III Encuentro de Jóvenes Investigadores - digital

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FAMILIA, CULTURA MATERIAL
Y FORMAS DE PODER
EN LA ESPAÑA MODERNA
III Encuentro de Jóvenes Investigadores en Historia Moderna.
Universidad de Valladolid 2 y 3 de julio del 2015
MÁXIMO GARCÍA FERNÁNDEZ (EDITOR)
III Encuentro de Jóvenes Investigadores en Historia Moderna
FAMILIA, CULTURA MATERIAL
Y FORMAS DE PODER
EN LA ESPAÑA MODERNA
Valladolid 2 y 3 de julio del 2015
MÁXIMO GARCÍA FERNÁNDEZ (EDITOR)
ISBN: 978-84-938044-6-6
© Los autores
© De esta edición Fundación Española de Historia Moderna, Madrid, 2016.
Editor: Máximo García Fernández.
Colaboradores: Francisco Fernández Izquierdo, Mª José López-Cózar Pita, Fundación
Española de Historia Moderna.
[email protected]
Fotografía de cubierta: Biblioteca Histórica Santa Cruz, Universidad de Valladolid.
Entidades colaboradoras en la convocatoria y celebración del Encuentro:
2
Gasto y financiación de la Casa Real entre 1621-1633:
Las cuentas de Tomás de Cardona
Expenditure of the Court between 1621-163:
Thomás de Cardona accounts
Miriam RODRÍGUEZ CONTRERAS
Universidad Autónoma de Madrid
Resumen:
La ineficaz búsqueda de métodos de financiación regulares durante el siglo XVI hizo que se
tuviera que utilizar la vía del crédito como recurso imprescindible para poder hacer frente a
todos los compromisos de la Monarquía, tanto internos como externos. A la llegada de Felipe
IV, la situación hacendística era preocupante y esto provenía del llamado déficit flotante,
procedimiento que se utilizó para el sostenimiento económico de las Casas Reales desde el
reinado de Felipe II y que había dado lugar a un cúmulo de deudas y atrasos que afectaban a
todo el egreso, incluyendo las Casas Reales. En los primeros años de su reinado, hubo un
continuo intento de racionalizar el gasto, comenzando por la Casa Real, con el objetivo de
reducir la deuda que se había contraído anteriormente. No obstante, las continuas guerras en las
que se involucró España hicieron que se llevaran a cabo negociaciones con los asentistas,
deteriorando aún más el erario real y que terminó en la bancarrota de 1627, enmarcada dentro
de una crisis que comenzaría en 1626 y no acabaría hasta 1628. Con la suspensión de pagos,
todos los gastos ordinarios quedaron suspendidos hasta mayo de 1631 y el cobro de gajes se
atrasó aún más. Debido a estos atrasos y a la irregularidad en la presentación de las cuentas de
los tesoreros – incluido el maestro de la cámara – en la Contaduría Mayor de Cuentas – hasta
1633 –, hubo serios problemas para realizar la cuantificación anual del coste de la Casa Real.
Sin embargo, el estudio de las cuentas de los maestros de la cámara es un medio que nos ofrece
datos imprescindibles para el conocimiento del funcionamiento y la organización del servicio
palatino-doméstico; y sus dimensiones como fuente de obtención de recursos fiscales y
financieros del monarca. Además nos sirve para valorar económicamente la Casa de Borgoña,
como centro de consumo, en el que había una importante demanda de bienes y servicios.
El objetivo de este trabajo es ver la evolución de la distribución del gasto desde el inicio del
reinado de Felipe IV hasta la década de 1630, el destino que tuvieron los egresos dentro de la
Casa Real a través de las cuentas de Tomás de Cardona y los problemas que tuvo para efectuar
los pagos, sobre todo, tras la bancarrota de 1627.
Palabras clave: Casa Real, gasto, maestro de la cámara, Casa de Borgoña, corte.
Abstract:
Inefficient methods of finding regular funding during the sixteenth century made credit use an
essential resource to cope with all the commitments of the monarchy, both internal and
external. Upon arrival of Philip IV, the economic situation was worrying because of “flotaing
deficit”. This procedure was used for the financial support of the Royal Houses from the reign
of Philip II, and it had led to an accumulation of debts and arrears which affected all egress,
including the Royal Houses. In the early years of his reign, there was an ongoing attempt to
rationalize spending - starting with the royal family- , with the aim of reducing the debt that
had contracted earlier. However, the continuous wars in which Spain was involved brought
new negotiations with the contractors, further deteriorating the royal treasury and ended in the
bankruptcy of 1627, framed in a crisis to begin in 1626 and end no until 1628. With the
suspension of payments, all recurrent costs were ceased until May 1631 and the perquisites
collection was delayed even more. Because of these delays and irregularities in the
presentation of the accounts of the treasurers – including the paymaster – the “Contaduría
mayor de Cuentas” had serious problems the annual quantification of the Royal House costs
until 1633.
III Encuentro de Jóvenes Investigadores en Historia Moderna
Universidad de Valladolid - Fundación Española de Historia Moderna. 2015
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Miriam RODRÍGUEZ CONTRERAS
However, the study of the paymaster’s accounts offers essential data for understanding the
functioning and organization of the palatine-domestic service; and its dimensions as a source
for obtaining fiscal and financial resources of themonarch. In addition this viewpoint
economically values the “Casa de Borgoña”, as a center of consumption, where there was a
significant demand for goods and services.
The aim of this study is to see the evolution of the expense distribution since the beginning of
the reign of Philip IV until the 1630s, the fate that expenditures had within the royal family
through the Thomas de Cardona accounts and the many problems that he had while making
payments, especially after the bankruptcy of 1627.
Keywords: Household, paymaster, expenditure, court, Casa de Borgoña.
1. Introducción
Desde los últimos lustros del siglo XX, dentro de la renovación historiográfica sobre los
paradigmas de la Edad Moderna, se han comenzado a hacer estudios sobre la corte, y
poco a poco se han superado los prejuicios historiográficos que consideraban esta
institución como un organismo que se caracterizaba por el despilfarro y el lujo 1. El
conocimiento de una de sus entidades básicas, la casa real, nos permite aproximarnos al
concepto de gasto cortesano, que a pesar de las dificultades que plantea, como decía
Domínguez Ortiz, es un tema de notorio interés. No obstante, este autor, al no utilizar
las cuentas del maestro de la cámara no pudo realizar estimaciones correctas sobre los
gastos de la casa real, consiguiendo sólo medidas presupuestarias, recursos y costes
aproximados2.
En este sentido, las investigaciones que más destacan por haber estudiado
diferentes aspectos de la economía de las casas reales son: un artículo de Ladero
Quesada acerca del asentamiento económico de la corte y la casa real durante el reinado
de los Reyes Católicos 3 , una tesis doctoral de Jurado Sánchez, donde expone la
evolución y características del gasto de las casas reales durante toda la Edad Moderna 4;
otra tesis doctoral, inédita, centrada en los reinados de Felipe III y Felipe IV 5 ; las
investigaciones de Carlos Javier de Carlos Morales, que tratan sobre la configuración y
mantenimiento de la casa real entre los reinados de Carlos V y Felipe III 6; o el trabajo
de Félix Labrador sobre el sostenimiento económico de la reina Margarita, entre otras7.
1
R. G. Asch. “Court and Household from the Fifteenth to the Seventeenth Centuries”, en R. G. Asch y A.
M. Birke (eds.), Princes, Patronage and the Nobility. The Court at the Beginning of the Modern Age, c.
1450-1650, Oxford, Oxford University Press, 1991; y José Martínez Millán y Santiago Fernández Conti
(dirs.), La Monarquía de Felipe II: la Casa del Rey, Madrid, Fundación Mapfre, 2005
2
Antonio Domínguez Ortiz, Crisis y decadencia de la España de los Austrias, Barcelona, Ariel, 1969.
3
Miguel Ángel Ladero Quesada, “L’Hotel du roi et la Cour comme institutions économiques au temps
des Rois Catholiques (1480-1504)”, en M. Aymard y A. Romani (dirs.), La Cour comme institution
économique, París, Éditions de la Maison des sciences de l’homme, pp. 43-49.
4
José Jurado Sánchez, “El coste de la Casa Real en el s. XVII: cuantía, estructura, funciones estatales,
efectos económicos e importancia hacendística del gasto de una institución de Estado”, Cuadernos de
Estudios Empresariales, 9 (1999), pp. 87-107. José Jurado Sánchez, El gasto de la Casa Real, su
financiación y sus repercusiones hacendísticas y económicas, Madrid, Instituto de Estudios Fiscales,
2000.
5
Richard Giles Trewinnard, The household of the Spanish Monarch: Structure, cost and personnel, 16061665, Cardiff, University of Wales, 1991.
6
Carlos J. de Carlos Morales, “La cuestión de la financiación de la corte y la defensa del modelo de Casa
castellana durante las Comunidades” en J. Martínez Millán (dir.), La corte de Carlos V, 5 vols., Madrid,
Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2000, vol. I, pp.
190-197; Carlos J. de Carlos Morales, “Las reformas de las casas reales en 1522-1525”, en J. Martínez
Millán (dir.), op. cit., pp. 226-234; Carlos J. de Carlos Morales, “La problemática definición de los
soportes hacendísticos de las casas reales” en José Martínez Millán (dir.), op. cit., pp. 251-259; Carlos J.
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GASTO Y FINANCIACIÓN DE LA CASA REAL …
El sostenimiento económico de las casas reales, como capítulo fundamental del
gasto ordinario no financiero, conectaba por un lado la corte como institución básica y,
por otro, la Hacienda Real. De esta manera, han surgido una serie de cuestiones básicas
que, a través del estudio de la economía de las casas reales, se ha intentado resolver:
determinar cómo se administraban los recursos, la magnitud de ellos y la distribución
del coste, su evolución en valores corrientes y constantes, el porcentaje que
representaba en la Hacienda Real, la financiación para su sostenimiento, y su
significado socioeconómico dentro del gasto cortesano. Todas estas variables han de
estudiarse en función de unas estructuras que no eran visibles y que constituían la base
de la economía de la gracia8.
Durante mi primer acercamiento a estos temas, defendido anteriormente en mi
trabajo de fin de máster, analicé las cuentas de Tomás de Cardona, maestro de la cámara
de Felipe IV, para obtener un conocimiento más concreto de los gastos de las casas
reales9. El objetivo, ahora, de mi tesis doctoral es más complejo, pues analizaré todas
las vertientes del gasto cortesano durante el siglo XVII, utilizando como fuente
imprescindible las cuentas de los maestros de cámara. Aquí sólo me centraré en los
resultados de mi primera investigación, concretamente, entre los años 1623 y 1633.
1.1. La Casa Real como espacio económico
A partir de la fundación de la Casa de Borgoña, tras la llegada de Carlos I, se estableció
una nueva jerarquía de cargos y obligaciones palatinas que se reflejaban mediante
salarios y desembolsos y que se fue perfilando en los años posteriores. Dentro de este
esquema, en cuando al funcionamiento económico se refiere, existían tres niveles, según
la relación elaborada por Juan de Sigoney, dentro de los cuales se encontraba la figura
del maestro de la cámara, cuyas competencias detallaré más adelante10. A través de ellos
podemos observar que en la Casa de Borgoña, como parte sustancial de la corte, se
concentraban y distribuían recursos y flujos económicos, convirtiéndose, así, en un
centro de consumo, que suponía una importante demanda de bienes y servicios.
Desde la segunda mitad del siglo XVII y durante todo el siglo XVII, hubo
continuos intentos por buscar nuevas fuentes de financiación para superar el déficit
crónico que se estaba padeciendo, como consecuencia de la falta de rentas o
consignaciones fijas y la irregularidad de las dotaciones que cedía la Tesorería General.
Esto provocó que se abriera una nueva vía, la del crédito, a través de la firma de
asientos con banqueros, para poder suministrar a la corte y a las casas reales. Esto incitó
que todos los desembolsos del maestro de la cámara se pagasen con una gran
irregularidad y estuviesen condicionados por las necesidades urgentes de la casa real.
de Carlos Morales, “El sostenimiento económico de las Casas de Felipe II” en J. Martínez Millán y S.
Fernández Conti (dirs.), op. cit., vol. I, pp. 78-119 Carlos J. de Carlos Morales, “Gasto y financiación de
las Casas reales de Felipe III”, en J. Martínez Millán y Mª Antonietta Visceglia (dirs.), La Monarquía de
Felipe III: la casa del rey, 4 vols., Madrid, Fundación Mapfre, 2008-2009, vol. I, pp. 1227-1257.
7
F. Labrador, “El sostenimiento económico de la Casa de la reina”, en J. Martínez Millán y Mª
Antonietta Visceglia (dirs.), op. cit., vol. 1, pp. 1258-1322.
8
A. M. Hespanha, La gracia del derecho. Economía de la cultura en la Edad Moderna, Madrid, Centro
de Estudios Constitucionales, 1993, pp. 151-202.
9
El trabajo de fin de máster, cuyo título era Tomás de Cardona, maestro de cámara de Felipe IV (16231637), fue defendido en octubre de 2013 en la Universidad Autónoma de Madrid.
10
Dentro de los otros dos niveles podemos encontrarnos oficios como el camarero mayor, mayordomo
mayor, el contralor o el grefier. J. Martínez Millán (dir.), op. cit., vol. 3, tomo 5, pp. 188-195.
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Miriam RODRÍGUEZ CONTRERAS
Para poder conocer mejor el funcionamiento y la organización del servicio
palatino-doméstico y sus dimensiones como fuente de obtención de recursos fiscales y
financieros del monarca, hay que tener en cuenta también las diferencias entre el gasto
de la casa real y el gasto cortesano.
1.2. Cuestiones de cálculo: casa real y gasto cortesano.
Generalmente se entiende que la corte al estar compuesta por diversas casas de la
familia real, consejos y tribunales, el palacio y el séquito real, el cálculo de su gasto
total cortesano sería la suma de los montantes de cada estas entidades. Sin embargo,
para ponderar el gasto cortesano hay que valorar, además de la perspectiva institucional
de la corte, otros aspectos, incluyendo o separando partidas como embajadas, ayudas de
costa, mercedes, jornadas regias, etc11.
En cuanto al coste de las casas reales, hay que observar que desde la llegada de
Carlos I surgieron dos casas, cada una con su gestión, financiación y contabilidad: una
principal, la Casa de Borgoña, y una secundaria, la Casa de Castilla. Desde entonces,
siempre que se referían al servicio palatino-personal de la “casa ordinaria” o “casa de su
Majestad” se referían a la primera, después se añadían las casas de los demás miembros
de la familia real, y finalmente, la Casa de Castilla. De esta guisa, la valoración rigurosa
del gasto de la casa real ha de precisar de qué entidad se trata, si solamente de la Casa
de Borgoña, de la suma de esta con la Casa de Castilla y, en general, con las demás
casas de la familia real12. No obstante, existía la dificultad de marcar los límites de las
casas reales, lo que influía en el control de sus gastos, perjudicando en la actualidad a
los historiadores en el estudio de la economía de la corte. A esto hay que añadirle que
durante el siglo XVII surgieron dos sistemas monetarios, uno en plata y otro en cobre
que afectaba tanto a los ingresos como los pagos que el maestro de la cámara efectuaba.
Sin embargo, respecto al siglo XVI, el coste nominal de las casas reales
experimentó un enorme crecimiento, como consecuencia de la ampliación y
diversificación del servicio palatino, llegando a más de 600.000 ducados anuales
durante Felipe III13. Para el caso de Felipe IV hay divergencias entre los autores. Según
defiende Jurado Sánchez, el reinado de Felipe IV experimentó dos fases de gasto: una
primera que comprendería desde 1621 hasta 1640, donde el gasto permaneció más o
menos estable – en torno a los 750.000-800.000 ducados– y, una segunda, comprendida
entre 1640 y 1665, donde el gasto se elevó hasta los 1.300.000 ducados14. Por otro lado,
Trewinnard sostiene que el coste medio de la Casa de Borgoña fue de 450.000
ducados15. La diferencia entre uno y otro es que el primero utiliza las cuentas de los
tesoreros de las reinas y los maestros de la cámara en un período muy amplio, mientras
que el segundo sólo se refiere a los ingresos que el maestro de la cámara recibió.
Por tanto, a través de las cuentas del maestro de la cámara podemos ver la
distribución de las sumas de dinero y la irregularidad de los pagos y es imprescindible
para comprender el funcionamiento cortesano, a pesar de las características actuales de
las fuentes documentales.
11
C. J. de Carlos Morales, “La casa de Borgoña….”, p. 77.
Íbidem, p. 77.
13
Íbidem, p. 82.
14
J. Jurado Sánchez, La economía de la corte…, p. 102.
15
R. Giles Trewinnard, The household…, p. 357.
12
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GASTO Y FINANCIACIÓN DE LA CASA REAL …
1.3. Tomás de Cardona como maestro de la cámara
Tomás de Cardona fue un vecino de Sevilla, nacido en la segunda mitad del siglo XVI y
emparentado, según algunos autores, con los duques de Sessa16. De capitán pasó a ser
arbitrista durante el reinado de Felipe III, donde se mostraba contrario a los asientos
firmados entre la corona y los banqueros extranjeros e incidía en el reajuste del valor de
los metales venidos de Indias como solución a los problemas de financiación que la
Monarquía estaba teniendo17. Tras su llegada a la corte para el estudio de sus escritos,
no llegó su ocasión de ascender hasta que la autoridad del conde-duque se fue
consolidando en los primeros años del reinado de Felipe IV. El valido, con la intención
de reformar económicamente las casas reales, intentó intervenir en las cuentas y
destituir a las personas que habían tenido varios cargos financieros durante el
valimiento del duque de Lerma. De esta manera, defendiendo la posición de Stradling,
en 1623, Olivares consiguió retirar a Francisco Guillamás Velázquez del cargo de
maestro de la cámara, una de las principales jefaturas de la sección de la casa real,
nombrando en su lugar a Tomás de Cardona18.
Las funciones del maestro de la cámara consistían, desde las ordenanzas de
1515, de pagar a todos los departamentos de la casa del rey, es decir, toda la despensa
(tanto ordinaria como extraordinaria), gajes, pensiones y recompensas que se contaban
en el bureo, después de recibir autorización del mayordomo mayor19. Para realizar su
trabajo, el tesorero o receptor general del rey le entregaba el dinero necesario, además
de una cantidad adicional que le entregaba a principio de cada mes para repartir a cuenta
entre los oficiales que gastaban, según la orden que el contralor le daba. De la misma
manera, por orden del contralor, libraba mensualmente cantidades que se destinaban a
las compras y abastos. Tenía la obligación, desde las ordenanzas de 1545, de hacer un
cuaderno de todo lo que montaba la despensa, así como lo que entregaba. Además debía
llevar otro cuaderno donde anotaba cada tres meses los gajes, pensiones y recompensas
que se contaban en el bureo. Igualmente, el montante de esa cantidad trimestral se le
entregaba para pagar a cada uno lo que había de haber en ese período. Una vez realizado
el pago, el maestro de la cámara presentaba sus cuentas en el bureo “en fin de cada
tercio o año” ante los mayordomos y oficiales para que las examinara y así realizar la
distribución20.
Durante el reinado de Felipe III hubo un intento por reglamentar las ordenanzas
y etiquetas de los oficios, además de prácticas y ceremonias con el objetivo de dotar a la
Monarquía de una casa propia. No obstante, más que cambiar la estructura de la casa e
inventar un estilo específico de la Monarquía hispana, las nuevas ordenanzas se
limitaban a reglamentar detalladamente las obligaciones de cada oficio sin modificar el
16
J. Vilar Berrogain, “Una pauta del pensamiento monetarista castellano: la proposición Cardona (16181628)”, Dinero y Crédito, 1978, pp. 449-457, p. 451.
17
Biblioteca Nacional de España [BNE]: VE/184/43.
18
El nombramiento de Tomás de Cardona es clave en este momento y a través de este nombramiento se
puede ver la influencia de Olivares en el tema económico de “reformación” dentro de las Casas Reales. R.
A. Stradling: Felipe IV y el gobierno de España, 1621-1665, Madrid, Cátedra, 1989, p. 81.
19
R. Fagel, “Un heredero entre tutores y regentes. Casa y corte de Margarita de Austria y Carlos de
Luxemburgo (1506-1516)”, en José Martínez Millán (dir.), op. cit., vol. I, pp. 132-140. José Jurado
Sánchez, op. cit., p. 23.
20
BNE: Mss. 7011. Archivo General de Simancas [AGS], Tribunal Mayor de Cuentas [TMC], leg. 190.
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estilo borgoñón21. En lo referente al maestro de la cámara se estableció que recibiera,
por orden de la junta de la Real Hacienda, las cantidades necesarias para hacer frente a
los pagos de la casa del rey. Esas cantidades se las entregaba a los distintos jefes de los
departamentos o a los criados, según las órdenes que se despacharan.
Desde 1623, tenía la obligación de presentar las libranzas del contralor para
poder efectuar pagos pero hasta que no se realizara la previsión y el gasto no se
ajustaban sus cuentas en el bureo 22 . Así mismo, el maestro de la cámara tenía que
presentaren un período de cuatro o cinco años sus cuentas ante la Contaduría Mayor de
Cuentas23.
Además, cada año tenía que presentar una relación jurada, firmada por el
contralor y grefier, donde exponía todas las copias de las órdenes de pago que realizaba
desde las arcas de tres llaves, cartas de pago y diferentes nóminas. Este documento
estaba compuesto por tres secciones: el cargo, la data y el cargo de entrada por salida.
En el primero, se mostraban los ingresos recibidos de una gran variedad de fuentes de
financiación irregulares y se libraban al maestro de la cámara, sin tener una descripción
de dónde se había obtenido dicho ingreso. En el segundo, se incluían y disgregaban los
gastos de acuerdo con las fechas reales de servicio de los oficiales y de consumo de la
despensa. En el tercero, se mostraban los pagos que tenían un destino fijo en el
momento que pasaba por las manos del maestro de la cámara, que generalmente era
pagar en pequeñas cantidades diferentes salarios.
Estas cuentas se entregaban al bureo y, más tarde, a la Hacienda Real para que
se comprobaran a través de varios instrumentos (documentos de justificación de
ingresos y gastos, cartas de pago, etc.). Si no se detectaba ninguna irregularidad, las
cuentas se enviaban al bureo para que se diera el visto bueno. En cambio, si había algún
error, el maestro de la cámara tenía que aportar otros escritos adicionales para
comprobar las sumas pagadas o recibidas y corregir esos errores24.
Para regularizar las entradas y salidas de dinero, en las ordenanzas generales,
realizadas entre 1623 y 1624, se mandó que “aya un libro dentro de la misma arca de la
entrada y salida del dicho dinero firmado y autorizado en cada partida de entrada y
salida por personas que tienen las dichas llaves y con el mismo libro se ponga el dinero
de las cassas de sus Altezas cuyas llaves tengan los mismos [maestro de la cámara,
contralor y grefier]” 25 . También hubo otros intentos de reforma de este oficio cuya
intención era facilitar sus labores y controlar al maestro de la cámara26.
Para relacionar las sumas percibidas por el maestro de la cámara respecto a las
partidas de la Tesorería General, hay que confrontar tres tipos de documentos: en primer
lugar, el cargo y data del maestro de la cámara y otras instancias de la Casa; en segundo
lugar, las consultas del Consejo de Hacienda, donde se estimaba previamente el coste
corriente anual de las casas y el total de los gastos asumidos por la Real Hacienda; y por
21
R. Mayoral López, La Casa real de Felipe III (1598-1621). Ordenanzas y etiquetas. (Tesis doctoral),
Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, 2007, p. 40.
22
Ibídem.
23
R. Giles Trweinnard, op. cit., p. 179.
24
AGS, TMC, 190; José Jurado Sánchez, El gasto de la Casa Real…, p. 121-122.
25
BNE, Mss. 18716/43.
26
Por ejemplo en enero de 1627 el bureo sugirió que se tanteara el dinero que entrase en el poder del
maestro de la cámara, además de proponer que no recibiera ningún maravedí hasta que no entregase sus
cuentas y que leyera cada dos meses sus cuentas en el bureo. Archivo General de Palacio [AGP],
Administrativa [ADM], leg. 640.
778
GASTO Y FINANCIACIÓN DE LA CASA REAL …
último, las cuentas de los tesoreros generales de Castilla, donde constaba (en su data) la
aportación anual que entregaban al maestro de la cámara y a otros miembros de la Casa
real. A través de estos documentos se puede observar la diferencia entre las cantidades
que el maestro de la cámara percibía y las que el Consejo de Hacienda presupuestaba27.
Generalmente, la suma que obtenía el maestro de la cámara para desembolsarlo en los
diferentes oficios era menor que lo que debía entregársele y, en consecuencia, se
producía un cúmulo de atrasos que sólo se satisfacía en ejercicios posteriores. Por otro
lado, dentro de la Casa de Borgoña existían partidas de gastos que no pasaban por las
manos del maestro de la cámara. De esta manera, la presentación de la data de Tomás
de Cardona no terminó hasta 1640 –tres años después de su muerte–. Esta dependencia
del maestro de la cámara respecto a la Tesorería General, conducía a un déficit entre los
gastos que contraía y los fondos que recibía, teniendo como única solución, primero
provisional y después definitiva, recurrir al crédito con banqueros extranjeros para
poder efectuar los pagos de la Casa Real.
1.4. Ingresos y gastos manejados por Tomás de Cardona entre 1623 y 1633.
La situación hacendística durante el comienzo del reinado de Felipe IV era preocupante,
debido al cúmulo de deudas y obligaciones que heredó, que afectó de la misma forma al
sostenimiento de las casas reales como al resto del gasto28. A su llegada, la mayoría de
los ingresos previstos hasta 1625 ya estaban consignados a hombres de negocios y la
Real Hacienda sólo ingresaba teóricamente unos 8.595.169 ducados
aproximadamente 29 . A principios de julio de 1623 se presentó en las Cortes una
“Relación del estado y empeño en que se alla la Real Hacienda de Su Majestad” 30 en el
que se calcularon que los gastos anuales alcanzaban 8.500.000 ducados, de los cuales
1.500.000 ducados estaban destinados al gasto cortesano y las casas reales.
Cuentas de Tomás de Cardona (mrs.)
AÑO
CARGO
DATA
ALCANCE
1623-1624
1625-1628
1629-1633
333.752.449
632.811.249
640.059.085
338.056.516
636.044.399
640.608.318
Media anual
107.108.186
107.647.282
4.304.066
3.232.949
313.870 (p)
863.103 (v)
580.933
Elaboración propia a partir de los datos de AGS, TMC, leg. 188, 189 y 190. (p)= plata; (v)= vellón
Por su parte, Tomás de Cardona durante su primer año como maestro de la cámara tuvo
un cargo y una data de 1.791.490 ducados, en el cual el cargo montaba 333.752.449
27
C. J. de Carlos Morales: “La casa de Borgoña como institución económica…”, p. 10.
J. Jurado Sánchez, “El coste de la Casa Real…”, p. 94. En el artículo de Carlos J. de Carlos Morales,
“La Real Hacienda de Castilla en el Reino de Felipe IV. Revisión historiográfica y perspectivas de
investigación”, Librosdelacorte.es, nº2, Año 2, otoño-invierno (2010), (edición impresa, pp. 9-15)
podemos encontrar toda una serie de estudios sobre la hacienda de Felipe IV como por ejemplo las obras
de A. Domínguez Ortíz, Política y Hacienda de Felipe IV, Madrid, Pegaso, 1983; y, M. Artola, La
Hacienda del Antiguo Régimen, Madrid, Alianza, 1982, pp. 91-157; o los artículos de A. Castillo Pintado,
“Mecanismos de base de la Hacienda de Felipe IV” y J. I. Gutiérrez Nieto, “El sistema fiscal de la
monarquía de Felipe IV”, ambos en Historia de España de Menéndez Pidal. Tomo XXV, Madrid, EspasaCalpe, 1996, pp. 217-255 y 257-332, respectivamente.
29
Actas de las Cortes de Castilla [ACC], XXXIX, pp. 15-22, BNE, mss. 11030.
30
ACC, XXXIX, pp. 15-22.
28
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maravedíes y la data 338.056.516 maravedíes, siendo aportaciones del tesorero general,
Jiménez de Góngora, únicamente 28 pagos31.
El incremento de los gastos se debió a las grandes jornadas reales que hizo
Felipe IV en sus primeros años de reinado (jornada de Andalucía en 1624 y la de
Aragón en 1626) y el aumento del personal que servía en las casas reales. No obstante,
hay que tener en cuenta que esta subida también estuvo condicionada por el incremento
y la inestabilidad de los precios 32 . Además hay que considerar que de los asientos
firmados tan sólo una mínima parte se distribuía a las casas reales y a distintos gastos
cortesanos. Por ejemplo, para el año de 1626 de los 5.980.000 escudos y ducados que se
consiguió con los banqueros, tan sólo se destinaron 600.000 ducados (48.000 en plata y
552.000 en vellón) para las casas reales y 100.000 ducados de vellón para los
embajadores, a los que habría que sumar gastos extraordinarios y salarios, además de las
pagas de las guardias y la capilla, que para la provisión de 1627 estaban consignados
200.000 ducados de vellón.
Los gastos estaban divididos en ordinario y extraordinario. Dentro de la casa
real, la despensa y la caballeriza formaba parte del ordinario, de la misma forma que los
gajes. Aunque se destinara más dinero a distribuir dentro de las casas reales, Tomás de
Cardona sólo se encargaba de una parte, no llegando a los 500.000 ducados de gasto, a
entregar en cada departamento de la casa real, siendo otros pagadores, como el
limosnero mayor, los que también utilizarían esas cantidades para cederlas en otros
departamentos.
1623-1624
1625-1628
1629-1633
Total
Promedio anual de gasto (ducados)
450.742
424.030
341.658
1.216.429
Fuente: Elaboración propia a partir de las datas del maestro de cámara. AGS, TMC, leg. 188, 189 y 190.
Dentro de los gastos que manejaba Tomás de Cardona, los mayoritarios fueron los
ordinarios, que se abonaban de forma cuatrimestral, siendo los que se pagaban con una
relativa puntualidad la despensa. Tras la bancarrota de 1627, este tipo de egreso quedó
suspendido hasta mayo de 1631, cuando se negoció un nuevo préstamo para cubrir los
gastos esenciales33. Siempre se intentó reducir los gastos para reducir la casa como la
que había en tiempos de Felipe II, pero no se terminó por conseguir. En cuanto al
régimen de pagos, aún en 1633, no se consiguió fijar la paga de los ordinarios, a pesar
de que la Junta de Reformación insistió que se hicieran siempre las provisiones a
tiempo34.
Otro departamento que también manejaba Tomás de Cardona y causaba más
costes en el ordinario era la caballeriza35. En esta sección también los pagos se hacían
de forma irregular, sobre todo a partir de la suspensión de pagos. Lo que más
incrementaba el coste de esta dependencia eran las jornadas reales, debido al gran
número de personas, enseres y transportes que había que trasladar desde la corte al
31
AGS, TMC, leg. 188.
C. Álvarez Nogal, “El dilema monetario de la monarquía española en el siglo XVII: pequeñas monedas
de plata o crédito internacional”, Economic history workshop, 2008.
33
R. Giles Trewinnard, The household…, p. 206.
34
AGP, ADM, leg. 928.
35
La caballeriza se pagó a través del ordinario hasta 1649.
32
780
GASTO Y FINANCIACIÓN DE LA CASA REAL …
destino del viaje real. Por ejemplo, la jornada que Felipe IV hizo a Andalucía costó
aproximadamente 19.944.540 maravedíes36. Para este tipo de gastos además de lo que
se entregaba a la caballeriza, se conseguían otras formas de financiación para cubrirlas,
como los préstamos que realizó el secretario Bartolomé de Anaya37. Dos años después
de este gran viaje, el rey organizó uno nuevo, la de Aragón. Para este viaje Tomás de
Cardona libró un total de 9.202.364 maravedíes y la de Barcelona, 5.138.120
maravedíes38.
Otra de las razones que incrementaba el coste eran los gastos extraordinarios.
Cuando surgía un gasto de este tipo, todos los ingresos que se recibían para las casas
reales, se destinaban a hacer frente al pago de estos egresos. En esta sección se incluían
los viajes a sitios reales, honras fúnebres y otros gastos ocasionales.
160.000.000
140.000.000
maravedíes
120.000.000
Gastos ordinarios
Caballeriza
100.000.000
Jornadas
80.000.000
Gastos extraordinarios
60.000.000
Gajes
40.000.000
20.000.000
0
1623 1624 1625 1626 1627 1628 1629 1630 1631 1632 1633
Fuente: Elaboración propia con los datos de la data del maestro de cámara.
AGS, TMC, leg. 189, 190 y 191.
En la gráfica vemos que los gastos ordinarios eran las cantidades más altas que el
maestro de la cámara distribuía, mientras que los gajes eran las mínimas. Las dos
excepciones, entre 1632 y 1633, del incremento de los gajes son porque se seguían aún
pagando gajes atrasados pertenecientes al reinado de Felipe III. El maestro de la cámara
se encargaba de pagar a toda la casa del rey y el personal de la cámara, desde los
ayudantes de la cámara hasta los puestos más altos. También se incluían las guardas, los
caballerizos, arqueros de corps y capilla. Entre 1628 y 1632 Tomás de Cardona solo
controló el dinero destinado a los ordinarios de la casa real, a pesar de que el 10 de abril
de 1630 el rey ordenase que todo el dinero de los ordinarios se librase directamente a
36
AGS, TMC, leg. 188.
Bartolomé de anaya prestó 9.000 ducados al duque del Infantado para la jornada de Andalucía. Además
de esos 9.000 ducados se prestaron también otros 16.000. AGP, Personal, caja 16.754, exp. 54.
38
AGS, TMC, leg. 188, leg. 190 y leg. 191.
37
III Encuentro de Jóvenes Investigadores en Historia Moderna
Universidad de Valladolid - Fundación Española de Historia Moderna. 2015
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Miriam RODRÍGUEZ CONTRERAS
los oficiales de boca y “otras personas que hubieran de haber”39. El pago de gajes, sin
embargo, se libraron durante estos años en los pagadores de Consejos, Gerónimo de
Barrionuevo y Diego Ruíz de Castellanos40.
Lo que refleja, por tanto, la gráfica anterior es que las necesidades de la casa real
era la prioridad máxima en ese momento, lo que provocó que los gajes se fuesen
atrasando cada vez más, sobre todo, tras la bancarrota de 1627.
2. Primeras conclusiones.
A través de las cuentas del maestro de la cámara se puede ver que los ingresos no eran
regulares y que estos no eran capaces de mantener los gastos básicos de la casa real. A
esto se le tiene que sumar las dificultades de crédito de la corona. El crédito, junto a las
transferencias de dinero por parte de los banqueros extranjeros, resultaron ser
imprescindibles para poder hacer frente tanto a los compromisos interiores como a los
exteriores de la Monarquía. Sin embargo, a través de los numerosos asientos que
tuvieron lugar durante el reinado de Felipe IV la vía del crédito deterioró el erario real.
Esto dio lugar a la suspensión de pagos de 1627, que formó parte de una crisis más
amplia que había nacido en 1626 y duraría hasta 1628. El factor determinante de la
primera bancarrota de Felipe IV fue el agotamiento del mercado de juros y los impagos
de réditos anuales de juros por parte de los banqueros genoveses. En definitiva, la
monarquía, con la intención de obtener crédito, por mano de los hombres de negocios,
derrumbó el funcionamiento de su sistema monetario.
La mayoría de los ingresos iban destinados a los gastos ordinarios de ambas
casas reales, sin embargo, cuando surgía algún gasto extraordinario se concentraban en
destinar cualquier ingreso a su pago más que en los ordinarios. Esto indica que según
las circunstancias los gastos variaban enormemente y, junto a las deudas que se tenían
sobre los estipendios del personal de la Casa Real, podía peligrar la capacidad de
servicio al rey41.
Hemos constatado las dificultades para calcular con exactitud las cuentas del
maestro de la cámara, debido a las devaluaciones de la moneda, las alteraciones de los
precios y la no computación de algunos gastos en sus cuentas de cargo, data o relación
jurada. A través de sus balances se pueden observar los ingresos y los gastos pero no las
deudas contraídas ni las cantidades destinadas al mecenazgo regio.
Por otro lado, las rentas que se utilizaron para abastecer a las casas reales fueron
irregulares, utilizándose asientos, millones, donativos, etc. La necesidad financiera de
obtener ingresos, derivada de la política exterior, obligó a emplear moneda de vellón. A
corto plazo resultó beneficioso pero a largo plazo se vio que no ayudó a mejorar la
situación económica de la Monarquía. El estado crítico de la Hacienda unido al
comienzo de la Guerra de los Treinta Años provocó que se incrementara la cuantía de
las provisiones y que todos los ingresos que se interceptaran se destinaran a la guerra,
dejando una pequeña parte para distribuirlos a las necesidades de las casas reales. Como
consecuencia, las dificultades financieras se fueron acentuando, provocando que el
déficit se trasladara de año en año y se elevara sus costes.
En un momento crítico de la Real Hacienda como era la que había a principios
del reinado de Felipe IV, lo principal era abastecer las necesidades de la casa real y en
39
AGP, ADM, leg. 640.
R. Giles Trewinnard: The household...., p. 182.
41
R. Giles Trewinnard: The household…, p. 243
40
782
GASTO Y FINANCIACIÓN DE LA CASA REAL …
un segundo plano los estipendios de todo el personal. Estos gajes cada vez se fueron
retrasando más como consecuencia de la falta de liquidez. Cuando surgía algún gasto
extraordinario todos los ingresos se concentraban en pagarlo, dejando una mínima parte
para los gastos ordinarios. Todo esto podía hacer peligrar la capacidad del servicio al
rey42.
Los costes aumentaron debido a la revolución de los precios pero también por el
alto número de personas que servían al monarca. Desde que comenzó el reinado de
Felipe IV se iniciaron medidas de reforma pero tardaron en aplicarse pues la reducción
de gastos en las casas reales conllevaría a dañar la autoridad real y, en definitiva, la
grandeza de la monarquía. El coste ascendió a precios corrientes de 3,70 millones de
reales entre 1599-1618 a 10,02 millones de reales en el reinado de Felipe IV. A precios
constantes este coste sin embargo nos muestra una disminución de 8.01 millones de
reales a 6,95 millones. En cuanto a las casas reales, durante el reinado de Felipe IV su
porcentaje llegó a reducirse un 6%.
PERIODO
1599-1618
1621-1665
GASTO DE LA CASA REAL (millones de reales de vellón)
GPCORR
Nº INDICE
GPCONS
7,70
208,11
8,01
Nº INDICE
145,37
10,02
126,13
270,81
6,95
Fuente: José Jurado Sánchez, La economía de la corte…, p. 181.
La Casa de Castilla aunque dependía de la misma fuente de ingresos que la Casa de
Borgoña, tuvo autonomía financiera con respecto a ella y las cuentas las llevaban el
despensero mayor y el pagador de ellas, no el maestro de la cámara. Si comparamos
ambas Casas, la Casa de Castilla no tenía una carga tan excesiva, tan sólo un gasto
anual de 12% aproximadamente.
En cuanto a Tomás de Cardona, sus servicios a la Corona junto con sus arbitrios
hicieron que obtuviese en el año de 1623 el cargo de maestro de la cámara. Hasta que
murió en 1637 tuvo que hacer frente a unos pagos atrasados, tanto los que estaban
destinados a los gastos ordinarios de las casas reales como los diferentes gastos de los
distintos departamentos, pero sobre todo, tenía que hacer frente al pago de gajes
atrasados desde finales del reinado de Felipe III. A través del “déficit flotante” pudo
efectuar diversos pagos con la intención de disminuir la deuda contraída con el personal
que servía a la Casa Real.
42
R. Giles Trewinnard: The household…, p. 243
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