LA MUJER VESTIDA DE SOL (La mariología de Ecumenio) LUCAS FRANCISCO MATEO-SECO PALABRAS CLAVE Ecumenio, Mariología, Patrística, Apocalipsis. RESUMEN El Comentario de Ecumenio al Apocalipsis es el primer escrito exegético sobre el Apocalipsis que se conoce en lengua griega. Pertenece a la segunda mitad del siglo VI. El comentario a los capítulos 12 y 13 es de un gran interés mariológico: el Apocalipsis habla de una Mujer vestida de sol, de su descendencia y de la lucha de ambos contra el dragón; Ecumenio identifica a esa Mujer gloriosa y perseguida con la Virgen María, y considera a los cristianos como descendencia suya, es decir, como hijos suyos. THE WOMAN CLOTHED WITH THE SUN (The mariology of Oecumenius) KEY WORDS Oecumenius, Mariology, Patristic, Apocalypse. SUMMARY Oecumenius’ Commentary on the Apocalypse is the first known exegetic piece on the Apocalypse written in Greek. It belongs in the middle of the 6th century. The commentary on chapters 12 and 13 is of great mariological interest: the Apocalypse speaks of a woman clothed with sun, of her descendant, and both of them fighting the dragon; Oecumenius identifies that glorious and persecuted woman with the Virgin ScrdeM 69 LUCAS FRANCISCO MATEO-SECO Mary, and regards the Christian as her descendants, that is, as her children. El capítulo 12 del Apocalipsis comienza con la visión de una mujer misteriosa, “vestida de sol, con la luna bajo sus pies y en su cabeza una corona de doce estrellas” (Ap 12, 1). La iconografía mariana ha utilizado esta hermosa imagen para aplicarla a la Virgen con una gran frecuencia. A veces, como sucede en el caso de la Inmaculada, uniendo la mujer vestida de sol con la mujer que pisa la cabeza de la serpiente (cfr. Gn 3, 15). Esta unión resulta lógica si se tiene en cuenta que en ambos pasajes se habla de una mujer, de su descendencia y de la victoria sobre la serpiente, es decir, el diablo. Se nos presenta así una mujer joven y esplendorosa, llena de gloria y de inocencia, poderosa en la lucha contra la serpiente y vencedora del mal. Se nos presenta, sobre todo, una mujer implicada a fondo en la lucha contra el mal que mantiene su descendencia. La Mujer, además, participa de forma excepcional en la victoria de esa descendencia. Podría parecer que la identificación de la Mujer con la Virgen, es decir que la lectura mariana de Ap 12, 1, tiene lugar sólo a partir del Medioevo y que se debe sólo a la “piedad” de los mariólogos1. La realidad, sin embargo, es otra. La aplicación de Ap 12, 1 a la Santísima Virgen se encuentra ya explícita y detalladamente en el primer comentario al Apocalipsis en lengua griega que se conoce: el Comentario de Ecumenio2. El comentario a los capítulos 12-13 no es un “aerolito” caído 1. Cfr. p. e., JEAN LOUIS D’ARAGON, Apocalipsis, en R. E. BROWN - J. A. FITZMEYER (dirs.), Comentario Bíblico “San Jerónimo” IV, Cristiandad, Madrid 1972, pp. 566-567. 2. Como observa M. Dulaey, el comentario de Ecumenio al Apocalipsis es la primera explicación seguida de este texto en la patrística griega. Ecumenio, sin embargo, es un autor con mala suerte: la edición de su libro en el siglo VI encuentra algunas dificultades, que pueden ser debidas a sus tendencias monofisitas. De hecho, cuando lo utiliza Andrés de Cesarea, lo hace sin citar nunca su nombre, quizás para evitarse complicaciones (cfr. M. DULAEY, Oecumenius, “Dictionnaire de Spiritualité”, t. IV/I, p. 682). Esta observación de Dulaey sobre el monofisismo de Ecumenio no es del todo exacta, si nos atenemos al libro que nos ocupa: Comentario al Apocalipsis. Ecumenio rechaza explícitamente las enseñanzas de Eutiques, especialmente lo que él califica como “docetismo” mariológico. 70 ScrdeM LA MUJER VESTIDA DE SOL inesperadamente en el Comentario de Ecumenio al Apocalipsis. Todo este Comentario es un libro de una gran riqueza mariológica. Desde luego, es un libro de una gran belleza literaria y de una notable importancia a la hora de comprender la historia de la aplicación a Santa María de las visiones contenidas en los capítulos 12-13 del Apocalipsis. La mujer vestida de sol, el dragón rojo y la lucha del dragón contra esta mujer y contra su descendencia, todo ello está al servicio de mostrar la lucha del anticristo contra Cristo y, más en concreto, de mostrar la naturaleza del anticristo. Puede decirse algo más: el libro de Ecumenio conjuga armoniosamente lo que podría calificarse con un lenguaje actual de mariología cristotípica y mariología eclesiotípica. Así se ve, por ejemplo, en el comentario a las doce estrellas: esas estrellas son los Apóstoles que rodean a la Virgen, pues sobre ellos está edificada la Iglesia, y la Iglesia está en torno a Santa María, dice Ecumenio evocando la escena de Hch 1, 14. La aplicación de la Mujer a la Santísima Virgen no es contraria, sino que coexiste y converge con la aplicación a la Iglesia. El Autor y su libro El autor de este comentario es conocido como Ecumenio o Oecumenius. 3. Para un conocimiento más detallado de las diversas hipótesis existentes sobre la persona de Ecumenio, sobre sus obras y sobre la bibliografía que existe en torno a él, cfr. entre otros A. MONACI CASTAGNO, Il problema della datazione dei Commenti all’Apocalisse di Ecumenio e di Andrea di Cesarea, “Atti dell’Accademia delle Scienze di Torino,” 114 (1980), pp. 1-24; idem, I Commenti di Ecumenio e di Andrea di Cesarea: due letture divergenti dell’Apocalisse, “Memorie dell’Accademia delle Scienze di Torino”, Serie V, 5 (1981), pp. 303-426; cfr. también art. Oecumenius, “Dictionary of Greek and Roman Biography and Mythology”, pp. 15-16; M. DULAEY, Oecumenius, o. c. en nota 2, 682; A. LABATE, Ecumenio, “Dizionario Patristico e delle Antichità Christiane”, p. 1.064; A. FORTESCUE, Oecumenius, “Catholic Encyclopedia”. Sobre la identificación de Ecumenio con el arzobispo de Trica, cfr. S. PETRIDÈS, Oecumenius de Tricca, “Échos d’Orient”, 6 (1903), pp. 307-310; A. LABATE, o. c. en nota 3. Esta identificación parece rechazable (cfr. M. BERMANN, Ecumenio, en S. DÖPP W. GEERLINGS (eds.), Dizionario di Letteratura cristiana antica, Urbaniana University Press, Città Nuova, Roma 2006. Sobre las influencias que recibe Ecumenio de Santos Padres anteriores, cfr. M. DE GROOTE, Die Literatur der Kirchenväter in Apokalypsekommentar des Oecumenius, “Zeitschrift fur Antikes Christentum”, 7 (2003), pp. 251-262. ScrdeM 71 LUCAS FRANCISCO MATEO-SECO Aunque su identidad no está perfectamente establecida, es cierto que vivió en el siglo VI3. Su comentario al Apocalipsis fue utilizado por Andrés de Cesarea a comienzos del siglo VII. Por esta razón se fecha el Comentario a finales del siglo VI. El texto del Comentario fue descubierto por Franz Diekamp en 1901, pero la primera edición no tuvo lugar hasta 19284. En nuestro estudio seguimos la reciente edición crítica de Marc De Groote teniendo a la vista la traducción inglesa de John N. Suggit, que es la más reciente y la más accesible al gran público5. Nuestro principal intento es ofrecer al lector de Scripta de Maria como una primicia, pues aún no existen en castellano los hermosos textos marianos salidos de la pluma de Ecumenio. Ecumenio y el Apocalipsis Ecumenio acepta el Apocalipsis como obra del Apóstol y Evangelista san Juan (cfr. p. 30). De hecho se esfuerza en mostrar el paralelo entre las imágenes del Evangelio y las del Apocalipsis. La exégesis de Ecumenio se apoya en un principio muy útil a la hora de entender el Apocalipsis: lo considera como “visiones”, “sueños”, cuya importancia estriba más en su significado profundo que en su orden cronológico. Puede tratarse de visiones que se han cumplido ya. Así sucede, como veremos, con algunas de las cosas que se dicen en los capítulos 12-13 de la figura de la mujer y de su lucha contra el mal: según el Comentario, en realidad no son una sola profecía que deba cumplirse al final de los tiempos, sino visiones de algo que ha comenzado ya a cumplirse durante la vida terrena del Mesías y de su Madre. 4. The Complete Commentary of Oecumenius on the Apocalypse, editado por H. C. HOSKIER, Ann Arbor, Michigan 1928. 5. Cfr. M. DE GROOTE, Oecumenii commentarius in Apocalypsin, Peeters, Leuven 1999. Muy interesante la recensión que hace a esta edición J. L. NORTH en “Journal of Theological Studies”, 51 (2000), pp. 746-748. Existe una reciente y accesible traducción del texto griego al inglés: JOHN N. SUGGIT, Oecumenius. Commentary on the Apocalypse, The Catholic University of America Press, The Fathers of the Church 112, Washington 2006, 216 pp. A pie de página citaremos ambas ediciones en forma simplificada (DE GROOTE y a continuación número de página y de líneas; SUGGIT, y a continuación la página), citando primero el capítulo del texto de Ecumenio. 72 ScrdeM LA MUJER VESTIDA DE SOL Inmaculada con el Niño y España. Juan de Miranda y Cejas. 1778. Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Concepción. Santa Cruz de Tenerife. (AA.VV., Inmaculada, ed. Fundación “Las Edades del Hombre”, Madrid 2005, p. 91). ScrdeM 73 LUCAS FRANCISCO MATEO-SECO La mariología de Ecumenio En su Comentario Ecumenio parte de una observación de base: Cristología y Mariología son inseparables. Nótese que el error de fondo de Nestorio no es primordialmente mariológico, sino cristológico: Nestorio negó la maternidad divina de Santa María, porque previamente negaba la unidad de Cristo. Ahora bien, desde el punto de vista cristológico, Ecumenio acepta explícita y cordialmente la enseñanza del Concilio de Calcedonia (a. 451), es decir, acepta la enseñanza de un concilio que es clave en Cristología. Según esta enseñanza, Nuestro Señor Jesucristo es, al mismo tiempo, perfecto Dios y perfecto hombre; en Él la naturaleza humana y la naturaleza divina se encuentran unidas en la unidad de la persona “sin confusión, sin mutación, sin división, sin separación”6. Siguiendo esta enseñanza, Ecumenio rechaza enérgicamente la doctrina de Nestorio, que negó que Santa María es Madre de Dios (Theotokos), y rechaza también la doctrina de Eutiques, que negó que, después de la unión hipostática, permaneciese íntegra en Cristo su naturaleza humana7. Como es sabido, Nestorio aceptaba que Santa María es Madre de Cristo (Christotokos), pero negaba que Santa María fuese Madre de Dios (Theotokos), pues pensaba que lo humano y lo divino en Cristo no están unidos tan íntimamente que constituyan una sola persona. Nestorio fue condenado por el Concilio de Éfeso (a. 431). San Cirilo de Alejandría fue el alma de este Concilio, el gran defensor de la unidad de Cristo y, en consecuencia, el gran defensor de la Maternidad divina de Santa María8. La posición de Eutiques es una lectura errónea y sectaria de las enseñanzas de San Cirilo: Eutiques pretendía defender la unidad de Cristo pero de un modo en el que lo humano era absorbido por divino hasta el punto de formar una sola naturaleza. De ahí el nombre de monofisismo. Por esta razón, Ecumenio, que intenta seguir radicalmente la doctrina de San Cirilo, ha sido considerado a 6. Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 467. 7. Cfr. F. OCÁRIZ - L. F. MATEO-SECO - J. A. RIESTRA, El misterio de Jesucristo, Eunsa, Pamplona 2004, esp., pp. 213-227. 8. Cfr. L. F. MATEO-SECO, El título “Madre de Dios” en la teología de los Padres anteriores a Éfeso, “Estudios Marianos”, 68 (2002), pp. 47-68; idem, La Maternidad divina de María. La lección de Efeso, “Estudios Marianos”, 64 (1998), pp. 269-291. 74 ScrdeM LA MUJER VESTIDA DE SOL veces como próximo al monofisismo. Sin embargo, en el texto del Comentario que nos ocupa no hay razones suficientes para considerarlo cercano al monofisismo. La maternidad divina En cualquier caso, es claro para Ecumenio que Santa María es verdaderamente Madre de Dios. El Apóstol Juan, comenta Ecumenio, al hablar de la mujer vestida de sol, está hablando de la Madre de Dios9, de la Madre de nuestro Salvador10. Ecumenio llama a Santa María “mi señora dueña, la santa Madre de Dios” (109)11, y utiliza la expresión más fuerte que puede darse para hablar de la maternidad divina de Santa María: Theotokos, Deigenitrix, la que engendró a Dios12. Esta maternidad es virginal. Ecumenio insiste en este punto con toda claridad y detenimiento, hasta el punto de que esta virginidad parece incluir la total ausencia de María de toda clase de pecado. Estamos muy cercanos a la “toda pura”, “toda santa”, “la que no tuvo ninguna mancha de pecado”13. Anota Suggit que Ecumenio tiene una alta consideración de María, siempre virgen a la que identifica con la mujer del Apocalipsis. En efecto, Ecumenio la describe como “igual a un ángel, ciudadana del cielo”, como alguien “que no tiene nada en común con el mal”14. Esto quiere decir que la argumentación patrística en torno a la Inmaculada Concepción –una santidad tan plena que no tiene que ver nada con el mal en ningún momento de la existencia, ni siquiera en el primer momento– está ya presente, al menos como sugerencia, en la pluma de Ecumenio. De hecho estaba ya presente claramente, por ejemplo, en la pluma de san Gregorio de Nisa al que cita explícitamente Ecumenio15. 9. ECUMENIO: cp. 6; DE GROOTE, o. c. en nota 5: 170, 383; SUGGIT, o. c. en nota 5: 107. 10. ECUMENIO: ibidem; DE GROOTE, o. c. en nota 5: 170, 386; SUGGIT, o. c. en nota 5: 107. 11. ECUMENIO: cp. 6, DE GROOTE, o. c. en nota 5: 173, 446-447; SUGGIT, o. c. en nota 5: 109; cfr. también 110 y 112. 12. ECUMENIO: 8; DE GROOTE, o. c. en nota 5: 201, 266-267; SUGGIT, o. c. en nota 5: 131. 13. Cfr. ECUMENIO: 2, 6, 7 y 10; DE GROOTE, o. c. en nota 5: 97, 358-360; 173, 446-450; 182, 224- 183, 235; SUGGIT, o. c. en nota 5: 47, 107-109, 116-117, 166. 14. Cfr. SUGGIT, o. c. en nota 5: 8. 15. Son expresiones que encontramos, por ejemplo, en san Gregorio de Nisa. Cfr. G. MASPERO, El misterio de la Virgen toda limpia en Gregorio de Nisa, “Scripta de Maria”, II/I (2004), pp. 183-204, esp. 196-200. ScrdeM 75 LUCAS FRANCISCO MATEO-SECO 76 ScrdeM LA MUJER VESTIDA DE SOL La visión de Apocalipsis 12-13 Ecumenio entiende que la cuestión central de estos dos capítulos es desvelar la naturaleza del anticristo y el porqué de su rebeldía. He aquí cómo comenta el comienzo del capítulo 12: Una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida de sol, la luna a sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas: “La visión quiere describirnos acabadamente lo que concierne al Anticristo. Por esta razón no se hace una mención pequeña de lo que ha sucedido antes (de la aparición del anticristo). Y es que la humanación (enanthrôpesis) del Señor lo hizo cercano al mundo y dominarlo, y por esta razón fue ocasión para el surgimiento del Anticristo y para que fuese movido por Satán. Porque ésta es la razón de que el Anticristo se despierta: para hacer que el mundo se rebele de nuevo contra Cristo y para persuadirlo de que en su huida se entregue a Satanás. Y puesto que la concepción del Señor según la carne y su nacimiento fueron el comienzo de su encarnación (enanthrôpesis), la visión ha puesto cierto orden y continuidad en la contemplación de los acontecimientos que se iban a desarrollar, empezando por el comienzo: por la concepción de Cristo según la carne, y por la descripción que ha hecho para nosotros de la Madre de Dios (Theotokos)”16. Este comienzo de Ecumenio señala ya la perspectiva en que se ha de situar cuanto diga en torno a la Mujer. El escritor sagrado, dice Ecumenio, pretende destacar la figura del anticristo en cuanto gran luchador para que el mundo huya de Cristo y se entregue a Satanás. Lo que causa el resentimiento de este personaje del Apocalipsis es la grandeza de Cristo, la sublimidad de su encarnación, su vocación de Señor y Rey del universo. Página anterior Inmaculada Concepción con Dios Padre. Joan de Joanes. Siglo XVI. Iglesia de santo Tomás Apóstol y san Felipe Neri. Valencia. (AA.VV., Inmaculada, ed. Fundación “Las Edades del hombre”, Madrid 2005, p. 135). 16. ECUMENIO: 6; DE GROOTE, o. c. en nota 5: 170, 371-384; SUGGIT, o. c. en nota 5: 107. ScrdeM 77 LUCAS FRANCISCO MATEO-SECO Desde la primera teología cristiana, la grandeza de la concepción y del nacimiento de Cristo, es decir, su carácter divino (por obra del Espíritu Santo) y virginal han sido considerados como especialmente contrarios al demonio17. Ecumenio se inserta así en una tradición que se remonta a la teología de los primeros tiempos, en la que la concepción y nacimiento del Señor aparece ya ligada a su grandeza y a su obra salvadora y, en consecuencia, la Madre aparece como esencialmente ligada a toda la obra mesiánica. Continúa Ecumenio refiriéndose ahora directamente a la Madre del Mesías: “Por esta razón dice: Y apareció un portento en el cielo, una mujer vestida de sol, y la luna bajo sus pies (Ap 12, 1). Él (el autor sagrado) está hablando de la Madre de nuestro Salvador, como ya se ha dicho. Lógicamente (eikótos), la visión la describe como estando en el cielo y no en la tierra, ya que es pura en el alma y en el cuerpo; [la describe] como igual a un ángel (issánggelos), como ciudadana del cielo, como a quien abrazó y dio carne (chorésasan y sarkósasan) a Dios, que mora en el cielo (“por esta razón”, dice él, “el cielo es mi trono” (Is 66, 1), y como a alguien que no tiene nada en común con el mundo y con la maldad que existe en él, sino que es completamente sublime, completamente digna del cielo, aunque ella haya surgido de nuestra naturaleza y sustancia humana. Porque la Virgen es de la misma sustancia (homousios) que nosotros18. La sacrílega doctrina de Eutiques que inventa que la Virgen es de una sustancia milagrosamente diferente de la nuestra (heterousios), junto con sus demás doctrinas docetas, debe ser desterrada de los divinos conciertos”19. 17. Baste recordar este conocido texto de san Ignacio de Antioquía (+110-117): “El príncipe de este mundo ha ignorado la virginidad de María, su alumbramiento y la muerte del Señor: tres misterios clamorosos que se cumplieron en el silencio de Dios” (Carta a los Efesios, 19, ed. Sources Chrétiennes, 10, 75). 18. Como anota SUGGIT (p. 107, nota 33), Ecumenio utiliza aquí la palabra homousios, de la misma sustancia, que es el término que utiliza el Concilio de Nicea para subrayar la igualdad existente entre el Padre y el Hijo. 19. ECUMENIO: 6; DE GROOTE, o. c. en nota 5: 170, 385-171, 396; SUGGIT, o. c. en nota 5: 107-108. 78 ScrdeM LA MUJER VESTIDA DE SOL Para captar en toda su hondura este párrafo, es conveniente adelantar algo que Ecumenio dirá después: el capítulo 12 no está presentando algo futuro –la Mujer que aparece triunfante en la lucha final entre el bien y el mal–, sino que presenta algo que ya ha pasado: la Mujer aparece triunfante y gloriosa ya en el momento en que concibe a Cristo, acontecimiento que, como obvio, ha tenido lugar mucho antes de la visión narrada. El párrafo comienza con una descripción de la santidad de la Virgen. Esta descripción nos lleva directamente a pensar en su total y perpetua santidad. Por esta razón se dice que ella “está en el cielo” (de hecho en el momento de la Anunciación estaba en la tierra, en Nazaret), y que no tiene nada en común con el mal que hay en la tierra. Nada, nada. Ella es toda pura e igual a un ángel, términos dedicados tradicionalmente para describir la virginidad20. Es claro que el horizonte en que se encuadra el comienzo de este párrafo es la total ausencia de pecado en Santa María. Santa María es realmente la Madre de Dios. Ecumenio la califica intencionadamente con el significativo término de Theotokos. Ahora bien, Santa María no podría ser verdadera Madre de Dios, si no tuviese un verdadero cuerpo de mujer y si, además, no fuese de nuestra misma naturaleza y sustancia. De ahí el radical rechazo de Eutiques al que acusa de ser doceta tanto desde el punto de vista cristológico como mariológico. El paralelo que Ecumenio establece con el consustancial del Símbolo de Nicea es elocuente. También es elocuente el rechazo del monofisismo de Eutiques en su derivación mariológica. Y lo dice con gran agudeza: negar la consustancialidad de Santa María con nosotros equivale a negar su verdadera maternidad; ser doceta en el terreno mariológico repercute directamente en el terreno cristológico. De ahí que, para reafirmar la verdad de la maternidad, Ecumenio se esmere al utilizar vocablos cuya fuerza es intraducible al castellano: la Virgen “abarca”, “rodea”, “tiene capacidad (chorésasan) de recibir” a Dios; le da la carne (sarkósasan). 20. Así lo hace, por ejemplo, san Gregorio de Nisa ya desde su primera obra, su tratado sobre la virginidad (cfr. L. F. MATEO-SECO, Virginidad, en L. F. MATEO-SECO - G. MASPERO, Diccionario de Gregorio de Nisa, Monte Carmelo, Burgos 2006, pp. 929-938). Sobre la dimensión escatológica y angélica de la virginidad, cfr. SAN GREGORIO DE NISA, La virginidad, 14, Ciudad Nueva, Madrid 2000, pp. 119-120. ScrdeM 79 LUCAS FRANCISCO MATEO-SECO El vestido de sol Pasa ahora Ecumenio a explicar los detalles de la visión: “¿Qué quiere significar cuando dice que ella está vestida de sol y que tiene la luna bajo sus pies? El maravilloso profeta Habacuc dice al profetizar en torno al Señor: El sol se levantó y la luna se mantuvo quieta en su lugar para la luz (Hab 3, 10-11). Él llama “sol de justicia”21 a Cristo, nuestro Salvador, o quizás la predicación del evangelio. Cuando éste fue exaltado y creció, dice, la luna, esto es, la ley de Moisés, se paró completamente y no volvió a crecer en tamaño. Y es que tras la aparición de Cristo no recibió más prosélitos de las naciones como antes, sino que experimentó una anulación y una disminución. “Quizás tú podrías imaginar que aquí la santa Virgen está siendo protegida por el sol espiritual. Por esta razón el profeta habla también del Señor cuando dice con respecto a Israel: Fuego cayó sobre él, y ellos no vieron el sol (Sal 57, 9). Y la luna, esto es, su servicio conforme a la ley y su forma de vida conforme a la ley, puesto que él ha sido rebajado y ha sido reducido, está bajo sus pies, sobrepasado por el esplendor evangélico. Él llamó luna justamente a las exigencias de la ley, porque ellas brotaron a la luz por el sol, esto es, por Cristo, exactamente como la luna da luz gracias al sol. “En la línea de esta explicación sería más acertado decir que la mujer no estaba vestida de sol, sino que la mujer vestía al sol contenido en su vientre. Pero para mostrar en la visión que, una vez que el Señor fue concebido, él fue el protector de su propia madre y de toda la creación, la visión dice que él vestía a la mujer. Así, el divino ángel dijo a la santa Virgen: El Espíritu del Señor vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra (Lc 1, 35). Cubrir con la sombra, proteger, vestir: todos tienen el mismo significado. 21. Cfr. Mal 4, 2. Como anotan Habacuc con Malaquías. 80 DE GROOTE (171) y SUGGIT (108), Ecumenio confunde a ScrdeM LA MUJER VESTIDA DE SOL “Y prosigue: Y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Porque la Virgen está coronada por los doce Apóstoles, que proclaman a Cristo, puesto que Ella es predicada juntamente con Él (sygkeryssoméne)”22. La lectura mariana del pasaje no ofrece dudas: la Mujer está vestida de sol porque Cristo la envuelve con su luz, aunque también podría decirse que es Ella la que arropa y envuelve a Cristo; Ella refleja la luz de Cristo, como la luna refleja la luz del sol. La identificación de las doce estrellas con los doce Apóstoles que encontramos en el último párrafo citado es de gran importancia: no sólo se dice que la Mujer está coronada por los discípulos del Mesías, sino que esto es así porque Ella es predicada juntamente con Cristo: Ecumenio está diciendo que el mensaje sobre la Madre forma parte y es inseparable del mensaje sobre Cristo: al predicar a Cristo, los Apóstoles predican a su Madre. Los dolores del parto Entramos ahora en un pasaje muy enraizado en la tradición anterior a Ecumenio; en él se recalca lo prodigioso del nacimiento del Señor, afirmando con claridad la ausencia de dolores en su Madre. Conviene tener presente que, para defender esto, Ecumenio tiene que ir, en principio, contra lo que se dice en el texto del Apocalipsis que está comentando, pues la visión subraya que la Mujer está inmersa en los dolores de parto. Lo lógico hubiera sido referirse a la Iglesia, que sufre dolores al engendrar a sus hijos. En cambio, Ecumenio prefiere seguir aplicando el texto a la Virgen recurriendo a una ingeniosa exégesis, apoyando su pensamiento en unas hermosas páginas de san Gregorio de Nisa: “Y añade: Ella estaba encinta y gritaba con los dolores del parto y con el sufrimiento de dar a luz. Sin embargo Isaías dice sobre Ella: Antes de ponerse de parto ha dado a luz; antes de que le sobrevinieran los dolores dio a luz un varón (Is 66, 7). 22. ECUMENIO: 6; DE GROOTE, o. c. en nota 5: 171, 396-172, 424; SUGGIT, o. c. en nota 5: 108. ScrdeM 81 LUCAS FRANCISCO MATEO-SECO También Gregorio en el capítulo trece de su Interpretación del Cantar de los Cantares habla del Señor ‘cuya concepción es sin comercio carnal (asyndyastos), cuyo nacimiento es sin mancha (amólyntos) y cuyo parto es sin dolor (anódynos)’ (Hom 13). Si, pues, según este gran profeta y maestro de la Iglesia, la Virgen estuvo libre de las molestias del alumbramiento, ¿por qué grita Ella aquí en sus dolores de parto y con el sufrimiento de dar a luz? No hay contradicción con lo que se ha dicho. Ciertamente, no, porque no puede haber nada contradictorio en la boca de uno y el mismo Espíritu, que habló a través de ambos. En el presente pasaje el gritar y estar en dolores de parto debe entenderse de este modo: hasta que el ángel de Dios habló de Ella a José diciendo que su concepción era por obra del Espíritu Santo, lógicamente la Virgen estuvo preocupada, sonrojándose ante su prometido y pensando que Ella de algún modo levantaría sospechas de estar encinta a causa de unas relaciones ocultas. Él llama a este desaliento y a este rubor, siguiendo las leyes del lenguaje metafórico, gritos y sufrimientos. Esto no puede causar extrañeza. Porque una vez, cuando el bendito Moisés encontró espiritualmente a Dios y desfalleció en su corazón (porque vio a Israel en el desierto rodeado por el mar y por los enemigos), Dios le dijo: ¿Por qué gritas? (Ex 14, 15). Así también ahora la visión llama gritar a la dolorosa situación de la mente y del corazón de la Virgen. Pero Tú, que has desvanecido la preocupación de su sierva inmaculada (achrántou doúles) y Madre tuya según la carne, mi Señora dueña (despóines), la santa Madre de Dios (theotókou), con tu inefable nacimiento, desvanece también mis pecados; a Ti se debe la gloria por los siglos”23. La oración final es de una gran ternura. Ecumenio utiliza, además, un término de gran importancia y que ya había sido utilizado para referirse a Santa María llamándola inmaculada: áchrantos. Es un término que también 23. ECUMENIO: 6; DE GROOTE, o. c. en nota 5: 172, 424-173, 449; SUGGIT, o. c. en nota 5: 109. 82 ScrdeM LA MUJER VESTIDA DE SOL Aparición de la Virgen a san Juan Evangelista en Patmos. Fray Juan Sánchez Cotán. Siglo XVII. Museo de santa Cruz. Toledo. (AA.VV., Inmaculada, ed. Fundación “Las Edades del hombre”, Madrid 2005, p. 167). utiliza Gregorio de Nisa para referise a la pureza sin mancha de Santa María. Puesto que Ecumenio tiene presente la homilía 13 al Cantar de Gregorio, es lógico interpretar el término áchrantos con la misma radicalidad en que lo entiende san Gregorio24. La forma en que Ecumenio habla del parto de la Virgen es bastante clara, y pone de relieve su carácter extraordinario. La cita de la homilía nisena 24. Como escribe Maspero, “Se puede captar, a estas alturas, la profundidad de la afirmación nisena de la pureza virginal de María. Un término interesante en este estudio es áchrantos, que aparece sólo siete veces en las obras de Gregorio, pero en contextos muy significativos (G. MASPERO, o. c. en nota 15, p. 196). ScrdeM 83 LUCAS FRANCISCO MATEO-SECO sobre el Cantar hace oportuno señalar, al menos, el esquema del pasaje que Ecumenio tiene en su memoria. He aquí la concatenación de ideas de Gregorio: Mi Amado, dice la esposa del Cantar es blanco y rojo (Ct 5, 10). Esto se refiere al nacimiento virginal en el que se unen la verdad de la carne y la virginidad. Y es que la naturaleza sirvió fielmente al plan divino, que inauguraba este nuevo nacimiento: su concepción fue virginal, su parto sin mancha y sin dolor. Pues el Verbo no comenzó a existir en el seno de la Virgen por el placer, ni vio la luz a través de los dolores del parto, renovando así el orden natural. Tras el pecado, la mujer da a luz con dolor; con la venida de Cristo se renueva esta ley de la naturaleza: el nacimiento de Cristo está lleno de alegría. Esta alegría (la ausencia de dolor en el parto) está también contenida en el saludo del Ángel: Alégrate, la llena de gracia (Lc 1, 28)25. El dragón rojo Entramos ahora con el capítulo octavo del Comentario. Ecumenio continúa su exégesis del capítulo doce del Apocalipsis considerando la aparición del enemigo de la mujer: el dragón rojo. De hecho, según el planteamiento inicial, cuanto se dice sobre la Virgen está al servicio de Cristo, y cuanto se dice de Cristo está dicho para comprender la naturaleza de la figura del anticristo. El anticristo tiene como característica esencial oponerse a Cristo en su carácter de Mesías, él es el antimesías. Ecumenio comienza el capítulo séptimo reuniendo los más conocidos títulos de la Virgen: Señora, santa, siempre virgen, Madre de Dios: “Completando en parte la visión de nuestra Señora del universo (despoinés kionés), la santa siempre Virgen María y Madre de Dios, él (el hagiógrafo) pasa a presentar otra visión”26. 25. San Gregorio de Nisa, Cant 13: H. LANGERBECK (ed.), Gregorii Nysseni Opera, VI, pp. 386-388. 26. ECUMENIO: 7; DE GROOTE, o. c. en nota 5: 174, 1-3; SUGGIT, o. c. en nota 5: 110. 84 ScrdeM LA MUJER VESTIDA DE SOL Ecumenio cita textualmente Ap 12, 3-6 (aparece otra señal en el cielo, un gran dragón rojo, etc.) , y comenta: “Como se dijo en el comienzo de la explicación de la visión, con estas cosas la visión queriendo presentar acabadamente los hechos que conciernen al Anticristo, comienza por la concepción y el nacimiento del Señor, que es la razón por la que este destructor ha sido empujado por el universal tentador y enemigo de todos para someter a esclavitud a aquéllos que han sido reunidos entre sí por el Señor. Por esta razón hay que decir ahora que la visión, queriendo desarrollar detalladamente lo que se refiere al Anticristo, vuelve al acontecimiento original, haciendo preceder el comienzo ya mencionado, me refiero al nacimiento del Señor. Esto se refiere a Satanás y al camino que él ha recorrido en su caída desde el cielo, aunque él dice esto con mayor claridad en la visión siguiente, cuando añade que él también ha luchado contra el Señor...”27. Ecumenio pasa a señalar las características de Satán al que distingue con toda claridad del anticristo. El anticristo no es más que un instrumento en manos de Satanás “príncipe del mal” para luchar contra Cristo y contra los cristianos. El hagiógrafo, dice Ecumenio, pinta a Satanás en el cielo, en el momento de su apostasía: lo presenta como serpiente, porque es sinuoso; lo presenta como un dragón rojo, porque está lleno de crímenes y es irascible. Los siete cuernos simbolizan el poder y las muchas iniciativas con las que el demonio intenta esclavizar a los pueblos. El dragón arrastra con la cola gran número de estrellas, es decir, el demonio arrastra en su caída a un gran número de ángeles. La serpiente se coloca ante la mujer que está a punto de dar a luz, para devorar a su hijo en cuanto nazca. Comenta Ecumenio: “Se trata de unos acontecimientos que conciernen al Señor: cuando Él estaba para nacer, aquél que se opone a su poder, buscaba cuidadosamente destruir al Niño cuando la Virgen diese a luz. Por esta razón, no dejó pasar la oportunidad, sino que intrigó en torno a Herodes para destruir al hijo varón y 27. ECUMENIO: 7; DE GROOTE, o. c. en nota 5: 174, 15- 175, 25; SUGGIT, o. c. en nota 5: 110-111. ScrdeM 85 LUCAS FRANCISCO MATEO-SECO fuerte, que no tenía en sí nada débil o afeminado. Por esta razón, profetiza Isaías: antes de que el niño sepa decir ‘padre’ o ‘madre’, las riquezas de Damasco y el botín de Samaría serán llevados ante el rey de Asiria (Is 8, 4)”28. Ecumenio prosigue haciendo la exégesis línea a línea de este capítulo del Apocalipsis y aplicando lo que se dice a la vida del Señor: el Niño es llevado al desierto. Esto es así, comenta, porque la serpiente venenosa estaba intrigando para conseguir que Herodes destruyese al Niño. Pero el Niño, bajo la tutela de su Padre escapó de esta asechanza, porque José, advertido en sueños por Dios, tomó al Niño y a su Madre y los llevó a Egipto. “Cuándo el Niño fue rescatado de las asechanzas de la serpiente, se pregunta Ecumenio, ¿se permitió que la serpiente destruyese a la Mujer?” Y responde: “No, sino que Ella también fue arrebatada al desierto, que era un desierto y estaba libre de la persecución de Herodes. Y allí fue alimentada, dice, durante mil doscientos sesenta días, que son casi tres años y medio. La Madre de Dios (theotókos) pasó todo este tiempo en Egipto hasta la muerte de Herodes, tras la cual el divino mensaje de un ángel les hizo volver de nuevo a Judea”29. La exégesis de Ecumenio se orienta, pues, en forma mariana –la Mujer es la Virgen–, y hacia la vida terrena de la Virgen. El dragón lucha contra Ella en la tierra, y Ella huye al desierto, es decir, Egipto. Incluso el número de días de que se habla en Ap 12, 7, mil doscientos sesenta, es aplicado a la estancia de la Sagrada Familia en Egipto. Tentación y dolor al pie de la Cruz Ecumenio sigue aplicando a la vida de la Santísima Virgen la profecía del Apocalipsis concerniente a la mujer. Así se ve en cómo aplica también a la Virgen en su vida terrena el río que sale de la boca de la serpiente para 28. ECUMENIO: 7; DE GROOTE, o. c. en nota 5: 176, 57-64; SUGGIT, o. c. en nota 5: 112. 29. Ibidem: 177, 81-88; SUGGIT, o. c. en nota 5: 112. 86 ScrdeM LA MUJER VESTIDA DE SOL ahogar a la mujer (Ap 12, 15-16). La Mujer es arrebatada al desierto, se dice en estos versículos. La serpiente arroja agua de su boca, como un río, para que sea arrastrada la mujer, pero la tierra sale en defensa de la mujer. Ese río significa, comenta Ecumenio, la tentación que el enemigo arroja contra la Mujer en el momento más doloroso de su existencia: cuando está al pie de la Cruz: “Por esta razón, él (el escritor sagrado) llama río a la tentación con motivo de la Pasión del Señor, pues a través de ella, dice, (la serpiente) intentó ahogar a la Virgen. Y realmente, a causa de lo que sucedió al Señor y a causa de la intensidad del sufrimiento, la serpiente era capaz de conseguir su propósito. ¿Qué le dijo Simeón a Ella? Y a ti una espada te traspasará el alma, para que salgan a la luz los pensamientos de muchos corazones (Lc 2, 35). Pero [el Apocalipsis] dice: Y la tierra vino en ayuda de la mujer, y la tierra abrió su boca y se tragó el río que la serpiente había arrojado de su boca contra la mujer. El hecho de que la tierra se tragase al río significa que la tierra recibió la tentación, esto es, que la tierra aceptó al Señor muerto. Pero el grito de la tierra no consiste en esto, sino en devolver al Señor de nuevo. En efecto, Él volvió a la vida después de tres días pisoteando la muerte, porque no era posible que Él permaneciese bajo su dominio (Hch 2, 24), ya que Él es el Autor de la vida según dice el bienaventurado Pedro (Hch 3, 15). Para interpretar el texto en este sentido, uno debe leer como completa la frase la tierra vino en ayuda de la mujer. Después, como respuesta a la cuestión “¿de qué manera hizo [la tierra] esta ayuda?”, ella se tragó el río, esto es, ella recibió en sí misma al Señor después de la conspiración contra Él y lo devolvió de nuevo; así es como ella gritó”30. Ecumenio utiliza exageradamente la exégesis alegórica para hacerla coincidir con su planteamiento. Sin embargo no carecen de interés mariológico los detalles que se refieren a la Madre del Mesías. El dragón 30. ECUMENIO: 7; DE GROOTE: 182, 208-226; SUGGIT: 116-117. ScrdeM 87 LUCAS FRANCISCO MATEO-SECO intenta destruir a la mujer con un río, esto es, la tentación que sufre al pie de la cruz. Esa tentación está ocasionada por la muerte del Señor y por el sumo dolor de la Virgen. Ecumenio parece estar pensando en la fe y en la esperanza de la Virgen. Dicho brevemente, las tinieblas que envuelven la cruz habrían envuelto también el alma de la Virgen como una angustiosa noche oscura. Al pie de la cruz, la Virgen vence la tentación y permanece fiel. La serpiente, entonces, frustrada, dirige su persecución a los cristianos que son también descendencia de la mujer. Indiscutiblemente aquí se está hablando de la maternidad de Santa María sobre discípulos del Señor, considerados también como la descendencia de la mujer a la que persigue el diablo. La sencillez con que Ecumenio afirma que los cristianos son descendencia de la Mujer es un buen testimonio de que Santa María era ya explícitamente venerada como Madre por todo el pueblo cristiano: “Y puesto que la serpiente también falló para llevar a término este segundo plan, ¿qué más le quedaba que hacer? Ella persiguió a los hijos y a los hermanos del Señor –esto es, a los creyentes–, ya que ellos son de la descendencia de la mujer. Y es que los creyentes son hijos y hermanos del Señor según dice la Escritura: Proclamaré tu nombre a mis hermanos (Hb 2, 12; Sal 21, 23). Y de nuevo: Aquí estoy yo y los hijos que Dios me ha dado (Hb 2, 13; Is 8, 18). Por lo tanto, ellos pertenecen a la familia de su madre, y el Maligno hizo la guerra contra ellos, persiguiéndolos e intrigando contra ellos, llevándolos a la muerte por medio de los tiranos y gobernantes de la tierra, ya que ellos testificaban que el que había nacido de la Virgen es Dios”31. Los creyentes son también hijos de la Mujer y, en consecuencia, el Maligno extiende hasta ellos la furia con que quiere ahogar a la mujer, pues ellos dan testimonio del nacimiento virginal del Mesías. 31. ECUMENIO: 7; DE GROOTE: 182, 225-183, 235; SUGGIT: 117. 88 ScrdeM LA MUJER VESTIDA DE SOL La interpretación mariológica Hemos terminado nuestro recorrido por los pasajes marianos del Comentario de Ecumenio al Apocalipsis. Estos venerables textos muestran cómo desde los primeros testimonios ha sido muy frecuente considerar a Santa María como la Mujer de que se habla en el Apocalipsis. Los textos del Apocalipsis se prestan a esta interpretación. En efecto, con un lenguaje cargado de simbolismo y rico de imágenes que evocan toda la Escritura, el vidente del Apocalipsis describe un gran signo que aparece en el cielo y que comprende a una mujer, a un niño y a un dragón. La narración del Apocalipsis tiene como fin señalar que hasta el fin del mundo habrá graves persecuciones, pero que la mujer, el niño y la descendencia vencen al dragón. A lo largo de la historia, la Mujer ha sido entendida como la Iglesia. También ha sido entendida como la Madre de la descendencia, es decir, como la Virgen. Contra ambas se dirige la ira del dragón, pero no puede prevalecer contra ninguna de las dos. El comentario de Ecumenio al Apocalipsis abrió en su tiempo un camino que es muy fecundo para los mariólogos, pues en ese camino se reafirman temas capitales de la Mariología: la maternidad virginal de Santa María, su santidad, su lucha y su victoria al pie de la cruz, su cooperación a la obra de la salvación como Madre del Mesías y como madre de los hombres, la consideración de los cristianos como descendencia de la Mujer. Lucas Francisco MATEO-SECO Facultad de Teología UNIVERSIDAD DE NAVARRA Director de Scripta de Maria ScrdeM 89