Boletín Científico Laboratorio Central de Diagnóstico de Plagas N° 1-Agosto-2014 El Picudo del Pejibaye Palmelampius heinrichi O'Brien En Costa Rica las zonas donde se siembra el pejibaye (Bactris gasipaes) son: la Zona Norte, Caribe, Turrialba, Jiménez (Tucurrique y Pejibaye), San Carlos y en la Zona Sur. En nuestro país las principales plagas insectiles reportadas en este cultivo son los picudos Rhynchophorus palmarum, Matamasius hemipterus (COLEOPTERA: DRYOPHTHORIDAE) provocando daño en la candela y los tallos (Alpizar 2.002; Arroyo et. al, 2004). Fotografía tomada de “Variety of Life” http://taxondiversity.fieldofscience.com/2012_08_01_archive.html En el mes de mayo 2014 un productor de La Esperanza de Matina (Limón), trae al Laboratorio Central de Diagnóstico de Plagas del SFE; larvas tomadas del suelo de una plantación de pejibaye, estas se colocan en cámaras de cría emergiendo picudos negros que se identifican como Palmepius heinrichi O'Brien Súper Familia Curculioneidaea, por el Biólogo Ángel Solís especialista en Coleoptera (INBio). Al día de hoy, se desconoce la distribución de esta especie en el país. En Colombia, en la década de los ochenta, se observó caída de frutos atribuida a problemas fisiológicos. En 1989 el Instituto Colombiano Agropecuario y la secretaria de Agricultura y Fomento, asociaron el problema con un insecto de la familia Dryophthoridae del género Geraeus sp. , provocado pérdidas hasta del 100 % de frutos de las palmas de pejibaye (Peña et. Al., 2002). 1 Boletín Científico Laboratorio Central de Diagnóstico de Plagas N° 1-Agosto-2014 Dada la agresividad del daño provocado por los insectos en las plantaciones en la costa Pacífica de Colombia, en el año 2000 se realiza una revisión del género empleando 559 paratipos remitidos por investigadores de diferentes países productores de pejibaye. Charles O'Brien y P. Kovarik del Centro para el Control Biológico de Florida en la Universidad A&M, realizan la identificación dando como resultado un nuevo género y especie (Palmelampius heirinchi O'Brien y Kovarik, 2.000). Daños causados por el Picudo del Pejibaye Fotografía, Carlos Sanabria, Servicio Fitosanitario del Estado. Peña y Valencia 2.005, indican que P. heinrichi es la plaga de mayor peso económico en el pejibaye en Colombia, provocando pérdida total de la producción de frutos. Los insectos en su forma adulta se pueden encontrar en las palmas de este cultivo, siendo frecuente en las inflorescencias recién emergidas, en el envés de las hojas de plantas jóvenes, en racimos en formación y desarrollados. Además Peña y Valencia, mencionan en su investigación que este picudo no se encontró atacando a otras palmas incluyendo Elaes guineesis (palma aceitera) y Cocos nucifera (coco), considerando que es una plaga específica del pejibaye. En la inspección realizada a plantaciones de pejibaye en Matina de Limón, las inflorescencias muestreadas que se encontraban recién abiertas y con al menos 24 horas de la apertura, se encontró un espécimen del picudo hembra en la primera, en las segundas 29 especímenes, (15 hembras y 14 machos, relación sexos 1:1). Esta observación es importante a tomar en cuenta para su control oportuno. 2 Boletín Científico Laboratorio Central de Diagnóstico de Plagas N° 1-Agosto-2014 Ubicación taxonómica Distribución geográfica Super Famila: Curculioneidae Familia: Dryophthoridae Sub Familia: Baridinae Género: Palmelampius Especie: Palmelampius heinrichi O'Brien 2.000 (Davis; 2.009) Se ha reportado presente en pejibaye en: Brasil, Colombia, Ecuador y Perú (O´BRIEN y KOVARIK, 2.000); PEÑA et la.; 2.002; PEÑA y VALENCIA, 2.005). Biología del Picudo del Pejibaye Son insectos pequeños (2,50 a 3,60 mm) de color negro brillante, presentan metamorfosis completa (huevo, larva, pupa y adulto) que a continuación se describe: Huevo Las hembras ovipositan sobre los botones florales y brácteas de los frutos tiernos, los huevos son de color blanco translúcido, alargados de 0,65 mm, por lo general en 72 horas eclosionan (Peña, E.A. et.al. 2.006). Larva Este estadío es el que provoca el daño en los frutos; es de color crema, en forma de “C”, mide 2,7 mm, carece de patas y tiene la cabeza marrón oscuro. Al salir del huevo, la larva se dirige al punto de unión entre el fruto y la raquilla perforando y penetrando al mesocarpo. Producto del daño, 6 ó 7 días después, los frutos se desprenden, caen al suelo con la larva dentro, continuando su desarrollo por 4 ó 6 días. Luego abandona el fruto para continuar el siguiente estadío. El promedio de duración de este periodo es de 8 a 9 días. Cuando las larvas se alimentan de frutos desarrollados, éstos pueden llegar a la maduración, pero la calidad es muy mala esto principalmente por las galerías y los residuos dejados por la larva en el mesocarpo al alimentarse. (Peña, E.A. et.al. 2.006). 3 Boletín Científico Laboratorio Central de Diagnóstico de Plagas N° 1-Agosto-2014 Pupa Al iniciarse este estadío, la larva deja de alimentarse abandona el fruto y se introduce al suelo penetrando 1 ó 6 cm, construye la cámara de empupamiento con desechos del suelo. Este periodo de transformación a adulto tiene una duración de siete a diez días (Peña, E.A. et.al. 2.006). Adulto Los adultos son de color negro, miden entre 2,50 a 3,60 mm. Recién emergidos los adultos, son atraídos por las inflorescencias recién abiertas, donde se efectúa la cúpula; una vez fertilizada la hembra, coloca los huevos en los frutos recién formados. Bajo condiciones de laboratorio la hembra puede ovipositar 20 huevos en 24 horas y tener una longevidad de 120 días (Peña, E.A. et.al. 2.006). Daños Los daños son provocados por las larvas al alimentarse de los frutos de pejibaye de diferentes tamaños (tiernos hasta maduros) ocasionando pérdidas considerables por su caída y deterioro por el daño directo sobre ellos (galerías) por lo que es necesario conocer los signos que indican la presencia del picudo en el cultivo, los cuales se manifiesta según Peña, E.A. et.al. 2.006, de la siguiente manera: Caída prematura de frutos tiernos alrededor de la planta. Caída prematura de botones florales provocando inflorescencia vacía o con pocos frutos. Frutos perforados. Frutos con heridas, picaduras y exudados gomosos, efecto de la alimentación de las larvas se alimentan de frutos en desarrollo. Daños del Picudo del Pejibaye Fotografía: Carlos Sanabria, Servicio Fitosanitario del Estado 4 Boletín Científico Laboratorio Central de Diagnóstico de Plagas N° 1-Agosto-2014 Daños producidos por el Picudo. Fruto sin daño Detección Para determinar la presencia del Palmelampius heirichi en pejibaye, se debe introducir la inflorescencia recién emergida en una bolsa plástica transparente (20’ x 30’) (51.9 cm x 77 cm), sacudirla fuertemente, quitarla y observar la presencia de los insectos atrapados en ella. Se sacan los picudos negros y se meten en un vial con alcohol de 70° para ser enviados al laboratorio para su identificación. Para llevar a cabo el trampeo en plantas menores de 3 metros se debe de contar con una escalera y la bolsa se coloca manualmente. Para palmas superiores a 3 metros es necesario contar con extensiones (varas de bambú) y el embolsador (se introduce primero la bolsa en él y luego se sube para recolectar los especímenes). 5 Boletín Científico Laboratorio Central de Diagnóstico de Plagas N° 1-Agosto-2014 Manejo Para el manejo del picudo es necesario conocer su comportamiento y establecer su relación con la fenología del cultivo, por ejemplo la apertura de la inflorescencia y la polinización. (En Colombia los investigadores usan como barrera física el embolse de las inflorescencias recién emergidas, reduciendo drásticamente los daños ocasionados por las larvas (Peña, E.A.; et.al. 2.006). Larva en fruta Fruto embolsado Fruto sano Fotografías: Carlos Sanabria, Servicio Fitosanitario del Estado 6 Boletín Científico Laboratorio Central de Diagnóstico de Plagas N° 1-Agosto-2014 Embolse de inflorescencia Se cubre la inflorescencia del pejibaye en las primeras seis horas después de la apertura floral, se considera que para entonces ya ha ocurrido la polinización y es donde se presenta la mayor actividad del Palmelampius heinrichi. Para el embolse se utiliza bolsas de polietileno transparentes con los extremos abiertos de 70 cm de diámetro y 120 cm de largo calibre N° 2. También se pueden usar la bolsa bananera azul calibre N° 1 impregnada con Clorpirifos al 1%, con orificios de 3 mm, de 80 cm diámetro por 120 cm de largo. Para efectuar el embolse adecuadamente se utiliza el “aro” para tal fin, permitiendo proteger inflorescencias superiores a tres metros de altura con ayuda de una vara extensora. Para efectuar este procedimiento exitosamente, se recomienda coser un extremo de la bolsa con cuerda bananera o piola, hacerle una gasa o nudo corredizo, introducir el “aro” en la base de la inflorescencia (pedúnculo), se hala la cuerda dejando la bolsa en el lugar indicado, se amarra el mecate en el tallo para fijarla y que no se afloje la cuerda. El extremo inferior se deja abierto para que permita la aireación y eliminación de la humedad generada en la bolsa, esta se retira hasta la cosecha de la fruta. Con un embolse adecuado y oportuno se obtienen racimos 100 % libres de daños del picudo del pejibaye. Fotografía y método, Carlos Sanabria, Servicio Fitosanitario del Estado. 7 Boletín Científico Laboratorio Central de Diagnóstico de Plagas N° 1-Agosto-2014 Aro de embolse Consiste en: Un aro de 35 cm de diámetro y una varilla de construcción lisa de 1/4". 4 varillas de 60 cm, unidas al aro en uno de los extremos, y el otro extremo unido a una base donde se ponen las extensiones (varillas de cosecha) para llegar a las inflorescencias de las palmas altas. Fotografía: Carlos Sanabria, Servicio Fitosanitario del Estado Control cultural Es necesario cortar el ciclo de vida del picudo, bajando las poblaciones que atacan las inflorescencias, para tal fin se debe de mantener las cultivos libres de malezas, hojas, y tallos de plantas de pejibaye muertas, y así facilitar la recolección de botones florales y frutos caídos; además, éstos se deben enterrar a 50 cm de profundidad para evitar reinfestaciones de la plaga. Control químico Por la altura de las palmas y la constante presencia de P. heirinchi en el cultivo es difícil el control con insecticidas, se tendría que realizar por lo menos una aplicación por semana durante todo el periodo de producción de fruta (inicio de la floración a la cosecha), provocando contaminación por la deriva, intoxicaciones a los aplicadores por la constante exposición a los plaguicidas, además de que podría reducir la presencia de polinizadores que son específicos (Andranthobius palmarum y Phyllotrox pos. palmarum Coleoptera: Dryophthoridae). 8 Boletín Científico Laboratorio Central de Diagnóstico de Plagas N° 1-Agosto-2014 Autor Carlos Sanabria Ujieta, Entomólogo, Laboratorio Central de Diagnóstico de Plagas, Servicio Fitosanitario del Estado, Ministerio de Agricultura y Ganadería, Costa Rica. Correo: [email protected] Teléfono: 2549-3665 Bibliografía ALPÍZAR, D.M. 2002. Elementos para el manejo integrado de los picudos (Curculionidae) del palmito. Manejo Integrado de Plagas y Agroecológica (Costa Rica) N.º 65 p. I-VI. ARROYO-OQUENDO, C.; MEXZÓN, R.G.; MORA-URPÍ, J.2004. Insectos Fitófagos en Pejibaye (Bactris gasipaes H.B.K.) para palmito. Agronomía Mesoamericana 15(2): 201-208. DAVIS, S.R.; Morphology of Baridinae and related groups (Coleoptera: Curculionidae); Monograph; ZOOKEYS; 10:1136(2.009). O´BRIEN, C.W.; KOVARIK, P.W. 2.000. A new genus and new species of weevil infesting fruits of the palm (Bactris gasipaes H.B.K) (Coleoptera: Curculionidae). Coleopterists Bulletin 54(4):459 – 465. PEÑA, E.A.; REYES-CUESTA, R.; PANTOJA-ROMERO, D.A.2.002. Insecto barrenador. los frutos de chontaduro (Bactris gasipaes). Revista CORPOICA. http://www.agronet.gov.co/www/docs_si2/Taxonomia%20insecto%20barrenador.pdf PEÑA, E.A.; ROJAS, R.; BASTIDA, S.; 2.006; Reconocimiento del daño y manejo del insecto Palmelampius heinrichi. COROICA. PEÑA, E.A.; VALENCIA, N.; Reconocimiento preliminar de palmas hospederas del insecto Palmelampius heinrichi barrenador de los frutos del chontoduro (Bactris gasipaes H.B.K.) en el Municipio de Tumaco. Nota técnica. Revista CORPIOCA. Año 6. N° 6: 2005. 9