Universidad P. Comillas 22. Lectura orante de la Biblia LECTURA ORANTE DEL EVANGELIO DE LUCAS Lc 9, 37-45 Sucedió que al día siguiente, cuando bajaron del monte, le salió al encuentro mucha gente. En esto, un hombre de entre la gente empezó a gritar: «Maestro, te suplico que mires a mi hijo, porque es el único que tengo, y he aquí que un espíritu se apodera de él y de pronto empieza a dar gritos, le hace retorcerse echando espuma, y difícilmente se aparta de él, dejándole quebrantado. He pedido a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido». Respondió Jesús: «¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros y habré de soportaros? ¡Trae acá a tu hijo!» Cuando se acercaba, el demonio le arrojó por tierra y le agitó violentamente; pero Jesús increpó al espíritu inmundo, curó al niño y lo devolvió a su padre; y todos quedaron atónitos ante la grandeza de Dios. Estando todos maravillados por todas las cosas que hacía, dijo a sus discípulos: «Poned en vuestros oídos estas palabras: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres». Pero ellos no entendían lo que les decía; les estaba velado de modo que no lo comprendían y temían preguntarle acerca de este asunto. Universidad P. Comillas 22. Lectura orante de la Biblia CUANDO LEAS Recuerda que el contexto inmediatamente anterior es la escena de la transfiguración y eso “colorea” este relato de curación que hay que comprender en esa clave. Observa a los personajes: la muchedumbre, el padre, el niño poseído por el espíritu, el demonio, los discípulos. Fíjate cómo aparecen caracterizados y qué transformaciones sufren del principio al fin del relato: - la muchedumbre que al principio le sale al encuentro (¿le estaba esperando mientras Jesús estaba en el monte?), al final está atónita y maravillada - el padre del niño comienza gritando y suplicando; al final ha recuperado a su hijo - el niño, hijo único de su padre, no actúa por propia voluntad, sino poseído por el espíritu: grita, se retuerce, echa espuma, está quebrantado... Al final aparece curado y devuelto a su padre - los discípulos aparecen caracterizados de manera negativa de principio a fin: en el comienzo se dice de ellos que no podían, y al final que no entendían, no comprendían y temían. CUANDO MEDITES - Date cuenta del cambio espacial que se ha producido entre la escena de la transfiguración y ésta: ahora ya no estamos en “el tercer día”, sino “al día siguiente”, en plena vida cotidiana. Tampoco estamos en el monte, sino abajo (cuando bajaron del monte); no hay luz ni vestiduras resplandecientes, ni voz del Padre dirigiéndose a su Hijo amado, sino un niño que yace en tierra, un padre desolado y suplicante y unos discípulos impotentes e incapaces de entender a su Maestro. Es la persona de Jesús la que da continuidad a las dos escenas, es aquél en quien el Padre tiene puesta toda su complacencia quien manifiesta ahora su gloria de un modo diferente que en el monte. Y lo hace entrando en contacto con el dolor humano, con el mundo de sombras de la enfermedad y la posesión demoníaca. - A Lucas le gusta subrayar las reacciones de sus personajes cuando ha cesado el contacto con “los ángeles” o con “los cielos abiertos”: el relato de la Anunciación a María concluye: “El ángel , dejándola, se fue”. Y es entonces cuando María se levanta y se dirige a casa de su prima Isabel; en la escena del anuncio a los pastores, “cuando los ángeles se fueron al cielo”..., los pastores se deciden a ir a Belén; ahora, después de la transfiguración, Jesús continúa iluminando con su presencia el ámbito oscuro de los poderes del mal. - Su gesto de entregar al padre a su hijo único liberado de su situación de poseído está en la misma línea de la resurrección del hijo único de la viuda de Naim (Lc 7,12) o de la hija única de Jairo (Lc 8,42). Los tres relatos nos transmiten la certeza del triunfo de Jesús sobre la muerte. - Se dice que “increpó al espíritu inmundo”. Son palabras poderosas que vuelven a infundir en el niño su verdadero espíritu y una vez devuelto a sí mismo, lo entrega a su padre, reconciliado y a salvo. - Los discípulos aparecen como incapaces de curar al niño porque aún son de la “generación incrédula”. Su fe no alcanza a creer lo que Jesús trata de anunciarles: que “el Hijo del hombre va a ser entregado...”. Y sólo el que cree es capaz de “obrar milagros”. CUANDO ORES - Sitúate desde el niño: quizá sientas presentes en ti fuerzas que te vacían de ti mismo y no te permiten “pertenecerte”; toma contacto con las coacciones que ponen trabas a tu voluntad. Y desde ahí pide a Jesús que te mire, que te llame a él y pronuncie sobre ti su palabra de liberación. - Sitúate desde el padre: también tienes “hijos únicos” por los que suplicar a Jesús y rogarle “que los mire”. Nómbralos delante de Jesús. - Sitúate desde los discípulos: desde su resistencia a aceptar que el Hijo del hombre vaya a ser entregado...Expón ante Jesús la fragilidad de tu fe, pídele que te la fortalezca y que te adentre en su camino pascual de muerte y vida. Universidad P. Comillas 22. Lectura orante de la Biblia