ADOLESCENCIA E INFRACCION: una aproximación a la construcción subjetiva. Montevideo: INAU-Cenfores, 2005. Capítulo 6 a 10 Lic. en Psic. Alicia Abal, Psic. Ariadna Cheroni, Mag. Sandra Leopold Capítulo VI Infracción: algo más que la pobreza _______________________________________ Hasta la fecha, se tiende aún a privilegiar las carencias materiales o la pobreza entendida como ausencia de recursos materiales a la hora de pensar la infracción. Cabe señalar que en el imaginario el concepto de delito parecería quedar básicamente identificado a un determinado tipo de infracción dentro del universo infraccionario: los delitos contra la propiedad privada. Si bien consideramos que la denominada pobreza es una situación que volvería a los sujetos más vulnerables a ser seleccionados por el sistema penal, creemos que no es éste el único factor. Más aun cuando las referencias a pobreza, tal como planteábamos, parecerían circunscribirse a la ausencia de recursos materiales. Históricamente la idea de pobreza ha remitido a una percepción economicista de la cuestión social, siendo determinada la figura del pobre por la falta de recursos materiales. Hoy en día se presentarían "nuevas manifestaciones de la cuestión social"[22] que complejizan esta situación en términos más amplios. La misma condición de ser joven, así como ciertos comportamientos personales, harían que determinados jóvenes tengan mayores probabilidades de ser sancionados/as penalmente. Quizás también algunos de estos aspectos signifiquen para algunos sujetos la privación de libertad y para otros no. Si se piensa la "cuestión criminal juvenil" desde el punto de vista de la "selectividad", ¿no sería entonces necesario tomar en cuenta tanto estos como otros factores que vuelven más vulnerable al/la joven a ser seleccionado/a por el sistema? Cada uno/a de los/las entrevistados/as vincula sus actos infractores a las necesidades materiales: alimentos, droga, vestimenta y actividades a las cuales en forma genérica se refieren como "joda". Esta asociación "carencias materiales" / "consumo" - infracción a nivel de los/las jóvenes en cuestión, ¿invisibiliza otros posibles sentidos que pueden portar sus actos infraccionarios? Siguiendo esta línea recordamos las palabras del psicoanalista inglés D. W. Winnicott (1990) referidas a lo que denominara como "tendencia antisocial". Según Winnicott, la misma se caracteriza por "contener un elemento que compele al ambiente a adquirir importancia", "la tendencia antisocial implica una esperanza", dirá. En una conferencia pronunciada en el año 1967, este autor plantea, dirigiéndose a los subdirectores de reformatorios: "Ustedes procuran relacionar la delincuencia que ven todos los días con temas generales como la pobreza, la vivienda inadecuada, los hogares deshechos y una falla de la provisión social. Desearía creer que como resultado de lo que voy a exponer serán capaces de percibir que en cada uno de los casos que llegan a ustedes hubo un comienzo (...). En otras palabras, lo que ocurrió en determinado momento tenía sentido, aunque para cuando el individuo es confiado al cuidado de ustedes ese sentido se ha desvanecido". (Winnicott, 1996) A decir de Ana María Fernández (1999 a) "la relación individuo-sociedad está pensada desde un criterio antagónico, es decir que ambas 'resuelven' la compleja tensión entre lo singular y lo colectivo desde un paradigma disyuntivo -muy propio del pensamiento occidental- según el cual singularidad y colectividad conforman un par de contrarios; presentan por lo tanto, intereses esencialmente opuestos y se constituyen desde lógicas esencialmente diferentes. Se pueden puntuar en ese sentido dos formas típicas de 'resolver' tal tensión: el psicologismo y el sociologismo (...). Ambos fomentan un antagonismo entre individuos y sociedades (...)". No resulta sencillo superar las formas dicotómicas de abordaje de esta temática, así como tampoco transitar por caminos que no se deslicen hacia estos "clásicos reduccionismos". En este capítulo, intentando no hacer "psicologismos", pero sí situando al Psicoanálisis como un procedimiento, en la medida en que en sus diversas lecturas ofrece niveles explicativos para comprender las vicisitudes de la subjetividad humana en su complejidad (entre ellas, la dimensión del deseo humano) focalizaremos nuestra atención en los posibles sentidos de carácter más singular, más íntimo y subjetivo de los actos infraccionarios. Nos detendremos brevemente para intentar visualizar algunos de los "otros" sentidos posibles de las infracciones, tomando como punto de partida el discurso propio de algunos/as de los y las entrevistados y entrevistadas. Para muchos autores, algunos/as adolescentes emplean una modalidad particular de comunicación codificada por medio de la acción, allí donde se ha perdido parcialmente el sistema simbólico del lenguaje y del pensamiento como instrumento expresivo de sus ideas y sentimientos. En estos casos, se deberá "prestar oídos (e imaginación) al lenguaje de la acción a fin de resolver, allí donde se presenta, la paradoja de hacer lo incorrecto por el motivo correcto". (Blos, 1991) En los casos analizados -tomaremos cinco relatos a modo de ejemplo- intentaremos visualizar cómo la forma particular de llevar adelante ciertas acciones calificadas como delictivas, adquieren un nuevo sentido a la luz de determinadas experiencias relatadas por los y las adolescentes entrevistados/as, entre otras el abuso sexual, las experiencias tempranas vinculadas a muertes violentas, el estigma por pertenecer a una determinada familia, así como los sentimientos de culpa vividos desde la infancia. Estas situaciones pueden o no haber sido experimentadas por otros y otras jóvenes sancionados/as o no por la justicia penal, sin que ello implique necesariamente la consecución de actos infraccionarios. Sólo será en el discurso de cada uno de los/las jóvenes donde estos u otros particulares sentidos posibles podrán ser desentrañados. LAURA Y EL ABUSO [23] La primera vez que Laura ingresa al CIAF es por "un copamiento" (se sonríe). "Nada, estaba con mi tío y eso, y unos amigos... y se nos ocurrió robar. No teníamos ni para comer y eso, y ta... Yo tenía un viejo conocido que siempre íbamos y le sacábamos cosas con una amiga y ta, el viejo tenía plata. Ta, y fuimos y le afanamos. Yo no entré, digo, entraron mis tíos y eso. Me quedé afuera. Y ta el viejo me invitó a la casa y eso. El viejo quería coger (se sonríe) de frente, quería coger el viejo. El viejo me llama, para hacer cosas ahí, le digo que más tarde iba, cuando se quiso acordar no tenía más nada ahí (se ríe)" "Sí, con nosotras, y nosotras se la íbamos toqueteando, claro. Fijate que... qué asco." Laura sabe que de alguna manera sus actos infraccionarios se vinculan a su necesidad de sobrevivir en la calle, lugar donde vive desde los 11 años: "Y... me compraba las cosas que necesito. Y... ropa, o pa' comer o pa' joder, pa' drogarme, pa' los cigarros, pal vino." Lo que no aparece tan claro para Laura, es que este acto de "copamiento", no es cualquier "copamiento", ya que por medio de él parecería deslizarse una dura experiencia de su infancia que fue vivida con impotencia y que aún hoy en día es recordada con mucha bronca y sin poder expresar dolor: "Mi padrastro se abusaba de nosotras y ta,, y yo por no matarlo me fui 'e mi casa. Se hacía el vivo conmigo y con mis 2 hermanas. Pero se llega hacer el vivo ahora y sabés lo qué, lo paso para el otro lado del muro. De chica no podía hacer nada. Ahora ya soy bastante grande (baja la voz) para que me venga a tocar. Además que me pegaba... se abusaba de nosotras. Él cuando se iba mi madre (baja la voz) nos tocaba (silencio)..." "Sí, por eso yo no la quiero a mi madre (rápido). No sirve para nada tampoco mi madre... Yo la quiero, pero, a la vez siento odio, porque ella perdonó al macho, prefirió una pija antes que las hijas." De pasiva a activa, de víctima a vengadora, de abusada a abusadora, en este acto, uno más de una cadena de otros muchos anteriores, pero el primero que la conduce a ser privada de su libertad, Laura parecería activar en la realidad -ubicándose en un lugar diferente- esta experiencia de su niñez, experiencia que ha dejado marca. Aunque Laura cree no necesitar armas para defenderse: "No soy de andar con armas... me siento protegida con mis manos (se ríe). Ta, si veo que me van hacer un corte salgo de vuelo y después la agarro con un corte y la parto. Claro, no me voy a dejar matar. A mí me dieron un puntazo una guacha y después fui y le di terrible paliza; un puntazo chiquitito con una navajita, le di terrible paliza y nunca más se metió conmigo. Después la andaba buscando yo con una cuchilla pero no la encontré. Después la encontré y me pidió disculpa y yo agarré y le dije que sí, que estaba todo bien., Claro una mina mayor que yo, tiene veinti y pico y yo la maté a palo, le desfiguré la cara, le dejé todo el ojo hinchado así, y le rompí la boca y la nariz, el caballete y todo; entonces la guacha quedó re quemada conmigo sacó la navajita y me la enterró en la panza, pero no me hizo nada, le seguí pegando." Y cree que la protección que no encontró de niña, hoy en día puede proveérsela ella misma. Laura tiene 15 años. RICHARD: CARRERA CONTRA LA MUERTE Richard manifiesta que volvió "a rapiñar", porque fue injustamente detenido la primera vez que estuvo privado de libertad: "No, mirá antes de caer yo por esa rapiña me había dado un tiempo por salir a rapiñar. Pero ta, pasó, había pasado muchísimo y ta y no hice más rapiñas, no me daba. Y ta, me llevaron con ellos por esa otra y acá me decía,'si me dio una vez por qué no me puede dar otras veces más'. Y ta, agarré bueno, me decidí a robar acá, porque yo estaba mal encerrado... Y por nada, porque por nada... Si lo hubiese hecho todavía. Ahí sé por qué estoy y me la tengo que aguantar..." El "argumento" planteado por Richard nos conduce a pensar en las representaciones que para los/las jóvenes tiene la justicia juvenil, y cómo la sensación de este joven de haber estado sometido a un engranaje arbitrario, le impediría apropiarse de sus actos, así como de contactar con las causas y consecuencias de los mismos. Para Richard, al igual que para Laura, las armas no parecerían tener un particular atractivo. Pero a diferencia de Laura, Richard porta armas: "Yo llevaba el revólver acá adelante y cuando me revisó no lo encontró." También a diferencia de Laura, quien dice no precisar de armas porque se defiende con sus manos, Richard frecuentemente sale a robar armado, pero: "Tengo miedo, a las armas yo le tengo miedo". ¿Por qué?, "Porque poner un arma a una persona así de lejos... lo mismo que me la pongan a mí". Richard ya ha transitado por esta experiencia tan temida. Eso no le ha impedido continuar saliendo a la calle armado con un revólver. "La muerte" ocupa un lugar privilegiado en el discurso de Richard. Y hay un lugar más privilegiado aun para la muerte en forma violenta: "Hay una botija también allá que le mataron al tío, eran menores por ahí por V.E. y ta, la botija está ahí en el C. (establecimiento de privación de libertad) y al tío lo mataron. Lo mataron arriba del ómnibus cuando hicieron la rapiña, un policía, un tiro en la cabeza." ¿De dónde provendría la preocupación de este joven por la muerte?: "Sabés que en la familia de mi mamá, la familia de ella, toda se murió de cáncer. La mamá era muy viejita, muy viejita, se orinaba en el colchón y todo... murió de cáncer. Casi toda la familia, los hermanos de mi abuela, la mamá de ella, se murió también. Mirá hace poco se me murió mi abuela, la mamá de mi padre. Mi abuelo hace bastante está muerto, el padre de mi mamá. Tengo a mi tío también muerto, al hermano de mi madre y al de mi padre también. Mirá a mi tío, el hermano de mi madre lo mató la policía, porque andaba robando él. Ta, lo pasaron mucho por la tele y todo. Y a mi tío lo mataron allá en (otro país), al hermano de mi padre (...) este hombre se pensó que mi tío había ido a buscar un revólver, agarró y lo mató." Richard parecería desear evitar ese final que fue tan cercano en su experiencia de vida, "no tener un final feo, no terminar así, con un tiro en la cabeza, aparecerle a mi madre en un cajón". No obstante, por medio de sus actos parecería acercarse "peligrosamente" a aquello de lo que intenta escapar: "De acá yo no me voy a fugar porque no quiero que me peguen un tiro y quedarme muerto o que no pueda caminar..." Un mes después de realizadas estas entrevistas Richard se "fuga" del Establecimiento. VANESSA: ¿FALLAR O NO FALLAR? Algo que resulta muy importante para Vanessa es: "No volverle a fallar a mi padre. Eso era lo más importante. No volverle a fallar a mi padre. (...) y bueno, digo, fue más que nada que me entregué para no volver a fallarle a mi padre, haber hablado con él de que me tenía que cuidar, digo, me decidí y un día también cuando fui a verlo un domingo y me dijo: '¿me vas a fallar?' y le digo 'no' y después de eso lo hablamos, me entregué en Diagnóstico y me trajeron para acá." "Fallarle" a su padre parecería significar para Vanessa continuar en el "mundo infraccionario": "Yo a mi padre siempre le fallé, yo. Entré tres veces y mi padre no falló, le fallé yo. Mi viejo como que se cansó, cuando yo le dije que me quería entregar, le volvió la esperanza en mí." "No fallarle" es entregarse (¿al deseo de su padre?): "Siempre hay que creer en alguien, yo pienso, y creo más en mi padre que en Dios." Vanessa habría estado atrapada en este entramado de culpas, "fallas", reproches y autoreproches desde muy pequeña: "Yo me acuerdo en sí las peleas que hubo el día que mis padres se separaron. Incluso fue por culpa mía, como quien dice, digo, no porque..., qué pasa, mi madre... mi padre salía a trabajar, salió un día antes del trabajo y nosotras no estábamos. Mi madre ya frecuentaba a J., el marido de ella. Yo veía, mi padre dice: ¿de dónde vienen? 'De un cumpleaños', le dijo mi madre. Y yo dije: 'mentira, venimos de la casa de J.' y ahí fue toda la discusión, todos los problemas y por mi parte cuando chica, mi madre como que me lo recalcó." Vanessa siente que "falla" y que le "fallan", y que al intentar no fallarle a alguien (su padre) siempre aparecería otro a quien le "falla". Si miente por su madre, le falla a su padre, de lo contrario, su madre se lo "recalca". Si elige dejar la calle por su padre, les falla a sus amigos: "Porque lo que yo le explico a mi padre es: (...) porque si vos ahora me decís, 'Vanessa hay gentes y gentes en la calle y en tres años en la calle andás siempre con la misma gente' y si vos ahora me decís 'deciles hola y seguí de largo', como que queda mal, digo, porque a mí me ampararon.." "Ayer tenía la visita de mi padre y tenía que ir a ensayar al teatro: 'si no voy al teatro les fallo a mis compañeras', le dije a mi padre y me dijo: 'andá tranquila que te espero igual dos o tres horas'."" "(...) Pero voy a hacer todo lo posible para no fallarle a mi padre que lucha conmigo desde que tengo... prácticamente desde que nací." "Y digo claro voy a intentar cambiar, así hacia mi padre, tratar porque yo veo que mi padre es un tipo que en verdad me va a apoyar y me va a apoyar mientras viva, y por más que yo esté una, o dos o tres veces acá dentro, que no creo que esté, pero bueno, sé que él va estar siempre a mi lado, va a ser mi padre..." La "falla" parecería haber quedado marcada en su cuerpo desde muy temprano: "Mis padres se separaron cuando yo tenía 3 años que fue cuando este problema de (enfermedad de la piel) que tengo y yo me quedé con mi padre." ¿Qué implicaría para Vanessa "quedarse" con su padre? ¿Y no quedarse? ¿Siempre "falla"? ADRIANA: ¿RE-CONOCIDA? Desde hace ya algunos años, Adriana circula por distintos circuitos del sistema. Ha tenido varias entradas en el establecimiento, traslados, internaciones en centros psiquiátricos. De las adolescentes entrevistadas en el CIAF, Adriana es la "más conocida". Ocupa un lugar de "reconocimiento" dentro del establecimiento, y algunas de las otras jóvenes la refieren en sus entrevistas. A Adriana "se la respeta". También se la conoce fuera del CIAF. Uno de los jóvenes entrevistados preguntó por ella durante el curso de la entrevista: "Hay una gurisa allí... Adriana (...) Ella es amiga mía, preciosa es..." Sin embargo, Adriana tiene un "problema", dice no haber iniciado el liceo "porque no tenía cédula. No soy reconocida por mi madre. Porque era de ahí del 'cante'. En la escuela no te pedían nada. ¡Qué voy a ser! no soy nadie yo, (alza la voz) no soy nadie." ¿Qué significa para un sujeto no estar inscrito, no tener un registro en el orden social? ¿De qué reconocimiento nos estará hablando Adriana? Nos dice no ser nadie, y sin embargo, parecería lograr ser "reconocida" en su calidad de "delincuente": "A mí en Jefatura me andaban buscando. Tenían mi foto y estaba filmada. Me pasaron por la tele y todo. Me decían que comandaba la banda de asaltantes. Me pasaron por la tele y me filmaron. Yo le di a una farmacia, a una panadería, a un autoservice, a otra farmacia más, le di a una carnicería. Distintos días. Un día sí y un día no. Y ahí estaba filmada, en la farmacia estaba filmada, en la carnicería estaba filmada porque había una filmadora y ya me andaban buscando. Pero igual, le daba igual, con filmadora y todo." Para el caso de Adriana, el reconocimiento social que no obtuvo de su madre, de la escuela, del "cante" parecería venir de la mano de sus actos infraccionarios. ¿Será posible para Adriana desanudar este lazo? Más aun, ¿puede "la sociedad" reconocerle a Adriana un lugar diferente al de "delincuente"? Capítulo VI Infracción: algo más que la pobreza _______________________________________ KAREN: LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE X Karen parece saber de estigmas. Los ha vivido en carne propia, y los critica: "Entonces el apellido X. lo conocen todos, y si tenés ese apellido, sos infractor. Pero no por ser X tenés que ser infractor...y está la policía atrás de todos. Porque creen que son todos lo mismo. Como ya nos conocían... si había algún lío, la policía siempre venía y se llevaba a mi hermano y le pegaban." Gran parte de la familia de Karen ha estado en contacto con el mundo delictivo. Y no solamente con éste, sino también con los dispositivos de control social institucional empleados como respuesta frente al delito. Seccionales de Policía, establecimientos carcelarios, jueces, abogados, forman parte de la cotidianidad de Karen: "Sí, mi hermano M, estuvo preso un montón de veces. Y mi hermano de 20, estuvo preso en el… por una rapiña. Cumplió los 18 años y cayó preso, dos años. Lo que pasa es que mi padre también estuvo preso y mi tío también. Porque lo que pasa es que en mi familia son todos chorros y yo estuve en el ambiente de chiquita…" En el "ambiente" del sistema carcelario, del cual Karen parecería conocer sus códigos: "Yo es mi primera vez (internada en el CIAF) y yo no he tenido problemas con nadie, pero yo, ya sé más o menos cómo es por mis hermanos, mis familiares y todo. Capaz que es por eso (...) Que hay que hacerse respetar." "Cuando entré acá miraba todo, yo ya sabía, yo conocía porque venía a visitar a mi hermana pero era chica, ni me acordaba yo y ta, entré y miraba todo y al otro día ta, me levanté y..." En el "ambiente" de la Policía: "(...) justo viene mi hermano corriendo y mi hermana le grita al botón: 'no te lo llevás, ¡no te lo vas a llevar nada!' y le encaja una piña y yo me le pongo adelante y le digo 'vos no le vas a dar ningún piñe porque está embarazada' y ahí nos entramos a trenzar entre todos y yo tirando de mi hermano de la remera, y mi hermana abre la puerta y me hermano se mete para adentro... Sí, por eso a mi hermano M. nunca se lo llevaron de la puerta de mi casa... y de unas cuadras tampoco." Y también sus códigos: "Ellos no pueden pegar, pero a los menores les pegan, y a los pobres... y a los otros no, los dejan, y eso está mal." Las instituciones del sistema formarían parte de la vida de Karen con una fuerza tal, que estar dentro o fuera del mismo, no aparentaría tener mucha diferencia: "Cuando cumplí 15 años estuvo a full, porque fuimos toda mi familia a Berro, que mi primo está ahí encerrado y pasamos ahí todo el día en el P. (Establecimiento de Berro). Y mi madre y mi tía llevaron tortas y comimos con los compañeros de mi primo y también estaban los funcionarios. Hasta baile hicimos ahí." "No me aburría para nada, aparte que estaba con mis primos y todo en la escuela. Algunos sí, yo siempre estuve con mi primo el que ahora está en Berro, siempre estuve todas las clases con él. Si, está en el Hogar P. y ayer lo llevaron a ver a mi hermano M a D. Ahora dentro de poco lo llevan al C. a ver a mi primo y a un tío, que son el padre y el hermano de él, y él pidió para venir acá también." Refiriéndose a su defensor de oficio, Karen relata que debido al apellido es el mismo que el de su hermano y que en una visita éste le habría dicho: "'Tratá de ser como tu hermano M', y me decía: 'aparte que yo la X. la voy a tener hasta que me jubile' ¡Andá!, mirá yo a la semana me cambio de abogado..." Karen puede cambiar de abogado, pero tendrá la "X", incluso hasta después que su defensor se jubile. Una "X" que dentro del sistema penal muchos parecen conocer, y que parecería hablar por Karen aun mucho antes de que ella pueda presentarse por sí misma. Capítulo VII El lugar del "otro"en el proceso de infracción _______________________________________ Nos acercamos a estos y estas jóvenes bajo el supuesto de que en aquellos/as para los cuales los actos infraccionales a la ley penal ocupaban un lugar dentro de su cotidianidad, estas acciones concretas y los procedimientos por medio de los cuales eran llevadas a cabo, sumados a los vínculos que se iban tejiendo cotidianamente, así como a los "tratamientos" institucionales destinados a castigar, controlar o corregir estas conductas, construirían una subjetividad de particulares características. Esta hipótesis parecería resultar válida en el caso de algunos y algunas de los/las entrevistadas para quienes podríamos detectar un modo de ver y de vivir en el mundo que aparecería atravesado por una lógica propia del "mundo infraccionario". Uno de esos aspectos es el referido a los vínculos con los "otros", esos "otros" que quedarían por fuera de los lazos familiares. ¿Cómo se construiría la "otredad" en estos/as jóvenes? En primer lugar, podemos detectar que el semejante sería aquel visualizado como idéntico, que aparecería representado en la figura del "compañero". Quienes quedan por fuera de esta categoría serían visualizados básicamente en el lugar del "gil" (pasible de ser víctima), del "botón" (quien reprime), o el "buchón" (aquel que no sostiene la ilusión de idéntico al romper con determinados pactos de lealtad, de romper con la fratría). El encuentro con el otro parecería entonces quedar signado por la diferencia, poniéndose el acento básicamente en la desigualdad. El "nosotros" y los "otros" aparecerían marcados por una lógica de carácter binario, que se encontraría atravesada por cuestiones relativas al abuso de poder. Se somete al otro o se es sometido, se violenta o se es violentado, se es activo o pasivo, se mata o te matan. Lógica que admite sólo dos lugares posibles en el encuentro interpersonal y que no resulta para nada ajena a la sociedad en su conjunto, pero que para el caso de algunos de los/las entrevistados/as avasallaría algunos de sus vínculos. Podemos localizar en el mundo de los/las jóvenes algunos "personajes" característicos que parecerían ceñirse a la polaridad mencionada. Llama la atención el binomio "mayor-menor", el lugar en que se visualizaría a la denominada "víctima", así como los pares "cómplice-buchón" y "gil-botón". Es interesante consignar el especial énfasis que realizan los/las jóvenes en diferenciar al "amigo" del denominado "compañero". Si bien resulta tentador pensar estas formas de experimentar los vínculos desde la comprensión "niño/a víctima"-"adolescente victimario", explicación a la cual se ha acudido con mayor frecuencia desde distintos enfoques disciplinarios, intentaremos trascenderla en el transcurso del presente estudio en el entendido de que deja encerrado/a al joven en infracción en la misma estructura binaria descrita. EL "MAL MAYOR" En primer lugar, analizaremos un vínculo que es posible encontrar en el discurso de la mayoría de los/las entrevistadas: el binomio "mayor-menor" y el lugar que adquiriría el primero frente al "menos que", el menor. El peso de la figura del denominado "mayor" es otro de los aspectos que han sido escasamente considerados a la hora de pensar a los/las jóvenes sancionados/as por el Sistema Penal Juvenil. Sin embargo, a excepción de aquellos casos en que los/las jóvenes plantean explícitamente su preferencia por "salir solos", para la mayoría de los mismos/as el "mayor" tendrá una particular presencia en el proceso infraccionario vinculada al "hacerse cargo", "hacer zafar", vale decir, que la presencia del "mayor" se refleje como una ausencia en el momento de la detención policial y de la instancia judicial. (E):"Compramo una casita y nos reunimos ahí, y tá y ahora como están todos presos, estoy yo presa, todos presos... el mayor es el que zafó no más... (En general los que se hacen cargo) Son los menores. Que él no tuvo nada que ver, que no participó en nada. Pa' que no vaya preso. (Es el mismo mayor que dice) "Claro, 'zafame' porque por una rapiña siendo mayor se comen 8 años. Sí, porque vas preso igual, porque esto es una cárcel, te comés dos meses, pero son 2 meses de tu vida." Qué ocurre con relación a las distintas instancias del sistema que por lo planteado por los/las jóvenes, mantendrían en la mayoría de los casos en la invisibilidad al denominado "mayor", no logrando trascender el código de "hacer zafar", por lo tanto reafirmándolo al sancionar en muchas ocasiones exclusivamente al o los menores de edad involucrados en el acto delictivo. (F):"Volví a caer y incluso me dijo: '¿Otra vez vas a volver a limpiar a ese botija?', dije: 'Fui yo', dije: 'Fui yo, fui yo, yo robé la moto, después me lo encontré en la Ruta'; 'Justo, qué casualidad', me dice la jueza, '¿Usted está escribiendo?', le decía yo (escribiendo mi declaración)'' Me lo encuentro en la ruta, le pedí que manejara él' y si nadie se daba cuenta de que yo no podía manejar... y bueno pasamos a la Comisaría... Bueno, fijate, la denuncia fue hecha, no sé, eran 'y cuarto' y a la 'y 17' nos agarraron a nosotros. Estábamos pasando por la puerta de la Comisaría de Salinas y nos cazotearon al toque. Yo me acuerdo que él tenía en la mochila 14 paquetes de cigarros y yo también me hice la autora de los cigarros, de que eran míos, de qué yo los traía, que los compraba acá para venderlos más baratos allá, o sea más caros allá y hacer una plata. Y bueno, a todo eso me trajeron de vuelta para acá (...)" Algunos/as de los/las entrevistadas vinculan el inicio en actos infraccionarios, o en el consumo de "drogas", con su encuentro con estas figuras adultas, percibiéndose mediante su discurso que vivirían estas situaciones como aprendizajes, convirtiéndose el "mayor" en una suerte de "educador" en actos delictivos. (S):"...Me enseñaron muchas cosas... a manejar una computadora... como me enseñaron cosas que... todo lo que me enseñaron algunas me sirven otras no... Hay cosas que yo las hice pa mal pero me pueden servir pa ... las puedo utilizar pa hacer bien ... manejar una computadora la puedo usar pa hacer cosas malas como (...) ... A entrar a declarar en una comisaría... ¡cantidad de cosas! a observar a la gente que yo ando... si me sirven, si no me sirven... cantidad de cosas... pila de cosas que uno se las guarda... muchas cosas... y ta y cosas que uno aprende... que no precisa que las enseñe nadie." (N):"No... tomaba a veces... Yo si veía que estaban tomando merca me daban tremendas ganas de tomar... (quiénes tomaban) El hombre ese... siempre estuve con el hombre ese ahí en la vuelta... (era del barrio) De a cinco casas de al lado de mi casa... (¿Era un hombre mayor?) Si... (años) Veinticinco." "Con merca y eso... fue todo por él... que empezamo ahí... yo me conocí con él y ta... me invitó (...)" (Quién te contó) "El hombre ese... (qué otras cosas te dijo) Que no te da hambre tampoco... eso me dijo." El vínculo "mayor-menor", parecería venir en sustitución de vínculos con adultos, necesarios a fines de la denominada "confrontación generacional", confrontación considerada por muchos autores como de gran importancia para la autonomía y crecimiento de los y las jóvenes. (Blos, Winnicott, Erikson) Es un vínculo complejo en la medida en que "el mayor" adquiere en la vida del joven un estatuto de modelo a imitar, sujeto de admiración, temor, sometimiento y trasmisor de normas a respetar "en la calle". (N):"Cuando fui (a Brasil) (...) como dos años… la última vez que fui tenía 14... íbamos con gente grande y la gente esa era la que me enseñaba a mí a hacer cosas falsas... cédulas... de todo un poco... pasaporte... nunca usé el pasaporte... íbamos en auto... en auto de gente de allá... íbamos por parte así ... igual estabamos un mes pa (...) íbamos parando en todos los pueblos, conocíamos y nos íbamos... (¿quiénes te enseñan?) Si... cuando ellos eran gurises... ahora tendrán 20, 25, 27... uno alrededor de 30... o gente veterana así... gente que está todo bien... que te podés confiar cualquier cosa." "...Andaba para todos lados si yo cuando tenía 13 años ya sabía más o menos lo que tenía que hacer, lo que no tenía que hacer... cuando tenía 13 me llevaron a pasear... esos mismos locos pero no salía a hacer nada... me sacaban así a conocer las cosas de ellos... cómo era allá ... la gente que había... cómo se negociaba... después a los 14 sí ya... yo no sé, no hallo la diferencia en 14 y 17 años" "...Ta, me gustó... seguimos tomando... después yo me iba... venía, le pedía... me daba... sacó la cuenta... le pagué una vez porque yo trabajaba con mi padre... trabajo con mi padre y juntaba plata y le pagaba... y ta después se hizo un poco grande la cuenta y él no me decía nada... me decía... ' cuando puedas tirame algo' sí... fue todo por ese problema que empezó todo el lío... pero me llevaba bien yo con él... ¡se enojó de una manera! que no lo paraba nadie." El límite que separa al "mayor" del "menor" es el cumplimiento de la mayoría de edad legal, los 18 años, resultando de interés indagar acerca de las representaciones que los/las entrevistados portan con relación a la mayoría de edad. Visualizamos cómo el discurso jurídico-legal atravesaría el de estos/as jóvenes, poniéndose al servicio de determinadas reglas, las "reglas de la calle". En "la calle", parecería ser "el mayor" quien impondría las reglas. Ley del "mayor" (¿resonancias del "hermano mayor"?) que debe ser respetada y que implicaría el encubrimiento de éste desde la convicción de que la pena del "menor" es precisamente menor que la del "mayor". (E) (Mujer, 17 años):"Porque sí, porque los mayores tienen que comerse años, yo caí por un mayor la última vez y los menores caímos y el mayor zafó." (S):"…Y ta y me tuve que hacer autor de las cosas... porque mi compañero era mayor... así no sea mi compañero... me hago autor... si yo sé que vengo y estoy un par de meses acá... y si mato a una persona estoy... ta, ahora dicen que están dando años pero cuando yo andaba ahí... un año y medio más no... y en veinte meses estaba en la calle ... ahora cometo un homicidio y en ocho meses estás en la calle con licencia ... y un mayor no... un mayor se come veinticinco... treinta años y no sale de licencia nada... ahí si vas para la grande y yo no voy a dejar que... si me tengo que hacer autor un día de un homicidio o algo me lo hago." (L):"Y, la responsabilidad es del menor, hacete autor... yo qué sé... más bien (es común) Pasa, pasa sí.. Pero no sirve ir a robar con un mayor porque... porque después no zafa... ta, está todo bien porque si el loco te conoce a vos está todo bien... pero es una responsabilidad... Pa´l menor... porque... yo qué sé... tenés que mandarle los paquetes y... todo... soy tu compañero y salí a robar contigo, ta paciencia..." Por otra parte, romper con esta regla implicaría un duro castigo: (E): (Si lo "manda preso" al mayor) "Sos una alcahueta, no servís pa' nada y se arma lío." (S): "O sea si soy menor... si soy mayor y salgo con un menor el menor se tiene que hacer autor... y si no se hace autor lo mando matar, de frente... y si soy mayor y estoy con otro mayor... bueno... somos dos mayores y bueno... nosotros no fuimos... no fuimos... no fuimos... no fuimos... así tengan el cadáver ahí y las pruebas, le digo que no y si robo y me agarran en la puerta de mi casa le digo no... yo no fui... no fui... no fui... así sepan que sí le digo que no." "Yo si quiero... me agarran y digo no, fue el mayor yo no fui... pero yo no sé si yo ando robando y un día caigo para la grande... yo no voy a caminar... no me van a dejar andar entre ellos... no van a tener compañerismo... te pueden ¡no por el miedo! sino que no tenés a nadie... estás solo... hay algunos que lo dicen, ta... que son alcahuetes... yo no lo digo... y me han dado palo... me han roto todo... y no digo nada, ahora si cuando sea grande no me hago cargo, pienso no hacer más cagadas." Como contrapartida, el "mayor" cumplirá funciones de "amparo" hacia el "menor". (F):"(...) porque a mí me ampararon, sí, yo sola salí a robar, ellos nunca me pusieron un revólver en la cabeza y me dijeron 'F. probá' o 'salí a robar', al contrario, ellos me decían 'sos una mujer, queda feo'. Digo, compartir un porro ya es algo común en la calle, en sí drogarse, compartir un porro es algo muy común." (S): "(...) y cuando te empiezan a gustar las cosas tuyas, a tener tus cosas... primero eran bobadas después si ta... como yo tenía en mi barrio mucha gente que andaba pa la grande así pa cosas grandes y me tenían confianza porque yo cuando era chico iba y mangueaba cosas con ellos y esos gurises... y siempre me tuvieron confianza... como yo era chiquito así cuando robaban me llevaban... venían los milicos en la esquina y yo les avisaba, vienen los milicos y ta siempre me tuvieron... y ta después a los 12 o 13 años ta ... empecé a salir con todos." Figura que ampara pero a la cual se le debe obediencia y respeto, ya que también amenaza y se le teme: (N):"Conocido ahí porque él quería comprarme un caballo y eso y yo no se lo vendía... y una vez cuando yo lo... él me saludaba nos saludábamos bien me llevaba bien con el tipo ese... (conversaban) Si... Del tema ese de los caballos y eso... de todo ese tipo de merca que él tomaba... la merca esa que él tomaba... algunas veces me invitó pa salir a robar... me dijo que... si no le podía pagar... que le pagara con una garrafa y una bicicleta y eso... pero si yo no robaba…" (V):"Claro y no teníamos la plata ... y nos mandó robar y él nos estaba esperando en la esquina ... yo fui a bailar y en el baile me robaron la campera ... y al otro día el loquito me vino a pedir la plata de la campera y no tenía, y yo le dije que me la habían robado... me vino a pedir la campera y yo le dije que me la habían robado... Me la había vendido, pero yo no la había pagado... y me vino a pedir la campera, que se la diera, y le dije que me la habían robado, y me dijo bueno algo tenés que hacer... pero no tengo plata ... y bueno hermano... le damo el chumbo y van a robar dice... yo te espero en la otra esquina y ustedes van a robar dice... y bueno, si no nos mataba... (cuánta plata)...500 pesos, pero no hicimos casi nada ... y perdí por eso." Llama la atención el hecho de que si bien muchos/as de los/las jóvenes entrevistadas cuestionarán a la denominada justicia, aceptarán y asimilarán esta y otras reglas de la calle con un nivel de menor cuestionamiento. Las normas legales son pasibles de ser transgredidas, y estas otras "normas" también lo son, pero la trasgresión de estas últimas es más severamente juzgada por los jóvenes que aquellas sancionadas legalmente. (F): "Lo mismo que ser alcahueta. Me dice mi padre: 'Si vos el día de mañana te pasa algo, yo voy y digo este vende droga y lo otro, este es esto y lo otro','¿Vos sabés lo que significa eso, papá?', le digo, 'no seas malo, vos vas y lo decís, bárbaro y ¿después qué tenés que hacer? Embagallarte adentro de tu casa todo el día porque te van a estar esperando para matarte, porque es la justa. Fijate que yo estoy en cana y veo de acá dentro, si alguien me manda en cana y estoy pagando por una pena porque alguien me mandó ta del respeto de un bandido hacia otro ¿no? Si vos está robando y yo estoy robando si vos venís y me robás a mí sos un rastrillo, entonces yo estoy en todo mi derecho, en la calle en sí porque como que hay leyes también, digo, ¿no? Estoy en todo el derecho de que si vos venís y me robás a mí y yo estoy robando, de venir y lastimarme, porque supuestamente si los dos andamos en la misma, ¿por qué venís y me ganás a mi?, no te dieron, como quien dice, no te dieron los huevos para ir hacer lo que hice yo, ganar a alguien contra el piso." A través de la figura del "mayor", unido a la ausencia o "debilidad" de otras figuras adultas que interpelen esta "ley", la ley de la calle irá adquiriendo una particular fuerza en la vida de los/las entrevistados. (N):"Con el hombre ese no me dejaban juntarme... Si ellos conocen más que yo... si ellos hace años están ahí... yo tengo 13 años... y conocen todo ellos... Me dijeron que iba a terminar en... haciendo cualquier cagada y eso... y ahora cuando vienen... si me hablan de eso... me pongo a pensar y sé que tienen razón... y si me hablan mi padre es porque tienen razón... (qué decían) Maldad así... como que... no me hace bien estar con él... (maldad) Ahí en el barrio ... sabían que siempre fue loco por la droga y eso... mató a uno por la droga así sin querer y eso... Dicen que fue sin querer... se escapó un tiro dicen... (uno joven) Si... 18 años... (otras personas) Muy pocas me decían... porque siempre... sabían con quien me juntaba y con quien no." Cabe agregar que las reglas de la calle se nos presentan en el discurso de los/las entrevistadas con una gran similitud a aquellas reglas que imperan en la cárcel ("la grande") y que regularán en el encierro las relaciones entre pares: (H): "(...) Yo a ella le daría una patada en el culo. Aparte así se respeta la mujer de los chorros, el chorro está preso y se respeta. Yo lo entendí 'hacerte respetar' que tampoco van a venir y te van a decir 'bueno quiero esto, esto es mío, haceme esto, lavame la ropa'. Eso no, antes hacete matar, es cortita, te tenés que hacer matar, más firme que te tenés que hacer matar. Y si te respetan todo bien." "No sé por qué. Será porque es la primera vez de ella acá y no sabe bien cómo son las cosas... Yo es mi primera vez y yo no he tenido problemas con nadie, pero yo, ya sé más o menos como es por mis hermanos, mis familiares y todo. Capaz que es por eso. Pero eso no tiene nada que ver. Que hay que hacerse respetar." "(...) Mi hermano es el que me hizo ver a mí, porque él hace tiempo que sale y entra. Tiene 14 años y me dice las cosas, él a mí me dice: 'Si hay una compañera que está mal vos le tenés que dar para adelante porque están todas en la misma'. 'Ellas no tienen cigarros y vos los compartís. Ellas tienen y van a hacer lo mismo' y todo así. Eso es lo que me dice mi hermano y fue así como yo lo fui llevando." Para el caso de las jóvenes mujeres entrevistadas, el varón (mayor o menor de edad) parecería ocupar un lugar similar, al descrito sobre el "mayor". (F):"Volví a salir con él, nos íbamos para afuera, volvimos a ayudarlo, lo volví a limpiar. Me vino a visitar una vez sola y no volvió más. Lo tomé re mal, (...) Y bueno, después entré a salir con otro muchacho, con el C., con el que salimos a robar a Ciudad de la Costa, que yo lo limpié, empecé a salir con él y también, como que me dejó tirilla, no vino a verme más." (F): "(...) porque éramos 6 los que estábamos ganando y me hice autora de 6... ¿Cómo lo conseguimos? Bueno, porque el muchacho que estaba saliendo conmigo, que fue el que zafó la primera vez, el Ch, el que yo hice zafar dos veces, bueno, él estaba arreglando eso a una mujer, ¿viste eso que hay ahí arriba en el techo que se le arreglan los vidrios?" AMIGOS Y COMPAÑEROS (R): "¿Amigos? No, compañeros. Amigos no hay, compañeros hay, conocidos también hay. Amigos es una palabra, no sé, amistad es una palabra, es una palabra más fuerte que compañeros. Compañeros los que ando casi siempre y conocidos, bueno, tantos. No tengo amigos. En las situaciones te llegás a dar cuenta si una persona es realmente, es un amigo. Tengo compañeros con los que me llevo bien de bien. Nunca me propuse tampoco tener amigos." Varios/as de los/las entrevistados/as ponen particular énfasis en diferenciar al amigo de la figura del compañero. El vínculo amistoso es una relación diádica, para la cual es necesaria "cierta complementariedad, simétrica o asimétrica. En el primer caso, lo valorado será compartir alguna intimidad. Su contrapartida es un tipo de seguridad y confiabilidad vincular, en general mencionada entre dos amigos, como contar con el otro en ocasiones de necesidad." (Puget, J.; Berenstein, I., 1992) (I):"Tengo compañeros, amigos no. Porque amigos son pocos, amigos si perdés, si precisás algo está todo bien, si son amigos están ahí siempre. Y compañeros son los que andás, no tenés tanta confianza. O tenés confianza en ellos, pero ¿entendés?, si pasa algo, no te dan una mano, no son amigos. A veces con una caja ando todo el día, comparto con los compañeros también, porque si no son amigos, son compañeros y si ando con cigarros tampoco soy egoísta, más bien." "A mis compañeros tampoco (les robaría). Les respeto todo (…) Respeto todo, respeto su casa, respeto su mujer, respeto todo, pero ta. El domingo fui a jugar al fútbol, en la rambla, ahí. Nos ganamos 10 litros de vino y como 4 Kg. de asado, y dos Kg. de chorizos. Jugamos por el vino y el asado y ganamos. Eramos todos nosotros contra otros. Nosotros no íbamos a pagar nada. Si perdíamos se iba a armar piñata." "Que son amigos... que yo sé qué son amigos... que si yo... cualquier cosa y cuento con ellos... como ellos precisan cualquier cosa y cuentan conmigo... si yo preciso plata voy y le pido... y no amigos por eso... por la plata sino que yo qué sé... preciso estar con alguien... salir con alguien yo qué sé a joder... y voy a la casa y salgo con ellos... y si tengo un peso salen y si no tengo un peso salen igual... ese que sale cuando vos tenés plata no es amigo... yo antes andaba con muchos gurises que andaban contigo porque si... tenés plata y nunca les compré nada... formando no... comprarle a los amigos que son mis amigos, ta... aparte que todos mis amigos andan con plata... el que no tiene la consigue... y el que no la consigue es porque ya la tiene de por sí ya." Si bien en la figura del amigo y el compañero apreciamos aspectos vinculados a compartir intimidad y a contar con el otro en situaciones de necesidad, a grandes rasgos el "compañero" aparecería asociado a la acción, a la diversión y al compartir secretos en carácter de "complicidad". El "amigo" aparecería más relacionado al mundo del sentir, del sostén afectivo. Algunos/as de los/las jóvenes dirán no contar con este tipo de relación: (I):"Amigos no tengo, yo soy mi amigo, y algunas veces no soy amigo mío tampoco. No, casi nunca, siempre soy amigo mío, pero ta." La figura del compañero parecería estar vinculada al "mundo infraccionario": (C):"No sé, nos agarraron en la casa de mi compañero, nos llevaron a la policía y después al Juzgado, a reconocimiento. Mis compañeros le decían al policía en el Juzgado que yo no había estado, pero nadie nos daba bola." (F):"Vivíamos yo y otra compañera, fue más o menos a los 13, 14 años, no te lo afirmo. Fue más que nada para demostrar que podía. Yo vivía con otra compañera que estuvo presa acá incluso por rapiña." En el punto anterior describíamos algunos aspectos que parecerían colocar al denominado "mayor" en el lugar del representante y beneficiario de determinadas normas vinculadas al mundo infraccionario, pero parecerían ser los pares, estos "compañeros" quienes ejercerán el control del cumplimiento cotidiano de las normas: (L):"(...) A mi compañero le digo que me gusta robar porque si no quedo pegado... ¡Claro!... le digo... si fuera otra persona que no es mi compañero le digo que no me gusta robar y que... quiero salir de acá... (pegado)... Porque son todos ladrones... pero no voy a robar más... que ellos sean ladrones y que ellos vivan la de ellos y yo vivo la mía..." (Decir-hacer con los compañeros para quedar bien) "Que voy a seguir robando... (y fumar) No... si yo no quiero no fumo... que ellos no me van a obligar... si pinta lío pinta lío pero ellos no me van a obligar a fumar... si no tengo ganas de fumar no voy a fumar... (hacer para estar bien) Nada... ir y a veces fumarse un porrito con ellos... los vas a buscar a la casa y... ¿vamo a fumar un porrito?... vamo pa la esquina... nada... ta, si pinta lío conmigo en la calle todos me quieren a mí... soy el más buscado de ahí de mi barrio ... Soy el más buscado... todos me buscan a mí... el más ladrón de mi barrio soy yo... si pinta lío sabés lo que... no... con él noooo que no sé qué... Porque saben... saben que si le tengo que dar un tiro le doy... es cortito conmigo... no gracias, no quiero no quiero... no me van a obligar... ¡es tan fácil!..." "Seguro, un trato de ladrón... Porque no existe, tampoco que vos salís a robar con uno y te llevás diez palos, te guardás cinco palos y presentás cinco... no existe eso... si hacés eso está todo mal... porque eso es... sos tremendo cagador... los cagás... son compañeros... salen a robar juntos... a arriesgar los dos a caer presos y... no existe y salís a robar y bueno... presentá toda la plata... habían diez palos y bueno... habían diez palos... la plata la repartís igual... porque ta, lo hacés una vez, lo hacés dos... después se dan cuenta... ta, todo mal... lo agarramo a palo y le sacamo toda la plata y ... que arranque... porque eso es de una rata... no existe... si hay compañerismo, lo hacemos bien... un sábado no tengo plata, estoy pelado, ta me dieron plata, bebida y todo... ta tengo un par de gambas en el bolsillo... de noche van todos pa´l baile... '¿ bo, vas pa´l baile?', 'no, no voy' y ta bueno... y saben que vos no hiciste plata, no robaste, ta, '¿te pago la entrada?', 'bueno', ta, te bañabas, te pagaban la entrada, o a otro le pagaba la entrada el otro... si, íbamos todos... iba uno... íbamos todos... terrible compañerismo... Cuando caí preso me mandaban cigarros y todo..." (F): "Sí, los nervios, no los podés demostrar, si los demostrás, si vas con otro compañero que ya sabe lo que es, como que lo dejás un poco, digo, mal en el sentido de que le pegás los nervios y te puede salir todo al revés." LA "VÍCTIMA", ESE DESCONOCIDO Tal como lo planteábamos para el caso de los adultos, los "mayores", cuya participación en el acto infraccional, no aparece generalmente reflejada en las intervenciones del Sistema de Justicia Juvenil, la denominada "víctima" es otro sujeto que va perdiendo consistencia a partir del acto infraccionario. El lugar de la "víctima" en el proceso que se desencadena a partir del acto infraccional quedará resumido a ser sujeto pasivo, aleatorio, casual, mero medio para alcanzar un fin. Interrogados los/las entrevistados/as acerca de la elección de personas y lugares para llevar a cabo determinadas infracciones, son muchas las respuestas. En un principio también los y las jóvenes visualizarían a los damnificados de la manera planteada. Sin embargo, del mismo discurso se desprende que parecería haber algunas "reglas", códigos, que por lo general se "respetan". Uno de estos códigos frecuentemente compartido por los/las entrevistadas se vincula al lugar elegido para llevar adelante los actos infraccionales. El lugar debe ser fuera del barrio. Es necesario detener nuestra atención en la frecuencia con la cual el verbo "respetar" surge en el discurso de los entrevistados. Hay que hacerse respetar, se respeta a la madre, se respeta a la mujer del "preso", y el barrio, el lugar donde se vive, también se respeta. (O): "Los que rastrillan... caen al barrio y... queman todo... lo echamo del barrio... primero les hablamos pero si no entienden (risas)... te va a tener que ir a las malas porque... Que si no te vas te agarramo a tiros... y ahí no aparece más... si te agarramo a tiro no vas a volver a que te agarremo a tiros de nuevo (risas)." Los que "rastrillan" deberán entonces ser castigados. Lo interesante de este código, así como de algunos otros, es que junto a aspectos que parecerían sostenerse en una particular ética (de solidaridad, de "respeto"), coexiste simultáneamente un beneficio, en este caso, el de alejarse del peligro que significaría robar en un lugar donde se es conocido: (O): "No... me iba lejos del barrio (a robar)... Por Piedras Blancas, por Colón,, por Peñarol... cerca de... lejos del barrio... Porque sí... porque no me gusta quemar el barrio." (Quemar el barrio) "Me agarraban al toque porque en la comisaría ya sabían que éramos nosotros que estabamos robando ahí... nos agarraban al toque... ya sabían quien éramos... me agarraban... me mandaban en cana..." Otro aspecto que señalan varios/as de los/las entrevistadas se relaciona con otro mandato moral, el de "sacarle al que tiene". (F): "(...) Siempre dije 'hay que sacarle al que tiene' y a la casa del ex Ministro del Interior incluso me dijeron, 'bueno está mal que hayas ido a robar, pero está bien que le hayas encajado al Ministro', me decían varias personas." (V): "Al que anda mejor vestido, al pobre no le voy a robar... (¿Por qué?) Ah... le voy a robar a un pobre... yo soy pobre y le voy a robar a un pobre... eso es ser dañino... cómo le voy a robar a alguien que no tienen nada... andá a robarle a los ricos... me dan pa robar al presidente y lo robo ... no, pero ya fue..." "Porque les voy a robar a los que tienen plata les robo... no a los pobres... al almacén del barrio y eso no... robo a los supermercado, a las tiendita, a la panadería." Pero este código parecería sustentarse en algunos casos en una razón utilitaria: (G): "¡Claro! Se mira.. Porque no le vas a robar a alguien que no tenga nada ¿pa' qué le vas a robar?, pa' sacarle nada.. Entonces mirás la 'plancha'. Si ves que puede tener plata, ta,, es con ese." Con "ese" -lugar, persona- que sería visualizado por los/las jóvenes como poseedores de aquello que es necesitado, que es deseado, un otro que no reconoce esas necesidades y que por lo tanto se transformará en alguien a quien "hay que sacarle": (O):"Porque si vos vas y... ellos tienen plata y nosotros no... a las tiendita le vas a pedir un par de championes y ropa y no te dan... a la panadería les pedís algo pa comer y a veces cuando... al supermercado le pedís algo y (risas) te van a dar, si, salí al vuelo te dicen..." Ese "otro" podrá ser de acuerdo a los diferentes relatos más cercano (el propietario, el empleador) o más lejano y "desconocido" (¿como el Ministro del Interior?), pero en la medida en que posee más justificará ser robado, arrebatado, "dado de caño". (O): "En una farmacia... en una tiendita... y ya cuando me compro le doy de caño (ríe). Le compro y le doy de caño... A veces sí ta... voy y ya compro y ta... veo cuánto hay y después voy de nuevo y ta.". "El lugar... voy cuando mi madre cobra vamo a comprar ahí y ya miro... y ahí le robo... con mi madre no le robo... después voy... entro ahí... le doy y le robo... (pensar)... Sí, yo me pongo a pensar también, hay que estar en el lugar de ellos. Que se ponen mal. A veces salgo mal... a veces salgo bien... no me pongo a pensar..." "(...) Supermercado... arreglaba los estantes, ayudaba a bajar, a cargar el camión viste, a bajar las cosas del depósito y todo... Me echaron... porque le robé plata de la caja (ríe), quemé todo... por tarado." Los/las jóvenes parecerían querer buscar con sus actos -más allá del preciado botínrevertir esta asimetría, el poder/tener se revertiría: (G):"Yo (pone énfasis en el yo) lo conocía; o sea yo y unas amigas (silencio). De ahí de la casa, de la calle. El viejo a veces sacaba a pasear al perro. Bueno... lo conocía mi hermana y mi hermana me lo presentó pa sacarle plata. Y ta,, el viejo me invitó a la casa y eso. El viejo quería coger (se sonríe) de frente, quería coger el viejo. El viejo me llama, para hacer cosas ahí, le digo que más tarde iba, cuando se quiso acordar no tenía más nada ahí (se ríe) Sí, con nosotras, y nosotras se la íbamos toqueteando, claro. Fijate que... que asco." (F):"¿Cómo lo conseguimos? Bueno, porque el muchacho que estaba saliendo conmigo, (...) estaba arreglando eso a una mujer, ¿viste eso que hay ahí arriba en el techo que se le arreglan los vidrios? Llegó allá a S. y allá al otro día me llama a mí: 'Bueno, vení para acá, porque la vieja fue a buscar la plata y dentro de tres cuartos de hora está acá', bueno, me tomo el ómnibus, él arreglando el techo como siempre, y la casa tenía otra entrada por el fondo: 'Cuando entre la vieja , enseguida que entre tocá el timbre, que la vieja ¿qué va a hacer?, lo primero que va a hacer es dejar el bolso arriba de la mesa o arriba de donde sea'. Cuando veo que entra la vieja a la casa, voy y toco timbre, la vieja va a abrir la puerta y deja el bolso arriba de la mesa y entra el Ch. por la puerta de atrás, le saca el maletín ¿entendés? Salta la reja y todo... yo me voy y la vieja ve que el bolso no está, empieza a los gritos y todo." Lo que los/las jóvenes "conocerían" de la "víctima" es que es diferente a "ellos" porque "tienen", pero en general coincidirán en admitir que prefieren no conocerlos como personas, como semejantes: (S): "Porque no lo conocés y ta... y mejor... cuanto menos lo conozcas mejor..." "Porque sí porque si yo le voy a robar a una persona que sé que tiene... que tiene yo qué sé... familia así ya... si vas a robarle a una persona que no conocés ta, no conocés a nadie... (si pensaras) No sé si... robarle le robo igual pero ta no sé si ... es distinto ... no sé como explicarte pero es distinto ... la mayoría de las veces ta, no voy a ir a robar a una persona que conozco... o sea la podés conocer así de vista y que ella no te conozca a vos pero ta, ... si es una persona que me conoce y que está todo bien no la voy a robar ... si está todo mal le prendo fuego la casa... no le robo..." También muestran mediante su discurso que pensar no resultaría compatible con los actos infraccionarios: (F):"(...) A veces veo a alguna viejita en la calle y si la pienso dos veces, no le robo, porque si lo pienso..., no, tengo que ir directamente con mente fría y bueno, vamos a ganar y ganar." (J) (Varón): "Cuando estás robando no pensás en nada." "(...) Estaba drogado... y nos juntábamos con cualquiera y agarrábamos, íbamos yo qué sé veíamos un loquito ahí que se hacía el vivo... y salíamos a esperarlo y lo robábamos." El lugar que ocupa el "pensar" en algunos/as de los/las entrevistados/as -"quema", dirán algunos- ameritaría un trabajo específico. Capítulo VIII Jóvenes mujeres en infracción ¿construidas bajo la marca de la “desviación sexual”? _______________________________________ En nuestro país, la cuestión de las jóvenes mujeres en infracción se presenta como un capítulo escasamente explorado para quienes operan en el Sistema de Justicia Juvenil, siendo significativamente menores las producciones escritas referidas específicamente a adolescentes mujeres en infracción. (Cheroni, A; Leopold, S., 2000) A su vez, de estas producciones se desprende que en general no se establece diferenciación alguna entre varones y mujeres a la hora de plantear las temáticas y describir -"caracterizar" a los y las jóvenes en cuestión. Un trabajo ilustrativo en este sentido es la investigación "Perfil del menor infractor internado en la División Rehabilitación", (Eiras; Montaño y otras, citado en Cheroni; Leopold, 2000), cuya primera conclusión es que: "(…) con relación a los menores infractores se trata de adolescentes del sexo masculino…" Lo antes planteado conduciría a pensar que la "infracción propiamente dicha" aparecería asociada al orden de lo masculino. De esta manera, el acto infractor, estereotipadamente asociado a acción-agresión-violencia, como contrapuesto a "pasividad-sumisión" parecería vincularse al varón. ¿Cómo opera entonces el sistema con estas jóvenes que se desviarían "aún más" de la "norma" al llevar adelante acciones que en el imaginario resultarían más propias del varón, podríamos decir, casi impensables para las mujeres? (cabe poner de manifiesto la diferencia numérica entre varones y mujeres captadas por el sistema, aproximadamente un 8 por ciento de la población total asistida son adolescentes mujeres). En aquellas producciones a nivel nacional -escasas por cierto- en que se establecen diferenciaciones, las mismas giran en torno de temáticas referidas a la sexualidad femenina y su aparente desviación; "prostitución, promiscuidad sexual, maternidad adolescente". (Cheroni, Leopold, 2000) La manera más frecuente de concebir los actos infraccionarios de las mujeres se sustentan entonces en teorizaciones del siguiente tenor: "Si repasamos los casos de delincuencia masculina y femenina, obtenemos la impresión de que la delincuencia femenina se halla muy próxima a las perversiones, mientras que no puede aseverarse lo mismo respecto del varón. (…) El comportamiento descarriado de la muchacha se restringe a los robos de tipo cleptomaníaco, a la vagancia, a los actos impúdicos y provocativos en público y a los francos extravíos sexuales. (…) En la mujer, la delincuencia parecería ser un franco acto sexual, o, para decirlo más correctamente un acting out sexual". (Blos, 1991) En el presente capítulo, que intenta iluminar algunas cuestiones referidas específicamente a las jóvenes mujeres en infracción, pensamos que resulta importante trascender esta concepción, en la medida en que parece responder a un modelo hegemónico de ser mujer, por ende de aquello que la mujer no debe ser. La pubertad irrumpe, resultando para cada sujeto un acontecimiento novedoso y trascendente que resignifica a la sexualidad y la ubica en un primer plano en lo que refiere a expresión de deseos y búsqueda de satisfactores. La perspectiva de género aporta una dimensión que posibilita tanto analizar los ejercicios de poder en el campo de la sexualidad, como aquellos supuestos que sustentan las producciones disciplinarias, así como también complejizar la comprensión de los discursos de los y las adolescentes entrevistados/as. A modo de hipótesis podríamos plantear que en el caso de las adolescentes mujeres el disciplinamiento se ejercería sobre el propio cuerpo, particularmente vinculado al ejercicio de su sexualidad, siendo este el lugar privilegiado en el cual se localizaría la "desviación" y por consiguiente el control Capítulo VIII Jóvenes mujeres en infracción ¿construídas bajo la marca de la “desviación sexual”? _______________________________________ "COSAS DE MUJERES" "Me siento como una mujer, que ya no soy una señorita, me siento como una mujer, estoy llegando a ser una mujer, mujer, porque voy a ser madre." Los denominados "adolescentes" en su condición de "no ser todavía adultos", serán consignados a la formación y al control, lo cual significaría una exclusión que refuerza su condición hasta tanto no adquieran las capacidades exigidas por el mundo adulto. (Rodríguez, E.; Dabezies, B., 1990) De acuerdo con lo dicho por la Psicóloga A. López con relación a las transformaciones subjetivas y sociales que suponen el período de pasaje de la niñez a la adultez, considerábamos necesario interrogarnos acerca de si este "pasaje" es vivido de igual manera por parte de mujeres y varones, así como analizar "cómo se entrecruzan las variables de género, clase social y momento vital en este proceso". (López, 1997) A grandes rasgos la "entrada en el mundo adulto" se asocia fuertemente en el imaginario social a la conformación de una familia propia y al ingreso al mundo laboral. Para el caso del varón esta "entrada en el mundo adulto" estaría básicamente centrada en el acceso a un empleo. Para el varón infractor, la denominada "rehabilitación" aparecería estrechamente vinculada a su "inserción laboral". Para las jóvenes mujeres en infracción, el acceso al mundo adulto -y la denominada "rehabilitación"- parecerían asociarse a la "reinserción familiar" o de la constitución de una familia "propia". Para algunas de las jóvenes entrevistadas, ya sea la vuelta a su familia de origen como la constitución de una pareja tendría un importante significado en sus vidas: (E ): "Ahora quiero salir adelante, para ser alguien en la vida y estar con mi familia y poder formar una familia.. Yo quiero que se junten. Quiero ser una familia de vuelta y quiero salir de acá para salir adelante. No quiero salir a robar. Ya levanté cabeza, no quiero saber más nada,.. quiero estar con mi familia y mi novio. Pensamos juntarnos, ahora cuando salga yo. Porque nosotros tenemo' una casa, nosotros." (H):"(...) Pero yo quiero salir para volver a estar con mi madre y con mis hermanos. Yo ya aprendí, hay gente que está presa y no aprende y vuelve." (G):"Ahora estoy tranquila.. Quiero salir adelante. Me quiero casar y eso. (...) Pero con este... de más. Me caso, cuando salga (se ríe). Es lindo, es lindo vivir tranquila. Tener tu casa. Ahora hace 2 meses y medio que estoy acá, pero cuando salga, vuelvo para mi casa." Si algún proyecto de vida es posible para las entrevistadas, éste parecería sostenerse sobre el ser esposas y "amas de casa". Para algunas de ellas también la maternidad, como una realización a corto plazo, ocupará un lugar de suma importancia: (G): (Un hijo) "Sí, él quiere y yo quiero también. Todo el mundo dice que soy muy joven. Pero si yo quiero nadie me lo va a privar. Mientras que lo pueda criar." (F):"Yo la primera vez que caí tuve un embarazo psicológico, yo antes tomaba pastillas, tomaba muchas pastillas, me entraron a crecer los senos y ahí, bueno, me entré a hacer la cabeza y me entró a crecer la panza y todo y había sido todo psicológico... Fue a principios de este año cuando yo caí por segunda vez que empecé con el embarazo psicológico y todo, digo y ta, y como que me desilusioné un montón al saber que no era cierto." De acuerdo a C. Castoriadis (1993), la noción de autonomía implica básicamente dos aspectos: la capacidad de proyecto y de acciones deliberadas; por otra parte considerar que el grado de autonomía de un grupo singular resultaría inseparable del grado de autonomía del grupo social al que pertenece. El hecho de que una joven pueda saber qué quiere en su vida y cómo lograrlo, que se sienta con derecho a incidir en su realidad para lograr sus proyectos, "necesita de un tipo de subjetividad cuya construcción no depende exclusivamente de su psiquismo". (A. M. Fernández, 1999 a) ¿Cómo podríamos pensar desde esta perspectiva el lugar relevante otorgado por algunas de las jóvenes entrevistadas al embarazo y la maternidad? Según los planteos de Ana M. Fernández (1993) "en un sentido macrosocial y más allá de las significaciones singulares (...), habría que pensarlo como algo inevitable inscrito en las estrategias de supervivencia de un colectivo social: niñas de sectores de extrema pobreza que por niñas, por mujeres y por pobres se encuentran en absoluta desprotección material, social y psíquica". En general, se tiende a asociar la maternidad de las jóvenes de clases populares ("embarazo adolescente") con una búsqueda de identidad o como la búsqueda del hijo para "tener algo propio". Una de las jóvenes entrevistadas se referirá a su hijo de 8 meses en este sentido mencionado: (W):"No estoy arrepentida de mi hijo. Porque es lo más lindo que tengo y es lo único que yo puedo decir que es mío." Sin embargo, ésta resultaría una construcción algo simplista. Según una de las entrevistadas: "Aunque ahora son la mayoría jóvenes, las que tienen hijos, pero, con 15 años, es difícil", podría haber algo más, que quizás esté dando cuenta de un cambio de época en los modos de subjetivación y que trascendería a una determinada clase social. Cambio en los modos de subjetivación que parecería ser diferente del modelo de "ser mujer" que portamos las mujeres montevideanas "adultas de clase media". Las temáticas vinculadas a "maternidad adolescente" (centrada en la prevención del denominado "embarazo adolescente") y "sexualidad" (centrada en la "reproducción) ocuparían un lugar fundamental en el control social de las jóvenes mujeres de las clases populares, particularmente de las adolescentes en infracción. Dejamos abierta la interrogante acerca de cuántas cuestiones de "época", invisibles precisamente por estar inmersos en ella, se ponen en juego en esta preocupación por el incremento de la "maternidad adolescente" que, tal como planteáramos, determina que no sólo muchos de los servicios destinados a las adolescentes de los sectores populares apunten a la "Prevención del Embarazo Adolescente" y a la "Sexualidad", sino que también las propuestas de Talleres para los Establecimientos de Privación de Libertad de adolescentes mujeres se concentren básicamente en estas temáticas. Así como el "hijo", la pareja -"novio", "marido"- ocuparía también un lugar significativo en el discurso de varias de las jóvenes entrevistadas. Refiriéndose a mujeres jóvenes en contexto de pobreza Kuasñosky-Szulik (1996)[24] plantean que para éstas, la etapa de tránsito a la que se asocia la "condición juvenil (…) no es más que un breve paso entre distintos mundos privados, de la familia de origen pasan a la constitución de su propia familia", presentándose su identidad de género con mayor fuerza y permanencia que su identidad generacional. Para estas autoras "es manifiesta su autoexclusión de los espacios asociados tradicionalmente a los jóvenes y la cultura juvenil. No se permiten estar en la calle disfrutando de un supuesto tiempo libre, (…) no pueden salir por las noches solas (…), a pesar de que sus parejas sí lo hacen." (Kuasñosky; Szulik, 1996) (G):"Me gusta vivir con él. Me encanta... ama de casa. Todo, lavar, cocinar. Es lindo, es lindo vivir tranquila. Tener tu casa. Ahora hace 2 meses y medio que estoy acá, pero cuando salga, vuelvo para mi casa. Esperando que se caliente el agua, me pongo a limpiar el cuarto, después espero que él se levante y si no yo lo llamo para tomar unos mates. Después sigo limpiando, si él sigue durmiendo, limpio el patio, la cocina, el baño y el living y después sí lo llamo para tomar mate. Después limpio, lavo y después me quedo todo el día ahí en mi casa, ta, mirando las comedias o... así lavando, o si no salgo a pasear, pero muy pocas veces. Si salgo, salgo con él. Y... bastante difícil, pero a la vez la llevo. Después que conocí a este muchacho me ha ido todo bastante bien. No, nada porque con C., él no me dejaba (...) Pero ahora en la última vez que me junté con él como no me drogué más pasaba tranquila en mi casa, por eso duré tanto. Yo estaba re tranquila antes hacía 8 meses que estaba afuera. Estaba re tranquila,como no iba a robar nada.... Cocinaba, hacía tortas fritas... Nada... me gusta la casa no más. Hacer las cosas de la casa. Cocinar, hace poco que empecé a cocinar. C. me enseñó. De todo, guiso, fideo con tuco. Todo me enseñó." (F):"Y bueno, con este muchacho que estoy ahora, a pesar, digo, de que se droga, digo, no tanto como yo, porque no consume la misma cantidad de droga que consumía yo en la calle, fue el que me cortó salir a robar, el que no me dejó salir a robar más y me dijo, bueno, la justa. Ahora me estoy cargando las pilas con mi padre y con este otro muchacho, que me la da para adelante." (H):"No, no estaba tomando, el pibe que andaba conmigo no me dejaba, el consumía y yo no lo dejaba y él no me dejaba a mí. Sí, y dejé de consumir." (T):"Si, confié. Si hoy estuviera con esa persona, estaría confiando. Confiaría en ella porque me enseñó muchas cosas (...) Era el padre de mi hijo. Me enseñó cantidad de cosas. Yo era una gurisa, bueno, soy una gurisa todavía, pero él era más grande, había mucha diferencia, entonces me enseñó cosas que yo qué sé, que nunca mi madre, nunca me las dijo ni mi abuela. No eso nunca. En eso me dio consejo, que en eso nunca llegue, ¿entendés? Porque es feo, robarle a otra persona y más una mujer, y eso. El me aconsejaba, que si yo necesitaba plata, y eso, tenía que concurrir a alguien, o pedirle a él que me preste, pero no hacer esas cosas. Yo qué sé, en eso, nunca me dijo, ni me enseñó mal, sino que me contaba las cosas que él vivió, entonces me las contaba en una buena, para que yo no las viva. Me las contaba, como que si yo lo hacía me podían pasar esas cosas. Las consecuencias me contaba. Me cuidaba." Para estas jóvenes, la pareja parecería cumplir con la función de "rescatarlas" del "mundo infraccionario", así como del consumo indebido de sustancias, ubicándolas en el "tranquilo mundo" de lo privado, la casa, la cocina, la limpieza, las telenovelas. La perspectiva de un "hijo" parecería adquirir un significado en esta misma línea -la del "cambio de cabeza"- para algunas de las adolescentes entrevistadas: (T):"Estoy contenta, más allá de que los problemas que tengo, digo, estoy contenta. Porque es un hijo, ya es otra cabeza. Ya dejás de ser niña. Tenés que tener otra cabeza. Hoy en día, digo, con 15 años el que no te ve robando, te ve drogada, en una esquina, sentada." (F):"A mí me gustaría estar embarazada y varios me dicen que no, que en este momento no, pero mi planteo es que un pibe a mí me cambiaría montones la cabeza y sería mucho más la responsabilidad que yo tendría que tomar, digo, que aparte de una responsabilidad es una obligación y a eso no le puedo fallar y entonces, digo, pienso que en ese sentido un pibe me cambiaría abundante la cabeza. Realmente tenía ganas y las tengo, en sí las tengo,mis compañeras se ríen, que hasta dejaría de fumar por un hijo. Pero para mí un hijo sería en este momento todo. Pero yo siempre le diría la verdad: 'mirá tu madre ha sido esto, ha sido lo otro, a mí no me gustaría que vos pasaras por lo mismo, digo, hasta que vos cumplas la mayoría de edad vas a hacer en sí no lo que yo te diga, pero sí lo que yo te trasmita en el momento de decir esto es lo malo y esto lo bueno, y digo vos sos el que decidís, qué es lo que te gusta y qué es lo que no', digo, pero... Me llenaría y me ayudaría a cambiar un montón en lo que es dejar un poco la calle, por lo que yo sé, no lo voy a elegir, por más que yo salga a la calle, tal vez no sea seguido, pero yo algo voy a volver a fumar, porque yo sé, ya lo hice una vez y lo hice dos y te ponés a pensar y capaz que lo hacés otra vez." También el varón parecería ocupar -¿paradójicamente?- un lugar trascendente en su calidad de promotor o acompañante en acciones "infraccionales": (H):"Bueno, lo que pasa es que estaba en la casa de un amigo de mi novio y vino la policía por un allanamiento y me llevaron, porque me acusaban de rapiña y decían que yo les había llevado a una mujer al compañero de mi novio, y como en la rapiña había una mujer... Es que yo estaba con mi novio, en la casa de él y todo en el Cerro." (F):"Fue primero mi novio, tuve un novio, X., se llamaba que cayó preso, digo en COMCAR. Y bueno, después entré a salir con otro muchacho, con el D., con el que salimos a robar a Ciudad de la Costa, que yo lo limpié, empecé a salir con él y también, como que me dejó tirilla, no vino a verme más. ¿Cómo lo conseguimos? Bueno, porque el muchacho que estaba saliendo conmigo, que fue el que zafó la primera vez, el D., el que yo hice zafar dos veces, bueno, él estaba arreglando eso a una mujer, ¿viste eso que hay ahí arriba en el techo que se le arreglan los vidrios? Bueno, él me contó que la mujer cobraba ese día y él tenía que ir a arreglarle el vidrio." (E):"Era mi amigo, salíamos a rapiñar. Ibamos a rapiñar y salimos de un negocio o algo, viste y él me agarraba de la mano y eso. Como que somos pareja ¿no? Salíamos a rapiñar, a robar juntos. Y tá, me pidió arreglo y yo dije que sí. Tá, me gustaba sí, cuando salíamos y eso. Cuando me agarraba la mano y tá.." (G):"Yo qué sé un loco de ahí de por mi casa me estaba culpando, no sé qué, pero no pudieron meter nada. Como mi novio es hábil declarante. No, se puede armar problema. C. ya le pegó por alcahuete". Ya sea como "salida" o como "entrada" en el escenario de la infracción el varón tendría un lugar privilegiado en el discurso de cada una de las entrevistadas. Al varón-pareja hay que cocinarle, lavarle, acompañarlo, o "hacerlo zafar", "limpiarlo". Avanzando en esta línea de análisis, encontramos en algunas de las jóvenes cómo se pondría en juego un estereotipo de varón que parecería sustentar algunos de los planteos analizados: (F): "Una discusión con la mujer, porque no sé qué historia que hubo, de qué discutieron ahí, y parece que él le levantó la mano y no sé quién le hizo la denuncia y bueno tá,, pasó a Juzgado y todo, digo, zafó porque la mina lo limpió porque fue una discusión de pareja y ella le levantó la mano primero y él reaccionó, como hombre reaccionó, entonces en el Juzgado, digo y tá, pasaron a Juzgado y declararon y ella no tenía ninguna marca para llegar a quedar remitido y zafó y me llamó para decirme por qué no pudo venir el martes." (T):"Ya con un hombre tenés que tener paciencia porque te va a mandar, y a mí no me llama la atención eso de estar con alguien. Prefiero vivir sola, como estoy." "El siempre fue más por el varón que por la nena, porque el varón es un varón. Un padre con un varón es distinto." Lo anteriormente planteado conduce a pensar en la incidencia que el modelo hegemónico de "ser mujer" y "ser varón" tiene sobre estas jóvenes y sus proyectos de vida. Es un modelo asociado a: Mujer - ámbito de lo privado, Varón - ámbito de lo público. Mujer - ámbito familiar, Varón - ámbito laboral. Mujer - mantenida, Varón - proveedor. Los antropólogos Aguado y Portal (1991) plantean que la identidad debe ser analizada a partir de los conceptos de ideología y cultura, resultando en este sentido aprehendida, al ser ubicada como un proceso constituido por prácticas con un significado cultural, ideológico y social claramente delimitado. Si bien por una parte las adolescentes entrevistadas intentarían asumir aquel rol que de ellas se espera socialmente, por otra parecerían desafiarlo a través de sus actos infraccionarios, así como de un particular uso del lenguaje y de los golpes, actitudes que poco tendrían que ver con el "estereotipo" de ser mujer: (F):"(...) Digo, si es lastimarlo, lastimarlo, porque se trata del respeto de un bandido hacia otro ¿no? Si vos está robando y yo estoy robando, si vos venís y me robás a mí sos un rastrillo. Fue más que nada para demostrar que podía. Yo vivía con otra compañera que estuvo presa acá incluso por rapiña y ... este..., ninguna de las dos andábamos en esa, pero nuestros noviecitos de 15-16 años, ellos ya habían ganado hacía días y ' y qué no sé qué' , y 'ustedes que no roban' y nosotras '¿qué no podemos?' y fuimos y hicimos la cartera de la primera que se nos cruzó y hicimos 200 pesos." "La última vez que me metí, me metí en el supermercado más grande que hay en M. (Barrio de Montevideo) y bueno, no nos salió la jugada, zafamos todos pero nos tuvimos que ir, digo, pero nos rodearon, rehenes, pim, pum pam; así, auto y a la media cuadra cambiamos de chapa y zafamos. Coraje, es. Precisás tener abundante coraje y hay gente que tal vez no nazca…. 'Préstenme un fierro, préstenme un fierro', me prestaron un 38 automático y yo a encarar yo, salí con una barra de hombres que había y les dije: 'Bueno ¿cuál tuvo problemas con mi padre?''Fui yo', dijo. 'Bueno vení', lo encaré con un fierro, 'bueno, quiero saber qué fue lo que pasó' Yo cuando fui sola, una mujer sola con una automática a encarar a todos ellos por mi padre, habrán dicho: 'mirá esta gurisa...'" "(...) En la calle en sí porque como que hay leyes también, digo, ¿no? Estoy en todo el derecho de que si vos venís y me robás a mí y yo estoy robando, de venir y lastimarte, porque supuestamente si los dos andamos en la misma, ¿por qué venís y me ganás a mí?, no te dieron, como quien dice, no te dieron los huevos para ir y hacer lo que hice yo, ganar a alguien contra el piso." (E ):"Después me gasté todo en drogas, whisky, en el baile, me gasté todo. 10.000 pesos, me tomé todo ¿sabés cómo tomo yo alcohol? Igual invité a los amigos Así, adrenalina, adrenalina, así, quiero ir, dar, encañonar, sacar la plata y ..." (H):"(...) Venía un patrullero y yo me puse frente al patrullero y le dije: 'no te la llevás' y me le puse en el medio y uno me dijo: 'ojo que te van a pasar al medio' y yo dije: 'no', yo me acuerdo que todavía estaba con el hijo de mi primo a upa, y paró el patrullero, que casi me pasa por arriba y yo le pegaba al patrullero yo ya sacada de control, entonces agarra y me dice que me va a llevar y ahí saltó la P. (amiga). Sí, pero no me pasaron, yo de los nervios ni me toqué yo, ellos son tan hijos de puta que igual te pasan por arriba, pero no sé cómo hice que me quedé, 'no van a poder más que yo', me dije." (T): "Yo iba con una cuchilla, pero iba yo sola. Al saber que lo hice sola, ¿entendés?, que la culpa la tenía yo sola, no me sentí mal, porque no iba a joder a nadie." El sentido que portarían los actos infraccionarios para las adolescentes mujeres, siguiendo esta línea de análisis, es un aspecto que creemos interesante de proseguir indagando. ¿Pueden los mismos ser entendidos como una forma de transgresión de códigos de comportamiento muy rígidos con relación al rol de la mujer? ¿Es esta la única forma de salida al ámbito público que se les viabiliza como posible? El carácter de desafío a lo establecido, que veníamos consignando, parecería predominar en estas jóvenes una lógica binaria, la "lógica del perro" (parafraseando lo planteado por algunas de las jóvenes en el sentido de "ser perra de…") que parecería encontrarse atravesada por cuestiones relativas al abuso de poder. (E):"Y bueno, si me sacan un fierro yo los mato, antes que me maten a mí, primero soy yo, después son los demás. Antes que me maten a mí...Yo si me sacan un revólver lo mato. Otra no me queda antes de que me maten a mí, lo mato." (G):"A mí me dieron un puntazo una guacha y después fui y le di terrible paliza; un puntazo chiquitito con una navajita, le di terrible paliza y nunca más se metió conmigo. Después la andaba buscando yo con una cuchilla pero no la encontré (...) Claro una mina mayor que yo, tiene veinti y pico y yo la maté a palo, le desfiguré la cara, le dejé todo el ojo hinchado así, y le rompí la boca y la nariz, el caballete y todo; entonces la guacha quedó re quemada conmigo sacó la navajita y me la enterró en la panza, pero no me hizo nada, le seguí pegando." Se somete al otro o se es sometido, se violenta o se es violentado, se es activo o pasivo, se mata o te matan, lo cual parecería resumirse en la frase "hacerse respetar", presente en el discurso de cada una de las entrevistadas: (G): "Y... porque me hice respetar." (T): "La única mujer que iba era yo. Más allá de eso, todos me respetan porque nunca tuve problemas con nadie, aunque era la única gurisa." Lógica de la "víctima"-"victimario" que si bien no resulta ajena a la sociedad en su conjunto se visualiza con gran fuerza en las entrevistadas amplificándose aún más en la situación de privación de libertad, debido a las escasas posibilidades que tendrían los sujetos encerrados de poner distancia entre su yo y las situaciones mortificantes. (H):"Yo lo entendí 'hacerte respetar' que tampoco van a venir y te van a decir 'bueno quiero esto, esto es mío, haceme esto, lavame la ropa'. Eso no, antes hacete matar, es cortita, te tenés que hacer matar, más firme que te tenés que hacer matar. Y si te respetan todo bien." (F): "Te tenés que hacer respetar tanto acá adentro como afuera, si no te agarran de pinta." "Si no: 'lavame la ropa, haceme la cama'. Si te dan una piña y te quedás callada, al otro día viene y para que no te peguen: 'andá y lavame la ropa' y agarrás y vas. Y cuando no tenés quien te defienda también influye. Igual si estás sola y no te achicás es difícil que te cacen de perra. Que te cacen de perra, que te cacen de pinta, viene de las cárceles de mayores, los que caen por violetas, los que caen por alcahuetes, los que caen por fiolos, van todos embagayados y los agarran de perros, los cazan de pinta.. ¿Viste como van los perros atrás del dueño? 'Vo vení, vo, lavame la ropa'." La "lógica del perro" aparecería como la lógica del sometimiento, de la pasividad y parecería venir de la mano de un "ser mujer" -en este sentido los varones hablarán del referido "perro" como "ser mujer de"-desde una concepción asociada a la sumisión, la actitud pasiva (incluyendo a la sexualidad femenina asociada a la pasividad) y la realización de tareas domésticas: "lavame la ropa, haceme la cama". Parece interesante consignar la "doble acepción" que el Diccionario Larousse utiliza para definir lo "doméstico": "Relativo a la casa" y "Reducir a la domesticidad, hablando de un animal (sinónimo: "amansar"). La identidad de estas jóvenes comenzaría a ser avasallada por el género produciéndose una constante oscilación entre la sumisión o la rebeldía frente a ese lugar "doméstico" que se les asigna socialmente. El carácter complejo y contradictorio de la relación con el "ser mujer" por el cual las jóvenes entrevistadas transitan, su atracción y rechazo, la búsqueda de asemejarse al "varón" concebido como fuerte, activo y poderoso, o de repetir la experiencia de sus madres quedando consignadas a la maternidad y las tareas "domésticas", parecerían escenificarse en el relato de una dramatización teatral preparada por adolescentes privadas de libertad y que F. resume de la siguiente manera: (F):"(...) Explicando más o menos, cómo es el tema de la prostitución y todo eso. Digo, ta, yo hago de fiolo, dos mujeres que intentan hacer lo imposible para que no le falte nada a la hija, y la Y.. va a hacer la tía, para que no le falte nada ni a la hija ni a la sobrina.. Ahí va, de eso es el sentido de la obra, una que vendría a ser la hija, ella entra hablando, 'bueno esta es la historia, dice, de dos personas que por situaciones económicas...'Bueno, ta, supuestamente las dos muchachas, la tía y la madre trabajan en un bar, de mozas. Pepito era el dueño del bar y las despidió y ellas tenían que hacer lo posible en sí como para que a la gurisa no le faltara nada y terminan diciéndole que van a trabajar de noche cuidando ancianos. En todo eso, digo, mi letra sería en sí "bueno, esta es su esquina', digo, es parte de la letra ¿no? 'espero que les vaya bien las voy a estar vigilando...' Y en el momento que ellas terminan de trabajar pasa la otra escena, ellas le dan a él la plata y yo como que entro a contarla y digo 'pero esto es re poco son unas inútiles', tengo que gritar un poco, 'no sirven para nada' no sé qué y una de ellas intenta sacarme la plata y ahí como que forcejeamos un poco y yo supuestamente tengo un revólver en la cintura y la otra que vendría a ser la más tranquila, me saca el revólver de la cintura y me dice ' te dije que...', yo le respondo '¿me vas a tirar, perra?' Y ahí hace todo un suspenso, nosotras bajamos todas en cámara lenta, nos corremos y entra la nena como diciendo que ella sabía todo lo que estaba pasando, o sea, que estaba enterada por más que no se lo hubieran dicho y que no se sentía deshonrada, por el contrario, estaba orgullosa porque habían hecho todo lo posible para que a ella no le faltara nada y digo, ta, después de un mes el dueño del bar las vuelve a llamar para que trabajen, vuelven a trabajar en su trabajo decente y todo vuelve a ser como antes y termina con un poema muy hermoso que escribió B, que es una de las gurisas de seguridad, que escribió un poema precioso y termina la frase con ese poema, es muy bueno." La "prostitución" habitualmente asociada al elenco de conductas de las mujeres infractoras, no aparece mencionada en el discurso de las entrevistadas y surge únicamente a partir del relato de la obra teatral, como destino posible frente a condiciones adversas. Únicamente aparecerá en forma tangencial en el discurso de una de las jóvenes, dentro de aquello que genéricamente denominan como "joda" (que abarcaría indistintamente una diversidad de actitudes y acciones): (G):"Una está pa' la joda (...) tiene toda clase de novios, tiene un auto y todo y no me viene a ver.... No, la joda común y corriente así, andar por los bailes, tener amigos por todos lados, le gusta la plata, los autos." Por otra parte, la "maternidad abnegada" (unida al abuso de poder del varón) atravesaría el relato referido a la obra teatral y justificaría el accionar de sus protagonistas. Parecería ser allí, en la maternidad, donde se concentra para estas jóvenes la condición femenina, ya que como veremos más detenidamente al analizar lo que se refiere a los "consumos" de las entrevistadas, ellas manifestarán rechazo frente a algunos de aquellos atributos que en el imaginario social se presentan como propiamente femeninos: coquetería, delicadeza, maquillaje, ropa ajustada. (E): "Ahí me visto de vaquerito, blusita, bien vestida voy a robar a las tiendas. (...) Recoqueta voy." (G):"Eh, ropa fifí, (se ríe) ropa delicadita, así, no sé cómo te puedo decir, pantalones ajustadolos, esas cosas como que no." Buscar asimilarse en los usos y actitudes habitualmente asociados al varón, ¿será una forma de intentar escapar de una histórica cadena de sumisión y abusos, de evitar el sufrimiento? Capítulo VIII Jóvenes mujeres en infracción ¿construidas bajo la marca de la “desviación sexual”? _______________________________________ ¿CUERPOS DÓCILES? • EL CUERPO DE LAS "SEÑORITAS" (E): "Mi madre me dijo 'sos señorita'." El "cuerpo" ocupa también un lugar privilegiado en el discurso de las adolescentes entrevistadas. Un cuerpo que parecería haber dejado atrás la niñez. Sin embargo, a partir del discurso de las jóvenes entrevistadas apreciamos una cierta contradicción entre lo que parecería ser un manejo aparentemente fluido de aspectos referidos a la sexualidad (acceso a la vida sexual genital, empleo del lenguaje, etcétera), con el escaso conocimiento con relación a estas temáticas, así como con los sentimientos de extrañeza, temor, asco, que habrían provocado en sus vidas situaciones vinculadas a la misma. (E): (Primera menstruación) "A los 15. Me sentí rara. Me asusté y le dije a mi madre y mi madre me dijo: 'Tá, te desarrollaste'. Alguna idea tenía, sí, pero me asusté. Mi madre me dijo 'sos señorita'. (Qué sabía) Nada. Más o menos, así, pero no sé explicarlo. (Relaciones sexuales) Después de que me desarrollé. (Experiencia sexual) Bien... Yo qué sé, (...) Me sentí rara cuando lo hice..." (G): (Primera menstruación) "Sí, a los 11. No, me desarrollé en mi casa, y cuando me fui ya estaba desarrollada. Bien, yo me conseguía la plata para las toallitas. Siempre... Antes de que llegue la fecha ya conseguía esa plata para comprarme. A mí no me gusta ponerme trapos (se ríe). Ta, cuando no tenés, ta.. Sí, mi hermana, la de 18. Me dice que me tenía que cuidar, porque ta porque esto, porque aquello, yo qué sé… no me explicaron mucho." (F) "Primera vez a los 12 años y después corté hasta los 14. El tipo era mayor, 23 años tenía y se empezó a sacar cartel con los amigos de él y en el barrio. A ese tipo no lo puedo ni ver, le tengo un asco bárbaro... por los comentarios. En el momento estaba afín, lo quería, estaba todo bien, pero al tipo lo único que le importaba era eso." Resulta importante consignar esta contradicción referida a la sexualidad, en la medida en que si bien esta podría relacionarse con el momento vital por el que transitan (adolescencia), estaría también dando cuenta de un intento de mostrar una "madurez", que no condice con lo que las jóvenes sienten, comprenden y conocen. • EL CUERPO CUBIERTO POR NIKE (E): "Me gustan sólo los Nike." Según García Canclini (1983) el consumo es un lugar privilegiado de los conflictos de clase, considerándolo "el concepto clave para explicar la vida cotidiana, desde la cual podemos entender los hábitos que organizan el comportamiento de diferentes sectores, sus mecanismos de adhesión a la cultura hegemónica o distinción grupal, de subordinación o resistencia". De acuerdo a los antropólogos Aguado y Portal (1991) podemos definir a la identidad como "un proceso de identificaciones históricamente apropiadas / incorporadas que le confieren sentido a un grupo social y le dan estructura significativa para asumirse como unidad": (F):"A las gurisas acá lo que les da más cartel es andar vestidas como anda la B., andar de Nike y pantalones vaqueros de esto o aquello.." (G):"A mí los pantalones, porque las polleras no me gustan, no me gustan...; las blusitas me gustan y championes Nike. Y yo qué sé a mí me gusta esa marca. A mí la Reebock también me gustan y las camperas me gustan las Alfa. Mi novio ayer, me trajo una Alfa de mujer, una negra." (E):"Los Nike. Mirá estos son Nike.Porque son los más famosos los Nike. Toda la gente compra Nike y a mí me gustan los Nike. No me gustan los Reebok, los New Balance, esos no me gustan. Me gustan sólo los Nike.." (T):"Las ropas de marca, también son un vicio. Vas a un baile del Inter, y ves todos Nike, y todo marca, y esos son vicios. Te podés vestir con otra ropa que no sea de marca y es más barata..." (E ): (Tatuajes) "Un amigo mío allá en el barrio. Acá también tengo (muestra el brazo) Sí, tengo un escorpión acá en la pierna. (lo muestra)." (G): (Tatuajes) "Este me lo hice hace años y este también. Este me lo hizo mi hermana, C de (novio)... todo el mundo dice que duele pero no duele." Nike, Alfa y tatuajes, no resultarían privativos de una clase social, sino que harían más bien de la circunstancia cultural de "ser joven". Las diferencias se presentarían tanto en el carácter generalmente "casero" de los tatuajes, como en las formas de adquirir camperas y championes. (F):"Ahora papá me dice: 'No, qué vas a estar trabajando, yo te voy a regalar las Nike para que no tengas que salir a rescatártelas vos', como me dice mi padre. 'No, salir a rescatármelas no voy a salir, quedate tranquilo', le digo." (E ):"Tenía 13 palos en el bolsillo y fui a encañonar de vuelta (...) Me compré un par de championes de 3000 pesos, los mejores, después me gasté todo en drogas, whisky en el baile, me gasté todo (...) Me compraba los Nike, y después me compraba droga." A su vez, estos consumos parecerían proporcionarles a estas jóvenes un determinado estatus que les posibilitaría, a decir de las mismas, "sacarse cartel", prestándoles simultáneamente una identidad que aparecería vinculada de alguna manera a su calidad de "infractoras": (T):"Se saca cartel porque anda vestida de brillo, anda de Nike." (E):"Nadie me ve así. Esa pinta de malandra que tenés ni nada.. Claro, porque la gente mira, dice: 'esta tiene una pinta de malandra, vamo' a cuidarla, que sino le roba a alguien'. Así, andar de Nike y eso, andar caminando así de viva." Cardoso de Oliveira (1993) define la identidad por la oposición del "nosotros" con "los otros". Se produciría entonces una construcción en diferentes planos que podría resumirse en aquellos que "son" de los que "no son", es decir a partir de la diferenciación: "cuando una persona o grupo se afirman como tales, lo hacen como medio de diferenciación con relación a una persona o grupo con que se confrontan. Es una identidad que surge por oposición. Ella no se afirma aisladamente". (G):"Los chetos, esos que son todos de acá, son un asco. Andan con la policía, se asocian con la policía. En todo, si te tienen que mandar preso te mandan, si te tienen que hacer una denuncia te la hacen, tienen trato con los milicos. Hay algunos conchetos que no son conchetos, conchetos, son malandros que se visten de conchetos para ir de mecha en shoppings y eso." (F):"Entonces como que el fastidio que les tengo para mí es muy grande y no los puedo ni ver. Incluso mi padre se cortó el pelo el otro día y vino a visitarme pelado y le digo: '¿Qué te hiciste? Parecés un botón', le digo." El "nosotros" ("ladrón", "malandra", "plancha") parecería también construirse por oposición a "otros" policías y "conchetos". Sin embargo, en algunas ocasiones las jóvenes se asimilarían a estos últimos, precisamente para pasar inadvertidas en ocasiones de "ir de mecha": (E):"Ahí me visto de vaquerito, blusita, bien vestida voy a robar a las tiendas. Me pongo esos lentes de descanso, sí me pongo esos lentes y voy. Recoqueta voy." (G):"Yo me vestía de concheta para andar de mecha en los shoppings Eh, ropa fifí (se ríe), ropa delicadita, así, no sé cómo te puedo decir, pantalones ajustados, buen peinado, bien pintadita, con zapatitos, caminado bien delicada, que asco (ríe). Claro, para ganarlo, porque si entrás con terrible plancha, mal vestida, dicen 'Esta mina viene a robar', se dan cuenta al toque." Surge de estos planteos algo que se vincula al rechazo que expresarían estas jóvenes frente a algunos atributos que en el imaginario se presentan como propiamente femeninos: coquetería, delicadeza, maquillaje, ropa ajustada. (F): "Son muy en ese sentido de que la ropa justa este... muchos escotes, mucha caravana, muchos anillos, esas cosas como que no." En ocasiones los sujetos que pertenecen a los grupos minoritarios -excluidos socialmente- construyen y reproducen una doble identidad en lo que respecta a comportamientos, una que responde a lo "privado" y otra a la vida pública como una estrategia frente a la estigmatización y el etiquetamiento social. (F): "Si te ven en parada en una esquina, yo qué sé, en una banda, estás o no fumando porro, ya se paran para ver qué es. O va una viejita adelante caminando y vos vas sin la cabeza de robar, ya te conocen, te llevan nomás por intento de robar." "Donde sé que no puedo caminar tranquila es en Atlántida. En Atlántida una vez íbamos con unas gurisas atrás de unos tambores, después cuando me detuvieron ahí los botones me decían: '¿No te acordás de mi cara, que vos ibas armando un porro atrás de los tambores?' Ya nos tenían vigiladas ahí, aparte las planchas, ¿sabés qué?" • EL CUERPO VULNERADO (G):"Además que me pegaba... se abusaba de nosotras.." La posibilidad de que haya maltratos y abusos sobre niños y niñas no tiene propiedad de clase, si bien "generalmente preferimos verlos como productos indeseables de la pobreza porque resulta insoportable para las buenas conciencias reconocer que estas cuestiones ocurren muy cerca nuestro, a veces en nuestras propias familias". (Fernández) Lo que sí podrá haber son diferencias tanto en las características del maltrato como en las formas de resolución que el mismo tenga. Con referencia a la mirada (tuerta) que se hace de estas situaciones, existirían importantes impensables culturales que impiden ver "aquello que saltaría a la vista", si bien creemos encontrar diferencias con relación a las formas en que se invisibilizaría la cuestión de acuerdo a las clases sociales. Podríamos decir que para las niñas de los sectores populares la virtualidad del maltrato o abuso se naturaliza, mientras que para las niñas de otras clases sociales esta posibilidad sería silenciada por medio de pactos denegativos. De las jóvenes entrevistadas la mayoría relata en su infancia experiencias vinculadas al maltrato físico o al abuso sexual: (G):"Porque mi padrastro se abusaba de nosotras y ta, y yo por no matarlo me fui 'e mi casa. Se hacía el vivo conmigo y con mis 2 hermanas. Pero se llega hacer el vivo ahora y sabés lo qué, lo paso para el otro lado del muro. De chica no podía hacer nada. Ahora ya soy bastante grande (baja la voz) para que me venga a tocar. Además que me pegaba... se abusaba de nosotras. El cuando se iba mi madre (baja la voz) nos tocaba… (silencio). No, me acuerdo, sé que le falté al respeto y me pegó, pero nunca me había pegado, mi madre sí, me rezongaba, me pegaba así nomás, mi padrastro me daba cada paliza que no sabés lo qué, nunca más en mi vida me voy a olvidar." (Ríe) (E):"Le decía 'no le pegues' y mi padre como estaba yo enfrente no le pegaba. Algunas veces me daba un manotazo a mí... me pegaba, que me mataba a palos, me daba con una fusta, con un cinto con lo que venga." (F):"La que a mí me levantaba la mano era mi madrastra..." Estas experiencias aparecerían por un lado directamente relacionadas a las denominadas "fugas del hogar": (E): "Nada, yo me iba de mi casa. Yo qué sé, desde chica, desde que iba a la escuela. Me iba a la casa de mis compañeras, pa la casa de mi amiga, pa la casa de mi madrina. Me quedaba un día en cada casa... Hacía la mía." (F):"Yo me crié por todos lados. Me crié... primero estaba en la casa de mi padre, después me fui para la casa de mi madre. Y después todo así. Y a los 11 años me fui pa' la calle. En la vía. ¿Viste las cajas de heladera? Me metía ahí y me acostaba ahí. Yo y una amiga mía que vivíamos en la calle. Bien, me sentía mucho mejor que en mi casa. Porque mi padrastro se abusaba de nosotras y ta, y yo por no matarlo me fui 'e mi casa." (G) (Mujer, 15 años): "Lo que quiero ahora en sí es una vida en familia, porque más que nada me fui de mi casa por problemas con mi madrastra, tengo madrastra, y bueno más que nada los problemas con mi madrastra fueron los que me llevaron a todo eso ¿no?" Escapes de la casa y escapes por medio del consumo de sustancias psicoactivas, "la droga": (G):"La primera vez que me drogué, me drogué a los 9 y después no me drogué más hasta que estaba en la calle y tenía 11 años cuando estaba en la calle. Porque yo las necesité. Cuando estaba mal, problemas con la familia, cuando estaba mal (se sonríe). Además que me gustaba. Cuando me drogaba me olvidaba e todo y cuando estaba de cara me volvía todo. Lo que pasó con mi padrastro. Lo que pasó en mi casa. Lo que pasé de chica ahora lo que estaba pasando de grande." (Se ríe). (E):"A los 9 empecé a fumar, a los 10, a los 10 más o menos, cocaína. Me drogaba, todo me drogaba. Sí, drogada hasta las manos. Todos los días… todo el día drogada." (F):"¿Con el tema de las drogas? Fue cuando conocí a mi hermana. Sí, 12 años. Comencé con el cigarro, seguí con el porro y con la cocaína fue mucho más adelante, 14 o 15 años." (H):"No sé, ¿sabés? como que la merca me hace más madura, no sé. Claro, más seria y pienso distinto..." Así como de un particular vínculo con el cuerpo que en situaciones límites pasaría a ser un terreno privilegiado en el cual se ponen en juego conflictos de difícil tramitación: (F):"Porque yo cuando conocí a mi hermana, a la mayor, porque me la presentaron cuando ella tenía 15 años y yo 12. Fuimos al ginecólogo ese día, (...) Y yo llego y discuto con mi madrastra y me tomo todos los antibióticos para que mi padre se diera cuenta en sí: 'mirá que tomé todas las pastillas', le dije, y ahí cayó mi padre con dos patrulleros a buscarme y le digo: 'no yo a los patrulleros no me subo, no me subo'. Mi padre tomó un taxi, le explicó más o menos la situación, que él estaba sin plata, digo, había salido a buscar tan desesperado que ni plata agarró y el tachero nos llevó hasta la Asistencia del C. y ahí me dieron unas pastillas como de carbón para limpiarme todo por dentro. Y ahí me presentaron a la Comisaría y ahí todo lo que te dije..." (E):"Me empecé a drogar de vuelta y ta,, yo me quise matar y todo. Porque, tá, yo quería dejar la droga por mi madre, y tá la dejé (...) Necesitaba la droga y tá, ... y me quise matar. Y mi madre me llevó para el Vilardebó y yo me escapé del Vilardebó y la dejé a mi madre allá.. Y mi madre tuvo que ir para la Seccional a declarar y no sé quë ahí. Me puse una navaja acá (se pone el dedo en el cuello) y mi hermanita chiquita me vio y fue a decirle a mi madre. Mi madre me agarró y… y '¿qué estás haciendo?' no sé qué... mi madre no sabía que yo me drogaba. Además estaba sufriendo más mi madre por mi culpa." • EL CUERPO EN REBELDÍA (E): “Me dieron tanto palo en mi vida que ahora no le tengo miedo a nada, me están matando y sigo ahí.” El pasaje de la niñez a la adolescencia, el crecimiento corporal, vendría acompañado de la rebeldía de los cuerpos que parecerían no estar ya más dispuestos a soportar pasivamente agresiones: (F):"La que a mí me levantaba la mano era mi madrastra. Yo ya no soy la misma nenita que va y le pega." (G):"Se hacía el vivo conmigo y con mis 2 hermanas. Pero se llega hacer el vivo ahora y sabés lo qué, lo paso para el otro lado del muro. De chica no podía hacer nada. Ahora ya soy bastante grande (baja la voz) para que me venga a tocar." (H):"Sí, pero no me pasaron, yo de los nervios ni me toqué yo, ellos son tan hijos de puta que igual te pasan por arriba, pero no sé cómo hice que me quedé, 'no van a poder más que yo', me dije." Pero ¿qué ocurre cuando las jóvenes crecen y se rebelan frente a la coerción física? ¿Qué respuesta surge cuando la docilidad de los cuerpos no puede ya lograrse a través del espacio de la familia? (F):"La Jueza XX., excelente, siempre me la dio para adelante: 'Te vas con tu padre, te vas con tu padre, te vas con tu padre'. Hasta un día que mi padre se cansó y dijo: 'Bueno, no puedo con esta gurisa, por favor hagan algo', y ahí fue cuando la Jueza XX. me mandó para un Hogar Abierto." • EL CUERPO AJENO (E): "No, en el momento de calentura no se te pasa nada, te dan ganas de ahorcarte y tá. Ayer me quise ahorcar, con los cordones del champión me quería ahorcar." En Vigilar y castigar, Michel Foucault (1997) plantea que uno de los fines de las prácticas carcelarias es volver los cuerpos dóciles: "es dócil un cuerpo que puede ser sometido, que puede ser utilizado, que puede ser transformado y perfeccionado". Las prácticas de la detención y del encierro parecerían tener entonces entre sus objetivos tornar nuevamente dóciles los cuerpos, que como planteáramos, habrían devenido "rebeldes", desconociendo sin embargo lo que esa "rebeldía" estaría denunciando: (F): "(...) Estar siempre entre rejas, digo, que yo trato de muchas veces pensar, digo, 'ta no existen las rejas', pero te levantás y lo primero que ves es rejas, si tenés ganas de tomar agua no podés ir a abrir una heladera tenés que pedirla, pero ta, cosas que bue, de última te molestan, pero ta, cuando me entregué, yo me entregué sabiendo como era todo esto, sé que me va a ser difícil." (F) parecería hablarnos de esas prácticas del encierro que apuntan a la disciplina y a esa "docilidad" de la que hablara Foucault, "métodos que imponen (a los cuerpos) una relación docilidad-utilidad, a lo que se puede llamar las "disciplinas". (1997: 141) (E):"No sé cuándo voy a salir de acá y todavía estoy sancionada, sabés qué, yo me quería ahorcar. (Levanta la voz) ¡Estoy podrida entre 4 paredes, estar a puerta cerrada entre 4 paredes, sabés qué. En un cuartito así como esto, está la cama pegada contra la pared. La cama de fierro, pegada contra la pared y tenés la ropa ahí y ya está.. Y nada.. Y me siento y pienso. No sé, no sé, no hago nada. Sí, ahí adentro, cuando estás bajoneada que no tenés a nadie, no se te pasa más la hora. Ahora que estoy sancionada, paso acostada, mirando pa'l techo, pensando qué hacer." Una de las posibles respuestas de los cuerpos frente a aquellas prácticas que buscarían controlarlos son las agresiones contra el propio cuerpo. Por medio de las entrevistas habíamos podido visualizar cierta tendencia de algunas de estas jóvenes a reaccionar contra sí mismas frente a situaciones vividas como intolerables. La privación de libertad parecería no poder "tratar" estas conductas, sino reforzarlas. Las entrevistadas hablarán de intentos de "ahorcamiento" y fundamentalmente de los "cortes", tan característicos de la cultura penitenciaria. Cortes-"desahogo", vinculados a una rabia incontenible frente a las "sanciones", el "aislamiento", la falta de visitas, las licencias no concedidas: (G):"Ah sí, pero estos son rayones, tengo alguno por acá que se me notan.. Acá ¿ves? Pero estos son rayones de la primera vez que me empecé a cortar. (Gritos en el establecimiento) Cuando no me dejaron salir. (Si se había cortado afuera) No. Bueno, pedí una salida y me la negaron, todo me negaban y yo estaba que no aguantaba más, entonces para desahogarme me cortaba. Con esto, con baldosa.. Ninguna. Sacarme la calentura nomás y hacer relajo también (se ríe). Te empeora a vo, porque vas sancionada, pasás a Juez y todo. Ahora sí, antes no, pero ahora sí te sancionan.. No, de otras veces también. Tremenda calentura (se ríe). Si, porque... no llegaba la visita, yo creo que por tantas cosas mirá me he cortado que ya ni me acuerdo. Y sí, yo me agarré la costumbre acá dentro de cortarme porque veía a las gurisas cortarse y yo les preguntaba para qué se cortaban. Yo ya sabía que se cortaban en las cárceles pero no sabía que existía este INAME, yo, ta y cuando vine, vi a las gurisas cortándose y les pregunté y me dijeron que pa' sacarse la calentura y así empecé yo." (E):"Me tapé acá, porque mirá, tengo cortes (muestra cortes profundos). En este me hicieron 10 puntos, acá. Cuando estaba sancionada me cortaba. Me hicieron 10 puntos. Cuando estaba sancionada me cortaba, que no valía nada. Aislamiento, te llevan para aislamiento, y ahí me cortaba o cuando no venía mi madre. El año pasado. Me ponía mal y me cortaba, me cortaba. No me dolía. Tenía bronca y me cortaba. (No se había cortado antes de estar privada de libertad) Yo veía que las gurisas se cortaban y yo me quería cortar... Me agarraron de cómplice y me corté acá." (Muestra los cortes). (F):"Yo estaba re angustiada, me hice unos cortes en el brazo, sí, ya tengo, como me comí las fiestas acá tengo unos cortes, me quiero hacer la cirugía, fue el 31 de Diciembre, cuando me comí las fiestas y fue la última vez. Ahora, el mismo día que no hizo la visita me faltó él y faltó mi padre también, porque tenía que ir a P. y para no insultar a una funcionaria ni agarrármela con una compañera, ni nada, me tiré en mi cuarto, puse la caravana y empecé a cortarme... Me descargo, como que me descargo la bronca, las cosas que me corren por dentro de pensar. Porque tuve algún problema o porque él está afuera y yo acá o porque capaz que en las Fiestas... El 31 le pegué una piña a un funcionario y me corté con una gilette. Y otra vez con una baldosa. Para no putear a nadie me la agarro conmigo. La primera vez que me corté era en el C., te endulza, te hacés uno y después te hacés más. Vi en el suelo un vidrio, agarré y me corté. Veo las rejas, agarro unos azulejos y empiezo, yo hasta que no me aflojo no lloro. La verdad me miro los brazos..." El fenómeno de los "cortes" por su naturaleza compleja, exige la necesidad de abordarlo en profundidad, por medio de investigaciones específicas. Sin embargo, podemos pensar que esta forma de automutilación aparecería vinculada a las escasas posibilidades de los internos e internas de instituciones totales de ejercer un mínimo de autonomía, al punto que la representación del propio cuerpo empezaría a ser vivida con ajenidad. Paradojalmente, el "corte" se presentaría como una forma privilegiada de resistencia a los intentos de disciplinamiento ejercidos por la institución, indicando que éstos no tienen posibilidad de someterlas. De esta manera, el "corte" parecería simbolizar la marca del encierro sobre cada una de las jóvenes, que dejaría grabada en la piel la inquebrantable relación de rebeldía y sumisión establecida entre internas e institución. Cortes-estigma, que algunas de las entrevistadas manifiestan querer tapar o borrar, pero que simultáneamente serían vividos como un elemento que las identifica, que con su carácter "contagioso", si bien las hace distintas de quienes no han transitado por la privación de libertad, les otorga a su vez pertenencia a un grupo particular. • EL CUERPO "AMARROCADO" (F):"Declaramos lo mismo, digo, que la botona le había pegado. Un botón que nos agarró de los pelos y todo, nos pegaron pim, pum, pam, el botón nos dio contra la camioneta y cuando llegamos a la Comisaría la botona nos agarró y a la más chiquita de nosotras le pegó un par de cachetadas. A mí como vio que era la más grande, que no podía conmigo, me 'amarrocó', yo me sacaba las 'marrocas', siempre tuve esa habilidad de sacármelas, y me lo ponía así arriba de la mesa y venía y me agarraba de vuelta. Yo me las volvía a sacar hasta que me quemé y le digo: 'A mí no me pegués loca que te voy a matar', y ahí achicó un poco la milica también." Decíamos que la prisión con sus prácticas disciplinarias de control del afuera y el adentro, del tiempo y del espacio, intentarían volver dóciles los cuerpos de los internos. Pero las jóvenes entrevistadas relatan también otras prácticas propias de los distintos subsistemas del Sistema Penal Juvenil, que trascienden la "disciplina" y que atentarían directamente sobre sus cuerpos: (E):"Ayer me quise ahorcar y ¿sabés qué? Me llamaron al psiquiatra y todo. Acá sabés, te hacés la viva y te dan un inyectable y todo, mata caballo te dan. Pasás dopada. A mí me dieron la primera vez que entré acá y la última vez esta me dieron 5 inyectables en cuanto entré, ¿sabés lo qué? Quedé redopada, por 5 días inyectable. Porque estoy mal,angustiada. Y con el inyectable, mareada, me despertaba mareada. Ahora tomo medicación. Para la angustia, para las drogas, para bajar las revoluciones. 10 pastillas por día (levanta la voz); yo no quiero tomar más pastillas y si no tomás pastillas te dan inyectables. Te agarran entre 3, entre 4 y te dan inyectables. Y yo no preciso las pastillas, ahora no las preciso, si ya estoy bien..." (G): "Yo fui re tranqui, yo ya sabía que si me hacía la viva me iban a inyectar, me iban a tostar, me iban a atar. Entonces, no, yo tranquila, yo me hacía toda la santita (se ríe), claro, antes de que me inyecten y me aten. Sí, si te hacés la viva más vale que sí, en una vuelta casi le pego a una gurisa y me quisieron inyectar y yo les dije que no, que no me iban a inyectar nada porque la gurisa fue la que empezó y yo estaba tranquila. No, pero por más que digas que no te inyectan igual, pero yo aclaré las cosas porque te iban a inyectar y no sabían por qué, porque lo único que sabían era que estábamos discutiendo, pero yo agarré y dije que no, que nada que ver, que yo le puse el freno a la gurisa porque estaba de viva y se metía con todo el mundo, entonces no me dieron nada." Parecerían prácticas médico-psiquiátricas que por medio de pastillas, inyectables, choques eléctricos, apuntarían a "tranquilizar", "dopar", "bajar las revoluciones" de aquellos cuerpos que enfrentan el encierro. Las jóvenes lo resumen como dejar de "hacerse las vivas". (Ya anteriormente, habíamos consignado la expresión de E. "caminar de viva"). Dejamos abierta la pregunta acerca del significado de este "estar-andar-caminar (de) viva" que parecería relacionar el estar vivo con la "rebeldía del cuerpo" y que traería aparejadas prácticas del tipo mencionado. De las distintas prácticas del sistema penal dirigidas específicamente sobre los cuerpos de las jóvenes en infracción, las policiales surgen del relato de las entrevistadas como las más violentas en la medida en que atacan al cuerpo por medio de golpes, particularmente desde el punto de vista sexual, con amenazas e inclusive acciones. Es en este último sentido, vinculado al abuso sexual, en el cual creemos encontrar una diferencia con relación a los varones detenidos: (F):"Me acostumbré a andar con el revólver en la cintura, sabía que como soy mujer no me podían revisar. Una vez me pararon los botones y yo tenía el revólver en la cintura: 'levantate el buzo', me dicen, y me lo levanté con el revólver, así y no me lo vieron, un 22 tenía.. Revisarte no pueden,, sí pueden: 'sacate las cosas que tenés en los bolsillos'." Tal como relata (F), existen con relación a las mujeres prácticas vinculadas a la detención y registro policial que estarían explícitamente prohibidas por la ley, pero parecerían ser precisamente éstas las que se transgreden: (E): (Por la Policía) "Pasé abundantes veces. Digo, me cagaban a palos y todo. Esta vez me mataron a palos también. La última vez que caí me mataron a palos. Sí, porque querían saber 'e donde saqué los fierros. Porque yo tenía dos 38 y una 22. Y me cagaron a palos. Jefatura. Me pegaron toda la vida. Te matan a palos los botones, no sirven para nada. A mí los milicos me decían: 'mamita, lavate que ahora vamos'. Eso, si y después cuando caí con mi cuñada, me decían: 'a tu cuñada la cogimos todos'. Me asustaba." (F):"Yo antes no tenía nada en contra de la policía, digo, ahora, te soy sincera no los puedo ni ver (...) en el sentido de que soy menor y sé que me he mandado mis cagadas pero ellos en su momento me han dado palos, porque me han pegado, digo, me han insultado. Cuando me vieron los 5 puntos me dijeron: 'Es tu madre en el medio y nosotros cuatro'... haciéndole eso. 'No que no me llevás nada' y me agarraron de los pelos y me entraron a dar piñazos,, yo le pateé la boca a uno de los milicos, le robé la 38 y ahí yo me escondo; y justo 5 milicos me bajaron al piso, me tiraron arriba de la camioneta y bueno, ta.." (G):"Como el culo. Como siempre. La policía no existe, yo la odio. Y ahora de grande los odio... Botones putos. Me han matado a palos (se ríe). Un milico, yo estaba durmiendo en la Menores y me manoseó, yo me desperté y me estaba tocando. Yo le estaba haciendo la denuncia acá, pero como me fugué... no la pude terminar de hacer la denuncia. Si no sabés como le prendo al milico. Yo cuando me desperté lo maté a palos..." (T):"Cuando yo estuve detenida en el coso de Menores, el policí a mí me decía cada cosa, digo, que yo quedaba de cara. Y sabiendo que yo estaba embarazada. Cada cosa que nunca pensé. Groserías. Y después paró por allá y hablaba con una, y siempre con alguna mujer. Yo qué sé, no respetan. Quieren que los respeten pero ellos no respetan tampoco. Cómo tienen que ser, no sé. Yo qué sé, tienen que dar el ejemplo, yo pienso, porque si viene un guacho de 20 años y el milico tiene 25 y se está cargando una guacha, los otros qué van a hacer, seguro van a hacer lo mismo." (E): (Denuncia) "Noo. Pasé al forense. En el Juzgado pasé al forense, pero el forense no hace nada. Me vieron los palos y no hace nada. Me vichó ahí, anotó y tá, y nada.. Si, los botones cuando me agarraron me dieron más palo. (Alza la voz) Yo fui a forense y todo y no dijeron nada.." La vulnerabilidad y el sometimiento de la niña y de la mujer por medio de actos vinculados a la violencia y el abuso sexual, son situaciones que pasan a formar parte de la cotidianidad de las jóvenes en infracción y que permanecen en un plano de invisibilidad en la medida en que tocan puntos ríspidos de la cuestión social. Desde esta perspectiva consideramos importante analizar el mecanismo de la denuncia, que resulta generalmente fallido y que no es visualizado por las entrevistadas como una forma válida para detener los abusos a los que relatan haberse visto sometidas. MUJERES ENIGMA, MUJERES CERTEZA "El enigma de la mujer ha puesto cavilosos a los hombres de todos los tiempos", decía Freud en su Conferencia sobre "La feminidad". (Freud) Sin embargo, tal como lo han planteado historiadores de la sensibilidad, "si bien los testimonios sobre la mujer escasean en la historia y los pocos existentes se refieren a la situación de la integrante de las 'clases conservadoras' (…)" este supuesto enigma fue en las distintas épocas "cubierto" de certezas, que decantaron a comienzos del siglo XX en imágenes tales como "la mujer con dedal": "esposa y madre abnegada, económica, ordenada y virtuosa en el manejo de la casa" y la "mujer diabolizada": "ser diabólico, devorador de hombres, destructor de su dominio y su poder". (Barrán, 1994, T1) En lo que refiere a las jóvenes entrevistadas, en el ámbito privado, las mismas parecerían identificarse con los roles hegemónicamente impuestos, siendo el modelo al que aspiran similar a ese que Barrán denominara de "la mujer con dedal". Por el contrario, para "salir" al espacio público asumirían una "grosera" caricatura de aquello habitualmente asociado al modelo masculino, entre otros: agresividad física y verbal, ausencia de temor, utilización de armas, consumo abusivo de alcohol. La vía del estudio no surge en el discurso de las entrevistadas como una alternativa viable. Casi unánimemente rechazan asumir el modelo hegemónico de feminidad burgués (el de "las conchetas") asociado al "deber de agradar", vinculado a los cuidados estéticos, a la primacía de la "belleza" y a la preocupación por los "adornos". Pasibles de una triple dominación, por mujeres, por pobres y por jóvenes, ¿qué significa para las entrevistadas, en su tránsito de "niñas" a "adultas", ser mujer? ¿Repetir la experiencia de sus madres, permaneciendo en la esfera doméstica con códigos muy rígidos de comportamiento y saliendo al espacio público para desempeñar trabajos de limpieza o ejercer la prostitución? Capítulo IX Sujeto, tiempo y producción: desencuentros y resistencias _______________________________________ MALESTARES Y RESISTENCIAS A LA "MALDICIÓN DE LA UTILIDAD" En los modos de vida y organización social que surgieron en Europa desde el siglo XVIII, y que en términos generales podemos referir como modernidad, la uniformidad de la medida del tiempo - a partir del invento del reloj mecánico- llegó a emparejarse con la uniformidad en la organización social del tiempo. Así, tiempo y espacio se separan, a la vez que se alcanza la homologación mundial de los calendarios y la estandarización del tiempo en las distintas regiones. (A. Giddens, 1999) En este período histórico, la pena privativa de libertad o pena carcelaria, se convierte en "la pena" por excelencia; tal cual afirma M. Pavarini (1995) "el esquema retributivo resulta efectivamente exaltado por un referente sancionatorio que es ontológicamente dúctil y fungible por excelencia: el tiempo. (…) la misma noción de libertad cambia: ella posee un valor económico porque está conectada con el valor económico del tiempo, un tiempo que por primera vez puede ser ´económicamente' medido, cuantificado". Luego, concluye Pavarini, en la sociedad capitalista, productora de mercaderías y fundada sobre el intercambio de equivalentes, "todas las formas de riqueza social son reducidas, homogenizadas en el común denominador del tiempo asalariado". "El tiempo se pasa lento", señala (A), un adolescente, en clara referencia al tiempo de la privación de libertad. El tiempo, el universal, el tiempo asalariado, el tiempo de la pena carcelaria, homogeniza y ordena. No resulta casual entonces -tal cual lo ha recogido J. P. Barrán- que la puntualidad sea uno de los valores "civilizados" impuestos a niños, obreros, inmigrantes y delincuentes, en nuestro país, en el marco del Novecientos. La misma vendrá acompañada del silencio, y de una dura lucha contra el ausentismo laboral. Orden y puntualidad para trabajar y silencio para la vida cotidiana, constituyeron sendos pilares sobre los que se asentó nuestro peculiar proceso de modernización en clave capitalista. Tiempo y trabajo se enlazan, desde cierto malestar, en la palabra de los adolescentes entrevistados. Así el rechazo al tiempo pautado se expresa con claridad en el siguiente relato: (A): "No me gusta, nunca me gustó que me pongan horario. Cuando mi madre me decía tenés que ir a tal lado, a tal hora, y siempre llegaba dos o tres horas después. A veces llegaba antes, nunca a la hora (…) Acá no me gusta que vengan y me digan levantate que tenés que ir a los talleres." Con relación al trabajo, el relato de los adolescentes nos trae imágenes que los ubican, en algunos casos, desde los 6, 7 u 8 años trabajando en compañía de adultos. (V): "Y ... yo fui siempre trabajador, trabajé siempre desde los 9 ... desde los 8 años en la feria ... con mi madre..." (S): "Así ...trabajar con las flores... en los viveros... hice un vivero... llegué a tener un vivero con otro compañero... que mi compañero lo tiene todavía ... y cuando yo era chico así ... compañero... ya es un hombre grande... casado y todo... yo era chico y él hacía plantas pa vender, viste, poquitas así pa vender ... aparte del trabajo que él tenía y me pagaba por ... por llenarle bolsitas de tierra, yo tenía seis años, siete años... y el loco un día me invitó así a trabajar... y bueno empecé a trabajar... me empezó a enseñar... me enseñó (cosas de flor) hasta los trece ahí, desde chiquito (...) después me fugaba de los hogares y me iba pa ahí y trabajaba ... así." (N): "Si... siempre trabajé con mi padre... De jardinero trabajaba con mi padre... Toda la vida iba con mi padre a ayudarlo... (te gustaba)... Si... y me sigue gustando..." (B): "Trabajé en el reparto de verduras, haciendo bizcochos, en un almacén, en construcción... Desde los diez años o antes (edad en que empezó a trabajar)." (T): "No me acuerdo bien cuantos meses trabajé, pero tenía 13 años. Y a los 12 trabajaba en la feria. Y a los 14 de limpiadora." El fin del período escolar -o aun antes si atendemos algunos relatos- parecería colocar a estos adolescentes, sin preámbulos, ante la "maldición de ser útiles", tal cual lo consignó W. Benjamin (1989) en referencia a una existencia "productiva" que todo sujeto adulto y apto forzosamente debe desarrollar en el marco de la formación socioeconómica capitalista. La "no utilidad" -esto es el "no trabajo productivo"- conlleva la "no propiedad" y por tanto supone la "miseria". Resulta así, tal cual lo ha señalado J. Donzelot (1991) que "la desviación a partir del siglo XIX ya no es de orden religioso sino económico y la culpabilización de la miseria (…) ha sido el acontecimiento principal que ha hecho inclinarse a las estructuras represivas hacia un nuevo sistema. Es pues en el tratamiento de la indigencia donde se buscarán en primer lugar las claves del análisis de la desviación…" A su vez, en estos mismos relatos el trabajo parecería constituirse en fuente de diversas molestias: (I): "Y trabajaba, trabajaba ahí en la tienda de Paso Carrasco, estaba de cadete. Trabajaba bastante, trabajaba en la feria también. Era un pibe trabajador (se ríe) (…) Y ta, después no fui más, y ta no, ya estaba. Ya estaba, se ve que no quería trabajar más. (…) No sé, capaz que trabajo de mozo, tengo que hacer un curso." (¿Te gustaría?) (Se encoge de hombros, se sonríe, guarda silencio). (R): "Trabajé ahí con mi tío en la leña. No me gustaba para nada. Me arruinaba todas las manos (se ríe mientras se mira las manos) (…) (¿Algún trabajo que te guste?) no sé, acá te hacen trabajar, todos los días ahí en el terreno. Yo no trabajo mucho." (H): "En una casa, cuidando unos nenes. Eran cuatro nenes de 2 años, de 4, de 5 y de 6. Yo trabajaba ¿cómo se dice? Con cama… yo estaba con los nenes todo el día y hacía las cosas de la casa… Eran muchas cosas pero me acostumbré. (…) Sí, todos, los sábados y los domingos también. Era mucho trabajo." (O): (¿Trabajaste?) (Asiente) "...Con mi tía, en un supermercado... Iba a repartir en la camioneta (¿te gustaba?) Un tiempo trabajé... Después no fui más." (M): "Nunca trabajé, no me gusta trabajar, pero algún día voy a trabajar." (P): "Trabajar, trabajar, ¿trabajar?... En especial nada... o sea trabajar pero en la construcción te mata, y el único trabajo que hay ahora es en la construcción." (B): "Dejé (el diploma de mozo) ahí en el Centro, pero tá, nadie te llama, me dijeron que si quería trabajar tenía que hacer yo los clientes en la calle, te daban no sé cuanto por ciento así, de lo que vos vendas, en un bar así que vos trabajabas, salías y vendías, si vendías te llevabas un tanto por ciento y eso no da ni para los boletos." (T): "Sí, trabajé en de todo un poco. En la feria, en una casa de familia, trabajé de niñera. En una casa de familia trabajé como limpiadora. Ahí estuve un año… Te mandaban mucho, pero ta,, te tenías que aguantar. También trabajé de niñera porque me pagaban 600 pesos por semana. Y como una semana no me pagó y otra y otra, porque era una gurisa, entonces dejé por eso. De niñera trabajaba todo el día de lunes a sábado, todo el día.. Sí, me gustaba.(trabajar con niños). Era lo que me gustaba más, pero por lo que te pagaban, no valía la pena. Aunque soy sola, pero un par de championes hoy en día valen más de 300 pesos." Algunos relatos colocan la molestia a partir de la propia acción de trabajar y del "gusto" o no por ello. "No me gusta trabajar", afirma un adolescente; "yo no trabajo mucho", señala otro. La expresión de ser "un pibe trabajador" mueve a la sonrisa a la vez que encogerse de hombros, sonreír y guardar silencio resulta la respuesta ante la interrogante del "gusto" por cierto trabajo. También el malestar parecería radicar en el tipo de trabajo al que se accede. Un adolescente afirma no gustarle "para nada" su trabajo de reparto de leña, mientras otro expresa que trabajar en la construcción "te mata". Las adolescentes señalan con relación al servicio doméstico la existencia de largas jornadas y un cúmulo importante de trabajo (limpieza, atención de niños, etcétera). Dice una adolescente: (W): "Para mí no es una deshonra (lavar pisos) pero no es lo que me gusta. Mi casa la limpio porque de última, no me queda otra, porque no la voy a dejar desordenada. Pero no es una cosa que me gustaría a mí hacer en otra casa. Me gustaría tener un proyecto mejor…" El lugar socialmente asignado en el sistema productivo destina a estos adolescentes generalmente a trabajos manuales, que requieren de un importante caudal de esfuerzo físico: feria, reparto de leña, changas vinculadas a la construcción, servicio doméstico. Los siguientes relatos ejemplifican aún más este aspecto: (G): "Yo cuando fui con mi madre así, cuando estaba con mi madre iba a la Quinta a ayudarla. Cortábamo' uva y si no, cuando no había uva limpiábamos la Quinta, limpiábamos toda la Quinta, los manzanos." (J): "Si trabajé, sí. Trabajé ahí por Millán, en un coso… Conocí a un amigo ahí, y el pibe ese conocía a un hombre que tenía un coso de leña, viste, que llevaba leña para otros lados y había que cargar los camiones." (L): "…Haciendo changas... De repartidor así, viste, en un almacén y todo... Yo estaba haciendo un* para un supermercado... arreglaba los estantes, ayudaba a bajar, a cargar el camión viste, a bajar las cosas del depósito y todo…" A su vez en algún caso, el tipo de trabajo realizado se observa "aburrido" y en cierta forma vaciado de sentido. Relata un adolescente: (R): "Estuve repartiendo volantes también. En 18 y la Plaza del Entrevero, enfrente, en la puerta de una galería. Me aburría. Me aburría estar parado así (se ríe) y la gente (se ríe). La gente terrible. No me molesta que me lo agarren y lo tiren, me molesta que no me lo agarren. Yo trabajaba por horas, tenía un mazo así, total que pasen las horas, pero tener que estar parado aunque no repartas…" Finalmente, las modalidades de relacionamiento laboral parecerían contribuir al malestar que hemos señalado. Los adolescentes refieren a un marco de condiciones laborales precarias, en algún caso vinculado a relaciones familiares, sin garantías, con largas jornadas de trabajo, donde se puede o no recibir un salario que además asume expresiones irrisorias. Expresa una adolescente: (T): "En la feria vendía cosas que me daba mi padrastro, porque él vende: radios, pilas, cositas, y yo salí a vender porque él me daba. Porque él estuvo dos meses que no me pagó y entonces, no me valía la pena. Para que no me paguen me quedo en mi casa acostada (…); y con relación a una experiencia de trabajo doméstico agrega: "No sé si lo extrañé (cuando perdió el trabajo). Porque cobraba poquísimo, cobraba 1000 pesos, no cobraba nada. Me iba a las 8 de la mañana y volvía como a las 4 de la tarde a mi casa. Trabajaba bastante." Particular destaque amerita la exposición de un adolescente referida al trabajo "en la tierra": (S): " ...Pero el laburo de la tierra te mata ... no es una cosa que me guste mucho… igual de última capaz que sí quiero hacer las cosas bien, trabajo con la tierra, no importa ... arreglo cualquier cosa (te mata el trabajo de la tierra) sacar tierra de lugares así ... sacar palmeras ... arcillas grandes ... estar todo el día haciendo almácigos ... estar todo el día plantando plantita por plantita ... llenando bolsitas ... después que la tenés que vender ... regarlas ... cuidarlas que las hormigas no te las coman ... que el sol no te las mate, que la lluvia no te las mate ... y es bravo... aparte que trabajar ... tenés que trabajar todo el año ... no hay un día en el año que vos vas a poder estar libre ... porque en el verano no te podés ir por ahí porque las plantas se te van a quemar por el sol ... y en el invierno no te podés ir porque las mata la helada ... entonces no tenés ningún ... te tenés que levantar a las cinco de la mañana... y ta, la plata la da... en ese tipo de cosas... haciendo el mantenimiento en el verano así... cortando pasto... haciendo jardines... haciéndole forma a los arbolitos... pero ta, te cansa yo qué sé ... no es lo mío eso (…) sé lo que es laburar... y no he laburado así haciendo un chuco no, he laburado en serio ... así hasta cansarte, cansarte 11 horas por día, 12 horas por día ... no una hora, abundante." (S) detalla minuciosamente el proceso de trabajo, y en él parecería colocar su cansancio y su molestia, concluyendo que esta opción no le pertenece; "no es lo mío eso", afirma al final de su exposición. Inevitable nos resulta recordar el lugar que alcanzó la llamada "solución agrícola" desde comienzos del siglo XIX. C. Grignon (1991: 69) ubica entre 1820 y 1850 la conformación de un discurso que "a partir de las denuncias de los peligros y miserias de la vida en la ciudad, de la industria y el comercio, de las desgracias, vicios y taras de la población obrera" y "siguiendo un esquema de oposición binaria", construye una imagen "ideal del campo, de la agricultura y del campesinado". Los partidarios de la "solución agrícola" vinculan, en la vida de los obreros, la miseria física con la miseria moral, esto es, "la enfermedad y la degeneración con los vicios y los crímenes". Esta relación, continúa Grignon (1991:71), "se encuentra directamente extrapolada, bajo la forma invertida, de la relación idílica entre la salubridad del campo (vida al aire libre), la salud física y la salud moral del campesino (robusto, sólido, atemperado y honesto)". Asimismo A. Platt (1982: 84-88) señala que esta idea de la "pureza" del campo frente a la "corrupción" de la ciudad constituye un tema recurrente en el Movimiento pro salvación del niño. Las referencias documentales citadas por A. Platt exponen una orientación explícita al respecto. Es recurrente la referencia a la imposibilidad de reforma de los niños en la ciudad, "donde había tentaciones por doquier" y donde los padres no educaban a sus hijos "a respetar los derechos y las propiedades de los demás". En consecuencia, el "único plan posible", "el único modo de salvar a estos muchachos y muchachas" es alejarlos de la vida urbana y trasladarlos al campo. Allí se ubicaron los reformatorios, orientados a la enseñanza de los saberes agrícolas, en un marco de férrea disciplina y fomento de hábitos de trabajo, limpieza y frugalidad. El cambio de ambiente parecería resolver la "limpieza" de los "malos hábitos" aprendidos en la ciudad, como la holgazanería, a la vez que eliminaría la posibilidad de "tropezar" con las "malas compañías" y evitaría todo tipo de "tentaciones". Concluye A. Platt, "la confrontación entre los delincuentes depravados y la naturaleza impoluta debía producir un efecto espiritual y regenerativo". El traslado de ambiente vendría a consagrar cierta "invisibilidad" de la "delincuencia" -y de los "delincuentes"- que resultaban apartados de la vida "civilizada". Se procesa en este sentido, cierta lógica de "secuestro" del conflicto social, conceptualización que originalmente ha expuesto M. Foucault y ha sido retomada -al momento de colocar el histórico énfasis internista de las políticas de atención a la infancia en nuestra regiónpor E. García Méndez (1994), entre otros. Si consideramos el universo de molestias que con relación al trabajo expresan los adolescentes, a la vez que avanzamos en sus relatos, ¿puede hablarse de cierta resistencia de estos adolescentes a la "utilidad" propuesta, así como (A) expresaba su "no gusto" ante el horario pautado? En primera instancia, esta opción, la de la "plata dulce" -comparativamente al escenario del trabajo- se constituye en sus relatos en una opción mayormente valorada, en tanto el producto final parecería obtenerse con mayor "facilidad". Otras valoraciones se realizarán luego, al momento de poner en consideración la previsibilidad del tránsito social del sujeto en virtud de su vinculación a la infracción, expresada en términos de cárcel y muerte, pero esta constituye otra dimensión de análisis. Expresan los relatos de los adolescentes: (I): "Estaba más fácil para robar que para trabajar. Lo que hacés en un mes lo hacía en una hora, más bien." (R): (¿Otra opción al robo?) "Si, claro, trabajar. Pero no me gustó." (S): "...Pero no… a mí se me parecía más fácil robar... se me parecía... que no tenía que estar con una azada no más ... ni tenía que trabajar en tierra ..." (P): "Yo siempre pensaba en estudiar, en trabajar no, porque robaba. Pa qué voy a trabajar si ganaba. Ganaba mucha plata.. Los 8000 pesos que hace usted en un mes, yo los hacía en una hora. En un día hacía 12, 13, 14 mil. Una vez hice veinte palos en un día. A mí no me daban trabajo porque era una ratita así. Entonces, esa ratita así, se metía por una ventanita así. Me metía sacaba la plata y ya está. No me costaba nada. Me gustaba, llegó a gustarme. Ahora no lo puedo hacer, porque soy más grande ahora. Me gustaría volver a tener 11 o 12 años, cuando era chiquitito así. Pero pegué un estirón de repente… a mí me gusta la plata dulce. ¿A quién no? Si usted no tuviera que trabajar todo un mes para hacer diez mil pesos, ¿no le gustaría? Ahora pa mí es todo igual, todo malo, como un dolor de muelas. (D): "Porque no me gustaba mucho trabajar, así, va,... me gustaba trabajar, pero no, porque quería seguir robando, así... Si, era más fácil (robar que trabajar), robaba un día y podía gastar todo el mes." Recordemos que el trabajo -tal cual ya lo habíamos señalado- siempre y cuando exista, "salga", se expresa en condiciones precarias y con salarios que no "alcanzan". Al respecto, algunas expresiones parecerían contener -incipientemente- ciertas líneas de denuncia social: (P): "Mi madre trabajaba y no le alcanzaba. Tenía que salir pa las quintas de repente a las cuatro de la mañana. Trabajaba al sol toda la semana pa ganar 700 u 800 pesos. ¿Qué le parece, eso? No cualquiera roba, pero hoy día casi todo el mundo roba. Menos usted y alguno que trabaje. Somos tres millones y casi un millón y medio no tienen trabajo, entonces, ¿qué van a hacer? Roban." (B): "Yo, tratar de ayudar en casa desde chico, desde que empecé a trabajar, después tá, no me salían trabajos, no me salían, no me salían y ...pero yo qué sé, yo salí a robar una vez y caí acá la primera vez y pum, caí acá, después salí afuera a buscar trabajo y un día conseguí pero igual digo, conseguí en INDA, pero igual no tenía para el boleto del mes y digo tá, la única que me queda era salir otra vez, salí y tá, caí de vuelta." (S): "...Yo no laburo por 800 pesos por mes de * que voy a laburar ... (por cuánto)... De dos pa arriba ... si quiero hacer las cosas bien de dos pa arriba ... dos yo me manejo con dos (dos mil por mes). De dos pa arriba ... pero yo tengo pensado ganar más que eso ... De cuatro pa arriba ... cinco, seis, siete, ocho, nueve." Particularmente el relato de (L) -quien no se "imagina" trabajando a la vez que señala que la "voluntad está, la voluntad pa laburar está", expresa con claridad la tensión entre el robo y el trabajo. Este último supone "encarar, encarar bien", "hacer todo lo mejor posible" y ganar "todo con el sudor de la frente". A su vez, la mayoría de edad viene a colocar un "no se puede, ya fue, ya está", con relación al hurto y la rapiña, en tanto "caer" por ello puede resultar "caro" en términos de años, de tiempo. La distinción entre una u otra situación conlleva un uso diferenciado del dinero, el trabajo supone que a "la plata no la vas a tirar toda de una… porque sabés que estuviste todo un mes laburando". Ese "no gastar toda la guita" implica un cambio con relación al hurto; interrogado (L) acerca de si imagina dicha variante, su respuesta no alcanza la palabra: "Mmmmh" es su expresión. (L): "No… no me imagino (trabajando), pero ta … vamo a ver qué pasa, laburar me tengo que poner a laburar… más bien… salir a robar no quiero… no quiero más salir a robar. (…) (futuro)." "Encarar, encarar bien, ya está... Hacer todo lo mejor posible... ponerme a laburar, a laburar y bueno de a poco ir comprando lo mío... (trabajo en la pesca)" "... es mucho peso... bueno si no, dejo... me tengo que acostumbrar al peso y tá... podés salir embarcado (…) hacés treinta o cuarenta lucas, la mitad se la dan a tu familia (los de la empresa) y la mitad te la dan cuando volvés... ahí no hay otra, tenés que laburar o laburar (¿es como estar obligado?) seguro... ahí tá... Claro, porque ahí yo qué sé, la plata no la vas a tirar toda de una... porque sabés que estuviste todo un mes laburando... (...) porque ya robándola yo qué sé... pa esto aquello porque tá, te gastás toda la guita y ta, pero laburando ya no es lo mismo... (imaginas ese cambio) Mmmh...(...) tener lo mío... yo qué sé... Ganarme todo con el sudor de la frente (...), la voluntad está... la voluntad pa laburar está... (gusta). Y sí, aparte que sí, me quiero poner a laburar, ya crecí, yo qué sé, ya cumplí la mayoría y todo, no se puede, ya fue, ya está. Porque yo qué sé, ahora ya si caigo por un hurto me van a hacer comer dos años, si caigo por una rapiña me van a hacer comer ocho años, seis a ocho años, y me va a salir más cara la cana que... yo qué sé... haré plata ¿no? pero yo qué sé... ahora aparte... no la veo... la verdad que no la veo. (...) Yo qué sé, poniéndome a laburar... igual lo mío lo voy a tener (igual)..." ¿Intentar escapar de esta repetición saliendo a la esfera pública con atributos asociados a un rol masculino sumamente estereotipado? ¿Es posible para estas jóvenes no quedar aprisionadas en las certezas? HOLGAZANES E INSUBORDINADOS: LAS REMINISCENCIAS DE LA FIGURA DEL "VAGO" DEL SIGLO XIX A los efectos de continuar profundizando en la tensión que se expresa en la relación hurto/trabajo, ¿cuánto puede reconocerse en (I) de la figura del "vago" del siglo XIX, figura emblemática sobre quien se disparó todo el andamiaje disciplinador y moralizador de los Estados modernos, dada la necesidad de disponer de la mano de obra que el sistema productivo requería? (I): "Pescar me gusta. Cada tanto voy (…) Tengo dos terribles cañas, llevaba a mi hermano chico. Me llevaba un vinito pa mí, un porrito, un cigarrito y llevaba a mi hermano a la playa y todo. Íbamos ahí, a la escollera, en la Aduana. Si está lindo vamos con mi hermano." El relato de (I) parecería ubicarse fuera de tiempo, sin el ordenamiento del tiempo moderno. La imagen ociosa, vinculada además al alcohol y otros consumos, coronan la figura del "vago", en donde holgazanería e insubordinación se nutren mutuamente. La insubordinación reside en el hecho de contar con la "aptitud" para el trabajo y en no proceder, por voluntad propia, a la acción de trabajar. Colocado frente al interrogante de qué futuro laboral se imagina, (I) se encoge de hombros, se sonríe y guarda silencio. Luego, en sus palabras, que transcribimos anteriormente, el robo se deslizará en oposición al trabajo y resultará "más fácil" que este último. Particularmente en el relato de (I), la totalizante presencia del consumo de alcohol, refuerza el estereotipo del "vago", en cuya figura, ociosidad y alcoholismo se unen indisolublemente. Se refuerza así la imagen de un sujeto "tranquilo" y "alegre" en cuya ociosidad -sin tiempo reglado- el "estar tomando" parecería constituir un componente esencial. Asimismo, el alcohol, en su relato, precede en orden de necesidad a la "merca": (I): "Pa, pa alcohol sí, alcohol (hace un gesto de aprobación, sube la voz) Primero el vino, y ta, depende, en el verano cerveza. A mí me gusta el alcohol, me gusta tomar. Si tengo plata me compro una botella de Martini y me la tomo toda, tranquilo, más bien. Me siento alegre, como me voy a sentir (se ríe). Triste no, y no me da por pelear. La gente que me conoce ya sabe que me paso riendo las 24 horas (…) El alcohol es el alcohol (…) Yo primero tengo que tener el vino, el vino, el cigarro, si no tengo vino, no tengo cigarro, no compro (merca)… Si tengo una gamba me compro unos vinos, un cigarrito y ta.." A su vez la presencia del alcohol en las escenas de la vida cotidiana de (I) resulta un común denominador. (I): "Mientras hago la comida pongo un poco de música, me sirvo un vinito. Me tomo un vinito con la comida, haciendo la comida, más bien.(…) Ahora me voy solo. Más bien, tranquilo. Me voy a comprar un vinito ahora para la comida, ahora, para casa.. Cocina mi vieja, más bien. Un vinito para la noche y ya me quedo en casa, está frío, no hay nada, me quedo en casa… Ahora me tomo un litro y medio, si me quedo en casa tomo un litro y medio, si salgo por ahí tomo más. (…) (En las Fiestas) No, no me drogo, tomo alcohol abundante." El discurso aporta cierta percepción de riesgos asociados al exceso de alcohol; por un lado la posibilidad, concreta, reconocible, del daño físico, constatable por el sujeto en virtud de sus experiencias, aunque no parecería constituirse por ello en un factor disuasivo, por otro, la certeza de que el alcohol u otros consumos debe estar ausente de las instancias de robo. (I): "Mucho alcohol hace mal también. Un compañero mío se iba a morir y todo. Está en silla de ruedas y todo, tanto alcohol. Una vuelta le subió la presión, quedó con los ojos torcidos, en silla de ruedas, todo mal. Pasaba el camión y le dejaba siempre una de diez. Imagínate (…) Una vuelta mirá, me subió la presión abundante. Si, porque tomé mucho alcohol. Tenía los ojos hinchados y todas manchas rojas en la cara. Imagínate. Me sentía mal, mal… Me tomé mucho alcohol, una botella de whisky yo solo. No quería comer ni nada. Dormí un día… Me apretaba los ojos y me caían las gotas. Sería whisky (…). Cuando iba a robar casi nunca me drogaba, ahí voy fresco. No ir ni fumado ni drogado. Si uno va de cara razona más, piensa más: me voy por ahí, por allá,¿ entendés? Si vas de cara, uno va tranquilo (se ríe y simula caminar en punta de pies). Más bien tranquilísimo… Hay mucha gente que se fuma un porro, y algunas veces los agarran porque hacen mucho ruido. Porque ta,, vos te tomás unos vinos, pero ta,, capaz que te vio toda una cuadra, ¿entendés?" (R): "Cuando iba a robar iba lúcido totalmente. Es importante, muy importante, si no no tenés idea de lo que te pueda pasar o de lo que puedas hacer. Para todos lados es importante, cuando no vas a estar lúcido, quedate tranquilo." Barrán (1995, T 3, pág. 11) afirma que ya desde el Novecientos, mencionar el consumo de alcohol es "atraer de inmediato otras imágenes a él ligadas: el desorden obrero, la locura, la degeneración de la raza y la decadencia del poder de la nación". Tal consumo se vinculó también a la sexualidad excesiva y a la pérdida de las inhibiciones morales, así como también a la descendencia "criminal". Esa sensibilidad de los "excesos" que Barrán identifica con la cultura "bárbara", premoderna, parece vislumbrarse en el relato de (J) y de (P): (J): "Miro a mis hermanos y eso y pasan tomando, así cuando hay cumpleaños y eso. Los veo así y toman como locos. Cerveza, vino, los que les den toman, toman queroseno igual." (P): "El 31 estoy allá. Agite, agite. Tomamos hasta que nos quedamos locos. Aparte yo ando con mi novia, voy a tomar algo, quedo re loco y ella me lleva para mi casa, igual. En las Fiestas, ¿ a quién no le gusta tomar? El 31, cuando salga, voy a tomar abundante." Tal cual lo habíamos señalado, los adolescentes en cuestión son colocados sin preámbulos -o sea sin moratoria preparatoria de ingreso al mundo adulto- ante la "maldición de ser útiles", y en el marco de una "utilidad" prestablecida. Luego, rechazada lo que podríamos denominar "la opción del trabajo", ¿no estaríamos de alguna manera identificando en estos adolescentes aspectos que los colocan, con relación a las políticas públicas, en la categoría de sujetos "vergonzantes" tal cual la han conceptualizado Grassi; Hintze; Neufeld (1994). Colocados así, en la encrucijada de la "utilidad", algún adolescente puede incluso formular un futuro en términos regresivos, ubicándose en una suerte de infancia continua en la que es posible identificar la escuela, el fútbol, la "joda" y "nada más. No hacer más nada". (A): "¿Cómo me gustaría vivir? No sé, me gustaría seguir como estaba antes, en la escuela, y no pensar en nada, nada más en ir a la escuela, joder y nada más. No hacer más nada.. Ir a jugar al fútbol todas las tardes." Otro, como en una especie de juego de espejos, forzado a proyectarse al mundo laboral, parecería ubicarse -¿podría decirse que funcionalmente?- en el lugar que socialmente se le tiene reservado. (J): "No sé en qué me gustaría trabajar , en algún coso, yo qué sé, carga y descarga, después no creo que me guste otra cosa (…) Ahora capaz que consigo para embarcarme (…) hacen puerto, hacen dos o tres meses de agua y después bajan y estás un mes en el puerto… este trabajo me gustaría.." Otro parecería haber visualizado el efecto que la adquisición del trabajo produce en relación al "afuera", habilitando la salida del internado. Se materializaría así una concepción rehabilitatoria, asentada en el trabajo, que al decir de J. Donzelot (1970) "unifica en una misma praxis terapéutica una doble estrategia de regeneración y de adaptación". (B): "De un trabajo me dijeron así que estaba por conseguir, hoy tenía que hablar con la Asistente y acá me consiguieron de mozo y de repostero, el cocinero de acá de un bar del centro, de un restaurant, me dijo el fin de semana, el sábado, si quería trabajar y sí claro, me dice, ¿vos sabés de repostería?, y si yo estudié y de mozo también y hoy iban a hablar con la Asistente y si la Asistente dice que sí me mandaba a pedir afuera y me dejan salir a trabajar y ya empiezo a trabajar por suerte." ¿O acaso será cuestión de "acostumbrarse", como afirma (L), al hacer referencia al trabajo en la pesca o (H) acerca de su trabajo doméstico?: (L): "Es mucho peso... bueno si no, dejo... me tengo que acostumbrar al peso y tá... podés salir embarcado (…) hacés treinta o cuarenta lucas, la mitad se la dan a tu familia (los de la empresa) y la mitad te la dan cuando volvés... ahí no hay otra, tenés que laburar o laburar (es como estar obligado?)... seguro... ahí tá..." (H): "Yo trabajaba ¿cómo se dice? Con cama… yo estaba con los nenes todo el día y hacía las cosas de la casa… Eran muchas cosas pero me acostumbré. (…) Sí todos, los sábados y los domingos también. Era mucho trabajo, pero me trataban bien y tenía mi plata. 3000 pesos y tenía la casa y la comida." Capítulo X Conclusiones _______________________________________ La pretensión del estudio ha sido contribuir a lo que Castoriadis (2003:70) ha consignado como ese proyecto siempre infinito "de esclarecer otros aspectos del objeto, y de nosotros mismos, de situar las ilusiones y las razones que los hacen surgir, de ligar todo esto de una manera que llamamos -otra expresión misteriosa- coherente". Procuramos contribuir a la reflexión acerca de la temática de la adolescencia y la infracción, desde una perspectiva que se orientó a conocer y comprender la configuración subjetiva de los adolescentes involucrados. A punto de partida de considerar centralmente la voz de los entrevistados y su relato desplegado en el dispositivo de investigación, fuimos aproximándonos a la trama de significados que dicho relato expresa. El uso de la técnica del relato biográfico permitió recorrer -con suma flexibilidad- experiencias de infancia, tránsitos escolares, escenarios familiares, relaciones con pares e inserciones laborales, así como visualizar las propias percepciones de los entrevistados acerca del devenir de sus trayectos sociales. Asimismo, procuramos detenernos en los actos infraccionarios realizados por los adolescentes entrevistados, indagando sus posibles sentidos a partir de los recorridos singulares y sociales de los/las adolescentes y de los significados que ellos/as han ido tejiendo en torno de éstos. Paralelamente, ahondamos -entre otros aspectos- en las "marcas" que suponen a estos adolescentes el transitar por procesos institucionales y sociales de "minorización", a la vez que percibir sus singularidades en la configuración de la "otredad". Se considera además, en este estudio, la cuestión de las adolescentes mujeres en infracción. Entendemos que la perspectiva de género aporta una dimensión que posibilita tanto analizar los ejercicios de poder en el campo de la sexualidad, como aquellos supuestos que sustentan las producciones disciplinarias, así como también complejizar la comprensión de los discursos de los y las adolescentes entrevistados/as. En este sentido observábamos la singular centralidad que -en el marco de la temática de estudio- adquiere el propio cuerpo de las adolescentes, ejerciéndose sobre él un disciplinamiento particularmente vinculado al ejercicio de la sexualidad, en tanto en éste parecería localizarse la "desviación", por tanto la atención de los dispositivos de control. La construcción de este trabajo no resultó tarea sencilla. Tampoco resultó fácil alcanzar este momento relativamente final que significa llegar a un determinado nivel de conclusiones. Pese a las dificultades nos empeñamos en no dimitir, quizás porque coincidimos con la doctora Violeta Núñez en que es en el momento de la denominada adolescencia donde las dimisiones de los adultos se producen. Por medio de las entrevistas realizadas, los y las jóvenes mostrarían cómo mientras eran niños no habrían sido visualizados/as desde lo social en términos de problemas, pero esa valoración cambiaría cuando estos niños y niñas devienen adolescentes. Muchos/as de los y las entrevistados/as -todos ellos finalmente captados/as por el Sistema Penal Juvenil- hablaron de múltiples "dimisiones". No sólo desde lo familiar (que es donde generalmente se han detenido los intentos de comprensión de estos/as adolescentes), sino educativas, culturales, sociales. Ante el planteo de "hablar", los y las adolescentes hablaron. Y vaya si lo hicieron. Y esta -aunque parezca una obviedad- se nos presenta como una primera conclusión. Esto es, que desde un lugar de "neutralidad" en cuanto a valoraciones morales, religiosas, sociales, así como en no conceder a priori y en virtud de prejuicios teóricos una importancia preferente a un determinado tipo de significaciones (Laplanche; Pontalis, 1979), algo novedoso en el discurso de los y las entrevistadas parecería emerger. La pregunta sería entonces ¿qué pasa cuando hay un real tiempo para la escucha del joven? Un tiempo no urgido por la lógica de los diagnósticos, de los traslados y derivaciones, de los "informes técnicos", de las clasificaciones. Un tiempo no inquisitivo. Un tiempo por fuera de la multiplicidad de demandas de instituciones empecinadas en corregir, encauzar o incluso amputar las conductas "desviadas" de estos/as adolescentes. Estas notas finales pretenden ordenar bajo el manto "misterioso" de la coherencia, el trayecto recorrido y lo hallado en él. Luego, como siempre sucede, lo andado, pensado y ordenado, parecería devenir rápidamente viejo y posiblemente incoherente. Recuperamos en este sentido la ya vieja -pero aún misteriosamente coherente- consigna de "pensar peligrosamente" que formuló T. W. Adorno (1969:125) a partir de la expresión de Nietzsche "vivir peligrosamente", es decir "espolear el pensamiento, no retroceder por nada ante la experiencia de la cosa, no dejarse atar por ningún consenso de lo previamente pensado (…) la ciencia necesita de quien no la ha obedecido". Ojalá en algún sentido, nuestra "misteriosa coherencia" acompañe esta suerte de "insolencia del pensamiento" a la que Adorno aún continúa convocándonos. ADOLESCENCIA E INFRACCIÓN La noción de adolescencia remite a un período de la vida que ha sido concebido a lo largo de la historia como potencial, a su vez llamado a ser controlado por el mundo adulto. Las sociedades, al menos en Occidente, han percibido en él algo de lo indomeñable. Así lo ilustra de manera elocuente Shakespeare[25] en "Cuento de invierno": "Desearía que no hubiese edad intermedia entre los 16 y 23 años o que la juventud durmiera hasta hartarse, porque nada hay entre esas edades como no sea dejar embarazadas a las chicas, agraviar a los ancianos, robar y pelear". Las condiciones históricas que rodearon el surgimiento de la adolescencia en su concepción moderna se han visto fuertemente modificadas, operándose transformaciones políticas, económicas, sociales y culturales de singular relevancia desde la segunda mitad del siglo XX, particularmente hacia finales del mismo. Dice al respecto Viñar (2004): "los adolescentes que advienen a su adolescencia y su juventud no tienen marcos referenciales claramente definidos con los que tramitar sus sujeciones y rebeldías. Hay crisis de los garantes metasociales, que hoy están fallantes o abolidos o son múltiples y fragmentados (...) Esta crisis de los garantes metasociales, (que son también, por añadidura, garantes metapsíquicos), son cambios en las reglas que encarnan y garantizan o hacen trastabillar las alianzas y las prohibiciones que antaño eran claras. Hasta el presente cada generación preservaba y transformaba. Hubo antes un cierto equilibrio entre tradición e innovación, un cierto equilibrio entre continuidad y ruptura, en las creencias y valores del intervalo generacional de jóvenes y viejos. Hoy la velocidad de los cambios ha desestabilizado este equilibrio". Este nuevo contexto sociohistórico no puede dejar de considerarse al pensar la adolescencia, los modos diversos de transitarla y las expresiones problemáticas que emergen en su transcurso. Desde una perspectiva psicoanalítica la adolescencia constituye un tiempo de trabajo psíquico. Si la subjetivación, tarea humana inacabable, se produce a lo largo de la vida, ella conlleva en la adolescencia una exigencia de reorganización psíquica que resulta acuciante. Frente a la conmoción de los anclajes narcisísticos y del rebrote pulsional que la pubertad provoca, la psique se ve exigida a realizar un trabajo de reorganización representacional e identificatoria. La urgente necesidad de ser alguien empuja al adolescente a un periplo subjetivante que no se produce sin rebeldía, cuestionamiento e intentos de diferenciación de los modelos adultos que representan modos sociales vigentes de sentir, pensar y actuar. Cuestionamiento y rebeldía que constituyen movimientos subjetivantes si el adulto no abandona su posición de agonista, habilitando la contienda, el debate de opiniones, de puntos de vista, la elaboración de argumentos y la semantización por parte del adolescente del mundo que lo rodea, anudando algo de su pasado, su actualidad y su porvenir. En este contexto de época nos preguntamos cuándo la violencia, consustancial al proceso pubertario y a la estructuración del psiquismo, se encuentra al servicio de la subjetivación del yo y cuándo la misma deviene acto destructivo, muerte o sacrificio. Cuáles son las condiciones que dan lugar a un trabajo creativo o por el contrario, como sugiere Verissimo (2005), propician su detención y mudan dicha violencia a una cualidad desestructurante que se expresa en formas de destrucción de sí y del otro. Para Jeammet (1998) la expresión violenta en el adolescente constituye un intento de su parte de recuperar el dominio sobre algo insoportable que ha tenido la sensación de padecer. La mudanza en acto violento de la violencia pasivamente sufrida nos anuncia que la problemática del narcisismo se ha puesto en juego. Es la circunstancia de sentirse negado como sujeto, sujeto deseante o meramente existente, el sentimiento de no ser tenido en cuenta, de ser tratado como objeto, la que configura una amenaza a la identidad y crea las condiciones para la actuación destructiva. Si recorremos los relatos recogidos cabe interrogarse acerca de cuáles han sido las miradas y respuestas recibidas por parte de los adolescentes desde el mundo adulto. Qué condiciones sociales los han constituido en tanto sujetos y en cuáles han sido negados y destituidos de los lugares de hijo, niño, alumno, adolescente. Un cierto hilo presente en los testimonios nos evoca la noción que nos acerca Agamben para ilustrar la posibilidad de que la vida humana sea despojada de los atributos que hacen del hombre un ser político. Para el autor, los espacios concentracionarios actualmente existentes, entre ellos los llamados barrios marginales de los cuales la mayoría de los adolescentes entrevistados provienen, muestran el nuevo nómos biopolítico de Occidente: "El sistema político ya no ordena formas de vida y normas jurídicas en un espacio determinado, sino que alberga en su interior una localización dislocante que lo desborda, en que pueden quedar incorporadas cualquier forma de vida y cualquier norma" (2003:224). En éstos, la vida humana es transformada en nuda vida, vida desnuda, vida sin existencia política. Dichos espacios representan "lo que no puede ser incluido en el todo del que forma parte y lo que no puede pertenecer al conjunto en el que está ya incluido siempre", poniendo de manifisto la fractura biopolítica fundamental de Occidente (2003:226). En un sentido convergente Castel (2003) señala el modo en que el individuo, perdidas las protecciones sociales sobre las cuales se edificara en la sociedad salarial el acceso a la propiedad de sí, puede convertirse en un individuo por carencia. Una individualidad negativa a la cual le resta, en el límite, "poner el cuerpo", su fuerza, para agotarlo como recurso de supervivencia. Ofrecido al intercambio en la prostitución o dispuesto a forzar o privar al otro en el robo, en circunstancias de desafiliación social el cuerpo puede llegar a ser la única propiedad que el individuo conserva de sí. El acto infraccionario puede interpretarse como un movimiento de exteriorización mediante el cual el adolescente encuentra un medio de figurar los contenidos intrapsíquicos y de ejercer un dominio sobre ellos. Dicha operación configura una puesta en acto de las representaciones que el psiquismo elude asumir. Aun en las situaciones de riesgo a las que se exponen los adolescentes durante la infracción, podemos ver el intento de evitar la mentalización y el surgimiento de representaciones que resultan insoportables. Pero el acto infraccionario habla así mismo de un intento de subjetivación en condiciones de desafiliación social o, como consignara Marcuse (1984), bajo un exceso de represión, de exigencia de renuncia que coarta las posibilidades del sujeto no sólo como condición de su ingreso a la cultura sino como cuota innecesaria, impuesta como efecto del actual ordenamiento biopolítico. Pero de qué manera responde el mundo adulto a este acto que en su repetición porta un sentido que, desconocido para el adolescente que lo realiza, insiste en ser escuchado sin poder articularse en un relato que él mismo pueda reconocer como propio. Los predicados con que el entorno social recubre al adolescente en situación de infracción ("malandra", ladrón, delincuente, "chorro") y en torno de los cuales organiza una respuesta, aludirían más a una concepción esencialista de la identidad, consumada ya como destino, que concebida como tarea siempre inconclusa. Allí donde deberíamos ver una construcción subjetiva precaria y transitoria, el mundo adulto parece responder totalizando la identidad del adolescente en torno de un atributo que refuta la multiplicidad e incompletud de los rasgos que definen su ser, propiciando la cristalización de lo que podría ser provisorio, pasajero. Finalmente, queremos detenernos en esa "línea de sombra" con la cual Joseph Conrad ilustra la advertencia que cae sobre el adolescente, anunciándole que habrá de dejar atrás inexorablemente la región de la primera juventud. La visualización del horizonte de incorporación a la vida adulta está presente en los relatos de los entrevistados. Esta "línea de sombra" conlleva para ellos con relación al futuro imágenes marcadas por sus pertenencias de clase y de género. De este modo el tiempo por venir enfrenta a los adolescentes varones a la opción de conseguir un trabajo o bien terminar en el COMCAR. Las adolescentes a su vez se proyectan ya "levantando cabeza", como madres y dentro del ámbito hogareño. JÓVENES MUJERES EN INFRACCIÓN En nuestro país, la cuestión de las jóvenes mujeres en infracción se presenta como un capítulo escasamente explorado para quienes operan en el Sistema de Justicia Juvenil, siendo significativamente menores las producciones escritas referidas específicamente a adolescentes mujeres en infracción. (Cheroni; Leopold, 2000) A su vez, el acto infractor, estereotipadamente asociado a acción-agresión-violencia, como contrapuesto a "pasividad-sumisión" parecería vincularse al varón. La "criminalidad femenina" no insertaría bien en el imaginario social, apareciendo las "desviaciones" de la sexualidad femenina ("prostitución, promiscuidad sexual, maternidad adolescente") como "sucedáneos estratégicamente idóneos" (Uriarte, C., 1999) respecto de la "peligrosidad" y el control social de la mujer. ¿Cómo opera entonces el Sistema con estas jóvenes que se desviarían aún más de la "norma" al llevar adelante acciones que en el imaginario resultarían propias del varón, podríamos decir, casi impensables para las mujeres? En los relatos de las entrevistadas podemos apreciar que el Sistema incrementaría la intensidad de las sanciones cuanto más se alejan determinadas conductas del modelo burgués de feminidad. En Vigilar y castigar Michel Foucault plantea que uno de los fines de las prácticas carcelarias es volver los cuerpos dóciles: "es dócil un cuerpo que puede ser sometido, que puede ser utilizado, que puede ser transformado y perfeccionado". (Foucault, M., 1997) Los relatos de las entrevistadas parecerían hablarnos de esas prácticas del encierro que apuntan a la disciplina y a esa "docilidad" de la que hablara Foucault, "métodos que imponen (a los cuerpos) una relación docilidad-utilidad, a lo que se puede llamar las "disciplinas". Ahora bien, de estos relatos también se desprendería que las prácticas de la detención y del encierro parecerían atentar con mayor frecuencia que para el caso de los varones directamente sobre sus cuerpos. De las distintas prácticas correctivas del Sistema Penal Juvenil dirigidas específicamente sobre los cuerpos de las jóvenes en infracción, las policiales surgen del relato de las entrevistadas como las más violentas en la medida en que atacan al cuerpo por los golpes, particularmente desde el punto de vista sexual, mediante amenazas e inclusive acciones concretas. En este último sentido, vinculado al abuso sexual, es donde creemos encontrar una diferencia con relación a los varones detenidos. El cuerpo y la sexualidad de la mujer aparecerían como el lugar privilegiado del control, la disciplina y del abuso de poder. El sentido que portarían los actos infraccionarios para las adolescentes mujeres, resulta también un aspecto importante a comprender. ¿Pueden estos actos ser entendidos como una forma de transgresión de códigos de comportamiento rígidos con relación al rol de la mujer? ¿Es esta la única forma de salida al ámbito público que se les viabilizaría como posible? En lo que refiere a las jóvenes entrevistadas en el ámbito privado, las mismas parecerían identificarse con los roles hegemónicamente impuestos, siendo el modelo al que aspiran similar a ese que Barrán denominara de "la mujer con dedal". Para estas jóvenes, la pareja parecería cumplir con la función de "rescatarlas" del "mundo infraccionario", así como del consumo indebido de sustancias, etc., ubicándolas en el "tranquilo mundo" de lo privado, la casa, la cocina, la limpieza, las telenovelas. La perspectiva de un hijo parecería adquirir un significado semejante, el del "cambio de cabeza", para algunas de las adolescentes entrevistadas. Refiriéndose a mujeres jóvenes en contexto de pobreza Kuasñosky y Szulik (1996)[26] plantean que para éstas, la etapa de tránsito a la que se asocia la “condición juvenil (…) no es más que un breve paso entre distintos mundos privados, de la familia de origen pasan a la constitución de su propia familia”, presentándose su identidad de género con mayor fuerza y permanencia que su identidad generacional. Para estas autoras “es manifiesta su autoexclusión de los espacios asociados tradicionalmente a los jóvenes y la cultura juvenil. No se permiten estar en la calle disfrutando de un supuesto tiempo libre (…), no pueden salir por las noches solas (…), a pesar de que sus parejas sí lo hacen”. (Kuasñosky; Szulik, 1996) Lo anteriormente planteado conduce a pensar en la incidencia que el modelo hegemónico de "ser mujer" y "ser varón" tiene sobre estas jóvenes y sus proyectos de vida. Pero si bien por una parte las adolescentes entrevistadas intentarían asumir aquel rol que de ellas se espera socialmente, por otra parecerían desafiarlo precisamente por medio de sus actos infraccionarios, así como de un particular uso del lenguaje y de los golpes, actitudes que poco tendrían que ver con el "estereotipo" de mujer. Así, para "salir" al espacio público asumirían una "grosera" caricatura de aquello habitualmente asociado al modelo masculino, entre otros: agresividad física y verbal, ausencia de temor, utilización de armas, consumo abusivo de alcohol. La identidad de estas jóvenes comenzaría a ser avasallada por el género produciéndose una constante oscilación entre la sumisión o la rebeldía frente a ese lugar "doméstico" que se les asigna socialmente. Apreciamos el carácter complejo y contradictorio de la relación con el "ser mujer" por el cual las jóvenes entrevistadas transitan, su atracción y rechazo, la búsqueda de asemejarse al "varón" concebido como fuerte, activo y poderoso o de repetir la experiencia de las mujeres de generaciones anteriores, quedando consignadas a la maternidad y las tareas "domésticas". La vía del estudio no surge en el discurso de las entrevistadas como una alternativa viable de salida al espacio público. Casi unánimemente rechazan asumir el modelo hegemónico de feminidad burgués (el de "las conchetas") asociado al "deber de agradar", vinculado a los cuidados estéticos, a la primacía de la "belleza" y a la preocupación por los "adornos", concentrándose para estas jóvenes la condición femenina en la maternidad. Pasibles de una triple dominación, por mujeres, por pobres y por jóvenes, ¿qué significaría para las entrevistadas, en su tránsito de "niñas" a "adultas", ser mujer? ¿Repetir la experiencia de sus madres, permaneciendo en la esfera doméstica con códigos muy rígidos de comportamiento y saliendo al espacio público para desempeñar trabajos de limpieza o ejercer la prostitución? ¿Intentar escapar de esta repetición saliendo a la esfera pública con atributos asociados a un rol masculino sumamente estereotipado? En este sentido consideramos importante señalar cómo las prácticas del Sistema tendrían entre sus objetivos tornar nuevamente dóciles esos cuerpos que habrían devenido "rebeldes", desconociendo sin embargo lo que esa "rebeldía" estaría denunciando en cuanto al ser pobre, ser joven y ser mujer. TRÁNSITOS INSTITUCIONALES Y CONSTRUCCIÓN SUBJETIVA Sin pretender derivar conclusiones generalizables, el trabajo realizado habilita la formulación de algunas consideraciones con relación a adolescentes para quienes las infracciones a la ley penal constituyen una conducta reiterada, que incluso llega a configurar una centralidad en torno de la cual se van organizando otros aspectos de la vida. Desde el punto de vista de la trayectoria educativa, en lo que al sistema formal se refiere, podemos sostener que en estos adolescentes se registra una experiencia de deprivación escolar. Proponemos pensar sus historias escolares a partir del concepto de deprivación, concepto que Winnicott creara para dar cuenta de los procesos psicoafectivos que se producen como efecto de un corte en el transcurso del desarrollo emocional, ocurrido con relación al ambiente familiar. Lo que habilita la comparación, a nuestro juicio, es que en los casos mencionados también el proceso educativo escolar se inicia y lo hace partiendo de una expectativa de encuentro, implícita o explícitamente expresa por cada uno de los participantes. De parte del niño/a/adolescente y en virtud de los testimonios recogidos, podemos inferir que existe la idea (las ganas, el deseo) de incorporarse al mundo escolar ocupando el lugar de alumno, lugar que el imaginario colectivo le tiene reservado de manera privilegiada. También la escuela/liceo espera constituirse en espacio de acceso a la cultura para el niño, niña y adolescente. Es luego de un cierto recorrido, más o menos extenso y variable en cada caso, que se produce el desacople entre el dispositivo escolar y el niño/a/adolescente, desencuentro que culmina luego de un cierto tiempo con la ruptura de este vínculo educativo. Emplear la noción de deprivación permite ubicar los elementos que van a jugar en ese campo específico y articular algo de lo que allí, entre ellos, sucede. De un lado la organización escolar (dispositivo organizacional, lugares y funciones, ambiente y concepción educativa, etc.) que se constituye como ambiente educativo lo "suficientemente bueno", o bien responde como ambiente "fallante" en su capacidad de sostener al niño/a/adolescente en el lugar de alumno. Dicha falla estaría referida básicamente a los modos de relación, los encuadres y contenidos que pautan el espacio educativo que se ofrece al niño, niña y/o adolescente. Sucede que en ocasiones el niño, niña o adolescente no se encuentra en condiciones de iniciar o continuar su proceso educativo en virtud de circunstancias personales, familiares y sociales. La confluencia de dificultades de índole diversa en dichas dimensiones, suele restarles las posibilidades de alcanzar las disposiciones mínimas necesarias que el trabajo educativo requiere. Para el caso de los adolescentes entrevistados no es posible jerarquizar entre tales dimensiones un orden de prioridad que pueda generalizarse. Parece necesario en cambio identificar en cada uno los modos en que las éstas se han articulado. No obstante, entendemos necesario subrayar una comprobación que parece relevante. El cuidado de la salud de los adolescentes entrevistados, entendida ésta en su sentido más amplio, es desde la infancia un aspecto claramente descuidado. Del mismo modo cabe resaltar el casi nulo acceso a espacios culturales, también ellos entendidos en su mayor amplitud. Ambos aspectos, enraizados profundamente en lo sociopolítico, condicionan fuertemente las posibilidades de apropiarse de los recursos con los cuales los adolescentes contarán luego para integrarse a la sociedad en que viven, sostenidos por un cierto deseo de buscar un lugar propio. Pensar en términos de deprivación, las experiencias educativas que este estudio recoge requiere situar al adolescente desde una perspectiva que no desconozca su lugar de sujeto, máxime cuando se trata de promover con y para él nuevas posiciones sociales y subjetivas. Cuando hablamos de sujeto lo hacemos en tanto pliegue de lo social que al mismo tiempo encierra lo más propio de su individualidad. Es entonces necesario propiciar la resignificación del recorrido escolar, recogiendo los significantes con los cuales el adolescente ha dado sentido a "su fracaso", favoreciendo la elaboración de una narrativa que historice su experiencia educativa. Optamos por mantener una posición que evite realizar depositaciones que, en la tentación de hacer una economía de la complejidad,[27] ubiquen responsables únicos de la situación de "fracaso". Sostenemos la idea de que es necesario intentar construir en cada caso las coordenadas que articulando las dimensiones personal, familiar, social y escolar, den cuenta de los procesos singulares. En virtud de lo observado en este estudio, se hace necesario resaltar, considerando a su vez las conclusiones que arrojan investigaciones recientes vinculadas al tema,[28] que el afán democratizador de la enseñanza tiene en la búsqueda de la adquisición plena del lenguaje por parte de los niños/as/adolescentes uno de los desafíos más fuertes. Es la escuela, en aras de preservar el principio de integración social que le da fundamento, quien debe asumir el encargo de ofrecer los dispositivos necesarios para propiciar dicha adquisición partiendo del reconocimiento de la existencia de las diferencias culturales vinculadas a las situaciones de desigualdad social. Con la precaución de no caer en un relativismo cultural que obture la visualización de la desigualdad y la reproduzca en ofertas "especiales", creemos imprescindible el diseño de estrategias de enseñanza que propicien el desarrollo de las competencias lingüísticas, imprescindibles instrumentos de pensamiento, partiendo del reconocimiento de los modos cognitivos de que disponen los niños como punto de partida. En cuanto a las propuestas socioeducativas en las que se inscriben los "adolescentes en infracción", si bien asumimos junto al fundador del Psicoanálisis que educar es uno de los "tres oficios imposibles",[29] se trata de analizar qué aspecto de las intervenciones opera como límite, como dificultad. Más allá de aquellas que provienen del lado del sujeto (y se expresan en torno de la cuestión del consentimiento), pensamos que buena parte de las mismas se sitúan en los modos en que se construye la mirada sobre el otro y se definen los problemas o situaciones sobre las cuales se va a intervenir. Esto condiciona luego las estrategias de actuación que formulan e implementan profesionales y equipos, y en gran parte el resultado de las mismas. Algunas claves necesarias para promover el encuentro educativo con el "adolescente en infracción" se desprenden de los discursos recogidos. Claves que bien pueden considerarse requisitos para una práctica socioeducativa ajustada a Derecho y fundada en saberes que desde diferentes disciplinas se han construido y se construyen para intentar dar cuenta de estos fenómenos: la confianza otorgada por el adulto a las capacidades y posibilidades de cada adolescente, asumiendo lo enigmático que cada singularidad encierra. Su reconocimiento de un no saber previo con relación a los significados subjetivos que insisten mediante el acto infraccionario reiterado, y la disposición a la creación de un entre-dos, espacio de escucha que habilite la inscripción de las actuaciones delictivas en una trama simbólica. Una apertura en la relación que el adulto establece con el adolescente de manera de propiciar la circulación de la palabra y el advenimiento de nuevos sentidos a las cuestiones que a éste le conciernen (sus sentires, pensares, haceres), cuestión que los dispositivos de trabajo deberían preservar, y finalmente, aunque no en último lugar, una posición ética que reconozca los efectos de la propia práctica sobre la vida de los adolescentes. Una ética que, tal como plantea Tizio (2003), atienda las consecuencias más que las intenciones, demandando para ello una revisión sistemática de las prácticas profesionales. ACERCA DE "MAYORES" Y "MENORES" Frente al "borramiento" de algunos adultos e instituciones, emergerían otras figuras adultas así como instituciones de carácter predomimante correctivo. Llama la atención lo significativa que resulta para muchos/as de estos/as jóvenes la "mayoría de edad", los 18 años, no en términos de habilitación para el ejercicio de determinados derechos, sino como una línea divisoria sostenida en claves de penalización e "inimputabilidad". El cumplimiento de la mayoría de edad legal, aparecería como el límite que separa al "mayor" del "menor", resultando de interés para futuras investigaciones profundizar acerca de las representaciones que particularmente los/las jóvenes portan con relación a la mayoría de edad. En estos y estas jóvenes en particular, visualizamos cómo el discurso jurídico-legal atravesaría su discurso, poniéndose al servicio de determinadas reglas, las "reglas de la calle". En "la calle", parecería ser "el mayor" quien impondría las reglas. Ley del "mayor" que debe ser respetada y que implicaría el encubrimiento del mismo desde la convicción de que la "pena" del "menor" es precisamente menor que la del "mayor". El vínculo "mayor-menor", parecería venir en sustitución de aquellos vínculos con adultos, necesarios a fines de la denominada "confrontación generacional", confrontación considerada por muchos autores como de importancia vital para la autonomía y crecimiento de los sujetos. (Blos; Winnicott; Erikson). Frente a la dimisión del "adulto", "el mayor" adquirirá en la vida del joven un estatuto de modelo a imitar, sujeto de admiración, temor, sometimiento y trasmisor de normas a respetar "en la calle". Por medio, básicamente, de la figura del "mayor" unido a la ausencia o "debilidad" de otras figuras adultas que interpelen esta "ley", la ley de la calle irá adquiriendo una particular fuerza en la vida de los/las entrevistados/as. Algunos/as vinculan el inicio en actos infraccionarios o en el consumo de "drogas", con su encuentro con estas figuras adultas, percibiéndose en su discurso que vivirían estas situaciones como aprendizaje, convirtiéndose el "mayor" en una suerte de "educador" en actos delictivos. Las "reglas de la calle" se presentan en el discurso con una gran similitud a aquellas reglas que imperan en la cárcel ("la grande") y que regularán en la privación de libertad las relaciones con pares y adultos. El peso de la figura del denominado "mayor" es otro de los aspectos que a nuestro entender habrían sido escasamente considerados a la hora de pensar a los/las jóvenes sancionados/as por el Sistema Penal Juvenil. Sin embargo, a excepción de aquellos casos en que se plantea explícitamente la preferencia por "salir solos", el "mayor" tendrá una particular presencia en el proceso infraccionario vinculada al "hacerse cargo", "hacer zafar", vale decir, que la presencia del "mayor" se refleja precisamente como una ausencia en el momento de la detención policial y de la instancia judicial. Nos preguntamos qué ocurre con relación a las distintas instancias del Sistema que por lo planteado por los/las jóvenes, mantendrían también en la mayoría de los casos en la invisibilidad al denominado "mayor", no logrando trascender el código de "hacer zafar", por lo tanto reafirmándolo al sancionar en muchas de las ocasiones exclusivamente al o los menores de edad involucrados en el acto delictivo. NACER Y CRECER EN TIEMPOS DE "DESHONRA" "La época está deshonrada" traduce A. Gide del verso de Shakespeare, cuando ante la aparición del espectro Hamlet dice: "The times is out of joint". J. Derrida (1995:16) señala que traducciones clásicas de esta frase han expresado "los tiempos están trastornados" o incluso "el tiempo ha salido de sus goznes", "el tiempo está fuera de quicio". Pero, al igual que A. Gide, M. Autés (2004:28) -en el marco de los debates acerca de la exclusión- prefiere la definición de deshonra, insistiendo así en el "deshonor de una sociedad que no logra ya afrontar cierta cantidad de responsabilidades". Esta formulación nos resulta sugerente al momento de exponer los trazos centrales que hoy asumen las manifestaciones de la "cuestión social", en tanto asistimos a un severo agravamiento de sus múltiples expresiones. H. Baptista de Abreu (1997) identifica a partir de la profunda recesión económica de los años 70 y 80 la conformación de un escenario sociohistórico favorable para el desenvolvimiento de una nueva reestructuración capitalista, tanto en lo referente al proceso productivo como en relación a la regulación socioestatal. De manera central -y abandonando las orientaciones que vertebraron el modelo de regulación social de bienestar- el mercado es recuperado como la matriz estructuradora de la vida social y política de la humanidad, en el marco de la internacionalización del proceso productivo, la asociación de capitales de diferentes nacionalidades y la globalización del sistema financiero. Esta reestructuración capitalista globalizada supone la aplicación productiva de nuevas tecnologías (micro-electrónica, informática, telecomunicaciones, etc.) que vienen generando profundas transformaciones en el mundo del trabajo. Así, la mayor parte de las actividades económicas van construyendo una forma de organizar la producción calificada como "modelo japonés o toyotismo". M. Iamamoto (2000: 31) destaca la "flexibilidad" que caracteriza a este modelo tanto en lo concerniente al proceso como al mercado de trabajo, así como con relación a los patrones de consumo. Dicha flexibilidad se observa en la desregularización e informalización de los derechos del trabajo y de los contratos de los trabajadores. A su vez, la citada restructuración capitalista globalizada supone también el abandono de los pilares sobre los que se asentó el modelo de regulación social de bienestar: pleno empleo, sistemas públicos de protección social, consumo de masas y ampliación de los derechos de ciudadanía en los límites del Estado-nación. A partir de los años 80, con marcado énfasis en la región en los años 90, la efectivización de las orientaciones neoliberales promovió "políticas de ajuste", consustanciadas con la reducción de las funciones reguladoras del Estado en la vida social y en defensa del libre juego del mercado. A. Borón (1995) refiere a esta doble articulación en términos de "satanización del Estado" y "exaltación y santificación del mercado y de la iniciativa privada". Se procede a la reducción del financiamiento de los servicios públicos en un marco de privatización de las empresas del Estado. A su vez, las políticas sociales[30] traducen una concepción de acceso al bienestar social que se efectiviza por medio del mercado, asentada en la responsabilidad individual, en una clara operación de mercantilización de los derechos; se recurre a la familia y a la comunidad para la resolución del bienestar social en el momento histórico en que ambas instituciones vienen sufriendo severas transformaciones que afectan el cumplimiento de sus funciones de socialización e integración social. Finalmente, de no funcionar los mecanismos señalados para el acceso al bienestar -y dada por supuesta la inclusión de la beneficencia privada y la filantropía moderna- se plantea el recurso de la asistencia. Esta última es administrada -en clara oposición a la universalidad y gestión estatal precedente- de manera descentralizada y focalizada. En síntesis, y tal cual es ordenado por E. Gras; Hintze y Neufeld (1994:36-37) en el marco del nuevo modelo: "a) los derechos sociales pierden entidad y la concepción de ciudadanía se restringe, b) se profundiza la separación público/privado y la reproducción es enteramente devuelta a este último ámbito, c) la legislación evoluciona en el sentido de una mayor mercantilización (y por lo tanto desprotección) de la fuerza de trabajo y d) las legitimaciones se reducen a la ampliación del asistencialismo". Lo que parece obvio señalar es que la radical desregularización del capital no solamente no ha generado niveles crecientes de bienestar colectivo, sino que ha agravado las desigualdades y viene condenando al desempleo y la pauperización a enormes sectores de la población, cuya existencia es sinónimo de incertidumbre, falta de horizontes y rechazo social. No solamente "acumulación de capital no rima con equidad", tal cual lo señala M. Iamamoto (2000:59) sino que además el mundo -en esta época "deshonrada" como indicábamos anteriormente- se convierte en un lugar "donde la lucha se vuelve primitiva e individual"[31] y la interrogante sobre el sentido de la existencia colectiva y compartida, no parecería arribar a sólidas respuestas. Los adolescentes entrevistados han nacido y crecido, a la vez que construido su trama de significaciones, en este escenario de época. ¿Cómo no pensar entonces que las alteraciones con relación a las funciones de provisión y protección que el relato adolescente traduce respecto de la familia, trascienden este universo y se expresan en forma totalizante en una sociedad que desde fines de los años 80 ha venido desarticulado el entramado de protecciones sociales públicas? La pertenencia socioeconómica de los adolescentes entrevistados no supone solamente las dificultades de acceso al bienestar social por vía familiar, conlleva también la exposición en un escenario público donde sus derechos sociales no se reconocen ni efectivizan, y donde la lógica imperante parecería suponer que cada quien resuelve su protección y su provisión por medio de esa lucha "primitiva" e "individual" a la que hacíamos referencia, retomando una expresión de D. Jeffrey. El relato de los adolescentes con relación a la soledad de su trayecto social ¿acaso no acompaña cierto espíritu de época?; ¿no han sido estos los parámetros constitutivos sobre los que se asentó el discurso de legitimidad del modelo que orientó las "políticas de ajuste"? R. Castel (2004:85-86) en sus más recientes reflexiones acerca de las transformaciones en el mundo del trabajo y la exclusión ha colocado el concepto de "individualismo negativo", señalando la paradoja que el mismo supone en tanto: "se es más un individuo cuando se puede disfrutar de soportes colectivos, cuando se cuenta con unas bases sólidas; cuando esto falta, se es un individuo por defecto". La historia de la clase obrera, afirma el mismo R. Castel, ejemplifica esta conceptualización. En el inicio de la industrialización se intentó tratar al trabajador como un individuo suprimiendo las corporaciones colectivas; el producto resultante fue la pauperización absoluta de dichos trabajadores. La modificación de esta situación supuso construir instrumentos colectivos que batallaron duramente por los derechos del trabajo y la protección social. El actual escenario de época, continúa R. Castel, muestra con claridad un movimiento de reindividualización, observable en las reglas que operan con relación a las nuevas formas de contrato laboral. En este sentido, cabe preguntarse acerca de los niveles de relacionamiento que podemos establecer entre un escenario de flexibilización laboral, que conlleva el debilitamiento, cuando no la pérdida de regulación y la legalidad imperante en términos sociales amplios. En alguna medida, la legalidad construida desde parámetros modernos y en el marco de los Estados nacionales, suponía la existencia de sujetos productivos enmarcados en dispositivos regulados y garantes. Dispuesta la desregularización e informalización de los derechos del trabajo y de los contratos de los trabajadores, tal cual lo expresa M. Iamamoto, ¿acaso la noción de legalidad no resulta erosionada o en cierta medida, también flexibilizada? Los relatos de los adolescentes respecto de la familia, la escuela, el trabajo e incluso sus percepciones acerca de la construcción de su trayecto social, refieren a una existencia carente de soportes o donde los mismos se han debilitado. Por tanto, se constituyen -en términos de R. Castel (2004:86)- en individuos que deben cargar "con el peso de sí mismos y de la conducción de sus vidas con recursos muy escasos". Esta suerte de "individuos desnudos", nos recuerda, en algún sentido, a la ya antigua referencia que D. Vidart (1969:45) hacía con relación a los tipos urbanos, ubicando en la figura de nuestros "vagos" -del "bichicome"- una suerte de "náufrago social", o más recientemente, la imagen del "cazador" propuesta por D. Merklen (2002), para caracterizar a un sujeto de fin de siglo XX, que en oposición a la figura del agricultor ya no planifica su existencia en términos de ciclos productivos, sino que circula en el escenario urbano -tal cual un bosque- en procura de la oportunidad -o sea de la piezaque resuelva, puntualmente, de qué vivir. ¿Cómo se tramita la configuración subjetiva cuando el sujeto no parecería inscribirse en estructuras "portadoras de un sentido", al decir de R. Castel? La hegemónica rectoría del mercado en la organización de la sociedad trajo aparejada profundas desigualdades sociales, al extremo de colocar a la humanidad en la encrucijada extrema de posibilidad (puede ser) y de contingencia (puede no ser) G. Agamben (2002). Sin protección social no hay cohesión social, ha concluido R. Castel, subrayando así la incompatibilidad de esta última con la primacía del mercado en la regulación social. Diluida la dualidad trabajo-protección -soporte de la sociedad salarial- parecería jaquearse la posibilidad de la existencia, aunque desigual, colectiva y compartida. "¿La existencia vale la pena ser vivida?", pregunta D. Le Breton (2003) en el marco de sus reflexiones acerca de diversas conductas de riesgo vinculadas a jóvenes y adolescentes. La pregunta por el sentido de la vida es señalada por D. Le Breton como la interrogante que -desde el sufrimiento- obsesiona a los jóvenes. Agrega que el problema crucial es el del sentido compartido que permite existir y situarse como actor dentro del colectivo. El relato de los adolescentes entrevistados nos coloca en la interrogante de D. Le Breton. La dimensión que la soledad y el futuro pronosticado adquieren en la vida de estos adolescentes cuestiona no solamente su sentido vital individual sino la posibilidad y el sentido de la vida colectiva. Asimismo, las "soledades" de la existencia social que el relato adolescente enuncia, parecerían situarnos a enormes distancias de aquel viejo "país de las cercanías", como le gustaba nominar a C. Real de Azúa (1964) a un Uruguay de cercanías físicas, sociales y cordiales. Paradójicamente, "el país de las cercanías" se ha vuelto lejano y descortés. Los adolescentes entrevistados han nacido y crecido en un país que al unísono, ha procesado el retiro de sus dispositivos de provisiones y protecciones y se presenta con gesto adusto y esquivo. Además, "el país de las cercanías" -más allá de las controversias que aún convoca- ya no tiene posibilidad de retorno. E. Hobsbawm (1996:576) finaliza su Historia del siglo XX con una aseveración que compartimos; dice el historiador: "si la humanidad ha de tener un futuro, no será prolongando el pasado o el presente". Sobre estas bases, la resultante es el fracaso, esto es, "la alternativa a una sociedad transformada es la oscuridad". En esta encrucijada de época -de posibilidad y de contingencia, como señalara G. Agamben- en la que se desenvuelve, con suma tensión la vida social, los adolescentes entrevistados construyen, no con poco dolor, su trama de significaciones y su sentido vital. Bibliografía _______________________________________ Adorno, T. W. (1996): Introducción a la Sociología. Barcelona, Gedisa Editorial. Agamben, G. (2003): Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida. Valencia, PreTextos. — (2002): Lo que queda de Auschwitz, Valencia, Pre-Textos. Aguado J.; Portal, M. (1991): Tiempo, espacio e identidad social. México, Alteridades. Althusser, L. (1984): Ideología y aparatos ideológicos del Estado. Buenos Aires, Nueva Visión. Ariés, Ph. (1987): El niño y la vida familiar en el antiguo régimen. Madrid, Taurus. Ariés, Ph.; Duby G. (2001): Historia de la vida privada V. 4 De la Revolución Francesa a la Primera Guerra. Madrid, Grupo Santillana Ediciones. Augé, M. (1994): Los no-lugares. 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Acordamos importante entrecomillar las distintas denominaciones empleadas en el entendido de que las mismas dan cuenta de formas de “construir” a los y las jóvenes menores de 18 años sancionados-as por el Sistema Penal Juvenil. 3. Luis González Placencia es Profesor investigador en la Universidad Autónoma Metropolitana y co- coordinador del Master Internacional «Sistemas penales comparados y problemas sociales», ofrecido junto con la Universidad de Barcelona. 4. Si bien los autores hablan de juventud queda en ella comprendida sin mayor diferenciación la adolescencia, términos que parecen emplearse en forma indistinta. 5. Guía para Educadores Sociales. Servicio para niñez y juventud en Montevideo, editada en el año 1999 por las Asociaciones Civiles Vida y Educación y Foro Juvenil y auspiciada por UNICEF, INJU, Iname (actual INAU) y PROJOVEN. – Guía uruguaya para Operadores Sociales. Recursos y Servicios. 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Taylor, S. y Bodgan, R. Introducción a los métodos cualitativos de investigación. Editorial Paidós. Barcelona, 1994. 12. A lo largo de este trabajo sostenemos la diferencia entre escuela como institución social y organización escolar como modo a través de la cual aquella se concreta. 13. Rethen, Mariana, “Cada vez menos jóvenes logran terminar los estudios secundarios”, en El País, 1 de junio de 2003, pág. 12. 14. Rethen, Mariana, ibídem 15. Retomamos para estas reflexiones, la línea de análisis que J. P. Netto expone, fundamentalmente en el capítulo 1 de su texto “Capitalismo Monopolista y Servicio Social” Edit. Cortez 1997. 16. Ferenczi, S., “La confusión de lenguaje entre los adultos y el niño”, en: Problemas y métodos de Psicoanálisis, Bs.As., Paidós, págs. 139-149. 17. Ferenczi, S., ibídem. 18. Agradecemos los aportes que en este sentido nos brindara Susana Brignoni mediante una comunicación personal. 19. Empleamos aquí el concepto de deprivación en el sentido winnicottiano. 20. Empleamos el término en el sentido que Freud le otorga en las Conferencias de Introducción al Psicoanálisis (1916-17). Obras completas, tomo XVl, Amorrortu, Buenos Aires, 1989. 21. Monegal, José, Cuentos de milicos y matreros, Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental. 22. Entendemos la cuestión social en los términos expresados por M. Iamamoto (1998): “El conjunto de expresiones de las desigualdades de la sociedad capitalista madura, que tiene una raíz común. La producción social es cada vez más colectiva y el trabajo se torna ampliamente social, mientras que la apropiación de sus frutos se mantiene privada, monopolizada por una parte de la sociedad”. 23. Los nombres utilizados son ficticios a fin de preservar el anonimato de los/las entrevistados/as. 24. Kuasñosky, S., Szulik, D., “Qué significa ser mujer joven en un contexto de extrema pobreza”, en: La juventud es más que una palabra, Mario Margulis Editor, Byblos, Bs As, 1996. 25. En: Winnicott, 1990:183, “Cuento de invierno”, Shakespeare, 1610. 26. Kuasñosky, S.; Szulik, D., “Qué significa ser mujer joven en un contexto de extrema pobreza” en: La Juventud es más que una palabra, Mario Margulis Editor, Byblos, Buenos Aires, 1996. 27. Expresión que tomamos de Graciela Frigerio. 28. Nos referimos a trabajos realizados en la Facultad de Psicología acerca del fracaso escolar. 29. Freud, S., Prólogo a August Aichhorn. Amorrortu, Buenos Aires, 1976, pág. 296. 30. Retomamos el ordenamiento que, con relación a las transformaciones que vienen sufriendo las políticas sociales, realiza X. Baráibar (2002) “Acerca de la relevancia del estudio de las políticas sociales para el Trabajo Social”, en: Revista Trabajo Social Nº 25. EPPAL. Montevideo. 31. La expresión corresponde a D. Jeffrey “Motines y cultura punk en Québec”, en: D. Le Breton (org.) (2003) Adolescencia bajo riesgo. Montevideo. Trilce, pág. 81. Autoras _______________________________________ Alicia Abal Licenciada en Psicología, UDELAR, Uruguay. Maestranda en la Maestría en Ciencias Humanas, opción Antropología de la Cuenca del Plata, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, UDELAR, Uruguay. Psicoterapeuta. Integrante del Equipo de Dirección del Programa de Formación de Educadores Sociales del Centro de Formación y Estudios del INAU. Ariadna Cheroni Psicóloga y Técnica en Psicología Infantil. Master en Educación Social,Convenio Cenfores-Universidad de Sevilla. Maestranda en la Maestría de Derechos de Infancia y Políticas Públicas, UNICEF-UDELAR, Uruguay. Pasante en el Departamento de Justicia Juvenil de la Generalitat de Catalunya (año 1999). Coordinadora del Sector Interior, Departamento de Psicología-INAU. Integrante del Programa de Medidas Alternativas de Vida y Educación desde 1996. Ex-Asistente Grado II, Facultad de Psicología, UDELAR, Uruguay. Sandra Leopold Asistente Social. Magister en Trabajo Social de la Universidad Federal de Río de Janeiro, por UDELAR. Integrante del Equipo de Dirección del Programa de Formación de Educadores Sociales del Centro de Formación y Estudios del INAU. Docente del Departamento de Trabajo Social, Facultad de Ciencias Sociales, UDELAR, Uruguay. Asesoría y Apoyo a la Investigación _______________________________________ Coordinadora General Inés Iens Socióloga. Candidata a Doctora en Sociología y Políticas Sociales de la Universidad de Murcia, España. Profesora Adjunta e Investigadora del Departamento de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de Uruguay. Asistente Angélica Vitale Socióloga. Docente e investigadora de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, UDELAR, Uruguay. Candidata a Doctora en Bienestar Social de la Universidad de Alicante, España.