IMÁGENES OBTENIDAS MEDIANTE EL USO DE RAYOS X. Se basan en la atenuación o cambios de intensidad que experimenta un haz de radiación al atravesar una zona del cuerpo humano constituida por distintos tejidos, de distinta densidad, espesor y número atómico. Esta atenuación del haz incidente (producido en el tubo de rayos x) da lugar a un haz distinto (haz emergente) que es el portador de la información diagnóstica. La “imagen de radiación” del haz emergente está formada por fotones de radiación X invisibles para el ojo humano, por lo que es necesario utilizar algún tipo de receptor que nos la haga visible. 2.1. RADIOGRAFÍA CONVENCIONAL. En este caso se registra la imagen al incidir los rayos X que forman la radiación emergente sobre una película radiográfica. Es una forma de registro permanente de la imagen. A su vez se pueden distinguir dos tipos: a) Radiografías directas (sin pantallas). Los rayos X de la radiación emergente directamente impresionan la película radiográfica, basándose en el efecto fotoquímico. Se obtienen imágenes de gran calidad diagnóstica, pero con el inconveniente de requerir altas dosis de radiación. Actualmente sólo se usan en radiografías dentales. b) Radiografías con pantallas. En este caso la mayor parte de la energía de los rayos X de la radiación emergente es transformada en luz (por las pantallas de refuerzo), siendo esta luz la que fundamentalmente produce el efecto fotoquímico en la película, y sólo un pequeño porcentaje es debida a la acción directa de los rayos X sobre la película. Las pantallas de refuerzo o intensificadoras se encuentran en el interior del chasis en íntimo contacto con la película, siendo lo más habitual usar dos pantallas en combinación con una película de doble emulsión. Estas radiografías son muy utilizadas para el estudio de lesiones en cualquier parte del esqueleto, estudios del tórax o el abdomen, así como para obtener un registro permanente de las imágenes observadas durante los estudios con radioscopia.