban “bien encariñados con los libros”. No sólo su fundador --J. Trinidad Alamillo-- sino la sociedad colimense reconocería “las mil satisfacciones que trae consigo la difusión de la enseñanza por todos los medios posibles”.32 0 al menos así se expresó el redactor del periódico. La biblioteca adquiría libros con regularidad. Los usuarios podían entretenerse por ejemplo con un pequeño tomo de Los principios del derecho civil. Pero también había libros que llegarían directamente de la ciudad de México a los estantes de la biblioteca pública. Había lecturas para todos los gustos y para todos los oficios. Por ejemplo, para los trabajadores de la madera, estaba escrito, por Manuel Sanroma, Cómo se forma un carpintero: Manual práctico de carpintería moderna; para los cerrajeros, Cómo se forma un cerrajero. Tratado práctico de cerrajería Moderna, de Antonio Frades Arús; para los que simplemente buscaban distracción y reflexión había obras como: Genoveva de Bravante, Los frutos de una buena educación, La barca del pescador, escritos por Schmid. También estaba María de Jorge Isaac, La lira de la patria de Juan de Dios Peza, La dama de las camelias de Alejandro Dumas, Biblioteca del Nifio Mexicano --que consistía en la narración de 32. Periódico oficial 8 Estado de Colima (Colima). 1 de febrero de 1913, p. 40.. los episodios históricos de México por Heriberto Frías--, la Biblioteca de recreo, la Biblioteca Escolar Recreativa, la Biblioteca Calleja y las obras de Julio Verne.33 Tan maravilloso invento No sólo había que incitar a los colimenses a leer y a escribir. También a las féminas se les debía enseñar el corte de ropa; había que ayudarlas también a pegar e hilvanar telas a la par que sueños. Así, la señora H.A. Wooolman fue llamada directamente por Alamillo para que impartiera un curso de corte de ropa “ACME” a las directoras de las escuelas. Éstas, a su vez, serían las encargadas de transmitirlo a sus subalternas y alumnas. Así se hizo y en tan sólo un mes las profesoras, tijera en mano, aprendieron a cortar telas y a crear vestimentas “habiendo quedado satisfechas tanto las discípulas como el Gobierno, pues la expresada señora dio cumplimiento exactamente con su compromiso”.34 No nada más las profesoras fueron beneficiadas con el método de corte “ACME”: lo mejor de la sociedad femenina colimense, también armada de agujas e hilo, se lanzó al aprendizaje de “tan maravilloso invento”. Así lo publicó La Gaceta de Guadalajara y describió el rotundo éxito del método “ACME” en estos términos: fue tan fácil y violento [sic] el aprendizaje de su sistema de corte para las alumnas, que en poco más de un mes adquirieron todos los conocimientos indispensables, quedando de tal manera satisfechas de la enseñanza adquirida tanto las alumnas como el Gobierno, que en la fiesta del 5 de febrero último, se hizo una exposición de los trabajos emprendidos bajo la dirección de la inteligente profesora; mereciendo ésta generales alabanzas.35 33. Ibíd.. 34. “Triunfó el sistema ‘ACME’ de la señora Woolman en Colima”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 14 de febrero de 1912. p. 4. 35. Las profesoras, discípulas de la señora Woolman según una misiva fechada en Colima el 7 de febrero de 1912 y publicada en el artículo ya citado, fueron: María Guadalupe Vizcarra, directora de la escuela “Superior de niñas”; Juana Pamplona, de “La Esperanza: María Trinidad León de “La Independencia”; Paula Vea, de “La Filantropía”: Maria Guadalupe Alfaro, Mercedes Prado y Ramona Álvarez de la “Ocampo”; Ramona Andrade de “La Reforma”; Luisa Ruiz de “La Restauración”; María Refugio Mariscal de “La escuela de Adultas”. Véase Ibíd ... Cuando Alamillo, por las causas que más adelante veremos, dejó el gobierno del estado, fue nombrado gobernador interino Julián Jaramillo, éste manifestó en su informe --justamente una año después del último informe de Alamillo-- que se sentía profundamente preocupado por la instrucción pública, y que había encontrado el ramo en malísimas condiciones. Igual que Alamillo, Jaramillo contrató a un profesor normalista de la ciudad de México, para que metiera en cintura el ramo educativo. El nuevo director conferenció con los profesores que manifestaron que el programa vigente estaba muy “recargado”, “por lo que se procedió desde luego á analizar todas y cada una de las asignaturas del mismo y, previas concienzudas discusiones se convino en reformarlo, teniendo en cuenta los métodos, procedimientos y formas más adecuadas para hacer efectiva la educación de la niñez en los mejores resultados posibles”. Jaramillo, como parte de sus reformas educativas, le aumentó el sueldo a los profesores de 67 centavos a un peso diario. 36 Como era la costumbre en aquellos ayeres, llegaba un nuevo gobernante y tiraba por los suelos la labor de su antecesor en materia educativa De la misma manera que Alamillo despreció la labor educativa de la Madrid (obviamente por razones personales), Julián Jaramillo le pagó con la misma moneda a don Trinidad. Y así se cerraba una etapa más en la historia evolutiva de la educación de Colima. Etapa por demás, que cerraría a lodo y piedra las labores iniciadas por ilustrados de la talla de Castellanos. 36. “Informe rendido por el gobernador constitucional interino del Estado C. Gral. Julián Jaramillo, ante la XIX Legislatura el día 16 de septiembre de 1913. al abrir esta el primer periodo de sus sesiones ordinarias en el segundo año de su ejercicio legal. Contestación del presidente de dicha cámara, C. Lic. Miguel García Topete”, periódico oficial El Estado de Colima (Colima), 20 de septiembre de 1912. p. 302.. Capítulo 6 La Exposición Costeña: el pretexto político de Alamillo La Exposición Costeña fue un rosario de motivos políticos para don Trinidad. Por principio de cuentas, le sirvió para darse a conocer en todo el país y en partes del extranjero como gobernante progresista y visionario. La Exposición también le sirvió para amarrar una buena relación con el presidente Francisco 1. Madero. De su propia experiencia anterior con Porfirio Díaz, Alamillo sabía lo importante que era establecer relaciones personales con el presidente en turno. El gobernador conocía ciertamente el terreno que pisaba. Recién estrenaba Alamillo gobierno en noviembre de 1911, cuando Madero apenas se acomodaba en la silla presidencial. En ese estado de cosas, Alamillo escribió una misiva al nuevo presidente poniéndose por entero a sus órdenes. En la carta, fechada en Colima el 8 de noviembre de 191 1, Alamillo empezó por felicitar a Madero por su nueva embestidura pública y dijo: “en lo personal, me es muy grato ofrecerme á sus órdenes asegurándole que puede tener plena confianza en mi lealtad y en mi respeto.“1 La carta tenía como 1. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, documento 026824. Carta de J. Trinidad Alamillo a Francisco 1. Madero. Colima. 8de noviembre de 1911..140 objetivo convencer a Madero de la sinceridad de las palabras del gobernante colimense. Reiteró Alamillo: “Tengo la creencia de que cuando me ofrezca á la disposición de Ud. personalmente, me dispensará su confianza, pues deseo ir á esa capital si Ud. me autoriza, para repetirle mis respetos y recibir sus instrucciones”.2 De paso, aprovechó Alamillo para decirle a Madero, que había recibido la gubernatura colimense de sus “paisanos unánimemente en las elecciones secundarias”, seguro de que sus palabras causarían un buen efecto en el “Apóstol de la democracia” quien creería así que la revolución empezaba a cosechar triunfos en el remoto estado de Colima. Expresó Alamillo a Madero: “Colima ha dado un ejemplo de Democracia nombrándome su Gobernador y tengo positiva satisfacción de decir á Ud. que en este Estado las elecciones se verificaron con toda legalidad”. Así hablaba Alamillo a propósito de las elecciones, adelantándose a la versión que los quinteristas seguramente darían a Madero: Debo manifestara Ud. que llegó á mi conocimiento, tiempo hace, que tratarían mis pocos contenientes [sic] políticos de ponerme en mal cerca de Ud., pero yo he confiado siempre en su buen criterio sobre que suspendería su juicio respecto á mí, entre tanto tengo el gusto de hablarle personalmente. Que me baste por ahora manifestar á Ud. que yo le respondo de que en este Estado se conservará la tranquilidad pública.3 Mientras Alamillo no tuviera una entrevista personal con Madero, su posición estaba a merced de los informes de los quinteristas. Por ello dejó a la palabra escrita la tarea de convencer al presidente: “Protestando á Ud. que mi voluntad y energías serán íntegramente consagradas al servicio de mi querido Estado, encaminándolas siempre á hacerme acreedor de toda la confianza de Ud., me sus - 2. Ibíd.. 3 . Ibíd ... cribo, con la mayor consideración, su muy afectísimo y respetuoso seguro servidor”.4 A través del papel, Alamillo no perdía oportunidad de mostrarse maderista convencido y convencedor --aunque no convenenciero--, pues mantuvo constante correspondencia con Madero. Las líneas intercambiadas entre ambos dignatarios son prueba fehaciente de la buena voluntad que al parecer Madero le tenía al gobernador de Colima. Ventaja, dicho sea de paso, que don Trinidad supo aprovechar para pedir favores al gobierno del centro y por supuesto, para lograr obtenerlos casi siempre. En las páginas que siguen pretendo demostrar cómo, a través de esas cartas, fue creciendo la confianza de Madero en Alamillo, y cómo, como resultado de ese intercambio episcolas, diversos asuntos le resultaron favorables a don Trinidad, porque siempre sabía cobijarlos en una sola palabra mágica: democracia. Pronto Alamillo advirtió que si a la palabra democracia le agregaba el concepto (porfirista) de progreso, la combinación perfecta resultaba para ganarse de una vez por todas la confianza de Madero. Así fue como cuajó el proyecto de la Exposición que, en teoría, acarrearía el progreso por toneladas a Colima. Para Alamillo no resultó demasiado difícil convencer a Madero de su buena “disposición”. Lo que sí le fue más delicado fue mantener indefinidamente la buena imagen que se había forjado frente a los ojos de Madero. En más de una ocasión tuvo que evitar que “noticias alarmantes” enviadas al centro sobre la situación política de Colima pusieran en entredicho su autoridad. De la siguiente manera informó a Madero sobre lo que acontecía en Colima, lo que a su parecer no eran sino “rumores” lo que se decía respecto a que el estado era un foco de revolución. 4. Ibíd. .. En una carta fechada en Colima el 20 de febrero de 1912, Alamillo le dijo al presidente que tales noticias eran totalmente falsas “y dadas con refinada mala fe tales aseveraciones, pues el Estado se conserva enteramente tranquilo y la única gavilla que se dirigía hacia estos rumbos fue aniquilada”.5 Ufanándose Alamillo de que mantenía al estado de Colima bajo su control, aprovechó para asegurarle a Madero: “yo velaré siempre por la tranquilidad del Estado de mi mando” y, hablando en nombre de todos sus presuntos electores, concluyó: “con toda lealtad sostendremos los colimenses al Gobierno que tan patrióticamente Ud. preside”.6 Tan sólo un año después enviaría Alamillo, al cajón del olvido, su confesada lealtad al maderismo. La vida en Colima para Alamillo no era fácil. Presa de preocupaciones paranoicas, siempre creyó ver a los quinteristas fracasados pisándole la sombra en la contienda electoral. Tanto así, que a la menor oportunidad les achacaba todos sus problemas políticos. Cuando Madero le pidió cuentas sobre una queja que el comerciante y quinterista Blas Ruiz le presentó, por que se le ponían “dificultades en sus negocios comerciales atribuyendo tal hecho a cuestiones políticas”, Alamillo formuló sus explicaciones diciéndole a Madero que tanto a Ruiz, como al “grupo de personas que hicieron oposición á mi candidatura y que hasta la fecha han estado haciendo política solapada, los he tratado con toda consideración y les he dado las garantías necesarias”. De lo único que se podía quejar Ruiz entonces, según Alamillo, era de que tenía que pagar impuestos como los marcaba la ley: Lo único que pasa y esto es un hecho positivo, es que el señor Ruiz tiene el pecado de que, como todos los favorecidos aquí por el Gobierno de la Dictadura, no pagaba contribuciones por varias de sus fincas y á la vez hacía grandes fraudes al erario como comerciante y como sabe que se han com- 5. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026830. Carta de J. Trinidad Alamillo a Francisco 1. Madero. Colima, 20 de febrero d e 1912. 6 . Ibíd. .. enzado á verificar visitas y que saldrá mal en la que á él se le haga, cuando se llegue su turno, así como que se le hará pagar, aunque sea en parte, por el capital que representa.’ Alamillo no podía permitir que sus opositores políticos se dieran el lujo de ponerlo en evidencia con Madero. Tajante, el gobernador afirmó que Ruiz “viene preparando hipócritamente el terreno para decir á su tiempo que yo lo hostilizo como Gobernador del Estado á pesar de las respetables recomendaciones que Ud. me ha hecho”.8 Como todo lo que apestara a porfirismo (salvo la idea de progreso) era mal visto durante el periodo maderista, Alamillo se apresuró a decir al presidente: Esta es la verdad de lo que pasa y me permito ponerlo á Ud. en antecedentes, para que con la justificación con que siempre procede Ud. en todos sus actos, se sirva pesar el verdadero valor de los míos, pues creo que, dados los ideales de ese Gobierno que tan acertadamente Ud. regentea, no debo por mi parte seguir apoyando los abusos que por tantos años han cometido los hombres que pertenecieron al antiguo régimen.9 Para que Madero no albergara duda alguna, remató la carta don Trinidad diciendo: “estoy seguro de que Don Blas Ruiz no es capaz de citar un solo hecho concreto en que yo le haya dificultado alguna de sus operaciones comerciales ó lo haya molestado en algún sentido”.10 Como buen político que era, Alamillo olvidó mencionar que ya se había dado a la tarea de meter en cintura a sus enemigos políticos. Blas Ruiz, acaudalado comerciante y principal sostén de Torres Quintero durante sus campaña política, le estaba haciendo mucho ruido. Lo mismo ocurría con don Manuel Ceballos, también simpatizante de don Gregorio. Prefirió Alamillo coartar la influencia que podían 7. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026835. Carta d e J . Trinidad Alamillo a Francisco 1. Madero. Colima, 7 de marzo de 1912. 8. Ibíd.. 9 . Ibíd.. 10. Ibíd. .. seguir ejerciendo entre los demás quinteristas descontentos con los resultados de las elecciones de 191 1. En mayo de 1912, la Secretaria de Gobernación gracias a la información dada pro Alamillo ordenó un cateo a la casa de don Blas Ruiz, “por tenerse noticia de que en ella se oculta un depósito de armas y de parque”. Para mala suerte de Ruiz en efecto se encontraron (según informe oficial del juez de distrito encargado del cateo) ocho cajas con 7,292 cartuchos metálicos calibres 4560 y 50-70. El juez de distrito reportó: Con motivo del estado de revuelta en que desgraciadamente ha estado una parte de la República, no se permite la introducción de armas y parque, lo que implícitamente quiere decir que al Gobierno, que vela por la paz pública, Inter.esa conocer la existencia de esa clase de objetos, cuando ésta es de alguna importancia, como en el presente caso sucede.11 Alamillo informó del acto a la secretaría de Gobernación sugiriendo que, para evitar males mayores, se debería poner el armamento a resguardo del gobierno y que Ruiz realizara ventas de armas, si así lo deseaba, previo permiso del gobernador: “Este Gobierno cree prudente retirar del poder de dicha persona esos pertrechos, siquiera en el ínterin que cambien las circunstancias delicadas del país y en virtud de que esa medida es aconsejada por la previsión, pues nada debe omitirse para la conservación del orden público”.12 La secretaria de gobernación aprobó la determinación de Alamillo y los cartuchos fueron custodiados por el gobierno a través del cuartel de policía. ¿Qué fin tendrían los cartuchos? No encontré constancia escrita de que Blas Ruiz haya solicitado permiso para venderlos. Esperar que Ruiz se rebajara y fuera frente al gobernador para solicitar el multicitado permiso, era pedirle peras al olmo. Por otra 11. AGGEC. Legajo 816. Año 1912. Carta del Juez de Distrito en el estado al gobernador. Colima. 2 de mayo de 1912. 12. AGGEC. Legajo 816. Año 1912. De Trinidad Alamillo al secretario de estado y del despacho de gobernación. Colima, 4 de mayo de 1912.. parte el gobierno, en vista que Ruiz no se pronunciaba por rescatar los cartuchos, tomó posesión completa de ellos. Toda esta historia, sin embargo, nos habla de otra más profunda: nos habla de la personalidad del gobernador y nos deja entrever su apasionamiento político. Porque si algo era seguro era que J. Trinidad Alamillo había decidido no dejar ir vivo a Blas Ruiz. Así reciprocaba Alamillo los favores que en otro momento Ruiz le había proporcionado a su enemigo político Gregorio Torres Quintero. Y Ruiz lo sabía. Por si eran peras o manzanas, en el mismo mes de mayo de 1912, Ruiz pidió amparo contra “actos del Gobierno del Estado y del Director Principal de Rentas”. El motivo de dicho amparo, argumentaba Ruiz, era que se le cobraba un impuesto predial desde una fecha anterior a la manifestación de propiedad de la finca motivo de la disputa. El asunto se fue hasta la Suprema Corte de Justicia de la ciudad de México y se le concedió amparo al quejoso. Pide y te será concedido Como buen político que era, Alamillo mantuvo al día su correspondencia con Madero. Así, con motivo del informe de este último a la Cámara de Diputados, Alamillo le envió “entusiastas y sinceras felicitaciones por esa importante pieza oficial, que pone de relieve la patriótica labor de Ud. como Presidente de la República”. Pero Alamillo no daba paso sin huarache. Al tiempo de felicitar al presidente de la república, aprovechó para alardear sobre su labor al frente del estado de Colima, e informó que “el Estado de mi mando se encuentra en completa paz y que el pueblo y el Gobierno marchan en la mejor armonía”.13 Al mes y semanas de 13. AGN. Fondo Mad ero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026836. Carta de J. Trinidad Alamillo a Francisco 1. Madero. Colima, 12 d e abril de 1912.. escrita esta carta, Alamillo comenzó paulatinamente a pedir favores políticos para su gobierno. Pidió de entrada a Madero --a través de Juan Sánchez Azcona, su secretario particular-- que se revocara el nombramiento del juez suplente de distrito, Andrés Loreto, por haber pertenecido a la administración delamadridista, y por haber obedecido a un “favoritismo conquistado por medio del servilismo y la abyección” a la administración pasada, por supuesto, y no a la suya.14 Alamillo agregó: He estado aplazando que ese individuo preste ante mí la protesta legal, que todavía no ha prestado, con la esperanza de que el señor Presidente, impuesto de los antecedentes que le refiere, retirara ese nombramiento que apoyado por respetables personas, aseguro fue mal recibido y figura entre los actos odiosos de la pasada Administración que causaron disgusto en este Estado.15 Al mismo tiempo pidió Alamillo que quien lo remplazara fuera Miguel García Topete. Alamillo logró la revocación del nombramiento a Loreto pero lo que no pudo hacer, después de muchas cartas, fue que el nombramiento recayera en García Topete. Cuando Alamillo cayó en la cuenta de que no convencía a Sánchez Azcona, el secretario del presidente con sus buenas frases, usó razones de más peso esta vez dirigidas al propio Madero: “Me permito molestar la atención de Ud. con un asunto de interés para la buena marcha de las relaciones del Gobierno de la Federación con el del Estado de mi mando, referente al juzgado de distrito de Colima”. ‘6 Esta vez ya no pidió el puesto de suplente para su amigo sino el de titular del juzgado. Adució Alamillo ahora que el juez Ignacio Escoto podía ser jubilado porque ya expiraba el plazo de cuatro años estipulado para el cargo. 14. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026837. Carta de J. Trinidad Alamillo a Juan Sánchez Azcona, secretario particular de Francisco 1. Madero. Colima, 29 de mayo de 1912. 1 5 . Ibíd.. 16. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026842. Carta de J. Trinidad Alamillo a Francisco 1. Madero. Colima, 3 0 de julio d e 1912.. Agregó, para el conocimiento de Madero, una historia sobre el martirio que García Topete padeció en tiempos de la Madrid: Creo, pues, señor Presidente, que al Licenciado García Topete se le debe una restitución, una reparación por las vejaciones y persecuciones de que fue objeto y creo que la mejor manera de lograrlo, es nombrarlo Juez de Distrito en Colima, en substitución del Licenciado Ignacio Escoto por su reconocida integridad y energía y en caso de resolverse favorablemente esta instancia, la federación y el Estado se verán satisfechos.17 No confiado con influir en el ánimo del presidente Madero, en la misma fecha escribió al secretario Juan Sánchez Azcona, pidiéndole que hiciera “suyo [su] deseo de que en su oportunidad sea nombrado Juez de distrito en Colima el señor Licenciado García Topete”.l* La insistencia de Alamillo obedecía, a buen seguro, a que por ningún motivo podía dejar fuera del juego político a su seguidor y cercano colaborador, García Topete, pieza clave en los manejos políticos ejecutados para que Alamillo llegara a la gubernatura. Así le pagaba Alamillo a García Topete su prolongado favor. Pero pese a su gran labor de convencimiento, don Trinidad no logró su objetivo. El miércoles 7 de agosto le contestó el secretario particular de Madero: “encontré bien dispuesto al Primer Magistrado en favor del señor García Topete, aunque me indicó que tenía ya otro candidato para ese puesto, pero que vería la manera de dar una solución satisfactoria al asunto”.7g Días más tarde Sánchez Azcona le dio a don Trinidad una respuesta definitiva y nada “satisfactoria”: Contesto la atenta de usted de 30 de julio próximo pasado, y después de haber estudiado el asunto que en ella expone, tengo la pena de manifestar á 17. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026843. Carta de J. Trinidad Alamillo a Francisco 1. Madero. Colima, 30 de julio de 1912. 18. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026846. Carta de J. Trinidad Alamillo a Juan Sánchez Azcona. Colima, 30 de julio de 1912. 19. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026847. Carta de Juan Sánchez Azcona a J. Trinidad Alamillo. México, DF., 7 de agosto de 1912.. usted que por compromisos anteriormente contraídos por el Gobierno, no puede este acceder, por el momento á lo que usted desea; pero tal vez en otra oportunidad sea posible obsequiar esos ó análogos deseos de usted, pues le son bien conocidos los antecedentes del señor Lic. García Topete.20 Al parecer, Alamillo ya no le movió más al asunto de García Topete, pero proporcionó al presidente de la República un claro ejemplo y una prueba contundente de la ineptitud de los legisladores y jueces en Colima de manera velada, al exponer el caso de la expropiación de una parte de la hacienda de Cuyutlán. Así empezó don Trinidad su misiva: “una de las causas del malestar social en este estado, durante la administración pasada, eran los abusos en diversas formas cometidos por un grupo de privilegiados, al amparo del favoritismo del Gobierno y de la pasividad de los legisladores y jueces”.z7 Expuso luego Alamillo el caso de Cuyutlán y las arbitrariedades que el dueño de la hacienda, Francisco Santa Cruz Ramírez había cometido. Y como siempre que quería conseguir la aprobación de Madero en un asunto particular, recurrió esta vez también a los ideales máximos de la revolución. Dado que en este asunto el dueño de la hacienda de Cuyutlán había apelado a los tribunales en contra de los actos del gobernador, Alamillo declaró: Interesante en sumo grado va de por medio no sólo remediar uno de los males de la sociedad de Colima y de la República, sino el prestigio de los Poderes de esta Entidad, puesto que el público está pendiente del resultado final de este ruidoso asunto y va de por medio también el prestigio de la labor de la revolución reclamando estricta justicia, con tantos esfuerzos y afanes de Ud., señor Presidente.22 20. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026844. Carta de Juan Sánchez Azcona a J. Trinidad Alamillo. México. DF., 14 de agosto de 1912. 21. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026848. Carta de J. Trinidad Alamillo a Francisco 1. Madero. Colima, 31 de julio de 1912. 22. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026850. Carta de J. Trinidad Alamillo a Francisco 1. Madero. Colima, 31 de julio de 1912.. Las palabras de Alamillo no pudieron tener mejor efecto. Días después de enviada la carta recibió respuesta del secretario particular de Madero en la que le decía: “referente, á los asuntos de Cuyutlán, he dado los pasos necesarios para que en términos de justicia dicho asunto se resuelva favorablemente para el prestigio del gobierno de U.“.23 Alamillo supo con esta resolución que no tenía nada de qué preocuparse. Todo parecía indicar que las relaciones entre él y el presidente Madero marchaban a la perfección. Aprovechó pues Alamillo para darle a conocer el gran proyecto que marcaría su carrera política: la Exposición Costeña. Fue así cómo, el martes 31 de julio de 1913, notificó al presidente Madero del proyecto en gestación: Cumplo con el grato deber de poner en conocimiento de Ud. que deseando por todos los medios que estén á mi alcance, ayudar no solamente á conservar la paz y la tranquilidad, sino á procurar el engrandecimiento del pueblo, estoy organizando, aunque con algún sacrificio, una exposición costeña que se abrirá al público el primero de noviembre próximo; exposición de cuya trascendental importancia Ud. mejor que nadie estará perfectamente bien penetrado. 24 La invitación Alamillo iba a la segura con el proyecto de la Exposición. Sabía que con su proyecto ganaría para siempre la confianza de Madero. Por ello y para asegurarse 23. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026851. Carta de Juan Sánchez Azcona a J. Trinidad Alamillo. México. DF., 8 de agosto d e 1912. 24. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026852. Carta de J. Trinidad Alamillo a Francisco 1. Madero. Colima, 31 de julio de 1912.. respondientes en el edificio de la Exposición”.37 Y con ánimos de sondear ante Sánchez Azcona la posibilidad de una visita a Colima de Francisco 1. Madero, así se expresó: Es tal el interés que tengo en que venga el señor Presidente á inaugurar la Exposición, que en caso de que no pudiera venir para el día primero de enero, aun cuando el certamen se abriera en esa fecha, podemos citar su inauguración para uno ó dos meses después, á fin de que el Primer Magistrado de la República concurra á verificar la inauguración.38 El mayor triunfo para Alamillo sería que Madero visitara Colima, sin importar lo que la multicitada Exposición tuviera que esperar para su llegada. Además, la temporada de baños de Cuyutlán, representaba un buen atractivo para los capitalinos y así lo mencionó Alamillo. Su carta obtuvo el efecto deseado en el ánimo del secretario de Madero, pues “confidencialmente” le sugirió a Alamillo escribir a Madero para obtener una respuesta de la invitación a Colima. Estas fueron las palabras de Sánchez Azcona: Mucho agradó al señor Presidente la idea de ir a Colima en la época de los baños de mar, aun cuando todavía no lo ha resuelto de una manera decidida. Como yo comprendo que es interesante para usted saber a punto fijo si el señor Presidente irá o no, confidencialmente me permito sugerirle la idea de que le escriba usted en tal sentido, a fin de que obtengamos una contestación categórica, que, por muchos motivos, creo que será afirmativa.39 Ni tardo ni perezoso, Alamillo escribió a Madero, siguiendo los consejos de su hora amigo Sánchez Azcona. Lo hizo en un tono que no daba lugar a una repuesta negativa por parte de Madero. Así empezó su misiva don Trinidad: 7. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026871. Carta de J. Trinidad Alamillo a Juan Sánchez Azcona. clima, 12 de noviembre de 7 912. 3. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc.026871-026872. Carta de J. Trinidad Alamillo a Juan Sánchez zona. Colima, 12 de noviembre de 1912. ). AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026888. Carta de Juan Sánchez Azcona a J. Trinidad Alamillo. México, DF.. 18 de noviembre de 1912.. Tenía el propósito de ir a esa capital, expresamente á presentar á Ud. mis respetos y reiterarle mis deseos de que si sus importantes atenciones se lo permitían, se sirviera venir á esta ciudad, haciéndole, como tengo el gusto de hacerlo ahora por medio de la presente, la más formal invitación para inaugurar la Exposición Costeña de Colima, pero debido á trabajos que no puedo abandonar, no me ha sido posible verificar ese viaje. En tal virtud, estando con dobles atenciones y por la premura del tiempo, me permito manifestar á Ud., una vez más, mis vehementes deseos de verlo entre nosotros, enviándole en estas líneas á nombre del pueblo colimense y en el mío propio, la más atenta invitación para que se sirva Ud., si lo tiene á bien, honrar la Exposición inaugurándola personalmente.40 El “3 de Madero Aunque la carta en que Madero aceptó gustoso pisar tierras colimenses no se encuentra en la caja correspondiente en el Fondo Madero del Archivo General de la Nación, podemos inferir, por la respuesta de Alamillo el tenor de la nota del presidente: “Las presentes líneas”, dijo Alamillo, “tienen por objeto dar á Ud. las gracias por esta nueva deferencia de aceptar una invitación de un Estado pobre y pequeño como es este, pero que con la paz ha sabido demostrar su más absoluta adhesión, respeto y cariño hacia Ud.“.41 Alamillo tenía la absoluta seguridad de que el presidente Madero no podría resistir a la tentación de dejarse mojar por la famosa ola verde de Cuyutlán. Y para hacer más apetecible la investigación, agregó en su misiva a Madero, que los colimenses esperaban “que aunque el viaje de Ud. sea rápido, tendrá tiempo de tomar un baño en Cuyutlán, que es muy agradable.‘142 Y al parecer el viejo Cuyutlán cautivó al místico Madero. Su secretario particular le escribió a Alamillo 40. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936. doc. 026874. Carta de J. Trinidad Alamillo a Francisco 1. Madero. Colima, 23 de noviembre de 1912. 41. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026877. Carta de J. Trinidad Alamillo a Francisco 1. Madero. Colima, 4 de diciembre de 1912. 42. Ibíd. .. diciendo que el señor Madero deseaba “estar el mayor tiempo posible en Cuyutlán para tomar los baños”.43 En cuanto don Trinidad tuvo en sus manos la carta de Sánchez Azcona, contestó que los deseos de Madero serían respetados y cumplidos. Por ello mismo propuso: “Reducir el tiempo que esté en esta ciudad á una noche y un día y en cuanto á Cuyutlán puede permanecer lo que guste, pues mientras más se prolongue su estancia más grato nos será á los colimenses y será de más provecho para la salud y descanso del señor Presidente”.44 Y Alamillo, entusiasmado sobremanera con lo que la visita presidencial podría significar para su gobierno, planeó con todo cuidado (y de la siguiente manera) la estancia del presidente Madero: En mi concepto la hora más apropiada para que llegara el tren presidencial serían las cinco y media de la tarde: pasaría aquí la noche para descansar; al día siguiente se inauguraría la Exposición y por la tarde, entre 3 y 4, saldría para el balneario de Cuyutlán, á donde se llega en dos horas por ferrocarril. Después, en caso de que el señor Presidente quisiera ir hasta el puerto de Manzanillo, á donde solo se hace una hora de Cuyutlán, también por ferrocarril, podría hacerlo al día siguiente y regresar por la tarde al mismo balneario, regresando después de permanecer el tiempo que le permitan sus importantes atenciones, deteniéndose en Colima si gusta descansar ó continuando su viaje hasta la capital sin detención ninguna, si así lo desea.45 Lo importante para Alamillo era que el presidente se encontrara a sus anchas en su paso por Colima y Cuyutlán. Él trataría, por todos los medios, de hacer lo posible para conseguirlo. Además, don Trinidad, “genio y figura hasta la sepultura”, recomendó a Sánchez Azcona que aconsejara “al señor Presidente que traiga media docena de trajes de dril de lino blanco y sombreros de jipi”, pues el calor colimense podía parecer inclemente al visitante. Y así Alamillo quedó en 43. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026879. Carta de Juan Sánchez Azcona a J. Trinidad Alamillo. México, DF., 9 de diciembre de 1912. 44. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026880. Carta de J. Trinidad Alamillo a Juan Sánchez Azcona. Colima, 13 de diciembre de 1912. 45. Ibíd. .. espera de que se ultimaran los detalles del viaje de Madero a Colima. La última carta que recibió de Sánchez Azcona, éste le notificó que Madero “se mostró muy complacido por las atenciones de U.“, y le agradecía en particular por las sugerencias del guardarropa que debería lucir en la tierra de las palmeras. Madero prometió formalmente estar en Colima en la fecha acordada. Pero sabedor (y previsor) de que cualquier cosa podría suceder por aquellos aciagos tiempos, Sánchez Azcona escribió: “Me encarga [el señor presidente] le diga que una vez resuelto su viaje a ésa, será para la fecha fijada (salvo el caso de que acontecimientos imprevistos de carácter político lo hagan modificar su resolución), y con todo gusto permanecerá en Colima dos noches y dos días como Uds. Lo desean, pasando después a Cuyutlán”.46 El vaticinio involuntario del secretario de Madero se cumplió: los “acontecimientos imprevistos de carácter político” no le dieron tiempo, ni vida, para llegar hasta los baños de mar de Cuyutlán. Pero Alamillo, que en lo político tenía más vidas que un gallo, en menos que cantara un gallo se olvidó de la repetida amistad y profunda lealtad al extinto presidente Madero. Don Trinidad, prototipo de político mexicano, simplemente hizo lo que le dictó su intuición: junto con otros gobernadores, reconoció al asesino de Madero como presidente de la república. Las siguientes son las palabras del historiador Michael C. Meyer: “a fines de febrero de 1913, a una semana apenas de los asesinatos” de Francisco 1. Madero y de José Maria Pino Suárez, el gobierno de Victoriano Huerta había recibido “protestas de lealtad” “casi inmediatamente [sic] por parte de los gobernadores José Portillo y Rojas de Jalisco, Rafael Cepeda de San Luis Potosí, 46. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026883. Carta de Juan Sánchez Azcona a J. Trinidad Alamillo. México, DF. 21 de diciembre de 1912.. Francisco Barrientos y Barrientos de Puebla, Manuel Mestre Ghigliazza de Tabasco, J.T. Alamillo de Colima, y Antonio P. Rivera de Veracruz, [ . ..]“.47 Aunque con seguridad los otros gobernadores tenían sus razones propias para mostrar su lealtad a Huerta, la de Alamillo era clara y precisa pues de una cosa estaba seguro, la Exposición continuaría siendo el anzuelo para atraerse la buena disposición del gobierno del centro. Así, Alamillo seguiría pescando en el mar revuelto en que se convirtió la dictadura huertista. Esto al menos, hasta que las circunstancias se lo permitieron. No fue Madero, tampoco seria Huerta Si la exposición fue una red para pescar la buena voluntad de Madero, Alamillo, una vez desaparecido el presidente, se decidió a atrapar la consideración de Victoriano Huerta, usando para ello el mismo instrumento: la Exposición. Bajo las circunstancias tan difíciles en que se encontraba la república, Alamillo viajó hasta la capital a invitar personalmente al presidente Huerta a que inaugurara la exposición costeña. Esa era la misma invitación que un mes antes había hecho al entonces presidente Madero. Según lo menciona el periódico oficial, retornando la información publicada en el diario capitalino El Universa/, Huerta aceptó gustoso la invitación para asistir a la apertura de la exposición. Sólo que había un pequeño inconveniente: para salir sin pendientes de la capital, el país tenía que estar pacificado. Huerta pidió entonces a Alamillo retrasar la apertura de la exposición por quince días. En ese plazo pensaba Huerta meter en cintura a los revolucionarios. Aprovechó Alamillo sus contactos periodísticos entonces y, en entrevista exclusiva con El Universal, declaró que fue 47. Michael C. Meyer, Huerta: A política Portrait Lincoln. University of Nebraska Press, 1972), p. 83.. él “quien escribió al señor Presidente de la República, noticiándole [sus] deseos de venir a ponerme a sus órdenes, y el alto magistrado me contestó que vería con agrado mi llegada”.48 La memoria histórica de Alamillo era corta y selectiva. Pero lo más extraordinario de él --y seguramente de otros que se pronunciaron a favor de Huerta con tanta rapidez-- fue su manera camaleónica de cambiar los colores de su bandera: un día era demócrata; el siguiente partidario del dictador Huerta. ¿Qué pensarían nuestros abuelos al leer las noticias sobre el gobernador en los periódicos? Les mofarían? ¿Se preocuparían ? ¿Hablarían pestes de Alamillo? Quizá nunca lo sabremos. De lo que sí tenemos noticia es que una vez que Alamillo estableció contactos respetuosos con el nuevo presidente, se dedicó a publicitar, en la ciudad de México, su labor al frente del gobierno de Colima declarando que en el estado no se conocía la revolución, que los revolucionarios no habían puesto pie en territorio colimeño. La tranquilidad que moraba entonces en estas tierras, según el gobernador huertista, era el motivo por el cual el progreso se había instalado con pie firme las comarcas bajo su mando. Alamillo anunció entonces que, en Colima, i estaban “para llevarse a efecto el drenaje, la pavimentación y el abastecimiento de i aguas potables”. Y también indicó, mostrando cómo el progreso crecía en estas / tierras fértiles como las palmeras con sus cocos, que “Se asfaltarán y macademizarán las principales avenidas; se hará un moderno Hospital Civil; se construirá una calzada de circunvalación y se llevarán a efecto otras obras importantesn. 49 48. “Prensa de la capital. Cómo se expresa la prensa metropolitana con motivo del viaje del señor Gobernador del Estado don J. Trinidad Alamillo a la Capital de la República, a donde fue con objeto de invitar al señor Presidente y a su Gabinete, a la inauguración de la exposición Costeña Colimense”. Véase el periódico oficial El Estado de Colima. 22 de marzo de 1913, p. 97. 49. “A qué viene el Sr. gobernador de Colima”. Periódico oficial E/ Estado de Colima, 22 de marzo de 1913, p. 97.. Alamillo aprovechó también su viaje a México para entrevistarse con el alto mando del gobierno de Huerta e invitarlo a la Exposición. Indicó además que aplazaría la fecha de su inauguración con tal que asistieran Huerta y su gabinete presidencial: La Exposición de referencia que se ha venido preparando desde hace algún tiempo y para cuyo completo éxito se ha hecho invitación especial a todos los expositores de la República por intermedio de los Gobernadores de los Estados, hubo de transferirse, en su apertura, con motivo del estado anormal del país. Pero ahora va definitivamente a inaugurarse el mes próximo y deseoso el Gobierno de Colima de dar al acto toda la solemnidad que requiere, acordó invitar para la inauguración al señor Presidente de la República.50 El Universa/, que en esta ocasión actuaba de portavoz de Alamillo, mencionó a sus lectores la importancia que tenía la ya famosa Exposición Costeña de Colima y por qué se había cambiado una vez más la fecha de su inauguración: Este cambio [de fecha] allana las dificultades y puede asegurarse ya que a la apertura de la Exposición Costeña de Colima asistirá el señor Presidente de la República. Los preparativos para la exhibición están ya casi concluidos y las obras avanzan rápidamente. Por otra parte, los materiales de exhibición son abundantísimos y se espera un completo y brillante éxito.51 Pero lo que importaba a Alamillo y allí su escapada a la capital de la república era poder convencer al congreso de su estado de la importancia nacional que la Exposición había cobrado y de la irreversibilidad de su inauguración. Y por si fuera poco, Alamillo decidió aprovechar el júbilo causado por las palabras del presidente y sanción a su proyecto para, una vez de regreso en Colima, lograr que el congreso le aprobara una inversión de diez mil pesos --con cargo a la partida de 50. “Prensa de la capital. Cómo se expresa la prensa metropolitana con motivo del viaje del señor Gobernador del Estado don J. Trinidad Alamillo a la Capital de la República, a donde fue con objeto de invitar al señor Presidente y a su Gabinete, a la inauguración de la Exposición Costeña Colimense”. Véase el periódico oficial 8 Estado de Colima, 5 de abril de 1913. p. 113. 51. Ibíd. .. gastos extraordinarios-- para invertirlos en la Exposición Costeña.52 Esta fue la segunda rebanada que le cortó don Trinidad al pastel del presupuesto estatal. En la bolsa se llevó, hasta donde puedo deducirlo basándome en la información disponible --y sólo de partidas aprobadas por el Congreso-- 15,000 pesos de los de entonces, Quizá Alamillo hubiera podido cortar otras rebanadas al presupuesto del estado si sus planes no se hubieran visto truncados con los acontecimientos de abril de 1913 cuando en respuesta a una manifestación en su contra en la plaza principal, Alamillo ordenó a la policía que disparara sobre la multitud, causando un sinnúmero de muertes.53 Como resultado, Alamillo tuvo que salir violentamente del estado y del gobierno de Colima. Pese a todo, se esperaba que la Exposición se llevaría a cabo como ya estaba previsto. El Correo de Jalisco se ocupó del asunto. Justamente tres días antes de ser abierta la Exposición, publicó lo siguiente: “Parece que la famosa exposición Costeña no se abrirá ya, pues tantos contratiempos como ha sufrido el alma de tal fiesta, señor Alamillo, hacen que no se pretenda llevar adelante un recreo que quiso llamarse lugar de delicias”.54 Tras los acontecimientos de abril Colima probablemente se olvidó del barullo de la proyectada fiesta, y así lo dijo El Correo de Jalisco, refiriéndose a la Exposición: “de Colima nos avisan que allí no se piensa en tal asunto”.55 Pero dichos acontecimientos no le dieron mate al proyecto. Al menos así lo hizo pensar el secretario de la Exposición, Renato de Cornély quien continuó solicitando, a diestra y siniestra, ayuda al ayuntamiento de Colima para la realización de la feria. Pese a la gran fama que para entonces debió haber cobrado, la Exposición se abrió en el mayor de los silencios. No hubo presidente de la República para inaugurarla. 52. ACEC. Caja 119, pos. 1, legajo XIX. “Proyecto de ley”. Sesión del 4 de abril de 1913. 53. Fue tan importante este terrible suceso que he reservado el capitulo octavo de esta tesis para su discusión. 54. “La famosa exposición de Colima”, El Correo de Jalisco (Guadalajara), 14 de abril de 1913. p. 1. 55. “La famosa exposición de Colima”, EI Correo de Jalisco (Guadalajara), 14 de abril de 1913, p. 1.. Todo parece indicar, de hecho, que la fama que ya había adquirido la exposición se la llevó consigo don Trinidad. En un informe de la comandancia del cuerpo mixto de seguridad pública se mencionó que la Exposición Costeña había sido abierta al público el jueves 17 de abril a las siete de la noche “donde hubo numerosa concurrencia hasta las once de la misma, hora que fue señalada para serrarse diariamente y se abrirá [al las ocho de la mañana”.56 Por su parte La Gaceta de Guadalajara siguió publicitando la Exposición. El martes 22 de abril de 1913, apareció un anuncio de precios reducidos de pasaje a Colima “En vigor en todos los puntos entre Irapuato y Manzanillo; ramales intermedios, y entre Irapuato y Guanajuato. Diariamente boletos al precio de un pasaje más una tercera parte, por el viaje redondo”, en los Ferrocarriles Nacionales de México.57 La publicidad, buena o mala, servía para dar a conocer que la Exposición no había sucumbido y La Gaceta se encargó de desmentir un supuesto incendio “de grandes proporciones” en las instalaciones de la exposición: Ayer [24 de junio de 19131 circularon en esta ciudad algunos rumores, referentes a que el edificio de la Exposición Costeña de Colima había quedado convertido en ruinas, desapareciendo bajo los escombros cuantos objetos se hallaban en exhibición. Las versiones que circulaban anoche, como casi siempre sucede en el primer momento, daban proporciones colosales al incendio, llegando a asegurarse que no solamente el fuego había hecho presa de la Exposición, sino que se había comunicado a algunas manzanas, y que las pérdidas ascendían a dos o tres millones de pesos.58 En espera de noticias ciertas, La Gaceta de Guadalajara finalizó la nota argumentando que el siniestro no debía ser tal: “sería raro que tratándose de un asunto de cierta importancia, nada se hubiese comunicado, hasta anoche, a las 56. AHMC. Caja E-50. “Novedades de policía”. Colima, 18 de abril de 1913. 57. “A Colima”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 22 de abril de 1913, p. 4. 58. “Incendio en el edificio de la Exposición de Colima. Se dan grandes proporciones al siniestro. No hay noticias ciertas en Guadalajara”, fa Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 25 de junio de 1913. p. 1.. importantes casas que tienen intereses que perder en la Exposición Costeña”.5g Así, la Exposición fue abierta el jueves 17 de abril de 1913, pero no inaugurada oficialmente porque el presidente del patronato, J. Trinidad Alamillo, ocupado como estaba en convencer a Huerta de regresarlo al gobierno colimense, dejó de lado su interés por la Exposición. Después de todo su organización ya le había dado dinero y la fama con que la historia colimense lo recordaría. Pongo el ejemplo de lo que dijo Manuel Sánchez Silva en 1959 acerca de la Exposición y de don Trinidad: La exposición Costeña, ideada y ejecutada por don Trinidad, tuvo un éxito extraordinario y repercutió en todo el país, promoviendo una insólita corriente de visitantes que, aparte de satisfacer su curiosidad en la admiración de los innumerables artículos exhibidos, advirtieron la conveniencia de mantener relaciones comerciales e industriales con los productores de esos artículos.60 La documentación que tengo a la mano, sin embargo, me dice que una vez abierta la Exposición ésta pasó sin pena ni gloria por los pasillos del olvido. Pese a esto, no dejaremos de gozar con la nostálgica recreación de lo que la Exposición pudo haber sido (y no fue). Sánchez Silva escribió después de cuarenta y seis años de efectuada la exposición, la siguiente descripción: En los “stands”, como se usa decir ahora, se colocaron muestras de la variada producción de Colima: maíz criollo y “reatillas”; fríjol “berrendo” y juguetes de hojalata; pieles curtidas de caimán y caimanes vivos, que serpenteaban en un estanque de transparentes aguas; pirámides de sal de Cuyutlán y alfajor de coco y piña; sombreros de “soyate” y manta de San Cayetano, La Atrevida o La Armonía; ceñidores y rebozos; perfumados mangos y torneados molinillos; abanicos de palma y adornos decorativos, labrados en estopa; mojocuanes y trigrillos de El Chical y La Magdalena y vaquetas bien curtidas; conejos silvestres y pericos “guayaberos”; caballos de El Pedregal y vacas bermejas de La Estancia; equípales forrados de cuero 59. Ibíd.. 60. Manuel Sánchez Silva, “La Exposición Costeña Colimense (15 de noviembre de 19591, pp. 267-269. En Manuel Sánchez Silva, Viñetas de la Provincia tomo 1 (Colima, Diario de Colima, 1993). p. 267.. y ollas, jarros y platos de barro; cucharas de palo y escobas de “guinar”. En fin, todo lo que se producía en Colima.6l Según pude comprobar en mi búsqueda por los archivos mexicanos, la Exposición, una vez abandonada por don Trinidad, dio muy poco de qué hablar.62 La utilidad política que Alamillo obtuvo del evento, se fue junto con los grandes empaques de mercancías de los expositores, cuando sin resultados, éstos abandonaron el mentado palacio de hierro, antes que Carlos Schulte lo embargara. 61. lbid. 62. Juan Carlos Reyes. El mercado “De la Madrid’, p. 61.. Capítulo 7 La Exposición costeña: jun himno al progreso? Un toque de llamada resuena en toda la República. No es el clarín de la guerra que anuncia desolación y muerte, no es la voz del revolucionario que excita pasiones y rencores, alejando del trabajo al campesino y despertando dormidas é innobles ambiciones, no. Es un toque de llamada que indica elevación de ideas, patriotismo verdadero, es una voz simpática que resuena alegre, armoniosa, es como un himno al progreso que entona el ilustrado y entusiasta Sr. don J. Trinidad Alamillo, Gobernador de Co1ima.l Cada quien habla de la feria como le fue en ella. Don Trinidad, de carácter alegre y de buenas ideas para los negocios, seguramente que desde que en su niñez llegaba a comer peronés en las fiestas de Todos Santos en la plaza principal, fraguó para sí mismo un gran sueño: ser gobernante de Colima. Aparejado a este sueño vendría su otra ilusión: organizar una gran feria o exposición en Colima, con alcances internacionales. Una vez convertido en candidato a la gubernatura del estado, una de las cartas fuertes de su programa fue la promesa de organizar una exposición en donde se comerciaran los productos de Colima con otras entidades 1. “La exposición costeña de Colima”, Periódico oficial E/ Estado de Colima, 23 de noviembre de 1912, p. 416.. del país y también del extranjero.2 Si todo salía bien, el sueño dejaría de serlo para convertirse en realidad. Alamillo lleg6 a la silla gubernamental en las condiciones que ya conocemos. Pero para luego fue tarde. Cuatro meses de estar al frente del gobierno lo llevaron a poner en marcha aquel viejo anhelo: la exposición. Tal y como lo prometió: Penetrado como estoy de la inmensa trascendencia, de las mil ventajas que reportan á todos las exposiciones, ofrecí en mi programa de Gobierno organizar una serie de estos certámenes, estimados por los hombres y pueblos cultos, como el mejor intercambio de progreso y como el medio más eficaz para el fomento del comercio, industrias y demás elementos de riqueza pública.3 Entonces empezó a verles medidas y posibilidades a los edificios de la capital colimense. Sus ojos repararon en el edificio del mercado “De la Madrid”. El 8 de febrero de 1912, acompañándose de Trinidad Padilla, el presidente municipal de ese entonces, Alamillo recorrió las instalaciones del mencionado edificio. Por los informes que rindió el presidente al cabildo, el mercado debió parecerle melindres al gobernador, para su gran proyecto: El C. presidente informó que la comisión especial de que él formaba parte, encargada de inspeccionar el mercado “La Madrid”, juntamente con el gobernador del Estado, visitó el edificio, y se cercioró de que a pesar de ser una buena construcción, no reúne las condiciones apetecidas para su objeto, pues dado su material de construcción acumula calor sobremanera y perjudica las mercancías [...], no se discutió la forma en que pudiera remediarse el mal, y se convino en que, ya que la construcción de un nuevo mercado 2. Juan Carlos Reyes en El mercado ‘de la Madrid”: un ejemplo de arquitectura porfirista en Colima, dice que el proyecto de la exposición fue concebido por “dos hábiles y astutos empresarios”: Manuel Álvarez García y Renato de Cornél y que ambos convencieron a don Trinidad para que organizara “algo que --otra vez-- finalmente pondría a Colima a la altura de las grandes y más modernas urbes: una ‘exposición’“. Según esta interpretación Alamillo, carente de ideas empresariales, fue presa de dichas personas. Yo no comparto su opinión: hay que tener en cuenta que Alamillo, en su programa lanzado en 1910, ya concebía la idea de una feria o exposición. Y, como veremos, Alamillo se llevó del gobierno del estado grandes tajadas de dinero que con el pretexto de la exposición. Me pregunto por ello: ¿quién fue presa de quién? Véase Juan Carlos Reyes E/ mercado “de la Madrid”: un ejemplo de arquitectura porfirista en Colima (Colima, Universidad de Colima, 19911, p. . 3 . “Informe leído el 16 de septiembre de 1912” Periódico oficial El Estado de Colima, 5 de octubre de 1912, p. 364.. sería demasiado costoso debía proseguirse la de un portal principiado en el exterior á un costado del edificio.4 Definitivamente el edificio no era lo apetecido. Pero tampoco podía darse el lujo el gobierno de construir uno nuevo. Alamillo dispuso que se examinaran las arcas municipales. El ayuntamiento tendría que cargar con el paquete de remodelar el edificio con recursos propios. Los vendimiantes bien podían irse con su fruta y su verdura a otra parte. Alamillo giró disposiciones al municipio para que el mercado fuera desalojado en seis días: en agosto de 1912, debía estar dispuesto para ser preparado para la gran exposición.5 No obstante la oposición de los cabildantes “Ochoa, Castañeda, Rubalcaba, Jiménez y Santana haciendo notar que á su juicio se causarían graves perjuicios á los comerciantes y al público”, el presidente disipó preocupaciones y, de manera tajante “habló [...] combatiendo lo propuesto por los CC. Santana y Castañeda y como á su juicio se trataba de una orden del Superior Jerárquico de la Corporación, y no es conocida la opinión de los comerciantes y del público”,6 decidió sin más ni más, se imprimiera el aviso donde se les aclaraba a los vendimiantes que tendrian que desalojar el mercado. Alamillo mandó una propuesta al congreso, misma que fue aprobada por decreto numero 70. De esta manera, se autorizó al ejecutivo para que abriera una “Exposición Costeña Colimense durante cuatro años, comenzando éstos el día primero del corriente año 11 912]“.7 En el decreto se mencionó también que se dejaría libre de impuestos municipales y estatales a los comerciantes que tuvieran a bien participar en la Exposición. Pero --y esto es 4. AHMC. Actas de Cabildo. Años 1912-l 913. Sesión ordinaria del 28 de febrero de 1912. fojas 00021-00022. 5. AHMC. Caja E-45, posición 3. “Aviso al público”. Firman Trinidad Padilla y L. Yáñez Centeno. Colima, 25 de julio de 1912. 6. “Comunicando la disposición del C. Gobernador”. Periódico oficial El Estado de Colima, 7 de septiembre de 1912, p. 329. 7. AHMC. Caja AX -259. J. Trinidad Alamillo, “Decreto número 70”. 4 de agosto de 1912.. algo que no debe escapar nuestra mirada-- también recibió el gobernador luz verde para realizar tratos y contratos para la exposición. En el mismo mes de agosto empezaron todos los trámites para el gran evento. Pronto aparecieron hojas con papel membretado de la Exposición. En ellas se leía que la Exposición estaba organizada bajo el patronato del gobernador Trinidad Alamillo con la colaboración del gobierno del estado y de los ayuntamientos. Se supo luego que el comité ejecutivo de la exposición había quedado instalado de la siguiente manera: como presidente Manuel Álvarez García; primer vicepresidente, ingeniero Ignacio Gamiochipi; segundo vicepresidente, licenciado J. Carlos Margain; primer secretario, licenciado Ignacio Padilla; segundo secretario, licenciado J. Isaac Padilla; primer vocal, licenciado Arturo Gómez; segundo vocal, doctor Aristeo Núñez: tercer vocal, Daniel Inda; cuarto vocal, ingeniero Ángel T. Padilla; quinto vocal, Alfredo J. Zepeda y director general, Renato de Cornély.* El periodo de la Exposición sería de siete meses cada año. Tentativamente, iniciaría el 1 de noviembre y terminaría el 31 de mayo de los años de 1912, 1913, 1914 y 1915. Sin embargo, seguramente que don Trinidad y sus colaboradores lo pensaron mejor, cuando recibieron una carta por parte del presidente Madero, quien solicitó se relevara a Cornély de director general del evento, por sus “antecedentes muy poco recomendables”. Gracias a esta llamada, se dieron importantes cambios dentro del consejo de administración de la Exposición.9 Los integrantes del consejo decidieron formar una sociedad anónima para establecer la exposición. Miembros y colaboradores aparecieron y desaparecieron. Paulatinamente, la exposición se con- 8. AHMC. Caja E-45, posición 3. Carta de Renato de Cornély a Trinidad Padilla. Colima, 12 de agosto de 1912. 9. México, DF. Archivo General de la Nación (en adelante AGN). Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, documento 026885. Carta de Juan Sánchez Azcona a J. Trinidad Alamillo. México, 23 de agosto de 1912.. vertía en un negocio y Alamillo no quiso dejar la oportunidad de compartirlo con sus viejos amigos de la política: Por esta vez, y para el primer año de ejercicio social quedarán nombrados los siguientes funcionarios: Consejo de Administración: Presidente, señor don J. Trinidad Alamillo, Gobernador Constitucional del Estado. Tesorero, señor don Miguel Álvarez, secretario, señor don Renato de Cornély, Primer Vocal, señor Licenciado don Miguel García Topete. Segundo Vocal, señor don Roberto F. Barney; Director General, señor don Manuel Álvarez García; Comisario propietario, señor don Alfredo Zepeda; y comisario suplente, señor don Daniel Inda.[...l La sociedad será regida por un consejo de administración, compuesto de ocho miembros que serán SOCIOS.10 La sociedad se fundó con un capital de siete mil quinientos pesos, donde además de los socios, el gobierno del estado se quedaría con “diez acciones liberadas y el Ayuntamiento de esta capital [disfrutaría] de veinte acciones también liberadas por valor de cincuenta pesos cada acción”.ll Alamillo dijo en su informe de gobierno --del 16 de septiembre de 1912-- que una sociedad anónima se había formado para no distraer recursos del estado en la Exposición. Muy pronto habría de olvidar sus palabras: Los buenos resultados de los trabajos hasta hoy emprendidos, hacen esperar que se alcanzará el mayor éxito: se procede en ellos siguiendo el sistema adoptado en otros países, donde no solamente los gobiernos hacen las exposiciones, sino que ayudan y excitan la participación de los expositores particulares al lado de las exhibiciones oficiales. Para dar más margen á la iniciativa privada y no distraer los fondos del Gobierno, fue formada una Sociedad Anónima, estando nombrado ya el Consejo de Administración.12 10. AHMC. Caja E-49. “Contrato realizado entre el Ayuntamiento de Colima representado por Trinidad Padilla y el Consejo de Administración de la Exposición Costeña, formado por Miguel García Topete, Miguel V. Álvarez, Roberto F. Barney, Alfredo J. Zepeda y Renato-de Cornély”. Colima, 9 de junio de 1913. 17. Archivo General del Gobierno del Estado de Colima (en adelante AGGEC). Legajo 811. Año 1912. Carta del administrador principal de rentas al secretario de gobierno. Colima, 5 de octubre de 1912. Según el diccionario de Banca y Bolsa (Madrid, Labor, 19691, acción liberada “es aquella acción que ha sido desembolsada en su totalidad. En otro caso, estará tanto liberada cuanto se haya pagado”. p. 7. 1 2 . “Informe leído por J. Trinidad Alamillo, el 16 de septiembre de 1912”. Periódico oficial El Estado de Colima, 12 de octubre de 1912, p. 369.. El gran proyecto comenzó a correr sin antes aprender a caminar. Días después de constituida la sociedad anónima (Exposición Costeña de Colima S. A.), el presidente municipal de Colima recibió una carta del secretario Cornély y del director general Manuel Álvarez, escrita con palabras alentadoras disfrazadas de órdenes. En esa misiva Cornély y Álvarez pedían, entre líneas, la colaboración decidida del ayuntamiento, porque la empresa que se habían echado a espaldas los organizadores de la Exposición, sólo podía tener a éxito con el apoyo de las autoridades. No se debía regatear nada a la Exposición, explicaron los autores de la carta: sería tanto como arrebatarle progreso al estado. Colima necesita un aumento de movimiento ó mejor dicho, mayor número de visitantes, para que conozcan y consuman, los ricos productos de esta Costa y nada puede ser más propio que la exposición que ya está legal y formalmente organizada; pues los hechos significan más, que lo que se habla o se escribe.13 Con frases impregnadas de esperanzas de adelanto y felicidad para estas tierras, los organizadores le pidieron al presidente municipal lo siguiente: 1 .- Apoyar á la Exposición Costeña de Colima S. A., en todo lo que se refiere al Establecimiento de la Exposición, é interpondrá sus buenos oficios cerca de sus Oficinas y Empleados, á fin de que la Exposición, tenga el mejor resultado posible. 2.- A fin de proteger con toda eficacia a los Expositores y concesionarios de los objetos expuesto a, Edificios y Establecimientos de la Exposición, se destinará una sección de policía para el exclusivo cuidado, de éste edificio. 3.- Suministrará la Banda de Música, para dar audiciones y serenatas, dentro ó fuera del Edificio de la Exposición. 4.- Arreglará por su cuenta sus Hortelanos ó Floricultores y los árboles, Arbustos y Plantas; mejor dicho, la formación completa de los Prados, del Jardín que se formará en los alrededores del edificio, Principal, serán también por su exclusiva cuenta.‘4 13. AHMC. Caja E-45, posición 3. Carta de Renato de CornBly y Manuel Álvarez García a Trinidad Padilla. Colima, 25 de septiembre de 1912. ‘4. hd.. Pero eso no fue todo. Lo que en realidad le pedían al ayuntamiento era que de las arcas municipales salieran todos los gastos de la Exposición. Hay que verlo para creerlo: 5.- [El ayuntamiento] administrará sin pago alguno, [sic] el agua suficiente y necesario á la Exposición. 6.- Dará condecoraciones y medallas, con el Diploma correspondiente, á los Exhibidores, Concesionarios y Colaboradores, que hayan prestado servicios importantes para el buen éxito de la exposición. Igualmente recompensará á as personas que presenten alguna invención productora de mejoras, en bien de los trabajos del Artesano y Obrero, por los medios más eficaces, humanos y económicos. 7.- Construirá por su cuenta la cerca que deba erigirse en los terrenos de los linderos, [...] obra que quedará, terminada la exposición, de propiedad única del H. Ayuntamiento.15 La sociedad anónima, puede verse, no tenía ninguna intención de desembolsar para los preparativos de la Exposición. La respuesta de don Trinidad Padilla a las peticiones de los organizadores no tardó en llegar. Con palabras claras, que expresaban únicamente lo pertinente, Padilla le dijo lo siguiente al secretario de la Exposición: Dos inconvenientes pulsa esta comisión para que el Ayuntamiento pueda obsequiar de plano, la solicitud que envuelven las comunicaciones referidas. Es el primero, de orden y economía en la dirección y ejecución de los diferentes servicios que demanda el patriótico proyecto. Si para llevarlo á la práctica, se han creado, como era natural, un comité organizador y otro directivo, es evidente que á esas colectividades ó á las comisiones que haya designado, corresponde únicamente inmiscuirse en los actos y operaciones y demás detalles referentes á la Exposición proyectada, aplicándose á ese asunto, como á cualquier otro semejante, las reglas de unidad de pensamiento y de acción, so pena de crear las dificultades que originaría la inobservancia de reglas tan naturales é indispensables.16 15. Ibíd.. 16. AHMC. Caja E-45, posición 3. Acuerdo del H. Ayuntamiento de Colima. Colima, 18 de octubre de 1912.. Padilla no pudo ser más preciso y objetivo al respecto de la ayuda que se le pedía. Efectivamente, si había un organismo creado exprofeso para organizar la Exposición, ¿por qué el ayuntamiento tenía que cargar con gastos y deudas ajenas? Padilla echó además en cara la imprudencia que se había cometido al reservar el edificio del mercado para la exposición y no dejó pasar la oportunidad para recordarle al gobernador (a través del secretario de la exposición), los trastornos económicos que el cambio de los comerciantes a otro edificio fuera del mercado De la Madrid, había traído a los fondos municipales: Uno de los considerables gastos que han pesado ya sobre el mismo Erario ha sido el de cambiar el Mercado y construir uno provisional, en virtud de haberse destinado para la Exposición el Edificio que con un costo de más de cien mil pesos se hizo para Mercado Principal de la Ciudad; pudiendo por lo mismo decirse con toda verdad que ya el municipio ha prestado una valiosa cooperación para el Proyecto de la Exposición Costeña de Colima. l7 Pese a sus quejas, el presidente municipal se percató que no le quedaba de otra y, pensándolo mejor, agregó con resignación que después de todo el gobernador... gobernaba: Mas si esto que se pretende en las comunicaciones de referencia, como otros muchos actos y gastos, se han llevado á efecto, secundando gustosa esta Corporación Municipal la iniciativa del Gobernador del Estado y sus superiores órdenes, no tendrá inconveniente en acatar las que se le dieren, para erogar nuevamente los gastos que en concepto del superior deban corresponder á este municipio. l8 La sociedad anónima como podrá inferirse, por estar presidida por el gobernador Alamillo y por tener supuestamente parte en ella el municipio y el estado, gozó de . muchos beneficios. Sólo dos ejemplos: se le exceptuó del impuesto a instrumentos públicos y la tesorería del estado cubrió un pago al diario 17. Ibíd.. 1 8. Ibíd. .. Nueva Era (periódico político y de información) lg donde los organizadores de la exposición insertaron información acerca de aquella. Nueva Era le remitió a la sociedad 600 ejemplares a un costo de $ 9.60. 2o Seguramente que el guardadito con el que empezó la sociedad seguiría así a todo lo largo de la organización. Y precisamente para asegurar el buen éxito del evento se expidió. . . Un flamante reglamento Fechado en Colima el martes 15 de octubre de 1912, el reglamento de la Exposición empezó a circular por todo México. Seguramente Madero fue el primero que lo recibió, después de haber confirmado su asistencia a la inauguración del evento. En el reglamento --un folleto de apenas 16 páginas con tres fotografías y el plano del edificio--, se observa una portada por demás sugerente: en la parte superior aparece la fotografía de Madero y, en la inferior, la de Alamillo sostenida por unos ángeles. En el trasfondo puede apreciarse el volcán emitiendo humo, el palacio municipal, unas palmeras y una vista de bañistas gozando de las aguas en Cuyutlán. Al inicio del folleto se encuentra la fotografía de Madero y en la página siguiente la de Alamillo. Este arreglo de cosas parecía sugerir que el proyecto contaba con todas las de la ley. Es decir, que Madero era nada menos que el “Protector de la Exposición Costeña Colimense”.21 19. AGGEC. Legajo 81 1. Año 1912. Periódico Nueva Era a la Exposición Costeña de Colima, S. A. México, DF, 22 de octubre de 1912. 20. Inmediatamente después de que Cornély se comunicó con Miguel García Topete para tramitar el pago, éste le contestó que se haría una vez que la tesorería emitiera un giro por esa cantidad a la secretaría de gobierno de la cual era titular. AGGEC. Legajo 811. Año 1912. Carta de Renato de Cornély a Miyel García Topete. Colima, 25 de octubre de 1912. 21. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, documento 026864. Reglamento General de la Exposición Costeña de Colima. que se inaugurara el lo de enero de 1913 en la capital del Estado (Colima. Imprenta del Gobierno del Estado, 1913).. El Reglamento General de la exposición Costeña, obvio, fue creado con el objetivo de invitar formalmente a“todas las casas industriales, de comercio, de agricultura y productoras, para que tomen parte en la Exposición Costeña de Colima”. 22 Los organizadores expusieron las ventajas que para los productores y comerciantes había de concurrir a tan famosa Exposición, misma que tendría lugar por primera vez no sólo en Colima, sino en toda la República: Esperamos, que su apreciable casa concurra á éste importante Certamen, aprovechando así ésta oportunidad para desarrollar sus relaciones comerciales en general y abrir á su producción un nuevo Mercado en la Costa del Pacifico, mostrando, por los objetos exhibidos, las riquezas de su tierra y los grandes inventos que la ciencia é industria han producido para mejorar los trabajos por medios más eficaces, más humanos y más económicos.23 Era mucho optimismo o demasiada presunción la de don Trinidad al lanzarse a organizar una exposición en los momentos en que el país se convulsionaba. Por ello el evento se antojó como un verdadero bálsamo que curaría todos los males de la sociedad mexicana. Así lo creyeron los que quisieron y, por supuesto, los organizadores: Además su exhibición coadyuvará á una Empresa patriótica, que, como lo han admitido el Señor Presidente de la República, varios Ministros y casi todos los Gobernadores de los Estados y Jefes Políticos de los Territorios favorecerá á la República, dando impulso al comercio proporcionando trabajo á todas las ciases menesterosas y controlando la guerra fraticida con una obra de bienandanza y de Paz, llevando á las masas á una vida de progreso, pacífica y feliz, que haga renacer el espíritu de iniciativa y empresa.24 El reglamento contenía veintiún artículos en los cuales se normaban, informaban y reglamentaban aspectos tales como: ubicación y duración de la Exposición; la clase de objetos a exhibir en los departamentos de educación, artes, 22. Ibíd.. p. 3. 23. Ibíd.., p. 4. 2 4 . Ibíd. .. artes liberales, maquinaria, agricultura, horticultura, forestaría, minas y metalurgia, pesca, caza, antropología, economía social, educación física, industria y comercio; fletes y pasajes; solicitudes para exponer; condiciones para instalar los objetos a exhibir; decoraciones y colores; recompensas, condecoraciones, medallas, diplomas y premios en efectivo; medidas para la preservación de objetos exhibidos, tarifas y pagos. A propósito de estos últimos, quedó especificado que las solicitudes debían llegar acompañadas de su respectivo pago “si el importe fuere menor de $250.00 (doscientos cincuenta) pesos plata mexicana, deberá remitirse toda la cantidad, y si fuese mayor, se exhibirá la mitad al hacer la solicitud y el resto á más tardar el 1 O de Diciembre de 1912”.25 Por cierto que los expositores tenían que desembolsar dinero de acuerdo a su pabellón. Si de exhibir dentro del edificio en “espacio aislado” se trataba, por cada metro cuadrado los expositores debían pagar la cantidad de 30.00 pesos plata mexicana, mientras que en espacios no aislados la cuota era de 20.00 pesos. Los espacios en la pared costaban 10.00 pesos, por aquello de que en la esquina se vende más. De hecho, los espacios con dicha ubicación aumentaban su precio en un 25% o un 50% de los de la parte central del edificio. También había terrenos para exhibir y un espacio ahí costaba 10.00 pesos el metro cuadrado. Para que los expositores se atrevieran a ganar y gastar dinero en tierras colimenses, se explicó: La Exposición se equipará con todas las anexidades y accesorios propios de su carácter, como: Teatros, Circos, Cinematógrafos, Restaurantes, Puestos para la fabricación y venta de objetos y productos que se entreguen inmediatamente. Pastelerías y Confites, Perfumerías y Flores, Frutas y Dulces, Aguas gaseosas y Refrescos, Cervezas, vinos y licores, cigarros y puros, sillas fijas y -rodantes, juegos no prohibidos por la ley, y otras diversiones Iícitas.26 25. Ibíd.., p. 9. 26. Ibíd.. p. 6.. En el apéndice del reglamento, se hacía especial invitación a las librerías más importantes del país para que concurrieran a la exposición. Dado que el gobierno tenía pensado instalar una biblioteca pública, los libreros deberían aprovechar esta situación para hacer su agosto, aunque se tratara del mes de enero. De igual manera se conminó a los productores de California, en los Estados Unidos, a aprovechar la oportunidad de reafirmar el comercio con Colima: Los comerciantes en frutas de California también deben tomar con oportunidad su local, atendiendo á que ninguna ciudad de la República hace tanto consumo como Colima, de aquellas deliciosas frutas americanas, con motivo de la feria anual de “Todos Santos,” y el expositor que presente lo mejor en su clase, obtendrá sin duda la preferencia en el mercado local. Los grandes expendedores de conservas alimenticias deben hacer una exposición muy amplia de sus productos, seguros de que en esta región del país, encontrarán gran consumo.27 Para que no hubieran pretextos para no exponer o visitar la exposición costeña, se dijo: “Se organizará una serie de fiestas comenzando con fecha 1” de Enero de 1913, dedicando en honor de cada Estado y Territorio una semana de fiestas especiales, para las cuales los ferrocarriles establecerán cuotas de pasaje y Trenes Especiales”.28 Los cálidos habitantes de Colima no podían esperar cruzados de brazos a que llegara el progreso prometido: ellos cargarían con la tarea de acicalar su terruño, porque la ciudad estaría... En la mira de los concurrentes Había que prepararlo todo. Se llamó a la cordura a los habitantes de la ciudad de Colima, para que asearan sus casas y calles y que adornaran, pintaran, 27. Ibíd. .. p. 14. 28. Ibíd. .. empedraran, embanquetaran y reconstruyeran todo lo que fuera necesario para que “no se desdijera mucho de la fama que goza Colima como una ciudad limpia”.2g La idea de llamar a los vecinos a la cordura fue del cabildante Pablo Ochoa. Tras esa punzada de limpieza que tuvo a bien salir del cabildo municipal, el aspecto estético de la ciudad se convirtió en una verdadera preocupación de los cabildantes. Por ello se hicieron y rehicieron llamados a la conciencia de los ciudadanos: Excitativa a los dueños ó encargados de fincas urbanas ubicadas dentro de esta ciudad, para que, a fin de que la misma ofrezca mejor aspecto á las miradas de los concurrentes a la Exposición Costeña de Colima que principiará el 1 O de enero de 1913 en combinación con la temporada de paseos de baño de mar de Cuyutlán, y dando una prueba más de nuestra cultura como amantes del ornato público, manden pintar a la mayor brevedad posible tomando en consideración la premura del tiempo, las fachadas de sus casas que no lo estén recientemente, que estándolo, se hayan manchado, o que la pintura sea defectuosa.30 Una vez que Pablo Ochoa empezó la lucha para maquillar la ciudad, le contagió su preocupación a Trinidad Santana, miembro también del cabildo. Este último descubrió que no sólo se ofrecería a los visitantes una ciudad limpia y agradable, sino que también sería una muestra palpable de lo que las autoridades municipales eran capaz de hacer por estos rumbos:31 [...] que se pongan en practica [las mejoras materiales que anotó Pablo Ochoa] desde luego con lo que se lograría dar más belleza á la ciudad y de esta manera hacer patente á los foráneos, el celo y actividad que la autoridad municipal despliega en todo lo que conduce al mejoramiento material y moral 29. AHMC. Caja E-46, posición 14. C. Avalos a los C. munícipes. Colima, 25 de octubre de 1912. 30. AHMC. Caja E-46, posición 14. “Excitativa al pueblo”. Trinidad Padilla, presidente, y Leonardo Yáñez Centeno. Colima, 7 de noviembre de 1912. 31. Además de refrendar las aportaciones de ochoa, Santana aporto lo suyo al remozamiento de la ciudad, propuso se alinearan los cuartos de la avenida Juárez de la acera de oriente, porque dichas protuberancias habían causado varios accidentes, también pidió se embovedara la corriente del “punto conocido por la Garza” lugar usado como parada del tranvía. AHMC, caja E-45, exp. 13.. de los habitantes y el consiguiente acatamiento de las disposiciones que dicta.32 Como la fecha en que habría de iniciar la Exposición seguía posponiéndose, los colimenses ganaron tiempo para mostrar sus lindezas a los concurrentes: Damos a conocer con todo gusto al Pueblo y á los Expositores esta grata noticia que engrandecerá a Colima, que además, animará la temporada de baños de mar, y que al mismo tiempo amplía el plazo para poder llevar á cabo la pavimentación con mosaico, de la plaza de armas; para efectuar la pintura de las fachadas de las casas; para instalar las elegantes bancas de fierro en dicha plaza principal y para que las niñas de las escuelas, los artesanos y los agricultores terminen sus trabajos que están preparando con tanto entusiasmo.33 Pero no solo jardines, fachadas, banquetas y calles lucirían sus mejores galas: también el cuerpo policiaco, acostumbrado al buen vestir, por gusto y orden del gobernador estrenaría: la policía montada trajes de caqui color plomo, y la infantería trajes color amarillo. Si no es ahora, será mañana Las fechas para realizar la exposición cambiaban como la noche y el día. Cuando se expidió el decreto, se mencionó que la fecha de inauguración sería para el mes de noviembre de 1912. Cuando se tuvo el consentimiento del presidente Madero y el anuncio formal de su visita a Colima para inaugurar la mencionada Exposición, se manejó la fecha del 1 de enero de 1913. Pero los planes cambiaron una vez más y la apertura definitiva de la exposición se realizó el primero de marzo de 1913: 32. AHMC. Caja E-45, exp. 13. Tiburcio Santana a los C.C. munícipes. Colima, 5 de noviembre de 1912. 33. Interesante noticia al pueblo y a los expositores. Colima, diciembre 5 de 1912. AGGEC., leg. 810, año 1912.. invitado formalmente á la Exposición, á últimas fechas, el señor Presidente de la República, se ha recibido contestación inmediata de aquel elevado Funcionario, aceptando y manifestando á la vez, que la fecha más á propósito en que podrá concurrir á esta ciudad, (salvó fuerza mayor), para INAUGURAR personalmente la EXPOSICION COSTENA DE COLIMA, será El PRIMERO DE MARZO PROXIM0.34 Ni tardo ni perezoso, el gobernador aprovechó la euforia que produjo el “sí” de Madero para pedir al Congreso que le facultara “erogar con cargo á la partida de ‘gastos extraordinarios’ del presupuesto de egresos vigente, la suma necesaria para los gastos que origina la recepción del C. Presidente de la República”.35 Dicho pedimento le fue concedido, pero ya veremos que la mayor parte de los artículos en los que habría de invertir y que se necesitaban para la exposición, le fueron regalados, donados o prestados. ¿A dónde iría a parar ese dinero? Si de impresionar se trataba, la guardia de la Exposición y del presidente Madero luciría uniformes de dril de lino, sombreros ingleses y calzado blanco. En los cascos llevarían un gran plumero blanco y marrazos de puño niquelado. Para que la escenografía fuera completa, Alamillo consiguió prestados, en Mazatlán, y sin costo alguno, seis carretelas para recibir al presidente y a sus acompañantes. La comitiva, en su visita a Cuyutlán, descansaría a la orilla de la playa en casas de campaña traídas desde San Francisco, California. Francisco Santa Cruz Ramírez, a quien tiempo antes Alamillo le había expropiado el terreno de su hacienda para el pueblo de Cuyutlan, ofreció a don Trinidad, de muy buena gana, su casa de Cuyutlán para que allí se hospedara el presidente Madero, mientras que sus acompañantes tendrían que hospedarse en el hotel de don Samuel Lee. Por aquello de que Colima ofrece mar y volcanes a los turistas, se pensó en abrir un camino carretero para la hacienda de Chapa, por si al señor Madero y a 34. AGGEC. Legajo 810. Año 1912. “Interesante noticia al pueblo y a los expositores”. Colima, 5 de diciembre de 1912. Las palabras en mayúscula aparecen así en el original. 35. Archivo del Congreso del Estado de Colima (en adelante ACEC). Caja 119. pos. 1. Legajo XIX. Sesión del 14 de enero de 1913.. sus acompañantes les apetecía “ir a observar el volcán desde la hacienda mencionada [y] no haya dificultad en que corran automóviles por dicho camino que, repetimos, dejará el señor Álvarez en perfectas condiciones”.36 Crea fama y échate a dormir Los elogios y comentarios a la Exposición llegaron de más allá de las fronteras, gracias al “desinterés y patriotismo” de los cónsules mexicanos. Por ejemplo, en San Francisco California, la ciudad más entusiasta en la participación de la exposición,37 se planeó traducir al inglés el reglamento de la Exposición, según lo anunció el periódico oficial El Estado de Colima: “Parece que San Francisco California, una de las grandes ciudades americanas que está á las puertas del mercado mexicano por el Pacífico, será la mejor representada en dicho certamen y á ese efecto la Exposición va á formar una edición en inglés, del Reglamento”.38 El cónsul y el vicecónsul mexicanos no escatimaron recurso alguno para promocionar la Exposición: incluso de su bolsillo pagaron timbres de correo, la traducción del reglamento, circulares y demás. Había que trabajar duro para lograr una buena exhibición de California para la Exposición.3g Anunció así el mismo hebdomadario que, en Colima, los expositores encontrarían honorables y honrados representantes de los productores (y productos) californianos. Reiteró que aquella era una buena oportunidad para que los productores de California abrieran las puertas a su producción, a través del 36. “Camino para automóviles”, Periódico oficial El Estado de Colima, 8 de enero de 1913. p. 49. 37. No debe olvidarse que, desde el siglo pasado, la compañía naviera The Pacific Mail Steamship Company --conocida en Colima con el nombre de La Mala del Pacifico- estableció fuertes [elaciones comerciales (y seguramente también migratorias) entre Manzanillo y San Francisco. 38. “La exposición”, Periódico oficial El Estado de Colima, 30 de noviembre de 1912, p. 426. 39. Ibíd. .. estado de Colima, teniendo en cuenta la afluencia de visitantes y productores que llegarían de los distintos rincones del país. No dejó de mencionar el periódico oficial que los ferrocarriles de México y las compañías navieras bajarían sus cuotas de pasajes y de fletes, con el propósito de hacer accesible la afluencia de visitantes a la feria. Además, si los californianos respondían a la invitación de los colimenses, éstos no dudarían, ni tantito, en retribuirles la atención: también se exhibirían productos de Colima en 1915, en la exposición Panamá-Pacífico, en San Francisco, California. Terminaba el articulista haciendo un llamado a la conciencia de autoridades y productores mexicanos, para emular la entusiasta y desinteresada labor del cónsul y vicecónsul en San Francisco, quienes se mostraban convencidos de los beneficios económicos que resultarían de la participación de todos en la Exposición. Para destacar la importancia que la Exposición tenía, en un artículo se la comparó con otra que tuvo lugar San Luis Misuri en 1904. En esa ocasión el pabellón mexicano había tenido un área de 279 metros cuadrados y estaba rodeado por un jardín que medía alrededor de 1420 metros cuadrados. El edificio que representaba a nuestro país entonces estaba construido con madera y yeso. Colima, por supuesto, no se podía quedar atrás de los adelantos del mundo civilizado. Por ello el terreno destinado a albergar la Exposición Costeña de 1915 tendría, nada más ni nada menos, que una superficie de 2100 metros cuadrados y así como 8420 metros cuadrados de jardines. El edificio proyectado para la Exposición sería construido de mampostería, hierro y vidrio: La altura de la galería central es de más de veinte metros, y de las galerías laterales, de diez metros. Están proyectados dos grandes edificios más, uno que será ocupado de productos é implementos de agricultura y otro de la maquinaria y aparatos de electricidad. Los jardines serán adornados por fuentes, toda clase de estatuas y con plantas originales de la República, que. serán traídas especialmente con ese fin, y en dichos jardines se colocarán también las diversiones á propósito para tales empresas.40 Todo parecía marchar sobre ruedas pero, como suele suceder, siempre surgen las complicaciones. Los organizadores no querían gastar de sus bolsillos en una empresa que beneficiaría, según sus propias opiniones, a los productores colimenses y no a los empresarios organizadores de la Exposición. Por ello fue que parte de la estrategia para obtener subsidios para la Exposición había recaído en publicitar, con lujo de detalles, la adhesión al proyecto por parte de diferentes personajes de la política, de distintas latitudes del país. Los organizadores se percataron de la importancia que revestía el convencer al gobierno federal que la Exposición era una obra redentora en esos aciagos días de revolución. Por ello el editor del periódico oficial El Estado de Colima, eligió publicar la felicitación que a sus ojos resultó más elocuente --la de un licenciado José María Martínez Sotomayor--, para dar prueba fehaciente de que la Exposición, ni duda cabía, era un oasis en el desierto en que se calcinaba nuestro país por aquellos tiempos. Martínez Sotomayor dejó caer en cascada sonoras y alentadoras palabras para los organizadores de la Exposición: Conceptúo como altamente patriótica y digna la labor que ustedes se han impuesto, de organizar una Exposición porque, aparte del impulso que ello significaría para el comercio y para la industria, en los actuales momentos es la protesta más elocuente y más eficaz contra la rebelión asoladora que mata toda la industria y todo comercio. Nada convida más fructuosamente á la paz, que esos nobles torneos en que se dan la mano los creadores de la prosperidad y de la grandeza de las Naciones. Tengo la honra de enviar á ustedes mi felicitación más calurosa y hacerles presente mis deseos de que no desmayen en la empresa de la cual auguro muchos beneficios.41 40. “Exposición Costeña de Colima“ Periódico oficial El Estado de Colima. 7 de diciembre de 1912. pp. 434-435. 41. Ibíd.. p. 435.. Sin embargo y pese a todos los esfuerzos publicitarios, la Exposición sólo recibió apoyo y mucha aprobación, pero ninguna ayuda económica.42 El dinero para la Exposición debía de salir de algún lugar y ese lugar, dadas las condiciones apremiantes, salió de las cajas de gobierno del estado, gracias a que el congreso local, seguramente sin otra alternativa viable, autorizó “al Ejecutivo del Estado para que de los fondos del erario del mismo, y sin rédito alguno, proporcione en calidad de préstamo de pronto reintegro á la sociedad denominada ‘Exposición Costeña de Colima, S. A.’ hasta la cantidad de cinco mil pesos, que se invertirán en las obras ó gastos urgentes que demande dicha Exposición, la que se conceptúa de utilidad pública”.43 Las puertas del erario estatal quedaron abiertas --de par en par-- para el gobernador. A manera de disculpa y para evitar que se criticara el no haber obtenido fondos de otra parte, la legislatura mencionó de pasada, una vez más, el propósito último de la Exposición: “utilidad pública”. Eso debía justificarlo todo. Todo estaba previsto para la Exposición. En unas de sus páginas, el hebdomanario oficial del gobierno del estado de Colima propagó los adelantos de las obras y los acontecimientos más significativos de la feria que no tardaba en llevarse a cabo. Empezó dicho periódico calificando de espíritu progresista a las compañias del ferrocarril Kansas City y Oriente y a la del Pacífico y a la Naviera del Pacífico, por recoger en todas las estaciones y de manera gratuita, productos destinados a la exposición. La fauna silvestre también tendría su escaparate y un tigre vivo sería expuesto ante los ojos de los propios y visitantes. Los peces multicolores, transportados para su seguridad en grandes tinas, a su llegada al pabellón en la parte sur de edificio, serían depositados en grandes estanques para hacer las delicias de chicos y grandes. 42. AGN. Fondo Madero. Caja 35. Carpeta 936, doc. 026886. Carta de Juan Sánchez Azcona a J. Trinidad Alamillo. México, 23 de agosm de 1912. 43. AHMC. Caja k-258. J. Trinidad Alamillo, gobernador constitucional del Estado Libre y Soberano de Colima, a sus habitantes. Colima. 12 de diciembre de 1912.. También habría máquinas de escribir Oliver en servicio. La idea consistiriría en “tener un taquígrafo a la disposición de los visitantes para que los que deseen, les hagan sus cartas”.44 Para los aficionados al billar habría diversiones, así como para los amantes de las antigüedades, quienes seguramente se deleitarían con “los hermosos ejemplares que proporcionará el Ilmo. señor Obispo Dr. D. José Amador Velasco” y con los de don Abraham Castellanos, fundador de las escuelas protectoras de la raza indígena quien poseía “una buena colección de antigüedades”.45 Don Trinidad Alamillo, en calidad de presidente del patronato de la Exposición, decidió pedirle al presidente municipal de Colima que contribuyera a engalanar la ciudad con un arco triunfal en el cruce de las calles Reforma y José Antonio Díaz: Estando ya muy próximo el día en que deba inaugurarse la “Exposición Costeña de Colima” y esperándose por lo mismo afluencia de personas de toda la República y el extranjero, á quienes por cortesía y decoro debe recibírseles de la mejor manera posible, engalanando con iluminaciones, compostura de calles, arcos triunfales, ésta nuestra capital, hemos creído conveniente solicitar del reconocido altruismo de Ud. y demás honorables personas que forman el H. Ayuntamiento que dignamente preside y su característico entusiasmo por todo lo que significa progreso, se digne proceder desde luego, en unión de las expresadas personas, a formar un arco triunfal lo más hermoso posible.4 El arco triunfal se hizo, pero no así la visita de Madero a Colima... 44. “La Oliver”. Periódico oficial E/ Estado de Colima, 8 de enero de 1913, p. 49. 45. “Antigüedades”. Periódico oficial E/ Estado de Colima, 8 de enero de 1913. p. 49. 46. AHMC. Caja E-49. J. Trinidad Alamillo a Trinidad Padilla. Colima, 15 de marzo de 1913. Se comisionó en esa ocasión a los C.C. Bartolo Jiménez y Salvador 0. Alcaraz para que, “a la mayor brevedad posible” se encargaran de la construcción de dicho arco.. Cada quien habla de la feria como le fue en ella Después de todos los gastos que el ayuntamiento había erogado para la Exposición, en mayo de 1913, el secretario de la Exposición, Renato de Cornély, le pidió ahora que corriera con la reparación del techo del edificio. De Cornély dijo lo siguiente al presidente municipal: “Nos dirigimos en este concepto al Sr. Gral. Julián Jaramillo y nos ha contestado que nos dirijamos á Ud. razón por la cual y basados en la bondad que siempre lo ha caracterizado, esperamos confiados, que aceptará nuestro pedimento”.47 El pasarle otra vez la bolita al ayuntamiento, fue la gota que derramó el vaso. El presidente municipal contestó: Por acuerdo económico de esta fecha [8 de mayo] manifiesto a Ud. que tanto por la escasez de recursos del erario municipal como porque el edificio de esa Exposición no se halla destinado a uso público de la dependencia del Municipio; no es posible al 1. Ayuntamiento que me honro de presidir, ordenar las reparaciones del edificio a que alude Ud. en su atenta carta.48 Renato de Cornély, no se dio por vencido. Pronto le contestó al presidente que, efectivamente el edificio de la Exposición no se hallaba destinado a uso municipal, pero sí para una obra de utilidad pública, alegando que incluso el presidente de la República y su gabinete lo habían considerado de esa manera. Cornély repitió además que la Sociedad Anónima encargada de la Exposición ya bastante había gastado en acondicionar el edificio, cuyas mejoras materiales quedarían como beneficio al ayuntamiento. Sin embargo, dado que la actitud de Padilla debió parecerle a un paso de la no-cooperación y tratando de no romper el hilo (ya demasiado delgado) de ayuda entre el ayuntamiento y patronato de la Exposición, Cornély ofreció, nótese, ayudar al ayuntamiento. Todo indica que el secretario de 47. AHMC. Caja E-49. Renato de Cornély a Trinidad Padilla. Colima, 3 de mayo de 1913. 48. AHMC. Caja E-49. Trinidad Padilla a Renato de CornBly. Colima, 8 de mayo de 1913.. la Exposición perdió la noción de quién ayudaba a quién, y propuso dividir los gastos entre ayuntamiento y el consejo de administraci6n.49 Por segunda vez el ayuntamiento contestó no poder ayudar al secretario de la Exposición, alegando que el ayuntamiento no recuperaría la inversión en caso de hacerla porque el edificio seguiría en manos del consejo pero, el problema político más importante, según Padilla, era que no podía el cabildo revocar el acuerdo anterior ya comunicado a Cornély. El secretario de la Exposición con la terquedad que se ve le caracterizaba, por enésima ocasión escribió al ayuntamiento. Ahora ofreció que si éste estaba dispuesto a cooperar con la mitad de los gastos, la empresa de la Exposición se comprometería por su parte a entregar el edificio en junio de 1914, es decir, un año antes de lo estipulado en el contrato firmado por Alamillo en los tiempos en que era gobernador. En esa misma misiva aclaró Cornély que el consejo de administración creía conveniente inaugurar oficialmente la Exposición hasta el 1 de noviembre de 1913 y que deseaba que ésta permaneciera hasta el 1 de junio de 1914. Cornéiy dijo: Solamente así hay el tiempo necesario para organizar una recepción brillante á los Representantes del Gobierno y [que] sea digna por el buen nombre de la República y del Estado en particular. La Exposición Costeña de Colima S. A. puede liquidar sus obligaciones y los exhibidores recuperar parte de los fuertes gastos que han erogado por sus instalaciones.50 Esta fue la única manera, al parecer, en que el ayuntamiento aceptó pagar la mitad de los gastos de las reparaciones al mercado de la Exposición. Para asegurarse de que todo marcharía de acuerdo a lo estipulado, Padilla pidió formalizar el asunto por medio de un contrato donde la empresa se comprometería a 49. AHMC, Caja E-49, exp. 231. Renato de Cornély a Trinidad Padilla. Colima, ll de mayo ll de 1913. 50. AHMC. caja E-43, exp. 231. Renato de Cornély a Trinidad Padilla. Colima, 20 de mayo de 1913.. devolver el edifico en el mes de junio de 1914. fil Cornély contestó de enterado y conminó al ayuntamiento a que, “a la voz de ya”, depositara la suma indicada en la tesorería de la Exposición. 52 El ayuntamiento redactó un contrato en donde se estipulaba que cooperaría con las reparaciones del techo. Las disposiciones contenidas en contrato, sin embargo, no le parecieron adecuadas al consejo de administración: No es posible aceptar dicho contrato en la forma que el ayuntamiento lo propone por no poder disponer de construcciones que no nos pertenecen, tales como las instalaciones de los expositores, los kioscos de música que también es una instalación para exhibir, los dos edificios construidos en ambos costados del edificio, la gruta, sobre las cuales existen gravámenes de saldos pendientes de pago aún.53 Por lo tanto el consejo administrativo rehusó aceptar dicho contrato y mandó otro modificado al ayuntamiento, mismo que a su vez tampoco quiso aceptarlo. De manera tajante contestaron los cabildantes que “no se considerarán como mejoras ni anexidades del edificio de la exposición las cosas propias exclusivamente de los expositores que estos tengan derecho de extraer al retirarse”.s4 Obviamente a De Cornély no le gustó la nota. Alegó que le era imposible aceptar que el material que se encontraba en el edificio pasara a ser propiedad del ayuntamiento, por la simple y sencilla razón de que todos los enseres se adeudaban. Lo que quena decir que lo que no pagó el ayuntamiento tampoco lo pagaría el consejo de administración: Deberían excluirse también todos los adornos por los cuales se deben mas que mil pesos al Sr. Schulte, los Edificios situados á la derecha de la entrada principal sobre los que se deben mas que quinientos pesos á los constructores, y el situado á la izquierda, sobre el que se debe la madera á la Compañía de- la Colima Lumber Co., la gruta artificial, de la cual se debe el espejo á los Pellandini y Hno; en tal virtud, opinamos que la Exposición 51. AHMC. Caja E-49, exp. 231. Trinidad Padilla a Renato de Córnely. Colima, 22 de mayo de 1913. 52. AHMC. Caja E-49, exp. 231. Renato de Cornély a Trinidad Padilla. Colima, 23 de mayo de 1913. 53. AHMC. Caja E-49. Renato de Cornély a Trinidad Padilla. Colima, ll de junio de 1913. 54. AHMC, caja E-49. De Trinidad Padilla al secretario de la Exposición Costeña de Colima. Colima, 12 de junio de 1913.. Costeña de Colima, que es S. A. no puede regalar edificios y adornos que aún no son pagados y que su primer deber es, de pagarlas, antes que disponer de ellas en favor de una tercera persona.55 Conminaba el secretario de la Exposición al presidente municipal, a aceptar así el trato, tomando en cuenta las mejoras que se le habían hecho al edificio, mejoras que se traducirían en utilidades para el ayuntamiento. La disputa por el palacio de hierro El contrato para firmar el acuerdo de cooperación entre ayuntamiento y consejo de administración finalmente se redacó en los términos que propuso el ayuntamiento, pues al consejo no le quedó de otra sino aceptar las condiciones de los cabildantes: o las tomaba o las dejaba. Además el ayuntamiento redujo de cuatro a dos mozos el número que tenía destinado para el cuidado de los jardines de la Exposición. De Cornély contestó asegurando que ese número era insuficiente.56 Fue en el mes de julio de 1913 que el ayuntamiento se comunicó con Roberto F. Barney pidiéndole que el edificio de la Exposición fuera desocupado en el menor tiempo posible para que el ayuntamiento pudiera hacerse cargo de él: Habiéndose tenido conocimiento de que la Exposición Costeña, dignamente representada por la sociedad anónima del mismo nombre y del consejo de administración que Ud. dignamente preside, está clausurada de hecho y que los expositores están acabando de levantar las mercancías y diversas muestras y objetos que llevan al certamen; este ayuntamiento, conocedor del deber que tiene de cuidar el edificio que se destinó para tal objeto, por pertenecer a la ciudad, aprobó algunas providencias urgentes adoptadas por el presidente, a fin de intervenir y cooperar al cuidado y conservación del mismo edificio.57 55. AHMC. Caja E-49. Renato de Cornály a Trinidad Padilla. Colima, junio 12 de 1913. 56. AHMC. Caja E-49. Renato de Cornély a Trinidad Padilla. Colima, 26 de junio de 1913. 57. AHMC. caja E-49. Trinidad Padilla a Roberto F. Barney. Colima, 10 de julio de 1913.. En una palabra, el ayuntamiento exigía la devolución inmediata del edificio. Y pidió que, de la manera más rápida posible, los expositores sacaran algunas cosas que todavía quedaban rezagadas. El fracaso de la exposición fue mayúsculo. Así se lo recordó Padilla a Roberto F. Barney: En atención al lamentable mal éxito del certamen abierto por esa Compañía en cuya virtud y por haberse retirado todos los expositores ha quedado abandonado el edificio que ocupó el cual pertenece al H. Ayuntamiento; este honorable Cuerpo municipal tuvo a bien acordar en sesión de hoy se comubique a Ud. con su carácter de presidente de esa asociación, que para conservar el edificio en buen estado ha encomendado su cuidado al Inspector Municipal y a los mozos destinados al propio objeto.58 Roberto F. Barney contestó al presidente que no era a él a quien debía pedirse la devolución del edificio sino al presidente del consejo de administración, el propio señor Alamillo, y dijo: “Por lo tanto suplico á Ud. dirigirse sobre el asunto de que me trata al Sr.. Alamillo, y que accidentalmente reside en México en el Hotel ‘San Carlos’“.5g No fue sino hasta el mes de septiembre cuando Alamillo contestó al ayuntamiento que podía recoger el edificio del mercado. Sin embargo, el ayuntamiento no pudo recogerlo porque en el mes de octubre, Carlos Schulte lo embargó con todo y los objetos que tenía dentro. 6o Por ello el ayuntamiento pidió la intervención del gobierno del estado para que se levantara el “secuestro” a los objetos de la Exposición. Al parecer el ayuntamiento de Cómala compró para su jardín uno de los dos kioscos que se exhibieron en el edificio de la Exposición. Renato de Cornély protagonizó por última vez las sesiones de cabildo. Esta vez pidió se le reintegraran cuarenta pesos que pagó de su bolsillo en las reparaciones del -techo del mercado. El ayuntamiento envió entonces a un 58. AHMC. Caja F-63. Comunicaciones a varios, 1912-1913. Trinidad Padilla a Roberto F. Barney. Colima, 10 de julio de 1913. 59 AHMC. Caja E-49, foja suelta. Roberto F. Barney a Trinidad Padilla. Colima, 14 de julio de 1913. 60. AHMC. Actas de Cabildo. Año 1913. Colima, sesión ordinaria del 1 de octubre de 1913.. inspector para que supervisara las obras y que decidiera si se le pagaba o no a Cornély. El inspector reportó que dichos trabajos eran insignificantes, “no habiendo lugar a lo que se pide”.61 Al finalizar el año de 1913, por fin, Cornély recibió de la tesorería del ayuntamiento los $40.00 anhelados y supuestamben había puesto de su bolsillo para la reparación del techo del edificio de la Exposición. 62 Hasta aquí la información encontrada sobre de la feria. La presidencia municipal pronto cambió de manos: salió Trinidad Padilla y el asunto dejó de aparecer en las actas de cabildo y en la documentación existente sobre el ayuntamiento. Al parecer el edificio no fue nunca devuelto al ayuntamiento. Y tal vez desde esa fecha el gobierno del estado lo considere parte de su propiedad. El gran sueño de la infancia de Alamillo, fue trocado en pesadilla. La exposición fracasó. No demostró, como Alamillo lo tenía pensado, el espíritu progresista de gobernante y gobernados colimenses. En el eco del olvido y para siempre, quedarían las voces que una vez pronunciara al referirse a la Exposición Costeña: Con esta exposición ambiciono, señores diputados, además de los beneficios que resultan á los intereses generales, demostrar á todos, que somos capaces de llevar á cabo aquellas empresas que se ejecutan en las naciones más adelantadas, con el concurso de progresistas é inquebrantables voluntades.63 Alamillo olvidó que las guerras civiles no perdonan y que los sueños de unos se tornan a veces pesadillas, mientras que las pesadillas de otros terminan en sueños inesperados. Que Colima y sus expositores no estaban listos para el progreso es posible argumentarlo; que la revolución impidió que las cosas se desarrollaran de la mejor manera, nadie pudo ya negarlo. 61. AHMC. Actas d e Cabildo. Año 1913. Sesión ordinaria del 29 de octubre de 1913. 62. AHMC. Actas d e Cabildo. Año 1913. Sesión del 29 de diciembre de 1913. 63. “Informe leído el 16 de septiembre de 1912”. Periódico oficial EJ’ Estado de Colima, 12 de octubre de 1912, p. 369. Capítulo 8 Cuando llegó la hora de partir No hay enemigos pequeños.. . Hay quien dice que no hay enemigos pequeños y, en la historia de Colima, esto se confirmó. En 1911, después de que Alamillo asumió la gubernatura, Jorres Quintero, en su escrito Apuntes sobre la última campaña electoral, la revolución falseada: El actual gobierno de Colima es anticonstitucional, advirtió: “La lucha no ha terminado. Solo ha entrado en una nueva fase. En los tiempos actuales no concluyen nunca las luchas políticas. Los intereses sociales reclaman continua vigilancia para el Gobernante electo, para el que ha triunfado en buena lid, y con mayor razón para el que ha escalado el poder burlando las leyes y escarneciendo la Constitución”. Nos encontramos ahora en pleno mes de abril de 1913. Alamillo recién regresaba de la capital del país, tras establecer alianzas y compromisos con el presidente Huerta. Alamillo se sentía más seguro que nunca de sus logros 1. Gregario Torres Quintero, Apuntes sobre la última campaña electoral, k revohcidn falseada: El actual gobierno de Coha es anticonstitucional, pp. 3-4.. políticos. Atrás estaban los malos ratos pasados y la incertidumbre. En todo podía haber pensado menos en sus antiguos enemigos quinteristas. Éstos últimos, defraudados al sentir que una vez más el camaleónico Alamillo se había puesto en bien con el renovado presidente, decidieron dar rienda suelta a sus pasiones políticas tanto tiempo reprimidas. Por ello y para bien o para mal, la consigna de Torres Quintero se cumplió. Repentinamente Alamillo se encontró a su regreso regreso triunfal de la ciudad de México con la sorpresa de un inminente levantamiento quinterista --sin Torres Quintero a la cabeza--. Sabedor de que en la tardanza se encontraba el peligro, Alamillo pidió a las autoridades del centro, con carácter de urgente, un batallón de 200 hombres para sofocar el levantamiento. En su comunicado, Alamillo afirmó que la tierra de las palmeras estaba en inminente peligro frente a “una banda de trastornadores del orden”. La ayuda que Alamillo esperaba no llegó. Así, el miércoles 2 de abril los seguidores de Torres Quintero encabezados por el doctor Miguel Galindo, se levantaron en armas en Juluapan: El regreso de Alamillo produjo en sus adversarios una gran desilusión. Sintieron cólera. Comprendieron que no era con ruegos ni con negociaciones como debían desprenderse de su enemigo. Entre los antialamillistas se distinguió siempre el Dr. D. Miguel Galindo. Hombre de acción y fogoso, concibió el proyecto de promover sin pérdida de momento una revolución local para derrocar a Alamillo. [...] Galindo creía [...], que bastaría golpear con la planta el suelo, para que brotaran revolucionarios.2 Con aparente facilidad y tal como lo esperaba Galindo, estalla el movimiento armado que pretendía arrebatarle por la fuerza el poder al gobernador Alamillo. Los alzados eran once revolucionarios. Lo siguiente lo recordaría años más tarde el historiador oficialista don Ignacio G. Vizcarra, ex-secretario de Alamillo cuando.193 éste era prefecto político, y redactor, durante esos años, del periódico El regenerador político: Considerando tambaleante al gobierno del señor Alamillo con motivo de la entrada al gobierno de la República del usurpador general Victoriano Huerta, un grupo de enemigos personales del señor Alamillo y partidario de la reacción, entre los cuales se encontraba el doctor Miguel Galindo y otras personas más de la localidad, fraguaron una conspiración dirigidos y auspiciados económicamente por el acaudalado comerciante Blas Ruiz, con el fin de derrocar de su puesto al gobernador Alamillo. Reunidos los conjurados fuera de la ciudad el día tres de abril del citado año, nombraron como su jefe al joven profesor de la escuela de Cómala J. Cruz Campos, acordando en seguida dirigirse hacia un punto determinado de los límites del Estado, donde debería llegar un contingente de hombres y armas que según estaba convenido, les sería enviado de México por los partidarios del general Félix Díaz en apoyo de su movimiento.3 Ignacio G. Vizcarra, “partidario de Alamillo”, vio en el levantamiento de Galindo una conexión con la capital de la república y, en particular, con el movimiento contrarrevolucionario felicita. F6lix Díaz, sobrino del ex-presidente Porfirio Díaz, se levantó en armas en contra de Madero a principios de octubre de 1912. El movimiento reunía entre sus filas a viejos porfiristas, cierto, pero el interés principal de su líder era protestar en contra de la manera en que Madero se había pasado por alto los rangos militares colocando en lugares clave a “revolucionarios” que nunca habían atendido siquiera la escuela militar. Las tropas estacionadas en Veracruz apoyaron a Díaz pero finalmente éste fue derrotado y, tras una corte marcial, sentenciado a muerte. Madero sin embargo, conocido en otros casos por su “generosidad”, le perdonó la vida.5 Félix Díaz, sin embargo, no se ofuscó. Al poco tiempo había establecido contactos militares con otros 3. Ignacio G. Vizcarra, Apuntes y datos cronológicos para la historia de Colima (México, Impresores Mexicanos, 1949). P 135. 4. Base Servando Ortoll, “Cómala en algunas bibliotecas del noreste norteamericano”, En Servando Ortoll, coord., Comaia, memorias de un encuentro (Colima, Sericolor, 1994), pp. 79-88, en esp., 85. 5. Al respecto consúltese Michael C. Meyer y Willaim L. Sherman. The Course of Mexicen History (Nueva York, Oxf«rd University Press, 19791, pp. 5 17-5 18.. enemigos de Madero --en particular con Bernardo Reyes-- y pronto participó en otra insurrección a la que el general Victoriano Huerta, siguiendo órdenes de Madero se opuso primero y luego, tras la muerte de Reyes, se unió. En una reunión histórica conocida más tarde como “El pacto de la embajada” y acontecida la noche del martes 18 de febrero de 1913 en la embajada norteamericana en la ciudad de México, los generales F6lix Díaz y Victoriano Huerta se reunieron para conferenciar sobre la situación de M6xico. Huerta argumentó que se había levantado en armas por considerar insostenible el gobierno de Madero y para evitar el derramamiento de más sangre. Díaz, por su parte, aseguró que su participación en la revuelta tenía que ver con “un deseo de su parte de proteger el bienestar nacional”.6 El levantamiento militar, que habría de terminar con el asesinato absurdo de Madero y de su vicepresidente, José María Pino Suárez, como bien lo han mencionado dos historiadores, fue el preludio de otros años más de desolación y muerte en varios estados de la república. Como fuere y de manera inexplicable quizás, dados los pactos entre Félix Díaz y Victoriano Huerta, los alamillistas tildaron a los quinteristas de felixistas.7 En un documento anónimo titulado Los sucesos de Colima y una carta a los artesanos, fechado en Colima en 1913, se denuncia a los enemigos de Alamillo (en particular al doctor Galindo) de anherirse a la causa felicita en el estado, El miércoles 2 de abril de 1913, según el pasquín, el doctor Galindo “desapareció de Colima, Ilendo a Colima a reunirse con el Prof. Cruz Campos, Jefe de Ia Delegación felicita que en aquel pueblo se había instalado, y [...] en ese mismo día se levantó en armas con un pequeño núcleo de hombres armados al grito de ¡Viva 6. La información que cito y sintentizo proviene de Ibíd.., pp. 519-520. 7. Torres Quintero, por su parte, afirmó siempre que el levantamiento no habla sido felicita. Y se hace unas preguntas que merecen, para ser contestadas, una seria consideración: “si era felicita el levantamiento , ¿por qué le pedía ¿Alamillo dos -cientos hombres al Ministro de la Guerra, que era felicita? iSoldados Felixistas para pelear contra soldados Felixlstasp”. Base Gregorio Torres Quintero, Las veleidades de Alamillo (México. Tipografía Guerrero Hermanos, 19161, p. 13.. Félix Díaz! y ¡Muera el Gobierno de Colima!“* Y continúa así el acusatorio documento: El Prof. Campos, el Dr. Galindo, y un joven de apellido Solórzano Morfín, dícese encabezaban el movimiento, iniciado en Cómala. Tatábase de una chusma de gente mal armada, sin organización ni pericia militar y sin otro fin manifiesto que el de turbar la paz. [...] el levantamiento armado solo apareció en Cómala, y tan raquítico, que no se atrevió a entrar a ninguna población de importancia, ni siquiera a Coquimatlán [...l.g Importante aquí es rescatar las palabras de Torres Quintero, para comparar y contrastar las palabras de los alamillistas. Nótese el tono sereno y nostálgico de Torres Quintero: El Dr. Miguel Galindo, acompañado de dos o tres amigos se dirigió al pueblo de Cómala distante doce kilómetros de la capital. Allí se puso en comunicación con algunas personas que, en otras ocasiones, se habían manifestado anuentes en secundar un movimiento armado contra Alamillo. Por todos eran once revolucionarios. Fue proclamado jefe del movimiento el Sr. J. Cruz Campos, persona que había sido maestro y prefecto de la localidad. No tenían dinero ni armas. Sólo disponían de unas cuantas pistolas, que nc llegaban a una por cabeza. Resolvieron dar el golpe por la noche. [...] se dirigieron a la Prefectura y sorprendieron al gendarme de guardia poniéndole una pistola en el pecho. Entraron los revolucionarios y extrajeron quince carabinas y algún parque. Salieron enseguida de la población montados hasta de a dos en los pocos caballos que tomaron o consiguieron.10 Visto desde la desde la fría perspectiva que con frecuencia nos da la distancie histórica, podemos entender que ese asalto aislado a la prefectura de Cómala en e 8. Los sucesos de Colima‘y una carta a los artesanos (México, Imprenta de A. Carranza e Hijos, 19131, pp. 5-6. De nucvt cuenta. hay que rescatar las palabras de Torres Quintero y creerle cuando dice que “el movimiento de Cómala fue ilnlca \ exclusivamente ANTIALAMILLISTA”, sin lazos con los felixistas. Base Gregorio Torres Quintero, Las veleidades dc Alamillo, p. 13. 9 . Ibíd. 10. Ibíd.., pp. 11.12.. que tomaron al gendarme por sorpresa fue el principio que los acontecimientos sangrientos posteriores se desencadenaran. Era mucho e imperdonable el atrevimiento de los antialamillistas, a ojos de don Trinidad. Lo cierto es que los alzados en armas --sin armas--, en dos días lograron reunir entre 50 y 60 hombres. Refugiados en el pueblo de Juluapan, los insurrectos esperaron con impaciencia el contraataque del gobernador. Éste no se hizo esperar. El sábado 5 de abril, Alamillo mando 50 gendarmes bien armados que con la mano en el gatillo disolvieron el pronunciamiento. El Correo de Jalisco en “El epílogo de un gobierno nefasto” detalló los pormenores de la revancha de Alamillo contra los sublevados quinteristas de Juluapan: El sábado 5 de abril de 1913, los revolucionarios anti-alamillistas al mando del señor Doctor Galindo, que los encabeza, se encontraban en el fondo de un barranco del cerro de Juluapan en las primeras horas [...]. Los asesinos Pedro V. Virgen y Tiburcio Valencia, serviles instrumentos de Alamillo, vestidos de paisanos, que formaban la avanzada de los policías de esta ciudad, sorPrendieron al espía de los revolucionarios y lo engañaron haciéndole creer que ellos iban a unírseles [...J de esta manera lograron caer sobre ellos, haciendo llegar su gente por donde no era esperada.11 La historia oficial de los hechos, contada por Ignacio G. Vizcarra proporciona, evidente, otra perspectiva del sangriento episodio. No debemos pasar por alto su contenido. Sabedor el Gobernador Alamillo de los movimientos de los revoltosos, [sic] el día cuatro de abril ordeno al Prefecto Político, coronel Romualdo Sánchez, saliera con parte de sus subalternos, perfectamente armados, en activa y tenaz persecución de los sublevados, dándoles instrucciones terminantes para proceder en su contra con mano de hierro, sin contemplaciones, en caso de hacerlos prisioneros en el campo del combate. [...] Terminados prontamente los preparativos en la mañana del día cinco la policía y auxiliares se pusieron en marcha con dirección a Cómala, pero en el camino supieron que los sublevados hablan tomado el rumbo del cerro de Juluapan y allá fueron en su alcance, encontrándolos efectivamente en las primeras estribaciones de dicho cerro, en cuyas alturas estaban emboscados perfectamente. Al presentarse la 197 l . “Los sucesos de Colima. El epilogo de un gobierno nefasto”, HH Correo de JJ aa ll ii ss cc oo (Guadalajara), 9 de abril de 1913, p. 1. policía fue recibida con numerosas descargas que contestó ésta; pero desde luego comprendió la inmensa desventaja en que se encontraba con relación a la posición del enemigo. Este disparaba sus armas amparado por los corpulentos árboles o escondido en las peñas del lugar en que se encontraban, en tanto que la policía tenía que presentarse a pecho descubierto, sin defensa alguna, sirviendo de blanco a los invisibles tiradores enemigos.12 Una historia, en suma, de ladrones y policías. Si Vizcarra hubiera sobrevivido a nuestros días, seguramente que seria guionista para alguna telenovela mexicana (quizá, por qué no, “histórica”) de actualidad. Dudo mucho, sin embargo, que hubiera llegado a Hollywood. Ésta es la siguiente parte del relato policíaco, y pobres de los policías alamillistas: “Aquello no era lucha”, record Vizcarra imaginándose frente al campo de batalla de una de las guerras del Peloponeso: era un desastre fatal, que se demostró luego con hechos: al caer en breve tiempo dos gendarmes sin vida; en vista de esto, la policía tuvo que retirarse a prudente distancia para evitar más pérdida de gente, disponiendo en seguida el jefe que lo voluntarios auxiliares, sin dar lugar a que lo apercibiera el enemigo, marcharan violentamente hacia el lado opuesto donde se encontraba la emboscada del enemigo para flanquearlo y atacarlo por la retaguardia, mientras el grueso de la policía continuaría al frente simulando ataque [...l Pasado el medio día, y cuando ya se desesperaba de tener alguna noticia de la comisión de los voluntarios, se pudieron oír lejanos tiros y que sublevados abandonaban violentamente su sitio. Era que los voluntarios, cumpliendo su compromiso, hicieron fuego a los sublevados por la retaguardía, cosa que ellos nunca aguardaban, y después de una ligera resistencia, se desbandaron echándose a corres como locos por los desfiladeros, abandonando sus armas, caballos y parque.13 Según el recuento oficial de los hechos, elaborado por el portavoz Ignacio G. Vizcarra, al ascender las alturas, la policía encontró dos cadáveres, “uno de los cuales era el jefe de los sublevados, J. Cruz Campos, que murió al pie de un árbol donde estuvo combatiendo valientemente [sic] hasta disparar el último cartucho de sus armas”. ‘4 En el campo de batalla, concuerdan otras versiones, quedó el 12. Ignacio G. Vizcarra, Apuntes y datos cronológicos para la historia de Colima, pp. 136-l 37. 13. Ibíd. .. p. 137. .” IL.2.198 profesor Cruz Campos, cabecilla del movimiento insurgente. Carlos Solórzano Morfín, un joven periodista, fue apresado junto con cuatro compañeros. Al llegar con los prisioneros a Villa de Álvarez, se informó al gobernador “del resultado del tiroteo; comunicando éste sus instrucciones para que sin formación de causa fueran inmediatamente fusilados tres de dichos prisioneros”.15 Como en todos los tiempos, pagaron justos por pecadores. Entre otros, estaba alguien muy querido para Torres Quintero: El periodista Solórzano Morfín, joven incapaz de derramar la sangre de una tórtola. Así era de bueno y compasivo. Los que lo conocimos, no nos explicamos lo que andaba haciendo entonces. El dijo al pelotón que lo iba a ejecutar: “Yo soy periodista, no soy revolucionario”. El Dr. Miguel Galindo refiere que aquel joven no tenía espíritu militar [...] Solórzano Morfín enarboló su pañuelo en señal de paz. Ese pañuelo fu6 su única arma.‘” El espectáculo que dieron los muertos cuando la policía los trajo a lomo de caballo creó una extraordinaria impresión entre los vecinos de Colima. Colima, sembrada de palmeras y primaveras, se espantó. Hay muertos que no se olvidan. Pero al gobernador eso no le importaba. Era una forma para Alamillo de demostrar que su gobernador era uno de mano dura, fue por eso que ordenó traer los cuerpos de los caídos, para pasearlos a lomo de mula por las calles de Colima, para ejemplo de futuros inconformes. : Al caer la tarde, el jefe de la Policía regresó con sus tropas a la capital conduciendo en los mismo caballos de los revoltosos los cadéveres de éstos, juntos con los de los gendarmes muertos en la campaña. Los seis cadáveres descubiertos y sangrientos, atravesados en las monturas y ligados con fuertes reatasa, cual si se tratara de animales, dieron un espectáculo horroroso al pasar por las calles de la ciudad, cuyos vecinos lanzaban exclamaciones de dolor por semejante iniquidad.17 15. “Los sucesos de Colima. El epilogo de un gobierno nefasto”, El Correo de Jalisco (Guadalajara), 9 de abril de 1913. p. 1 16. Gregorio Torres Quintero, Las veleidades de Alamillo. p. 15. 17. Ignacio G. Vizcarra, Apuntes y datos cronológicos para la historia de Colima, p. 137.. El Correo de Jalisco coincidió en su reporte de los hechos: “Poco después de la una de la tarde”, escribió, “hicieron la entrada los policías con los cadáveres atados al lomo de sus caballos, cuando bien pudieron hacerlo por otros medios, como reclama un cadáver ser tratado con respeto, dado que existe en Villa de Álvarez una línea de tranvía, pudiendo servirse también de coches o en último caso de carro de transporte”.‘* El Correo de Jalisco apunta además: “el Gobernador había dispuesto que se hiciera con la comitiva un paseo macabro por la Plaza Principal y algunas calles; orden que fue revocada a indicaciones de alguna persona influyente, que le hizo notar la inconveniencia de acto tan inhumano”. 1 g Quizá por el dolor que le causaron los hechos, por la inexactitud de los datos que recabó o por su uso implacable de la retórica, Torres Quintero reportó así los hechos, aumentando el número de muertos y afirmando que estos fueron paseados, de manera macábrica por las calles principales de Colima: “Alamillo hizo conducir a la ciudad de Colima a diez u once muertos [sic], atravesados en bestias, boca abajo, balanceándoseles la cabeza, brazos y piernas, a plena luz del sol. Entre los cadáveres iban los de Campos y Solórzano Morfín. La macabra comitiva pasó por las principales calles de la ciudad y por un costado de la plaza central”.20 Jactarse de esa manera de haber derrotado a sus enemigos (los haya o no paseado por las calles principales de la capital), fue un grave político para Alamillo, Mejor no IO hubiera hecho, Colima es calurosa más no violenta, Colima es builiciosa pero pacífica. Colima sembrada de palmeras y primaveras, se petrificó, Hay muertos, repito, que no se olvidan. Y las derrotas, por dignas que hayan sido, son las más difíciles de enterrar. Alamillo pretendió no concederle al hecho la impor- 18. El Correo d e Jalisco (Guadalajara), 9 d e abril d e 1913, p. 1 . 1 9 . Ibíd.. 20. Gregorio Torres Quintero. Las veleidades de Alamillo, pp. 15-l 6.. tancia que tenía y dijo un día después del combate que el de sus enemigos no c sino un “pequeño grupo de individuos encabezados por dos o tres colimenses dt carriados, que se levantaron en armas en el pueblo de Cómala”, con el úni ánimo de perjudicar su imagen pública y destruir su carrera política.21 Aseguró Alamillo que los dos o tres descontentos que habían publicado en I principales periódicos del país cargos en su contra, “no podrán justificarse”, E fue su opinión mas no la del periódico El Correo de Jalisco, que describió así que sucedía en la ciudad de las palmeras: “la situación [en Colima] no pue sostenerse porque el pueblo está de acuerdo en que el señor Alamillo deje poder”. Y aunque --según la información que El Correo de Jalisco poseía—l amigos de Alamillo le habían recomendado que abandonara el gobierno, éste Nat.ralmente se había negado. Por ello el periódico llegó a una conclusión que demasiado obvia: que Alamillo estaba “casado con la legalidad... que él arregló cacerola”. 22 Por lo pronto lo más importante para Alamillo, en esos fatídicos dí: aparte de desear que la Exposición Costeña se materializara, era demostrar q todo volvía a la cama. Por ello informó, a través de La Gaceta de Guadalajara, q un grupo de vacacioncitas había salido a gozar de los baños de mar de Cuyutlan Esto, como prueba fehaciente de que todo volvía la calma: “una vez que se ten conocimiento de que la revuelta va decreciendo, aumentará el entusiasmo pa visitar la Exposición Costeña y los primorosos baños de mar de Cuyutlán”.‘J” 1 segundo término, el corresponsal de La Gaceta de Guadalajara explicó que seguridad pública en Colima se restablecía, porque las fuerzas del Estado habían metido en cintura a los “revoltosos” que se habían insubordinado contra gobierno. 21. AGGEC. Año 1913. Leg. 823. “Al pueblo colimense”, 6 de abril de 1913. 22. “Lo de Colima” El Correo de Jalisco (Guadalajara), 4 de abril de 1913, p. 1. 23. “La Revolución en Colima sufrió un Rudo golpe. Se restablece la tranquilidad pública. Llegará la primera excurslhn a baños de Cuyutlan”, fa Gaceta de Guadalajara (Guadalajara). 6 de abril de 1913, p. 1.. El parte oficial que comunicó el mismo periódico, de manera amarillista, a sus lectores de Guadalajara ávidos de información, fue que quedaron “muertos los cabecillas Cruz Campos y Carlos Solórzano Morfín, asegurándose que fu6 herido el Dr. Galindo y causándoles quince o veinte bajas, entre muertos y heridos. Abandonaron armas y caballos, dispersándose el resto en precipitada fuga”.24 Reiteró el diario que el pueblo estaba feliz y contento con las “enérgicas y acertadas órdenes” de don Trinidad --un día después, la realidad se encargaría de poner en su sitio a los corresponsales del periódico y a J. Trinidad Alamillo--, sólo para mostrarnos, muchos años más tarde, que el sol no se tapa con un dedo. La nota de La Gaceta de Guadalajara finalizó así: Ha renacido la paz interrumpida ~610 por tres o cuatro días, aclarándose que todo esto fu6 una comedia para engañar al Centro; pues aquí no han circulado las tales proclamas de que habla la prensa, y es falso todo lo que en ellas se dice. La opinión pública está indignada contra Ruiz, Torres Quintero y socios, responsables e inventores de la burda farsa [sic] que tuvo fin trágico.25 Por su parte, Alamillo declaró que los inconformes, en vez de pedirle cuentas ante el Congreso del Estado o de la Unión, se habían burlado de los principios democráticos estrenados por la revolución levantándose en armas. Subestimó Alamillo a sus enemigos al hablar de “la desmedida ambición política de un pequeño grupo vencido en la contienda electoral pasada”.26 Alamillo no estaba dispuesto a dejarse arrebatar el poder. Por eso, con energía como lo hacía con todos sus actos, había mandado callar a los levantados en armas con el cuerpo de seguridad pública, según sus propias palabras: Como particular y colimense, deploro con sinceridad el hecho sangriento registrado ayer en el pueblo de Juluapan, [sic] donde perdieron la vida 24. Ibíd.. 25. Ibíd.. 26. AGGEC. Leg. 823. Año 1913. J . Trinidad Alamillo, “Al pueblo colimense”, Colima, 6 d e abril d e 1913.. algunos de los rebeldes y tres gendarmes del Cuerpo de Seguridad Pública; pero como Jefe del Estado hube de cumplir con mi deber de mantener el orden y la tranquilidad perturbados gravemente por los infractores de la ley aun a costa de la sangre derramada, de la que son responsables los autores intelectuales de tan antipatriótico levantamiento, que el Gobierno se vi6 obligado á sofocar con medidas en6rgicas.27 Y se cuidó muy bien el gobernador de “manifestar de una vez por todas” que a todo a aquel que planeara siquiera traslucir inconformidad para con el gobierno, podía hacerlo pero por las vías legales y les aseguraba que así tendrían la más amplia libertad: “protesto a fuerza de Gobernante honrado, que gozarán de todas las garantías para llevar a la práctica su campaña de censura”.2* Pero cuidado con ir más allá de lo permitido, porque ahí era otro medio el que don Trinidad podía emplear: “estoy decidido a reprimir con energía todo acto que tienda a perturbar la paz y el orden en el Estado”.29 Las palabras de Alamillo tenían toda la fuerza de la amenaza de un dictador dirigiéndose a sus subalternos. No permitiría el gobernador ningún tipo de protesta militar, proviniera de quien proviniera. En pleno lunes 7 de abril El Correo de Jalisco, que tenía desde Guadalajara pleito casado con La Gaceta de Guadalajara y con Alamillo, puso en tela de duda las declaraciones del gobernador publicadas en la perla de occidente de que en Colima reinaba la calma y el contento. Todo era mentira, según los editores de El Correo de Jalisco, quienes aseveraron: “el descontento es general y 1.. -1 es imposible que el don Trinidad pueda seguir sosteniéndose contra la voluntad popular “.30 Adelantándose por sólo unas horas a los hechos que se desencadenarían ese mismo día frente a palacio de gobierno, el periódico afirmó: “dados los antecedentes del asunto colimense y los nada favorables para Alamillo, el Gobierno 27. I b i d . 28. I b i d . 29. I b i d . 30. “Los sucesos de Colima”, El Correo de Jalisco (Guadalajara), 7 de abril de 1913, p. 1.. del Centro, por bien de la Paz, debe intervenir en la contienda mandando un militar que asuma el poder para que descanse el pueblo”.31 Pero las amenazas de Alamillo eran de dientes para afuera. Su gran preocupación eran las funestas consecuencias que el suceso del cinco de abril podían tener en sus relaciones con el gobierno del centro. De los colimenses se sentía bien seguro o así lo quiso creer. Enredado en sus propios embustes y olvidándose de la manera en que le había llegado al asiento de palacio, Alamillo recordaba convencido cómo los colimenses lo habían “honrado con su libre voto en los comicios”. A esos mismos colimenses les informaba ahora que todo ese desbarajuste de los primeros días de abril era producto “de la calumnia y del vituperio” de sus “detractores políticos”. Para calmar los ánimos, queriendo seguramente pensar que el incidente no pasaría a mayores, dijo: Mas confío en que el vedado propósito de mis enemigos no encontrará eco entre mis conciudadanos, en el pueblo colimense, que es testigo de mis actos como mandatario, encaminados todos al bien del Estado, y mientras él me apoye con su soberana voluntad, nada tendré que temer de las intrigas y calumnias de mis gratuitos enemigos. La calma y la tranquilidad se han restablecido por completo y los rebeldes han sido batidos y dispersados, muriendo los principales cabecillas.32 Alamillo había olvidado un día después del levantamiento de los quinteristas, el nombre de cada uno de los insurgentes. Pero eso no importaba. Lo importante era convencer a la ciudadanía de que tenía todo bajo control absoluto en hojas volantes distribuidas al pueblo colimense, dijo: He creído de mi deber hacer la presente manifestación pública a la sociedad y al pueblo colimense que me honró con su libre voto en los comicios del año de 191 1 para desempeñar la primera Magistratura del Estado, al fin de darle cuenta de mis actos como Gobernante y para que esté alerta contra las 31. Ibíd. 32. Ibíd.. falaces sugestiones de mis detractores políticos, que no encontrando justos motivos para censurarme, echan mano de la calumnia y del vituperio, con la mira de desprestigiarme y provocar la discordia.33 Los “detractores políticos” que Alamillo veía hasta en la sopa, eran principalmente Miguel Galindo, Higinio Álvarez, Blas Ruiz y Francisco Santa Cruz Ramírez. Los dos últimos, como se recordará, habían tenido serios problemas con el gobernador Alamillo: a Ruiz el gobernador le confiscó parque y municiones aparte de cobrarle cobró impuestos injustificados por propiedades, mientras que a Francisco Santa Cruz Ramírez lo obligó a ceder terrenos de su hacienda para fundar el pueblo de Cuyutlán. Estos procederes injustificados en contra de los dos mencionados individuos, se sumaron al malestar que estos dos quinteristas sentían por la permanencia ilegal de Alamillo en la gubrnatura, nacida ésta de unas elecciones fraudulentas. Por ello los quinteristas no olvidaron que en política se valía cualquier cosa. La naciente revolución les había hecho una mala jugada al impedir que su candidato llegara al poder. Esa misma revolución que se encontraba disparada --y disparando-- aquí y allá, los quinteristas lo quisieron creer, le regresaría un gobierno legal a los colimenses. Pero con apenas sesenta hombres, tal vez cuarenta y seis caballos y 16 armas no se pudo hacer gran cosa .34 Lo suyo había sido mucho ruido y pocas nueces. Pero las cosas no podían acabar allí. Alamillo no podía seguir jugando con los colimenses y salirse con la suya. De no haberles dolido a los colimenses la escena de los cuerpos paseados por calles, de no haberse puesto las mujeres los pantalones, a don Trinidad la sublevación le hubiera hecho lo que el viento a Juárez: nada, absolutamente nada. Camaleónico como era, de no haber ocurrido 33. Ibíd.. 34. AHMC. Caja E-50. Año 1913. “Lista de los gendarmes de este Cuerpo que tuvieron participio en el combate habido con los rebeldes el día cinco del actual en el pueblo de Juluapan”. Colima, 19 de abril de 1913. Al calce de este documento se encuentra la lista de las personas a quienes Alamillo otorgó caballos, mulas y armas decomisadas a los rebeldes.. los sangrientos hechos del 7 de abril, seguramente que Alamillo se hubiera mantenido bien sentado en el asiento del poder: cambiando de actitud y de opinión de acuerdo al rumbo en el que soplara el viento. Alamillo fue un político con mucha imaginación y mucho más colmillo. Aunque el número siete haya sido fatídico para él y sus designios, para no decir nada de los que cayeron frente a su palacio. El siete de la mala suerte Así fue cómo, el lunes 7 de abril, según versión de Torres Quintero llegó a Colima de paso para Mazatlán el general Miguel Morales. Las mujeres colimenses, presas de la desesperación y del espanto, llegaron hasta el entonces hotel Carabanchel, a pedirle al general Morales librara a Colima del gobernador Alamillo. Así lo refiere Torres Quintero: Una comisión de las damas más caracterizadas de la capital, por pertenecer a las principales familias (Alamillo las llamaba beatas), se encaminó al Hotel Carabanchel, en donde se alojaba el general mencionado, llevando un estandarte en que decían: “¡Abajo Alamillo!“. Las damas eran cerca de cien. Y una de ellas dirigió la palabra a Morales, pidiéndole ejerciera su influencia a fin de que el nuevo gobierno les quitara a Alamillo. Ellas no sabían de leyes ni de constituciones. 910 sabían una cosa: que Alamillo era pernicioso y deseaban su eliminación.35 La versión Alamillo proporcionó de este acontecimiento político, fue notoriamente contraria a la de Torres Quintero: En vista del terrible fracaso [de los quinteristas], el día 7 del mismo mes ya había llegado a Colima Blas Ruiz acompañado de una comisión de militares encabezada por el “pulcro” General Miguel Morales; la cual, [...l venía apoyada por [Manuel] Mondragón y Félix Díaz; pero no con conocimiento ni autorización de Huerta. Ante esa comisión llevaron entre ciertos frailes y 35. Gregorio Torres Quintero, Las veleidades de Alamillo, p. 16.. algunos jesuitas mal intencionados que son muy conocidos en Colima, a un grupo de viejas beatas para que me acusaran, ¿de qué? seguramente de que no concurría á misa ni me confesaba.30 A ojos de Alamillo la matanza del día 5 de abril no había tenido importancia. Había actuado, como era su deber, haciendo todo lo posible para mantener el orden en el estado. Los medios para lograrlo fueron lo de menos: había restaurado la tranquilidad pública. Su desgracia fue que cuando las mujeres, en un arranque de insumisión salieron de sus casas para pedir justicia, los hombres no se pudieron quedar atrás. No podían permitir que se pusiera en duda quién llevaba los pantalones en Colima: “los hombres se sintieron estimulados, por aquel acto de las mujeres, a proceder con verdadera virilidad. Sin saberse cómo, la plaza de la libertad se fu6 llenando de gente: una abigarrada multitud de hombres, mujeres y niños, de todas las clases sociales, se agolpó en ella, Alamillo estaba en Palacio, rodeado de gendarmes y empleados, todos armados hasta los dientes”.37 Las apreciaciones de don Trinidad, obviamente provenían de una óptica distinta. Tanto Torres Quintero como Alamillo, no podía haber duda, tenían su propia versión de los hechos. A propósito de la manifestación del fatídico día 7 de abril, escribió Alamillo: Tan en ridículo se pusieron ellas [las mujeres] como sus maridos, la terna de frailes y el titulado General Morales que no representaba ninguna autoridad en aquel caso. Desde por la tarde del día 7 y en vista del fracasado levantamiento, los tales militares aconsejaron a los “jesuitas” que por la noche emborracharan a quince 0 veinte vagos para que con ellos se formara un “motín” frente al Palacio del Gobierno en donde yo me encontraba todas las noches, que tuviera por resultado mi renuncia inmediata.3* 36. J. Trinidad Alamillo, Desde la penitenciarla del estado de Jalisco. i JUS TICIA! A los jefes constitucionalistas y a los encargados de realizar los ideales de la Revolución Triunfante (Guadalajara, Imprenta de M. Bobadilla, 19141, p. 12. 37. Gregorio Torres Quintero, Las veleidades de Alamillo, p. 16. 38. J. Trinidad Alamillo, Desde la penitenciarla del estado de Jalisco, pp. 12-l 3.. El lunes 7 de abril. El pueblo enfurecido reunido en la plaza. Echándole lápiz a las culpas del gobernador. Había llegado la hora de ajustar cuentas. Don Trinidad aguardaba en palacio de gobierno impecablemente vestido. Sentado en la gran silla que tanto sueño le quitó y tanta obsesión le creó, esperaba que el más mínimo incidente le marcara el camino para actuar. Afuera la gente en voz de Francisco Santa Cruz pidió a Alamillo su salida del gobierno: “Pues bien, Sr. Alamillo, ha llegado ya ese momento de renunciar, dijo Santa Cruz; el pueblo congregado en esta plaza se lo pide a Ud. por mi conducto, porque ha dejado Ud. de corresponder a su confianza”.3g Para Alamillo, un grupo de “briagas” quinteristas y para Torres Quintero “unos cuantos ebrios” alamillistas se presentaron en la plaza principal. La verdad es que no se puede saber a ciencia cierta a qué bando pertenecía el grupo que se presento, pero lo cierto es que se armo un zafarrancho entre los manifestantes y los embriagados personajes que llegaron al lugar del mitin. Alamillo dejo de esperar sentado. El momento había llegado. La gubernatura, su gran deseo, no se le iría como agua entre los dedos. No imagino que sus movimientos, para conservar el poder, ya eran patadas de ahogado. Como lluvia salvadora --para don Trinidad—las balas salieron de palacio de gobierno y se incrustaron entre la multitud despavorida: Tronaron los maüssers incesantemente durante veinticinco minutos. . . La multitud, apiñada, trató de escapar de la matanza... Fue aquello una especie de S. Bartolomé. Los esbirros salieron de palacio y persiguieron luego por las calles a los antialamillistas más conocidos, Santa Cruz huyó por el río perseguido a tiros, logrando al fin salvarse. Según los datos más bien comprobados, quedaron en la plaza 26 muertos y 40 heridos.40 39. Gregorio Torres Quintero, Las veleidades de Alamillo, p. 17. 40. Ibíd. .. Ésta es una de las versiones de los hechos. La variación alamillista está mejor representada en la obra de Ignacio G. Vizcarra, quien relata así los hechos aunque confunde las fechas en que se sucedieron los acontecimientos, pensando que el levantamiento del 5 de abril y la represión del motín del día 7, ocurrieron el mismo día, a unas horas de diferencia: Ya en la noche, los felicitas de la ciudad que formaban parte de los que habían promovido el levantamiento en armas, dirigidos públicamente entre otros, por los señores Francisco Santa Cruz Ceballos y Francisco Santa Cruz Ramírez, hijo y nieto respectivamente del ex gobernador Santa Cruz, aprovechándose de la indignación del vecindario provocada por la imprudencia y reprobable entrada de los cadáveres a la ciudad, promovieron una manifestación de protesta contra el Gobernador Alamillo, logrando reunir numerosas gentes que encabezadas por ellos, anunciaron su presencia frente de Palacio a los gritos de ¡Viva el general Félix Díaz! ¡Viva el general Huerta! ¡Muera el mal gobierno ! Algunos de los amotinados intentaron entrar a Palacio, pero inmediatamente fueron cerradas las puertas. El Gobernador Alamillo, al oír las ruidosas exclamaciones de los manifestantes, salió por uno de los balcones, quizá con el propósito de dirigirles la palabra para calmarlos, más en el acto y antes de que hablara, le dispararan [sic] numerosos tiros acompañados de tremendas in jurias; entonces los amigos del Gobernador, que habían salido también por los otros balcones del Palacio, contestaron la acometida de la multitud disparando sus armas, produciendo su dispersión completa, quedando tirados en las calles dos cadáveres de los amotinados, con perforaciones de bala en la espalda.41 Es difícil ~1 veces defender las causas perdidas y quizá debamos honrar la memoria de don Ignacio G. Vizcarra por tratar de hacerlo. Pero lo cierto es que nunca sabremos con exactitud qué fue lo que sucedió, salvo que quedaron muertos, en el campo de batalla, dos seguidores quinteristas. Si volvemos por un instante al tiempo de los hechos podemos ver que La Gaceta de Guadalajara, o bien trató de aparentar la calma o simplemente estaba atrasada de noticias respecto a lo que acontecía en Colima. El martes 8 de abril afirmó que de buena fuente recibía su oficina la noticia de que en Colima “el movimiento revolucionario estaba sofocado” y lamentó “el triste epílogo“ que había tenido “la mascarada 41. Ignacio G. Vizcarrn, Apuntes y datos cronológicos para la historia de Colima, pp. 137-l 38.. revolucionaria”. En las mismas páginas también expresó: “Algunos individuos que la opinión pública señala como autores intelectuales del levantamiento, y cuyos nombres nos abstenemos de publicar por ahora por no ser el instante propicio para reproches, ya que es la hora del dolor; y vencedores y vencidos todos debemos estar de duelo, por esta contienda de hermanos contra hermanos”.42 Alamillo diría, un año después desde la penitenciaría de Jalisco, a propósito del motín, que en esa ocasión el pueblo estaba con él. Que la gente salió de sus casas para defender a su gobernante del grupo “de briagas” quinteristas que escenificaron el alboroto de aquella noche. Simplemente no concebía Alamillo, después de tanto pan y circo, o mejor dicho después de tantos jardines, música, palmas y primaveras, que el pueblo le diera la espalda. Jamás reconocería que no contaba con el apoyo de sus gobernados. Alamillo escribió: Así se hizo aprovechando para que encabezara a aquella chusma de briagos “felixistas” la ignorancia de Francisco Santa Cruz Ramírez; pero sin necesidad de policía, el pueblo, en inmensa muchedumbre ocurrió a Palacio en defensa del Gobierno constituido y el grupo de desordenados que encabezaban los felixistas más odiados y desprestigiados de Colima, hubiera sido aniquilado si no se dispersa vergonzosamente con una descarga que aquel le hizo al viento desde los balcones de Palacio, en vista de su agresión a mano armada.43 Desde su lugar en la prisión jalisciense, don Trinidad estaba obstinado con cargarle el muerto --en este caso los muertos-- a los quinteristas. Balas lanzadas al viento no cortan vidas.44 Alamillo jal6 el gatillo y escondió la mano. El gobernante disparó contra sus gobernados. Colima no perdonó nada y olvidó los jardines, la música, las palmas y las primaveras que Alamillo había hecho crecer por las fértiles 42. “Fue sofocado el movimiento revolucionario en Colima”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 8 de abril de 191 3. pp. 1-2. 43. J. Trinidad Alamillo, Desde la penitenciaría del estado de Jalisco, p. 13. 44. Alamillo declaró lo siguiente en una entrevista publicada en La Gaceta de Guadalajara “Los manifestantes se dingteron a Palacio en actitud agresiva, y entonces la guardia hizo dos descargas al viento, con lo que los manifestantes se dispersaron”. V6ase La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 10 de abril de 1913, p. 1.. tierras colimenses. El kiosco austriaco que había inmigrado a estas tierras, calló con silencio terrenal las atrocidades que había presenciado. Mudo testigo de hechos inenarrables, guardó silencio para siempre sobre lo que vio y nunca pudo contar a sus visitantes. Con risa llena de cinismo y amargura, escribió Torres Quintero: ¡Y ahora dice Alamillo que los disparos fueron al viento! [...l La mejor prueba de que esa es una grosera calumnia, es que la fachada de palacio amaneció inmaculada, sin una sola huella de bala. En cambio se sabe que esa misma noche el propio Alamillo estuvo disparando personalmente su máuser después de que se le agotaron los tiros de su pistola. ¡Así entregaba su renuncia al pueblo!45 El Correo de Jalisco, por su parte relató lo que sucedió la “trágica noche del 7 del actual” en una versión casi idéntica a la de Torres Quintero: Fueron Alamillo, sus empleados y la porra sostenida por él, los únicos en abrir el fuego contra la muchedumbre que pacíficamente pedía la renuncia del impopular mandatario, siendo el propio Alamillo quien, NO CONTENTO CON AGOTAR LOS TIROS DE SU PISTOLA, antes que perder tiempo en cargarla de nuevo, EMPUNO EL MAUSSER Y CON ESTA ARMA SIGUIO DISPARANDO SIN CESAR SOBRE EL PUEBLO EN MASA QUE HUIA ATERRORIZAD0.46 La “reprimenda” propinada a los amotinados, tuvo “éxito” en palabras de Alamillo, como lo recordaría un año más tarde en su papel de gobernante intachable. Pero en sus memorias desde la cárcel en Jalisco olvidó a los muertos. Se cuidó muy bien de no mencionar la sangre que corrió y que humedeció las piedras de la calle frente al palacio de gobierno: “En menos de dos horas la ciudad entró en completa calma, y yo, que había bajado a imponer el orden, regresé a Palacio después de haber’ recorrido a pié algunas calles de la ciudad. Pero habiendo com- 45. Gregorio Torres Quintero, Las veleidades de Alamillo, p. 17. 46. “Como fue la trágica noche del siete de abril en la C. de Colima”, El Correo de Jalisco (Guadalajara), 24 de abril de 1913, p. 2. Las mayúsculas aparecen así en el documento original.. prendido de lo que se trataba, [sic] determiné pedir nueva licencia al Congreso y volver a México”.47 Alamillo comprendió de hecho que ya tenía la soga al cuello. Más valía poner pies en polvorosa. Seguramente pensó relatarle personalmente su versión de los hechos a Huerta. Era mejor prevenir que lamentar. Pidió una licencia del cargo de gobernador con goce de sueldo por seis meses, planeando regresar seguramente cuando los ríos de amnesia colectiva hubieran arrastrado al olvido los charcos de sangre que dejara el motín del 7 de abril. Alamillo, ni tardo ni perezoso, pidió también se le reembolsaran los 1,300 pesos gastados en su reciente viaje a la capital para concertar con Huerta su venida a la Exposición.48 La Legislatura aprobó las peticiones de Alamillo con la mayor premura por razones de seguridad para la Legislatura misma, por supuesto. Leamos cómo recuerda los hechos Torres Quintero, al día siguiente justo de la matanza frente a palacio: El pueblo amaneció el 8 en actitud hostil y comenzó a invadir nuevamente la plaza, a pesar de las escenas de la víspera. Pronto se supo que el Congreso deliberaba acerca de la renuncia de Alamillo. Un diputado apareció en, un balcón y dijo: “El Congreso ha aceptado su renuncia al Sr. Alamillo”. Este se asomó a un balcón y, poniéndose la mano en el pecho, quiso hablar. El pueblo prorrumpió en gritos ensordecedores lazándole una andanada de insultos y burlas de todos géneros. Lo menos que se le gritó fue: “¡Sin vergüenza!” Y entretanto un grupo del pueblo subió a las torres de la inmediata catedral y repicó las campanas, sucediendo lo mismo en todos los templos de la ciudad. Pero el pueblo había sido engañado. Alamillo sólo pidió licencia de seis meses. Si ha sabido la verdad, otros sucesos se hubieran registrado.49 47. . Alamillo...Justicia...p. 13 48. . Sesión ordinaria del día 8 de abril de 1913. Archivo del Congreso del Estado. caja 119, leg. XIX. 49. Gregorio Torres Quintero, Las veleidades de Alamillo, p. 18.. Maleta en mano El miércoles 9 de abril Alamillo, maleta en mano, salió de la ciudad. Llevaba consigo pesadas cajas para embarcar con destino a la hacienda de Enrique Schondube. El cargamento despertó la curiosidad de un empleado de la estación y no era para menos, los paquetes pesaban lo que valían: las cajas contenían 50 carabinas y mucho parque propiedad de Alamillo, armamento que le fue decomisado. Alamillo salió por caminos colimenses rumbo a Guadalajara. De paso para México fue entrevistado por La Gaceta de Guadalajara. Frente al entrevistador, Alamillo expuso, con “verdad y franqueza”, los acontecimientos de Colima. Pero sería cándido pensar que las palabras “verdad y franqueza” tenían el mismo significado para Alamillo que para nosotros. Sabedor de las consecuencias que había tenido su actuación “enérgica”, como él mismo la calificó, Alamillo alegó no ser responsable de los “fusilamientos y ejecuciones” de los rebeldes y dignamente sentenció: “tengo los documentos necesarios para probar que se ha mentido a sabiendas, y que mi actitud ha sido, en este asunto, la de un gobernante honrado y cuidadoso de su dignidad y su decoro”.50 Sobre el motín del 7 de abril y sus cruentos resultados, Alamillo dijo: Un grupo de señoras fue a pedirme que renunciara, manifestando que, de esta manera, los rebeldes depondrían las armas, y todo quedaría en paz. En términos corteses, les indique que su puesto no era ese, que no debían mezclarse en los asuntos políticos y que la rebelión no tenía importancia. Hubo una manifestación pública, en la que se mezclaban algunos agitadores, con el deliberado propósito de provocar un motín.51 Don Trinidad aparentó que nada debía y nada temía. Creyó seguramente que que con dar una explicación a Huerta, el asunto quedaría arreglado. Si pese a la 50. “Pasó ayer para México el Sr. Trinidad Alamillo, Gobernador de Colima. Informa sobre los sucesos ocurridos en aquel Estado”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 10 de abril de 1911, p. 1. 51. Ibíd.. recién estrenada “democracia” de 191 1 se había ganado por medio de fraude la silla gubernamental, seguro que con la simple manifestación de algunos colimenses y con Huerta de presidente, el asunto no pasaría a mayores. Eso creyó o quiso creer: “Terminada mi misión en México, volveré a Colima a hacerme cargo de mi puesto, del que me he separado con licencia. Creo estar de vuelta para el día 14“,52 dijo, pero nunca más volvió. Ni el 14 de abril de 1913, ni ningún otro día de ningún otro año estuvo Alamillo de regreso. Don Trinidad no volvió al palacio gobierno aunque intentó hacerlo en 1923. Pero la conciencia histórica de los colimenses les hizo no volver a tropezar con la misma piedra. Pero regresemos a aquellos días. En lo personal me pareció importante ver que en los partes de la policía municipal ahora en el Archivo Histórico del Municipio de Colima no hay informes que puedan demostrar que hubo conmoción o agitación política en la ciudad de Colima durante los primeros días de abril de 1913 .53 Los documentos que allí se encuentran informan sobre hechos comunes, que pudieron suceder en cualquier día, salvo la mención -el 11 de abril-- de la llegada por ferrocarril desde Guadalajara, de Francisco Santa Cruz Ramírez y de Miguel Galindo, Quienes con gente armada se presentaron a tomar el tren en las estaciones de Tonila y Quesería respectivamente, haciéndose notable su entrada por las calles de la ciudad, por venir en carreta descubierta armados y acompañados de seis individuos más, también armados. Todas estas personas pertenecen al grupo de sublevados que fueron batidos en el pueblo de Juluapan el día cinco del corriente, por fuerzas del Estado.54 La Legislatura, que al igual que Alamillo, entendió que más valía estar con Huerta que con don Trinidad, se ufanó de haber restablecido el orden en el estado: 52. Ibíd.. 53. Esto lo puedo afirmar tras hacer mis lectura de los informes de la comendacia del cuerpo mixto de seguridad pública de los días 6 y 10 de abril de 1913. VBase AHMC. Caja E-50. Año 1913, fojas sueltas. Curiosamente, no existen partes de policía para los 5 y 7 de abril de ese año. 54. AHMC. Caja E-50, foja suelta. Parte de policía. Colima, ll de abril de 1913.. “El orden ha sido restablecido, merced en gran parte al patriotismo de esta H. Asamblea que, mirando solo por el bien del pueblo a que representa, no ha puesto obstáculo alguno a las medidas y sugestiones del Gobierno del Centro encaminadas a tal fin”.55 Pero el que los rebeldes anduvieran todavía a salto de mata por los caminos colimenses, Ileva la misma Legislatura a decretar una ley de amnistía “a la cual puedan acogerse todos aquellos que tomaron las armas sublevándose contra el Gobierno Constituido”. Lo que importaba era no dejar que Colima, la pacífica, se convirtiera en un avispero de sublevados (en particular de aquellos encabezados por Santa Cruz y Galindo): De esta suerte contribuiremos, sin duda, de modo eficaz al progreso de Colima, pues haremos labor de paz y de concordia que devolverá al seno de sus hogares, a trabajar honradamente, a todos aquellos que han interrumpido la paz de que tanto se ufanara esta Entidad Federativa, en medio de las turbulencias que han venido agitando a los demás Estados de la República. De este modo también, legitimaremos un hecho consumado que dará por resultado el sobreseimiento en el proceso abierto contra los promotores del movimiento de rebelión y de sus seguidores, de manera que haga desaparecer la violación que se ha cometido al permitírseles entrar a la ciudad armados y en son de triunfo.56 La amnistía se decretó, efectivamente, el martes 15 de abril: “a los que se levantaron en armas”, se les pedía que entregaran armamento y municiones en un plazo de un mes. Los improvisados revolucionarios así lo hicieron: El Dr. Galindo entró en Colima, mostró al pueblo por un día sus arreos de guerrero y luego volvió a empuñar tranquilamente su bisturí de operaciones. Todo esto demuestra, como se ha dicho ya, que el movimiento de Cómala fue localista y exclusivamente en contra de Alamillo. Colima volvió entonces a arrullarse en los brazos de la tranquilidad. Si por las dudas a don Trinidad Alamillo se le ocurría llegar echando balas, Al o cualquier otro 55. Periódico oficial EI Estado de Colima, 3 d e mayo d e 1913, p. 140. 56. Ibíd.. 57. Gregorio Torres Quintero, Las veleidades de Alamillo, p. 13.. audaz se encontraría con un buen batallón. El gobernador Julián Jaramillo, por “recomendación” del gobierno del centro, planeó la formación de un batallón de voluntarios, ganando 1 .50 diarios por plaza, dedicado única y exclusivamente a resguardar la paz y la seguridad pública del estado. Si de defender el terruño colimense se trataba, no falta quién quisiera aprovechar el entusiasmo de los jóvenes para que se enlistaran en el batallón de voluntarios: Invitamos á los jóvenes colimenses á formar un grupo de voluntarios para la exclusiva defensa de esta población, ya sea amagada por perturbadores del orden 6 bien por una potencia extranjera [... 1 los horrores en otros pueblos que han caído en manos de revolucionarios nos muestran palpablemente el camino que debemos seguir, sacrificar nuestras vidas si es necesario, antes que permitir que sean violados nuestros hogares y nuestro Estadoa58 Numerosos fueron los colimenses que se sumaron a la causa patriótica de defender su tierra de quien fuera: revolucionarios o gringos.59 Así la historia cerró otro de sus capítulos con el personaje que fue don Trinidad Alamillo. Mientras tanto, él siguió añorando aquel cómodo asiento gubernamental. Veremos cómo “el hombre de las volteretas políticas” --según Torres Quintero-- entendió que en la revolución todo se valía: para ponerse la carrillera y el bigote de revolucionario hizo lo que pudo. Lo que no pudo hacer... lo inventó. 58. “Patriática iniciativa. Colima, 3 de julio de 191 3”. Peri6dico oficial El Estado de Colima, 5 de julio de 1913, p. 2 1 7. 59. Entre los jóvenes que dieron su consentimiento para conformar el batallón de voluntarios estaban: Manuel Álvarez García, Salvador Alcázar, J. Faustino Martínez, Andrés García, Juan Ceballos, Jos6 Sánchez Llerena, José A. Rico, José Alcazar Robledo, Dr. Fermín Fernández, Francisco Huerta, Canuto M. López, Laureano Cervantes, Alfredo LBvy, Enrique Silva Ignacio Ramos, J. Jesús Michel C., Daniel F. Mendoza, Lucio Rodríguez, Enrique Barreto. Adelelmo Michel, Miguel Espinosa Wenceslao R. Olea, Manuel Espinosa, J. Jesús Larios, Enrique Rivera Q.. J. Arroyo, Luis Murguía, Alejandro Ramos, E Torres, Ambrosio Díaz Jr., Ramón Moreno, Carlos S. Ochoa, J. Manuel Barreto, Enrique Ceballos, A.C. Domínguez, José M. Sánchez, Salvador R. Ballado, C. Jaramillo, Felipe Silva, José G. Ramos, Ángel M. Martínez y Andrés Silva, entre otros VBase Ibíd.. Conclusiones A lo largo de la investigación para elaborar esta tesis, la figura de J. Trinidad Alamillo, enfocada como actor principal, se transformó, como también espero que se haya transformado, a lo largo de estas hojas, para mis lectores. Por ello espero que de estas páginas haya surgido un hombre completamente distinto a aquel que tan sólo como actor ocasional fue descubierto en algunos sucesos de la historia colimense. Hasta antes de esta tesis Alamillo no era sino un sujeto que no había sido identificado cabalmente en las distintas “situaciones históricas”, para decirlo en palabras de Touraine. Una vez visto J. Trinidad Alamillo como actor, conocí las distintas facetas de una historia en la que fue en más de una ocasión, su protagonista. En lo que sigue, analizo y enumero estos episodios, en la medida en que estuvieron relacionados, directa o indirectamente, con J. Trinidad Alamillo. La energía era la característica sobresaliente de su personalidad, en particular durante sus años mozos. El Alamillo prefecto político era un hombre que destilaba energía, mientras que al Alamillo periodista de años posteriores, el propietario de La Gaceta de Guadalajara, lo caracterizó la impaciencia. En esos años no tuvo la calma necesaria para esperar a que De la Madrid terminara su periodo gubernamental como debía. Por ello decidió iniciar la campaña periodística en su. contra con el pretexto de publicitar el horrendo crimen de Tepames para, más temprano que tarde, ocupar el asiento del gobierno de Colima. Fue así que la pugna por la gubernatura del estado --ligada estrechamente al continuismo de la dictadura porfirista-- encontró a su sucesor lógico e iderrotable en J. Trinidad Alamillo. La victoria de Alamillo, producto de la corrupción política de un sistema todavía luchando contra la muerte, significó por ello la continuidad de las estructuras gubernamentales locales. El poder cambió de manos, pero no se dañaron los hilos que movían esas manos. Digo esto no obstante que J. Trinidad Alamillo, durante su gobierno, utilizó los postulados “legalistas” de la revolución para cortar las cabezas de sus enemigos políticos. Recuérdese que expropió a Francisco Santacruz Ramírez el terreno de su hacienda para fundar el pueblo de Cuyutlán. A Blas Ruiz le cobró contribuciones, al parecer injustificadas, sobre propiedades. Y por informes y sugerencias dadas por Alamillo a la Secretaría de Gobernación, se le recogieron cartuchos para supuestamente prevenir que les diera mal uso. J. Trinidad Alamillo duró 18 meses con el poder en la mano. Tiempo este que le bastó para privilegiar el ramo educativo, fundando la primer escuela en el país para indígenas; tambi6n decretó las bases de la agricultura en Colima lanzándose a expedir edictos que pretendían hacer de Colima un estado eminentemente agrícola, pero sobre todo exportador de sus productos. La moneda quedó en el aire –y nunca cayó--. De haber tenido el tiempo suficiente para que sus proyectos agrícolas prendieran ¿sería fruto de otro árbol la producción agrícola en Colima? El aspecto de la seguridad pública --en aquellos días revolucionarios de total desconcierto-- fue atendido también, aunque su acción no haya llegado más allá de vestir impecablemente a la policía. Mención aparte merece la Exposición Costeña, planeada como escaparate --y buen negocio-- de Alamillo y sus seguidores. Y lo. fue al menos durante su organización porque, a través de ella, Alamillo cosechó ‘fama como gobernante emprendedor. Vale la pena mencionar también que el que Alamillo se lanzara a organizar un evento de la magnitud de la Exposición, sólo quería decir una cosa: que en Colima se vivía en calma por la eficacia y control absoluto por parte del gobierno. Así, la Exposición pretendía ser una vitrina completa donde se mostraran todas las obras del señor Alamillo --bajo el riesgo de mosquearse--. Los visitantes y expositores vendrían a Colima y se encontrarían con un estado pacífico y lleno de flores y jardines. La Exposición también sirvió de gancho donde se atoró la buena voluntad de Madero hacia Alamillo, y la de Huerta, al menos durante un breve tiempo. Alamillo sabía muy bien que en política mexicana, se debía estar siempre con el triunfador. Y esto lo tradujo siempre a estar bien con el dueño del poder, si de mantenerse en la gubernatura se trataba. Con el ascenso de Francisco 1. Madero a la presidencia de la república, Alamillo fue un maderista convencido y declarado. Hizo lo que creyó conveniente para granjearse el favor del gobierno del centro y en particular de su presidente: por ello invitó a Madero a la inauguración de la ya famosa Exposición Costeña. Sin embargo y como hemos visto, por uno u otro motivo Madero pospuso su visita a las tierras donde señoreaba don Trinidad. Y como nada está dicho y previsto en asuntos del poder, el apóstol de la democracia fue traicionado y asesinado por el general Victoriano Huerta, A raíz de ese suceso Alamillo se percató que no podía darse el lujo de inconformarse con el bautizado “usurpador” de la historia dramática de México. Sabedor de que la oportunidad es para quien se le presenta, la aprovechó. Era Huerta quien movía ahora la batuta y Alamillo no hizo sino tocar al compás que aquél le marcaba. Después de todo Madero ya estaba muerto y enterrado. Y el maderismo convertido en diferentes y variados movimientos revolucionarios.. Cuando Huerta le notificó a Alamillo que se había hecho cargo de la presidencia de la república, Alamillo le contestó de enterado y reconoció a la cabeza del nuevo gobierno. Crazo error. Así tomaba la bandera huertista como suya. Si esa era la bandera política de moda para algunos, Alamillo la adoptó sin el menor remordimiento. Pero no todo estaba ganado. El mes de abril de 1913 le trajo días de desgracia a don Trinidad y a muchos otros colimenses. Como resultado de lo acontecido, Alamillo dejó Colima con licencia y con goce de sueldo. Al salir de Colima se le recogió una caja de armamento, por lo que se hizo sospechoso v peligroso para el gobierno de Huerta y Bste lo tuvo cerca y vigilado en la ciudad de México. Durante meses, Alamillo estuvo entretenido y disfrutando del sueldo de gobernador de Colima en un cuarto del hotel San Carlos en la ciudad de México.’ Cuando la licencia de gobernador terminó para Alamillo en noviembre de 1913, el entonces subsecretario de Gobernación de Huerta, Jesús Rábago, le pidió por orden del presidente la renuncia al gobierno de Colima. Alamillo se negó rotundamente. Él mismo lo recordó así más tarde: “me negué enérgicamente a tal pretensión a pesar del peligro de la vida que aquella negativa implicaba en semejantes tiempos”.2 Alamillo dejó la ciudad de México y volvió a Guadalajara. Fue apresado, por primera vez a fines de diciembre de 1913, por órdenes de Huerta. Dos días después salió “por la influencia espontánea de un amigo”,3 pero aprovechó este nuevo incidente para seguir culpando de su mala racha política a las “maquinaciones calumniosas”, “obra única y exclusivamente” de sus enemigos políticos.4 1. Alamillo sigui6 con licencia y con sueldo hasta el mes de noviembre de 1913. Una iniciativa de ley le suspendió el sueldo al todavía gobernador constitucional de Colima por disfrutar de “dicha licencia sin fundamento legal”. VBase ACEC. Caja 1 19, leg. XIX. Sesión ordinaria del día 9 de diciembre de 1913. 2. J. Trinidad Alamillo, desde la penitenciaría del estado de Jalisco, p. 33. 3. Ibíd.. p. 14. 4. “El Sr. Alamillo se sincera de los cargos que se le han hecho”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalajara), 6 de enero de: 1914, p. 1.. Así don Trinidad iniciaría un ingrato paseo por los presidios de la ciudad de México y no en calidad de visitante, sino de reo. Nuevamente en febrero de 1914 (a solo dos meses de su primera detención), se encontró tras las rejas.5 Con visible conjoga don Trinidad comprendió, que encerrado en la penitenciaría, no podría concluir ciertos planes “revolucionarios”. “Yo, que de antemano tenía gente preparada, esperándome en algunos lugares de Jalisco, Colima, y Michoacán, estaba exasperado por salir de la capital para reunirme con aquella, pues los fracasos no me desmoralizaban, pero esta aprehensión casi echaba por tierra mts planes”.6 Tratando de influir en la atención pública en favor de su causa, escribió a fa Gaceta de Guadalajara una carta donde explicaba “los verdaderos motivos de su [segunda] prisi6n”, que a su entender eran cuatro: El decomiso de armas que lo hizo sospecho; su estancia en Guadalajara también calificada de sospechosa; una declaración que hizo donde aseguraba que volvería al gobierno de Colima y, por último, los rumores aparecidos en la prensa de que se había encontrado parque en su cuarto de hotel en la ciudad de México. A todo esto, Alamillo dijo: “Ahora los lectores juzguen si hay justicia para que yo me encuentre preso en la Penitenciaría de México”.7 Para fortuna de Alamillo “vino la farsa de la intervención” norteamericana y salió “amnistiado”.* A partir de entonces se quitó la careta y se dedicó de lleno a atacar al huertismo. No hizo otra cosa más que quejarse de la dictadura pues, al contrario de lo que en un principio creyó (estar con el ganador), de Huerta sólo 5. “Se han tomado alguna; declaraciones al Sr. J.T. Alamillo”, La Gaceta de Guada/a@fa (Guadalajara), 4 de febrero dn 1914, p. 1. 6. J. Trinidad Alamillo, Desde la penitenciarla del estado de Jalisco, p. 15. 7 . . “Una carta del Sr. J. T,rinidad Alamillo. Los verdaderos motivos de su prisión”, La Gaceta de Guadalajara (Guadalapa), 2 de marzo de 1914, pp. l-4. 8. J. Trinidad Alamillo, Desde la penitenciaria del estado de Jalisco, p. 15. había obtenido problemas: “lo unico que yo deseaba era la caída del gobierno de la infamia y de la tiranía que tanto me había perjudicado”.g Pronto empezó a maniobrar para que los constitucionalistas lo consideraran como tal. Alamillo comenzó a dar a todos sus actos una nueva versión y sobre todo una nueva justificación e interpretación. Tiró el anzuelo esperando pasar como un héroe al que las situaciones le fueron adversas, o un mártir al que la suerte le jugó una mala pasada. El primero de julio de 1914, Alamillo se unió al ejercito comandado por el general Álvaro Obregón. Y el día ocho de ese mismo mes entró triunfante a Guadalajara. Trató de dibujar una nueva (y positiva) imagen de sus procederes en política ante los ojos de Obregón, pero de poco le sirvió. El propio Alamillo lo reconoció más tarde: “seguramente por informes de enemigos envidiosos, [Obregón] parecía estar algo predispuesto en mi contra”.lO Por órdenes de Obregón, Alamillo fue encarcelado. Así lo relató después el mismo Obregón: Al ocupar Guadalajara, pude cerciorarme de que el ex-Gobernador de Colima, J. Trinidad Alamillo, no era revolucionario ni general, ni tenía mando de tropas, por lo que empecé a considerarlo un elemento nocivo en nuestras filas. Posteriormente, cuando nuestras fuerzas ocuparon la plaza de Colima, fueron encontrados en los archivos de la oficina de telégrafos de aquella ciudad varios telegramas que habían sido dirigidos por Alamillo al usurpador Huerta, a raíz de los asesinatos de Madero y Pino Suárez, en los que hacía al asesino las más cordiales felicitaciones. En virtud de ello, ordené que Alamillo fuera consignado a un Tribunal, a fin de que respondiera de los cargos que resultaban en su contra.” El 24 de julio Alamillo fue “consignado a un tribunal militar, se le considera un elemento nocivo entre los revolucionarios, comprobándosele su antigua filiación huertista”.12 Desde su prisión en el estado de Jalisco, Alamillo escribió su folleto 9. Ibíd.. p. 16. 10. Ibíd.. 1 1. Álvaro Obregón, Ocho mil kilómetros en campaña (México, Fondo de Cultura Económica, 1959). p. 149. 12. Diccionario Histórico y Biográfico de la Revolución Mexicana, tomo 1 México, INEHRM. 1990). p. 541.. Desde la penitenciaría del estado de Jalisco. ¡JUSTICIA! A los jefes COI; stitucionalistas y a los encargados de realizar los ideales de la Revolución Tri unfante, documento que da buena cuenta de la amnesia histórica y política que sufrió Alamillo cuando de olvidar lo que no le convenía se trataba. El folleto e testimonio de la gran imaginación de Alamillo: por ese medio, el ex-gobernador s dio a la tarea de probar a los jefes constitucionalistas que el ni de chiste, ni pa equivocación, mucho menos por desesperación, fue partidario huertista. A más d un año, la distancia emocional y la fría celda de la cárcel del estado de Jalisco I permitieron a Alamillo elaborar una versión muy distinta de como ocurrieron lo hechos que marcaron y precipitaron su carrera política. De ser verdadero lo que Alamillo argumenta en su folleto, otro gallo le hubiera cantado: Yo tampoco he logrado saber la causa de esta [tercera] detención que todos ha sorprendido. Unos dicen que estoy aquí porque en un periódico m parezco a otro que está retratado con Huerta en algún banquete u otra fiesta Yo jamás estuve al lado de aquel asesino en ninguna cambiabilidad ni el ceremonia pública ni privada.13 ¿Qué pasaba por la mente de Alamillo? ¿Quiso olvidar el error político que cometió al aceptar el gobierno de Huerta? ¿Renegó de su decisión? La soledad y I oscuridad de la celda lo desesperaron a tal grado que creyó que si 61 había olvidado su amistad con Huerta los demás lo iban a hacer? Tras las rejas, don Trinidad no podía hacer mucho por defenderse. Se confió a la palabra escrita –aunque esa palabra no fuera precisamente de honor--. De sobra sabía que puesto en papel sus argumentos podían llegar a tambalear gobiernos --y si no que I preguntaran a Enrique 0. de la Madrid--. Solo que otras fueron las condiciones el que sus mentiras vestidas de verdad, impresas en blanco y negro, salieron pelear. Ahora ya no luchaban por la gubernatura de Colima, ni por un sitio en I 13. J. Trinidad Alamillo, Desde la penitenciaría del estado de Jalisco, p. 28.. historia de México como héroe revolucionario: las letras de don Trinidad sólo peleaban ahora por su libertad. Entonces sí tuvo que librar la batalla definitiva, a través de sus mismas letras para que lo reconocieran como constitucionalista, argumentando haberse retirado de la política dentro del plazo que Carranza dio para desconocer a Huerta: Debo hacer mención especial de que el Plan de Guadalupe fijó hasta el 26 de Abril de 1913 para que los Gobernadores desconocieran al llamado gobierno huertista y yo me separé del Gobierno de Colima desde antes que expirara el plazo, es decir, desde el día 8 de Abril de 1913 (según decreto), desde cuya fecha ya de hecho desconocía al usurpador Huerta, por lo que legalmente tengo derecho a que se me considere entre los Gobernadores constitucionalistas, porque además trabajé sin descanso por el triunfo del carrarlcismo. 14 Palabras convincentes, que contrastadas con los testimonios que nos presentan otros documentos acerca de la conducta y forma de actuar de don Trinidad, hacen ver que la verdad distó mucho de sus descripciones escritas, aunque él se haya dedicado a desmentir a todos sus atacantes: “Por mi parte he procurado sujetarme estrictamente a la verdad en la relación de los hechos. Si hay alguna inexactitud, será insignificante”.15 Pensando que tal vez su figura aparecería unida a la historia revolucionaria con la tacha de preso, expresó: “una prisión política será siempre perjudicial [...] pero nunca deshonrosa para quien la sufre y menos cuando ella es injusta”.16 Con un dejo de amargura y cansancio, después de todos los esfuerzos que hizo por aparecer siempre al frente de la escena política, tratarse de la corriente que se tratara o del líder que llevara las riendas, las cosas parecían llegar a un fin incierto. Después de tantos malabares, de tanto esperar à que la rueda de la fortuna estuviera arriba, después de todo y 14. . J. Trinidad Alamillo. Desde la penitenciarla del estado de Jalisco. p. 27-28. 15. Ibíd.., p. 17. 16. Ibíd. .. p. 27.. pese a todo, don Trinidad llegó a la siguiente conclusión, no ,sin antes lamentarse: “Lo único, lo más grave en estos percances o desengaños de la vida, son las enfermedades que por los sufrimientos a causa de las prisiones se contrae la familia, cuyas consecuencias son irreparables”.l7 Pocos días después de que su escrito desde la penitenciaría del estado de Jalisco saliera a la luz, don Trinidad también tuvo la oportunidad de dejar la oscuridad de la celda.18 Llama la atención la frase final de su folleto, porque bien puede reflejar que ya sabía Alamillo de su inminente salida de prisión: “Conozco que la honradez es la norma de conducta que siguen los prohombres del naciente régimen, y por eso no vacilo en creer que la diosa de la Justicia, vendrá muy pronto, a imprimir en mi frente de cautivo, el ósculo de la libertad”.19 El licenciado Manuel Rivera, en un escrito dedicado a la memoria de J. Trinidad Alamillo, explicó: En el mes de septiembre de 1914, el que esto escribe fue portador de una carta del señor Alamillo dirigida al licenciado Roque Estrada, que residía en esta capital y que desempeñaba entonces el cargo confidencial de Secretario Particular del Primer Jefe del Ejército Constitucional [del don Venustiano Carranza, y como el licenciado Estrada sabía de algunos servicios prestados a la causa Constitucionalista por el señor Alamillo, el primer jefe ordenó la inmediata libertad de Alamillo, la cual orden fu6 cumplida por las autoridades de Guadalajara.20 ¿Sabía entonces Alamillo de su inminente liberación y escribió las palabras anteriores para congraciarse con los constitucionalistas? Nunca lo sabremos, pues J. Trinidad Alamillo se Llevo el secreto a la tumba. Lo que sí sabemos es para el momento en que salió de la cárcel, ya se había olvidado de luchar por una 17. Ibíd.. 1 8 . “El señor J. Trinidad Alamillo salid en libertad. Telegrama especial para ‘El Popular’“, B Popular (Colima), 22 de septiembre, de 1914, p. 1. 19. Ibíd.., p. 44. 20. Manuel Rivera, “Colimense distinguido”, pp. 11-14, en Pdstumo homenaje al seifor J. Trinidad Alamillo (México, Impresores Mexicanos, 1938), en esp. p. 13.. gubernatura que ya casi expiraba. Los constantes sorpresas en la política acabaron convenciéndolo --ya que él no logró convencer-- de que más valla olvidarse del asunto de Colima por un buen tiempo. Y así lo hizo. Le bastaba pensar que las obras que había dejado tras de sí en Colima, hablarían por él a las nuevas generaciones de colimenses: “quedan plantados por mí, laureles de la India, hermosas palmas y primaveras, como testigos mudos de que pase por ahí..? También quedaba el mudo, triste y enmohecido kiosco austriaco que no podría jamás hablar mal del ex-gobernador colimense. Aparentemente decepcionado de la política colimense, don Trinidad emigró a los Estados Unidos, a Saint Helena, California, en 1916. Olvidándose momentáneamente de la política, ahí trabajó como representante legal --en todos los países de habla española-- de la compañía United States Radio Corporation. Laborando estaba en su negocio cuando el aguijón de la política lo alcanzó hasta el país vecino. Desde California volvió a divisar la silla gubernamental de Colima. Fue mucha la tentación. A fines de enero de 1923, visitó el país en aparente viaje de negocios --aunque más bien venía a enterarse del rumbo en que soplaban los vientos electorales--. Alamillo llegó hasta Colima, donde fue objeto de una “espléndida recepción” de sus partidarios, matizada de nostalgia y suspiros por aquellos viejos (aunque no tan perfectos) tiempos pasados, Apalabró su candidatura con sus amigos colimenses, quienes le entregaron un memorial donde le pedían aceptara jugarse la suerte por el gobierno del Estado y, en tono alarmante, le dijeron: “Salvad a Colima de la completa ruina a que se halla próxima, y dadnos la satisfacción de poderos llamar desde luego nuestro candidato”.22 Don Trinidad de eso pedía su limosna. Pero el sabor amargo que le 21. J. Trinidad Alamillo, Desde la pe nitenciarla del estado de Jalisco, p. 36. 22. AGN. Fondo Obregón-Calles. J. Trinidad Alamillo. “Carta abierta al Pueblo Colimense”. México, marzo de 1923.. había dejado su relación política en tiempos de la lucha armada con el entonces presidente de la república Álvaro Obregón, le hicieron aparentar serenidad y precaución. Aprendió que en política no por mucho madrugar amanece más temprano. Sus pasos encaminados a la candidatura, aunque lerdos, debían ser seguros. Sabía de sobra el terreno que pisaba. En una maniobra inteligente de su parte dijo un “no” que en realidad significaba un “si”: Mis justas excusas verbales a dichos Delegados para no aceptar los trabajos políticos ofrecidos con tanta sinceridad por aquellos ciudadanos, fueron cornbatidas con acierto y no aceptadas, porque todos saben bien que sobre mis negocios, sobre mis conveniencias y sobre mi tranquilidad, está el cariño que profeso a mi Estado y el interés que tengo por él y por el bienestar de sus habitantes. Es más, todos saben que éstas no son palabras falsas ni “politiquerías” en provecho propio, como generalmente se usa en estos tiempos.23 A fin de cuentas, el viejo lobo de mar hizo como si se encontraba entre la espada y la pared: “se me contestó”, dijo Alamillo, “que el Pueblo de Colima no aceptaba otra Candidatura que no fuera la mía”.z4 En consecuencia, Alamillo estuvo de acuerdo con que se iniciaran los trabajos en favor de su causa no sin antes lanzar una pregunta velada y una pedrada directa a la frente de Obregón: Que responda el gobierno o mis enemigos si los tengo y que digan si debe dejarse o no a ese pueblo en libertad para que ejercite sus derechos y paro que confirme sus propósitos en el terreno de los hechos, si es que puede pero si ese pueblo es burlado por medio del fraude y de los “chanchullos” c por la imposición oficial, él tendrá un desengaño más sobre lo que es e “Sufragio Efectivo” proclamado por la revolución y a mí me quedará la satisfacción de no haber desairado a mis conciudadanos, de haber guardado un: actitud decorosa, sin recurrir a la humillante necesidad de doblar la rodilla; para obtener el permiso y al mismo tiempo no haber cometido la tontería dt gastar dinero para comprar una credencial cara que solo produciría amargura: al gobernante que verdaderamente sea honrado y vaya al poder de buen; fe.25 * 23. Ibíd. 24. Ibíd. 2 5 . Ibíd. .. El nuevo J. Trinidad Alamillo, el que enfrentaba ahora la política como si SC tratara de una transacción más de negocios, había cambiado en su estrategia: política. Para 1923 ya no se andaba Alamillo entre las ramas y ya no se dirigía di manera privada al presidente (como lo hizo otrora con Porfirio Díaz) para semblantearlo frente a sus preferencias políticas. El Alamillo de 1923 se dirigió cl pueblo y no a su máximo gobernante antes de echar las velas al viento. No debo sorprender por ello que --en la misma carta abierta dirigida a los colimenses-Alamillo, entusiasmado, recomendara a sus paisanos prestaran oídos atentos a Ii creación del Partido Cooperatista de Colima, apoyado por el Cooperatista Nacional de México. Seguramente que Alamillo esperaba ser designado por ese partido par, entrarle a la pelea por la gubernatura. Recomendó a los colimenses que “SI adhieran a ese nuevo círculo mientras 61 cumpla con el programa delineado en est carta”.26 Sin embargo, los cooperatistas se aprovecharon “de los nombres y firma de los * alamillistas’” y los dejaron silvando en la loma, postulando al coronel Pedro Torres Ortiz para la gubernatura.27 Esta vez don Trinidad se dejó llevar por las aguas mansas --hasta eso momentos-- de la política colimense. Adicto al juego peligroso de la polític2 Alamillo tuvo la precaución de guardarse su última carta en la manga del sacc Una misiva de don Trinidad dirigida a Obregón lleg6 hasta el despacho presidencial. Con acierto, Alamillo pensó que si bien Obregón había perdido un brazo no había extraviado la memoria. Alamillo lo sabía, porque lo experimentó e cabeza propia, cómo se las gastaba el general sonorense. Y le escribió unas letra en el siguiente tono: 26. Ibíd.. 27. AGN. Fondo Obregón-Calles. Carpeta 408-C-36. J. Trinidad Alamillo, “Manifiesto a los Colimenses”. Colima, 17 de ab de 1923.. Por separado le he remitido impresa una “Carta Abierta” que escribí para el Pueblo Colimense, en la que, aparentemente acepto mi candidatura para Gobernador de aquel pequeño Estado, pero sinceramente le digo a usted que no hay tal cosa, porque todos creen, (y yo el primero), que tal candidatura no sería grata a su Gobierno y por otra parte, mi misión al venir a este país, está muy lejos de pensar siquiera en mezclarme en política que no me conviene bajo ningún concepto.28 Don Trinidad ya había tomado una decisión. Si Obregón se oponía a su resurrección política, le apostaría a la silla en las condiciones que fuesen. Pero si por el contrario Obregón quería ufanarse de poner en práctica los principios revolucionarios que él mismo había defendido, ahora sí que, a brazo partido, Alamillo estaría compitiendo con todas las de la ley. Pensó don Trinidad que todo a su tiempo llega: no le convenía a hora temprana mal quistarse con el presidente de la república. Por eso mismo expresó: A usted le digo confidencialmente y bajo mi palabra de honor, que a su debido tiempo yo renunciaré a dicha candidatura y procuraré inclinar a todos mis partidarios para que den su voto en favor de alguna persona competente y que tenga además la completa confianza y estimación del Gobierno que dignamente usted preside.2g Ajenos a las verdaderas preocupaciones de don Trinidad, sus partidarios notificaron a Obregón, el 30 de abril, que el Partido Alamillista, había quedado instalado dos días antes,30 justamente en la fecha en que se publicara la convocatoria para elecciones para gobernador. 31 Sucedió así que las hojas del calendario siguieron corriendo y Alamillo no recibió comunicación alguna de Obregón. Sufriendo la horrible sensación de no haber sido escuchado, por segunda vez escribió Alamillo a Obregón. Para que no hubiera lugar a dudas respecto a sus 28. AGN. Fondo Obregón-Calles. Carpeta 408-C-36. Carta de J. Trinidad Alamillo a Álvaro Obregh. México, 19 de marzo de 1923. 29. Ibíd. 30. AGN. Fondo Obregón-Calles. Carpeta 408-C-36. Carta del presidente del Partido Alamillista a Álvaro Obregón. Colima, 30 de abril de 1923. 31. Miguel Álvarez García. “Decreto número 61”. Colima, 30 de abril de 1923. intenciones, le mando copia del telegrama que dirigió a los alamillistas, que a la letra reza: Desde un principio expresé tener aquí obligaciones anteriores que debo cumplir. Prueba desinterés y agradecimiento que no quiero ser un obstáculo á sus trabajos, ruégales influir con partidarios para que voten por algún amigo que merezca la confianza de los colimenses y la del Gobierno del Centro [...].32 “Queda así cumplida la palabra que espontáneamente dí á Ud. de que á su debido tiempo haría la anterior declaración”, dijo Alamillo al presidente de la república. Obregón debió pensar que con los muertos políticos no se habla. Y Alamillo debió creer que el que calla, otorga. A pesar de haber comunicado en términos tan ambiguos su renuncia, sus amigos obviamente no se dieron por enterados. Siguió su marcha la candidatura. El miércoles primero de julio –fecha del acto electoral--, se disputaban el asiento del palacio de gobierno de Colima Gerardo Hurtado Suárez, sostenido por el Partido Independiente; Pedro Torres Ortiz, por el Cooperatista de Colima, y J. Trinidad Alamillo con sus alamillistas. Los números arrojaron los siguientes resultados: Gerardo Hurtado se llevó el triunfo con 3,497; 1650 votos fueron para Torres Ortiz y Alamillo obtuvo solamente 35 1.33 Las elecciones fueron un verdadero escándalo. Hubo de todo: pleitos enfre independentistas y cooperatístas, robo de urnas, \; demás. Finalmente, el viernes 10 de julio se declaró a Gerardo Hurtado gobernador electo. A don Trinidad le tocó esta vez la de perder. Equivocadamente creyó, o quiso creer, que el noventa y cinco por sienta de los colimenses estaban todavía --si es que alguna vez lo 32. AGN. Fondo Obregón-Calles. Carpeta 408-C-38. Carta de J. Trinidad Alamillo a Álvaro Obreg6n. Saint Helena, California. 15 de mayo de 1923. 33. AGGEC. Año 1923. Leg. 1000. “Documentos relativos a elecciones para renovación del Poder Ejecutivo del Estado, para el periodo próximo y que se verificaran el domingo 1 del año”. Agradezco a Héctor Porfirio Ochoa Rodríguez, el facilitarme una fotocopia de dicho legajo.. estuvieron-- de su parte, como se lo aseguraron sus amigos.34 El número de votos que recibió a su favor vino a demostrarle que se vivían nuevos y difíciles tiempos en Colima y que sus vida. poca había terminado diez años antes. Alamillo guardó el silencio de los prudentes. Al menos en los archivos que consulté no apareció queja alguna por parte de don Trinidad o de sus partidarios. Esta fue su última aparición en la vida pública de su terruño, Y a raíz de este nuevo fracaso terminó aborreciendo --no era para menos-- el quehacer político: “yo no quiero nada que huela a política, porque la odió [sic] con toda mi alma”.35 Se retiró entonces a la vida doméstica. Vivió sus últimos días en Guadalajara en su casa de Juan N. Cumplido e Independencia, cuidando de su esposa y sobrinos; disfrutando de sus árboles y sus frutos; entreteniéndose en limpiar y contemplar sus peleadas armas; haciéndose acompañar en sus paseos por el jardín de su fiel perra “Lula”. La muerte de su esposa Paula, en 1937, minó para siempre al hombre empecinado y fuerte que fue don Trinidad. Así lo recordó en sus últimos días su sobrino-nieto Benjamín: [Mi abuelo, don Trinidad] estaba comiendo en la mesa [...l tranquilamente [y] mi tía Carolina, la hermana de mi abuelo, estaba sirviendo. [Mi abuelo] estaba comiendo y mi padre cree que se imaginó a mi abuelita, porque cuando él estaba comiendo [...l a mediodía, gritó: ¡Paula! Y cayó desmayado. De ahí lo recogieron y le dieron unos fríos malignos.36 Sin remedio, 15 días después de la muerte de su esposa, un lunes, el 15 de octubre de 1937, don Trinidad: Ya no se levantó. Ya no habló. [...l Ya no supo de 61. Fue para ya no abrir los ojos. Nos pusimos a velarlo, abajo [del féretro se metió la perra, la “Lula”. No dejaba acercar a nadie. En cuanto murió, el árbol que estaba afuera del 34. AGN. Fondo Obregón-Calles. Carta de J. Trinidad Alamillo a Álvaro Obregh. México, 19 de marzo de 1923. 35. J. Trinidad Alamillo, Proyecto para reconstruir o mejorar las condiciones generales del Estado de Colima. Mi herencia de trabajo a los colimenses (Guadalajara, se., 19321, p. 32. 36. Entrevista de la autora con Benjamín y Graciela Alamillo Arzola. Colima, 23 de agosto de 1996.. jardín, un árbol enorme, un piral que el mismo planto, se abrió. Un piral grande. En cuanto él falleció trono el árbol.37 Así terminó la vida privada de uno de los hombres públicos más controvertidos de la historia moderna de Colima y de México. Aparte de sus plantas, arbustos y kioscos, Alamillo nos heredó, a sus curiosos lectores de 83 años más tarde, que lo camaleónico de las posturas políticas de hombres como él, desconocen de todo límite. Y para muestra qué mejor que él y su vida zigzagueante por la política colimense. J. Trinidad Alamillo, la gran figura señera de nuestra historia local fue porfirista cuando le convino; jugó sucio para ganar unas elecciones cuando lo quiso; luego de electo fue incondicional de don Francisco 1. Madero, para serlo inmediatamente después de Huerta... La presencia política de Alamillo, sin embargo, no hizo sino dar comienzo a una corta pero intensa y apasionada etapa de nuestra vida local. La caja de Pandora que don J. Trinidad Alamillo --no pudiendo resistir la curiosidad por saber lo que el destino le deparaba-- abrió, soltó por las tierras colimenses todos los males imaginables. Muy en el fondo quedaba la esperanza. La esperanza de un Colima mejor, que pudiera sobrevivir a las luchas intestinas que devoraban al país desde sus entrañas. Una esperanza, en suma, que Alamillo nunca logró materializar, pese a las mil y una maniobras que diseñó y a los mil y un sub terfugios que inventó. A la postre Alamillo, el camaleón político colimense por excelencia, se vio obligado a descubrir que, como tal, no podía ufanarse de tener más vidas políticas que un gato montés deambulando por nuestras comarcas colimenses.. 37. Ibíd. .. BIBLIOGRAFÍA ARCHIVOS CONSULTADOS Colima. Archivo del Congreso del Estado de Colima. Colima. Archivo General de Gobierno del Estado de Colima. Colima. Archivo Histórico del Municipio de Colima. Colima, Archivo del Registro Público de la Propiedad del Estado de Colima. Guadalajara. 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