mensaje de apertura del xxi cp

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Recrear la hospitalidad
caminos de revitalización
¿Qué
ué estilo de animación y gobierno?
¿Q
XXI CONSEJO PLENARIO
Roma, 28 enero - 2 febrero 2013
Mensaje de apertura
¡Bienvenidas, queridas hermanas, a este XXI Consejo Plenario!
Con las hermanas del Gobierno general os doy la bienvenida a toda y cada una: hermanas
Provinciales, vice-Provinciales y Delegadas para los procesos de unificación. Bienvenidas a
Roma, bienvenidas a esta casa, bienvenidas a nuestro corazón, bienvenidas a la tarea de
animar la vida y misión de la Congregación.
En la presentación del Documento del XX Capítulo general afirmaba que un nuevo tiempo
congregacional ha empezado, un tiempo centrado en la llamada a vivir la misión como
elemento aglutinador y dinamizador del ser y hacer de la comunidad hospitalaria1. En este
mensaje quiero invitaros a situarnos en esta misma dinámica, ya que el ministerio de
animación y gobierno que se nos confía, está al servicio de ese “algo nuevo que está
brotando”.
En este contexto realizamos el primer Consejo Plenario del sexenio, en el que queremos
buscar juntas el estilo de animación y gobierno que nos impulse a recorrer los caminos hacia
una Hospitalidad recreada.
El mismo Documento capitular, aunque de forma breve, nos propone algunas de las
características de este nuevo estilo: un servicio de animación y gobierno que acompañe,
estimule y transmita esperanza, fortalezca la fidelidad carismática, promueva la
significatividad de las comunidades; sea realizado desde la fe y la humildad, favorezca el
diálogo, el discernimiento, la corresponsabilidad y facilite la disponibilidad2. Un servicio que
hemos que realizar, mirando el ejemplo de Jesús y encarnando el estilo carismático de María
Josefa3.
Encontrarnos y alentarnos en este servicio, reflexionar y orar juntas, dialogar y unificar
criterios, proponer formas de colaboración, experimentarnos como cuerpo congregacional al
servicio de una misma misión sanadora; todo esto nos ayudará a alcanzar los objetivos que
nos hemos propuesto para este Consejo Plenario4:
1. Reflexionar juntas sobre el estilo de gobierno desde la propuesta del XX Capítulo
general;
2. Conocer nuestra situación económico-financiera y los desafíos que se nos plantean,
a nivel de sostenibilidad de comunidades y centros;
1
Cf. HERMANAS HOSPITALARIAS, Recrear la Hospitalidad, Roma 2012, Presentación.
Cf. HERMANAS HOSPITALARIAS, Recrear la Hospitalidad, 11, 12, 13.
3
Cf. HERMANAS HOSPITALARIAS, Recrear la Hospitalidad, 12.
4
Cf. SUPERIORA GENERAL, Circular 3 a las Superioras Provinciales y Vice-provinciales, enero 2013.
2
3. Establecer cauces de comunicación y participación que faciliten la relación entre los
gobiernos general, provinciales, viceprovinciales y delegadas provinciales, así como
con las Delegadas y Comisiones de Unificación.
Os invito ahora a volver juntas al texto inspirador del envío de los setenta y dos discípulos
(cf. Lc 10,1-11;16-20) y a acoger la luz que podemos recibir del mismo con relación al
ministerio de animación y gobierno que se nos confía.
1.
“El Señor designó a otros… y los envió delante de sí…”
El texto subraya que la llamada y el envío a participar de la misión de Jesús no son iniciativa
nuestra, sino suya. El Señor designó… es decir, eligió para un fin… para enviar a proclamar,
por palabras y gestos, que el Reino está cerca…
Él nos designa también a nosotras hoy para participar de su misión sanadora asumiendo el
servicio de animación y gobierno… se trata de una verdadera elección del Señor que,
misteriosamente, pasó por las mediaciones humanas y no meramente de una función que
nos toca desempeñar; se trata de una sorprendente manifestación de su amor gratuito que
elige “a los que quiere”, y no del reconocimiento de nuestras cualidades o de una impecable
‘hoja de servicio’.
Al iniciar este nuevo tiempo congregacional, avivemos nuestra fe y, convencidas de que el
Señor nos elige para vivir la misión hospitalaria desde el servicio de animación y gobierno,
entreguémonos con generosidad, alegría y paz, conscientes de nuestra pequeñez pero, sobre
todo, abandonadas y confiadas en Aquel que tiene gran cuidado en velar por nosotras,
mucho más de lo que podamos hacer o imaginar5.
La experiencia de esta elección puede y debe ayudar a liberarnos de todo aquello que, a
veces oscurece, de forma más o menos consciente, la misión que realizamos: la duda sobre
el paso de Dios en nuestra vida, la dicotomía entre el “tener que estar” en el gobierno y el
“querer” realizar otras tareas, el centrarnos en nuestras incapacidades, el sentir el “peso” de
animar cuando a veces nos habita el desánimo y la falta de esperanza, etc.
Designadas por el Señor para vivir la misión hospitalaria en el servicio de autoridad, hemos
de colocarnos ante todo, en esa dinámica constante de búsqueda de la voluntad de Dios. El
Documento “El servicio de la autoridad y obediencia” afirma: “la persona llamada a ejercer la
autoridad debe saber que solo puede hacerlo si ella emprende aquella peregrinación que lleva
a buscar con intensidad y rectitud la voluntad de Dios […]. La veneración por la voluntad de
Dios mantiene a la autoridad en un estado de humildad búsqueda”6.
El mismo documento apunta otras dos actitudes fundamentales para quienes ejercemos la
autoridad: el espíritu de servicio y la capacidad para infundir ánimo y esperanza en las
dificultades. Elegidas para este ministerio hemos de asimilar el ejemplo de Jesús Siervo que
“lava los pies a sus apóstoles para que tengan parte en su vida y en su amor”7, y representar
las actitudes y sentimientos del Buen Pastor, que vino para servir y dar la vida8. En estos
tiempos difíciles, somos también llamadas a recordar que el sufrimiento hace parte del
camino hacia el Reino pero también, que no hay nada “más importante, bello y verdadero que
dedicar la propia vida al Señor y a sus hijos más pequeños”9.
5
Cf. S. BENITO MENNI, Carta 446.
CIVCSVA, Instrucción El servicio de la autoridad y la obediencia, Roma 2008, 12.
7
Ibid, 12.
8
Ibid, 21.
9
Ibid, 13d.
6
2
Encarnar el estilo carismático de María Josefa, Fundadora y primera superiora de la
Congregación, nos desafía a vivir la autoridad con este mismo espíritu de servicio.
Recordemos lo que nos dice María Angustias en su Relación sobre los Orígenes: “[…] esta
buena Madre, María Josefa, tomó parte para que permaneciésemos en la gran paz y unión de
corazones […] con caritativo celo, tomaba para si el peso de las fatigas […] portándose con
nosotras cual madre solicita, que olvidada de si, solo piensa en cuidar a sus hijitos […]. El
elevado cargo que la obediencia le confió, solo le sirvió para servir como humilde esclava a
todas sus hijas sin permitirse el más leve descanso […] ella se abatía a los pies de todas
reconociéndose por la más indigna, pues su profunda humildad no le dio lugar a conocer en si
cosa que fuese digna de aprecio, no obstante que Dios la dotó de extraordinarias prendas”10.
2.
“Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan…”
El mandato de Jesús a entrar en la casa, a permanecer, a comer y beber de lo que pongan,
nos lleva al sentido etimológico de la palabra acompañar… del latín companio, palabra
formada por cum = junto con, y panis = pan. La raíz de la palabra nos indica que acompañar
es comer el pan con el otro…
El Documento capitular afirma que “en el proceso de reestructuración y revitalización que
hoy estamos viviendo, el servicio de animación y gobierno tiene la misión de acompañar a
las hermanas, a las comunidades, las provincias y la Congregación”11.
Al iniciar este nuevo tiempo congregacional, somos llamadas y enviadas a acompañar, a
“comer” con nuestras hermanas y otras personas el pan de la vivencia gozosa de la vocación,
el pan de una vida fraterna que se construye en el amor y genera dinamismos de sanación, el
pan de un mismo servicio hospitalario, lugar privilegiado para descubrir el rostro de Jesús en
sus vivas imágenes12, el pan de un mismo proyecto compartido que es la hospitalidad.
Vivir esta actitud de acompañamiento, de caminar con y de “compartir el pan”, no siempre
nos resulta fácil: podemos inclinarnos más a hacer para el otro que a estar con él, a decirle
lo que tiene que hacer que a escucharle pacientemente; a veces nos “captamos la voz de
Dios” en las inquietudes y sueños de nuestras hermanas jóvenes, en las necesidades y crisis
de las de media edad, en el desánimo ante la limitación y la enfermedad de nuestras
mayores.
El Documento “El servicio de la autoridad y obediencia” recuerda que “la autoridad está
llamada a edificar en Cristo una comunidad fraterna en la cual se busque a Dios y se le
ame sobre todas las cosas, realizando su proyecto […], la autoridad está al servicio de la
comunidad para que, a su vez, ésta se ponga al servicio del Reino”13. Y nos desafía a promover
el crecimiento de la vida fraterna a través del servicio de la escucha y del diálogo; la creación
de un clima favorable a la condivisión y la corresponsabilidad; la participación de todos en las
cosas de todos; el servicio equilibrado a los individuos y a la comunidad; el discernimiento y
la promoción, en fin, de la obediencia fraterna14.
Me atrevo a subrayar para nosotras la necesidad de acompañar: ejercitándonos en el
ministerio de la escucha disponible y de la acogida incondicional, transmitiendo afecto y
comprensión, coordinando las energías y dones que el Espíritu ha dado a la comunidad;
10
MARÍA ANGUSTIAS GIMÉNEZ VERA, Relación sobre los Orígenes de la Congregación, Roma 1981, p. 169.
Cf. HERMANAS HOSPITALARIAS, Recrear la Hospitalidad, 11.
12
Cf. HERMANAS HOSPITALARIAS, Recrear la Hospitalidad, 1, 9, 3.
13
CIVCSVA, Instrucción El servicio de la autoridad y la obediencia, 17.
14
Cf. Ibid, 20 a, b, c, d, f, g.
11
3
entrenándonos en el discernimiento que facilita la escucha de lo que el Espíritu dice a la
comunidad, reconociendo que ella es el lugar privilegiado para reconocer y acoger la
voluntad de Dios; y sirviendo el espíritu de comunión en el seno de comunidades que
empiezan a ser cada vez más multiculturales, donde se acentúan las diferencias
generacionales15.
Encarnar el estilo carismático de María Josefa, nos desafía a vivir la autoridad con la actitud
de quien acompaña. Escuchemos lo que nos dice María Angustias: “De este cargo se
aprovechaba para servir como esclava a todas sus hijas, cuidando… con amor materno,
asistiendo… con caridad excesiva; con ternura les prestaba los servicios propios de una verdadera
madre… Su conato le ponía en ver de qué medios se valía para lograr que entre todas reinase un
amor mutuo, evitando cuanto en ella estaba la menor discordia o desavenencia… Valiéndose de
los medios que Dios la inspiraba, se nos mostraba afable y benigna, obteniendo que con llaneza le
abriéramos el corazón, viendo que si le hubiera sido posible hasta su corazón nos hubiera dado
para dejarnos tranquilas. Empero su caridad brillaba más con las de genio díscolo o soberbio… Lo
que hacía con estas pobrecitas era servirlas con más caridad”16.
3.
Curad a los enfermos y decidles: “El reino está cerca”
Jesús transmite a los discípulos su misma pasión por la humanidad y poniendo en sus
corazones la misericordia y la compasión, les envía a curar a los enfermos, haciendo
presentes las señales del Reino: los enfermos son curados, los muertos resucitan, la Buena
Nueva es anunciada a los pobres (cf. Mt 11,5).
Nuestras Constituciones afirman que la misión de la autoridad es “dirigir y animar la vida
comunitaria y la acción apostólica, de modo que ayude a nuestra santificación y al servicio
de la Iglesia”17. Y en el Documento capitular subrayamos la necesidad de que el servicio de
animación y gobierno acompañe: fortaleciendo la fidelidad carismática, identificando
funciones y áreas prioritarias de las hermanas en las obras, y facilitando la disponibilidad para
el servicio del Reino en la misión hospitalaria18.
Al iniciar este nuevo tiempo congregacional, no hemos de perder de vista que nuestro
ministerio de animación y gobierno está al servicio de la misión, que es mucho más amplia
que nuestras obras. El Documento “El servicio de autoridad y obediencia” llama la atención
para dos riesgos de los cuales, quizás, no estemos exentas: una autoridad prevalentemente
orientada hacia la gestión de las obras, con el peligro de descuidar a las personas y una
autoridad que por el excesivo temor a intervenir, favorece la fragmentación de competencias
y responsabilidades que debilitan la convergencia hacia el objetivo común19.
Enviadas a servir la misión hospitalaria desde este ministerio de animación y gobierno, nos
cabe coordinar todas las energías con vistas a la misión ayudando a nuestras hermanas a
asumir responsabilidades, respetándolas una vez asumidas, favoreciendo la interdependencia
y la participación, para que lleguemos a ser esas mujeres compasivas que escuchan el clamor
de los que sufren y viven la disponibilidad para el servicio del Reino, en distintas tareas.20
Asimismo, teniendo en cuenta que hermanas y colaboradores somos llamados y enviados a
vivir la hospitalidad, hemos de impulsar el sentido de pertenencia, el crecimiento en
15
CIVCSVA, Instrucción El servicio de la autoridad y la obediencia, 25b.
MARÍA ANGUSTIAS GIMÉNEZ VERA, Relación sobre los Orígenes de la Congregación, p. 227.
17
HERMANAS HOSPITALARIAS, Constituciones, Roma 1983, 98.
18
Cf. HERMANAS HOSPITALARIAS, Recrear la Hospitalidad, 11, 12.
19
CIVCSVA, Instrucción El servicio de la autoridad y la obediencia, 25.
20
Cf. HERMANAS HOSPITALARIAS, Recrear la Hospitalidad, 3,4.
16
4
identidad hospitalaria y asegurar que todos realizamos la misión con dedicación, calidad
profesional, creatividad y humanización21.
Servir la misión nos pide también la capacidad de animar respuestas creativas a las
necesidades de los enfermos, en los diferentes contextos sociales y geográficos donde nos
encontramos y fomentar la disponibilidad para el envío apostólico22.
Encarnar el estilo carismático de María Josefa, nos desafía a vivir la autoridad al servicio de
la misión, como esa actitud de quien está dispuesta a dar la vida para que otros tengan vida,
de quien está dispuesta a curar a los enfermos, diciendo con la vida que el reino está cerca.
Acogemos las palabras de María Angustias con relación a María Josefa en esta entrega al
servicio de la misión: “por misericordia divina podemos gloriarnos que nuestra virtuosa y Rvda.
Madre Fundadora ha muerto víctima de la más heroica caridad, al mismo tiempo, ha dejado a sus
hijas este tan raro ejemplo del verdadero amor que hacia sus pobrecitas tenía. Pues al querer
prestar sus servicios con amor tierno y compasivo a una pobre demente, en acto en que estaba
furiosamente agitada, cogiéndola a solas, la derribó al suelo y la golpeó; cuyo mal tratamiento lo
sufrió nuestra buena Madre con santa paciencia y alegría, por amor a su Jesús”23.
Llego al final de esta reflexión que comparto con vosotras, consciente de que este nuevo
tiempo congregacional nos pide recrear la hospitalidad… para ello necesitamos repensar
nuestro estilo de animación y gobierno… buscar formas de colaborar y mejorar la
coordinación entre nosotras… Que estos días puedan ayudarnos a buscar caminos y a
ponernos en camino… para que vivamos felices la elección de vivir nuestra vocación
hospitalaria en el servicio de animación y gobierno que el Señor nos confía.
5
Anabela Carneiro HSC
Superiora general
Roma, 28 de enero 2013
21
Cf. HERMANAS HOSPITALARIAS, Recrear la Hospitalidad, 23,24.
Cf. Ibid., 24, 31.
23
Cf. MARÍA ANGUSTIAS GIMÉNEZ VERA, Relación sobre los Orígenes de la Congregación, p. 34.
22
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