¿Saber por saber?

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Hombre Integro, A.C.
Año I, Núm. 14, 1ra. quincena de Agosto 2009
VERITAS
¿Saber por saber?
Juan Pablo Rendón
escrito, pero es sumamente difícil que un hombre
lo pueda saber todo.
Si una persona logra ser arquitecto, es probable que
pueda estudiar también medicina. Podrá de igual
forma sacar su título de abogado, pero… ya se le
está acabando la vida. Ha logrado cubrir tres
campos del saber, pero aún le falta mucho para
saberlo todo.
En medio de tantos “gritos” (moda, libertad,
dinero, naturaleza, deporte…) hay uno que es más
sonoro y sobresale por encima de los otros; éste es
el de la formación.
Nadie puede tener toda la ciencia en su cabeza. Se
conocen personas que quieren conseguirlo y es
admirable su esfuerzo y aquello que pueden lograr,
pero desafortunadamente no lo pueden tener todo en
la memoria.
En el siglo XV y XVI se conseguía saberlo todo, pero a
base de mucha garra y sincero deseo. Muestra de ello
es el gran Leonardo Da Vinci, el hombre universal:
pintor, escultor, científico –estudios de anatomía,
botánica, vuelo de aves…– ingeniero, músico. Los
conocimientos que se tenían del mundo ya eran
muchos pero no tantos como comprobamos en
nuestro siglo. De igual forma en el siglo XVIII se
logró hacer un compendio de toda la sabiduría
conocida por medio de la enciclopedia.
Aunque era difícil estudiarla se convertía en una
tarea posible. Resultaron veintiocho volúmenes de
todo el saber humano. Fue un trabajo arduo pero lo
lograron.
Si antes se logró, ¿por qué ahora no? Es difícil que
alguien se haga esta pregunta. Lógicamente casi todo
nuestro saber hasta el momento presente ya está
Para no ser un extraño en este mundo es necesaria
la formación. Somos hijos de nuestro tiempo y
debemos estar en él con conciencia de lo que
somos. No es correcto tomar una actitud
indiferente, apática. Por eso vemos que esta
tendencia a tener una buena formación es cada día
más común y corriente. No se necesitan muchas
técnicas ni métodos para comprender lo
importante que es.
La mayoría de las personas lo saben y viven
dándole gran importancia a esta realidad. Pero
¿saber por saber? No, la clave está en saber, saber.
En medio de tanta información te ahogas, es
necesario aprender a saber. Miles de datos giran
alrededor de nosotros: cifras, estadísticas,
esquemas, resultados, aspectos comprensibles, etc.
Todo esto es llamativo y sería muy interesante
tenerlo bajo nuestro dominio, pero a veces estás
expuesto a ser un objeto manipulable por
información externa y quizá errónea.
Cada persona que quiera progresar, que quiera ser
útil en esta vida tan corta, debería tener su propia
“fire walt” a ejemplo de los usuarios de Internet.
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Año I, Núm. 14, 1ra. quincena de Agosto 2009
Hombre Integro, A.C.
No dejarás que te formen otros, como muchos
desean. Tú mismo eres quien te debes formar,
eres tú quien te construyes poco a poco
utilizando aquellos materiales que más te sirvan.
humanos que le piden una mano de ayuda. No es
simple filantropía, es ley natural, es la forma de
vivir junto a los otros seres que también han sido
pensados por el creador.
Tú como persona humana eres única, tú decides
cuáles son tus intereses, cuál será tu carrera,
cuáles serán tus estudios. Cada vez está más de
moda el especializarse y es lo más correcto, pero
sin dejar de tener unos conocimientos generales
que objetivamente están bien. La formación que
recibas te realizará como persona, pero no sólo
eso, así podrás aportar con tu porción de
información en muchos campos.
No te realizarás solo, de forma individual y
egoísta. Tú puedes dar aquello que con tu esfuerzo
has podido lograr. Eso perdurará en el tiempo, eso
llegará a la eternidad. ¿Qué corazón humano
estará vacío si vive su propia vida con la intención
de buscar profundas alegrías en los rostros y en
los corazones?
Hacen falta personas preparadas, no personas
que saben mucho, sino personas que han sabido
aprender. No personas que sólo estudian para su
propio provecho, sino personas que son
conscientes de que a su lado hay otros seres
Esto parece una invitación como muchas otras: lo
es y está de tu parte aceptarla, está de tu parte ser
una persona a la que se le puede agradecer. Tu
formación depende de ti, pero recuerda que no
sólo es para ti. ¿Acaso no habrá otro faro que
ilumine el mundo lleno de tanta oscuridad?..■
Solos en el tumulto
Miguel Aranguren
Los psiquiatras hablan de estas dependencias
novísimas, de la floración de enfermedades obsesivas
que tienen a la soledad, una soledad de tumultos, como
protagonista.
El celular, incluso el de última generación, ni siquiera
imita el calor de la sangre, del tacto, del dulce aliento,
pero hay familias que sólo se tratan a través de él,
larguísimas conversaciones metalizadas por un satélite,
por más que los hermanos vivan bajo los humos de la
misma ciudad.
Los índices de soledad se multiplican a la par que
evoluciona la electrónica. Cuando paseo por la
calle, me asombra el empleo desenfrenado del
celular, gente que llama, que recibe llamadas, que
rompe hasta los silencios sacros con una melodía
fuera de lugar, que escribe mensajes, que lee
mensajes...
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Es la soledad de quien se considera rodeado de amigos
porque su bandeja revienta de mensajes encadenados,
de aquel a quien le llega un chiste y es capaz de
remitirlo a más de quinientas direcciones, muchas de
las cuales no tienen cara ni alma. El hombre sin rostro,
sin dudas, sin compromisos, sin pesares asciende una
montaña de risas, de sonidos, de soledad mientras tú y
yo nos vamos a tomar el aperitivo para charlar de
todos estos años, viejo.■
Hombre Integro, A.C.
La horrible palabra
dogma
Louis de Wohl
Es bastante típico de nuestra época confusa, llena de
fuegos fatuos irreflexivos, el hecho de que la palabra
dogma se haya convertido para muchos casi, casi en
un improperio. Se habla de postura dogmática y con
ello se quiere decir postura ergotista. Se califica a
una persona de dogmática y con ello se pretende
expresar que es un testarudo obstinado. Se
proclama con indignación que en la época actual no
queda ya lugar para dogmas. Pero el mayor
reproche va dirigido a las iglesias, acusándolas de
dogmatismo extremado en sus doctrinas.
El maestro que nos enseña que dos por dos son
cuatro nos está enseñando un dogma, un dogma
aritmético. Naturalmente soy muy libre de
desconfiar de él considerándole un testarudo
obstinado y ergotista. Pero si quiero llegar a algún
resultado en aritmética, no tendré más remedio que
aceptar su dogma globalmente. Claro que en este
caso resulta fácil de comprobar. En otros terrenos es
a veces más difícil.
Año I, Núm. 14, 1ra. quincena de Agosto 2009
Pero el concepto de dogma no queda agotado con la
traducción de la palabra griega. Un dogma es un
artículo de fe o de doctrina, que es obligatorio
aceptar si se desea pertenecer al credo o doctrina
correspondiente, y la aceptación del dogma o de los
dogmas es lo que constituye la calidad de socio. Y
no existe ninguna doctrina -tanto si es religiosa
como política o científica- que no tenga dogmas: No
existe, ni puede tampoco existir, pues la falta de
dogmas sería la libertad sin límites, y la libertad sin
límites es la anarquía, es decir, lo contrario de una
doctrina. Toda doctrina establece límites. El liberal
tiene que creer en los principios del liberalismo,
pues de lo contrario no será liberal. El cristiano,
cualquiera que sea su confesión, deberá creer en
Cristo, pues de lo contrario no será cristiano.
Los cristianos, los judíos y los mahometanos creen
en el dogma: «NO hay más que un solo Dios».
Quien cree en quince dioses o en dos o en
setecientos, no podrá ser ni cristiano, ni judío, ni
mahometano. En todas las doctrinas existen
cuestiones facultativas, que pueden aceptarse, pero
que no es obligatorio aceptar. Los dogmas son
simplemente aquellas cosas que estamos obligados
a aceptar si queremos «pertenecer a ello», son el
hueso duro del fruto y sin él no puede haber fruto.
La sangre es líquida, los tendones y músculos son
elásticos, los tejidos son blandos, pero los huesos
tienen que ser duros, si queremos caminar
derechos.■
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Fracc. Lomas de Agua Caliente
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