5 Introducción Oclusión El estudio de la oclusión en humanos ha producido contribuciones extensas a la literatura dental. Los clínicos frecuentemente tienen sus propias opiniones acerca de las filosofías oclusales, sin embargo, mientras exista una base científica tras la mayoría de los trabajos sobre oclusión, habrá muchas áreas donde continuará existiendo la controversia. Kahn (1964) indicó que la controversia en torno a la oclusión no puede resolverse por tres razones. En primer lugar, porque gran parte del conocimiento está basado en la información empírica y no científica. En segundo lugar, puesto que el órgano bucal presenta una gran tolerancia o sus límites fisiológicos superiores e inferiores son tan amplios sobre el hecho de que cierto concepto falla en una boca específica, no significa que vaya a fallar en todas las bocas. En tercer lugar, porque existe una gran variabilidad entre cada odontólogo y los estándares que utilizan para evaluar las restauraciones acabadas. Kahn sugirió que debido a que “no existe una única respuesta a los problemas oclusales, el odontólogo debe utilizar la filosofía que mejor funcione en sus propias manos y al mismo tiempo sea la más beneficiosa, o mejor aún, que cause el menor daño al paciente” (Kahn, 1964). El estudio de la oclusión y la patología oclusal en los dientes naturales es complejo, y cuando el manejo de las restauraciones fijas y removibles también son consideradas, entonces las controversias se tornan mayores (Pameijer, 1983; Henderson, 2004). Durante los últimos 20 años la introducción de los implantes dentales ha complicado más las discusiones (Taylor y col., 2005). Para muchos pacientes con hipodoncia leve, los principios oclusales pueden ser fáciles de aplicar. Conforme aumenta la severidad de la hipodoncia, dependiendo del tipo de restauración colocada para el recontorneado o el reemplazo de los dientes, un cierto compromiso de los principios oclusales es inevitable. Algunos pacientes pueden presentar alteraciones oclusales con una ausencia de la guía anterior, carencia de soporte posterior, o mordidas abiertas. El tratamiento está dirigido a proporcionar una oclusión estética y duradera, la meta de la ortodoncia es la “creación de la mejor relación oclusal posible en el marco de una estética facial aceptable y estabilidad de los resultados” (Proffit y col., 2007). Para los pacientes con hipodoncia se requiere invariablemente de un abordaje multidisciplinario y algo de ingenio por parte de los clínicos (Goodman y col., Oclusión 61 1994; Hobkirk y col., 1994, 2006; Bergendal y col., 1996; Hobson y col., 2003; Nunn y col., 2003; Bishop y col., 2006, 2007a, 2007b; Worsaae y col., 2007; Nohl y col., 2008; Shafi y col., 2008). Principios de la oclusión (filosofías de la oclusión) Oclusión ideal y normal Los ortodoncistas y prostodoncistas tienen diferentes conceptos acerca de la naturaleza de una oclusión ideal. Los ortodoncistas comparan una oclusión ideal con una oclusión normal y las maloclusiones, mientras que los prostodoncistas tienden a considerar la oclusión ideal en relación a una oclusión balanceada. En términos ortodónticos, una oclusión ideal es un concepto teórico basado en la morfología de los dientes. Puede ser descrito con precisión y se utiliza como estándar para juzgar las demás oclusiones. La definición de “oclusión normal” admite las variaciones menores de lo ideal, que son estética y funcionalmente aceptables. Por consiguiente, una maloclusión representa una serie de condiciones, que pueden desviarse de lo ideal. Desde 1802, Duval (citado en Dewey y Anderson, 1948) expresó que los dientes inferiores deben estar dispuestos correctamente en forma contigua con los dientes del maxilar superior. White desarrolló este principio en 1850, cuando consideró que el primer molar permanente era el diente más importante en el arco, organizado dentro de la dotación de dientes en los arcos dentales (citados en Dewey y Anderson, 1948). En 1899, Angle presentó su clasificación de la maloclusión, afirmando que para que exista una oclusión ideal, la cúspide mesiobucal del primer molar superior debe ocluir con el surco bucal del primer molar inferior. Los dientes anteriores y posteriores tienen que conformarse con esta disposición de una manera similar y, además, los incisivos superiores deben “sobresalir” a los incisivos inferiores por aproximadamente un tercio de la longitud de coronal. Esta relación fue denominada oclusión Clase I de Angle. Cuando los molares inferiores presentan una disposición más distal con respecto al arco maxilar, esta maloclusión se denominada posnormal o Clase II, y si existe una relación de mesialización la oclusión es denominada prenormal o Clase III. Angle reconoció más adelante la importancia de los factores oclusales para la estabilidad después del tratamiento ortodóntico (Angle, 1907). Hellman (1921) describió una oclusión ideal más preceptiva en virtud del cual la disposición de los dientes proporcionaría 138 contactos oclusales en la dentición completa del adulto con 32 dientes. También era importante que hubiera contactos proximales precisos en cada arco dental. Consideraba que solamente si estaban presentes todos estos contactos existiría la eficacia masticatoria (Hellman, 1921). Beyron (1964) estudió las oclusiones entre los aborígenes y, en contraste con el pensamiento actual, observó que no había contacto oclusal entre los incisivos en la posición de intercuspidación en esta población. Andrews estudió las oclusiones de los pacientes sin ortodoncia con la ayuda de los modelos de estudio para desarrollar finalmente sus “seis llaves para una oclusión normal” (Andrews, 1972). Las seis llaves son: • Relaciones interarco • Angulación de la corona (inclinación dental) • Inclinación de la corona (torque dental) •Rotaciones • Contactos estrechos • Curva de Spee Relaciones interarco • La cúspide mesiobucal del primer molar superior permanente debe ocluir en el surco entre las cúspides bucales mesial y central del primer molar inferior permanente. • El reborde marginal distal del primer molar superior permanente debe ocluir con el reborde marginal mesial del segundo molar inferior permanente. • La cúspide mesiopalatina del primer molar superior debe ocluir en la fosa central del primer molar inferior. • Las cúspides bucales de los premolares superiores deben tener una relación cúspide-tronera con los premolares inferiores. • Las cúspides palatinas de los premolares superiores deben tener una relación cúspide-fosa con los premolares inferiores. • El canino superior debe tener una relación cúspide-tronera con el canino y el primer premolar inferior. La punta de su cúspide debe estar levemente mesial a la tronera. 62 Hipodoncia: Un abordaje para el manejo en equipo • Los incisivos superiores deben superponerse a los incisivos inferiores. • Las líneas medias de los arcos deben ser coincidentes. Angulación de la corona (inclinación dental) • La porción gingival del eje largo de todas las coronas debe estar más distal que la porción incisal. • El grado de inclinación de la corona varía con cada diente pero es constante dentro de un tipo específico. Inclinación de la corona (torque dental) • Para los incisivos superiores, la porción incisal de las coronas y la superficie labial deben encontrarse labial a la porción gingival. Para el resto de las coronas la porción oclusal de la superficie bucal o labial está palatina o lingual con respecto a la porción gingival. • La inclinación lingual de la corona debe ser ligeramente más pronunciada en los molares que en los caninos y premolares. • La inclinación lingual de las coronas posteroinferiores debe aumentar progresivamente. Figura 5.1 Oclusión Clase I ideal de los dientes anteriores. Rotaciones • Ningún diente debe presentar rotaciones. Contactos estrechos • En ausencia de discrepancias sobre el tamaño de los dientes todos los puntos de contacto deben ser estrechos, sin diastemas. Curva de Spee • El plano de oclusión debe ser llano o con una curva de Spee muy leve (menos de 1,5 mm en profundidad). Con las seis llaves presentes, se consideraba que una oclusión estática ideal debería dar lugar a la función ideal (Andrews, 1976; Roth, 1976a) (Figuras 5.1-5.3). Roth (1976a) utilizó un pantógrafo para registrar y montar los modelos de una gran cantidad de pacientes, después del tratamiento ortodóntico en un articulador semiajustable. Llegó a la conclusión que el concepto de la producción de una oclusión ortodóntica ideal para alcanzar el cierre en relación céntrica y una oclusión mutuamente protegida con la eliminación de las interferencias, se aproximaba mucho al concepto de las seis llaves de Andrews de Figura 5.2 Oclusión ideal, que muestra la excursión del lado de trabajo izquierdo en donde se aprecia la guía canina y la desoclusión posterior. Figura 5.3 Oclusión ideal, que muestra la desoclusión posterior derecho durante la excursión del lado de trabajo izquierdo. Oclusión 63 la oclusión estática (Roth, 1976a). En contraste con esto, otros han sugerido que no hay relación entre la oclusión estática y la oclusión funcional (Tipton y Rinchuse, 1991; Lauret y Le Gall, 1996; Al-Nimri y col., 2010). Estos autores pensaron que había una tendencia para que la oclusión sea balanceada, en vez de una oclusión mutuamente protegida y funcional. Se ha sugerido que la meta de lograr una oclusión perfecta es poco realista (Howat, 1993; Clark y Evans, 2001) y se acepta generalmente que la función satisfactoria es posible con una oclusión estática inferior a la ideal (Rinchuse y Sassouni, 1982; Vlachos, 1995) (Figuras 5.1-5.3). Oclusión balanceada y oclusión ideal Para asistir al lector, las definiciones de los diversos términos oclusales, muchos de los cuales han cambiado con el tiempo, se encuentran incluidos en el glosario. En la odontología restauradora y prostodóntica, se ha hecho un mayor hincapié en la oclusión dinámica. Se reconoce la importancia de una oclusión estática ideal o normal para la estabilidad oclusal, en virtud del cual los contactos oclusales e interproximales evitará los movimientos dentales adversos, dejando los dientes en posiciones más estables. La llamada oclusión céntrica (OC) o posición de intercuspidación (PIC) ha sido utilizada a menudo indistintamente. Proffit y col. (2007) describió la PIC como “la posición de oclusión con los dientes en la máxima intercuspidación independientemente de la posición condilar” (Crawford, 1999). Se ha sugerido que la oclusión dental debe estar en armonía con la posición condilar óptima, conocida como la posición de contacto retrusivo (PCR) o relación céntrica (RC) (Shillingburg y col., 1997). La posición de contacto retrusivo (RCP) ha sido definida como “la relación de la mandíbula con respecto al maxilar, cuando los cóndilos están en su posición más posterior en la cavidad glenoidea a partir de la cual el movimiento lateral no forzado puede realizarse en la dimensión vertical de oclusión normal del individuo”. Sin embargo, esta definición ha sido modificada por una cantidad de autores. Lauritzen (1974) pensó que la posición de contacto retrusivo ocurría en la “relación terminal de bisagra” y que la posición terminal de bisagra interoclusal representaba la máxima intercuspidación con la mandíbula en su posición más posterior. En contraste, Celenza y Nasedkin (1978) sugirieron que la PCR era “la posición fisiológica más anterior y superior de los cóndilos en las vertientes de la eminencia articular, permitida por las estructuras limítrofes de la articulación temporomandibular (ATM) en el nivel establecido de la dimensión vertical”. Dawson (1974) propuso que la PCR debe coincidir con la máxima intercuspidación de los dientes (PIC). Consideraba que este esquema oclusal promueve la función neuromuscular óptima, aunque más adelante cambió su punto de vista, indicando que la PCR no era una posición asociada comúnmente con la máxima intercuspidación (Dawson, 1979). Esto sería más concordante con el trabajo de Posselt (1952) que habían demostrado que 96% de los individuos tenían discrepancia entre la PCR y la PIC. Las filosofías oclusales se han desarrollado durante los últimos 100 años como resultado de la investigación sobre el tema, y también la necesidad de tratar a los pacientes con prótesis removibles o fijas. Los detalles de estas filosofías pueden encontrarse en un número de textos sobre oclusión, así como en los artículos sobre el tema (Pameijer, 1983; Becker y Kaiser, 1993). Antes de los años 1930 existía la creencia general que una oclusión balanceada bilateral en los movimientos excéntricos, era esencial para la mayoría de los tratamientos dentales, basado en los conceptos empleados en el tratamiento de los pacientes con prótesis totales. En los años 30-40 subsecuentes se vieron una cantidad de investigaciones considerable en los movimientos mandibulares, las posiciones condilares y los contactos oclusales, a medida que el uso de los articuladores dentales se tornaron más sofisticado. Los trazados pantográficos permitieron la medición exacta de las posiciones condilares y los movimientos bordeantes de la mandíbula. De este trabajo, los tres conceptos de oclusión conocidos fueron desarrollados: 1. Oclusión balanceada bilateral: durante los movimientos de excursión los dientes posteriores tanto del lado de trabajo como en el lado de balance están en contacto. Este tipo de oclusión es procurado para las prótesis totales (Figura 5.4) y fue incorporado en el trabajo inicial de Monson (1921) que trató de lograr el contacto de todos los dientes opuestos en todas las posiciones de la mandíbula. El concepto tras esta creencia era que todas las fuerzas oclusales serían distribuidas uniformemente por todo el arco dental. Sin embargo, actualmente se conoce que constituye un estado anormal para la dentición natural, puesto