de individuos, cada uno de por sí, un mundo, puede

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Año: 14, 1972 No. 277
JUSTICIA
ENCONTRAPOSICION A
JUSTICIA SOCIAL
de individuos, cada uno de por sí, un mundo,
y que viven contemporáneamente. Cada uno
puede alcanzar el máximo de sus
potencialidades sólo en tanto prevalezca la
justicia en sus relaciones personales, o sea la
ausencia de injusticia. Comprendida en esta
forma, la justicia es en realidad la finalidad
de la sociedad civil.
LEONARD E. READ
¿Qué es Justicia? «Justicia» dice James
Madison «es la finalidad del Gobierno y es
la finalidad de la sociedad civil». Esta
definición me satisface. Mi contención o
tesis es que la Justicia y la llamada «Justicia
Social» están en pugna y que pretender
fomentar la última es contrarrestar la
primera.
La Justicia como la Honradez debe ser la
meta de nuestra conducta con los demás.
Cierto que también podemos ser injustos o
deshonestos con nosotros mismos, pero eso
es otro cantar. La que ahora nos ocupa es un
problema social que cubre las relaciones
entre usted y yo y otros individuos. No son
los grupos o clases, sino los individuos los
que están sujetos a la justicia o injusticia, a
la honradez o deshonestidad, a la armonía o
desarmonía. Sabemos que la Sociedad está
compuesta por personas como usted y yo,
pero en adición a eso, no tenemos ni remota
idea de lo que es la sociedad. La Justicia no
cabe aplicarse a todos en general, sólo a
cada uno en lo particular.
Lo que hemos dado en llamar sociedad civil
consiste de una cantidad diversa y variante
El Gobierno en su concepción ideal, no
puede tener ninguna otra finalidad que una
justicia común, porque esa es la finalidad de
la sociedad civil, de la cual el gobierno es
sólo el instrumento o el agente. A la diosa
Justicia se le representa con los ojos
vendados, precisamente porque si atisba, o
mira a hurtadillas, trampea. Lo que le
concierne no es quién es la persona, sino qué
fue lo que hizo o de qué se le acusa. Tal es
el significado de lo que se dice ser: «Un
gobierno de leyes, no de hombres».
Hemos de admitir que la igualdad de
oportunidades, sin favores ni privilegios
especiales para nadie, es un ideal u objetivo
un tanto lejos de realización y al que apenas
podemos aspirar. Sin embargo, no podemos
siquiera pretender aproximarnos a dicho
ideal, si no comprendemos claramente lo
que es la justicia y cómo puede alcanzarse.
Algunas verdades o realidades pueden
contribuir a aclarar nuestras ideas acerca de
la justicia.
«No hagas a otros, lo que no quieras que
hagan contigo» es una máxima venerable
que puede servirnos de guía de la forma en
que cada individuo debe comportarse hacia
los demás. La práctica de la mutualidad y
reciprocidad es quizás la forma más acertada
y por la cual no es dable aproximarnos más
al alcance de la justicia.
Podemos también hacer la prueba de lo que
es bueno y justo, aplicando el principio de
universalidad a las máximas que nos sirven
de guía. Por ejemplo, «Tengo derecho moral
a la propia vida, a poder adquirir los medios
de vida y a la libertad». ¿Es esto justo? Sí,
siempre que concedamos el mismo derecho
a los demás. ¿Se puede? Entonces es justo.
Probemos ahora enunciando la máxima al
revés: «¿Me cabe el derecho de quitar la
vida, los medios de vida y la libertad a los
demás?» ¿Es esto justo?
Lo sería si pudiéramos racionalmente con
ceder el derecho de asesinar, robar o
esclavizar a los demás. Pero como
racionalmente no podemos conceder ese
derecho a ninguno, por consiguiente no es ni
bueno, ni justo.
La institución de la libertad, correctamente
entendida, basta para hacer justicia a cada
individuo. John Stuart Mill nos dio la
siguiente definición:
«La única libertad que merece el nombre
nuestro propio bienestar a nuestra manera,
siempre que no intentemos privar a los de
más del mismo derecho, o impidamos sus
esfuerzos por alcanzarlo».
Mi propia definición si fuera puesta en
práctica, asegurarla la justicia universal:
«Que no existan restricciones hechas por el
hombre que limiten el desenvolvimiento de
la energía creadora». Lo cual significa que
nadie tendría derecho a inhibir a ningún
individuo en ningún sentido, excepto el de
impedir cualquier acción destructiva, tales
como: el fraude, la violencia, el engaño, el
robo, etc.
Las fórmulas expuestas son cuatro maneras
de expresar substancialmente la misma idea:
«La Justicia en contraposición a la
concesión de privilegias es únicamente la
ausencia de represión de las aspiraciones
creadoras del individuo. Dejad a cada cual
que persiga sus propios fines, siempre y
cuando no interfiera con la persecución de
fines pacíficos por los demás. La Justicia
correctamente entendida, es como Alejandro
Hamilton la definiera: «El cemento de la
sociedad».
Ahora consideraremos lo que es conocido
como: «Justicia Social», aunque tanto en
teoría como en la práctica, dista mucho de
ser Justicia. La Justicia Social refleja la
corriente de nuestros tiempos. Es de origen
muy antiguo, aunque todavía sirve como
bandera para políticos y planificadores que
tratan de ganar votos para alcanzar el poder.
La Justicia Social sirve únicamente para
conquistar el poder, no tiene ninguna base
racional y es simplemente una manifestación
del complejo de Diosificación que hoy día
afecta en gran parte de la humanidad.
En la práctica de la tan recantada Justicia
Social, al individuo se le ignora por
completo. En cambio a la población y a la
economía se le considera globalmente; a los
individuos se les clasifica vagamente como:
ricos y pobres, y en las votaciones se les
toma en cuenta como bloques de finqueros,
asalariados,
pensionados,
minorías
oprimidas, víctimas de desastres, personas
desalojadas, habitantes de palomares, y
muchas otras clases de grupos, en la guerra
que se libra contra la pobreza.
Justicia Social es el juego por el cual se
«roba al minoritario de Pedro para ayudar al
mayoritario de Pablo». Esta forma de
comportamiento político busca el beneficio
de algunos a costa del sacrificio de otros y
en realidad es una forma de lo enunciado por
Marx en su fórmula: «de cada cual según su
habilidad, a cada cual según su necesidad».
No es el hecho de que la Justicia Social siga
los lineamientos del pensamiento de Marx,
lo que la condena, sino únicamente lo que
atrae nuestra censura es el hecho de que la
justicia queda burlada. Para apreciar la
diferencia, sometamos los principios de la
Justicia Social a algunas de las fórmulas
usadas con anterioridad.
«La Regla de Oro». Si no estuvieras de
acuerdo
en
aprobar
que
otros
forcivoluntariamente te quitaran lo tuyo para
apropiárselo, tampoco puedes pretender que
se les quite a ellos para tu propio beneficio.
La Justicia Social está en pugna con este
principio.
«Universalidad».
Si
no
puedes
racionalmente aprobar la práctica del
despojo legal por parte de otros como medio
de enriquecerse, tampoco puedes aprobarlo
como medio de enriquecimiento propio. La
Justicia Social resulta totalmente antagónica
a este principio.
«La persecución del propio bien, siempre
que a los demás no se les prive del mismo
derecho». La Justicia Social persigue
exactamente el fin opuesto, o sea el de
privar a los demás, para beneficio propio.
«Que no existan restricciones hechas por el
hombre que impidan el desenvolvimiento de
energías creadoras». La Justicia Social busca
premiar
al
indolente,
penando
y
restringiendo a los que han ejercitado su
energía creadora.
La llamada Justicia Social es la mayor
injusticia del hombre para con el hombre. En
vez de cimentar y consolidar a la sociedad,
fomenta la codicia del poder y privilegio y
es la semilla que germina en la corrupción y
caída del hombre.
Finalmente, la Justicia Social en modo
alguno se ajusta a la pretensión de sus
partidarios, quienes pretenden que es
expresión de misericordia y de piedad. Estas
virtudes son de carácter estrictamente
personal y hallan expresión únicamente en la
voluntaria donación de lo que es de uno,
nunca en la acción de arrebatar y redistribuir
las posesiones de los demás.
Los ciudadanos que actúan motivados por
una educación moral y ética, pueden
condonar una filosofía tal como la llamada
Justicia Social, solamente en caso de no
darse cuenta de la terrible injusticia
involucrada en la misma.
El Centro de Estudios Económico-Sociales,
CEES, fue fundado en 1959. Es una entidad
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