Maestros fuertes y valientes

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Maestros fuertes y valientes
Pablo Sparta
28/10/2006
Maestros fuertes y valientes
[...]"¡Sé fuerte y valiente, y pon manos a la obra! No tengas miedo ni te
desanimes, porque Dios el Señor, mi Dios, estará contigo. No te dejará ni te
abandonará hasta que hayas terminado toda la obra [...]
1 Crónicas 28:20
Estamos frente a un precioso pasaje, pleno de fuerza y pasión. Son las
palabras de David a su hijo Salomón en la ocasión en que le pasaba la
comisión de edificar el templo para Dios. Es interesante notar que esta frase o
arenga contiene una cantidad de elementos que están presentes en muchas
otras escrituras. Es una combinación recurrente dentro de la literatura bíblica.
Sin ánimo de ser dogmáticos, podríamos derivar una especie de “fórmula” que
todo buen siervo debe cumplir.
Analicemos a continuación algunos componentes destacados del párrafo
anterior.
Fuerte y sin desánimo
¡Sé fuerte … No …te desanimes!
Comienza la frase animando a ser fuerte. Más adelante se indica que no hay
que desanimarse.
Todos los siervos del Señor, y en particular los maestros, pasan diversas
vicisitudes y problemas que pueden menguar su fuerza y desanimarlo.
El ministerio del maestro puede ser
Difícil o complicado, dependiendo del ambiente, del grupo de niños, de los
padres, de las necesidades físicas.
Incomprendido: por padres, por sus propios familiares, por compañeros y
amigos, hasta por líderes.
Fatigoso, trabajoso: se deben preparar materiales, clases, canciones,
textos, recreación, desayunos o meriendas, regalos… ¡todas las semanas!
Ingrato: no está en la naturaleza de los niños agradecer por el esfuerzo
realizado (preguntar a los padres y madres).
Invisible: no se trata de un ministerio de exposición pública en el mundo de
los adultos; se trata de una gran y constante tarea que nadie ve.
Menospreciado: enseñar a niños parecería ser el escalón mas bajo de los
ministerios de enseñanza.
Sacrificado: se debe ofrendar tiempo, feriados, descanso, dinero, diversión,
bienes, relaciones…
El estar expuesto a todos estos aspectos negativos nos puede ir socavando las
fuerzas, debilitando en nuestro fuero íntimo.
El desánimo viene cuando nos detenemos a ver que los resultados no
concuerdan con nuestras expectativas. Miramos y vemos que la tarea no
fluye tan fácilmente como pensábamos, que no contamos con la comprensión y
contención que deberíamos, que no estamos tan descansados como nuestros
conocidos que utilizan ese tiempo para esparcirse, que nadie nos agradece por
todo nuestro esfuerzo, que nadie ve nuestra obra (es mas, parecen ver todo lo
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que NO hacemos) ni aprecian lo que hacemos y lo que sacrificamos por niños
que ni siquiera son nuestros.
El desánimo nos permite tener autocompasión. Nos damos el permiso de
bajar los brazos porque no conseguimos lo que pensábamos obtener, a pesar
de habernos esforzado en ello. Nuestra fuerza decae y las “ganas” se diluyen.
Otro símbolo de debilidad que aparece en ese tiempo es la queja. Es un
síntoma de aquel que no tiene fuerza, está diciendo: “lo que está ocurriendo me
afecta, me hace mal, me hace mella”. El que es fuerte no se queja ni protesta,
los hechos mencionados no son los suficientemente fuertes para terminar con
su ánimo.
Para colmo, el siervo de Dios no sólo lucha contra los males naturales, sino
que debe enfrentarse con dificultades sobrenaturales.
Efesios 6:12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino
contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las
tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las
regiones celestes.
Por ello el cristiano y el maestro debe ser una persona de lo más fuerte y
resistente. Debe ser fuerte en lo natural y en lo sobrenatural. Esta fortaleza
sobrenatural sólo proviene de un lugar:
Efesios 6:10 Por último, fortalézcanse con el gran poder del Señor.
Esta fuerza proveniente del poder de Dios es potencia y capacidad para
hacer. También es la capacidad de soportar, de aguantar el temporal. Es
estar animado y lleno de vida (ánima=vida). Es ver mediante la fe, es ver con
los ojos de Dios… ¡allí vemos todo en su correcta dimensión y desaparece la
falsa visión del desánimo!
Es posible ser fuerte, es muy fuerte. Hay poder en el nombre de Dios para
hacernos fuertes y resistentes.
Valiente y sin miedo
¡Sé…valiente,…No tengas miedo!
El punto anterior trataba sobre la capacidad para hacer las cosas. Con esta
segunda dupla de ideas antagónicas nos referimos a otro aspecto: la decisión y
el arrojo interior.
Cuando el desafío es grande, cuando hay posibilidad de fracaso aparece el
miedo. El temor nos puede inmobilizar.
Puede tratarse de temor a:
Fracasar. Intentar hacer algo y no lograrlo por carecer de la capacidad u
oportunidad.
Errar. Equivocar la forma o camino. Puede haber errores de todo tipo:
conducta, doctrinal, metodológico, ético, etc.
No hacerlo bien. Por no poseer la excelencia que pretendo o se pretende
de mi o la obra que realizo.
Quedar en ridículo. Por realizar cosas que están fuera de criterio o por
falta de capacidad u otras causas. La vergüenza es una forma de temor al
ridículo. El maestro no puede tener ni rastros de vergüenza. Debe tener
libertad de hacer lo que sea con tal de que sus alumnos salgan bendecidos.
Sufrir. Por los sacrificios que se deban realizar, por identificarse demasiado
con los niños y sus problemas.
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Por el contrario, valentía es arrojo, es animarse, es arriesgarse. Otras
escrituras nos alientan a la misma virtud:
Josué 1:9 Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas
miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará
dondequiera que vayas."
El valiente se anima a tomar riesgos con tal de alcanzar su objetivo. El valiente
tiene visión y ejerce su libre albedrío para alcanzar lo que su visión indica.
Valentía y fuerza deben ir juntas. La decisión (valentía) más la capacidad de
llevarla a cabo (fuerza) es la que produce el resultado. Por ello las escrituras
las mencionan siempre juntas.
1 Corintios 16:13 Manténganse alerta; permanezcan firmes en la fe;
sean valientes y fuertes.
El valiente sin fuerza puede fracasar. El fuerte sin decisión no utilizará su
fuerza. La combinación de ambas es un “cóctel explosivo” que Dios receta a
cada creyente.
Manos a la obra
¡Pon manos a la obra!
“Pon manos a la obra” dice David. Es que las buenas obras de nuestro
ministerio (servicio) están planeadas para ponerlas en práctica
Efesios 2:10 Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús
para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que
las pongamos en práctica.
No es una sugerencia o un privilegio de los más capacitados. Es una orden
para cada siervo de Dios. Así lo indica el apóstol Pablo a su querido Timoteo.
En resumidas cuentas le dice que el ministerio o servicio que le fue dado es
para que trabaje, para que lo ejercite.
1 Timoteo 4:14 Ejercita el don que recibiste mediante profecía, cuando
los ancianos te impusieron las manos.
2 Timoteo 4:5 Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz
obra de evangelista, cumple tu ministerio.
La labor del maestro es predicar, instar, redargüir, exhortar… ¡hoy mismo! Hoy
es el tiempo de empezar y continuar.
2 Timoteo 4:2 que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de
tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.
Dios desea que obremos Sus obras sin esperar nada más.
Dios es Señor
Dios el Señor
El elemento mas importante en el ministerio del maestro es… Dios. El es el
primero en todo. Para Él trabajamos, mediante Él lo hacemos y Él produce los
resultados.
El es nuestro todo. El tiene la autoridad y el poder. Nadie lo supera, ni la
dificultad más severa. El es el que manda. El es el que puede todo.
Lucas 1:37 porque nada hay imposible para Dios.
Por eso, que Él sea la fuente de nuestra fuerza nos transforma en invencibles.
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Dios es nuestro
Dios el Señor, mi Dios
“Mi Dios” dice David. No “el Dios de Israel” (que también lo era) ni “el Señor” en
una forma impersonal. “Mi Dios” indica cercanía, relación personal.
Nuestro Padre es un Dios personal. Tenemos acceso a El, no es lejano. Se
utiliza la figura de Padre para mostrar la cercanía que tiene que darse con
nosotros, para graficar la libertad que puede haber en esta relación.
2 Corintios 6:16 y 18 [...] Porque nosotros somos templo del Dios
viviente. Como él ha dicho: "Viviré con ellos y andaré entre ellos; yo
seré su Dios, y ellos serán mi pueblo." Por tanto, el Señor añade: [...]
"Seré para ustedes un Padre, y ustedes serán mis hijos y mis hijas,
dice el Señor Todopoderoso."
Tenemos que aprovechar esta relación de confianza a la que estamos
autorizados.
Hebreos 4:16 Así que acerquémonos confiadamente al trono de la
gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el
momento que más la necesitemos.
Si somos capaces de ir a Su trono con libertad, seremos llenos de Su
presencia. No es una virtud nuestra, es un permiso y una gracia que El otorga a
Sus hijos. En ese lugar hay gracia, hay misericordia, hay poder para vivir. No
es un lugar imposible, es un lugar accesible para los hijos que lo desean.
Acerquémonos con confianza, así Dios obrará en consecuencia.
Dios nos acompaña con un propósito
Dios el Señor, mi Dios, estará contigo. No te dejará ni te abandonará hasta que
hayas terminado toda la obra
Este Dios poderoso y personal promete estar siempre con nosotros,
acompañando nuestro andar. Nunca nos dejará.
Mateo 28:20 [...] y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta
el fin del mundo. Amén.
Permanecerá fiel, siempre igual de poderoso y bondadoso, aún a pesar de
nosotros.
2 Timoteo 2:13 si somos infieles, él sigue siendo fiel, ya que no puede
negarse a sí mismo.
De esta manera cuida de nosotros y de nuestra relación con El
Juan 10:28 y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las
arrebatará de mi mano.
Todo esto lo hace para cumplir sus propósitos para nuestra vida. Es que
nuestra vida y nuestro ministerio de maestro tienen un propósito.
Efesios 2:10 Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús
para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que
las pongamos en práctica.
El propósito es que pongamos en práctica Sus obras
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Para que este propósito tenga perfecto cumplimiento hay cosas que nosotros
debemos hacer, que el hijo de Dios debe poner en práctica. Las hemos
mencionado hoy:
1. Fortalecerse mediante el poder de Dios
2. Decidir ser valientes
3. Comenzar a trabajar y permanecer en ello.
Hay un mover espiritual que acompaña al maestro que oye y obedece al
mandato de Dios de ser fuerte, valiente y poner manos a la obra.
Dios comienza a obrar de una manera especial con estos siervos, que ya no
conocen de los límites que antes tenían.
El Padre mismo asegura el éxito de los que acompaña, proveyendo para las
necesidades y haciendo crecer la obra. No nos dejará ni nos desamparará
hasta que Su obra completa se haya realizado… ¡no hay posibilidad de
fracaso! ¡El asegurará que nuestro trabajo se realice bien!.
¿Seremos capaces de cumplir con nuestra parte?
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