Miedo al miedo

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ataque de pánico | superyo
Los ataques de pánico pueden ocurrir
en cualquier lugar y a cualquier hora,
y usualmente sobrevienen cuando
se está fuera de casa
Ataque de pánico
Miedo al miedo
Sudoración, ahogo, mareos, taquicardia y la sensación de perder el control
son sólo algunos de los síntomas que pueden experimentarse durante un ataque
de pánico, un episodio agudo de temor incontrolable. La atención profesional
y el diagnóstico preciso son fundamentales / Gabriela Garrido Lingg
Caracterizado por la recurrencia de ataques de pánico
(episodios espontáneos de temor brusco e irracional), seguidos por la preocupación de experimentar nuevas crisis
o sus consecuencias (perder el control, sufrir un infarto o
“volverse loco”), el trastorno de pánico es un trastorno de
ansiedad más frecuente de lo que se cree. Sólo en Estados
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Unidos se estima que 2,4 millones de personas entre 18 y
54 años sufren el desorden.
En cerca de 50% de los pacientes se presenta con agorafobia, definida como la angustia que se experimenta
al estar en un lugar o situación de donde escapar pueda
resultar difícil, o donde no se pueda encontrar ayuda si se
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superyo | ataque de pánico
ataque de pánico | superyo
Tener un ataque de pánico no necesariamente
significa que la persona tiene o desarrollará
trastorno de pánico
sufre una crisis de ansiedad inesperada. El sujeto se ve,
entonces, imposibilitado de estar en multitudes, hacer cola,
pasar por puentes, túneles o viajar en metro o autobús. Su
mundo gradualmente se va limitando a la casa: estar fuera
representa una amenaza.
Otra característica del trastorno de pánico es su irreductibilidad: por más que familiares y amigos le expliquen al
sujeto que no hay peligro, el miedo no se reduce. “Muchos
pacientes experimentan una obturación cognitiva emocional. El terror es tan intenso que no pueden pensar. Se
les intenta calmar, pero no escuchan ni entienden lo que
se les dice”, precisa Marán Himiob de Marcano, psicóloga
clínica y psicoanalista.
Se sabe que el trastorno afecta tres veces más a las mujeres que a los hombres (ellas tienen mayor nivel de percepción del miedo). En esa incidencia también influyen los
factores biológicos, culturales y psicosociales, que hacen
a las mujeres más vulnerables.
Formas del miedo
• Espontáneos. Los ataques se producen sin previo aviso y
en cualquier momento, independientemente de la situación
o de la ubicación física de quien los sufre (no es necesaria la
presencia de un catalizador externo). El pánico espontáneo
ocurre con frecuencia durante el sueño (el paciente despierta creyendo que está sufriendo un ataque al corazón o una
condición similar).
• Específicos. Ocurren, por lo general, cuando el paciente
vuelve a un lugar donde ha padecido miedo o ha tenido una
mala experiencia.
• Situacionales. Son similares a los ataques de pánico específicos porque también suelen estar vinculados a un disparador
situacional, pero no siempre se dan inmediatamente después
de la situación desencadenante.
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Distintas raíces
Usualmente los ataques de pánico se inician en adultos
jóvenes, entre los 18 y 24 años. A veces se disparan cuando
el individuo se encuentra bajo un alto nivel de estrés (luego
de la muerte de un familiar o ser querido, un divorcio, una
fuerte crisis económica o después de tener un bebé).
Se sabe que entre los factores que incrementan el riesgo
de sufrir ataques de pánico también figuran los antecedentes familiares, una historia de abuso físico o sexual
durante la infancia y el haber experimentado un evento
traumático (accidente, robo).
Sophia Behrens, psicóloga clínica y psicoterapeuta cognitiva del Centro Profesional Santa Paula, precisa que si
bien la causa del ataque de pánico está relacionada con
problemas en la síntesis o absorción de la serotonina
(un neurotransmisor), también se asocia a los rasgos de
personalidad: que un individuo sea muy exigente consigo
mismo o excesivamente rígido, metódico y perfeccionista
“son características que lo harán más vulnerable”, subraya
la especialista.
La crianza también influye: está comprobado que si los
padres son ansiosos y no dejan que sus hijos desarrollen
herramientas para manejar situaciones cotidianas, sus
mecanismos de defensa y su desenvolvimiento social se
ven interferidos negativamente, agrega Behrens.
Captar las señales
El ataque de pánico se caracteriza por la presencia de síntomas tanto físicos como psicológicos, de carácter intenso,
que pueden durar aproximadamente de diez minutos a
una hora.
• Físicos: temblor, escalofríos, taquicardia, sudoración,
sensación de ahogo, zumbidos en los oídos, náuseas, vértigo o inestabilidad, sensación de hormigueo, opresión en
el pecho.
• Psicológicos: ideas distorsionadas, sentimientos intensos y angustia contenida, deseos de salir corriendo, miedo
a perder el control y a morir.
Para hablar de un ataque de pánico, advierten los especialistas, deben estar presentes cuatro o más de los síntomas descritos. La evaluación debe ser minuciosa, porque
el cuadro puede confundirse con los síntomas de otros
trastornos psiquiátricos (fobia social específica, trastorno
obsesivo-compulsivo, síndrome de estrés postraumático,
trastorno de ansiedad por separación). También es imprescindible descartar ciertas patologías de tipo orgánico
(trastornos tiroideos y otros desórdenes endocrinos, problemas cardiovasculares, neurológicos y neumológicos)
que cursan con síntomas parecidos.
Una vez descartada la presencia de otras condiciones,
se suelen utilizar los criterios del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM, por sus siglas en
inglés), de la Asociación Psiquiátrica Americana, para
hacer el diagnóstico de trastorno de pánico:
1.- Ataques de pánico inesperados y recurrentes (mínimo dos).
2.- Al menos uno de los ataques ha sido seguido durante
un mes o más tiempo por una o más de las siguientes
acciones:
a.- Preocupación persistente de sufrir otro ataque.
b.- Preocupación por las implicaciones o consecuencias
de los ataques (enloquecerse, tener un infarto).
c.- Cambio significativo del comportamiento relacionado
a los ataques.
Atenuar la angustia
El tratamiento del trastorno de pánico se orienta según el
caso: si predominan los síntomas físicos se combinan farmacoterapia y psicoterapia, y si prevalecen los psíquicos
suele indicarse terapia cognitivo-conductual.
• Farmacoterapia. Neutraliza los síntomas físicos car-
díacos, respiratorios y musculares. La medicación suele
extenderse por un año.
• Psicoterapia. Se le enseña al paciente a controlar y
contrarrestar sus ideas de miedo a través de asociaciones
libres. Se realizan ejercicios prácticos que exponen al sujeto
a las situaciones temidas para desafiar sus creencias sobre
ese miedo.
• Terapia cognitiva-conductual. Consiste en explicarle al paciente las características y la dinámica psicológica
del trastorno. La idea es que entienda lo que le pasa y lo
irracional de su miedo. Se le enseñan técnicas de relajación y respiración para combatir las reacciones físicas que
desencadenan el ataque de pánico.
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F u e n t es c o n s u l t a d a s
º Sophia Behrens, psicóloga clínica y psicoterapeuta cognitiva. Triada, Unidad de Psicología, Psiquiatría
y Neurología, Centro Profesional Santa Paula.
º Marán Himiob de Marcano, psicóloga clínica y psicoanalista ([email protected]).
º www.medlineplus.gov / www.nlm.nih.gov / mayoclinic.com / www.helpguide.org / www.humana.com.ve.
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