La interpretación más favorable al consumidor como pauta

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Diario Consumidores y Usuarios Nro 65 – 15.03.2016
La interpretación más favorable al consumidor como
pauta interpretativa. Parte I.
Por Federico Fernandez1
I.
Liminar
A partir del proyecto de Código Civil y Comercial y su posterior aprobación por la
Ley 26.994 cobró relevancia el concepto de “constitucionalización del derecho privado”. Resulta
interesante ver cómo operan en la práctica del derecho de consumo estos conceptos.
Se dio un caso donde los actores pretendían que el servicio público de agua potable
sea facturado conforme el sistema de consumo medido efectivo. La decisión de la Cámara que hizo
lugar a la pretensión, gira en torno a dos argumentos. El primero, respecto al alcance que
corresponde otorgarle a las normas locales del reglamento del servicio público de provisión de agua
potable. El segundo, respecto a la aplicación al caso de los principios propios del derecho del
consumidor, contraponiendo la conclusión a la que se arriba en base a las normas del reglamento
del servicio con las normas y principios propios del derecho del consumidor.
Si bien esta segunda operación se encuentra muy brevemente desarrollada en el
fallo2, nos permite aportar algunas consideraciones sobre el principio de interpretación más
favorable al consumidor y la constitucionalización del derecho privado.
II.
El fallo.
II.a. El fallo de la Cámara de Apelaciones
Para revocar el fallo de primera instancia, la decisión de la Cámara tuvo en cuenta lo
siguiente:
i) Que el marco regulatorio del servicio público no había sido correctamente
interpretado por el juez de primera instancia. Por ello confiere un alcance diferente a las normas del
reglamento del servicio, lo que permite acoger la pretensión de los actores respecto al sistema de
facturación.
ii) Que la relación entre OSSE y los usuarios es una relación de consumo y por lo
tanto resultan aplicables las normas del derecho del consumidor. En este sentido, el fallo considera
que es aplicable al caso el principio según el cual, en caso de duda, debe interpretarse conforme a lo
que resulte más beneficioso para el consumidor.
El marco regulatorio del servicio es el argumento central del fallo. Conforme la
interpretación del reglamento general de servicio que efectuó la Cámara, los actores tenían derecho
a que se les facturara de acuerdo al sistema de consumo medio efectivo. La Cámara entendió que
“…la solución favorable a los intereses de los accionantes puede ser extraída de las propias normas
del marco regulatorio del servicio.”
II.b. La interpretación más favorable al consumidor
Sin perjuicio de lo expuesto en el punto II.d.i), la Cámara estimó que “…no está de
más recordar que el vínculo jurídico que nuclea a la empresa estatal y al usuario del servicio público
reviste —si bien con matices— los caracteres propios de la relación de consumo (argto. doct.
S.C.B.A. causas C. 79.549 "Castro", sent. del 22/XII/2008 y C. 85.246 "Bucca", sent. del
1
Director General Adm y Legal de las Fuerzas Policiales de la Nación. Ex Gerente Operativo Asuntos Jurídicos de la
Dirección General de Defensa y Protección al Consumidor del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires
2 Cámara de Apelaciones en lo Contencioso administrativo de Mar del Plata, 17/03/215, “Allegro, Jorgelina y otro/a
c. Obras Sanitarias S.E. s/ materia a categorizar - otros juicios”.
3/III/2010), por lo que resultan de aplicación en la especie los principios y normas inmanentes al
derecho del consumo…”.
La Cámara se vale de una pauta de interpretación propia del derecho del
consumidor, esto es, el principio jurídico según el cual, en casos de duda, debe optarse por la
solución que sea más favorable al consumidor.
En este sentido, el voto del Dr. Riccitelli expresa “Así, aunque alguien pueda
albergar dudas sobre hermenéutica propuesta en este voto, no podrá postular una solución más
perjudicial para el usuario, al estilo de la que fluye del fallo de grado y de la defensa de la sociedad
demandada, so pena de dar la espalda a aquellos principios protectorios en relaciones jurídicas
como la aquí analizada…”.
En este punto conviene recordar que la Ley 24.240 modificada por la Ley 26.361
estableció su aplicación a los servicios públicos en forma directa. Antes de la mentada reforma, el
art. 25 de la LDC establecía la aplicación supletoria de la misma a los servicios públicos
domiciliarios3.
En su actual redacción, el art. 25 de la LDC en su parte pertinente dispone que “Los
servicios públicos domiciliarios con legislación específica y cuya actuación sea controlada por los
organismos que ella contempla serán regidos por esas normas y por la presente ley. En caso de
duda sobre la normativa aplicable, resultará la más favorable para el consumidor.”
Esta norma complementa la contenida en el tercer párrafo del art. 3° y la del art. 31
de la LDC.
En un sentido similar, el nuevo Código Civil y Comercial4 –que no se encontraba
vigente al momento de pronunciarse el fallo analizado- establece la aplicación del principio de
protección al consumidor y del principio según el cual, en caso de duda, debe interpretarse
conforme lo que resulte más favorable para el consumidor.
Sobre el principio protectorio, Lorenzetti expresa que “El principio protectorio de
rango constitucional es el que da origen y fundamenta el Derecho del consumidor…En los casos
que presentan colisión de normas es importante tener en cuenta que no es la ley, sino la
Constitución Nacional, la que es fuente principal del Derecho consumerista. Se trata de los
denominados ´derechos civiles constitucionalizados´…”5.
Por otra parte, y en cuanto a la aplicación del principio de interpretación más
favorable al consumidor, Lorenzetti enseña que, cuando existe duda se debe recurrir a los principios
favorables al consumidor. En efecto, cuando hay principios vinculados a la relación de consumo, la
balanza debe inclinarse hacia ellos, porque hay una ley que fija el criterio a utilizar en dicho juicio de
ponderación6. Por último, explica que esta metodología es también aplicable a los supuestos en
donde hay concurrencia de leyes que generan dudas de interpretación, que es la solución prevista en
el art. 25 de la LDC.
De lo expuesto se deduce que los casos como el que analizamos, quedan
ineludiblemente sujetos a las normas y principios propios del derecho del consumidor, los cuales se
encuentran consagrados en primer lugar, en la Constitución Nacional.
De acuerdo a las normas del derecho del consumidor, cuando una situación fáctica
amerita diferentes soluciones conforme a la normativa específica y a la LDC, o si existen dudas
Antes de la reforma introducida por la Ley 26.361, el art. 25 de la LDC prescribía “Los servicios públicos domiciliarios
con legislación específica y cuya actuación sea controlada por los organismos que ella contempla, serán regidos por esas
normas, aplicándose la presente ley supletoriamente.”
4 El nuevo Código Civil y Comercial en su art. 1094 establece: “Interpretación y prelación normativa. Las normas que
regulan las relaciones de consumo deben ser aplicadas e interpretadas conforme con el principio de protección del
consumidor y el de acceso al consumo sustentable.
En caso de duda sobre la interpretación de este Código o las leyes especiales, prevalece la más favorable al consumidor.”
5 Lorenzetti, Ricardo L., Consumidores, Rubinzal Culzoni, p. 44 y ss.
6 Lorenzetti, Ricardo L., Consumidores, Rubinzal Culzoni, p. 51 y ss
3
respecto a las soluciones que la normativa específica ofrece (como podría ser el caso de autos), debe
prevalecer la solución que sea más favorable al consumidor, ponderando los principios del derecho
del consumidor los cuales se encuentra reconocidos en la Constitución Nacional.
En el caso la solución parece clara en cuánto al derecho de los actores a que se
facture bajo el sistema de consumo medido efectivo. Sin perjuicio de ello, y si existieran dudas al
respecto, la solución no podría ser otra.
Veamos. No existen dudas en cuando a que la normativa aplicable es el reglamento
del servicio. En efecto, solo este reglamento regula la forma de facturación. La LDC no contiene
normas relativas a si la facturación de un servicio público domiciliario debe ser por sistema de tarifa
fija o consumo medido efectivo.
Sobre esta base, lo que resta definir es si el reglamento de servicio es claro en cuánto
a que el servicio prestado en los inmuebles categorizados como “A” debe ser facturado conforme
uno u otro sistema. Reiteramos que, tal como trata el fallo a esta cuestión, es evidente el derecho de
los actores a que el servicio les sea facturado bajo el sistema de consumo medido.
Por otra parte es claro que el mentado reglamento no prescribe que para a los
inmuebles categorizados como “A” solo les corresponde la facturación bajo el sistema de tarifa fija.
Por ello puede admitirse que alguien podría tener dudas respecto al derecho que
invocan los actores. Principalmente porque las normas del reglamento no son categóricas en
relación al sistema de facturación para los inmuebles categorizados como A, y sí son categóricas en
relación a los inmuebles categorizados como B, C y D. No debe perderse de vista que el Juez de
primera instancia realizó una interpretación opuesta a la que hizo la Cámara.
Frente a ello, y ponderando los principios en juego, la Cámara entendió que no
podría postularse una solución más perjudicial para el usuario, tal como lo hizo el fallo de primera
instancia, sin dejar de lado los principios protectorios del derecho del consumo.
Para entender cabalmente el principio que tratamos, es imprescindible comprender
que la base del derecho del consumidor está en la Constitución, y que sus principios son
plenamente operativos, con lo cual, toda solución a un caso en base a normas infraconstitucionales
debe ser compatible con los principios y normas constitucionales, como con el resto de la
normativa de derecho del consumidor, principalmente con las normas de la LDC.
Esta forma de pensar y resolver los casos, se vincula directamente con el fenómeno
denominado constitucionalización del derecho privado.
(Continúa en próxima entrega, Parte II)
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