San Jorge, el santo que no existió

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Diario del AltoAragón
Miércoles, 23 de abril de 2014
San Jorge, el santo que no existió
Carlos Garcés Manau
Historiador
J
mente existió un Jorge histórico,
a quien se suele presentar como
un militar natural de Capadocia,
una región en el este de la actual
Turquía, que habría muerto mártir en el año 303 durante la gran
persecución contra los cristianos
del emperador Diocleciano (en la
que también murió San Vicente),
esa personalidad histórica quedó
pronto ahogada por el carácter increíble del relato de su martirio.
La historia más antigua de su pasión, tan exagerada que fue considerada herética tiempo después
y sustituida por una versión más
moderada, hacía responsable de
su muerte a un rey de Persia y no a
un emperador romano. Y en cuanto a su martirio, habría durado nada menos siete años, durante los
cuales San Jorge, sometido a toda
clase de tormentos, resucitó tres
veces para poder seguir padeciendo por la fe de Cristo.
Y por lo que hace a su leyenda
más popular, que surgió varios siglos después, en torno al año mil,
es asimismo increíble, desde el
momento en que tiene como protagonista a un dragón –y los dragones, por desgracia, no existen-.
Tal y como veremos esta tarde, la
leyenda de San Jorge y el dragón,
cuyo escenario es una ciudad de
Libia, en el norte de África, tiene
además carácter clasista, pues en
ella mueren los pobres y se salvan
los ricos.
San Jorge se convirtió, ya en la
Edad Media, en el patrón de Cataluña (desde 1436) y Aragón (a
partir de 1461). Y protagonizó
una extraordinaria leyenda, cuyas primeras versiones son del siglo XIV, que habla de su aparición
en la batalla de Alcoraz y la con-
avier García Antón,
el director del Diario
del AltoAragón, me
llamó la tarde-noche
del miércoles santo,
mientras se disputaba la final de la Copa
del Rey entre el Madrid y el Barcelona (en esos momentos, el Real
Madrid ganaba por uno a cero).
Quería invitarme a participar en
este especial sobre San Jorge, una
proposición que acepté con gusto.
A Javier le había llamado la atención el título, que incluso consideraba provocador, de la conferencia
que daré esta tarde, a las siete, en
la Sala Genius: San Jorge. El santo
que no existió. Bueno, exactamente eso ha de pedirse a un título.
Que intrigue, que haga pensar, y,
por supuesto, que anime a acudir
al acto convocado. Pero un título
debe cumplir una última condición, la más importante de todas.
Tiene que ser cierto. Y así ocurre
en este caso.
Todo lo que sabemos de San Jorge, ya tenga relación con su martirio o su leyenda más famosa –la
del dragón-, es más mito que historia. Hasta tal punto que hace pocas
décadas la Iglesia dejó, de alguna
forma, de considerarlo uno de sus
santos. Como ha escrito el profesor de la Universidad de Zaragoza
Guillermo Redondo, de San Jorge,
ha “desaparecido su santidad oficial, al menos en la Iglesia Católica, pues la Sagrada Congregación
de Ritos lo suprimió del santoral
en 1961, si bien en 1969 declaró su
carácter conmemorativo” (El Señor San Jorge. Patrón de
Aragón, Zaragoza, CAI,
1999, p. 49).
Pero ocurre muchas
veces, como sucede sin
duda con San Jorge, que
las figuras de ficción son
más conocidas y queridas que las realmente
históricas. No tenemos
que pensar, por ejemplo,
más que en el Quijote,
en el campo de la literatura (o en los personajes
de Cien años de soledad, Pintura de Uccello
ahora que acaba de dejarnos Gabriel García Márquez), el quista de la Huesca islámica por
Supermán del cómic y el cine, o los el rey aragonés Pedro I. Dicha leprotagonistas de los cuentos uni- yenda afirma que San Jorge estuversales de nuestra infancia, desde vo el mismo día en dos batallas,
Caperucita hasta Pinocho.
primero en Antioquía, durante la
Primera Cruzada, donde montó
Un San Jorge mítico
en su caballo a un caballero aleComo acabamos de decir, si real- mán que había perdido su mon-
'FMJ[EÓBEF"SBHØO
!YUNTAMIENTO
DE"ENASQUE
San Jorge del pintor Durero
tura, y después en Alcoraz, hasta
donde trasladó, milagrosamente,
al cruzado alemán.
En las primeras versiones de la
leyenda, por cierto, San Jorge no
combate contra los musulmanes,
limitándose a traer a Huesca al
caballero cruzado. La participación sangrienta del santo en la batalla es un detalle
que se añadió más adelante,
junto a la creencia de que,
tras el combate, el rey Pedro
I ideó un nuevo escudo con
la cruz roja de San Jorge y las
cabezas de cuatro reyes derrotados y muertos en Alcoraz (cuatro reyes moros que
han dado nombre a nuestra
calle Cuatro Reyes, junto a
los claustros de San Pedro el
Viejo). Dicho emblema de la
cruz y las cabezas de moros,
que es conocido como Cruz de Alcoraz, forma parte como es sabido del escudo de Aragón, del que
hablamos ayer, también en la Sala
Genius, en una primera charla.
El escudo de Aragón, entre
la leyenda y la historia
La charla tenía como título “El
escudo de Aragón. Un emblema invertido”. Nos explicamos. Nuestro
escudo está formado, en realidad,
por cuatro escudos distintos, que
se hallan dispuestos, en principio,
en orden cronológico: el árbol de
Sobrarbe, que ocupa el primer lugar, sería también el más antiguo,
pues alude a la prodigiosa conquista de Aínsa por el rey García
Ximénez, en el siglo VIII; va luego la cruz de Iñigo Arista, por un
personaje del siglo IX; la cruz de
caminos de Santiago, hasta formar una densa malla, cuando el
único con verdadera trascendencia histórica, religiosa y cultural es
el llamado Camino Francés, que
San Jorge con las cuatro cabezas entraba en Aragón por el Somport,
de moros, a la que acabamos de llegaba hasta Jaca y se dirigía desreferirnos, creada supuestamen- pués a tierras navarras por la canal
te por el rey Pedro I tras la batalla de Berdún.
La leyenda de la Campana de
de Alcoraz, a fines del siglo XI; y,
por fin, las barras rojas y amarillas, Huesca tiene, ciertamente, un trasque pertenecen a la época de crea- fondo histórico: la muerte por el
ción de la Corona de Aragón, en el rey Ramiro II el Monje de varios de
siglo XII, y que ocupan el último sus nobles. Pero el relato que cocuartel del escudo porque los ara- nocemos, de carácter legendario,
goneses, aunque pueda sorpren- se elaboró en los siglos XIII-XIV,
dernos, aceptaron durante varios inspirándose en antiguas historias
siglos, aunque no sea cierto, que griegas y romanas que aparecen
las barras pertenecieron original- en autores de la importancia de
Herodoto, Aristóteles o Tito Livio.
mente a los condes de Barcelona.
Sin embargo, cuanto acabamos Y la Sala de la Campana, en la que
de apuntar es el resultado de una las tradiciones oscenses sitúan la
serie de leyendas fabulosas, surgi- leyenda, es en realidad medio sidas entre los siglos XIV y XVI; y la glo posterior al reinado de Ramiro
realidad histórica es justamente la II, pues fue construida por su niecontraria. Por eso hablamos de un to, el rey Alfonso II.
escudo invertido. El símbolo más
La ubicuidad de las leyendas
antiguo son precisamente las ba- afecta, incluso, a los dos patrorras (el primer ejemplo conocido nes de Huesca. Como presentaes un sello de Ramón Berenguer IV mos también en la Sala Genius
hacia 1150, cuando era ya príncipe durante sus fiestas de enero, San
de Aragón además de conde bar- Vicente nació probablemente en
celonés). Y le siguen la cruz roja Zaragoza. La tradición de su oricon las cabezas de moros, que se gen oscense surgió siglos descreó realmente a fines del siglo XIII pués, tras la conquista islámica y
(casi doscientos años después de la posterior reconquista aragonela batalla de Alcoraz); la cruz de sa. Y a finales de la Edad Media
Iñigo Arista, que es del siglo XIV; y fue cuando se inventó la familia
el árbol de Sobrarbe, que surgió al de San Lorenzo, a través de tradiciones que hicieron hermanos
acabar el XV.
gemelos a dos santos, San LorenLas leyendas de cada día
zo (un mártir del siglo III) y San
Muchos de nuestros símbolos Orencio de Auch (un obispo del
y nuestras fiestas más queridas siglo V), que vivieron con dosestán, en realidad, más cerca del cientos años de diferencia.
mito que de la historia. Ello, por
Y es también, por último, el
supuesto, no les hace perder un caso del propio Jesús. Los aconápice de su belleza, de su fuerza o tecimientos que acabamos de
su sentimiento. Pero es bueno, me celebrar esta Semana Santa son
parece (algo que no siempre ocu- históricos. Jesús fue crucificado
rre), ser conscientes de cuánto hay por Poncio Pilato en Jerusalén haen ellos de historia o de leyenda. cia el año 30, mientras Tiberio era
Pondré, para terminar, algunos emperador de Roma. Por el contraejemplos.
rio, los relatos de la Navidad, que
Dos fiestas altoaragonesas tan figuran al comienzo de los evangefantásticas como el Primer Vier- lios de Mateo y Lucas, son probanes de Mayo de Jaca y la Morisma blemente legendarios. Jesús debió
de Aínsa conmemoran dos victo- nacer en Nazaret, en casa de sus
rias sobre los musulmanes que no padres María y José. Pero muchos
ocurrieron realmente: las del con- judíos de su tiempo esperaban que
de Aznar y el rey García Ximénez, el mesías naciera en Belén, de donel mítico primer monarca
de fue originario el rey David.
de Sobrarbe. DesEso es lo que motivó
de hace dos años
que se escribieran los
se celebra en Bailo
relatos evangélicos de la
la supuesta llegada
Navidad: hacer pensar
a la población, tras
que Jesús había nacido
la conquista islámien Belén, como pedían
ca, del santo grial que
las esperanzas mesiánicas de su pueblo, y no en
se venera actualmente en la catedral de
la poca conocida localiValencia, basándose
dad galilea de Nazaret.
para ello en las elucuHistoria y leyenda, las
braciones del canónidos caras, muchas veces
indisociables y sin duda
go jacetano Dámaso
Sangorrín,
que
fascinantes, de
imaginó, en la dénuestro pasado.
Muchas de
cada de los 20 del
Dos caras de la
siglo pasado, un
realidad a cuyo
nuestras
estudio se entrerecorrido escasafiestas están
mente histórico
gan los historiadomás cerca del
para el santo cáres, para quienes la
liz, con etapas en
guía más preciosa
mito que de la
Huesca, Yebra de
ha de ser siempre, a
historia
mi juicio, el fomenBasa, Bailo, Sasabe, Jaca y San
to del espíritu crítico
Juan de la Pey el amor a la liberña. Y se han
tad. Feliz día de San
multiplicado
Jorge. Feliz día de
Aragón.
igualmente los
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