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“Lugares altos, alteres y el Bamah”
Por Ellen White
Sobre la autora: Ellen White, Ph.D. es la editora principal en la Sociedad de Arqueología
Bíblica. Ella tiene un doctorado en Antiguo Testamento del St. Michael College. Ella ha
enseñado con cinco universidades en EEUU y Canadá, además de realizar investigaciones en
Alemania y Rumania. También ha estado involucrada activamente en excavaciones
arqueológicas en varios sitios de Israel.
Este altar labrado a partir de una roca de caliza tiene aproximadamente 2.5 metros de ancho y 1.5 metros de alto. Está ubicado
a 1.5 kilómetros de Siloé, y cada una de las cuatro puntas apunta a la cuatro direcciones cardinales (Ex. 27:1-2). Los restos
claramente demuestran que se sacrficaban animales sobre este lugar alto.
El altar al aire libre, llamado bamah (en plural bamot), es conocido gracias a varios libros del
canon bíblico, pero sobre todo el Libro de los Reyes, donde desempeña un rol prominente al
evaluar el reinado de cada rey. Aunque a menudo se lo menciona como “lugares altos” en las
traducciones de la Biblia, los bamot eran sitios de adoración que usualmente contenían un altar.
Se puede obtener una comprensión general acerca del bamah y cómo funcionaban gracias a la
Biblia así como también a la arqueología.
El término bamah puede significar “espalda, colina, altura, monte”.1 En el texto bíblico es usado
para hablar de la “espalda de los enemigos” (Deuteronomio 33:29), “alturas” (Deuteronomio
1
Martin J. Selman, “1195 ‫במה‬,” in New International Dictionary of Old Testament Theology and Exegesis 1,
(Grand Rapids, MI: Zondervan, 1996), p. 670.
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32:13; Isaías 58:14; Miqueas 1:3; Amos 4:13; Hageo 3:19; Salmos 18:34), “altura de las nubes”
(Isaías 14:14) u “olas del mar” (Job 9:8)2. Debido a esto, el eminente erudito Roland de Vaux
dijo: “la idea que esta palabra expresa, es algo que se destaca en relieve a su trasfondo, pero la
idea de una montaña o colina no está contenida en la palabra misma”.3 Esto podría explicar
porque esta palabra es usada incluso cuando el sitio de adoración no está ubicado sobre una
colina. El cognate ugarítico y acadio usualmente significa la espalda de un animal.4 El acadio
también puede significar una tierra que está elevada.5 En el texto de la Biblia, estos sitios de
adoración pueden ser encontrados en colinas (2 Reyes 16:4; 17:9-10; 1 Reyes 11:7), pueblos (1
Reyes 13:·2; 2 Reyes 17:29; 23:5) y en la puerta de Jerusalén (2 Reyes 23:8). Esdras 6:3 dice que
estaban en barrancos y en valles. La posición de un bamah en el valle también puede encontrarse
en Jeremías 7:31; 32:35.
Aunque algunos especialistas traducen bamah como “lugar alto”, hay motivos para creer que
muchos de estos lugares de adoración estaban ubicados en centros urbanos.6 Dado que a menudo
son encontrados sobre colinas, en las puertas de las ciudades (2 Reyes 23:8) y en valles (Jeremias
7:31), Martin J. Selman, director de estudios de posgrados y vicerrector en Spurgeon College,
Londres, dice: “La característica esencial de un bamah era, por lo tanto, no su ubicación o altura,
aunque usualmente consistía en al menos una plataforma, a veces con un edificio o edificios
anexados (2 Reyes 17:29; 23:19), sino su función como un sitio para propósitos religiosos.7 Por
lo tanto, puede ser más fácil interpretar los lugares altos no como una referencia a un espacio
temporal, sino a un lugar teológico “más elevado”.
Se piensa que los bamot eran montículos artificiales, que pueden o no haber incluido una roca
prominente.8 Hay un poco de debate acerca de si la palabra bamah se refiere a un montículo
natural que ya estaba presente o al altar en sí.9 Si era algo que fue construido, entonces se
podrían entender las referencias a bamot que eran construidos (1 Reyes 11:7; 14:23; 2 Reyes
17:9; 21:·; Jeremias 19:5) y destruidos (2 Reyes 23:8; 18:4). A menudo se añadían edificios a los
2
Un ejemplo de un bamah puede ser encontrado en Yigael Yadin, “Beer-Sheba: The High Place Destroyed by King
Josiah,” Bulletin of the American Schools of Oriental Research 222 (1976), p. 10. Debe tenerse en cuenta que
aunque Yadin afirma que este es un bamah, el excavador original de Beer-Sheba afirmó que el bamah había sido
destruido en el estrato II.
3
Roland de Vaux, Ancient Israel: Its Life and Institutions (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1961), p. 284.
4
Se ha afirmado que excepto cuando se trata de Israel, el término bamot nunca se ha usado en relación a la
adoración en ninguna otra cultura que en Moab. En el texto bíblico solo se encuentra relacionado a Moab (1 Reyes
11:7; Isaías 15:2; 16:12; Jeremías 48:35), y también es encontrado en la Estela de Mesá en 11.11, 13. Sin embargo,
no es encontrado en la literatura cananea ni en texto fenicios o ugaríticos (En Números 33:52 aparentemente se
refiere a los cananeos, pero dado que estaban acampando en las planicies de Moab mantiene la conexión exclusiva
con los moabitas). Por más información acerca de la conexión con Moab ver J. M. Grintz, “Some Observations on
the High-Place in the History of Israel,” Vetus Testamentum 27 (1977), p. 111–113.
5
De Vaux, Ancient Israel, p. 284.
6
John H. Walton, Victor H. Matthews y Mark W. Chavalas, The IVP Bible Background Commentary: Old
Testament (Downers Grove, IL: InterVarsity, 2000), p. 359.
7
Selman, NIDOTTE 1, p. 670.
8
J. Robinson, The First Book of Kings, Cambridge Bible Commentary (New York: Cambridge University Press,
1972), p. 139.
9
De Vaux, Ancient Israel, p. 285.
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bamot (1 Samuel 8:22; 1 Reyes 3:5) –casas/templos- donde se llevaban a cabo rituales y se
guardaban los ídolos (1 Reyes 12:31; 2 Reyes 17:29, 32; 23:19).10 El afamado arqueólogo W. F.
Albright había afirmado que los bamot era usados con propósitos funerarios, pero esto ha sido
desafiado por W. Boyd Barrick.11
De vax sugirió que los bamot israelitas siguieron el modelos de los cananeos.12 El bamah
también es conocido gracias al texto de Ras Shamra.13 En megido, ubicado en la cadena
montañosa del Carmelo que domina el valle de Jezreel por el oeste, se cree que se
encontró un bamah. La estructura era una plataforma oval de 7x9 metros, que tenía 2
metros de alto y estaba compuesta por grandes piedras y tenía escaleras que llevaban
hasta la cima.14 Un muro rodeaba la estructura. Una estructura cúltica encontrada en
Nahariyah, oeste de Galilea, fue descubierta en 1947 y data de mediados de la edad de
bronce, aunque fue utilizada hasta fines de la edad de bronce.15 Consiste en un altar
circular al aire libre, que se parece al encontrado en Megido, junto con un edificio
rectangular que probablemente era usado como taller.16 Se piensa que dos bamot fueron
encontrados sobre una colina cerca de Malhah que datan del siglo VII o VI a.C. De Vaux
dice: “No hay necesidad de dudar: estas intalaciones eran bamah. Datan desde la antigua
época cananea hasta el fin de la monarquía en Judá”.17 Por lo tanto, parece que la
evidencia arqueológica apoya el relato bíblico de la ubicación de los bamot y el período
de tiempo en que fueron usados.
El consenso general es que antes de que el Templo fuera construido en Jerusalén, las
personas adoraban legítimamente en los bamot.18 El eminente erudito Beth Alpert Nakhai
dice: “El largamente legítimo bamot y el antiguo santuario en Betel no eran vistos como
símbolos del pasado impío de Israel”.19 Sin embargo, el texto no dice que este tipo de
adoración era correcto incluso en ese tiempo. De hecho, el énfasis en el “lugar” sugiere
que Salomón debía enfocarse en la construcción del Templo para deshacerse de estos
altares, y que estos sitios de adoración estaban entorpeciendo el proceso. Incluso en esta
etapa, los lugares altos eran vistos como lejos del ideal, especialmente considerando que
el ideal era posible. Aun así, la interpretación del “lugar” no es simple. La frase “el lugar
donde Dios establezca su nombre” solo se encuentra en tres libros del Antiguo
Testamento: Deuteronomio, Crónicas y Reyes.
10
Mordecai Cogan, 1 Kings, Anchor Bible 10 (New York: Doubleday, 2001), p. 184.
W. Boyd Barrick, “The Funerary Character of ‘High-Places’ in Ancient Palestine: A Reassessment,” Vetus
Testamentum 25 (1975), pp. 565–595.
12
De Vaux, Ancient Israel, p. 284.
13
John Gray, I & II Kings (Philadelphia: Westminster Press, 1963), p. 116.
14
De Vaux, Ancient Israel, p. 284.
15
Othmar Keel y Christoph Uehlinger, Gods, Goddesses, and Images of God in Ancient Israel (Minneapolis:
Fortress, 1998), p. 29.
16
Keel and Uehlinger, Gods, Goddesses, pp. 29–30.
17
De Vaux, Ancient Israel, p. 285.
18
Walton, Matthews and Chavalas, The IVP Bible Background, p. 359.
19
Beth Alpert Nakhai, Archaeology and the Religions of Canaan and Israel (Boston: ASOR, 2001), p. 69.
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Algunos especialistas, como Selman, creen que en tanto se llevara a cabo la auténtica
adoración a Yahweh en los bamot, no había ningún problema con su existencia,
particularmente con el lugar alto en Gabaón (1 Samuel 9:16-24; 1 Reyes 3:4-5; 2
Crónicas 1:3-7).20 Ellos argumentan que no fue sino hasta las reformas de Josías que los
lugares altos fueron considerados como inaceptables. Estos eruditos no han ignorado las
declaraciones anteriores contra los bamot, sino que los han interpretado como juicios
contra la adoración pagana o el sincretismo, especialmente acerca de los postes de aserá y
los massebot.21
Algunos argumentan que los bamot no eran un problema en sí mismos, sino que el
problema era el sincretismo y los pilares sagrados. Sin embargo, la vasta mayoría de
veces en que los bamot son mencionados, es en conexión a reyes que reciben una opinión
positiva (1 Reyes 15:14; 22:43; 2 Reyes 12:3; 14:4; 15:4; 15:35; 16:4; 18:4; 18:22; 23:5-20).
De hecho, en el caso de Asa (15:14), se dice que desplazó a la reina madre porque tenía una
asera (v. 13). Walsh dice: “la actitud de un rey hacia los lugares altos serían uno de los
criterios por los cuales el narrados los juzgaría: si intentaba destruirlos, era bueno; pero si los
ignoraba, era mediocre; si adoraba allí, era malo hasta la médula”.22 Esto sugiere que aunque
había ocasiones cuando el sincretismo y los aserim eran parte de los bamot (1 Reyes 11:7;
12:31-32; 13:2; 13:22-33; 14:23; 17:9-11; 17:29-32; 21:3), en la mayoría de las veces, estos
elementos no estaban presentes. Por lo tanto, el texto parece indicar que había algo malo con
los bamot en sí.
Por lo tanto, se debe determinar porque los bamot eran tan problemáticos. La teoría más
convincente es que después de que el Templo fuera construido en Jerusalén, ya no era
apropiado que se adorara en algún otro lugar (1 Reyes 3:2), especialmente considerando
Deuteronomio 12.23 Sin embargo, cuando esto fue comprendido por el Israel histórico es
20
21
Selman, NIDOTTE 1, p. 670.
Selman, NIDOTTE 1, p. 670; De Vaux, Ancient Israel, p. 286. Un massebot “como un objeto de culto, era
considerado una manifestación de un dios, y era una señal de la presencia divina”; De Vaux, Ancient Israel, p. 285.
Esto se relaciona al relato de Jacob en Betel, quien levanta un massebot y llama al lugar como Beth El (Génesis
28:18; 31:13). Esto se relación al asera, que representa a una deidad femenina, como contraparte de la deidad
masculina del massebot; De Vaux, Ancient Israel, p. 286. (Esto es cuestionado por la evidencia de Gezer y Tel
Kitan, que sugiere que podría ser masculino o femenino, de acuerdo a Keel y Uehlinger, Gods, Goddesses, p. 33).
Esto se relaciona a la referencia en 1 Reyes 3:2 del massebot de Baal. Ambos parecen ser representados por postes;
el asera también puede ser un árbol vivo y a veces el nombre de la diosa misma; el massebot también puede ser un
pilar de piedra; De Vaux, Ancient Israel, p. 286. Los bamot también son asociados con los hammanim que solían ser
traducidos como “pilares de pecado”, pero que ahora se los interpreta como “altares de incienso” gracias a la
evidencia provista por las inscripciones nabateas y las de Palmira (1 Reyes 3:33; 22:44; 2 Reyes 12:4); De
Vaux,Ancient Israel, p. 286. Mazar sugiere que el “lugar alto” que él ha excavado posiblemente sea un bamot, donde
se adoraba a Yahweh o a Baal debido a la conexión que ambos dioses tenían con la figura de un toro. Para ver
bosquejos y fotografías del sitio consultar, A. Mazar, “The ‘Bull-Site’ – An Iron Age I Open Cult Place,” Bulletin of
the American Schools of Oriental Research 247 (1982), pp. 27–42.
22
John H., Walton, Victor H. Matthews, and Mark W. Chavalas, The IVP Bible Background Commentary: Old
Testament (Downers Grove, IN: InterVarsity, 2000), p. 72.
23
Ver Richard D. Nelson, Deuteronomy, Old Testament Library (Louisville, KY: Westminster John Knox Press,
2002), pp. 142–161; Duane L. Christensen, Deuteronomy 1:1-21:9, Word Biblical Commentary (Nashville, TN:
Thomas Nelson, 2001), pp. 230–249.
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difícil de determinar. Richard D. Nelson de la Perkins School of Theology afirma que esto
tenía la intención de separar la adoración de Yahweh de la de Baal: “La pluralidad de los
lugares altos inevitablemente reflejó la multiplicidad local de la adoración cananea a Baal, lo
que implica un Yahweh en Dan y otro en Betel”.24 Walter Brueggeman concuerda con este
análisis y declara que estos lugares altos comprometían la fidelidad de Israel a Yahweh.25
Esto no significa que quienes vivieron en Israel durante el período monárquico hubieran
reconocido este cambio, sino que la condenación es un reflejo de la teología del autor.26 Esta
teoría de que la condenación es un reflejo de una interpretación tardía explicaría la falta de
condenación de los lugares altos en algunos pasajes, como en 1 Samuel 9:12-14, 19, 25 y 1
Samuel 10:5, 13.
Jeffery J. Niehaus del Gordon-Conwel Theological Seminary dice: “El evento del Monte
Carmelo claramente muestra que Yahweh puede aprobar un sacrificio que no es ofrecido en
el “lugar escogido” cuando es ofrecido en un contexto especial y para un propósito especial”.
No obstante, los bamot no son “especiales” en el sentido de únicos o inusuales, sino que son
lugares regulares de adoración. Por lo tanto, el ejemplo del Monte Carmelo solo resalta el
contrate entre un evento teofánico especial y una parte regular del culto, lo cual demuestra
que hubo etapas en el desarrollo de la centralización.
Fuente: http://www.biblicalarchaeology.org/daily/ancient-cultures/ancient-israel/high-placesaltars-and-the-bamah/
24
Richard D. Nelson, First and Second Kings, Interpretation (Louisville, KY: Westminster John Knox Press, 1987),
p. 81.
25
Walter Brueggemann, 1 Kings, Knox Preaching Guides (Atlanta: John Knox Press, 1982), p. 63.
26
J. Maxwell Miller y John H. Hayes, A History of Ancient Israel and Judah (Philadelphia: Westminster, 1986), p.
202.
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