Diario Comercial, Económico y Empresarial Nro 89 – 14.09.2016 Conversión de la quiebra en concurso preventivo (Sobre la posibilidad de transformar la petición de propia quiebra en concurso preventivo) Por Héctor O. Chomer SUMARIO: I. El caso.- II. Las soluciones propuestas.- III. Algunas respuestas.- IV.- Principio de solución: la unificación de criterios I. EL CASO En caso de que se hubiese convertido la quiebra en concurso preventivo, se seguirían varios inconvenientes suscitados por efecto de esa mutación para los que la ley no provee solución. Me circunscribiré aquí al análisis de sólo uno de esos inconvenientes, pues intentaré describir y dar solución al que ha sido detectado en relación a la conversión solicitada por el fallido, quien voluntariamente hubiese pedido su quiebra. La desestimación de esa petición fundada en que el fallido peticionario de su quiebra no puede desistir del proceso falimentario, ni abandonar esa senda liquidatoria originariamente seleccionada, provocó algunas críticas y pronunciamientos disidentes. Seguidamente analizaré esa posibilidad según las normas de la ley 24522 (LA 1995-B-1547), sin omitir la doctrina plenaria capitalina (Pujol, 30.3.02), que no es aplicable en otras sedes provinciales y de dudosa vigencia actual a la luz de la derogación del Cpr 300 y concs. II. LAS SOLUCIONES PROPUESTAS Como fue explicado antes, la cuestión reside en determinar si el actual sistema concursal permite al fallido, que fue peticionario de su quiebra, requerir la conversión de esa falencia en concurso preventivo. 1. Las siguientes interpretaciones tienden a que sea admitida la conversión: a) Se dice que todo lo no expresamente prohibido, está permitido. Según esta tesis, carece de apoyatura legal la desestimación del pedido: pues si la quiebra directa a pedido del fallido no aparece incluida en la nómina impeditiva del art. 90 ley 24522, está permitida la conversión de ese procedimiento en concurso preventivo. No cabría impedir al peticionario de su quiebra optar por la conversión, pues el art. 90 ley 24522 no lo menciona como uno de los deudores expresamente excluidos de formular tal petición. b) Se ha citado, como antecedente corroborante de la procedibilidad de tal petición, que el precedente sistema del concordato resolutorio (art. 222 ley 19551 [LA 1984-B-909), podía ser requerido por el peticionario de su quiebra. De manera que se interpretó que el nuevo sistema, que importó la flexibilización del derogado, no puede prohibir lo que antes no estaba impedido al deudor. c) De otro lado, se ha invocado reiteradamente el modelo aparentemente extraído del Bankruptcy Code estadounidense, por el cual es posible tanto que el procedimiento preventivo sea transformado en quiebra, cuanto que el procedimiento liquidatorio sea transformado en otro de rehabilitación de la empresa. 2. La tesis negatoria de la conversión podría sintetizarse del siguiente modo: a) La solicitud de conversión de la quiebra, iniciada a petición del deudor, constituye un virtual desistimiento de ese primer procedimiento falimentario. Ello por cuanto el deudor propone el abandono y, por ende, la conclusión del primer procedimiento, para iniciar una vía nueva, diferente e incompatible con la quiebra precedente. b) Es sabido que el peticionario de su quiebra está facultado para desistir del proceso si antes de la primera publicación de los edictos hubiese demostrado la superación de la cesación de pagos que provocó la quiebra (art. 87 ley 24522 ). c) Si el peticionario de su quiebra requiere la conversión, y el consecuente concursamiento, es indudable que persiste la cesación de pagos, pues sólo en tal caso sería viable el procedimiento preventivo. En esa situación es inaplicable el sistema de la conversión a la quiebra pedida por el deudor. III. ALGUNAS RESPUESTAS Luego de la identificación del problema y de la lectura de las diferentes tesis, cada quien adoptará la solución de su preferencia, pero creo apropiado formular ciertas aclaraciones: 1. No es cierto que la interpretación negatoria de la conversión, supuesto que el fallido hubiera pedido su quiebra, sea abrogatoria de la ley o que carezca de apoyatura normativa. Por el contrario, podría ser tildada de excesivamente rigurosa, pero no de carecer de base legal. Eso es así porque, como antes fue explicado, no es necesario que el art. 90 ley 24522 diga expresamente que el peticionario de su quiebra no puede pedir la conversión: tal impedimento emerge del art. 87 de esa misma ley. Es cierto que es opinable la interpretación en el sentido de que el pedido de conversión formulado por el fallido es un virtual desistimiento de la quiebra precedente; más también lo es que tal posición atiende a la actitud del deudor en el proceso; pues ¿qué otra cosa es el abandono voluntario de la quiebra decretado por petición del deudor? Como la propia ley 24522 en el art. 87 establece que el desistimiento del pedido de quiebra sólo será eficaz cuando sea formulado antes de la primera publicidad del estado falencial y se indique la superación de la cesación de pagos, adviértese que el fallido no podrá "desistir" del proceso en el tiempo en que sería posible solicitar la conversión; o sea dentro de los diez días después de realizada aquella publicidad. 2. El llamado "principio de reserva", de permisión de todo lo no prohibido, no es suficiente para adoptar una interpretación que desatienda las expresas normas positivas que impiden tal desistimiento y la consecuente conversión. 3. El "modelo" americano no debe ser adoptado como ejemplo para solventar esta cuestión: no necesariamente el sistema argentino vigente tiene idénticas características a las de aquella normativa, ni de la adopción de un instituto similar se siguen iguales efectos a los allí previstos. IV. PRINCIPIO DE SOLUCIÓN: LA UNIFICACIÓN DE CRITERIOS No ignoro que a la decepción inicial del fallido que no descubrió un proyecto empresario para superar la insolvencia (y por ello pidió su quiebra), puede seguir la esperanza de que un proceso rehabilitatorio (la conversión), podría permitir extirpar la cesación de pagos y continuar la explotación de la empresa. Es por eso que será opción legislativa futura reformar el sistema legal vigente y permitir expresamente que ese deudor pueda mutar el procedimiento falencial para convertirlo en concurso preventivo. Pero, en el sistema de la ley 24522, la armónica aplicación de los arts. 87 y 90 impide que ese fallido pueda convertir la quiebra en concurso. Repito que esa interpretación puede parecer extremadamente rigurosa, pero nunca carente de base positiva. Es por eso que no se debe perder de vista que la cuestión por acordar reside en establecer si es conveniente dotar al fallido, peticionario de su quiebra, de una oportunidad para abandonar voluntariamente ese procedimiento de liquidación y comenzar otro que le permita ofrecer a sus acreedores un método de superación de la cesación de pagos en orden a satisfacer las obligaciones desatendidas. Tampoco debe olvidarse que la aplicación del sistema vigente depara ciertos efectos no previstos por la ley 24522 Por lo que, para adoptar una solución, deberán ser analizados cuáles son los particulares efectos que reporta la conversión del procedimiento de quiebra que hubiese sido decretada a pedido del deudor. De todos modos, la Fiscalía de la C. Nac. Com. de la Capital Federal pidió la reunión plenaria de ese tribunal con el objeto de unificar la jurisprudencia disidente de sus distintas salas (conf. art. 37 inc. e, ley 24946; petición formulada en el expediente caratulado "Pujol, Juan C. s/quiebra"). Esa solución plenaria decidió que es factible la conversión, mas hoy se reedita el tema, como ya dije, por la pérdida de vigencia de las doctrinas plenarias que sólo mantienen valor conceptual. De modo que, aún si se estimara que es válida aquella doctrina (sólo vigente en sede nacional), parecería útil modificar el texto legal actual, siendo necesario efectuar un relevamiento sobre el resultado de cada una de las conversiones admitidas, analizar cuál es el impacto económico y sociológico de tal conversión, establecer la viabilidad de la explotación en el mercado que fue advertido de la quiebra, y determinar con exactitud cuáles son los efectos que siguen a esa mutación del procedimiento. El conocimiento de esos datos aparece imprescindible en orden a determinar la utilidad de habilitar al fallido, peticionario de su quiebra, a concluir con ese procedimiento y programar con sus acreedores otro modo de pago diferente del prometido originariamente por el deudor. No es cuestión de que, por imprevisión o apresuramiento, otra reforma se constituya en efugio del deudor para burlar a sus acreedores. En suma: actualmente, la ley veda la conversión en caso de que el deudor hubiese pedido su quiebra. Ello es extraíble del juego de los arts. 87 y 90 ley 24522. Si, luego de analizar los datos que he mencionado antes, se pensara que ese deudor merece ser dotado de otra oportunidad para continuar la explotación de su empresa, una futura reforma de la ley 24522 podrá legitimarlo activamente para peticionar la conversión. Mi pregunta final es: ¿se habrá efectuado el relevamiento y análisis necesario para debatir y concluir en alguno de los sentidos posibles? Todos los sectores deberían interesarse de que, luego de aquellos estudios, fuese efectuado ese fértil debate y, en definitiva, deberían preocuparse por el futuro del derecho concursal argentino (y su desarrollo en el Mercosur): porque de eso depende la recuperación económica y el desarrollo empresario de la Nación Argentina.