Toros Casos Deportivos POR: MARCELINO LOPEZ GUZMAN Es justo y necesario citar al deporte del bat corto y la bola grande conocido como softbol, pues se practica en la Comarca Lagunera desde hace más de cincuenta años. Allá en sus primeros pasos era una actividad deportiva que se consideró especial para las mujeres, pues el pitcheo era “suave” para la categoría de los varones. En su segunda etapa corrigió el rumbo con mejor estrategia y calidad, tanto así que desde ese tiempo se convirtió en el deporte de jóvenes y veteranos, incluidos jugadores que antes y después fueron profesionales del beisbol contando con un pitcheo semirápido aquel de las tres o cuatro vueltas al brazo. En la actualidad el softbol se juega con más habilidad y experiencia para estar a tono con los lanzadores que alcanzan velocidades de 80 a 90 millas dada la distancia de los catorce once metros que tiene. Los hay que han manejado a su antojo la pelota, pues la hacen variar hacia arriba, hacia abajo, hacia los lados y la recta, así de seguros estamos de cómo se practica en estos momentos el citado deporte. Para este pitcheo es necesario que los ampayers estén familiarizados para no equivocarse y darle un resultado de hora y media de duración, tan corto se hace que los jugadores se quedan en “ayunas”, es decir, no llenan de ejecutarlo. Este deporte como cualquiera otro, tiene sus reglamentos diferentes al beisbol, con todo y que se le conoce como “primo hermano”, pues aquí no es válido “robar” porque es puesto fuera, lo contrario del otro; el pitcheo más cercano, las bases están a 18 metros; en fin, esta actividad que la juegan miles y miles sigue su curso normal gracias a la decidida colaboración de personas que les gusta de corazón y que les cuesta dinero en su organización, para todos ellos nuestro sincero reconocimiento por tan deportiva labor en pro de los jóvenes y adultos... Hasta la próxima, D. M... El Siglo de Torreón “El Vestido de Luces” POR: DR. ENRIQUE VAZQUEZ LEGARRETA En las décadas anteriores al Siglo XVIII existían dos tipos de espectáculos taurinos: Unos solemnes y regios, donde nobles y caballeros alanceaban toros; y otros vulgares y plebeyos, con participación activa de lugareños. En ambas resultaba imprescindible el torero a pie para ayudar a los señores a deshacerse de la res, especialmente en caso de ser corneado el caballo. Un célebre médico de Salamanca, conocedor de los peligros de las corridas de toros sugiere que toreasen solo personas acreditadas en la lidia de reses, ya que eran muchos los heridos en aquel entonces. Al no poderlos distinguir por sus vestimentas, propone obligarles a llevar un gorro colorado, sin embargo su solicitud no fue tomada en consideración. Durante el siglo XVII y ya muy avanzado el Siglo XVIII, se especifica con nitidez y reiteración el valor de un distintivo que se le daba a los diestros quienes estaban obligados a llevarlo durante su actuación: “La banda de tafetán”. Servía para diferenciar al torero contratado y debe considerarse como el primer atuendo exhibido como específico de su arte por el profesional de la tauromaquia. Con el correr de los años esta cinta de ancho tafetán pasará a ser distintivo de los auténticos toreros. Goza de tanta importancia este detalle que califica a estos diestros con nombre propio y se les designa en los documentos “Toreros de Banda”. Cuando el torro comienza a depurar su arte interviene otro material para la confección de su traje; el ante se empieza a utilizar como elemento básico del coleto y calzón. El correón ancho de cuero a la cintura sujeta por una gran hebilla, es un instrumento predecesor de la faja. El material para la confección de los trajes va cambiando conforme pasa el tiempo, hasta que se utiliza la seda. Según la historia fue “Costillares” el que diseñó los primeros trajes para torear. Al parecer fue Cayetano Sanz, el torero madrileño nacido en el barrio de la Arganzuela quien inició los cambios al acortar la casaquilla a la altura de la cintura, con lo cual evitaba el vuelo que tomaba cuando era más larga y llegaba a medio muslo. La montera se usó por primera vez en 1619 y era de tamaño pequeño que sustituía al sombrero de tres picos. En 1835 Francisco Montes “Paquiro” impuso otra de mayor tamaño, convirtiéndose en uno de los distintivos del torero, adornada por pasamanería y 12 cordonería negra y terminada en ambos extremos por dos borlas o machos. Con el tiempo han variado, y aún en la actualidad, no existe uniformidad ni en su forma ni en su tamaño. Fue también “Paquiro” quien introdujo el uso de borlas o machos, de alamares, de lentejuelas, recargando los adornos y acortando aún más la casaca para convertirla en chaquetilla, dándola a las hombreras toda la importancia decorativa que había iniciado “Costillares”, al diseñar un traje que persiste hasta el día de hoy con muy pocas modificaciones. El traje de luces completo está formado por chaquetilla, camisa, chaleco, corbatín y faja, generalmente de colores vivos, fajín, taleguilla, sujeto con tirantes y que se coloca sobre un calzón largo de seda o panti - media, medias y zapatillas sin tacón que llevan un lazo en el empeine o moño. Parte importante son las hombreras de la chaquetilla, los machos o borlas con las que se ajusta la parte inferior de la taleguilla, así como las que cuelgan de las hombreras y, los que hemos visto existen en la montera. Independientemente del color y los colores del traje de luces, los sastres especializados en la confección de la ropa de los toreros, buscan que el diestro se sienta cómodo y con libertad de movimientos. Justo Algaba, famoso sastre taurino comentaba: “Para torear, el torero tiene que presentarse sin que nada le sobre ni que nada le falte”.