Nepal asalta su Bastilla

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Nepal asalta su Bastilla
Extraído de Viento Sur
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Un gran alzamiento popular
Nepal asalta su Bastilla
- solo en la web -
Fecha de publicación en línea: Miércoles 26 de abril de
Fecha de redacción: 26 de abril de 2006
2006
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Nepal asalta su Bastilla
En el reino himalayo del Nepal está sucediendo una cosa agradable pasada de moda: una auténtica revolución.
Desde el 6 de Abril, Nepal está paralizada por una huelga general apoyada a ultranza por todos los partidos
politicos de la oposición y sostenida en las áreas rurales por el ejército guerrillero maoísta. Centenares de miles de
personas salen a las calles, muchos manifestantes han sido asesinados y los heridos son otros doscientos. Ha sido
impuesto el estado de excepción y el ejército ha recibido órdenes de "tirar a matar". A pesar de esto la población ha
superado el miedo y se ha rebelado al estado de excepción y esto la convierte en invencible. Sirve tan solo que una
única división del ejército rechace obedecer las órdenes y la Bastilla caerá. El Palacio de verano será ocupado.
Caerá otra cabeza de la corona. Un gobierno de transición convocará elecciones libres para que una asamblea
constituyente pueda determinar la futura condición del país. La larga lucha del pueblo nepalí para liberarse del
despotismo está próxima en el estadio en que nos encontramos. Abogados, periodistas, estudiantes y el pueblo
pobre que se ha manifestado en las calles de Katmandú, saben también que si fueran masacrados, la guerrilla que
controla el 80 % de las áreas rurales, se apoderaría del país.
Una mordaza de hierro
Esta no es una de esas operaciones "naranjas" cuidadosamente orquestadas -con las pancartas producidas en
serie, las jóvenes festejándolo y las gigantescas agencias de relaciones públicas garantizando la cobertura
mediática- tan apreciadas por la "comunidad internacional" y que contribuyen a organizarlas a su imagen y
semejanza. Ni los desórdenes tienen nada que ver con la religión, cosa que es un gran alivio. En Nepal está
sucediendo una cosa completamente diversa, el epílogo de decenios de opresión social, cultural y económica. Es
una vieja historia. Los gobernantes nepalíes de la casta hindú más alta, habían institucionalizado antiguas usanzas
con el objetivo de preservar sus privilegios. La práctica de encerrar a las mujeres con la menstruación en el establo
ha sido declarada ilegal hace sólo un año. La monarquía nepalí, entronizada hace más de doscientos años, ha
tenido el país con una mordaza de hierro, frecuentemente construyendo alianzas con las potencias dominantes Gran Bretaña, Estados Unidos y recientemente India- y poniendo mercenarios a bajo coste a disposición de sus
sostenedores. Es un negocio recíproco, y desde que ha sido declarada la "guerra contra el terrorismo", un corrupto
y brutal aparato real ha sido regularmente provisto de armas por sus amigos: 20000 fusiles de asalto M-16 de
Washington, otros 20000 fusiles de Nueva Delhi y cien helicópteros de Londres. Seguramente serán útiles para
ayudar a la mitad de los 26 millones de habitantes del país que, según las estadísticas de la ONU, no tienen acceso
a la electricidad o al agua potable, por no hablar de la asistencia sanitaria o la educación. Esto explica la
popularidad inicial de los maoístas y ahora la rabia de prácticamente todo el país.
En el 2005, el rey Gyanedra ha suspendido todos los derechos civiles y ha puesto a la política fuera de la ley. Para
afrontar un problema que era esencialmente estructural, pero que en el contexto global del neoliberalismo no puede
ser resuelto a través de la intervención del estado y amplias reformas, han optado por la represión de masas:
agresiones físicas a los pobres, tentativas planificadas para eliminar las organizaciones políticas disidentes, una
represión social total. La crónica de tiroteos, asesinatos, palizas, arrestos, purgas y provocaciones es impresionante.
La ferocidad absoluta de la persecución ha cogido por sorpresa a la minúscula clase media y ha aislado a los
políticos. Y la izquierda y la derecha oficiales no han tenido otra elección que unir al país buscando la alianza con el
ejército de liberación popular. Si el objetivo de Occidente era apoyar al déspota y crear divergencias entre los
maoístas y los partidos tradicionales, las medidas adoptadas por Gyanedra han tenido el efecto contrario. El
llamamiento reciente de Washington, de la Unión Europea y del secretario general de la ONU Kofi Annan a los
políticos declarados fuera de la ley para que aceptasen el "compromiso" ofrecido por el rey, ha sido rechazado
claramente en las últimas 48 horas por la multitud que ha tomado las calles. Los políticos se han alineado
dócilmente, rechazando la oferta.
El nerviosismo de Occidente
El triunvirato -Estados Unidos, Unión Europea, Consejo de Seguridad de la ONU- ¿tratará de mantener el poder en
la persona del rey? Si es así, habrá que añadir Katmandú a la cada vez más larga lista de desastres. Editoriales y
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artículos recientes del Financial Times y el International Herald Tribune demuestran el nerviosismo de Occidente. Se
teme que la enfermedad pueda extenderse a la vecina India, donde porciones considerables del territorio están
controladas por guerrilleros, y también aquí las protestas están bastante ligadas a la satisfacción de las necesidades
primarias. Un encuentro al máximo nivel entre los naxalitas y las autoridades públicas después de la derrota del
partido Bharatiya Janata Party (BjP) ha revelado un notable pragmatismo de parte de los líderes maoístas: todo lo
que querían era que el gobierno aplicase la Constitución y prosiguiera con los trabajos contenidos en los sucesivos
documentos programáticos del Parlamento. Los funcionarios ruborizados, se han quedado sin palabras. La
insurrección en Nepal, como los eventos verificados en determinadas partes de América Latina, revelan que
mientras en Occidente la democracia viene vaciada, esta misma significa para muchas personas en otros
continentes, algo más que elecciones periódicas. Los nepalíes quieren una república y poner fin a la pobreza
sistemática que genera la violencia. Para alcanzar este objetivo moderado están haciendo una revolución.
Traduccion: Carlos Sevilla Alonso
Extraído de Il Manifesto, 25/4/2006.
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