Ciudadela Nuevo Occidente: - Universidad Pontificia Bolivariana

Anuncio
ISSN 1909-650X
No.
33
Facultad de Comunicación Social-Periodismo UPB - Medellín, octubre de 2012
La Vuelta a
Colombia desde
una soñadora.
Pág. 5
En el siglo XXI:
“La biblioteca
es un espacio
sagrado”.
Pág. 6
Club de
caminantes:
una familia
de Torcidos.
Pág. 14
Ciudadela Nuevo Occidente:
¿Una ciudad dentro de otra ciudad?Págs. 8 y 9
Foto: Hebert Rodríguez García
Esta jungla es un lugar inseguro
2
Ramón Arturo Maya Gualdrón
[email protected]
Los leones cazan en la noche y en manada; mejor no
salir y quedarse quietos. De la oscuridad saltan unas
moles doradas que lo destrozan todo con colmillos
y garras, el caudal de sangre y la muerte llenan de
paz la selva de ruidos misteriosos bajo la plateada
luz de la luna menguante.
Para restablecer la energía de su pueblo cansado,
Nelson Mandela gritaba “¡África!” y era como si el
rey de la selva rugiera poderoso y sobrecogedor
y, entonces, cambió la historia, con paz, no por
la guerra. Niños, música, danza, amor, violencia
y esclavitud. La madre de la humanidad, Eva, era
africana y africanos somos todos. Comprender ese
universo es comprendernos.
América Latina y África:
mundos semejantes
Por fortuna no somos potencias militares, tampoco
económicas y aquellas que sí lo son, las mismas que
han sembrado de dolor la historia moderna, tienen
el propósito de someternos. Obtenemos divisas si
entregamos nuestros recursos a sus mercados y con
bajos precios. Estamos en el margen de los viejos
procesos de industrialización y casi no agregamos
valor a lo que producimos. Para financiar proyectos
dependemos de los organismos internacionales
creados por los poderosos, entonces, paradójicamente, a pesar de que tenemos riquezas, económicamente nos sentimos miserables y padecemos el
peor mal social: nuestro sistema educativo es débil
en muchos aspectos y no logramos mejorarlo. Algo
parecido ocurre con nuestro sistema de carreteras
y con los ferrocarriles. Así que quedamos desconectados del mundo y dejamos de apreciar nuestras
ricas culturas.
Colombia vive lo mismo que algunos países africanos, por mal de unos dirigentes corruptos, duchos
en la creación de una legislación que les permite
mantener el control y que saben lo clave que es,
para permanecer, complacer a la potencia del norte.
Ellos se desentienden de lo social y, por ende, se ha
perdido la paz y padecemos por siglos un conflicto
armado, fuente de infinito dolor, una guerra contra
la población civil indefensa. Terminamos ofreciendo
una desafortunada imagen frente a la comunidad
internacional, que nos mira con desconcierto sin
logar entender… y nosotros tampoco.
Tres períodos en la
historia africana
Primero. El mágico mundo africano fue utilizado
como proveedor de recursos para las empresas e
industrias de las potencias y así lo fueron dejando
sin autonomía (como a nosotros). Las instituciones políticas africanas, trasplantes necrosados
de la sangrienta Europa, nunca
lograron consolidarse y las gentes
desorientadas, por el ambiente
que se produjo, que era el de un
marasmo de armas y hombres
blancos de negocio, asumieron la
patética costumbre de esperar las
migajas que cayeran de las mesas
multimillonarias y se olvidaron
de producir saber y tecnología.
Así transcurrió la vida en el continente entre los siglos XV y XX. Ese
expolio incluyó millones de seres
humanos que fueron esclavizados
por el sistema de producción industrial y comercial que ha reinado en el planeta por varios siglos.
Segundo. A mediados del siglo XX
los pueblos africanos emprendieron la lucha para realizar el sueño
de la independencia, sueño que
concibieron cuando vieron a sus
“amos” europeos meterse en la
más horrible e infernal pesadilla
de la historia, la Segunda Guerra
Mundial, guerra que precisamente fue llevada a cabo por las
potencias industrializadas, que
ambicionaban extensos territorios del planeta para alcanzar el
predominio absoluto, su constante propósito. Millones de africanos
murieron tras esa búsqueda de
independencia que, al fin, lograron hacia los años sesenta.
Foto: Hebert Rodríguez García
Tercero. Pero tuvieron “la mala
suerte” de independizarse justo
en medio de la Guerra Fría, marco
en el que las superpotencias se
entrometieron para consolidar
en África áreas de influencia.
Y utilizaron como estrategia la
guerra sucia, en la que tenían ex-
periencia el KGB y la CIA, instituciones que hicieron
del continente su escenario de acción; el resultado:
asesinatos, genocidios y más guerra.
A partir de la historia de la intervención del llamado Primer Mundo en África se puede explicar por
qué hoy no se han consolidado suficientes estados
africanos que garanticen la seguridad de sus ciudadanos y protejan lo que les pertenece.
Pero otro azote para ese continente es el de los
Señores de la Guerra, esos grupos armados que se
apropian violentamente de las riquezas naturales,
como el marfil, el coltán, los diamantes, la madera,
la fauna, la flora, entre muchas otras, para malvenderlas al llamado mundo desarrollado. Con el
dinero obtenido adquieren armas en ese mundo
“desarrollado” y las utilizan para guerrear por el
poder. Paradójicamente, esos Señores de la Guerra
son los modernos protagonistas del cine y de las
redes sociales.
En Colombia hay Señores de la Guerra. Son viejos
actores de violencia que se nutren de la minería
ilegal, verdadero cáncer para el país (en 2012 el
gobierno central confiscó más de doscientas retroexcavadoras que, además, estaban destrozando
el equilibrio ecológico). Por supuesto que viven
también de otras fuentes como las riquezas naturales y el narcotráfico. Sus nombres son FARC,
Paramilitares, ELN, Bacrim y muchos más. Lo peor
de todo es que esclavizan a miles de campesinos.
Clinton contra las
cabras
En 1994, el ingreso de las tropas estadounidenses
en Somalia fue catastrófico, las había enviado un Bill
Clinton urgido de buena prensa porque había hecho
mal demasiadas cosas. La intervención terminó
con varios helicópteros Halcón Negro derribados y
algunos de sus ocupantes, rangers del ejército, detenidos, torturados y luego asesinados; sus cadáveres
fueron arrastrados en camionetas por las calles de
Mogadiscio. Escenas que quedaron registradas en
las cámaras de televisión.
Un tiempo después, para generar por lo menos una
“buena noticia”, ese presidente permitió que desde
el Mar Rojo un destructor de la Navy disparara un
sofisticado misil hacia la planta de una compañía
farmacéutica llamada Al-Shifa, en Sudán, de la que el
periodista Roberto Montoya anota que era “donde
se producía el 50 por ciento de los productos farmacéuticos utilizados en este país para uso humano,
entre ellos, los necesarios para combatir la malaria
y la tuberculosis, y buena parte de los utilizados en
veterinaria, especialmente importantes en un país
en esencia pastoril”.1 Así que la droga barata dejó de
llegar, lo que produjo consecuencias catastróficas.
Por su lado, el gobierno estadounidense afirmó que
habían destruido una fábrica productora de armas
químicas (vieja excusa) y con el arma humeante el
presidente “vaquero” salió de África y la dejó sumida en el caos. Decisión que aprovecharon otras
potencias, China y Francia, para seguir el expolio.
En el mundo de hoy los más poderosos no tienen
preocupaciones por lo humano y la ONU es un organismo de poca efectividad; además, su director
ha sido servil, lo que quedó demostrado durante el
genocidio en Ruanda. Mientras, por efectos de las
simulaciones de realidad, típicas de estos tiempos,
ocurre que en la sociedad civil en general, en el
mundo académico y en los medios de comunicación, se pronuncian inacabables discursos sobre
progreso, respeto y derechos humanos, que no son
más que suaves balidos de corderito en medio de la
oscura jungla en la que cazan los leones.
1 MONTOYA, Roberto. El imperio global. Editorial El
Ateneo. Buenos Aires, 2003, pág. 126.
Necesitamos educar
colombianos que defiendan al país
Y si le sumamos a lo anterior la experiencia que inicia el país con la apertura a mercados internacionales a través de los TLC, es claro que Colombia
tendrá que transformar no sólo la infraestructura y algunos sectores económicos, sino que deberá promover rápidamente una profunda transformación
en la educación: una educación que responda a las necesidades científicas,
tecnológicas, de convenios y de contactos internacionales y, lo que es más
importante, una educación que afiance una profunda responsabilidad social
para el país y sus comunidades. Lo que necesitamos es que nuestros profesionales, técnicos y tecnólogos involucrados en esos procesos, trabajen
en beneficio del país y no de las corporaciones multinacionales que los
contratan.
Ahora no solamente necesitamos formar ingenieros, en lo que el país
tiene déficit. Sobre esto, el director ejecutivo de la Corporación Centro de
Investigación y Desarrollo Tecnológico del Sector Eléctrico (Cidet), César
Alberto Tobón Giraldo, señaló en el 2011 que el país necesita ingenieros
para soportar el crecimiento en la industria minero-energética, sector que
representa una de las cinco “locomotoras” para el desarrollo económico
del presidente Santos.
Bernardo Rivera Sánchez, director ejecutivo de la Asociación Colombiana
de Universidades, Ascun, reconoció en mayo de este año, cuando entró en
vigencia el TLC, que no era fácil saber en cuál sector productivo se debería
hacer énfasis en la formación superior, puesto que ante la necesidad de
formación de ingenieros, se preguntaba si es que acaso una sociedad no
necesitaba también formación en artes y en humanidades.
Estamos de acuerdo con Rivera Sánchez, pues no sólo necesitamos suplir
la falta de ingenieros sino que esos ingenieros, y todos los profesionales, tengan la sensibilidad suficiente para trabajar en una rentabilidad corporativa
que no afecte el futuro de Colombia. Sería inaudito pensar en colombianos
que trabajan para el enriquecimiento de multinacionales con procesos que
dañan la tierra colombiana.
Y aunque puede sonar utópico en un tiempo en el que el empleado
está supeditado a la empresa que le paga, es una encrucijada necesaria
de resolver a nuestro favor si pretendemos que Colombia sea un país habitable en el futuro; no podemos permitir que la degradación del medio
ambiente frene el avance, como lo previno el Informe Brundtland (informe
socio-económico elaborado por distintas naciones en 1987 para la ONU):
si antes “la preocupación se centraba en los efectos del desarrollo sobre
el medio ambiente, actualmente es la manera en que la degradación del
medio ambiente puede frenar el desarrollo económico”.
Una (entre muchas) de las herramientas para que los colombianos defendamos lo nuestro, es que desde la educación básica y superior conozcamos
nuestra historia y nuestra geografía, pues ello nos permitirá conocer dónde
vivimos: sólo se ama y se defiende lo que se conoce.
Caricatura
Mucho se ha dicho sobre la educación: Pitágoras aseguró que la buena educación de los niños sería necesaria para evitar el castigo de los hombres. El
clérigo francés J.J. Barthélemy recordó que así como a las plantas las endereza
el cultivo, a los hombres los endereza la educación. Pero el famoso educador
brasileño Paulo Freire fue más allá: “Es necesario desarrollar una pedagogía
de la pregunta. Siempre estamos escuchando una pedagogía de la respuesta.
Los profesores contestan a preguntas que los alumnos no han hecho”.
¿Cuáles son las preguntas que se hace Colombia frente al siglo XXI? ¿Cuál
es el panorama colombiano que les estamos mostrando a los jóvenes y
niños? ¿Cómo conservaremos la supervivencia nacional para que estos
jóvenes tengan un mejor país?
Una de las preguntas fundamentales será: ¿Cómo defenderemos nuestros propios recursos naturales que se volvieron botín apetecible para las
corporaciones multinacionales y cómo haremos nosotros mismos para que
la degradación del medio ambiente no se convierta en una traba para el
desarrollo? Esa será la pregunta que ha de hacerse en la educación de las
nuevas generaciones con variedad de respuestas como herramientas para
trabajar por y para Colombia, y no por ni para particulares o corporaciones
multinacionales. Aquí no se trata del progreso económico individual sino del
avance social del país.
Ya sabemos que estamos asentados en un territorio generoso en recursos
naturales, minerales, hídricos; Colombia es el segundo país megadiverso
del mundo (los territorios megadiversos del mundo son: México, Colombia,
Brasil, Zaire, Madagascar e Indonesia, que, en conjunto, tienen el 80% de
las especies del mundo).
Dice Germán Andrade Pérez, Magíster en Estudios Ambientales de la
Universidad de Yale: “La flora es nuestra primera gran riqueza. Tenemos
entre 45 y 55 mil especies de plantas, un tercio de las cuales se encuentra
exclusivamente en nuestro territorio, es decir, son endémicas. Este número es realmente muy alto, si tenemos en cuenta que toda África, al sur del
Sahara, apenas completa unas 30 mil especies (…) Colombia se ubica en el
tercer lugar en lo que respecta al número total de vertebrados terrestres.
Son 2.890 especies, entre las cuales, 358 representan el 7% de los mamíferos que existen. Tenemos, por ejemplo, más de un tercio de los primates
de América tropical (27 especies) y en las aves somos excepcionalmente
ricos: nuestras 1.721 especies corresponden al 20% del total existente y
nos ponen en el primer lugar mundial”.
A esto se le suma el boom minero (con los minerales de siempre): carbón, níquel, oro, esmeraldas y, ahora, el famoso coltán (el oro azul) en los
departamentos de Guainía, Vichada y Vaupés.
Todo eso ha hecho que los países desarrollados y altamente industrializados hayan puesto sus ojos en nosotros, en dos escenarios: el primero,
en el que las corporaciones multinacionales se
están apropiando de las patentes del material
genético de muchos de nuestros recursos naturales y otras que están buscando (y obteniendo)
licencias para extraer nuestros minerales con el
perjuicio para el medio ambiente, que podría no
ser así, pero es así.
Durante los ocho años del gobierno anterior
se concedieron 7.800 títulos mineros, mientras
que en los 12 años de los gobiernos de Gaviria,
Samper y Pastrana se otorgaron 1.700 licencias.
Lo que se lee sobre el panorama actual de la minería en Colombia es escandaloso y perjudicial
para el país. En julio de 2011, en una entrevista a
Manuel Rodríguez Becerra, ex ministro de Medio
Ambiente, publicada en el periódico El Tiempo,
aseguraba que los 8.000 títulos mineros otorgados en el país representan el 8% del territorio
nacional y, lo más escandaloso, se han otorgado
licencias en páramos y en parques nacionales. La
compañía AngloGold Ashanti es la empresa con
mayor extensión en títulos mineros (550.000
hectáreas y tenía en 2011 solicitudes por dos
millones adicionales de hectáreas). Esta misma
compañía está detrás de la explotación de oro en
el municipio de Jardín, Antioquia.
Rector: Monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez / Decana de la Escuela de Ciencias Sociales: Érika Jaillier Castrillón / Director de la Facultad
de Comunicación Social-Periodismo: Juan Fernando Muñoz Uribe / Coordinador del Área de Periodismo: Juan José García Posada / Directora de Contexto:
Anacristina Aristizábal / Editores gráficos: Hebert Rodríguez García • Catalina Rodas Quintero • Pablo Monsalve Mesa/ Redactores: Juan David Villa
Rodríguez • Manuela Duque Carmona • Juan Pablo Ramírez Martínez • Catalina Rodas Quintero • Laura Betancur Alarcón • Mónica Jiménez Ruiz • Sebastián
Trujillo Osorio • Jhon Sebastian Vargas Grisales • Carolina Betti Schmid / Foto portada: Hebert Rodríguez García / Corrección: Juan Carlos Rodas Montoya
/ Diseño y Diagramación: Ana Milena Gómez Correa, Editorial UPB / Impresión: La Patria / Universidad Pontificia Bolivariana • Facultad de Comunicación
Social-Periodismo • Dirección: Circular 1a No. 70-01 bloque 7 • Teléfono: 354 45 57 • Correo electrónico: [email protected] • ISSN 1909-650 X
Síguenos en
3
4
La lectura para
ser yo mismo
El escudo de un equipo de fútbol muestra a un
deportista en potencia; una flor, la ternura de una estudiante callada; el rostro de un duende denota que un
niño, cercano a la adolescencia, desea sonreír. En color,
o sólo con el gris del lápiz, los estudiantes del centro
educativo rural La Chuscala me mostraron su mundo
en pequeñas partes. Yo soy un tallerista del programa
Prensa Escuela.
“A mí me representan las estrellas de color negro
porque me gustan, porque brillan… las estrellas representan mi identidad”, escribe Laura Tatiana López Echavarría, del grado séptimo. La noche le da tranquilidad
Andrés Felipe
a Verónica Villa y las canchas para patear el balón le
Salgado Céspedes
permitirán a Carlos Alberto Loaiza cumplir sus sueños.
[email protected]
Todos ellos escriben mientras están en un aula de clase.
Si así es entre paredes, ¿cómo será si las visiones que tienen de su institución,
de su barrio y de su entorno, se desbordan hacia otros mundos? ¿Qué tal que se
encontraran con un docente que les ayudara a abrir las alas, uno con la suficiente
motivación y amor por la educación como para decirles: “¿Sabe qué?, es la lectura la
que le permite a usted ser como es. Vamos a desaprender todo lo que les han enseñado”.
Hojas de papel, colores y marcadores, ideas… esos elementos necesitan los
jóvenes para empezar a crear y lo maravilloso de la creación es que les proponen
pensar quiénes son y qué quieren ser por medio de ejercicios que involucran la
escritura y la lectura como actividades cotidianas. A pesar de que manifiestan, la
mayoría, una aversión por la lectura de un texto escrito, no son conscientes de que
leen todo a su alrededor: las calles, las conversaciones, la televisión que tanto les
gusta, los rostros, el cine y los deportes.
“La lectura es aburrida”, “La escritura tiene que ser algo muy largo”, “Qué pereza
leer y escribir tanto”... Ahí son necesarias las voces que sean ejemplos y no máquinas
de la repetición. El gusto real por la lectura y la escritura del mundo debe ganarle
la batalla a la obligación de dictar contenidos que integran currículo.
¿Y quién dice que la brevedad es un antónimo de calidad? ¿Acaso en pocas
palabras no puede construirse un universo que deje preguntas? ¿Hasta qué punto
está preparada la sociedad para aceptar la crítica como una manera de construir?
Primero se debe despertar la sensibilidad más que cualquier cosa: la inquietud
por fenómenos que, por ser cotidianos, se dejan de disfrutar. El cielo, la arena, las
piedras y todo lo que puede volverse imperceptible en su grandeza guarda secretos.
De la intención por descubrirlos y la necesidad de hacerse preguntas surge la reflexión: ¿Quién es una persona hermosa? ¿Por qué no todos podemos ser hermosos?
¿Y qué es la diferencia? ¿Debo ser igual a todos?
La sensibilidad, que va más allá, posibilita la conservación del asombro y el fortalecimiento de lo público como una construcción colectiva. Mientras ésta siga viva,
la mariposa que tanto le gusta a Ana Rosa Moreno Ramírez, porque es su animal
favorito, o las estrellas con las que Anyi Johana Zapata tiene conexión, no tendrán
que competir con los números y las fechas.
El bostezo
de la hiena
Sobre los diálogos de paz en nuestro
país se ha comentado bastante. Algunos
han manifestado con un gran optimismo, mientras que otros, escépticos y
francos, han dado a conocer su opinión
en contra del acontecimiento.
El expresidente Uribe calificó el
asunto como “una bofetada a la democracia” y, aunque él quería o quiere
perpetuarse en el poder, lo que sí resultaría un insulto para el actual modelo
demócrata, al parecer su paso por el
Manuela Saldarriaga
Palacio de Nariño le bastó para tener
Hernández
más de mil razones para aseverar que
[email protected]
llevar a cabo un acuerdo que permita
armonía política hoy, no es más que una
cachetada de frente.
No obstante, no es a él a quien quiero darle protagonismo. Suficiente
tiene con el cubrimiento mediático que obtiene por sus declaraciones
en oposición al actual Gobierno, amén de los reproches a la forma de
conducir el país de otros que no sean él. A veces, cuando el Estado se
encuentra debilitado militarmente, no es porque de un momento a otro
se haya agotado o consumido en sí mismo, también puede ser porque
desde hace mucho tiempo estaba desgastado o venía desgastándose.
El interés de citarlo es sólo para tener en cuenta el calibre de los
descréditos a los diálogos de paz, no porque lo esté defendiendo a
cabalidad ni porque considere que no debe haber resistencia, todo lo
contrario: un país sin contrastes es un país pasivo, pero que a veces
despierta y bosteza, sólo que cuando bosteza, ¿por qué generalmente
es para pretextar como una hiena y argüir en contra de intenciones que
pretenden mejorías?
Sé que el Gobierno no tenía, o eso es lo que nos comunicaron, bases
claras y contundentes para sentarse en una mesa en Cuba; que referirse
a las FARC como “actores políticos” es, para muchos, una expresión difícil
de asimilar; que el narcotráfico, en relación con el terrorismo, es un tema
que genera debates provocadores pero pocas conclusiones y que sobre
la impunidad quedan muchas dudas. Pero las anteriores no son razones
de peso para saber que en Colombia no todo tiempo pasado fue mejor y
que al menos contemplar un futuro sin constantes acometidas violentas
puede entenderse tan solo como una buena propuesta.
Les recomiendo leer Acuérdate de olvidar, de Héctor Abad Faciolince.
Con el título saben a qué apunta mi sugerencia. También los invito para
que piensen si el proceso de diálogos de paz podría ser, como muchos
dicen, una estrategia de Juan Manuel Santos Calderón para incrementar
popularidad y de esta manera ser reelegido en el próximo período. Y, por
último, recuerden que hace trece años la posibilidad de paz en Colombia
era sólo una “silla vacía”.
Ojos sellados vs. voces ignoradas
Juan Pablo Ramírez Martínez
[email protected]
Ellos son indígenas, han sufrido por siglos la
explotación, la barbarie y el rechazo. Aman profundamente su madre tierra, su pachamama. Nosotros,
en cambio, nos creemos alemanes o suizos, pero
poco sabemos de esos mundos, somos unos desarraigados con afanes de aumentar riquezas. Ellos
también, pero las que se refieren a tradición y a costumbres. Somos una América Latina sin cohesión y
sin preocupación por el otro, por ese indígena que
es nuestra base, nuestra historia.
Muchos son los factores que contribuyen en
la degradación de aquella población que desde el
descubrimiento de este continente fue víctima de
los más intolerables atropellos. O, ¿cómo más se le
podría llamar al hecho de robarle a alguien lo que es
todo para él: su tierra, y obligarlo a explotar lo que
momentos antes fue de su propiedad, pero ahora
pertenece a un sistema para quien él no vale nada?
Hoy, cinco siglos después, aún perviven en las
selvas de este pedazo de América comunidades indígenas cuyas condiciones de vida son lamentables,
sumidas en el olvido y expuestas al destierro por
parte de multinacionales con la firme intención de
explotar su riqueza natural, así como del propio
Estado con el objetivo de usar sus tierras para la
construcción de megaproyectos.
El caso colombiano es más grave, más delicado.
Nuestras tribus han sido desplazadas por los grupos guerrilleros y paramilitares, pues este visible
conflicto armado interno que vivimos se ha adentrado en lo profundo del monte en el que dichas
comunidades habitan entre cantos y senos al aire,
las han desalojado y les han sacado provecho a sus
tierras para incrementar el cultivo de coca o para
que pertenezcan a algún bando del conflicto.
La Organización Nacional Indígena de Colombia
(ONIC) se ha quejado de la pobreza, la desigualdad,
la violencia y la discriminación de las que son
víctimas estas comunidades. Precisamente, en la
última década, fueron asesinados más de 1.400
hombres, mujeres y niños indígenas. En lo que va
del 2012, por ejemplo, han sido asesinados 54 aborígenes colombianos, pertenecientes, en su mayoría
a los Embera, Nasa-Páez y Awá.
La ONIC asegura que el 26% de los homicidios
tuvo lugar en el departamento de Cauca, población
que ha soportado una fuerte tensión en su territorio
y su única garantía parece ser una petición de disculpa por parte del presidente Juan Manuel Santos
Calderón, pero como muchos acontecimientos en
este país, corroído por la indolencia de las élites y
algunos de nuestros gobernantes, los 54 asesinatos
quedaron impunes, como un secreto a voces que
viaja por el aire y ningún gorrión logra alcanzar.
Tanto abuso contra nuestras raíces no ha sido
justo ni lo será. Somos una sociedad de doble
moral que se ha lamentado siempre del periodo
de apropiación española sobre nosotros: que tan
descorazonados, que tan bárbaros por robarnos las
piedras preciosas y adueñarse del azul de nuestros
inmensos océanos y la fauna y la flora y el oro…
pero: ¿cuál es la queja, si internamente nos hemos
robado a nosotros mismos la identidad y la capacidad de integración?
Sólo hasta la Constitución Política del 91 Colombia le reconoce significativos derechos a los pueblos
indígenas; sin embargo, somos nosotros quienes se
los prohibimos y no parecemos estar dispuestos a
respetarlos, mientras que sus lenguas se van perdiendo y ellos se van extinguiendo.
¡Ellos son nosotros! ¿Acaso nuestra madre no es
la tierra, o es que la hemos cambiado por el dinero,
la producción y las apariencias? Aunque cueste
reconocerlo, sí, ellos son nosotros.
Una fiesta nacional que ahora pasa desapercibida
La Vuelta a Colombia
desde una soñadora
Mi papá me cuenta que cuando estaba chiquito
uno de sus juegos favoritos era la Vuelta a Colombia: pintaban en las calles del barrio una pista con
tiza o pedazos de ladrillo, cogían las tapas de las
gaseosas, las “engallaban” con pantano, plastilina,
colores o la foto de su ciclista favorito y tenían tres
oportunidades para lanzarlas sin que se salieran de
la raya, quien lo hiciera, debía volver a empezar. En
la mitad de la pista ponían un círculo grande, una
especie de glorieta, que era el premio de montaña.
La primera tapa en llegar a la meta era la ganadora.
Era otra época, esa en la que los héroes eran
los ciclistas, los niños soñaban ser campeones de
la Vuelta a Colombia y parecerse a esos nombres
que aún resuenan en la evocación de algunos
adultos: “Cochise”, Efraín “el Zipa” Forero, el “Ñato”
Suárez o Ramón Hoyos Vallejo. Todo el país se paralizaba para escuchar las transmisiones radiales
de los periodistas de Caracol o RCN, quienes, con
narraciones reales o imaginarias, les ilustraban
apasionadamente a los colombianos lo que pasaba en la competencia, dibujaban con palabras las
situaciones de carrera: los que se fugaban, los que
pinchaban y los que se caían.
RCN y Caracol ponían varios carros en diferentes partes del lote de corredores, llamados
transmóviles, para tener la primicia, informar lo
más rápido posible, antes de que el otro lo hiciera.
Su disputa era casi la misma que la de los ciclistas,
además de que también eran recibidos en los pueblos como figuras muy importantes, la gente quería
conocer y saludar tanto a los periodistas como a los
ciclistas, pues ambos los hacían vibrar y soñar. La
competencia era a pedalazos humanos.
Se aprendía geografía gracias a las mágicas y
privilegiadas voces de Carlos Arturo Rueda, Pastor
Londoño, Julio Arrastía Bricca, a quien conocían
como “la Biblia del ciclismo”, y Rubén Darío Arcila.
Gracias a sus narraciones fantásticas se sabían cuáles eran los departamentos planos, los montañosos,
los calurosos y los fríos.
“Había gente que se me acercaba y me decía,
‘ay no, usted cómo me puso a llorar ayer cuando
le fue tan mal en la etapa, en cambio hoy me hizo
muy feliz con ese triunfo’”, cuenta con una sonrisa
de nostalgia Martín Emilio “Cochise” Rodríguez, ciclista ganador de cuatro vueltas a Colombia y quien
empezó a enamorarse de la bicicleta por obligación
y necesidad, pues le tocó trabajar como mensajero
de una farmacia, cuando apenas tenía 14 años.
El ciclismo despertaba grandes pasiones y eran
ríos humanos los que acompañaban los pedalazos de
estos héroes que se arriesgaban a conocer a Colombia con sus bicicletas s y sus piernas. La Vuelta se encargaba de transformar y alterar momentáneamente
la vida cotidiana de los pueblos por los que pasaba.
Catalina Rodas Quintero
[email protected]
y pertenecer a un equipo grande para acceder tan
siquiera a una casa propia.
Decadencia
Los ciclistas entregan hasta su último aliento en cada
etapa. Foto: cortesía nuestrociclismo.com
En sus comienzos fue una carrera que se disputaba entre las regiones: Antioquia, Cundinamarca y
Boyacá eran las que más sonaban, hasta que aparecieron las marcas patrocinadoras y ya se corría por
equipos. Además, las carreteras eran destapadas,
parecían trochas, llenas de polvo en el verano y
de pantano en el invierno. “Íbamos rodando y
cuando las llantas retenían mucho pantano, había
que bajarse y con un palito quitar el barro, porque
si no, uno no podía andar bien”, recuerda Cochise,
y agrega: “La ropa que nosotros utilizábamos no
era la adecuada porque era de lana y con el roce a
uno le daban nacidos. También hoy en día hay una
alimentación muy distinta, hay hidratantes, recuperantes, gel; en esa época yo mezclaba Bretaña
y Colombiana con sal y azúcar para hacer suero”.
Otra diferencia notable con las competencias
actuales son las bicicletas. Las de antes eran hechas
en aluminio, con mayor peso y sin tantas tecnologías como las actuales, que son fabricadas en
carbono. Por otro lado, los incentivos económicos
no eran los mismos, había que ser muy reconocido
Después de un tiempo esta fiesta nacional en la
que se había convertido la Vuelta a Colombia, empezó
a dejar de ser tan relevante. Ya los héroes no fueron
los ciclistas, sino los futbolistas, en quienes los medios
de comunicación centraron la atención y la difusión;
el ciclismo se convirtió en la sombra del fútbol.
RCN ahora es la única cadena radial que transmite la competencia, por lo que no hay necesidad
de agregarle la emoción de antes, ni de relatar lo
más rápido posible la acción de la carrera, porque
sin importar el tiempo que se tarden, siempre van
a ser los primeros. La narración es mínima, debido
a que los comerciales son los que mantienen vivo
ese intento de transmisión. La televisión no se ha
preocupado por pasar imágenes en tiempo real
de las etapas, se ubican en las llegadas y con unas
cuantas imágenes de apoyo ya tienen suficiente
para hacer el informe periodístico.
En los años 2010 y 2011 el evento no contó con
participación de equipos extranjeros por lo que la
Unión Ciclista Internacional (UCI) decidió quitarle
la categoría internacional, hasta que este año, por
fin, hubo de nuevo participación extranjera.
Soñar
Quienes amamos el ciclismo y sentimos en un
pedalazo la vida, soñamos con un día en el que la
Vuelta a Colombia vuelva a reunir a las familias
en torno a la radio, a la televisión; que los medios
vuelvan a competir en ella, para agregarle emoción
y conocimientos. Que haya ríos humanos en cada
pueblo, que esperen a los ciclistas que van a entregar su último aliento en la llegada para que con
aplausos, sonrisas y gritos, les den sus muestras de
admiración a estos pedalistas osados que recorren
las calles y montañas del país.
Soñamos también con el día en que en nuestros
barrios se oiga la voz de las señoras para celebrar
el triunfo de Félix Cárdenas, o que los niños dejen
un rato el computador, recojan las tapas de las gaseosas y con una tiza rayen en las calles el recorrido
de una Vuelta a Colombia, con premios de montaña
incluidos.
Los inicios
La primera Vuelta a Colombia se corrió el 5 de
enero de 1951. Partió de Bogotá, en la calle 131 con
Avenida Caracas y recorrió 1.137 kilómetros divididos en 10 etapas. Entre los 35 corredores el mejor
fue Efraín Forero, apodado El Indomable Zipa, quien,
para demostrar la viabilidad de la realización de la
Vuelta, había hecho la prueba de una competencia
entre Manizales y Bogotá.
En el libro La Gran historia de la Vuelta a Colombia, de Héctor Urrego Caballero, se resaltan como
pioneros a Efraín Forero, al inglés Donald Raskin,
al italiano nacido en Colombia Guillermo Pignosa, junto a los colombianos José Galindo y Mario
“Remolacho” Martínez, quienes, con el patrocinio
y apoyo del periódico El Tiempo y sus periodistas
Jorge Enrique Buitrago y Pablo Camacho, hicieron
posible esta competencia nacional.
Ahora son menos los espectadores de la Vuelta a Colombia, pero la alegría que se conserva al paso de los deportistas es
inmensa. Foto: cortesía nuestrociclismo.com
5
¿Cómo debe ser una biblioteca en el siglo XXI?
“La biblioteca es un espacio sagrado”
Sebastián Trujillo Osorio
[email protected]
En tiempos virtuales la funcionalidad es una propiedad y condición de procesos y objetos modernos;
la biblioteca es uno de los lugares en los que la transformación debe dejar la naturaleza de almacén
para convertirse en un punto de confluencia de diversos pensamientos e ideas.
6
Con el transcurso de los siglos, desde las primeras colecciones en cuero o
papiro, pasando por la invención de la imprenta, hasta nuestro siglo de bibliotecas virtuales, el libro ha expandido, extendido y enriquecido el conocimiento
universal. Por su valor comunicativo y didáctico, se ha convertido también en
fetiche, en objeto de culto, no sólo individual sino también colectivo.
En los últimos años y, debido a la velocidad que rige el mundo de hoy, desde
la academia y el mercado, se vienen condicionando cambios en la forma de
concebir las bibliotecas, que por años parecían oscuras y anacrónicas.
Respecto a un posible fin del ciclo de las bibliotecas como las conocemos
hoy en día, Álvaro Arango, poeta y filósofo, considera que “no debemos ser ni
optimistas ni pesimistas. Las bibliotecas perderán, aún más, su importancia
para las mayorías, si acaso en algún momento la han tenido; pero siempre habrá
un selecto grupo que mantendrá la vida de estas instituciones culturales, muy
difíciles de aniquilar totalmente, tanto por su tradición como por sus bondades
en el desarrollo histórico”.
Poco a poco las bibliotecas tradicionales tendrán que ir conviviendo con las
nuevas tecnologías. Su tarea es hermosa porque conservan la memoria de lo
que fue el libro y permiten viajar en el tiempo por cualquier lugar del planeta.
“Que la biblioteca nos muestre el mundo tan grande como es, que no caiga en
la trampa de ir reduciéndose. Es más, en las bibliotecas debíamos encontrar
pergaminos, primeras ediciones, todo esto nos habla del hombre, de su historia,
de su viaje por esto que llamamos vida”, dice Pilar Gutiérrez Llano, directora
de Tragaluz editores.
Las bibliotecas tal vez seguirán siendo espacios de silencio y reflexión,
lugares para pensarnos, para cuestionarnos sobre los saberes adquiridos
durante la historia de la humanidad. “Ahora, cuando el mundo nos obliga a ser
rápidos, a tener rutinas sin pausa, la biblioteca debe ser un oasis, un espacio
sagrado”, remata Gutiérrez.
El profesor, periodista y escritor, César Alzate Vargas, define la biblioteca
en su estado más puro, un lugar para el encuentro con los libros y, a través de
ello, con el pensamiento. Su papel seguirá siendo “el que han desempeñado
siempre: propiciar el acceso a los libros, sea cual sea el formato y la tecnología
en que éstos existan”.
Los retos en tiempos modernos
Para el antropólogo e investigador de la Universidad Nacional, Edgar
Bolívar Rojas, ya no deben existir bibliotecas tradicionales, pues deben conectarse y actualizarse para no terminar convertidas en depósitos de libros y
documentos. “Las bibliotecas son lugares de la memoria de la humanidad, su
principal contribución debe estar relacionada con la conservación y acceso a
fuentes especializadas en las disciplinas y áreas del saber pertinentes, con la
opción de establecer conexiones rápidas y suficientes con diversos centros de
conocimiento, instituciones pares y bases de datos que permitan encontrar
las fuentes idóneas del pasado y del presente sobre el estado de la cuestión en
cada campo. De esta manera, los recursos tecnológicos de última generación
harán de ellas lugares de la modernidad”, analiza Bolívar.
La tarea de las bibliotecas en la actualidad es estar en concordancia con los
tiempos que las circundan, con los desarrollos técnicos y tecnológicos actuales
que van mucho más allá de la hoja de papel, del libro pasta dura, de las revistas
y de los periódicos.
“Más allá de la mera remembranza romántica, la biblioteca está enfrentada
a la banalización de la información y al encriptamiento de nuevos códigos de
comunicación y de comunidades que se extienden por el planeta con duraciones
efímeras las más de las veces o con convenciones impensables. No obstante, la
función de la biblioteca se extiende a los nuevos horizontes del bit y el silicon”,
expone Carlos Agudelo, psicólogo y filósofo de la unidad de Política Social y
Económica del Departamento Administrativo de Planeación de Medellín.
Los centros de información y divulgación del conocimiento están llamados
a la articulación entre lo antiguo y lo novedoso, en una suerte de bisagra con la
invención de un lenguaje accesible al público. Es decir, los centros de información tienen que imprimirle nuevas formas a los viejos hábitos y nuevos usos
a los antiguos saberes.
“Babel no fracasa porque sea múltiple, se deshace porque no se articula, no
existe un aglutinante que lo amarre y le dé sostén”, concluye Agudelo.
Varias personas consultadas coinciden en plantear la imposible hipótesis del
fin de las bibliotecas físicas, pues durante siglos han resistido todos los avances
tecnológicos de las herramientas de comunicación. Los libros, cualquiera sea su
plataforma, guardan los tesoros del conocimiento científico de la humanidad.
“Las bibliotecas públicas serán muy semejantes a los museos, con su honroso
papel de curadores y guardianes de la cultura antigua y contemporánea, siempre disponible a todos aquellos que se interesen por la arqueología libresca”,
afirma en su sentido romántico el poeta Álvaro Arango.
Parques biblioteca, nuevos espacios de ciudad
Los parques biblioteca de Medellín nacieron en el Plan de Desarrollo de la
administración de Sergio Fajardo en el año 2004. Su principal característica
era convertir los puntos más neurálgicos de la ciudad en centros de desarrollo
social, económico y cultural de las comunidades más necesitadas. Durante el
cuatrienio del ex alcalde Fajardo se entregaron cinco de estos espacios: Santo
Domingo Savio, La Ladera, Belén, San Javier y La Quintana.
Durante la administración de Alonso Salazar, otras cinco grandes bibliotecas
fueron contempladas para la ciudad. Luz Estella Peña Gallego, líder del programa municipal de bibliotecas de la Alcaldía de Medellín asegura que: “De los cinco
parques planeados en la administración anterior hay tres que están operando
en una primera etapa, otro en construcción y otro en espera para iniciar obra”.
Según Peña, por ahora no se tienen previstos nuevas inversiones en bibliotecas, pues esta administración tiene como principal reto fortalecer los
existentes y terminar los que están en construcción.
Además de los parques biblioteca, la ciudad cuenta con el Sistema de
Bibliotecas de Medellín que está compuesto por 30 unidades de gestión de
información, incluyendo centros especializados, cajas de compensación y el
archivo histórico. El Sistema está también articulado a la Red de Bibliotecas del
Valle de Aburrá, que es una asociación público privada, que incluye políticas de
servicio entre los 56 centros bibliotecarios del Área Metropolitana.
“La información que ofrecemos y la generación de contenidos desde cada
biblioteca se hace según las características del territorio. En La Floresta, por
ejemplo, se están digitalizando los archivos más viejos. Pero hay bibliotecas
donde tenemos pocos computadores, como las rurales, entonces primero hay
que alfabetizar en lectura y después en inclusión digital”, dice la funcionaria.
¿Cómo está la ciudad en estándares
bibliotecarios?
Las nuevas tecnologías ahora hacen parte fundamental en la preservación y divulgación masiva de
la información académica. Foto: Sebastián Trujillo Osorio.
Daniel Moncada Patiño historiador, bibliotecólogo y asesor del Plan Maestro
para la conformación de una red municipal de bibliotecas públicas, se refiere
en buenos términos a los parques biblioteca: “Porque es dejar atrás la visión
anquilosada de estos lugares. Se convierten las bibliotecas en lugares de encuentro ciudadano y se fortalecen en la generación de movimientos económicos
con el tema de los centros de desarrollo empresarial que tienen ubicación en
estos espacios”.
Con respecto a la calidad comenta: “El estándar mínimo internacional de
la IFLA (International Federation of Library Associations) es que una biblioteca
municipal debe tener un libro por cada habitante de la ciudad. En Medellín ni
sumando todas las bibliotecas de la red municipal llegamos a este estándar. Y
eso que ésta es la ciudad con mayor desarrollo bibliotecario público en el país”.
Según Moncada todavía estamos atrasados en políticas públicas sobre patrimonio, protección y acceso a la información académica.
Biocombustibles generan polémica en Colombia por sus beneficios
y sus perjuicios
La Palma Africana: un cultivo mal
manejado en el país
Antioquia ha sido uno de los
departamentos en los que grandes
palmicultores han puesto su ojo para
la siembra de la gran líder en biocombustibles: la Palma Africana.
Los suelos con alta cantidad de
nutrientes, como los del Urabá antioqueño y el Magdalena Medio, sufren
hoy la siembra indiscriminada de
miles de hectáreas de Palma Africana
o Palma de aceite y su consecuente
deforestación y modificación de los
recursos hídricos.
Esta alternativa energética, planteada para el desarrollo económico
del país, ha llevado a que ciertos
grupos, de manera ilegal, hagan mal
uso de la tierra y siembren Palma en
suelos no aptos para la producción de
biocombustibles, según el documento
Conpes 3510.
Este documento, elaborado durante 2008 por el Departamento Nacional de Planeación, traza políticas
públicas de Estado, con lineamientos sobre qué hacer con la Palma
Africana, como la fijación de precios
basada en los costos de oportunidad,
la diversificación de la producción
agropecuaria, el fortalecimiento de
la gestión ambiental en las etapas de
planificación y desarrollo, la prevención y control de la contaminación
del aire y la conservación de los ecosistemas estratégicos que provean
bienes y servicios ambientales para
la sociedad.
Sin embargo, este direccionamiento no ha sido tomado en cuenta
por algunos empresarios, quienes
ignoran las consecuencias de no
cumplir dichos lineamientos y, por
el contrario, generan problemáticas
sociales y ambientales.
Los biocombustibles
en Colombia
Los últimos años han traído a
Colombia el auge de los biocombustibles como el petróleo y han sido
considerados como alternativas para
los hidrocarburos, pero que cada día
preocupan más al mundo con el alza
en sus precios y los problemas de
contaminación.
Según un estudio realizado por el
Banco Mundial durante 2008, el cultivo de palma en el país se ha ubicado
en tierras que antes estaban dedicadas a la ganadería o a las actividades
agropecuarias, y en espacios donde se
encontraban bosques naturales que
se transformaron para darle paso a
las actividades agrícolas.
Este estudio llamado Economic,
Environmental, and Social Assessment
of Palm Oil Production for Biodiesel
in Colombia identificó cuatro zonas
palmeras con diferentes impactos
ambientales:
“La zona norte, con problemas
de disponibilidad de agua y conflictos sociales agudos en particular en
el sur de Bolívar. La zona central, con
grandes plantaciones en los departamentos de Santander y en el sur del
Cesar. La zona oriental, con muchos
Carolina Betti Schmid
[email protected]
La siembra de Palma Africana en Antioquia
ha puesto en riesgo las tierras del Urabá y el
Magdalena Medio en asuntos tan sensibles como
la seguridad alimentaria del país.
Elaeis guineensis o Palma africana, originaria de África occidental. Provee aceite
de palma. Ilustración Sebastián Restrepo Toro.
desarrollos en el departamento del
Meta que comprometen sistemas
boscosos pero con amplias plantaciones en sectores que antes estaban
ocupados por ganadería extensiva.
Por último, la zona occidental, con
proyectos en Tumaco y Guapi, que
han ocasionado intervenciones
en el bosque natural húmedo y
afectado ecosistemas frágiles y
zonas de humedales” (el destacado
es nuestro).
Sin embargo, para Margarita Mejía
Salazar, profesional universitaria de la
Secretaría de Agricultura y Desarrollo
Rural, el cultivo de Palma Africana es
eficiente debido a que lo que toma
del ambiente lo convierte en una gran
cantidad de producto, en este caso,
aceite de excelente calidad, usado
para la fabricación de biodiesel.
Para Antioquia, “en el 2005 el área
sembrada de Palma ascendió a más
de 275 mil hectáreas y en los últimos
años se ha duplicado, aproximadamente, hasta las 400 mil hectáreas”,
afirma la funcionaria.
En contra y en favor
de la Palma de aceite
El Gobierno colombiano, ayudado
por las diferentes secretarías de agricultura departamentales, entre ellas la
de Antioquia, ha impulsado, durante
los últimos años, la siembra de Palma
Africana, junto a organizaciones como
la Federación Nacional de Cultivadores
de Palma de Aceite (Fedepalma).
Otra cara de este asunto, la muestra Jorge Andrés Polanco, coinvestigador del estudio del Banco Mundial,
para quien la plantación de Palma se
debería hacer teniendo en cuenta
la demanda de biodiesel en el mercado: “... sembrando con proyecciones económicas lo más claramente
establecidas, investigando cómo
va a comportarse el mercado, para
determinar el número de hectáreas
que se deben cultivar en un horizonte
temporal fijo”.
Las posiciones sobre la siembra
de Palma de aceite en Antioquia se
encuentran divididas entre quienes
piensan en lo social y lo ambiental, y
quienes creen que este recurso es el
futuro de los biocombustibles.
Quienes no están de acuerdo con
la siembra de Palma en cualquier
espacio de Antioquia, argumentan
problemas como las condiciones laborales limitadas de los trabajadores,
y sostienen que se ha presentado una
sobre explotación de la mano de obra.
Según el investigador Polanco,
esta situación se puede estar dando
debido al conflicto armado que se
presenta en el departamento, donde
ciertas fuerzas ilegales empiezan a
ejercer control para mantener el monopolio del mercado regional o nacional de la venta de aceite o biodiesel.
Por otra parte, los agricultores
que denuncian el mal uso de esta
Palma, afirman que ésta consume una
gran cantidad de agua y que, sabiendo esto, se ha estado plantando en
espacios que no cuentan con la suficiente cantidad de este recurso para
el consumo humano o para otro tipo
de plantaciones que garanticen la seguridad alimentaria de la población.
Sin embargo, Margarita Mejía
Salazar afirma que el impacto de esta
planta en el suelo es positivo, debido a
que la siembra se hace de forma mecanizada, se protege la tierra de malezas,
a través de las coberturas vegetales
que cubren la superficie de la tierra.
Según Mejía, “lo que es difícil de
manejar es que la Palma, por no ser
de madera, tiene una raíz muy complicada de destruir. Cuando un cultivo
llega a su límite, esta cepa queda en
el suelo, haciéndose indestructible, y
aunque la tierra sigue funcionando,
lo hace en un espacio reducido. Esto
sólo es un impedimento espacial”.
Por otra parte, quienes apoyan la
siembra de Palma de aceite, resaltan
que éste es un recurso natural renovable, que permite, por medio de una
buena gestión, una disponibilidad
infinita.
“Técnicamente, cuando se habla
de un recurso renovable es porque
uno puede, organizando la producción de una manera viable, obtener
recursos a perpetuidad, respetando
el concepto de la producción máxima
sostenible, es decir, no plantar Palma
Africana en lugares donde las condiciones edafoclimáticas (referidas al
suelo y al clima) no sean adecuadas,
pues allí se podrían plantar otro tipo
de cultivos”, como afirma el investigador Polanco.
Estudios como el del Banco Mundial han concluido que el biodiesel
se tornará una opción interesante
en el momento en que el barril de
petróleo supere los 100 dólares; y
que en países como Colombia, en el
que el agua no está bien regulada para
la agricultura, se deberían establecer
impuestos más altos, de modo que
quienes están en el negocio de la Palma sientan el costo de este recurso.
Para Polanco: “La Palma Africana,
desde el punto de vista técnico, es una
alternativa energética, cuyo único
inconveniente es institucional. Esto
nos hace preguntarnos si el Estado
sí será capaz de llevar al terreno las
normas diseñadas para este cultivo.
¿Será que el Estado colombiano está
en la capacidad de superar los problemas de la ilegalidad en este tipo
de actividades productivas?”.
Condiciones óptimas para la siembra
de Palma Africana
-Precipitación: superior a 2.000 milímetros anuales.
-Radiación solar: 2.000 horas anuales de sol directo (5.5 horas diarias).
-Zonas de calidad por debajo de 500 metros de altura.
-Pendiente no superior del 10%.
-Temperatura: entre 22°C y 30°C.
-Velocidad del viento: inferior a 30 Km por hora.
7
Mapa de Medellín podría cambiar en caso de establecerse su posible
Comuna 17, con la Ciudadela Nuevo Occidente
¿Una ciudad dentro de otra ciudad?
Juan Pablo Ramírez Martínez
[email protected]
8
Hoy, en 2012, es un territorio que se atiborra de edificios y unidades residenciales con apartamentos entre
los 44 y los 47 metros cuadrados, en cuyos balcones se extiende la ropa húmeda de populosas familias
y se exhiben los avisos de papelerías, venta de helados, cortes de cabello o minutos de celular a $200.
El proyecto de Ciudadela Nuevo
Occidente comenzó con el Plan Parcial Pajarito y se refería a la construcción de una serie de viviendas en un
terreno de expansión. Lo que en un
principio eran grandes huertas, donde los campesinos sembraban maíz,
cebolla y hortalizas, y donde no había
alcantarillados, sino pozos sépticos,
hoy son espacios que han mutado las
dinámicas propias de una zona rural.
La gente que habita hoy Ciudadela
es, en su mayoría, reubicada por el
Estado, proveniente de Moravia, pero
también de La Herrera y de La Sierra,
así como personas dedicadas a la
recolección de basura y algunas otras
que fueron víctimas de la violencia.
El lugar escogido por la Alcaldía
fue la zona rural del corregimiento
San Cristóbal, dado que de las 509
hectáreas de franja de expansión
que tenía Medellín en el año 2000,
las únicas reunidas en un solo lote
eran las tierras del sector de Pajarito:
236 en total, es decir, las otras 273 se
encontraban distribuidas y, por tanto,
no servían para la ejecución del Plan
Parcial.
Necesidad de la
Comuna 17
Allí llegaron los que necesitaban
ser reubicados y con la misma rapidez
que fueron trasladados a sus nuevos
hogares, aparecieron los roces con
la comunidad de este corregimiento.
Las distintas costumbres y culturas
provocaron un choque que llevó hace
unos dos años a los representantes
del colectivo poblacional de vieja
data, y a los nuevos, a presentar una
propuesta de creación de nueva
comuna, para obtener, según Sergio
Horta Londoño, presidente de la Junta
de Acción Local, JAL, de San Cristóbal,
no sólo independencia sino visibilidad ante la ciudad.
Beatriz Álvarez, líder comunitaria
de San Cristóbal, donde creció, pero
ahora habitante de Ciudadela Nuevo
Occidente, cuenta que cuando inició
el proceso del Plan Parcial “citaron a
una reunión para que la gente se conociera, pero a los ocho días llegaron
las volquetas con todas las personas
nuevas”. Esta falta de información de
la población representó, entonces, el
comienzo de una situación de prejuicios y desencuentros que continúan
hasta hoy.
“Al principio lo que se escuchaba
era: ‘Toda esta gente está invadiendo
nuestra tierra’. A los habitantes de
Nuevo Occidente se les ha atribuido
todo lo relacionado con la violencia,
la inseguridad, los robos, todo (…)”,
agrega Álvarez. Por su parte, Luz Amparo Bernal, arquitecta de la Universidad Nacional de Colombia, piensa que
“no se hizo la preparación suficiente
de ambas comunidades para lo que
sería su posterior convivencia en el
mismo territorio”.
Esto, sumado al rápido crecimiento poblacional de la zona, desembocó
en una propuesta de establecimiento
de la que sería la Comuna 17 de Medellín, realizada en 2010 y presentada
por medio de una resolución al entonces alcalde Alonso Salazar. De acuerdo
con Sergio Horta se buscaba obtener
garantías para los moradores, donde
se hablaba de nuevos equipamientos
urbanísticos y paisajísticos, generación de empleo y dinamización de la
economía en general.
Hasta hoy, el acuerdo no presenta
mayores avances, pues falta mayor
cohesión o diálogo entre la gente
del corregimiento, dado que no hay
un arreglo sobre los límites ni si
las veredas Pedregal Bajo y Pajarito
formarían parte de la nueva comuna,
Los límites que tendría la nueva comuna aún no son seguros. Las veredas Pajarito y Pedregal Alto se
niegan a ser parte de Ciudadela Nuevo Occidente. Foto: Hebert Rodríguez García.
pues se rehúsan a dejar de pertenecer
a ese fragmento de tierra donde han
crecido sus cultivos, sus gallinas, sus
hijos y hasta su propio orgullo cuando
dicen “yo soy de San Cristóbal”.
Así va su
construcción
El Concejo de Medellín, según el
corporado Fabio Humberto Rivera
Rivera, discutirá la propuesta y “con
absoluta certeza” le dará continuidad,
pues afirma que “hay una necesidad
de que tanto el corregimiento de San
Cristóbal como Ciudadela tengan una
visibilidad en la ciudad y en vez de representar una competencia –basada
en el quién adquiere la mayoría de
recursos del Estado–, sean comunas
cercanas y aliadas”.
Los indicadores de Medellín, publicados en las Proyecciones de Población
de 2006 – 2015, por el Departamento
Administrativo Nacional de Estadísticas, Dane, apuntan a que Nuevo
Occidente tendrá un crecimiento
significativo a futuro –producto de los
proyectos habitacionales de estratos 1
y 2 de vivienda de interés prioritario
y de interés social–, lo que demuestra, para Bernardo Alejandro Guerra
Hoyos, presidente del Concejo, “que
ya no es una zona rural de la ciudad”.
Pese a coincidir con el concejal
Rivera en el apoyo de la mayoría de
los corporados, Guerra Hoyos asevera
que la decisión está en manos del Ejecutivo, dado que es el alcalde Aníbal
Gaviria Correa quien “debe meditar
las decisiones administrativas, fiscales y territoriales”.
Los factores que podrían estar en
contra de la aprobación de la nueva
comuna son básicamente dos. El primero radica en que si bien Ciudadela
Nuevo Occidente es una población
que en ocho años ya suma más de
42.000 moradores, aún no es una
comunidad tan grande como para
anexarle un número a las 16 comunas
que hasta el momento tiene Medellín.
Pese a esto, el director del Departamento Administrativo de Planeación, Álvaro Berdugo López, reconoce
que, por ser una zona de expansión,
seguirán llegando muchas más personas al sector, por lo que “será vital no
cometer el mismo error de llevar a la
gente sin una previa construcción de
tejido social y empoderamiento del
territorio”.
Contrario a esto, la arquitecta Bernal opina que por el hecho de ser un
suelo fiscal, es decir, que pertenece al
Estado, la Alcaldía debería ejercer el
control e impedir que la población sobrepase los 80.000 habitantes, pues
las licencias de construcción están en
sus manos. Su principal argumento es
la capacidad de soporte de la tierra,
porque, según ella, aquel suelo no da
para más.
El segundo factor es que, según el
secretario de Desarrollo Social, Jorge
Mejía Martínez, “hoy no se puede
determinar si Nuevo Occidente es
parte del sector rural o urbano”, pues
la división en comunas es, desde lo
legal, únicamente para los territorios
urbanos.
Tienda en un segundo piso de la
urbanización La Montaña, en el barrio
La Aurora (Nuevo Occidente). Foto:
Hebert Rodríguez García.
El Presupu
punt
Sergio Horta Londoño reconoce que
la principal ventaja de crear la nueva
comuna sería la asignación de un
recurso propio para ambas comunidades, y en el caso específico de
Nuevo Occidente estaría la facultad
de crear su JAL y de tener, además
de un inspector, la infraestructura
propia de una comuna.
Para Beatriz Álvarez el asunto va
más allá de darle un sí inmediato a la
creación de la nueva comuna, pues
considera que la comunidad debe
analizar y discutir qué implicaciones
tiene tal decisión. “A la gente no se
le ha informado qué implicaciones
tiene hacer parte de otra comuna, ni
qué condiciones tiene San Cristóbal
por perder territorio, porque eso claramente influiría en el Presupuesto
Participativo, que también se mide
sobre qué tanto territorio se afecte”.
“Lo que necesitamos es que los funcionarios no sólo apoyen la creación
de la nueva comuna poniendo una
raya en el mapa, sino que se manifiesten y propongan qué obras de
infraestructura podríamos tener.
San Cristóbal y Ciudadela
se sienten “sobrepoblados”
Juan Pablo Ramírez Martínez
[email protected]
Aprobar la Comuna 17 implicaría dotar a la comunidad de una serie de equipamientos necesarios para la transformación de un territorio rural a uno urbano
y se precisarían más espacios públicos como centros comerciales, centros
educativos, espacios deportivos y culturales, etc.
Un inconveniente que encuentra Beatriz Álvarez en lo que para ella significa
una “sobrepoblación”, es la competencia de ruidos y música a muy alto volumen
en las unidades residenciales. “Cada uno cree que al lado no hay otra casa que
necesita silencio y tranquilidad. Le toca a uno aguantarse la bullaranga toda
la noche, e incluso todo el día”.
Comercio dentro de los edificios: violación a
la normatividad
Por otro lado, en las unidades residenciales de la Ciudadela Nuevo Occidente
es común encontrar tiendas, panaderías, peluquerías, billares, carnicerías y
muchos más negocios, en apartamentos levantados sobre un tercer, cuarto o
quinto piso. Con esto se viola la normatividad puesto que aquellas residencias
son únicamente para habitar.
Cuenta Darío García Morales, habitante de Ciudadela y miembro de la Junta
de Acción Comunal de Las Flores, que incluso muchos de esos negocios que
funcionan hoy de manera informal existen gracias a que la gente abrió rejas
y tumbó ventanas en sus casas para hacer los andenes y rampas por donde
acceden los clientes a sus locales. “No hay lugares oficiales para el comercio,
pero qué más hacemos, la necesidad de subsistir económicamente nos obliga
a usar la casa como un local”.
En lo referente a la educación, Nuevo Occidente cuenta con cuatro escuelas, no
obstante, su comunidad ve la necesidad de tener más planteles educativos que
cubran la demanda en este sector de la ciudad que se aproxima a los 42.000
habitantes, de acuerdo con los datos presentados en diciembre de 2011 por el
Instituto Social de Vivienda y Hábitat de Medellín, Isvimed.
Respecto a aquella sobrepoblación de la que habla Beatriz Álvarez, líder de
San Cristóbal, la arquitecta Bernal reflexiona sobre la posibilidad de que desde
2010, hasta hoy, esté saliendo una porción de los primeros habitantes de dichos sectores y quizá otra esté llegando. Su explicación es que los primeros en
llegar lo hicieron a partir de 2005, aproximadamente, y “existe una condición
que dice que después de cinco años de morar en la vivienda de subsidio, ésta
se puede vender o alquilar, si así lo desea el propietario”.
¿La Comuna 17 podría solucionar los roces
entre ambas comunidades?
Para Luz Amparo Bernal, dicho sector se ha convertido en una pequeña ciudad,
pues, guardando las proporciones, considera que éste tiene un eje de estructuración que es el río, además de contar con un sistema de transporte masivo, de
una cantidad significativa de viviendas, colegios y dinámicas territoriales que,
según ella, funcionan de la misma manera que una ciudad: “Hay delincuencia,
drogadicción, estratificación dentro del mismo sistema, porque hay unidades
con mejores condiciones que otras (…)”.
Para esta arquitecta y especialista en Métodos de intervención urbanística, del
Instituto Nacional de Administración Pública, en Madrid, España, lo que produjo
la propuesta de crear una decimoséptima comuna en la ciudad fue el hecho de
que “ahora son más los habitantes nuevos que los que siempre habían estado
allí, por lo que quienes tienen un interés son los que tal vez se sienten aislados
y están buscando nuevos presupuestos de manera estratégica”.
En vista de que puede haber un grupo significativo de personas con una percepción similar a la de Bernal, Darío García, proveniente de Moravia y quien
se expresó sobre lo que hacen sus vecinos para adecuar sus casas en negocios,
asegura hablar en representación de su comunidad y manifiesta que no deben
ser vistos como invasores, ya que fueron beneficiarios de una vivienda que
“necesita todo ser humano y por eso hacemos parte del Plan de Desarrollo de
la ciudad”.
Por ahora el debate sobre si se establece o no la decimoséptima comuna, levantada en lo alto de uno de los cerros de la otrora Tacita de Plata, continuará su
curso, con lo que las comunidades de San Cristóbal y Nuevo Occidente esperan
obtener los mejores resultados y beneficios para sus respectivas poblaciones.
No obstante, todas las fuentes consultadas declararon que el hecho de dividir
políticamente el territorio, “no solucionará en absoluto los conflictos sociales
entre ambas partes” que habitan la micro ciudad que funciona en las alturas
de una de las zonas rurales de Medellín.
uesto Participativo:
to de discusión
Además, el ser comuna implica un
incremento en los impuestos de la
zona, eso es otra cosa que la gente no
ha pensado”, agrega Álvarez, cuando
se refiere al inminente aumento que
traería pertenecer oficialmente a un
sector urbano.
Desde la Secretaría de Desarrollo
Social se asegura que la definición de
la posible Comuna 17 depende de la
discusión que se haga en la Alcaldía
antes de terminar el año en curso,
alrededor del Plan de Ordenamiento Territorial, POT. Sin embargo, el
Departamento Administrativo de
Planeación plantea que dicha decisión se extenderá hasta mediados del
próximo año.
En lo que sí concuerdan ambas dependencias es en la necesidad de
darle una revisión integral al POT, con
el fin de examinar y actualizar el ordenamiento político-administrativo del
territorio, no sólo en San Cristóbal.
Aún se desconoce cuál sería el presupuesto destinado a Nuevo Occidente,
dado que para la estimación de dicha
cifra se parte de dos indicadores: el
número de habitantes de la población
y su nivel de pobreza, de manera que
los líderes comunitarios, encargados
de gestionar estos recursos, tendrán
que esperar a que el debate de la comuna avance para conocer una cifra
aproximada del monto.
La pregunta que se hace Walter Sierra
Restrepo, director de la Corporación
Conexión –medio de comunicación
comunitario de San Cristóbal–, es
hasta qué punto se solucionaría aquella problemática social consistente
en la rivalidad de los habitantes de
la zona rural y de lo que ahora se
considera la parte urbana del corregimiento.
La hipótesis planteada por Sergio
Horta es que la tardanza en la aprobación del proyecto no radica en el hecho de marcar y dividir el territorio,
pues considera que eso no representa
un problema para el Departamento
Administrativo de Planeación, sino
que efectivamente puede ser el tema
de inversión lo que está impidiendo
una respuesta rápida por parte de la
Alcaldía.
Hoy Nuevo Occidente tiene 14 urbanizaciones habitadas, 3 listas para entregar y
algunas otras en construcción. Foto: Hebert Rodríguez García.
9
En tiempos de avances tecnológicos en pro del cuidado al planeta, la ciudad
adelanta proyectos eco-eficientes
10
¿Medellín es una ciudad sostenible?
Las últimas tres administraciones de Medellín han estado enfocadas en el concepto de
Desarrollo Humano Integral para la ciudad. La
medida de indicadores tales como el IMCV (Índice
Multidimensional de Calidad de Vida), IDH (Desarrollo Humano Integral) y el ICV (Índice de Calidad
de Vida) muestra cómo se han presentado mejoramientos en los aspectos más neurálgicos de la
ciudad como la educación, la salud, la violencia y
el empleo, aunque persiste una diferencia marcada
entre la zona rural y urbana de la ciudad.
De acuerdo con el Plan de Desarrollo 2012-2015
para Medellín: “Este Desarrollo Humano Integral
será el vehículo para alcanzar un modelo de ciudad
equitativa: incluyente en lo social, distributiva en lo
económico, democrática en lo político y sostenible
en lo ambiental”. Lo que quiere decir que hay un
foco específico en los aspectos sociales y económicos y una señal de sostenibilidad en el aspecto
ambiental.
El desarrollo sostenible urbano es entendido
como la integración de la dimensión ambiental,
el desarrollo económico, la calidad de vida y el
desarrollo social de la población, todo con el fin de
utilizar la menor cantidad de recursos ambientales
y dañar lo menos posible el medio ambiente.
Una ciudad sostenible es una ciudad que contempla los conceptos de equidad, inclusión y oportunidades; que tiene buena utilización de recursos
naturales; un manejo eficiente de la energía; que
contempla un equilibrio en la infraestructura entre
espacios construidos y espacios públicos; que ocasiona el menor impacto ecológico; donde, además,
existan alternativas de movilidad y que permita el
desarrollo de la vida comunitaria.
En los últimos siete años Medellín ha estado en
la labor de ubicarse como una de las ciudades sostenibles del planeta y esto implica pensar en términos
de Desarrollo Sostenible, concepto que surgió en
la segunda mitad del siglo XX como respuesta a
las preocupaciones energéticas y ambientales que
surgieron debido al crecimiento urbano desmedido
que se dio en la época.
Medellín es considerada como símbolo de modernización, internacionalización y transformación,
se constituye como modelo para otras ciudades,
como se informó en el II Foro de Responsabilidad
Social Empresarial llevado a cabo en San Salvador
en 2006. Además, ha sido acreditada como la ciudad
con mejor calidad de vida en Colombia, según el
Estudio Nacional de Competitividad.
Espacio público para
el manejo ambiental
Muchas han sido las intervenciones visibles en
la ciudad en los últimos años que han apuntado
a regenerar y resignificar puntos estratégicos de
la ciudad que se encontraban deteriorados por
Evolución del Indicador Multidimensional de
Condiciones de Vida 2011 vs. 2010.
Fuente: Encuestas de Calidad de Vida. (Plan de Desarrollo 2012-2015
Medellín).
Manuela Duque Carmona
[email protected]
En Medellín existen problemas
como aumento de la
segregación social, falta de
movilidad, escasa calidad del
aire y sobrepoblación. Hay que
lograr procesos amables con el
medio ambiente para obtener
un crecimiento continuo.
problemas de orden público y sin presencia del
Estado y a generar espacios públicos para la vida
comunitaria. Algunas obras con este objetivo estratégico son los parques lineales en las quebradas
principales de la ciudad, las escaleras eléctricas
de la Comuna 13, el Metro Cable, las bibliotecas
públicas, el Parque Juanes, el Parque de los Pies
Descalzos, el Parque Explora, el Parque los Deseos
y el Parque Arví, entre otras.
El cinturón verde metropolitano es el concepto
que se adelanta por la actual administración del alcalde Aníbal Gaviria Correa y busca, “ordenar la ocupación de este suelo de manera responsable según
sus restricciones; reconocer y establecer las áreas
para la protección y conservación ambiental, espacios públicos y equipamientos adecuados, sistemas
de movilidad y transporte, acceso a vivienda digna y
servicios públicos domiciliarios en armonía con las
capacidades, aptitudes y restricciones naturales de
la zona, como aporte a la consolidación del Parque
Central de Antioquia”. Así lo establece el Plan de
Desarrollo de Medellín 2012-2015 y es una acción
enfocada en la minimización del impacto ecológico
del Área Metropolitana y su relación con su entorno.
Movilidad eficiente para una
mejor calidad de vida
Medellín cuenta con sistemas masivos de transporte como el metro, el metrocable y el metroplús,
que constituyen soluciones básicas de movilidad
en las ciudades del mundo.
Estos transportes masivos son una alternativa
energética eficiente ya que sus costos permiten que
la tarifa sea accesible a la gente, lo cual es esencial
en el concepto de sostenibilidad. Son medios de
transporte que la gente puede usar con un precio
que no tiene una dependencia total de factores
geopolíticos como es el caso del petróleo.
En este aspecto energético, Colombia está en
ventaja porque, según el ingeniero Andrés Díez
Restrepo, investigador de la UPB, quien participó
en el proyecto del bus eléctrico que está exhibido
en la Universidad, “lo bueno es que Medellín tiene
buena accesibilidad a recursos hidroeléctricos, es
estratégico que las ciudades no dependan de la
energía de otros países para ser lo más autosuficientes posible”. Por su parte, el metroplús utiliza
gas, que es un recurso energético disponible en el
país con un precio aún competitivo.
El ingeniero Díez enfatiza en la necesidad de
masificar en la ciudad el uso del transporte eléctrico
como una forma de mejorar la calidad del aire y
hacer la ciudad sostenible. “Medellín, por ejemplo,
tiene indicadores pésimos en cuanto a salud respiratoria, si un sistema de salud colapsa, colapsa todo;
se deben hacer altas inversiones económicas en el
estudio, prevención y tratamiento de enfermedades
pulmonares, cardiovasculares y cerebrales”.
En el manejo de la movilidad, Medellín es
pionera en Colombia en el desarrollo del Sistema
Inteligente de la Movilidad (SIMM), destinado a
su mejoramiento y al avance de la seguridad vial
en la ciudad. Este sistema incluye el sistema de
foto-multas y el circuito cerrado de televisión para
monitoreo continuo de la movilidad en las principales vías de la ciudad y permite una coordinación
inmediata de manejo de incidentes.
En la ciudad también existe el programa de
bicicleta pública denominado “EnCicla”, un sistema que ha integrado algunas universidades con
el transporte público y un programa educativo de
control de emisiones de escape.
Este proyecto que impactó la movilidad hizo que
Medellín ganara el premio Sustainable Transport
Award del Instituto de Nueva York Transportation &
Development Policy en el 2012. Se exaltaron con este
premio proyectos como el avance de espacios públicos tanto en cantidad como en calidad, la creación
de parques ambientales y paseos urbanos como
parte del proyecto integral urbano de la ciudad.
Construcción sostenible
De acuerdo con el Área Metropolitana del Valle
de Aburrá, “la construcción sostenible es el proceso
completo de actividad constructiva que tiene como
resultado productos urbanos eficientes y respetuosos del equilibrio entre los tres pilares básicos de
la sostenibilidad”. Este concepto se aplica en los
procesos vitales de la construcción: planeación,
diseño, ejecución, operación, vida útil de la construcción y la demolición.
En este tema, la ciudad de Medellín es pionera
desde 2009 en el contexto latinoamericano. Sus
avances se pueden evidenciar en la construcción
de la Plaza de la Libertad.
Para la creación de esta construcción, Mauricio
Bedoya Montoya, gerente general e investigador
de la compañía Mares S.A. destaca los siguientes
aspectos considerados en estas construcciones: el
uso inteligente del agua, la eficiencia energética en
la ventilación y refrigeración, el uso de eco materiales y la gestión integral de los residuos.
Ruta N es un edificio construido de manera eficiente,
en el que el uso inteligente de la energía natural y la
utilización de jardines dentro del mismo, permite un
ahorro energético y un bajo impacto negativo para el
medio ambiente. Foto: Hebert Rodríguez García.
El uso inteligente del agua se da en el momento
en el que se decide disponer eficientemente del
agua potable, es decir, eliminar su uso en actividades como lavar ropa, vaciar el baño, entre otras,
y remplazar estas actividades con el uso de aguas
lluvias, que son recolectadas, filtradas y almacenadas para su distribución. Este proceso hace que
se reduzca en un 50% el consumo de agua potable
en las viviendas.
El otro aspecto que se utiliza es la eficiencia
energética, que se logra cuando se reducen gastos
energéticos usados en ventilación e iluminación,
que pueden ser remplazados por una buena planeación de la construcción de la vivienda. “Cuando
el arquitecto va a diseñar, que no lo haga dándole la
espalda a las características geográficas que tiene.
Que conozca de dónde vienen los vientos y a dónde
van, que si sabe qué sectores son calientes en la
ciudad no deje los cuartos en el poniente”, afirma
el investigador Bedoya, quien, además, explica la
importancia de tener un buen criterio y gestión en
la construcción. Es así como con buena planeación
se construyen viviendas que aprovechen la mayor
parte del tiempo la luz del sol y la ventilación natural, lo que a largo plazo implica un ahorro del 50%
al 70% de la energía.
Además, la construcción sostenible plantea el
uso de los eco materiales que reducen el impacto
ambiental, estos son materiales que han sido reciclados de construcciones pasadas que pueden ser
reutilizados: “Con la construcción sostenible buscamos qué cantidad de esos materiales los podemos
volver a utilizar”. A esto el arquitecto Bedoya lo denomina gestión de materiales y que hace que nada
se desperdicie para reducir el impacto ambiental.
Unido a este concepto está el de la gestión
integral de los residuos, muy relacionado con la
educación y con la gestión comunitaria. Desde su
construcción, los edificios contemplan espacios
muy bien pensados para invitar al reciclaje de los
residuos. Además, está el trabajo de las personas
que reciclan y que se ven compensadas, es decir,
la buena gestión de las basuras es una manera de
recibir ingresos.
En la actualidad, el proyecto La Castellana
cuenta con 320 apartamentos en los que, con los
residuos, se genera un plan de negocios que ha
creado empleos y disminuido en un 45% el pago
de servicios públicos.
En conclusión, para Mauricio Bedoya, la construcción siempre ha sido pensada para ser sostenible y debe seguir siéndolo: “Dejó de ser sostenible
por la velocidad endemoniada en la que vivimos,
que nos hizo olvidar hacer las cosas bien, pero
siempre se debe volver al sentido común”, con el
fin de ser más eficientes y ecológicos.
El reciclaje es un tema eje en las ciudades sostenibles
en cuanto permite el aprovechamiento y el uso
de materiales para reducir la contaminación en un
espacio. Foto: Pablo Monsalve Mesa.
11
El bus eléctrico, construido por la UPB en asocio con la empresa colombo-alemana SYTECSA y el Centro de Investigación
y Desarrollo Tecnológico del Sector Eléctrico-CIDET es uno de los transportes masivos que se convierte en alternativa
energética para el uso eficiente de los recursos y sus costos permiten que la tarifa sea asequible para la gente, lo que es
necesario para el concepto de sostenibilidad. Foto: Ana C. Aristizábal Uribe.
La Ruta N: innovación
y tecnología
La Ruta N es un proyecto que inició con la administración de Alonso Salazar Jaramillo y hoy en
día es una corporación de UNE, EPM y la Alcaldía
de Medellín, creada para promover negocios innovadores basados en tecnología, que, a largo plazo,
incrementen la competitividad de la ciudad.
Su objeto central es minimizar el impacto negativo de los edificios en los ecosistemas y las vías de
transporte para incentivar el uso de plantas nativas
en zonas verdes y promover opciones inteligentes
de transporte. Este proyecto busca, además, acreditar a la ciudad, líder en innovación en Latinoamérica, con el sello ambiental LEED (Leadership in
Energy and Enviromental Design). Es la certificación
de calidad reconocida para la construcción de proyectos eficientes. Dentro de esta apuesta se construyó el Complejo Ruta N para albergar las actividades
que se desprendan de la estrategia.
El complejo tiene tres edificios (uno rentado a
Hewlett Packard para un Centro Global de Servicios,
otro para el Grupo EPM que tiene laboratorios para
investigación en energía y telecomunicaciones y
un último edificio para las oficinas de Ruta N y sus
programas).
Con el fin de lograr la certificación LEED, la Ruta
N adelanta el mejoramiento en conceptos como
eficiencia del agua, energía y ambiente y calidad
ambiental del espacio interior.
El primer aspecto busca fomentar el uso inteligente del agua dentro y fuera de los hogares con
el fin de reducir gastos de agua por medio de la
construcción inteligente, el uso eficiente del agua y
el uso de aparatos e instalaciones que hagan el uso
del recurso de forma eficiente.
Según el estudio sobre energía de WGBC (World
Green Boulding Council), “las edificaciones son responsables del consumo del 40% de la energía y el
30% de la emisión de gases de efecto invernadero
en el mundo”. En este aspecto, la idea de la Ruta N
es generar variedad de estrategias de energía como
el monitoreo de consumo energético y construcción
eficiente, y electrodomésticos que consuman menos
energía. Además de esto, se buscan construcciones
que usen la luz natural para mejorar la calidad ambiental del espacio interior. Hasta el momento se
han construido 33 mil metros cuadrados con estos
principios y se ha hecho una inversión de 120 mil
millones de pesos. Con esta inversión se obtiene
que Medellín avance en tecnología y se convierta
en ejemplo para las demás ciudades del país en
temas de eficiencia.
A pesar de estos avances y de la inversión que
se está haciendo para mejorar las condiciones ambientales de la ciudad, aún no se puede afirmar que
la ciudad sea sostenible. Para Paulina Villa Posada,
arquitecta de la Ruta N Medellín: “La ciudad aún no
ha pensado cómo volverse una ciudad con menos
impacto negativo sobre el ambiente. Muestra de
eso es el manejo arcaico del tema de las basuras, el
modelo de movilidad basado en el carro particular
y con una apuesta muy baja al transporte público.
Además, no existe una reglamentación sobre construcciones sostenibles y la ciudad se expande sin
límites sobre el suelo rural”. Y enfatiza que “para
que sea considerada sostenible, debe plantear un
desarrollo que implique una disminución en los
desplazamientos y la construcción en sitios que
no están planeados para eso, además debe ser un
trabajo que cobije las dinámicas sociales y mejore
no sólo el medio ambiente sino la movilidad de la
ciudad, genere ahorros para los ciudadanos, reduzca la polución y los problemas respiratorios. Será
sostenible cuando haya uso de energías renovables
donde se remplace el petróleo y el automóvil por
el transporte público alternativo; se logrará ser
sostenible cuando haya coherencia en el trabajo
de todas las partes”.
Una ciudad sostenible es una ciudad que
contempla los conceptos de equidad, inclusión y
oportunidades, que tiene una buena utilización de
recursos naturales. Una ciudad donde se minimice
el impacto ecológico y se logre un equilibrio en la
infraestructura, entre espacios construidos y espacios públicos. Frente a estos aspectos aún hay muchos temas por mejorar en Medellín, que será una
ciudad sostenible cuando consiga articular todas
las necesidades y tener un crecimiento estratégico.
Hasta el momento se sigue trabajando por fomentar la vida comunitaria y el avance tecnológico
con el propósito de mejorar la calidad de vida de
los ciudadanos.
Los jardines ayudan a regular la humedad, temperatura,
calidad el aire y el ruido, su utilización en las construcciones
sostenibles está asociada con la generación de micro
climas que mejoran el confort y la calidad de vida de los
habitantes. Foto: Pablo Monsalve Mesa.
En las canchas de barrio suceden
Historias de balas y balones
Sobre las laderas de la ciudad se observa una particular geografía deportiva: diversas canchas,
canchotas y canchitas de arena o cemento. Iconos de la vida barrial y el deporte popular.
Laura Betancur Alarcón
@laurabeta
[email protected]
12
después de la escuela o los aeróbicos
de las señoras.
II
I
Ni delantero ni defensa ni portero.
Jorge era un hombre de fútbol y de canchas, sin tocar la arenilla, la gramilla o
el asfalto. Hacía posible los 90 minutos
de juego, aunque sus toques y jugadas
eran la búsqueda de trofeos, uniformes
o guayos para que otros hicieran los
goles que él soñaba.
Jorge, de sonrisa ancha, y calvo, era
reconocido por su trabajo en la gestión
deportiva. Por tres años lideró este
trabajo en la Junta de Acción Comunal
de Francisco Antonio Zea y durante 17
apoyó a niños y jóvenes en el torneo
Pony Fútbol. Su último proyecto era
reunir a las bandas en un partido que
confirmara un pacto de paz.
En los años 60, antes de la construcción
de la placa deportiva en Villa Guadalupe,
la cancha era la calle 95B, unas latas
vacías y las porterías; y la pelota, un
plástico conocido como rajaleña. Foto
Hebert Rodríguez García
Al caminar por Francisco Antonio
Zea, el barrio de Jorge Wilfran Morales, tres canchas, una a menos de
dos cuadras de la otra, confunden el
recorrido entre calles y carreras. Caso
similar ocurre en Castilla, Manrique,
Aranjuez o Robledo.
Según estadísticas del Inder, en la
ciudad existen alrededor de 1.400
escenarios deportivos, de los cuales
565 son barriales y administrados
por esta institución, y otro grupo de
más de 500 son abiertos al público,
pero están a cargo de las Juntas de
Acción Comunal (JAC), las unidades
residenciales o los líderes comunitarios.
Por ejemplo, en comunas como Castilla se encuentran más de 50 zonas
deportivas, entre la unidad deportiva,
las placas y otras canchas, en 14 barrios que albergan alrededor de 140
mil habitantes.
Veinte años atrás la situación era la
opuesta: en el estudio Medellín en
zonas, realizado por la antropóloga
Gloria Naranjo en 1992, se encontró
que sólo existían 39 espacios deportivos en la zona oriental, dividida en
cuatro comunas y 41 barrios. Lo que
denota el déficit de espacio público
para la recreación en la ciudad.
¿Qué motivó la proliferación de estos lugares? Las respuestas son tan
diversas como las mismas relaciones
barriales, donde la cancha ha sido una
zona de convergencia de tristezas,
adversidades y esperanzas construidas en el “picadito” del domingo, el
torneo entre las hinchadas, el partido
En menos de 10 minutos, Jorge recibió
siete llamadas a su celular. Era Luis
Medina, un amigo, que le pedía insistentemente que bajara a la Riviera,
una cancha. Ese día, 20 de diciembre
de 2011, hacia las ocho de la noche,
más de 50 personas esperaban el
segundo partido entre integrantes
de las dos bandas delincuenciales del
barrio, Los Mondongueros y los de La
Candelaria parte alta.
En octubre habían firmado un acuerdo
de paz para terminar con los enfrentamientos y contactaron a Jorge para
organizar un torneo que supondría la
continuidad de esa alianza. “Él confiaba demasiado y creyó en ellos”, cuenta
Consuelo Duque, su madre.
“Desde la masacre de 1989 cuando
mataron a dos jóvenes en la cancha
de arriba no nos volvimos a acercar
a esos partidos. Esa vez llegaron a
matarlos en medio del juego y a los
que estábamos en las graderías nos
tocó tirarnos a la quebrada”, cuenta
su hermana Ángela Morales. Sin embargo, esa noche, la 20 de diciembre
de 2011, decidió bajar.
En las noches, desde su balcón en
Pedregal en los años ochenta Fredy Serna, artista y pintor, observó
sobre las montañas nororientales
unas terrazas negras. Comprendió,
luego, que eran las gramillas. Para él
la explicación de que existan tantas
es que en los años sesenta “la única
voluntad que tenían los políticos para
obtener votos era hacer una cancha...
Pero ¿qué era tener una? Drenar un
peladero y llenarlo de arena”.
Las primeras explanadas se construyeron en potreros, cuencas de quebradas o en los límites de la ciudad.
“Vivían en un abandono total, no se
pensaron como espacios recreativos
y culturales”, afirma.
Exactamente como un peladero recuerda Gustavo Varela a la Unidad
Deportiva de Castilla, treinta años
atrás. Era apenas tres campos de
juego: la Negra, la de Arenilla y la de
Baloncesto. Jóvenes, como él, quisieron darle una mejor apariencia: sembraron eucaliptos, árboles de pan y
jardines; hicieron lunadas y tertulias
culturales, hasta consolidarse como
el grupo ecológico Vita Sabia. “Hemos
estado en medio de balas, problemas,
de todo, pero seguimos acá, cuidando
la Unidad”, cuenta.
Al otro lado del río, tal vez unas de
las terrazas oscuras que observó
Fredy Serna, eran las tres canchas del
parque principal de Villa Guadalupe,
construidas por la misma comunidad.
Miguel Tamayo, promotor del Plan
de Desarrollo de la Comuna 1 por
parte de la Corporación Convivamos,
considera que la mayoría de espacios
deportivos son iniciativas de la comunidad y no de la institución ni de los
políticos o el narcotráfico.
Las comunidades como constructoras
de estos espacios generan cambios
en la convivencia barrial. De acuerdo
con la investigación del periodista
Gonzalo Medina, en su libro Una gambeta a la muerte: o como el espíritu
de resistir en Medellín también corre
tras un balón, el deporte fortalece las
tradiciones porque permite compartir legados. Así mismo, la cancha es
un campo de encuentro, generador
de identidad y tejido social, que condensa las particulares vivencias en
relación con fenómenos sociales y
políticos. Es un ámbito que muestra
la supervivencia de las mismas comunidades en el tiempo.
III
Cinco minutos después de la llegada
de Jorge a la cancha, arribaron dos
motos. Pero el hombre que inició la
balacera ya estaba entre los espectadores del partido. Luis, el amigo de
Jorge, alcanzó a ver cuando una mujer
se acercó a aquel hombre y le entregó
el arma. Después del primer disparo,
los asistentes corrieron hacia la salida,
pero Jorge tomó el camino contrario.
Una bala entró en su cuerpo por el
costado derecho.
En la cancha estaba tendido el cuerpo
de Jhonson Arboleda, para quien iba
dirigido el ataque. Unos metros cerca
de él estaba una joven de 20 años,
quien al igual que Jorge fueron cuerpos
atravesados en la trayectoria de las
balas, dirigidas a otros.
Jorge gritó por ayuda, pero sólo minutos después una vecina lo reconoció y
lo llevó al hospital. Allí pasó casi 25
minutos sin ser atendido, hasta que
murió. “Jorge quedó atrapado en mePoemas sobre jugadores que soñaron ser el Pibe y terminaron de sicarios, o de las riñas que se disolvían cuando el balón rodaba, están narrados
en el libro En la parte alta debajo, de Helí Ramírez. Foto Hebert Rodríguez García.
Continúa
Viene
dio de esa guerra sin tregua de las dos
bandas. Ellos llegan a acuerdos, luego
vuelven a la guerra, después hacen la
paz”, concluyó Luis.
Masacres y asesinatos en los puntos
deportivos, como el caso de Jorge
Wilfran, son historias repetidas en
la vida de los barrios y surgen con la
llegada del narcotráfico hacia los años
ochenta. Por ejemplo, Pablo Escobar
llevó el alumbrado a las canchas, con
su excusa política “Medellín sin tugurios”, lo que le permitió acercarse
a los jóvenes.
De acuerdo con algunos testimonios del libro De relatos de Castilla,
investigación coordinada por María
Teresa Arcila Estrada y el Instituto
de Estudios Regionales, Escobar
también participó en la construcción
de la cancha La Maracaná en La Esperanza, la de Tricentenario y la Unidad
Deportiva de Castilla. También se dice
que construyó otras obras en el sur
del Valle de Aburrá.
Para Miguel Tamayo, muchas formas
delincuenciales se aprovecharon de
los escenarios: “Irrumpieron bandolas camufladas, que estaban al servicio del mercenario, del narco o del
para”. Otra forma de ganarse terreno
en estos lugares fue el patrocinio de
torneos “mafiosos”, competencias
que buscaban aparentemente crear
lazos de solidaridad, pero que por
las cuantías de los premios fueron
una alternativa para el lavado de
activos y a la vez para redimir las
acciones violentas y tener respaldo
en la comunidad.
A pesar de los dineros ilícitos, tanto Manuel González, líder de Villa
Guadalupe, como Gustavo Varela, en
Castilla, coinciden en que las canchas
no se han convertido en fortín de las
bandas. “Cuando las milicias populares empezaron a limpiar el barrio los
alrededores de las canchas se volvieron de ellos, pero las canchas siempre
han sido de nosotros”, explica Manuel.
De igual manera, la cancha también ha
sido un espacio para saldar cuentas y
crear compromisos. Precisamente, en
la cancha de fútbol de Granizal –zona
nororiental de Medellín– fue en donde
representantes del gobierno y de las
milicias firmaron acuerdos de paz el
26 de mayo de 1994. Y cuatro años
después, se creó Fútbol para la paz,
un campeonato con 140 torneos barriales, en los que participaron más de
16.000 personas en 250 barrios, según
estadísticas del periódico La Hoja.
En los últimos diez años la gestión
de las administraciones locales ha
logrado, por ejemplo, convertir a la
vieja Unidad Deportiva de Castilla en
un espacio dotado con canchas de alto
nivel para prácticas, entre otras, como
Rugby y Skate. Además, a través de las
57 Escuelas Populares del Deporte,
proyecto de la Alcaldía de Medellín y
el Inder, alrededor de 30 mil usuarios
entre los 6 y los 21 años de edad practican diferentes disciplinas deportivas.
Sin embargo, aseverar que las canchas han dejado atrás ese pasado
de violencia sería inexacto. En los
alrededores de la limpia y estética
Unidad de Castilla, aún las bandas
delincuenciales tienen presencia; en
las graderías de La Maracaná, en el
barrio La Esperanza en Castilla, en
el mes de julio de 2012, ocurrió una
masacre en la que murieron 5 personas; y aún en Francisco Antonio Zea,
el barrio de Jorge, las canchas son
barreras entre unos y otros.
El mundo actual de los libros
Tres controversias
librescas
Juan David Villa Rodríguez
[email protected]
No importa el soporte: si piedra, si madera, si papiro,
si pergamino, si papel, si electrónico. El libro es, en palabras del escritor antioqueño Héctor Abad Faciolince,
“una sucesión de palabras para ser leídas en cierto orden”.
Sin embargo, el libro ha sido centro de varias controversias, unas tan viejas como si es arte o mercancía
y otras tan nuevas como qué pasará con él cuando sea
vencido el papel por los aparatos digitales que también
pueden albergarlo.
Arte, mercancía o ambos
“Todo lo anterior junto”, responde el periodista y
escritor bogotano Daniel Samper Pizano a la pregunta
añeja: ¿El libro es arte o mercancía? Héctor Abad Faciolince coincide: “El libro puede ser cualquiera de esas
cosas, y todas a la vez. Un libro es un objeto, y como tal
se lo puede convertir en una obra de arte de la impresión, de la encuadernación, del diseño exterior e interior.
También su contenido puede ser (o no) artístico”. Una
primera edición de Cien años de soledad, continúa Abad
Faciolince, si está en buen estado puede costar 10 mil
dólares, “así adentro diga lo mismo que una edición
pirata. Los seres humanos le damos más valor a ciertos
objetos y eso los convierte también en mercancía”.
Esteban Carlos Mejía, también escritor y además docente en la Universidad Pontificia Bolivariana, prefiere
no sufrir la controversia porque, dice, al fin y al cabo en
el capitalismo todo es mercancía, “hasta el arte y la literatura… Lo clave para un escritor es escribir y ser leído”.
El docente Juan José García Posada, jefe editorial del
sello UPB, rechaza la concepción del libro como mercancía porque cree que ello es degradarlo, el libro es mucho
más: “Es una producción del talento, de la inventiva, de
la creatividad o de la facultad crítica del autor. Es una
conquista fundamental del talento y la cultura humanos.
Es una realización que simboliza la cultura”.
Editoriales: ¿qué y por qué
publican?
Es una verdad difícil de refutar que las editoriales no
viven de amores al arte, que publicar un libro, con todo
lo que esto implica, cuesta dinero y que si no perciben
ingresos posteriores a sus inversiones, como cualquiera
otra empresa, pueden quebrar. De aquí que Carolina
López, editora de ficción de Alfaguara en Colombia,
afirme que ésta, una de las editoriales más importantes
del mundo, analiza siempre si las propuestas de publicación que recibe son rentables, esto sin detrimento
de la calidad de las mismas, criterio que siempre va
primero. Héctor Abad Faciolince piensa, no obstante,
que el efecto de la crisis económica europea obliga a
las grandes editoriales a ser cautelosas y por tal “si un
libro tiene solamente un valor literario, pero muy pocas
probabilidades de vender, no lo publican”.
El escritor bogotano Sergio Álvarez cree que las
editoriales no suelen tener mucho criterio para elegir
qué publicar. “En realidad el mundo editorial hoy es
un casino en el que los editores juegan sus fichas y van
ganando más por azar que por tener un buen criterio”.
El también bogotano Ángel Galeano, escritor, editor
y director de la Fundación Arte & Ciencia, asegura que a
las grandes editoriales sólo les interesa la rentabilidad.
“Es lo que prima para ellas, es decir, que cada publicación
les produzca ingresos. Editar es un negocio como vender
carros o empanadas”. En Arte &Ciencia, dice, prima la
promoción de talentos jóvenes y por ello corre todos
los riesgos posibles. “El cálculo mercantil sólo entra en
juego para recuperar, si no toda la inversión, al menos
no perder del todo económicamente”.
En la Editorial UPB, según García Posada, se decide
qué publicar pensando en “la pertinencia, la sintonía con
el proyecto académico y humanístico de la UPB, la resonancia y la acogida de la obra en la comunidad de lectores y las cualidades intrínsecas del libro respectivo”.
El triunfo electrónico
Nacerá una generación, remota aún en el tiempo,
para la que el libro sea un “artilugio” tan arcaico como
para nosotros lo es un pergamino. El libro electrónico,
cuyo uso tampoco será eterno, vencerá al papel. ¿Qué
pasará entonces? “Lo mismo que ocurrió cuando los
libros dejaron de escribirse en pergaminos –responde
Samper Pizano–: que la gente siguió leyendo en papel”.
“El libro seguirá vigente –dice Juan José García–.
Cuando se acabe el papel e incluso antes de que el papel
se acabe, el libro seguirá produciéndose mediante las
tecnologías informáticas y digitales. El libro lo es y vale
como contenido”. Será más abstracto, describe Abad
Faciolince, “no tendrá olor, ni peso, se podrá reproducir
en un segundo, costará poco”. El escritor antioqueño Jorge Franco es de los que
dudan de la desaparición del libro de papel, al menos
en corto plazo. Y destaca una ventaja del electrónico:
“El libro electrónico puede ofrecer la posibilidad de que
todos los libros siempre estén disponibles”.
Ángel Galeano no sólo duda, sino que asevera que
“la desaparición del libro es un tema que ponen de
moda de vez en cuando ciertas personas interesadas
en especular. Pero casi nadie dice que el calzado o la
bicicleta van a desaparecer. La humanidad reelabora sus
inventos en aplicaciones novedosas, pero no los niega.
El libro podría perder fuerza en casos de ser mercancía
negociable sujeto al vaivén de los mercados, pero ni
siquiera así han podido liquidarlo”.
Ángel Galeano no sólo duda,
sino que asevera que “la
desaparición del libro es un
tema que ponen de moda de
vez en cuando ciertas personas
interesadas en especular (…)”.
Ilustración: Santiago Rodas Quintero
13
Una familia de Torcidos
Mónica María Jiménez Ruiz
[email protected]
Desde hace cuatro años Óscar Arbeláez recorre
caminos todos los jueves y domingos; para Los
Torcidos es un compromiso al que no deben
faltar.
14
La mañana está fría. Durante la madrugada llovió un poco, pero esto no
impidió que uno a uno de Los Torcidos llegara al parque de Itagüí. Los 19 que
vinieron saben que el sol no tardará en salir… Y así es. Éste acompaña sus pasos
durante casi todo el recorrido.
Antes de partir hay que calentar y estirar; así preparan su cuerpo para subir
y atravesar unas cuantas lomas.
¿Dónde está la loma?
7:30 a.m. La caminata empieza. Es común que la punta sea comandada por
Jaime Marulanda, Ángel Hurtado, María Clara Jiménez y otros más… Y en la
cola va don Óscar o “Pluma Blanca”, como lo llaman los demás por ser el líder
de Los Torcidos.
El primer obstáculo son unas cuantas escalas de asfalto. Mientras avanzan
la respiración se agita un poco y el frío de la mañana desaparece. Con el último
escalón el verde de las montañas aparece frente a ellos y durante la caminata
no los dejará.
Las lomas empiezan a ser constantes, hay que caminar con paso firme y
buen ritmo. Son varios los que toman la delantera, van disfrutando del paisaje,
pero más disfrutan atravesar loma tras loma; tanto que al terminar pregunta
una de las caminantes: “¿dónde está la loma que no la veo?”. Freddy Echeverri
suele exclamar: “¡Ah!, eso no fue ninguna loma, a mí me gustan bien empinadas,
eso no fue nada”.
Arriba se respira aire fresco y se observa una bella panorámica de la ciudad.
Una hilera de Torcidos sobresale entre las montañas, se les ve subir y descender,
mas no parar… todavía no es el momento ni el lugar para el primer descanso.
Paso a paso saben que están más cerca de la meta: San Cristóbal, así falten, por
lo menos, unas seis horas más.
En busca de caminos
La mayoría de quienes caminan con el grupo Los Torcidos ya llevan varios
años por monte, rastrojos y carreteras destapadas. Muchos de ellos caminaban
oficialmente con el Inder.
El grupo nació el 30 de julio de 2008 con seis caminantes: Ángel Hurtado,
José Luis Fernández, Gonzalo Arismendi, Jaime Gómez, Bernardo Jaramillo y
Óscar “Pluma Blanca”, quien fue el que sugirió el nombre de Los Torcidos; todos
estuvieron de acuerdo, porque en las caminatas del Inder ellos siempre se
iban adelante y hacían su propio camino… Y ahora, habían formado su propio
grupo, su propia familia.
Al principio sólo caminaban los jueves y “nos tocó la repetición de la repetidera, porque los caminos eran los mismos que habíamos hecho con el Inder”,
comenta Óscar. Después el grupo se fue fortaleciendo y salían a observar y
descubrir nuevos senderos; los jueves, se volvieron de aventura. Si lograban
terminar el camino lo marcaban y señalizaban para poder hacerlo de nuevo.
Jaime Gómez recuerda la vez que salieron a buscar el camino que lleva de
Caldas a San Antonio de Prado, “en esa ocasión fuimos solo tres compañeros a
buscarlo, pasábamos por toda la cordillera del Alto de Romeral, incluyendo el
Alto de Banderas, y nos perdimos… y eso fue horrible, buscábamos por todos
lados y no dimos con el camino, quedamos en medio de la manigua sin salida.
Logramos salir a La Estrella a las seis y media de la tarde, muertos del miedo”.
Hoy, cuatro años después, Los Torcidos tienen aproximadamente 104 caminatas al año y no es común que una de éstas se repita, y si se repite, se hace al
revés. Han recorrido caminos por los cuatro puntos del Valle de Aburrá, “nos
podemos ir tranquilamente desde Barbosa hasta Fredonia; o desde Sopetrán
pasando por San Jerónimo para llegar a San Pedro”. No existen los límites; cada
caminata tiene su encanto, hay que disfrutarlas todas.
Arriba, en algún punto de las montañas de Medellín, Ángel Hurtado observa la
llamada civilización. Pero para él y los demás Torcidos es más valioso disfrutar
del paisaje verde y fresco que encuentran a cada paso. Foto Hebert Rodríguez
García.
Pequeños descansos
Casi una hora después de haber emprendido camino, Los Torcidos paran por
primera vez y lo hacen en medio de una torre de energía. Allí se hidratan, secan
su sudor y comen un bocadillo o una gelatina de pata para tomar energías; cuando llegan todos, retoman el camino. El descanso no dura más de diez minutos.
El verde sigue presente, pero los ascensos ya no son tan constantes. Ahora,
predominan los trayectos de matorrales; hay que tener cuidado con las ramas,
pisar fuerte y sostenerse de los troncos para no caer. En general, el terreno es
fácil de atravesar. En diferentes puntos la ciudad construida y civilizada, como
le dicen, aparece en miniatura.
Más adelante se detienen nuevamente, toman agua, energías y hacen “recocha” un rato; porque si algo los caracteriza es el buen sentido del humor;
entre ellos no faltan los chistes ni las bromas. Antes de continuar se reúnen y
se toman algunas fotos, que esa misma noche Jaime Gómez sube a su Facebook.
El trayecto sigue y a él se unen riachuelos, pequeños canalones, muchos
pinos y los trinos de petirrojos y carpinteros.
A eso del mediodía hacen una tercera parada, es momento de almorzar. Unos
y otros comparten el fiambre o mecato que han llevado. Es necesario recobrar
fuerzas porque el camino aún no termina.
Compañerismo entre Torcidos
“Nosotros no somos un grupo, somos la familia de Los Torcidos”, afirma
“Pluma Blanca”, y es así porque hay un excelente compañerismo: entre todos
se ayudan y se quieren. Y aunque tienen un jefe, las ideas y aportes de todos
son importantes para el fortalecimiento de esta familia.
Cuando empezaron a salir a los pueblos quien sabía de algún camino lo
proponía y se hacía, “así nos hemos ido yendo; hemos estado por Copacabana,
Barbosa, Girardota, Versalles, Fredonia, Santa Bárbara, Venecia, Amagá, Titiribí,
Bolombolo… gracias al compañerismo hemos podido avanzar mucho”, dice
“Pluma Blanca”.
La organización y la unión de Los Torcidos es tanta que a mitad de año y en
diciembre se reúnen para hacer un sancocho, bailar un rato y pasar sabroso,
“esto es una de las cosas que más me gusta de caminar con Los Torcidos, pues
estamos todos juntos y el ambiente es de paz”, señala Antonio Cruz.
Los sancochos se hacen con el fondo común que tienen. Por cada caminata
se dan dos mil pesos por persona, “con esa platica (además del sancocho) se
compran los uniformes, ayudamos a los compañeros que lo necesiten… este
capital no se acumula, tratamos de que quede lo más debilitado posible al
terminar el año”, apunta don Óscar.
Meta: San Cristóbal
Caminata sin loma no es caminata para Los Torcidos. Cuantas más haya se disfruta más del paisaje.
Cada uno la sube a su ritmo; no importa cuánto se demore, lo que importa es llegar. Foto Hebert
Rodríguez García.
Han pasado poco más de siete horas; lo que falta para terminar es nada
comparado con lo que ya se ha caminado. Los descensos son cada vez más, y
se vuelven difíciles porque la lluvia empieza a caer. Hay que tener cuidado para
no resbalar o molestarse una rodilla.
Salen del monte a carretera destapada, la civilización aparece. Están a unos
20 minutos del parque de San Cristóbal. A las 3:30 p.m. de a poco van llegando
todos, unos se despiden y cogen el Integrado del Metro, otros –la mayoría– se
sientan en la cafetería del lugar, beben unas cuantas cervezas, charlan un poco
sobre la caminata, cuentan chistes y empiezan a prepararse para la próxima.
Esta es una familia abierta, quien llega es bienvenido. En Los Torcidos caminan jóvenes, estudiantes, trabajadores, jubilados… “Lo importante es que
quien venga ponga voluntad y ánimos, y nos fuimos”, dice don Óscar, quien
agrega que “aquí no dejamos a nadie, yo siempre me quedo con los últimos; lo
que importa es terminar, no en cuántas horas lo hagas”.
La moda es más que un atuendo
Según la Real Academia de la Lengua
Española, moda significa el “uso,
modo o costumbre que está en boga
durante algún tiempo, o en determinado país, con especialidad en los
trajes, telas y adornos, principalmente los recién introducidos”, pero si
se mira detalladamente qué implica
decir moda, hay que ir más allá de lo
que es ponerse un atuendo.
Si nos remontamos en la historia,
cada época se define de acuerdo con
lo que usa. En Grecia predominaban
las túnicas en distintas expresiones,
unas específicas para los hombres
y otras para las mujeres, y se diferenciaban de acuerdo con las clases
sociales. En la Edad Media, debido
a las invasiones de los bárbaros, los
habitantes del derrocado imperio
romano empezaron a usar bragas
que cumplían la función de lo que conocemos hoy como pantalones, y las
togas fueron reemplazadas por capas
de lana rectangulares y aprovecharon
nuevas telas traídas desde el Oriente.
Luego, en el Renacimiento se empezó
una experimentación de color que
llegó al punto de sobresaturar el vestuario y caracterizarlo como uno de
los más excéntricos en la historia, que
generó revuelo en una sociedad que
se volvía a abrir hacia el conocimiento
y las expresiones artísticas. Tiempo
después, la industrialización y los movimientos vanguardistas le otorgaron
al vestuario más significaciones que
la simple distinción de clase, le dieron
protagonismo a quien lo llevaba y un
mensaje, unas veces estético y otras
veces revolucionario.
Hoy en día el vestuario es una herencia de todos los acontecimientos que
han ocurrido, desde la creación de
imperios hasta guerras, que dejan su
legado en lo que las personas usan
como única posibilidad para suplir
la necesidad básica de cubrirse con
el fin de soportar los cambios climáticos: la ropa.
Teniendo presente todo lo anterior,
la moda no sólo es un uso o una costumbre. Alrededor de la moda hay un
contexto social, político, económico,
Las grandes ferias de moda como
Colombiamoda reflejan el despliegue
de ciudad que hacen posible que
diseñadores, empresarios y público
disfruten de las nuevas tendencias en
diseño. Foto: Hebert Rodríguez García.
Jhon Sebastian Vargas Grisales
[email protected]
a la realización de la feria, sino que
se buscaba hacer ver las tradiciones,
la cultura, las costumbres y demás
aspectos de identidad para crear un
sentido de pertenencia tanto de los
que están dentro de la feria como de
los que participan desde afuera.
Cada época de la historia tiene una forma de vestir característica que expresa su
tradición, su dinámica social y su mirada del mundo, que se ven plasmadas en la
moda actual. Foto: Hebert Rodríguez García.
geográfico y demás, que dictamina
el rumbo de la indumentaria como
tal, desde cómo se fabrica la tela y en
qué condiciones, hasta por qué cada
persona usa una prenda en particular.
Sistema moda
En el mundo de la moda hay varios
agentes como diseñadores, empresas
industriales, publicaciones, modelos,
etc., que son los encargados de hacer
que las tendencias, los insumos, los
protagonistas y las críticas concernientes a la moda, circulen, para que
llegue a las personas, ya sea por su
interés o porque están ligados. Uno de
los más importantes son las ferias de
moda, eventos de gran magnitud que
albergan a miles de personas en centros de convenciones para mostrar las
últimas tendencias, los nuevos nichos
de mercado y las nuevas tecnologías
referidas a la moda.
En Colombia, la feria más importante
de moda es Colombiamoda, evento
organizado por el Instituto para la
Exploración y la Moda (Inexmoda),
en la que cada año se encuentran
la parte comercial y miles de negociantes e inversionistas que buscan
expandir sus negocios en el país y
en el mundo. Además, es un buen
pretexto para convertirse en un
espacio para el análisis académico.
El Pabellón del Conocimiento es el
espacio en el que se dictan charlas y
conferencias gratuitas para integrar
especialistas, analistas y estudiantes
afines a la moda.
Cada año la feria tiene un tema
central específico que permea sus
actividades como los estand comerciales, los desfiles y las conferencias,
con el fin de trabajar por un mismo
objetivo que beneficie no sólo a las
marcas de los diseñadores que son
ya reconocidas, sino impulsar las nuevas empresas del sector y fortalecer
la moda y posicionar el nombre de
Colombia con un valor agregado en
el mapa de la moda mundial.
El tema central de Colombiamoda
2012 fue Sistema Moda, que, según
Amparo Velásquez López, directora
de la Alianza Inexmoda-UPB, se de-
fine como una mirada sistémica de
la moda donde se integran el sector
privado y el sector público para profesionalizar y transformar el sector de
la moda, con el objetivo de construir
un “Sistema País” que sea latente en
el ámbito internacional.
Este tema surgió después de un
viaje que hicieron a Italia, en mayo
de 2010, empresarios antioqueños y
miembros de instituciones académicas como la Universidad Pontificia
Bolivariana y la Colegiatura Colombiana, denominada “Misión Milán”,
en la que observaron la dinámica
social de la moda cuando se realiza
una evento tan grande como lo es la
Semana de la Moda en Milán.
Muchos países, además de Italia,
Brasil, Francia, Inglaterra y Turquía,
tienen esta dinámica holística de la
moda, en la que, al realizar una Semana de la Moda, o feria de
moda, la ciudad pone a trabajar todos sus sectores.
Campesinos, agricultores,
empresas de la industria
de insumos, comerciantes, ejecutivos, servidores
públicos y voluntarios,
se ponen en la tarea de
cumplir sus funciones
para encaminar la ciudad
al éxito de la feria.
Este sistema es el que se quiso implementar en Colombiamoda y para
eso era necesario hacer un estudio
exhaustivo de los ejes involucrados
en una feria como la arquitectura, la
gastronomía, el turismo, la música,
las artes plásticas y visuales, y la publicidad, que tienen como objetivos
comunes generar relaciones públicas,
fomentar investigaciones, incrementar la propiedad intelectual y mejorar
las comunicaciones, entre otros.
15
Este sistema tiene como pilar fundamental el “ADN País”, esa identidad
cultural que hace que cada “Sistema
Moda” sea un proceso similar pero
diferenciador el uno del otro, que
genera motivación e incrementar el
conocimiento y abrir el espectro mental en cuanto a la moda, sin importar
si se está en Milán o en Medellín.
Por esto, cuando se habla de moda no
sólo se está hablando de una indumentaria o una vestimenta diseñada
al azar por un diseñador, se habla de
un despliegue magno de ciudad que
se ve reflejado en las grandes ferias de
moda, las que implican conocimiento
en distintos saberes, coordinación en
cuanto a logística, despliegue tecnológico y científico en la innovación
requerida y sentido de pertenencia
que va alimentando cada vez más
la cultura de cada ciudad con ejes
transversales como la comunicación
y la moda.
Todos los entes públicos
hacen lo necesario para
garantizar la seguridad
de los visitantes y participantes y los entes privados invierten mucho más
de lo que es requerido
para innovar, sorprender
y fomentar un trabajo de
ciudad articulado como un
sistema gigante de moda.
El ADN País
En la observación que se
hizo en Misión Milán, se
identificaron los valores
agregados que se resaltaban de la propia identidad
de la ciudad y del país.
No sólo se juntaban los
agentes correspondientes
En Colombiamoda 2012 se trabajó el concepto de Sistema Moda que
pretende integrar los sectores agrícola, industrial, comercial y público, que
están ligados a la industria de la moda. Foto: Hebert Rodríguez García.
Jardín, pueblo patrimonio de Colombia
Sebastián Trujillo Osorio
[email protected]
16
La Red de Pueblos Patrimonio de
Colombia, constituida actualmente
por diez municipios, joyas arquitectónicas e históricas de todos los rincones del país, contará próximamente
con un nuevo integrante: Jardín,
municipio ubicado en el suroeste
antioqueño.
El anuncio fue hecho por el ministro
de Comercio, Industria y Turismo,
Sergio Díaz-Granados, durante su
intervención en el “XXV Encuentro de
dirigentes del suroeste antioqueño”,
evento que se realizó en el municipio
de Betulia.
“Esto significa que Jardín contará
ahora con una actividad especial de
promoción, tanto dentro como fuera
del país, y será objeto de una inversión de $1.500 millones para adelantar obras en el casco urbano, con el fin
de hacerlo aún más atractivo”, señaló
el ministro Díaz-Granados.
Jardín será el segundo municipio
del Departamento que hará parte de
la Red de Pueblos Patrimonio de Colombia junto a Santa Fe de Antioquia.
Según cifras del Ministerio de
Comercio, Industria y Turismo, en lo
corrido del año, 160.000 extranjeros
y 800.000 mil colombianos visitaron
el departamento de Antioquia.
Los 23 municipios del suroeste
antioqueño buscan consolidarse
como destino cafetero para atraer
turistas en busca del Paisaje cultural
cafetero, reconocido por la Unesco
como patrimonio de la humanidad.
La Red de Pueblos Patrimonio de
Colombia está conformada por Lorica
(Córdoba), Mompox (Bolívar), Honda
(Tolima), Santa Fe de Antioquia (Antioquia), Monguí y Villa de Leyva (Boyacá), Girón y Barichara (Santander),
Salamina (Caldas) y Playa de Belén
(Norte de Santander).
Según Óscar Rueda García, viceministro de Turismo, los nuevos
municipios que harán parte de la Red
se anunciarán oficialmente en octubre, pues además se busca que Jericó
también esté en la lista de posibles
integrantes.
Para conocer más sobre la Red de
Pueblos Patrimonio puede visitar el
sitio web: www.pueblospatrimoniodecolombia.travel
Descargar