Testimonio de un Revolucionario Profesional

Anuncio
Julián Gorkin:
Testimonio de un
Revolucionario Profesional
Víctor Claudín
T
ODA persona hace
historia, porq~e vive,
porque prensa,
porque actúa. Pero la mayoría no permanecen en el recuerdo de la colectividad a la
que pertenecieron, porque
aquel vivir, aquel pensar y
aquel actuar no tuvieron
trascendencia. El existir de
Gorki n ya la te en las páginas
de la historia de los pueblos.
ORIGEN y EVOLUCION
A pesar de atravesar unos
días en los que su preocupación central estaba siendo
ocupada por el delicado estado de su vista, hemos podido establecer contacto con
Julián Gorkin, figura relacionada con otros nombres
importantes, como lo de
Nin, Joaquín Maurin, eIC.,
al trotskismo español e internacional, a la oposición
al estalinismo, etc. A pesar
de su obra ya prolífera, de su
trayectoria plena de experiencias y entre otras razones por el aleja miento de su
país de origen que aún protagoniza, Gorkin no es suficientemente conocido. Y por
eso le pido que nos dé unos
da lOS mínimos sobre su biografía personal. En definitiva, ¿cuál es su origen social?
34
J. C.-EI más modesto que cabe imaginar. Mi
abuelo paterno era pastor de ovejas en un
pueblecito aragonés y, de los tres hijos que
tuvo, dos tuvieron que trasladarse a la región
valenciana donde se hicieron carpinteros. Mi
madre, huérlana de padre y madre, era una
campesina analfabeta convertida en sirvienta
de unos familiares. He dicho en alguna parte
que .dos miserias se unieron en una sola miseria •. De mi madre heredé la personalidad, el
carácter, una elocuencia natural e incluso los
rasgos físicos. Mi padre. idealista y librepensador, era un Cerviente partidario del gran no-.
velista y republicano federalista Vicente
Blasco Ibáñez. Quiere ello decir que oí hablar
de política desde mi más tierna inCancia y que,
aficionado a la lectura, devoré los libros de
doctrina, de historia social, de filosofía que el
propio Blasco Ibáñez editaba por el precio de
una peseta el volumen. Así descubrí el marxismo, el socialismo y el anarcosindicalismo.
El hecho es que entré en las lides político-ser
ciales a los 16 años, inmediatamente después
de la huelga general de agosto de 1917 y del
gran período de luchas políticas y sociales a
que dio lugar.
T. de H.-¿Cuál es la evolución ideológica?
J. G.-Instalada la familia en Valencia, ingresé en la Juventud Socialista, de la que no
tardé en ser elegido secretario. Acababa de
cumplir los 17 años de edad. Como a tantos
otros jóvenes de mi generación, el triunfo de la
Revolución de Octubre de 1917 en Rusia me
sedujo irresistiblemente. A pesar de los consejos de Pablo Iglesias y de Francisco Largo Caballero, a su paso por la capital levantina, con
otros jóvenes socialistas fundé el bimensual
La Revuelta en defensa de la primera revolución social triunfante en la Historia. Devoré
los primeros libros de Trotski y Bujarin traducidos al castellano y, al decretar el II Congreso de la Intt:rnacional Comunista, las famosas 21 condiciones, provoqué \a escisión y
fundé la Federación Comunista de Levante,
cuyo órgano de expresión fue el semanario
Lucha Social. Así me convertí, antes de coner
cer la definición leninista, en un • revolucionario profesional. y en un activo propagandista
del comunismo en la región levantina e incluso en las Islas Baleares .
EL REVOLUCIONARIO PROFESIONAL
T. de H.-La Editorial Aymá de Barcelona es
la que ha edi tado tres de sus obras en España.
Una de ellas se titula, precisamente, El revolucionarlo profesional y es el testimonio de ese
hombre de acción. A pesar de que ese concepto
tal vez esté ya un tanto trasnochado. Gorkin lo
enarbola con orgullo, ¿Cómo se convirtó Gorkin en ese revolucionario profesional?
J. C.-Después del fatídico Annual y de la
reacción popular a que dio lugar en toda España, me convertí en un activo propagandista
contra la sangrienta guerra de Marruecos. Un
proceso por antimilitarismo y de lesa majestad me obligó a huir clandestinamente a Francia, por Bilbao y San Sebastián, con una identidad falsa, Era en enero de 1922 y de la misma
manera que yo había huido poco antes Ramón
Casanellas, uno de los tres anarquistas que
hacHan asesinado al gobernante conservador
Eduardo Dato. Instalado en París, trabajé al
comienzo en el taller de fotograbado de un
gran rotativo: Le Matln. Aproveché este período para aprender el francés y para leer la
buena literatura francesa, así como la rusa
traducida al francés. Mas no tardé mucho en
D. d.rlfCh •• Izqulerd.: Andrt. NI", "lid., ,oc:l."".I,.nc:t. ".,cs.u pt.ert,JulI'" 001'111", l. etcrilOt"' CoIelts Audty, Pedro 80"e!., deperlll:
el .tcrlto, I""t. Oeo,,,, 0fW,,1, ,1 .. Cfet ... lo cs.J P.,tldo Lebo"et. Indsp'"dI'"", "ee Nelr, en eereslo"., '" julio de unl.
35
convertirme en un auténtico revolucionario
profesional, es decir, en el organizador de gru·
pos comunistas españoles en Francia, Bélgica
y Luxemburgo, y en el director de un bimen·
sual en lengua española que, suspendido una y
otra vez, fue cambiando de título hasta cinco
veces, así como de departamento; hasta que
hube de editarlo en Bruselas. Yo mismo tuve
que cambiar cinco veces de identidad y de
domicilio, hasta mi detención en una ciudad
de la Provenza con una nueva identidad. Confieso que conocí duran te esos años una vida
exaltante y el que yo mismo he llamado «goce
de sufrir por una idea».
ADMIRACIONES Y RECUERDOS
T. de H .-Tal vez sea en su libro El proceso de
Moscú en Barcelona donde más semblanzas
de su tiempo y de las gentes con que se relacionó, hay. Como cuando muere Buenaventura
Durruti de un balazo, mien tras estaban en
Madrid Andrade y él. «Me unía con Margarita
Nelken una buena amistad: habíamos parti·
cipado los dos en un gran acto público y le
había hecho representar una obra teatral en
Barcelona . Era fácilmente demagoga, incluso
de una lenguaje terrorista y St.' hacía pasar por
León Trotskl.
36
más caballerista que el propio Caballero». En
otro momento recuerda el fallecimiento de
Luis Araquistáin, ex-colaborador y amigo íntimo de Largo Caballero. «Nos unía una vieja
y sólida amistad, basada en la confianza mutua , y además, por mi parte, en la admiración
por sus cualidades intelectuales y por su entereza de carácter». También el pensador, poeta
y novelista inglés George Orwell, alistado
como vol un tario en la brigada bri tánica del
POUM. ceDe todos los escritores e intelectuales
de izquierda, George Orwell tenía que ser, con
Víctor Serge y el gran novelista italiano Ignacio Silone, el primero en comprender que el
fascismo y el estalinismo eran el anverso y
reverso de la misma medalla totalitaria». Y
siempre el recuerdo entrañable a Andrés Nin,
«asesinado por la NKVD en El Pardo». Aquellos procesos, copia de los monstruosos que se
llevaban a cabo y se seguirían haciendo en la
URSS y en otros de los países bajo su dominio,
continúan bajo una oscuridad interesada.
¿Cómo y qué circunstancias crean las primeras dudas en el militante profesional comunista?
J. G.-En 1925, fracasada la revolución internacional en la que habían puesto sus esperanzas los bolcheviques, Moscú encontró un sucedáneo: el terrorismo. La danza infernal del
terrorismo y del contraterrorismo: el terror
blanco tomado como pretexto para el terror
rojo, y viceversa. En el año citado las prisiones
italianas, las de los países balcánicos y bálticos y de la propia España contenían numerosos presos políticos. La llegada a París de una
delegación comunista española me llevó a solicitar una reunión especial del Comité Ejecutivo Francés, con asistencia del todopoderoso
delegado de Moscú, Klein (Guralski). No pareció interesarle lo más mínimo la detención, en
Barcelona y en Madrid,de los mejores cuadros
comunistas -y anarcosindicalistas-- ni la situación y las perspectivas del país. Con la mayor tranquilidad exigió de nosotros que preparáramos el asesinato del general y dictador
Primo de Rivera. Y al hacerle observar que al
día siguiente de este asesinato el sangu.inario
general Martínez Anido asumiría sin duda todos los poderes y haría una degollina de militantes: «Pues organizad también el asesinato
de ese Martínez Anido». Ante la gravedad de
esa exigencia, exigí que el asunto fuera sorne·
lido al Ejecutivo Ampliado que se anunciaba
para un poco más tarde en Moscú. Como paréntesis diré algo más: nunca más vol vi a ver a
Klein, responsable principal de UDa insurrección abortada en Hamburgo y que había costado la vida a numerosos militantes. Leyendo
más tarde Los conquistadores, primera novela
de Malraux que hice traducir al castellano, me
enteré que este militante terrorista había perecido en China a mano de un grupo de terroristas. Y en mí nacieron las primeras dudas
sobre el bajo precio que para los hombres del
aparato tenía la vida de los militantes.
STALIN Y TROTSKI: EL DESENGAÑO
T. de H.-Ha sido Julián Gorkin quien abrió
de nuevo el sumario, ya cerrado, de uno de los
más infames asesinatos políticos del siglo: el
de León Trolski, exiliado en México, a manos
de un funcionario estalinista. Pero vamos a
dejar que sea el propio discurso de Gorkin el
que nos aclare su visión de Stalin y lo que
representó para él la ruptura entre Stalin y
TrolSki, o guerra a muerte.
J. G.-¿Cómo inluí al monstruo? El viaje a la
Meca moscovita era el sueño poco menos que
religioso de todos los militantes; a mí los tres
meses que pasé en ella, las confidencias que
me hizo Andrés Nin, con el que convivía en el
famoso Hotel Lux, las intrigas que observé en
tomo mío, la incipiente burocratización de los
cuadros soviéticos e internacionales, el ambiente de «espionitis» en tOI"OO a los delegados, la jcrarquización y el favoritismo y el
propio concepto de disciplina de arriba hacia
abajo, determinaron en mí una profunda crisis moral y me llevaron aesta conclusión: que
sin duda nunca más volveda al país que había
suscitado - y para muchos seguía representan do-- una esperanza de fraternidad universal y humana. En el Kremlin me codeé ron las
principales figuras soviéticas e internacionales de la nomenclatura comunista; los dos rusos que despertaron en mí un fraternal interés
fueron Bujarin y Rhiazanov, el gran marxólago y creador del Instituto Marx-Engels-Lcnin (tenía que morir de miSt!ria en un rincón
siberiano); y entre los extranjeros, el italiano
Antonio Gramsci. destinado al martirologio
mussoliniano. ¿Y Stalin? Ni una sola vez apareció en la mesa presidencial; sin embargo,
sabía por Nin que era él quien lo manejaba
todo ya. Una sola vez, y por un verdadcroazar,
se me ofreció la ocasión de observarle durante
una hora, en el saloncito del trono de los zares
inmediato al gran salón en el que se celebraban las sesiones públicas. Le habían invitado
los delegados polacos a hablarle del problema
de las nacionalidades. Toda su traza, su
atuendo, sus rasgos groseros, sus ojos opacos
y, sobre todo, su puño derecho martillean te al
hablar, me sugirieron la imagen de un domador, la intuición del monstruo. ¿Quién nos hubiera dicho a Nin y a mí, sin embargo, que el
André, Nln.
destino del setenta por ciento de los cuadros
que: hicieron triunfar la Revolución de Octubre -y nuestro propio destino-- iban a depender de este monstruo? Mi último día de
estancia en Moscú visité la momia embalsamada de Lenin y me juré a mí mismo investigar si el mal de origen estaba en el mismb, en
su metodología política y orgánica, o si había
sido traicionado por los llamados epígonos.
¿No decía el propio Lenin que una política
debía ser juzgada por sus resultados?
T. de H.--Con los años transcurridos, aún con
la evolución de todo el movimiento comunista, la primera obsesión en la persona de Gorkin 1.'S sin duda Stalin y las consecuencias desu
vil comportamiento, de su actuar totalitario.
Más allá de las expcl'Íencias más ligadas a
España. Gorkin continúa recordando aquel
periodo negro, su ruptura y su situación ante
el binomio Stalin-Tmtski.
J. G.-Cuatro largos y dramáticos años duró
mi crisis política y moral, durante los cuales
seguí dirigiendo mis actividades de revolucionario profesional. La principal de estas actividades fue la lucha contra la dictadura de
Primo de Rivera, ocupando las principales
tribunas francesas con los líderes del Partido
Comunista, asistiendo a un gran Congreso internacional en Viena y otro en Berlín. dirj-
37
-
giendo mi periódico bimensual y colaborando
en los órganos internacionales. La deporta·
ción de Trotski a Alma Ata en 1927, Ysu expul.
si6n de la URSS dos años más tarde, precipi·
taron mi ruptura. Había traducido un libro
suyo al castellano y una especie de tribunal
comunista exigió una autocrítica completa.
No me presté a esa farsa: entre mi conciencia
de hombre y el escalafón burocrático preferí
mi conciencia. Poco después recibí una larga
carta de Trotski, fechada en Pri nkipo , invi·
tándome a ponerme a la cabeza de la Oposi·
ción, en el exilio español y de cara al interior.
Intetvine en la edición en castellano de su
magnífico documento político y humano que
es Mi vida; y más tarde hice editar otro de sus
libros, pero me negué a adherirme a su causa.
Le habria apoyado, en la medida de mis fuerzas, en su lucha contra la burocratización ta.
talitaria representada por Stalin; era evidente
para mí que, a la par con Len in yyaen el curso
de la Revolución de 1905, en la de Octubre de
1917, en la organización del Ejército Rojo y en
el triunfo de la guerra civil había desempe.
ñado el papel más eminente; pero en mi ánimo
se imponían otras consideraciones. Después
de la elección de la Asamblea Constituyente, la
única elección libre y democrática conocida
por Rusia en toda su historia, ¿no fue él quien
la disolvió y quien, a la cabeza del Soviet de
Petrogrado pronunció esta tremenda frase:
• Los bolcheviques en el poder y todos losotros
a los cubos de la basura de la Historia.? ¿Y no
fue él-con el acuerdo unánime del Politburó,
cierto-- quien hizo aplastar la revuelta de los
marinos de Cronstadt,qti.e tanto habían hecho
por la Revolución y que exigían una auténtica
democracia soviética? ¿En nombre de qué
monopolio de la condición obrera y campesina se condenaba a desaparecer a los social·
demócra tas del guerrillero Mackhno? Mis
simpatías, mi adhesión cada día mayor, ¡bana
esa gran figura que fue Rosa Luxemburgo. Ya
en 1904, en su polémica con Lenin como con·
secuencia de la escisión provocada por este
último, había proclamado que la .libertad es
para los que no piensan como nosotros» y que
• prefería mil veces los errores que ayudan a la
formación del movimiento obrero a los acier·
tos del mejor Comité Central •. Y en su célebre
opúsculo sobre la Revolución Rusa, el último
escrito antes de su vil asesinato, proclamaba
que .suprimiendo todas las libertades, y en
primer lugar la libertad de prensa, Lenin y
Trotski habían encontrado un remedio peor
que la enfermedad •. ¿ y no previó que los bol·
cheviques, por el hecho de haber triunfado en
Rusia, tratarían de imponer sus métodos en el
movimiento obrero internacional? En su Sta-
38
lin, biografía que no pudo terminar como consecuencia de su vil asesinato en México, el
propio Trotski dice que «no fue Stalin ·quien
cre6la maquinaria que le llevó al poder, sino
que fue la maquinaria la que creó a Stalin •. Se
impone una doble ' pregunta: ¿Quién creó la
famosa maquinaria? ¿Y qué valia una maquinaria que condujo a los crímenes ya las monstruosidades de Stalin?
T. de H.-Batallas incesantes, sufrimiento,
esperanzas nunca vencidas. Una vida militan·
te.
J. G.-Sí, mi vida ha sido un eterno combate.
Cuando hago balance de mi vida JJego a la
conclusión de que ha sido un combate sin tre·
gua. De mis sesenta y dos años de vida activa y
militante, cincuenta y dos han transcurrido en
el exilio en tres dramáticas etapas de la vida
de España. En París, después de mi ruptura
con Moscú, fundé una agencia literaria y entré
en la redacción de la revista Monde ...
LA OBRA UTERARIA
T. de H.-Aquí quiero hacer yo un paréntesis
para mencionar que, además de su central actividad al servicio de la revolución, Gorkin ha
escrito dos novelas, la primera, Dí.. de bohemia, se publicó en Madrid en 1930, y la segunda, La muerte en 1.. manos, en México en
1959. También tiene publicadas seis obras de
teatro. Ha preparado cuatro antologías litera·
rias y sus libros de historia política son muchos y entre los que destacan los ya menciona·
dos y El asesinato de Trould, además de su
Así asesinaron a Trould, traducido a trece
idiomas.
J. G.-...cuyo Consejo de Honor estaba constituido por Henri Barbusse, Romain Rolland,
Máximo Gorki, Alben Einstein y Miguel de
Unamuno. A la llegada a París de los Bamados
exiliados de Jaca, entre ellos Indalecio Prieto,
Marcelino Domingo, el general Oueipo de
Llano y Ramón Franco, y teniendo en cuenta
mi conocimiento de los medios franceses y
occidentales en general, les presté mi plena
solidaridad. El libro Madrid bajo 1.. bomb..,
editado en Madrid proclamada ya la Repúbli·
ca, lo redacté yo.A Madrid llegué solo y repTe·
sentando a la revista Monde, con la que rompí
al averiguar que estaba subvencionada por
Moscú. En el Ateneo de Madrid, y por inicia·
tiva mia, se fundó el Comité contra la Guerra y
el Fascismo, presidido por Ramón María del
Valle Inclán y al que se adhirieron, entre otras
figuras, Federico Garcia Lorca y Miguel de
Unamuno. Representando a este comité asistí
Mundo (Socialismo y Libertad). De regreso a
París en 1948. En 1950 fundamos el Consejo
Federal Español del Movimiento Europeo y
pude asistir a todos los Congresos de dicho
Movimiento . Entre 1953 y 1963 ocupé el cargo
de secretario latinoamericano del Congreso
por la Libertad de la Cultura y el de directorde
su revista cultural Cuadernos, realizando no
menos de quince giras de conferencias por las
Américas. Después de la histórica Conferencia
de Muruch en junio de 1962, dirigí la revista
Mañana (Tribuna democrática española) en
contra del franquismo. Al desaparecer esta revista fui elegido presidente del PEN Club Internacional de los Escritores en el Exilio,
cargo que sigo ocupando.
a un Congreso mundial en Amsterdam. Instalado en Valencia fundé la Federación Levantina de Bloque Obrero y Ca·mpesino, fundado
en Cataluña por mi amigo Joaquín Maunn. En
los comienzos de 1934 fundamos la AJianza
Obrera de Levante, que me eligió su secretario; después de la huelga general de octubre,
huí con el resto del Comité en un barco de
contrabandistas. En París, y de acuerdo con
los exiliados principalmente asturianos,
fundé un Comité de Ayuda con miras a la movilización de la opinión europea en favor de los
presos y condenados españoles. Liquidado mi
proceso, regresé a Valencia y más tarde me
instalé en Barcelona como miembro del recién
fundado POUM. Al estallar la guerra civil, y en
mi calidad de secretario internacional de dicho Partido, de director del diario La Batalla y
de miembro del Comité Central de Milicias de
Cataluña, llevé una actividad constante -en
España yen viajes por la Europa occidentalcontra los levantados en armas contra la República. Al undécimo mes de la guerra civil,
por orden de Stalin, sus agentes detuvieron al
Comité Ejecutivo - a mí no me detuvieron
con Andrés Nin por un minuto, por el milagro
de un minuto-- y, mientras mi viejo compañero desaparecía para siempre, yo conocí calabozos, checas, todo aquello que está narrado
en El proceso de Moscú en Barcelona, hasta
nuestra evasión de la Prisión de Estado y mi
nueva instalación en las cercanías de París.
Una docena de partidos socialistas independientes, reunidos en Congreso, me eligió secretario del Centro Marxista Revolucionario Internacional, y por decisión unánime de sus
componentes, y tres meses antes de la ocupación de la capital francesa por los nazis, fui a
refugiarme en Nueva York y seguidamente en
México. Fundamos allí la Comisión Socialista
Internacional, con los refugiados de una docena de países europeos, y editamos la revista
UN HOMBRE DE BUENA VOLUNTAD
T. de H.-Tal vez la historia pasada y el alejamiento del país pesen demasiado para obtener de Julián Gorkin una postura ante el pro~
ceso político que se desarrolla en España.
J. G.-Hemos luchado por recuperar las libertades y luego tamblén por dar una salida fede~
ral a los pueblos de España. Yen esto yo creo
que se ha acertado. Es positivo, pero el problema reside en aquello por lo qu·e también
hemos luchado: el acercamiento a Europa, el
restablecimiento de las relaciones económicas. Para Europa la situación de España es
clave por dos razones fundamentales: la primera por ser España la confluencia de tres
continentes; y la segunda por detentar las claves de las comunicaciones mediterráneas y
oceánicas. Esto en el momento en que los
grandes están jugando con el destino del
mundo.
T. de H.-A Gorkin, sin embargo, hay que situarlo en un tiempo concreto y funesto para la
historia del movimiento revolucionario . Con
sus tesis y planteamientos se puede coincidir o
no, a mí me parecen en algunos momentos
acertadas, en otros desfasadas. Pero su personalidad humana permanecerá viva porque es
cierto aquello con que quiero terminar esta
entrevista y que me dijo ...
J. G.-Lo único que puedo decir es que reivindico todo mi pasado, mis combates, incluso
mis errores, Yl1l que puedo decir que fueron
sinceros. ¿La mejor ptueba de mi sinceridad?
Esa mi vida de combates sólo me han reportado persecuciones, cinco atentados en México después del asesinato de Trotski, calumnias sin cuento. Y tengo el orgullo de ser pobre.
¿ Se le puede pedir más a un hombre de buena
voluntad? • V. c.
39
Descargar