Diario La Ley, núm. 8179 (28 de octubre de 2013)

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La tasación de costas en la tercería de dominio, con relación al cálculo de la minuta de
honorarios del letrado
María Isabel LAHUERTA BELLIDO
Abogada. Auditora de cuentas.
Diario La Ley, Nº 8179, Sección Tribuna, 28 Oct. 2013, Año XXXIV, Editorial LA LEY
LA LEY 7924/2013
I. INTRODUCCIÓN
El supuesto objeto de análisis trata de un procedimiento de Tercería de Dominio en el que, ni la parte
actora en su demanda, ni la demandada en su contestación, hicieron alegación alguna referida a la
cuantía. La sentencia estima la pretensión del tercerista, con condena en costas a su favor.
En trámite de tasación de costas, el Letrado del tercerista presentó minuta que la parte demandada
impugnó por excesiva, alegando, que al no haberse determinado la cuantía, ésta debía considerarse
indeterminada.
Las normas orientativas de honorarios de los Colegios de Abogados, determinan que para el cálculo
de la minuta, la base a considerar es el valor del bien objeto de la tercería, y aquí es donde surge el
problema interpretativo que desarrollaré a lo largo de este análisis doctrinal.
La cuestión principal de este estudio, se centra en el cálculo o cuantificación de la minuta de
honorarios del Letrado de la parte demandante, a cuyo favor se ha declarado la condena en costas.
En primer lugar, centraré mi atención en la naturaleza del proceso de Tercería de Dominio, y tras
este apartado, proseguiré con el análisis de las discrepancias que surgen en la determinación de la
cuantía de esta clase de procedimientos, atendiendo a la diversidad de consideraciones esgrimidas
por resoluciones contradictorias del ámbito judicial, así como de las propias Comisiones de
honorarios de Colegios de Abogados.
II. NATURALEZA DE LA TERCERÍA DE DOMINIO Y SU CUANTÍA EN LA JURISPRUDENCIA Y EN
LA DOCTRINA JUDICIAL
El Tribunal Supremo, en sentencia 449/2003 de 7 mayo (Sala de lo Civil, Sección Única),
Fundamento de Derecho Segundo, párrafo cuarto, ha declarado que: «El objeto del juicio de
tercería es liberar del embargo bienes indebidamente trabados, excluyéndolos de la vía de apremio,
teniendo indudables analogías con el ejercicio de la acción reivindicatoria aunque no siempre pueda
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identificársela con la misma, señalándose entre las principales diferencias justamente la de constituir
su objeto propio no tanto la obtención del bien cuando el levantamiento del embargo, siendo
consecuencia de esa especialidad el que antes que el problema de la propiedad de los bienes,
importe examinar si el demandante de tercería de dominio es propiamente tercero, pues ésta es el
cauce procesal idóneo para combatir el embargo indebido, liberando el bien injustamente trabado y
sustrayéndolo a la ejecución, lo que constituye su fin específico impugnando para ello la afección
acordada por el ejecutor».
De la anterior descripción jurisprudencial del objeto de la tercería de dominio, se deriva su carácter y
finalidad; acción dirigida no a la reivindicación del derecho de propiedad, sino al levantamiento del
embargo por ser la propiedad del bien trabado perteneciente al tercerista y no al ejecutado.
Respecto a la cuantía de la Tercería de Dominio, la doctrina judicial de las Audiencias Provinciales,
con base en la jurisprudencia, ha venido pronunciándose en el mismo sentido, destacando el Auto
núm. 145/2000 de 26 septiembre, dictado por la Audiencia Provincial de Asturias (Sección 5.ª), en
el que en su Fundamento de Derecho Primero, establece que: «El debate sobre la cuantía de los
honorarios de letrado, se centra en determinar si la demanda ha de entenderse que tiene cuantía
determinada o indeterminada, y si bien, como consta en el informe emitido por el Ilustre Colegio de
Abogados, no se hizo constar en el escrito de demanda la cuantía, ni tampoco en el escrito de
contestación, estimando en la comparecencia ambas partes correcto el procedimiento y la cuantía,
ello no puede llevar a la conclusión de que una demanda de tercería de dominio es de cuantía
indeterminada, pues el interés económico es fácilmente cuantificable, y la cuantía determina la
clase de procedimiento conforme a lo dispuesto en los arts. 488 y 1534 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil, siendo correcta en el presente caso la cuantía que ha tenido en cuenta el letrado para fijar el
importe de la minuta».
En el mismo sentido se pronuncia la sentencia 521/1999, de 27 julio, , dictada por la Audiencia
Provincial de Islas Baleares (Sección 4.ª), en su Fundamento de Derecho Segundo, que recogiendo
la corriente jurisprudencial dominante, argumenta que: «… es sobradamente sabido que la tercería
de dominio no puede ser confundida con la acción declarativa de la propiedad, ni con la
reivindicatoria, pues su única finalidad es la de liberar del embargo los bienes indebidamente
trabados, excluyéndolos de la vía de apremio, paralizándose respecto de ellos la ejecución, sin que
exista declaración explícita de la propiedad en el fallo, ni tampoco reintegro posesorio. Por tanto, la
única declaración posible a través del procedimiento referido es la de levantamiento de la carga,
quedando fuera de su ámbito todas las demás que excedan de esta estricta decisión.
Sin embargo y aunque ello sea así, no significa que la finalidad del proceso defina necesariamente la
cuantía del litigio, pues no tienen necesariamente que coincidir. En cualquier caso, el art. 488 de la
Ley de Enjuiciamiento Civil dispone que para fijar la cuantía en las demandas de tercería hay que
atender a la "naturaleza o cuantía de la cosa litigiosa". Ciertamente, la terminología de la norma no
es todo lo clara y precisa que sería de desear. No obstante, el Tribunal Supremo —aunque sea obiter
dicta y no para el caso concreto enjuiciado— mantiene que en las tercerías de dominio hay que
estar al valor escriturado de las fincas (sentencia de 15 de julio de 1992), o, en supuesto de
adquisición de la propiedad a través de subasta pública, al valor de adjudicación o de peritación
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(sentencia de 11 de marzo de 1994). En ninguno de ambos casos alude al importe de la deuda
objeto de ejecución, lo que conduce a entender que es aquel criterio y no éste, el que debe ser
tenido en cuenta. A todo ello debería añadirse que la cuantía del litigio fue aceptada y no combatida
por el impugnante en el trámite procesal oportuno, lo que impide que pueda ser revisada en este
trance».
Abundando en este criterio entiendo conveniente hacer referencia a dos autos del Tribunal Supremo
que, a propósito de la cuantía exigida por Ley para el acceso al recurso de Casación abundan en el
criterio de que la cuantía en este tipo de procesos viene determinada por el valor del bien objeto de
la Tercería de Dominio, así se pronuncia la Sala de lo Civil, en auto de 26 octubre 1999, Fundamento
de Derecho Primero: «Frente al Auto impugnado, que denegó la preparación de la casación por no
alcanzar el procedimiento la cuantía legalmente exigida, opone el recurrente que el juicio de menor
cuantía sobre tercería de dominio se siguió como de cuantía indeterminada y que, al haber sido
disconformes las Sentencia de ambas instancias, el acceso a la casación cabría al amparo del art.
1687.1.º b) Ley de Enjuiciamiento Civil.
Pues bien, tal construcción argumental no puede compartirse porque el que las partes indiquen la
cuantía como indeterminada en modo alguno puede vincular a los Tribunales en una materia de
orden público como es el acceso a la casación (STC 93/1993), siendo criterio reiterado de esta
Sala, con un claro apoyo normativo en los arts. 488 y 1534 II LEC, que la cuantía de las tercerías
de dominio se determina por el valor de la cosa embargada cuyo dominio se atribuye el tercerista
para pedir el levantamiento del embargo (AATS 14-7-1994 en recurso 1855/1994, 7-5-1996 en
recurso 904/1996, 16-9-1997 en recurso 2597/1997, 7-4-1998 en recurso 332/1998 y 27-101998 en recurso 2847/1998)».
El auto de 24 noviembre 1998, (Sala de lo Civil), en su Fundamento de Derecho Tercero manifiesta
que: «De otro lado, es también criterio reiterado de la Sala, con un claro apoyo normativo en los
arts. 488 y 1534.II LEC, que la cuantía de las tercerías de dominio no se determina por la del juicio
ejecutivo del que son incidente ni por la del crédito que en su caso tuvieran el tercerista o el
ejecutante contra el ejecutado, sino por el valor de la cosa embargada cuyo dominio se atribuye el
tercerista para pedir el levantamiento del embargo (AATS 7 mayo 1996, en Recurso 904/1996, 14
julio 1994, en Recurso 1855/1994, 16 septiembre 1997, en Recurso 2597/1997, y 7 abril 1998,
en Recurso 332/1998)».
III. REGULACIÓN DE LA TERCERÍA DE DOMINIO EN LA LEY DE ENJUICIAMIENTO CIVIL
La regulación procesal viene establecida en el Libro III. De la Ejecución Forzosa y de las Medidas
Cautelares; Título IV. De la Ejecución Dineraria; Capítulo III. Del Embargo de bienes; Sección II. Del
Embargo de bienes de terceros y de la Tercería de Dominio; arts. 593 a 604 de la vigente Ley de
Enjuiciamiento Civil (en adelante LEC). En el art. 599 de la citada Ley, modificado por Ley 37/2011,
de 10 de octubre, de Medidas de Agilización Procesal, se establece en cuanto a la competencia y
sustanciación que: «La tercería de dominio, que habrá de interponerse ante el Secretario judicial
responsable de la ejecución, se resolverá por el tribunal que dictó la orden general y despacho de la
misma y se sustanciará por los trámites previstos para el juicio verbal».
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La clase de juicio en este tipo de procedimiento, no se determina en atención a la cuantía, sino por
la materia (acción de Tercería de Dominio, art. 599, párrafo primero LEC), por lo que ninguna de las
partes tiene necesidad, ni obligación, de determinar la cuantía de esta clase de procedimiento que,
como viene referida por Ley (en la actualidad al juicio verbal), no son aplicables las normas
contenidas en la LEC, Libro II. De los Procesos Declarativos; Título I. De las Disposiciones Comunes
a los procesos declarativos; Capítulo I. De las Reglas para determinar el proceso correspondiente,
arts. 248 a 255, ya que como indica la rubrica transcrita del Capitulo I, y la dicción literal del art.
248, párrafo primero: «Toda contienda judicial entre partes que no tenga señalada por la Ley otra
tramitación, será ventilada y decidida en el proceso declarativo que corresponda», lo que a sensu
contrario significa, que ésta regulación para determinación de la cuantía, solo será aplicable a
aquellos procesos en que la clase de juicio viene referida a la cuantía litigiosa, y no al de tercería de
dominio, donde la clase de juicio viene identificada legalmente en el citado art. 599 LEC, en atención
a la materia.
Al hilo del anterior argumento, conviene también tener en cuenta que, como he relatado con
anterioridad, la tercería tiene por objeto y finalidad sustraer de la traba aquel bien embargado como
perteneciente al ejecutado, que como tal ha de tener un contenido patrimonial determinable, ya que
de no ser así, nos encontraríamos ante un embargo nulo según el art. 605 párrafo tercero LEC, en
el que se expresa que los bienes son absolutamente inembargables (Los bienes que carezcan, por sí
solos, de contenido patrimonial), con las consecuencias legales que dispone el art. 609, párrafo
primero: «Efectos de la traba sobre bienes inembargables: «1.º El embargo trabado sobre bienes
inembargables será nulo de pleno derecho».
IV. CRITERIOS ORIENTATIVOS DE LOS COLEGIOS DE ABOGADOS PARA LA ELABORACIÓN DE
LA MINUTA (BASE DE CÁLCULO)
Pese a la claridad del criterio jurisprudencial y legal expuesto con anterioridad, los Colegios de
Abogados han venido informando el trámite previsto en el art. 246 LEC, que regula la impugnación
de honorarios por excesivos… «se oirá en el plazo de cinco días al abogado de que se trate y, si no
aceptara la reducción de honorarios que se le reclame, se pasará testimonio de los autos, o de la
parte de ellos que resulte necesaria, al Colegio de Abogados para que emita informe».
Descifremos este precepto bajo la panorámica de la más reciente regulación que se ha producido
sobre esta materia.
Partiendo del art. 44 Estatuto General de la Abogacía Española, donde se dispone que el abogado
tiene derecho a una compensación económica por los servicios prestados, la reciente adaptación a
la normativa comunitaria y las resoluciones del Tribunal de Defensa de la Competencia, refrendadas
por el Tribunal Supremo, así como la nueva regulación legal que supone la Ley 25/2009 (llamada
Ley Ómnibus, en vigor desde el 27 de diciembre del citado año), ha producido la liberalización en
esta materia y ha privado al Consejo General de la Abogacía de la facultad que tenía para dictar
normas de criterios orientativos en materia de honorarios que sirvieran de referencia para la
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confección de las minutas. Sin embargo, la disp. adic. 4.ª de la citada Ley establece que: «los
colegios podrán elaborar criterios orientativos a los exclusivos efectos de la tasación de costas y de
la jura de cuentas de los abogados. Dichos criterios serán igualmente válidos para el cálculo de
honorarios y derechos que corresponden a los efectos de tasación de costas en asistencia jurídica
gratuita».
De la lectura de los párrafos anteriores, se evidencia una clara contradicción que amenaza con un
debilitamiento del poder del Consejo General de la Abogacía al privar a éste de la facultad de
establecer criterios orientativos de honorarios, pero con la particularidad de que, en base a la disp.
adic. 4.ª transcrita, se conceda a los Colegios la posibilidad de elaborar criterios orientativos a los
exclusivos efectos de la tasación de costas.
Diversos informes de la Comisión de Honorarios de Colegios de Abogados ponen en evidencia la
aludida contradicción en la materia. El primero, objeto de análisis, ha sido extraído del dictamen
elaborado con fecha 2 de abril de 2008, por el Iltre. Colegio de Abogados de Málaga. En su
consideración Segunda relata que: «La controversia se centra en la base minutable del
procedimiento de tercería, pues para la parte impugnante es indeterminada mientras que para el
impugnado es la cantidad indicada en la ejecución como principal y presupuesto de intereses.
Continúa dicho informe mencionando el criterio 87.1 del Baremo, de cuyo texto se esgrime, que
para las tercerías de dominio será aplicable el apartado correspondiente a juicio ordinario, y en lo
referente al letrado de la parte actora, será el valor real del bien que se trate».
Siguiendo las pautas e instrucciones de las directrices marcadas por el baremo referido con
anterioridad, quien minuta es el Letrado de la parte actora (tercerista), y la base minutable es el
valor real del bien (o bienes) de que se trate. El hecho de que en la demanda, y en todo el
procedimiento de tercería, no fuera determinado dicho valor, proporciona a la parte impugnante la
argumentación de considerar el procedimiento de cuantía indeterminada.
Aunque hubiese sido deseable que la demandante hubiera reflejado en su demanda el valor real del
bien, y no esperar a la tasación de costas, hay que resaltar que en todo momento aplicó las
directrices conforme estipulaba el baremo correspondiente.
«Es criterio interpretativo de esta Comisión que cuando el Baremo se refiere al valor real del bien
estaremos a su valor en el momento de iniciación del procedimiento, con independencia de los
honorarios que el Letrado gire a su propio cliente por la plusvalía que pudiera haber sufrido el bien
durante la pendencia del procedimiento (Criterio General Quinto del Baremo)».
El segundo dictamen es del Real e Ilustre Colegio de Abogados de Zaragoza que, en su informe,
aprobado por la Junta de Gobierno el 26 de junio de 2012, se contiene en el II Criterio y
fundamento, la siguiente argumentación: «Es cierto que en las tercerías la base de cálculo de los
honorarios debe fijarse en el valor del bien, como es igualmente cierto que es en la fase de debate
cuando las partes deben fijar los términos de la controversia procesal, entre los cuales la cuantía no
es una cuestión baladí dada la repercusión económica que tiene en la condena en costas. Por ello,
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aun cuando la cuantía no afecte al tipo de procedimiento por venir este determinado por la materia,
es deseable que las partes se comprometan y fijen desde sus primeros escritos el valor de lo
discutido. En el presente caso parece evidente que la base debe ser el valor del bien, pero la
cuestión se centra en determinar qué valor aceptamos, si NINGUNA de las partes, ni el Juzgado, han
desarrollado la más mínima actividad procesal en orden a su determinación hasta que se ha
conocido el pronunciamiento sobre costas…/… no es hasta el trámite de tasación de costas cuando
aporta un recibo del IBI acreditativo de su valor catastral…/… tampoco hay ningún informe que
permite conocerlo (el valor del bien) ni, en conclusión, hay dato alguno ANTERIOR AL
PRONUNCIAMIENTO SOBRE COSTAS que sirva para conocer el valor de ese inmueble. Todo ello…/…
aconseja informar que la base de cálculo de los honorarios es indeterminada…»
En referencia con la interpretación esgrimida en el informe del Colegio de Abogados de Zaragoza,
cabe mencionar que la resolución ofrecida, aconseja como resolver dicho incidente de determinación
del valor del bien en un procedimiento de tercería cuando ésta determinación no se ha producido en
el momento procesal oportuno, pero sin dejar al margen esta reflexión, que no deja de ser un
consejo o recomendación, resulta de gran interés destacar que las normas de honorarios de los
colegios profesionales, y en este caso del Colegio de Abogados, no tiene tratamiento de norma
procesal por lo que a pesar de que los Tribunales pueden acogerse a los resultados de dichos
informes, no con ello se desprende que vinculen a los Órganos Judiciales en la resolución de sus
procedimientos.
V. DETERMINACIÓN DEL VALOR DEL BIEN EMBARGADO A EFECTOS DE LA DETERMINACIÓN
DE HONORARIOS
No siendo necesaria la determinación de la cuantía en esta clase de procesos por venir así,
legalmente establecida, se hace necesario dar solución a la cuestión aquí planteada respondiendo a
la pregunta: ¿Cómo ha de determinarse el valor del bien objeto de la Tercería?
Previamente descartaremos el supuesto en que el bien embargado haya sido ya tasado para
preparar la venta en subasta con anterioridad a la presentación de la demanda de Tercería. En éste
caso el problema estaría resuelto. Pero qué ocurre, como es lo habitual, cuando este trámite aún no
se ha llevado a cabo.
La solución debe de ir dirigida hacia la apertura de un incidente para la determinación de ese valor,
incidente que hay que distinguir y no debe de confundirse con el regulado en el art. 255 LEC (al que
hicimos referencia en el apartado tercero), que como su rúbrica indica, se refiere a la «Impugnación
de la cuantía y de la clase de juicio por razón de la cuantía», y que reiterando lo ya dicho, no puede
dar respuesta a la pregunta formulada.
El incidente que se propone como solución, tendría como fin la determinación del valor del bien, y así
se ha entendido entre otras resoluciones, en el auto 152/2011, de 31 de marzo, dictado por la AP
Zaragoza, Sección 4.ª, resolviendo incidente acordado, con carácter previo a conocer de la
impugnación por excesivos de los honorarios incluidos en tasación, y con el fin de determinar su
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base de cálculo. La tasación traía causa de un procedimiento de impugnación de laudo arbitral donde
tampoco es necesaria la determinación de la cuantía para su trámite.
VI. CONCLUSIONES
La no determinación de la cuantía del proceso de tercería, no puede significar, en ningún caso, la
consideración del bien que constituye su objeto, como de cuantía indeterminada. La Tercería no
tiene cuantía, ni es necesaria su fijación para la determinación del proceso a seguir (citado art. 599
LEC). Se trata del ejercicio de una acción dirigida, única y exclusivamente, al levantamiento de un
embargo sobre un bien que el tercerista considera de su propiedad y que no pertenece al ejecutado.
El tercero demandante no esta reivindicando la propiedad ni la posesión, (caso en el que si sería
exigible la determinación de la cuantía para su tramitación por la clase de juicio que corresponda),
por lo que resulta fuera de lugar hablar de cuantía del procedimiento de tercería.
Ante la falta de valoración del bien objeto de la Tercería, entiendo que la única solución admisible
será la apuntada en el apartado anterior; proceder a su determinación mediante el oportuno
incidente, en el que, impugnada la minuta por excesiva y, partiendo del cálculo de honorarios
efectuado por el Letrado del Tercerista, con la preceptiva contradicción y prueba, se determine la
valoración del bien a estos efectos.
Deducir, que el no haber determinado al inicio del proceso el valor del bien, debe llevar a la parte
vencedora en costas a considerar éste como indeterminado es, además de carente de la más
elemental lógica jurídica, absolutamente discriminatorio para el que ha obtenido a su favor el
pronunciamiento sobre las costas, y constituye un ataque frontal al principio de igualdad de partes
que debe presidir todo proceso judicial, ya que beneficia al condenado en costas, y perjudica al que
ha obtenido el pronunciamiento a su favor.
La condena en costas, es siempre una eventualidad, y como tal, imprevisible ya que, pese al criterio
objetivo del vencimiento que rige en nuestro derecho procesal (párrafo primero, art. 394 LEC),
finaliza el citado párrafo con la excepción que faculta al juzgador para que, razonándolo
debidamente, determine su no imposición por apreciarse dudas de hecho o de derecho. Considerar
que la no fijación de la cuantía del proceso por ninguna de las partes, debe llevar a su tratamiento
como indeterminada, constituye una solución injusta en contra del más elemental sentido jurídico.
Concluyo manifestando que el contenido del texto de este artículo obedece a la confusión entre
aquellos procesos en los que la determinación de la cuantía es necesaria para establecer la clase de
juicio, y entre aquellos otros, como es la tercería de dominio, en los que la clase de juicio, ya viene
determinada por Ley. Hay que distinguir entre la determinación o indeterminación de la cuantía del
proceso, y otra radicalmente distinta, que es la valoración del bien objeto de la tercería. A ésta
última es a la que se refieren las normas orientativas de honorarios de los Colegios de Abogados, y
es por ello que, persistiendo en el carácter voluntario y corporativo al que responden las Comisiones
de Honorarios, he de matizar que, la intención de determinar la cuantía de las costas de un
procedimiento de tercería de dominio, ha sido clara, y ha dirigido la cuantificación sobre el valor real
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del bien, y no sobre la cuantía del procedimiento, lo que evidencia que la regulación de honorarios,
responde a la voluntad de perfeccionar al detalle el símbolo o icono al que responde la victoria del
pleito con la imposición de costas en procedimientos de máxima protección, más aún cuando el bien
objeto de tercería se encuentra totalmente identificado en el proceso, sin ocultar ni disfrazar su
posible valor real.
Inducir a reflexión sobre esta materia de especial importancia para los profesionales del Derecho, es
el objetivo y compromiso que he intentado alcanzar con la exposición que aquí he relatado.
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