556-562C14-12355.ANE Historico 19/11/07 10:55 (Rev. Esp. Anestesiol. Reanim. 2007; 54: 556-562) Página 556 HISTORIA DE LA ANESTESIOLOGÍA La “anestesia” en el imperio incaicoa H. Barrie Fairley* Resumen Los incas carecían de escritura y sus crónicas poco dicen acerca de su cirugía y nada de sus métodos para aliviar el dolor causado por ésta. Cabe la posibilidad de que contaran con alguna forma de anestesia. Las plantas de que disponían y que tenían efectos centrales incluyen, entre otras, el maíz (con el que preparaban de diferentes maneras una bebida alcohólica, chicha) la Datura, el espingo, el tabaco, el cactus de San Pedro y la coca. Los incas usaban la chicha para producir inconsciencia en intervenciones quirúrgicas menores; y ya se usaba la chicha en esas regiones en el siglo XIX, para llevar a cabo circuncisiones femeninas. La Datura, el espingo, el tabaco y el cactus de San Pedro pueden producir un trance profundo y, con toda probabilidad, anestesia. Hay evidencias de que se usaba la Datura como anestésico completo o parcial. Los incas masticaban las hojas de coca junto con cal y tragaban el zumo. Con ello lograban trabajar durante largas horas sin comer ni beber. Los indios peruanos actuales afirman que la coca sólo sirve para entumecer la boca pero ya en el siglo XIX observaban que las hojas de coca en las heridas aliviaban el dolor. Cabe conjeturar que los incas se valieron de la chicha, probablemente en combinación con algún otro estupefaciente, para conseguir la anestesia completa o parcial necesaria para su cirugía. Una cocción de las hojas de coca puede que haya sido empleada para conseguir la anestesia tópica. Palabras clave: Anestesia. Etnofarmacología. Historia de la medicina. América Latina. Medicina, tradicional. Perú. Plantas, medicinales. Hechicería. La información en este trabajo se recogió como parte de los preparativos para una tesis bilingüe: “Los cronistas, la medicina y la anestesia incaica” M.A. thesis. San José State University, (San José, California: 2006). *Profesor Emérito, Departamento de Anestesia, Universidad de Stanford, Stanford, CA 94305. a Correspondencia: H. Barrie Fairley 12 Biltmore Lane Menlo Park, CA 94025, USA. E-mail: [email protected] Aceptado para su publicación en septiembre de 2007. 556 Anesthesia in the Inca Empire Summary The Incas had no written language and their chroniclers say little about their surgery and nothing about their methods for relieving the pain it caused. It is possible that they did have some form of anesthesia. Available plants that had central effects include maize (which they used in different ways to prepare an alcoholic beverage called chicha), Datura, espingo, tobacco, San Pedro cactus, and coca. The Incas used chicha to induce unconsciousness during minor surgical operations and it was still being used in those regions in the 19th century to perform female circumcision. Datura, espingo, tobacco, and San Pedro cactus can produce a deep trance and, in all probability, anesthesia. There is evidence that they used Datura as a total or partial anesthetic. The Incas chewed coca leaves with lime and swallowed the resulting juice, and this allowed them to work long hours without eating or drinking. Modern-day Peruvian Indians say that coca only numbs the mouth, though it was observed in the 19th century that coca leaves placed in wounds provided pain relief. It is possible that the Incas used chicha — probably in combination with another narcotic — to achieve the total or partial anesthesia needed for their surgery. A decoction of coca leaves may have been used as a topical anesthetic. Key words: Anesthesia. Ethnopharmacology. History of medicine. Introducción Antes de la llegada de Pizarro al Perú en 1532 el imperio incaico se había extendido por todos los Andes, incluidos los territorios que hoy ocupan Ecuador, Perú, Bolivia y el sur, hacia la región de Santiago de Chile. Su capital era Cuzco y desde allí el soberano inca gobernaba una sociedad agraria y bien organizada, habitada por unos cuantos millones de personas. Sabemos que practicaban amputaciones y que trataban una variedad de heridas, entre ellas, algunas fracturas complejas. También practicaban trepanaciones. 42 556-562C14-12355.ANE Historico 19/11/07 10:55 Página 557 H. BARRIE FAIRLEY– La “anestesia” en el imperio incaico Este trabajo examinará la información disponible que nos permite hacer una conjetura razonable sobre los métodos de sedación que quizá utilizaran para estas operaciones. ¿Cabe pensar que eran capaces de inducir un sueño lo suficientemente profundo como para permitir la cirugía cuatro siglos antes del descubrimiento oficial de la anestesia en Boston o es que estaban obligados a aguantarse el dolor? La anestesia se menciona sólo de paso en la bibliografía sobre la medicina incaica y no hay estudios que se hayan aplicado específicamente a analizar el tema. Este trabajo describirá la información relevante que aparece en las crónicas, en particular acerca de las hierbas con efectos centrales de que disponían los incas. Más adelante examinaremos algunos escritos de fuentes secundarias. A partir de estos escritos desarrollaremos, con algún fundamento, una conjetura sobre las fases de la evolución de la anestesia en el imperio incaico. Fuentes de información Los incas hablaban quechua, lengua que todavía se habla en Perú, pero de la que no había trasposición escrita. Las historias en quechua se transmitían de generación a generación por tradición oral. Las fuentes primarias para investigar las prácticas de los incas son, por lo tanto, los escritos de los cronistas españoles que, o bien acompañaron a los conquistadores o bien los siguieron durante la Colonia. Escuchaban a los incas y sus descendientes y, además, hacían sus propias observaciones. Contamos también con la crónica de un indio, Guamán Poma de Ayala, lo suficientemente educado por los españoles como para poner por escrito sus propios conocimientos, con la ventaja adicional de que dominaba el quechua y tenía contactos familiares y amigos locales. Aun así, sus comentarios sobre medicina son escasos y aún más escasos son los referidos a cirugía. Por consiguiente, hemos de valernos de otras fuentes, como las cerámicas y los artefactos, las hierbas con propiedades medicinales que todavía crecen en Perú y están a disposición de los científicos, las momias y restos óseos, las observaciones de los antropólogos y exploradores; y los métodos de los chamanes actuales, que todavía aplican algunos procedimientos de la medicina tradicional. Índole de la medicina incaica La interpretación más completa de la medicina incaica se encuentra en el primer volumen de la obra del historiador de la medicina peruana, Juan Lastres1. 43 Los cronistas nos han proporcionado una visión general de una cultura, pero son poco versados en anatomía y fisiología. Los incas describían sus enfermedades por sus síntomas o por la parte del cuerpo que les dolía y atribuían su causa a los dioses o a los efectos de la magia. Los curanderos se llamaban camascas y sus tratamientos estaban basados en la experiencia. En el tratamiento intervenían además de creencias supersticiosas y mucha fe, varias hierbas medicinales. La sangría y la purgación se usaban para quitar las fiebres malas. En aquel tiempo, tampoco en Europa la medicina tenía bases científicas, por consiguiente, no puede decirse que fuera superior a la incaica. Por esa razón, muchos españoles se sometían de buen grado a los tratamientos de los camascas. El inca y la nobleza tenían sus camascas preferidos y, en buena medida, el resto del pueblo había de valerse por sí mismo. Con toda probabilidad, cualquiera que fuese el método de sedación utilizado, estaba sobre todo a disposición de la élite; la mayoría debía someterse en cambio a operaciones sumamente dolorosas sin alivio alguno. Cirugía La única referencia a una operación quirúrgica que aparece en las crónicas está relacionada con la ceremonía de la llegada a la madurez entre la nobleza. Para esta ocasión se les entregaba a los jóvenes sus taparrabos, se les perforaban las orejas y se les introducían unos palos para mantener abiertos los orificios. Durante los días siguientes se les agrandaban aún más los orificios para aplicar en ellos enormes adornos (“del tamaño de la tapa de un tarro”) que servían para señalar su nobleza. Para perder el conocimiento y poder someterse a esta operación los jóvenes ingerían suficiente alcohol en forma de chicha: tan grande era el tamaño de los agujeros y la tosquedad de los instrumentos empleados para realizarlas. Lastres describe la índole ritual de esta ceremonia como análoga a la circuncisión judía y sugiere que si se valían del alcohol de esta manera es probable que lo usaran además para realizar operaciones de cirugía mayor. Analizaremos esto más adelante. Por otra parte, por las cerámicas y los restos óseos sabemos que los incas practicaban amputaciones, puede que para atender traumas y enfermedades, corregir deformidades y, probablemente, como una forma de castigo por mutilación. Sabemos también que trataban las fracturas complejas con éxito. No estaban en condiciones de abrir un vientre con éxito y no hay evidencias de que practicaran la cirugía abdominal, ni siquiera la cesárea. 557 556-562C14-12355.ANE Historico 19/11/07 10:55 Página 558 Rev. Esp. Anestesiol. Reanim. Vol. 54, Núm. 9, 2007 Finalmente, está claro que practicaban las trepanaciones con frecuencia. Los muchos cráneos encontrados con agujeros cicatrizados o en proceso de cicatrizarse indican que un porcentaje considerable de los pacientes sobrevivían a la operación. La tasa de sobrevivencia varía según la región y las diferentes condiciones de la trepanación, si se la realizaba para operar fracturas con hundimiento o se intentaba curar la epilepsia, aliviar el coma o aún si se trataba de liberar al paciente de la influencia de los malos espíritus. Sin tener en cuenta la indicación, esta tasa sugiere que tales operaciones se llevaban a cabo con el control suficiente como para evitar dañar las meninges y los tejidos subyacentes y minimizar la hemorragia de la incisión en el cuero cabelludo. D’Harcourt resume el asunto así: On frémit à la pensée qu’une opération aussi longue et aussie pénible que la trépanation aurait été subie sans faire absorber au patient le moindre narcotique; mais il faut se rappeler que nos chirurgiens aux armées, il n’y a pas si longtemps, amputaient les membres, recousaient les éventrations, pansaient le plus profondes blessures en dehors de toute anesthésie (encore inconnue)2. Bandalier confirma que se podía realizar una trepanación sin anestesia y que, en la Bolivia rural del siglo XIX, entrevistó a un mestizo que, para tratarse una fractura con hundimiento producida por una pelea, se había sometido a una trepanación sin anestesia. Cuenta que le dolió mucho hasta que el curandero llegó al hueso del cráneo3. Entre los cráneos examinados por Verano, un antropólogo forense, había algunas trepanaciones realizadas de diferentes maneras4. Está claro que la instrumentación era rudimentaria y que con toda probabilidad la operación duraba mucho tiempo. Había agujeros redondos con paredes suaves y se cree que para hacerlas solían emplear un cuchillo de bronce de tipo tumi, con hoja en forma de semicírculo, con el lado redondeado afilado. El mango se sujetaba al otro extremo. Una versión ornamental que se conserva en el Museo de Hamburgo muestra, en un extremo del mango, tres figuras sentadas5. La figura central es el paciente; un ayudante lo sujeta por un lado y el camasca por el otro mientras blande un cuchillo tumi sobre la cabeza del paciente. Aunque algunos autores han sugerido que las trepanaciones se practicaban en la posición sentada, ésta es la única representación que conocemos. Es posible que la presencia de las tres figuras en el extremo del mango se debiese al poco espacio disponible para representarlas y no a la voluntad de dar una representación exacta de la operación. Otras fuentes afirman que la posición tendida de cúbito supino era la más común. Lastres incluye en su libro un retrato sacado de Moodie de un paciente que se somete a una trepanación en la posición de decúbito. Al respecto Freeman afirma: 558 In the mountains of Peru, Chili (sic) and Bolivia, trephining for fractures is still practiced occasionally by native medicine men. From observations of their methods, as well as other sources of information, the ancient manner of operating may be inferred: The patient’s head was held tightly between the surgeon’s knees - the former reclining, the latter sitting6. Hierbas medicinales Entre los cronistas, el jesuita Diego de Rosales7 y el padre Bernabé Cobo nos proporcionan más información aunque sin dar detalles. En el primer volumen de la Historia del Nuevo Mundo, hay una descripción de 299 plantas, arbustos, árboles y frutas que se encuentran en los Andes, así como de sus usos8. Entre ellos Cobo describe una variedad fascinante de todo tipo de usos medicinales, incluso para el tratamiento de afecciones de órganos internos, de la piel y de muchas infecciones, incluidas las producidas por fracturas abiertas. Menciona algunas plantas que tenían un efecto central (Tabla 1). Está claro que no todas pueden ser consideradas como ejemplos de sedación profunda, pero las siguientes merecen algún comentario adicional: Zara. Palabra quechua para el maíz con que se preparaba la chicha, nombre genérico de una bebida alcohólica corriente que se bebía en abundancia en todas las localidades, pero que en la actualidad se usa casi únicamente con el preparado de maíz. El método más común, que todavía persiste en Perú, aparece descrito por José de Acosta: No les sirve a los indios el maíz, solo de pan, sino también de vino, porque de él hacen sus bebidas con que se embriagan harto, más presto que con vino de uvas. (...) Otro modo de hacer el azúa o chicha, es mascando el maíz y haciendo levadura de lo que así se masca, y después cocido, y aun es opinión de indios que para hacer buena levadura, se ha de mascar por viejas podridas, que aun oíllo pone asco y ellos no lo tienen que beber aquel vino. El modo más limpio y más sano y que menos encalabría, es de maíz tostado; esto usan los indios más pulidos, y algunos españoles, por medicina; (...)9. Otras formas: la sora, que solía ser más fuerte. Se enterraban las espigas del maíz hasta que retoñaban, luego seguía el procedimiento del mascar descrito por Acosta; y la chicha hecha de la fruta del árbol molle, parecido a la baya del sauco o de la quinua. Estas últimas estaban consideradas entre las más embriagadoras. Achuma. Cobo hace este comentario sobre ella: Es ésta una planta con que el demonio tenía engañados a los indios de Perú en su gentilidad; de la cual 44 556-562C14-12355.ANE Historico 19/11/07 10:55 Página 559 H. BARRIE FAIRLEY– La “anestesia” en el imperio incaico TABLA 1 Hierbas de Cobo que tienen acciones centrales putativas Nombre Quechua/Aymara Nombre botánico Nombre español Nombre inglés Componente activo Achuma Añu/Isana Chamico Trichocereus pachanoi Tropaelum uberosum Datura stramonium Cactus San Pedro Capuchina Miaya San Pedro cactus Nasturtium Jimsonweed, Thorn Apple Chilca Koka Espinco Espingo Inchis Molle Quinua Sairi Zara/Azúa Baccharis polyantha Erythroxylum coca Chilca Coca Coca Nectandra Arachis hypogea Schninus molle Chenopod. quinoa Nicotiana tabacum Zea Mays Cacahuete Molle Quinoa Tabaco Maíz mezcalina isothiocyanates escopolomina, hyosciamina, atropina trichothecenas? cocaína véase análisis véase análisis glicéridos varios alcohol alcohol nicotina alcohol usaban para sus embustes y supersticiones. Bebido el zumo della, saca de sentido de manera que quedan los que lo beben como muertos, y aun se ha visto morir algunos por causa de la mucha frialdad que el cerebro recibe. Transportados con esta bebida los indios, soñaban mil disparates y los creían como si fueran verdades10. Algunos preparados del cactus San Pedro todavía son utilizados por los chamanes en el Perú rural para producir trances en el rito de la mesa. El principal componente activo es la mezcalina y, aunque Cobo sostiene que “quedan, los que lo beben, como muertos”, es poco probable que un alucinógeno sirviese para obtener una anestesia fiable. Por otro lado, es posible que ésta y otras hierbas produjeran suficiente falta de consciencia como para provocar la amnesia de una intervención quirúrgica, practicada sobre un paciente que, de todas formas, había de estar amarrado. Chamico. Chávez Velásquez incluye el nombre botánico de chamico para referirse a la Datura stramonium y también D. ferox11, los cuales se encuentran en Perú. También crece en el este de los Estados Unidos y en otras partes del mundo, incluso en Asia. Muchos autores sostienen sin atribución ninguna que la Datura era empleada por los incas como anestesia. La viabilidad de este procedimiento no ha sido examinada con detalle aunque Bauer describe en su tesis doctoral algunos experimentos con inhalaciones de “esponjas soporíferas” empapadas de extractos de hierbas entre las cuales está la Datura12. Un cirujano francés informa acerca de cinco pacientes anestesiados con éxito de esta manera para someterlos a cirugía13 y, sin dar detalles, Stevenson comenta que una tribu norteamericana usaba Datura para conseguir cierta anestesia en sus operaciones, a finales del siglo XIX14. Los componentes activos de la Datura son la escopolami45 Peanut Quinoa Tobacco Corn/Maize na, la hioscinamina y la atropina. La concentración de estas sustancias varía según las especies, las plantas y según las partes de cada planta. El contenido de alcaloides aumenta durante la maduración y cambia también con el medio ambiente; aumenta tras la exposición a la luz ultravioleta y disminuye después de la lluvia15. Cobo describe sus efectos de esta manera: Tomado su cocimiento, adormece los sentidos. Usan los indios dél para embriagarse, y si toma mucha cantidad, saca de sentido a una persona de manera que, teniendo los ojos abiertos, no ve ni conoce. Suélense hacer grandes males con esta bebida; y aún no ha mucho tiempo que sucedió en este reino, que yendo camino un conocido mio con otro compañero, éste, para robarlo, le dió a beber chamico, con que el paciente salió de juicio y estuvo tan furioso, que desnudo, en camisa, se iba a echar en un río. Agarrándolo como a loco y lo detuvieron, y estuvo desta suerte sin volver en sí dos días16. Las descripciones del envenenamiento con Datura muestran las propiedades de ésta como anticolinérgico. Los síntomas empiezan entre treinta y sesenta minutos después de fumar las hojas y entre una y cuatro horas después de ingerir la planta o sus semillas17. Salen et al.18 presentan los resultados de dieciséis casos de envenenamiento con semillas de D. stramonium. El número de semillas ingeridas variaba entre siete y doscientos, y el cambio en la actividad mental se manifestaba como conducta combativa, aunque sin ocasionar muertes18. Esto ha sido confirmado por otros autores, con una excepción de un informe aparecido en el New York Times sobre el envenenamiento de ciento veinte personas con Datura en el comedor de una fábrica en India. En este caso el síntoma predominante fue el delirio y hubo cincuenta y dos muertes19. En su excelente apartado sobre esta planta, Frohne y Fänder resumen muchos informes de envenenamiento con 559 556-562C14-12355.ANE Historico 19/11/07 10:55 Página 560 Rev. Esp. Anestesiol. Reanim. Vol. 54, Núm. 9, 2007 Datura señalando que las manifestaciones más comunes son las alucinaciones y la conducta inapropiada20 lo cual contrasta con la afirmación de Duke de que “Overdose is usually fatal. Those who indulge in ‘jimsonweed seed’ may be taking off on a one-way trip”21. Las contradicciones acerca de la profundidad de la inconsciencia producida por Datura puede que se debieran a la dosis y a la condición física de los pacientes. El número máximo de semillas tomadas en los casos presentados por Salen et al es doscientos18. Duke estima que un número mayor podría producir un efecto importante, basándose en la farmacognocia y toxicología vigentes21. Ciertamente, habría sido muy difícil administrar una cantidad de Datura con efectos previsibles. La latencia de la aparición habría hecho muy difícil establecer las dosis incrementales. Es más fácil usar una cantidad determinada de semillas tomadas de un lugar específico en el que, por experiencias anteriores, se conocen sus efectos. Espingo/Espinco. Cobo describe el espingo y el espinco por separado, el último como: (...) una yerba olorosa y tan parecida al trébol, que sin duda es especie suya; su hoya y flores son como las del trébol, salvo que no se levanta del la tierra y tienen unas espinillas redondas como ruedecillas. (...) Los polvos de desta yerba, mezclados con polvos de incienso y dados en vino, hacen no sentir los tormentos por rigurosos que sean22. Puesto que el quechua era un idioma únicamente oral, los cronistas sólo podían anotar las palabras fonéticamente y la mayoría de los autores posteriores considera el espinco como sinónimo de espingo (ishpingo), que es como se lo conoce en la actualidad. Los incas preparaban una bebida fuerte llamada yale, que consistía en la sora, variante fuerte de chicha, a la cual añadían el espingo podrido. Con respecto a sus bebedores, Villagómez dice que “los vuelve como locos”23 y, por lo tanto, ha de considerarse estupefaciente, aunque su identificación es todavía incierta. En un estudio detallado del tema, Wassen identifica el espingo como componente de la Quaribea sp24. Sin embargo, algunos estudios más recientes lo identifican como un fruto parecido a la almendra de una especie de Nectandra25 y el diccionario de Brack Egg señala que el término espingo o ishpingo está referido probablemente a varios árboles, al tiempo que observa que, entre estos, el fruto de la Jacarandá copaia es “anestesiante”26. Coca. La coca, Erythroxlum coca, era poco común en el imperio. Por ello, los soberanos incas y su nobleza sentían gran estima por ella; tanto, que la daban en pequeñas cantidades como regalo o premio e incluso se hacían enterrar con ellas para usarla en el más allá. Cobo comenta: 560 El uso desta hoja es desta manera: délla, majada, hacen los indios unas pelotillas como un higo, y éstas traen de ordinario en la boca, entre el carrillo y las encías, chupando el zumo sin tragar la hoja: y afirman que les da tanto esfuerzo, que, mientras la tienen en la boca, no sienten sed, hambre ni cansancio. Con referencia a la cal añadía: Tiene sabor de zumaque, y la suelen polvorear con cierta ceniza que hace la rama de la quinua, de huesos, de piedras y de conchas de la mar quemadas (salsa por cierto bien semejante al manjar)27. Los conquistadores descubrieron esta propiedad y hacían que los indios cultivaran más arbustos y mascaran las hojas mientras estaban trabajando (era uno de sus cultivos más valorados, ya en aquellos tiempos). Esta costumbre persiste en la actualidad y es sabido que la cal añadida facilita la liberación de los alcaloides. Estos están presentes en una proporción del 0,4 al 2,5 por ciento de las hojas, pero la cocaína representa más o menos el 50 a 75% de los componentes activos, según la región28. La mayoría de los mascadores extraen de esto una tasa de ~1 miligramo por minuto29. ¿Hay suficiente cocaína en este extracto como para causar un efecto entumecedor en la boca y dar así a los incas una pista en cuanto a su propiedad como anestesia local? Aunque no hay mención de ello en las crónicas, Chauncey Leake supone que así ocurrió30, lo mismo que Sáenz31. También Bandalier describe cómo disminuye el dolor cuando se aplican hojas de coca a las heridas para ayudar a cicatrizarlas32. Cortés Ramón et al. afirman que los actuales mascadores de coca, de habla quechua, son conscientes de un efecto anestésico que llaman kunku sukuntu (garganta durmiendo)33. El trabajo de Moreno y Maiz así lo confirma34. Por todo ello es bastante razonable suponer que los incas conocían esta propiedad y que usaban un preparado del zumo de las hojas de coca mezclado con cal, quizá para aliviar el dolor de las heridas, incluso de las producidas por la cirugía. Tabaco. Aunque Cobo menciona diferentes usos medicinales de las hojas de tabaco, no incluye entre ellos el alivio del dolor. No obstante, Acosta dice que “es una hierba que esta gente usa para amortiguar la carne y no sentir el trabajo”35. No está claro si se refiere al tabaco por aplicación local, por ingestión de una cocción o por inhalación en forma de humo o líquido. Modos de administración Hasta aquí hemos analizado casi exclusivamente la administración oral. Sabemos, no obstante, que la inhalación puede producir un efecto más rápido y pue46 556-562C14-12355.ANE Historico 19/11/07 10:55 Página 561 H. BARRIE FAIRLEY– La “anestesia” en el imperio incaico de que este procedimiento se haya usado de vez en cuando. Hay referencia a la eficacia de las hojas de Datura cuando se fuman; y, por otra parte, los chamanes actuales inhalan el líquido de tabaco por la nariz, junto con un preparado del cactus de San Pedro. De este modo se inducen un estado de trance. A veces añaden Datura a la mezcla36. No conocemos ningún estudio acerca de la administración por vía rectal. Sin embargo, disponían de equipos para realizar enemas como parte del proceso de las purgaciones37 y, por otro lado, la Datura era administrada en forma de supositorio en Nueva España38. Finalmente, es notable que en las crónicas o en otros documentos de aquella época no aparezca comentario alguno sobre el uso de la anestesia de refrigeración. Los incas eran esencialmente un pueblo montañés y estaban acostumbrados al frío. Es posible que conocieran esta opción para la cirugía de miembros. Una conjetura Por desgracia nunca contaremos con evidencias directas de que los incas fueran capaces de producir inconsciencia antes de realizar sus operaciones quirúrgicas. Aunque las afirmaciones al respecto son numerosas y no han sido corroboradas por la bibliografía disponible, los siguientes comentarios han de ser tenidos por serios: The stories of anesthesia seem to have been passed from generation to generation without anybody having tried the techniques described39. Es así que mucho se ha escrito y discutido sobre el tema, pero en general se ha leído muy poco y muy mal y hay casos, desgraciadamente muchos, en que una opinión o información no sustentada luego es tomada por otros y, poco a poco, a fuerza de repetición se va convirtiendo en «hecho comprobado»40. No obstante, de los datos esbozados más arriba cabe hacer una valoración de las probabilidades. Está claro que los incas disponían de chicha en todas partes, que se emborrachaban con frecuencia y que, por lo tanto, eran conscientes de los efectos de beber en exceso; y, finalmente, que sabían cómo preparar las variedades fuertes de chicha. Su uso como seudoanestésico para agujerear las orejas de los novicios de la nobleza ha sido mencionado, junto con la sugerencia de Lastres de que es posible que se usara para otro tipo de cirugía. Como apoyo fáctico sirve el testimonio de un explorador francés que, en el siglo XIX, vio a algunas muchachas de una tribu peruana a las que se suministró chicha para producir la necesaria inconsciencia para la circuncisión femenina (aunque no hay eviden47 cias de que los incas practicaran este procedimiento en sus jóvenes núbiles)41. Es razonable suponer que la chicha era usada asociada con la cirugía que practicaban los camascas en la nobleza, y quizá en las regiones rurales donde la chicha era parte de la vida cotidiana. En ese caso, es probable que se escogiera una de las formas más fuertes, probablemente el yale, pese a que beber ese brebaje era ilegal. Los incas sabían de los pasmosos efectos de la Datura stramonium, del cactus San Pedro y del tabaco, y es posible que los usaran con chicha o con yale o por separado. Es probable que no pudieran obtener una forma previsible de anestesia en todos los casos pero parece muy probable que sabían lo suficiente como para producir una amnesia considerable, aún cuando los pacientes con anestesia incompleta habían de estar atados. Puesto que está comprobado que usaban una cocción de hojas de coca para las heridas, es probable que la severidad del dolor disminuyera lo mismo que el dolor producido por las ataduras. Sin duda, muchos pacientes no tenían más remedio que someterse a una intervención quirúrgica a sabiendas de que no contaban con medio alguno para aliviar el dolor, especialmente la gente común. En aquel tiempo, se carecía de conocimientos anatómicos, de fisiología y de patología y es probable que los pacientes necesitaran la influencia de la fe y las supersticiones, además de los argumentos persuasivos del camasca, para aliviar sus temores. Asimismo, los intentos de producir un estado de anestesia, de vez en cuando conllevaban la muerte, especialmente si los pacientes tenían el estómago lleno y llegaban a un nivel profundo de coma, posiblemente en la posición sentada y sin vía respiratoria artificial. Es posible que estas muertes quedaran compensadas estadísticamente por el número de ocasiones en que sólo se lograban niveles más leves de sedación y anestesia. Agradecimiento El autor agradece a Roland Hamilton y Enrique Lynch por su consejo en la preparación de este trabajo. BIBLIOGRAFÍA 1. Lastres JB. Historia de la medicina peruana, Vol. 1: La medicina incaica. Historia de la universidad, vol. V. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1951. 2. D’Harcourt R. 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