ROMA 1. Marco espacial y temporal básico. Según la leyenda Roma fue fundada en el 753 a.C. por Rómulo y Remo. Entonces vivían en Italia numerosos pueblos. Destacaban los etruscos en el norte, de origen incierto y cultura compleja con desarrollo de construcciones funerarias y templos, formas escultóricas similares a las arcaicas griegas y fuertes supersticiones religiosas. En el centro estaban los latinos que levantaron poblados en la zona conocida como las Siete Colinas y de cuya unión surgirá Roma y en el sur se situaban los griegos con su próspera colonia de Magna Grecia. Esa sería la península Itálica en el siglo VIII. Tras la unificación peninsular llevada a cabo por Roma, se desarrolla el periodo republicano iniciándose una importante expansión por el Mediterráneo tal y como muestra el correspondiente mapa. Al comienzo de la era cristiana Roma ya es un Imperio y continúa su proceso de crecimiento territorial llegando al Danubio y conquistando la mayor parte de los reinos helenísticos, alcanzando así su extensión máxima. Todo ello se produjo bajo tres formas de organización política: la Monarquía entre 753 y 509 a. C., la República entre 509 y 27 a. C. y el Imperio entre 27 a. C. y 476 d. C.; éste suele dividirse a su vez en alto Imperio (27 a. C.- 192 d. C.) y bajo Imperio (192-476). 2. La Monarquía (753-509 a. C.) Durante los primeros siglos Roma fue gobernada por un rey elegido por los representantes de las familias más importantes, los llamados patricios, que se agrupaban en gentes, en tanto que tenían un antepasado común; éstos formaban parte del Senado y auxiliaban al rey en las tareas de gobierno. Junto a los patricios aparecen los plebeyos, ciudadanos a los que se negaba la participación en el gobierno a pesar de pagar impuestos. En el siglo VI los etruscos conquistaron Roma pero sus pobladores nunca aceptaron su autoridad, se enfrentaron a ellos y los vencieron. En el año 509 a. C., el último rey etrusco, Tarquino el Soberbio, fue destronado por una rebelión. 3. La República (509-27 a. C.) Durante tres siglos fueron cristalizando formas de organización y culturales partiendo de dos sustratos importantes: el etrusco y el griego. En el siglo III la República repartía el poder político entre las Asambleas populares, los magistrados y el Senado. De entre las múltiples asambleas de ciudadanos destacaron los Comicios Centuriados en las que los ciudadanos se agrupaban por centurias y elegían magistrados, aprobaban leyes, declaraban la guerra y la paz y juzgaban. Los magistrados ejercían su función por un año, sin remuneración, siendo elegidos por las asambleas; destacaron los cónsules (jefes del ejército y de los demás magistrados), los pretores (administración de justicia), los cuestores (hacienda), los censores (hacían el censo y clasificaban a los individuos en centurias según cinco clases determinadas por la riqueza) y los tribunos de la plebe (creados como una reivindicación de los plebeyos en el siglo V, para la defensa de sus derechos). El Senado representaba la experiencia y la continuidad política y los integraban patricios y antiguos magistrados, asesoraba a los magistrados y ratificaba los acuerdos de las asambleas. Roma realizó un enorme proceso de expansión: entre los s. VI y V dominó Italia, en el siglo III el Mediterráneo occidental en lucha con los cartagineses en las tres guerras púnicas y en los siglos II y I a. de C., el Mediterráneo oriental en lucha con los reinos helenísticos. Para ello necesitó de un gran ejército que reclutó ofreciendo el derecho de ciudadanía; en el s, I a. C. lo formaban un millón de personas. Este crecimiento territorial tuvo consecuencias: una explotación sistemática de las riquezas de los territorios ocupados configurando un inmenso ager publicus (tierras, minas, bosques, etc) para el Estado y la consiguiente lucha en Roma entre los grupos que intentaban sacar provecho de la conquista. Esto provocó una transformación en los grupos de la sociedad romana, de forma que: los senadores se hicieron con enormes latifundios trabajados por esclavos; los caballeros (comerciantes que seguían al ejército) compraban el botín y lo revendían en Roma y acabaron alquilando servicios a Roma que ésta no podía cumplir (cobro de impuestos, abastecimiento del ejército) consiguiendo fabulosas riquezas que invertían en empresas comerciales a larga distancia; los campesinos con propiedades medias no pudieron competir con el precio de los productos de los latifundios y o se enrolaron en el ejército o malvivieron en la ciudad vendiendo el voto. Debido a estos cambios el sistema político entró en descomposición: las asambleas perdieron su valor representativo, senatoriales y caballeros se agrupaban en partidos, la masa de ciudadanos pobres era amenaza de subversión social; así las cosas, algunos magistrados se crearon un ejército de ciudadanos adictos para hacerse con el poder; uno de ellos, Julio César, concibió convertir Roma en una monarquía de tipo helenístico y aunque fue asesinado, su sobrino Octavio Augusto recogió el proyecto. 4. El Imperio (27 a. C. – 476 d. C.) El sistema de Augusto se apoyó en dos elementos básicos: un gobierno adaptado a las necesidades de un enorme Imperio y una civilización urbana que utilizó para uniformizar las tierras mediterráneas. El sistema vivió su esplendor los dos primeros siglos (alto Imperio) entrando en decadencia durante la crisis del s. III y hundiéndose en el s. IV. Los cambios políticos se basaron en la absorción por parte del Imperator de todos los poderes; se apoyó en un ejército de voluntarios profesionales bien pagados con servicio durante 20 años y un cuerpo de funcionarios elegidos por él que acabarán formando una nobleza dividida en senatoriales y caballeros; las viejas magistraturas y el Senado perdieron influencia. El sistema aseguraba los siguientes servicios: la paz interior y exterior, la administración de justicia y la construcción de obras públicas; para ello necesitó cobrar y administrar tributos mediante profesionales especializados, eliminando las rapiñas republicanas. Este Imperio fue eminentemente urbano. Las ciudades fueron salpicando el territorio y la nueva clase burguesa (comerciantes, empresarios agrícolas) junto a la clase media de propietarios medios y profesiones liberales, creció, imponiéndose a la masa de esclavos, soldados licenciados o emigrantes rurales; las urbes no eran autosuficientes y todas necesitaban ser abastecidas de productos lejanos; una red de calzadas, puentes, puertos, facilitó la tarea. Desde finales del s. II las cosas comienzan a cambiar: 1. Los precios de los productos comienzan a subir porque hay más demanda que oferta. 2. El Estado recauda menos porque es menor el botín al frenarse la expansión. 3. La irrupción desde oriente de la religión cristiana pone en tela de juicio la existencia de la esclavitud al señalar la igualdad de todos los hombres. 3 Algunos pueblos situados más allá del limes amenazan las fronteras del Imperio en época de Marco Aurelio. Todo ello se complica en el s. III: los pueblos germanos entran y saquean las tierras del Imperio sin que un ejército de 300000 hombres sea suficiente; cada ejército se cree con el derecho de imponer a su jefe como emperador y se desata una guerra civil generalizada apareciendo el saqueo, la destrucción y el bloqueo de las rutas comerciales; para hacerse cargo de los gastos, los emperadores emitieron moneda de bajo valor y aumentó la inflación. El Estado del Bajo Imperio es un Estado a la defensiva: las ciudades se amurallan, se duplica el ejército y se paga con brutales subidas de impuestos (Diocleciano), los ricos burgueses abandonan las ciudades ante el caos urbano y se refugian en las propiedades rurales evadiendo impuestos mientras que los campesinos medios han de entregar sus tierras al no poder cumplir con el fisco. Para salvar la situación, Teodosio dividió en 394 d. C. el Imperio entre sus dos hijos legando Oriente a Arcadio y Occidente a Honorio. El fin del Imperio estaba servido. Desde el año 376, algunos pueblos germanos más romanizados firman un pacto (foedus) con Roma para defender zonas fronterizas a cambio de recibir tierras dentro del Imperio; Valente lo hizo con visigodos y ostrogodos en 376 y con la irrupción de los Hunos en el siglo V, se convirtió en práctica habitual. Los pueblos germanos ya estaban dentro del Imperio; cuando Odoacro, rey de los hérulos depuso en Roma al último emperador, Rómulo Augústulo, se confirmó de derecho una situación de hecho. 5. La cultura. Si de los etruscos heredaron los romanos importantes componentes artísticos, será el influjo griego el factor determinante de su cultura. Desde la conquista de Magna Grecia en el siglo III y del Mediterráneo oriental a partir del s. II a. C., Roma se tiñe de cultura griega: educarán a sus hijos con profesores griegos, convertirán la lengua griega en símbolo de distinción, seguirán sus modelos en literatura, historia y filosofía, traducirán los dioses griegos e imitarán los ideales estéticos del arte griego. No obstante, siempre deberemos al espíritu romano la aportación del derecho. Más allá del influjo griego cabe destacar la impronta cristiana: puso en tela de juicio el culto al emperador, practicó el monoteísmo y la igualdad entre las personas, elaboró un mensaje revolucionario de amor y perdón y planteó una vida eterna tras la muerte; por su aceptación primero por los esclavos y humildes y después por otros sectores sociales, fue una práctica perseguida, hasta que Constantino en 313 decretó la libertad religiosa y Teodosio en 380, en un intento de dar cohesión al Imperio, la declaró religión oficial. El arte romano fue continuador de las formas artísticas griegas pero destacó por: - El uso del mortero como material barato y sólido para la construcción. - El uso del arco (de medio punto) y las bóvedas (cañón, arista y media naranja). - El desarrollo de tipologías arquitectónicas derivadas de la construcción de obra civil (teatros, anfiteatros, basílicas, circos, termas, puentes, acueductos, arcos de triunfo). - La preocupación por el urbanismo y por la dotación de servicios urbanos (cloacas, canalizaciones, empedrados en las calles). - La monumentalidad constructiva derivada del contacto con culturas de oriente (Coliseo, Panteón de Agripa, Termas de Caracalla, Basílica de Constantino). - El desarrollo del retrato escultórico en época republicana (Brutus Barberini) ,de las imágenes imperiales (Augusto Prima Porta) y de formas expresionistas y alejadas de los cánones clásicos de belleza por influjo cristiano (Cabeza de Constantino). - El desarrollo de una espléndida pintura al fresco en la que bajo cuatro estilos (incrustaciones, arquitectónico, ornamental e ilusionista) llegarán a la representación de espacios perspectivos, simulación de volumen y claroscuro, si bien, no será descubierto hasta la excavación de las ruinas de Pompeya en el s. XVIII.