1 ACUERDO Nº 44 En la ciudad de Rosario, el día 4 de abril del año dos mil trece, reuniéronse en Acuerdo los Jueces de la Cámara de Apelación de Circuito doctores Ricardo Juan Pedro Netri y René Juan Galfré y el doctor Ricardo A. Silvestri, Juez de Cámara de la Sala I de Distrito Civil y Comercial, con quien se integró el Tribunal para dictar sentencia en los caratulados “TORRICELLI MAXIMILIANO C/GRIMOLDI S.A. S/DAÑOS Y PERJUICIOS” Expte. N° 183/12 (Expte. Nº 1695/11 del Juzgado de Primera Instancia de Circuito 2a. Nominación de Rosario).Se resolvió someter a sorteo el estudio de la causa, resultando el siguiente orden: doctores René Juan Galfré, Ricardo Netri y Ricardo A. Silvestri.Hecho el estudio de la causa, se resuelve plantear las siguientes cuestiones: 1º) ES JUSTA LA SENTENCIA APELADA ? 2º) QUE PRONUNCIAMIENTO CORRESPONDE DICTAR ? A la primera cuestión, el doctor Galfré dijo: Mediante la Sentencia N° 1426/12 (fs. 45/50), a cuya relación de la causa me remito por razones de brevedad, se resolvió hacer lugar parcialmente a la demanda, y se condenó, en consecuencia, a GRIMOLDI S.A. a abonar a la actora dentro del plazo de cinco días a contar desde la notificación de dicha sentencia, la suma de $390 en concepto de daño material y $1.000 por daño punitivo, con más un interés equivalente a la tasa activa promedio mensual sumada que publica el Nuevo Banco de Santa Fe S.A., dicho interés deberá calcularse desde la fecha de compra y hasta el efectivo pago. Se impusieron las costas del proceso a la accionada (art. 251 C.P.C.C.).Contra dicho pronunciamiento se alza la actora, interponiendo recurso de apelación (f. 51); haciendo lo propio la demandada (f. 54); los que 2 fueron concedidos por el Juez A-quo a f. 57; y llegados los autos a esta instancia expresa agravios la actora a fs. 62/65, mientras que la demandada desiste de su propio recurso de apelación (f. 67) y contesta los agravios de la actora (fs. 67/69); encontrándose consentida la providencia que llamó los autos para dictar sentencia (f. 74), quedan los presentes en estado de resolver.La actora recurrente se queja manifestando que la agravia el rechazo del daño moral efectuado por el A quo, quien entendió que dicho daño es un padecimiento anímico y/o espiritual sufrido por quien lo reclama y fue nula la actividad probatoria en tal sentido y nada hace presumir que el actor lo haya sufrido.Señala al respecto, que dicha afirmación dogmática del Sentenciante de grado se contrapone no sólo con las constancias de la causa, sino también con las afirmaciones sustentadas por el propio juzgador al sentenciar, quien afirmó que al no haber responde de demanda ni prueba alguna en contrario, los hechos afirmados se encuentran plenamente reconocidos.Dice la recurrente, que en esos hechos se afirmó no sólo que había sufrido agravio a afecciones íntimas, sino que también se relató el mal trato dispensado por quien dijo ser el encargado del negocio. Y nada de ello fue desvirtuado por negación de los hechos -habida cuenta que no hubo contestación de la demanda- por tanto no correspondía a la actora prueba mayor alguna, dado que ante la ausencia de negativa de que tuvo menoscabo en los sentimientos, nada más correspondía probar en tal sentido.Expresa que llama poderosamente la atención que se considere que si alguien compra un regalo para una persona que ama, para un día tan especial como es el día de la madre, que no puede gozar de dicho regalo por lo defectuoso del mismo; que pasan los meses y no tiene respuesta favorable alguna 3 y que incluso cuando reclama es maltratado por el encargado del negocio -que incluso lo invitó a pelear delante de su familia, lo que surge de la denuncia ante la Dirección de Comercio acompañada como documental N° 4-, no sufre “afección de tipo anímica, espiritual o algún sufrimiento que merezca ser indemnizado”.No desconoce la facultad del magistrado de graduar el monto del daño, pero nunca puede rechazarse el rubro en sí por una supuesta falta de prueba cuando precisamente se encuentra probado por estar afirmado y no negado ni desvirtuado por ningún otro medio, y por ser confirmado por la documentación acompañada.Se agravia también por el monto del daño punitivo condenado a pagar a la accionada por el A quo, quien entendió que se debe graduar según su cuantía, intencionalidad, gravedad, reincidencia y demás circunstancias relevantes.Reprocha que el A quo exprese en su resolución que hubo por parte de la actora una clara demostración de “falta de voluntad para solucionar la cuestión planteada”.Dice que las afirmaciones del Sentenciante de grado se apartan de los antecedentes comprobados de la causa; habida cuenta de que en el expediente se probó que hubo intencionalidad -dado que pese a las reiteradas ocasiones en que se presentó a buscar una solución, no sólo no la obtuvo sino que se dilataba la misma sin ofrecimiento alguno, a lo que incluso se sumó malos tratos por parte del personal de la empresa-; que hubo gravedad (deliberadamente vendieron un producto que sabían estaba fallado, que no lo podían arreglar y no daban solución alguna al respecto), y reincidencia (dado que no es la primera vez que le venden un producto con fallas que debe cambiar por otro o enviar a compostura y perder su utilización por largo tiempo).- 4 Sostiene que las circunstancias probadas del expediente son completamente distintas de las afirmadas por el A quo, y, por ello, el daño punitivo debe elevarse a 20 veces como mínimo el valor del producto, para evitar que en lo sucesivo, la demandada siga vendiendo productos defectuosos y no dando una adecuada respuesta ante dicha actitud.Finalmente peticiona que se revoque la sentencia recurrida y, como consecuencia de ello, se condene a la contraria al pago del daño moral, en la suma solicitada ($3.000), o en lo que en más o en menos esta Cámara considere adecuado, y que se eleve el daño punitivo conforme lo expresado, con más el daño material y los intereses fijados en la sentencia de Primera Instancia. Con costas a la demandada.A fs. 67/69 la demandada contesta los agravios vertidos por la recurrente, solicitando se confirme la sentencia recurrida por constituir una justa composición de la litis, con costas a la recurrente.Entrando al análisis de las quejas expuestas por la recurrente, en primer lugar, se pasa a considerar el reclamo por Daño Moral que efectúa la actora, hoy recurrente.Tal como lo señala en su demanda, la actora fundamenta su derecho a percibir indemnización por tal concepto, en la circunstancia de haber sido “privada de un producto que adquirió como obsequio para su esposa para el día de la madre, y que al día de la fecha aun no lo tiene”; como así también, que, con motivo de sus reclamos, recibió un trato descomedido e irrespetuoso por parte de quien lo atendió invocando su condición de gerente de la empresa demandada, el cual no se corresponde con la atención que debe dispensarse a un cliente (consumidor). Todo lo cual -entiende- le ha producido sufrimiento, y afección de tipo anímica y espiritual.- 5 Al respecto, cabe señalar que jurisprudencialmente se ha dicho que: “En materia contractual, donde resulta de aplicación el art. 522 del Código Civil, el resarcimiento del daño moral debe ser interpretado con criterio restrictivo, para no atender reclamos que respondan a una susceptibilidad excesiva o que carezcan de significativa trascendencia jurídica, quedando a cargo de quien la invoca la acreditación precisa del perjuicio que se alega haber sufrido” (J.A. 1998III-369). Y, además, que: “No todo incumplimiento contractual trae aparejado 'daño moral', dependiendo la reparación respectiva de la libre apreciación del sentenciante acerca del hecho generador del perjuicio y de las circunstancias del caso, dado que no puede sustentarse en cualquier molestia que se origine en la insatisfacción de las obligaciones contractuales o en cualquier perjuicio material derivado del vínculo obligacional” (E.D. 224-43).En el sub examine, el daño moral que alega haber sufrido la actora, debe ubicarse en la órbita contractual, en razón de que fue un daño sufrido en el iter contractual.Pero, hete aquí, que no toda relación contractual puede ser mensurada con la misma vara.Para efectuar un análisis adecuado de la pertinencia en la imposición de una carga de satisfacer una indemnización por daño moral, debe tomarse en cuenta -entre otros aspectos- la condición jurídica de los contratantes, en orden al bien, servicio o prestación sobre la que recae la contratación.No es lo mismo que quien entrega la cosa o servicio contratado, sea una persona -física o jurídica- que efectúa tal operación en forma aislada o circunstancial, a que lo haga en su condición de “comerciante”, “...haciendo de ello profesión habitual” (tales los términos empleados por el art. 1 del Código de Comercio, para definir a un “comerciante”).- 6 En el caso, surge palmario que la accionada reviste plenamente su calidad de “comerciante”.Es una regla de oro en materia comercial -largamente sustentada en épocas pasadas, y progresivamente dejada deliberamente en desuso por buena parte del comercio actual- el eslogan: “El cliente siempre tiene razón”.Tal precepto consuetudinario del buen comerciante, al verse progresivamente puesto en desuso -con los consiguientes perjuicios para los consumidores- fue lo que hizo imperativa la sanción de la Ley N° 24.240 (Defensa del Consumidor), que -con sus posteriores modificaciones- tiende a restablecer un principio ético comercial injustamente abandonado, y a proteger al más débil -el consumidor- de los abusos de comerciantes inescrupulosos, que llevan adelante sus transacciones comerciales, muchas veces a sabiendas de que los productos o servicios que venden son defectuosos o no reúnen las condiciones que ellos les ofrecen a sus clientes (consumidores).Y, más grave aun, es la actitud puesta de manifiesto a posteriori de que el adquirente efectúa el reclamo por deficiencia de lo adquirido, y, en el caso, el vendedor con postulaciones dilatorias lo tiene yendo y viniendo sin ofrecerle una inmediata solución adecuada y justa del problema. Todo ello, tendiente a ver si logra que el consumidor desista de su reclamo o se resigne a recibir algo distinto, y de esta forma el vendedor logra su cometido de vender -con conocimiento de causa- un producto o servicio que no podría satisfacer los requerimientos conforme a los cuales es ofrecido al consumidor.La relación contractual -no quedan dudas- se perfecciona entre el comerciante vendedor y el consumidor adquirente.Independientemente de que la norma legal precedente establece una cadena de responsables frente al consumidor, ello no habilita al comerciante 7 vendedor a excusarse frente al reclamo del comprador, endilgando responsabilidad a su proveedor, al fabricante, etc.En lo inmediato, es el vendedor quien debe dar una inmediata solución al entuerto, y liberar al consumidor de mayores inconvenientes y pérdidas de tiempo -lo cual le genera a éste indudables “sacrificios y sinsabores”Toda apreciación sobre la mala o deficiente calidad del producto vendido, no se la debe discutir con el adquirente, sino que corresponde que el comerciante -a posteriori- se encamine contra sus proveedores y/o fabricantes con quienes deberá dirimir las calidades y condiciones de los productos que les proveen, y, si los mismos no le satisfacen, pues cancelará sus compras a los mismos. Pero en modo alguno, puede continuar sus compras, y, posteriormente tratar de encontrar consumidores a quienes, mediante engaños -habida cuenta de que conocen las deficiencias del producto- se los venden, con las consiguientes consecuencias.Por ello, en el caso concreto de aplicación de la aludida Ley 24.240, esta Cámara, ya desde anteriores resoluciones, adoptó el criterio de que “...la prueba del daño moral surge de los hechos mismos (“in re ipsa”), y por lo tanto, no cabría exigir prueba directa de su efectiva existencia...”.- (conf. Acuerdo N° 21, 13/03/2013, “García, María Laura c/Falabella S.A. s/Demanda Sumaria Ley 24.240”).En idéntico sentido, se ha expresado la Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Buenos Aires: “El daño moral no requiere prueba específica alguna, en cuanto ha de tenérselo por demostrado por el sólo hecho de la acción antijurídica”. (S.C.B.A., 13/09/88, J.A. 1988-IV-693).En modo alguno, puede admitirse -como lo dispuso el A quo- que las desventuras de la accionante en torno al calzado adquirido, no hayan adquirido 8 suficiente entidad como para generar en la misma una lesión en su ánimo, en su espíritu y en su defraudada buena fe en la compra del producto, todos ellos, netamente demarcatorios del derecho a pretensionar una indemnización en carácter de daño moral.Nadie va a adquirir un problema. Se presume que si se remite a un especialista en un determinado producto (en el caso a una zapatería), va a adquirir algo que le produce placer, satisfacción, lo cual se conjuga como una acción de bienestar.Si el resultado, deviene en un conflicto, en actos de desconsideración para con su persona y en gestos de sorna respecto a la relación comercial mantenida, no caben dudas de que el daño moral surge como resultado inexorable.Los actos de sorna, no sólo emanaron de lo relatado en la demanda y que no fueron controvertidos por la accionada -habida cuenta de su incontestación de la demanda-, sino que se mantienen aun en la contestación de agravios, cuando de forma expresa, la accionada -por intermedio de su apoderada- y frente al planteo de la accionante en orden a que ya en otras oportunidades tuvo problemas con otros productos que le adquiriera a la misma, ésta expresó: “...lo más lógico hubiera sido no volver a comprar calzado alguno en Grimoldi S.A. por más que la calidad del mismo sea excelente...” (vide f. 68, 4° apartado).Expresiones tan inadecuadas e irrespetuosas no son avaladas por esta Cámara, dado que la cuestión no reside solamente en el problema suscitado con la actora, sino que nada autoriza a un comerciante a seguir vendiendo lo que “sabe” es de calidad deficiente.No puede soslayarse que -en el caso de autos- el consumidor ha 9 venido en acción a hacer valer sus derechos, pero en la mayor parte de los problemas de igual naturaleza, el adquirente opta por no efectuar reclamos, generando impunidad en el vendedor deshonesto.En el caso en crisis, discrepo con el Sentenciante de grado, en cuando a que la actora demostró una “falta de voluntad para solucionar la cuestión planteada”.Ello es como admitir que el consumidor debe aceptar cualquier cosa, habida cuenta de que el vendedor le efectuó un ofrecimiento. Y no es así. El ofrecimiento, para ajustarse a la ley, debe conllevar una razonabilidad, que al menos, sirva para -si no satisfacer plenamente la pretensión de la reclamante-, mitigar seriamente el perjuicio material y moral injustamente sufrido.Nada de ello ocurrió en la causa. El ofrecimiento devenía ineludiblemente inaceptable.Se podría decir en términos no jurídicos, pero sí suficientemente esclarecedores para calificar el mismo, que ello “fue un remiendo para tratar de salvar el mal paso”.Conforme con lo expuesto, el reclamo por daño moral, deviene procedente, y se enmarca dentro de lo dispuesto por el art. 522 del Código Civil.En orden a determinar el valor del daño moral, debe tenerse en cuenta, que en este punto, la Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Santa Fe, en un trascendente pronunciamiento, ha dicho que: “...la compensación pecuniaria por el padecimiento espiritual sufrido es de naturaleza resarcitoria y no debe guardar necesariamente una proporción o equivalencia, razonable o no, con el daño patrimonial;...no hay razón para fijar el resarcimiento por daño moral en un porcentaje del daño material, pues aquél debe tender a la reparación integral del menoscabo moral padecido;...hay que superar la inercia que se observa en cierta 10 jurisprudencia que considera al daño moral como una variable dependiente y menor del daño patrimonial. Conviene por ello insistir no sólo en la independencia de uno y otro, sino también en la posibilidad que el último supere notablemente el daño económico”. (C.S.J.S.F., en autos “Suligoy, Nancy R. Feruglio de; Suligoy, M. J.; Suligoy, M.G. y Suligoy, P.L. c/Provincia de Santa Fe s/Recurso Contencioso Administrativo de Plena Jurisdicción”, Expte. C.S.J. Nro. 352, Año 1987, A. y S., T. 105, págs. 56-87).Por las razones apuntadas precedentemente, considero razonable que debe admitirse la pretensión resarcitoria por daño moral, y deviniendo excesiva la suma reclamada en la demanda ($3.000), fíjase su monto en la suma de UN MIL QUINIENTOS PESOS ($1.500); sobre dicha suma se deberá aplicar un interés equivalente a la tasa activa promedio mensual sumada que cobra el Nuevo Banco de Santa Fe S.A. para operaciones de descuento de documentos a treinta días, calculados desde la fecha de la compra (15/10/10) y hasta la de su efectivo pago.Por tanto este agravio resulta admitido.Pasando a considerar la reclamación por Daño Punitivo, y siguiendo a Mosset Iturraspe y Wajntraub, los mismos señalan que: “Los daños punitivos tal como son legislados en el régimen de defensa de los consumidores, consisten en un adicional que puede concederse al perjudicado encima de la indemnización de los daños y perjuicios que pudiera corresponder. De esta forma se aprecia su propósito meramente sancionatorio...”. (MOSSET ITURRASPE, Jorge, WAJNTRAUB, Javier H., “Ley de Defensa del Consumidor, Ley 24.240”, Edit. Rubinzal-Culzoni, Buenos Aires, 2008, pág. 279).Remitido al texto del art. 52 bis de la Ley 24.240, incorporado por la Ley 26.361, el mismo da surgimiento al “resarcimiento por daño punitivo”, y, al 11 respecto, reza: “Al proveedor que no cumpla sus obligaciones legales o contractuales con el consumidor, a instancia del damnificado, el juez podrá aplicar una multa civil a favor del consumidor, la que se graduará en función de la gravedad del hecho y demás circunstancias del caso, independientemente de otras indemnizaciones que corresponda. Cuando más de un proveedor sea responsable del incumplimiento responderán todos solidariamente ante el consumidor, sin perjuicio de las acciones de regreso que les correspondan. La multa civil que se imponga no podrá superar el máximo de la sanción de multa prevista en el artículo 47, inciso b) de esta ley”.Mientras que el art. 47, dispone: “Sanciones. Verificada la existencia de la infracción, quienes la hayan cometido serán pasibles de las siguientes sanciones, las que se podrán aplicar independiente o conjuntamente, según resulte de las circunstancias del caso: ...b) Multa de pesos cien a pesos cinco millones...”.Explica Picasso, que “la primera constatación que surge del análisis de la norma es que las condiciones de procedencia de los daños punitivos quedan reducidas en ella al hecho de que el proveedor incumpla sus obligaciones para con el consumidor. De acuerdo al texto sancionado, bastaría con el incumplimiento, cualquiera sea la obligación violada, medie o no dolo o culpa del proveedor (y cualquiera sea la gravedad de ésta), haya o no un daño realmente causado al consumidor, y con independencia de que el proveedor se haya o no enriquecido como consecuencia del hecho. La 'gravedad del hecho' es tenida en cuenta por la norma únicamente para graduar la cuantía de la sanción, más no como condición de su procedencia. En cualquier caso, el juez -a quien la expresión 'podrá', empleada por la ley, parece otorgarle plena discrecionalidad al respecto- no se encuentra constreñido más que por su buen sentido, puesto que el 12 artículo sólo exige el incumplimiento del proveedor para que proceda la condena a pagar daños punitivos”. (PICASSO, Sebastián, “Nuevas categorías de daños en la Ley de Defensa del Consumidor, en Reforma a la Ley de Defensa del Consumidor”, dirigida por Roberto Vázquez Ferreyra, Edit. La Ley, Buenos Aires, 2008, pág. 129).Es del caso, que en autos, se encuentran cumplimentados los parámetros requeridos por la normativa aludida, a saber: a) Incumplimiento de la proveedora (Grimoldi S.A.) de las obligaciones contractuales con el consumidor accionante; b) Solicitud -en la demanda.- de la accionante perjudicada respecto de la aplicación de la multa punitiva; c) Graduación de la multa civil, determinable discrecionalmente por el juez; d) Procedencia de la aplicación de dicha pena, independientemente de otras indemnizaciones que se impongan; e) Responsabilidad solidaria de toda la cadena de comercialización y distribución; f) Topes mínimo y máximo de la cuantía de la pena.En tal sentido, como ya se expresara, la pena punitiva, conlleva un propósito sancionatorio. Resulta una “medida ejemplarizadora” tendiente a disuadir toda conducta comercial abusiva, que torne una operación comercial que debiera ser seria, en una caja de sorpresa que siempre redunda en perjuicio del consumidor sorprendido en su buena fe.Ergo, el daño punitivo deviene operable, y por tanto, corresponde su determinación cuántica dentro de los topes legales precedentemente indicados.En este aspecto, discrepo con el monto fijado por el A quo ($1.000), como así también con la pretensión esgrimida por la accionante (Veinte (20) veces el valor del importe abonado, lo cual alcanza la cifra de $7.800).Siguiendo los lineamientos ya descriptos establecidos por la Corte 13 Suprema de Justicia de la Provincia de Santa Fe, en el Fallo precedentemente transcripto, entiendo que, para el caso, resulta razonable fijar el monto indemnizatorio por daño punitivo en la suma de CINCO MIL PESOS ($5.000); sobre dicha suma se deberá aplicar un interés equivalente a la tasa activa promedio mensual sumada que cobra el Nuevo Banco de Santa Fe S.A. para operaciones de descuento de documentos a treinta días, calculados desde la fecha de la compra (15/10/10) y hasta la de su efectivo pago.Este segundo agravio, también resulta receptado.Por las razones expuestas, considero que debe admitirse el recurso de apelación interpuesto por la actora recurrente, revocándose parcialmente la Sentencia N° 1426/12 (fs. 45/50), en lo referente a los montos concedidos por los conceptos de daño moral (que se fija en la suma de Un mil quinientos pesos ($1.500), y daño punitivo (que se establece en la suma de Cinco mil pesos ($5.000), ambos con más los intereses, conforme a los considerandos precedentes.Las costas de ambas instancias se imponen a la demandada perdidosa (art. 251 C.P.C.C.).Así voto.A la misma cuestión, el doctor Netri dijo: De acuerdo a los principios y fundamentos a los que arriba el Vocal preopinante, votamos en igual sentido.A la misma cuestión, el doctor Silvestri dijo: He recibido de la Actuaria estas actuaciones y me he impuesto del total de las mismas. Habida cuenta de la concordancia plena existente en los votos que anteceden, me abstengo de votar (art.26 ley 10160).A la segunda cuestión, el doctor Galfré dijo: 14 Atento el resultado obtenido al votar la cuestión precedente, corresponde admitir el recurso de apelación interpuesto por la actora recurrente, revocándose parcialmente la Sentencia N° 1426/12 (fs. 45/50), y disponiendo que: a) En lo referente a los montos concedidos por los conceptos de daño moral se fija en la suma de UN MIL QUINIENTOS PESOS ($1.500), y daño punitivo se establece en la suma de CINCO MIL PESOS ($5.000), ambos con más los intereses equivalentes a la tasa activa promedio mensual sumada que cobra el Nuevo Banco de Santa Fe S.A. para operaciones de descuento de documentos a treinta días, calculados desde la fecha de la compra (15/10/10) y hasta la de su efectivo pago; b) Condenar a GRIMOLDI S.A. a abonar las sumas indicadas en el punto a), con más los intereses dispuestos, en el término de Cinco (5) días a contar desde la notificación del presente Acuerdo. Las costas de ambas instancias se imponen a la demandada perdidosa (art. 251 C.P.C.C.). Propongo que los honorarios de Alzada de los doctores Maximiliano Toricelli y Julieta La Bianca, se fijen en el cincuenta por ciento del honorario que en definitiva les corresponda a los profesionales de cada parte por su labor desplegada en lo principal en sede inferior con noticia de la Caja Forense.Así voto.A la misma cuestión, el doctor Netri dijo: El pronunciamiento que corresponde dictar es el que propicia el doctor Galfré.A la misma cuestión, el doctor Silvestri dijo: Reitero mi opción por la posibilidad de no votar (art.26 ley 10160) expresada en la cuestión anterior.Por todo ello, la Cámara de Apelación de Circuito, RESUELVE: Admitir el recurso de apelación interpuesto por la actora recurrente, revocándose 15 parcialmente la Sentencia N° 1426/12 (fs. 45/50), y disponiendo que: a) En lo referente a los montos concedidos por los conceptos de daño moral se fija en la suma de UN MIL QUINIENTOS PESOS ($1.500), y daño punitivo se establece en la suma de CINCO MIL PESOS ($5.000), ambos con más los intereses equivalentes a la tasa activa promedio mensual sumada que cobra el Nuevo Banco de Santa Fe S.A. para operaciones de descuento de documentos a treinta días, calculados desde la fecha de la compra (15/10/10) y hasta la de su efectivo pago; b) Condenar a GRIMOLDI S.A. a abonar las sumas indicadas en el punto a), con más los intereses dispuestos, en el término de Cinco (5) días a contar desde la notificación del presente Acuerdo. Las costas de ambas instancias se imponen a la demandada perdidosa (art. 251 C.P.C.C.). Fíjanse los honorarios de Alzada de los doctores Maximiliano Toricelli y Julieta La Bianca, en el cincuenta por ciento del honorario que en definitiva les corresponda a los profesionales de cada parte por su labor desplegada en lo principal en sede inferior con noticia de la Caja Forense. Insértese, hágase saber y bajen.- (AUTOS: “TORRICELLI MAXIMILIANO C/GRIMOLDI S.A. S/DAÑOS Y PERJUICIOS” Expte. N° 183/12).8-46 GALFRÉ NETRI SILVESTRI (Art.26 ley 10160) MUNINI