Necesitamos cuidar la dimensión evangelizadora de la caridad y

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Necesitamos cuidar la dimensión evangelizadora de la caridad y formarnos para ella de tal modo que sepamos hacer cada
día mejor que nuestro servicio suscite interrogantes sobre la motivación y el sentido de lo que hacemos, invite a la conversión y facilite el anuncio de Jesús y de su Evangelio.
Necesitamos crecer en la conciencia de que la acción caritativa y social de la Iglesia puede ser evangelizadora de muchas
maneras: por lo que hacemos y por el modo como lo hacemos, por las motivaciones y el sentido de lo que hacemos, por
los efectos de los hacemos, por lo que denunciamos y por los cambios que promovemos, por el acompañamiento que
hacemos, por el mensaje del Evangelio que podemos anunciar en lo que hacemos.
“Mirad cómo se aman”. Estas palabras que Tertuliano pone en boca de los enemigos de la Iglesia siguen teniendo vigencia
hoy. A pesar de los cambios y transformaciones sociales y culturales que vive nuestro mundo, el testimonio del amor gratuito, del servicio desinteresado, reflejo del Dios amor que en Jesucristo por la fuerza del Espíritu ofrece la Iglesia, es una
manera privilegiada de evangelizar. Vale la pena, pues, que aprovechemos y potenciemos el dinamismo evangelizador de la
caridad.
Vivimos un momento privilegiado, un verdadero momento del Espíritu, para que el ejercicio de la caridad nos evangelice y
nos haga ser cada día más evangelizadores. Vivámoslo con corazón agradecido y generoso y hagamos de nuestra vida y
servicio, como María, un canto a la acción evangelizadora y liberadora del Señor a favor de los más pobres y oprimidos.
PARA PENSAR Y ACTUAR
REFLEXIÓN PERSONAL Y GRUPAL
1.- Tomo nota de las tres frases que más me han llamado la atención sobre la espiritualidad evangelizadora.
a)
b)
c)
2.- ¿Me siento evangelizado en el ejercicio de la caridad? ¿cuándo?
3.- ¿Me siento evangelizador en el servicio caritativo y social? ¿cómo?
Damos gracias a Dios por la acción de su Espíritu en nuestras vidas y en nuestra acción caritativa y social. Pedimos al Espíritu la ayuda que necesitamos. Podemos hacerlo rezando una de la oración del Anexo.
3.- ¿Qué puedes hacer para ser testigo de esperanza en tu realidad concreta, en especial, con los más pobres?
Oración: Doy gracias a Dios por la acción su Espíritu en mi vida y en mi acción caritativa y social. Pido al Espíritu la ayuda
que necesito. Podéis hacerlo rezando una de las oraciones del Anexo.
“La Espiritualidad que nos anima en la acción Caritativa y Social”
ESPIRITUALIDAD EVANGELIZADORA QUE HACE PRESENTE EN EL MUNDO LA BUENA NOTICIA DEL AMOR MISERICORDIOSO DE DIOS
“El testimonio de la caridad de Cristo mediante obras de justicia, paz y desarrollo
forma parte de la evangelización”
La misión última de toda institución de acción caritativa y social de la Iglesia es continuar en el tiempo la obra de Jesús, el primer y gran evangelizador.
Jesús es el ungido y enviado por el Espíritu a evangelizar a los pobres, con una
evangelización que no es adoctrinamiento e imposición opresora, sino buena
noticia del amor de Dios que libera y restablece la justicia y el orden social
trastocados por los hombres en el transcurso de los años.
En él se cumple el anuncio sobre la llegada del Ungido que evangeliza con una
acción que afecta a la totalidad del hombre y a toda la sociedad y cuyos destinatarios privilegiados son los pobres y oprimidos. Una acción evangelizadora
que consiste en la “experiencia profunda concedida a cada hombre de sentirse
amado por Dios y de aprender a reconocerlo en el rostro de un Padre amoroso y pleno de compasión (Cf. Lc. 15).
6.- Evangelizar no es hacer proselitismo, el amor gratuito no se
practica para obtener otros objetivos. Quien ejerce la caridad es
nombre de la Iglesia nunca tratará de imponer a los demás la fe. Es
consciente de que el amor, en su pureza y gratuidad, es el mejor
testimonio de Dios en el que creemos que nos impulsa a amar. El
cristiano sabe cuándo es tiempo de hablar de Dios y cuándo es
oportuno callar sobre Él, dejando que hable sólo el amor.
7.- La caridad es criterio de discernimiento y motivo de credibilidad en la acción evangelizadora. Si la fe no va acompañada de
obras, está muerta. La fe sin caridad no da fruto, y la caridad sin fe
sería un sentimiento constantemente a merced de la duda. La fe y
el amor se necesitan mutuamente, de modo que una permite a la
otra seguir su camino.
Un amor que no es un amor cualquiera, sino el amor de un Dios que es compasivo y misericordioso. El calificativo
que más se aplica a Dios en la Biblia y con el que se define y describe el amor de nuestro Dios es precisamente éste:
misericordioso. Un Dios con entrañas de amor. Un Dios al que se le conmueven las entrañas ante la pobreza, la injusticia y el sufrimiento de sus hijos. Por eso, toda expresión de misericordia es manifestación del rostro de nuestro
Dios.
Teniendo en cuenta estos criterios y el desafío que nuestro momento social, cultural y religioso plantea a la evangelización, los cristianos estamos llamados a potenciar la fuerza evangelizadora de la caridad, pues la misma manera de
tratar a los pobres puede ser ya evangelizadora.
La caridad, cuando está animada por el Espíritu, es en sí misma evangelizadora cuando:
>También nosotros, cristianos, hemos sido ungidos por el Espíritu, en el bautismo y en la confirmación y algunos también en el orden sacerdotal. Pero ungidos por el mismo Espíritu y para la misma misión, aunque la ejerzamos de
distinto modo: anunciar y hacer presente la buena noticia a los pobres.
El sentido último de nuestra acción caritativa y social, vivida a la luz del Espíritu, es hacer presente en el mundo, la
buena noticia del amor de Dios, es decir, evangelizar. Somos conscientes de que esto, dicho así, provoca a veces
ciertos recelos y resistencias en algunos cristianos, afortunadamente cada vez menos, que imbuidos del desprestigio
de que ha sido objeto en nuestra cultura laicista la evangelización y con una deficiente formación teológica, identifican
evangelizar con adoctrinar, imponer la fe o aprovechar el servicio de la caridad para hacer proselitismo.
Pero no es eso lo que la Iglesia entiende por evangelizar. Para comprender su significado y sus implicaciones en nuestra acción caritativa y social, es necesario recordar, aunque sea brevemente, algunos criterios muy claros en la doctrina de la Iglesia:
1.- La misión de la Iglesia, continuadora de la misión de Jesús en la historia, es evangelizar. Existe para evangelizar.
2.- Todos en la Iglesia estamos llamados a evangelizar. “Id y proclamad la Buena Nueva.
3.- Todo en la vida de la Iglesia, también el ejercicio de la caridad, tiene sentido cuando es evangelizador. La oración,
la escucha de la Palabra y la enseñanza de los Apóstoles, la caridad fraterna vivida y el pan partido, adquiere significado sólo cuando se transforma en testimonio y se hace predicación y anuncio del Evangelio.
4.- La evangelización no sólo se realiza a través de la catequesis y de la celebración de la fe. El ejercicio de la caridad
es elemento constitutivo de la naturaleza y de la misión de la Iglesia. El anuncio de la Palabra de Dios, la celebración
de los sacramentos y el servicio de caridad no pueden separarse una de otra. La caridad no es una actividad de asistencia social sino que pertenece a la propia esencia de la Iglesia.
5.- Evangelización y promoción humana no se oponen, sino que se implican y mutuamente reclaman para ser completas cada una de ellas. “No es posible aceptar que la obra de evangelización pueda o deba olvidar las cuestiones extremadamente graves, tan agitadas hoy día, que atañen a la justicia, a la liberación, al desarrollo y a la paz en el mundo”
PP, nn. 20 y 21.

Hunde sus raíces en la entraña de nuestro Dios y se convierte en transparencia del amor misericordioso de Dios
y en fuente de fraternidad.

Nos hace fijarnos los unos en los otros y cargar los unos con los otros.

Nos ayuda a descubrir el rostro de Dios en el rostro de todo ser humano y nos lleva a promover su desarrollo
integral.
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Denuncia la injusticia y es transformadora de las personas y de las estructuras.

En una cultura del éxito y de la rentabilidad apuesta por los débiles, los frágiles, los últimos.

Se vive como don y ayuda a superar la lógica del mercado con la lógica del don y de la gratuidad.

Se vive en comunión, contribuye a configurar una Iglesia samaritana y servidora de los pobres y lleva a compartir
los bienes y servicios.
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Sabe discernir desde el Espíritu lo que nos está pidiendo Dios aquí y ahora y responde desde ahí a los desafíos
sociales y culturales del momento.

Transmite la fuerza y la esperanza que nacen de la Pascua.
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Se hace vida gratuitamente entregada, alimentada y celebrada en la Eucaristía.

Nos hace sencillos y pobres para estar disponibles ante Dios y ante los pobres.
Nos hace testigos de una experiencia de amor de la que hemos sido hechos protagonistas, y abre caminos, con obras
y palabras, a la experiencia del encuentro con Dios en Jesucristo.
Todas estas manifestaciones de la caridad son evangelizadoras porque entran a formar parte de las
etapas de un proceso evangelizador tal como nos lo presenta Juan Pablo II:

Son testimonio del amor de Dios y de la comunidad cristiana, y el testimonio es el primer paso de la evangelización.


Son reveladoras de las palabras y actitudes de Jesús y constituyen un primer anuncio de su persona y su mensaje.
Son una llamada a la conversión, a configurarnos con Cristo y a la transformación de las personas y de las estructuras.
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