N° 44 - Poder Judicial de la Provincia de Santa Fe

Anuncio
1
ACUERDO Nº
44
En la ciudad de Rosario, el día
4
de
abril del año dos mil trece, reuniéronse en Acuerdo los Jueces de la Cámara de
Apelación de Circuito doctores Ricardo Juan Pedro Netri y René Juan Galfré y el
doctor Ricardo A. Silvestri, Juez de Cámara de la Sala I de
Distrito Civil y
Comercial, con quien se integró el Tribunal para dictar sentencia en los
caratulados “TORRICELLI MAXIMILIANO C/GRIMOLDI S.A. S/DAÑOS Y
PERJUICIOS” Expte. N° 183/12 (Expte. Nº 1695/11 del Juzgado de Primera
Instancia de Circuito 2a. Nominación de Rosario).Se resolvió someter a sorteo el estudio de la causa, resultando el
siguiente orden: doctores René Juan Galfré, Ricardo Netri y Ricardo A. Silvestri.Hecho el estudio de la causa, se resuelve plantear las siguientes
cuestiones:
1º) ES JUSTA LA SENTENCIA APELADA ?
2º) QUE PRONUNCIAMIENTO CORRESPONDE DICTAR ?
A la primera cuestión, el doctor Galfré dijo:
Mediante la Sentencia N° 1426/12 (fs. 45/50), a cuya relación de la
causa me remito por razones de brevedad, se resolvió hacer lugar parcialmente a
la demanda, y se condenó, en consecuencia, a GRIMOLDI S.A. a abonar a la
actora dentro del plazo de cinco días a contar desde la notificación de dicha
sentencia, la suma de $390 en concepto de daño material y $1.000 por daño
punitivo, con más un interés equivalente a la tasa activa promedio mensual
sumada que publica el Nuevo Banco de Santa Fe S.A., dicho interés deberá
calcularse desde la fecha de compra y hasta el efectivo pago. Se impusieron las
costas del proceso a la accionada (art. 251 C.P.C.C.).Contra dicho pronunciamiento se alza la actora, interponiendo
recurso de apelación (f. 51); haciendo lo propio la demandada (f. 54); los que
2
fueron concedidos por el Juez A-quo a f. 57; y llegados los autos a esta instancia
expresa agravios la actora a fs. 62/65, mientras que la demandada desiste de su
propio recurso de apelación (f. 67) y contesta los agravios de la actora (fs. 67/69);
encontrándose consentida la providencia que llamó los autos para dictar sentencia
(f. 74), quedan los presentes en estado de resolver.La actora recurrente se queja manifestando que la agravia el
rechazo del daño moral efectuado por el A quo, quien entendió que dicho daño es
un padecimiento anímico y/o espiritual sufrido por quien lo reclama y fue nula la
actividad probatoria en tal sentido y nada hace presumir que el actor lo haya
sufrido.Señala
al
respecto,
que
dicha
afirmación
dogmática
del
Sentenciante de grado se contrapone no sólo con las constancias de la causa,
sino también con las afirmaciones sustentadas por el propio juzgador al
sentenciar, quien afirmó que al no haber responde de demanda ni prueba alguna
en contrario, los hechos afirmados se encuentran plenamente reconocidos.Dice la recurrente, que en esos hechos se afirmó no sólo que
había sufrido agravio a afecciones íntimas, sino que también se relató el mal trato
dispensado por quien dijo ser el encargado del negocio. Y nada de ello fue
desvirtuado por negación de los hechos -habida cuenta que no hubo contestación
de la demanda- por tanto no correspondía a la actora prueba mayor alguna, dado
que ante la ausencia de negativa de que tuvo menoscabo en los sentimientos,
nada más correspondía probar en tal sentido.Expresa que llama poderosamente la atención que se considere
que si alguien compra un regalo para una persona que ama, para un día tan
especial como es el día de la madre, que no puede gozar de dicho regalo por lo
defectuoso del mismo; que pasan los meses y no tiene respuesta favorable alguna
3
y que incluso cuando reclama es maltratado por el encargado del negocio -que
incluso lo invitó a pelear delante de su familia, lo que surge de la denuncia ante la
Dirección de Comercio acompañada como documental N° 4-, no sufre “afección de
tipo anímica, espiritual o algún sufrimiento que merezca ser indemnizado”.No desconoce la facultad del magistrado de graduar el monto del
daño, pero nunca puede rechazarse el rubro en sí por una supuesta falta de
prueba cuando precisamente se encuentra probado por estar afirmado y no
negado ni desvirtuado por ningún otro medio, y por ser confirmado por la
documentación acompañada.Se agravia también por el monto del daño punitivo condenado a
pagar a la accionada por el A quo, quien entendió que se debe graduar según su
cuantía,
intencionalidad,
gravedad,
reincidencia
y
demás
circunstancias
relevantes.Reprocha que el A quo exprese en su resolución que hubo por
parte de la actora una clara demostración de “falta de voluntad para solucionar la
cuestión planteada”.Dice que las afirmaciones del Sentenciante de grado se apartan
de los antecedentes comprobados de la causa; habida cuenta de que en el
expediente se probó que hubo intencionalidad -dado que pese a las reiteradas
ocasiones en que se presentó a buscar una solución, no sólo no la obtuvo sino
que se dilataba la misma sin ofrecimiento alguno, a lo que incluso se sumó malos
tratos por parte del personal de la empresa-; que hubo gravedad (deliberadamente
vendieron un producto que sabían estaba fallado, que no lo podían arreglar y no
daban solución alguna al respecto), y reincidencia (dado que no es la primera vez
que le venden un producto con fallas que debe cambiar por otro o enviar a
compostura y perder su utilización por largo tiempo).-
4
Sostiene que las circunstancias probadas del expediente son
completamente distintas de las afirmadas por el A quo, y, por ello, el daño punitivo
debe elevarse a 20 veces como mínimo el valor del producto, para evitar que en lo
sucesivo, la demandada siga vendiendo productos defectuosos y no dando una
adecuada respuesta ante dicha actitud.Finalmente peticiona que se revoque la sentencia recurrida y,
como consecuencia de ello, se condene a la contraria al pago del daño moral, en
la suma solicitada ($3.000), o en lo que en más o en menos esta Cámara
considere adecuado, y que se eleve el daño punitivo conforme lo expresado, con
más el daño material y los intereses fijados en la sentencia de Primera Instancia.
Con costas a la demandada.A fs. 67/69 la demandada contesta los agravios vertidos por la
recurrente, solicitando se confirme la sentencia recurrida por constituir una justa
composición de la litis, con costas a la recurrente.Entrando al análisis de las quejas expuestas por la recurrente, en
primer lugar, se pasa a considerar el reclamo por Daño Moral que efectúa la
actora, hoy recurrente.Tal como lo señala en su demanda, la actora fundamenta su
derecho a percibir indemnización por tal concepto, en la circunstancia de haber
sido “privada de un producto que adquirió como obsequio para su esposa para el
día de la madre, y que al día de la fecha aun no lo tiene”; como así también, que,
con motivo de sus reclamos, recibió un trato descomedido e irrespetuoso por parte
de quien lo atendió invocando su condición de gerente de la empresa demandada,
el cual no se corresponde con la atención que debe dispensarse a un cliente
(consumidor). Todo lo cual -entiende- le ha producido sufrimiento, y afección de
tipo anímica y espiritual.-
5
Al respecto, cabe señalar que jurisprudencialmente se ha dicho
que: “En materia contractual, donde resulta de aplicación el art. 522 del Código
Civil, el resarcimiento del daño moral debe ser interpretado con criterio restrictivo,
para no atender reclamos que respondan a una susceptibilidad excesiva o que
carezcan de significativa trascendencia jurídica, quedando a cargo de quien la
invoca la acreditación precisa del perjuicio que se alega haber sufrido” (J.A. 1998III-369). Y, además, que: “No todo incumplimiento contractual trae aparejado 'daño
moral', dependiendo la reparación respectiva de la libre apreciación del
sentenciante acerca del hecho generador del perjuicio y de las circunstancias del
caso, dado que no puede sustentarse en cualquier molestia que se origine en la
insatisfacción de las obligaciones contractuales o en cualquier perjuicio material
derivado del vínculo obligacional” (E.D. 224-43).En el sub examine, el daño moral que alega haber sufrido la
actora, debe ubicarse en la órbita contractual, en razón de que fue un daño sufrido
en el iter contractual.Pero, hete aquí, que no toda relación contractual puede ser
mensurada con la misma vara.Para efectuar un análisis adecuado de la pertinencia en la
imposición de una carga de satisfacer una indemnización por daño moral, debe
tomarse en cuenta -entre otros aspectos- la condición jurídica de los contratantes,
en orden al bien, servicio o prestación sobre la que recae la contratación.No es lo mismo que quien entrega la cosa o servicio contratado,
sea una persona -física o jurídica- que efectúa tal operación en forma aislada o
circunstancial, a que lo haga en su condición de “comerciante”, “...haciendo de ello
profesión habitual” (tales los términos empleados por el art. 1 del Código de
Comercio, para definir a un “comerciante”).-
6
En el caso, surge palmario que la accionada reviste plenamente
su calidad de “comerciante”.Es una regla de oro en materia comercial -largamente sustentada
en épocas pasadas, y progresivamente dejada deliberamente en desuso por
buena parte del comercio actual- el eslogan: “El cliente siempre tiene razón”.Tal precepto consuetudinario del buen comerciante, al verse
progresivamente puesto en desuso -con los consiguientes perjuicios para los
consumidores- fue lo que hizo imperativa la sanción de la Ley N° 24.240 (Defensa
del Consumidor), que -con sus posteriores modificaciones- tiende a restablecer un
principio ético comercial injustamente abandonado, y a proteger al más débil -el
consumidor- de los abusos de comerciantes inescrupulosos, que llevan adelante
sus transacciones comerciales, muchas veces a sabiendas de que los productos o
servicios que venden son defectuosos o no reúnen las condiciones que ellos les
ofrecen a sus clientes (consumidores).Y, más grave aun, es la actitud puesta de manifiesto a posteriori de
que el adquirente efectúa el reclamo por deficiencia de lo adquirido, y, en el caso,
el vendedor con postulaciones dilatorias lo tiene yendo y viniendo sin ofrecerle una
inmediata solución adecuada y justa del problema. Todo ello, tendiente a ver si
logra que el consumidor desista de su reclamo o se resigne a recibir algo distinto,
y de esta forma el vendedor logra su cometido de vender -con conocimiento de
causa- un producto o servicio que no podría satisfacer los requerimientos
conforme a los cuales es ofrecido al consumidor.La relación contractual -no quedan dudas- se perfecciona entre el
comerciante vendedor y el consumidor adquirente.Independientemente de que la norma legal precedente establece
una cadena de responsables frente al consumidor, ello no habilita al comerciante
7
vendedor
a
excusarse
frente
al
reclamo
del
comprador,
endilgando
responsabilidad a su proveedor, al fabricante, etc.En lo inmediato, es el vendedor quien debe dar una inmediata
solución al entuerto, y liberar al consumidor de mayores inconvenientes y pérdidas
de tiempo -lo cual le genera a éste indudables “sacrificios y sinsabores”Toda apreciación sobre la mala o deficiente calidad del producto
vendido, no se la debe discutir con el adquirente, sino que corresponde que el
comerciante -a posteriori- se encamine contra sus proveedores y/o fabricantes con
quienes deberá dirimir las calidades y condiciones de los productos que les
proveen, y, si los mismos no le satisfacen, pues cancelará sus compras a los
mismos. Pero en modo alguno, puede continuar sus compras, y, posteriormente
tratar de encontrar consumidores a quienes, mediante engaños -habida cuenta de
que conocen las deficiencias del producto- se los venden, con las consiguientes
consecuencias.Por ello, en el caso concreto de aplicación de la aludida Ley
24.240, esta Cámara, ya desde anteriores resoluciones, adoptó el criterio de que
“...la prueba del daño moral surge de los hechos mismos (“in re ipsa”), y por lo
tanto, no cabría exigir prueba directa de su efectiva existencia...”.- (conf. Acuerdo
N° 21, 13/03/2013, “García, María Laura c/Falabella S.A. s/Demanda Sumaria Ley
24.240”).En idéntico sentido, se ha expresado la Corte Suprema de Justicia
de la Provincia de Buenos Aires: “El daño moral no requiere prueba específica
alguna, en cuanto ha de tenérselo por demostrado por el sólo hecho de la acción
antijurídica”. (S.C.B.A., 13/09/88, J.A. 1988-IV-693).En modo alguno, puede admitirse -como lo dispuso el A quo- que
las desventuras de la accionante en torno al calzado adquirido, no hayan adquirido
8
suficiente entidad como para generar en la misma una lesión en su ánimo, en su
espíritu y en su defraudada buena fe en la compra del producto, todos ellos,
netamente demarcatorios del derecho a pretensionar una indemnización en
carácter de daño moral.Nadie va a adquirir un problema. Se presume que si se remite a
un especialista en un determinado producto (en el caso a una zapatería), va a
adquirir algo que le produce placer, satisfacción, lo cual se conjuga como una
acción de bienestar.Si
el
resultado,
deviene
en
un
conflicto,
en
actos
de
desconsideración para con su persona y en gestos de sorna respecto a la relación
comercial mantenida, no caben dudas de que el daño moral surge como resultado
inexorable.Los actos de sorna, no sólo emanaron de lo relatado en la
demanda y que no fueron controvertidos por la accionada -habida cuenta de su
incontestación de la demanda-, sino que se mantienen aun en la contestación de
agravios, cuando de forma expresa, la accionada -por intermedio de su
apoderada- y frente al planteo de la accionante en orden a que ya en otras
oportunidades tuvo problemas con otros productos que le adquiriera a la misma,
ésta expresó: “...lo más lógico hubiera sido no volver a comprar calzado alguno en
Grimoldi S.A. por más que la calidad del mismo sea excelente...” (vide f. 68, 4°
apartado).Expresiones tan inadecuadas e irrespetuosas no son avaladas por
esta Cámara, dado que la cuestión no reside solamente en el problema suscitado
con la actora, sino que nada autoriza a un comerciante a seguir vendiendo lo que
“sabe” es de calidad deficiente.No puede soslayarse que -en el caso de autos- el consumidor ha
9
venido en acción a hacer valer sus derechos, pero en la mayor parte de los
problemas de igual naturaleza, el adquirente opta por no efectuar reclamos,
generando impunidad en el vendedor deshonesto.En el caso en crisis, discrepo con el Sentenciante de grado, en
cuando a que la actora demostró una “falta de voluntad para solucionar la cuestión
planteada”.Ello es como admitir que el consumidor debe aceptar cualquier
cosa, habida cuenta de que el vendedor le efectuó un ofrecimiento. Y no es así. El
ofrecimiento, para ajustarse a la ley, debe conllevar una razonabilidad, que al
menos, sirva para -si no satisfacer plenamente la pretensión de la reclamante-,
mitigar seriamente el perjuicio material y moral injustamente sufrido.Nada de ello ocurrió en la causa. El ofrecimiento devenía
ineludiblemente inaceptable.Se podría decir en términos no jurídicos, pero sí suficientemente
esclarecedores para calificar el mismo, que ello “fue un remiendo para tratar de
salvar el mal paso”.Conforme con lo expuesto, el reclamo por daño moral, deviene
procedente, y se enmarca dentro de lo dispuesto por el art. 522 del Código Civil.En orden a determinar el valor del daño moral, debe tenerse en
cuenta, que en este punto, la Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Santa
Fe, en un trascendente pronunciamiento, ha dicho que: “...la compensación
pecuniaria por el padecimiento espiritual sufrido es de naturaleza resarcitoria y no
debe guardar necesariamente una proporción o equivalencia, razonable o no, con
el daño patrimonial;...no hay razón para fijar el resarcimiento por daño moral en un
porcentaje del daño material, pues aquél debe tender a la reparación integral del
menoscabo moral padecido;...hay que superar la inercia que se observa en cierta
10
jurisprudencia que considera al daño moral como una variable dependiente y
menor del daño patrimonial. Conviene por ello insistir no sólo en la independencia
de uno y otro, sino también en la posibilidad que el último supere notablemente el
daño económico”. (C.S.J.S.F., en autos “Suligoy, Nancy R. Feruglio de; Suligoy, M.
J.; Suligoy, M.G. y Suligoy, P.L. c/Provincia de Santa Fe s/Recurso Contencioso
Administrativo de Plena Jurisdicción”, Expte. C.S.J. Nro. 352, Año 1987, A. y S., T.
105, págs. 56-87).Por las razones apuntadas precedentemente, considero razonable
que debe admitirse la pretensión resarcitoria por daño moral, y deviniendo
excesiva la suma reclamada en la demanda ($3.000), fíjase su monto en la suma
de UN MIL QUINIENTOS PESOS ($1.500); sobre dicha suma se deberá aplicar un
interés equivalente a la tasa activa promedio mensual sumada que cobra el Nuevo
Banco de Santa Fe S.A. para operaciones de descuento de documentos a treinta
días, calculados desde la fecha de la compra (15/10/10) y hasta la de su efectivo
pago.Por tanto este agravio resulta admitido.Pasando a considerar la reclamación por Daño Punitivo, y
siguiendo a Mosset Iturraspe y Wajntraub, los mismos señalan que: “Los daños
punitivos tal como son legislados en el régimen de defensa de los consumidores,
consisten en un adicional que puede concederse al perjudicado encima de la
indemnización de los daños y perjuicios que pudiera corresponder. De esta forma
se aprecia su propósito meramente sancionatorio...”. (MOSSET
ITURRASPE,
Jorge, WAJNTRAUB, Javier H., “Ley de Defensa del Consumidor, Ley 24.240”,
Edit. Rubinzal-Culzoni, Buenos Aires, 2008, pág. 279).Remitido al texto del art. 52 bis de la Ley 24.240, incorporado por
la Ley 26.361, el mismo da surgimiento al “resarcimiento por daño punitivo”, y, al
11
respecto, reza: “Al proveedor que no cumpla sus obligaciones legales o
contractuales con el consumidor, a instancia del damnificado, el juez podrá aplicar
una multa civil a favor del consumidor, la que se graduará en función de la
gravedad del hecho y demás circunstancias del caso, independientemente de
otras indemnizaciones que corresponda. Cuando más de un proveedor sea
responsable del incumplimiento responderán todos solidariamente ante el
consumidor, sin perjuicio de las acciones de regreso que les correspondan. La
multa civil que se imponga no podrá superar el máximo de la sanción de multa
prevista en el artículo 47, inciso b) de esta ley”.Mientras que el art. 47, dispone: “Sanciones. Verificada la
existencia de la infracción, quienes la hayan cometido serán pasibles de las
siguientes sanciones, las que se podrán aplicar independiente o conjuntamente,
según resulte de las circunstancias del caso: ...b) Multa de pesos cien a pesos
cinco millones...”.Explica Picasso, que “la primera constatación que surge del
análisis de la norma es que las condiciones de procedencia de los daños punitivos
quedan reducidas en ella al hecho de que el proveedor incumpla sus obligaciones
para con el consumidor. De acuerdo al texto sancionado, bastaría con el
incumplimiento, cualquiera sea la obligación violada, medie o no dolo o culpa del
proveedor (y cualquiera sea la gravedad de ésta), haya o no un daño realmente
causado al consumidor, y con independencia de que el proveedor se haya o no
enriquecido como consecuencia del hecho. La 'gravedad del hecho' es tenida en
cuenta por la norma únicamente para graduar la cuantía de la sanción, más no
como condición de su procedencia. En cualquier caso, el juez -a quien la
expresión 'podrá', empleada por la ley, parece otorgarle plena discrecionalidad al
respecto- no se encuentra constreñido más que por su buen sentido, puesto que el
12
artículo sólo exige el incumplimiento del proveedor para que proceda la condena a
pagar daños punitivos”. (PICASSO, Sebastián, “Nuevas categorías de daños en la
Ley de Defensa del Consumidor, en Reforma a la Ley de Defensa del
Consumidor”, dirigida por Roberto Vázquez Ferreyra, Edit. La Ley, Buenos Aires,
2008, pág. 129).Es del caso, que en autos, se encuentran cumplimentados los
parámetros requeridos por la normativa aludida, a saber: a) Incumplimiento de la
proveedora (Grimoldi S.A.) de las obligaciones contractuales con el consumidor
accionante; b) Solicitud -en la demanda.- de la accionante perjudicada respecto de
la aplicación de la multa punitiva; c) Graduación de la multa civil, determinable
discrecionalmente por el juez; d) Procedencia de la aplicación de dicha pena,
independientemente
de
otras
indemnizaciones
que
se
impongan;
e)
Responsabilidad solidaria de toda la cadena de comercialización y distribución; f)
Topes mínimo y máximo de la cuantía de la pena.En tal sentido, como ya se expresara, la pena punitiva, conlleva un
propósito sancionatorio. Resulta una “medida ejemplarizadora” tendiente
a
disuadir toda conducta comercial abusiva, que torne una operación comercial que
debiera ser seria, en una caja de sorpresa que siempre redunda en perjuicio del
consumidor sorprendido en su buena fe.Ergo, el daño punitivo deviene operable, y por tanto, corresponde
su determinación cuántica dentro de los topes legales precedentemente
indicados.En este aspecto, discrepo con el monto fijado por el A quo
($1.000), como así también con la pretensión esgrimida por la accionante (Veinte
(20) veces el valor del importe abonado, lo cual alcanza la cifra de $7.800).Siguiendo los lineamientos ya descriptos establecidos por la Corte
13
Suprema de Justicia de la Provincia de Santa Fe, en el Fallo precedentemente
transcripto, entiendo que, para el caso, resulta razonable fijar el monto
indemnizatorio por daño punitivo en la suma de CINCO MIL PESOS ($5.000);
sobre dicha suma se deberá aplicar un interés equivalente a la tasa activa
promedio mensual sumada que cobra el Nuevo Banco de Santa Fe S.A. para
operaciones de descuento de documentos a treinta días, calculados desde la
fecha de la compra (15/10/10) y hasta la de su efectivo pago.Este segundo agravio, también resulta receptado.Por las razones expuestas, considero que debe admitirse
el
recurso de apelación interpuesto por la actora recurrente, revocándose
parcialmente la Sentencia N° 1426/12 (fs. 45/50), en lo referente a los montos
concedidos por los conceptos de daño moral (que se fija en la suma de Un mil
quinientos pesos ($1.500), y daño punitivo (que se establece en la suma de Cinco
mil pesos ($5.000), ambos con más los intereses, conforme a los considerandos
precedentes.Las costas de ambas instancias se imponen a la demandada
perdidosa (art. 251 C.P.C.C.).Así voto.A la misma cuestión, el doctor Netri dijo:
De acuerdo a los principios y fundamentos a los que arriba el
Vocal preopinante, votamos en igual sentido.A la misma cuestión, el doctor Silvestri dijo:
He recibido de la Actuaria estas actuaciones y me he impuesto del
total de las mismas. Habida cuenta de la concordancia plena existente en los
votos que anteceden, me abstengo de votar (art.26 ley 10160).A la segunda cuestión, el doctor Galfré dijo:
14
Atento el resultado obtenido al votar la cuestión precedente,
corresponde admitir el recurso de apelación interpuesto por la actora recurrente,
revocándose parcialmente la Sentencia N° 1426/12 (fs. 45/50), y disponiendo que:
a) En lo referente a los montos concedidos por los conceptos de daño moral se fija
en la suma de UN MIL QUINIENTOS PESOS ($1.500), y daño punitivo se
establece en la suma de CINCO MIL PESOS ($5.000), ambos con más los
intereses equivalentes a la tasa activa promedio mensual sumada que cobra el
Nuevo Banco de Santa Fe S.A. para operaciones de descuento de documentos a
treinta días, calculados desde la fecha de la compra (15/10/10) y hasta la de su
efectivo pago; b) Condenar a GRIMOLDI S.A. a abonar las sumas indicadas en el
punto a), con más los intereses dispuestos, en el término de Cinco (5) días a
contar desde la notificación del presente Acuerdo. Las costas de ambas instancias
se imponen a la demandada perdidosa (art. 251 C.P.C.C.). Propongo que los
honorarios de Alzada de los doctores Maximiliano Toricelli y Julieta La Bianca, se
fijen en el cincuenta por ciento del honorario que en definitiva les corresponda a
los profesionales de cada parte por su labor desplegada en lo principal en sede
inferior con noticia de la Caja Forense.Así voto.A la misma cuestión, el doctor Netri dijo:
El pronunciamiento que corresponde dictar es el que propicia el
doctor Galfré.A la misma cuestión, el doctor Silvestri dijo:
Reitero mi opción por la posibilidad de no votar (art.26 ley 10160)
expresada en la cuestión anterior.Por todo ello, la Cámara de Apelación de Circuito, RESUELVE:
Admitir el recurso de apelación interpuesto por la actora recurrente, revocándose
15
parcialmente la Sentencia N° 1426/12 (fs. 45/50), y disponiendo que: a) En lo
referente a los montos concedidos por los conceptos de daño moral se fija en la
suma de UN MIL QUINIENTOS PESOS ($1.500), y daño punitivo se establece en
la suma de CINCO MIL PESOS ($5.000), ambos con más los intereses
equivalentes a la tasa activa promedio mensual sumada que cobra el Nuevo
Banco de Santa Fe S.A. para operaciones de descuento de documentos a treinta
días, calculados desde la fecha de la compra (15/10/10) y hasta la de su efectivo
pago; b) Condenar a GRIMOLDI S.A. a abonar las sumas indicadas en el punto
a), con más los intereses dispuestos, en el término de Cinco (5) días a contar
desde la notificación del presente Acuerdo. Las costas de ambas instancias se
imponen a la demandada perdidosa (art. 251 C.P.C.C.). Fíjanse los honorarios de
Alzada de los doctores Maximiliano Toricelli y Julieta La Bianca, en el cincuenta
por ciento del honorario que en definitiva les corresponda a los profesionales de
cada parte por su labor desplegada en lo principal en sede inferior con noticia de
la Caja Forense. Insértese, hágase saber y bajen.- (AUTOS: “TORRICELLI
MAXIMILIANO C/GRIMOLDI S.A. S/DAÑOS Y PERJUICIOS” Expte. N° 183/12).8-46
GALFRÉ
NETRI
SILVESTRI
(Art.26 ley 10160)
MUNINI
Descargar