FORMACIÓN EN PSIQUIATRÍA INFANTIL: UNA APROXIMACIÓN AL SÍNTOMA EN EL NIÑO Y EL ADOLESCENTE. Ángela Carmona Méndez. Médico Residente de Psiquiatría de 4º año Servicio de Psiquiatría Hospital Infanta Cristina Badajoz Introducción Aproximarse al mundo psíquico del niño y del adolescente, por extensión a su salud mental, requiere de una comprensión integradora: - La infancia se comporta como una unidad bio- psico- socio- afectiva, que nos permite utilizar una o varias de estas vías para expresar una situación conflictiva y/o desestructurante. - La época infantil se caracteriza por una constante y rápida evolución, con movimientos alternativos de tipo progresivo, pero también con aparentes marchas atrás y/o estancamientos de dicho proceso evolutivo. - La infancia y la adolescencia en la especie humana se distinguen por una íntima y prolongada dependencia de su contexto y del medio ambiente, que le aporta una serie de determinantes históricos y de clase importantes. - La plasticidad de la evolución y desarrollo que experimentan el niño y el adolescente no debe confundirse con la idea de que cualquier intervención puede estar, de una u otra manera, justificada o puede corregirse a lo largo del tiempo. - Existe una gran variabilidad en la presentación de los síntomas y en su expresión general de cualquier sufrimiento del sujeto en estas etapas de la evolución humana, que lo diferencia claramente de la vida adulta. Proceso diagnóstico; lo normal y lo patológico El psiquiatra no puede abstraerse del contexto que delimita y define en parte su forma de trabajo. Congreso Virtual de Psiquiatría. Interpsiquis Enero 1970. Psiquiatria.com -1- Se le pide que explore un pequeño paciente, el cual, generalmente, no lo ha solicitado. Asimismo, se le ruega haga desaparecer un comportamiento que la familia, la escuela, los vecinos o la asistente social, no juzgan correcto, de acuerdo con unos criterios de adaptación. Los criterios de normalidad no pueden limitarse a la evaluación de la conducta que ha motivado la exploración y resumirse en una simple enumeración de síntomas. La primera preocupación del paidopsiquiatra enfrentado a una conducta inusual es, ante todo, evaluar su carácter patológico o normal. En realidad, sería más adecuado plantearse la interrogación siguiente: Esta conducta manifiesta ¿tiene en el seno del funcionamiento mental del niño un poder patógeno o asume un papel adaptativo, permitiendo la continuación del movimiento madurativo?. Confundir normal y salud, oponiéndoles anormal y enfermedad, constituye evidentemente una posición estática, que no corresponde a la dimensión dinámica de la mayoría de las enfermedades. La enfermedad no puede reducirse sólo a sus signos lesionales. Sería conveniente aproximar la definición de normal a la idea de proceso. Asimilar lo normal al promedio es, ante todo, confundir lo anormal y la anomalía; o sea confinar al campo patológico todo aquello que no se halle en la zona media de la curva de Gauss. Remitir lo normal a un modelo o utopía es instaurar un sistema de valores, una normalidad ideal. Si tal ideal está definido por el grupo social, éste tiende a confundirlo más o menos con la norma estadística. Definir lo normal como un proceso de adaptación o como la capacidad de reacción para reencontrar el equilibrio anteriormente perdido, es introducir una evaluación dinámica. Pero en el campo psicosocial, una definición de este tipo implica el riesgo de reducir el concepto de normalidad a un estado de aceptación, de sumisión o de conformismo frente a las exigencias sociales. El médico no se halla confrontado a un problema teórico sino a una elección práctica; es decir, ante tal o cual paciente, ¿debe intervenir o abstenerse?. La paidopsiquiatría más que ninguna otra especialidad está enfrentada a dicho dilema, puesto que la sintomatología actual del niño no determina, en gran parte de los casos, su futuro estado como adulto. La paidopsiquiatría debe apoyarse en un sistema de evaluación, más allá de las conductas sintomáticas. Frente a un niño concreto, hay que reconocer el síntoma, considerar su importancia y su función dinámica, e intentar situarlo en el seno de la estructura psíquica. Finalmente, valorar dicha estructura dentro del marco de la evolución genética (procesos de maduración y desarrollo) y dentro del ambiente. Cuádruple evaluación; sintomática, estructural, genética y ambiental, pilares de un enfoque paidopsiquiátrico integrador. Modelos de comprensión; la crisis de la adolescencia La adolescencia es la edad del cambio, como la etimología de la palabra lo indica: adolescere significa en latín "crecer". La adolescencia es un paso entre la infancia y la edad adulta; en realidad, el adolescente no es un niño, ni es todavía un adulto. Congreso Virtual de Psiquiatría. Interpsiquis Enero 1970. Psiquiatria.com -2- Este doble movimiento, pérdida de su infancia por un lado y búsqueda de un estado adulto estable por otro, constituye la esencia misma de "la crisis", del "proceso psíquico" que todo adolescente atraviesa. Comprender este periodo transitorio, describir las líneas de fuerza alrededor de las cuales esta transformación psíquica y corporal se ordenará poco a poco, constituye una tarea ardua. Frente a los incesantes cambios, a las rupturas múltiples, a las numerosas paradojas que animan a todo adolescente, el clínico corre el riesgo de ser tentado por diversas actitudes: puede dejarse llevar por una suerter de fatalismo, contentarse con "seguir", "acompañar" al adolescente, renunciando, por un tiempo al menos, a toda comprensión y sobre todo a una inmediata posibilidad de evaluación de las conductas de este último. Al contrario, al intentar "comprender" el proceso en curso, el clínico puede adoptar un modelo teórico que dé sentido a estas múltiples conductas., pero entonces puede quedar preso en un riesgo de formalismo, de teorización artificial, al pretender incluir el conjunto de "síntomas" que todo adolescente puede presentar en un cuadro que aparece arbitrario y artificial. Esta alternativa, contentarse con un acompañamiento empático, renunciando a toda comprensión o evaluación de un lado, formalizar excesivamente todas las conductas del adolescente para hacerlas entrar en un cuadro conceptual, puede ser superada. Más que en cualquier edad de la vida, el adolescente enfrenta al clínico con los modelos que utiliza, obligándolo a un reexamen constante para evaluar la pertinencia de este modelo en cada caso; este ir y venir entre la práctica y la teoría, esta reevaluación permanente y necesaria, constituye la riqueza de la psicopatología del adolescente. La adolescencia, por su dependencia, su mutabilidad, su incertidumbre evolutiva, el carácter aparatoso y molesto de algunas de sus manifestaciones triviales, es uno de los periodos de la vida en que el establecimiento de un diagnóstico psiquiátrico preciso se vuelve aleatorio. Se corre el riesgo de fijar el proceso evolutivo de la adolescencia, de inducir en el adolescente contraidentificaciones negativas correspondientes a este diagnóstico psiquiátrico, favoreciendo así de forma engañosa que esto se cumpla con el tiempo. Los posibles riesgos de un diagnóstico psiquiátrico en la adolescencia se pueden resumir así: - Dificultades para hacer coincidir una fase en movimiento y evolutiva de la vida y un cuadro nosográfico fijo, delimitado mucho más en función de la patología mental del adulto o, incluso, del niño que en función del propio adolescente. - Riesgo de atribuir a una conducta aparatosa, inquietante o molesta para el entorno (familia, sociedad) el poder de explicar el conjunto del funcionamiento mental. - Riesgo de pantalla y fijación inducido por el diagnóstico dado y las contraactitudes que suscita, tanto en el adolescente como en su entorno familiar o social. - Frecuentes fluctuaciones de los niveles de funcionamiento psíquico del adolescente, fluctuaciones que dependen en parte del momento y de las circunstancias puntuales en que interviene la entrevista. Es importante tener presente que la ausencia de todo proceso diagnóstico comporta también peligros propios: Congreso Virtual de Psiquiatría. Interpsiquis Enero 1970. Psiquiatria.com -3- - De un lado, se puede renunciar a toda tentativa de síntesis en los datos y contentarse con actitudes espontáneas más o menos pensadas: esto conduce a dejar de lado toda elaboración teórica pero, sobre todo, cualquier proyecto terapeútico. El adolescente, que está precisamente a la búsqueda de su identidad y de sus límites, sólo podrá ser llevado a conductas cada vez más patológicas frente a esta ausencia total de referencia. - Por otro lado, una consecuencia del rechazo de toda precisión diagnóstica es el recurso a categorías que no se designan como tales, que no se reconocen explícitamente porque permanecen bajo la forma de criterios impresionistas, de referencias a la experiencia anterior del consultor o de la institución. Clasificación diagnóstica empírica no reconocida y totalmente dependiente de la subjetividad individual. Aunque las clasificaciones basadas en criterios diagnósticos han favorecido el consenso nosológico, el criterio diagnóstico no dará frutos en el adolescente basándose en la referencia y etiquetaje de una serie de síntomas. Más que detectar las conductas síntomas, el clínico deberá tratar de analizar el funcionamiento psíquico del paciente, pero también ligar este funcionamiento a las interacciones familiares y sociales en las que el adolescente participa. La entrevista clínica; un perspectiva integral El "motivo" de la consulta suele ser la presentación de uno o varios de los síntomas que preocupan en el seno de la familia, colegio o entorno social. La habilidad del terapeuta estriba en pasar de un motivo expresado o manifiesto a discernir qué es lo que se quiere transmitir sobre la alteración relacional o evolutiva del niño en su marco de referencia. Para poder realizar este paso es preciso una descripción contextualizada, lo cual sobrepasa la mera recogida descriptiva de los síntomas. Debe intentarse enmarcar la aparición de la conducta problema y las circunstancias que la determinan, así como registrar los movimientos afectivos, las formas, los modos de contacto y de relación; qué y cómo se modifica el medio socio-familiar que rodea al niño o adolescente, cuando está presente el síntoma. Es necesario conocer la articulación del síntoma con la vida actual del niño o del adolescente. Debemos intentar delimitar la conducta actual en la trayectoria evolutiva, destacando aquello que presenta un valor histórico o resonancia vital relevantes para el individuo en particular. Una entrevista bien conducida plantea el proceso de evaluación favoreciendo una ruptura del círculo vicioso entre padres e hijos, que con frecuencia observamos consolidado a través del síntoma. De esta forma se conseguirá un acercamiento al valor funcional del síntoma en el conjunto de la relación familiar. Congreso Virtual de Psiquiatría. Interpsiquis Enero 1970. Psiquiatria.com -4- Conclusiones Habría que abandonar la idea de la existencia de un límite nítido entre conducta normal y patológica. Esto conlleva la recogida, de manera evolutiva y contextualizada, de lo que se plantea como problema situándonos en un marco amplio de comunicación y lenguaje. Evitando, en la medida de lo posible, someter al posible síntoma a una enmarcación que lo analice como la desviación o no de una norma preestablecida. Desde el punto de vista pronóstico, existen dos elementos sobresalientes en la valoración global de una conducta: - la restricción de la actividad o no aparición de actividades nuevas para el desarrollo evolutivo en la infancia y adolescencia - la organización de situaciones rígidas o irreversibles en dicho proceso evolutivo y/o relacional. Es necesario mejorar nuestro conocimiento sobre las diferentes organizaciones clínico-evolutivas de la infancia y adolescencia, así como de la repercusión de los diversos abordajes terapeúticos sobre las mismas. Bibliografía 1. Rodríguez Sacristan J. "Diagnóstico y tratamiento en psiquiatría infantil". En: Gutierrez JR, Rey F (coord. ). Planificación terapeútica de los trastornos psiquiátricos del niño y del adolescente. Madrid: SmithKline Beecham;2000. 2. Gutierrez JR. "Valoración clínico-terapeútica: Generalidades". En: Gutierrez JR, Rey F (coord.). Planificación terapeútica de los trastornos psiquiátricos del niño y del adolescente. Madrid: SmithKline Beecham;2000. 3. Ajuriaguerra J, Marcelli D. Manual de Psicopatología del niño. Barcelona: Masson; 1992. 4. Marcelli D, Braconnier A. Manual de Psicopatología del adolescente. Barcelona: Masson; 1992. 5. Lebovici S, Diatkine R, Soulé S. Tratado de psiquiatría del niño y del adolescente. Madrid: Biblioteca Nueva (tomo I); 1988. Congreso Virtual de Psiquiatría. Interpsiquis Enero 1970. Psiquiatria.com -5-