•-.'''^'•••f! DE CIENCIAS, LITERATURA Y BELLAS ARTES. '<<<<«<'^©QQgQ0Q0Q9»>>»>>" 6cíj un tía Serte, DOMIIVGO i¡í I>E KOVIEMIIUG DE I840. T?l?=N?55f Índice de este número='Costumbres: la Higa. CQncUtsion.=^ Moral, Todo es enredos fimor.=A E/í5rt, pt)esia.=El árbol de Guei'nien.=NütÍcia de la población, en la provincia de AlUaijU—Croiioloijiíi del entendimiento humano.—Lámina. El árbol de Guerníva. COSTUMBRES. Conchicion. Y es una verdad, tüjo entonces mi amig;u, que lai iniracIaB de lus envidlogos podría decirite que salen envueltas eu el veneno (jue devora QUS entruñaa. E u c! vcueuo que fi*'*'ora itis enti-auas! Repelí yií cou cierto ¿tifaflis, ariadiemlü; V* dicu rauy hien: j sino me alara la leujjua el temorde molestar á V . con moi-íilidades ajyena* de este sitio y fug;ar, liaría aliora alg^uoas reflecsiouett sobre !a bayeza de la envidia, que si bien es tau auti(;ua como el género humano, nunca se lia j>;eueralixado tanto, ó al menos uuuca se ha moitrado tau abierta y descaradamente, como se muestra hoy cu Espaua. P u e i yo le ruego á V . , me repuso, q u e dcshcche este escrúpulo, seguro de que le oiré cou atención, porque juntamente acabo de ser víctima de las alevosos tiros deesa detcftable pasión oprobio de la naturaleza humana. Pues de esc modo, continué, empezaré repitiendo aquella:^ enérgicas y bíensentidas palabras que en boca de don Quijote, pone el inniorlal Cervantes. «¡Oh cnviilia, raíz «de iunnítoa males, y carcoma de las virtu«des! Todos los vicios traen no « q u é de lideleíte consigo^ pero el de la envidia no «traesino disgustos, rencores y rabias.» E n efecto, el hombre envidioso sufre y padecQ cruelmente eu todas aquellas ociiúoUBS en que deberia deleitarse. Todos los objetos que procuran satisfaceiou á los que están e s c n l o s d e l a pasión de la euvidia sou un torcedor cruel para los que viveu sugctosá ella. Todas las perfeccioues de las criaturas loa atormentan. L a juventud, la hermosura, el valor y la sabiduría llenan su eorasou de amargura. ¿ P u e de darse un estado mas miserable que el de mirar como un agravio la eacelencia, y aborrecer á la persona en quien la reconocemos y aprobamos tácitamente? La condición del envidioso es la mas triste á que puede llegar un hombre sin diepjtaj no solo es incapaz de regocijarse con el mérito ó la suerte de los demás, eino que vive en un mundo en que todo el género humano conspira contra su quietud y tranquilidad en el mero hecho de aiápirar á labrar su propia dicha. L a n o ticia de un casamiento ventajoso, ó de una pingüe herencia, hace á l o s envidiosos mudar de color y caer en el mayor abatimiento; la de una acción grande y generosa, ó de una obra de mérito y aplaudida los trastorna y desespera. Una sola cosa puede consolar á a n hombre envidioso, que es el descubrir entre las prendas • ventajas que reúnen los otros algún defecto. A s i , al paso que al oírla reUcion de los bienes y riquezasdc alguno pier- ií