Un intrépido cacique y los piratas ingleses Carmen Dueñas

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Un intrépido cacique y los piratas ingleses
Carmen Dueñas-Anhalzer
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Resumen
El cacique del pueblo de indios San Esteban de Charapotó, en la antigua tenencia de
Portoviejo, participó en el siglo XVI en la defensa del puerto de Manta, amenazado por el
pirata Tomas Cavendish. Este artículo describe la odisea del cacique en su viaje a la corte
en Madrid para solicitar mercedes reales.
Abstract
The cacique of San Esteban Charapotó, an Indian village in the colonial district of
Portoviejo, participated in the defense of the port of Manta, threatened by Tomas
Cavendish, an English pirate. This article describes the hardships encountered by the
cacique on his way to the court in Madrid.
La incursión en 1578 de corsarios ingleses en aguas del Pacifico español obligó a los
habitantes de las costas coloniales a convivir con la permanente posibilidad de nuevas
1
invasiones. En ciudades como Guayaquil se designó incluso una campana en particular
para alertar a los habitantes en caso de una inminente invasión. Podemos imaginarnos el
pánico que cundiría entre los habitantes de las ciudades amenazadas, ansiosos por proteger
sus bienes y sobre todo ocultar en bosques aledaños a mujeres y niños, blanco favorito de
los invasores.
A la incursión de Francis Drake (El Draque, para los españoles) siguió en 1587 la de Tomas
Cavendish, quien desde Chile hasta Norteamérica saqueó las costas españolas y logro la
captura de algunos galeones. Como se temía un ataque a Manta, treinta vecinos de
Guayaquil se acuartelaron ahí hasta que pasara el peligro, mientras que desde San Esteban
de Charapotó, pueblo de indios aledaño a Manta, acudió el Cacique y Gobernador de
Indígenas, don Baltasar Samán, con una escuadra de cien indios “de a caballo y de a pie,”
bien apertrechados con arcos y flecha para la defensa del puerto. Cavendish a último rato
ignoró a Manta y prefirió atacar a la isla Puná.
El cacique de Charapotó, Don Baltasar Samán, pertenecía a esa estirpe de caciques
“hispanizados” que han sido descalificados por muchos historiadores como
“colaboracionistas” y “escaladores sociales.” En la Audiencia de Quito hubo algunos de
ellos, como don Sancho Hacho de Velasco de Latacunga, don Diego Tomalá de la isla
Puná, y don Pedro de Zámbiza. Ayudaron a los españoles en la conquista de pueblos
hostiles, como por ejemplo los Quijos, o en la defensa de las costas contra invasiones
piratas. Los españoles se valieron de ellos para controlar a la población tributaria, a
cambio de lo cual les otorgaron algunos privilegios. Pero podríamos culparlos? En la
segunda mitad del siglo XVI ya los señores étnicos se habrían percatado de que los
europeos estaban aquí para quedarse, sobre todo después de 1570, cuando la resistencia
Inca en Vilcabamba, Perú, fue liquidada y su último Inca, Túpac Amaru I, ejecutado de
manera brutal, junto con su parentela hasta tercer grado.
Estos caciques aceptaron no solo ser bautizados en la nueva religión y cambiar sus antiguos
nombres por nombres cristianos, sino que internalizaron de manera eficiente los códigos
culturales de los nuevos conquistadores. Sus probanzas de merito, equivalentes a nuestras
hojas de vida modernas, reprodujeron de manera impecable las relaciones políticas entre los
vasallos y el rey. Sabemos que la cultura política colonial concebía al rey como la sola
fuente de poder, sin mediación de instituciones, de manera que la suerte de sus vasallos
dependía de la buena o mala voluntad real. Para los historiadores estas relaciones de
méritos son una fuente inagotable de información. Gracias a la probanza de mérito de don
Baltasar Samán, debidamente notariada y respaldada por testimonios de españoles e
indígenas, conocemos algo de su historia personal y su experiencia con los piratas ingleses.
En su probanza, don Baltasar dijo ser de calidad noble, descendiente de antiguos caciques
de Jaramijó, amigos de curas y de españoles, igual que su esposa, doña Gracia, sobrina del
cacique de Picoazá. Resaltó los servicios prestados al Rey, entre los cuales figuro de
manera prominente la defensa del puerto de Manta. Adjuntó también cartas del Virrey de
Lima y del presidente de la Audiencia de Quito, mediante las cuales se le otorgaba el título
de Gobernador de Indígenas de Charapotó y se le agradecía por otros servicios prestados.
La intención del cacique era entregar esta probanza personalmente al rey y proponer, según
dijo, algunos negocios de interés para Su Majestad y para los naturales de esas costas.2 Su
elaboración le tomo dos años y le habrá costado no pocos reales.
En 1590 el cacique partió rumbo a “las Españas”. En Ciudad de Panamá tuvo la
precaución de hacer reconocimiento de la firma del notario de Portoviejo, citando como
testigo a un antiguo vecino de esa ciudad. Debió cruzar el istmo de Tierra Firme en mula,
como se acostumbraba entonces, y llegar a la otra costa para abordar uno de los tantos
galeones que una vez al año salían en convoy desde Portobelo, precisamente para
defenderse de ataques piratas.
Vale la pena resaltar los arrestos del cacique de Charapotó. El viaje era largo y riesgoso.
Acechaba no solamente el peligro de ataques piratas sino también de huracanes y
tormentas imprevistas. El destino final de su viaje le era totalmente desconocido, la tierra
de sus conquistadores, no obstante partía con la certeza de que el rey le daría audiencia y
escucharía sus propuestas.
Ya próximo a llegar a su destino, a la altura del Cabo de Sao Vicente, al sur de Portugal, el
barco en el cual viajaba se vio interceptado por piratas ingleses, parte de una flotilla que se
dirigía a las Azores al acecho de la flota española. Don Baltasar salvó la vida pero perdió
todos sus bienes, incluyendo la considerable cantidad de catorce mil ducados. A la época
catorce mil ducados eran una suma importante, baste decir que con once mil ducados se
podía adquirir dos barcos recién construidos de 500 toneladas cada uno. Un reputado
estudioso de la historia de la Audiencia de Quito, Adam Szasdi, ha sugerido, tal vez con
exceso de entusiasmo, que el botín del cacique de Charapotó ayudo a financiar la deuda
pública de la corona inglesa. 3
El cacique llegó a Madrid solamente con la ropa puesta, pero no por eso perdió ánimo. En
Madrid y Valladolid se conectó con antiguos conocidos suyos en Portoviejo. Entre ellos un
“indiano”, como se identificaba a los nuevos ricos venidos de Indias y retirados en España.
2
“Balthttp://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/e/e4/Perv-Guiljelmus_Blaeuw.JPGasar Zaman,
Inga, Cacique y Gobernador de Charapotó, pide mil y quinientos ducados de indios vacos, por sus servicios
contra el corsario inglés y la pérdida de catorce mil ducados robados por dicho corsario. 1594”, Documentos
para la Historia de la Republica del Ecuador, III Tomo, Edit. Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito, 1977,
pp.329-363
3
Adam Szaszdi, “Don Diego Tomala, Cacique de la Isla de la Puná”, Revista de Historia de América, 1975, No.
79-80,
Igualmente contactó al Pretensor del Consejo de Indias, el Capitán Andrés de Ribadeneira,
con quien había colaborado su padre, don Pedro Saman, en la conquista de Esmeraldas.
Estos amigos poderosos prestaron ayuda al cacique para su supervivencia en Madrid y
dieron testimonio juramentado a su favor para ser presentada ante el Consejo de Indias.
No obstante el Consejo optó por enviar el expediente al Virrey del Perú, a pesar de las
protestas de don Baltasar, quien en adelante debió limitarse a implorar auxilio económico
para retornar a su lejana Charapotó.
Lamentablemente no disponemos de más información para conocer como término la odisea
del cacique. Ni siquiera sabemos si regresó a Charapotó, pero como historiadores debemos
planteamos algunas preguntas. De donde obtuvo don Baltasar tanto dinero como para
llevar consigo a Madrid? Sabemos que los caciques prehispánicos practicaron una
economía redistributiva y no de acumulación personal, prácticas que muchos señores
abandonaron dentro de las nuevas normas de la economía colonial. Pero qué actividad
económica sustentó la acumulación de tanto dinero a pocas décadas de la conquista y en
costas relativamente deshabitadas? Solamente hurgando en viejos archivos, como solemos
hacer los historiadores, podremos absolver estas preguntas de lo que en definitiva es parte
de la historia colonial de nuestro país.
Bibliografía
“Baltasar Zaman, Inga, Cacique y Gobernador de Charapotó, pide mil y quinientos ducados de indios vacos,
por sus servicios contra el corsario inglés y la pérdida de catorce mil ducados robados por dicho corsario.
1594”, en Alfonso Rumazo González, Documentos para la Historia de la Republica del Ecuador, Tomo III,
Quito, Editorial de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito, 1977.
Adam Szaszdi, “Don Diego Tomalá, Cacique de la Isla de la Puná”, en Revista de Historia de América, Nos. 7980.
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