ROMANCERO GITANO, DE FEDERICO GARCÍA LORCA Posibles preguntas sobre la lectura de esta obra: 1. Relación del Romancero Gitano con el Neopopularismo 2. Temas del Romancero Gitano 3. Métrica y rasgos formales del Romancero Gitano 4. El paso de la publicación individual de los textos a su constitución como poemario. Estructura del Romancero Gitano. 1. CONTEXTUALIZACIÓN García Lorca (Granada 1898-1936) publica su Romancero gitano en julio de 1928. Con su publicación puso fin a un proceso de escritura (desde 1924 hasta 1927); los romances que lo componen habían ido apareciendo en revistas literarias de la época y lograron su redacción definitiva al formalizarse el libro. Aunque conocido con el título de Romancero gitano, en realidad, el poemario vio la luz con el título de Primer romancero gitano. La presencia del número ordinal podría dar a entender la existencia de un posible proyecto por parte de Lorca que implicase la escritura de algún otro libro posterior. No obstante el éxito del texto —alcanzó hasta 7 ediciones en vida del poeta—, lo que a priori podría suponer un estímulo para continuar en esta línea poética, hizo que García Lorca quisiese alejarse de este universo literario que había creado, pues percibía que la aureola que el tema del gitano le estaba proporcionando podía perjudicar a la consideración del resto de su obra: temía que la sobreestimación de este libro supusiese la infravaloración del resto de sus obras. Cabe la posibilidad de interpretar el término “primer” como valor ponderativo de la originalidad del tema: Lorca trataría de incidir en el mérito de haber sido el primero en poetizar el tema del gitano. 1.1 Contextualización en la obra del autor En la trayectoria literaria de Lorca RG es el tercer poemario: con anterioridad había publicado Libro de poemas (1921) y Canciones (1927), aunque otros dos textos suyos —Poema del cante jondo y Primeras canciones— estaban ya escritos cuando se publica en 1928 RG. Tras su aparición, Lorca publicará Llanto por Ignacio Sánchez Mejía (escrito en 1934, publicado en 1936), Poeta en Nueva York (escrito en 1930, publicado en 1940) y Diván del tamarit (compuesto el mismo año de su fallecimiento en 1936). A la luz de estas fechas, RG se significa como el poema central en su trayectoria poética. Se ha señalado, en este sentido, la convivencia en la obra poética de Lorca de dos estilos poéticos: uno más críptico, complejo y exigente en su lectura (representado por Poeta en Nueva York) y otro más inserto en la tradición popular, más directo y más accesible (cuyo máximo exponente sería el Romancero gitano). Aun siendo evidente la constatación de dos venas poéticas en la trayectoria de Lorca, no es menos cierto que ambas tendencias cohabitan en toda su obra: no porque el Romancero gitano presente una lectura más asequible que Poeta en Nueva York ello implica necesariamente que el estilo del libro no muestre rasgos estilísticos propios de un lenguaje críptico. 1.2 Contextualización en la poesía de preguerra En la década en que aparece el poemario, la poesía española estaba viviendo una etapa de esplendor literario, en buena medida forjado por la coincidencia temporal de una serie de grandes poetas (tanto los de las generaciones precedentes a Lorca como los miembros del grupo poético del 27 al que este pertenecía) que escribieron buena parte de sus mejores obras en esta década. Así, se publican en esta década Presagios (1923) y Seguro azar (1928) de Pedro Salinas, Cántico de Jorge Guillén, Imagen (1922) y Manual de espumas (1924) de Gerardo Diego, Marinero en tierra (1925) y Cal y canto (1929) de Rafael Alberti, Ámbito (1928) de Vicente Aleixandre, Perfil del aire (1927) de Luis Cernuda; pero también la Segunda antolojía poética (1922) de Juan Ramón Jiménez o las Nuevas canciones (1924) de Antonio Machado. A ello se suma la penetración de los movimientos de vanguardia (Futurismo, Cubismo, Creacionismo, Dadaísmo, Ultraísmo, etc.) que, con su arrollador espíritu innovador, había de dar una variedad de propuestas estéticas que enriquecieron el panorama literario español. 1.2.1 El Neopopularismo Dentro de las diferentes tendencias que caracterizan la poesía del momento el neopopularismo asume un papel protagonista. Supuso un intento de conjugar la recuperación de la tradición popular española, en especial en cuanto a métrica y procedimientos rítmicos característicos de la poesía popular, con las nuevas propuestas que ofrecía la vanguardia europea, principalmente en el estilo poético (búsqueda de la imagen sorprendente, establecimiento de conexiones semánticas ilógicas, metáforas cuyo sentido no se apoya en la referencia a la realidad). La presencia de estos rasgos tomados del vanguardismo sitúa de forma inequívoca la poesía neopopularista en el ámbito de una poesía culta; por tanto, debe ser entendido el Neopopularismo como una recreación de la poesía popular pero cuyo origen y cuyas manifestaciones no pretenden, ni quieren, abandonar los límites de la poesía culta. En este sentido, el Romancero gitano supone una representación paradigmática del Neopopularismo: la métrica (el romance es el metro por excelencia de la tradición lírica oral) y el empleo de figuras retóricas como el paralelismo son de clara ascendencia popular; la presencia de metáforas arriesgadas y la condensación verbal guardan relación con la renovación formal que propugnaba el Vanguardismo. 2. TEMAS Y ESTRUCTURA 2.1 Temas El universo literario de Lorca, y nos referimos tanto a la poesía como al teatro, posee una serie de ejes temáticos permanentes. De ellos, dos son los que dominan el poemario: por un lado, el amor frustrado; por el otro, la violencia y la muerte. A excepción del romance sexto (“La casada infiel”), todas las demás presencias de lo erótico en el libro poseen un marcado tinte turbador. En casi todos los poemas del Romancero el tratamiento del tema amoroso desemboca en la imposible realización del mismo y, salvo el poema de “La casada infiel”, donde se materializa en una sexualidad superficial y física, el amor tiene trascendencia y repercusión para el espíritu de los actores. El tono turbador que adquiere el sexo en el primer poema (“Romance de la luna, luna”) no abandona el texto lorquiano hasta el final. Desde la presencia de esa luna-bailarina desnuda que, «lúbrica y pura», posee al niño hasta la luna de “Thammar y Ammón” que preside una bíblica y agitada violación sexual entre hermanastros, el tema del amor sexual tiene siempre consecuencias trágicas y está muy unido al otro tema lorquiano. Así, en “Romance sonámbulo”, la gitana que protagoniza el poema, al no poder soportarla, decide ahogar su frustración amorosa en las aguas estancadas y verdosas del aljibe familiar recreando la famosa imagen de la Ofelia de Hamlet. Una erótica de tono íntimo y turbador es el que domina el romance de “La monja gitana”. También frustrado es el amor que protagoniza Soledad Montoya en el “Romance de la pena negra”. Y también Eros conflictivo puebla el ambiente del decimoctavo poema. El otro gran tema, conectado en los poemas de RG con el del erotismo, es el de la muerte y la violencia. La muerte aparece bajo la forma de la luna para llevarse al niño gitano del primer romance y está presente en el último la violencia, protagonizada: por el propio Ammón (aplicando su violencia sexual sobre la doncella victimada); por los esclavos del rey David, que persiguen a Ammón, y por el rey David, quien «con unas tijeras» corta las cuerdas del arpa. Tanto la imagen de la silenciada arpa (símbolo de la inspiración lírica) como la situación de estos versos al final del último poema permiten interpretar la imagen en clave metapoética: el rey David es el poeta matando, condenando al silencio, cerrando su propio libro. Entre estos dos romances, que abren y cierran el libro, se suceden los demás poemas, donde la violencia late de modo recurrente. En ocasiones, los protagonistas asumen el papel de víctimas (es el caso, del niño gitano del “Romance de la luna, luna” o de Santa Olalla en el romance decimosexto); en otras ocasiones, son los protagonistas los agentes de la violencia (como en “Reyerta”). Pero también, como sucede en “Romance sonámbulo”, se produce la conjugación de ambos planos de violencia, de tal modo que se produce una doble violencia trágica: la de la muerte y la que se deriva de ser un suicidio. Las acciones violentas y su inmediata consecuencia, la muerte, dominan el ambiente de “Muerte de Antoñito el Camborio”. Aquí, la muerte es una muerte gratuita y absurda, surgida como consecuencia de una violencia motivada por la envidia, por tanto, sin justificación. Tanta violencia aislada que se van sucediendo a lo largo del poemario, romance tras romance, halla su eclosión natural en el pletórico asesinato colectivo, orgía desenfrenada de violencias, de saqueo en el poema que cierra la primera parte: el “Romance de la Guardia Civil Española”. Como sucedía, con la imagen que cerraba el romance decimoctavo, también interpretarse que con la intervención de la Guardia Civil asesinando a los gitanos, Lorca está dando fin al mundo poético que había cobrado vida en los anteriores romances. En este sentido se deben entender los últimos cuatro versos del romance: «¡Oh, ciudad de los gitanos! / ¿Quién te vio y no te recuerda? Que te busquen en mi frente. / Juego de luna y arena.» 2.2 El romancero como poemario Ya se ha dicho que los textos fueron surgiendo poema a poema durante tres años en diferentes revistas. También se ha señalado que un año después decide reunirlos en un libro. Este procedimiento de composición y posterior reunión en un libro es el que caracterizaba a los primeros romanceros (los medievales). Recordemos, en este sentido, que el libro hace mención a este hecho: romancero significa conjunto de romances. Ahora bien, Lorca no se limita a recopilar sus poemas sin voluntad de unidad. Lorca dedica todo un año a disponer de manera consciente sus textos, buscando que la lectura de cada poema se nutra de la de los otros y que cada texto se disponga en el lugar que él considera adecuado para que se produzcan ecos de sentido, relaciones de significado que amplíen los niveles de lectura e interpretación de las imágenes poéticas. 2.2.1 Estructura externa y estructura interna La disposición que Lorca asigna a los poemas nos ofrece una estructura externa del poema dividida en dos grupos desiguales: quince y tres romances. El primer grupo, el más extenso y, sin duda, el principal, contiene la visión poética del mundo de los gitanos. Para ser más precisos, contiene la personal invención de un mundo gitano que, siendo cierto que en ciertos rasgos formales coincide con la cultura gitana real, no es menos cierto que el mundo gitano recreado por Lorca es un mundo de propia ideación en que lo subjetivo se objetiva a través de materiales tomados de los gitanos como realidad social y, sobre todo, folclórica. Por ello, el mundo que existe en los poemas es un mundo cerrado, autónomo, inconfundible, no identificable ni homologable con ninguna realidad existente. Es un mundo que se abre con la luna acercándose a la fragua donde muere el niño gitano y que se destruye sin dejar rastro de su existencia. Es un mundo, por tanto, que se cierra sobre sí mismo, un mundo cuyo tiempo es el tiempo de los mitos, un mundo cíclico (de ahí, la persistente referencia al ciclo lunar) fuera del tiempo real, que fluye y no vuelve nunca atrás. En el segundo bloque, Lorca dispone los tres romances de inspiración histórica, de origen literario el segundo (“Romance de don Pedro a caballo”), de contenido religioso los que lo envuelven (“Martirio de Santa Olalla” y “Thamar y Ammón”). Esta estructura externa se ve completadas por varios recursos que afectan a la estructura interna del poemario, a varios de los cuales ya se han hecho mención. El primero de ellos es la disposición de poemas de cierre en cada grupo, que refuerza el paralelismo entre sendos bloques. Además de su valor como cierre, otro rasgo permiten remarca la conexión entre el romance decimoquinto y decimoctavo: ambos poseen una extensión que excede los sesenta versos, extensión media de los otros romances. Este hecho los destaca en el conjunto del libro y los diferencia de forma inequívoca de los demás poemas. Otro hecho que permite asegurar que existe una voluntad compositiva en el poemario se observa en la situación central dentro del poemario de los romances dedicados a las ciudades andaluzas. En el centro de este trío se sitúa el romance de “San Rafael”, dedicado a la ciudad de Córdoba, de tradición árabe y romana (dos de los ascendentes que, en el imaginario de Lorca, influyen en la quintaesencia de lo andaluz), por tanto, representación de la identidad andaluza. Flanqueándolo, disponen los romances de los arcángeles “San Rafael” y “San Miguel”, dedicados a Granada, ciudad natal del poeta, y a la capital andaluza, Sevilla. Estos tres poemas suponen un eje que divide el poemario en dos secciones. Los siete primeros poemas el protagonismo lo asumen figuras femeninas, mientras que en los siete siguientes el protagonismo recae en figuras masculinas. De este modo, los poemas dedicados a los ángeles suponen una zona de tránsito en el protagonismo sexual de los poemas. También suponen una transición los romances centrales en cuanto a la perspectiva temática: si en los romances primeros predomina el tema de la frustración amorosa, en los poemas posteriores los textos están ocupados en temas de sangre, violencia y muerte. 3. MÉTRICA 3.1 El romancero El Romancero Gitano presenta una regularidad métrica poco frecuente en la poesía contemporánea, ya que en ella uno de los rasgos métricos más característicos de los libros de poemas es una cierta variedad en la elección de metros. Todos los poemas del libro son, como el nombre de la obra indica, romances. 3.1.1 Definición y breve historia del romance en la poesía española El romance es el género poético más frecuentado en la historia de la poesía española y, por ello, se considera el más característico de la misma. Desde sus primeras manifestaciones, en la Edad Media, hasta la actualidad, el romance ha sufrido variaciones tanto temáticas como formales que no permiten dar una definición unívoca del mismo. No obstante, dos rasgos se han mantenido constantes: - El empleo del verso octosílabo - La rima asonante en los versos pares, quedando libres los impares - La libre extensión. El romance es una creación métrica propia de la poesía española que re remonta a la Edad Media, donde tiene dos usos: por un lado, poemas narrativos que recrean escenas épicas de los cantares de gesta castellanos; por el otro, la transmisión de textos de naturaleza lírica que se centran en la temática amorosa. Se supone que la transmisión de estos textos era de tipo oral, ya que hay que esperar al s. XV —final de la Edad Media— para que sean recogidos en manuscritos (transmisión escrita). Esta tendencia de recoger en un volumen (romancero) diferentes romances se mantiene hasta finales del siglo siguiente, cuando se publica el Romancero General (1600). Desde el s. XVII, se mantiene un uso constante del romance en la transmisión oral de la poesía popular, favorecido por el ritmo ágil y flexible que hacía apta para este medio de difusión la narración de historias de diversa índole. No obstante, su presencia en la poesía culta escrita fue entrando en paulatino declive. La tendencia neopopularista supuso para este metro clásico de la poesía española su recuperación dentro del ámbito de la poesía culta y en ese proceso de recuperación la aparición del Romancero Gitano supuso un hito decisivo. 4. RASGOS FORMALES DEL ROMANCERO GITANO Realismo del Romancero Es frecuente en toda la obra lorquiana, y el RG no es una excepción, la existencia de una base real a la creación poética. En este sentido, se produce en el libro una conjunción armónica entre la imaginación más libre y audaz para acuñar metáforas sorprendentes y la base realista de cuanto está poetizado en el poemario, si bien el proceso creativo al que Lorca somete esta base engendra un mundo propio de ´carácter mítico. Parte de un acontecimiento realista, o cuando menos verosímil, el romance primero (un niño que, en ausencia de sus familiares, muere en una fragua). El segundo, que poetiza la escena de una chica gitana que es sorprendida por una tormenta, se convierte en el poema en una representación de un acto volitivo de agresión con tintes sexuales por parte de un viento humanoide e hipermasculinizado. En el romance cuarto se vislumbra la siguiente escena: un contrabandista que por mar en barco y por tierra en caballo transporta su mercancía y, tratando de escapar de la Guardia Civil que lo ha malherido, llega a la casa de su amada en busca de refugio y con la voluntad de cambiar de vida; pero lo que allí se encuentra es a la joven gitana muerta en el aljibe familiar en cuya superficie se ha depositado el limo musgoso. Otro tanto se podría señalar de los demás romances: “Reyerta”, “Prendimiento de Antoñito el Camborio…”, “Muerte de Antoñito el Camborio” o “Romance de la Guardia Civil” Vivificación o antropomorfización de lo inerte Otro rasgo formal del RG, que es recurrente en la obra lorquiana, es la tendencia a insuflar vida a elementos inertes que pueblan, y hasta protagonizan, la anécdota poética de los romances: es el caso de las diferentes representaciones de la luna, del viento, del monte y demás de elementos paisajísticos… En ocasiones, esa vivficación adquiere un sentido positivo (ya sea mostrando simpatía o conmiseración hacia los protagonistas; ya sea adoptando una postura hostil). Sensualismo y atención a lo concreto Lorca despliega en este poemario, como en el resto de sus obras, un estilo poético que se aleja al plano conceptual y se circunscribe a lo concreto y sensorial. Cada poema supone una persistente referencia a los cinco sentidos. No solo el sentido de la vista es empleado para captar y hacer captar el entorno; Lorca se sirve de cada uno de ellos de forma individualizada a través de referencias puntuales, pero también de forma conjugada en breves secuencias expresivas, para hacer perceptible las sensaciones que desea suscitar en el lector. Con estos procedimientos Lorca consigue, de forma natural, visualizar o hacer tangibles conceptos. Así, Soledad Montoya «llora zumo de limón / agrio de espera y de boca»; Antoñito Camborio «voz de clavel varonil»; y el espasmo sexual que le ocasiona el orgasmo a Ammón es «yedra del escalofrío». Por otro lado, las frecuentes referencias horarias y las precisiones numéricas contribuyen, unidas a ese despliegue sensorial, a concretizar ese mundo poético que crea Lorca en sus textos. Condensación verbal, sinestesia y metáfora Una de las mayores virtudes estilísticas de Lorca reside en su capacidad para encerar en pocas palabras un amplio espectro de sugerencias y apreciaciones que le lleva a expresiones muy sintéticas ligadas normalmente a la consecución de brillantes metáforas. Esta densidad verbal en ocasiones se asienta en la asunción por parte de una parte de la oración de funciones que le son absolutamente impropias (p. e., en «brota silencio en las jarras» el sustantivo “silencio” asume un valor adverbial). En esta línea es importante reseñar el recurso a los desplazamientos calificativos (una atribución o cualidad sensible pasa desde su soporte usual a los alrededores físicos de este; p.e.: la «oración decapitada» de Santa Olalla o la imagen de la higuera frotándose contra la lija de las ramas»). La metáfora, muy del gusto de su admirado (y admirado por sus compañeros de generación) Góngora es un recurso esencial en la comprensión de la naturaleza estilística lorquiana. Entre los diferentes grados en la construcción de la imagen metafórica Lorca tiende a recurrir a la más compleja, aquella en que desaparece toda referencia a la realidad a la que se está mencionando. El lector, ayudado de su imaginación y apoyándose en el contexto de referencias presentes en el poema, es quien debe descifrar la metáfora: p. e., las «trescientas rosas morenas» que tiene Antoñito el Camborio son las heridas; la «luna de pergamino» es el pandero que toca Preciosa en el romance segundo; o «los gitanos del agua» son los peces. Carácter literario y popular del Romancero Como ya se incidió antes, al circunscribir el libro de Lorca dentro de la estética neopopularista, el poemario supone una conjugación de rasgos tomados de la lírica tradicional pero sin que, por ello, la creación literaria de Lorca deje de tener una esencia de raigambre inequívocamente culta. De ascendencia popular son el ritmo deliberadamente musical, los asuntos que motivan el poema (el contrabando, las peleas, el adulterio, los suicidios por amor, etc.), así como expresiones de raigambre coloquial y giros flamencos. Pero, del mismo modo, no deja de hacerse claramente perceptible la condición culta del poeta, quien demuestra tener un destacado conocimiento de la tradición literaria española al recurrir a expresiones lingüísticas tomadas claramente del Romancero antiguo, pero también de otras obras medievales (p. e., la presencia de determinados animales, como la corneja, y su función en el poema como anticipadoras del destino del héroe del poema). Al romance literario medieval remite también el gusto por el desarrollo dialogado dramático del poema o el uso de determinadas formas verbales alejados de sus valores normales dentro del sistema verbal en el castellano moderno