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ALIMENTACIÓN DEL VACUNO DE LECHE
5. EMPLEO DE LA ALFALFA DESHIDRATADA EN LA ALIMENTACIÓN
DEL VACUNO DE LECHE
A.B. Rodríguez1-2, P. Llorente3, S. Andrés1, F.J. Giráldez1
1
Instituto de Ganadería de Montaña, CSIC-ULE.
2
Pania Animal S.L.
3
INATEGA S.L.
Emails:
A.B. Rodríguez ([email protected])
P. Llorente ([email protected])
S. Andrés ([email protected])
F.J. Giráldez ([email protected])
INTRODUCCIÓN
La alfalfa (Medicago sativa) es una planta herbácea de la familia de las leguminosas muy
apreciada como forraje para la alimentación de los rumiantes por sus excelentes propiedades
nutritivas y su elevado grado de palatabilidad.
En la actualidad, la alfalfa se utiliza en las raciones unifeed del vacuno de leche en diferentes
formas, henificada, ensilada y deshidratada, picada a un tamaño de partícula apropiado para el
correcto funcionamiento del rumen.
La alfalfa deshidratada tiene una buena aceptación fruto de las ventajas que ofrece. Por una
parte, al reducir la dependencia de las condiciones climatológicas permite planificar la siega de una
forma más racional, realizándola en las etapas en las que el forraje tiene un mayor valor nutritivo.
Por otra parte, al manejar el forraje con una mayor humedad, se reducen también las pérdidas
durante la recogida del forraje. Al mismo tiempo, el proceso de desecación artificial permite
obtener un secado mayor y más homogéneo, reduciendo los riesgos de contaminación microbiana
durante el almacenamiento del forraje y requiriendo un menor tiempo en el carro unifeed para
reducir su tamaño de partícula.
En el presente artículo se analizará el valor nutritivo de la alfalfa y su empleo como
alternativa a la soja, señalando también las ventajas específicas que aporta la alfalfa deshidratada
respecto al heno.
VALOR NUTRITIVO DE LA ALFALFA
El contenido de energía, fibra y proteína de la alfalfa varía con diferentes factores, siendo el
estado fenológico de la planta en el momento de la siega el factor más influyente. Como se puede
apreciar en la Figura 1, el mayor contenido de proteína se obtiene cuando la planta se siega en los
estadios tempranos anteriores a la floración. A medida que la planta madura, aumenta el contenido
de fibra, que también se hace menos digestible y se ve disminuida también la relación hojas/tallos
(0.55, 0.42 y 0.37, respectivamente para los estadios de inicio de botones florales, botones
avanzados y floración temprana) (Yari et al., 2012).
La alfalfa es una buena fuente de fibra soluble que, aproximadamente, puede llegar a
representar desde un 10 un 20%. De igual forma a cómo ocurre con el contenido de proteína bruta,
la proporción de fibra soluble disminuye a medida que la planta de alfalfa avanza en su madurez,
siendo menor a medida que disminuye la proporción de hojas y aumenta la de tallos.
El contenido de pectinas de la alfalfa es funcionalmente muy relevante porque las pectinas
son muy digestibles y su patrón de fermentación en el rumen no hace descender el pH ruminal por
lo que reducen los problemas relacionados con la acidosis ruminal en animales que consumen dietas
con elevados niveles de concentrado.
Debido al importante efecto del estado fenológico es muy importante realizar la siega en el
momento más adecuado y esto únicamente es posible cuando se reduce la dependencia de las
condiciones climáticas. Por ello, suele conseguirse un mejor forraje cuando se deshidrata
artificialmente la alfalfa que cuando se henifica.
Independientemente del efecto del estado fenológico, cuando se comparan forrajes
habitualmente utilizados en la alimentación del vacuno de leche, como la hierba timotea (Phleum
pratense), el dactilo (Dactylis glomerata), Bermuda grass (Cynodon dactylon), trébol rojo (Trifolium
pratense), trébol de las arenas (Lotus corniculatus) y la alfalfa (Medicago sativa) se observa una gran
diferencia en la composición química entre las gramíneas (Phleum pratense, Dactylis glomerata y
Cynodon dactylon) y las leguminosas (Trifolium pratense, Lotus corniculatus y Medicago sativa) tal
y como se aprecia en la Figura 2. Las leguminosas tienen mayor porcentaje de proteína y de fibra
soluble y menor de fibra insoluble, aunque ésta última suele estar más lignificada y ser menos
digestible.
Entre las leguminosas, el heno de trébol, especialmente del trébol rojo, es un forraje de un
valor nutritivo similar a la alfalfa pero debido a que se seca más lentamente no suele henificarse y,
por ello, es un forraje que prácticamente no se comercializa. Por otra parte, diferentes estudios
señalan una reducción en el contenido proteico de la leche al substituir alfalfa por trébol en la ración
de vacas de leche.
Un efecto similar se ha observado, en Vacas Holstein chinas, al comparar raciones utilizando
heno silvestre de raigrás y heno de alfalfa como única fuente de forraje (Zhu et al., 2013). Los autores
de este estudio pudieron comprobar que este efecto estuvo relacionado con un mayor aporte de
proteína digestible en el intestino, fundamentalmente como consecuencia de una mayor síntesis de
proteína microbiana en el rumen. Cabe indicar que esta mayor síntesis fue consecuencia de una
mayor disponibilidad de energía para los microorganismos y no de diferencias en la degradabilidad
de la proteína y se tradujo en una menor eliminación de N con las deyecciones. Este aspecto es de
gran relevancia desde el punto de vista del impacto ambiental ya que conllevaría una reducción en
las emisiones de óxido nitroso (gas de efecto invernadero).
Por otra parte, la composición de la proteína de la alfalfa es relativamente equilibrada y esto
puede determinar también que la eficiencia con que se utilice la proteína aportada por la alfalfa sea
superior a la de otros alimentos. En la figura 3 se puede ver la proporción de los principales
aminoácidos en la leche de vaca y en la alfalfa. Como se puede apreciar, excepto en la arginina, el
perfil aminoacídico es muy similar, para un porcentaje importante de los aminoácidos.
No obstante, es importante mencionar, que la proteína de la alfalfa tiene una degradabilidad
relativamente elevada y normalmente menos del 60% de la proteína de la alfalfa alcanza el intestino
delgado sin degradarse. Se ha sugerido que el tratamiento térmico durante la deshidratación
artificial de la alfalfa puede causar reacciones que reducen la degradabilidad en el rumen de la
proteína de la alfalfa. Durante el proceso de deshidratación, se pueden producir una serie de
reacciones químicas complejas no enzimáticas mediadas por el calor que involucra, los azúcares y
aminoácidos existentes y se denominan reacciones de Maillard. Estas reacciones insolubilizan parte
de las proteínas en los complejos de Maillard, que poseen propiedades químicas similares a la
lignina, que podrían reducir la digestibilidad de la proteína. No obstante, si el tratamiento térmico
es de escasa duración se forman complejos que son estables a valores de pH comprendidos entre 6
y 7 pero que se separan con pH ácidos (típicos del estómago) y alcalinos (típicos del intestino). De
esta forma, los complejos serían indegradables en el rumen pero posteriormente serían digestibles
en los tramos posteriores del tracto digestivo. De hecho, diferentes autores han observado un
incremento en el contenido de proteína no degradable en el rumen, incrementándose la cantidad
de proteína de la alfalfa que llega al intestino (Broderick et al., 1993; Price et al., 1988; Polan et al.,
1998). No obstante, si el tratamiento térmico es inadecuado, podrían formarse complejos
indigestibles.
Por otra parte, y en los últimos años, la incidencia de enfermedades relacionadas con el
consumo de grasas ha concienciado a muchos consumidores y son bien conocidos los conceptos de
ácidos grasos omega 3 y 6 y ácido linoleico conjugado (CLA). Aunque en la alfalfa el contenido de
grasa es bajo en comparación con otros alimentos (e.g. semillas de leguminosas), destaca la elevada
proporción relativa de ácido linolénico (40% del total de ácidos grasos), que es precursor del CLA.
La alfalfa posee un perfil de minerales más equilibrado que otros alimentos, destacando su
alto contenido en calcio. Por lo general las leguminosas tienen un mayor contenido de calcio que las
gramíneas (Figura 6).
El elevado contenido de calcio que presenta la alfalfa le confiere un valor añadido para su
empleo en las raciones de vacuno de leche de alta producción, dada las elevadas necesidades que
tienen de este mineral. No obstante, su empleo, tanto por el contenido de calcio como por la
capacidad buffer de la alfalfa, debe ser limitado en las vacas en el periodo seco, ya que podría limitar
la movilización de calcio en el postparto.
EFECTO DE LA INCLUSIÓN DE ALFALFA SOBRE LA INGESTIÓN, LA DIGESTIBILIDAD Y LA
PRODUCCIÓN DE LECHE
La alfalfa es un forraje con un alto contenido en proteína. Esta circunstancia unida a su
elevada digestibilidad y aporte de fibra soluble y de calcio, así como su capacidad buffer, permite,
al contrario que otros forrajes, su inclusión en una proporción elevada en las raciones para vacas de
leche. Debido a ello, son numerosos los estudios que han evaluado el efecto de la sustitución parcial
de forrajes y suplementos proteicos, como la torta de soja, por alfalfa en la alimentación del vacuno
de leche de alta producción.
De los estudios realizados se puede concluir que el efecto de la inclusión de alfalfa
deshidratada depende del nivel de inclusión y de la ración en la que se incorpore, no encontrándose
efectos u observándose efectos negativos o positivos sobre la ingestión, la digestibilidad y la
producción y composición de la leche.
Así, por ejemplo, Thénard et al. (2002) comprobaron que el uso de 3 kg de alfalfa
deshidratada en sustitución de ensilado de hierba y de maíz, para la alimentación de vacas durante
las 15 primeras semanas de lactación, permitía reducir la cantidad de harina de soja sin perjudicar
el balance energético y proteico. La producción de leche no varió pero sí su composición. Al incluir
alfalfa, se incrementó el contenido de proteína, no variando el contenido de grasa. No obstante,
estos autores concluyeron que el valor añadido de la inclusión de alfalfa residía fundamentalmente
en una mejora de las condiciones ruminales, reduciendo la acidosis, que se traduce también en una
menor incidencia de mamitis.
Otros autores (Peyraud y Delaby, 1994) observaron que la inclusión 2.5 kg de alfalfa
deshidratada en sustitución de parte del concentrado, aumentó la producción de leche (30.4 a 31
kg), si bien redujo el contenido de grasa de la misma (de 4.1 a 3.9 %), aunque no en valores absolutos
(1.23 vs 1.21 kg/día). Cuando se duplicó el contenido de alfalfa de la ración (5 kg) no aumentó la
producción de leche pero se redujo ligeramente el porcentaje de proteína (3.07 a 3.01%) y de grasa
(4.1 a 4.0%), siendo similares los valores absolutos (kg/día).
Christensen & Cochran, (1983), al incluir un 25% de alfalfa deshidratada en la ración de vacas
lecheras, en sustitución de la misma cantidad de concentrado, no observaron diferencias ni en la
ingestión ni en los parámetros indicativos de la fermentación ruminal (pH, amoniaco, ácidos grasos
volátiles o actividad hidrogenasa). Sin embargo, con un porcentaje de inclusión similar (22,5%) en
sustitución de parte del concentrado, Kirkpatrick et al. (1984) observaron una reducción de la
digestibilidad de la materia seca, no viéndose afectada la ingestión. Resultados similares fueron
observados en un trabajo más reciente, en el que se sustituyó un 30% del suplemento proteico
(constituido por un 15% de torta de soja) por alfalfa deshidratada en la ración de vacas lecheras
(Doreau et al.,2014). Cabe indicar, que en este trabajo se observó, además, una reducción en la
producción de leche.
Price et al. (1988) estudiaron la inclusión de alfalfa deshidratada en las dietas de vacas
lecheras en dos pruebas diferentes. Para ello usaron ensilado de maíz como forraje y diferente
concentrado, uno constituido por torta de soja y maíz y el otro usando alfalfa deshidratada y
diferente proporción de maíz. En ningún caso observaron diferencias en la ingestión ni en la
digestibilidad de la materia seca. El porcentaje de proteína degradada en el rumen se redujo, como
indican los menores valores de amoniaco en rumen, incrementándose así la cantidad de
aminoácidos que llegaron al intestino, cuando se incluyó alfalfa deshidratada en la dieta. En este
estudio se observó una reducción en la producción de leche y en su contenido de proteína,
aumentando, sin embargo, el contenido de grasa. Estos autores también observaron una mayor
proporción de ácido acético en relación con el ácido propiónico en el rumen, lo que sugiere una
fermentación ruminal menos acidogénica. Cabe recordar que la alfalfa presenta una proporción
relativamente elevada de fibra soluble y tiene una capacidad buffer superior a la de la harina de soja
y otros forrajes.
La alfalfa deshidratada se puede suministrar además como pellets de alfalfa deshidratada y
a este respecto, Christensen & Cochran (1983) observaron que la lactación no se ve afectada por la
sustitución de hasta 6 kg del concentrado por pellets de alfalfa deshidratada.
Se puede concluir, por tanto, que la inclusión de alfalfa deshidratada en las proporciones
adecuadas en la ración de vacas de leche permite reducir el empleo de harina de soja y mejora la
fermentación ruminal, sin afectar a la producción de leche. Mauriès (1991) indica que la alfalfa
deshidratada se puede utilizar en cantidades de 4 a 8 kg por día sin ningún efecto negativo en la
producción de leche, aunque señala que son factores como el contenido de proteína de la alfalfa,
su estado de madurez, el nivel de concentrado o la naturaleza de la dieta las que determinarán el
efecto sobre la ingestión, la digestibilidad y la producción.
VENTAJAS ADICIONALES DE LA ALFALFA DESHIDRATADA RESPECTO AL HENO
El empleo de alfalfa deshidratada tiene algunas ventajas respecto al heno de alfalfa:

Requiere menos tiempo para su picado en el carro unifeed, lo que permite ahorrar costes
(combustible principalmente) y tiempo en la preparación de la ración.

Presenta un menor contenido de humedad, lo que se traduce, por una parte, en un menor
coste de transporte por unidad de nutriente y, por otra, en una reducción del riesgo de
deterioro durante el almacenaje.

El tratamiento térmico, si es adecuado, podría reducir la degradabilidad de la proteína
respecto al heno, sin afectar a la digestibilidad. Si se formula adecuadamente la ración esta
diferencia en la degradabilidad permitiría realizar un uso más eficiente de la proteína,
reduciendo la eliminación de N al medio y la emisión de gases de efecto invernadero a partir
de las deyecciones.

Mejora la calidad higiénica y fitosanitaria. Por un lado, el tratamiento térmico unido a unas
mejores condiciones de secado reduce el riesgo de deterioro del forraje por el crecimiento
de hongos y la contaminación con micotoxinas. Las micotoxinas son compuestos secundarios
producidos por los mohos, que pueden formarse antes del cosechado o en condiciones
inapropiadas de almacenamiento. El consumo por parte de los animales puede afectar a su
salud y reducir su rendimiento productivo pero, además, puede llegar a la cadena
alimentaria, ya que pueden transferirse a la leche.
Por otra parte, el tratamiento térmico durante el proceso de deshidratación contribuye a la
eliminación de insectos que pudieran encontrarse en el forraje. Asimismo, con los forrajes pueden
trasladarse semillas de otras especies vegetales, consideradas malas hierbas. Estas semillas pueden
estar en estado latente grandes periodos de tiempo hasta que las condiciones ambientales son
favorables para el inicio de la germinación. En el caso de los forrajes, el tiempo de almacenaje no
resulta perjudicial para este tipo de semillas y cuando el animal lo consume, éstas pueden atravesar
el tracto digestivo del animal y ser expulsadas sin digerir con las heces y manteniendo su capacidad
germinativa, pudiendo diseminarse en un área distinta de su lugar de producción, con los perjuicios
medioambientales que puede acarrear la implantación de especies no autóctonas potencialmente
invasoras. Aunque la deshidratación no es un método específicamente diseñado para el control de
plagas o poblaciones de malas hierbas, de forma indirecta, el proceso de deshidratación de la alfalfa
supone una ventaja adicional para este tipo de controles. La temperatura que alcanza el forraje en
el trómel de deshidratación puede contribuir a la destrucción de algunos microorganismos,
artrópodos y semillas, etc., incrementando la calidad higiénica de la alfalfa, sin perjuicio de la calidad
nutricional.
MEDIDAS DE CONTROL EN LA PRODUCCIÓN DE ALFALFA DESHIDRATADA
La legislación internacional en materia de importación/exportación de forrajes o alimentos
para el ganado de larga duración es muy restrictiva por lo que se hace imprescindible el uso de
diferentes métodos de control, que son estrictamente aplicados para los forrajes destinados al
comercio internacional.
En este sentido, en los acuerdos comerciales, se establecen condiciones relativas al propio
cultivo de la alfalfa, a la ubicación de las plantas de deshidratación, a las características técnicas del
procedimiento de secado y del almacenamiento y transporte. En la tabla 2 se recogen las
condiciones establecidas en el acuerdo firmado entre España y la República Popular de China para
la exportación de alfalfa.
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