Gracias, muchas gracias.

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GRACIAS, MUCHAS GRACIAS
El pasado día 9 de mayo se celebró en cientos de municipios europeos, el Día
de Europa, día que conmemora el deseo de todos los países aliados a la UE, de
vivir en una convivencia apacible. Fenómeno que se inició en 1950 de la mano
del Ministro de asuntos exteriores francés, Robert Schuman con la propuesta de
organizar una Europa basada en relaciones pacificas entre los países miembros.
No pretendo hablar de política, porque soy aprendiz en el tema, y aún teniendo
muchos años, aún no había nacido cuando se puso en marcha este proyecto
que l2 años después cuenta con 27 países vinculados a la UE.
La música de El Himno a la Alegría, compuesta por Ludwig van Beethoven, se
habrá escuchada miles de veces la pasada semana, con un mensaje claro y
nítido de una voluntad común: “Todos juntos podemos ser más fuertes”.
Escuchando en el Mirador de Palau Altea, a niños y adolescentes leyendo
artículos de los principios básicos de la Constitución Europea, en diversas
lenguas, no pude por menos que sentir orgullo de esos chiquillos que juntos
conviven en paz, en este caso, en Altea y Altea la Vella, creando una riqueza de
culturas, idiomas y experiencias que nos promete un futuro más sabio y
también gastronómico, porque al finalizar el acto institucional, un aperitivo
esperaba al público con manjares elaborados por residentes de los países
aliados.
Y yo… ¿Por qué empiezo este artículo diciendo: “Gracias muchas gracias”?
Porque unido a ese enriquecimiento cultural y esa intención pacifica entre los
pueblos europeos, miles de personas de otros países, se han instalado en
nuestra tierra y, han importado con ellos, no sólo su lengua, gastronomía,
cultura…, sino también sus ritos y hobbies y en lo que a Emaús se refiere: Han
llegado con su costumbre ancestral de ayudar a los más necesitados.
Europa ha vivido dos guerras mundiales; sangrientos enfrentamientos que
dejaron atrás muchos huérfanos y viudas; tanto debió ser el sufrimiento que
enseguida supieron organizarse para ayudar a los desvalidos, ¡Cuánta
solidaridad y ayuda ante la desgracia colectiva!
De manera que una vez instalados en esta zona del país, la mayor parte,
pensando en una merecida y pacifica jubilación acariciada por el sol, cuando
supieron de la existencia de Emaús y sus muchas necesidades diarias, no
dudaron en dedicar muchas de las horas de sus días, en ayudar a nuestros
usuarios.
Son muchas las veces que me asomo a este diario, mencionando la gran ayuda
que recibimos de nuestros amigos europeos, esa ayuda amable que viene
siempre acompañada de una sonrisa y cariño sincero, esas manso amigas que
nos ofrecen su amistad y solidaridad.
Creo que en algo ha influido el que entre nuestros respectivos países no existan
barreras, que nos desplacemos por el Continente sin tener que cambiar de
moneda, que tengamos objetivos comunes y que nuestra privilegiada ubicación
en el sur, les invite a vivir en una zona muy alejada de los días fríos y lluviosos
de sus lugares de origen.
Y aquí están: ingleses, noruegos, alemanes, holandeses, belgas, suizos,
franceses, suecos… Conviviendo con nosotros, aprendiendo con el día a día, el
vocabulario básico para poderse interrelacionar, amar además del sol, nuestros
arroces y las siestas.
Pero por encima de todo, fieles a su espíritu solidario, auxiliando a los más
débiles de le escala social. Por todo Levante se realizan cantidad de actos para
recoger dinero y ayudar a paliar necesidades, y debo decir que no todos son
para Emaús y sus Centros de Acogida, también a asociaciones de ayuda contra
el cáncer, Caritas, centros de acogida de animales abandonados y muchas y
variada entidades que ahora más que nunca necesitan de ayuda…
A todos ellos, a todos esos europeos que nos ayudan a tantos y que han
celebrado en esta zona el Día de Europa, quiero decirles con mucho afecto:
Gracias, muchas gracias, Thank you, thank you, Takk, takk skal du ha, Danke,
danke, Dank u, dank Merci, merci, Tack, tack,
Gracias de corazón amigos, por todo cuanto compartís con nosotros.
Más información: www.emausong.es
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