24 II DORREGO (1827-1829) 1. Acaba la guerra con Brasil. 2

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II
DORREGO
(1827-1829)
1. Acaba la guerra con Brasil.
2. Convención Nacional de Santa Fe.
3. Administración interna de Dorrego.
4. Revolución del 1 de diciembre de 1828.
5. El general Paz en el interior: Tablada y Oncativo.
6. Gobierno de Viamonte y elección de Rosas.
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1. ACABA LA GUERRA CON BRASIL
Ley del 3 de julio.
En la misma sesión del 30 de julio donde fue aceptada la renuncia de Rivadavia "por ventajosa para el país",
Valentín Gómez, Dorrego, Portillo y Arenales presentaron sendos proyectos para resolver la angustiosa situación.
Coincidían en elegir un presidente provisional que reanudase la unidad y siguiese la guerra.
El proyecto de Gómez disponía una Convención Nacional, disolviéndose el Congreso después de elegir el presidente
provisorio; Dorrego que el presidente provisorio convocase a la Convención Nacional, y se restableciese la autonomía de
la provincia de Buenos Aires; los de Portillo y Arenales coincidían, en general, con el de Gómez.
El 3 de julio se sancionó por acuerdo de Agüero y Dorrego la ley de emergencia:
1) Se nombraría un presidente de la República "con la calidad de provisorio hasta la reunión de la Convención
Nacional". Sus funciones se limitarían al "grande objeto de la guerra nacional, oír proposiciones de paz, tener el
mando superior del ejército y disponer de un tesoro nacional", debiendo "emplear todos sus esfuerzos para hacer
cesar la guerra civil".
2) Si las provincias que habían retirado sus diputados "insisten en su remoción después de haber tenido
conocimiento de la presente ley", cesarían éstos.
3) El presidente provisorio invitaría a una Convención Nacional de un diputado por provincia, que después de
"reglar su representación en sus formas y en el número de miembros", nombraría al presidente definitivo de la
República, "proveería cuanto estime conveniente en las actuales circunstancias, y recibiría los votos sobre la
aceptación o repulsa de la constitución o diferiría su pronunciamiento hasta mejor oportunidad". Una vez instalada,
cesaría el Congreso.
4) Se restablecería la provincia de Buenos Aires por los "representantes que elija, para deliberar sobre su
carácter político y demás derechos".
La redacción de la ley muestra que la miopía no había desaparecido: creían que las provincias federales se
contentarían con la renuncia de Rivadavia, y no insistirían en la remoción de los diputados; recibirían "los votos sobre la
aceptación o repulsa de la constitución" como si pudiera sobrevivir el código no nato. Da la impresión que la logia (
como lo había hecho en febrero y junio de 1820) entregaba a Rivadavia como un chivo emisario de las faltas comunes, a
cambio de su supervivencia. Habla López del ambiente de indiferencia que rodeó a Rivadavia en su caída que "hasta sus
mismos partidarios dejaron solitario en su retiro combinando entre ellos otros medios de rehacerse, mientras le hacían
críticas acerbas".
Elección de Vicente López (5 de julio).
Así como la ley del 3 de julio, la designación de presidente provisorio surgió de un acuerdo entre Agüero y
Dorrego. Sería Vicente López, perteneciente al partido "de los principios" pero que había votado contra Rivadavia
en febrero de 1826.
López no quiso aceptar y renunció al día siguiente 6; las circunstancias eran difíciles para hacerse cargo del
gobierno. El congreso la rechazó por 48 votos contra 3 (Manuel Moreno, enemigo de López por haber sido
ministro de Pueyrredón, votó por la aceptación de la renuncia).
López, urgido por todos, acabará por resignarse "sobre la base de la reconciliación de todos los partidos, y para el
grande fin que necesita el unánime impulso y una concurrencia absoluta de talentos". Trató de formar un ministerio con
Agüero y Dorrego, pero los dos se negaron. No era el momento de conciliaciones, sino de advenir los federales. Así lo
entendía Dorrego, que se preparaba a tomar la provincia de Buenos Aires; también Agüero, que meditaba el desquite
con el ejército: "No puedo ni quiero abandonar mis opiniones nacionales —dijo a López al negarse al ministerio de
conciliación—, nuestra caída es aparente, nada más que transitoria. No se esfuerce Ud. en atajarle el camino a Dorrego;
déjelo Ud. que se haga gobernador, que impere aquí como Bustos y corfio Estanislao López en Córdoba y Santa Fe.
Tendrá que hacer la paz con el Brasil aceptando la deshonra que nosotros hemos rechazado. Y hecha la paz, el ejército
volverá al país y entonces veremos si hemos sido vencidos".
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Completaba el ministerio el general Guido en la cartera de guerra (por la posibilidad de traer a San Martín a
continuar la lucha con Brasil), que tampoco aceptó. Finalmente se formó el gabinete con Tomás Manuel de Anchorena
en gobierno y hacienda y Marcos Balcarce en guerra y marina.
El 9 se hizo cargo López (hasta entonces permaneció Rivadavia). No había en las arcas ni una onza de oro, ni
un peso de plata ni un billete de papel: deudas, solamente deudas. Al Banco se le debían once millones, el ejército
y la marina tenían un atraso de seis meses, no se habían girado los servicios del empréstito ( que por la desvalorización —llegaba a 56,75 la onza— montaban a $ 560.000), ni realizado gestión alguna para pagarlos; había
2.700.000 de deuda flotante en letras y pagarés.
"Fuera de estos cargos —dice López—, concurría como millón y medio de pesos fuertes en letras giradas por el
ministro Carril desde el 3 de julio (la fecha debe notarse, pues es la de la separación de Rivadavia) contra la Tesorería del
Banco cuyo pago estaba en suspenso por no haber fondos como verificarlo. ...Hasta la casa de gobierno estaba
desmantelada y sin menaje, pues resultaba que todo el amueblado, hasta el del despacho presidencial, había sido
propiedad de Rivadavia traído desde Europa y lo había trasladado a su nueva habitación conociendo la insolvencia del
nuevo gabinete para abonarle su valor... el estado de las finanzas acusaba una imprudencia y una incuria inauditas en gastos superfluos, en grandes empleos y sueldos desproporcionados" 1.
Con energía Anchorena se puso a dominar el desastre: suprimió la mitad de los empleos y los gastos superfluos,
y trató que los hacendados cubriesen o garantizasen los servicios del empréstito. Se convocó para el domingo 22 a
elecciones de representantes que reconstituyeran la provincia de Buenos Aires; el 13 fue relevado Alvear de la
jefatura del ejército republicano nombrándose titular a Lavalleja ( que estaba en Buenos Aires) y provisoriamente a
Paz; el 14 Juan Manuel de Rosas era nombrado comandante general de las milicias de campaña de Buenos Aires.
Dorrego, gobernador de Buenos Aires. Disolución del gobierno nacional (agosto).
Sólo el partido federal se presentó a las elecciones del 22. El 12 de agosto quedó reinstalada la junta de
representantes que el mismo día nombró gobernador a Dorrego. Tomó posesión al siguiente, formando su
ministerio con Manuel Moreno en gobierno, Juan Ramón Balcarce en guerra y Manuel Hermenegildo Aguirre
(reemplazado por José María Roxas y Patrón) en hacienda. El 16, López, considerando cumplida su misión,
renunció ante el fantasma de congreso que sobrevivía; el 17 la junta de representantes retiró los diputados porteños,
casi los únicos que había en el congreso.
1
No se había pagado la guerra internacional, ni había fondos para los próximos servicios del empréstito, pero se hicieron
dispendiosas fiestas para el 25 de mayo con ornatos e iluminaciones; el día anterior García firmaba en Río de Janeiro la derrota
argentina.
En consecuencia, el congreso se disolvió el mismo 17, declarando de paso disuelto al "gobierno nacional" sin
considerar la renuncia de López. "Recomendó" a la junta de Buenos Aires la dirección de la guerra y relaciones
exteriores y la satisfacción y pago de la deuda externa y demás obligaciones contraídas".
Al día siguiente, 18, la junta confirmó por ley esta medida encomendando al gobernador "todo lo concerniente
a la guerra nacional y relaciones exteriores", además del envío de delegaciones a las provincias "para reunir en
cuerpo a la nación".
Sigue la guerra con Brasil.
Alvear no esperaba ganar en Ituzaingó, y le faltaron los elementos para perseguir a los derrotados. Su
comportamiento fue defensivo, no ofensivo. El 25 de marzo pidió recursos al gobierno, inclusive para alimentar a
la tropa, y expuso su plan de guerra (en caso de llegarle esos recursos) para aniquilar a los brasileños antes que
pudieran reforzarse: una ofensiva al este con el grueso de las tropas, mientras otras obrarían por el Chuy. El
gobierno —todavía Rivadavia— no le mandó nada, y Alvear el 13 de abril se limitó a tomar Bagé, donde acampó.
Quedaron frente a frente los dos ejércitos: el imperial acampado en San Lorenzo, el republicano amagando desde
Bagé sin los medios como presentar batalla. El 1 de junio, desengañado al no recibir los refuerzos —días antes se
había firmado la paz de García—, Alvear descendió a Melo (departamento Cerro Largo, hoy República Oriental).
Cerca de allí estableció sus cuarteles de invierno.
Barbacena deja el comando brasileño el 20 de junio, que pasa a su jefe de Estado Mayor, mariscal Brown, quien
retrocederá a Porto Alegre, cuartel de invierno brasileño. Durante junio cesaron las hostilidades.
En julio se sabe que la paz García ha sido rechazada con estrépito y ha caído Rivadavia. El mariscal Brown
está en buenas condiciones para una ofensiva porque sus tropas, aumentadas con nuevos cuerpos de Río de
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Janeiro, suman 9.000 hombres; en Montevideo y Colonia las guarniciones tienen 5.000 en total: son 14.000
combatientes perfectamente pertrechados. Las huestes de Alvear en el momento de ser relevado —13 de julio—
no pasaban de 7.000 macilentos y olvidados.
El mariscal Brown traza sus planes: tomar a los republicanos en una marcha convergente desde Porto Alegre, la
fortaleza Santa Teresa y la guarnición de Montevideo. Pero no se pondrá en práctica. Carlos Federico Lecor, que será
nombrado general en jefe el 27 de agosto, se mantendrá a la expectativa.
Al hacerse cargo Dorrego, Ponsonby lo presiona para aceptar el tratado de García con algunas modificaciones:
Martín García podría darse a los argentinos, y no indemnizarían por el corso. Dorrego no quiso oírlas. "Es la
jactancia republicana en todo su vigor", escribe Ponsonby a lord Dudley el 27 de diciembre (1827). Dorrego despacha comisionados a las provincias (Alejandro Heredia al norte, Juan Cruz Vargas a Cuyo, José Antonio Medina
a Tucumán y Santiago del Estero, el canónigo Pedro Pablo Vidal a las del litoral) a fin de reanudar la unión y pedir
contingentes a los gobiernos. Pensaba tener en breve 12.000 hombres en la Banda Oriental.
Córdoba le mandó 650 hombres el 7 de octubre, después 300 más; 1» tres provincias cuyanas reunieron 600 infantes
y 500 de caballería; Quiroga preparó desde La Rioja 700 plazas a cuya cabeza —escribía— "es probable marche yo
mismo"; Santiago pondría 500 reclutas "si se le enviaban los medios como aviarlos". Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes
contribuyeron con 1.000 hombres en total.
El corso.
Dorrego incita al armamento de corsarios, que además de cumplir una tarea patriótica daban buen rendimiento
a sus armadores (las firmas de Vicente Casares y José Julián Arriola fueron las principales ). Los corsarios tenían
bases en Carmen de Patagones o en la costa sur, debido al riguroso bloqueo de Buenos Aires. Los mercantes
brasileños debieron navegar en convoy y protegidos, menos, comprensiblemente, los que hacían el ilegal tráfico
negrero, a cuya caza se dedicaban con preferencia los corsarios argentinos, tanto en las costas americanas como en
las de África. Se destacaron el ítalo-francés César Foumier y los norteamericanos Juan Halstead Coe y Jorge de
Kay, que fueron, por sus méritos, incorporados a la marina de guerra. Brown con sus bravos pero diezmados
buques defendía el fondeadero de los Pozos frente a Buenos Aires (que obligaba a mantener una costosa escuadra
bloqueadora) sin perjuicio de llevar ataques relámpagos a Colonia. La pérdida de los Pozos hubiese significado la
posibilidad que los brasileños bombardeasen Buenos Aires.
Las Misiones Orientales.
Parte del plan de guerra de Dorrego era un ejército del Norte mandado por Estanislao López a fin de
apoderarse de las Misiones Orientales. Pero le ganó de mano Fructuoso Rivera, que el 22 de abril (1828) con poco
más de setenta compañeros cruzó el Ibicuy.
Lavalleja, Estanislao López y el gobernador Ferré de Corrientes desconfiaban de Don Frutos, cuyos antecedentes no
lo recomendaban para esa empresa. Lavalleja mandó contra él a Manuel Oribe, y Ferré al teniente coronel José López;
ambos se detuvieron en la frontera sin atreverse a proceder contra. Rivera. Éste, que había remontado su pelotón inicial
con indios misioneros entusiasmados por la liberación, contaba al poco tiempo con mil hombres con quienes entró en
San Francisco de Borja (que los brasileños llaman Sáo Borja). Las guarniciones imperiales, sorprendidas o temiendo la
hostilidad de los habitantes, abandonaron la zona y a los 21 días de empezada la invasión los "Siete Pueblos Orientales
Misioneros" que Portugal ocupaba de hecho en 1801, estaban controlados por Rivera. El 25 de mayo fue saludado con
un tedeum en la iglesia parroquial de San Borja. Se organizó una provincia, con su legislatura, gobernador —Rivera— y
se firmaron tratados interprovinciales de amistad y comercio. Estanislao López, Ferré y Lavalleja dejaron entonces
actuar a Rivera que parecía tomado por un entusiasmo patriótico; hasta dispuso la integración de Misiones Orientales
como provincia argentina en la convención nacional de Santa Fe de 1828. Pero los términos del tratado del 27 de agosto
retrajo las cosas (menos la Provincia Oriental que se independizaba) al estado ante bellum hasta que se fijasen los
límites definitivos. Rivera debió abandonar las Misiones Orientales a los brasileños 2.
Plan combinado con una sublevación republicana en Brasil.
Un arriesgado plan concibe Dorrego, apoyado en los opositores brasileños: José Bonifacio de Andrada e Silva o su
hermano Antonio Carlos (o ambos conjuntamente) han pasado un tiempo ocultos en Buenos Aires combinándolo;
está comprometido Fernando Bauer, apoderado de los mercenarios alemanes (que a las órdenes del coronel Martín
Hin servía a los brasileños), quienes por una crecida retribución se sublevarían en Pernambuco donde estaban
acuartelados en su mayoría; también la guarnición irlandesa de Río de Janeiro se amotinaría, apoderándose del
emperador y embarcándole en la fragata Congreso de Fournier que esperaba en la costa para traerlo a la Argentina
S
. Dorrego se prometía el resultado decisivo de este plan, combinado con una ofensiva de Lavalleja sobre
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Lecor y el apoyo de Bolívar.
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Hay un misterio de las Misiones no aclarado aún. Rivera estuvo en negociaciones con Bento Manuel y Lecor prometiendo
pasarse a ellos, al tiempo que escribía a Lavalleja, Ferré, Estanislao López y Dorrego asegurando sus intenciones patrióticas y
realizaba actos de claro argentinismo. ¿A quién engañaba?
3
En 1851 —en ocasión de la segunda guerra con Brasil— Roxas y Patrón escribió a Rosas el plan de Dorrego de 1828, que él
conoció como ministro de hacienda. Algunas de sus cartas han sido transcritas por Saldías en Historia de la Confederación
Argentina y otras se conservan entre los papeles de Rosas en el Archivo Nacional: "Dos conspiraciones —dice el 30 de
abril— había en la corte de Brasil: una contra el Imperio, otra contra la persona del emperador. Estaba a nuestra disposición
concluir con aquél y recibir a éste en un corsario y traerlo a Buenos Aires". Sobre el alto personaje brasileño que estuvo de
riguroso secreto en Buenos Aires tramando la revolución en Brasil y su disloca-miento en cinco repúblicas dice: "Lord
Ponsonby escribió una carta muy fuerte sobre el asunto (la transcribo en página 80 y nota /8) asegurando que aquí había
estado incógnito un personaje brasilero llamado José Bonifacio de Andrada e Silva, el mismo a quien dejó de tutor don Pedro
I de su hijo menor el emperador actual. Todo lo que Dorrego me dijo a este respecto fue que había venido a hablar con él un
personaje republicano de alta posición, pero con la condición de que a nadie revelaría su nombre. Lo que sí supe, fue la
llamada y venida de Europa de Antonio Carlos de Andrada e Silva, hermano de José Bonifacio, y de un tercer hermano cuvo
nombre no recuerdo". La carta de Ponsonby a Dorrego es de 8 de agosto "de 1827.
Fue imposible realizarlo. Dorrego estaba sin dinero y el Banco Nacional no se lo daba para seguir la guerra. Como
informa Ponsonby el 9 de marzo a lord Dudley, que había sustituido a Canning en la Cancillería, "es necesario que yo
proceda sin un instante de demora y obligue a Dorrego, a despecho de sí mismo, a obrar en abierta contradicción con sus
compromisos secretos con los conspiradores y que consienta en hacer la paz con el emperador... La mayor diligencia es
necesaria... no sea que esta república democrática en la cual por su verdadera esencia no puede existir cosa semejante al
honor suponga que puede hallar en las nefastas intrigas de Dorrego medios de servir su avaricia y ambición" 4.
La "interferencia" de Colombia (diciembre).
Al tiempo de poner en práctica su plan de insurrecciones y secuestros, Dorrego buscó el apoyo de Bolívar.
Supo el servicio de informaciones británico que Manuel Moreno había entrado en contacto con el ministro
Palacios, de Colombia, para obtener, o la ayuda decisiva para ganar la guerra, o una mediación que dejase la
Banda Oriental en libertad de decidir su destino por sí sola 5.
A pesar de los tratados de comercio y esclavatura, Inglaterra no estaba en condiciones de darle el triunfo a
Brasil. El Imperio se partía a pedazos. La diplomacia inglesa, a pesar de haber cobrado el precio con ambos
tratados, sólo podía ofrecerle a Brasil el stalemate de Canning.
Ponsonby se quejó a Moreno de la "interferencia" de Colombia en una mediación que sólo concernía a Gran Bretaña;
Moreno trató de convencerlo que quería "reforzar el partido de la paz" quitándoles a los partidarios de la guerra la
esperanza de una ayuda de Bolívar. "No tengo razones para creer —escribía Ponsonby a Londres el 15 de octubre— que
el Dr. Moreno tuvo intención de dejar afuera la interferencia británica en una paz cuando escribió al señor Palacios" 6.
Moreno no le dejó ver su carta a Palacios y esto molestó al inglés. Cuando comprendió que el asunto iba en serio estalló
con violencia contra Dorrego, "falso en todos sus compromisos y principios, y sólo le interesa amasar una fortuna
privada a expensas del país y su verdadera política", escribe el 27 de diciembre 7. Lo que era calumnioso y pueril.
El 1 de enero informa a Dudley: "Mi propósito 'es conseguir los medios de impugnar a Dorrego si llega a la
temeridad de insistir sobre la continuación de la guerra"; al día siguiente —2— "me parece que Dorrego será desposeído
de su puesto y poder muy pronto; el partido opuesto a él espera noticias d'e Córdoba para proceder" 8.
4
Las intrigas y las tentativas de corrupción eran por ambas partes: Lecor ofreció dinero a Lavalleja para que se pasase a
sus filas; a la vez hubo ofertas a Lecor para que mantuviese inactivo su ejército (y lo hizo); Rivera se ofreció a todos y de
todos recibía dinero. Ponsonby creía que Dorrego buscaba una ganancia ilícita al negarse a hacer la paz, y Dorrego trató de
corromperlo ofreciéndole doce leguas de campo ( dinero no tenía) —cuenta Rozas y Patrón en su citada carta de 30 de abril de
1851— que el lord rechazó con dignidad ofendida. Sin perjuicio de pedirle las leguas de campo a Rosas veinte años más tarde
por el doctor Lepper, tal vez como precio de servicios prestados en el Foreign Office en los años de la intervención
anglofrancesa de 1845 a 1849 (Ferns) ).
5
Ferns.
Convenio preliminar de paz (agosto).
La "interferencia" colombiana fracasa, porque Bolívar pierde influencia y Moreno se ve obligado a dejar el
ministerio en enero, que ocupa Juan Ramón Balcarce. Ponsonby reanuda las negociaciones y ahora encuentra
asequibles a Dorrego y a los representantes: "Está. fórzado ( borrego) a hacer la paz —escribe a Londres— por la
negativa de la Junta a facilitarle recursos salvo para pagos mensuales de pequeñas sumas" 9. Pero la paz que quiere
Ponsonby no es la de Dorrego: aquél habla de una independencia "nacional" de la Banda Oriental y éste que los
.orientales obrasen independientemente de presiones exteriores para decidir su destino. "¿Usted habla de una paz
bajo la base de que los beligerantes desocupen la Banda Oriental y la dejen libre para elegir su destinó, sea
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independencia o unión con algunos de los beligerantes?", pregunta extrañado Ponsonby a Dorrego según su
informe a Londres del 28 de enero. El gobernador le contesta simplemente: No.
Debe actuarse con rapidez, pues los planes de Dorrego de secuestrar al emperador y sublevar a los republicanos con
apoyo de los alemanes e irlandeses estaban en trámite. Ponsonby se entera de muchas cosas, y sabe que entre los
conspiradores está nada menos que el marqués de Que-luz, antiguo ministro de Pedro I; que Fournier está a la capa
frente a Río de Janeiro esperando la señal convenida para alzarse con S. M. Imperial. Despacha el 13 de febrero al
almirante sir Robert Oway a Río de Janeiro para que "salve la vida del emperador" 11. La revelación convence a Pedro I,
y el 24 de febrero consiente a Gordon en aceptar la independencia de la Cisplatina. El 9 de marzo se descubre la
sublevación de irlandeses y alemanes: hay ejecuciones y demás penalidades.
6
F. 0. 6/19 Ponsonby a Dudley 27-12-827, citada por Ferns.
Ibídem.
8
Scalabrini Ortiz.
9
Ibídem.
10
F. 0. 6/22 Ponsonby a Dudley, citada por Ferns.
11
F. 0. 6/22 Pons.nby a Dudley 13-1-27, en Ferns.
7
Las cosas se le han dado vuelta a Dorrego. Agentes ingleses, como Trápani, ofertan a Lavalleja la presidencia
del futuro Estado Oriental; Lecor le ofrece la "federación" del nuevo Estado Oriental con una república
"independiente" a crearse en Río Grande. No es ajeno a este propósito Fructuoso Rivera, desde su gobernación de
Misiones donde cuenta con el asesoramiento de Lucas Obes. Es un plan vasto, que veremos reproducirse —con
apoyo inglés— en 1841 en la Federación del Uruguay 12. Es posible que Ponsonby lo agitase, y está probado que lo
sabía 13.
Desde principios de año la guerra se ha puesto espesa en Londres. Ambos bloqueos —el brasileño en el río de la
Plata y de los corsarios en la costa de Brasil— perjudican al comercio inglés a pesar de los salvoconductos y valijas
diplomáticas que menudean Ponsonby y Gordon. En enero de 1828 la Cámara de Comerciantes y Manufactureros de
Glasgow presenta un memorial contra los bloqueos 14: el almirantazgo ordena a los comandantes ingleses que protejan
la "libertad de comercio" y el Foreign urge a los diplomáticos a apurar la paz. Hay incidentes: el Forte, navío de S. M.
B., debe disparar cañonazos al corsario catalán Pepe Onza que iza la bandera argentina 15. Ponsonby conseguirá de
Dorrego que aleje a Fournier y restrinja las patentes de corso: "No vacilo en manifestar —informó Ponsonby a Dudley
en abril— que creo ahora que Dorrego está obrando sinceramente en favor de la paz" 16.
Gordon propone el 24 de febrero al gabinete brasileño un armisticio "prometiendo S.M. Imperial con la ayuda
de la Asamblea Legislativa del Imperio, erigir la Provincia Cisplatina en un Estado libre, separado e independiente"
17
. Don Pedro quería ganar la guerra y todavía se resistió, pero los ministros entendieron que era la manera más
honorable de salir del conflicto. Aparentemente Brasil habría triunfado, y después, por un acto de desprendimiento
erigiría en Estado libre a la Cisplatina.
Convenida la solución en Río de Janeiro, Ponsonby quiso hacerla aceptar en Buenos Aires. Propuso a Dorrego
que mandase comisionados a Brasil para un "convenio preliminar", que éste resistió hasta abril. Pero no encontraba
más dinero para seguir la guerra. El 27 de junio nombró a Juan Ramón Balcarce —ministro de guerra y relaciones
exteriores— que asociado al general Guido fuese a Río de Janeiro a discutir el convenio preliminar. A principios de
agosto está en Río, donde el gobierno inglés traslada a Ponsonby.
12
La "Federación del Uruguay" fue un proyecto británico de formar un Estado reuniendo a la República Oriental, Río
Grande, Entre Ríos, Corrientes y tal vez Paraguay. En el tomo V se desarrolla el punto. El nuevo Estado tendía a debilitar a
Argentina y Brasil.
13
Lo demuestra su correspondencia transcrita por Ferns y Webster.
14
F. O. 6/25 en Ferns.
15
Ferns.
16
Scalabrini Ortiz.
17
F. 0. 13/47 Gordon a Dudley 17-1-27, en Webster.
En la audiencia de despedida del 8 de agosto, Dorrego y Ponsonby debieron discutir largo sobre el futuro político ( aquél hablaba
inglés correctamente), y como ni uno ni otro eran cautelosos los ánimos se exasperaron. Porque el ministro, ya a bordo del Thetis
que lo conduciría a destino, no quiso dejar con la última palabra a su antagonista y le escribió: "Su Excelencia no debería hacer caso
a la doctrina de algunos crudos teóricos que creen que América debe tener una existencia política separada de los intereses de
Europa. El comercio y los intereses comunes de los individuos han formado lazos de unión que el poder de ningún, hombre podría
quebrar. Mientras ellos existan, Europa tendrá el derecho, y con certeza no le faltarán los medios, para intervenir en la política de
América cuando fuere necesario para la seguridad de los intereses europeos" 18.
En Brasil, Ponsonby se encontró con Balcarce y Guido que no podían entenderse con los delegados brasileños
marqués de Aracaty, José Clemente Pereyra y Joaquín d'Oliveira Alvarez.
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No se conocen los puntos de fricción, porque no se han publicado los documentos brasileños e ingleses (la colección de Webster
los excluye expresamente) y tampoco existen en el ministerio argentino ( a lo menos encontrados hasta ahora ). No podía ser sobre
la independencia de la República Oriental, porque este punto no era discutible. Se partió de la base que la Argentina había
renunciado al "recomendar" Rivadavia en las instrucciones a García que podía aceptar su independencia. El problema se centró en
la independencia, o la anexión de la Cisplatina a Brasil, con promesa formal de una independencia posterior. Excluido terminantemente el segundo término, quedaba solamente la independencia. La cláusula de dejar los límites entre Brasil, el nuevo
Estado y la Argentina a una convención definitiva, volviéndose por ahora al statu quo ante bellum ( que significaba el abandono —
momentáneo— de las Misiones Orientales), debió ser el motivo de la divergencia.
Ponsonby llegó el 22 de agosto para arreglar el asunto con su celeridad acostumbrada: el 29 informa al conde de
Aberdeen —canciller en reemplazo de Dudley— "las dificultades no pequeñas" que debió vencer y lo obligaron a
"formular protestas muy enérgicas a los que apoyaban dificultades que en mi opinión merecían tratarse con
desdén" 19.
18
F. 0. 13/59 Ponsonby a Dorrego 8-8-27, en Ferns. En ella le advierte que conoce sus planes de sublevaciones en Brasil y
apresamiento del emperador: "será bastante que le mencione a S.E. el nombre de Bonifacio Andrada y que yo sé dónde vivió hace
un año y dónde está ahora".
No eran los brasileños "de conducta sensata", sino los argentinos, o mejor dicho, un solo argentino, el general
Balcarce, "influido —dice Ponsonby en el mencionado informe— por temores de su responsabilidad en Buenos Aires".
En cambio, el suave y contemporizador Cuido "ha actuado con igual prudencia y habilidad en todo el asunto. Me había
asegurado (subrayado original) en cuanto a él antes de partir de Buenos Aires pero excedió mis esperanzas en la
capacidad que ha demostrado para el manejo de asuntos delicados. Espero que llegue a ser un miembro prominente y
poderoso de su propio gobierno, pues creo que está con Inglaterra y resultará útil" 20.
La Convención preliminar establecía:
1) La renuncia de Brasil y la Argentina a la "provincia de Montevideo llamada hoy Cisplatina" que se
constituirá en Estado libre e independiente.
2) Ambas naciones se obligaban a defender la independencia e integridad del nuevo Estado.
3) Un congreso oriental redactaría su constitución, que sería examinada por comisarios de la Argentina y
Brasil "con el único fin de ver si en ella se contiene algún artículo que se oponga a la seguridad de sus respectivos
Estados".
4) Las tropas argentinas y brasileñas evacuarían el territorio oriental dentro de los dos meses.
5) Canjeado el Convenio Preliminar, se nombrarían plenipotenciarios para el tratado definitivo: "Si lo que no
es de esperarse —decía el art. 18— las altas partes contratantes no llegasen a ajustarse, no podrán reanudar las
hostilidades sin previa notificación hecha recíprocamente seis meses antes con conocimiento de la potencia mediadora (Inglaterra)" 21.
6) Por un artículo adicional Argentina y Brasil se reservaban por quince años la navegación del río de la Plata
y sus afluentes.
Ponsonby aseguró al marqués de Aracaty, temeroso que Dorrego no aceptase la paz y siguiese la guerra, "estar
convencido que el señor Dorrego ahora (subrayado original) creía que estaba en re interés personal concluir una paz, y
que yo mismo estaba seguro que Dorrego no podría rehusarse a sancionar la Convención Preliminar sin ser él mismo
separado del gobierno de Buenos Aires. Añadí que había expresado claramente a Dorrego que cualquier falta de su
parte a los compromisos contraídos conmigo daría origen a las más serias cuestiones entre el gobierno de S. M. y la
República Argentina... Con esto quise insinuar (de paso) a S. E. la posición en que su propio gobierno debía
considerarse colocado. Lo mismo había hecho anteriormente en términos bastante enérgicos y entonces, como en este
último caso, el marqués asintió claramente a mis palabras. He escrito a Mr. Parish en los términos más enérgicos
indicándole que exprese al señor Dorrego los males de cualquier tergiversación de su parte y la futileza de pretender
hacer cualquier alteración en la Convención Preliminar..." 22.
19
F. 0. 13/50 Ponsonby a Aberdeen 29-8-27, en Webster.
Ibídem.
21
Esta cláusula, como lo veremos en su lugar, retardaría desde el 30 de setiembre de 1850 al 18 de agosto de 1851 la
declaración de la segunda guerra argentino-brasileña.
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