,3 Bruselas, 21 de noviembre de 2001 $QQD'LDPDQWRSRXORX©'HEHPRVWUDEDMDUHQSURGH OD LJXDOGDG GH RSRUWXQLGDGHV HQWUH KRPEUHV \ PXMHUHVHQODUHJLyQPHGLWHUUiQHDª $QQD'LDPDQWRSRXORXDEULUiODFRQIHUHQFLDWLWXODGD©/DVPXMHUHVHQODVWUHV FXOWXUDVPHGLWHUUiQHDVGHVDUUROORGHPRFUDFLD\OLEHUWDGªTXHVHFHOHEUDUi ORV GtDV \ GH QRYLHPEUH HQ 6HYLOOD FRQ OD VLJXLHQWH GHFODUDFLyQ ©0L PHWDHVUHXQLUDORVSULQFLSDOHVOtGHUHV\ODVSULQFLSDOHV21*GH(XURSDSDUD HYDOXDU MXQWRV OD SRVLFLyQ TXH RFXSDQ ODV PXMHUHV HQ ODV UHODFLRQHV H[WHULRUHV\SUHVHQWDUSURSXHVWDVTXHVLUYDQGHEDVHDODVIXWXUDVSROtWLFDV /DVPXMHUHVGHO0HGLWHUUiQHRWLHQHQXQLPSRUWDQWHSDSHOTXHGHVHPSHxDUHQ HVWH FRQWH[WR 'HEHPRV PDQWHQHUQRV XQLGDV VHD FXDO VHD QXHVWUD QDFLRQDOLGDGUHOLJLyQ\WUDGLFLyQSROtWLFDGHEHPRVKDFHUTXHVHQRVRLJD\ GHPRVWUDU QXHVWUD VROLGDULGDG \ SOHQR FRPSURPLVR HQ OD OXFKD SRU ORV GHUHFKRVKXPDQRVODGHPRFUDFLD\ODSD]ª Esta conferencia es una iniciativa excelente para reunir a mujeres cristianas, musulmanas y judías de todo el Mediterráneo. Como mediterránea que soy, contáis con todo mi apoyo y sostén. Ante el actual clima político, es ahora más necesario que nunca que las sociedades mediterráneas se unan para construir y compartir una región de paz, prosperidad, seguridad y desarrollo. Dentro del proceso de Barcelona —la principal herramienta de la Comunidad Europea para el diálogo con la región mediterránea— se han tomado una serie de medidas para fomentar la igualdad entre los sexos y promover la participación en pie de igualdad de las mujeres en la vida económica y social, en la creación de empleo y en la mejora de las condiciones de vida y de trabajo. Pero hay que ir más allá. Hay que asegurarse de que el principio de la igualdad de oportunidades se convierte en una realidad operativa del proceso de Barcelona en su totalidad, es decir, de todos sus programas, proyectos, iniciativas y declaraciones. Hemos de asegurarnos de que las mujeres tienen un acceso directo a las oportunidades de financiación, tanto para gestionarla y canalizarla como para recibirla. El curso de los acontecimientos desde el 11 de septiembre y, en particular, la situación en Afganistán, nos ofrecen la oportunidad de superar las políticas y estructuras actuales. La grave situación de las mujeres afganas no es, ni mucho menos, nueva, pero sí es la primera vez que ha atraído la atención del mundo entero. No sólo hemos de aliviar el sufrimiento inmediato de las mujeres de este país; también debemos evaluar las consecuencias políticas de la caída de Kabul, así como el papel de las Naciones Unidas en este proceso. La comunidad internacional debe asegurarse de que las mujeres participan plenamente en el proceso de paz, en la reconstrucción de su país y en las nuevas estructuras de gobierno. Por mi parte, asumiré todas mis responsabilidades y seguiré adoptando, en cooperación con los demás miembros de la Comisión, todas las medidas necesarias para atraer la atención de la Comunidad y del resto del mundo sobre esta cuestión. Si queremos conseguir una paz y una estabilidad perdurables en Afganistán, debemos velar por que participen en el proceso todos los miembros de la sociedad, incluidas las mujeres. La Comunidad puede contribuir a ello diseñando políticas y haciendo recomendaciones concretas sobre la manera de integrar a las mujeres afganas en el proceso de reconstrucción y, al mismo tiempo, ampliando el debate al papel de las mujeres en todo el espectro de las relaciones exteriores. 2