En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la orilla del lago

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3
Lunes
San Blas
Febrero
Semana IV del T.O.
6DD‡6O‡Mc 5,1-20
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la orilla del
lago, en la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió
al encuentro, desde el cementerio, donde vivía en los sepulcros,
un hombre poseído de espíritu inmundo (...). Viendo de lejos
a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó a voz en cuello:
«¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo?
Por Dios te lo pido, no me atormentes.» Porque Jesús le estaba
diciendo: «Espíritu inmundo, sal de este hombre.» Jesús le preguntó: «¿Cómo te llamas?» Él respondió: «Me llamo Legión,
porque somos muchos.» (...)
Había cerca una gran piara de cerdos hozando en la falda del
monte. Los espíritus le rogaron: «Déjanos ir y meternos en los
cerdos.» Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del
hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil,
se abalanzó acantilado abajo al lago y se ahogó en el lago. (...)
El endemoniado le pidió que lo admitiese en su compañía.
Pero no se lo permitió, sino que le dijo: «Vete a casa con los
tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia.» El hombre se marchó y empezó a proclamar por la
Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.
El recién curado quiso seguir al Maestro, formar parte del
grupo selecto de discípulos que le acompañaban. Jesús no
se lo permitió y le pidió que se quedara con los suyos anunciándoles lo que había hecho con él.
Estamos ante el sentido Yocacional de la Yida seglar. El seguimiento de Jesús no es una cuestión priYatiYa de las consagradas y consagrados. Quienes nos quedamos “con los nuestros”,
también estamos llamados a anunciar la misericordia de Dios.
Es, sin duda, una forma muy exigente de seguimiento que debe
ser promoYida y acompañada.
Febrero
Semana IV del T.O.
Martes
San Andrés Corsini
4
6DEDî‡6O‡Mc 5,21-43
En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla,
se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago.
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se
echó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.» (...)
Llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: «Tu hija se
ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?» Jesús alcanzó
a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas;
basta que tengas fe.» No permitió que lo acompañara nadie,
más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los
que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo: «¿Qué
estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está
dormida.» Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el
padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde
estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: «Talitha qumi»
(que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»). La niña se
puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y
se quedaron viendo visiones (...).
Jairo, siendo jefe de una sinagoga y estando Jesús tan
cuestionado, no teme ir a su encuentro. Se abre paso en
medio de la muchedumbre, le habla y suplica su interYención.
La fe reclama gestos concretos, dar la cara por Él en medio de
las gentes y hacer profesión de nuestro credo.
El silencio del creyente parece ser hoy una exigencia cultural
que llega al interior de instituciones confesionales como la
nuestra. ,nÁuenciados por la “multitud”, ¢no arrinconamos
nuestro credo?
1ecesitamos dotar a nuestra fe de un lenguaje eYidente, o terminaremos renegando de ella.
5
Miércoles
Santa Águeda (M)
Febrero
Semana IV del T.O.
6D‡6O‡Mc 6,1-6
En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De
dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero,
el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón?
Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?» Y esto les resultaba escandaloso.
Jesús les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.» No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las
manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de
alrededor enseñando.
3ara sus paisanos no tenía ra]ón de ser el perÀl de profeta
y taumaturgo con el que Jesús era reconocido en otras
poblaciones.
Marcos aÀrma que ante tanta cerra]ón “no pudo hacer allí ningún milagro”. Faltaba uno de los condicionantes: la fe, esa fe
que ayer contemplábamos transparente en Jairo.
Miremos a nuestro alrededor, pensemos en las personas con
las que tejemos nuestras biografías, reYisemos ante la 3alabra
la llamada a creer en ellos, a apoyarlos en su crecimiento, a ser
potenciadores de la riqueza de nuestras hermanas de comunidad, de nuestros compañeros de trabajo.
Febrero
Semana IV del T.O.
JueYes
San Pablo Miki y compañeros (M)
6
5H‡6O&U‡Mc 6,7-13
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de
dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos.
Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más,
pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen
sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y añadió: «Quedaos
en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si
un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el
polvo de los pies, para probar su culpa.» Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con
aceite a muchos enfermos y los curaban.
2ptó por enYiarlos de a dos. Estamos ante la dimensión
comunitaria del seguimiento. No se trata solamente de
una estrategia sino de una condición de identidad para todo
bautizado. La fe es YiYida y proclamada en comunidad o no es
fe cristiana.
De ahí la importancia de generar y acompañar grupos de Yida
en claYe creyente, integrando hermanas y seglares, al interno
de nuestras obras.
En este desafío es fundamental el testimonio de las comunidades de hermanas. Comunidades que sean abiertas, acogedoras,
Áexibles, referencia de una utopía posible: YiYir la fe en comunidad.
7
Viernes
San Ricardo, rey
Febrero
Semana IV del T.O.
6LU‡6O‡Mc 6,14-29
(...) Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido
en la cárcel, encadenado. El motivo era que Herodes se había
casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le
decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano.
Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no
acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan,
sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía
(...). La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio
un banquete (...). La hija de Herodías entró y danzó, gustando
mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven:
«Pídeme lo que quieras, que te lo doy.» Y le juró: «Te daré lo
que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino.» Ella salió a
preguntarle a su madre: «¿Qué le pido?» La madre le contestó:
«La cabeza de Juan, el Bautista.» Entró ella en seguida, a toda
prisa, se acercó al rey y le pidió: «Quiero que ahora mismo me
des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista.» El rey se
puso muy triste; pero, por el juramento y los convidados, no
quiso desairarla. En seguida le mandó a un verdugo que trajese
la cabeza de Juan (...).
En +erodes contemplamos hasta dónde nos puede lleYar
la incapacidad de rectiÀcar y nos coloca ante las exigencias de la responsabilidad.
Es muy socorrida la tendencia a justiÀcarlo todo por las circunstancias que nos rodean. Entonces es posible que nadie sea
responsable de nada, o en último caso lo será quien esté al Ànal
del escalafón de mando.
9iYir con coherencia el propio credo implica tener capacidad
para enfrentar situaciones desaÀantes en las que debemos jugarnos y arriesgar.
No es fácil ser coherentes en la fe que profesamos. En ese empeño radica la santidad.
Febrero
Semana IV del T.O.
Sábado
San Jerónimo Emiliani
8
5H‡6O‡Mc 6,30-34
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús
y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo:
«Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.»
Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban
tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo
y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron;
entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel
sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin
pastor; y se puso a enseñarles con calma.
La fatiga y la falta de tiempo conforman una constante en
nuestro diario YiYir. $l parecer los primeros discípulos no
se libraron de ella.
Contemplamos cómo Jesús les inYitó a estar solos en un sitio
apartado, pero el plan fracasó. El descanso duró lo que el Yiaje
en barca de un lugar a otro.
Debemos descansar, reponer nuestras fuerzas en la misma dinámica de la entrega, crear espacios de soledad y encuentro
con el Señor sin por ello alejarnos de la misión. Es el desafío de
una sana espiritualidad en la Yida actiYa.
9
Domingo
Santa Apolonia
Febrero
Semana V del T.O.
,V‡6O‡&R‡Mt 5,13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros sois la
sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una
lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en
el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así
vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras
y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.»
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