Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. EDITORIAL Obtención de datos de efectividad previos a la comercialización de los medicamentos: ¿utopía o realidad? 171.463 Javier Soto Álvarez Departamento de Investigación de Resultados en Salud y Farmacoeconomía. Unidad Médica. Pfizer España. Alcobendas. Madrid. España. En la práctica actual de la medicina, los medicamentos son una de las tecnologías médicas más empleadas, ya que son capaces de mitigar y/o curar multitud de enfermedades y prevenir complicaciones graves, así como incrementar la calidad de vida y el grado de satisfacción de los pacientes, y en muchas ocasiones ahorra recursos de otras partidas presupuestarias1. Durante muchos años, la selección de los medicamentos para emplear en la práctica médica diaria se ha basado, sobre todo, en datos de eficacia, seguridad y tolerabilidad provenientes de los ensayos clínicos realizados durante las fases II y IIIa, estudios clave para conseguir de las agencias reguladoras el registro y la autorización de comercialización de los medicamentos. De hecho, el movimiento de la medicina basada en la evidencia ha contribuido de manera importante a este hecho, ya que ha valorado en exceso los datos y los resultados de los ensayos clínicos a la hora de tomar decisiones terapéuticas, menospreciando los datos y las evidencias provenientes de otros diseños metodológicos, y sin haber tenido en cuenta otros valores añadidos de los medicamentos (efectividad, eficiencia, calidad de vida, grado de satisfacción, cumplimiento y persistencia, etc.), datos esenciales que valorar si se quiere seleccionar adecuadamente los medicamentos de uso habitual y tomar decisiones correctas y razonables en política farmacéutica2,3. Sin embargo, desde hace mucho tiempo se sabe (y se ha escrito multitud de artículos en relación con este tema) que los ensayos clínicos efectuados durante la fase previa al registro (ensayos explicativos) presentan una elevada validez interna (de hecho, esto es lo que se pretende con el fin de obtener buenos datos de eficacia de los medicamentos en estudio), pero a costa de perder validez externa y capacidad de generalización de los resultados hallados a toda la población que se puede tratar con esos nuevos medicamentos. Esto se debe a la estricta selección de los pacientes, centros e investigadores que participan en el ensayo que, habitualmente, no representan a la totalidad de los pacientes, los centros y los investigadores que van a emplear y prescribir los medicamentos una vez hayan sido comercializados4,5. El hecho real es que al final se están tomando decisiones y seleccionando las alternativas terapéuticas para la práctica asistencial a partir de datos de eficacia, seguridad y tolerabilidad obtenidos en un grupo de pacientes que no representan fielmente a la población general que podría tomar Correspondencia: Dr. J. Soto Álvarez. Unidad Médica. Pfizer España. Avda. de Europa, 20-B. 28108 Alcobendas. Madrid. España. Correo electrónico: [email protected] Recibido el 19-6-2006; aceptado para su publicación el 13-7-2006. 736 Med Clin (Barc). 2006;127(19):736-7 los medicamentos en las condiciones de uso habitual. Sin embargo, lo lógico sería que se hiciera la selección de los medicamentos y otras decisiones sobre política farmacéutica atendiendo a datos del comportamiento de los medicamentos en el mundo real, cuando se los prescribe a todo tipo de pacientes (ancianos, niños, polimedicados y con múltiples trastornos concomitantes, etc.), en toda clase de centros sanitarios (y no sólo en los punteros y mejor preparados) y con control y supervisión por todo tipo de médicos (tanto especialistas como médicos generales), esto es, con base en datos de efectividad clínica6. Por lo tanto, la solución está en disponer cuanto antes de datos de efectividad de los medicamentos, los cuales van a complementar los datos de eficacia a la hora de seleccionar los medicamentos para uso habitual en el Sistema Nacional de Salud. Sin embargo, en la actualidad se realiza pocas veces este tipo de estudios y, habitualmente, cuando los medicamentos llevan tiempo en el mercado y se dispone de una amplia experiencia de uso. La pregunta clave es: ¿sería posible disponer de datos de efectividad clínica en el momento de la comercialización de un nuevo medicamento, momento esencial en el ciclo de vida de un nuevo fármaco? A priori, habría que contestar que es imposible, ya que para valorar la efectividad es necesario emplear los medicamentos en las condiciones de uso de la práctica habitual, tal y como es el mundo real de la asistencia médica. Sin embargo, una profunda reflexión sobre este tema podría cambiarnos esta percepción inicial, ya que, desde que se presenta el dosier de registro en la Agencia Europea del Medicamento (bien mediante reconocimiento mutuo o a través del procedimiento centralizado) hasta que se obtiene su aprobación por ese organismo y la aceptación y el reconocimiento de la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS), suelen pasar alrededor de 18 meses, a lo que posteriormente hay que añadir otros 6 meses de media, tiempo necesario para discutir y negociar el precio final del nuevo medicamento y su nivel de financiación pública con la Dirección General de Farmacia y Productos Sanitarios. Por lo tanto, desde que una compañía farmacéutica ha finalizado las fases II y IIIa de su programa de investigación clínica y, por lo tanto, ya se dispone de los resultados de calidad, eficacia y seguridad del nuevo medicamento, va a haber un tiempo, habitualmente entre 18 y 24 meses, en que, para la indicación solicitada para su registro, se podría aprovechar para diseñar y realizar ensayos clínicos (en la fase IIIb del desarrollo) con una orientación más pragmática y naturalística, que reflejase más fielmente las condiciones de uso habitual de los medicamentos en la práctica médica habitual, lo que nos permitiría disponer de datos de efectividad clínica lo más pronto posible, y en muchos casos en el período del «perilanzamiento» de las nuevas alternativas terapéuticas7,8. Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. SOTO ÁLVAREZ J. OBTENCIÓN DE DATOS DE EFECTIVIDAD PREVIOS A LA COMERCIALIZACIÓN DE LOS MEDICAMENTOS: ¿UTOPÍA O REALIDAD? La idea es que estos ensayos clínicos presentasen un diseño con unos criterios de inclusión bastante laxos, de tal manera que cualquier paciente que podría recibir el medicamento (una vez estuviera comercializado) pudiera ser incluido en el ensayo, excepto en caso de las contraindicaciones de la ficha técnica presentada por la compañía. Además, debería incluirse como comparador la opción terapéutica más empleada en la práctica asistencial para tratar la enfermedad diana, y poder modificar las dosis durante el estudio según el criterio del investigador y la respuesta obtenida; de la misma manera, debería estar permitido que el paciente tomase otros medicamentos de manera concomitante, salvo que estuvieran contraindicados en la ficha técnica, de acuerdo con los hallazgos durante las fases II y IIIa. Por otra parte, en estos ensayos siempre debería intentarse que las variables para evaluar la efectividad fueran variables de morbimortalidad, datos de gran peso a la hora de tomar decisiones acertadas, y huir de variables intermedias que generan gran dificultad para la toma de decisiones, lo que va a llevar implícito, en muchas ocasiones, que se necesite largos períodos de seguimiento de los pacientes y que, por lo tanto, la duración de estos ensayos sea más larga que los ensayos clínicos de fases anteriores (normalmente, varios años). Además, en estos ensayos clínicos pragmáticos debería incluirse evaluaciones económicas y mediciones de la calidad de vida y el grado de satisfacción de los pacientes con el tratamiento, lo que permitiría conocer la eficiencia del nuevo medicamento y cómo éste afecta a los resultados en salud percibidos y comunicados por el propio paciente. Con esta estrategia, se dispondría de datos de efectividad clínica y seguridad, así como evidencias de la relación costeefectividad del nuevo medicamento y cómo éste afecta a la calidad de vida y el grado de satisfacción de los pacientes en condiciones próximas a la práctica médica habitual, y justo en el momento de tener que negociar su precio y el nivel de financiación, lo que ayudaría tremendamente a tomar decisiones razonadas y con evidencias reales del comportamiento de la nueva opción terapéutica en la práctica médica habitual. Por otra parte, el hecho de disponer de estos datos de una manera rápida y fiable ayudaría de manera importante a los clínicos y otros agentes de decisión a posicionar el nuevo medicamento en las guías terapéuticas y los formularios hospitalarios, así como a emitir informes que estuvieran basados en evidencias relevantes y validadas en los comités de evaluación de nuevos medicamentos existentes en diferentes comunidades autónomas. Mientras que en procesos agudos y subagudos se puede conseguir datos de efectividad clínica en 18-24 meses sin muchos problemas, es cierto que en trastornos crónicos la mayoría de las veces la duración de estos ensayos clínicos pragmáticos va a tener que ser mayor y en muchas ocasiones de varios años. En estos casos no vamos a disponer de los datos de efectividad en el momento de la «pericomercialización», pero sí se podrá tener resultados de análisis intermedios que nos permitirán disponer de datos de la tendencia del nuevo medicamento. Además, cuanto antes se inicien los estudios para demostrar ventajas en variables finales de efectividad, más rápidamente dispondremos de los resultados y, por lo tanto, antes se podrá tomar decisiones razonadas y con evidencias sobre el lugar que deberá ocupar la nueva alternativa terapéutica dentro del arsenal terapéutico existente. En algunas ocasiones, mientras la European Agency for the Evaluation of Medicinal Products (EMEA) está evaluando el dosier de registro, es posible que se produzcan algunos cambios en la ficha técnica final, aunque lo normal es que no afecte a la indicación solicitada ni al grupo de pacientes que podría recibir el nuevo medicamento. De todas maneras, si se produjese algún cambio importante en el tipo de indicación o en la ficha técnica final, siempre se podría introducir una variación en el ensayo clínico, que debería ser aprobada por la AEMPS y los Comités de Ética e Investigación Clínica de los centros donde se está desarrollando el ensayo clínico, lo que permitiría que el estudio pudiera continuar. En la actualidad, la selección de medicamentos para emplear habitualmente se realiza atendiendo a datos de eficacia, tolerabilidad y seguridad que provienen de ensayos clínicos con orientación explicativa, efectuados en la mayoría de los casos a lo largo de las fases II y III del desarrollo de los nuevos medicamentos. Solamente, y en algunos casos excepcionales, se realizan ensayos clínicos pragmáticos (con una clara orientación naturalística) tras la comercialización de los medicamentos, en un intento de disponer de datos de cómo éstos funcionan en condiciones de práctica médica diaria, esto es, en un intento por conocer datos de efectividad clínica de los medicamentos en el mundo real. Sin embargo, cada vez es más frecuente oír voces desde distintos estamentos sanitarios (profesionales, agentes de decisión, gestores, economistas de la salud, etc.) que denuncian la necesidad de disponer de datos de efectividad si se quiere que en la práctica asistencial habitual se utilicen los medicamentos que van a proporcionar a la población mejores resultados de salud. Si, además, dispusiéramos de estos datos de efectividad clínica justo en el momento de la comercialización (o lo más rápido tras su entrada en el mercado), se habría avanzado mucho a la hora de poder tomar decisiones acertadas en cuanto a la selección de los medicamentos de uso habitual en la práctica médica diaria. El intento de efectuar ensayos clínicos pragmáticos desde que se presenta el dosier de registro en la EMEA hasta que se obtiene su aprobación y reconocimiento por la AEMPS es una estrategia que puede ayudar a disponer de datos de efectividad clínica de los nuevos fármacos en el momento que rodea a su comercialización, lo que ayudaría a que su posicionamiento dentro del arsenal terapéutico existente para tratar el trastorno diana fuera el correcto y más adecuado, al poder basarlo en evidencias obtenidas de estudios que reflejan cómo actúan y funcionan los medicamentos en el mundo real. De esta manera, se maximizará el beneficio terapéutico para los pacientes (al emplearse las mejores de todas las opciones terapéuticas existentes) y se incrementará la calidad asistencial del Sistema Nacional de Salud. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 1. Soto J, Olivilla P. ¿Son los medicamentos una inversión económicamente rentable para el sistema nacional de salud en España? Med Clin (Barc). 2001;117:622-4. 2. Chamorro A, Alonso P, Arrizabalaga J, Carné X, Camps V. Luces y sombras de la medicina basada en la evidencia: el ejemplo del accidente vascular cerebral. Med Clin (Barc). 2001;116:343-9. 3. Feinstein AR, Horwitz RI. Problems in the «evidence» of «evidence-based medicine». Am J Med. 1997;103:529-35. 4. Fahey T. Applying the results of clinical trials to patients in general practice: perceived problems, strengths, assumptions, and challenges for the future. Br J Gen Pract. 1998;48:1173-8. 5. Rothwell PM. External validity of randomised controlled trials: «to whom do the results of this trial apply? Lancet. 2005;365:82-93. 6. Tunis SR, Stryer DB, Clancey CM. Practical clinical trials. Increasing the value of clinical research for decision making in clinical and health policy. JAMA. 2003;290:1624-32. 7. Vallvé C. Revisión crítica del ensayo clínico pragmático. Med Clin (Barc). 2003;121:384-8. 8. Freemantle N, Blonde L, Bolindetr B, Gerber RA, Hobbs FDR, Martínez L, et al. Real-world trials to answer real-word questions. Pharmacoeconomics. 2005;23:747-54. Med Clin (Barc). 2006;127(19):736-7 737