LA NECESIDAD DE ILUMINACIÓN INTERIOR (Efes. 1:15-23) INTRODUCCIÓN.Incluso los que hemos creído en Cristo podemos actuar con criterios meramente humanos al enfrentar las distintas situaciones de la vida. Hagamos un breve test con algunas preguntas para auto evaluarnos en cuanto a cómo estamos viviendo. Veamos: ¿Tenemos poder para ajustarnos gozosamente a las palabras de Dios para nuestra vida? ¿Qué estamos dispuestos a hacer por los hermanos de la iglesia? ¿Amamos de verdad a quienes no nos hacen bien o tenemos indiferencia hacia ellos? Como marido, ¿estoy dispuesto a sufrir lo que sea necesario para el bien de mi esposa? Como mujer, ¿pongo por delante de mis intereses el honor y respeto de mi marido? ¿Vivo en mis estudios o profesión dependiendo del poder y voluntad de Dios para mí, rechazando lo que no encaja con esa voluntad de Dios? ¿Sé lo que significa en mi vida la lucha espiritual? ¿Puedo citar algunas victorias recientes en esa lucha? Preguntas como estas nos ayudarán a ver donde estamos. Pablo sabe muy bien que, para poder enfrentar los distintos retos que la vida en este mundo plantea, los cristianos necesitan una iluminación y fortaleza interior frecuente. No basta haber creído en algún momento en el Señor Jesucristo, sino que necesitamos también repetida iluminación del Espíritu en cuanto a lo que nos aporta esa fe en Él. Es así cómo Dios desea capacitarnos para vivir adecuadamente aquí en este mundo y prepararnos para el venidero. Es por eso que Pablo describe aquí su oración por los cristianos de Éfeso. Porque él sabe que necesitan, que necesitamos hoy también nosotros los que hemos creído, esa iluminación abundante del Espíritu de Dios. Todo el pasaje es una oración a Dios que Pablo hace con ese fin. Para ir desmenuzando un poco el pasaje lo dividiremos en tres puntos: Dando gracias por los cristianos. Pidiendo por iluminación interior. Y, nuestra esperanza procede de Cristo. I.- DANDO GRACIAS POR LOS CRISTIANOS.Los vs. 15 y 16 nos dicen: “Por eso yo, por mi parte, desde que me enteré de la fe que tenéis en el Señor Jesús y del amor que demostráis por todos los santos, no he dejado de dar gracias por vosotros al recordaros en mis oraciones”. Lo primero que vemos aquí es cómo Pablo descubre a los verdaderos creyentes. Él se ha enterado no solo de que ellos creen o dicen que creen, sino que también muestran amor al Señor y a todos los demás cristianos. Y esto no quiere decir que la fe sola no baste para salvación y que tengamos que ser salvados por la fe más las obras. No, pues solamente unos versículos más adelante Pablo confirma que la salvación es sólo por la fe, sin las obras (2:8,9). Lo que Pablo sabe muy bien es que la persona que es salvada por la fe tendrá una enorme gratitud a Dios y la expresará en verdadero amor al Señor, a su Palabra y a los demás cristianos. Así que la verdadera fe se expresa, no por obras para alcanzar la salvación, sino con gratitud que se muestra por el amor con que servimos al Señor y a otros. Así que lo primero que hemos de enfrentar es si realmente tenemos nosotros una fe en Cristo que nos llena de gratitud y que se expresa en un ferviente amor hacia el Señor y los demás. No sea que la inexistencia de esa gratitud que se muestra por el amor, demuestre que realmente no se nos ha 1 revelado la salvación de nuestro Señor Jesucristo. Y por tanto nuestra fe no es más que una creencia tradicional que ni salva, ni produce ese amor en nosotros. Es fundamental que nos aseguremos primero de esto. Y tengamos en cuenta que la palabra griega aquí para amor es ‘ágape’. Y este amor cristiano que se ejerce hacia los hermanos, o hacia los hombres en general, no es un impulso que provenga de los sentimientos, no siempre concuerda con la general inclinación de los sentimientos, ni se derrama sólo sobre aquellos con los que se descubre una cierta afinidad. Este amor busca el bien de todos, no busca el mal de nadie y busca la oportunidad de hacer el bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe. Y es este tipo de amor que Pablo había oído decir que tenían los receptores de esta carta, por lo que tenía razones para dar gracias por ellos; eran verdaderos creyentes en quienes Dios se había revelado. II.- PIDIENDO POR ILUMINACIÓN INTERIOR.Como dijimos antes Pablo sabe que, para poder enfrentar los distintos retos que la vida en este mundo plantea, los cristianos necesitan una iluminación y fortaleza interior frecuente. No basta haber creído, aunque sea verdaderamente, en algún momento en el Señor Jesucristo, sino que necesitamos repetida iluminación del Espíritu para saber todo lo que esa fe nuestra supone. Y eso es por lo que Pablo pide aquí, que ellos puedan descubrir todo lo que tienen en Cristo ya. Y como decimos, eso necesita de la oración para que el Espíritu siga iluminando nuestro interior. Es una oración que los responsables de las iglesias deben hacer por cada creyente; pero también cada cual por sí mismo, y unos por otros. Y podemos estar seguros que ésta es una oración conforme a la voluntad de Dios, y que Él quiere responder. Veamos qué aspectos implica esa iluminación. “Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre glorioso, os dé el Espíritu de sabiduría y de revelación, para que lo conozcáis mejor. Pido también que os sean iluminados los ojos del corazón para que sepáis a qué esperanza él os ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre los santos, y cuán incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos”. (vs. 17-19) Lo primero que necesitamos es Espíritu de sabiduría y revelación para conocerle mejor. Hay diferentes grados de conocimiento de una persona o cosa. Un estudiante dice: yo sabía la pregunta y la hice bien en el examen, pero el profesor le pone sólo un aprobado. Otro en cambio tenía un conocimiento mucho más completo, conocía más detalles, y el profesor le pone un sobresaliente. Hemos de crecer, por tanto, en el conocimiento del Señor para vivir adecuadamente; de lo contrario, aunque seamos cristianos viviremos en la mediocridad. Y necesitamos iluminación interior, por su Espíritu. No se trata de algo que podemos nosotros conseguir. Se trata de algo que Dios nos da por su amor, pero también en función a nuestro verdadero deseo de conocerle. Es Él el que lo hace, aunque si no lo deseamos, ni lo buscamos y sobre todo no se lo pedimos, no nos dará ese mayor conocimiento de Él. Pablo sabe eso y por ello le da una gran importancia a la oración. En concreto Pablo pide por iluminación interior para que a los creyentes les quede muy claro tres cosas: 2 Que sepan la esperanza a la que son llamados. Que conozcan las riquezas de la herencia que Dios tiene en los cristianos. Y que tengan un conocimiento experimental de la extraordinaria grandeza del poder de Dios en los que creen. La esperanza es sin duda la certeza de que nos resucitará para estar con Él en el mundo venidero, pero también es una esperanza de su presencia aquí con nosotros, ahora; cuidándonos, protegiéndonos y vitalizando nuestros débiles recursos por su Espíritu. Cuando miramos sólo a nuestra debilidad, decaemos; cuando por su iluminación le vemos a Él entonces tenemos esperanza y fortaleza. Las riquezas que Él tiene en nosotros, se refieren a su presencia con el fruto del Espíritu, y también a los dones que ha dado a su pueblo para así manifestar su vida aquí en la tierra. También hemos de descubrir el pode extraordinario que actúa en los que creen. No es un poder como se entiende en este mundo, o sea un poder que nos hace a nosotros superiores a los demás. Sino que es un poder que se manifiesta en nuestra debilidad, de hecho se hace más patente y se perfecciona en la debilidad humana. Pablo tenía una debilidad en su cuerpo, lo que él llama un aguijón en su carne. Seguramente alguna forma de limitación, enfermedad o minusvalía que le debilitaba ante los demás. Pero el Señor le muestra que su gracia le sería suficiente, porque el poder de Dios se perfecciona en nuestra debilidad. Puede ser que seamos creyentes pero que conozcamos muy poco de este mundo espiritual del que está hablando aquí Pablo. Por eso ora, para que sean iluminados y conozcan todas esas riquezas. Y esto mismo nos debe llevar también a la oración a nosotros. III.- NUESTRA ESPERANZA PROCEDE DE CRISTO.Lo que hace todo esto posible es que Jesús ha sido resucitado y colocado por encima de todo. Eso es lo que nos dicen los últimos versículos de nuestro pasaje: “(El poder) que Dios ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a su derecha en las regiones celestiales, muy por encima de todo gobierno y autoridad, poder y dominio, y de cualquier otro nombre que se invoque, no sólo en este mundo sino también en el venidero. Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo y lo dio como cabeza de todo a la iglesia. Ésta, que es su cuerpo, es la plenitud de aquel que lo llena todo por completo”. (vs. 20-23) Hay dos cosas que me parecen las más importantes para resaltar. La primera es que Jesucristo ahora está por encima en poder y autoridad de cualquier otro poder que podamos suponer sea en el cielo o en la tierra. Aquí hay poderes: los gobernantes, las autoridades, los jefes de cualquier organización, los padres en su casa, etc. También están los poderes de las ideas: filosofía, ciencia, opiniones mayoritarias que arrastran a muchos, etc. Y detrás de todo ello hay poderes espirituales. Todas estas cosas tienen su poder, pero Jesús domina y controla cualquiera de esos poderes. Un ejemplo de esto es cuando Pilatos indicó a Jesús que tenía poder sobre Él para librarlo o para crucificarlo. La respuesta de Jesús es ‘No tendrías ningún poder sobre mí si no se te hubiera dado de arriba’. Por eso los cristianos que tienen esa perspectiva e iluminación no temen a ningún poder de aquí, porque Él está sobre todos y ni un cabello caerá sin su consentimiento. Lo segundo a resaltar es que el Señor ha sido dado a la iglesia, es decir a los que creen, para llenarla con Su plenitud. Él desea que vayamos descubriendo, no solo que esté en lugar de todo poder en el 3 cielo y en la tierra, sino que desea inundarnos con su cuidado, guía, protección e iluminación. Y, por esa iluminación es posible que tengamos una clara esperanza de lo que tenemos en Él; una clara conciencia de las riquezas que ha dejado en nosotros los que creemos; Y así experimentaremos ese mismo poder en nuestras vidas. Pablo oraba, y nosotros debemos hacerlo también, para que estas realidades se abran a nuestros ojos, entonces estaremos mejor preparados para vivir adecuadamente y ser quienes somos llamados a ser. 4